DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA
CONCENTRACION PARA CELEBRAR EL IV
ANIVERSARIO DE LA INTEGRACION DEL MOVIMIENTO JUVENIL CUBANO, EN LA CIUDAD
ESCOLAR “ABEL SANTAMARIA”, SANTA CLARA, EL 21 DE OCTUBRE DE 1964.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros invitados;
Compañeros
jóvenes comunistas;
Villaclareños:
Muchos son los actos que ocurren constantemente y que
tienen importancia. Muchos más actos de
los que por lo general asistimos, son motivo de invitaciones para que
participemos en ellos.
Sin embargo, en esta ocasión, invitado por los
compañeros dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas, me sentí en el deber
de participar. Por dos razones: por la importancia
que tiene para cualquier país, para cualquier revolución, y en particular para
nuestra Revolución, la juventud; y en segundo lugar, o en igual lugar, por
tratarse de un acto de pueblo en la provincia de Las Villas (APLAUSOS).
El tiempo transcurre rápidamente, mucho más
rápidamente de lo que nos parece a veces.
Y así, dentro de tres meses —según me recordaba un compañero— se
cumplirán cuatro años de aquel acto anterior que tuvo lugar en este mismo
sitio. Y en realidad a nosotros no nos
parece que haya transcurrido tanto tiempo, y fue precisamente en ocasión de
inaugurarse esta ciudad escolar “Abel Santamaría”.
Hoy el motivo de este acto es la conmemoración del IV
aniversario de la unión de todos los jóvenes revolucionarios en una sola
organización que entonces se conocía como la Unión de Jóvenes Rebeldes o la
Asociación de Jóvenes Rebeldes, hasta aquel día —si mal no recuerdo— en el acto
del estadio de La Habana, en que propusimos —puesto que se discutía cómo habría
de llamarse la organización de nuestros jóvenes— el nombre de Unión de Jóvenes
Comunistas.
Porque precisamente serán nuestros jóvenes los que
tendrán la oportunidad de llegar a vivir dentro de un tipo de sociedad
superior, dentro de un tipo de sociedad que es por la cual lucha la Revolución,
y hacia la cual se dirige como meta final nuestra Revolución que, como etapa de
tránsito de una forma social abolida, se denomina Revolución Socialista
(APLAUSOS).
Pienso que son muchos los que han leído sobre estas
cuestiones. Pienso que son muchos
también los que han pasado por las escuelas de instrucción revolucionaria, y
comprenden perfectamente estos conceptos.
Estamos en la etapa de la construcción del socialismo; la construcción
del socialismo es una etapa que se caracteriza por este principio: cada cual produce
según su capacidad y recibe según su capacidad.
Y en una sociedad hacia la que hemos de marchar, en el futuro, cada cual
producirá según su capacidad y cada cual recibirá según sus necesidades
(APLAUSOS).
Naturalmente que para llegar a esa etapa superior
hacen falta dos cosas:
base material y conciencia revolucionaria. ¿Por qué la base material? Porque para poder darle a cada cual según sus
necesidades es necesario que haya bienes abundantes capaces de satisfacer las
necesidades de todos (APLAUSOS).
Hay cosas que nuestro pueblo recibe según sus
necesidades; y no son pocas. Si
pensamos, por ejemplo, en la educación, es un hecho que nadie podría negar absolutamente
que cada ciudadano de nuestro país recibe ese servicio
según sus necesidades. Y si no se
pudiera decir exactamente según sus necesidades, se podría decir más cabalmente: según sus
deseos. Es también un hecho
incuestionablemente cierto que, por ejemplo, en nuestro país los servicios
médicos se brindan según las necesidades de cada ciudadano. Y aquí, si se ha de hablar un poco más
exactamente de la palabra necesidad, porque si bien es cierto que no todo el
que necesita estudiar estudia, es bastante cierto que todo el que necesita ser
atendido en un hospital va al hospital para que lo atiendan (APLAUSOS).
Es decir, que la necesidad de la salud cada individuo
la siente aun más fuertemente, porque la siente físicamente, que la necesidad
de estudiar; aunque hay que decir como algo admirable que hay numerosos centros
de trabajo donde hoy día la necesidad de estudiar la siente el ciento por
ciento de los trabajadores (APLAUSOS).
Cualquiera que piensa que su salud está protegida por
un servicio médico, cualquiera que sepa que tanto él como un familiar allegado,
o cualquier ciudadano —porque hay que pensar en términos más amplios que en los
términos de familiares allegados, hasta llegar el día en que sintamos hacia
cualquier compatriota, hacia cualquier ciudadano, el mismo cariño que seamos
capaces de sentir por un familiar allegado—, es indiscutible que se siente una
gran necesidad cuando saben que frente a cualquier adversidad, frente a
cualquier accidente, frente a cualquier enfermedad, enfermedades que pueden ser
decisivas para la vida de una persona, si recibe o no recibe una asistencia
médica, saber que no importa lo que cueste el servicio, que no importa lo que
cueste una operación, que no importa lo que cueste el tratamiento médico, las
puertas de cualquier hospital —sin recomendación, sin influencia de nadie— las
tiene abiertas, y sabe que ese servicio lo tiene cualquier ciudadano
(APLAUSOS). Eso es comunismo.
Cuando cualquier familia campesina, o cualquier
trabajador de nuestra industria, de un central azucarero por ejemplo, sabe que
su hijo o su hija si tiene vocación o tiene capacidad, no importa lo que
cueste, lo mismo recibe el ingreso en una escuela tecnológica, o recibe el
ingreso en un instituto tecnológico, o preuniversitario, o en la universidad, o
una beca para ir a estudiar al extranjero —privilegio que antes solo tenían los
hijos de los millonarios— (APLAUSOS); cuando cualquier familia, cualquier
persona aprecia y comprende eso, y siente una gran satisfacción al comprender
eso, al saber que ninguna inteligencia se perderá, que ninguna vocación dejará
de hallar su oportunidad, no importa lo que cueste, eso es comunismo
(APLAUSOS).
Cuando pensamos que cualquier trabajador, no como
antes, sino todos los trabajadores en general, al llegar a una edad en que
prácticamente ya sus condiciones vitales le exijan el descanso, cualquier
trabajador tiene asegurado su retiro; es decir, cuando ese trabajador siente la
necesidad, eso no podemos decir todavía que sea comunismo. Podremos decir que sea comunismo cuando
independientemente de lo que haya ganado durante su vida, cuando
independientemente de su calificación técnica reciba realmente lo que necesita,
ese día podría llamarse que el seguro social es un seguro social comunista
(APLAUSOS).
Todavía no es así, todavía desgraciadamente muchos
ancianos, sobre todo los obreros agrícolas, los trabajadores de la caña, tienen
pensiones mínimas. Recordamos que cuando
la Revolución triunfó había muchos de esos obreros agrícolas ganando 10 pesos,
12 pesos, 15 pesos. La Revolución elevó
su ingreso a 40 pesos y estableció la pensión mínima de 40 pesos; pero sabemos
que 40 pesos todavía no es suficiente.
Cuando a cada anciano se le pueda dar todo lo que necesite para que viva
tranquilo, feliz y satisfechas todas sus necesidades, entonces estaremos en el
comunismo (APLAUSOS).
La diferencia entre una sociedad y otra; es que en
esta etapa los bienes materiales que producimos no alcanzan para satisfacer
todas las necesidades que tenemos y sentimos.
Porque ¿cuántos son los que necesitan viviendas? ¿Cuántos cientos y cientos de familias
necesitan una vivienda decorosa? Luego
cientos y cientos de familias no tienen la vivienda que necesitan. Y así por el estilo, cuántas y cuántas
necesidades. No tenemos todos los campos
deportivos que necesitamos, no tenemos en el orden de los bienes materiales
todas las cosas que necesitamos, y no podremos tener todas las cosas que
necesitamos en el orden material y en el orden cultural hasta que no hayamos
desarrollado nuestra capacidad de producir todas las cosas que necesitamos.
Creer en la posibilidad de que un día la sociedad
humana sea capaz de poseer todos los bienes que necesita, es creer en el
trabajo del hombre, es creer en la inteligencia del hombre. ¡Ser comunista es creer en el trabajo del
hombre y en la inteligencia del hombre!
(APLAUSOS)
Y creemos firmemente, muy firmemente, que la
inteligencia del hombre y el trabajo del hombre son capaces de producir todos
los bienes que una sociedad necesite.
Si, por ejemplo, analizamos o recordamos en el pasado,
todos sabemos que la caña se cortaba a machete, toda la caña se cortaba con el
machete. Un machetero podía cortar 250,
300 arrobas de caña; es decir, un machetero podía cortar caña suficiente para
producir de 30 a 40 arrobas de azúcar; 30 ó 40 arrobas de azúcar, es decir, de
8 a 10 quintales de azúcar, según los precios, cuando los precios estaban a
tres centavos, pues serían de 24 a 30 pesos de azúcar. Si los precios estaban a cuatro centavos,
pues de 30 a 40 pesos de azúcar. Esa era
toda la caña que un hombre podía cortar en un día. Pero no era solo aquel trabajo, había que
añadirle sembrar la caña, cultivar la caña, transportar la caña, convertir la
caña en azúcar en los centrales, almacenar el azúcar, transportar el azúcar
hasta los puertos de embarque, de donde si además se añade lo que había que
gastar en combustible, en equipo, en fábricas, en inversiones, en materiales de
distintas clases, veríamos que para producir 30 pesos de azúcar tenían que
trabajar muchas horas muchos obreros durante todo el año. Y cuando el trabajo de tantos hombres valía
solo 30 pesos, poca cosa podía quedar para repartir, pocos bienes podían quedar
para satisfacer necesidades.
Y desde el principio de la república la caña se
cortaba a machete; desde el principio de la república, la capacidad de cortar
caña de un hombre se limitaba a la caña suficiente para producir unos cuantos
quintales de azúcar.
