DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA
DE LA PRIMERA CONFERENCIA DE LA ORGANIZACION LATINOAMERICANA DE SOLIDARIDAD
(OLAS), CELEBRADA EN EL TEATRO “CHAPLIN”, EL 10 DE AGOSTO DE 1967.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores
delegados;
Invitados;
Compañeros y
compañeras:
No resulta fácil esta tarea de clausurar la Primera
conferencia Latinoamericana de Solidaridad.
En primer lugar, ¿qué actitud adoptar?
¿Hablar aquí como miembro de una de las organizaciones representadas, o
hablar con un poco más de libertad?
Simplemente, como un invitado a hablar en este acto.
Y quiero decir que, en nuestro criterio, expresamos
aquí la opinión de nuestro Partido y de nuestro pueblo, que es, a la vez, la
misma opinión y los mismos puntos de vista defendidos por nuestra delegación en
la OLAS (APLAUSOS).
¿Debemos acaso decir que la conferencia ha resultado
una gran victoria ideológica? Si, esa es
nuestra opinión. ¿Quiere esto acaso
decir que los acuerdos se lograron sin lucha ideológica? No, los acuerdos no se lograron sin lucha
ideológica. ¿Son unánimes los criterios,
o el apoyo a esta declaración aquí leída fue unánime? Si, fue unánime. ¿Representa criterios unánimes? No, no representa criterios unánimes. En diversos aspectos, algunas de las
delegaciones aquí presentes tenían reservas y expresaron sus reservas.
La prensa internacional, a lo largo de toda la
conferencia, ha estado tratando de sondear, de analizar, el desarrollo de la
conferencia, y ha expuesto diversas ideas acerca de esa lucha ideológica que
allí se desarrollaba. Algunas con más objetividad,
otras con menos objetividad; algunas con un sentido periodístico honesto, otras
sin mucha honestidad en el periodismo; algunas se expresaron jubilosas acerca
de si los criterios eran o no eran unánimes.
Y, desde luego, hay que decir que hubo indiscretos en el seno de la
conferencia; hubo indiscretos, porque algunas agencias indiscutiblemente que se
las arreglaron para establecer nexos con las delegaciones, de manera que
aparecían diversas versiones: algunas
más exactas, otras menos exactas, pero que indiscutiblemente revelaban una
cierta falta de discreción en los delegados de la conferencia.
Algunas cosas se discutieron públicamente, otras no;
muy pocas. Pero las que no se
discutieron públicamente obedecía solo al criterio de tratar de hacer, lograr
resultados lo más altamente positivos posible.
Prevaleció en muchos de los delegados a la conferencia un profundo
sentido de responsabilidad, porque se buscaba realizar un esfuerzo útil,
positivo, beneficioso al movimiento revolucionario y adverso al
imperialismo. Ninguna de las cuestiones
discutidas es por si misma, cuando se trata de algún principio, causa de que no
puedan ser conocidas públicamente.
Cuando algunas de las cosas no se discutían públicamente obedecía
simplemente a un sentido de responsabilidad, para evitar aquellas cuestiones de
las cuales el enemigo pudiera tratar de sacar algún provecho.
Pero, naturalmente, hubo indiscreciones, y casi todas
las cosas discutidas son más o menos conocidas.
Los acuerdos son claros y son terminantes.
No solo tuvo lugar la conferencia en estos días. Ocurrieron hechos que convirtieron a los
delegados a esta conferencia no solo en partícipes de discusiones y de acuerdos
ideológicos y políticos, sino que actuaron a la vez como testigos y como jueces
de las actividades del imperialismo contra nuestro país.
Algunos se preguntarán por qué razón o por qué razones
se pudieron presentar esas pruebas ante esta conferencia de la OLAS. Algunos pensarían tal vez que una extraña
casualidad; los más suspicaces, sobre todo aquellos que representan una prensa
que ha sido inveteradamente hostil a la Revolución y en muchas ocasiones a la
verdad, mirarían con harta suspicacia esa coincidencia entre la presencia de
los contrarrevolucionarios infiltrándose en nuestro país y la conferencia de la
OLAS.
Algunos voceros del imperialismo alegaban que hicimos
esas presentaciones simplemente para demostrar que el imperialismo interviene
en Cuba y con motivo de la próxima conferencia de cancilleres. Estas ideas podrían plantearse si acaso
estuviésemos en presencia de un juego limpio; pero por parte del imperialismo
no puede haber ningún juego limpio. Se
hicieron estas presentaciones sencillamente porque son hechos que ocurren sistemática
e incesantemente en nuestro país, desde el principio. Si esta conferencia de la OLAS se prolonga
unos días más, puede decirse que todas las semanas podríamos traerles aquí,
como testigo del número, del tipo de agentes y de las clases de misiones que el
imperialismo lleva a cabo contra nuestro país.
¡Todas las semanas! Es difícil
que transcurra una semana sin que capturemos a uno de estos sujetos.
¿Es que acaso tenemos que probar que el imperialismo
realiza actividades subversivas contra nuestra patria? ¿Es que acaso tenemos que probar que el
imperialismo comete todo tipo de fechorías contra nuestro país y que lleva más
de ocho años interviniendo abiertamente en los problemas de Cuba?
Alguien expresaba ayer sus dudas acerca de que si la
CIA era tan ingenua —¡tan ingenua!—, que en vez de paqueticos de alimentos
preparados para la guerra, hidrofilizados, deshidratados, fuese a cometer la
tontería de incluir algunas latas comunes y corrientes de confituras. Nosotros no” tenemos ningún propósito de
utilizar esta tribuna para humillar a nadie en particular, menos tratándose de
personas que han sido autorizadas para venir a este país. Y simplemente, con abstracción de las
personas, quiero referirme a las dudas, a los conceptos, a las ideas. ¿No es acaso una enorme ingenuidad creer que
la CIA es un organismo perfecto, maravilloso, inteligentísimo, incapaz de
cometer la menor pifia? ¿Pero es que
acaso no hemos leído en un libro escrito precisamente por periodistas
norteamericanos historias tenebrosas acerca de las decenas y decenas de estupideces
y de crímenes cometidos por la CIA? ¿Y
es que acaso vamos a pensar que la CIA es tan perfecta que es incapaz de
equivocarse? ¿Pero es que acaso la CIA,
el Pentágono, el Departamento de Estado, el imperialismo completo, no
cometieron una equivocación diez mil veces más garrafal que esa en Girón, una
equivocación mucho mayor?
