DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO CLAUSURA DEL XI CONGRESO
MEDICO y VII ESTOMATOLOGICO
NACIONAL, CELEBRADO EN EL TEATRO “CHAPLIN”, EL 26 DE FEBRERO DE 1966.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Delegados invitados;
Delegados cubanos al Congreso Médico y Estomatológico;
Señoras y señores:
Ustedes han estado trabajando
intensamente durante varios días para llevar a cabo este evento científico,
acerca de cuyo nivel ustedes han tenido oportunidad de apreciarlo mejor que
nadie. Me han asignado la tarea de hacer
precisamente el resumen de este evento científico. En estas cuestiones todo lo más que puedo
hacer es guiarme fundamentalmente por los datos y las impresiones que he
recogido, y las impresiones de los organizadores, acerca de las características
y los frutos de este Congreso.
En primer lugar, el marco dentro del cual
tiene lugar el mismo, que es el cuadro que presenta la asistencia médica en
nuestro país actualmente y que es —sin género de dudas de ninguna clase—
infinitamente superior a lo que era hace algunos años, y que, sin discusión también,
puede compararse con cualquier otro país de este continente en condiciones
similares al nuestro.
Nosotros realmente en este problema
cuando hablamos de los éxitos alcanzados por nuestro pueblo, lo decimos con
plena conciencia de que en realidad el esfuerzo que hoy se realiza en Cuba por
la medicina y las experiencias que hoy se acumulan en Cuba, pueden llegar a ser
útiles también a otros pueblos.
Cuando analizamos el cuadro de otros
países, lo hacemos siempre con dolor, porque precisamente en la asistencia
médica es en lo que puede verse cuánto ha avanzado un país o cuánto se ha
estancado un país. Se podría decir: Dime cómo está el
servicio médico en un país y te diré cuál es el grado de desarrollo y de avance
de esa sociedad.
Hay que decir, desde luego, que la
asistencia médica no puede marchar independientemente del desarrollo
económico. Que una asistencia médica
superior necesita un desarrollo económico considerable; pero el caso de Cuba ha
demostrado que aun dentro de un nivel determinado de subdesarrollo económico,
utilizando al máximo de una manera eficiente los recursos del país, se puede
hacer mucho en este campo de la asistencia médica.
Considerando nuestra situación antes del
triunfo de la Revolución hasta el año 1958, la atención de la salud pública se
caracterizaba, entre otras cosas, por la carencia de una política nacional
unificada respecto a sus normas y funciones.
Aparte de la insuficiente dotación de servicios médicos que existía para
el cuidado de la salud del pueblo, la parte de esa dotación que estaba bajo la
responsabilidad del Estado era inferior a las de otras instituciones que
funcionaban con carácter prácticamente privado y muchas de ellas con sentido
lucrativo.
De esta forma, las actividades de salud
pública se desarrollaban en forma anárquica por medio de instituciones tales
como clínicas privadas y mutualistas, instituciones religiosas, hospitales
industriales, hospitales del Estado y seguros sociales, de beneficios parciales
y de lucro contra los intereses de los trabajadores.
Con el triunfo de la Revolución todas las
actividades de salud pública han pasado a ser fundamentalmente responsabilidad
del Estado revolucionario, con una estructura y normas uniformes que garantizan
la realización progresiva de las orientaciones del Gobierno Revolucionario en
este campo, La Ley 1100 de Seguridad Social, promulgada en 1963, comprende a la
totalidad de los trabajadores del país y les garantiza la prestación adecuada
para todo tipo de riesgo y enfermedad, así como asistencia monetaria y también
en servicio y en especie.
Hasta el año 1958 los campesinos carecían
totalmente de asistencia médica. No solo
no existía un solo hospital rural, sino que tampoco contaban con los servicios
de un médico ni siquiera en forma privada.
Es decir, la medicina rural no existía en absoluto en nuestro país, y en
nuestros campos vivía casi el 50% de nuestra población.
Después del triunfo de la Revolución la
asistencia médica a los campesinos se extiende prácticamente a todas las áreas
rurales a través de 95 centros hospitalarios y dispensarios.
Hay algunas personas de las que vienen a
Cuba que se asombran al conocer que en nuestro país hay medicina rural.
Hay algunas cifras que en estas ocasiones
suelen mencionarse, por lo menos dan una idea cuantitativa del progreso en este
campo. Una de estas cifras es el número
de camas al servicio de la población que era en 1958 de 25 745 y en 1965
alcanza ya la cifra de 49 103. Entre
ellas la de asistencia social se elevaron de 3 965 en 1958, a 6 491 en
1965. Plazas médicas y
estomatológicas. El número total de
plazas de médicos y de estomatólogos era en 1958 de 1 375 y en 1965 es, fue ya,
de 6 797. Número total de
hospitales. En 1958 existían 87 y en
1965, 159. El presupuesto en 1958 era de
22 670 965 pesos y en 1965 se elevó a 140 510 000 pesos. Este aumento es casi de siete veces. El per cápita en salud pública en 1958 era de
3,26 pesos y en 1965 alcanzó la cifra de 17,84 pesos.
Cuando se habla de per cápita de 3,26
pesos en 1958 se incluye lo que se robaban.
Esto es en el orden si se quiere
cuantitativo. Pero no solo se ha elevado
de una manera extraordinaria las cifras correspondientes a camas, hospitales,
recursos económicos, sino también que prácticamente todo el concepto de la medicina
pública se ha ido revolucionando en estos años.
Y así —lo que todos ustedes saben de sobra— se empezó a poner especial
acento en la medicina preventiva.
Como resultado de esta lucha también
existen datos de gran interés. Algunos
de estos datos seguramente se han estado discutiendo en el Congreso, por eso yo
les pido a ustedes me perdonen si algunas de estas cifras las vuelven a oír una
vez más, pero debemos tener presente que en este caso estamos brindando estas
informaciones también para todo el pueblo.
En cuanto a las enfermedades
trasmisibles, aquí hay una serie de datos que son reveladores en número de los
frutos alcanzados. Y aquí tenemos: Enfermedades
diarreicas agudas. Esta enfermedad se
encuentra actualmente entre las primeras causas de muerte en un gran número de
países de América, y su tasa es siempre considerada por los higienistas como un
índice de subdesarrollo.
Al triunfo de la Revolución existía en el
país una tasa de 59,2 defunciones por cada 100 000 habitantes, originadas por
este tipo de enfermedad o de enfermedades.
Es decir, había un promedio de 4 000 defunciones anuales.
El trabajo realizado durante todos los
años después del triunfo de la Revolución ha bajado esta tasa a un 25,7 por 100
000 habitantes; lo que está representado
en el año 1965 por solamente 1 902 defunciones.
Según cifras que aparecen publicadas, que
aparecen en publicaciones científicas de la Organización Mundial de la Salud,
de agosto de 1964, podemos conocer en relación con esta enfermedad la situación
de otros países de América:
Mortalidad por enfermedades diarreicas
agudas. países:
Guatemala, 223,5 por cada 100 000 habitantes; Colombia, 127,6 por
cada 100 000 habitantes; Costa Rica, 124,2 por cada 100 000; El Salvador, 64,2
por cada 100 000; Chile, 61,9; Paraguay, 60,3; Venezuela, 48,1; Cuba, en la
actualidad, 25,7 por cada 100 000; Estados Unidos, 4,8 por cada 100 000.
Entre las enfermedades trasmisibles que
ya nuestro pueblo puede plantear como prácticamente erradicada tenemos la poliomielitis,
que era una enfermedad que padecía nuestra población desde 1909.
Se producía anualmente un promedio de 300
casos, que ocasionaban un aproximado de 100 muertes, aparte de los casos
tristísimos de invalidez.
