DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CELEBRACION DEL VII ANIVERSARIO DE
LA REVOLUCION, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION, EL 2 DE ENERO DE 1966.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores delegados a la Conferencia Tricontinental
(APLAUSOS); Invitados;
Compañeros y compañeras:
Vamos a pedirles primeramente la
cooperación a los compañeros fotógrafos, aficionados o profesionales
(APLAUSOS), que aunque comprendemos su interés en la fotografía, recabamos su
ayuda a fin de que pueda haber la mayor conformidad entre todos los que, de una
manera o de otra, algunos con más facilidades y otros con más trabajo, asisten
a esta concentración (APLAUSOS).
Dos hechos en el día de hoy reclaman
nuestra atención. En orden de
importancia, primero que nada, la Conferencia Tricontinental (APLAUSOS), y para
nosotros, como una fecha grata, como un recuerdo querido y como una oportunidad
de recuento, el VII aniversario de nuestra Revolución (APLAUSOS).
Comenzaremos por este último tema para
decir que como en todos los años anteriores siempre este aniversario es la
ocasión de comparar lo que se haya hecho, es la ocasión de precisar o apreciar
los avances en líneas generales.
Debemos decir con satisfacción que este
último año que acaba de transcurrir ha sido, sin duda de ninguna clase —y estoy
seguro de que en esto interpreto el pensamiento de todos los aquí presentes—
uno de los años más provechosos y más fecundos de la Revolución (APLAUSOS), y
que si en los años venideros seguimos acumulando esfuerzos y frutos, si
seguimos alcanzando niveles de conciencia y de organización, de eficacia en el
esfuerzo, que hemos alcanzado este año, sin duda que la marcha revolucionaria
en lo adelante será a un ritmo aún mayor.
Hemos pasado los primeros años. Nunca hemos ocultado la realidad, que ningún
revolucionario debe ocultarse jamás, de que la inmensa mayoría de nosotros
carecíamos de experiencia en muchas cuestiones; que la inmensa mayoría de
nosotros nos enfrentábamos a una tarea enteramente nueva y verdaderamente
difícil. Nadie nace sabio, nadie nace
gobernante, nadie nace lo que llaman estadista, aunque esa palabra tiene un
poco de sabor viejo, un poco de sabor burgués, porque antes se llamaba aquí
estadistas a aquellos señores, y en nombre de su estadismo
trataban de tomarle el pelo a todo el mundo.
Y nunca hemos negado, ni la realidad de nuestras inexperiencias, ni las
realidades de nuestros errores, en el esfuerzo siempre incesante de aprender,
de comprender y de hacer mejor las cosas.
Y entendemos que este es el único camino,
tanto de los dirigentes, como del pueblo en Revolución, porque en este proceso
todos, absolutamente sin excepción, hemos aprendido mucho; aprendido al ritmo
en que se aprende durante una Revolución en que las masas y los cuadros
adquieren en meses lo que de otra forma lleva años o tal vez nunca llegue a comprenderse. Porque hay una diferencia tremenda entre la
teoría y la realidad cuando llega la hora de convertir en hechos concretos las
aspiraciones de un pueblo, las ideas políticas de un pueblo.
Y nosotros en estos años hemos ido
haciendo eso en la medida de nuestros modestos conocimientos, y en la medida de
nuestros modestos esfuerzos hemos ido tratando de hacer nuestra Revolución lo
más cabalmente posible y de resolver los grandes, los enormes problemas de todo
tipo de un país subdesarrollado. Y
nosotros no tememos esto de decir subdesarrollados, porque no es para nosotros
una ofensa, puesto que el imperialismo no nos dejó a nosotros una nación
industrializada, una nación desarrollada económicamente, no nos dejó a nosotros
un país sin analfabetos, no nos dejó un país sembrado de escuelas de
instrucción y de escuelas técnicas; no.
Y aunque ciertamente ocurre cuando alguien por primera vez visita desde
el exterior la capital de nuestra república, la pregunta de si somos nosotros
un país subdesarrollado, y cómo, en realidad esta capital no da en general esa
impresión, porque ciertamente esta era la capital desarrollada de un país
tremendamente subdesarrollado.
Y creo que eso ocurre con la mayor parte
de las capitales de los países subdesarrollados. Y, desde luego, es cierto que la Revolución
ha hecho y es cierto que la Revolución ha construido; pero la obra de la
Revolución, la obra medular de la Revolución no fue precisamente en la capital
sino en el resto de la Isla, tratando de llevar a esa población a niveles
superiores de vida material y cultural, que eran incomparablemente diferentes
de los niveles de la capital de la república.
Porque, ciertamente, estas apariencias capitalinas contribuyen en grado
considerable a ocultar las realidades de lo que es un país subdesarrollado,
donde los burgueses, los ricos, las clases dominantes, invertían la inmensa
mayoría de los recursos de la nación, esos recursos que con tanto sudor
producían nuestros trabajadores, con una técnica baja en la mayor parte de los
casos, los invertían en eso, muchas veces en enormes edificios de apartamentos,
en palacetes, en hermosas avenidas, cuando en miles y miles de millas cuadradas
en el interior del país no construían un miserable camino que pudiera servir
aunque fuese para salvarle la vida a un enfermo en un momento crítico;
invertían los recursos de la nación en cosas suntuarias esencialmente, y
creaban esa fachada, esas apariencias, mientras permanecían encubiertas las
tremendas realidades del resto de la nación y en nuestro caso las tremendas
realidades de nuestros campos. Encubre
todo esto la realidad de la falta de industrias básicas, la falta de industrias
que son elementales para el desarrollo de un país, que cuando le llega la hora o
le llega la oportunidad de construir su economía se encuentra con que carece de
todo, desde cemento para construir las instalaciones más elementales, hasta
electricidad, que carece —siendo un país agrícola— de toda industria de
fertilizantes, que carece por completo de toda industria de equipos agrícolas
y, en fin, de todas aquellas cosas que son esenciales para echar a andar.
Y esta tremenda, ingente, enorme tarea,
se presentó a nuestro pueblo partiendo de situaciones difíciles, partiendo de
la pobreza, la miseria y las necesidades acumuladas, partiendo de una economía
pobre, saqueada por los monopolios y saqueada por las camarillas corrompidas
cómplices de los monopolios, saqueada por los terratenientes, que se llevaban
el dinero del país y lo depositaban en bancos extranjeros.