(APLAUSOS) ¡Una equivocación
infinitamente mayor que el detallito insignificante, y seguramente por la
libre, de agarrar en las bien nutridas bodegas de los barcos madre algunas
latas de confituras o de lo que sea! Y
pretender, partiendo de tales elementos de juicio, ocultar la evidencia que
nadie que sea capaz de pensar con un mínimo de sentido común y serenidad podría
negar. Es realmente extraordinario que
haya personas en Estados Unidos que crean una de estas cosas: que la CIA es un ángel bueno, incapaz de
cometer ninguna fechoría, ningún crimen, y que está por probar las cosas que la
CIA hace contra Cuba. Y, además, que la
CIA es incapaz de cometer imbecilidades.
Tal vez que la CIA cometa crímenes... Bueno, lo aceptan o lo rechazan. Pero moralmente hay que analizar, moralmente
hay que analizar si lo que importa son los crímenes que la CIA comete o las
imbecilidades que la CIA pueda cometer.
Nosotros no le vamos a preguntar en concreto a nadie,
pero nos preguntamos a nosotros mismos, les preguntamos a los que nos escuchan,
si acaso hay alguien en el mundo capaz de creer que la CIA no sea una
organización tenebrosa, intervencionista y criminal, inescrupulosa hasta lo
inconcebible. Porque el hecho de que
estemos acostumbrados a los actos de vandalismo del imperialismo no debe nublar
nuestra sensibilidad y nuestra capacidad de juzgar moralmente esos hechos. En cierto sentido, son cosas que ocurren casi
a diario contra nuestro país. Pero
analizados a fondo estos hechos, ¿cuántos principios, cuántas leyes
internacionales, cuantas normas de civilización, cuántas normas morales viola
oficialmente, a través de la CIA, el gobierno de Estados Unidos? El uso de banderas de cualquier país, cual
vulgares piratas, más inmorales que los piratas, porque los piratas —según se
cuenta— solían usar la bandera de los piratas, y el imperialismo yanki es un
pirata capaz de usar las banderas de cualquier país del mundo.
El empleo de esos métodos, el empleo de los documentos
oficiales de los mapas de Estados Unidos, el empleo de documentos falsos, el
empleo de cualquier recurso, de cualquier medio para llevar a cabo sus
propósitos.
Y desde luego, para qué hablar moralmente o legalmente
de los fines con que se realizan esas actividades.
Cuando resultaba ayer evidente que ese señor hace unos
días estaba en Miami en un restaurante donde lo vio el oficinista Charles, el
administrador Joe, el cocinero Sam, y hasta el gato de Miami (RISAS), y que
resultaba difícil suponer que nosotros habíamos traído a ese hombre con la
imaginación, con el pensamiento para sentarlo allí, surgía entonces la otra
teoría: si acaso en vez de la CIA era
una organización de exiliados anticastristas.
¿Es que acaso el gobierno de Estados Unidos no se
siente responsable de las fechorías que cometen esas organizaciones allí en
Estados Unidos? ¿Es que ahora van a
decir que no son responsables si fueron los que organizaron a toda esa gente,
los que los amamantaron, los adoctrinaron, los prepararon, si han sido
entrenados en instituciones de Estados Unidos?
¿Es que acaso el hecho de que sea una organización de exiliados
exoneraba de responsabilidad al gobierno de Estados Unidos?
Pero es que no se trataba, desgraciadamente para los
interesados, de un grupo de estos a través de los cuales trabaja la CIA, sino
era la organización directa de la CIA.
Lo embarazoso de este caso es que se trataba del trabajo directamente de
la CIA; no de un trabajo indirecto a través de organizaciones de
contrarrevolucionarios. Porque la CIA
trabaja a través de organizaciones de contrarrevolucionarios, y trabaja —como a
ustedes les explicaron— también directamente.
Claro que la técnica de la CIA cuando trabaja
directamente es una técnica superior; decir una técnica superior no quiere
decir una inteligencia superior. ¿Puede
haber equipos electrónicos que no se equivoquen? Eso demuestra, sencillamente, que los equipos
electrónicos son mucho más inteligentes que la CIA y mucho más infalibles.
Y por supuesto, la insinuación de que en una bodega de
Estados Unidos o en un Ten Cent se pudieran adquirir estos equipos automáticos
que transmiten en fracción de segundo o de minuto un mensaje largo, que es uno
de los más modernos recursos de la electrónica, si de veras venden en Estados
Unidos esos equipos de la CIA, ¡magnífico!
pues pienso que los revolucionarios norteamericanos podrán comprar
muchos de esos equipos para comunicarse entre sí (APLAUSOS).
Desde cuando, en qué tienda, en qué Ten Cent, unos
equipos ultramodernos, ultrasensibles, con un volumen insignificante capaz de
transmitir mensajes en clave a miles de kilómetros, automáticos. Es verdaderamente ingenuo. No critico las vacilaciones de cualquier
persona ante hechos tan evidentes y los escrúpulos de decir cualquier cosa,
como el que dijo que él no era juez (RISAS).
¡Qué magnífico muchacho!
(RISAS) Verdaderamente que la AP
educa bien a sus cuadritos (RISAS). Pero
si algunos quisieran ver hasta qué punto son jueces o no que analicen todas las
cosas que escriben todos los días, y verán qué “imparciales” son.
Hay una sola cosa de verdad: cuando dicen que no son jueces. Y es que no son jueces porque son partes, y
que están absolutamente incapacitados para juzgar nada. Y nosotros llevamos ocho años leyendo las
noticias de esa agencia, siempre al servicio de los intereses imperialistas,
siempre ocultando algo, defendiendo algo que jamás es bueno ni por
equivocación, tergiversándolo todo.
Conocemos demasiado bien los latinoamericanos esos
hechos, los conocen bien todos los representantes aquí presentes, los conocen
sobre todo quienes tienen que sufrir esas mentiras, esa información al servicio
de las peores causas imperialistas, que son las únicas que pueden leer pueblos
enteros en este continente. Y eso forma
parte del mecanismo imperialista, porque esas agencias cablegráficas
mentirosas, truculentas, fraudulentas, forman parte —¡forman parte!— de la
maquinaria del imperialismo, forman parte de los intrumentos
que emplea el imperialismo para llevar a cabo su política.
La cortesía nos obliga a tratar con delicadeza a las
personas, pero la cortesía no nos obliga a dejar de decir algunas verdades que
son sobradamente conocidas (APLAUSOS).
