DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO Y
PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA REVOLUCION SOCIALISTA DE CUBA, EN LA
VELADA SOLEMNE PARA RESUMIR LOS ACTOS DE CELEBRACION DEL TERCER ANIVERSARIO DE
LA VICTORIA DEL PUEBLO DE CUBA EN PLAYA GIRON, EFECTUADA EN EL TEATRO CHAPLIN,
EL 19 DE ABRIL DE 1964.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias;
Compañeras y
compañeros revolucionarios:
Cumplimos hoy el tercer aniversario de la victoria de
Playa Girón. Esta fecha cobra cada día
más, o se presenta cada día más ante nuestros ojos en su real dimensión. Significó no la primera agresión imperialista
a un pueblo de América Latina, significó no el primer acto de barbarie de los
imperialistas yankis, no su primera salvajada, no su primer acto
intervencionista; agresiones, intervenciones, salvajadas y crímenes, habían
cometido muchos contra pueblos hermanos de América Latina. Son muy pocos los pueblos de este continente
que no sepan lo que es la intervención, la piratería, el filibusterismo y el
zarpazo de los yankis, comenzando por Puerto Rico, país latinoamericano al que
convirtieron en una colonia.
Playa Girón significó la primera derrota del
imperialismo yanki en la América Latina, y —como dijo recientemente el
compañero Guevara (APLAUSOS)—: “la primera, mas no la última”. Nuevas derrotas recibirán los imperialistas;
las recibirán en nuestra tierra si nos agreden, y las recibirán en otras
tierras, en manos de otros pueblos a los cuales esclavizan.
Hasta ese día habían actuado con absoluta impunidad,
hasta ese día se sentían con derecho a despreciar a los pueblos de América
Latina, hasta ese día tal vez subestimaron a nuestros pueblos de América
Latina.
La agresión imperialista de Playa Girón demostró
muchas cosas, pero demostró, entre otras, cómo la Organización de Estados
Americanos era un instrumento de dominación y de coloniaje imperialista, un
instrumento dócil en manos del Departamento de Estado.
Cuando nuestro país fue criminalmente agredido,
bombardeado con aviones procedentes de distintas bases centroamericanas,
invadido por fuerzas mercenarias escoltadas —además de armadas— por el Gobierno
de Estados Unidos, nuestro país tuvo que afrontar, con su sacrificio y con su
sangre aquel ataque. Los Estados Unidos,
el Gobierno de aquel país, ni siquiera recibió una
recriminación.
Pocos meses más tarde, esa misma Organización que ni
siquiera tuvo una palabra de reproche contra aquel criminal atentado, expulsa a
Cuba, el país agredido, el país víctima, del seno de la Organización de Estados
Americanos. Nos enseñó que frente al
imperialismo esos organismos —instrumentos de ese mismo imperialismo— eran
absolutamente inútiles, y que no sirven otros intereses que los intereses de
los enemigos de los pueblos.
Han transcurrido tres años. Aquella victoria le costó a nuestro pueblo un
elevado número de vidas, vidas de trabajadores, de campesinos, de soldados,
vidas de civiles, es decir, que tuvimos que pagar un precio alto. Mas, ¿quería decir eso que después de aquel
ataque debíamos cruzarnos de brazos?, ¿que después de aquel ataque nos habrían
de dejar en paz? ¡No! Los planes agresivos continuaron
adelante. Los imperialistas yankis no se
resignaban a aquella derrota y comenzaron a fraguar nuevos planes de
agresión.
Fue necesario el fortalecimiento militar de nuestro
país, fue necesario tomar medidas para estar en condiciones de
defendernos. Y sobrevino entonces la
Crisis de Octubre.
Desde hace cinco años, desde el triunfo mismo de la
Revolución, nuestro país no ha tenido paz.
Durante cinco años hemos estado sufriendo agresiones de tipo económicas,
políticas y militares; durante cinco años hemos padecido invasiones del tipo de
Girón, sabotajes como el del vapor “La Coubre”, incendios como el del
“Encanto”, introducción en nuestro país de armas, explosivos, agentes de todo
tipo, organización de bandas contrarrevolucionarias que cometieron infinidad de
crímenes contra campesinos, contra maestros, contra brigadistas.
Y, en fin, la historia de estos cinco años de
Revolución, es la historia de un pueblo defendiéndose contra ese enemigo; es la
historia de las agresiones del imperialismo yanki contra nuestro país, de un
pueblo que ha tenido que defender su obra incesantemente, que no solo tuvo que
pagar un precio alto de sangre para derrocar la tiranía implantada por esos
mismos intereses, armada por ese mismo imperialismo, sino que lo ha tenido que
seguir pagando, y lo tendremos que seguir pagando quién sabe cuánto
tiempo.
Nuestro pueblo, sin abandonar un solo instante su
defensa, ha tenido que enfrentarse al bloqueo económico; ha tenido que
enfrentarse a todas las trabas que un país poderoso y rico, de grandes
influencias imperiales, ha puesto en nuestro camino; ha tenido que reconstruir
su economía y llevar adelante sus planes en todos los órdenes, siempre con una
espada pendiente sobre nuestras cabezas: la espada de la agresión
imperialista.
Y en esas condiciones ha avanzado nuestro país. En esas condiciones ha llevado adelante sus
planes, sus planes de educación, sus planes de salud, sus planes de desarrollo
económico con el pueblo, con los hombres y mujeres más humildes del pueblo,
sufriendo no ya todas las agresiones de que hemos hablado sino, incluso, la
piratería de nuestros técnicos.
Porque no deteniéndose ante ningún medio, trataron
incluso de dejar a nuestro país hasta sin médicos, sin ingenieros, sin técnicos
universitarios; trataron de crear todas las condiciones, las peores
condiciones, para hacer fracasar a una Revolución; pero una Revolución no es
fácil de hacer fracasar, una Revolución no es fácil de vencer, ¡y ellos no nos
han podido vencer! (APLAUSOS), ¡no nos
han podido vencer sencillamente, porque esta es una verdadera Revolución! (APLAUSOS.)
