DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE
CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y
PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, AL ENCONTRARSE CON LOS INTEGRANTES
DE LA MARCHA AL SEGUNDO FRENTE “FRANK PAIS”, EN LOS PINARES DE MAYARI, EL 26 DE
SEPTIEMBRE DE 1966.
(DEPARTAMENTO
DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO)
Compañeros:
Seguramente ustedes querrán tener una idea del sitio
donde se encuentran en este momento (EXCLAMACIONES DE: “ ¡Sí!”), lo que yo sé sobre este
lugar.
Hace tiempo que conocemos esto, porque precisamente
nacimos y empezamos a crecer cerca de por aquí.
Los que estudian estas cosas deben saber bien cómo es
que se hicieron estas formaciones montañosas y estas mesetas. A mí, por ejemplo, me gustaría que me
explicaran cómo se formó la Sierra Maestra, porque siempre me ha intrigado
extraordinariamente, sobre todo cuando voy subiendo una de esas lomas, cómo
demonios se habrán formado estas inmensas moles de materia, si fue por repliegue,
o por plegamiento de la corteza terrestre, o por hundimientos o fallas, o por
levantamientos; y, en fin, acerca de todas esas cosas que lamentablemente tan
poco sabemos en nuestro país. Y nos
gustaría saber cómo se formó el Turquino, por ejemplo; cómo se formó la Fosa de
Bartle. Dicen
que hay ahí —entre el Pico Turquino y el fondo de la Fosa de Bartle— la distancia más grande que en ningún otro lugar,
no porque sea la más honda, aunque la Fosa de las Marianas tiene once mil y
pico de metros en el Pacífico y, por lo tanto, es más grande de allí a la
superficie que del fondo de la de Bartle al Pico
Turquino.
Pero, en fin, se dice que incluso los terremotos en
Santiago de Cuba, que se han producido muy de cuando en cuando, afortunadamente
con pocos daños —que desde que el compañero Núñez Jiménez ha puesto un
sismógrafo por las inmediaciones de Santiago esperamos que la gente se pueda
enterar si va a venir algún terremoto— se dice que se deben a desprendimientos
que ocurren allí y que producen estos terremotos. Esa es una de las tantas teorías.
Bien: no
sabemos cómo se formó esta meseta, pero el hecho es que cuando yo nací y subí
aquí por primera vez ya esta meseta estaba ahí, así que es relativamente joven
(RISAS). Está a una elevación de unos 500
a 600 metros de altura. En medio de esta
meseta está esa loma, que se llama la loma de la Mensura. Esa fue una de las primeras lomas que yo
subí, una vez subí la loma esa, me sobraban bastantes energías al parecer y
subí. Esto fue mucho antes de la Sierra
y de todo eso, así que hice algún entrenamiento guerrillero previo, aquí en
estas montañas.
Esta loma se llama la Mensura y alcanza 1 000
metros. Está situada en el medio de la
meseta. He oído algunos que han dicho: “Usted no ha vuelto
a los Pinares de Mayarí donde sembramos los pinos.” Y he dicho: “Pero si estos son los Pinares de
Mayarí.” Y otros han dicho: “Anoche dormimos en
los Pinares.” Y les digo: “Pero usted está
todavía en los Pinares.” Lo que ocurre
es que han subido una loma y creen que ya están en otro lado, y resulta que la
loma está en el medio, podían haber dado la vuelta y encontrarse esta meseta de
terrenos ondulados, sorprendentemente llanos, que debe tener una extensión de
unas 800 caballerías. Todavía no sé si
la han medido con exactitud, pero un cálculo así por arriba es de unas 800
caballerías. Dice Núñez que son 1
000. Es interesante esta región.
En un principio, durante cientos de años,
naturalmente, quién sabe desde cuándo, miles de años, la naturaleza lo que produjo
aquí fue casi exclusivamente pinos, de manera que antes de que se comenzara a
explotar, esta meseta era un inmenso bosque, diría que un inmenso y maravilloso
bosque. Es difícil hacerse una idea de
lo que era esto, que yo llegué a ver una parte cuando todavía no habían cortado
los árboles aquí; pinos inmensos, había también muchas aves, por ejemplo, los
caos —que ustedes deben haber oído algunos por ahí—, pericos, aves de todas
clases por aquí, y le daban a esta región un colorido muy especial, aparte de
aquel bosque de pinos que era realmente precioso.
En el transcurso de unos 15 años, una explotación
irracional de estos bosques, unido a ciertas técnicas como es darle candela al
espartillo que crecía aquí, fue liquidando casi todos los árboles, porque
algunos que nacían pues iban muriendo, de manera que prácticamente esto estaba
convertido en un desierto, si quitamos algunos casos de unos pinos aislados que
se ven, algunos que se ven en el fondo, que son los que quedaron y que han
crecido algo ya en los últimos 6 ó 7 años.
Esto se convirtió en un terreno casi desértico. Hay otras circunstancias muy curiosas en esta
meseta, que va a incidir sobre la historia, probablemente sobre la historia
futura de este lugar, y es que aquí está uno de los más grandes yacimientos del
mundo en níquel. Este terreno donde
estamos nosotros parados es un terreno laterítico,
hierro en forma de laterita, con un contenido de níquel y las demás cosas,
manganeso, cromo y cobalto, aquí hay cobalto también, vamos a ver si sirve para
algo útil. Yo pienso que sí.
Pero bien, toda esta región tiene esa
característica. Los yacimientos de la
Nicaro son inferiores a estos; Moa se dice que está entre los más grandes
yacimientos del mundo, toda esta región es rica en materia de níquel que, como
ustedes saben, es un componente muy importante para los aceros y los aceros
especiales.
Esto influye sobre la vida y el destino de este
lugar. ¿Por qué? Porque cuando el triunfo de la Revolución se
empezaron los planes de repoblación forestal, se comenzó a repoblar esto otra
vez, porque aquí se había dado siempre pino, nunca a ningún campesino ni a
nadie se le ocurrió sembrar aquí porque aquí no se daba nada, porque
lógicamente dondequiera que se daba algo allí se metían los campesinos y sembraban. Ustedes no verían una sola vivienda en toda
esta meseta y era sencillamente porque excepto los que trabajaban aquí en la
madera en un tiempo, o en minerales, nadie vivía aquí, porque aquí no se daba
nada. Por el hecho de que los campesinos
son los que mejor saben donde se producen las cosas.
Todas esas montañas que ustedes han visto pobladas se
poblaron de una manera absolutamente espontánea por el éxodo de un exceso de
población en los llanos y así fue que esa gente se fueron
metiendo en las plantaciones de café, de viandas, huyéndole prácticamente a la
miseria de los llanos.
De esa manera se llegó a establecer el increíble
número de más de 500 000 —tampoco sé la cifra exacta y algún día habrá que
conocer esa cifra exacta con un censo de población—, yo calculo que hay más de
medio millón de personas viviendo en las montañas, con sus inconvenientes y sus
ventajas.