Además, ateniéndonos a algunas de esas noticias
nosotros podríamos preguntar después si lo hicieron por ingenuos —si no es
acaso una ingenuidad divulgar semejante cosa—, por qué lo divulgan. Desde luego, aquí hay una agencia que trata
de ser muchas veces objetiva —no voy a decir que lo sea siempre— y es una
agencia inglesa.
Y dice aquí:
“Un grupo de exiliados cubanos anticastristas denominados Segundo Frente
del Escambray, manifestó hoy en esta ciudad que el contingente de hombres cuya
captura fuera anunciada en la fecha en La Habana, eran guerrilleros miembros de
dicha organización. Andrés Nazario,
Secretario General del Frente, señaló que los guerrilleros partieron hacia Cuba
hace aproximadamente cuatro semanas.
“Luego añadió:
'Iban a infiltrarse en Cuba en cumplimiento de una misión subversiva y
guerra de guerrillas para unirse luego a los patriotas dentro de Cuba'.”
Es decir que este cable nos releva a nosotros de toda
duda, porque es la confirmación oficial, en los propios Estados Unidos, de los
señores que mandaron a estos contrarrevolucionarios presentados aquí.
Pero algo más.
Y este es un cable de AP:
“Cuatro de los exiliados capturados que fueron
exhibidos hoy en La Habana como invasores, desembarcaron en Cuba llevados por
una fuerza militar anticastrista procedente de Miami.
“La banda de infiltradores fue descripta hoy en Miami
por su líder, el mayor Armando Fleites, como en una misión” —como en una
misión— “para matar al Primer Ministro Fidel Castro, lo cual formaría parte de
una campaña de guerra irregular para derrocar al régimen comunista.”
Es decir que no estábamos nosotros inventando
absolutamente nada cuando dijimos qué misión traían esos hombres en concreto;
no estábamos inventando absolutamente nada cuando presentamos allí una pistola,
entre otras armas, calibre 22, con silenciador, dotada de balas envenenadas con
cianuro de potasio; una pistola 22 que hace menos ruido que un fósforo al
encenderse, con un silenciador y con balas envenenadas de cianuro de
potasio.
Y este hecho insólito, increíble, violador de qué
leyes; porque de qué leyes vamos a hablar, de qué principios, de qué
normas. Porque hasta en las guerras que
son feroces ese tipo de balas están absolutamente prohibidas.
Y públicamente, a una agencia del imperialismo, el
cabecilla, sin que nadie lo moleste, allí, abiertamente, en nombre de una
organización que tiene un letrero allí oficialmente, declara que el grupo vino
a este país para asesinar a un dirigente del gobierno, tranquilamente.
¿Es que acaso el gobierno de Estados Unidos no se
siente responsable de estos hechos?
Nosotros acusamos directamente al gobierno de Estados Unidos y lo
responsabilizamos de estos hechos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!”);
nosotros acusamos al presidente Johnson y lo hacemos responsable del hecho de
que con absoluta impunidad, desde territorio de Estados Unidos, no solo se
organice un plan para asesinar a dirigentes del gobierno de otro Estado,
empleando los métodos más aborrecibles, y que no solo llevan a cabo, o tratan
de llevar a cabo el plan, sino que de una manera impúdica lo proclaman
públicamente.
Y estos son hechos ciertamente graves. Y más que graves, gravísimos. Y todas estas declaraciones no hacen sino
demostrar la absoluta veracidad de cuanta denuncia y de cuanta información
brinda al pueblo el Gobierno Revolucionario como una norma elemental.
¿Qué tiene de extraño?
¿Qué tiene de extraño que manden los otros espías? ¿Qué tiene de extraño? Se le puede preguntar a la CIA a ver qué
dicen de este señor. Y, sobre todo, se
le puede preguntar qué hacía hoy un destroyer norteamericano, un buque madre,
un helicóptero y un avión Neptuno a 20 millas al norte de la provincia de Pinar
del Río, buscando afanosamente algo.
Y es que, casualmente, en la madrugada de ayer unos
pescadores se encontraron con “Bichinche” —creo que se llama (APLAUSOS).
No hay que hacerse ilusiones. Comprendo los deseos de ustedes de que se le
eche el guante al tal “Bichinche”.
Estaban en un bote, porque ellos se hicieron a la mar
en una balsa, de acuerdo con las instrucciones que tienen para casos de
emergencia: se encontraron de madrugada
con los pescadores. Y los pescadores
pudieron haberlo hecho mejor, pudieron haberlos metido en el bote pero era un
bote chiquito y estaban desarmados, pero inmediatamente informaron de los
sujetos que habían visto, e inmediatamente sacamos las conclusiones de quiénes
eran.
Y, naturalmente, hoy estábamos en competencia con la
CIA (RISAS). Nuestro avión de
reconocimiento y el Neptuno estaban tan cerca uno de otro que nuestro avión
retrató al Neptuno. Me imagino que ellos
retratarían nuestro avión.
La CIA y el gobierno de Estados Unidos buscaban hoy a
“Bichinche” (RISAS), a la vez que nuestros aviones y nuestros barcos estaban
tratando de localizar a “Bichinche” (RISAS).
“Bichinche” se ha convertido en un personaje casi famoso (RISAS).
¿Pero qué ocurrió?
¿Qué ocurrió? Los medios por los
cuales zarparon ellos son muy difíciles de detectar, porque es una balsa de
goma, que lo mismo se oculta en un manglar de día. Y ellos tratan de ayudarse por la corriente
hasta que sean localizados, pero la CIA no sabía que “Bichinche” estaba en
apuros. Pero como salió una nota el
domingo diciendo que habían reembarcado, porque esa era la tesis del personal
de Seguridad, vistas las cosas que se quedaron en la orilla y por toda la
información...
No es fácil localizar una balsa. No sabemos si la CIA, el destroyer, el avión
y el helicóptero localizaron a “Bichinche”.
Nosotros, desgraciadamente, no lo pudimos localizar. Pero ambos estábamos emulando, a 20 millas al
norte de Cuba, para ver quién encontraba esa “aguja en un pajar” (RISAS).
Tal vez “Bichinche” escape. Ni siquiera nos vamos a poner tristes. No nos apuramos. ¿No caen hoy?
Caen mañana, caen pasado (APLAUSOS).
Y son unos cuantos.