Si esta hubiese sido una Revolución a medias, nos habrían vencido; si
esta hubiese sido una Revolución tímida y cobarde, una Revolución de
vacilantes, nos habrían vencido. Y, sin
embargo, ¡no nos han vencido, ni nos podrán venceré! (APLAUSOS.)
Y de este país se podrá decir: “¡Antes é barrido del mapa que
vencido!” (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Y hablo así, hablo así, porque entiendo que debemos
tener el espíritu alerta, el ánimo firme, y la voluntad de lucha resuelta;
hablo así porque aún estamos en marcha y aún estamos en lucha contra ese
imperialismo; hablo así porque aún se ciernen muchas amenazas y muchos peligros
sobre nuestro país. Y hoy, hoy que
recordamos a los que cayeron gloriosa y valientemente defendiendo su tierra, su
bandera, su causa, sus ideas, hay que hablar así (APLAUSOS PROLONGADOS); hay
que hablar con claridad, hay que expresar nítidamente la verdad. Y hay que decirles a los compañeros de
nuestros batallones, de nuestras compañías, de nuestros centros de trabajo, que
murieron ese día, hay que decirles que no solo los recordamos de palabra y que
cuando les rendimos homenaje no es un simple homenaje lírico, sino que les
decimos a los que cayeron que los demás estamos dispuestos a caer también (APLAUSOS).
A nuestros muertos, los combatientes revolucionarios,
no los despedimos nunca con un adiós, sino en una Revolución, en medio de la
lucha, hay que decirles todo lo más hasta luego, ¡hasta luego, compañeros que
dieron sus vidas, que nosotros no regatearemos nuestras vidas en esa misma
lucha; que nosotros no vivimos para disfrutar el sacrificio de los que lo
dieron todo, sino para defender a cualquier precio los frutos de ese
sacrificio!
Y a los tres años, cuando la reacción imperialista
levanta la cabeza en todo el continente, a los tres años de Girón, cuando la
política del Gobierno imperialista de Estados Unidos es cada vez más y más
agresiva, cuando la política del Gobierno de Estados Unidos es cada vez más y
más desenmascaradamente reaccionaria e intervencionista, es necesario darle
todo el valor y toda la importancia que tiene esta fecha y hablar con
claridad.
Porque si reaccionarios fueron los que nos atacaron en
Girón, estos que gobiernan hoya Estados Unidos son aún más reaccionarios.
Han transcurrido algunos meses desde que subió al
Gobierno de Estados Unidos un señor del oeste norteamericano, en virtud del
asesinato todavía extraño y misterioso del anterior Presidente, víctima sin
duda de los elementos de extrema derecha.
Y ya se perfila con toda nitidez cuál es la política de este nuevo
Presidente.
Y ahí están los hechos. Surge una disputa interna en Bolivia, y el
señor Johnson rápidamente ofrece tropas para resolver
un problema interno de Bolivia. Surge un
problema en Panamá, y los soldados yankis disparan despiadadamente contra el
pueblo panameño. Y el señor Johnson, intransigentemente, soberbiamente, declara que no
está dispuesto a hacer la menor concesión, que no está dispuesto a discutir
ninguna negociación o ningún cambio en los acuerdos por virtud de los cuales
Estados Unidos posee aquel canal, fruto de su piratería en los primeros
tiempos, en los primeros años de este siglo.
El golpe de Estado brasileño tiene lugar, pero con una
coordinación perfecta entre las campañas de prensa de los periódicos más
reaccionarios de Estados Unidos, golpe a todas luces forjado y fraguado por el
Pentágono y por el Departamento de Estado; y a las pocas horas del cuartelazo,
el aliento del imperialismo, el mensaje de adhesión del señor Johnson al golpe de Estado militar de Brasil. Ocurre el golpe de Estado, e inmediatamente
después el señor Falcón Briceño, representante del Gobierno títere de
Venezuela, sale a recorrer las capitales de América Latina en una maniobra
contra nuestro país, promoviendo la agresión contra nuestro país. Tiene lugar el golpe de Estado de Brasil, e
inmediatamente el Gobierno de Panamá se ve obligado, por presión de Estados
Unidos, a reanudar las relaciones diplomáticas; y a los pocos días de haberse
reanudado esas relaciones, sin ningún compromiso por parte de Estados Unidos de
revisar el Tratado del Canal, a los pocos días, para presionar una vez más al
Gobierno de Panamá, anuncia que están en estudio planes para construir otro
canal por Colombia u otro canal por Costa Rica.
Todos estos hechos concatenados, característicos,
indican, describen y definen la política del actual Gobierno de Estados
Unidos.
Hablando de América Latina, no hablando ya de Viet
Nam, no hablando ya de su conducta en otros países y en otros continentes; pero
ya desde que designaron a un señor llamado Thomas Mann
en el Departamento de Estado para los Asuntos de América Latina, un señor que
era conocidamente reaccionario y archienemigo de nuestra Revolución, ya se
sabía cuáles eran las intenciones, para con la América Latina, de Estados
Unidos.
Durante un tiempo después de la Revolución Cubana, y
no inmediatamente después sino más de dos años después del triunfo de la
Revolución Cubana, el Gobierno de Estados Unidos comenzó a hablar de planes de
ayuda a la América Latina, comenzó a hablar de “Alianza para el Progreso”,
comenzó a hablar de reformas sociales.
Desde luego que nunca en Estados Unidos se había hablado de Reforma
Agraria para los países de América Latina, ni de reformas de ningún tipo; pero
después que tiene lugar la Revolución Cubana, el miedo que inspiró la
Revolución Cubana hizo que por primera vez en toda su historia de país
imperialista, por primera vez, comenzaran a hablar de reformas sociales tales
como la Reforma Agraria, Planes Educacionales, Reformas Tributarias; empiezan a
hablar de que hay enormes masas de campesinos sin tierra y que eso era
combustible para la Revolución, y entonces ciertos elementos llamados
“liberales”, que tenían cierta influencia en la anterior administración,
idearon toda aquella cosa de la Alianza para el Progreso.
Desde luego que aquello era simplemente un ardid, un
engaño a los pueblos de América Latina, un ungüento para tratar de curar el
cáncer de la miseria en este continente, que en el fondo no tenía otro
propósito que consolidar el dominio económico y político de Estados Unidos
sobre América Latina.