Desde la primera campaña de vacunación
realizada en marzo de 1962 no se ha producido ninguna nueva epidemia en nuestro
país, y analizando el cuadro de salud de otros países de América podemos
informar lo siguiente:
En 1965 —porque, naturalmente, esto se
fue erradicando paulatinamente—, pero ya en 1965, tenemos que en Argentina hubo
218 casos; Ecuador, 188 casos; Guatemala, 198 casos; Chile —1964—, 380 casos;
Colombia, 216 casos.
Y aquí, por ejemplo, donde están los
índices de casos por 100 000 habitantes, en la propia revista de la Organización
Panamericana de la Salud, con respecto a la poliomielitis da distintos
casos. En las distintas tasas aparece
Argentina con 4,4; Brasil con 5,9; Canadá con 0,6; Colombia con 2,8; Costa
Rica, 1,3. Aparece Chile, por ejemplo,
con 1,4; Ecuador, 3,6; El Salvador, 3,5, etcétera. Estados Unidos aparece con 0,2 y Cuba aparece
con 0,0 (APLAUSOS).
Esta es una enfermedad que antiguamente
fue una especie de azote, si se quiere no tanto por el número de casos como por
el grado de inseguridad que producía en todas las familias. Ha sido una de las muchas enfermedades que se
han combatido con éxito, en este caso un éxito total; porque evidentemente
también este tipo —aunque no fue fácil— gracias a la participación del pueblo
y, sobre todo, a la conciencia que se creó en el pueblo, se pudo lograr un
nivel tan alto, un porcentaje tan alto de vacunación, que la enfermedad fue
erradicada.
Hubo dos años anteriores —no sé si fue
1963 y 1964— en que se había presentado en cada año un caso, y cuando se fue a
la comprobación se trataba de casos que no se habían vacunado. Existieron, incluso, algunos prejuicios al
principio. En la actualidad ya
prácticamente no hay que hacer gran esfuerzo por parte de nuestro ministerio,
puesto que toda la población acude el día y hora indicados para pedir la
vacuna, y prácticamente no queda niño sin vacunar.
El paludismo: esta es otra plaga —se puede decir— de
nivel muy alto en todo el continente.
Antes del triunfo de la Revolución no existía la posibilidad de conocer
con exactitud el número de casos que se producían en nuestro país, puesto que
no existía notificación de esta enfermedad; todos los antecedentes hacen
suponer que nunca se producían menos de 5 000 casos.
Ya en 1962 en que se recogieron datos
estadísticos serios, y después de un trabajo de dos años intensos, se
produjeron 3 519 casos. Y como éxito de
un trabajo más, en el año 1965 solo se produjeron 127 casos de paludismo, y
estos, de una zona limitadísima de la provincia de Oriente.
En el mes de enero de este año 1966
solamente se produjeron tres casos; en el mes de febrero, siete casos.
Es decir que todos los índices son de que
la enfermedad irá disminuyendo, y en un momento dado podremos considerarla
también erradicada.
Así, en el año 1962, la situación era de
que teníamos en paludismo 50,1 casos por cada 100 000 habitantes; en 1963
teníamos 11,9; en 1964, 8,6. Y,
naturalmente, habría que sacar la cuenta para el año 1965 que es ya, desde
luego, menor.
Tenemos también los índices de casos en
otros países. En el año 1965, cuando ya
nosotros teníamos 127 casos solamente —en 1965—, en otros países como Ecuador
se produjeron 3 669 casos, en El Salvador
30 037, en Guatemala 12 761, en Nicaragua 8 940, en Paraguay 6 194, en
Colombia 7 127 y en Venezuela 4 598.
En cuanto a otras enfermedades, por
ejemplo, como el tétanos, contra el cual también se ha luchado intensamente, en
1962 teníamos un índice en nuestro país de 8,5 por cada 100 000 habitantes, en
1963, 5,5; en 1964, 4,5 y en 1965, 1,8.
Difteria: en el año 1962, 20 por cada 100
000.
Ah, en el anterior caso, en el tétanos,
tenemos que por ejemplo en 1962 los índices de otros países como Colombia: 7,8;
El Salvador 16,1; Guatemala 11,7; Haití 15,6, en lo que se refiere al
tétanos. Indice en 1962, por cada 100
000 habitantes.
Ahora en difteria los datos de Cuba: 20 por cada 100 000
habitantes en 1962; 12,9 en 1963; 8,8 en 1964 y 8,5 en 1965.
Fiebre tifoidea: en 1962 tuvieron lugar 1 067 casos,
que equivalen a 14,9 casos por cada 100 000.
En el año 1963, 478 casos, que equivalen a 6,7; en el año 1964 subió, a
consecuencia de un brote en la zona de Sagua la Grande, y se elevó a 948 casos,
con 13,1.
Esta es, prácticamente, la única
enfermedad que en todos estos años produjo una recurva, en el año 1964, pero ya
en el año 1965 bajó a 257 casos, es decir, 3,6 por cada 100 000
habitantes. Es decir que a pesar de su
recurva está actualmente por debajo ya de ningún año anterior.
Estos índices sirven para demostrar la
importancia que tiene la medicina preventiva, aunque hay, desde luego,
distintas ramas de la medicina preventiva.
En esta, que se refiere esencialmente a las medidas de higiene: la vacunación, la
erradicación de determinados insectos trasmisores de las enfermedades y, en
fin, cómo reducen de una manera considerable los porcentajes.
En cuanto al personal médico, ¿cuál es la
situación actual de nuestro país? El
número de médicos en 1965 con relación a 1958 ha aumentado. Este aumento en
cifras absolutas no es considerable, y no es considerable, como ustedes saben,
debido a las circunstancias del número de médicos que optaron por salir del
país.
Sin embargo, las horas de trabajo de los
médicos en los hospitales y en la distribución del personal médico ha variado considerablemente. Como ustedes conocen, anteriormente casi
todos los médicos, es decir, la mayoría de los médicos del país estaban
concentrados en la capital de la República; mientras, por otra parte, casi la
mitad del país, que vivía en los campos, carecía de asistencia médica.
Así, por ejemplo, en La Habana, en el año
1958 había 3 961 médicos. Actualmente en
La Habana hay 3 595. Sin embargo, en
Pinar del Río, donde en 1958 había 226, hay en 1965, 337; en Matanzas, donde en
1958 había 285, hay actualmente 393; en Las Villas, donde había 661, hay hoy
826; en Camagüey, donde había 406, hay 493, y en Oriente, donde había 747, hoy
hay 1 171.
Es decir, ahora hay 6 815 médicos, frente
a 6 286 en 1958, pero distribuidos de una manera mucho más racional y, además,
con una participación en la medicina social incomparablemente superior que en
el pasado.
¿Cómo está la docencia, es decir, la
formación de médicos y, además, de personal auxiliar? Tenemos esta situación: que en 1958 solo había tres hospitales
docentes y en 1965 tenemos 23. Camas
docentes había en 1958, 1 500; en 1965, 10 257.
Profesores a tiempo completo en 1958, 0; en 1965, 177. Especialización médica, graduados en el
régimen actual de residencias como especialistas o en formación en algunas de
las 26 especialidades médicas reconocidas en el país: actualmente hay un total
de 558. Hasta hoy las graduaciones
médicas han oscilado en los últimos cinco años entre 350 y 400 médicos por
año. Estas cifras se duplicarán a partir
de 1968.
En los nuevos planes de estudio, los recursos
existentes, tanto en las escuelas de ciencias básicas, como en los hospitales
docentes, la relación profesor alumno es de 1 por 18. La dedicación exclusiva a tiempo completo del
profesorado y los principios científicos que rigen y orientan la docencia
médica están produciendo el médico que necesita nuestro país.
