DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA DE CUBA y
PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, A SU LLEGADA A MOSCU, EL 13 DE
ENERO DE 1964.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Querido
compañero Nikita Sergueievich
Jruschov;
Queridos
miembros del Presidium del Comité Central del Partido
Comunista de la Unión Soviética;
Queridos
dirigentes del Partido y del Gobierno;
Distinguidos
miembros del Cuerpo Diplomático;
Querido pueblo
soviético:
Es sumamente grato para mí encontrarme de nuevo en la
Unión Soviética. Aunque es solamente la
segunda vez que la visito, este país constituye ya para mí algo familiar. En mi recuerdo parece como si fuera ayer
mismo que estuve entre ustedes. Llevo
muy grabadas en mi corazón las infinitas pruebas de amistad y de calor
extraordinarios con que los soviéticos nos recibieron. Son de esos recuerdos que no pueden
olvidarse.
Llevo también muy fresco, compañero Jruschov, el
recuerdo de la atención que usted, personalmente, y los demás dirigentes de la
Unión Soviética le prestaron a nuestra delegación.
Siempre he dicho que la amistad entre la Unión
Soviética y Cuba constituye un brillante ejemplo de cómo son las relaciones
entre los pueblos que se inspiran en los principios del marxismo-leninismo y el
internacionalismo proletario.
No solo media entre la Unión Soviética y Cuba enorme
distancia, distancia que la técnica formidable, desarrollada por el pueblo soviético
ha reducido a unas pocas horas de viaje por el aire, media una enorme
diferencia de tamaño y de desarrollo económico.
Nuestra patria es un país pequeño, que recién ha
comenzado a marchar por los caminos de la construcción del socialismo. La Unión Soviética es, en cambio, un enorme
país, cuyo pueblo heroico ha luchado y ha trabajado tesoneramente durante casi
medio siglo, contra todo género de obstáculos para crear este baluarte de la
paz, el progreso y la verdadera libertad de los pueblos y del hombre, que es
hoy la Unión Soviética.
Algunas de las dificultades por las cuales atravesó el
pueblo soviético en su tiempo las estamos experimentando nosotros hoy, pero
apenas se pueden comparar, porque nosotros hemos podido contar con la
inestimable y prácticamente ilimitada ayuda de la Unión Soviética y de todo el
campo socialista, ante la cual los intentos de ahogar nuestra Revolución por el
bloqueo económico y el hambre han fracasado rotundamente.
Nosotros podemos afirmar hoy que nuestro país progresa
aceleradamente y sus perspectivas de desarrollo económico y bienestar social se
presentan brillantes.
No obstante que un poderoso huracán azotó en meses
recientes y en forma casi devastadora una porción considerable de nuestro
territorio, las medidas tomadas por el pueblo, su trabajo abnegado y la ayuda
oportuna de los pueblos amigos nos ha permitido salir airosos de una prueba que
bajo el capitalismo habría significado indescriptibles penurias para nuestros
obreros y campesinos.
Ningún niño quedó huérfano, ninguna familia quedó
desamparada; la alianza de nuestros obreros y campesinos se consolidó en la
adversidad y el espíritu de trabajo se agigantó. Así podemos decir que hemos salido de la adversidad más fuertes y más unidos.
Lo mismo ha ocurrido con todas las pruebas a que no ya
la naturaleza sino los designios de los imperialistas yankis nos han sometido;
al cabo de cinco años nuestra Revolución está más fuerte, nuestro pueblo más
unido, nuestro Partido más organizado y más aguerrido. Las experiencias acumuladas son muchas y muy
valiosas, y nos proponemos aprovecharlas de manera fecunda en los años
venideros.
El optimismo, la fe en el porvenir, la seguridad en el
éxito son las características más sobresalientes en el ánimo del pueblo al
cumplirse nuestro V Aniversario. Por
eso, como muy bien decía usted, las mentiras de los imperialistas se hacen cada
día más insostenibles.
El ejemplo de nuestra Revolución será cada vez más
atractivo para los demás pueblos.
El hecho mismo de que se nos trate de mantener
aislados e incomunicados demuestra que los enemigos de la Revolución temen a la
verdad y a la fuerza invencible del ejemplo y de las ideas del
marxismo-leninismo.
Como usted, estoy igualmente seguro de que este nuevo
encuentro fraternal consolidará aún más la amistad hermosa y ejemplar de
nuestros dos pueblos.
Aunque hoy la nieve cubre los mismos campos que en la
primavera vi cubiertos de trigo, de maíz, de algodón, de verde y de flores,
estoy seguro de que encontraremos igualmente hermosa, atrayente y nueva la
tierra soviética.
Esta vez nuestra visita será mucho más breve. En nuestro país tenemos por delante la época
de más trabajo, que es la cosecha de nuestra azúcar, renglón principal de
nuestra economía.
Coincidiendo con nuestra salida del país llegaban las
primeras combinadas construidas en la Unión Soviética, con los técnicos
correspondientes, para hacer los primeros ensayos.
Estas máquinas son indispensables para los planes de
desarrollo de la producción de azúcar que nos hemos trazado y en ella se ha
tomado especial interés el compañero Nikita
Jruschov. Como él me decía: “Si hemos resuelto
los problemas técnicos que planteaban los vuelos cósmicos, ¿cómo no hemos de
resolver los problemas que plantea el corte y alza de la caña?”
Y nosotros no tenemos la menor duda de ello. Cuando en todos los órdenes de la vida
pacífica se apliquen los enormes adelantos que la ciencia y la técnica han
desarrollado, cientos de millones de hombres serán liberados de duros y penosos
trabajos. La abundancia y el bienestar
serán patrimonio de todos los pueblos.
Esos son los ideales del comunismo, por ellos debemos luchar
incansablemente.
Es un honor para nosotros haber hecho el viaje con el
compañero Podgorni y la delegación soviética a su
regreso, así como también con la compañera Dolores Ibárruri,
presidenta del Partido Comunista de España, que visitó a nuestro país y
participó en la conmemoración del V Aniversario de nuestra Revolución.
Todas las atenciones y el afecto con que usted sabe que
recibimos a los representantes del pueblo soviético, por mucho que nos
esforcemos, serán pálidos al lado del cariño con que ustedes siempre han
recibido, en este magnífico e incomparablemente hospitalario país, a nuestros
compatriotas.
Muchas gracias por sus palabras de bienvenida,
compañero Jruschov.
Muchas gracias, compañeros dirigentes del Partido y
del Gobierno.
Muchas gracias hermanos soviéticos.
Muchas gracias a todos.