Pero cambiaban el lenguaje: hablaban de Alianza para el Progreso,
y hablaban de reformas. Claro está que
aquella alianza no progresaba, no avanzaba ni podía avanzar. En el fondo, esos elementos llamados
“liberales” de Estados Unidos decían propugnar una política de alianza con las
llamadas “clases medias” de América Latina, sacrificando los intereses de las
oligarquías terratenientes que han sido la clase social gobernante en la mayor
parte de los pueblos de América Latina.
El Gobierno de Estados Unidos trataba de aliarse con
esa “clase media”, que en algunos países ni siquiera existe; hablaban de una
política contra los golpes de Estado reaccionarios, hablaban de una política en
favor de lo que ellos llaman “democracia representativa”. Es decir, que insinuaban que era interés de
Estados Unidos, abandonar su alianza con las oligarquías y con los gorilas y
desarrollar movimientos seudodemocráticos, de carácter civil, y con algunas
reformas sociales, sacrificando los intereses de las oligarquías
terratenientes.
Más o menos en esos términos describían o insinuaban
su política. Pero ocurría que
constantemente tenían lugar golpes de Estado, ocurría que en esos gobiernos
seudodemocráticos, en Perú, o en Ecuador, o en Honduras, o en Argentina, los
gorilas, alentados por el Pentágono tomaban el poder, esgrimiendo siempre el
argumento, el argumento del anticomunismo; incluso presidentes como Frondizi, que eran instrumentos serviles del imperialismo,
fueron derrocados, alegando que era necesario restablecer el orden, que era
necesario evitar el peligro comunista. Y
lo mismo ocurrió en Ecuador, y ocurrió en Honduras, y ocurrió en Perú. Y entonces el Departamento de Estado
norteamericano quedaba en una situación un poco embarazosa. No es que esos señores sean unos señores que
no estén acostumbrados a esas situaciones contradictorias y embarazosas, pero
tenían lugar esos golpes de Estado y entonces la política de ellos era decir
que no los reconocían inmediatamente, esperar un tiempo.
Se me olvidaba el caso de Santo Domingo, donde había
sido electo presidente Juan Bosch, que fue después
derrocado por los gorilas. Y como todo
eso estaba en contradicción con la filosofía o seudofilosofía
de la llamada Alianza para el Progreso, los que hacen la política de Estados
Unidos se veían en una situación embarazosa.
Por lo general esperaban un tiempito, algunas semanas y algunos meses e
inmediatamente después, con un pretexto o con otro, reconocían a los gobiernos
producto de los golpes de Estado contra sus aliados, porque en definitiva era
una lucha entre aliados:
los aliados, llamados “democrático-representativos” y los
gorilas, ambos aliados del imperialismo.
Pero cuando tiene lugar la muerte de Kennedy, al
parecer —aunque este señor decía que iba a seguir la misma política, etcétera,
etcétera, etcétera—, parece ser que aquellos elementos llamados “liberales” que
en la época de Kennedy habían tenido alguna influencia, fueron apartados. Y las verdaderas intenciones de Estados
Unidos se revelaron con la designación de Tomás Mann
a cargo de los asuntos latinoamericanos.
Claro que esa política no se iba a cambiar
inmediatamente, de repente, pero todo indica que la influencia que llegaron a
tener en el Gobierno de Estados Unidos esos llamados “elementos liberales” ha
sido eliminada por completo, y ha sido sustituida por una política del peor
corte reaccionario. Es decir, que
Estados Unidos vuelve a la época de su política de alianza con los sectores más
reaccionarios, a su política de apoyo a los gobiernos de mano dura, de origen
“castrense”; su política de apoyo a los sectores más reaccionarios; una
política que se quita la máscara de seudoliberalismo,
se quita la máscara de seudodemocrática, y se asocia
a los gorilas y a los elementos más reaccionarios; una política de colonización
sin disimulo alguno; una política reaccionaria de la peor especie.
Y los hechos del Brasil lo demuestran: decir que Goulart era comunista es en realidad el colmo. El Presidente destituido de Brasil trataba de
realizar una serie de reformas sociales, de esas mismas reformas que
hipócritamente defendían los propugnadores de la Alianza para el Progreso.
Brasil es un país enorme, cuya población crece
extraordinariamente, y que es un país saqueado por los monopolios yankis. Goulart no hizo una
Reforma Agraria como la nuestra, estableció ciertas medidas imprescindibles
para evitar la salida de divisas del país.
No es que prohibiera la salida de divisas, sino que limitaba las
ganancias que podían extraer los monopolios norteamericanos; no es que hiciera
una ley contra el latifundio, sino hizo una ley contra los latifundios que
estaban a la orilla de las carreteras; no es que nacionalizara las empresas
yankis, nacionalizó algunas empresas de servicios públicos y algunas empresas
petroleras.
Sin embargo, el presidente Goulart
fue derrocado por un golpe de cariz reaccionario, uno de cuyos principales
cerebros fue el hombre más reaccionario de este continente, un señor que,
incluso, como solución al problema de la mendicidad en el Estado de Río de
Janeiro donde es gobernador, como solución propugnaba la eliminación física de
los pordioseros, que es lógico que allí abunden como en todo país subdesarrollado
y explotado; un señor de mentalidad fascista, el gobernador del Estado de Guanabara, Lacerda, “o el cerdo”,
como lo quieran llamar.
Y esos elementos, aliados a los elementos
reaccionarios de las Fuerzas Armadas, llevaron adelante el plan golpista
fraguado por el Pentágono y por el Departamento de Estado yanki. Y estas cosas hay que decirlas con toda
claridad cuesten lo que cuesten. Si los
imperialistas creen que nosotros vamos a callarnos nuestras opiniones sobre ese
golpe de Estado están muy equivocados.
Lo que tenemos es que venir a denunciar la naturaleza
de ese movimiento, lo que tenemos que hacer es denunciar los propósitos de ese
movimiento. Y ese golpe de Estado no fue
solo un golpe contra Brasil, fue un golpe contra el continente, fue un golpe,
desde luego, que forma parte de la estrategia a largo plazo del imperialismo
contra Cuba, fue un golpe no solo contra Brasil sino también contra Cuba. Pero no fue un golpe solo contra la Cuba
socialista y revolucionaria, fue un golpe contra el movimiento democrático, no
ya el movimiento izquierdista, no ya el movimiento socialista, no ya el
movimiento comunista. ¡No, fue un golpe,
incluso, contra las fuerzas progresistas, no socialistas y no comunistas!