Con una máquina, un trabajador con una combinada
autopropulsada, puede llegar a cortar no 250, no 300, puede cortar veinte veces
más, veinticinco veces más azúcar; es decir, que ya podrá cortar caña
suficiente en el mismo número de horas de trabajo y con un trabajo menos
incómodo podrá cortar caña suficiente para producir, pues, 500, 600, 700 quintales
de azúcar; y 700 quintales de azúcar valen veinte veces, o más, que 10
quintales de azúcar.
Eso es el resultado de la inteligencia del hombre, ese
es el resultado de la técnica, ese es el resultado de la capacidad del hombre
de desarrollar máquinas que sean capaces de multiplicar por 20, por 30 su
productividad.
Y lo mismo que pasa con este ejemplo, ocurre también
en otros muchos renglones de la producción.
Un hombre trabajando con una yunta de bueyes, puede producir diez veces,
veinte veces, treinta veces menos que un hombre trabajando con un tractor. Un hombre trabajando con una máquina
automática, un hombre trabajando con un equipo electrónico, puede llegar a
producir infinitas veces, prácticamente, más de lo que podría producir un
hombre sin la ayuda de la ciencia y de la técnica.
Nosotros, por ejemplo, recordábamos cuando visitamos
la Unión Soviética, grandes obras hidroeléctricas que eran manejadas por
10 hombres, por 12 hombres. Hay fábricas
actualmente, absolutamente mecanizadas en que el trabajo del hombre es
incomparablemente superior a lo que era con una fábrica moderna pero sin
automatizar. Ahora el trabajo del hombre
con una fábrica es infinitamente superior al trabajo del hombre con métodos
artesanales.
Luego, la inteligencia y el trabajo, puede llegar a
multiplicar tantas veces la capacidad de producción de un hombre, que puede
llegar a aspirarse hoy a que un país sea capaz de producir todo lo que
necesita, sea capaz de producir, de satisfacer todas las necesidades del
hombre.
Pero a nuestro país le faltaba la capacidad técnica, y
a nuestro país le faltaban los instrumentos de trabajo. Esos países altamente industrializados que
fueron acumulando riquezas como consecuencia de la explotación de las colonias,
como consecuencia de la explotación del trabajo, esos países han adquirido una
gran capacidad de desarrollo técnico y esos países han acumulado instrumentos
de trabajo, han podido construir muchas fábricas, esos países tienen una
capacidad de producción incomparablemente superior a la inmensa mayoría de los
países del mundo que eran colonias, que eran pueblos subdesarrollados y
explotados por el colonialismo y por el imperialismo.
Los imperialistas no tenían por qué preocuparse en
darles capacidad técnica a nuestros trabajadores, los imperialistas y los
capitalistas no tenían por qué preocuparse en hacer escuelas, ellos tenían una
enorme masa de desempleados, ellos no tenían problemas cuando llegaban las
zafras, porque cuando llegaban las zafras había cientos de miles de hombres del
campo desesperados por el día en que se iniciara la molienda para poder ganar
un miserable jornal, para poder trabajar tan siquiera tres o cuatro meses al
año; sobraba la fuerza de trabajo, sobraba esa fuerza de trabajo meramente
animal.
Porque para ellos, ¿qué era un trabajador? Para ellos, ¿en qué se diferenciaba un
trabajador de una yunta de bueyes? Eran
trabajos igualmente físicos, eran seres igualmente explotados: unos tirando de una carreta, otros con
un salario miserable, con un salario que posiblemente le alcanzaba menos para
alimentarse en el mismo nivel de lo que se alimentaban, quizás, aquellos
animales de tiro.
Ese era el hombre.
Así transcurrió la historia de nuestro país durante 60 años. Y al cabo de 59 años, para ser más exactos,
comenzó la Revolución; al cabo de 59 años comenzó la oportunidad —entre otras
cosas—, de comprender, la oportunidad de empezar a comprender, la oportunidad
de comprender dónde estaban las raíces verdaderas de nuestros males.
Porque antes, ¿qué nos enseñaban? Antes, ¿de qué hablaban los políticos en las
tribunas? Antes, ¿qué nos decían los
partidos políticos? ¿Qué nos decían
aquellas campañas electorales en que se llenaban las carreteras de pasquines,
se llenaban las calles de anuncios, se llenaban los periódicos de retratos? Una actividad inusitada surgía; comilatas por
dondequiera; sargentería política por dondequiera. ¿Qué nos decían? ¿Qué nos enseñaban aquellos señores?
Venían comprando votos, venían vendiendo favores. Para decirle al pueblo: ¡No!
Los problemas no se resuelven porque aquel es un ladrón; y los problemas
no se resuelven porque aquel está allí y no estoy yo; porque aquel es senador y
yo no soy senador; porque aquel es representante y yo no soy representante;
porque aquel es alcalde y yo no soy alcalde; porque aquel es concejal y yo no
soy concejal. Y si era representante,
sacaban inmediatamente la vez que votaron un creditico chiquitico para que
hicieran un callejón entre el pueblo tal y el pueblo más cual. O el alcalde que hizo un parque; o el que no
hizo nada y se robó todo el dinero, pero tenía muchos amigos, tenía una
sargentería política.
Así transcurrieron 60 años de nuestra república. ¿Qué nos enseñaron aquellos políticos para
aprender a comprender las verdaderas raíces de nuestros males como lo
comprendemos hoy? Hoy comprendemos las
raíces de nuestros males, las causas de nuestra pobreza, la explotación
imperialista, la explotación capitalista, el subdesarrollo, la ignorancia, la
politiquería, el robo, el vicio, la corrupción.
¡¿Qué camino le quedaba al hombre de pueblo en
aquellas circunstancias?! ¿Qué camino
como no fuera un aventurero? ¿Qué camino
como no fuera el camino de un pillo, el camino de un trepador? ¿Qué camino si no tenía relaciones sociales,
si no tenía riqueza? ¿Qué porvenir para
su familia, qué porvenir para sus hijos?
¿Qué esperanzas de poder mejorar algún día y qué posibilidades tenía
nuestro pueblo en aquellas condiciones de mejorar?
Vino la Revolución a cambiar todo aquello, pero
cambiar todo aquello no era fácil, cambiar todo aquello no era tan
sencillo. Ellos poseían todas las
riquezas, ellos poseían todos los conocimientos, ellos poseían la mayor parte
de la cultura, ellos estaban acostumbrados a organizar, a ordenar, a mandar. No era sencillo, tenían amigos muy poderosos,
ellos eran los aliados del imperialismo yanki, ellos eran los socios de los
imperialistas, ellos eran los instrumentos del imperialismo, y cambiar aquello
no podía ser fácil. La Revolución
significó la oportunidad de comenzar a comprender y de comenzar a cambiar.
Y al principio no era posible que esto se comprendiera
bien, al principio era mucha la inexperiencia, al principio era mucha la
ignorancia. Sin embargo, aun en aquellos
primeros tiempos, aun en aquellos primeros tiempos en que faltaba la
experiencia que hoy tiene el pueblo, los conocimientos que hoy ha adquirido el
pueblo, en aquellos momentos hubo algo que no faltó y fue el entusiasmo
revolucionario, la fe en la Revolución, aquello no faltó nunca. Y la fe en la Revolución, el entusiasmo por
la Revolución, el instinto de las masas las guiaba, el instinto de las masas le
enseñaba que todo cambio que se hacía contra los poderosos y contra los ricos
tenía que ser en favor de los pobres, en favor de los humildes; que toda ley
que se hacía contra los explotadores tenía que ser ley en favor de los
explotados (APLAUSOS).
Pero, naturalmente que el porvenir no se conquista en
un día. Creo que fue Carlos Marx quien
decía que el cielo no se podía conquistar por asalto, la abundancia no se podía
conquistar por asalto. El cielo no
podíamos conquistarlo por asalto, la Revolución significaba la oportunidad de
empezar, la Revolución significaba la oportunidad de empezar a hacer lo que en
60 años no se había hecho.
Es posible —y no hay dudas— que arrastrados por el
subjetivismo, arrastrados por las ilusiones, hubiera personas que creían que el
cielo se conquistaba en un día; hubo personas, sobre todo hubo muchos
revolucionarios, muchos administradores revolucionarios, que creían que la
Revolución una vez triunfante significaba la posibilidad de resolver todos los
problemas. Y en muchos lugares,
indiscutiblemente, ocurrió que se produjo una disminución de la productividad
del trabajo, grandes aumentos de salario, es decir, grandes aumentos de ingreso
y, por otra parte, disminución del esfuerzo que se hacía.
Era lógico que cuando desaparecieron una serie de
presiones, cuando desapareció el fantasma del desempleo, cuando mucha gente encontraron trabajo fácil pues disminuyera en muchos casos
el esfuerzo, disminuyera en muchos casos la productividad. Y yo les pregunto a ustedes: ¿Ese era el camino de la solución de
nuestras necesidades, ese era el camino de crear la abundancia? ¡No, ese no era el camino!
Pero, en realidad, ¿podía haber ocurrido de otra manera? No podía haber ocurrido de otra manera. Para que hubiese ocurrido de otra manera era
necesario muchos hombres de mucha experiencia, era necesario desde los primeros
instantes en todo el pueblo un nivel de cultura mucho más alto, un nivel de
educación política y de educación económica mucho más elevado.
Pero no es solo un problema de educación política, no
es solo un problema de educación económica, es también un problema de educación
moral. Todos los hombres no se comportan
siempre igual. En un grupo de diez
hombres, en cualquier grupo de diez hombres, siempre se encontrarán un hombre
que es el primero y siempre se encontrarán un hombre que es el último; en todo
grupo de diez hombres siempre se encontrarán uno que es el más generoso de
todos, uno que es el mejor compañero de todos, uno que es el más sacrificado de
todos, y siempre se encontrarán otro que es el menos generoso de todos, que es
el menos sacrificado de todos, que es el más egoísta de todos. Y eso es lógico, la naturaleza humana no
produce a todos los hombres exactamente iguales. Hay solo una cosa que puede hacer a todos los
hombres más o menos iguales, hay solo un medio de hacer que todos los hombres
se semejen, y ese medio es la educación.
