DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CONMEMORACION DEL IX ANIVERSARIO
DEL ASALTO AL PALACIO PRESIDENCIAL, CELEBRADA EN LA ESCALINATA DE LA
UNIVERSIDAD DE LA HABANA, EL 13 DE MARZO DE 1966.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros del Comité Central y de la presidencia de
este acto;
Señores invitados;
Compañeras y compañeros;
Profesores y estudiantes:
Han pasado nueve años desde aquel 13 de
marzo de 1957; mas, con los años, no languidece el recuerdo. Para todo el pueblo, para todos los
combatientes revolucionarios, para todos nosotros, en especial los que en
aquella fecha nos encontrábamos en la Sierra Maestra, está absolutamente fresco
el recuerdo de aquel día. Porque éramos
en aquel instante tan solo una patrulla guerrillera compuesta de 12 hombres, y
en horas de la tarde, mientras hacíamos un alto, sintonizamos, o —mejor dicho—
abrimos nuestro radio portátil pequeño que con grandes dificultades
transportábamos, y nos encontramos con que algunas estaciones no estaban en el
aire. Minutos después pudimos conocer la
noticia del heroico ataque al Palacio Presidencial y la heroica, a la vez que
dolorosísima muerte de José Antonio Echeverría (APLAUSOS).
Y éramos tan solo 12 guerrilleros. Bien poco podíamos hacer en aquel instante
para reivindicar la muerte de aquellos compañeros. Pero no habían transcurrido muchos meses y ya
nuestra guerrilla incrementada libraba una de las primeras batallas
importantes; y no habían transcurrido dos años todavía, cuando ya el II
aniversario de aquella muerte heroica, de aquella heroica batalla del 13 de
marzo, podíamos conmemorarla en esta escalinata de la Universidad de La Habana,
donde año por año hemos venido a rendir un tributo de recordación y el más
sincero de los homenajes a aquellos compañeros.
No habían transcurrido —decía— dos años, porque se luchó arduamente,
porque cada combate, cada batalla —fuese
o no victoriosa—, era un estímulo para seguir la lucha; cada sacrificio, diese
o no diese frutos inmediatos, era un mandato moral para los combatientes. Y se luchó sin tregua, se luchó
incansablemente.
Bien puede decirse que en aquellos
tiempos no se perdió un día, ni se perdió una hora, ni se perdió un minuto, ni
se perdió tan siquiera un segundo. Y
cuando se lucha con tesón, tarde o temprano —y más bien temprano que tarde— el
éxito corona el esfuerzo.
La historia de nuestra Revolución
infortunadamente se conoce bastante poco fuera de nuestro país; nadie la ha
escrito. Tal vez en años venideros, en
lejanos años venideros, escritores surgidos de la Revolución escriban esa
historia; tal vez hoy fuera útil que otros pueblos la conocieran, y conocerla
podría contribuir a alentar la lucha revolucionaria de otros pueblos.
Algunos fuera de nuestro país ignoran y
solo conocen a grandes rasgos los hechos fundamentales de nuestra Revolución: ¿Por qué fue victoriosa
esta Revolución? ¿Por qué de manera
fulminante alcanzó la victoria? Porque
se combatió muy duro, porque se luchó sin descanso, la guerra nuestra fue una
guerra breve, sí. Este hecho de una
guerra breve ha servido para que algunos nuevos detractores de esta Revolución,
surgidos tal vez donde menos esperábamos... Y para hablar con claridad voy a decir
—aunque no me voy a referir concretamente a ese problema—: algunos visitantes latinoamericanos
que han estado en la República Popular China han escuchado de labios de algunos
de los nuevos detractores de esta Revolución, que es una lástima que esta
guerra de Cuba no hubiese durado muchos años; porque si hubiese durado muchos
años se habría profundizado más la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo.
y este argumento es, en primer lugar, una
gran falsedad; una gran falsedad porque la conciencia revolucionaria de este
pueblo no ha dejado de profundizarse un solo minuto (APLAUSOS) desde el triunfo
victorioso de las armas revolucionarias.
Es falsa, porque concluida la lucha de las fuerzas guerrilleras comenzó
para este país entero, para este pueblo revolucionario cada vez más, una lucha
más difícil y más dura que la lucha guerrillera por la conquista del poder
revolucionario.
Negarlo es negar a los muertos de Girón;
negarlo es negar a los muertos luchando contra los bandidos en el Escambray
(APLAUSOS); negarlo es negar la sangre de los obreros víctimas de criminales
actos de sabotajes, como aquel bárbaro acto del vapor “La Coubre” que costó
sangre numerosa de obreros cubanos y aún de obreros de otros países (APLAUSOS);
negarlo es negar, en dos palabras, el bloqueo imperialista; negarlo es negar
que este país vivió en los meses de octubre de 1962 el más mortal peligro que
ningún pueblo en la época contemporánea haya vivido (APLAUSOS); negarlo es
negar el imperialismo, porque en la lucha contra ese imperialismo —mil veces
más poderoso que Batista— es que se ha engrandecido, se ha consolidado y se ha
profundizado la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo (APLAUSOS).
Pero, además, este argumento es un
argumento profundamente inmoral, porque equivale a decir: lástima que no hubiese habido más
muertos para que hubiese más conciencia.
Es un argumento inmoral, porque en el fondo entraña un desprecio profundo
a la sangre de los pueblos y de los revolucionarios.
Porque nosotros recordamos que cada día
de combate costaba vidas; nosotros recordamos innumerables compañeros caídos en
esa lucha, y cada caído nos dolía en lo más profundo de nuestras almas y jamás
podremos esgrimir el inmoral argumento de que, mientras más sangre derramen los
pueblos, más revolucionarios. Porque con
la sangre de los pueblos es inmoral hacer tales razonamientos.
Nosotros podemos decir: “Derrámese tanta sangre de los pueblos
como sea necesaria para hacer la revolución (APLAUSOS); derrámese, si es
necesario, la sangre de todo el pueblo para defender la Revolución”
(APLAUSOS). Pero jamás decir: lamentamos que no
se haya derramado una gota más de sangre, sobre todo de sangre innecesaria.
Porque, señores detractores, si nuestras
fuerzas revolucionarias ganaron la guerra rápidamente fue porque combatieron
duro. Y si el ejército mercenario de
Batista no pudo resistir más el empuje de nuestras fuerzas victoriosas, no es
nuestra la culpa (APLAUSOS) .
Estamos conscientes de las vidas valiosas
que las batallas exitosas sirvieron para preservar; estamos conscientes y
satisfechos además de la sangre que se preservó, sangre que la Revolución no ha
estado nunca en plan de escatimar cuando ha sido necesario.
Pero, bien, no es esta la ocasión hoy
para responder a esos detractores nuevos.
Es doloroso y es a la vez bochornoso que en medio de la batalla que
nuestro pueblo se ve obligado a librar contra el imperialismo, contra el
baluarte principal del imperialismo, tengamos a la vez que distraer nuestras
energías para responder a los que considerábamos hasta hace poco sinceros y
honrados aliados de los pueblos que luchan contra ese imperialismo, a los que
hasta hace poco considerábamos honrados revolucionarios. Es bochornoso a la vez que doloroso ver cómo
la agencia SINJUA ya no se diferencia apenas nada de la UPI y de la AP.
Es bochornoso que incluso el gobierno de
ese país no haya dado todavía una respuesta, sino que en tono trotinante,
amenazante, como verdadero Júpiter, se haya limitado a escribir una breve sarta
de insultos, y decir que se reserva el derecho a contestar. ¡Qué miedo, qué terror, qué tremebunda
amenaza, qué intimidante amenaza! y que lo que haya hecho realmente hasta
ahora, algo verdaderamente bochornoso, es dar instrucciones a unos cuantos
corifeos en el mundo, a unos pocos corifeos en el mundo, para que comiencen a
decir una sarta de mentiras y de calumnias contra nuestra Revolución, tratando
de demostrar que nosotros somos unos peligrosísimos revisionistas. ¡Venir a aplicarle a esta Revolución
semejante “cliché” es el colmo del ridículo!
Porque a la inteligencia humana hay que darle algo más que esa “papilla”
apta solo para consumo de ignorantes, apta solo para rebaños que se muevan por
reflejos condicionados (APLAUSOS); a la inteligencia humana hay que darle
argumentos, hay que darle razones, hay que darle hechos. Y es bochornoso.
Y una prueba del daño que el satelismo
hace y puede hacer en el mundo es el hecho de que algunos agentes, porque no
son más que agentes de ese país, hayan incurrido en la estupidez, en el error
histórico de ponerse a escribir, por mandato chino, artículos infames contra la
Revolución Cubana; como hicieron un grupito de facinerosos de Bélgica, unos
señores teóricos de la guerra revolucionaria, pero que cuando en meses
recientes mercenarios europeos se iban a enrolar en las filas de Tshombe para
combatir a los patriotas congoleños, ninguno de esos facinerosos, teóricos de
la guerra revolucionaria, se ofreció para ir a combatir junto a los patriotas
congoleños contra los mercenarios europeos (APLAUSOS).
Y lo mismo: otro grupo de corifeos y de facciosos
de Ceilán, y algunos otros, unos pocos, la agencia SINJUA se ha dedicado a
transcribir todas y cada una de esas infamantes palabras contra la Revolución
Cubana, en que los argumentos son exactamente los mismos que los de la AP, los
de la UPI y, además, los de los peores elementos del trotskismo.
Ahora bien: ¿En qué error no incurre cualquiera
que pretenda hacerse pasar por revolucionario en estos tiempos contemporáneos,
con decir una sarta de mentiras y de infamias contra esta Revolución? ¡Hay que estar ciegos, absolutamente ciegos
para no comprender lo que el hecho revolucionario de Cuba significa en esta
época! ¡Hay que estar ciegos,
absolutamente ciegos, para no comprender la importancia que el hecho
revolucionario de Cuba tendrá en los años venideros en el mundo actual!
Pero si la ceguera es dolorosa, más
doloroso es que haya en el mundo gentes que pretendan ser calificados de
revolucionarios y que, siguiendo órdenes de amos, se lancen como vulgares
corifeos siguiendo la batuta de un poderoso para atacar a esta Revolución que
escribe una de las páginas más brillantes de la historia contemporánea a solo
90 millas del imperialismo yanki (APLAUSOS).
Porque, al menos, los patronos chinos de esos corifeos están ciegos,
pero actúan por cuenta propia; más los corifeos asalariados de esos patronos
actúan no por cuenta propia, sino por cuenta ajena.
Y desde luego que oportunamente —porque
hoy es necesario tratar otras cuestiones— publicaremos, publicaremos todo lo
que han escrito contra nuestra Revolución (APLAUSOS). Y, a la vez, les responderemos. ¡No somos nosotros quienes tenemos la culpa,
ni nadie nos podrá echar la culpa de este problema surgido, porque la única
forma en que tal vez no habría surgido ahora, y habría surgido después, es que
nosotros nos hubiésemos callado frente a lo que constituía una verdadera
felonía, un verdadero chantaje, una verdadera traición al internacionalismo
proletario, como fue en un año de dificultades quitarnos casi la mitad del
arroz que nos habían enviado el año anterior y hacerlo el último mes del año, y
de uno de los años de mayores dificultades de nuestro país!
Habríamos tenido que optar por callarnos
la boca, por no decirle una palabra al pueblo, por soportar el chantaje,
sencillamente. ¡Y hay que estar
verdaderamente equivocados para tratar de chantajear a este país, para tratar
de chantajear a esta Revolución, y para tratar de chantajear a los dirigentes
de esta Revolución! (APLAUSOS) ¡Hay que estar verdaderamente
equivocados! Y esperar que nos
callásemos la boca es un error que históricamente les costará muy caro a los
responsables, por la forma en que lo han hecho, el momento en que lo han hecho,
el procedimiento que han utilizado.
Porque, aunque fueran capaces de escribir más páginas de las que ha
escrito el imperialismo contra Cuba en siete años, no podrán aplastar la fuerza
inconmovible que este hecho revolucionario y su trayectoria significan.
El haber tratado de valerse de nuestra
situación especial, de nuestra situación de bloqueo, para agredirnos, para
presionarnos en el campo de la economía, es una de las mayores felonías que
ninguna camarilla de dirigentes revolucionarios haya hecho jamás.
Y aquí no pretendo negar los méritos
históricos de quienes hayan hecho eso, no pretendo estúpida y cretinamente
negar lo que ese país haya hecho, la importancia histórica universal de su
revolución, ¡no! Porque solo cretinos y
estúpidos, o quienes crean que los demás son cretinos o estúpidos, acuden a
esos procedimientos.
Nosotros, además, en este problema, en
esta disputa, no le andamos pidiendo a ninguno de nuestros muchos amigos en el
mundo que escriban un articulito, que escriban una frase, un discurso, un
pronunciamiento contra China, ¡no! En
primer lugar, porque no son nuestros procedimientos; en segundo lugar, porque
no los necesitamos. Porque, como tenemos
una posición muy sólida y el hecho que motivó este problema es un hecho muy
claro, no necesitamos de aliados para defender nuestra verdad, ni mucho menos
necesitaremos de aliados para defender la mentira.
Ayudamos a los movimientos
revolucionarios, ¡a todos! Eso no es un
secreto. Pero no le ponemos condiciones
a ninguno. Tenemos amigos, pero no
corifeos. Y jamás le cobraremos a ningún
movimiento revolucionario que ayudemos el precio de defender ninguna infamia.
¿Y quiénes son esos corifeos? Revolucionarios de pacotilla, teóricos de una
guerra revolucionaria que no van a hacer jamás, gentes que nunca han disparado
ni dispararán un tiro, que nunca han disparado ni dispararán un tiro. Esos son los corifeos de los dirigentes de la
República Popular China para detractar a la Revolución cubana y a su Partido revolucionario que se enfrenta en una
batalla histórica contra el enemigo principal de los pueblos: revolucionarios de papel, revolucionarios en
teoría.
No voy a decir que no sea revolucionario
el pueblo chino; no voy a negar que ese pueblo y sus organizaciones dirigentes han luchado duro por hacer la revolución, han luchado duro
contra las agresiones de los imperialistas.
Al menos los que de verdad luchan, aun cuando en un momento dado sean
adversarios, merecen algún respeto.
Los que no merecen ningún respeto son los
otros: los
asalariados, los calumniadores a sueldo; que son los que han sido tomados de
instrumentos para acusar a Cuba, para lanzar contra Cuba una campaña al estilo
imperialista, al estilo goebbeliano, al estilo fascista.
Porque si vamos a discutir a fondo, pues,
habrá que decir verdades a todos. ¡Y
habrá que desenmascarar todo lo que hay de ribete fascista bajo emblema
marxista! (APLAUSOS.)
Y desde luego, esta historia de
revolucionarios que, a pesar de haber hecho cosas buenas en su vida, hacen
después grandes barbaridades al final de su vida, no es nueva. Y las cosas que los hombres cuando degeneran
son capaces de hacer las hemos visto dolorosamente en días pasados. Y son en parte consecuencias de haber
confundido el marxismo leninismo con el fascismo, con el absolutismo; son las
consecuencias de haber introducido en las revoluciones socialistas
contemporáneas el estilo de las monarquías absolutas.
Esta revolución es afortunadamente una
revolución de hombres jóvenes. Y hacemos
votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes (APLAUSOS); hacemos
votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo
biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo
biológica y lamentablemente viejos; hacemos votos para que jamás esos métodos
de monarquías absolutas se implanten en nuestro país y que se demuestre con los
hechos esa verdad marxista de que no son los hombres, sino los pueblos, los que
escriben la historia (APLAUSOS).
Marx, Engels, Lenin, jamás se endiosaron
a sí mismos, ni jamás permitieron el endiosamiento; fueron humildes toda su
vida hasta la tumba, alérgicos a los cultos, alérgicos a la mitología. Y quienes sean verdaderos marxista-leninistas,
deben empezar por imitar en eso a Marx, a Engels, a Lenin.
Léase la biografía de Carlos Marx, por
Mehring (APLAUSOS); léase la biografía de los fundadores del marxismo y se verá
qué hombres impresionantemente humildes, porque no veían en sí mismos los
escritores de la historia, porque veían en las masas trabajadoras y en los
pueblos los escritores de la historia.