Fue un golpe contra el movimiento democrático en
Chile, país que le preocupa mucho al imperialismo yanki, país respecto al cual
tienen grandes temores, no el temor de una revolución como la cubana, no, temor
al resultado de unas elecciones; el temor a una fórmula democrática en Chile. Es un golpe contra el movimiento democrático
en Argentina, es un golpe contra el movimiento democrático en México, puesto
que, como es sabido, dos países que defendieron firmemente la política de no
intervención y el derecho de autodeterminación fueron Brasil y México.
El golpe de Estado, dirigido no solo contra Brasil,
sino contra el movimiento democrático en el continente tenía por objeto
suprimir uno de los pilares de esa política, suprimir una de las resistencias
principales a los planes intervencionistas, no solo contra Cuba, sino también
contra los panameños y contra cualquier país de América Latina, y por eso para
los imperialistas era fundamental derrocar al gobierno brasileño, no un
gobierno socialista ni mucho menos, sino un gobierno que mantenía una política
internacional independiente, y que resistía firmemente los planes
intervencionistas de Estados Unidos contra Cuba y contra otros pueblos de
América Latina.
Inmediatamente comenzaron los cables imperialistas de
las agencias imperialistas a decir que ahora sí que Brasil rompería con Cuba, a
publicar declaraciones del señor Lacerda y de otros
elementos reaccionarios diciendo que se iba a romper con Cuba, a publicar
declaraciones de elementos golpistas, diciendo que se iba a romper con Cuba;
jubilosas las agencias cablegráficas yankis, jubilosos los elementos
reaccionarios, envalentonados, y pensando, tal vez, que estas cosas nos
intimidaban a nosotros, nos deprimían a nosotros; que ahora sí, que ahora que
un país grande influyente como Brasil iba a estar a favor de la política de
intervención y de agresiones, ahora que Brasil caía en manos de los gorilas y
de los fascistas, ahora sí podían caerle arriba a Cuba, y que Cuba se iba a
asustar.
Es posible que piensen que estamos aquí temblando
cuando hablan de que van a romper relaciones con nosotros, y que eso facilita
las agresiones contra Cuba. Es que estos
señores imperialistas creen que el problema se resuelve en la OEA, en
conciliábulos, en votaciones, y que aquí la gente no pelea (APLAUSOS). Se olvidan de una cosa, se olvidan que cuando
ellos tengan hecho su ajiaco, su potaje, no es cuando se resuelve el problema,
sino cuando empieza, y se olvidan de que el problema de Cuba no se resuelve ni
con gorilas ni con conciliábulos, sino que cuando llegue la hora para liquidar
la Revolución tienen que pelear contra nosotros (APLAUSOS).
Y entonces ya eso es harina de otro costal, ya eso es
harina de otro costal, porque a nosotros con amenazas, con acuerdos de la OEA,
con maniobras, con todas esas cosas, ni nos inmutan, ni nos inmutan. Porque lo que hacemos es afinar la puntería
(APLAUSOS), y prepararnos, prepararnos; no vaya a ser que los imperialistas, no
vaya a ser que los imperialistas crean que nos van a intimidar; no sea que
piensen que estamos muy asustados. En
Girón ya les pasó eso, puede ser que si no escarmientan pueda ocurrirles un
Girón multiplicado por cien (APLAUSOS).
Porque vale decir aquí, vale decir aquí, que nosotros,
los revolucionarios cubanos, los comandantes de nuestras fuerzas (APLAUSOS), no
se ponen a contar como algunos generales que hay por ahí, que primero cuentan
cuántos soldados son los enemigos, para decidir si pelean o no pelean
(APLAUSOS); algunos generales que hay por ahí que resuelven las batallas
contando: ¿Cuánto tú tienes?... Tanto...
Pues yo tengo tantos...
¡Ganaste! Y el ejército
revolucionario no se hizo así, porque en cierto momento se podía preguntar
cuántos eran y sobraban dedos de la mano; y cuántos eran los enemigos, ni los
cuente. Toda la historia de la Revolución
es la historia de un pueblo defendiéndose contra enemigos superiores en
número.
Así fue la guerra, toda nuestra guerra. Muchas veces nosotros teníamos que resistir
un batallón y no teníamos más que una escuadra para resistir un batallón. Y nosotros sí que no contamos a los enemigos
a la hora de combatir (APLAUSOS). Porque
a esos enemigos podemos decirles también aquello que dijeron los espartanos
cuando los jefes persas decían “que sus flechas obscurecerían el sol”, y les
contestaron: “Mejor,
con eso combatiremos a la sombra” (APLAUSOS).
Por eso a nosotros no nos atemoriza que los
imperialistas sean muchos, que los imperialistas organicen una alianza de todas
las fuerzas reaccionarias contra Cuba.
Los sucesos de Brasil no nos inmutan.
Hablan con júbilo de que van a romper.
Bien: no
nos pondremos a llorar al otro día de ese rompimiento. No vamos a implorar esas relaciones y no
imploramos relaciones con “gorilas” de ninguna clase (APLAUSOS). Y somos un pueblo consecuente con su historia,
consecuente con sus principios, y sobre todo, recordamos que después de un 10
de marzo, vino un 26 de Julio (APLAUSOS).
Nuestro pueblo, que es un pueblo armado; nuestras
Fuerzas Armadas, que son Fuerzas Armadas del pueblo, no se parecen
absolutamente en nada a esas fuerzas armadas que organizan los imperialistas
para que les sirvan de instrumento.
Nuestras Fuerzas Armadas que nacieron en la lucha revolucionaria, que
nacieron de las clases humildes del pueblo, son el brazo armado de ese pueblo
contra ese imperialismo. No hay que
olvidarse que tenemos unas Fuerzas Armadas Revolucionarias, porque antes
combatimos y disolvimos las fuerzas armadas que aquí, como en otras partes del
continente servían a los intereses de los imperialistas. Y ese es nuestro ejército, esa es nuestra
Marina, esa es nuestra aviación. Así son
nuestras unidades de combate, así es nuestro pueblo.