La educación es el único medio capaz de ir creando en
el hombre, desde que empieza a tener uso de razón, una conducta social, una
conducta moral; la educación es lo único capaz de hacer que los hombres sean
mejores, es lo único capaz de hacer que los hombres puedan variar una
inclinación del mal hacia el bien.
En la sociedad capitalista aquella sociedad presionaba
a los hombres a ser egoístas, aquella sociedad presionaba a los hombres a
salvarse cada cual como pudiera, aquella sociedad llevaba a los hombres,
enseñaba a los hombres a vivir, si fuera el caso, matando a los demás o
aplastando a los demás; aquello enseñaba el capitalismo.
El socialismo enseña a los hombres y educa a los
hombres de una manera distinta, el socialismo enseña la fuerza de la sociedad,
la importancia y la fuerza de la sociedad humana; el socialismo despierta el
sentimiento de amor y de solidaridad hacia los semejantes, el socialismo
combate todos los sentimientos egoístas.
Pero cuando se comienza a hacer una revolución socialista, los hombres
que empiezan a hacer esa sociedad socialista, no son hombres educados en el
socialismo, no son hombres educados por el socialismo, son hombres educados en
el capitalismo, son hombres educados por el capitalismo. Y subsisten infinidad de inclinaciones, de
inclinaciones negativas, subsisten infinidad de conductas individualistas,
subsisten infinidad de egoístas. Luego
hay que partir de esas realidades.
Y es por eso que por dos razones se establece ese
principio de que cada cual dé según su capacidad, y reciba según su
capacidad. Porque si unos dan todo lo
que pueden y reciben igual que aquellos que dan lo menos que pueden, entonces,
no estaremos contribuyendo al avance del país.
Y por eso hay que marchar en dos direcciones: hay que marchar hacia la dirección de
la base material, y hay que avanzar al mismo tiempo hacia la formación de
conciencia.
Y en esta etapa hay que estimular al hombre a que
trabaje, hay que estimular al ciudadano a que estudie, hay que estimularlo a
que se supere. Y es lógico que reciban
más los que estudian, los que se superan, los que trabajan más. Y no podría ser de otra manera, porque de
otra manera no podríamos crear las condiciones para que llegara el día en que
fuésemos capaces de producir todo lo que necesitamos.
Hablo de estos problemas, precisamente, por ser hoy un
día de aniversario para nuestros jóvenes comunistas, por ser un día dedicado a
nuestros jóvenes. Y quiénes si no
nuestros jóvenes están llamados a comprender estas cosas; quiénes si no
nuestros jóvenes están llamados a vivir en una sociedad distinta, a vivir en
una sociedad mejor.
Esto no quiere decir que aun hoy nuestros jóvenes,
educados en el socialismo, van a salir unos perfectos socialistas; esto no
quiere decir que nuestros jóvenes van a salir unos perfectos revolucionarios y
van a salir unos perfectos ciudadanos.
No. Si creyéramos eso seríamos
unos ilusos. Porque todavía hay muchos
factores que influyen en nuestros jóvenes, todavía hay muchos factores que
influyen en una parte de nuestros jóvenes.
Tenemos, por ejemplo, todavía que subsisten clases sociales con niveles
de ingresos mucho más altos, todavía subsisten clases sociales que tienen mucho
más de lo que necesitan, tienen dinero, todavía subsisten clases sociales que
pudiéramos llamar parasitarias, todavía subsisten explotadores; y hay por
cierto muchos jóvenes que todavía se educan en el ambiente este de su familia,
que se educan todavía en la mentalidad de su clase; todavía tenemos factores
culturales que influyen en nuestros jóvenes.
Todavía subsisten en esta sociedad y en esta etapa de tránsito muchas
cosas que desvían la atención, que desvían la mente de los jóvenes.
Esos factores son múltiples, esos factores necesitan
un análisis profundo. Todavía existen
—repito— factores que hacen de algunos jóvenes vagos, hacen de algunos jóvenes
pepillos, hacen de algunos jóvenes jovenzuelos ridículos; y esos factores son
múltiples: desde
influencia de la clase social a la que pertenece su familia, hasta vicios que
subsisten todavía y no han podido ser eliminados, e incluso deficiencias
todavía en nuestros medios de educación.
Todavía nuestras escuelas secundarias no son perfectas, todavía nuestras
organizaciones de enseñanza no son perfectas, todavía no tenemos todos los
cuadros en la educación que necesitamos, todavía —aunque se avanza año por año—
no tenemos la calidad de los cuadros de la educación que necesitamos.
La influencia del maestro, por ejemplo, es
extraordinaria en el niño, el maestro le puede hacer mucho bien al niño. Por eso nosotros hemos estimulado la
formación de maestros, por eso les hemos prestado tanta atención a las escuelas
para maestros, por eso les hemos prestado tanta atención a los cursos de
superación para maestros. Y hemos
avanzado mucho, hemos ganado mucho terreno.
Ya el próximo año comenzarán a salir los primeros alumnos graduados que
comenzaron en la escuela de Topes de Collantes; maestros que han recibido una
educación muy sistemática, que han vivido en internados durante cuatro
años; maestros que ya van saliendo
formados enteramente por la Revolución.
Al mismo tiempo, se trabaja con los maestros anteriores, y hay que decir
que nuestro magisterio ha progresado mucho.
Un ejemplo de ello fue el último curso de educación física, gracias a lo
cual Cuba se convierte prácticamente en el primer país que puede enseñar la
educación física desde el primer grado.
Son pasos de avance. Inculcarle
el hábito de la educación física, enseñarle el deporte, ayuda físicamente al
niño y ayuda mentalmente al niño, lo prepara en la vida, los hace más
invulnerables a esas corrientes que todavía arrastran a los jóvenes; es decir,
arrastran a algunos jóvenes.
Llegará el día en que tengamos un número mucho mayor
de pedagogos y de maestros y llegará el día en que el nivel de nuestros
pedagogos y maestros —como consecuencia del esfuerzo y como consecuencia del
estudio— sea muy superior a lo que es hoy.
Cada vez más nuestra sociedad contará con aquellos
factores y con aquellos elementos que contribuirán a hacer cada vez mejor a
cada ciudadano que nazca y a cada ciudadano que crezca en este país.
Pero indiscutiblemente que los factores que hoy
promueven el espíritu de fortaleza, de disciplina, y de conciencia en nuestros
jóvenes son muchos. La misma Revolución
con la extraordinaria participación de nuestros jóvenes; la misma Revolución
con el papel que en ella juega nuestra juventud; la misma Revolución que
convirtió en maestros a 100 000
estudiantes; la misma Revolución que les dio a los jóvenes responsabilidades
importantes; la misma Revolución que puso a los jóvenes en la primera fila en
la defensa de la patria; la misma
Revolución que a aquellos jóvenes, algunos de los cuales nunca habían tenido el
juguete que añoraron, muchos de los cuales siempre habían sido subestimados y
menospreciados como jóvenes humildes, vieron en la Revolución la oportunidad de
jugar un rol, vieron en la Revolución la oportunidad de educarse.
Y así, por ejemplo, tenemos nuestras Fuerzas Armadas
Revolucionarias (APLAUSOS). ¡Cómo ha
influido en nuestra juventud la disciplina militar! Y ahí tienen ustedes un buen ejemplo de lo
que es la educación, un buen ejemplo de lo que es la disciplina. Porque nosotros sabemos de muchos casos de
jóvenes que eran un dolor de cabeza para los padres, eran incorregibles, eran
traviesos, se iban de las clases; jóvenes que constituían un dolor de cabeza, y
entonces vino el Servicio Militar, y en algunos casos muchos de estos jóvenes
quisieron ir al Servicio, en otros los padres estuvieron muy satisfechos de que
fueran al Servicio. Y usted los oye
hablar, dicen: “Están
cambiados, si los ven no los conocen; una seriedad, una formalidad, una
disciplina.” Pues bien, lo que no
pudieron enseñarles en la casa, lo que no pudieron enseñarles en la escuela, lo
que no pudieron enseñarles en el instituto, lo aprendieron en el ejército, lo
aprendieron en una unidad militar. Allí
adquirieron disciplina, seriedad, responsabilidad; pues en el ejército tenemos
una institución educacional, una institución formadora de nuestros jóvenes, una
institución que contribuye a crear una juventud distinta.
Y con seguridad que ese soldado, con seguridad que ese
joven, habituado a los rigores de una disciplina militar, a las
responsabilidades de la disciplina militar, no se convierte en un pepillito, no
se convierte en un Elvis Presley —¿cómo se llama?—, un “Elvispreslito”. Ese joven comienza porque se pela corto;
cuando entra en la unidad militar adquiere otra figura, adquiere otro porte,
adquiere otra estampa, adquiere otro carácter, adquiere hábitos, adquiere hábitos
que son muy distintos de esos hábitos que se pueden ver en algunas esquinitas,
que se pueden ver en algunos parquecitos; tonterías, cosas peregrinas,
fantasías, desaparecen de la mente de ese joven, y se prepara esa mente y se
fortalece contra la influencia de todas esas cosas extravagantes y
estrambóticas.
Tenemos nuestros institutos y escuelas tecnológicas,
nuestros programas de becados, donde unos 100 000 jóvenes aprenden y adquieren
también disciplina, adquieren hábitos distintos. Y sobre todo tenemos a nuestra organización
juvenil, tenemos a nuestra Unión de Jóvenes Comunistas, trabajando activamente
entre los becados, entre los combatientes revolucionarios, entre los
trabajadores de las fábricas, entre los estudiantes todos, entre los jóvenes
campesinos; organizando el entusiasmo de los jóvenes; educando
revolucionariamente a los jóvenes; llevando a los jóvenes hacia el trabajo;
llevando a los jóvenes hacia el deber; educándolos políticamente y
preparándolos. Son fuerzas educadoras,
son fuerzas formadoras de nuestra juventud.