Inconvenientes: la incomunicación; la poca
productividad del trabajo en las zonas montañosas, porque no se pueden aplicar
máquinas; el minifundio repartido por todas partes; la erosión debido a
cultivos que se hacen sin ningún cuidado para la inclinación. A veces han cultivado en terrenos con una
inclinación de 80 ó 90 grados. Y
naturalmente después de una o dos cosechas esa tierra se empobrece
considerablemente. Nunca se aplicaron
fertilizantes en las montañas. Eso es de
los inconvenientes. Pero yo le decía a
un compañero: bueno,
la verdad es que si estas montañas no se hubieran explotado, hubiera una
riqueza inmensa, gigantesca, de madera, decenas de miles de caballerías de
bosques. Pero bueno, todo eso se
destruyó, muchos de esos bosques se incendiaron, otros fueron explotados por
determinadas compañías —se incendiaron no, que los tumbaban y los quemaban
porque era la única forma de poder plantar cualquier cosa allí. Y decía también: pero si no hubieran venido estos
campesinos a las montañas a lo mejor no hubiéramos podido hacer la
Revolución. Así que fue una ventaja la
existencia de esas decenas de miles de campesinos en las regiones montañosas,
porque crearon las condiciones para que pudiera subsistir una guerrilla y
nutrirse un ejército. Luego, aquí se
puede aplicar aquello de que “no hay mal que por bien no venga”. La realidad es que eso creó las condiciones
para el desarrollo de una lucha guerrillera victoriosa y, en consecuencia, pues
se perdió por un lado y suponemos, desde luego, que se haya ganado por otro, o
al menos debe ganarse por otro lado si hacemos bien las cosas.
Entonces, ahora viene a la inversa todo el proceso de
qué hacer con todas esas montañas y hay miles de caballerías que hay que
repoblar de bosques. Hay que llevar la
técnica para elevar la productividad por vía de la técnica. ¿Qué quiere decir elevar la productividad por
vía de la técnica? Allí no se puede
meter un buldócer, allí no se pueden meter las máquinas y los tractores, pero
que ahí sí se puede hacer variedades de café que tienen un rendimiento mucho
más alto.
La técnica, es decir, la poda y todo el tratamiento de
los cultivos del café, la aplicación de fertilizantes que permitan en la misma
hectárea, con el mismo trabajo que se pasó en desmontarla y sembrarla, se podrá
producir mucho más café.
Otro de los procedimientos es buscar la introducción
de algunos tipos de equipos, es decir, máquinas portátiles casi manuales, muy
sencillas, como esas que se usan en los céspedes. Hay algunos tipos de esas maquinarias que
nosotros estamos tratando de obtener información sobre ellas y que estamos
probando, para que en vez de estar con el azadón y el machete, se usen ciertos
implementos motorizados, pero que el hombre los tiene que llevar a mano.
Si pudiéramos elevar la productividad en cinco o seis
veces en estas montañas, pues habríamos hecho una cosa realmente importante,
porque tenemos que procurar que estos mismos miles de familias que viven allí
produzcan cuatro o cinco veces más de lo que producen hoy. Claro, en el llano un hombre con una máquina
puede producir mucho más, pero en un lugar elevaremos la productividad diez
veces, en otras quince y en otras cinco, en otras seis, de todas maneras el
problema es elevar la productividad. Y
por eso, puesto que ahora incluso teóricamente habría podido ser una buena
solución el ir promoviendo el traslado de esas familias hacia los llanos para emplearlos
un día con una productividad más alta, pero eso es solo en la teoría, porque en
la realidad la necesidad enorme de viviendas que hay para la actual fuerza de
trabajo que hay en los llanos no permite pensar en un plan de ese tipo, aparte
de que muchos querrían seguir en las montañas.
Teóricamente el traslado, la siembra de forestal,
pudiera ser teóricamente una solución muy buena, pero en la realidad la
solución mejor es la repoblación de todas las áreas que no están cultivadas y
la explotación técnica y racional de todas las áreas donde ya viven estas
familias y están trabajando. Aspiramos a
que esta zona llegue a producir, por lo menos, no menos de 3 millones de
quintales de café en las montañas de Oriente mediante la técnica y una
productividad mucho más alta, cultivo de algunas áreas nuevas, desde luego,
sustitución de cultivos de viandas, que debemos hacerlo todo en el llano en el
futuro, porque el cultivo de viandas es una de las cosas que más erosiona estas
montañas. Ustedes se encontrarán muchos
lugares que se encuentran cultivados sin ninguna curva de nivel, por eso lo que
vamos a procurar en estas montañas es que sustituyan algunas de esas siembras
de viandas cuando ya tengamos en el llano grandes granjas —que se están
desarrollando ahora— destinadas a la producción de viandas, para que ellos
siembren el café, que protege mucho mejor los suelos.
Esa es la política que pensamos seguir, pero eso es en
general en las montañas. Aquí, sin
embargo, no vivía nadie, y como los campesinos sabían mejor que nadie dónde se
producía y dónde no se producía, todo el mundo daba a este lugar como un lugar
absolutamente inapto para la agricultura, absolutamente inapto. Se daba el pino, sí, y se empezó a hacer la repoblación
forestal.
El año pasado, con motivo de los jóvenes ejemplares,
vinieron aquí a la siembra de pinos y ya se decidió dar un impulso final —el
año pasado—a la siembra de pinos y ya dejar todo esto sembrado. Pero entonces surgió una contradicción: la contradicción
entre los forestales y los mineros. Los
del níquel, que son indiscutiblemente gente alérgica al “verde” y a los
bosques, gente que de verdad —y hay que hacerles una crítica— no tienen el
menor sentimiento en relación con lo que se llama la belleza del campo, ellos
arrancan el mineral y dejan un paisaje lunar dondequiera que arrancan ese
mineral.
Desde algunos lugares se puede ver lo que son esas
minas, lo cual es depresivo, ¡depresivo ver un paisaje lunar! Ahí no se inventó nada en absoluto para
tratar de reconstruir de alguna manera el paisaje, aunque solo fuera por un
mínimo de concesión a la estética y de respeto a la belleza de la
naturaleza.
Recuerdo que en aquellos días empezaron a discutir si
se sembraban pinos, que si después venía la explotación de las minas y después
esos pinos no se iban a explotar. En
primer lugar, parten de la ignorancia.
Si nosotros fertilizamos los pinos que sembremos aquí, en 10 ó 15 años los aprovechamos y en 10 ó 15
años aun explotando esto, no llega ni a la tercera parte, pues todavía quedan
algunas reservas en la zona de Nicaro.
Está por resolver el de Moa, convertir el sulfuro en metal y después se
considerarían las instalaciones de nuevas plantas para explotar esto.
Cuando yo les dije:
No se preocupen, es que tiene que venir la explotación, si un día
ustedes están allí y tienen que destruir todo eso, ir destruyendo toda la capa,
explotando el níquel, nosotros inventaremos algo para arreglar eso otra
vez. Y me dice el hombre: “Bueno, porque a lo
mejor en el futuro también descubrimos una técnica para explotar la serpentina
que queda debajo.” ¡Caballeros, aquel
hombre frente a la idea de que no se preocuparan con los bosques, que eso no
iba a entorpecer la explotación de los minerales, y que a pesar de eso se
podría reconstruir algo, todavía habla de que a lo mejor después le meten mano
a la laterita! Le dije: Bueno, métanle mano a toda la serpentina,
pero déjennos la meseta por lo menos, ¿no?, que mientras ustedes nos dejen un
pedazo de meseta ahí, nosotros debajo de la laterita y cuando a ustedes se les
acabe el níquel, volvemos a hacer el suelo, porque en realidad si lo que más
conviniera al país, ya por sus recursos en un momento dado de una inversión
aquí para el níquel, se hace eso, porque debemos hacer en todo momento, sin
capricho de ninguna índole, lo que más convenga al país.