Quienes se creen insustituibles para sus
pueblos piensan con la misma mentalidad de esos que creen que asesinando a los
dirigentes de la Revolución asesinarán la Revolución (APLAUSOS). El día en que cualquiera de nosotros se
creyera indispensable, estaría pensando igual que esos terroristas; dejaríamos
de ser marxista-leninistas (APLAUSOS).
Las monarquías absolutas, en medio de
todas sus inmensas desventajas, tenían al menos la ventaja de que había un
heredero del poder. Aceptar el método y
el sistema de las monarquías absolutas en el socialismo es el peor de los
absurdos, porque entonces empieza la lucha de los aspirantes a monarcas absolutos.
¿Y para qué sirve un partido donde todo
gira alrededor de un hombre? ¿Para qué
sirve un partido si se endiosa a un hombre, y se le endiosa hasta tal grado que
ni siquiera los nombres de Marx, Engels y Lenin se vuelvan a mencionar?
En nuestro país nos cabe a los dirigentes
revolucionarios la honra de haber establecido un precedente único hasta hoy,
que fue una ley de la Revolución, una de las primeras leyes de la Revolución,
estableciendo la prohibición de ponerle el nombre de ningún dirigente vivo a
ninguna calle, a ninguna ciudad, a ningún pueblo, a ninguna fábrica, a ninguna
granja; prohibiendo hacer estatuas de los dirigentes vivos; prohibiendo algo
más: las fotografías oficiales en las oficinas administrativas. Le cabe a esta Revolución ese honor.
¡Y yo invito a los dirigentes de la
República Popular China a que sean capaces de aprobar una ley semejante en su
país! (APLAUSOS)
Aquí no hay estatuas de nadie, aquí las
únicas estatuas pertenecen a los que ya rindieron su vida por la causa; aquí no
hay calles que lleven el nombre de ninguno de nosotros, ni pueblos, ni granjas,
ni fábricas. Y sin embargo, ni siquiera
los peores enemigos —excepto tal vez estos nuevos enemigos— sean capaces de
negar la autoridad que en el pueblo tienen los dirigentes revolucionarios, la
confianza que el pueblo tiene en sus dirigentes revolucionarios
(APLAUSOS).
Porque el dirigente revolucionario es
necesario como instrumento del pueblo, es necesario como instrumento de la
Revolución. Mas la relación entre pueblo
y dirigente no puede ser un acto reflejo, no puede ser la resultante de un
reflejo condicionado, sino un problema de conciencia, un problema de
ideas. No es necesario estar viendo una
estatua en cada esquina, ni el nombre del dirigente en cada pueblo, por todas
partes, ¡no!; porque eso revelaría desconfianza de los dirigentes en el pueblo,
eso revelaría un concepto muy pobre del pueblo y de las masas que, incapaces de
creer por un problema de conciencia, o de tener confianza por un problema de
conciencia, fabricara artificialmente la conciencia, o la confianza, por medio
de actos reflejos.
Y en cuanto a vinculación con el pueblo,
bien podemos decir que difícilmente en ningún otro Estado revolucionario del
mundo haya el contacto estrechísimo que los dirigentes de esta Revolución
tienen con el pueblo (APLAUSOS), al revés de otros sitios donde el contacto con
el pueblo no es el contacto con los dirigentes del pueblo, sino el contacto con
las estatuas de los dirigentes del pueblo.
Y volviendo, para finalizar esta parte, a
la idea que expresara, a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres
de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de
dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo
mejor. Preferible es organizar un
Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias
adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante
sus caprichos cuando la chochería se haya apoderado de ellos (APLAUSOS).
Alguien me preguntaba, me decía: ¿Por qué tú crees
que ese señor haga estas cosas con las cosas buenas que había hecho en el
pasado? Y yo le dije: ¿No has leído la Dialéctica de la
Naturaleza de Engels?, pues Engels dice que con el transcurso de los años hasta
el sol se apagará. Qué tiene de
importancia que la brillantez, la lucidez, la luz de un mortal se apague con
los años.
Es lamentable, es doloroso, lo repito,
que entre tantos problemas como los pueblos tienen en estos tiempos, entre tantos
enemigos como los pueblos tienen, sea necesario invertir las energías y el
tiempo en este menester amargo, contra estos problemas nuevos que han
surgido. Sin embargo, en ello tal vez se
cumplen las leyes de la dialéctica, el desarrollo a través de la lucha de los
contrarios. Y esto ha de servirnos a
nosotros para desarrollar más nuestros conocimientos de las realidades sociales
e históricas del mundo; esto ha de ayudarnos a desarrollar nuestra formación y
nuestra conciencia revolucionaria.
Librémonos de la ridícula creencia de que
todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos
infalibles. Nuestro primer deber es
saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo,
todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que
debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de
comprender.
En medio de todo, en medio de todo esto
que pudiera ser desalentador, es alentador que un país pequeño como el nuestro,
un pueblo pequeño como el nuestro esté en condiciones de opinar por sí mismo en
el mundo convulso y agitado de hoy; en medio de una historia de la humanidad
llena de satelismo, llena de hegemonía, llena de sometimientos, haya un pueblo
capaz de pensar por sí mismo, capaz de hablarle al mundo con la autoridad con
que nuestro pueblo puede hablar. Y eso
se demostró en la Conferencia Tricontinental (APLAUSOS), y los delegados de
todos los países, los delegados de todos los países son testigos de eso, de la
inmensa confianza que las organizaciones revolucionarias del mundo tienen hacia
Cuba, de la confianza depositada en Cuba, es decir, en la Revolución Cubana,
cómo apoyaron a Cuba como sede de la conferencia. Y hay que decir que en relación con esto
ocurrió algo de lo cual no se ha hablado.
Mientras tenía lugar la conferencia, en
China apenas se publicaba una palabra de la conferencia. Cuando la conferencia termina empezaron a
escribir y a retransmitir por SINJUA numerosos artículos hablando de la gran
victoria china en la Conferencia Tricontinental, arrogándose todo el mérito y
presentando de una manera mentirosa y falsa como una victoria de ellos los
resultados de la conferencia. Cuando todos
los que participaron en esa conferencia y entre esos todos lo saben muy bien
los representantes chinos, que la victoria de la conferencia fue una victoria
de los movimientos revolucionarios; que no fue una victoria de los poderosos,
que no fue una victoria de los “grandes” sino de los “chiquitos”. Porque tal vez como en ningún otro instante,
en ningún otro evento internacional la voz de los intereses de los pueblos
prevaleció; la voz de los intereses del movimiento revolucionario prevaleció.
Cuba no puede decir que la victoria de la
conferencia sea una victoria suya, es en parte una victoria suya por el
esfuerzo que hizo, por la organización que se logró, por la línea objetiva y
revolucionaria que mantuvo, por la confianza que pusieron en nuestra delegación
los representantes de los movimientos revolucionarios. Fue una victoria en la que tomó parte
importante, pero jamás podrá decir presumidamente que haya sido una victoria
suya. Fue una victoria de los movimientos
revolucionarios; no fue una victoria del satelismo, sino una victoria del espíritu
independiente, una victoria de los criterios propios de los movimientos
revolucionarios. Porque nosotros
cumplimos con nuestro deber sin aspirar a ninguna hegemonía, cumplimos nuestro
deber sin proclamarnos en centro revolucionario del mundo. Quienes tal se proclamen, es que sienten una
necesidad de proclamarse como tales, necesidad tal vez tanto mayor cuanto menos
lo son, cuanto más dejan de serlo.
Los pueblos marchan cada vez más hacia su
liberación contra el imperialismo, pero al librarse del imperialismo los
pueblos no caerán en nuevos tutelajes; los pueblos no podrán caer ni caerán
bajo ninguna forma de tutelaje en el futuro, porque el mundo de mañana, el
mundo del socialismo, por el cual los pueblos luchan hoy, no podrá ser igual
que el mundo de hoy: el mundo de los
fuertes y los débiles, el mundo de los grandes y de los pequeños, el mundo de
los que tienen voto y veto. ¡No! En el mundo de mañana, y mientras en el mundo
existan fronteras, deberá prevalecer la igualdad más absoluta entre los
pueblos, deberá prevalecer ese principio por encima de la potencia de cualquier
pueblo, o del tamaño de cualquier pueblo.
Y nosotros sabemos que luchamos por eso,
no importa el precio, no importan las dificultades que a este país le surjan
por mantener esta posición, por no doblegarse ante nada ni ante nadie. Porque estos sacrificios conscientemente y
estas dificultades conscientemente, las estamos afrontando por el mundo del
futuro, por el derecho de los pueblos en el mundo de mañana a la plena independencia,
a la plena libertad de criterios. Y
después de la lucha contra el imperialismo, que es la lucha en el mundo de hoy
contra el peor mal de hoy, es honroso para nuestra patria luchar desde hoy
contra los males del mañana.
Eso explica este problema, eso explica
esta disputa. No quisimos permitir, no
podíamos permitir la agresión calladamente; nadie podrá reprocharnos habernos
excedido en el lenguaje. Nos limitamos a
exponer ante el pueblo las dificultades sin hacer calificativos; los
calificativos nos vimos obligados a hacerlos después. Ahora, encima de la agresión, la campaña de
difamación. Pero en la misma medida en
que traten de difamar a la Revolución, estarán confesando ante el mundo de que
la reducción del comercio, la reducción de las exportaciones a Cuba en más de
40 millones de pesos, la reducción de las exportaciones de arroz a casi la
mitad del año anterior, se llevaba a cabo por razones netamente de orden
político; mientras, con el mayor fariseísmo del mundo, se preguntaban: ¿Por qué el señor
Fidel Castro ha dicho esto en este momento?
¿Por qué no discutió?
Pretendiendo ocultar que con anterioridad a la medida habían surgido
conflictos muy serios. Pero como el
mundo ignoraba esos conflictos hacían la pregunta ingenua, farisaica: ¿Por qué, por qué
el señor Fidel Castro ha declarado esto en vez de hablar? Eso es, tal vez, lo que esperaban: que cuando
nos apretasen la mano económicamente nos veríamos obligados a hablar, a
tolerar.
Y para tener una idea de la magnitud de
la agresión económica, baste decir que si las importaciones del país se
redujeran todas en una proporción igual, la situación de la Revolución se haría
extraordinariamente dura; baste decir que las medidas de agresión económicas
tomadas contra nosotros originaron en el mercado interno una dificultad
adicional, y fue que aumentó extraordinariamente el número de compradores de
las mercancías chinas, y prácticamente se agotaron las existencias de algodón,
de hilo, de agujas, de infinidad de artículos, como consecuencia de la agresión
económica y ante el temor de que esa agresión continúe.
Es decir que nos crearon dificultades no
solo con el producto que nos habían disminuido, sino que nos crearon
dificultades con los demás productos.
El Gobierno de China sabe bien que como
consecuencia de la prohibición de Estados Unidos de exportar a Cuba, muchos
artículos —no uno, sino infinidad de artículos— se adquieren en ese país; sabía
que para nosotros entrañaba un riesgo grande de carácter económico, entrañaba
riesgos y dificultades grandes cualquier acción por parte de ellos. Tal vez por eso calcularon que tendríamos que
aceptarlo calladamente, que tendríamos que doblegarnos. Ellos no podían ignorar que después de su
agresión económica países capitalistas que comercian con nosotros tratarían de
ponernos condiciones más duras, porque los capitalistas están como lobos al
acecho, saben que nuestra situación se ha hecho más difícil con motivo de la
agresión económica por parte de China; y, naturalmente, tratan de cosechar también
sus dividendos, estableciendo condiciones más duras para nuestro país. Y eso, naturalmente, también lo sabíamos
nosotros. Sin embargo, creemos que hemos
cumplido con nuestro deber y lo seguiremos cumpliendo.
Sabemos que nada podrá doblegar a nuestro
país; sabemos que nada podrá hacer mella en el espíritu de nuestra Revolución;
sabemos que nada podrá hacer mella en la conciencia y en la voluntad de nuestro
pueblo; sabemos que interpretamos el profundo sentimiento de dignidad de
nuestros compatriotas (APLAUSOS), el espíritu rebelde de nuestro pueblo
revolucionario; sabemos que interpretamos eso.
Y es lamentable, es lamentable que haya
tantos equivocados en el mundo, es lamentable que haya tantos que nos hayan
subestimado en el mundo, empezando por los imperialistas yankis. Cuán equivocados estaban los que iniciaron el
camino de las agresiones contra nuestro país al suponer que esta Revolución
venía abajo con unas cuantas medidas de orden económico, con unas cuantas
agresiones. Han pasado siete años, hemos
luchado firmemente, hemos trabajado arduamente y la Revolución —mal que les
pese a nuestros viejos y a nuestros nuevos enemigos— mal que les pese, es cada
vez más fuerte y está cada vez más consolidada.
Los pueblos son nuestros aliados; algún
día los pueblos impondrán la amistad hacia nuestro país; algún día el propio
pueblo norteamericano será aliado del pueblo de Cuba, algún día el pueblo
norteamericano ajustará las cuentas con sus gobernantes imperialistas
(APLAUSOS). Y algún día el pueblo chino
—no diré que ajuste cuentas con sus actuales dirigentes, porque sería negar lo
que esos dirigentes han hecho por ese pueblo que, como decíamos anteriormente,
sería estúpido negar—, algún día el pueblo chino ajustará las cuentas con los
errores que esos dirigentes están cometiendo con relación a nosotros.
Han querido presentarle al pueblo chino
nuestra denuncia como un acto antipueblo chino, un acto antichino. Nada más infame, nada más calumniador. Nosotros no le hemos hecho nada al pueblo
chino, nosotros no le hemos quitado una sola libra de azúcar al pueblo chino,
nosotros no le hemos quitado un solo gramo de producto al pueblo chino;
nosotros nos hemos defendido simplemente contra una agresión cobarde e
incalificable. No nos anima contra ese
pueblo ningún sentimiento de inamistad, ni podrá animarnos jamás. No importa cuántos millones de chinos puedan
ser engañados, no importa a cuántos millones de chinos les puedan hacer creer
las peores cosas contra Cuba, ¡no importa!
Históricamente ninguna mentira puede ser perdurable, históricamente
ninguna mentira puede durar mucho tiempo.
Y nosotros sabemos que algún día la
verdad se conocerá. Nosotros sabemos que
algún día, por mucho que hoy en ese país se endiose al señor Mao Tse Tung,
algún día habrá hombres capaces de ver objetivamente y saber distinguir los
errores de los aciertos. Y nosotros hoy
libramos esta batalla y libraremos cuantas batallas sean necesarias (APLAUSOS),
y esperaremos confiados, esperaremos confiados porque sabemos que por encima de
nuestros difamadores y detractores el tiempo nos dará la razón.
Sabemos que algún día el pueblo chino
sabrá la verdadera historia de este país, la lucha que libra hoy y librará
mañana, las páginas que ha escrito hasta hoy y la que escribirá mañana. Porque nos encontramos en el vórtice de los
acontecimientos, nos encontramos en medio de un continente que se revoluciona,
donde la lucha se hace cada vez más aguda, donde el odio imperialista es cada
vez más agresivo, donde las voces demandando la agresión a Cuba aumentan día a
día; sabemos que nuestro pueblo está llamado a escribir páginas de heroísmo,
sabemos que nuestro pueblo está llamado a resistir y afrontar serenamente y
dignamente grandes riesgos, y sabrá afrontarlos con absoluta entereza. ¡Y sabemos que antes se podrá decir que este
pueblo desapareció de la faz de la tierra antes de que se pueda decir que este
pueblo claudicó! (APLAUSOS.)
Y cómo podrá ocultar nadie esa verdad a
las generaciones venideras, cómo podrá ocultar nadie esa verdad al mundo del
mañana, cómo podrá nadie negar esa verdad a la posteridad. Los que nos calumnian y nos detractan se
hipotecan con la historia, y cargarán —como un pesado fardo y no impunemente—
las infamias que escriban hoy contra nosotros.
En este 13 de marzo ha sido necesario que
dedicara este tiempo a hacer estas afirmaciones, porque nos encontramos
alrededor de esta fecha con problemas diversos.
He hablado de una parte de nuestros problemas exteriores; este problema,
naturalmente, que no es un problema interior, porque a pesar de los millones de
“papalotes” que han repartido aquí no lograron en nuestro país hacer ni una
fracción de fracción, como una prueba de que hay una conciencia y una solidez
revolucionaria, una extraordinaria unidad en nuestro pueblo. Es la unidad que se ha forjado en la lucha
contra los enemigos de afuera y de adentro.