Porque los imperialistas, en el caso de la Revolución
Cubana, se encuentran con un pueblo armado.
Y una cosa buena que tienen nuestras Fuerzas Armadas,
y es que no tienen generales (RISAS) y
que el grado más alto es el grado de comandante. Los imperialistas aquí no tendrán que luchar
contra esos generales, tienen que luchar contra otro tipo de hombre, contra
otro tipo de militares muy distintos, y sobre todo, no tienen generales
enfrente, de esos que cuentan; tienen gente que cuenta, sí, cuántas balas lleva
en la canana.
Y nuestras Fuerzas Armadas ya no son solo el ejército
con espíritu guerrillero, sino Fuerzas Armadas con una gran disciplina, cuya
capacidad técnica aumenta día a día y bien armadas, bien armadas, y que saben
manejar esas armas (APLAUSOS), y que las sabrán manejar cada vez más
(APLAUSOS); y que saben que esas armas no las tenemos aquí de adornos
(APLAUSOS), que las tenemos para usarlas cuando haga falta, sin vacilación de
ninguna clase.
Porque es bueno decir esto, es bueno decirlo, es
necesario decirlo, porque los imperialistas se equivocan, los imperialistas por
lo general —con esa mentalidad
fascista de superhombres— se imaginan a los pueblos de América Latina, pueblos
despreciables, pueblos híbridos, que no pelean, que no combaten; sienten un
profundo desprecio por nuestros pueblos, desprecio que se ha empezado a poner a
prueba después del triunfo de la Revolución Cubana, y sobre todo después de
Playa Girón. Los imperialistas estos
viven de gángsters en el mundo, de matones, de guapetones, creen que se les
tiene miedo, e incluso confunden la prudencia con el miedo, el sentido de la
responsabilidad y de la serenidad.
Voy a explicarles por qué les digo esto. Aquí traigo una comunicación enviada desde
Oriente por el compañero jefe de la Seguridad en esa provincia, en que informa
sobre una serie de provocaciones inusitadas que tuvieron lugar en el día de
ayer en la Base Naval de Guantánamo. Y
voy a leer la comunicación textualmente, tal como llegó a nosotros:
“Asunto: Sobre provocaciones de marines yankis
en la puerta terrestre de la Base Naval norteamericana.
“Respetuosamente, a los efectos de su superior conocimiento,
tengo a bien informar lo siguiente:
“a) A las 6:00
p.m. del día de ayer los dos marines de posta de la puerta yanki y el que funge
como intérprete agreden a pedradas a nuestros soldados cuando estos se
encontraban arriando nuestra bandera nacional, dándole una pedrada en un brazo
a uno de nuestros compañeros. Los
marines pasaron la línea divisoria unos tres metros.
“b) Siendo las
6:30 p.m. (hora de ayer) llega a la
puerta yanki un cabo y un soldado ingiriendo bebidas alcohólicas y brindándoles
a los marines yankis que estaban allí de posta, los cuales aceptaron la
invitación.
“c) Siendo las
6:50 p.m. (de ayer) llega a la puerta
terrestre una máquina con dos exilados, los cuales traían bebida alcohólica y
se la dan a los marines que estaban de posta en la puerta.
“d) Siendo las
7:40 p.m. llega a la puerta una máquina con una exilada, la que permaneció en
la caseta americana unos cinco minutos, retirándose luego de allí con un marino
yanki que funge de intérprete, internándose en un monte cercano, saliendo
minutos más tarde.
“e) Siendo las
8:40 p.m. (del día de ayer) dos exilados
traen bebidas alcohólicas a los marines yankis que se encuentran en la
puerta.
“f) Siendo las
9:35 p.m. (del día de ayer) ocho marines
cruzan la línea divisoria llegando hasta nuestra caseta, orinándose uno de
ellos en el asta de nuestra bandera, mientras los otros arrancaban varias
matas, y llevaron para el territorio ocupado el rastrillo de recoger la basura;
también dichos marines desatan la driza de nuestra bandera, dejándola suelta,
mientras otros agreden a pedradas a nuestros soldados, dándoles con dichas
piedras a algunos compañeros.
“g) Siendo las
11:00 p.m. (del día de ayer) dichos
marines cruzan la línea divisoria pasando para nuestras casetas, al mismo
tiempo que agredían a nuestros soldados con piedras. Dichos marines yankis, utilizando fusil Garand y un pico rompieron la puerta de nuestra caseta que
da al lado derecho, otros llegan atrás de la caseta, virando un tanque de
pintura nuestra que se encuentra abierto, y cinco marines empiezan a dar golpes
para tratar de romper una puerta de dicha caseta, lo que no pudieron realizar
debido a que la misma es de hierro, pero sí hubieron de causarle algún
daño. El sargento-jefe del destacamento del
Batallón Fronterizo tuvo que retirar las postas a unos 20 metros del edificio,
ya que los marines cruzaron de dichas casetas en dirección a la caseta de
registros, así como el sargento tuvo que retirar el teléfono, ya que como los
marines entraron en la caseta se lo podían llevar o romper. En total, los marines rompieron dos puertas
de dicho edificio.
“h) Siendo las
12:00 a.m. de la madrugada de hoy, los marines yankis cruzan la línea divisoria
y se meten dentro de nuestra caseta, llevándose la manguera de agua que se
encontraba en el baño, mientras lanzan piedras a nuestros soldados.
“i) Siendo las
12:35 de la madrugada de hoy un marine yanki cruzó la línea divisoria con un Garand en la mano, el cual rastrillaba y apuntaba a
nuestros soldados.
“j) El marine
yanki que funge como intérprete, antes de retirarse de la puerta terrestre hubo
de manifestarles a nuestros soldados que para hoy domingo lo que iban a hacer
los iba a hacer temblar.
“Con relación a estas provocaciones, se informa que
han sido las de mayor magnitud ocurridas en la puerta terrestre de la Base
Naval. Que es cuanto tengo que
informarle hasta el momento”.