Y para tener una idea, una idea de cuánto
se saqueó a este país y a dónde fue a parar el fruto de nuestro trabajo, baste
decir que el último de nuestros gobernantes burgueses, el último de los lacayos
que sirvió aquí al imperialismo, posee una fortuna que se le calcula en 250
millones de dólares, la del tristemente célebre señor Fulgencio Batista
(EXCLAMACIONES y ABUCHEOS). Y otros no menos ladrones, que no robaron más
porque no tuvieron tiempo, como es el caso de otro señor cuya fortuna se
calcula en 70 millones de dólares, el también triste y bochornosamente célebre
señor Carlos Prío Socarrás (EXCLAMACIONES y ABUCHEOS). Ese señor, sus hermanos, su parentela, y por
el estilo todos los políticos venales que pasaron por este país, es
incalculable lo que le robaron a la nación; súmese a lo que le robaron los
monopolios, súmese a los recursos extraídos por los explotadores, súmese el
tiempo perdido, los recursos naturales destrozados, una población que se había
duplicado, una economía estancada durante más de 30 años. ¡Eso fue lo que le
quedó al pueblo, eso fue lo que dejaron los explotadores cuando se
marcharon: la pobreza y la ignorancia,
la inexperiencia. Porque con su sistema
se marcharon una gran parte de sus administradores, se marcharon una gran parte
de sus técnicos.
Y algunos no comprenden —no digo algunos
aquí, porque aquí sí que todo el mundo comprende, y comprende con mucha
claridad (APLAUSOS)—, fuera de aquí algunos no
comprenden por qué les facilitamos la salida a los que desean marcharse del
país (EXCLAMACIONES). Y bastaría, a
título simplemente de referencia, preguntarle a esta multitud si está o no de
acuerdo con esa política (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). ¡Que levanten la mano todos los que estén de
acuerdo con esa política! (LOS PRESENTES
LEVANTAN LA MANO Y APLAUDEN)
Creo que esto demuestra que aquí
dirigentes revolucionarios y pueblo se comprenden perfectamente bien
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). Y entendemos lo que hacemos y por qué lo
hacemos. Y que no se trata de que seamos
pequeñoburgueses gobernando la Revolución o dirigiendo la Revolución, aunque no
negamos nuestro origen pequeñoburgués; que no lo
decimos como una honra de clase, pero sí como una honra de desarrollo de la
conciencia revolucionaria del hombre (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”). Y no fue deshonra para los fundadores del
socialismo científico, Carlos Marx y Federico Engels, y el gran creador del
primer Estado socialista del mundo —la Unión Soviética—, Lenin, su origen de
clase.
No se trata como algunos maledicentes e intrigantes fuera de este país han tratado
de hacer ver cómo una especie de conciliación con los imperialistas.
Porque, señores, hay una cosa que es
bueno decir en esta fecha y en esta hora, y decirlo con esa seguridad y con esa
honradez y con esa firmeza y esa confianza con que hemos hablado siempre: que el último país —escúchese bien—, el
último país de la Tierra que por infinidad de razones, históricas, geográficas,
patrióticas, revolucionarias y morales, el último país que hará las paces con
el imperialismo será este país (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los
yankis dales duro!”).
Porque a nadie como a este país los
imperialistas yankis lo han ofendido, lo han herido, lo han humillado, lo han
explotado, lo han hostigado y lo han amenazado.
Es posible que difícilmente en ningún otro sitio, pese a las atrocidades
que cometen y están cometiendo, hayan incubado tanto odio hacia todo lo que
significa el imperialismo yanki como en este país.
Mas no queremos ser ni los primeros ni los únicos
en ese odio. Y lo que deseamos
profundamente es que todos fuésemos únicos y todos fuésemos primeros en ese
sentimiento hacia ese enemigo.
Nuestra política, que no ha
cambiado... Porque hay quienes se hacen
eco de las campañas de los imperialistas, y los hay quienes, desde posiciones
supuestamente revolucionarias, al parecer leen la AP y la UPI todos los días,
porque dicen las mismas cosas que dice la UPI y dice la AP. Y cuando la UPI y la AP dicen “la nueva
política de Cuba” o “la nueva política de Castro” —como suelen “aclichar” ellos—, siendo así que en ese orden la Revolución
ha mantenido una sola y única política desde el principio; y que la salida de
aquellos señores que no les gusta la Revolución o no les gusta el socialismo
(EXCLAMACIONES) no es nada nuevo; y que el hecho de que los imperialistas hayan
tenido que abrirles las puertas, que les habían cerrado después de la Crisis de
Octubre a esos elementos, fue resultado de una acción de la Revolución, fue
resultado de una política de la Revolución que no pudieron resistir.
Porque por cierto que de este país no se
llevan, ni mucho menos, lo mejor. Este
país puede darse el lujo de permitir que se vayan todos los que no estén
conformes con el socialismo. Porque a
esta Revolución y a este país les queda suficiente pueblo conforme y decidido a
vivir bajo el socialismo (APLAUSOS).
Y desde luego, no veo que dentro de
ningún concepto marxista exista un precepto que establezca la obligación del
proletariado y de los campesinos de alimentar a los que no trabajan, a los que
no producen (EXCLAMACIONES); ninguna obligación de tener que “digerir” aquí a
esos elementos desclasados, muchos de los cuales
nunca han trabajado y son incapaces de trabajar, y muchos de los cuales son
agentes del enemigo en el seno de nuestra sociedad.
Y desde luego, puesto que he tratado este
tema, y como consecuencia de que no hubo una anterior ocasión de tratar sobre
una cuestión en especial relacionada con eso, que es la situación de los que
han solicitado salir del país; y puesto que había, por ejemplo, casos de
señores que en la burocracia o —si se quiere— en el exceso de empleados
administrativos habían sido racionalizados, y se les estaba pagando el mismo
sueldo para ir a una escuela y estudiar, cuando un caso de esos señores
solicita la salida del país, ¿es que nosotros a ese señor debemos concederle
esa prerrogativa que hay que concederle de verdad a un revolucionario? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Por qué?
Si en una escuela, donde están los hijos
de nuestros obreros y de nuestros campesinos, hay un maestro o una maestra que
solicita su permiso para marcharse a Estados Unidos, ¿es correcto que siga
enseñando a los hijos de nuestros obreros y de nuestros campesinos? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Y así por el estilo.
¿Y por qué digo esto? Porque algunos de esos señores han tenido la
osadía de tratar de crear cierto sentimentalismo, porque los contratos de
muchos de ellos han sido rescindidos.
Ahora bien, ¿cuál es la política de la
Revolución —y aprovecho la ocasión para esclarecerla— con relación a estos
señores? Primero: todos los que estén en trabajos no
productivos de bienes materiales, ni resulten imprescindibles en la producción
—o mejor dicho, que no resulten imprescindibles para determinados servicios—
rescindirles los contratos.
Ahora bien, algunos se preguntan: bueno, ¿y qué se
piensa acerca de cómo van a vivir y de qué van a vivir? (EXCLAMACIONES) Pues hay que decir que sería
un verdadero crimen, una verdadera injusticia, que mientras cerca de 70 000 obreros
se separan meses enteros de sus familias y se van a cortar caña, con el sudor y
el trabajo de esos obreros tengamos que mantener a montones de manganzones que
no produzcan absolutamente nada.