Personal técnico y auxiliar graduado por
la dirección de Docencia Médica Media.
Entre 1959 y 1965 se han graduado 12 901. De estos,
7 588 corresponden al personal de enfermería.
La situación de nuestro país es también,
desgraciadamente para otros pueblos hermanos de este continente, muy
distinta.
Utilizando las cifras conocidas de
médicos que había en América Latina en 1962, se ha estimado el número que se
precisará para 1975, si se mantiene la misma tasa de médicos en relación con la
población. Este informe es un informe de
un comité asesor en planificación de hospitales y otros servicios de salud,
convocado por la Organización Panamericana de la Salud, y es del 26 al 30 de
julio de 1965. Y explicaba esta
situación.
“Utilizando las cifras conocidas de
médicos que había en América Latina en 1962 se ha estimado el número que se
precisará para 1975 si se mantiene la misma tasa de médicos en relación con la
población. Para una población de 244
millones se estima que hay actualmente 134 000 médicos en América Latina. Para mantener los mismos servicios en 1980
para una población de 374 millones, 5,5 por 10 000 habitantes, se necesitarían
206 000 médicos, es decir que se precisa un aumento de 72 000 en este
lapso. ¿Están las escuelas médicas en
condiciones de proveer la cantidad de médicos indicada? En las 104 escuelas de medicina que existen
se están graduando 6 500 médicos por año.
En los 15 años siguientes —de acuerdo con esta estimación— se graduarán 100
000 médicos, parte de los médicos actualmente en actividad y de los graduados
quedarán fuera de la práctica de la medicina por fallecimiento, retiro,
etcétera, una parte; suponiendo que esta pérdida sea del 1% anual o prácticamente
del 15% en el período considerado, se necesitarán 25 000 médicos para
reemplazarlos.”
De aquí se deduce que las escuelas
médicas en América Latina, si continúan con su mismo ritmo de formación de
profesionales, estarán en 1980 en el mismo nivel que en la actualidad, y el
nivel que existe en la actualidad ya se sabe de cuántas deficiencias
adolece. Y aquí, desde luego, se cuenta
los médicos que posiblemente por una razón u otra se den de baja, pero hay que tener
en cuenta también la situación de la emigración de médicos de América Latina
hacia Estados Unidos, a pesar de que en esos países, de donde emigran muchos
médicos, han estado muy lejos de hacer ningún tipo de revolución similar a la
nuestra.
El caso, desde luego, de algunos países,
o los casos de algunos países son peores que otros. Y aquí dan algunas cifras a este respecto;
por aquí tenemos también en esta revista de la Organización Mundial de la Salud
algunos datos relativos a la situación del personal médico, dice así: “En la actualidad
América Latina solo cuenta con 100 000 médicos en ejercicio...” Es decir que da
una cantidad inferior a la que se suponía en 1962 por la Organización
Panamericana de la Salud. Lo que dice la
Organización Mundial de la Salud es esto: “En la actualidad América Latina solo
cuenta con 100 000 médicos en ejercicio.
Si se admite que el mínimo deseable son 10 médicos por cada 10 000
habitantes —cifra equidistante entre la situación de los países más
desarrollados y la de los que lo están menos—, América Latina no tiene ni
siquiera la mitad de los médicos que debiera.
Y en 1980 los médicos necesarios serán 350 000, cifra muy superior a la
que podría conseguirse con los medios de enseñanza de que hoy se dispone.
“Si se trata de enfermeras diplomadas y
auxiliares, la escasez todavía es mayor.
Se estima que actualmente el número de las enfermeras diplomadas en
todos los países de América Latina no pasa de 37 000; sobre la base de las
normas mínimas recomendadas:
13 enfermeras diplomadas y cuatro o cinco auxiliares por cada 10
000 habitantes, el déficit actual es de enormes proporciones.
“En 14 de los 20 países latinoamericanos,
el número de enfermeras diplomadas es muy inferior al mínimo recomendado. Y en algunos casos no alcanza ni siquiera la
décima parte de la norma, las enfermeras y auxiliares son 94 000 en lugar de
las 263 000 que según cálculos serían necesarias.”
Ese es el cuadro del continente. Ahora nosotros tenemos estudiando medicina y
estomatología un total de 4 968 alumnos.
En medicina, 4 516, distribuidos de esta forma:
En La Habana, sexto año, internado, 391;
La Habana, quinto año, 516; Santiago de Cuba, 40.
Cuarto año: La Habana, 475; Santiago de Cuba, 137.
Tercer año: La Habana, 680; Santiago de Cuba, 215.
Segundo año: La Habana, 944; Santiago de Cuba, 190.
Primer año: La Habana, 752; Santiago de Cuba,
176.
Que hacen un total de 3 758 en La Habana
y de 758 en Santiago de Cuba, que hacen 4 516 en medicina.
Estomatología. En La Habana, tercer año, 29; en Santiago de
Cuba, 25.
Segundo año: La Habana, 137; Santiago de Cuba,
47.
Primer año: La Habana, 175; Santiago de Cuba,
59.
Que hacen un total, para La Habana de 341
y para Santiago de Cuba 131, y en total 472.
Se puede apreciar aquí una cierta
disminución con relación al número de alumnos que están en segundo año y en
primer año. Y esto demuestra cómo
todavía dentro de las condiciones que se abren a todo estudiante infinidad de
posibilidades en distintas ramas de la enseñanza universitaria y
preuniversitaria, el número de alumnos que se gradúan de bachiller no es
todavía suficiente para satisfacer nuestras aspiraciones máximas de ingresos en
la universidad.
Es que todavía no ha llegado a los
niveles universitarios la enorme masa de jóvenes que en los años futuros podrán
llegar a esos niveles como consecuencia del desarrollo de la educación en
general en nuestro país. Si se tiene en
cuenta que prácticamente el número de alumnos en la primaria se duplicó, y de
que no solamente tenemos más de un millón de niños en la enseñanza primaria,
sino cerca de un millón de adultos estudiando, y que este programa se comenzó
desde el principio mismo del triunfo de la Revolución y se ha continuado año
por año, llegaremos al punto en que los que ingresen, por ejemplo, a estudiar
medicina y estomatología, se podrán contar no por centenares sino por millares
todos los años. Y en este aspecto de la
medicina siempre hemos creído que no debemos poner límites a los que quieran
estudiar esta carrera: medicina y
estomatología, porque aun cuando nosotros estamos ya en niveles mucho mejores
que la mayor parte de los países —si no todos—, y estaremos cada año mejor, y
la distribución de los médicos será cada vez mejor, ese cuadro mismo aterrador
que se presenta de otros pueblos de este continente, sin contar la situación en
otros países, porque si estas cifras se consideran, se comparan con las de
Africa y otros pueblos explotados, que como consecuencia de la explotación permanecieron en el mayor
estancamiento, nos encontramos con que con mucha frecuencia nos solicitan
asistencia técnica en médicos: un médico
para un hospital, un cirujano, un anestesista, en fin para tener aunque sea uno
en un hospital en muchos países, nosotros necesitaremos graduar muchos más de
los que necesitemos. Y, además, con los
niveles que vamos alcanzando, no debemos proponernos como meta llegar, por
ejemplo, a tener 1 por cada 500, mientras pueda haber países que le soliciten
ayuda al nuestro que tengan 1 cada 50 000, o cada 20 000, o cada 10 000.