Y les digo la verdad, a mí me dolería bárbaramente,
pero primaría primero la razón y la conveniencia del país por encima de
cualquier subjetivismo, aunque este es un subjetivismo colectivo.
Bueno, ¿pero qué ocurrió? Estábamos muy lejos de sospechar que surgiría
una nueva contradicción. A raíz de la
siembra de pinos el año pasado se nos ocurrió preguntarnos: Bueno, ¿por qué será que aquí no se da
nada? Al fin y al cabo esto es tierra,
la tierra es, en primer lugar, el soporte de los cultivos; este es un régimen
de microclima, vamos a hacer unas pruebas.
Entonces en unas cuantas hectáreas trajimos unas cuantas toneladas de
materia orgánica y fertilizantes, y se hicieron unas pequeñas pruebas
experimentales y dieron sorprendentes resultados. El maíz creció, y creció bien.
Ante ese hecho, ya se estaba haciendo el plan de
vegetales en el Segundo Frente, buscando 20 caballerías, 15 caballerías para
vegetales —porque esta meseta no vuelve a aparecer en ningún lugar de Cuba—,
hicimos 10 parcelas experimentales, más que de experimento, de prueba, para ver
qué ocurría. Y los resultados han sido
increíbles.
De esas 0,55 hectáreas aquí de melón se sacaron como
68 quintales, unos 1 200 melones que se sacaron para la columna —algunos han
comido melón por ahí, los que venían delante, que eso no tiene nombre (RISAS)—;
se sacaron 1 200 melones —aunque parte creo que está en el otro campamento—, y
ha venido toda la columna hoy aquí, ha vuelto a comer melón, y se calcula que
está produciendo a nivel esta primera siembra —sin habérsele aplicado materia
orgánica, solo fertilizantes— de unos 8 000 quintales por caballería. Y un melón de características especialísimas,
porque ustedes podrán decir con toda honradez que es uno de los melones más
dulces que han comido nunca, porque todos los que lo han comido lo han
dicho.
Las parcelas de tomate produjeron magníficos tomates,
de un magnífico sabor, de buen tamaño, y una producción relativamente alta; las
cebollas se dieron magníficas; los ajíes se dieron magníficos aquí. Es decir que la prueba de las ocho hectáreas
arrojó unos resultados altamente positivos.
Mientras tanto estaban los forestales con sus viveros
listos, porque nada más les faltaban estos llanos para sembrarlos, y estaban en
espera de los resultados. Pero los
resultados han introducido un nuevo elemento de discordia entre el níquel, los
pinos y los vegetales, un nuevo elemento de discordia.
Estamos tratando de resolver esas contradicciones de
una manera razonable: los del níquel no
piensan llegar aquí hasta dentro de 10 años, así es que afortunadamente
podremos tener un respiro en los 10 años hasta que empiecen a destrozar los
forestales, afortunadamente, somos los más maravillados acerca de sus
resultados, a tal extremo que el compañero Cándido, que tenía un lote por allá
de 10 caballerías, que nada más lo sabía él, honradamente advirtió que veía
aquellas 10 caballerías que estaban tan buenas para la siembra de vegetales que
no las iba a sembrar de forestales.
Ahora ellos están sembrando los forestales en las
pendientes más inclinadas, en los arroyos, y quedan las partes llanas
estas. Ya se ha producido un acuerdo ahí
y todas las áreas que son buenas para vegetales ya se van a plantar.
El próximo año, a principios de año, se van a plantar,
ya se están haciendo los trabajos para plantar aquí 150 caballerías de
vegetales, de manera que el año que viene tendrán ustedes la oportunidad de
comer los tomates que se van a producir aquí y los ajíes.
Pero, ¿cuál es la ventaja? Muchos dirán: ¿Por qué romperse la cabeza para
sembrar vegetales aquí arriba, si hay tanto terreno donde se pueden sembrar
vegetales? Los que entienden un poco de
agricultura saben por qué. A los legos
en materia de agricultura, pues les vaya explicar lo siguiente: es que son
vegetales que se producen fuera de estación, este es el tipo de vegetal que
antes se importaba del extranjero. Quiero que sepan que los tomates no se dan
en la misma fecha que los mangos; los mangos se dan en la primavera, en el
verano, y los anones y muchas frutas, los vegetales en Cuba se dan en los meses
llamados de frío y de seca, es decir, diciembre, enero, febrero, marzo, abril,
ya para mayo van liquidándose los vegetales.
Es decir que todo el tomate, todo el ají, repollos,
muchas de esas cosas, se producen en esos meses. Antes se importaban. Se empezaron a buscar estos microclimas para
producir vegetales, y ya se sembraron 50 caballerías el año pasado. Ahora hay esas 50, y se piensa llegar a 200 y
si es posible a 225 caballerías en estas regiones de microclimas, con el aporte
de 150 caballerías de esta meseta; unas 150 de tomate, 25 de cebolla, 25 de
ají, y 25 de repollo. Esto sigue
ampliándose, desde luego, pero ya el año que viene será una producción bastante
alta; no menos de 200 caballerías de vegetales que van a salir en el verano
cuando no hay vegetales. Esa es la
importancia que tiene. Y se siembra con
las lluvias naturales, porque son siembras de primavera propiamente; siempre se
hacen pequeñas obras hidráulicas que permitan empezar el programa de siembra en
una fecha exacta. Si se dice el 15 de
febrero, el 15 de febrero, porque se tiene un área con regadío haciendo
pequeñas obras hidráulicas.
Ahora, naturalmente, este cultivo se hace con
incorporación de fuerza de trabajo, producción por hectárea grande; es que una
caballería de tomate produce más de 100 000 pesos en tomate. En todos los vegetales en determinadas áreas
se emplean decenas y decenas de personas por caballería, entonces tienen un
altísimo rendimiento por hectárea. Pero
casi aquí arriba se puede producir una considerable cantidad de los vegetales
que consumiría el país en verano.
La importancia que tienen esos vegetales en verano
está determinada porque son los meses de más calor, son los meses de más
necesidad de comer ese tipo de alimentos, en consideración a las sales
minerales, a las vitaminas que tienen esos vegetales, para el país es un
consumo que no solo tiene importancia en lo económico, tiene importancia incluso
desde el punto de vista de la salud de la población.
En determinadas investigaciones que se hicieron acerca
de los niveles de vitaminas en un número de atletas se descubrió en muchos de
ellos deficiencias de Vitamina C. Esa
deficiencia obedece a la falta de consumo de frutas y de vegetales.
¿Qué significa unas 300 caballerías de vegetales en
esta zona? Significa la producción de
vegetales, de la mayor parte de los vegetales, para un consumo relativamente
alto de la población en todos esos meses de verano; significa el incremento del
producto bruto en decenas de millones de pesos; significa empleo para 8 000 ó 9
000 mujeres en este sitio. Porque hay un
trabajo que aquí se hará a máquina, romper el terreno, muchas cosas; la
fertilización incluso se podrá hacer, la urea foliar en aviones, porque serán
distancias, extensiones grandes, y se aplicará esto. Hay otros trabajos: amarrar los tomates, recoger los
tomates, toda una serie de cosas, que emplea fuerza de trabajo femenina. Entonces se piensa de todos los alrededores
movilizar miles de mujeres, crear instalaciones aquí para cuando vengan,
círculos infantiles en lugares como Mayarí, Holguín, todos estos pueblos de los
alrededores, además de las zonas campesinas, con un salario remunerativo y buenas
condiciones de vida aquí; porque pensamos hacer albergues que sean albergues
bien hechos, donde puedan estar aquí las mujeres que vengan a trabajar en las
mejores condiciones posibles. Así es que
trabajarán miles de mujeres aquí en este plan.