Por eso, la política de la Revolución —no
debe haber error en esto, no debe dejarse nadie confundir—, es la siguiente: nunca hemos
promovido medidas de ningún tipo que conduzcan a nadie al hambre, ¡jamás!, ni
con nuestros más recalcitrantes enemigos.
Porque si de estas cosas muy pocas veces se habla, porque no hay que
hablar, porque nos repugnaría que cualquiera interpretara que se hace
propaganda o demagogia con estas cosas, baste decir que a infinidad de
familiares de señores que asesinaron aquí a decenas de revolucionarios y
dejaron a miles de huérfanos, y que al triunfo de la Revolución fueron
ejemplarmente sancionados por los tribunales revolucionarios, esos familiares
han recibido desde siempre la ayuda de la Revolución; porque la Revolución, con
su espíritu justiciero y generoso, debe saber distinguir la responsabilidad de
los verdaderos culpables, y la Revolución con su espíritu justiciero debe
ayudar a todos los que necesiten amparo.
Y no sería justa la Revolución —como hemos dicho otras veces— mientras
quede una sola persona desamparada en el seno de nuestra sociedad.
Nunca, por tanto, la Revolución ha tomado
medidas que conduzcan a nadie al hambre.
Para todos aquellos que sencillamente decidan marcharse a Estados Unidos
y que por la índole del tipo de trabajo improductivo no prescindible que realizan,
son rescindidos sus contratos, pueden aquellos que estén en condiciones físicas
aptas optar por ir a trabajar allá, donde están trabajando nuestros obreros, en
trabajos productivos agrícolas —por ejemplo— en la zafra —por ejemplo. Les damos trabajo, pero otro tipo de trabajo,
para que se ganen el sustento produciendo y no parasitariamente.
Con aquellos que realizan trabajos
materiales, que participan en la producción de bienes materiales o en servicios
imprescindibles, mantenerlos en sus sitios de trabajo, salvo excepciones cuando
estén en un punto donde puedan hacer algún daño a la producción.
Creemos que esta es una política clara: mantener en sus
trabajos a aquellos que participan en la producción de bienes materiales, o en
servicios imprescindibles, salvo lugares que pudieran llamarse estratégicos de
la producción. Y, por supuesto, ni
remotamente uno solo dirigiendo o administrando absolutamente nada
(APLAUSOS).
Ahora bien, aquellos casos que no sean
aptos para ese tipo de trabajo, y no sepan hacer otra cosa que trabajos
improductivos no necesarios, cuyos contratos resulten rescindidos, esos que
estén en ese caso, que por razones de ese tipo no puedan realizar otro trabajo,
que se dirijan al Ministerio del Interior, planteen su caso, y entonces por
razones de humanidad, para que no pueda haber uno solo que diga que se encontró
sin solución, se le sostenga hasta que le llegue su turno de marcharse del
país.
Es decir, que no quedará nadie en
absoluto sin solución.
Ahora bien, si alguno de ellos tiene que
esperar un año o dos años, ¿qué culpa tenemos nosotros? Si nosotros les planteamos a los
imperialistas que mandaran aviones si querían para que salieran 10 000 ó 12 000
todos los meses. Y fueron ellos los que
han puesto la cuota, fueron ellos los que han puesto los límites, porque en lo
que a nosotros se refiere éramos partidarios de un canal amplio. Luego si alguno tiene que esperar aquí muchos
meses, que se lo agradezca a sus amiguitos yankis, que son los que tienen la
culpa. Y si los yankis quieren sostener
parásitos que los sostengan, pero no va a ser nuestro pueblo campesino ni
nuestro pueblo obrero quienes se van a hacer cargo de ese sacrificio.
Esta es la política, y con esa política
nos responsabilizamos plenamente. Y que
no venga nadie a confundir la política generosa de la Revolución con
blandenguería o debilidad, ni con ningún tipo de consideración hacia los que
han renunciado a esta patria, hacia los que han renunciado, de hecho, a la
ciudadanía de este país.
Y creo que todo revolucionario debe estar
preparado para darle una respuesta clara y definitiva cuando alguno de esos
llegue tratando de crear sentimentalismos, y hay que recordarles que esos
mismos imperialistas son los que tratan de matar de hambre a este pueblo, son los
que mantienen un riguroso bloqueo económico sobre este país; y que eso, al
parecer, a algunos de esos señores no les ha despertado ningún sentimiento de
solidaridad hacia su patria, ningún sentimiento de pena hacia su pueblo. ¡Que no pretendan
que los que aquí permanecen y permanecerán y construirán la patria nueva y la
defenderán hasta el último átomo de sus energías, vayan a hacerse cargo de
ellos, o a condolerse de ellos (APLAUSOS).
Era conveniente —para dentro algunas
cosas y para fuera otras cosas— hacer algunas aclaraciones alrededor de esta
cuestión.
Les decía que uno de los años más
exitosos había sido este año que acaba de transcurrir. Este año que marcó grandes transformaciones
en el aparato administrativo del Estado, en el aparato económico del Estado,
que marcó grandes éxitos en el campo de nuestra agricultura, que marcó la zafra
de seis millones de toneladas de azúcar; este año que se ha caracterizado por
grandes avances en todos absolutamente todos los frentes de trabajo; y este año
que culminó con la constitución del Comité Central de nuestro Partido
(APLAUSOS), y en que nuestra vanguardia política alcanzó un grado máximo de
organización y de eficacia en sus tareas.
A pesar de haber sido un año en que los
precios de una parte de nuestra azúcar han bajado, de esa parte que invertimos
en adquirir determinadas divisas para determinados productos que con grandes
dificultades obtenemos, la administración óptima de los recursos, el uso
racionalísimo de esos recursos, nos ha permitido atravesar este año sin grandes
problemas de ninguna índole. Cuando en
otros tiempos el azúcar del llamado mercado mundial alcanzaba los precios que
se alcanzaron este año, siempre significaba una ola de hambre y de miseria para
el pueblo. Y no fue esa nuestra situación. Hay que decir, además, que los organismos de
la economía, el aparato de planificación, ha mejorado considerablemente, y que
hoy hay un control mucho mayor y una dirección mucho más efectiva en lo que es
justísimo destacar el trabajo fructífero, constante, abnegado e inteligente de
nuestro presidente en la Junta de Planificación, el compañero Osvaldo Dorticós
(APLAUSOS). Hay que decir que echando
sobre sus hombros abrumadoras tareas de orden administrativo, ha logrado
enormes avances en nuestra Junta de Planificación, que nos permitirá seguir
hacia adelante por ese camino y usar cada vez mejor, más racionalmente y más
efectivamente nuestros recursos.
El avance de la Revolución en todos los
campos lo demuestra este propio desfile militar de este año, la precisión, la
disciplina, la rapidez récord con que tuvo lugar, demostrativa de la eficacia
creciente de nuestras fuerzas y del volumen creciente de nuestras armas.
No se han visto este año muchas armas
nuevas, pero hay algo que no se ve y que son muchas armas más. Hemos crecido en volumen de nuestros equipos
militares y en la técnica de su empleo.