Nosotros actualmente tenemos 1 por cada 1
200 y tantos. Sin embargo, estas cifras
que dan las revistas de la Organización Mundial de la Salud encubren una
realidad: dan
cifras de médicos totales, dan cifras de médicos por cada equis miles de
habitantes, y en consecuencia dividiendo el total de médicos por el total de
ciudadanos, dicen: “Es espantoso, no
alcanzan.” Pero si se van no a las cifras sino a las realidades, y se analiza
la distribución de esos médicos, cómo en todos esos países subdesarrollados
tiene que haberse producido el mismo fenómeno que en el nuestro, que es esa
hipertrofia, desarrollo inmenso de las urbes, sobre todo de la capital, y
desarrollo además en las peores condiciones económicas de vivienda y de higiene
en general, nos encontraremos que estas cifras no dan una idea real, a pesar de
ser espantosas —como ellos admiten—, porque no se analizan. ¡Ah!, si fueran al análisis, y se analizara
entonces la diferencia entre población rural y población urbana, se encontrarían
que la situación es mucho peor, pero si van incluso al análisis de todos
aquellos profesionales médicos, ¿cuántos están dedicados y quiénes al ejercicio
de la medicina privada, o a prestar los servicios médicos para círculos
reducidísimos de la población?, nos encontraremos con que habrá círculos que
cuenten con un nivel extraordinario de asistencia médica, frente a la inmensa
mayoría del país, cuya situación será mucho peor de lo que estas cifras
estadísticas revelan.
Y, sin embargo, hay números que son la
consecuencia de esa situación, y que son mucho más expresivos de las
realidades, y es el número de defunciones, por ejemplo, en los niños. Y esta misma revista tiene aquí un cuadro
verdaderamente espeluznante, porque lo que hay que contar, al fin y al cabo,
ciertamente son los muertos, dicen mucho más que los índices. Dice: “Entre los niños de menos de cinco
años, la mitad de las defunciones son imputables...” No, dice: “De Río Grande —esto primero—, de Río Grande
al Cabo de Hornos —es decir, en el territorio de la América Latina—, un ataúd
de cada dos encierra los restos de un niño muerto antes de cumplir los cinco
años.” Repito: “De
Río Grande a Cabo de Hornos, un ataúd de cada dos encierra los restos de un
niño muerto antes de cumplir los cinco años.”
Y dice: “Entre
los niños de menos de cinco años, la mitad de las defunciones son imputables a
la mal nutrición.” ¡Uno de cada dos ataúdes lleva un niño de menos de cinco
años! Y uno de cada dos prácticamente se
expresa aquí que muere de hambre, es imputable a la mal nutrición, no habla de
otras causas como epidemia, condiciones de vida de higiene pésima.
Aquí pone una foto —y no vayan a pensar
que esto es un panfleto subversivo.
Ojalá muchos panfletos de estos se distribuyan, porque a la larga sí
creo que resultan subversivos, porque ninguna otra cosa puede aconsejar más
elocuentemente la necesidad del cambio de esa situación como sea, sí, y aunque
este es un congreso médico, no un congreso político, por las vías que sean
(APLAUSOS), porque realmente no es la lucha revolucionaria lo que cuesta más
vidas, sino la miseria y la explotación.
Esa es una gran verdad estadística (APLAUSOS).
¿Y qué sociedades son esas? ¿Qué orden social es ese? ¿Y quién puede defender un orden social donde
un ataúd de cada dos lleva un niño de menos de cinco años, y donde uno de cada
dos niños muere de hambre?
Y aquí esta revista —que, por lo visto,
van a tener que prohibirla— (RISAS), trae una fotografía de unos niños llevando
el ataúd de otro niño. Dice: “Según vieja
costumbre, los amigos jóvenes de la familia llevan el féretro del niño
muerto.” En las páginas centrales un
cementerio de niños: “Muchos
de los que aquí descansan no habían cumplido su quinto año cuando fueron
arrebatados por la mal nutrición o las enfermedades debidas a la falta de higiene;
es decir, los que no mata el hambre los mata la pobreza por otra vía, que es la
falta de las más elementales condiciones de higiene. ¿Pero qué los mata? Los mata la pobreza. ¿Y que es la pobreza sino la consecuencia de
la explotación? (APLAUSOS.) ¡Un cementerio de niños en un país de América
Latina! (Muestra las dos páginas
centrales de la revista.) Más cruces de
las que aquí se ven no las juntan ni los campos de batalla de las grandes
guerras.
Y, desde luego, este “panfleto
subversivo” continúa dando algunas explicaciones. Aquí habla: “La relación entre la salud y vivienda
salta a la vista.” Y, según se expresa aquí, lo de ahora no es peor de lo que
vendrá, porque dice: “Debido
al aumento constante de la población, la producción de alimentos por habitante
es hoy ligeramente inferior a lo que era antes de la Segunda Guerra Mundial.”
Y dice: “La población de América Latina
aumenta cada año en la proporción de 2,5% a 3%.
Este aumento es más rápido que en cualquier otra parte del mundo, y casi
el doble que el de toda la población mundial.
“La tasa de aumento estimada para los
próximos 50 años es de 265% en América Latina; de 180% en Asia, excluida la
Unión Soviética; de 160% en Africa; y de 151% en el mundo tomado en
conjunto. Dicho en otras palabras, la
población de los países de América Latina aparece destinada a doblar en el
curso de los próximos 20 a 58 años —esto a pesar de los que se mueren—, en 10 ó
12 de ellos bastará el curso de una generación.
“La situación se ve agravada aún más por
el hecho de que la producción agrícola de América Latina, pese a una tasa de
aumento que desde hace algunos años figura entre las más altas, no ha
conseguido en conjunto satisfacer las necesidades crecientes. De un modo más concreto: durante los últimos dos decenios la
producción de alimentos de la América Latina ha progresado en la proporción de
un 69%, pero debido al aumento de la población la producción por habitante es
hoy ligeramente inferior a lo que era antes de la Segunda Guerra Mundial.
“Por otra parte, las tierras cultivadas
de América Latina no representan más que el 4% de la superficie total. Y por si esto fuera poco, el producto de esta
fracción dista mucho de lo que podría ser sí métodos anticuados, todavía muy
corrientes, dejaran paso al empleo de nuevas técnicas y equipos modernos. La mayor parte de las economías nacionales de
América Latina son fundamentalmente agropecuarias, y en ellas trabaja a menudo
más de la mitad de la población activa.
Esto no impide que los campesinos latinoamericanos resistan difícilmente
a la atracción de las grandes ciudades.
La consiguiente expansión, excesivamente rápida, de las zonas urbanas
plantea nuevos y graves problemas. Con
un estado nutricional ya deficiente y una industria que no es todavía capaz de
absorber el exceso de la población rural, las dificultades tienden a
complicarse más bien que a disminuir. Un
descenso de la producción agrícola, acompañado de una proliferación de los
tugurios en las ciudades, sería de consecuencias inevitables para la salud
colectiva y las condiciones sociales en general.”
Porque, desde luego, hay otra medicina
preventiva —que pudiera considerarse entre las primeras—, y es la
alimentación. Y, desde luego, que la
situación como se ve aquí es uno de los factores esenciales en los que no
pueden sobrevivir; es decir, en los que no llegan a los cinco años de
edad.
Revela todo esto un cuadro verdaderamente
tétrico, del cual afortunadamente, afortunadamente, nuestro país se ha
librado.
En cuanto al futuro de nuestra medicina
—que como ya hemos visto es trágico para otros pueblos de este continente—, en
cuanto al nuestro, ya se plantean metas superiores. Aquí están trazadas en breves palabras las
perspectivas de la salud pública en nuestro país en los años futuros, expuestas
por el Ministerio de Salud Pública.