Pensamos rotar esos vegetales con unas leguminosas,
posiblemente alfalfa, que es una de las de más rendimiento. Se han hecho una serie de pruebas de alfalfa
en el llano, se han hecho algunas aquí y se van a hacer otras más; si no se
pudiera hacer la rotación con este tipo de leguminosas sería con otra. Ustedes ven ese frijol de terciopelo que está
ahí qué frondoso viene, a pesar de que ese frijol creció —igual que los
melones—durante un periodo de seca que duró 28 días; en el mes de agosto
transcurrieron 28 días sin llover aquí.
Miren cómo creció ese terciopelo y el melón, tal vez porque aquí al
haber menos calor se facilita el trabajo en este lugar, porque hay un clima
mucho más benigno, y en esos meses aquí cuando llega noviembre y diciembre hace
bastante frío aquí arriba, pero bastante frío.
Parece que esas condiciones de microclima es lo que facilita algunos de
estos tipos de cultivo. Pensamos que la
alfalfa se dé bien; pensamos llegar a tener unas 2 000 vacas estabuladas, por
lo menos; producir no menos de 10 000 litros de leche diarios aquí, también en
esta meseta, como un subproducto de este plan; y disponer de la materia
orgánica para aplicarle todos los años a la tierra.
Actualmente se están subiendo 100 000 toneladas de
cachaza y de estiércol y de otros componentes de materia orgánica, 100
000. Hay 150 camiones constantemente
subiendo materia orgánica. Son los
camiones de la zafra, 100 de ellos, y 50 camiones, que son algunos que ustedes
han visto por ahí, que eran ZIL, se les puso un hidráulico aquí, en Cuba, se
les puso la “cama”; se está trayendo cal, puesto que el PH es relativamente
bajo aquí, 5,5.
Entonces, habrá que hacerle todos los años una pequeña
aplicación, porque la misma siembra de leguminosas contribuirá a incrementar la
materia orgánica del suelo, y el estiércol del ganado que está aquí arriba
también se empleará en estos cultivos.
Así que vamos a hacer estos cultivos de vegetales fundamentalmente, y
producción de leche aquí, en esta meseta.
Y un centro de trabajo importantísimo, se necesita el
trabajo de algunos técnicos. Ahí, al
principio, íbamos a hacer una escuela; surge la idea, cuando la plantación de
los pinos, para los hijos de los guardabosques de este lugar. Ahora ha cambiado, porque ya el bosque no va
a tener la extensión, el peso, la importancia.
Y, ¿qué vamos a hacer con esta escuela que, por cierto, va a ser una de
las escuelas más bonitas? Se está
haciendo con los pinos que se entresacan, que no tienen prácticamente otro
valor, que hay que entresacarlos, se están haciendo las construcciones
esas. Y ahí vamos a poner un instituto
tecnológico agrícola, porque tenemos otros lugares donde meter muchachos de
primaria; vamos entonces a reclutar unos 500 alumnos que tengan aprobado el
segundo año de secundaria básica, para que en cuatro años, por lo menos salgan
de aquí 200 ó 300 técnicos de nivel preuniversitario, que después podrán
matricularse en la universidad.
Y esos podrán aportar aquí, hacer su esfuerzo también
como fuerza de trabajo, ir aprendiendo, de manera que en cuatro años pueda
disponer el país de un buen número de técnicos, que no los tiene ahora, en
materia de vegetales. aquí mismo, prácticamente, no hay
ningún técnico; un profesor universitario de Las Villas, que viene aquí,
algunos conocimientos prácticos. Y por
eso, es posible que mandemos dos de los graduados para esta zona, que pueden
hacer un doble servicio, en cierto sentido: ayudar en la escuela y especializarse
aquí también en los cultivos de los vegetales.
Ahora vamos a tener alguna ayuda, la universidad dice que va a mandar
unos profesores aquí, en el próximo mes, unos cuantos días a la Academia de
Ciencias dice que va a poner una estacioncita aquí para ver el clima, las
lluvias, los suelos, toda una serie de cosas.
Ahora, posiblemente, viene un aporte científico ya, que es lo que tienen
que hacer las universidades. Eso es lo
que tienen que hacer las universidades (APLAUSOS).
Y casi muchas de estas cosas se han estado haciendo
casi un poco, un poco empíricamente, sin cuadros técnicos —porque el país tiene
una espantosa necesidad de cuadros técnicos.
Naturalmente que algún día puede ocurrir que llegue la
hora de explotar este mineral. Nosotros
no le tememos a ese momento. ¿Por
qué? Porque los del níquel, cuando van a
explotar aquí el níquel, tienen que hacer lo que le llaman el “escombreo” —algo de eso le llaman—, que consiste en sacar a
veces seis, ocho o nueve pies, de la arcilla que está en la superficie para
después extraer el níquel hasta llegar a la serpentina. Y es una solución posible, cuando se saque
toda esa capa, hacer lomas con ellas, acumularlas, y cuando ellos se lleven la
arcilla que está más abajo, rica en níquel, volver otra vez a situar el
escombro ese sobre la roca, volver a traer unos cuantos cientos de camiones de
materia orgánica y volver a hacer el suelo.
El suelo se puede hacer, la naturaleza lo ha hecho en cientos de miles
de años, el hombre lo puede hacer en unos años, el suelo lo puede hacer el
hombre con la técnica (APLAUSOS).
Nosotros, con motivo de las grandes zafras, vamos a
tener miles y miles de camiones para el transporte de la caña, que en tiempo
muerto pensamos, muchos de ellos, convertirlos en carros de volteo para
utilizarlos, en tiempo muerto, en la construcción de caminos, de obras
hidráulicas y transporte de materiales de materia orgánica como esta.
Es bien sencillo disponer 200 ó 300 camiones que en
cuestión de tres meses meten aquí 200 000 toneladas de materia orgánica. Lo que nos importa es que nos dejen la
meseta; si no tumban la meseta y la ponen a nivel del valle del Cauto, podremos
seguir aquí realizando, todo el tiempo que queramos, estos planes. Porque, desde luego, no hay otro lugar en el
país, la característica de este lugar es que ustedes recorren todo el país y no
se encuentran un lugar donde hay cerca de 400 caballerías que son agrícolas,
cerca de 400 caballerías —lo más que se encuentra por ahí son 15, 20
caballerías más onduladas que éstas—, es muy difícil encontrar este
terreno. Ese es el valor que tiene esta
meseta, donde tres, tres frentes de producción están compitiendo por ella: el níquel, los
pinos y los vegetales y algunas frutas.
Ese melón, está respetable ese melón! (RISAS)
Ha tenido un poder persuasivo tal, que Cándido ha tenido que admitir que
lo correcto es la siembra de melón ahí!
¿Por qué? ¿Para
sembrar pinos qué lugares tenemos?
Decenas de miles de caballerías donde no podemos sembrar otra cosa. Ese es el problema. Hay decenas de miles de caballerías donde no
podemos sembrar otra cosa que pinos.