Porque, sin que queramos hacer propaganda ni asustar a nadie, y puesto que
creo que no son grandes secretos los equipos que poseemos para nuestros enemigos,
por aquí desfila una parte realmente insignificante de nuestro material bélico,
una simple representación. Y es posible
que nuestros enemigos sepan, más o menos, lo que tenemos; tal vez, desde luego,
se puedan equivocar, aunque ya algunos hechos les han mostrado lo contrario,
acerca de la eficacia con que hemos aprendido a utilizar esos equipos.
Nosotros, en muchos años venideros,
debemos seguir inflexible, invariablemente, sin dudas de ningún género, la
política de fortalecer más y más nuestra defensa. Porque nosotros somos el estado
revolucionario más próximo al corazón del imperio yanki. Porque nosotros nos encontramos en este
continente donde la conciencia despierta, donde el espíritu revolucionario se
extiende; un continente que poco a poco entra de lleno en revolución. Y en los próximos años —como hoy lo hace
heroicamente, con incomparable heroísmo el pueblo dominicano (APLAUSOS)—, se enfrentará revolucionariamente a la dominación
directa o indirecta de las fuerzas del imperialismo. Y en este continente en estado de fermento
revolucionario, este continente que se verá agitado por la tempestad
revolucionaria, significará para nuestro país durante muchos años grandes
riesgos, grandes amenazas.
Y por eso, observando la línea que siguen
los imperialistas, observando su política, debemos serenamente, pero
firmemente, estar siempre preparados. Y
que el entusiasmo de la obra revolucionaria, el entusiasmo creador del pueblo,
no nos haga olvidar jamás esa necesidad, para estar preparados, para estar
fuertes, para hacerle pagar al enemigo bien cara cualquier osadía, cualquier
agresión criminal contra nuestro país. Y
por eso es también altamente satisfactorio ver el extraordinario avance de
nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS).
Fue el pasado año de 1965 el Año de la
Agricultura. Y los éxitos alcanzados en
ese campo justifican plenamente la consigna con que se bautizó ese año. Nosotros hemos traído algunos datos relativos
al trabajo que se ha desarrollado este año en la agricultura, y además las
condiciones adversas de la naturaleza en que se ha desarrollado ese
trabajo. Por ejemplo, en la agricultura
cañera se han sembrado, provincia por provincia, 509,4 caballerías en Pinar del
Río, 260 en La Habana, 1 263 en Matanzas, 2 428,5 en Las Villas, 3 600 en
Camagüey, y 4 371 en Oriente. Esto, en
el sector estatal de nuestra agricultura.
Alcanzando un total en ese sector estatal de 12 431,9 caballerías,
frente a una meta de 11 482; es decir,
se cumplió la meta en un 108,3% (APLAUSOS).
Y esto pudiera parecer así, fríamente, que no significa nada; pudiera
parecer tal vez que pusimos unas metas inferiores; pero hay que decir que es la
primera vez que se cumple y se sobrecumple la meta de siembras de caña. Y que, además, es la más alta cifra sembrada
en estos años de Revolución por la agricultura estatal; y que, además, sumadas
las plantaciones del sector privado, alcanzan 15 100 caballerías de caña en
este año, y una de las cifras más altas de toda la historia.
En el sector no cañero de la agricultura,
es decir, los demás cultivos:
Pinar del Río, 3 689,5 caballerías; Habana 2 565,1; Matanzas, 2
099,1; Las Villas, 5 071,3; Camagüey, 5 057,6; Oriente, 10 931; Isla de Pinos,
1 623, que hacen un total de 31 036,6 caballerías con una meta de 28 915,9, un
cumplimiento del 107,3% (APLAUSOS).
En algunos cultivos en particular hay
casos de cifras por debajo de las metas, en la mayor parte, y muchos de los más
importantes cultivos considerablemente por encima de las metas, que permiten
este total nacional. En total la
agricultura estatal ha sembrado el presente año, o el pasado año de 1965, mejor
dicho, 43 468,5 caballerías, frente a una meta de 40 397,9, con un cumplimiento
de 107,6. Y para tener una idea más
precisa, se han sembrado unas 12 000 caballerías más que en el año 1964. Esto es más de un 30% por encima de lo que se
había sembrado en el año anterior.
¿Cuáles han sido sin embargo las
condiciones climáticas? Y no Vamos a
andar con cuentos, echándole culpas al clima ni mucho menos, porque a pesar del
clima adverso se van a lograr considerables avances. Esos avances, naturalmente que no serán este
año en el azúcar, puesto que una gran parte de esas 15 000 caballerías deberán
esperar para ser cortadas en el año 1967, debido al pésimo régimen de lluvias
de este año y a la irregularidad de esas lluvias. Pero en las viandas, por ejemplo, se estima
que habrá un aumento del 97% con relación a la producción de viandas del año
anterior (APLAUSOS), con un aumento del 40% de los rendimientos, es decir que
se ha sembrado mucha más superficie y se ha logrado un rendimiento 40% mayor
por unidad de superficie, debido a lo cual se logrará el incremento del
97%.
Ahora bien, ¿en qué condiciones
climáticas? Pues precisamente —y esto es
lo increíble— en las peores condiciones climáticas de toda la historia de
nuestro país desde 1900. Y no se puede
hablar desde antes de 1900 por falta de datos estadísticos sobre las lluvias
antes de esa fecha. Ha llovido este año
menos que en ningún otro año desde 1900, sobre todo en las principales
provincias agrícolas del país, es decir, Las Villas, Camagüey y Oriente. Sin el esfuerzo extraordinario, sin la forma
en que se ha mejorado la técnica y la atención que han tenido los cultivos,
habríamos tenido realmente un desastre.
Y aquí están los datos estadísticos, la
comparación, por ejemplo, de la lluvia de 1965 con el promedio normal de
lluvias hasta el 30 de noviembre:
En 1965 había llovido hasta el 30 de
noviembre en la provincia de Pinar del Río 902,7 milímetros, frente a un
promedio normal de 1 301,8, es decir, 69,3% de las lluvias normales; en La
Habana 1 126,9 milímetros, frente a un promedio normal de 1 333,4, es decir, el
84,5%; en Matanzas 1 097,5 milímetros,
frente a un promedio normal de 1 438,4, es decir, el 76,3%; en Las Villas 842,5
milímetros, frente a un promedio normal de
1 453 milímetros, es decir el 58%; en Camagüey 880,4 milímetros, frente
a 1 313,1, es decir, el 67% de un año normal; en Oriente 886,5, frente a un
promedio de 1 150,4, es decir, 77,1% de un año normal. Resumen: el promedio nacionalmente ha sido de
69,4% de las lluvias de un año normal, tomando como base el promedio anual,
afectando las tres provincias de más peso en nuestra agricultura.