Dice: “Consideramos que nuestro desarrollo
perspectivo puede condensarse en forma muy general en las dos tendencias
principales de nuestro crecimiento:
“Primero: En un sentido, el promover
sistemáticamente el incremento de los servicios más calificados del país, y muy
especialmente aquellos núcleos cuyo trabajo altamente especializado los ha
situado en el umbral de una actividad médica superior. Estos núcleos se convertirán en los
institutos de docencia superior e investigación del país, elevando en su
actividad nuestra medicina a los más altos niveles científicos que podamos
aspirar.
“Segundo: Hacia la base de nuestra
organización, la otra tendencia fundamental del desarrollo conduce a la
sectorización. Podemos aceptar como la
tarea más importante a impulsar en el momento actual por el Ministerio de Salud
Pública la constitución de los sectores y el trabajo integral en los mismos.
“Esas tendencias señaladas no deben
significar que sean las únicas actividades de importancia de la
organización. El desarrollo de los
niveles intermedios de nuestra red de servicio debe continuar buscando, tanto
provincial como regionalmente, un incremento de calidad tal que permita que
cada uno de esos núcleos solucione todos los problemas para su territorio
correspondiente.
“Para nuestra organización, sin embargo,
la división funcional del área es obligada, constituyéndose los sectores de
salud. El sector será la división
territorial más pequeña sobre la que se ejerza en forma integral la acción de
salud; su extensión territorial será variable proporcionalmente a los factores
ya señalados en las áreas, y su población ideal fluctuará entre 3 000 y 6 000
habitantes. La determinación de la
población aceptable para un sector se establece, por considerarse el adecuado
para el desarrollo de sus actividades, por el personal de terreno auxiliar de
trabajador sanitario, auxiliar de enfermería de terreno. La constitución de los sectores de salud
lleva de hecho a una nueva fase del trabajo de nuestra organización.
“El solo estudio munucioso
de las áreas muestra situaciones hasta ahora enfrentadas en una forma muy
general. De hecho, consideramos que con
este paso nuestra organización penetra en realidad por primera vez en el seno
de la familia en sí, conociendo e interpretando todos los problemas que sobre
ella incidan, al mismo tiempo que promoviendo su solución.
“El hogar, la escuela, la fábrica, son a
partir de ahora los elementos finales a donde dirige sus pasos nuestra
organización. El estudio del hombre
enfermo aislado de su medio, contemplando su enfermedad como el único elemento
a considerar, ha quedado atrás.”
Esto significa que nuestra medicina,
después de haber avanzado considerablemente en los servicios que pudieran
llamarse intermedios, ahora se propone dos metas esenciales: una, la elevación hasta los grados más altos
posibles del nivel de nuestra medicina; y otra, transformar el concepto que ha
prevalecido de que los ciudadanos van al hospital cuando se enferman, por el
concepto de llevar el hospital al ciudadano, llevar el médico al ciudadano,
llevar la medicina, de manera que en lo posible se evite que ese hombre tenga
que ir o ese ciudadano tenga que ir al hospital.
Y esto es perfectamente comprensible. El enfermo cuando llega al hospital es
atendido, es aislado del medio donde precisamente contrajo la enfermedad;
infinidad de factores ambientales pueden ser las causas del mismo. Y este concepto entraña la participación de
todo el pueblo en la lucha contra la enfermedad, en la lucha contra aquellos
factores que atentan contra la salud del individuo, en el medio donde el
individuo se desenvuelve, en el seno de la familia, en el hogar, en la escuela,
en la fábrica, en la granja, en el campo.
Todos aquellos factores de cualquier tipo que atentan contra la salud
humana, es un concepto ya más elevado.
Y es precisamente en el campo donde se
puede aspirar a alcanzar los más altos niveles de salud publica. Porque una vez satisfechas las necesidades de
camas, de hospitales, de personal médico para atender al ciudadano que se
enfermó, hay que luchar para que el ciudadano no se enferme.
Claro está que esto es posible hoy y solo
hoy, porque la medicina deja de ser un favor, es decir, la atención médica deja
de ser un favor para convertirse realmente en un derecho; deja de ser un
instrumento de lucro y de comercio para convertirse esencialmente en la
satisfacción social de una de las más humanas necesidades del hombre.
Por eso nuestra Revolución se puede
plantear esa meta, esa tarea, por cuanto antes prestar al ciudadano la
asistencia médica era algo que se concebía por los políticos como un favor
grande al ciudadano; y hoy en nuestro país es un derecho sagrado de cualquier
ciudadano, y hoy en nuestro país no es instrumento de comercio ni de lucro y lo
será cada vez menos (APLAUSOS).
Y quienes lleven dentro de sí verdadera
vocación de médico no podrán concebir objetivos que se adapten mejor a una
verdadera vocación de médico, ni medio social que sea capaz de satisfacer más
esa vocación.
Y la medicina —y cuando hablamos de
medicina nosotros incluimos siempre en la medicina la estomatología, es decir,
lo incluimos todo dentro del renglón de la salud del pueblo—, y la medicina
sabemos bien cuánto se ha ido transformando, cuánto se ha ido elevando en
calidad, cuánto se ha ido elevando en nobleza, cuánto se ha ido elevando en su
sentido moral y humano.
Sabemos, lo sabemos nosotros y lo saben
los médicos y estomatólogos de vocación, cómo ha ido ganando la salud pública
en nuestro país. Y si hay algo que en el
desarrollo de la Revolución puede compararse a la educación —que ha sido uno de
los terrenos donde nuestra Revolución ha dado gigantescos pasos—, ese campo es
el de la salud pública (APLAUSOS).
Se ha ido produciendo una verdadera
revolución, y esa revolución se profundiza.
Y cuando las mil seiscientas y tantas áreas estén organizadas en todo el
país, sin duda que en el curso de unos pocos años, a pesar de no ser nosotros
un país industrialmente desarrollado, económicamente desarrollado, estaremos
entre los primeros como prueba de lo mucho que puede hacerse con poco, cuando
lo poco de que se dispone se emplea adecuadamente.
Y no se trabaja, desde luego, solo en el
campo de la medicina terapéutica o de la medicina preventiva, mediante normas
de higiene, vacunación, etcétera; se trabaja también en el desarrollo social,
en el desarrollo de la economía. Y
contribuirá sin duda considerablemente a preservar la vida de los niños, a elevar
los estándares de salud, a disminuir los porcentajes de muerte, los programas
educacionales que se están llevando a cabo, los millares de nuevas escuelas que
en los próximos años se construirán. De
manera que cientos de miles de niños tendrán la oportunidad de asistir a los
círculos infantiles, de asistir a escuelas donde recibirán también la
alimentación. Y ya empieza nuestra
Revolución a realizar los primeros planes pilotos de escuelas en los campos
donde los niños recibirán allí mismo la asistencia médica, la alimentación, la
ropa, los zapatos, y podrán asistir de lunes a viernes a esas escuelas.
Lógicamente, en 10 años no nos podríamos
proponer resolver todos los problemas de vivienda del país. Pero en un período no mucho mayor de 10 años
prácticamente todos los niños y todos los jóvenes del país dispondrán de
centros escolares, de círculos infantiles, donde vivirán en condiciones
óptimas.
De manera que hoy, ni siquiera dentro de
10 años, podamos brindarle a través de la construcción masiva de
vivienda... Porque aun cuando debemos construir
muchas viviendas, aun cuando aspiramos a satisfacer esa necesidad, nuestros
recursos están limitados por nuestra industria básica de la construcción,
nuestra producción de cemento; que de todas formas, en los próximos cuatro
años, se duplicará prácticamente. Pero,
siendo tantas como son nuestras necesidades de todo tipo, no podemos
plantearnos ir a la solución, en un periodo previsible de tiempo, del problema
de la vivienda; pero podemos construir muchas escuelas, muchos círculos
infantiles y, sobre todo, ir mejorando las condiciones de alimentación del
pueblo.