Hemos tenido una amarga experiencia en
días atrás. Me refiero a los hechos que
dieron lugar al juicio contra quien fuera presidente de la FEU y Comandante de
las Fuerzas Revolucionarias. Las
cuestiones esenciales de ese problema fueron discutidas ampliamente en el
juicio. Nuestra opinión sobre el mismo
fue expresada en la carta al Tribunal Revolucionario (APLAUSOS).
Nunca resulta grato juzgar dos veces la
misma cosa; nunca resulta grato tener que hablar de quienes han sido ya
sancionados no solo por los jueces sino por la opinión pública. Por eso, más que analizar en sí ese hecho y a
los personajes que participaron en ese hecho, quiero en primer lugar hablar de
cómo el enemigo ha tratado de forjarse ilusiones en relación con este problema,
y explicar cuáles son las causas de este ilusionismo que nuestro enemigo se ha
hecho.
Traje por aquí, por ejemplo, dos cartas,
que revelan cómo el enemigo ha tratado de quitarse de encima el tremendo golpe
moral que recibió en el juicio, el golpe anonadante que recibieron las
ilusiones que se habían hecho en relación con la conjura para la cual habían
logrado captar a personas como las que fueron juzgadas y que dado sus
antecedentes en la lucha revolucionaria tenían acceso a todas partes, las
ilusiones que se hicieron con el silenciador y con la mirilla telescópica, y
con un disparo que pudiera privar de la vida al que les habla.
En primer lugar, desde el punto de vista
técnico, quiero explicarles a nuestros enemigos que no es tan fácil disparar
certeramente desde 700 metros con una mirilla telescópica. Para eso hacen falta muchas cosas, entre
otras cosas, saber manejar una mirilla, saber ajustarla, saber, conocer todas
las técnicas del tiro en las más diversas circunstancias. En materia de mirillas nosotros tenemos
alguna experiencia, puesto que nuestro ejército expedicionario, nuestra fuerza
expedicionaria en el “Granma” tenía cerca de 60 mirillas telescópicas, y
llegamos a adquirir una gran experiencia, de manera que nuestros tiradores sí
le daban a un plato a 800 metros. Y no
solo le daban a un plato de frente, algunos tiradores le daban a un plato de
perfil (APLAUSOS). Y estos señores creen
que es tan fácil montar una mirilla.
Además, para darle a un hombre a 800 metros, si es un buen tirador de
verdad no necesita mirilla. Pero, bueno,
no le vamos a cobrar nada a la CIA por esta información.
Todos nosotros sabemos que nos tiene sin
cuidado sus planes de atentado; se han pasado años en eso, y cada vez más en
eso, porque pretenden responsabilizar a los hombres con las revoluciones. Nosotros estamos muy tranquilos: se puede matar en
fila india a todos los dirigentes de esta Revolución, uno detrás del otro, y la
Revolución sigue; y cada vez más (APLAUSOS).
¿Alguien tiene alguna duda de eso? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡Nadie! ¿Quién sería capaz de echar hacia atrás la
rueda de la historia? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”) ¿Quién podría ser
capaz de hacer retroceder un proceso revolucionario (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”)
Esa es una verdad que todos sabemos. Pero aparentemente el enemigo lo ignora. Es lógico, el enemigo no puede entender lo
que es una revolución; el enemigo imperialista ha usado contra este país sus
mejores recursos, sus más calificadas “inteligencias”, todo el oro de que
dispone en abundancia, todos los medios de bloqueo, subversión, agresión. Con la centésima parte de lo que han hecho
contra nuestra Revolución en otros países han derrocado gobiernos; en algunos
casos con los primeros tiros, y en algunos casos sin disparar un tiro. Y aquí han fracasado.
Cuando su famosa invasión mercenaria,
antes de que ellos se enteraran ciertamente de lo que estaba pasando ya no
había mercenarios organizados. Con la
invasión lanzaron una serie de noticias: “Ocupado Matanzas, avanzan hacia La
Habana. Se sublevaron las milicias; se
sublevó el Ejército.” Chillidos de
cucarachas (RISAS), soñando con los leones.
Antes despreciaban nuestras milicias y nuestro ejército; ahora chillan y
entonan chillidos zalameros para ver o por creer que en oídos de leones puedan
influir chillidos de ratones. Todo
milagroso, maravilloso. A las pocas
horas: “Muerto
este, muerto el otro. Nadie vivo. La Revolución abajo. Las victoriosas huestes de la CIA avanzaban
con aire triunfal hacia la capital de la república.” Y a esa hora ya estaba lloviendo sobre los
mercenarios un diluvio de plomo revolucionario.
Y los que avanzaban victoriosos y enardecidos eran nuestros batallones
de combatientes integrados por hombres como este que en la noche de hoy recibió
como estudiante de vanguardia, la Orden “José Antonio Echeverría”
(APLAUSOS). El es un símbolo de los
hombres que aquel día marcharon al combate.
Mas solo una parte realmente pequeñísima de
nuestras fuerzas pudo entrar en combate, porque no había suficientes enemigos
para emplearlas todas.
Como todas sus armas las ha empleado el
imperialismo contra Cuba y no puede, no puede, tratan de atribuir sus fracasos
tal vez a las demoníacas atribuciones de un individuo o de algunos
individuos.
No hay tal milagro, señores
imperialistas. No hay tal magia, señores
imperialistas. Simple y sencillamente lo
que hay es una revolución de verdad en nuestro país. Y las revoluciones de verdad son imposibles
de destruir (APLAUSOS).
Pero ¿qué hacen? ¿Qué hacen cuando son descubiertos sus
planes, en los cuales cifraron grandes esperanzas? Entonces, aturdidos por el golpe, empiezan a
fraguar y a maquinar todo tipo de mentiras.
En este caso se les ha ocurrido maquinar la más ridícula de todas.
Y uno de los tantos cables —este de marzo
10, de la UPI— dice: “Estudiantes
cubanos realizaron una manifestación en la Universidad de La Habana contra el
régimen de su país, amenazando de muerte al Primer Ministro Fidel Castro
—declararon hoy viajeros llegados de la Isla.
“Los informantes que arribaron en el
puente aéreo desde Cuba agregaron que después de la manifestación efectuada el
viernes último los estudiantes pretendieron marchar sobre el palacio Presidencial,
pero fueron dispersados por la policía (EXCLAMACIONES).
“Ninguno de los exiliados que llegaron
hoy fue testigo de los hechos, pero los entrevistados todos coincidieron en
afirmar que no hay duda de que ocurrieron.
Uno de los cubanos proporcionó un detallado informe basado en los datos
que le dio un sobrino que se encontraba en la universidad...”
¿No estará por aquí el sobrino? (RISAS)
“...contribuyó a organizar la marcha y
participó en ella”.
No hay duda.
“Fueron estas —ya lo da por hecho UPI,
gozoso—, fueron estas las primeras manifestaciones contra el régimen castrista
de que se tienen noticias desde mediados de 1962, cuando la escasez de
alimentos desencadenó desórdenes en Cárdenas y otras ciudades del interior.
“Las informaciones iniciales sobre la
demostración estudiantil se tuvieron anoche en esta ciudad. Según indicaron hoy los viajeros, los
universitarios protestaron contra el juicio y posible ejecución del Comandante
Rolando Cubelas, expresidente de la Federación Estudiantil Universitaria, y
otros seis acusados que participaron en un complot contra la vida de Castro.”
Pero no es solo UPI. Posiblemente hay en el mundo millones de
gentes que leyeron esta mentira y estén horrorizados: ¡Qué situación la de Cuba!
Aquí tenemos uno que es de la AFP, creo
que es France Presse. Se supone que la
France Presse sea un órgano independiente; se supone que, teniendo Francia una
actitud cada vez más antagónica con Estados Unidos, la France Presse tenga
criterios propios. Pero no, no ocurre
así; en este caso, por lo menos, no hay indicios de que la France Presse tenga
un criterio propio. Y más bien... Si es que AFP quiere decir France Presse,
¿verdad? Eso mismo. Si estoy equivocado que me perdonen.
Dice aquí: “Terminado el proceso que se siguió a
los implicados en un complot contra la vida del Primer Ministro Fidel Castro
con la condena a 25 años de prisión para los principales acusados y la pena
capital conmutada para el ex-Comandante Rolando Cubelas, los observadores
esperan al próximo domingo para ver más claro en las razones de la benevolencia
castrista.
“El domingo 13 de marzo se cumple un
aniversario más del ataque al palacio de Fulgencio Batista por los
estudiantes. El premier cubano suele
pronunciar en esa fecha un discurso a la juventud, dirigido especialmente a los
estudiantes, exaltando el valor y el espíritu de sacrificio de los grupos de
acción estudiantiles que en pleno día atacaron el bien resguardado palacio del
dictador así como una estación de radio.
Aquella jornada sangrienta estuvo a punto de ser una jornada victoriosa;
casi todos los atacantes hallaron allí la muerte con su presidente, José
Antonio Echevarría, al frente.
“Fidel Castro no tiene por costumbre
esquivar los problemas —¡vamos!, menos mal (RISAS)—, pero no es completamente
seguro que se decida a evocar en esta ocasión lo que se ha dado en llamar ‘el
malestar estudiantil'.”
Esto escribe France Presse: que no es seguro
que me decida a evocar lo que ya se ha dado en llamar “el malestar estudiantil
en Cuba”.
“Se ha dicho en La Habana que el proceso
Cubelas ha despertado a la universidad, actualmente bajo el control del Partido
Comunista. Corrieron rumores de que se
habían previsto manifestaciones en el caso de que Rolando Cubelas hubiese sido
condenado a muerte. También se dijo que
se habían confiscado volantes y que la policía vigilaba estrechamente la
universidad.
“En realidad, los observadores que se
hallan sobre el terreno no se han percatado de ninguna anormalidad en la
rutinaria vida cotidiana.”
Dice eso, pero habla del llamado
“malestar estudiantil”.
“Con todo, Cubelas conservaba cierta
popularidad, pues se trata del último presidente elegido por los estudiantes.”
Lo cual es una enorme mentira. Y todo el mundo sabe cómo se hicieron las
elecciones en que salió presidente el compañero que actualmente es dirigente
nacional de la Juventud Comunista (APLAUSOS), y del compañero vicepresidente
que actualmente es presidente de la FEU (APLAUSOS).
Dice: “El gesto de Cubelas, último portavoz
de los estudiantes nacionalistas frustrados, pues en lo que toca a las
ramificaciones políticas, a la presencia de la CIA, etcétera, son detalles
ciertos, pero solo detalles.”
¿Qué quiere decir este de la France
Presse? ¿Que son solo detalles?
“Recordemos, para comprender mejor la
frustración estudiantil, que la extrema izquierda no existía en la universidad
hasta 1960. Solo queda ahora, de todo el
grupo de dirigentes de la juventud estudiantil revolucionaria, Faure Chomón,
actualmente ministro de Transportes.”
No sé por qué mencionan al compañero
Faure, que no tiene nada que ver en absoluto con este problema.
“Con Cubelas ha desaparecido el último
anticonformista capaz de intentar un golpe de envergadura. Su remordimiento y su autocrítica no cambian
el fondo del problema. Lo grave es que
esta idea del asesinato haya venido de las propias filas de aquellos que fueron
los primeros en rebelarse contra la tiranía; de ahí la vacilación y perplejidad
de Fidel Castro, que adoptó una decisión de clemencia.”
¡Qué casualidad! Resulta que es “una gran perplejidad” y “una
gran vacilación”; tan grande como la de aquella del 19 de abril cuando habíamos
dejado fuera de combate en cuestión de horas a toda una brigada de mercenarios. Recordamos que aquel día los últimos
prisioneros los agarramos, no dispararon ni un tiro; por cierto que, en aquella
situación pasé, incluso, por al lado de una escuadra armada de Garands. Ibamos por el camino de la costa y quedaba un
grupo de mercenarios en la orilla, y ni tiraron. ¿No tiraron por qué? Porque estaban desmoralizados
completamente.
Pero en realidad yo saco a colación la
historia de Girón porque estos señores hablan de perplejidad y de
vacilación. Son incapaces de entender
esta Revolución, y son incapaces de entender la conducta de los
revolucionarios; son incapaces de ver que jamás esta Revolución se ha excedido
en rigor; son incapaces de ver el gesto que tuvo la Revolución cuando la
invasión de los mercenarios, después de la victoria; son incapaces de comprender
que nuestra Revolución está acostumbrada a vencer sobre sus enemigos (APLAUSOS)
y que la Revolución victoriosa nunca ha perdido la serenidad y nunca ha perdido
la generosidad.
Como expliqué en mi carta al tribunal,
siempre que ha sido imprescindible, la Revolución ha aplicado con rigor el
castigo; y como expliqué también, eso que se puede llamar castigo, no es en el
concepto de la justicia revolucionaria un castigo, aunque se le llame así, sino
un medio de defensa de la Revolución; que el delito contrarrevolucionario es un
delito transitorio porque responde a una época y es producto de una lucha de
clases, y que con la Revolución socialista las clases desaparecerán y, con las
clases, sus ideas políticas e, incluso, sus delitos. No vemos la sanción revolucionaria como
castigo de los hombres, sino medio de defensa de la Revolución contra las
clases explotadoras y los instrumentos de esas clases.
Habría que suponer a la Revolución llena
de odio y resentimiento. Y la Revolución
odia, naturalmente, a sus enemigos, al sistema social contra el cual se hace, a
las clases explotadoras y sus ideas; pero es capaz de comprender hasta qué
grado los hombres son víctimas de esa sociedad en que crecieron. No tendríamos ninguna fe en la Revolución, no
tendríamos ninguna fe en los seres humanos, no tendríamos ninguna fe en la
educación, si no fuésemos capaces de comprender hasta qué grado el hombre es un
producto de su época y de la sociedad en que nace y se educa.
Y porque sabemos que en los hombres de
mañana no habrá este tipo de hombres, que la sociedad socialista no dará este
tipo de hombres, ni producirá este tipo de delitos; porque demostramos que así
pensamos en cada uno de los actos que la Revolución ha hecho, en la tremenda
atención que la Revolución ha dado a la educación; es decir, porque creemos en
esto y creemos en el nuevo tipo de ciudadano del mañana, porque creemos en la
sociedad sin clases, porque creemos en los seres humanos capaces de vivir de
una manera comunista, sabemos que la propia Revolución, que el nuevo sistema y
la educación, erradicarán de la sociedad ese tipo de hechos con otros muchos
tipos de hechos.
Cuando somos severos en la aplicación de
las sanciones es siempre en el concepto de que esa sanción es un medio de
defensa de la sociedad, que es necesario la existencia de leyes
revolucionarias, de tribunales revolucionarios y de sanciones revolucionarias,
como un instrumento de defensa de la nueva sociedad que se quiere crear, del
nuevo sistema; como un instrumento de defensa de la Revolución.
Y hemos actuado en este caso como hemos
actuado siempre, y hemos tenido en cuenta la actitud de los acusados en el
juicio, que con toda crudeza confesaron su delito y anatematizaron con sus
propias palabras sus hechos. Porque el
acusado principal, en un determinado momento, prestó servicios a la
Revolución. Algunos podrían pensar: no, hay que ser
ejemplarizante para que nadie más haga eso.
Y nosotros pensamos:
¡No, los hombres de esta Revolución, sus comandantes militares,
sus cuadros dirigentes no necesitan de ese tipo de ejemplo! (APLAUSOS), y no lo necesitan por la clase de
hombres y la madera revolucionaria de que están hechos, porque sencillamente
tenemos plena y absoluta confianza en ellos.
No está necesitado nuestro país, en ese sentido, de nada
ejemplarizante.
Casos como estos son en sí mismos tan
repudiables y calan tan hondo en la conciencia de los hombres dignos, y es tan
profundo el desprecio a tales actos, que no habrá sanción que tenga la fuerza
moral del efecto que en sí mismo tales hechos producen. Y no hay que equivocarse. Los enemigos tratan de tomar esto como un
ejemplo de que la Revolución no puede contar con la lealtad de sus hombres. No nos confundamos, no nos equivoquemos. Individualmente cualquier hombre puede llegar
a cometer la peor falta como una excepción, pero para que nuestros enemigos no
se hagan ilusiones deben saber que la Revolución sabe qué hombres están aquí
desempeñando las funciones esenciales.