¿Cuál había sido el año anterior más
seco? El año 1962 fue el más seco desde
el triunfo de la Revolución. Pues bien,
los promedios en 1965 fueron:
en Pinar del Río el 85,2% del año 1962; en La Habana el 96,1%; en
Matanzas el 91,8%; en Las Villas el 83,2%; en Camagüey el 97,5% y en Oriente el
100,1%, es decir, 91% de las lluvias caídas en el año más seco después de la
Revolución que fue, además, uno de los más secos que hemos tenido.
Comparadas las lluvias de 1965 con las
del año 1907 que fue el peor desde 1900, en 1965 cayeron hasta el 30 de
noviembre 922 milímetros y en el año de 1907, había caído 940 milímetros hasta
el 30 de noviembre.
Mas no fueron solo escasas las lluvias,
sino extraordinariamente irregulares.
Por ejemplo, en enero de 1965 había caído 10,4 milímetros, año normal
43,2, tanto por ciento:
24,1%. Voy a seguir
leyendo los tantos por cientos: en febrero 16,6% de un año normal; en
marzo 21,7%; en abril 35,5%; en mayo 44%; ya en junio 103%, es decir, en los
meses principales de siembra en primavera, abril y mayo, había llovido el 35,5%
y el 44% de años normales. Sube en junio
por encima de un año normal y comienza a reducirse inmediatamente. Y así, por ejemplo, ya en septiembre llueve
el 61,3% de un año normal; en octubre el 88,1%; en noviembre el 44,3%.
Y todo el mundo sabe la importancia que
estas lluvias tienen para las cañas, lo que sufren las cañas cuando se retardan
las lluvias de primavera y lo que sufren las cañas
cuando disminuyen las lluvias de otoño.
Por eso las consignas de este año, por eso la necesidad de un trabajo
óptimo en el corte y en los rendimientos, es decir, en el corte, la limpieza de
la caña, la prontitud con que llegue a la industria, la necesidad de sacar más
azúcar de la caña. .
Aún así la meta de 6,5 millones de
toneladas no la cumpliremos infortunadamente, pero será alta la
producción. No alcanzaremos la meta pero
será una producción satisfactoriamente alta, sobre todo si llevamos a cabo la
zafra en la forma en que se ha planteado y se ha programado. Por eso nuestro trabajo en la zafra este año
tiene que ser muy superior al del año pasado.
Pero es bueno decir que este año las
toneladas producidas ya, en diciembre, se han producido prácticamente con la
mitad de la caña con que se produjo la misma cantidad de toneladas de azúcar el
año pasado. Quiere decir que en
diciembre se seleccionaron bien las cañas más maduras, se llevaron rápidamente
al central, y se llevaron limpias de paja.
Por eso, en diciembre se han obtenido rendimientos de más del 10%. Claro está que ya en marzo, abril, por altos
que sean los rendimientos, pueden ser más altos que el año pasado, pero no en
una proporción tan grande; pero podemos obtener cientos de miles de toneladas
por la vía de un mayor rendimiento en azúcar.
Es decir, que con un rendimiento mayor en
el azúcar podemos resarcirnos en una buena parte de las consecuencias de la
sequía, porque, además, se le ha dado este año una atención esmerada a los
cultivos, en especial a la caña. De ahí
que tengamos, por eso, menos consecuencias del peor año de lluvias.
Ahora bien, esa caña que no se corte este
año se cortará en 1967, más 10 000 nuevas caballerías que pensamos sembrar en
la próxima primavera. Y no tiene lógica
pensar que el próximo año pueda ser similar a este.
El año pasado les decíamos nosotros que
en 1966 no habría un salto muy grande, aunque hubiese habido un año normal; que
el incremento más notable se obtendría en 1967, y que ya en 1967 produciríamos
la zafra azucarera más alta de la historia de nuestro país y debe ocurrir así
si contamos en 1966 con un año normal de lluvias.
Ahora bien, sin embargo, hay un producto,
por razones ajenas a nuestra voluntad, en que vamos a tener dificultades en
este año, y ese producto es el arroz.
Voy a explicar las razones por las cuales tendremos menos arroz,
basándome en este informe de nuestro Ministerio de Comercio Exterior, en
relación con el intercambio comercial con la República Popular China.
Dice: “Nuestra política comercial con China
se orientaba para 1966 a continuar el aumento del volumen de intercambio,
siguiendo así la tendencia de los últimos años.
“Las exportaciones planificadas para 1966
ascendían a 110 millones, y las importaciones a 140 millones.
“Estas cantidades, comparadas con los
años anteriores, preveían mayores entregas de azúcar por nuestra parte y
mayores entregas de arroz por la otra parte.
“A mediados de noviembre llegó a Pekín
nuestra delegación para discutir el protocolo comercial para 1966, que deberá
ser firmado en La Habana, presidida por el director de nuestro ministerio,
compañero Ismael Bello. Después de
varias entrevistas con las autoridades chinas, estas plantearon oficialmente lo
siguiente:
“Azúcar: la parte china no podrá aceptar las
800 000 toneladas de azúcar ofertadas, por las razones siguientes:
“a) Que este año habían tenido una gran
cosecha.
“b) En 1961 la URSS les hizo un préstamo
de 500 000 toneladas de azúcar, liquidables en el mismo producto. En este año ya han terminado de pagar este
azúcar a la URSS, utilizando parte del azúcar que compraban a Cuba.
“c) Que el pueblo chino actualmente no
necesita bonos para comprar azúcar, por existir cantidades suficientes para
satisfacer la demanda.
“Que las cantidades suministradas de
arroz a Cuba en el año 1965 ascendentes a 250 000 toneladas constituyeron una
excepción, debiéndose a la solicitud formulada al embajador chino por el Primer
Ministro Fidel Castro.
“Que para el año 1966, no obstante haber
tenido una buena cosecha, no ven posibilidades de cantidades superiores a las
del año 1964, que fue de 135 000 toneladas métricas, por las razones
siguientes:
“a) Necesidad de crear reservas para en
caso de que se produzca un ataque por parte de los imperialistas yankis.
“b) La ayuda que tienen que prestarle a
Viet Nam.
“c) Déficit en la producción de otros
cereales, que los obliga a efectuar importaciones del área capitalista,
teniendo, por tanto, que dedicar algunas cantidades de arroz para obtener
divisas para esos fines.”
Sigue diciendo el informe de nuestro
Ministerio que “China nos había concedido dos créditos estatales, uno en 1960,
por 60 millones para plantas completas, y otro en 1963, por 40 millones, para
desbalances comerciales.
“Del crédito de 60 millones ya se han
utilizado 30 millones en varios contratos de plantas, y 20 millones para cubrir
el resto del desbalance de 1965. El
crédito de los 40 millones de tipo comercial ya ha sido totalmente
utilizado.