Este propio año —como todos ustedes
saben— ha habido mucha más fruta, muchos más vegetales, muchas más viandas, y
se trabaja en todos los sectores fundamentales de la agricultura para mejorar
las condiciones de alimentación del pueblo.
Cuando hablábamos del número de alumnos
en las escuelas universitarias, recordábamos que en la actualidad, solamente en
un renglón de la agricultura, solo en institutos tecnológicos para la
ganadería, hay 16 500 alumnos (APLAUSOS).
Pero en ese caso no se han nutrido esos centros tecnológicos con alumnos
de la secundaria básica; la inmensa mayoría son obreros, adultos de procedencia
obrera o campesina, que están recibiendo o han recibido ya cursos de nivelación,
y están llevando a cabo o llevarán a cabo esos estudios. Estudiantes jóvenes, propiamente dicho, no
hay en esa cifra total de 16 000 más de
4 000.
Tenemos también las escuelas de maestros,
donde hay actualmente unos 20 000 jóvenes estudiando; que eso puede explicar un
poco la competencia con estas otras ramas científicas.
Pero les decía esa cifra para tener una
idea de cómo, con la preparación de técnicos, con la aplicación de la técnica y
de la ciencia a la agricultura —y para ello era indispensable crear los
factores subjetivos, porque si en algo andábamos verdaderamente mal era en la
agricultura; si en un sector de nuestra economía los técnicos eran escasos y
sus niveles técnicos deficientes, ese era la agricultura y hay que decir que
nuestro país producía muy pocos técnicos agrícolas, y eran, en su inmensa
mayoría, técnicos “de pavimento”, técnicos algunos de los cuales no habían
visto siquiera el campo.
Es necesario hacer obligadas, honrosas y
justas excepciones, como siempre hay en todos estos casos, de hombres que
realmente tenían verdadera vocación por la agricultura, que estudiaron, que
alcanzaron niveles altos de preparación, aunque realmente muy pocos en
número.
Nosotros hemos visto que era necesario
llevar la técnica y la ciencia al campo, pero que eso no se llevaba del día a
la noche.
Se trabaja en ese orden, pero, sobre
todo, debemos en estos años preparar el personal humano que dirigirá esa
empresa, que culminará propiamente esa obra, y la base industrial que necesita
nuestra agricultura.
Porque nosotros pensamos que esos
técnicos, esos millares de técnicos están llamados a producir también salud a
nuestra población. Y a veces —no es
porque realmente lo crea al pie de la letra— les decía en son de broma a los
compañeros del ministerio, que nuestros técnicos de los institutos tecnológicos
iban a producir más salud que nuestros médicos.
Desde luego, lo que van a hacer es disminuir considerablemente el
trabajo de nuestros médicos, si la medicina se encamina —como habrá de encaminarse
cada vez más— a crear condiciones en el organismo humano, a desarrollar en el
organismo humano hasta el máximo sus propias defensas frente a las
enfermedades.
Esta relación entre la agricultura y la
salud ustedes van a tener oportunidad de apreciarla en los dos libros que
recibieron casi todos los médicos, un libro de Voisin
y un libro de una autora norteamericana, que tiene un título muy sugestivo, y
que estoy seguro de que les va a causar una impresión profunda a los médicos,
que es la “Primavera silenciosa”.
Naturalmente que yo no estoy capacitado
para dar un juicio técnico, propiamente, acerca de estas materias. Pero sí puedo decir aquellas cosas que lo
hacen meditar a uno, que lo hacen pensar, que le despiertan el interés por
algo, y sin duda de ninguna clase que estos libros sugieren ese interés.
Y con los estudiantes de medicina hemos
hecho la prueba, y a los mismos les ha despertado un interés muy grande.
Hay algunos otros libros, por ejemplo,
“La influencia de los microelementos en las enfermedades virales”, y en fin, de
una serie de factores que hasta ahora nunca se mencionan prácticamente; esos
libros los estamos traduciendo. Creemos
que traen muchas cosas sugerentes y cosas nuevas, y trataremos de ponerlos
también al alcance de los médicos una vez que los compañeros de la universidad
los hayan traducido.
Uno de los dos libros se refiere a la
influencia del suelo en la salud humana a través de la alimentación, y el otro,
de la influencia que puede tener en la salud humana el uso de insecticidas sin
control de cualquier tipo, que se han ido aplicando masivamente en el mundo por
razones de tipo comercial, sin consideración de ninguna clase a los efectos que
pueden tener, sobre todo a los efectos acumulativos que pueden tener en la
salud humana.
Y nosotros les damos esos libros a los
médicos y les damos esos libros a los futuros agricultores, porque es necesario
en todo esto ir formando conciencia.
y la importancia de formar conciencia nos
la explicaban los compañeros del ministerio, de cómo ellos tenían una lucha
tremenda con algunas empresas alimenticias, a fin de que fuesen elevando cada
vez más las condiciones de higiene de esos centros y cómo ahora se encuentran
que en muchas ocasiones ya son los compañeros de esas empresas los que le
exigen al ministerio. Es decir, han ido
creando conciencia y el resultado es que ya les vienen a pedir cosas que están
fuera del alcance del ministerio hacerlas.
Y que en esta lucha por la salud humana
crear conciencia es de suma importancia. Creando conciencia se han ganado estas
batallas contra las enfermedades: conciencia en favor de la vacunación, de la
higiene. Pero hay que crear mucha más
conciencia todavía en otros muchos aspectos en los ciudadanos y en los propios
médicos.
La medicina es una ciencia que se
revoluciona incesantemente, de las que más requiere tal vez estar al tanto de
todo lo que ocurre, de la que más requiere la capacidad de análisis y de
observación del hombre, la que menos puede soportar la rutina. De ahí la necesidad de estar al tanto; pero
no solo estar al tanto de todo lo que se logra en otros sitios, sino estar en
una actitud de análisis, de estudio, de superación, problemas con algunos
medicamentos, ustedes los conocen.
Muchos médicos les repiten fórmulas que
resultaban idóneas hace algunos años para atender un sinnúmero de enfermedades;
los antibióticos, por ejemplo, y luego se iban haciendo cada vez menos
eficaces. Problemas que confrontaban
—porque he escuchado a algunos médicos discutir— acerca del uso preventivo de tales
antibióticos en las operaciones y cómo muchos de esos antibióticos se fueron
haciendo inofensivos; cómo se desarrollan otros métodos de tipo biológico
actualmente para combatir distintas enfermedades; y, en fin, ese no es mi
terreno pero veo perfectamente bien que si hay una ciencia dinámica, en
constante desarrollo, y que necesita de constante atención y estudio, es la
medicina.
Pero de nada valdría tener conciencia de
esto si, al mismo tiempo, no tenemos conciencia de la base material mínima que
se necesita para ello. Desde luego que
en nuestras facultades médicas se ha ido reuniendo considerable material de
estudio: las investigaciones comienzan a
desarrollarse en numerosos hospitales; un nuevo centro de investigaciones
científicas está en proceso de construcción —y entre las investigaciones
estarán las investigaciones médicas—; siete microscopios electrónicos hay
actualmente en el país, tal vez más de los que realmente se necesitan, pero que
necesitan de que se les use más y mejor; se ha creado un centro de información
científica, de manera que ustedes reciban información sistemática de todas las
últimas publicaciones que se hagan, tengan los catálogos y puedan pedir los
artículos correspondientes.