En este caso quien se hace responsable de
todos estos hechos era una persona, que por sus características resultaba
prácticamente imposible que desempeñara en el seno de la Revolución ninguna
función clave. Las funciones claves en
el seno de la Revolución las desempeñan determinados hombres y no en virtud de
amiguismo ni de favoritismo sino en virtud de méritos, de capacidad, de firmeza
revolucionaria, de fidelidad a la causa de su pueblo, de capacidad y de calidad
humana.
Ningún hombre sin estas condiciones podrá
estar jamás en ningún cargo clave de la Revolución.
Y ese sistema es superior a cualquier
otro sistema, porque los hombres de la Revolución y los hombres que con
nosotros la dirigen y la defienden no están en esos sitios porque sean amigos
personales míos ni de nadie; están, cada uno en sus puestos en virtud de las
normas revolucionarias, en virtud de los principios revolucionarios, no por
razones de amiguismo, no por vinculaciones de tipo personal. Es lógico que entre los hombres que han
luchado juntos surjan vínculos de amistad, de afecto, de profunda estimación,
pero tales vínculos solo surgen dentro de la convicción revolucionaria, dentro
de la ideología revolucionaria podré discutir con un enemigo; en cualquier
sitio podremos los revolucionarios hablar con quien sea, de frente y sin temor
a contaminaciones de ninguna clase, pero lo que no podremos jamás los
revolucionarios es ser amigos de los contrarrevolucionarios (APLAUSOS).
Podemos ser clementes con un mercenario o
con 1 000 mercenarios, pero lo que no podremos jamás es ser amigos de mercenarios. Y los revolucionarios tenemos muchas personas
a las que estimamos profundamente, pero seríamos incapaces de concebir el
afecto fuera de la Revolución; seríamos incapaces de concebir el afecto fuera
de la Revolución; seríamos incapaces de concebir el afecto ni siquiera hacia
aquellos que son tibios con la Revolución.
Amigos, familia, todo dentro de la Revolución, fuera de la Revolución,
nada (APLAUSOS).
No han vacilado los imperialistas, con
sus detestables e inmorales procedimientos, en sobornar, corromper y reclutar
incluso familiares allegados, como lo han hecho con nosotros, como lo han hecho
en el seno de mi propia familia, para utilizarlas después como instrumentos
repugnantes, por dinero. Pero es que nosotros
los revolucionarios vemos el afecto y los vínculos humanos no en virtud del
instinto sino en virtud de la conciencia (APLAUSOS). Y entendemos que los vínculos más sagrados
que pueden establecerse entre los hombres, no es en virtud de un instinto puramente
animal, sino de una razón puramente humana, sino de una relación verdaderamente
espiritual, verdaderamente honesta, verdaderamente moral.
Nuestros hermanos son todos los
verdaderos revolucionarios (APLAUSOS) y los revolucionarios tenemos una familia
más numerosa que nadie. Nuestros hermanos
son todos los explotados. Nuestros
hermanos son todos los oprimidos en cualquier sitio del mundo en que se
encuentren. Nuestros hermanos son todos
los verdaderos revolucionarios y por un revolucionario cualquier revolucionario
da la vida, por un revolucionario cualquier revolucionario sacrifica cualquier
cosa.
Y los revolucionarios sí sabemos sentir
la fuerza de los vínculos afectivos entre los seres humanos, los más puros, los
más espontáneos, los más sinceros.
¿Quiénes eran nuestros hermanos en las montañas? ¿Quiénes fueron nuestros hermanos en las
horas difíciles? ¿Quiénes son nuestros
hermanos en los momentos culminantes de la Revolución? ¿Cuando Girón? Hermanos como este son nuestros hermanos
(Señala al compañero Fausto Díaz) (APLAUSOS).
A esos hermanos nos unen los vínculos de
la Revolución, los vínculos verdaderamente eternos e indestructibles. Y quien destruya los vínculos con la
Revolución, destruye todo vínculo con nuestros afectos, con nuestra amistad,
con nuestra estimación.
Y esos vínculos son los que unen a los
hombres de la Revolución, a los cuadros revolucionarios, los que unen a los
hombres que no dispararon nunca contra nadie por una razón mezquina de
ambición, que no dispararon nunca contra nadie buscando honores, buscando
ventajas materiales. Porque los que
fuesen capaces de empuñar armas, pelear, guerrear, matar, si no lo han hecho,
si no lo hacen por una causa verdaderamente revolucionaria, si no lo hacen
contra los explotadores, si no lo hacen para establecer en el mundo la
justicia, ¿en qué se podría diferenciar un revolucionario de un vulgar
delincuente?
Hemos luchado. Sangre de numerosos compañeros se ha
derramado, sangre de muchos enemigos se derramó también. Pero todo eso ocurrió por algo y para algo. Nos vimos necesitados de matar para acabar
con el crimen, para acabar con el asesinato, para acabar con la explotación;
nos vimos obligados a luchar para librar a nuestra patria de aquel terror. Si contra los mercenarios en Girón cayeron
más de 100 combatientes, si murieron mercenarios, si murieron revolucionarios
en aquella batalla, llegar a cualquier arreglo con el enemigo es hacerse
cómplice de los que mataron a sus compañeros; llegar a cualquier arreglo con el
enemigo es hacerse asesino de los que mataron a mercenarios.
¿Cómo pueden los hombres dar ese salto
abismal? Porque entre los enemigos y
nosotros hay un abismo:
Todos los sacrificios que se han hecho, todos los compañeros que
han caído, toda la sangre derramada; y eso no se hizo en vano, eso se hizo por
la Revolución y para la Revolución. Y
por eso no es posible que exista ningún vínculo entre el revolucionario y el
contrarrevolucionario.
Quien haya sido revolucionario y lo haga,
es simplemente un traidor; y los que lo hacen sin haber sido revolucionarios se
explica que lo hagan, porque quien no haya visto caer a un compañero atravesado
por las balas enemigas, quien no haya sentido nunca el dolor de tantos hombres
acribillados a balazos, de tantos campesinos asesinados, de tanto luto
sembrado, nada de extraño tiene que entren en conversaciones con agentes de la
CIA, o con amigos de la CIA, o con la misma CIA, porque ellos no pueden sentir
la distancia abismal que los separa del enemigo.
Y los hay, ¡cómo no!, los hay, porque hay
muchos que no conocieron los sacrificios de la Revolución, hay muchos que no
conocieron los riesgos de la lucha contra la tiranía, hay muchos que nunca
subieron una loma, hay muchos que nunca conocieron la angustia de la
clandestinidad, hay muchos que no sufrieron el terror, por distintas
razones: en algunos casos porque fueron
demasiado jóvenes; y entre esa gente, entre esa gente, se explica que hablen
con el enemigo, que conversen con el enemigo, que hagan amistad con el enemigo,
sencillamente porque no han conocido al enemigo, no han sentido las garras del
enemigo.
Por eso, en esta Revolución, que como
toda revolución es la Revolución de los oprimidos, de los explotados, contra
los poderosos, contra los ricos, pero que monopolizan no solo la riqueza sino
también la cultura, mucha gente encontró la oportunidad de ser promovidos a
cargos que sin la Revolución jamás habrían alcanzado. Y todos recordamos que para ser nombrado
cónsul, cónsul, en la sociedad capitalista, tenían que pasarse los individuos
muchos años esperando una oportunidad; muchos estudiaban en la universidad,
sacaban un título de Licenciado en Derecho Diplomático, y casi nunca —muy raras
veces— encontraban la oportunidad que lo nombraran siquiera cónsul. Y cuando lograban el cargo de cónsul hasta lo
defendían con las uñas y con los dientes.
Con la Revolución fueron nombrados no
cónsules, sino incluso embajadores, en muchas ocasiones individuos que ni
habrían soñado en semejante cosa, que ni habrían soñado en semejante honor,
ascendieron a cargos súbitamente, sin ningún otro mérito que poseer un poco de
conocimientos. ¡Y así cuántos
pequeño-burgueses fueron promovidos a importantes cargos en el servicio
exterior, en el comercio exterior!, cargos más que bien remunerados; gentes que
han sido incapaces de resistir el soborno, gentes que han sido incapaces de
resistir las presiones del enemigo, que como una verdadera plaga les cae
encima. Porque para eso el enemigo tiene
recursos, el imperialismo cuenta con millones más que suficiente con que
mantener toda esa plaga de truhanes que en todos los puertos del mundo, en
todas las ciudades del mundo capitalista, esperan a los barcos mercantes de
Cuba, asedian a los funcionarios diplomáticos y comerciales de nuestro
país.
Pero, naturalmente, no están en esos
cargos, y hay que decirlo con toda claridad y toda franqueza sin que esto
quiera decir una generalidad ni mucho menos, sin que quiera decir una
generalidad ni mucho menos, pero debemos decir con toda franqueza que muchos de
esos individuos que se dejaron reclutar, que cedieron a la presión y al
soborno, jamás tuvieron la menor idea de lo que era el sacrificio, de lo que
era la lucha.
Es que los mejores hombres de la
Revolución se quedaron en nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, los mejores
hombres de nuestra Revolución se quedaron en el Partido, los mejores hombres de
nuestra Revolución han estado desempeñando infinidad de tareas de vital
importancia.
Y por eso, ¿nuestros combatientes
guerrilleros quiénes eran? Obreros
humildes, campesinos. Nuestros oficiales
revolucionarios, la mayor parte de ellos, tuvieron que ponerse a estudiar
apenas terminó la guerra y se han pasado siete años estudiando, siete años
superándose para poder desempeñar las nuevas funciones que la Revolución
requería, para poder mandar unidades grandes de combate. Ninguno de esos hombres podía desempeñar un
cargo de embajador, o de cónsul, o de agregado de cualquier cosa, o de jefe de
una oficina comercial. Y si hubiese
podido no habría sido correcto enviarlo allá, porque lo necesitábamos aquí en
el país al frente de una unidad de combate, o al frente de un trabajo de
Partido, o al frente de un sector importante de la administración y de la
economía.
Estoy muy lejos de proclamar —entiéndase
bien— que solo pueden ser buenos los que lucharon. No.
Porque aquí la lucha empezó hace algo más de 10 años, y ha tenido
distintas etapas: una etapa
insurreccional; pero cuando esa Revolución triunfa, decenas de miles de hombres
y mujeres, cientos de miles de hombres y mujeres se incorporaron a la
Revolución y han estado en el país trabajando y luchando, se incorporaron a
nuestras unidades militares y lucharon contra los mercenarios en Girón; o
lucharon contra los bandidos en el Escambray, o lucharon desempeñando un
trabajo abnegado y anónimo en una fábrica, o en una granja, o en algún frente
de la producción, o de la administración; otros han prestado abnegados
servicios también en el exterior del país.
Porque quién puede negar los méritos de ese joven que se pasó tres años,
que se pasó tres años infiltrado en una organización de la CIA (APLAUSOS). Y como él incontables más, verdaderos héroes
anónimos de la Revolución, cuyos nombres no salen nunca en un periódico, ni
pueden salir.
Es decir que el mérito de decenas de
miles, de cientos de miles de ciudadanos, se ha ido formando a lo largo de todo
este proceso. Pero al lado de los
hombres que luchan, al lado de los hombres que trabajan, al lado de las decenas
de miles de obreros de las ciudades que se van a cortar caña durante toda una
zafra, han marchado parejamente esas corrientes de individuos que no han
aportado nada, no han hecho ningún sacrificio, no tienen ninguna conciencia
revolucionaria y que, desde luego, no son la representación de nuestro
pueblo.
Cualquiera que lea: que desertó el capitán tal del barco
más cual, o el agregado comercial tal, o el embajador más cual, y juzgara por
eso a nuestro pueblo, estaría cometiendo un inmenso error, porque estaría
juzgando a nuestro pueblo por esa calaña débil, vacilante, cobarde, corrompida,
sin conciencia, sin principios, sin carácter, que se deja comprar por unos
miserables pesos.
Hubo individuos que participaron en la
acción revolucionaria; individuos que uno se pregunta: cuando hacían una revolución, ¿qué
idea tenían de lo que era una revolución?
¿Acaso cuando ponían una bomba o mataban lo hacían para tener luego la
oportunidad de recibir unos miserables pesos del imperialismo? ¿O querían aquí establecer una “lumperocracia”
en este país? Es decir, el gobierno del
lumpen, o el gobierno de la corrupción.
¿Querían acaso que el país siguiese siendo lo de antes? No.
Había que fundar una república de trabajo, una república de honradez,
una república de hombres y mujeres dignos, donde ser gobernante no fuese ser
truhán, no fuese ser bandido, porque hasta la palabra política estaba
corrompida, desprestigiada; la palabra gobierno estaba corrompida,
desprestigiada. Todo el mundo veía en
los gobernantes los millonarios, los ladrones, los peores ciudadanos del país,
y aparentemente hubo quienes cuando se iniciaron en las actividades de la lucha
revolucionaria estaban pensando sustituir a los que estaban, situarse en el
lugar de los que estaban, vivir como los que estaban en el gobierno y hacer las
cosas iguales o peores que los que estaban en el gobierno. Y desde luego no ha sido así.
Y todos los hombres honrados, todas las
mujeres honradas, todos los ciudadanos trabajadores verdaderamente, serios
verdaderamente, veían con satisfacción que el país, que el sistema que se
estaba estableciendo era radicalmente distinto del pasado, y ha ido creando
nuestro pueblo una sensibilidad a lo que está bien hecho y a lo que está mal
hecho. Y nadie crea que el pueblo
ignora. El pueblo sabe bien quiénes han
estado trabajando en estos siete años, y el pueblo sabe bien quiénes han estado
de parranda en estos siete años. El
pueblo sabe bien quiénes son los que han estado estudiando y superándose, y
todos los que han estado de fiesta en fiesta y de borrachera en borrachera; el
pueblo conoce a cada cual y dónde están.
Lógicamente, si la Revolución,
abandonando su carácter paciente, hubiese querido un día arreglar cuentas con
unas pocas decenas de sujetos, todos los cuales sabemos en qué esquina se
paran, qué hacen, qué hablan, con quiénes se juntan, a qué bar van a tomar
—porque son unas pocas decenas—, y los conocemos a ellos y a todos sus amigos,
en dondequiera que están; si la Revolución, abandonando sus métodos de
paciencia, hubiese querido un día arreglar cuentas con todo ese lumpen si
queremos llamarlo “lumpen revolucionario...” ¿y por qué llamarlo “lumpen
revolucionario”? Porque se hacen pasar
por revolucionarios, pero criticando todo el día a la Revolución; se hacen
pasar por gentes que no están del lado de allá, sino del lado de acá. Y, claro, del lado de allá posiblemente no
iban a vivir mejor de lo que han vivido, como parásitos, sin hacer nada.
¿Cuántos son? Pues les puedo asegurar que no pasan de 50,
exagerando mucho, exagerando mucho. Esos
elementos del amiguismo, de la piña, de las fiestas, de las juergas, del vicio,
del parasitismo, que han querido estarle cobrando el precio a la Revolución, en
estos siete años, de lo que hicieron. Y
mientras muchos murieron, y otros muchos después del triunfo de la Revolución
se han acabado la vida trabajando, hay unas pocas decenas de gentes que se han
pasado el tiempo cobrándole a la Revolución el precio, de lo poquito que
hicieron, en algunos casos más, en algunos casos bastante, y en algunos casos
nada —y, por cierto, esos que han hecho un poco más que lo que los demás son
muy pocos. Por sus nombres los podríamos
enumerar a todos. Pero, ¿para qué? No hace falta.
En este caso —como decíamos nosotros— lo
que hay que liquidar no es el pecador sino el pecado. Y sencillamente a ese elemento parásito de la
Revolución, ¡con ese elemento vamos a ajustar cuentas, y estamos ajustando
cuentas! (APLAUSOS.)
Había aquí señores que vivían de
restaurante en restaurante, y que con cualquier pretexto de una delegación
obrera, por ejemplo, que llegaba de cualquier lugar venían dos invitados y 25
comensales. Llegaban a un restaurante y
se gastaban 1 000 pesos en una tarde. Y
lo mismo se llevaban una botella de una cosa que otra
botella de otra. Y es verdaderamente un
crimen que mientras en la calle se recogen hasta los pomos por hacer economías
haya individuos aquí que gastaban miles de pesos en “la dulce vita”
(RISAS).