Cuando Girón, cayeron cada “pejes gordos”, como dice
el pueblo... ¡Cayeron más de mil! Y muchos individuos que ni se imaginaban que
iban a caer por aquí, cayeron —porque ese es el destino— como instrumentos de
la CIA.
Podríamos preguntar de paso si alguno nos quiere dar
alguna información, para saber si los mapas esos que traían estos agentes de la
CIA los venden también en los Ten Cents en Estados Unidos (RISAS). Porque ciertamente nos gustaría tener algunos
de esos mapas, puesto que están detallados con una precisión minuciosa. Y aquel era un mapa militar, un croquis
militar, con todos los detalles: las
garitas, depósitos de explosivos, bases de lanzamiento de cohetes
antiaéreos. Y uno se pregunta con qué
objetivo quiere la CIA tener mapas superpormenorizados de nuestras
instalaciones militares. ¿Cuáles son los
objetivos? ¿Y acaso en el Ten Cent se
venden esos croquis? No hay duda de que
ese tipo de espionaje tiene fines de carácter bélico, tiene fines de carácter
agresivo.
Y, desde luego, hay algo que no sale en los croquis,
¡y es el corazón de los que defienden esas posiciones militares! (APLAUSOS)
Porque eso sí que no cabe ni en los mapas ni en la imaginación de los
señores de la CIA.
Pero creemos que son pruebas irrebatibles, que estamos
dispuestos a ponerlas a disposición de cualquiera.
Y sencillamente ya se ha hecho tan habitual aquí la
captura de los agentes de la CIA, que es cosa de todas las semanas. Ya ni publicidad se le da muchas veces,
porque no es noticia absolutamente para nadie.
¿Necesitamos acaso probar que los imperialistas son
agresores contra Cuba? ¿Tiene algo que
ver esto con la reunión de cancilleres de la OEA? En cierto sentido sí y en cierto sentido
no.
¿Nos proponemos acaso convencer a la OEA? ¿Quién va a bromear con semejante cosa? No nos proponemos convencer a la OEA, no nos
proponemos paralizar acuerdos de la OEA.
¡Nosotros tenemos otras cosas para paralizar los acuerdos de la
OEA! Nos proponíamos en todo caso
demostrar lo cínico que son esos señores de la OEA, nos proponíamos demostrar
lo desvergonzados que son esos señores de la OEA, encabezados por el gobierno
de Estados Unidos. Nos proponíamos
desenmascararlos sencillamente, nos proponíamos desmoralizarlos. Eso en parte.
Por eso digo que es cierto: tiene
alguna relación con la reunión de la OEA.
Pero no pretendemos escudarnos en eso. La OEA no tiene ni un átomo de vergüenza, la
OEA no tiene ni un átomo de moral. ¡Y
ninguno de los gobiernos de este continente, que —con excepción de México
(APLAUSOS)— son cómplices confesos de los actos de bandidaje contra nuestro
país, como lo fueron de la intervención en Santo Domingo y de todas las
fechorías que comete el imperialismo, tiene la menor razón moral ni el menor
derecho a invocar ninguna ley ni a invocar ningún principio contra las acciones
que Cuba lleve a cabo de apoyo al movimiento revolucionario! (APLAUSOS)
Porque ellos han hecho trizas todas las normas, todos los derechos,
todos los principios. Y esa es una
responsabilidad de ellos, no una responsabilidad nuestra.
Pero si creen que vamos a aceptar ese orden
imperialista, los que crean que vamos a aceptar ese orden imperialista, esa
“ley del embudo” que los imperialistas tratan de imponerle al mundo, ese
chantaje, están equivocados. Porque
nuestro país no se someterá jamás a semejante orden.
Los imperialistas pretenden realizar impunemente todo
tipo de fechorías en el mundo.
Bombardean diariamente con cientos de aviones a Viet Nam del Norte: ese es el orden imperialista, esas son las
leyes del imperialismo. Invaden con 40
000 soldados la República hermana de Santo Domingo, establecen un gobierno
títere y lo protegen allí con sus tropas
de ocupación impunemente: ese es el
orden del imperialismo, esas son las leyes del imperialismo. Que un estado al servicio de las agresiones
imperialistas como Israel se apodera de una gran parte del territorio de otros
países, se instala allí en la mismísima orilla del canal de Suez y hasta
reclama el derecho ya a participar en la manipulación de aquel canal, de tal
modo que solo le falta exigir que le pongan una tubería desde la represa de
Assuán para irrigar el Sinaí, y están allí sin que nadie sepa hasta cuándo, y
cuanto más tiempo pase más se quedarán:
ese es el orden que quiere establecer el imperialismo, esas son las
leyes que quiere imponer al mundo el imperialismo.
Enviar misiones de asesinos con balas envenenadas para
matar dirigentes de otros Estados, enviar grupos armados de infiltración
constantemente a un país que lo han estado hostigando durante ocho años. ¡Ese es el orden imperialista! ¡Esas son las leyes que el imperialismo
quiere imponer al mundo! Y nosotros
somos un país pequeño, ¡pero ese orden no lo aceptamos! ¡Esas leyes no las aceptamos! (APLAUSOS PROLONGADOS)
No somos un país de aventureros, de provocadores, de
irresponsables, como nos han querido pintar algunos. Sencillamente nos negamos a acatar ese orden
y esas leyes del imperialismo. Y si el
precio de esa actitud de este país fuera que hundieran este país en la Fosa de
Barttle, que arrasaran la población entera de este país, si es que ello fuera
posible, ¡preferiríamos primero eso que aceptar ese orden y esas leyes que el
imperialismo le quiere imponer al mundo!
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel,
seguro, a los yankis dales duro!”)
Salgan ustedes por las calles de este país y
pregúntenle a cualquier ciudadano, sea joven o sea viejo, sea padre, o sea
hijo, o sea madre, pregúntenle qué prefiere, qué prefiere, si la aceptación de
ese orden draconiano, si la sumisión a los dictados del imperialismo o la
muerte (EXCLAMACIONES DE: “¡Patria o
Muerte!”). Y se encontrarán que son muy
pocos los que piensen de otra forma, los que prefieran aceptar ese orden
imperialista. Mas no piensen que solo
entre los conceptuados de contrarrevolucionarios, sino los habrá que incluso
invocando el marxismo leninismo como teoría digan que eso es lo que hay que
hacer, es decir, aceptar ese sometimiento al orden draconiano imperialista. Porque de que los hay, los hay; y los hay en
todas partes.