Luego aquí si los planes forestales sacrifican equis número de
caballerías, no significan nada en lo que es la repoblación, que debe alcanzar
a 40 000 ó 50 000 caballerías en todo el país.
Debemos sembrar de forestal unas 40 000 ó 50 000 caballerías en las montañas
y también en los llanos.
Porque la siembra de maderas preciosas fertilizadas
puede tener una productividad altísima, crear una riqueza. En Camagüey vamos a hacer ya algunas pruebas,
vamos a sembrar 300 caballerías llanas de maderas preciosas—cedros, caobas—, a
una determinada distancia. Vamos a
sembrar una leguminosa el segundo año, y ya al tercer año, vamos a soltar
terneros para hacer cría en todos esos lugares, que se coman la leguminosa. Entonces, vamos a poner a los terneros a
producir carne, producir estiércol, fertilizar los pinos y limpiar el
terreno. Hay que poner al animal a
trabajar para el hombre (APLAUSOS).
Calculo que una caballería de cedro en esas
condiciones debe producir un millón de pies de cedro a los 12 años, con 36
fertilizaciones en avión:
porque habrá que meter al hombre para sembrar, las máquinas para
cultivar unos dos años, sembrar la leguminosa, y después ahí no hay que hacer
más nada, rotar los rebaños y fertilizar en avión —un “Antonov”
fertiliza una caballería en 20 minutos.
Nosotros pensamos desarrollar la aviación agrícola y llegar en este país
a fertilizar 500 000 caballerías con 400 aviones. Es decir, con 400 pilotos llegar a fertilizar
todo el pasto del país:
las aplicaciones de los fertilizantes nitrogenados a toda la caña
del país, la aplicación del fertilizante a todas las grandes plantaciones
forestales, cítricas, de frutales en general:
en plantaciones como esta se puede emplear el avión también por su
escala. Así pensamos llegar a
fertilizar, en avión, unas 500 000 caballerías. ¡Y eso sí es
productividad! ¡Se imaginan 400 pilotos
fertilizando 500 000 caballerías de tierra!, ¡eso sí es productividad! Y eso se puede hacer, desde luego, con una
agricultura socialista, de grandes extensiones, bien organizada.
Están los minifundios por ahí. Bueno: esos minifundios, desde luego, estarán
todo el tiempo que quieran durar, es la política que se sigue: pero se irá aplicando estas técnicas y se irá
obteniendo una productividad muy alta.
Nosotros vamos a desarrollar la industria del
fertilizante seriamente. El principal
desarrollo industrial de este país, hasta 1970, serán las fábricas de
fertilizantes que tenemos que hacer.
Nosotros tenemos magníficas condiciones climáticas, magníficas,
insuperables condiciones climáticas, ¿qué país del mundo, del mundo templado,
del llamado mundo desarrollado, del mundo industrializado, puede hacer cosechas
como estas en una época y rotarla con otra en otra época del año y tener las
tierras produciendo todo el año?
En Europa ¿qué pueden hacer? Una cosecha.
Y nosotros podemos hacer dos, y en ocasiones casi tres cosechas, en
nuestra superficie, por la cantidad de sol, que es nuestra energía principal. Nosotros no tenemos petróleo, pero señores,
tenemos sol, fuente de carbohidratos por excelencia, porque el petróleo se dice
que también salió del sol. Es decir que
es energía concentrada en forma de materia orgánica, esa es una de las
teorías. No voy a discutir con los
geólogos aquí, hay otras teorías, pero se dice, una de las teorías más en boga
es que grandes formaciones de materia orgánica se convirtieron en carbono, se
convirtieron en petróleo. En fin,
nosotros tenemos la energía solar que la convertimos en alimentos. Ese melón que ustedes se han comido es: los fertilizantes,
el agua que cayó del cielo, y el sol.
Eso es lo que ustedes han comido ahí: sol, con lo cual han percibido
vitaminas y algunas calorías también; pocas proteínas, porque no se comieron
las semillas. Si alguno se comió las
semillas pues habrá recibido su cuota de proteínas también hoy.
Esos son los planes que se están haciendo aquí. Ya con eso ustedes podrán tener una idea de
lo que van a ser estos pinares. Hay un
plan similar a este en Banao. También es
una cosa fantástica. Va a tener una
extensión igualo mayor que esta.
Siembras de uvas, de fresas. Se
está ensayando siembra de manzana, melocotones, distintos cultivos, a ver si
podemos hacer una ensaladita de frutas criollas y les podemos echar algún
melocotoncito de esos.
El día que yo pasé por allí había 14,5 caballerías de
espárragos sembradas allí y el año que viene tendremos espárragos en lata, sopa
de espárragos por primera vez en toda la historia del país (APLAUSOS). Se están haciendo allí plantaciones de fresas
de alguna extensión. Toda esa fresa que
traen los helados Coppelia ha salido de allí de las plantaciones de fresa. Ya se extenderán considerablemente pronto las
plantaciones de fresas. Se están
haciendo considerables plantaciones de uvas allí. Ya incluso se ha producido algún vinillo
criollo, que ni siquiera es agrio. Habrá
incluso que rectificar aquello de que “nuestro vino es agrio, pero es nuestro
vino”, porque con la técnica, el tipo de variedad de uvas que se están sembrando
allí, se va a producir un vino que cuando lo refinemos no va a ser ni agrio,
¡ni agrio! Y allí han producido su
vinillo también, por la zona de Banao. Y
unos racimos de uvas bárbaros. Se le
hace la “boca agua” a cualquiera, pensando en los racimos de uva esos: sobre todo cuando
ustedes vayan subiendo una de las lomas que les falta por ahí, no hoy, sino
mañana, piensen en las uvas de Banao.
Entonces tienen mucha variedad, algunas se han dado muy bien, pero por
suerte hemos encontrado en la zona de Yateritas, una
enorme área, en un lugar que por sus escasas lluvias nosotros lo llamamos el
desierto de Arizona, porque allí no se ve nada, aquello es desértico, pero
tiene agua; tiene río que se puede represar y óptimas condiciones para la
producción de uvas y vamos a hacerla también.
Así es que en el futuro nos abasteceremos de uvas frescas también casi
todo el año.
Los dos lugares que van a tener mayor especialización,
verdaderamente serán Banao y este lugar de los Pinares de Mayarí,
independientemente del trabajo que se haga por todo el resto. Aquí hacen falta algunos técnicos, algunos
arquitectos para aquí; harán falta profesores aquí para el tecnológico: hará falta algún
veterinario. Ya hay un voluntario
ofrecido. Aquí tenemos un candidato ya,
alumno graduado de veterinaria de la Universidad de Las Villas (APLAUSOS); uno
o dos agrónomos y así sucesivamente.
Estuvieron los de hidráulica que están haciendo su trabajo en el campo,
no sé cómo les llaman, estuvieron por aquí.
Este va a ser un lugar interesante, va a adquirir un gran desarrollo; y
además es un lugar agradable. El que
conoce estos lugares y está un tiempito por aquí, de verdad que después no se
quiere ir. Ustedes no, porque ustedes
han llegado un poco sorpresivamente, y eso, cansados y agotados, a lo mejor ya
están echando de menos a la casa.