Si ese centro funciona bien, si ellos
están al día, si atienden rápidamente todas las solicitudes, habremos dado un
paso de avance considerable y de una manera realmente económica se podrá tener
al día a todos nuestros médicos y estomatólogos de los últimos adelantos que se
logren en el mundo en cada una de las distintas ramas.
Pero se presentaba también el problema de
los libros, ya no era la cuestión de la revista y de la información, sino
también el de los libros. Eso mismo nos
ocurría con la universidad, donde la falta de libros estaba creando problemas
serios. Y se demostró que el problema no
era tan difícil resolverlo y se están tomando todas las medidas y se está
resolviendo ya el problema de los libros de textos universitarios. Pero ahora vienen los libros de textos para
profesionales, para graduados —no de textos, sino libros de consulta, de
estudio—, y no solamente ese tipo de estudio, hemos oído decir que muchos
médicos están estudiando algunas materias que en los tiempos que estudiaron no
habían tenido oportunidad de recibir una preparación cabal en las mismas; hemos
oído de médicos que están estudiando sobre biología, bioquímica, en fin,
ciencias básicas. Es decir que no
tendría nada de extraño que muchos graduados se vean en la necesidad de adquirir
algunos de los libros más modernos sobre esa materia, a fin de refrescar un
poco los conocimientos que tuvieron la oportunidad de adquirir cuando eran
estudiantes.
No hay que olvidarse —porque todos fuimos
estudiantes, y cuando nosotros hablamos de los estudiantes de antaño no le
estamos haciendo la critica a ningún sector— que todos los estudiantes de
aquella época nos parecíamos mucho: estudiábamos por lo general poco y
nuestra principal preocupación era la de sacar las asignaturas. Y esa no es la situación hoy de los
estudiantes, ni siquiera de los que estudiaron, porque los que estudiaron una
vez en nuestra universidad, se han visto en la necesidad de volver a estudiar y
estudiar más seriamente y con más profundidad.
Y, además, muchas de esas materias rápidamente han ido enriqueciéndose
de infinidad de nuevos conocimientos.
Y también, por eso les decía que era
necesario resolver el problema de los libros.
Ya hoy se dio un paso en ese sentido: se llenaron las tarjetas. Algunos no habrán llenado tarjetas porque tal
vez no estaban presentes cuando se llenaron las tarjetas, pero no hay que
preocuparse, porque nosotros entendemos que esas tarjetas van a dar una idea de
cuáles son los títulos y, más o menos, el número aproximado de las
necesidades. De manera que no se
dispondrá solamente de los que ahí se solicitaron, sino de muchos más de los
que se hayan solicitado, tomando más bien como muestrario las tarjetas que se
llenaron.
Creemos indispensable que cada vez que se
quiere un libro haya el modo fácil y rápido de adquirirlo (APLAUSOS). Y creemos que esto va a ser necesario, no
solo entre ustedes, sino entre todas las demás ramas técnicas. En cuanto a los libros de texto, hemos
tomado, hemos dado un paso que consiste en entregárselos gratuitamente a los
estudiantes (APLAUSOS).
Son nuevas las condiciones de estos
estudiantes, sus condiciones de vida, diferentes sus normas de ingreso. Y hemos pensado, y precisamente es un paso —y
cada paso que demos nos acerca hacia los ideales para los cuales luchamos de
que los hombres puedan tener lo que necesiten, simplemente porque lo
necesiten—, cuando se buscó la solución de los libros decidimos dárselos a los
estudiantes cuando son los libros de texto de la asignatura correspondiente; si
algún estudiante de otra escuela le interesa otra materia, puede entonces
comprar el libro, prácticamente a los precios de costo. Tenemos que hacer que los libros estén al
alcance del pueblo y de los técnicos.
Todavía no podemos plantearnos esta meta con los técnicos profesionales;
es decir, no serán gratuitos, pero serán baratos (APLAUSOS).
Todo esto requerirá posiblemente la
creación de una institución, probablemente, tal vez un instituto del
libro. Y la propia vida nos va enseñando
necesidades nuevas, nos va enseñando soluciones nuevas.
Claro, en los primeros tiempos de la
Revolución, ¿qué hacen los organismos con sus organogramas y sus cosas? Algunos de esos organogramas son subjetivos,
son imaginarios, no se adaptan cabalmente a las realidades. No dudamos del empeño que han puesto los
compañeros encargados de la importación de libros en resolver los problemas de
libros, pero la buena voluntad no es capaz de superar las contradicciones que
pueden estar intrínsecas en algunas instituciones. Y es que debe crearse la forma en que toda
inquietud científica, literaria, puede ser registrada rápidamente, deben
crearse los medios de que haya una amplia información acerca de todo lo que se
publica en el mundo (APLAUSOS), porque no hacemos nada con que nos repartan un
folleto —y de muy buena fe lo hicieron
los compañeros que organizaron la exposición de libros y repartieron un folleto
con el título de todos los libros. Esto
lo más que puede hacer es crear el apetito del libro; pero no se debe crear un
apetito del libro si no hay manera de satisfacer ese apetito del libro
(APLAUSOS).
Debemos estar al tanto de lo que se
publica en el mundo sobre todo tipo de materia que sea de interés para el país,
de manera que haya una información, porque si no se sabe que tal libro salió
publicado, cómo vamos a despertar interés por ese libro.
Y esto, desde luego, no se trata de las
Grandes Ligas de pelota, que no interesa fundamentalmente quién ganó, si la
Liga Nacional, o la Liga Americana, si los yankis, o los de Brooklyn,
o quienes sean, nuestro deporte se podía desarrollar a las mil maravillas. ¿Pero cómo se va a desarrollar nuestra
ciencia y nuestra técnica si nosotros no tenemos la manera de saber todo lo que
se está haciendo en ese campo? ¿Y de qué
vale que se haya despertado un interés universal por el estudio, de qué vale
que se haya creado en todo el pueblo la conciencia de estudiar, de investigar,
de saber, como una necesidad esencial, material y espiritual, si no nos las
arreglamos para poder satisfacer los medios que se necesitan, de disponer de
los medios que se necesitan para satisfacer esa ansia, ese deseo de
estudiar?
Y como esta es de las cosas que no es
difícil resolver, que creemos que puede ser resuelta, la vamos a resolver
(APLAUSOS). Y debemos resolverla para
todas las ramas, de manera que haya un centro donde alguien se interese por
algo y escriba allí, y le den una respuesta, y le resuelvan un problema, y que
todo el mundo sepa, todo técnico —sobre todo en un país donde los técnicos van
a ser cada vez más y más, y de distintos niveles—, que con escribir a aquella
dirección interesándose por un libro o pidiendo una información sobre un libro
determinado se la brinden, y le brinden el libro, le brinden el libro.
Y las realidades nos enseñan que tenemos
que crear el modo de lograr eso. Esos
libros que ustedes han llenado las tarjetas, algunos pueden estar traducidos,
otros no. Siempre que puedan estar en
nuestro propio idioma se adquirirán en nuestro propio idioma, y siempre que no
estén traducidos, todavía no estamos en condiciones de poder decir: Lo traducimos
también. A veces se hace un poco
difícil, porque hay muchos países que han roto relaciones con nosotros; no
tenemos por qué en esos casos privarnos por esos caprichos políticos de los
conocimientos técnicos.
Nosotros entendemos que hay algo de
carácter universal, y son los conocimientos técnicos, los avances de la técnica
y los de la ciencia (APLAUSOS). ¡Y
nuestro país revolucionario está dispuesto a renunciar a su propiedad
intelectual en beneficio del resto del mundo!
(APLAUSOS.) Está dispuesto a indemnizar, compensar cabalmente a todos
sus productores intelectuales, y creemos que el día en que todos los países
adopten esa misma medida, estimular la creación intelectual, a la vez que
brindarla como posibilidad a todos los pueblos del mundo, será un gran paso de
avance.