¿Quieren informes los señores de la prensa? ¡Pues ahí tienen un informe! Y todavía más, si tienen un poco de
calma.
Son corrientes, son actitudes. Y nosotros a nuestro pueblo no le imponemos
actitudes. Nosotros hemos tratado de
enseñar y de aprender; hemos tratado de educarnos como revolucionarios
consecuentes y hacer que junto con nosotros el pueblo se eduque también como un
pueblo revolucionario consecuente.
Nadie considerará que los problemas de este país son
problemas fáciles; que los peligros que se ciernen sobre este país son peligros
insignificantes y minúsculos. Nadie
podrá disminuir las circunstancias con que este pequeño país se enfrenta
resueltamente, sin vacilación de ninguna índole, en las propias puertas del más
poderoso país imperialista del mundo; y no solo el más poderoso, sino el más
agresivo; y no solo el más poderoso y agresivo, sino el más sanguinario, el más
cínico, el más engreído de los poderes imperialistas del mundo.
El pensamiento neto de ese imperialismo se revela en
muchas de las cosas que escribe.
Digamos, desde luego —para evitar que una falta de aclaración pueda
servir para que nadie honrado se sienta aludido—, que nosotros sabemos que en
Estados Unidos, a pesar de las infames condiciones ambientales que allí reinan,
hay también escritores y periodistas honestos (APLAUSOS). Este no es el caso. Pero como son tantos casos, temo que pueda
haber alguien que se crea que nosotros no sabemos distinguir. Pero aquí hay un caso que expresa la esencia
del pensamiento imperialista. Es un
artículo del diario “New York Daily News” titulado “Stokely, quédate por
allá.” ¡Honradísimos nosotros de que se
quisiera quedar aquí! (APLAUSOS
PROLONGADOS); pero realmente quien no quiere quedarse es él, porque considera
que él tiene como deber fundamental luchar.
Pero de todas formas debe saber que en cualquier circunstancia este país
siempre será también su casa (APLAUSOS).
El artículo dice:
“Stokely Carmichael, el negro incendiario, está en La Habana, capital de
la Cuba roja, después de corretear por Londres y Praga, y nosotros sugerimos
que se quede en La Habana, su hogar espiritual.
“Como se señala, nosotros instamos a Stokely a
quedarse en la Cuba roja hasta que esta isla miserable sea rescatada del
comunismo, y entonces dirigirse a algún otro país rojo. Si Carmichael vuelve a Estados Unidos,
pensamos que el Departamento de Justicia deberá golpearlo con todo lo
disponible en nuestras leyes.”
Y termina, después de seguir escribiendo cosas por el
estilo, diciendo: “Mientras nosotros
estamos ocupados en Viet Nam, podemos difícilmente aplastar a Castro —aún
cuando el gobierno podría y nosotros creemos, debería, terminar de desalentar a
los cubanos refugiados que planean su destrucción.” ¡Vaya desaliento!
‘Pero peguemos un memorándum en el sombrero del Tío Sam’ para plantar el pie sobre Castro con toda la fuerza
necesaria para destruir su régimen comunista tan pronto como ganemos la guerra
en Viet Nam” (EXCLAMACIONES).
Si el peligro de este país fuera porque vayan a ganar
la guerra de Viet Nam, ¡nos morimos de viejos todos nosotros!
Pero vean qué manera de expresarse, con qué desprecio
hablan del “negro incendiario”, de “la isla miserable”, de “plantar el pie”,
con una irritación increíble. Porque hay
que decir que los imperialistas se sienten irritados por muchas cosas, pero se
sienten sobre todo irritados por la visita de un dirigente negro, de un
dirigente del sector más explotado y oprimido de Estados Unidos; del
acercamiento entre el movimiento revolucionario en América Latina y el
movimiento revolucionario dentro de Estados Unidos (APLAUSOS PROLONGADOS).
Montones de escritos se han publicado en estos días en
la prensa norteamericana acerca del viaje de Stokely, algunos groserísimos,
otros más sutiles; han elaborado toda una serie de teorías. Algunos decían: “Stokely engaña a Castro”, “Castro engaña a
Stokely”, “Stokely le quiere hacer creer que representa el movimiento negro, la
mayoría del movimiento negro, y Castro lo usa.”
Cosas por el estilo.
Han llegado más lejos.
Algunos teóricos han dicho que “qué extraño eso de que este país que no
es racista y que Stokely es racista...”
¡Qué raro!, ¡qué raro! Tratan de
hacer creer que el movimiento negro en Estados Unidos es un movimiento racista. Como lógicamente durante siglos los
explotadores han practicado el racismo contra la población negra, todo lo que
lucha contra ese racismo lo conciben como racismo.
Dicen que no tienen un programa. Bien.
Eso demuestra que muchas veces el movimiento puede comenzar primero que
el programa. Pero es además falso que no
tengan un programa; lo que ocurre es que el sector negro de la población de
Estados Unidos en estos instantes, agobiado por la diaria represión, ha
concentrado su energía en defenderse, en resistir, en luchar.
Pero no tardarán en descubrir algo que inevitablemente
sucederá por ley de la sociedad y por ley de la historia. Y es que de ese sector negro, por ser el
sector más explotado y más reprimido, más brutalmente maltratado en Estados
Unidos, surgirá el movimiento revolucionario en Estados Unidos (APLAUSOS); como
del sector más maltratado y más explotado y más oprimido de los sectores
negros, surgirá la vanguardia revolucionaria en el seno de Estados Unidos; y
alrededor de ese movimiento revolucionario, que no surge en ese sector por
problemas de raza sino que surge por problema social, por problema de
explotación y opresión, y porque constituye ese sector el más sufrido y
oprimido, por ley de la historia —igual que en todas las épocas de la
historia: como ocurrió con los plebeyos
en Roma, con los siervos de la gleba en la edad media, con los obreros y los
campesinos en los tiempos contemporáneos—, en la sociedad americana, de ese
sector oprimido surgirá el movimiento revolucionario.
Y esa es una verdad social, esa es una verdad
histórica. ¡Que no se impacienten, que
de ese sector oprimido surgirá ese movimiento revolucionario, vanguardia de una
lucha llamada un día a liberar a toda la sociedad americana!
Por eso debemos rechazar, por injurioso y por
calumnioso, ese intento de presentar el movimiento negro de Estados Unidos como
un problema de racismo.