Claro está que si la Revolución no
hubiese tenido ese carácter paciente —que yo creo que ha sido una de las
virtudes de nuestra Revolución, para que nadie la pueda acusar de abuso de
poder, para que nadie pueda acusar a nadie de monopolio del poder, de exceso de
poder— nada más fácil del mundo que ajustar cuentas con unas cuantas docenas de
charlatanes corrompidos, unas cuantas docenas de charlatanes corrompidos, que
además eran unos tremebundos tipos: “A mí no me tocan. Yo sí es verdad que soy un
'come-candela'.” Es decir, guaperías con
la Revolución, en una época en que la guapería individual pasó a la otra vida,
y los guapos fueron aplastados por el pueblo, que es el único valiente
(APLAUSOS). “A mí no me hacen nada. A mí no me tocan, porque yo hice, porque yo
'me la comí'.”
Figúrense, el imperialismo amenazando a
un lado, todo el mundo tranquilo, sin ningún miedo a ese imperialismo y todos
sus poderes, y aquí había individuos tan engreídos, tan equivocados, que se
daban el lujo de presentarse con el derecho a hacer lo que le daba la gana sin
que nadie le tocara un pelo, porque ellos eran “temibles”. Si la Revolución hubiese ajustado las cuentas
con esos charlatanes habría tan siquiera un ciudadano, o dos, ó 10, ó 100, que
habrían podido decir en este país que la Revolución abusaba de su poder, y que
se cometía una injusticia con el infeliz Fulano, y Mengano, y Zutano; que no
había hecho nada, y que lo habían llevado recio, y que lo habían llevado
duro.
Aquí tenemos este caso del juicio, que
llegaba y decía: “Me
están llevando recio”, y tenía una mirilla en su casa, un silenciador, un
arsenal, un plan, dinero, de todo: “Me
están llevando recio.” Incluso a algunas gentes las confundían con eso: “Están llevando
demasiado recio al pobre Fulano.” Y aquí en verdad no se ha llevado recio a
nadie, aquí todo lo más que se ha hecho es llevar con blandura si se
quiere. Acusen a la Revolución de haber
sido demasiado tolerante y tendrán razón; acusen a la Revolución de haber
llevado recio a alguien, y nadie tendrá razón.
Este mismo caso. ¿Cuántos meses hacía que nosotros sabíamos,
no voy a decir el pacto con Artime, pero sí muchas cosas raras, muchas cosas
extrañas, y la cuestión del atentado? Y
hemos tenido la paciencia, durante meses enteros, primero de hacer una
investigación bien hecha para buscar todas las pruebas; correr durante todos
estos meses todos estos riesgos todos nosotros, intentar incluso —para no tener
que ejercer la violencia— darle una oportunidad de rectificar, en medio de la
Tricontinental conversar más de tres horas con un individuo, designar a un
compañero Ministro para que mantuviera el trato casi diario con esa persona. ¿En qué parte del mundo se ha hecho eso? ¿Qué gobierno en el mundo ha empleado tales
métodos? Porque en el mundo se han
empleado todos los métodos muchas veces, menos ese, hasta incluso arrollar a un
individuo con un automóvil cuando está fastidiando más de la cuenta.
Y esta Revolución, que no le da un golpe
a nadie, una galleta a nadie, no tortura a nadie, incluso tiene toda la
paciencia de lidiar con gente que es intratable durante meses enteros; sin
embargo, nosotros nos alegramos de que ese sea el método de la Revolución; nada
más fácil que usar del poder, e incluso nada más fácil que abusar del poder;
nada más difícil que ser serenos desde el poder, que ser pacientes desde el
poder, que ser tolerantes desde el poder.
Todo el pueblo sabe con qué fuerza cuenta
la Revolución. Cuenta, en primer lugar,
con la fuerza tremenda del respaldo de la opinión; cuenta con un formidable
ejército, magníficas unidades de combate; cuenta con organismos de seguridad
cuya integridad, cuya capacidad, cuya calidad y cuyos hombres ha tenido el
pueblo oportunidad de verlos en este proceso (APLAUSOS); cuenta con un Partido
unido, con una dirección unida. Nada más
fácil que aplastar a uno, a 10, a 100, o a 1 000 tipos conflictivos.
¡Jamás la Revolución ha hecho eso! ¡Jamás la Revolución se ha excedido en un
ápice de poder!
Y eso produce en todos los
revolucionarios una sensación de seguridad: la seguridad de que contra él no se
cometerá jamás una injusticia; la seguridad de que contra él nadie cometerá
jamás un abuso de poder. Porque no hay
nada que valga tanto como la seguridad de los hombres, la tranquilidad de los
hombres y la confianza de los hombres. Y
que este poder no es mío, ni de 10, ni de 20, ni del Comité Central, ni del
Partido, sino del pueblo (APLAUSOS); poder que nosotros tenemos el deber de
administrar, porque nosotros somos administradores del poder del pueblo.
Y podemos decir con satisfacción que esta
Revolución, con ella no se ha cumplido aquella ley de Saturno, es decir, “que
devoraba a sus propios hijos”... Esta
Revolución lucha, incluso, por no devorar a ninguno de los que hayan sido hijos
suyos; no ya a sus hijos, ni a sus primos ni a sus parientes más lejanos devora
esta Revolución. Lucha por hacer que
cualquier hombre rectifique, que cualquier revolucionario equivocado
rectifique; lucha porque los revolucionarios superen sus defectos; lucha porque
los revolucionarios se superen a sí mismos; es paciente, es tolerante; trata de
ayudar a los compañeros y no de destruirlos.
Y eso ha creado en el seno de la
Revolución un gran clima de seguridad y un gran clima de confianza. Sabe el pueblo que nunca se ha hecho un uso
excesivo del poder, y esto ha creado en el pueblo un gran clima de seguridad,
un gran clima de confianza.
Y nuestro problema con estos señores
tenemos que resolverlos sencillamente.
Son unas pocas decenas. De esas
pocas decenas, unos tendrán que ir a la cárcel por delito de tipo común,
sencillamente por desfalco, uso indebido de fondos; otros tendrán que ir al
Servicio Militar; otros tendrán que ir a la UMAP, Unidades Militares de Ayuda a
la Producción; y otros tendrán que ir a centros de rehabilitación de acuerdo
con las disposiciones del Código de Defensa Social (APLAUSOS).
Ha sido necesaria esta amarga
experiencia, esta dolorosa experiencia.
Y como yo decía, lo importante no es
fusilar a tres o cuatro, y que unas cuantas gentes más siguieran en la “dulce
vita”. Y además, creando las condiciones
que viabilizan estos pecados.
Nosotros tenemos distintas embajadas
capitalistas. En algunas de ellas gustan
de invitar a funcionarios, con evidente espíritu corruptor, a veladas, a
fiestas, a bailes. Y señor, no es que se
predique un catonismo, un puritanismo, ¡no!
Pero es evidente que hay algunos señores habilidosos, que comprenden ciertas
debilidades humanas, y son dados a organizar fiestas imitando a determinados
funcionarios.
En algunas de esas fiestas se hacen
chistes, chistes incluso contrarrevolucionarios.
Un funcionario francés —vaya el caso—, en
una fiesta reciente —y no es el embajador, que por lo demás es un funcionario
que trata de cumplir bien con sus funciones y ha tenido una actitud amigable
con nuestro país... Pero un funcionario
francés, en una fiestecita reciente donde había unos cuantos funcionarios y sus
mujeres, se tomó el lujo de decir ciertos chistecitos
contrarrevolucionarios. Y en esas
fiestas los “cuentos colorados” o como les llamen, los cuentos pornográficos y
obscenos cuentan son “plato de cada día”.
Y lo sabemos.
Tienen que ser muy tontos los que se crean
que no sabemos. Y la verdad es que,
desgraciadamente, sabemos todo aunque no queramos. Porque siempre hay un hombre digno, un hombre
decente, y siempre hay gente que coopera con la Revolución, ¡quienes menos se
imaginan! (APLAUSOS) Nadie, por ejemplo, sabía que en ese team de
infiltración que vino diecisiete veces a Cuba teníamos un hombre, y que hemos
agarrado todas las armas que trajeron, todas las redes, todas las cosas. Nadie sabe cómo sabemos, pero sabemos; y
sabemos cómo sabemos (RISAS).
Ese funcionario hacía chistes
contrarrevolucionarios. ¿Es acaso
permisible que cualquier individuo funcionario de nuestro Ministerio de
Relaciones Exteriores —mientras miles y decenas de miles de obreros están cortando
caña desde las 6:00 de la mañana a las 6:00 de la tarde, sin luz, sin agua
corriente, sin ducha, sin televisor, sin refrigerador, sin aire acondicionado—
se pueda permitir la debilidad de permitirle a ningún funcionario capitalista
que haga chistes contrarrevolucionarios y estén bailando y tomando hasta las
3:00 y las 4:00 de la mañana? ¡No! Eso no es tolerable. Y eso es lo que nosotros queríamos decir en
nuestra carta: que
a eso hay que ponerle fin, a esa blandenguería, a esos contactos con el mundo
burgués, a esos contactos con el mundo capitalista con evidentes intenciones
corruptoras, reblandecedoras. ¡No!
Porque la Revolución de los obreros y los
campesinos significa algo más que eso.
¡Esta Revolución está representada en hombres como el compañero que
recibió hoy la medalla “José Antonio Echevarría” (APLAUSOS); no por los
parlanchines, no por los charlatanes, no por los aficionados a la “dulce vita” que se paga con el sudor y el trabajo de los
obreros!
Y nosotros, partiendo de este amargo
ejemplo, sin matar un mosquito, sin que se derrame la sangre de un mosquito, y
siempre que se pueda ganar una batalla sin que se derrame la sangre de un
mosquito, ganemos la batalla sin derramar la sangre de un mosquito
(APLAUSOS). Y cuando no quede más remedio
que derramar la sangre de muchos mosquitos, o muchos gusanos, pues entonces
derramemos la sangre de los gusanos.
Porque si estamos en defensa de la Revolución dispuestos a que se
derrame la sangre de los revolucionarios, no vacilaremos en derramar la sangre
de nuestros enemigos cuando las circunstancias lo exijan (APLAUSOS).
¿Qué ocurre con esa gente que hacen tales
cosas? Desalientan al trabajador,
desmoralizan al trabajador.
No hace mucho una delegación nuestra
visitó España en misión comercial.
Muchachos jóvenes, con algunas de estas debilidades, pasaron varios
meses en la “dulce vita”. Allá en España
distintas empresas, que gustan de vender con malicia de aguzados capitalistas,
los invitaban a fiestas. Y en los
vapores de las fiestas y del buen coñac y de la buena bebida española, llegaban
también grupos de artistas a alegrar más el ambiente y, entre los artistas,
algunas bellas jóvenes, capaces de constituir una verdadera tentación para
aquellos humanos y débiles funcionarios nuestros. Además de todo esto, prestarles todas las demás
facilidades para sus dulces cuitas.
Eso no es correcto en funcionarios que
van allí en nombre de la república a comprar y a vender, y que tienen la
obligación de defender con el mayor celo el dinero de la república, las divisas
de nuestros obreros y de nuestros campesinos (APLAUSOS). Y eso es una forma sutil de soborno, es una
forma sutil de corrupción, porque cuando llega la hora de discutir, ¿con qué
moral ese funcionario discute con la compañía que ha tenido tan delicadas
atenciones con el funcionario, que le ha endulzado la vida? ¿Es correcto que los hombres que en este país
representan a este pueblo en el extranjero se comporten de esa forma? ¡No!
No vamos a fusilar a esa gente, no; en
otros sitios los han fusilado, pero de verdad que lo que debemos es fusilar el
vicio, porque en eso hay muchas responsabilidades. Todos tenemos responsabilidades, ¡todos! Tomar conciencia de esos vicios y
erradicarlos es lo que corresponde hacer, y algunos pepillitos de estos
mandarlos al Servicio Militar Obligatorio (APLAUSOS), o mandarlos a la
agricultura, sean quienes sean y llámense como se llamen (APLAUSOS). ¿Privilegios en el seno de la
Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”); ¿derechos
feudales en el seno de esta Revolución?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”); ¿apellidos en el seno de esta Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Pues bien, luchemos contra eso y habremos
sacado el más saludable fruto de esta experiencia amarga.
Tenemos a unos cuantos señores
arrestados. No les va a pasar nada,
nadie se asuste; simplemente estamos investigando algunas irregularidades,
algunas inmoralidades, algunas faltas que están sancionadas por el Código
Penal. ¿Viciosos en el seno de la
Revolución? ¡No! Porque, en todo caso, lo mandamos a un
hospital para que lo curen; si está loco, a un manicomio, pero que no
estorben. Hay mucho que hacer, hay mucho
que trabajar.
¿Guapos por la calle? ¡No!
Si son guapos haremos boxeadores con ellos, o algo por el estilo, a ver
si, no sé.
Y les advierto que esta es la atmósfera
capitalina, estos vicios son capitalinos.
Una ciudad grande tiene las características de una ciudad grande. Estos vicios no son propios de las capitales
de provincias, son propios de nuestra capital.
¿Qué lo ha alentado? Cierta
impunidad, cierto historial de quienes han sido genuinos representantes de esos
vicios.
Y ha llegado la hora —como decía—, sin
matar un mosquito, de ponerle fin a todo esto.
Y, desde luego, le pondremos fin sin violencia. Habrá que, desde luego, en algunos casos interrogarlos,
hacer investigaciones, hacer ciertas inquisiciones, y las estamos
haciendo.
¿Cómo pueden entender esto estos
señores? ¿Cómo pueden entender esto los
imperialistas? Creen que es producto de
la debilidad lo que es resultado de la fortaleza de la Revolución. El enemigo imperialista está en plena
ofensiva en el mundo, está haciendo de las suyas en muchas partes, empleando
todos esos recursos de la corrupción, de la subversión, de la división. Sin embargo, contra nuestro país se han
estrellado todos esos recursos. ¿Por
qué? Les decía: porque aquí ha habido una verdadera
Revolución.
El enemigo imperialista cambia gobiernos,
interrumpe el proceso revolucionario en Indonesia, da golpes de Estado en
distintos países de Asia, de Africa, en todas partes. Sin embargo, aquí, la Revolución que está más
cerca de ellos, el país donde tenían más influencia ideológica, se han
estrellado absolutamente contra la Revolución cubana. ¿Por qué?
Pues, en primer lugar, porque hay una revolución de verdad, una revolución
radical, profunda; un partido, unas fuerzas armadas verdaderamente
revolucionarias, una conciencia revolucionaria en el pueblo (APLAUSOS), una
doctrina revolucionaria.
Cuando no hay partido, cuando no hay
ejército revolucionario, cuando no hay una doctrina revolucionaria, cuando no
hay un pueblo revolucionario, cuando no hay una dirección revolucionaria, en
dos palabras, cuando no hay una revolución, las cosas del imperialismo se hacen
más fáciles.
Y el imperialismo ha podido prosperar en
todos aquellos procesos revolucionarios donde ha habido división, donde ha
habido vacilaciones, donde en dos palabras, no ha habido revolución. Pero aquí ha tenido lugar una revolución de
verdad y esa es la diferencia esencial.
Se alientan los contrarrevolucionarios
con un “complotico” como este. Sueñan
que van a ocurrir levantamientos; se hacen ilusiones con lo que pasó aquí, en
Indonesia y en otros países, y sin embargo, no son más que ilusiones, sueños
con los cuales se consuelan de sus reveses y de sus desgracias. Porque tenemos un pueblo revolucionario y
armado. Porque nuestro ejercito es
nuestro pueblo armado. Porque en
nuestras fuerzas militares hay conciencia revolucionaria, Partido
revolucionario, oficialidad revolucionaria, soldados revolucionarios y todo eso
se creó no aparte del pueblo sino como parte del proceso, porque todo eso se
creó sobre bases de normas y de principios, no de amiguismo, no de
favoritismo. Porque al frente de cada
una de las unidades están los más capaces, los más firmes, los más
revolucionarios, los más fieles a la Revolución, a la Revolución, no de ningún
individuo, no de ningún hombre o grupo de hombres. Porque nuestra fuerza de combate es la fuerza
de nuestros campesinos armados, de nuestros obreros armados, de nuestros estudiantes
armados.