Y explico esto porque quiero decir que, aunque tenemos
una formidable juventud, aunque tenemos una juventud que es promesa de la
patria, sin embargo todavía nos falta por hacer; mucho todavía tenemos que
trabajar; muchas corrientes tenemos que vencer.
¿Para qué? Para que ni un solo
joven se pierda, para que ni un solo joven se extravíe. Y es lógico que en nuestro país, si el
porvenir pertenece a alguien, por encima de todo es a nuestros jóvenes. Si de algunos hay que esperar más que de
todos, es de nuestros jóvenes; esos jóvenes que se educan en nuestras
organizaciones juveniles, esos jóvenes que se educan en el trabajo, esos
jóvenes que se educan en el estudio, esos jóvenes que se educan en la
disciplina militar. Esa juventud
indiscutiblemente que se desarrolla con una calidad extraordinaria, su fuerza
crece. Esa juventud penetra ya por todas
partes, esa juventud comienza a penetrar en nuestras fábricas, a través de los
4 000 graduados de escuelas tecnológicas que el próximo año comenzarán a
trabajar en la industria, a través de los cientos de maestros que ya comenzarán
a enseñar, a través de los miles y miles de jóvenes con una formación nueva que
ya se incorporan a la vida del país.
Pero hay que decir que no debemos olvidar que la tarea
no es fácil; hay que decir que no debemos olvidar también otros factores de
otro tipo que pueden influir en el joven, y ahora lo voy a explicar.
Hablé de la influencia muchas veces de la clase, del
ambiente, de la influencia derivada de la imperfección de nuestras
organizaciones. Pero hay algo respecto a
los jóvenes que de vez en cuando me preocupa, algo que de vez en cuando me
preocupa, y lo voy a decir, y es lo siguiente.
Que, a pesar de la influencia de la educación, la Revolución ha brindado
tantas y tantas oportunidades a los jóvenes, que en algunos casos puede decirse
que la vida para ellos ha sido demasiado fácil, que en algunas ocasiones la
vida ha sido demasiado fácil. No voy a
hablar del joven que se va a estudiar al extranjero y se está dos y tres años
separado de la familia estudiando; pasan
por una prueba dura. No voy a hablar de
los jóvenes que se incorporaron en nuestros magníficos batallones de Lucha
contra Bandidos (APLAUSOS) para los cuales la vida fue una vida de
movilización, de acción, de lucha, y no se puede decir en ningún sentido
fácil. No voy a decir para los jóvenes
que se van a recoger café todos los años, no voy a decir para los jóvenes que
se incorporan con entusiasmo al trabajo, no voy a decir para los jóvenes que se
dedican con ahínco al estudio, ¡no! Pero
hay muchas veces muchos casos en que por las necesidades de la Revolución la
vida se volvió fácil para un joven.
¿Encontrar un empleo? ¡Lo más
sencillo del mundo!
Y para que ustedes vean las contradicciones que hay en
cada cosa: en
el capitalismo, el modo social capitalista y la filosofía capitalista, volvía a
los individuos egoístas, volvía a los individuos a unos enemigos de los
otros. Sin embargo, la filosofía del
socialismo no es esa.
Pero, en cambio, en la sociedad capitalista, cuya filosofía
era aquella, la vida era muy dura para el hombre. Muchas veces un hombre —y esto lo recordarán todos los que
trabajaron en los centrales azucareros, esto lo recordarán todos los que
adquirieron un trabajo en una fábrica, esto lo recordarán todos los que
adquirieron un trabajo en una empresa de transporte, y en infinidad de cosas,
recordarán cuánto trabajo le costó adquirir ese trabajo— para entrar en un
central azucarero ¡cuántos años esperando!, para entrar en una empresa de
transporte a manejar un ómnibus ¡cuántos años esperando!, para entrar como
tripulantes de un barco ¡cuántos años esperando!, para entrar a trabajar en una
industria ¡cuántos años esperando!; para entrar a trabajar en una oficina, en
un cargo diplomático, en un cargo administrativo, para llegar a ser
administrador de un timbiriche, para llegar a ser administrador de una
finquita, para llegar a ser administrador de una finca grande, ¡ya se
imaginarán!
Sin embargo, esa gente que luchó mucho por su trabajo
en aquellas condiciones difíciles, aprecian ese trabajo, comprenden la
importancia de ese trabajo.
¿Pero qué ocurre con la Revolución? Que en muchos casos trabajos importantes,
trabajos de todos tipos, de la noche a la mañana, de una manera fácil se
vuelven asequibles para la gente joven, sin ningún sacrificio, sin ningún
esfuerzo, sin ninguna espera. Así, para
manejar un camión nos encontrábamos a veces que antes tenía que estar cinco
años de machacante de un camión, y después por fin le daban un chance unos
días, después unos meses, hasta que por fin manejaba el camión. Y a veces ocurre que se organiza una escuela
de choferes: ¡Todo
gratis, todo pagado: la comida, la ropa,
se le enseña a manejar! ¡A los tres o
cuatro meses: choferes! Fue una vida demasiado fácil, un triunfo
demasiado asequible. Eso ocurre en el
socialismo:
oportunidad para todo.
Sin embargo, siendo nuestra filosofía una filosofía
distinta, cuando el camino se le hace demasiado fácil al hombre, no es bueno;
cuando la vida se le hace demasiado fácil, cuando las cosas se alcanzan
demasiado fácil, no es bueno. Y eso pudiera considerarse como una de las
contradicciones que nos ocurren respecto a los jóvenes, no a todos los jóvenes,
a una parte de los jóvenes, en el proceso revolucionario.
Y muchos, muchos jóvenes, de una manera sencilla, de
una manera fácil, han adquirido cargos de responsabilidad, trabajos de
responsabilidad:
administrar esto, lo otro, aquello, lo de más allá, sin
experiencia, sin espera, sin sacrificio.
Y no quiere decir esto que de todas formas influya necesariamente en
cada joven; pero hay que decir que en muchos casos el triunfo fácil, el éxito
fácil y sencillo, influye en algunos jóvenes; no le dan importancia a lo que
tienen, no le dan importancia a su trabajo, no comprenden la seriedad y la
responsabilidad del trabajo que tienen.
Y yo diría que a veces hemos observado eso, que a
veces hemos observado ese factor, y ese factor influye paradójicamente en
algunos de nuestros jóvenes en las condiciones de la Revolución. A veces he preguntado: “De los alumnos que salieron de
aquella escuela tecnológica, ¿qué tal son como trabajadores?”, y me han
dicho: “Algunos son muy buenos, algunos
son tan buenos como algunos viejos trabajadores.” ¡Siempre se habla del viejo trabajador! Se habla del viejo trabajador que con mucho
sacrificio y mucha espera obtuvo el trabajo.
Y hay jóvenes que de repente, de manera fácil,
encontraron también aquel trabajo.
Algunos reaccionan, tienen mucha calidad; pero otros tienen una calidad
inferior a la de los viejos trabajadores.
¿Y es lógico que un joven educado en la Revolución y formado en la
Revolución, que lo recibió todo de una manera fácil, no sea tan bueno como el
mejor trabajador? ¡No, no es
lógico! Y ese es el resultado de haber
obtenido el éxito de una manera fácil.
Por eso, si con algunos hay que ser rigurosos en el
trabajo, si con algunos debe ser rigurosa nuestra juventud, ha de ser con esos
jóvenes; si con respecto a alguien hay que ser constante en el trabajo, estar
en contacto con ellos e influir sobre ellos, y luchar con ellos, y ser firmes
con ellos, es con esos jóvenes que ya salen de las escuelas tecnológicas para
las industrias. Y debe ser una cuestión
muy importante para nuestra juventud, entre otras cosas para que no dejen de
estudiar cuando ya ganan un sueldo, para que no se duerman sobre los laureles,
para que sean de los primeros en los centros de trabajo. Y tenemos derecho a exigirle a ese joven;
porque si le hemos facilitado el camino, y a veces es demasiado fácil, si todo
lo ha recibido del pueblo, si todo lo ha recibido de los trabajadores, si todo
lo ha recibido del país, el pueblo y los trabajadores tienen derecho a
exigirles que todos sean como los mejores trabajadores y que todos respondan de
una manera agradecida y de una manera justa a los sacrificios que el pueblo ha
hecho por ellos.
Sí, ya empiezan a nutrirse nuestras fábricas con esa
juventud. Pero esa juventud hay que
seguirla de cerca, a esa juventud hay que seguirla formando, a esa juventud hay
que seguirla educando. Nadie tiene
derecho a cerrar el librito cuando agarra el trabajo, y no volver a abrir el
libro nunca más, porque entonces no tendrá más capacitación, no será capaz de
dar más, no será capaz de marchar a compás del progreso. Y no se concibe que, cuando hoy es tan enorme
el porcentaje de trabajadores que están estudiando, haya un joven recién
graduado de una escuela tecnológica que, como consiguió ya su trabajo, tiene un
sueldo más o menos remunerado, se considere un sabio, cierre el libro, y no
estudie ni se supere más. Y eso es muy
importante.
Desde luego, nosotros estamos seguros de cuál ha de
ser la conducta de la mayor parte de los jóvenes; nosotros estamos seguros de
cuál será su reacción. Pero como creemos
que ningún éxito fácil es bueno, es por eso que nosotros siempre insistimos en
que toda escuela sea una prueba, que toda escuela sea una forja de ciudadanos.
Por ejemplo, recuerdo que en los primeros tiempos de
la Revolución muchos jóvenes querían ingresar en el Ejército Rebelde, y
nosotros recordábamos los tiempos de la guerra, nosotros recordábamos que eran
muchos los que atraídos por la leyenda y la historia de la lucha en la montaña querían ser copartícipes de aquello, querían incorporarse a
las filas del Ejército Rebelde. Pero
allá la cosa no era fácil; allá había una escuela de reclutas para los que se
incorporaban. En aquella escuela los
aviones enemigos eran visita frecuente; en aquella escuela muchas veces faltaba
sal, azúcar, porque si había un poco de sal o de azúcar iba para los hombres
que estaban en las trincheras. Mas, sin
embargo, la vida de aquella escuela no era una vida tan dura como la vida de
los guerrilleros durante los primeros tiempos de la lucha, durante el primer
año de lucha; con todos los inconvenientes, no era una vida tan difícil. Y recuerdo que de cada 100 que subían 80
bajaban, 80 bajaban.