Y esperamos que no se sigan haciendo ilusiones de que
nadie ha engañado a nadie aquí; todo lo contrario. El acercamiento de los revolucionarios de
Estados Unidos con los revolucionarios de América Latina, es lo más natural que
podía esperarse, y lo más espontáneo. Y
nuestro pueblo ha sido muy receptivo y muy capaz de admirar los pronunciamientos
valerosísimos, valientísimos, que ha hecho Stokely en la conferencia de la
OLAS, porque sabemos que se necesita valor para ello, porque sabemos lo que
significa hacer esos pronunciamientos en medio de una sociedad que practica los
más crueles y brutales procedimientos de represión, y que comete contra el
sector negro de la población, incesantemente, los peores crímenes; y sabemos
cuánto odio desatan esos pronunciamientos entre los opresores.
Y por eso nosotros creemos que el movimiento
revolucionario en todo el mundo debe darle a Stokely el máximo de apoyo, como
una protección contra la represión de los imperialistas, de manera que sepan
que en el mundo, cualquier crimen contra la persona de ese dirigente, tendrá
profundísima repercusión. Y nuestra solidaridad
puede en este caso ayudar a proteger la vida de Stokely (APLAUSOS).
Por eso, porque todos estos hechos inevitables del
proceso se van desarrollando, los revolucionarios se van acercando, el
internacionalismo se va practicando.
Nosotros creemos que la actitud de este dirigente revolucionario
norteamericano es una gran lección, un gran ejemplo de internacionalismo
militante, algo muy propio de revolucionarios.
Y no hay duda de que con ese tipo de revolucionario nosotros
simpatizamos mucho más que con los superteorizantes, que son revolucionarios de
palabra y burgueses de hecho.
Ese internacionalismo no se proclama, ¡se
practica! Y los negros en Estados Unidos
están haciendo resistencia, y están haciendo resistencia armada. No se pusieron a elucubrar tesis, ni a hablar
de condiciones objetivas primero, para empuñar un arma y defender sus
derechos. No necesitaron apelar a
ninguna filosofía, y mucho menos a una filosofía revolucionaria, para
justificar la inacción.
Y creemos que si en un país la lucha es dura, la lucha
es difícil, ese país es Estados Unidos.
Y ahí tenemos a revolucionarios norteamericanos dándonos ejemplos y
dándonos lecciones.
Siempre hay que traer algunos cables, algunos papeles,
algunas noticias, especialmente en un acto como este. Creemos sinceramente que no cumpliríamos
nuestros deberes si no expresáramos aquí nuestro criterio de que la conferencia
de la OLAS ha sido una victoria de las ideas revolucionarias; no una victoria
sin lucha.
En la OLAS se ha reflejado una lucha ideológica
latente. ¿Es bueno ocultarlo? No.
¿Qué se gana con ocultarlo? ¿Se
proponía la OLAS aplastar a alguien, perjudicar a alguien? No.
Esos métodos no son métodos revolucionarios, eso no cuadra con nuestra
conciencia de revolucionarios. Pero
entiéndase bien: ¡De revolucionarios!
Y nosotros creemos que es necesario que las ideas
revolucionarias prevalezcan. Si las
ideas revolucionarias son derrotadas la revolución en América Latina estaría
perdida o se dilataría indefinidamente.
Las ideas pueden acelerar un proceso, como pueden retrasar
considerablemente un proceso.
Y nosotros entendemos que es necesario el cumplimiento
de un requisito, que es el triunfo de las ideas revolucionarias en las masas,
no en todas las masas sino en una parte suficientemente amplia.
Esto no quiere decir que la acción deba esperar el
triunfo de las ideas. Este es uno de los
puntos esenciales de la cuestión: los
que creen que es necesario primero que las ideas triunfen en las masas antes de
iniciar la acción, y los que comprenden que precisamente la acción es uno de
los más eficaces instrumentos de hacer triunfar las ideas en las masas.
Quienquiera que se detenga a esperar que las ideas
triunfen primero en las masas, de manera mayoritaria, para iniciar la acción
revolucionaria, no será jamás revolucionario.
Porque, ¿en qué se diferencia ese revolucionario de un latifundista, de
un burgués acaudalado? ¡En nada!
Claro está que la humanidad cambiará, claro está que
la sociedad humana seguirá desarrollándose, a pesar de los hombres y los
errores de los hombres. Pero esa no es
una actitud de revolucionario.
Si nosotros hubiésemos tenido esa concepción jamás
habríamos iniciado un proceso revolucionario.
Bastó que las ideas tuviesen fuerza en un número suficiente de hombres
para iniciar la acción revolucionaria; y, a través de la acción, las masas
fueron adquiriendo esas ideas, y las masas fueron adquiriendo esa
conciencia.
Es evidente que en América Latina ya hay en muchos
sitios un número de hombres convencidos de esas ideas y que han iniciado la
acción revolucionaria. Y lo que
distingue al revolucionario verdadero del falso revolucionario es precisamente
esto: el uno actúa para arrastrar a las
masas, el otro espera porque las masas tengan todas ya una conciencia para
empezar a actuar.
Y hay una serie de principios que nadie piense que
serán aceptados sin discusión, pero que son verdades esenciales aprobados por
la mayoría, con reservas de algunos. Esa
bizantina discusión acerca de los medios de lucha y los caminos, si pacíficos o
no pacíficos, si armados o si no armados.
La esencia de esa discusión, que llamamos bizantina, porque es la
discusión entre dos sordomudos, porque es lo que diferencia a los que quieren
impulsar la Revolución y a los que no la quieren impulsar, los que quieren frenarla
y los que quieren impulsarla. ¡Nadie se
llame a engaños!
Se han empleado distintas palabras: si el camino es único, si el camino no es
único, si es excluyente, si no es excluyente.
A la conferencia ha sido muy clara a este respecto. No dice camino único, aunque pudiera decirse
camino único; dice camino fundamental, y a él deberán subordinarse las demás
formas de lucha; y, a la larga, el único camino. Terminológicamente emplear la palabra único,
aunque se comprenda el sentido con que se quiere decir único, y es verdadero
eso, pudiera inducir a errores acerca de la inmediatez de la lucha.
Por eso entendemos que la declaración, señalando que
es el camino fundamental, y a la larga el camino que habrá de tomarse, es una
formulación correcta.