¿Qué se creen nuestros enemigos que son
nuestros estudiantes? ¿Qué concepto tienen de nuestros estudiantes? Nuestros estudiantes tradicionalmente fueron
revolucionarios, y aun cuando esta universidad en otros tiempos era una
sociedad donde venían los hijos de los burgueses, y aun cuando en otros tiempos
la conciencia propiamente revolucionaria, es decir, como un estado de
conciencia tuvo sus altas y sus bajas, siempre fue un centro rebelde, siempre
fue un centro lleno de dignidad y lleno de civismo.
Muchas veces nuestros estudiantes bajaron
estas escalinatas con José Antonio Echevarría al frente, a enfrentarse con los
esbirros de la policía. Muchas veces
enardecidos los estudiantes se lanzaban a la calle. Todo aquello fue creando en el estudiantado
una conciencia. Su participación en la
lucha revolucionaria fue creando la base moral, la base de conciencia que
después evolucionó hasta que el estudiantado se convirtió en uno de los
baluartes más firmes de la Revolución.
Siempre tuvo la Revolución en los estudiantes una de sus fuerzas
fundamentales. Pero esto que ha sido así
desde el primer año lo ha sido más cada año.
¿Porque qué es hoy un estudiante? La composición de clase de nuestro
estudiantado ha cambiado. La procedencia
de nuestros estudiantes universitarios es cada vez más de origen humilde,
campesino y obrero. ¿Quién es estudiante
en este país? En este país es estudiante
hoy, prácticamente, todo el mundo.
Estudiantes son cerca de un millón de obreros tratando de alcanzar el
6to grado. Estudiantes son más de 100 000 jóvenes becados, constituyendo
la más alta cifra en ningún país del mundo.
Becados están miles y miles de estudiantes universitarios para poderse
dedicar ciento por ciento al estudio.
Facilidades para estudiar.
Estudiantes son los 16 500 obreros y jóvenes de los institutos
tecnológicos obreros, que no solamente son estudiantes sino que forman parte de
nuestras unidades de combate de defensa de la ciudad. Es decir que forman parte de la defensa de
nuestra capital, pero no solo de nuestra capital. Cuatro mil quinientos obreros estudian en la
Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos” y constituyen una división de combate del
ejército de Oriente (APLAUSOS).
Estudiantes son los alumnos de los centros militares de enseñanza
tecnológica y universitaria como el “Alvaro Reynoso” o los “Hermanos Gómez”, y,
en fin, muchas de nuestras armas auxiliares están manejadas por
estudiantes.
Estudiantes son los siete mil y tantos
alumnos de Topes de Collantes.
Estudiantes son los miles y miles de alumnos que comienzan sus estudios
en las montañas de Minas del Frío.
Sembrada de estudiantes está la patria, sembrada de escuelas; mas no solo estudiantes, muchos de ellos desempeñan
importantes funciones. Miles y miles de
nuestros estudiantes trabajan como maestros a la vez que estudian. Miles y miles de nuestros jóvenes estudiantes
son algo más que jóvenes estudiantes; son personalidades acabadas, es decir,
formadas; son personalidades de una responsabilidad impresionante, cumplidores
del deber, trabajadores ejemplares, que da gusto ver como crece una generación
como esta.
Tantos y tantos jóvenes que se han ido
formando en la Revolución, que son ya frutos de nuestra Revolución. ¿Manifestaciones estudiantiles? Sí, ¡qué formidable manifestación estudiantil
la de esta noche! (APLAUSOS) Nuestros estudiantes no son los estudiantes
de los países capitalistas, víctimas de las injusticias, de las agresiones con
que les cobran su patriótico ardor juvenil.
No. Nuestros estudiantes forman
parte fundamental de la patria, forman parte del brazo armado de la Revolución,
nuestros estudiantes en una gran parte son miembros de nuestras unidades de
combate revolucionarias. De la
universidad salieron los técnicos que manejan nuestras bases de cohetes
antiaéreos (APLAUSOS), y la juventud universitaria es uno de los pilares —igual
que todos los jóvenes estudiantes—, uno de los pilares de la Revolución, de los
sólidos e inconmovibles pilares de la Revolución.
¡Qué ridículos, qué presumidos son nuestros
enemigos; qué mentirosos, cómo riegan por el mundo estas noticias, cómo
inventan estas mentiras! Es que les
cuesta trabajo resignarse a la verdad, les cuesta trabajo resignarse a esta
fuerza fundada en la unidad del pueblo, fundada en la ideología del pueblo,
fundada en la conciencia revolucionaria del pueblo, dirigida por su Partido,
defendida por el pueblo entero. ¡Y qué
distinto lo que ocurre en otros países!
Los imperialistas han querido convertir
la llamada “experiencia chilena” en una experiencia para rivalizar con
Cuba. El señor Eduardo Frei, presidente
demócrata-cristiano de Chile, fue presentado ante los pueblos de América
Latina, él y su Partido y su doctrina, como ejemplo de lo que llamaban “una
revolución sin sangre”.
¿Qué noticias llegan de Chile? En primer término, cuando en días recientes
se produce una respuesta del gobierno de Cuba a las declaraciones de los
representantes de 18 países latinoamericanos en las Naciones Unidas contra la Conferencia
Tricontinental, entre los cuales estaba Chile, en esos mismos días había una
delegación de parlamentarios chilenos visitando Cuba, se encontraba en nuestro
país la delegación. Sin embargo, no
podíamos dejar de contestar con toda claridad el escrito presentado por los
representantes de esos 18 países ante el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, no teníamos ninguna obligación de callarnos la boca.
La delegación de parlamentarios chilenos
estaba integrada por parlamentarios de los partidos tradicionales, de los
partidos burgueses, del Partido Demócrata Cristiano, y además un diputado de un
Partido de izquierda que forma parte del FRAP, es decir, del Partido
Socialista. No vinieron a Cuba como
comunistas ni mucho menos, ni vinieron a un país de demócrata cristianos;
visitaban a nuestro país partiendo de que sus posiciones eran diferentes a las
nuestras, para observar lo de Cuba, para discutir. Y en tal concepto fueron recibidos con toda
atención, con toda cortesía, y estuvimos en todo momento dispuestos a discutir
nuestras ideas y nuestros puntos de vista, y escuchar los puntos de vista de
ellos.
Estando la delegación se produce nuestra
carta a U Thant. Entonces, algunos
miembros de esa delegación, del Partido Radical, del Partido creo
que Liberal y una parte de los demócrata-cristianos se sienten ofendidos, se
sienten aludidos y regresan a Chile, puesto que la declaración de Cuba —según
decían— hería la dignidad de Chile. El
delegado socialista, por supuesto, como delegado socialista, y dos diputados
demócrata-cristianos, interpretando las cosas de una manera correcta deciden
permanecer en Cuba. Porque la invitación
a venir a Cuba, la visita a Cuba, no entrañaba ningún compromiso por parte de
Cuba a permanecer callada frente a un escrito con relación a la Tricontinental,
suscrito entre otros por el representante del gobierno de Chile. Dos diputados demócrata-cristianos
permanecieron en el país.
¿Quiere decir que se hicieron
comunistas? No. Pero no trataron de buscar un pretexto como
los otros para hacer galas de un seudopatriotismo, sino permanecieron en el
país hasta terminar la gira.
En esa situación el Partido
Demócrata-Cristiano envió un telegrama ordenando a los dos diputados que
regresaran. Pero simultáneamente otro
diputado demócrata-cristiano, Hurtado, envió un telegrama diciendo que no
regresaran y solidarizándose con la decisión de estos dos diputados de
permanecer en Cuba.
Consecuencia de todo esto: un tribunal
disciplinario expulsó al diputado Hurtado.
Es posible que tengan que expulsar a unos cuantos diputados más
demócrata-cristianos, e ignoro qué harán con los diputados Bidela y Jaramillo,
que fueron los dos que terminaron la gira.
Esto demuestra, desde luego, que dentro
de la democracia cristiana en Chile, además de viejos camajanes de la
politiquería, además de burgueses reaccionarios hasta la médula de los huesos,
hay elementos jóvenes que de buena fe creyeron en las posibilidades de la
democracia cristiana, que de buena fe creyeron en la posibilidad de hacer
reformas en esas condiciones. Y la simple
visita a Cuba se convirtió en un pretexto de la reacción dentro de ese Partido
para fortalecer sus posiciones y golpear a lo que pudiera considerarse la
izquierda dentro de la democracia cristiana.
Con relación a esto, nosotros no hemos
estado azuzando, no hemos estado fomentando divisiones, es decir, no hemos
tenido ninguna posición oportunista. Los
hechos ocurridos ocurrieron independientemente de la voluntad de nadie.
Con esos diputados discutimos
nosotros. Y les explicábamos que para
hacer una revolución es necesario enfrentarse al imperialismo, en primer lugar;
que para hacer una revolución, aunque no sea socialista, una revolución
democrático-burguesa, una revolución nacionalista, tenían que enfrentarse al
imperialismo, tenían que enfrentarse a la oligarquía.
Les decía, además, que no creía que en
las condiciones de Chile se podía hacer una revolución de ese tipo, y que en
las condiciones de Chile si se quería hacer una revolución, necesariamente
debía ser una revolución socialista y por qué.
Porque un país subdesarrollado, lleno de deudas como Chile, un país
donde grandes masas de la población viven en las peores condiciones de vida,
tenía necesariamente que golpear los intereses del imperialismo, de la
oligarquía, de la gran industria, del comercio importador y exportador y de la
banca, si quería llevar algo, dar algo a las masas campesinas y a las masas
obreras del país. Y que, además, para
librar una batalla contra la oligarquía y contra el imperialismo, era necesario
el apoyo de las masas obreras y de las masas campesinas; y que las masas
obreras y campesinas no le darían el apoyo a ninguna revolución burguesa,
porque los obreros y los campesinos no iban a estar dispuestos a colaborar para
servir los intereses de una clase explotadora.
Les decía que no juzgaba el carácter de
la revolución chilena porque nacionalizara o no nacionalizara el cobre, que las
medidas de nacionalización podían tomarse más tarde o más temprano; que lo que
definía una revolución era realmente la voluntad de cambiar la estructura
social en beneficio de las clases explotadas, y eso solo se podía hacer en
detrimento de las clases explotadoras; que la política que siguieran con el
cobre no era lo que iba a determinar si era revolución o no, porque a veces hay
gobiernos que nacionalizan una empresa extranjera y no hacen una revolución;
que el momento en que nacionalizaran o no el cobre no iba a ser lo definitivo,
sino que el carácter de esa revolución tenía que juzgarse por todos sus actos,
por toda su política en relación con cada una de las clases, su voluntad de
hacer o no una revolución en beneficio de los trabajadores, en beneficio de los
campesinos, en beneficio de los explotados.
Decían que iban a hacer una Reforma
Agraria en que iban a establecer el límite de 80 hectáreas. Y yo les decía: si ustedes hacen una revolución de 80
hectáreas tendrán que luchar contra la oligarquía, y no pueden luchar contra la
oligarquía sin el apoyo de los campesinos y de los obreros.
Recordábamos que nuestra reforma agraria
puso al principio un mínimo de más de 300 hectáreas, y todo el mundo sabe la
resistencia que los terratenientes opusieron a nuestra reforma agraria, cómo
empezaron a conspirar inmediatamente. Y,
desde luego, les decía que si indemnizaban en efectivo a los terratenientes,
¿con qué recursos podrían ayudar a los campesinos, con qué recursos podían
llevar la técnica a los campos?
Y, en fin, todas estas cuestiones de
orden general que son las que definen o no una revolución, y que son las que
demuestran que en las condiciones de nuestros países no es posible hacer una
revolución antioligarca, antimperialista, sin el apoyo de los obreros y los
campesinos, sin que esa revolución marche hacia el socialismo,
independientemente de que nacionalizaran o no el cobre, porque los
imperialistas tienen muchos intereses en cualquier país de América Latina;
porque el cobre podía tardar más tiempo o menos tiempo, que al fin y al cabo
cuando un país posee fuente de riqueza como el cobre, o fuente de riqueza como
el petróleo, está en muchas mejores condiciones para imponer sus derechos al
imperialismo, para imponer sus condiciones al imperialismo, que un país como el
nuestro que solo poseía azúcar. Y que la
posesión del cobre le daba a Chile determinadas ventajas para imponerle sus
condiciones al imperialismo.
De más está decir que si nosotros
fuéramos chilenos lo primero que habríamos hecho es nacionalizar el cobre.
Pero, desde luego, queríamos decir que no
tenía que ser necesariamente un dogma eso y que no era lo que en definitiva iba
a definir si en Chile iba a tener lugar o no una revolución.
¿Qué está ocurriendo en realidad en
Chile? ¿Es que acaso está teniendo lugar
una revolución? ¿Es que acaso el
gobierno de Chile está dispuesto a enfrentarse al imperialismo, a la oligarquía,
a la gran burguesía industrial, bancaria y comercial en beneficio de los
obreros, de los campesinos y de la pequeña burguesía? No. La
primera gran falsedad en que incurren estos intentos es en la creencia de la
posibilidad de conciliar los intereses de las clases, creer que se puede hacer
una revolución, o que se puede hablar de revolución con un espíritu de
conciliación de clases; creer que se pueden conciliar los intereses del
imperialismo y los intereses de la nación; creer que se pueden conciliar los
intereses de los oligarcas y los intereses de los campesinos; creer que se
pueden conciliar los intereses de la gran burguesía y los intereses de los
trabajadores.
Y esto es muy viejo: estos problemas se vienen discutiendo
desde hace más de un siglo. ¿Qué ha
ocurrido en la realidad? Los obreros
están contra el gobierno demócrata-cristiano, y están contra el gobierno
demócrata-cristiano porque no estarán jamás dispuestos a hacer sacrificios en
beneficio de los burgueses, en beneficio de los ricos.
Un gobierno puede pedirles a los obreros
sacrificios cuando hace una revolución para los obreros, cuando hace un cambio
de estructura social para beneficio de los obreros, pero ningún gobierno podrá
decirles a los obreros que hagan sacrificios en beneficio de los burgueses, en
beneficio de los ricos. Ningún gobierno
podrá decirles a los obreros que no demanden aumento de salarios para
desarrollar una industria como propiedad privada de los capitalistas, como propiedad
privada de los burgueses. Un gobierno
revolucionario socialista puede pedirles sacrificio a los trabajadores para
desarrollar una economía para los obreros y campesinos, para desarrollar una
economía socialista.
El gobierno chileno ha encontrado tenaz
resistencia por parte de los obreros mineros de Chile, ha encontrado tenaz
resistencia por parte de los obreros en general, porque el gobierno de Chile
pide sacrificios a los obreros para desarrollar una economía en beneficio de
las clases poseedoras, en beneficio del capital industrial, del capital
comercial, del capital bancario y en beneficio de los intereses imperialistas;
como consecuencia de esto ha habido un choque constante entre los trabajadores
chilenos y el gobierno de Chile. Sin
embargo, a medida que el señor Frei se desinfla como un globo, a medida que el
señor Frei se enfrenta a las contradicciones sociales, no se le ocurre otra
cosa que culpar a la Conferencia Tricontinental de sus problemas, y con motivo
de una huelga de obreros chilenos en una de las grandes minas de cobre lanzó
las tropas contra los trabajadores ocasionándoles ocho muertos y 35
heridos.
Cuando eso tiene lugar, ¿qué hace el
señor Frei?, según la AP, “El presidente Eduardo Frei denunció esta noche ante
el país que en la Conferencia Tricontinental de La Habana fueron fraguados los
planes para crear la inquietud gremial y política que ha conmovido a Chile en
las últimas semanas, al hablar con dramático acento por radio y televisión
horas después que una turba —para la UPI y la AP los obreros, el pueblo, siempre
son turbas— de 1 000 personas atacó a los carabineros y soldados en la gran
mina de cobre de El Salvador de la compañía Anaconda, y se produjo un tiroteo
en el que murieron por lo menos seis personas.
Frei dijo: 'En la reciente
Conferencia de La Habana se dijo en declaración pública que en Chile las
guerrillas tenían otra modalidad, y se actuaría a través de paros, huelgas,
ocupaciones de fundos (haciendas), la movilización colectiva y la violencia
revolucionaria'.”