Y aquello para nosotros era una gran lección, porque
muchos querían participar de aquella gloria, muchos querían participar de
aquella historia, pero no todos eran capaces de merecer aquella oportunidad, no
todos eran capaces de soportar aquellos sacrificios.
Y por eso, cuando al triunfo de la Revolución muchos
jóvenes quisieron ingresar en el Ejército Rebelde, organizamos otra escuela en
las montañas; claro que ya no faltaba la sal, no faltaba el azúcar, no había
aviones bombardeando, había comunicación con la familia, mucha facilidad; pero
tampoco faltaban las caminatas, y entonces a falta de una cosa, otra. Se organizaron programas de ascenso al Turquino,
y hasta veinte viajes al Turquino. Pues
bien: muchos de
los que querían pertenecer al ejército tenían que subir las veinte veces el
Turquino; y muchos querían darse de baja, renunciaban a aquella aspiración;
pero muchos también cumplieron los requisitos y subieron veinte veces el Turquino,
y son hoy muchos de nuestros mejores soldados tanquistas, muchos de nuestros
mejores soldados artilleros (APLAUSOS); es decir, pasaron la prueba.
De la misma manera, antes se estudiaba para maestro en
la ciudad, y la Revolución estableció que para estudiar para maestros había una
beca en las Minas del Frío, allí donde había estado la escuela de reclutas,
allí donde había estado la escuela de reclutas en la guerra, la escuela de
soldados después de la guerra —y les advierto, que se me olvidaba decirles que
había incluso gente con grados de oficiales que no pasaban la prueba. Pero bien: hoy allí mismo está nuestra escuela de
maestros, ampliada, mejorada; pero los aspirantes a maestros comienzan a
estudiar en las Minas del Frío, continúan dos años en Topes de Collantes, y
terminan en el instituto pedagógico en la capital, y después regresan al campo.
¿Cómo podemos saber si cuando sean maestros van a ir a
trabajar al campo? ¿Cómo podemos
saberlo? Necesitamos saber si pasan la
prueba. Y un principio pedagógico muy
recomendado es que siempre que se quiera seleccionar hombres se les haga pasar
por pruebas duras (APLAUSOS).
Así, al principio, cuando se organizaron los Jóvenes
Rebeldes, nosotros establecimos determinados requisitos, recomendamos el
establecimiento de determinados requisitos: ir a Pino del Agua, otro lugar en las
montañas, y subir varias veces el Turquino, y después recibían en determinadas
oportunidades determinadas becas. Y así,
por esa escuela pasaron muchos de nuestros jóvenes que fueron seleccionados
para la aviación militar, no solo se les seleccionó, sino que se les hizo pasar
por pruebas duras.
Y a los jóvenes hay que probarlos, hay que hacerlos
pasar por pruebas duras; pruebas que no matan a nadie, desde luego, pero que
sirven para demostrar la voluntad, que sirven para formar el carácter, que
sirven para poner a prueba el honor, el sentido del deber, la capacidad de
resistir, que sirve para poner a prueba la voluntad.
Y a propósito de esto, no quiero dejar pasar la
oportunidad de señalar lo que a veces ocurre.
Ustedes saben que nosotros tenemos funcionarios que conspiran contra la
educación; nosotros tenemos funcionarios, tenemos administradores que conspiran
contra la formación de la juventud, y les voy a poner algunos ejemplos, algunos
ejemplos. Por ejemplo, a veces de esos
mismos alumnos que empezaron a estudiar por las Minas del Frío, o por Topes de
Collantes, y después están en el instituto pedagógico próximos a terminar se
encuentran un organismo cualquiera que necesita maestros, que necesita esto y
necesita lo otro, y le ofrecen un empleo al estudiante antes de terminar la
carrera o le ofrecen un trabajo oficinesco.
A veces lo emplean de maestro —¡muy mal
hecho!—, se lo ofrecen de maestro; otras veces —¡peor todavía!— le ofrecen un
empleo oficinesco. Y resulta que después
que hace el país un esfuerzo con algunos de esos jóvenes y están estudiando
casi cuatro años para enviarlos a los lugares donde más se necesita y donde los
niños lo necesitan, entonces tienen la suerte de que le dan un empleo, un
trabajito de maestro fácil en la ciudad, o le dan un trabajito oficinesco
fácil.
Cuando eso ocurre, naturalmente, se le hace un daño al
joven y se le hace un daño al país. A
veces lo curioso es que algunos alumnos de los que no han terminado han sido
magníficos maestros en el lugar donde están.
Pero nosotros hemos planteado una cosa al Ministerio de Educación: una circular de que
si quieren trabajar vuelvan todos a la escuela (APLAUSOS); y que cuando le van
a dar trabajo... porque yo creo que
cuando le van a dar trabajo a alguien, entre algunos que otros requisitos
debiera preguntarle cuáles son los antecedentes que tiene. “Yo estaba estudiando.” ¿Y por qué te fuiste de los estudios? ¿Por qué no quisiste estudiar más, o por qué
te expulsaron de la beca?
Porque yo me pregunto si debemos estimular la
indisciplina, si debemos estimular la falta de voluntad, y si es correcto que
un joven que no es estudioso, fácilmente, porque tiene un amiguito, porque
tiene su influencia —porque todavía queda esa influencita por ahí, no vayan a
creer que es fácil de erradicar (APLAUSOS)— le den un
trabajito encantado de la vida. Y hay
casos peores: que
a veces les dan un trabajo con más sueldo que el que iban a ganar cuando
terminaran. Es necesario que el
Ministerio de Educación, es necesario que el
Ministerio del Trabajo, estos organismos tomen las medidas pertinentes para que
esos casos no ocurran.
Hay casos en que se presenta una necesidad familiar
seria, se presenta un percance en la familia, una situación que hay que
resolver. Bien: con autorización del centro de
educación, solicita trabajar por una necesidad.
¿Es un buen estudiante?
Preferible es darle una ayuda económica a la familia y que él siga
estudiando. Es preferible
(APLAUSOS). ¿Que es un estudiante más o
menos mediano, un estudiante bueno, pero no un estudiante que pudiéramos llamar
magnífico? El centro de educación debe
decidir si se le da una ayuda económica o se le da una oportunidad de trabajar,
y se le facilita la oportunidad de que trabaje.
Una de las cosas que hay que preguntar es: ¿Qué estaba
haciendo?, ¿de dónde vino? Por ahí hay
quienes hacen un mal trabajo en un lugar, y de repente lo descubren haciendo un
peor trabajo en un mejor lugar. También
hay que preguntarle a la gente de dónde viene, señores, qué hizo, de algo
tienen que valer los antecedentes, de algo tiene que valer la conducta de cada
cual. Tiene que llegar el día en que
estemos organizados de manera que se sepa la historia de cada cual, que cada
ciudadano tenga un expediente desde niño, desde que entró en el primer grado,
qué hizo, cuáles eran sus características, su comportamiento como joven, como
técnico, como trabajador en cualquier centro.
Tiene que llegar el día en que tengamos el expediente de cada ciudadano.
Porque si a todos nos tratan igual, independientemente
de como nos comportemos, no habrá estímulo al buen comportamiento. Y yo diría que eso conspira contra la
formación del ciudadano y conspira contra la formación de la juventud
(APLAUSOS).
Desgraciadamente tenemos funcionarios, tenemos
administradores, que les importa un bledo la pedagogía, que les importa un
bledo la educación, y piratean un estudiante de una escuela tecnológica,
piratean un estudiante de un instituto tecnológico, y a veces de la
universidad; lo cual llevó a la decisión de que para contratar a un estudiante
fuera necesaria la previa autorización del centro donde estudia.
Claro está que muchas veces se toman disposiciones y
no todos las cumplen. Y, realmente, creo
que en esta materia, en la piratería del trabajador, pero más aun en la
piratería del estudiante, pienso que los organismos administrativos deben
castigar rigurosamente a aquellos funcionarios que no se preocupen de estas
cosas, a aquellos funcionarios que violen estos principios.
Nosotros diremos que nuestro Ministerio del Trabajo y
nuestros ministerios en general están bien organizados, cuando sean capaces de
impedir que estas cosas ocurran.
Y a nosotros nos preocupan esos problemas, nos parece
un crimen, nos parece un daño muy grande que se le hace a la juventud, que se
le hace al país. Y no es justo que por
un lado estemos haciendo un esfuerzo y por otro lado vengan a desbaratar ese
esfuerzo. Porque muchas veces un
administrador está en lo suyo y quiere resolver un problema, y le importa un
bledo todo lo demás, ¡le importa un bledo todo lo demás! Y creo que cuando actúan así hay que
castigarlos rigurosamente.
Miren: creo que vamos mejorando en muchas
cosas, creo que en general en todas las cosas vamos mejorando, pero todavía nos
quedan muchas cosas por superar, todavía nos quedan muchos defectos, muchos
vicios, muchos errores que superar. A
decir verdad, se puede apreciar en general —en general— un gran progreso en organización,
un gran progreso en todo; pero todavía quedan muchas de estas cosas —yo he
puesto algunos ejemplos— contra las cuales tenemos que luchar todos, respecto a
las cuales debe hacerse una conciencia de todo el pueblo.
Hoy para nuestra juventud hay una tarea esencial. Esa tarea es el estudio. Pero es que el estudio no es solo una tarea
de los jóvenes, es una tarea de todo nuestro pueblo, y muy especialmente de
nuestras organizaciones juveniles y de nuestro Partido.
Miren: el nivel de educación se eleva
constantemente. Decenas y decenas de
miles de jóvenes están estudiando, miles y miles de obreros están recibiendo
enseñanza tecnológica, porque en este momento en institutos tecnológicos
agrícolas hay más de 2 000 obreros agrícolas estudiando, jóvenes obreros
agrícolas; y a principios del próximo año habrá aproximadamente unos 5 000
obreros agrícolas estudiando en los institutos tecnológicos.