Sí deseamos expresar nuestro pensamiento, el
pensamiento de nuestro Partido y de nuestro pueblo, nadie se haga ilusiones de
que conquistará el poder pacíficamente en ningún país de este continente, nadie
se haga ilusiones; y el que pretenda decirles a las masas semejante cosa, las
estará engañando miserablemente.
Esto no quiere decir que hay que agarrar un fusil
mañana mismo, en cualquier sitio, y empezar a combatir. Pero no se trata de eso, no se trata de
eso. De lo que se trata es de la pugna
ideológica entre los que quieren hacer la revolución y los que no quieren
hacerla; es la pugna entre los que quieren hacer y los que la quieren
frenar. Porque, en esencia, si se puede
o existen condiciones inmediatas para tomar las armas o no, eso lo entiende
cualquiera. No habría nadie tan
sectario, tan dogmático, que dijera que en todas partes hay que agarrar mañana
mismo un fusil. Y nosotros mismos no
dudamos que hay algunos países para los cuales esta tarea no es una tarea
inmediata, pero estamos convencidos de que es una tarea a la larga.
Hay algunos que han dicho tesis todavía más radicales
que las cubanas: que los cubanos
estimamos que en tal país no hay condiciones para la lucha armada, y que no es
así. Y lo bonito es que lo han dicho en
algunos casos representantes que no son de las tesis más partidarias de la
lucha armada. Nosotros no nos vamos a
disgustar. Preferimos que se equivoquen
queriendo hacer la revolución, si no hay condiciones inmediatas, a que se
equivoquen no queriéndola hacer nunca.
¡Ojalá no se equivoque nadie!
Pero con nosotros nadie que quiera luchar de verdad va a tener
discrepancias nunca; y los que no quieren luchar nunca van a tener
discrepancias con nosotros siempre (APLAUSOS).
Nosotros entendemos bien la esencia de la cuestión, y
es la pugna entre los que quieren impulsar la revolución y la pugna de los que
están enemistados a muerte con la idea de la revolución. Toda una serie de factores han contribuido a
esas actitudes.
Esto no quiere decir siempre que basta con tener una
posición correcta y todo lo demás está hecho.
No. Aun entre los que quieren
hacer de verdad la revolución se cometen muchos errores; hay todavía muchas
debilidades, eso es cierto. Pero
lógicamente nunca tendremos contradicciones antagónicas con nadie —no importan
sus errores— que honestamente tenga una actitud revolucionaria.
Entendemos que el pensamiento revolucionario debe
adquirir nuevos vuelos; entendemos que hay que ir dejando atrás viejos
vicios: las posiciones sectarias de
cualquier tipo y las posiciones de los que se creen monopolizadores de la
revolución o de la teoría revolucionaria.
¡Y la pobre teoría cómo ha tenido que sufrir en estos procesos, la pobre
teoría cómo ha sido maltratada y cómo está siendo todavía maltratada!
Y estos años a todos nos han enseñado a meditar mejor,
a analizar mejor. Ya no aceptamos ningún
tipo de verdad evidente. Las verdades
evidentes pertenecen a la filosofía burguesa.
Toda una serie de viejos clisés debieran ser abolidos. La propia literatura marxista, la propia
literatura política revolucionaria debiera remozarse, porque a fuerza de
repetir clisés, frasecitas y palabritas, que se vienen repitiendo desde hace 35
años, no se conquista a nadie, no se gana a nadie (APLAUSOS).
Hay veces que los documentos políticos llamados
marxistas dan la impresión de que se va a un archivo y se pide un modelo;
modelo 14, modelo 13, modelo 12, todos iguales, con la misma palabrería, que
lógicamente es un lenguaje incapaz de expresar situaciones reales. Y muchas veces los documentos están
divorciados de la vida. Y a mucha gente
le dicen que es esto el marxismo... ¿Y
en qué se diferencia de un catecismo, y en qué se diferencia de una letanía y de
un rosario? (APLAUSOS) Y todo el que se sienta en pose de marxista
se siente casi en la obligación de ir a buscar el modelo de manifiesto tal y
más cual. Y usted lee 25 manifiestos de
25 organizaciones diferentes y son iguales, tomados de modelos; no convencen a
nadie.
Y nada más lejos del pensamiento y del estilo del
fundador del marxismo que la palabrería hueca, que la camisa de fuerza obligada
para expresar ideas. Porque Marx fue,
sin duda, uno de los más grandes y brillantes prosistas de todos los tiempos. Pero peor que las frases son las ideas que
encierran muchas veces las frases. Tan
mala es la frase sin contenido, como el supuesto contenido de determinadas
frases. Porque hay tesis que tienen 40
años de edad; la famosa tesis acerca del papel, por ejemplo —para citar una—,
de las burguesías nacionales. Cuánto
trabajo ha costado acabarse de convencer que ese es un esquema absurdo a las
condiciones de este continente; cuánto papel, cuánta frase, cuánta palabrería,
en espera de una burguesía liberal, progresista, antimperialista. Y de verdad que nos preguntamos si hay alguien
que a estas horas pueda creer en el papel revolucionario de ninguna burguesía
en este continente.
Todas esas ideas han ido teniendo fuerza, se han
estado manteniendo durante mucho tiempo; toda una serie de tesis. No voy a decir que el movimiento
revolucionario, y en general el movimiento comunista, haya dejado de
representar un papel, e incluso un importante papel en la historia del proceso
revolucionario y de las ideas revolucionarias en América Latina; adquirió un
método, un estilo, y en ciertas cosas no pocas características de iglesia. Y creemos sinceramente que ese carácter debe
ser superado.
Claro que a juicio de algunos de estos “ilustres
pensadores revolucionarios” nosotros no somos más que unos pequeño- burgueses
aventureros y sin madurez revolucionaria.
¡Menos mal que llegó la revolución primero que la madurez! (APLAUSOS)
Porque al fin y al cabo los maduros, los supermaduros, se han madurado
tanto que se han podrido (APLAUSOS).
Pero nosotros nos consideramos un Partido marxista-leninista,
nos consideramos un Partido Comunista (APLAUSOS). Y no es un problema de palabra, es un
problema de hechos.
No nos consideramos los maestros, no nos consideramos
los trazadores de pautas, como se nos quiere atribuir. Pero tenemos el derecho de considerarnos un
Partido marxista-leninista, un Partido Comunista.