Pero la gran realidad es la siguiente: que la vida del
país este se desarrolla fundamentalmente en el interior del país, en el
campo. Donde hay tareas verdaderamente
que realizar, grandes cosas que hacer, es en el campo. La verdad que tengo la opinión —no pretendo
que sea una opinión incontrovertible, ni mucho menos— que las grandes urbes
constituyen una deformación o una consecuencia del desarrollo deformado de una
sociedad bajo las condiciones anárquicas del capitalismo (APLAUSOS).
¿Creen ustedes que si tuviéramos la posibilidad de
empezar a planificar todo este país, hartamos una ciudad tan grande como La
Habana? ¿Una concentración de casi 2
millones de habitantes, donde no hay casi ya agua para aquella, donde compite
el agua de la población con el agua para la producción de alimentos? Esas enormes concentraciones urbanas son
antieconómicas, son incosteables; son enormes concentraciones humanas. La capital consume casi el 50% de los
recursos del país. Hay decenas de miles
de trabajadores que se ganan honradamente la vida en la capital —honradamente
la vida— trabajando, pero trabajando para la capital. En un restaurante trabajan y producen para
los que viven en la capital; en un cine trabajan y producen en la capital, para
la capital; en los parques, en los lugares de recreación, en las calles, en las
áreas verdes, en el transporte, trabajan y producen honradamente, pero no
producen para el país, producen para las personas que viven allí.
Ustedes se encuentran contradicciones tales, como es
la de llegar a la provincia de Camagüey y encontrarse todavía —y de esto
nosotros tenemos culpa, mucha culpa, por no comprender eso suficientemente a
tiempo, por no darnos cuenta— cientos de miles de personas prácticamente sin
transporte. ¡Ah!, para la capital,
porque se ven las necesidades allí, porque nosotros mismos —funcionarios
administrativos, funcionarios del gobierno— estamos metidos en la capital. Y claro, se nota cuando falta el transporte
allí y el país se gasta 20 ó 30 millones en divisas adquiriendo ómnibus “Leyland” para la capital, para que la gente vaya al
trabajo, o para que la gente se visite, o para que la gente pasee. Todo muy justo. Y nosotros debemos preocuparnos, desde luego,
de los ómnibus de la capital de la república, y es una necesidad que hay que
satisfacer. Pero lo increíble es que, en
cambio, con 100 camiones rurales, camiones adaptados a eso, se hubiera podido
resolver el problema, es decir, con una inversión quien sabe si apenas de medio
millón de pesos, se habría podido resolver el problema del transporte en el
interior. La seguridad que puede tener
mucha gente en esos lugares aislados, donde si se enferman, si les entra un
dolor, no tienen con qué ir al médico, en qué transportarse para ir al
médico. Y uno se dice a sí mismo:
“Parece increíble que mientras el país se gasta 20 ó
30 millones de dólares para resolver el transporte de la capital —muy justo—,
en una región del interior del país cientos de miles de personas no hayan
tenido un transporte —para su seguridad, que no es gente que vaya a estar
saliendo— para necesidades de emergencia no hayan tenido 100 camiones
allí.” Y es que se nota más pronto, y
nosotros los funcionarios del gobierno, los administradores, estamos más en la
capital que en el interior del país. Y
nos enteramos de las cosas de la capital, pero desgraciadamente no nos
enteramos de las cosas del interior del país.
Y esta es una autocrítica que tenemos que hacernos (APLAUSOS).
Sin embargo, en ese interior del país usted ve a la
gente trabajando, luchando. Ellos no
tienen cine, nunca tienen un cine; ellos no tienen lugares allí de recreación,
parques, avenidas; no tienen luz eléctrica, no tienen agua corriente. Si en una ciudad falta el agua corriente es
una catástrofe. Esa gente nunca ha
conocido el agua corriente. Si en una
ciudad falta la electricidad es una catástrofe.
Esa gente nunca ha conocido la luz eléctrica. Si en una sociedad se destruyen las Areas
verdes, sería deprimente. Esa gente
nunca ha conocido un parquecito. Esa
gente muchas veces no ha tenido comunicaciones; no saben lo que es un cine; no
saben lo que es un ballet; no saben lo que es un acto teatral, no saben
nada.
(Alguien dice: “Los helados Coppelia”.) No los han tenido. Los helados Coppelia los van a tener
(APLAUSOS). Allí no están los
restaurantes, las tiendas, lugares de distracción y tantas cosas como se tienen
en la capital.
Sin embargo, ¿qué hacen? Trabajar.
¿Y qué producen? Producen los
toros de 1 000 libras que se montan en los trenes y van hacia las ciudades,
producen las viandas, producen muchos de los alimentos. Si se analiza, hay una distribución muy
desigual de los recursos de la nación, porque habiendo desaparecido o en camino
de desaparecer totalmente la explotación del hombre por el hombre en el sentido
de la existencia de clases propietarias y clases desposeídas, nos encontramos
con un subproducto de la explotación capitalista, que es la explotación del
campo por la ciudad (APLAUSOS).
Y, desde luego, los de la ciudad no tienen ninguna
culpa. ¿Qué culpa tiene un hombre de la
ciudad de esa deformación capitalista, donde se fue a vivir porque no tenía
empleo en el campo, y se fue concentrando allí?
Es decir que ese si que es un tipo de explotación difícil de suprimir,
porque es producto del desarrollo deformado de la sociedad, pero son problemas
reales con que nos encontramos y de los cuales debemos tomar conciencia.
¿Y qué es lo que las ciudades y la capital pueden
dar? Es verdad que allí se producen
determinados artículos. En un país sin
industrias, o con una industria que elabora materia prima importada, pues
realmente no es tan grande el aporte que hace la ciudad al campo. Hay ciertos artículos industriales que se
producen, ropa, zapatos, toda una serie de cosas. Ahora bien: ¿Cuál es a nuestro juicio el principal
aporte que puede hacer la ciudad al campo?
Los técnicos, el aporte de personal calificado, de técnicos de alto
nivel y de nivel medio; la forma que, por ejemplo, las grandes ciudades de
nuestro país tienen para restituir lo que han recibido del campo es la
formación de técnicos, porque lo que se necesita extraordinariamente en
nuestros campos son técnicos de todo tipo:
en obras hidráulicas, en la agricultura, en medicina, en construcciones,
en ingeniería; prácticamente no hay una sola rama de la ciencia, ni de la
cultura, que no tenga una gran tarea que realizar en los campos.
Así que nosotros debemos promover la formación de
decenas de miles de técnicos, pero no decenas de miles de técnicos para que los
contraten en oficinas burocráticas en la capital de la república y en los otros
lugares (APLAUSOS). Es propósito del
gobierno revolucionario racionalizar la distribución de los técnicos, para que
no se produzca el “pirateo”, o el “yo llegué primero”, o el “yo metí a trabajar
a los estudiantes para después tener unos supuestos derechos sobre ellos”. Y la política que se va a hacer en la
distribución de los técnicos es con sujeción a las necesidades del país, y
todos los técnicos absolutamente serán distribuidos de acuerdo con los planes y
las necesidades. Nadie, ningún
organismo, podrá decirle a nadie: “Yo te contrato desde ahora”, o “tú
vienes a trabajar para aquí.”
Se procurará tener en cuenta la especialidad, la
vocación, la situación, todos los factores que sea necesario tener en cuenta,
pero la distribución no se podrá hacer anárquicamente entre los
organismos.