“Al plantear nuestra delegación utilizar
el resto de los 10 millones del crédito de 1960 para financiar parcialmente el
desbalance que se produciría en 1966, según nuestras cifras de exportaciones e
importaciones, la parte china respondió lo que sigue:
“La utilización del crédito económico no
estaba a su alcance resolverlo, debiendo plantearse a nivel de gobierno. Pero en cuanto a los productos y cantidades
que podían entregarnos, sus ofertas eran las máximas y que, por tanto, eran
definitivas.
“Manifestaron que de esta forma el
volumen de intercambio alcanzaría más o menos el nivel del año 1964, ya que
sería un comercio balanceado.
“Implicaciones comerciales de estos
planteamientos —dice el informe de Comercio Exterior—: aunque la parte china habla de llevar nuestro
comercio a nivel de 1964, al no concederse desbalance como en años anteriores,
en verdad lo que se lleva a nivel de 1964 son nuestras exportaciones solamente,
pero el valor de nuestras importaciones caerá a un nivel por debajo de
cualquiera de los años de intercambio desde 1961 a 1965, desde que en 1961
nuestros intercambios comerciales se establecieron —como es usual entre países
socialistas— mediante protocolos comerciales anuales.
“El valor de nuestras exportaciones, 600
000 toneladas métricas de azúcar a 6,11 la libra, y cantidades de níquel y
cobre similares a años anteriores, será en 1966 de unos 85 millones. La parte china viene ajustando sus ofertas a
este valor, lo que concuerda con su planteamiento de comercio balanceado.
“Comparando nuestra capacidad de compra
de 85 millones con el valor de nuestras necesidades presentadas de 140
millones, los planteamientos chinos significan caídas en ese mercado del orden
de 55 millones. Esto incluye la caída de
150 000 toneladas métricas de arroz, por valor de 22 millones de pesos, a 145
pesos la tonelada métrica.”
Para comprender esto bien debo referirme
a un precedente, que tuvo lugar a fines del año 1964, en ocasión de una
proposición que personalmente le hiciera yo a la representación diplomática de
la República Popular China en nuestro país, de carácter comercial. Y es que, teniendo en cuenta el hecho de que
el consumo per cápita de arroz era muy alto en la República Popular China y
bajísimo el consumo de azúcar, y teniendo por mi parte en cuenta el hecho de la
siguiente circunstancia: de que en China
el azúcar, al revés que en Cuba, tiene un precio para la población de cuatro a
cinco veces mayor que el arroz, mientras en Cuba el precio del arroz era de dos
a tres veces mayor que el del azúcar; pensé que podía ser de mutua conveniencia
a ambos países un mayor intercambio de azúcar por arroz. Y en consecuencia, le hice la proposición —en
mi opinión altamente conveniente a ese país y también al nuestro— de que
estábamos dispuestos a entregar dos toneladas de azúcar por cada tonelada de
arroz que nos enviasen de China (APLAUSOS).
Hacía esta proposición considerando una
serie de circunstancias, como les decía.
Entre otras, el principio de la división internacional del trabajo, el
hecho de que nosotros somos un país que por tradición hemos cultivado caña y
somos productores de azúcar; de que somos un país que sabemos cultivar la caña
y que podemos ser capaces de obtener altísimos rendimientos de azúcar por
hectárea con la caña; no siendo así nuestra situación con el arroz, acerca del
cual no tenemos la misma experiencia ni las grandes cantidades de agua, ni
grandes ríos, ni grandes zonas de condiciones óptimas para el cultivo de arroz,
ni conocemos las mejores técnicas, ni poseemos las mejores variedades de
semillas, como ocurre —por el
contrario— con la caña. Y por eso
hicimos esa proposición.
¿Qué significaba? Significaba para la parte china que, por cada
ocho centavos aproximadamente que sustraían al consumo interno de arroz,
incorporarían sesenta centavos de azúcar a los precios de la economía interna. Porque al precio que se vende el arroz, y al
precio que se vende el azúcar en la República Popular China, equivalía a eso: que por cada ocho
centavos de arroz enviado a Cuba, incorporaban a la economía interna sesenta
centavos de azúcar, al proponer nosotros entregarles dos toneladas de azúcar
por cada tonelada de arroz. Eso es lo
que significaba desde el punto de vista financiero interno.
Desde el punto de vista de los
nutrientes, ofrecíamos entregar dos libras de nutrientes en forma de azúcar,
cuyo valor energético se conoce, cuya utilidad en la producción incluso de
medicamentos se conoce, cuyas cualidades nutritivas se conocen perfectamente
bien. Por lo tanto, nosotros hacíamos
una proposición en que intercambiábamos dos libras de ese nutriente por una
libra del otro nutriente.
Fue con ese espíritu de conveniencia
mutua, porque jamás de otra forma habría hecho este tipo de proposición.
Y hay que decir que en esa ocasión la
respuesta fue más de lo que esperábamos.
Aceptaron la proposición, e incluso plantearon que no se hiciera en la
forma en que decíamos el intercambio, sino que continuarían pagando el mismo
precio por el azúcar y que nosotros continuáramos pagando el mismo precio por
el arroz. Fue en aquella ocasión.
Sinceramente, cuando planteé aquello —y
basado precisamente en el fundamento de conveniencia mutua—, no era mi idea la
de que se aceptaba por un año; sinceramente, creí que aquella era una
proposición considerada con sentido perspectivo y a largo plazo. Por eso, no de una manera ingenua —aunque sí
ha resultado ser de una manera ingenua— se planteó sobre esa base el
intercambio de este año.
Pero, por lo visto, la otra parte no lo
entendió así, y entendió que aquello era una cosa excepcional, era por un
año. Y en consecuencia, nosotros ya, a
fines de 1965, nos hemos encontrado con la realidad de que tendremos
prácticamente la mitad del arroz que habíamos recibido el año pasado.
No tenemos recursos para adquirir ese
arroz en otros mercados, porque iría en gran detrimento de otros renglones
vitales de la economía; podría afectar el renglón de las medicinas, de los
tejidos, de materias primas esenciales para la industria. Porque no estamos en el año 1963 o en el año
1964, en que los precios en los demás mercados del azúcar alcanzaron niveles de
diez centavos. Es decir, no tenemos los
recursos.
Pero además, si los tuviéramos, no sería
fácil adquirir el arroz. Porque sabido
es que muchos países, por presiones del imperialismo yanki, no comercian con
Cuba. Hay algo más: incluso distintos países de América
Latina y de Asia, que comercian con la República Popular China, no comercian
con Cuba. Razones: el volumen de su comercio con China es
mayor; potencialmente es un mercado mucho mayor que el nuestro, y, por tanto,
esos países resisten más las presiones del imperialismo yanki contra el
comercio de esos países con la República Popular China. Pero nosotros, como somos un país más
pequeño, un país que potencialmente somos un mercado mucho menor, que no
teníamos un volumen de comercio grande con esos países, resisten menos a las
presiones del imperialismo yanki y no comercian con la pequeña Cuba. Ejemplo: Argentina es uno de ellos. Si nosotros queremos comprar allí maíz, no
nos lo venden. Uruguay: si queremos comprar arroz, no nos lo
venden.