A decir verdad, siempre he creído que
Frei es un representante de la burguesía chilena, que su gobierno es un
gobierno de la burguesía. Jamás he
creído que Frei vaya a hacer ninguna revolución. Y ustedes recordarán que nosotros hablamos de
esto a raíz del triunfo de la democracia cristiana. Pero consideraba que Frei trataba de ensayar
un estilo distinto de gobierno burgués; creía que Frei por lo menos era un
individuo de moral burguesa, que Frei era al menos un individuo de moral
cristiana; no un revolucionario, pero sí un gobierno burgués de tipo distinto a
los gobiernos burgueses y oligarcas del resto del continente, y con alguna
moral burguesa.
Cuando veo al señor Frei, que para
justificar sus problemas dentro de Chile, para justificar su masacre de obreros
acude a este vulgar expediente de acusar a la Tricontinental de sus problemas,
lo que siento es más que nada verdadera lástima por el sujeto, verdadera pena
de ver al burgués Frei víctima de sus contradicciones, víctima de las
contradicciones sociales, víctima de sus ilusiones burguesas, acudiendo a este
expediente de acusar a la Tricontinental.
Frei dijo que iba a hacer una revolución
sin sangre y lo que está haciendo realmente, lo que está llevando a Chile no es
una revolución sin sangre sino sangre sin revolución (APLAUSOS). Matando obreros, masacrando obreros, hicieron
una gran campaña con el paredón, hicieron una gran campaña con las leyes y las
sanciones que los revolucionarios se ven obligados a llevar a cabo, a aplicar a
los enemigos de clase, y sin embargo ellos masacran a los obreros, privan de la
vida a los obreros sin ley previa, asesinan a los obreros, matan a los obreros,
eliminan a los obreros sin ley ni juicio previo.
Este hecho, y más aún que los hechos,
esta declaración del señor Eduardo Frei, lo desenmascara de pies a cabeza, y
demuestra, ha venido a demostrar demasiado pronto los puntos de vista que
nosotros sosteníamos en nuestras discusiones con los diputados
demócrata-cristianos. Frei, en defensa
de los intereses de la burguesía y del imperialismo, comienza a matar obreros,
comienza a masacrar a los obreros, comienza a volcar todo el peso de la ley, no
de la ley, sino de la represión contra los obreros.
Nosotros no creíamos que en Chile se
pudiera hacer una revolución por las vías pacíficas; pero tampoco creíamos que
la lucha armada estaba a la orden del día en Chile. Creíamos que mientras en un país existan
determinadas libertades, determinadas instituciones constitucionales,
determinados derechos; creemos que cuando en un país todas las vías no están
cerradas —como ocurre en la inmensa mayoría de los pueblos de América Latina—
la lucha armada revolucionaria no se pone a la orden del día.
Por eso no habíamos creído, nunca hemos
estado creyendo que en las condiciones de los últimos años pudiese considerarse
como una táctica lógica la lucha de guerrillas.
Sí creemos que en Chile a la larga las contradicciones de clase, la
lucha del pueblo contra el imperialismo, contra la oligarquía y la burguesía
tomará más tarde o más temprano el camino de la lucha armada.
Estos hechos, la política de masacrar a
los obreros —eso sí, no la Conferencia Tricontinental—, la política de asesinar
a obreros en defensa de los intereses del imperialismo, de la oligarquía y de
la burguesía, es lo que más tarde o más temprano llevará a los trabajadores
chilenos a la convicción de que en Chile, al igual que en otros muchos países
de América Latina, solo será posible plantearse la conquista del poder
revolucionario a través de la lucha armada.
Pero son los hechos, no es la Conferencia Tricontinental.
La Conferencia Tricontinental traza un
camino, la Conferencia Tricontinental tiene sus tesis; pero es falso en
absoluto, es calumnioso en absoluto que en la Conferencia Tricontinental se
hubiese organizado o acordado un plan concreto, determinado, con relación a
Chile. Eso es una mentira, eso es una
calumnia.
Y conste que no nos interesa quitarnos
culpa de encima, conste que no nos interesa que nos acusen o no de lo que les
dé la gana de acusarnos, conste que no nos importa si nos quieren echar la
culpa. Hago esta aclaración en
consideración a la verdad histórica.
Sabemos que el imperialismo culpa a Cuba,
sabemos que los oligarcas culpan a Cuba, sabemos que cada vez culparán más a
Cuba, y no nos importa, y no tenemos nada que temer, no nos causa ningún
temor. Estamos listos ahora y estaremos
listos cada vez más cuando, como consecuencia de todas esas acusaciones,
quieran agredir a nuestro país.
No podemos ser ilusos, no debemos
hacernos ilusiones. En la medida en que
como consecuencia de la explotación imperialista y de las contradicciones se
desarrolle la lucha revolucionaria en América Latina, nuestro país correrá más
y más riesgos de ser agredido.
Pero nada más falso, nada más mentiroso
que esta declaración de Frei. Pero esto
desnuda a Frei; esto desnuda a la oligarquía, a los elementos reaccionarios que
controlan la democracia cristiana; esto servirá para convencer a todos aquellos
elementos sanos, a todos aquellos elementos bien intencionados que en algún
instante hayan podido creer en Chile que la democracia cristiana, es decir, el
Partido Demócrata-Cristiano de Eduardo Frei, iba a producir ningún tipo de
revolución en Chile.
Frei es un reaccionario; Frei ha
demostrado con este hecho ser no un individuo de mano firme, sino un individuo
cobarde que abusa del poder, que lanza las tropas contra los obreros; Frei ha
demostrado ser un mentiroso; Frei ha demostrado ser un politiquero vulgar que
para justificar su sanguinario gesto trata de culpar a la Tricontinental; Frei
se desenmascara; Frei demuestra al pueblo de Chile y al mundo qué tipo de
revolución es la que va a hacer, qué tipo de gobierno es el que va a llevar
adelante, es decir, no una revolución sin sangre, sino una política de sangre
sin revolución.
¡Sangre sin revolución!, esa es la
política de Frei. ¡Sangre sin
revolución!, ese es el gobierno de Frei.
¡Sangre sin revolución!, esa es la política de la “Alianza para el
Progreso”.
Nosotros desde aquí enviamos nuestro
mensaje de solidaridad a los valerosos mineros de Chile que defienden su
derecho con su sangre (APLAUSOS), a los valerosos mineros de Chile masacrados
por el gobierno de Frei, y a la Confederación de Trabajadores de Chile, la
combativa Confederación de Trabajadores de Chile (APLAUSOS). Nosotros que no hemos estado promoviendo
huelgas, nosotros que no hemos estado llevando planes concretos —ni cosa por el
estilo— de subversión, de rebelión o de ningún otro tipo en Chile, sí ofrecemos
en cambio la ayuda del pueblo de Cuba a las viudas y a los hijos de los obreros
asesinados en la mina de El Salvador (APLAUSOS).
Cuando los imperialistas disparan contra
los obreros, los imperialistas y sus secuaces, siembran el luto en las
familias, pero siembran además la miseria y el hambre. Porque jamás ningún Estado burgués ha
auxiliado a los hijos de sus víctimas, jamás ningún Estado burgués ha auxiliado
a las viudas de sus víctimas.
Pero los obreros no están solos en su
lucha, los hijos y las mujeres de los obreros asesinados no están solos; porque
tienen, en primer lugar, el apoyo y la solidaridad de los demás obreros
chilenos, y tienen el apoyo y la solidaridad de los obreros de todo el
mundo.
A las calumniosas acusaciones de Frei de
que la masacre de los obreros de El Salvador es consecuencia de planes organizados
en la Tricontinental, nuestra respuesta es la verdad, el esclarecimiento de los
hechos, el rechazo de esa imputación, y nuestra solidaridad con los obreros en
huelga, mas no una solidaridad de palabras, sino una solidaridad de hechos,
nuestra solidaridad con las víctimas. Y
desde aquí, este 13 de Marzo, enviamos a las víctimas y a los obreros
organizados de Chile, este ofrecimiento de la solidaridad del pueblo de Cuba
frente a la masacre y frente al crimen.
Pero no es solo en Chile donde ocurren
estos hechos. ¡Qué diferencia con
Cuba! Mientras la Revolución Cubana,
fuerte, firme, invencible, puede ser capaz de actuar con serenidad, puede ser
capaz de no excederse en el uso del poder, aun en casos de delitos gravísimos
de traición como los que se juzgaron en estos días, ¿cuál es el panorama en
América Latina? Masacres,
asesinatos.
Hace apenas unas semanas un heroico
exsacerdote, o un heroico sacerdote expulsado de su función por la reacción
oligárquica, por la propia oligarquía católica, fue
muerto mientras combatía por la liberación de su país, el sacerdote
revolucionario Camilo Torres (APLAUSOS).
Hombre querido por el pueblo colombiano, capaz de despertar confianza,
capaz de despertar entusiasmo en las masas colombianas, hombre leal a su
pueblo, que empuña las armas y muere en manos de las tropas antiguerrilleras
entrenadas por el Pentágono.
Los cables de Santo Domingo casi
diariamente traen noticias de estudiantes asesinados, de obreros masacrados;
los cables de Venezuela nos traen la noticia del líder Llovera, del líder
comunista Llovera asesinado por las fuerzas represivas, cuyo cadáver, como
aparecían aquí en La Habana las víctimas de Ventura, apareció a orillas de un
lago en Venezuela. ¿Y qué dice el
gobierno de Leoni, el cínico gobierno de Leoni?
Pues dice, sencillamente, que había discrepancias entre los
revolucionarios, que la víctima discrepaba de los revolucionarios, que como
consecuencia de eso... Dicen más
todavía, calumnioso:
que la víctima había estado en Cuba, había expuesto sus puntos de
vista discrepantes y que después había sido muerto por los
revolucionarios.
Eso es lo típico de los esbirros, eso es
lo tímido de estos gobiernos lacayos: asesinar a los revolucionarios y,
encima de asesinarlos, calumniarlos; encima de calumniarlos, echarles la culpa
a los propios revolucionarios.
Llegan noticias de Guatemala en los
últimos días informando que numerosos dirigentes comunistas fueron arrestados y
fusilados. Masacres, fusilamientos,
asesinatos, es lo que está ocurriendo en todas partes como secuela de la
dominación imperialista; masacres en Chile, masacres en Santo Domingo;
asesinatos en Venezuela, asesinatos en Guatemala; sacerdote muerto en Colombia
por unirse a la guerrilla. Estos hechos
son como el termómetro, estos hechos son el índice del estado de efervescencia
y de conciencia revolucionaria que se desarrolla cada vez más en la América
Latina.
Nuestro pueblo sabe por experiencia que
masacrando y matando no se harán más fuertes los imperialistas, que masacrando
y matando se hicieron cada vez más débiles en nuestro país, que masacrando y
asesinando no pudieron frenar el triunfo de la Revolución.
El hecho de que simultáneamente se acuda
a los más bárbaros procedimientos de represión, al asesinato simple de los
revolucionarios en cinco países: en
Santo Domingo, en Guatemala, en Venezuela, en Colombia, en Chile, muestra la
desesperación de los imperialistas y sus lacayos, el temor de los imperialistas
y sus lacayos, y muestra que a medida que se sienten más inseguros se hacen
cada vez más agresivos, se hacen cada vez más feroces, y que harán víctima de
sus agresiones y de su ferocidad a los pueblos de América Latina y a nuestro
propio pueblo, al que no podrán perdonarle el ejemplo, al que no podrán
perdonarle haberse convertido en abanderado de la Revolución, llevar a cabo la
primera revolución socialista en este continente, a 90 millas de sus costas
(APLAUSOS); no podrán perdonarle a nuestro pueblo su firmeza revolucionaria, su
fortaleza, su unidad, su capacidad de resistencia frente a todos sus
planes.
Por eso nosotros, que debemos trabajar en
todos los campos, sin descanso ni tregua, no debemos olvidar que debemos
también prepararnos, no debemos dejar de estar nunca alertas. Debemos desarrollar cada día más nuestros medios
de defensa; debemos desarrollar cada día más nuestra capacidad de combate: esto es algo que nosotros debemos decirles a
los jóvenes, esto es algo que nosotros debemos decirle al pueblo, que estamos
en los umbrales de un período histórico en este continente; estamos en los
umbrales de una profunda crisis revolucionaria en este continente; que se
avecinan los años en que los pueblos de América Latina librarán su última y
gloriosa batalla por su libertad, contra el imperialismo yanki. Y a medida que esto ocurra, crecerá el odio
de los imperialistas contra Cuba; a medida que esto ocurra, serán más y más las
voces aconsejando la agresión contra nuestro país. Y es nuestro deber, es nuestra obligación
estar preparados.
Cuanto más débiles nos consideren, tanto
más se alentarán los imperialistas a agredirnos; cuanto más fuertes nos
consideren, tanto más meditarán los imperialistas antes de agredirnos.
Tenemos un pueblo revolucionario. Hemos tenido siete años para formar nuestros
cuadros políticos, nuestros cuadros militares.
Tenemos un formidable armamento; tenemos uno de los ejércitos mejor
armado del mundo; tenemos un número de armas suficiente para combatir todo el
tiempo que sea necesario contra cualquier tipo de agresión que lancen contra
nosotros. Pero hay que estar ciego para
no ver cómo crece el coro de los que aconsejan invasiones contra Cuba, de los
que aconsejan agresiones contra Cuba y nosotros no podemos permanecer sordos a
esa realidad.
Prepararnos y prepararnos cada vez más de
manera que si nos atacan, de manera que si quieren destruir la obra de nuestra
Revolución, el trabajo que hacemos en nuestras escuelas, el trabajo que hacemos
en nuestros campos y ciudades, los imperialistas tengan que pagar bien cara su
agresión.
Porque de una cosa nosotros estamos
completamente seguros y es que a nuestro pueblo no podrán derrotarlo de ninguna
forma. Que únicamente barriendo del mapa
a este país (APLAUSOS) podrán barrer la Revolución. Poseemos magníficas armas para luchar en los
campos y en las ciudades, para librar cualquier tipo de guerra convencional y
no convencional. Aprendamos a utilizar
esas armas, aprendamos aun a sacarle el máximo de provecho en combate y veremos
que no puede haber nada capaz de destruir la Revolución, ni aviones, ni tanques,
ni marines, ni infantería. Preparémonos
a librar cualquier tipo de lucha y todos los tipos de lucha contra el
imperialismo, según las circunstancias aconsejen. Y en la medida que estemos preparados las
posibilidades de que nos ataquen serán menores.
Y si nos atacan, allá los imperialistas, allá los imperialistas, porque
tendrán a la larga que enfrentarse no contra Cuba sola sino contra todo un
continente. Y por ley de la historia ese
continente se libertará, no por voluntad de nadie en particular sino como
consecuencia inexorable del proceso histórico.
Pero a nosotros nos ha correspondido
estar aquí a pocas millas de los imperialistas.
Somos el primer país que hemos hecho nuestra Revolución, y eso ellos no
nos lo perdonan. Hemos resistido, hemos
destruido todos sus planes; no han podido penetrar en nuestro país, no han
podido hacer la menor mella, han fracasado y eso no nos lo perdonan los
imperialistas. Y cuanto
más impotentes son más crece su odio y más crece su espíritu agresivo
contra Cuba.
Estamos en las circunstancias en que nos
aproximamos a los años decisivos, a los años en que sin dejar de trabajar un
minuto, sin dejar de hacer el máximo esfuerzo en el campo del desarrollo de
nuestra economía debemos prepararnos para resistir los mayores peligros.
Actualmente estamos en medio de la
zafra. Un gran esfuerzo vienen realizando nuestros trabajadores. En el día de ayer ya llegaron al segundo
millón de toneladas de azúcar (APLAUSOS).
Debemos producir el tercer millón en este mes, o mejor dicho, a
principios del próximo mes, el día tres de abril. Y el cuarto millón el 25 de abril, y el
quinto millón entre el 15 y el 20 de mayo, y del 15 al 20 de mayo en adelante
todo lo que se produzca por encima del quinto millón.
No obstante haber tenido la más grande
sequía de ninguna época anterior, es increíble cómo apenas se producirá merma
en nuestra producción azucarera. No
alcanzaremos la cifra del año pasado este año, pero al revés de lo que pensaban
nuestros enemigos tendremos una buena zafra, tendremos una cifra alta de azúcar
y esto es, si cabe, una victoria mayor que la del año pasado, porque de no
haber sido por el magnífico trabajo realizado, la sequía se habría podido
convertir en un desastre. Ustedes saben
cómo a pesar de la sequía los vegetales, las frutas, las viandas han aumentado
considerablemente. A pesar de la sequía
la zafra tendrá un volumen satisfactorio, pero será necesario para cumplir
estas metas el esfuerzo que se ha estado haciendo en estos días. Esfuerzo del que participan los estudiantes
universitarios en miles de ellos.