El ministerio, de acuerdo con los organismos de
planificación, discutirá cada caso y distribuirá todos los técnicos por todo el
país. Hemos encontrado 22 000
caballerías de tierra, como es el caso de algunas agrupaciones, sin un
ingeniero agrónomo, agrupaciones de más de 20 000 caballerías sin un ingeniero
agrónomo, donde muchas veces es difícil trabajar con los compañeros que están
allí porque no han recibido la preparación técnica, hacen enormes esfuerzos;
pero, incluso, para cumplir las instrucciones a veces se les hace difícil por
falta de alguien que les interprete esas instrucciones, mientras se encuentran
en las ciudades montones de ingenieros agrónomos, y se los encuentra trabajando
en organismos que no tienen nada que ver con la agricultura, a lo mejor en
Comercio Exterior, o en esto, o en lo otro, en cosas que no tienen nada que ver
con la agricultura (APLAUSOS).
Esa es una realidad dolorosísima. En las otras ramas agropecuarias lo
mismo. Les hablo de esta rama porque es
con la que estoy más familiarizado.
Antes, desde luego, se graduaban veterinarios para
cuidar perros, la salud de los perros.
Indudablemente los perros son unos animalitos nobles, amigos del hombre,
muy graciosos, muy bonitos; pero las vacas también son animalitos muy
graciosos, muy bonitos, muy amigos del hombre, producen leche, producen carne,
producen todo eso. Y en este país,
caballeros, se graduaban veterinarios para trabajar en clínicas para
perros.
Ustedes iban por el Vedado, por Marianao, por Miramar,
por dondequiera, y veían un letrerito con un perro pintado: “Doctor fulano de tal, especialista en
perros, clínica de perros, traiga su perro, le cuido su perro, vacune su perro”
(RISAS). Y ahora, claro, no tenemos
veterinarios de perros pero a veces nos los cogen de burócratas.
Combatamos las tendencias de los organismos a poner a
los técnicos a trabajar en aquellos niveles superiores. No niego que en algunos casos los organismos
centrales necesitan técnicos pero, señores, qué saludable sería que con todas
las ramas universitarias se hiciera lo mismo que con los médicos.
Los médicos, nuestros médicos de las últimas
generaciones de médicos, se están convirtiendo en magníficos profesionales;
además, profesionales revolucionarios, profesionales con sentido de las
necesidades del país, que se les despierta un gran amor por las cosas del país.
¡Ah, por la medicina rural! El efecto
que la medicina rural ha ejercido sobre los médicos es extraordinario. Pues debiéramos establecer en todas las
facultades al máximo posible el pase de los graduados por el interior del país
(APLAUSOS), el pase de los graduados por las zonas rurales del país.
Y conozco muchos médicos que después que han estado en
el campo han dicho: “Me
voy a hacer especialista en tal cosa y vuelvo”, porque se les ha despertado
amor por ese trabajo humilde, sencillo, pero valioso, humano. La sensación y la conciencia de la necesidad
que de él tienen, de los beneficios que aporta a tantas personas que nunca
tuvieron ese servicio, ha operado de una manera extraordinariamente positiva en
él.
Y, por eso, nosotros debemos de fomentar un mínimo de
urbanismo y un máximo de ruralismo; nosotros debemos volcar el país hacia el
interior del país (APLAUSOS). Y qué
interesante, qué formidable sería que el mayor número posible de altos
funcionarios de la administración revolucionaria recorrieran el interior del
país, los campos y las montañas.
Nosotros en cada uno de los recorridos tenemos mucho,
pero mucho que aprender. En días
recientes íbamos a las tiendas, veíamos qué mercancías se están vendiendo,
aparecen una serie de mercancías, preguntaba cuáles son las que más prefiere el
público. Eso es importante, que un
funcionario de Comercio Exterior, por ejemplo, conozca de muchas de esas
mercancías que se venden en las tiendas del pueblo en el interior del país,
cuáles son las que prefiere el público para que entonces ajuste la proporción
en que se importan esos distintos tipos de mercancías a los gustos del
público.
Preguntábamos: ¿Qué libros hay? y en uno de estos
viajes he descubierto una de las cosas más asombrosas. Nosotros nos hemos preocupado por la
alfabetización, por la escuela, por la superación obrero-campesina, hemos
elevado extraordinariamente los niveles de instrucción de la gente. Llegamos a una de esas tiendas. ¿Hay libros aquí? Sí.
¡Vamos a ver qué libros se venden en el campo para los campesinos! Muchos campesinos no compraban ningún libro. Entre los libros: “La Ilíada”,
y “La Odisea”, de Homero (RISAS).
Algunas otras muchas obras por el estilo.
Me acuerdo de un empleado que le pregunto: ¿Y cuáles son los
que más se venden? Me dice: “Bueno, se venden
los de Angel y Lenin.” Dice uno: “¿Quién es Angel?”
Digo: “¡Ese es
Engels!, ¡Engels y Lenin!” (RISAS)
Algunos libros sobre cuestiones filosóficas del
marxismo y mucha literatura, alguna de ella buena, no voy a decir que no. ¡Pero lo increíble es que no hubiera un solo
libro técnico sobre agricultura, sobre geografía de Cuba, sobre historia de
Cuba, sobre cosas que pueden interesar a los campesinos! ¡Que en este país no se haya impreso un solo
libro destinado al campesinado! Nuestros
intelectuales y artistas —gente muy respetable, no digo que no— algunos de
ellos valiosos, pero les pregunto: ¿Cuántos han viajado por las
montañas? ¿Los del consolidado del libro
y los otros? ¿Y las casas editoras de
libros?
De los que han vivido en los grandes centros urbanos,
¿quién en ocho años se acordó de que cientos de miles y millones de personas,
niños, han estado aprendiendo a leer y a escribir? ¡Y no hay un solo libro para niños en estos
campos! De niños que no tienen
televisión, que no tienen zoológico, que no tienen cine, y nadie, nadie se ha
acordado de hacer un solo libro para niños, entre los muchos libros que se
pudieran imprimir para niños:
literatura para nuestros campesinos, libros técnicos.
No hay un libro de superación obrera en esas
tiendas. Me contaron que llegaron unos
libritos de mecánica y los compraron rápidamente, porque hay avidez por estas
cosas en muchos campesinos que empiezan a trabajar con máquinas, con
camiones. No hay un solo libro de
agricultura en ninguna de las tiendas del pueblo, ni un libro que trate sobre
café, sobre pastos, sobre ganadería, sobre nada.
De estos viajes, de esta toma de conciencia acerca de
eso, que es uno de los tantos problemas nuevos que surgen con el desarrollo
complejo y multifacético de nuestro país con la Revolución, surge la necesidad
urgente de ponerse a trabajar en hacer ediciones de libros para la población
rural del país. Y esa será una de las
tares del Instituto del Libro.
Es que mucha de nuestra gente vive encasquillada,
enquistada, mareada, aturdida por los vapores de las grandes urbes y, sobre
todo, de la urbe capitalina (APLAUSOS), y no tienen la menor idea de ese mundo
interesantísimo, extraordinario, nuevo, apasionante, que se desarrolla en el
interior del país; no hay conciencia de eso.
Y creo que si adoptáramos el método de estar más tiempo en el interior
del país que en la capital del país, no se sabe cuánto mejor podría ser nuestro
trabajo, cuán superior podría ser nuestro esfuerzo administrativo, para que
viéramos allí qué quiere aquella gente, qué
compra; muchas de las cosas de uso industrial, que se pueden hacer,
aunque fuesen marcos para cuadros, cuadros, montones de cosas que puede
fácilmente producir la industria y que la gente cuando están allí en la tienda
los compran, porque tienen dinero, tienen recursos. Y quién sabe las cosas que puede hacer
nuestra industria, quién sabe las cosas que podrían hacer todos los organismos
administrativos con un contacto más estrecho.