Porque hay que decir aquí con toda claridad
que, entre los países del campo socialista, uno de los países más bloqueados
por el imperialismo yanki es Cuba, uno de los países con relación al cual el
imperialismo yanki ha impuesto fórmulas de hierro contra el comercio, es Cuba. Porque el imperialismo yanki ha llegado al
caso insólito de darle carta de ciudadanía a las mercancías, que no la han
tenido en ninguna parte, en ninguna época y que son de quien las compra. Y el imperialismo ha logrado implantar normas,
mediante presiones y condiciones, que si incluso adquirimos una mercancía de
producción norteamericana en otro país, le prohíben el transporte a Cuba, cual
si la mercancía fuese un sujeto digno de acreditarse con un pasaporte.
Esa es nuestra situación.
Pero nosotros al plantear esto no le
estamos diciendo a la parte china que rectifique. Nosotros aceptamos sus razones de orden
económico que nos han dado y de orden estratégico que nos han dado. A eso jamás podríamos oponernos, mucho menos
si se nos invoca el nombre de Viet Nam (APLAUSOS). Porque al pueblo de Viet Nam estamos
dispuestos a darle no ya nuestro azúcar, sino nuestra sangre, ¡que vale mucho
más que el azúcar! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
Y eso lo sabe perfectamente bien el
pueblo de Viet Nam y la dirección del heroico Partido Comunista de Viet Nam
(APLAUSOS), Y jamás regatearíamos ningún sacrificio en bien de ese pueblo y de
cualquier pueblo que luche. Por tanto,
aceptamos las cantidades asignadas, y no necesitamos, mas
no solo no necesitamos, no queremos más (APLAUSOS).
En cuanto al arroz. Antes lo traíamos de Estados Unidos, y a
partir del bloqueo fuimos sustituyendo nuestra fuente de abastecimiento,
esencialmente hacia la República Popular China.
Nunca se abasteció de arroz este país, siempre necesitó importar una
parte importante de su consumo; más aún con el extraordinario aumento del poder
adquisitivo del pueblo.
Para autoabastecernos ahora de arroz
tendríamos que trastornar completamente nuestros planes agrícolas en los
próximos años; plan azucarero de los 10 millones de toneladas de azúcar,
nuestros planes ganaderos, nuestros planes de frutales, nuestros planes de
vianda. Tendríamos que destinar unas 10
000 caballerías más con regadío e invertir en ello las escasas cantidades de
agua que poseemos para otros cultivos de mayor valor económico y nutritivo, de
la tierra, de la maquinaria, de los recursos humanos, de las fuerzas, de los
recursos económicos en general.
Por tanto, sería a la larga perjudicial
para nuestra economía. No sería
conveniente, incuestionablemente, que nuestro país dejara de producir un millón
y medio de toneladas de azúcar, que es lo que podría producir en 10 000
caballeras de caña con regadío, y que aumentarían el poder adquisitivo de
nuestro país en el exterior en cantidades superiores a 150 millones de pesos,
para producir en esa misma superficie y con ese mismo esfuerzo un arroz que
valdría 25 millones de pesos.
Por tanto, la otra alternativa, o las
otras alternativas, son:
bien la reducción en la medida pertinente de nuestro consumo de
arroz hasta que las condiciones del mercado internacional —que hoy ha
establecido el imperialismo y que bloquean nuestro comercio— desaparezcan, pase
el tiempo que pase; o bien ir a la sustitución de ese tipo de alimento por otro
tipo de alimento (APLAUSOS). Al fin y al
cabo, debemos hacer lo que más convenga a nuestra economía, a nuestro estándar
de vida, a nuestra salud (APLAUSOS).
Si llevamos adelante nuestros actuales
planes agrícolas, con el incremento de la producción de leche, de carne, de
vegetales, de frutas, de viandas, con el incremento de nuestra producción
azucarera que nos permitirá establecer una base industrial, para rendimientos
incomparablemente más altos en nuestra agricultura; con nuestros planes de
desarrollo de la industria pesquera que como ustedes han visto en días
recientes incorporaron 30 nuevos barcos de construcción nacional (APLAUSOS);
con el mantenimiento de nuestro actual plan de huevos, e incluso el
incremento. Para el año 1970 estaremos,
gracias a nuestro actual esfuerzo, gracias a las líneas de desarrollo
esencialmente agrícola de la economía en estos primeros años, entre los pueblos
mejor alimentados, y no solo en cantidad sino en calidad. Y una dieta alimenticia, que quien quiera
persuadirse de ello que se informe acerca de los principios elementales de la
dietética y verá que esa dieta puede ser mucho más rica en proteínas, en
vitaminas, en elementos minerales y en energéticos, que la dieta que teníamos
cuando habitualmente nuestro consumo se basaba en el arroz.
Un pueblo revolucionario que cambia las
instituciones —instituciones de siglos—, que remueve una sociedad y la cambia y
la sustituye por algo nuevo, que cambia ideas añejas y reaccionarias de siglos
por ideas nuevas, ¡cómo no ha de ser capaz de cambiar un hábito de consumo de
un artículo que no es esencial para la salud del pueblo! (APLAUSOS.)
Y nuestro pueblo no va a ser por eso
menos revolucionario, ni nuestra Revolución por eso se va a debilitar
(EXCLMACIONES DE: “¡No!”),
ni la confianza ni el apoyo de las masas en su Partido y en su dirección
revolucionaria (APLAUSOS).
Problemas difíciles estamos acostumbrados
a enfrentar y más difíciles que esos, ¡sin miedo —escúchese bien— a nada ni a
nadie!
Voy a leerles —a propósito de esta
actitud de nuestro pueblo— un cable procedente de Washington, de la UPI
(EXCLAMACIONES), del 27 de diciembre, contentivo de una declaración del
Ministro de Comercio de ese país, Estados Unidos.
Dice: “El comercio exterior de Cuba durante
1965 —según cálculos del Departamento de Comercio de Estados Unidos— será
solamente del 60 al 70% de la cifra correspondiente al año anterior. La baja —según dicho Departamento— obedece en
parte a las sanciones económicas impuestas a Cuba por Estados Unidos y, además,
al descenso que sufrieron este año los precios del azúcar en el mercado
mundial.
“El llamado embargo comercial contra Cuba está
dando resultados y seguirá aplicándose —dijo un funcionario del
Departamento. El portavoz del
Departamento dijo que aunque las cifras definitivas cubanas para 1965 no se
conocen aún, todo parece indicar que la economía cubana está pasando por un
período difícil, pues los países no comunistas se niegan a enviarle materiales
estratégicos a Cuba, y Cuba se está viendo en dificultades para obtener
créditos.” También señaló el portavoz “que la falta de piezas de repuesto para
maquinarias que fueron fabricadas en Estados Unidos, está obligando a su
abandono prematuro, viéndose el país en la necesidad de tener que reemplazarlas
por máquinas de otros orígenes, con el consiguiente gasto.”