Estas provocaciones, de este tipo, de esta naturaleza,
por grupos enteros, no puede ser una cosa casual, no puede ser una cosa
aislada; estas provocaciones que transcurren durante horas, no pueden ser cosa
de soldados indisciplinados, ni de soldados borrachos: cosas de los jefes y con conocimiento
del Gobierno de Estados Unidos. ¿Por
qué? Porque desde hace mucho tiempo ellos
han cometido infinidad de provocaciones, de violaciones, de hostigamiento. Y recientemente cuando el Gobierno
Revolucionario de Cuba hizo una protesta por estas provocaciones, el
Departamento de Estado —con un cinismo inaudito, con esa desvergüenza que los caracteriza— respondió que lo que habían
podido investigar es que era falso, y que esas provocaciones quienes las hacían
eran nuestros soldados.
Como nuestros soldados nunca han lanzado una piedra,
como nuestros soldados tienen allí instrucciones muy precisas de no dejarse
provocar, como son soldados muy escogidos y muy disciplinados, y el Gobierno de
Estados Unidos no puede ignorar lo que hacen allí sus soldados, si el Gobierno
de Estados Unidos responde eso, con ese cinismo, es que esas provocaciones son
provocaciones deliberadas y con el conocimiento del Gobierno de Estados
Unidos.
¿Qué pretenden con eso los imperialistas? ¿Están tanteando, tanteando a ver si estamos
deprimidos, si estamos atemorizados?
Pues nosotros le advertimos seriamente al Gobierno de Estados Unidos que
está jugando con la vida de esos provocadores (APLAUSOS).
¿Que el Gobierno de Estados Unidos está planeando una
provocación para realizar una agresión desde la Base? Les recordamos Girón, y les recordamos la
Crisis de Octubre, y los peligros que la irresponsabilidad de Estados Unidos ha
ocasionado a la humanidad.
Nosotros vamos a denunciar estos hechos en las
Naciones Unidas, vamos a denunciarlos; pero vamos a exponer aquí qué pensamos y
cómo pensamos. Desde luego que estos
hechos, una vez más, nos dan a nosotros toda la razón cuando a raíz de la
Crisis de Octubre nosotros planteamos estos problemas y nosotros planteamos
nuestros Cinco Puntos (APLAUSOS). Han
pasado dos años y los imperialistas realizan provocaciones cada vez mayores;
han pasado dos años y los imperialistas siguen violando nuestro espacio aéreo
descaradamente, ilegalmente, arbitrariamente; han pasado dos años —algo más de
dos años— y no podemos decir que tengamos paz, no podemos decir que las
tensiones y los peligros se han alejado.
¡No!, en estas condiciones, no.
Nosotros vamos a denunciar estos hechos a las Naciones
Unidas, nosotros vamos a advertir a la opinión pública mundial para que se sepa
la verdad, para que el Gobierno de Estados Unidos sepa que sobre él pesa la
responsabilidad de lo que pueda ocurrir.
¿Sobre quién cae la responsabilidad acerca de sus actos agresivos, sus
provocaciones y las violaciones de nuestro espacio aéreo? Porque nosotros no la hemos autorizado, no la
hemos convalidado y no la legalizaremos, ¡no legalizaremos esas violaciones a
nuestra ley y a nuestra soberanía!
(APLAUSOS.)
Están provocándonos; estas cosas son sencillamente
intolerables. Vamos a tener calma, vamos
a tener calma; vamos a actuar con dos cosas: no solo con inteligencia, sino también
con valor. Así hemos de actuar. Ni con inteligencia solo ni con valor
solo. ¿Cómo debe actuar nuestro pueblo? Con las dos cosas: con inteligencia y con valor
(APLAUSOS). Al valor, al valor no le
faltará la inteligencia; pero a la inteligencia no le faltará el valor.
Y nuestros soldados allí han resistido a pie firme,
porque tienen instrucciones de no dejarse provocar. Pero los hombres nuestros que están allí, a
esos borrachines rubiancos, bien los pueden poner al
otro lado de la línea con unas cuantas patadas por el trasero (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales
duro!” y otras consignas revolucionarias).
Nuestros soldados allí las órdenes que tienen hasta
estos instantes es soportar a pie firme sin dejarse provocar. Pero nosotros les advertimos a los
imperialistas que la prudencia tiene un límite, y que la serenidad tiene un
límite, y que hay límites que no se pueden transgredir, hay límites que no se
pueden transgredir y están transgrediendo peligrosamente esos límites.
Voy a decir de corazón lo que pienso, lo que siento, y
lo que entiendo que piensa y siente este pueblo. Nosotros no queremos guerra, nosotros
queremos la paz, la queremos sinceramente.
En la guerra se pierden vidas, se pierden hombres,
trae mucho dolor la guerra, y mucha destrucción. Nosotros amamos lo que estamos haciendo: nuestra Revolución;
amamos lo que estamos creando: el fruto
de nuestro trabajo, que deseamos que un día sea el fruto de nuestro pueblo;
deseamos ver un día graduados en las universidades esas decenas de miles de
jóvenes que están hoy en las escuelas, centros de enseñanza preuniversitaria,
tecnológica; deseamos ver un día realizados nuestros sueños en todos los
órdenes. Y que nuestro pueblo recoja
algún día los frutos de su trabajo.
Amamos eso extraordinariamente, soñamos con eso, de corazón lo
decimos. Los hombres han luchado y han
caído por eso, las revoluciones se han hecho para eso.
Pero eso entraña riesgos; esos riesgos no los
habríamos corrido cuando éramos esclavos, cuando éramos colonia dominada por el
imperialismo, cuando un grupito reducido de privilegiados lo tenían todo,
cuando nuestro pueblo trabajaba como esclavo para los monopolios yankis, cuando
los hombres negros eran tratados como perros, cuando los campesinos pasaban
hambre y miseria de todo tipo, en aquel mundo de privilegio, de injusticia, de
abuso, de ignorancia. Aquella sociedad
no implicaba estos riesgos, pero nosotros no nos conformábamos con aquello;
hemos querido para nuestra patria otra cosa.