Pensamos que el país prepare en el término de 10 años
entre 40 000 y 50 000 técnicos agrícolas.
¿Qué quiere decir esto? Que una enorme masa de obreros están
estudiando, una enorme masa de jóvenes están recibiendo educación técnica, y la
educación técnica se vuelve una cosa fundamental para el país, puesto que la
educación técnica es requisito indispensable para la producción; requisito
indispensable para alcanzar la abundancia de los bienes que necesitamos para
satisfacer todas nuestras necesidades.
Si ustedes quieren comprender la importancia de la
educación técnica, les basta cuando van por la carretera fijarse en nuestros
campos. La agricultura de nuestro país
era una agricultura atrasadísima. Cuatro
maticas de maíz por aquí, otras cuatro maticas de plátanos por allá, un potrero
de hierba mala por allá, otra cosa por allá, que constantemente van revelando
la falta de conocimientos técnicos, que constantemente van revelando la falta
de técnica; por las carreteras se puede apreciar eso. Si al lado de cada uno de esos cultivos
sin técnica ninguna, se pusiera un modelo de cultivo con técnica, ustedes
podrían apreciar la diferencia extraordinaria que hay entre un tipo de cultivo
y otro tipo de cultivo.
Si algún sector de nuestro país necesita una inyección
tecnológica tremenda, es nuestra agricultura.
Y claro está, esa inyección se está dando hasta donde es posible, hasta
donde lo permiten nuestros cuadros.
Actualmente están estudiando en un curso de un mes más de 500
administradores de granjas cañeras —el año pasado recibieron un curso, este año
están recibiendo otro curso. Pero, no
pasará mucho tiempo antes de que en nuestros campos tengamos decenas y decenas
de miles de técnicos con conocimiento, bastante profundo sobre las técnicas más
modernas de la producción agrícola.
La agricultura es lo que más va a crecer en nuestro
país en los próximos años. Luego, es
necesario que nuestros cuadros políticos juveniles adquieran conocimientos
técnicos, estudien; y es necesario que los cuadros dirigentes de nuestro
Partido, estudien. Y nosotros estamos
discutiendo con los compañeros dirigentes del Partido en todas las provincias,
la organización de círculos de estudio sobre problemas de técnica
agrícola. Incluso en este viaje
aproveché la oportunidad para traer un camión con unos cuantos libros: 100 juegos de
libros para el Partido de Las Villas, y 100 para Camagüey (APLAUSOS), 70 que
dejamos en Matanzas, y nada más nos falta la provincia de Oriente. Para que a nivel de dirección provincial el
Partido organice círculos de estudio semanales y a su vez a nivel de regional y
de agrupaciones agrícolas de producción, se organicen estudios técnicos sobre
agricultura. Círculos de estudios
técnicos. Hay que introducir la
técnica. Este es un requisito
indispensable, porque hay que acabar con la libreta, hay que acabar con la
libreta (APLAUSOS).
Claro está que lo que antes había, en la forma en que
se repartía, alcanzaba para los pocos que podían alcanzarlo. Y cuando hay que darles a todos hay que
producir mucho más. No voy a decir que
al alcance de nosotros en dos o tres años está el comunismo, aquello que decía
de satisfacer todas las necesidades.
Pero sí puedo decir que con los recursos naturales de nuestro país, con
los recursos de nuestra tierra
—aunque ha sido una tierra bastante explotada, y bastante mal
explotada—, podemos nosotros resolver los problemas de la leche, y los
problemas de las viandas y otros problemas de abastecimiento, porque estoy
completamente convencido de que podemos.
Pero desde luego, nosotros no estamos pensando solo en
resolver esos problemas ahora, porque esos problemas se van a resolver
pronto. Yo no tengo la menor duda porque
veo la forma en que están trabajando, y sobre todo, veo la forma en que están
trabajando los compañeros del Partido a lo largo y ancho de la isla para
cumplir los propósitos inmediatos que tenemos respecto a unos cuantos
productos. Y veo como están trabajando
también los compañeros, o por lo menos muchos compañeros, en las agrupaciones
de producción. Tenemos el caso del
Escambray, donde la producción de leche se ha triplicado, o prácticamente algo
más que duplicado en un año, algo más que duplicado en un año, y como ese
esfuerzo comenzó a aliviar las necesidades de leche de todos los alrededores de
la zona del Escambray; creo que están produciendo ya 70 000 litros de leche diarios en la
zona del Escambray. Y no
recuerdo... ¡Ah! Ha aumentado de 26 000 a 62 000. De todas maneras, es mucho más del doble
(APLAUSOS).
Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, la leche que
están produciendo las agrupaciones del Cauto, es tres veces más de la que se
producía cuando el ciclón “Flora”.
Entonces está probado que cuando se hace el esfuerzo
—si se hace el esfuerzo en la forma en que debemos hacerlo—, los problemas
inmediatos de abastecimiento se resuelven.
No les voy a decir que vamos a tener una gran
producción de queso, porque antes de la producción de queso hay que tener la
producción de leche fresca; pero llegará el día en que tengamos que exportar
algunas de esas cosas, llegará el día.
No queremos hablar de lo que pensamos que creemos que
podemos hacer, pero sí decimos que creemos que podemos hacer mucho y que
haremos mucho. Porque los caminos que se
están tomando para eso son los caminos correctos.
Sabemos que, por ejemplo, aquí en Las Villas, hay tres
zonas con deficiencia de leche: Cienfuegos, Santa Clara, Sagua; además
de las necesidades de leche de la industria de Sancti Spíritus, y se ha
acordado hacer 400 lecherías nuevas.
¿Qué vacas vamos a ordeñar? No
van a ser vacas de leche, pero son vacas cebúas que producen leche también, no
producen tanto como una Holstein, pero dos vacas de esas pueden darnos la
cantidad de leche que nos da una vaca de leche.
Entonces, para Cienfuegos, para Santa Clara, para Sagua, se van a hacer
aproximadamente 100, 100, 100 nuevas lecherías.
Y los compañeros del Partido se han comprometido a hacerlo
(APLAUSOS). Además se van a organizar
con una técnica mejor, con pastoreo en rotación, con mayor productividad de
pasto, todo eso. Y 100 para el área
industrial de Sancti Spíritus. Lo
mismo estamos haciendo en Pinar del Río, lo mismo estamos haciendo en Matanzas,
lo mismo estamos haciendo en Camagüey, y lo mismo estamos haciendo en
Oriente. Y de la misma manera se está
trabajando en los planes de viandas; y de la misma manera se está trabajando en
los planes de cerdos.
Ya en Las Villas han contado todas las palmas reales
que hay, los compañeros del Partido organizaron el conteo de las palmas. Desde la vez que pasamos por aquí por Las
Villas, del 26 de Julio a hoy, ya saben cuántas palmas hay exactamente en esta
provincia. Desgraciadamente hay un
poquito menos de las que habíamos pensado al principio, hay 3 400 000 palmas. El número exacto creo que Milián me lo puede
dar ahí. Ah, son 3 366 000 de las cuales
hay 600 000 que no producen palmiche, serán unas 2 800 000, pero estamos
haciendo pruebas fertilizando las palmas.
Nosotros creemos que se puede duplicar y hasta triplicar la producción
de palmiche.
Y ahora se ha organizado la escuela de
desmochadores. En eso han estado
trabajando nuestros jóvenes comunistas, aunque en Las Villas hicieron un conteo
de desmochadores y contaron 1 400, prácticamente, bien organizados, alcanza
para esta provincia. En otras provincias
se están organizando escuelas de desmochadores.
Pero otro problema: nosotros hablamos de que vamos a
ordeñar tantos miles de vacas, saben que se necesitan miles de ordeñadores y
están organizándose escuelas de ordeñadores.
Y los jóvenes comunistas también, esa es otra de sus
tareas, reclutar jóvenes y enseñarlos a ordeñadores para tratar con el ganado.
Y creo que como hay un programa de estudios, como miles
y miles de obreros agrícolas van a ser escogidos y todos los años se escogerá
un número de obreros, de jóvenes obreros agrícolas para estudiar en institutos
tecnológicos, debemos darles preferencia a todos esos jóvenes que ahora cuando
se hace un llamamiento responden presente.
Y así, que cuando se vayan a escoger en los años futuros para dar becas
a jóvenes para que estudien en institutos tecnológicos, se tenga en cuenta a
todos esos jóvenes que ahora cuando se llama para desmochar palmiche, que se
llama para ordeñar vacas, respondan; porque no crean que es tarea fácil, hay
que luchar con esas vacas que son un poco rebeldes, y es un trabajo duro.
Pero para estos jóvenes se presenta la perspectiva de
ser seleccionados después y estudiar y superarse. Y es un trabajo que tienen que hacer nuestros
jóvenes y necesitamos la cooperación, sobre todo, de nuestros jóvenes obreros
agrícolas y de nuestros jóvenes campesinos para poder cumplir estas metas, para
poder cumplir estas tareas.
No hay nada fácil, ahora mismo nos encontramos que el
proyecto, estos planes, necesitan miles de ordeñadores, pues hay que
seleccionarlos, hay que conquistar jóvenes para que hagan esos trabajos, para
que aprendan a hacer esos trabajos y, a su vez, que la actitud que ellos tengan
se les tome en cuenta cuando se vaya a dar una beca.
Claro que hasta ahora se han dado muchas becas y
muchas oportunidades, pero en el futuro debemos tener en cuenta a aquellos que
en estos momentos cuando les necesitamos responden. Señores, aquí hay que establecer un escalafón
de méritos, aquí hay que poner el mérito por delante, aquí hay que estimular el
mérito por todos los medios (APLAUSOS).
Todo este esfuerzo tenemos que hacerlo hoy cuando,
incluso, los conocimientos técnicos son muy deficientes, ahora cuando los
conocimientos técnicos son muy pobres.