El portavoz manifestó, además “que los
datos estadísticos compilados hasta ahora ponen de manifiesto que el nivel de
vida del pueblo cubano ha sufrido un deterioro considerable en comparación con
el que prevalecía en 1964.” El portavoz
señaló “que los únicos países que podrían seguir comerciando con Cuba, fuera
del bloque comunista, son España, Japón, Canadá, Marruecos y el Reino Unido, en
ese orden. El único país de América
Latina que sigue comerciando con Cuba es México” (APLAUSOS).
Véase qué vergonzosa y criminalmente
cínicas declaraciones son estas del Departamento del Comercio de la metrópoli
imperialista yanki, que no tienen el menor pudor, la menor vergüenza en
regocijarse de los presuntos éxitos de su bloqueo económico tratando de
aplastar a un pequeño país, tratando de arruinarlo. He ahí lo que intentan los imperialistas
yankis, he ahí cómo se regocijan los imperialistas yankis y se frotan las manos
y se lamen los labios pensando que nos ahogan, pensando que nos aplastan.
Mas ¡qué equivocados están, qué poco
conocen a esta Revolución y a este pueblo!
Porque desgraciadamente a esta Revolución y a este pueblo están
demostrando conocerlos bastante poco y no solo por cierto los imperialistas
yankis (APLAUSOS). ¡Qué poco conocen a
este pueblo capaz de las mayores proezas, de los mayores sacrificios cuando las
circunstancias lo exijan!
Porque jamás seguiremos la
antirrevolucionaria y reaccionaria política de dejar de luchar por el bienestar
del pueblo, porque la revolución se hace para el bienestar material y moral y
espiritual de los pueblos (APLAUSOS).
Ahora bien, en aras de nuestros deberes
morales con los demás pueblos, en aras de nuestros deberes internacionalistas,
estamos dispuestos a hacer los sacrificios que sean necesarios. En aras de la Revolución, y para defender la
Revolución y para mantener con dignidad enarboladas las banderas patrióticas,
políticas y revolucionarias de este país, estamos dispuestos a hacer lo que sea
necesario (APLAUSOS). Y marchar adelante
serenamente, confiadamente, cueste lo que cueste, porque no en balde a esta
Revolución que ya tiene siete años —y que ya no gatea sino que camina
(EXCLAMACIONES y APLAUSOS), y que
no necesita de andadores ni de nodrizas de ningún tipo— la apoya el pueblo, la
apoyan las masas (APLAUSOS). Y por algo,
no en balde, ni por azar, ni por casualidad, quienes son sus actores, quien es
su principal actor, quien es su principal testigo —el pueblo—, es el que mejor
la comprende, la apoya y la sigue (APLAUSOS).
Porque esta Revolución, esta Revolución, es una Revolución del
pueblo. Y estas ideas revolucionarias
son las ideas revolucionarias del pueblo.
Y esta realización revolucionaria es la aplicación, con el criterio de
nuestro pueblo, de ideas universales a nuestro especialísimo y concreto
caso.
y si alguna palabra fuera yo a decirles
hoy a los delegados de esta conferencia, que aquí no es el lugar propiamente de
tratar los innumerables temas que hay que tratar, aquí lo esencial es decirles
con qué brazos abiertos y con qué corazón solidario los recibe el pueblo a
todos (APLAUSOS), a todos, y con especial efusión a los representantes de los
pueblos que en estos instantes luchan heroicamente, en especialísimo lugar al
pueblo de Viet Nam y a su delegación (APLAUSOS); al pueblo de Santo Domingo y a
su delegación (APLAUSOS); al pueblo de Venezuela y a su delegación (APLAUSOS);
al pueblo de Guatemala y a su delegación (APLAUSOS); al pueblo de Colombia y a
su delegación (APLAUSOS); al pueblo de Perú y su delegación (APLAUSOS); a los
pueblos de Guinea Portuguesa, de Mozambique, de Angola, del Congo (Leopoldville), de Africa del Sur, de Rhodesia del Sur y a
sus delegaciones (APLAUSOS); al heroico pueblo de Lao y a su representación
revolucionaria (APLAUSOS); al pueblo de Cambodia y a
su representación revolucionaria (APLAUSOS), y a las delegaciones de los que
luchan y de los que combaten (APLAUSOS) ...
Y les decía que si algo viene al caso decir hoy aquí —que es un acto
ante nuestro pueblo—, si hay algo que para nosotros, para todos los hombres de
los nuevos movimientos revolucionarios, de los que luchan por su liberación, es
lo más importante, es encontrar el camino verdadero de la lucha, de la lucha
revolucionaria y, además, encontrar el camino verdadero de cada pueblo. Y esto solo cada pueblo podrá hacerlo, podrá
encontrarlo (APLAUSOS).
Y esta conferencia podrá ser muy fecunda
o muy útil; independientemente de cuales sean o cuales fueran sus resultados,
habrá algo ya de por sí muy útil, y es el contacto entre tantos hombres y
mujeres de distintas partes del mundo, el contacto entre dirigentes
revolucionarios, de los dirigentes revolucionarios de los movimientos
revolucionarios de todo el mundo, que ya de por sí dará abundantes frutos,
aumentará la solidaridad, la ayuda general o bilateral, y significará un saldo
muy positivo.
Y en cuanto a nosotros, aquí delante de
nuestro pueblo y en nombre de nuestro pueblo, lo que nosotros no ocultamos: ¡Con Cuba,
cualquier movimiento revolucionario, en cualquier parte del mundo, podrá
contar, con su ayuda incondicional y decidida!
(APLAUSOS PROLONGADOS.)
y la conferencia será tanto más útil y
tanto más provechosa, en la medida en que cada uno de nosotros sepamos tener
personalidad para actuar con criterio propio y con criterio independiente,
porque ese es el único medio, el único camino correcto, y el único camino digno
de encontrar las soluciones verdaderas (APLAUSOS).
Y a nuestro pueblo, la proposición de que
este año —en consideración al evento que tiene lugar en nuestro país y en
homenaje a las delegaciones que nos hacen el altísimo honor de visitarnos y de
reunirse en esta tierra, donde la libertad se conquistó con la sangre de sus
hijos peleando, y que se defendió peleando y se defenderá peleando (APLAUSOS),
para poder llamarse “Cuba, primer país socialista y primer territorio libre de
América” (APLAUSOS)— a este año le llamemos el “Año de la Solidaridad”
(APLAUSOS). Y que el pueblo lo apoye, y
que todos los que estén de acuerdo con este nombre que levanten la mano
(LEVANTAN LA MANO. APLAUSOS
PROLONGADOS).
¡Viva el “Año de la Solidaridad”!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”
y APLAUSOS)
¡Viva la solidaridad y la hermandad entre
todos los pueblos! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!“ y APLAUSOS)
¡Viva la lucha de liberación de los pueblos! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!“ y APLAUSOS)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)