Porque no hablo de aquellas cosas que no pueden
resolverse. Hay muchas que no pueden
resolverse porque tenemos que optar entre resolver esa y no resolver otras que
son más importantes. A veces tenemos que
optar entre comprar cantidades mayores de artículos de consumo, o cantidades
mayores de maquinaria para hacer obras hidráulicas, para hacer caminos, para
desarrollar la agricultura, para incrementar la producción agrícola. Porque viajando por esos caminos, es como se
sabe cuáles son las necesidades de caminos de este país; viajando por esos caminos,
y ver que miles y miles de personas dependen de esos caminos, ver que la
economía depende de esos caminos para el transporte de los fertilizantes, de
los productos, de todas las cosas allí.
Entonces a veces nosotros tenemos que optar entre comprar más artículos
para el consumo, o más medios de producción para satisfacer inmediatas
necesidades del consumo.
Porque cuando nosotros dejamos de consumir algo de
algo para adquirir maquinaria para la agricultura, lo hacemos, y sacrificamos
el 1 por 10, o el 1 por 100; es decir, lo que hoy invertimos y nos privamos de
ello, se convierte muy pronto en veinte, treinta, cuarenta veces en bienes de
los que en aquel momento nos hemos privado.
Y claro, hay muchas cosas que no pueden resolverse, pero hay otras muchas
que pueden resolverse.
Es también impresionante el civismo, el espíritu
revolucionario de los hombres del interior del país, de los obreros agrícolas,
de los campesinos. Ustedes se
encontrarán esas montañas repletas de milicias serranas, de soldados llenos de
entereza, de entusiasmo, de valor, y quien lo quiera saber que se pare por uno
de esos caminos y tire un tiro (APLAUSOS), que ya eso me ha pasado a mí, me ha
pasado a mi, de probar un arma, disparar una ráfaga y producirse una descomunal
movilización en cuestión de minutos, y hombres que de tres kilómetros dejaron
lo que estaban haciendo y fueron a toda velocidad a su unidad militar, hacia
donde están las armas. ¡Que suene un
tiro por ahí! ¡Verán ustedes qué fuerza
tremenda, increíble, invencible, se ha creado en estas montañas, porque es toda
la población! Y ahí sí que se ve la
alianza obrero-campesina; en una misma compañía el agricultor pequeño con el
obrero de la granja, con todo allí, hombres de 50, 60 años, milicianos, y una
fuerza invencible. Yo les aseguro que
esas montañas no las tomará jamás nadie, por la fuerza revolucionaria, el
entusiasmo, la preparación, la capacidad que tiene esa gente.
Esa gente del interior del país da muestras de un
magnífico espíritu patriótico, un magnífico espíritu revolucionario, un
carácter sano. Todas estas cualidades,
todas estas virtudes se han desarrollado en nuestros campos.
Existe una magnífica materia prima, y nuestro país
ahora en estos primeros años tiene que volcarse fundamentalmente hacia los
campos. Tenemos que ir trabajando en la
industria, sí, también mucho, sobre todo en las industrias esenciales.
Serán mucho mayores las inversiones de 1970 a 1980 en
la industria que en la agricultura, desde luego, pero en los próximos años hay
que hacer un enorme esfuerzo en el campo.
Muchos de estos problemas, desde luego, están en vías
de solución. Hoy hablamos de miles de
caballerías sin un técnico; para 1970 solo en los institutos tecnológicos
agropecuarios se habrán graduado 12 000; ya ven, se viene trabajando hace unos
cuantos años, en 1970 prácticamente tendremos un técnico por universitario a
nivel de lote, en la ganadería, en la caña, en casi todos los cultivos, a nivel
de lote los tendremos.
Hay un enorme esfuerzo que está avanzando. Pero debemos tomar conciencia de hacer un aporte todos, el máximo, a ese enorme esfuerzo que se
está haciendo. Y en el futuro nuestros
cuadros de Planificación Física tendrán que pensar en el desarrollo de las
comunidades rurales de tipo medio.
Sí, ya sabemos que hay servicios que se tienen que
poner en un lugar, en sujeción a las comunicaciones, y una serie de cosas; pero
más que la idea del desarrollo de grandes ciudades, el desarrollo de
comunidades de tipo medio, más sanas, más económicas, más humanas: porque es que
muchas veces en esas grandes urbes, entre otras cosas, el hombre se deshumaniza
un poco. Y nosotros debemos pensar en
poblar el país; regiones despobladas como Camagüey, regiones de Oriente,
comunidades que tengan todos los servicios esenciales.
Ustedes verán, cerca de Nicaro se desarrolla —ustedes
no lo verán ahora, pero en otro viaje tal vez— un pueblo allí, con edificio
multifamiliar; pasábamos, y a la derecha se leía: “Lavandería de Levisa”,
espero que allí también hagan su restaurante, algún cine, alguna cosa,
parques. Es verdad que usted no puede
poner un zoológico en cada comunidad de estas; pero hay muchos servicios, que
es perfectamente económico establecerlos en este tipo de comunidades.
Y es conveniente eso, porque todavía yo creo que la
influencia del capitalismo en la gran urbe pesa sobre algunos de nuestros
cuadros, y crea en ellos la tendencia de los grandes centros mastodónticos, en vez de crear centros racionales, de
determinadas dimensiones, donde la vida sea más agradable, donde la vida sea
más humana. Y que nosotros no sigamos
haciendo de manera consciente lo que resultó como producto de la anarquía de
una sociedad que se desarrollaba de manera anárquica.
Creo que ustedes que se gradúan ahora tienen que
meditar sobre todas estas cosas. Creo
que en la misma medida en que ustedes hagan contacto con estas cosas de que les
estoy hablando, sentirán con el corazón lo que tal vez ahora solo comprendan
con la razón.
Estoy completamente seguro de que este recorrido será
para ustedes muy útil, y será un recorrido que les enseñará mucho, y será un
recorrido inolvidable.
Yo, por mi parte, pienso que esa foto de la columna
comiendo melones alrededor de nuestra pequeña parcela experimental aquí, será
una fotografía histórica también, la de esta columna que a su paso por aquí
probó los melones (APLAUSOS).
Debo decir que el poder hacer esto y el poder
obsequiarlos a ustedes con esto no se hace sin cierto sacrificio para los que
aquí trabajan. Porque aquí hay unos
cuantos cientos de jóvenes comunistas de distintas regiones de la provincia
sembrando pinos (APLAUSOS). Es posible
que con esos 1
000 y tantos melones habría habido para unas cuantas raciones de melones para
ellos en las horas de calor. Pero ellos
—al igual que todos los trabajadores de esta región— gustosamente hacen ese
pequeño sacrificio por obsequiarlos a ustedes, por hacer más agradable este
recorrido.
Espero que hayan visto cómo toda la población en todas
partes, mujeres, niños, ancianos, milicianos, trabajadores de todo tipo, se han
esmerado por atenderlos. Ellos tienen
conciencia de lo que ustedes significan y de lo que ustedes valen para el
país. Ahora solo falta que ustedes
también sepan tener conciencia de lo que ellos significan y ellos valen para el
país.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)