Pero no es que la hayamos querido nosotros solos: desde el primer hombre que dio su
sangre por esta tierra ha querido eso, y nosotros queremos lo mismo que han
querido todos los hombres que a lo largo de un siglo han dado sangre y se han
sacrificado por esta tierra. Y eso
entraña riesgos.
Triunfó el pueblo, triunfó su Revolución. Somos dueños de nuestro destino. Mal o bien, con más o menos capacidad, con lo
que dispone, con los escasos recursos materiales y técnicos de que dispone,
nuestro pueblo marcha adelante, y con grandes sacrificios realiza esta
obra. Un enorme número de hombres de
magnífica calidad están sustraídos de la producción para mantener defendida la
patria, y en guardia contra sus enemigos; hace nuestro pueblo grandes
sacrificios por esto, los ha hecho, los está haciendo.
Y por eso queremos esto. No queremos destrucción, no queremos muerte,
no queremos luto. Amamos
extraordinariamente esta obra. Sí,
debemos decirlo, confesarlo, expresarlo, y decirlo por lo que vamos a decir
también ahora: que a pesar de lo que
amamos la Revolución y a pesar de lo que amamos ver un día convertidos en
realidad nuestros sueños, si el precio que hay que pagar por eso son estas
provocaciones, si el precio que hay que pagar por eso es tener que hincarse de
rodillas, sacrificar nuestra dignidad, y nuestra vergüenza, y nuestro honor, y
nuestra vida de pueblo digno; si la paz es esa paz miserable, ¡no queremos esa
paz! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Ninguna teoría, ninguna doctrina, ningún principio
revolucionario nos obliga a soportar eso; ninguna teoría, ningún
principio. Somos revolucionarios, pero
ser revolucionario implica estar dispuesto a pagar el precio que sea necesario
para ser revolucionario. Desear un mundo
mejor implica estar dispuesto a pagar el precio que sea necesario para
ello. Y antes que esa paz miserable, ¡es
preferible cien veces la paz digna de la sepultura! (APLAUSOS), ¡la paz digna de los que cayeron
en Girón! (APLAUSOS.)
Y esto lo digo para que los imperialistas sepan, para
que el mundo sepa que no estamos dispuestos a tolerar ciertas cosas que se van
más allá de los límites admisibles y tolerables. Porque antes preferimos desaparecer como
Revolución, como pueblo y hasta como isla geográficamente (APLAUSOS
PROLONGADOS).
Y es bueno que los imperialistas sepan eso, y sepan a
qué atenerse, sepan a qué atenerse. Si
lo que quieren es provocar una guerra, provocar un problema, lo van a tener,
¡pero lo van a tener tal vez más serio de lo que se imaginan! (APLAUSOS).
Y si lo que quieren es barrer esta isla del mapa, pues que se preparen a
barrerla, ¡que primero seremos barridos que bajar la cabeza altiva de esta
nación, digna de esta nación, heroica de esta nación!
Si los imperialistas creen que con el chantaje
desvergonzado, con la exhibición de su poderío nos van a intimidar, nosotros
les decimos que todo poderío tiene un límite, y ese límite es allí donde no hay
miedo, es allí donde termina el miedo.
¡Ese es el límite de cualquier poderío!
Pero nosotros debemos decir aquí, con toda seriedad y con toda
responsabilidad, que estas cosas no las toleramos.
Vamos a hacerle conocer al mundo esto, vamos a
denunciar esto en los organismos donde tengamos que denunciarlo, pero
advertimos que tanto estas provocaciones como las demás violaciones de nuestros
derechos, no ya bloqueos económicos: las agresiones físicas contra nuestro
territorio no estamos dispuestos a tolerárselas, ¡cueste lo que cueste y pase
lo que pase! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
Nuestro país es un país que está dispuesto a hablar de
paz con quien sea, nuestro país es un país que está dispuesto a hablar de paz,
¡pero que también está dispuesto a responder como tenga que responder frente a
las cosas que no son posible tolerar!
Por eso, compañeros de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, hay que prepararse, hay que perfeccionarse, hay que redoblar
el interés en el aprendizaje y en el manejo de las armas que tenemos, de
nuestras unidades, de nuestras tropas; hay que fortalecer nuestra capacidad
técnica y nuestra capacidad moral para el combate. Porque cuando decimos combate, combate es
combatir hasta la última bala y el último hombre; cuando decimos prepararse es
prepararse para cualquier contingencia de cualquier tipo, en cualquier
circunstancia (APLAUSOS), a manejar las armas y a manejar los hombres. Y cuando estemos aprendiendo el manejo de las
armas, pensar que desgraciadamente tengamos que usarlas defendiendo la patria
tal vez; que no son en balde esos esfuerzos ni los sacrificios que hace el
pueblo.
Pero que si el enemigo nos agrede, sepa lo que se va a
encontrar; si el enemigo nos agrede, le cueste bien caro su agresión; que si el
enemigo nos agrede, tenga que luchar contra hombres de tal espíritu y de tal
coraje, que le demuestre de una vez y para siempre lo que es un pueblo digno,
lo que es un pueblo revolucionario. ¡Que
tenga que pagar con decenas y con cientos de miles de vidas cualquier ataque a
nuestra Patria! Ese debe ser nuestro
espíritu y esa debe ser nuestra decisión.
Sí, estamos trabajando por el porvenir y deseamos la
paz. Deseamos cosechar un día los frutos
de nuestro esfuerzo, y no deben desalentarnos estos riesgos en el trabajo
creador; el revolucionario trabaja para el mañana sin importarle que llegue o
no a ver ese mañana. Porque los que
avanzaron frente a las hordas mercenarias que nos invadieron en Girón, los que
fueron allí a la muerte, luchaban por un ideal, por una causa; ellos no se
preguntaban si iban a ver esa causa.
Como los que en la guerra murieron antes del triunfo, no se preguntaban
si iban a ver el triunfo. Y nosotros no
tenemos que hacernos esa pregunta.
Trabajar por el futuro, pero estar siempre dispuestos
a sacrificarlo todo a ese futuro, todo, por defender el derecho a tener ese
futuro. Porque hay que defender no solo
ese futuro por el cual se trabaja, sino el derecho a tenerlo. Y nuestro derecho a tener ese futuro lo
tenemos que defender con lo que sea, a cualquier precio. Y así
actuaremos.