Por eso pienso que nuestro Partido y nuestra
organización juvenil pueden realizar un gran trabajo estudiando ellos y
organizando círculos de estudio a nivel de agrupación y de región. Por ahí hay mucha gente que cree que sabe y
nunca en su vida han leído un librito.
Es verdad que hay una experiencia práctica, pero si esa experiencia
práctica se complementa con una formación técnica, con la experiencia recogida
en todas partes del mundo, es increíble, es sencillamente increíble lo que se
puede hacer.
No se sabe cuántas veces, en días recientes, decía que
nosotros podíamos multiplicar cinco veces nuestra producción agrícola, y estuvo
mal empleada la palabra:
cinco veces no la producción, sino la productividad por hectárea
como término medio. En algunos
artículos, en algunos productos está más desarrollada la técnica, en otros está
menos desarrollada, pero la producción total puede ser multiplicada mucho más
que por cinco. Una cosa es multiplicar
la capacidad de producción de una hectárea de caña, de caña no es tan
fácil. En los pastos se puede
multiplicar por seis veces la actual productividad de una hectárea, es decir
que puede producirse seis veces más carne y leche por hectárea que lo que se
produce hoy día. En otras cosas más, en
otras cosas menos.
Pero, además, cuando todas las tierras de nuestro país
estén como un jardín, cuando todas las tierras de nuestro país estén como un
jardín, posiblemente no habrá pueblo en el mundo con un estándar de alimentación
más alto que nuestro pueblo. Y eso está
sencillamente al alcance de nuestras manos.
Se necesita comprenderlo, se necesita estudiar, se necesita introducir
la técnica en nuestras granjas estatales e introducir la técnica entre nuestros
pequeños agricultores, porque a ellos hay que enseñarlos también.
Y, por ejemplo, los compañeros del Partido de Matanzas
han destinado el sábado a los círculos de estudio, todos los sábados, mañana y
tarde, estudio de los compañeros de la dirección del Partido de la provincia. Y en la regional han establecido todas las
mañanas una hora, la primera hora, para estudiar, círculos de estudio. ¡Perfecto!
Y yo les digo que si en general hacemos un poco de menos reuniones y más
círculos de estudio saldríamos ganando muchísimo, pueden tener la seguridad
(APLAUSOS).
Pues siguiendo esa iniciativa de los compañeros de
Matanzas, ese ejemplo, se pudiera organizar prácticamente en todas las
provincias y organizar los círculos en todas las regiones y, además, en todas
las agrupaciones, dirigidos por los compañeros del Partido.
Y tenemos los libros y los estamos repartiendo un poco
con cuentagotas, porque preferimos que sientan primero la necesidad del libro y
deseen el libro antes de que les llegue el libro ahí facilito.
Ahora vamos a impulsar los estudios de técnicas
agrícolas y un poco más adelante estos compañeros van a sentir la necesidad de
estudiar un poco de matemática, un poco de química y un poco de bioquímica,
porque estudiando suelos, fertilizantes y distintas cuestiones a cada rato van
a ver alguna formulita química, alguna formulita matemática, y van a sentir una
gran necesidad. Cuando sientan la gran
necesidad, en el futuro, les vamos a mandar libros de matemática, de química y
de biología también, porque esas son asignaturas básicas, ciencias
básicas. Y en el futuro les seguiremos
mandando libros a todos los compañeros del Partido en las provincias y llegará
el día en que tengan una buena biblioteca con los mejores libros, los más valiosos,
que le van a dar a nuestro Partido una capacidad técnica tremenda.
Y eso va a tener una influencia muy grande en la
producción, eso nos va a ayudar extraordinariamente en la producción. Muchas veces se dice por ahí que nadie nace
sabiendo, y eso es una gran verdad.
Nadie nace sabiendo, pero nadie resuelve nada sin saber, nadie resuelve
nada de ignorante, y muchas de las necesidades y problemas que tenemos son
producto de la ignorancia (APLAUSOS).
Nuestros cuadros políticos deben tener una fuerte
preparación tecnológica, nuestros cuadros políticos se han fortalecido mucho
políticamente, en la teoría política, y tienen que seguir fortaleciéndose. Esto no significa abandonar la lectura de las
cuestiones políticas, pero parejamente tienen que hacer estudios técnicos para
que cuando regresen aquellos obreros que fueron a estudiar a los institutos
tecnológicos...
Y ayer nosotros mientras visitábamos un aula donde
estaban estudiando obreros del campo, que ya llevan cerca de dos años
estudiando, con un profesor de matemática, ellos estaban estudiando matemática,
álgebra, toda una serie de materias, y pensaba: con estos conocimientos, con los que
están adquiriendo, cuando regresaran al campo era inconcebible que nuestros
compañeros del Partido fuesen a estar por debajo en nivel de conocimientos tecnológicos,
de esos obreros que han ido a estudiar.
Porque si nuestros cuadros del Partido, a sus condiciones de dirigente,
a su pasión por la Revolución, a su conciencia revolucionaria unen una fuerte
preparación técnica, ¡ah!, entonces podrán hacer mucho, podrán prestarle al
país valiosísimos servicios, y podrán jugar mucho más cabalmente el rol que
nuestro Partido debe jugar.
La importancia del papel del Partido se ve en la cosa
práctica. Cuando nosotros viajamos y nos
detenemos en las provincias y queremos tratar sobre algún plan agrícola,
siempre nos reunimos con el compañero del Partido y del INRA, y nos marchamos
con una gran seguridad de que esos planes van a ir adelante. Los compañeros del Partido conocen la
importancia política de este trabajo, la importancia política que tiene
aumentar la cantidad de leche, la cantidad de viandas, la cantidad de huevos,
la cantidad de bienes; la tremenda importancia que eso tiene. Ellos como dirigentes revolucionarios comprenden
y sienten no solo la pasión de resolver esos problemas para las masas, sino
comprenden también y además, que eso fortalece políticamente la Revolución,
fortalece la confianza del pueblo, fortalece la fe del pueblo.
Por eso nuestros cuadros políticos deben tener una
fuerte preparación técnica; y porque el papel del Partido, el papel esencial
como vanguardia de la Revolución es hacer marchar adelante el desarrollo
económico del país, hacer marchar adelante la producción, porque se hace la
Revolución para eso y por eso: para satisfacer las necesidades
materiales y culturales del pueblo; por eso y para eso se hace la Revolución y
no debemos olvidarnos un solo día de ello.
Y nuestros cuadros juveniles, y nuestros cuadros del
Partido deben tener, junto a una sólida formación política, una sólida
formación técnica. Muchos son obreros,
hombres del pueblo que no tuvieron oportunidad de ir a los institutos ni de ir
a las universidades, pero tienen oportunidad de aprender. La pasión de saber hace que el hombre aprenda
más rápidamente y aprenda en menos tiempo; la pasión de saber, la conciencia de
la necesidad de saber, hace que los conocimientos se adquieran más rápidamente
y, sobre todo, la vida, el trabajo práctico, los problemas diarios,
constantemente nos estarán enseñando la necesidad de cada conocimiento.
Y ahora que nuestros compañeros del Partido organizan
sus círculos de estudio, los jóvenes no deben quedarse atrás; y a nivel
provincial y a nivel regional organizar sus círculos de estudio, y si organizan
sus círculos de estudio, los incluiremos en los planes de distribución de
libros (APLAUSOS).
Con los jóvenes tendremos que reunirnos muchas veces,
con los jóvenes habrá que hablar mucho, y sobre los jóvenes habrá que hablar
mucho, sobre los jóvenes hay que meditar mucho.
Nosotros luchamos por algo, nosotros luchamos para algo: luchamos por un
mañana, por un futuro, luchamos por un mundo mejor, luchamos por una sociedad
mejor, luchamos por una vida más perfecta para cada hombre, para cada mujer,
para cada niño, para cada anciano; y hay mucho trabajo por delante en todos los
órdenes y también en el orden político.
Nosotros debemos aspirar no a hacer una obra pasajera,
no a resolver los problemas de hoy, sino también los problemas del mañana. ¿De qué nos preocupamos nosotros que hoy
tenemos estas responsabilidades, de qué nos preocupamos nosotros, enfrascados
en las tareas del presente, en la lucha por un mañana más o menos
inmediato? Pues nos preocupamos del otro
mañana, del mañana un poco más lejano.
Cuando los años pasen —y los años pasan rápidamente— deseamos una obra
revolucionaria sólida, deseamos una obra basada en principios, basada en
instituciones sólidas. Y nosotros
estamos muy conscientes de que nos falta mucho por hacer todavía. Nos hemos enfrascados estos años, en primer
lugar, en la defensa de la patria frente a los bandidos imperialistas, frente a
los mercenarios; y ahora estamos enfrascados en los problemas de la producción,
en la solución de nuestras necesidades materiales. Pero hay problemas del futuro que resolver,
ese futuro de cómo será nuestra vida en el futuro, de cómo será nuestro Estado
socialista, de cómo funcionará nuestro Estado socialista, de cuáles serán las
instituciones de nuestro Estado socialista.
Claro está que hoy tenemos nuestro Partido, tenemos
nuestros dirigentes políticos; nuestro Partido es el cemento de la Revolución,
es decir, lo que une, lo que aglutina, lo que resuelve. Pero marcharemos hacia adelante, y en el
futuro —no inmediato, porque en lo inmediato tenemos determinadas tareas,
determinados problemas— tendremos nuestra constitución socialista
(APLAUSOS). Y esa constitución
socialista será la ley fundamental de nuestro Estado, estarán señalados los
derechos y los deberes, las funciones de cada ciudadano, el papel de las masas
en la vida del país. Hoy las masas
depositan su fe en la Revolución, depositan su fe en los dirigentes; pero
mañana ya no será una cuestión de fe en hombres, será una cuestión de fe en
principios, será una cuestión de fe en instituciones, porque los hombres pueden
ser de una manera o pueden ser de otra; hoy unos, mañana otros. Pero hay algo en que se debe basar la
confianza y la fe, en lo que no cambia: en los principios, en las
instituciones. Y nosotros que marchamos
por caminos nuevos, que marchamos por los caminos de la Revolución socialista,
con muchas cosas nuestras, con muchas cosas nuevas, tenemos también que hacer
nuestros aportes.