Con la primavera 100 000 jóvenes irán a
trabajar 42 días a la agricultura como parte de sus programas de formación
(APLAUSOS), para incrementar nuestra producción agrícola, para hacer el próximo
año la más grande zafra de la historia de nuestro país, para elevar aún
considerablemente nuestra producción agrícola.
Debemos decir que ya en el próximo año, o
este año, la cosecha de café será considerablemente superior a la del año
pasado. Y que de no ocurrir ninguna
interrupción, pensamos que a más tardar en un plazo de dos años habrá cesado
todo racionamiento de café; habrá cesado el racionamiento de café. Este año ha sido uno de los más bajos. La próxima cosecha se incrementará casi un
50% la producción de café, 60 000
toneladas de fertilizantes se aplicarán a los cafetales en las montañas de
nuestro país. Por lo tanto, este año nos
aproximaremos al millón de quintales de café, de los cuales 50 000 se
utilizarán para invertir en fertilizantes y el resto quedará a disposición del
consumo del país. Y con el empleo de 60
000 toneladas de fertilizantes este año, la cosecha del próximo habrá de
incrementarse aún más considerablemente, y luce perfectamente factible el
llegar para el año de 1970 a los 2 millones de quintales de café.
Un enorme entusiasmo se ha despertado en
los campesinos de Oriente, que febrilmente han estado limpiando, podando,
fertilizando, atendiendo a los cafetales, resembrando, sembrando nuevas
posturas; de manera que los campesinos han respondido al plan, como era de
esperar, con un entusiasmo indescriptible, y los resultados de esta medida no
se harán esperar.
Hemos estado considerando, además, que
visto el plan de construcción de obras hidráulicas en la provincia de Oriente, la
represa de Paso Malo, la represa de El Mate y las demás obras hidráulicas que
se están construyendo en Oriente, entre otras cosas para prevenir las
inundaciones, como las del huracán “Flora”, nos permitirán regar miles y miles
de caballerías de tierra. Por esa zona
está proyectada la construcción del nuevo central. Pero además del nuevo central para cumplir
nuestras metas azucareras, podremos regar miles y miles de caballerías de
tierra; y hemos enviado seis ingenieros y vamos a enviar 100 alumnos de los
Institutos de Suelos, para convertirlos en técnicos expertos en el cultivo de
arroz. De manera que incluso el arroz,
la mayor parte de nuestro consumo, cuando dispongamos del agua de esas
represas, podamos producirlo en nuestro país a base de dos cosechas al año y de
altos rendimientos. Vamos a preparar
desde ahora el personal técnico, vamos a enviar 100 jóvenes de los Institutos
de Suelos con varios ingenieros, a desarrollar la tecnología.
Porque si bien ahora de inmediato para
resolver ese problema habría que abandonar prácticamente nuestros planes, parte
de nuestros planes cañeros, en un futuro de tres a cuatro años podremos también
con nuestra agricultura resolver ese problema; tanto más que hemos observado
que la embajada China ha solicitado una serie de permisos para sacar baúles,
para sacar maletas, para sacar bultos, para sacar carros. Y presumimos que el plan de ellos es provocar
una ruptura con nuestro país.
Lo demostró el hecho que después de la
advertencia que hicimos a fines de año con relación a la propaganda masiva que
venían haciendo al estilo de embajada yanki, hicieran el menor caso de eso y
continuaran de una manera provocadora llevando a cabo sus actividades, con el
pretexto de que les daba la gana sencillamente.
Es decir, en mi opinión ellos han estado
tratando de crear un problema, de provocar un rompimiento. De más está decir, que de persistir esas
actividades les haremos como le hicimos a la embajada americana, es decir,
limitar el número de funcionarios chinos aquí al número de funcionarios cubanos
en Pekín (APLAUSOS). Pero observamos por
sus pasos que su política es la de provocar una ruptura. Y no tenemos ninguna seguridad, realmente, de
que no continúen por el camino de las agresiones económicas; no tenemos ninguna
seguridad, después de la experiencia de este año, no tenemos ninguna seguridad
de que podamos contar con lo que este año mandan. Cuando vemos a un gobierno lanzado por ese
camino desenfrenado de la agresión económica, creemos posible cualquier cosa;
son capaces de privarse de nuestra azúcar, de privar al pueblo chino de nuestra
azúcar, con tal de agredir a nuestro país.
Por eso debemos prepararnos. No es que creamos que el arroz sea un consumo
imprescindible, es una costumbre; creemos que en un futuro el consumo del arroz
debe estar regulado por los precios, pero que una gran parte del arroz que
consumamos lo produzcamos. No podemos
ahora, pero podemos proponernos hacerlo en los próximos cuatro años.
De todas maneras no será siempre la
situación de nuestro país la situación de ahora; no será eterno el bloqueo
imperialista, algún día los imperialistas serán derrotados por los pueblos, sus
bloqueos desaparecerán. Algún día
desaparecerá también el bloqueo chino, y podremos intercambiar nuestros
productos por más arroz, si queremos.
Pero hay que tener en cuenta también que
como los productos cuestan no según su valor nutritivo, sino según el trabajo
que cuesta producirlos, con lo que nos cuesta importar una tonelada de arroz
podemos importar casi dos toneladas de trigo o de harina de trigo. Sería conveniente aumentar el consumo de las
pastas, de los alimentos a base de trigo, de manera que intercambiando nuestro
azúcar por alimentos obtengamos más alimentos por toneladas de azúcar
exportables. Y sin renunciar, desde
luego, al hábito del arroz. Si no fuese
posible resolverlo nunca, lo diríamos, pero creemos que con nuestra técnica,
con nuestra agricultura, en un período no mayor de cuatro años, sin abandonar
nuestros planes azucareros, sin abandonar nuestros planes ganaderos, sin
abandonar nuestros planes de producción de vegetales, viandas y frutas para el
consumo de nuestro país, podremos también, con el empleo de la técnica, con las
obras hidráulicas que estamos llevando a cabo, dentro de cuatro años disponer
en Oriente de una extensa área que sea cultivada mecánicamente, que sea
fertilizada y fumigada por avión grandes extensiones de tierra; con dos
cosechas al año resolver nuestros abastecimientos de arroz, siempre y cuando
—mediante una regulación a través de precio— consumamos menos arroz y más
trigo.
De manera que aun este problema lo
resolveremos.
Actualmente estamos sufriendo, como les
decía, las consecuencias de la política china.
El algodón y otros productos se han acabado, como consecuencia del temor
provocado en los consumidores, y nos ha creado problemas. Es cierto que recibimos de ese país una
miscelánea de productos, también es cierto que no solo fue el arroz, sino que
las exportaciones de telas fueron afectadas también en varios millones de
metros cuadrados, y distintos productos.
Es cierto que la supresión por parte de China de todo el comercio con
nosotros ocasionaría problemas y dificultades, pero debemos estar dispuestos a
afrontarlos.
No solo eso. ¿Cree alguien que si los imperialistas hacen
un bloqueo a este país, total, impide que llegue un solo barco a este país la
Revolución sería aplastada?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿El pueblo sería
vencido? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Debemos estar preparados incluso para
condiciones de bloqueo total del país, a resistir todo el tiempo que sea
necesario, a convertirnos si es necesario en un pueblo agrícola pastoril los
años que fuesen necesarios, a cultivar con yuntas de bueyes, ¡pero
resistir! (APLAUSOS.)
Cuando un pueblo sabe que es capaz de
eso, se siente seguro; cuando un pueblo sabe que es capaz de eso, se siente
acreedor a su independencia, se siente acreedor a aspirar a la libertad como
tal pueblo, no importa el tamaño de sus enemigos, no importa la felonía de
algunos que debieran ser sus amigos.
Tiene derecho a aspirar a llevar la
frente alta, a ser libre. Pueblo que no
estuviese dispuesto a hacer eso, no tendría derecho a aspirar a ser un pueblo
libre.
Nosotros sabemos que en una circunstancia
como esa el valor del pueblo se acrecentaría como en todas las horas difíciles,
como en todas las horas decisivas.
Nos recordamos de la Crisis de Octubre,
¡qué valor, que firmeza, qué serena decisión del pueblo! Sabemos que el pueblo se crece ante las
dificultades, sabemos que el pueblo se crece en los momentos críticos. Y sabemos que ninguna prueba, por dura que
fuese, podría derrotarnos; que ningún bloqueo, por grande que fuese, podría
derrotarnos; porque en ese caso el combustible para los tanques y los cañones y
el ahorro de balas para nuestros enemigos y la solución de nuestros problemas,
con lo que tengamos en nuestro país, en la seguridad de que en ninguna
circunstancia nos moriremos de hambre; en la seguridad de que en ninguna
circunstancia podrán derrotarnos. El
país se enfrentará serenamente, valerosamente a los años venideros, no importa
cuán arriesgados sean, no importa cuán difíciles sean como consecuencia de la
acción de nuestros enemigos.
Resistiremos firmemente, resistiremos victoriosamente, como resiste hoy
el heroico pueblo de Viet Nam a la agresión imperialista (APLAUSOS).
Ellos se enfrentan a la criminal guerra
imperialista, y se enfrentan a las modernas flotas aéreas de los yankis
combatiendo y muriendo diariamente.
No debería ser así, no debería ser
posible que un pequeño país socialista pudiese ser bombardeado impunemente por
masas de aviones imperialistas. Ustedes
saben cómo pensamos nosotros. Ustedes
saben que Viet Nam debió convertirse en un cementerio de aviones yankis; que en
una lucha convencional, la correlación de fuerzas es absolutamente superior la
del campo socialista a la del campo imperialista.
Creemos que en cuanto comenzó el ataque a
Viet Nam debió hacerse un alto en la división dentro del campo socialista. Creemos que la posición debió haber sido: tenemos
diferencias, tenemos muchas cosas que discutir, pero frente a la feroz agresión
al hermano pueblo vietnamita, hagamos un alto, démosle todo nuestro apoyo de
nuestras armas antiaéreas, de nuestras flotas aéreas.
El único argumento que los pueblos del
mundo podrían entender frente a ese problema, frente al hecho cierto del ataque
criminal y despiadado del imperialismo yanki al pueblo de Viet Nam, era ese
lenguaje: hagamos alto a esta guerra
verbal y dejémosla, si se quiere, para luego, pero ante la guerra real, ante
los bombardeos de nuestros hermanos vietnamitas, juntemos nuestras fuerzas y en
una guerra defensiva sobre los cielos de Viet Nam, defendiendo la soberanía de
Viet Nam, destruyamos todos los aviones yankis.
Y el campo socialista tiene recursos suficientes para convertir Viet Nam
del Norte en un cementerio de aviones yankis (APLAUSOS).
No hay que hacer ningún acto ofensivo, no
hay que llevar a cabo ninguna acción agresiva, basta brindarle a Viet Nam todo
el armamento convencional necesario para la lucha antiaérea, todos los aviones
necesarios y esta técnica con todo el personal necesario, y el campo socialista
posee medios para barrer de los cielos de Viet Nam del Norte los piratas
aviones yankis (APLAUSOS).
Admiramos el heroísmo del pueblo
vietnamita, ver cómo se enfrenta con sus armas, sus fusiles, sus hombres y sus
mujeres, a los aviones agresores. Pero
nunca podremos estar de acuerdo y nunca podremos comprender que sea posible,
allí en el sudeste de Asia, llevar a cabo ese tipo de guerra bárbara contra un
pueblo pequeño del campo socialista como Viet Nam.
y si se derrota la ofensiva aérea
imperialista en Viet Nam del Norte, el pueblo de Viet Nam del Sur no tardará en
arrojar de su patria a la soldadesca imperialista.
La táctica imperialista es clara: empleo en masa de aviones contra Viet Nam del
Norte, empleo en masa de tropas y medios convencionales de combate y, además,
medios inhumanos como la guerra química contra el movimiento de Viet Nam del
Sur.
Y esa teoría de que si esta generación no
vence vencerá la otra, no la entiende nadie.
¡No! Eso es decir: que se pelee en
Viet Nam hasta el último vietnamita. En
todo caso, nosotros creemos que lo correcto sería decir: ¡que
se pelee en cualquier país del campo socialista hasta el último soldado
socialista! (APLAUSOS.)
Los imperialistas agreden a Viet
Nam. No oculto que amenazan con agredir
a China. Ahora bien: lo real es que los imperialistas
tienen un encuentro con China, saben que
el pueblo chino puede movilizar decenas de millones de soldados y temen un
choque con masas de tropas chinas; los imperialistas temen la guerra
convencional con China y temen la guerra atómica con la URSS. Otro es el caso de los imperialistas con
Cuba; saben que no podemos movilizar
millones de soldados, que no poseemos armas atómicas, por eso constantemente
sale un desvergonzado cualquiera en Estados Unidos aconsejando la invasión a
Cuba. Nadie aconseja la invasión a
China, ¡nadie! Nadie aconseja la
invasión a la URSS. Todos aconsejan la
invasión a Cuba. Por eso digo que los
imperialistas temen un choque con China, temen un choque con la URSS; amagan,
amenazan, en el fondo lo que desean es el derecho a seguir bombardeando
libremente a Viet Nam del Norte.
Nosotros entendemos que cualquiera que
sea el país agredido, si agredido es Viet Nam, si agredida es China,
cualesquiera que sean nuestras diferencias con el gobierno y los dirigentes de
ese país, nuestra opinión es que en caso de agresión todo el campo socialista
debe brindarle apoyo a China si es agredida (APLAUSOS) .
Esa es nuestra posición de principios, lo
mismo si es agredido cualquier país socialista de Europa, lo mismo si es
agredida la Unión Soviética. Creemos que
la verdadera política de principios es la política de apoyo al país socialista
agredido frente a las agresiones imperialistas.
Y que la teoría de que si esta generación no gana la guerra la ganará la
otra es una teoría derrotista, es una teoría inhumana, y es una teoría
cobarde. Y que el principio marxista-leninista
e internacionalista es estar dispuesto a luchar, no hasta el último ciudadano
del país agredido, sino hasta el último ciudadano del campo socialista.
Y nosotros, que estamos bastante lejos
aquí, y bastante solos, que no tenemos fronteras con ningún país socialista,
que no nos podrán mandar nada por ninguna frontera en caso de agresión, que
seremos agredidos en el acto si se produce cualquier conflicto grande en
cualquier país del mundo, no vacilamos en proclamar que esta es nuestra
posición y que esta es nuestra política de principios. Y no es que se trate de que nosotros queramos
que si nos agreden todo el mundo combata por nosotros, porque nosotros si la
hora llega de defender esta tierra, no andaremos preguntando quiénes nos van a
ayudar, no andaremos preguntando cuántos van a pelear junto a nosotros, ¡porque
aunque nosotros nos quedáramos absolutamente solos en esa pelea, pelearemos
hasta el último aliento, hasta la última gota de nuestra sangre! (APLAUSOS.)
Cuando iniciamos esta lucha no le pedimos
permiso a nadie; cuando iniciamos esta lucha no contábamos más que con nuestras
propias fuerzas. Hemos hecho nuestra
Revolución en un momento decisivo de la historia; hemos hecho nuestra
Revolución cuando los sentimientos y los vínculos internacionalistas entre los
pueblos han llegado a su nivel más alto; pero no obstante ello, si tenemos que
pelear solos pelearemos (EXCLAMACIONES); cuando llegue la hora de defender la
soberanía de esta patria, el suelo de esta patria, la bandera de esta patria,
como el primer día, cuando empezamos la lucha, no diremos: ¿Cuántos combatirán con nosotros?, no
contaremos el número de nuestros soldados ni contaremos el número de nuestros
soldados enemigos (APLAUSOS PROLONGADOS), ¡solo sabremos que nuestro deber es
pelear, que nuestro deber es morir si es necesario hasta el último
revolucionario! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Y eso, compañeros estudiantes, un día
como hoy —que es un día de homenaje al heroísmo— es lo que quiero expresar
aquí, para poder decir un día como hoy que hablamos muy sinceramente y muy
seriamente cuando decimos:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)