No nos desalentaremos.
Seguiremos trabajando en nuestros planes económicos, pero seguiremos
fortaleciendo nuestra defensa.
Seguiremos enamorados de nuestro trabajo, pero seguiremos siempre
decididos a darlo todo por el derecho a ese trabajo y por el derecho a llevar
la frente alta de pueblo digno.
El tamaño de un pueblo no importa, ¡el valor de un
pueblo es lo que importa (APLAUSOS), el
honor de un pueblo, la vergüenza de un pueblo!
Nosotros tenemos más valor, más honor y más vergüenza que todos los
imperialistas juntos y que todos los generales del Pentágono juntos
(APLAUSOS).
Así pensamos y
así entendemos que piensa el
pueblo. Y así actuaremos y correremos los riesgos que sean
necesarios correr. ¡Y que lo sepan
nuestros enemigos! Sin vacilación de
ninguna índole. Y esas cosas no las
toleraremos. Al valor —lo repito— no le
faltará la inteligencia. Tenemos que
actuar con inteligencia, tenemos que actuar con mucha inteligencia; pero a la
inteligencia no le faltará el valor, y habrá valor de sobra, cuando las circunstancias
lo exijan, para apoyar nuestra determinación y nuestra conducta.
Primero hay que advertir al mundo, primero hay que
demostrar al mundo la irresponsabilidad de los imperialistas, la actitud de los
imperialistas, para que la historia señale quiénes sean los responsables de lo
que pueda pasar, para que el mundo entero sepa de quién ha de ser la
responsabilidad de lo que pueda pasar.
¡Preparémosnos, compañeros,
preparemos nuestras unidades de combate y preparemos nuestras fuerzas de mar,
de aire, de tierra, preparemos nuestros cohetes tierra-aire! (APLAUSOS).
Y que sean los imperialistas quienes decidan. ¡Si quieren paz con
nuestro pueblo, habrá paz: Pero si
quieren guerra, ¡no tenemos miedo a la guerra!
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!”) ¡No nos inmutaremos ni vacilaremos ante los
riesgos que sean necesarios! Así
pensamos y así piensa el pueblo, así siente el pueblo.
Amamos la vida, pero no vacilamos en arriesgar la vida
y en sacrificar la vida, porque más que la vida amamos nuestra causa, amamos
nuestra Patria, amamos nuestras ideas. Y
además, no concebimos la vida de otra manera; vida indigna, vida miserable, no
es vida. ¡Vivir en cadenas y oprobios
sumidos no es vivir! Y eso es lo que
dice nuestro Himno, y eso es lo que no lograrán jamás de nosotros los imperialistas,
con todo su poderío; no lograrán jamás sumirnos en la humillación ni en el
oprobio.
y al pensar así, estamos rindiéndoles a nuestros caídos
el más digno homenaje, a los caídos de Girón, a los caídos en las luchas contra
los bandidos, a los caídos en la lucha contra la tiranía, a los caídos en la
lucha contra Machado, a los caídos en nuestras guerras de Independencia. Y así seremos dignos de ellos.
Y solo los pueblos que tienen valor, decisión y
conciencia para luchar por sus derechos, para luchar por su felicidad, tienen
derecho a disfrutar esa felicidad, a disfrutar ese porvenir. Y ese derecho nosotros nos lo hemos ganado y
lo hemos defendido, y lo defenderemos a cualquier precio.
Somos la primera Revolución Socialista en este
Continente, la primera ¡y lo decimos con mucho orgullo! (APLAUSOS.)
Somos la vanguardia de este continente, el primer país sin analfabetos
de este continente, el pequeño país que se pondrá a la cabeza de la técnica, de
la cultura y del progreso entre los pueblos de este continente. Nadie lo dude; el esfuerzo que se ha hecho en
estos cinco años, los progresos que se han logrado, nos garantizan a nosotros
el porvenir. Y los imperialistas lo saben: no puede haber
progreso en ningún pueblo con un 60, un 70, un 80% de analfabetos; el problema
de la abundancia no es solo un problema de tener instrumentos de trabajo, sino
de tener capacidad para manejar esos instrumentos de trabajo, de tener
técnica. Y en medio de las dificultades,
de las agresiones, de los bloqueos, hemos avanzado extraordinariamente en la
preparación técnica y cultural de nuestro pueblo, sin eso no hay progreso.
Nosotros en paz, nuestro pueblo en paz, en el curso de
poquísimos años es increíble lo que podría hacer. Y eso lo saben los imperialistas; de ahí su
odio contra la Revolución, de ahí su odio contra nuestro pueblo. Porque nuestro pueblo es un ejemplo y quieren
destruir ese ejemplo; pero en el afán de destruir ese ejemplo puede ser que
este ejemplo se multiplique por mil, puede ser que este ejemplo se multiplique
por un millón; porque ejemplo, ejemplo de verdad, ejemplo que enardece, es el
de un pueblo combatiendo por su libertad, ¡un pueblo combatiendo y muriendo por
su libertad, por su causa, por sus ideas!
Y queriendo destruir el ejemplo, no tendría nada de extraño que los
imperialistas multiplicaran por mil este ejemplo.
Somos y seremos un ejemplo. Y la fe puesta en nosotros por los pueblos
explotados de este continente, incluso de otros continentes, esa fe no la
defraudaremos jamás, porque no se basa en una mentira, ni se basa en una farsa,
sino que se basa en una realidad. ¡Esa
esperanza, esa confianza puesta en nuestro pueblo, ante ningún peligro, en
ninguna hora, en ninguna circunstancia será defraudada! (APLAUSOS.)
Es mi deber, un día como hoy, exponer estas ideas,
exponer estos sentimientos, exponer esta decisión. Y así, desde lo más profundo de nuestros
corazones podemos decir con orgullo, con legítimo orgullo, con lealtad
verdadera a nuestros muertos:
¡Vivan nuestros héroes! (EXCLAMACI0NES DE: “¡Vivan!”)
¡Vivan eternamente los que cayeron en Girón! (EXCLAMACIONES DE: “¡Vivan!”) ¡Seremos fieles a su ejemplo, fieles a su
memoria!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)