En la organización de nuestro Partido de vanguardia
hemos adoptado métodos nuevos; hemos adoptado el método de la asamblea en la
selección de nuestros miembros del Partido.
Es decir, no es el Partido quien llega y escoge a este, a este y al
otro; no, hay normas. Las masas
trabajadoras participan, las masas obreras opinan y dan la opinión sobre la
conducta y sobre la actitud de cada miembro de nuestro Partido.
Igual hacen nuestros jóvenes. El Partido es la vanguardia, pero en la
formación del Partido participa todo el pueblo; el Partido es la vanguardia,
pero en la formación del Partido y en la selección de los hombres del Partido
participan las masas trabajadoras (APLAUSOS).
y así también será deber de nuestra Revolución vincular
cada vez más y más las masas a la Revolución, vincular cada vez más la opinión,
el sentimiento de la masa, a las tareas de la Revolución.
Así, hemos comenzado a organizar algunas instituciones
locales por vía de ensayo. Y tenemos que
llegar por ese camino, y tenemos que idear los medios y los procedimientos para
que cada ciudadano opine sobre las cosas que le interesan, para que cada
ciudadano participe en todas aquellas cosas que le interesan.
Un ejemplo de ello fue la última reunión de los
trabajadores de la industria azucarera, en que administración, partido,
sindicato, técnicos, trabajadores, todos, participaron en la discusión del plan
perspectivo del azúcar, y todos discutirán allí, en cada central azucarero, los
problemas, y cada cual dirá su opinión.
No todas las opiniones son acertadas siempre, no todas las opiniones son
justas siempre, pero el opinar ayuda.
Mientras más cabezas piensen, mientras más inteligencias analicen una
cosa, son mucho mayores las posibilidades de encontrar la solución mejor, la
solución buena. Y la solución buena de
cada cosa que interesa a todos solo puede ser el fruto del pensamiento y de la
inteligencia de todo el pueblo.
Y cuando la Revolución se institucionalice, es decir,
cuando el Estado socialista se organice en instituciones, ha de garantizar de
una manera, no formal, no formalista, sino de una manera funcional, de una
manera seria, la participación de las masas trabajadoras en todos los problemas
de la sociedad y en todos los problemas del país.
El socialismo es un sistema social nuevo, se
desarrolla, abre vías. Y nuestra
Revolución ha de brindar también su aporte, nuestra Revolución ha de brindar
también luz, nuestra Revolución ha de brindar también su granito de arena
acerca de cómo debe organizarse el Estado socialista, y acerca de cómo debe
funcionar el Estado socialista.
Y siempre, siempre, como una cuestión esencial, como
una cuestión fundamental, ante todo y por encima de todo, el pueblo, ante todo
y por encima de todo, los sentimientos y las opiniones del pueblo trabajador,
las opiniones de las masas trabajadoras.
Y nosotros, todos los hombres del Partido y todos los dirigentes de la
Revolución, debemos tener, como una aspiración revolucionaria, debemos tener
presente siempre este principio.
Y así la Revolución ha actuado siempre. Ese espíritu ha presidido todos y cada uno de
los actos de la Revolución.
En esta provincia de Las Villas, un día como hoy, hay
que expresar el reconocimiento por los éxitos que ha logrado en la producción,
por los éxitos revolucionarios que se han logrado. Esta provincia marcha. Industrias que ya son orgullo de todo el país
han visto ustedes surgir con las dificultades y los pocos recursos de los
primeros tiempos; está ya funcionando la INPUD, la Planta Mecánica, y otros
centros de trabajo de esta provincia (APLAUSOS). ¡Cuántas cosas no se podrán hacer en el
futuro! Millones de árboles plantados
por la Revolución crecen alrededor de esta ciudad, donde antes se veía el
panorama de estériles y desoladas colinas.
En esta provincia los enemigos quisieron presentar
batalla a la Revolución; en esta provincia la contrarrevolución quiso tomar
posiciones, quiso sentar sus reales; en esta provincia concentró el
imperialismo, concentró la CIA su mayor esfuerzo; en esta provincia concentró
la CIA sus mayores recursos; en esta provincia concentró la CIA todo su
espíritu de conjura, de conspiración y de crimen.
En esta provincia, que quedó en primer lugar en una
serie de aspectos, también puede decirse que ha sido una provincia que ha
ocupado el primer lugar durante la Revolución por los esfuerzos que ha
realizado la juventud, los sacrificios que ha realizado la juventud.
Aquí en esta provincia fue asesinado por los
mercenarios del imperialismo aquel joven maestro voluntario Conrado Benítez
(APLAUSOS). En esta provincia fue
asesinado vilmente aquel otro joven, el alfabetizador popular Delfín Sen
(APLAUSOS). En esta provincia un día la
nación conoció, horrorizada, la noticia de que uno de los brigadistas
alfabetizadores había sido asesinado después de torturársele salvajemente, me
refiero al joven Manuel Ascunce Domenech (APLAUSOS). Campesinos, milicianos, obreros de las
granjas, administradores, compañeros militantes revolucionarios, fueron
asesinados por bandas mercenarias; trataron aquí de imponer su ley criminal, de
imponer su ley de horror, de terror; trataron aquí de hacer lo mismo que hacían
los esbirros cuando luchábamos contra la tiranía: matar campesinos, matar obreros, matar
maestros, matar estudiantes.
Pero sobre ellos cayó la mano severa y fuerte de la
Revolución (APLAUSOS). Recuerdo, en
aquella ocasión, recuerdo aquel acto a que me refería al principio, hace casi
cuatro años, cuando organizaron
—víspera del ataque mercenario a Girón— las bandas
contrarrevolucionarias en el Escambray; y dijimos: “Van a ver lo que es la fuerza de la
Revolución”, y dijimos: “Van a ver si se
puede hacer la guerra contra el pueblo revolucionario.” Y se movilizaron las fuerzas revolucionarias,
y cercaron todo aquello, y capturaron cientos de mercenarios. Víspera de Girón. De manera que, cuando llegó Girón, ya no
tenían un frente aquí en la retaguardia, y fueron aplastados en Girón.
Mas no por eso se desalentaron. Y en esta provincia, al igual que en la
provincia de Matanzas, con armas que venían de Estados Unidos, con criminales
entrenados —muchos de ellos— en Estados Unidos, continuaron tratando de obstaculizar
el trabajo del pueblo, continuaron tratando de sembrar el terror, continuaron
tratando de llevar a cabo sabotajes. ¿Y
cuál fue el resultado? ¿Cuál es hoy la
situación? Nuestros valerosos
combatientes de las unidades militares, de los batallones especializados en
lucha contra bandidos (APLAUSOS), luchando tesonera, incansable e
inteligentemente, con la ayuda de los campesinos, porque la inmensa mayoría de
los integrantes de esos batallones eran precisamente campesinos del Escambray,
que con la ayuda de los compañeros de la Seguridad, con la ayuda de las
organizaciones campesinas y con la ayuda de todas las organizaciones de masas
encabezadas por el Partido, batieron a las bandas de mercenarios, que
aprendieron una lección soberana: que se
puede hacer una revolución contra los explotadores, se puede hacer una
revolución, una guerra y triunfar cuando es la revolución de los explotados
contra los explotadores; pero lo que no se puede hacer es una contrarrevolución
en nombre de los intereses de los explotadores contra el poder de los explotados
(APLAUSOS).
Y todos los criminales fueron ejemplarmente
castigados. Los que asesinaron a Delfín
Sen, los que asesinaron a Conrado Benítez, los que asesinaron a Manuel Ascunce,
los que asesinaron campesinos y obreros, recibieron el castigo ejemplar de la
Revolución, fueron aniquilados por las fuerzas que representan el poder de los
trabajadores, el poder de los obreros y campesinos.
Y esta provincia, al igual que la de Matanzas, marcha
hoy en los primeros lugares; aquí donde el imperialismo quiso crear focos de
contrarrevolución, aquí, en estas dos provincias de Las Villas y de Matanzas,
la Revolución marcha adelante, y son las provincias que han ganado las
emulaciones y son las provincias que marchan a la vanguardia en la producción
agrícola. Son las provincias que están
demostrando una vez más que donde hay contradicción a la Revolución, crece la
fuerza de la Revolución, y que cada cosa necesita su contrario. Y estas dos provincias necesitaron su
contrario: la
CIA, el imperialismo, la contrarrevolución, y derrotaron a sus contrarios, y
creció el espíritu de organización, creció el espíritu revolucionario de estas
provincias (APLAUSOS).
Por eso nuestra felicitación a los jóvenes comunistas
por su trabajo, a los jóvenes comunistas de esta provincia; nuestra
felicitación a los compañeros del Partido de esta provincia y nuestra
felicitación al pueblo, nuestra felicitación a este pueblo entusiasta, a este
pueblo que se reúne aquí hoy multitudinariamente donde antes había un cuartel
de la tiranía y hoy hay una escuela tecnológica que lleva el nombre de uno de
los compañeros más queridos de la Revolución, de uno de los jóvenes más
valerosos que conocimos en este proceso revolucionario, el compañero Abel
Santamaría (APLAUSOS).
Es para nosotros una satisfacción que aquí en esta
escuela que ayer fue cuartel, en esta escuela que lleva el nombre del compañero
Abel Santamaría, esta enorme multitud se reúna a festejar el IV aniversario de
nuestros jóvenes, a proclamar el porvenir de la patria, y que viene en esa juventud
a celebrar sus éxitos ya... (LE DICEN: “¡patria
o Muerte!”)
Patria o Muerte todavía no, me falta una palabra. La palabra que falta es que esta multitud ha
venido aquí hoy, sobre todo, a decir “no solo hemos hecho, sino que vamos a
seguir haciendo, sino que vamos a hacer más, sino que vamos a tratar de seguir
a la vanguardia”.
¡patria
o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)