Porque no se puede estar al lado de estas
realidades, sectores enteros del mundo, la mayoría del mundo pasando hambre y
miseria en un espantoso atraso, y al lado de esa situación, que prevalezcan los
egoísmos, los particularismos, y los exclusivismos técnicos y científicos
(APLAUSOS.)
Porque este mundo pobre, este mundo
pobre, este mundo estancado, solo se podrá librar de sus miserias con la
aplicación de la técnica y de la ciencia.
¡Y si queremos cumplimentar este principio solo con la Revolución podrán
aplicar la técnica y la ciencia en su provecho!
(APLAUSOS)
Y de más está decir que todos aquellos
países que hayan roto sus relaciones, que participen en el bloqueo contra
nosotros, y que en virtud de eso nos quieran privar de los adelantos técnicos y
científicos, nosotros les vamos a nacionalizar su propiedad intelectual
(APLAUSOS PROLONGADOS).
Todo lo que la humanidad posee, todo lo
que la humanidad posee en ese campo es fruto del esfuerzo de toda la humanidad
desde hace millares de años, desde los pueblos que desarrollaron el idioma,
desarrollaron las matemáticas, desarrollaron las bases de los ulteriores
avances de la ciencia en todo el mundo.
Y si hay una herencia universal que la
humanidad se ha legado a sí misma es la cultura, es la ciencia, es la
técnica. Y nosotros, países
subdesarrollados, países económicamente pobres por esa causa, países que si nos
estancamos y nos vimos en el subdesarrollo fue esencialmente como consecuencia
de la explotación, tenemos el derecho a reclamar nuestra participación en el
acervo cultural, científico y técnico en el mundo (APLAUSOS).
Y por eso, respetando aquellos derechos
que sean respetables, respetando aquellos intereses que sea justo respetar, y
no respetando lo que no sea respetable, ¡tendremos libros! (APLAUSOS.)
Este Congreso ha sido, ha llegado al
punto en que su volumen comienza a constituir una preocupación para los años
futuros. Todos están acordes en que hubo
mucha organización; todos están acordes, además, que los méritos de esa
organización son consecuencia de lo que se ha avanzado en organización en todos
los sectores. Porque los compañeros del
ministerio decían con mucha honradez que a ellos los felicitaban que qué bien
organizado está todo, pero decían que a su vez los congresos anteriores les
costaron mucho más trabajo, y que ahora todo les fue más fácil, que hubo una
gran cooperación de todos los organismos y decían con toda razón que la
magnífica organización del Congreso era como un termómetro —hablaban, por
supuesto, que en términos médicos— de lo que se ha avanzado en todos los demás
campos: la cooperación que habían
recibido de todos los organismos, lo fácil que resultó todo, lo que los ayudó
Obras Públicas, Transportes, el INIT, Comercio Interior, todos los
organismos: cómo el número de los que
tenían que almorzar a mediodía era enorme, y cómo la comida llegaba a tiempo y
¡caliente! (APLAUSOS.) Esperamos que también haya sido nutritiva
(APLAUSOS).
Pero decían también que no saben si en el
futuro podrán efectuarse eventos de carácter general de este tipo, y se
preguntaban cuándo se verían ya en la necesidad de organizarlos por
especialidades, porque ya era mucho, porque calcularon 3 000 y se inscribieron
3 500 médicos, ¡no he hablado todavía de los estomatólogos! (RISAS), y que en definitiva creo que se
inscribieron como 1 000 más de los que habían calculado. Y les vaya revelar un secreto, y es que ellos
decían: ¿Por
qué nos equivocamos? Decían: en los congresos
anteriores lo pagábamos todo, pero esta vez todo lo pagaron los médicos, lo
suyo y lo de sus acompañantes, el alojamiento, los pasajes: pensábamos que no iban a venir tantos, y
resultó que vinieron muchos más de los calculados. ¡Se equivocaron!
Y por eso participaron 4 500 delegados, de
los cuales 3 700 son médicos y 800 estomatólogos. Se presentaron alrededor de 900 trabajos
científicos, con la participación de más de 2 000 médicos y estomatólogos. Exposición científica: 800 metros lineales de longitud, 225 exhibit —esta palabra no sé si es española, latina... (RISAS)—, producto del trabajo de más de 1
000 médicos y estomatólogos.
Funcionaron 19 salones de sesiones
simultáneas, y dos de cine científico.
Mi impresión —que tuve tiempo de dar una vuelta por allí antes de venir
a este acto y, desde luego, aquello es impresionante— es que es una lástima no
conozca el pueblo mejor lo que ha sido este Congreso (APLAUSOS); es una lástima
no se haya reflejado mejor en nuestra propia prensa.
Desde luego, las memorias serán
publicadas rápidamente (APLAUSOS), tan pronto estén revisadas, y se enviarán
—espero que no se lo cobren (RISAS)—, gratuitamente a
cada uno de los médicos que participaron en el Congreso, y del país, a todos
los médicos y estomatólogos, que después protestan con razón.
Por eso se imprimirán unas 10 000
memorias, para las necesidades nacionales, para enviar a otros congresos, es
decir, para cumplir investigaciones, compromisos internacionales, y ya que
aspiramos estar al tanto de lo que ocurre en todas partes debemos brindar lo
que nosotros hacemos para recibir lo que hacen otros (APLAUSOS).
Tengo la impresión de que nuestros
invitados que vinieron de otros países están contentos del Congreso y tienen
una buena impresión del mismo (APLAUSOS).
De todas maneras, a nadie le podrá quedar dudas del esfuerzo realizado,
a nadie le podrá quedar dudas del progreso alcanzado. Nosotros estamos agradecidos de todos los
médicos y estomatólogos que, procedentes de otros países, nos hicieron el honor
de asistir a nuestro Congreso.
No es este un evento político, aunque yo
de vez en cuando hable de política; mejor dicho, hablo de vez en cuando de
Revolución, pero no hablo como un propósito sino como una necesidad para
explicar.
Espero que todos se sientan satisfechos
de nuestra hospitalidad (APLAUSOS).
Esperamos en los años venideros que cada uno de estos eventos tenga más
y más nivel, y que cada uno de estos eventos siga siendo un termómetro del
desarrollo de nuestra salud pública y del país en general.
Esperamos poder seguir nuestra marcha
ascendente, y esperamos que todos los médicos que participaron en el Congreso y
los estomatólogos, y que aquellos que no pudieron participar porque tenían que
cumplir otras obligaciones, se sientan contentos y satisfechos.
Podríamos decir algo más; y es que hay
motivos para sentirse más que satisfechos y contentos, orgullosos de lo que hoy
ya significa para nuestra nueva sociedad, nuestra sociedad revolucionaria, el
nivel científico, el nivel moral y el nivel revolucionario de los trabajadores
de nuestra salud (APLAUSOS PROLONGADOS).
Nosotros nos sentimos satisfechos de esos
avances, nos sentimos satisfechos del trabajo de nuestro ministerio, nos
sentimos satisfechos del espíritu de masa que tiene nuestra medicina, de la
conciencia que se ha ido formando en nuestro pueblo, del método de trabajo en
equipo, que ha prevalecido por encima de individualismos, por encima de
egoísmos, por encima de vanidades personales (APLAUSOS), de manera que refleja
¡que no hay triunfo individual sin triunfo colectivo, no hay triunfo para el
hombre sin triunfo para la sociedad y para la patria! (APLAUSOS.)
Y por eso vemos este evento, y todos los
éxitos alcanzados, como éxito de todos, como éxitos de nuestro pueblo.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)