Y nuestra satisfacción es muy profunda, y miramos con
júbilo y no con nostalgia, con alegría y no con tristeza, que las filas del
movimiento revolucionario se amplíen, que las organizaciones revolucionarias se
multipliquen, que el espíritu marxista-leninista se abra paso, es decir, las
ideas marxista-leninistas; y experimentamos una profunda satisfacción cuando en
la resolución final de esta conferencia se proclama que el movimiento revolucionario
en América Latina está orientado por las ideas marxista-leninistas
(APLAUSOS).
Eso significa que la mentalidad de capilla estrecha de
convento, debe ser superada. Y nosotros,
como Partido Comunista, lucharemos por la superación de esa estrecha
concepción, de ese espíritu estrecho. Y
debemos decir que como Partido marxista-leninista pertenecemos a la OLAS, como
Partido marxista-leninista pertenecemos no a un grupo dentro del movimiento
revolucionario sino a una organización que abarca a todos los verdaderos
revolucionarios, y no miraremos con prejuicio a ningún revolucionario.
Es decir que hay un movimiento en este continente
mucho más amplio que el movimiento constituido simplemente por los partidos
comunistas en América Latina, y que a ese movimiento amplio nos debemos
nosotros, y que juzgaremos la conducta de las organizaciones no por lo que
digan que son sino por lo que demuestren que son, por lo que hagan, por su
conducta.
Y nos sentimos muy satisfechos de que nuestro Partido
se vierta de corazón en el seno de un movimiento mucho más amplio, como es el
movimiento que acaba de tener esta primera conferencia.
La importancia de la guerrilla, el papel de vanguardia
de la guerrilla... Sobre la guerrilla
mucho pudiera hablarse, pero no es posible en un acto como este. Pero las experiencias guerrilleras en este
continente han enseñado muchas cosas; entre ellas el terrible error, la absurda
concepción de que desde la ciudad se puede dirigir el movimiento
guerrillero.
Es por eso la tesis de que se tiene que unificar el
mando político y militar. Es por eso
nuestra convicción de que no solamente es una estupidez sino que es un crimen
querer dirigir la guerrilla desde la ciudad.
Y las consecuencias de ese absurdo hemos tenido ocasión de apreciarlas
muchas veces. Y es necesario que esas
concepciones sean superadas, y por eso consideramos de gran importancia la
resolución de la conferencia.
La guerrilla está llamada a ser el núcleo fundamental
del movimiento revolucionario. No quiere
decirse que la preparación del movimiento guerrillero pueda surgir sin ningún
trabajo previo; no quiere decir que el movimiento guerrillero sea algo que
puede prescindir de una dirección política.
¡No! No negamos el papel de la
organización dirigente, no negamos el papel de la organización política. La guerrilla es organizada por un movimiento
político, por una organización política.
Lo que creemos incompatible con una correcta concepción de la lucha
guerrillera es la pretensión de dirigir la guerrilla desde la ciudad. Y en las condiciones de nuestro continente
será muy difícil suprimir el rol de la guerrilla.
Hay algunos que se preguntan si puede darse un caso,
en un país de América Latina, que se llegue al poder sin la lucha armada. Y desde luego, teóricamente, hipotéticamente
cuando una buena parte del continente se haya liberado, nada tiene de extraño
en esas condiciones que en un país por excepción triunfe fácilmente la
revolución. Pero eso no quiere decir que
la revolución haya triunfado en ningún país sin lucha. No se habrá derramado la sangre de los
revolucionarios de aquel país, pero aquella victoria solo sería posible gracias
al esfuerzo y a los sacrificios y a la sangre de los revolucionarios de todo un
continente (APLAUSOS).
Sería por tanto falso decir que allí se hizo la
revolución sin luchar. Eso sería siempre
una mentira. Y no creo que sea propio de
ningún revolucionario esperar cruzado de brazos hasta que todos los demás
pueblos luchen para entonces esperar que se hayan creado las condiciones de
triunfar allí sin lucha. Eso no sería
propio de revolucionarios.
Los que crean de verdad que el tránsito pacífico es
posible en algún país de este continente, no nos explicamos a qué clase de
tránsito pacifico se refieren como no sea un tránsito pacifico de acuerdo con
el imperialismo. Porque para lograr
pacificamente la victoria, si en la práctica fuera posible, teniendo en cuenta
que los mecanismos de la burguesía, de las oligarquías y del imperialismo controlan
todos los recursos para la lucha pacifica...
Y después escucha usted a un revolucionario que dice: Nos aplastaron, nos organizaron 200 programas
de radio, tantos periódicos, tantas revistas, tanta televisión, tanto esto,
tanto lo otro. Y es como para
preguntarle: ¿y qué tú esperabas? ¿Que iban a poner la televisión, el radio, la
revista, los periódicos, la imprenta, todo en tus manos? ¿O no te das cuenta que ese es el instrumento
de las clases dominantes precisamente para aplastar a la Revolución? (APLAUSOS)
Se quejan de que los burgueses y los oligarcas los
aplasten con sus campañas, como si eso fuera cosa de sorprender a nadie. Lo primero que tiene que comprender un
revolucionario es que las clases dominantes han organizado el Estado de manera
de poder mantenerlo por todos los medios.
Y se valen no solo de las armas, se valen no solo de las armas físicas,
no solo de los fusiles, sino se valen de todos los instrumentos para influir,
para engañar, para confundir.
Y los que creen que les van a ganar en unas elecciones
a los imperialistas no son más que unos ingenuos; y los que creen que incluso
el día que ganen unas elecciones los van a dejar tomar posesión, no son más que
unos superingenuos. Se necesita haber
vivido un proceso revolucionario y saber todo lo que es el aparato de fuerza
mediante el cual las clases dominantes mantienen su sistema, lo que hay que
luchar, lo difícil que resulta.
Esto no implica la negación de formas de lucha. Cuando alguien escribe un manifiesto en un
periódico, va a un acto, realiza un mitin, predica una idea, puede estar
empleando los llamados famosos medios legales.
Aquí hay que acabar con esa distinción de medios legales o ilegales,
para llamar medios revolucionarios o no revolucionarios.
El revolucionario en función de su idea y su propósito
revolucionario emplea los distintos medios.
La esencia de la cuestión está en si se le va a hacer creer a las masas
que el movimiento revolucionario, que el socialismo, va a llegar al poder sin
lucha, que va a llegar al poder pacificamente.
¡Y eso es una mentira! Y los que
afirmen en cualquier lugar de América Latina que van a llegar pacíficamente al
poder estarán engañando a las masas (APLAUSOS).
Estamos hablando de las condiciones de América
Latina. No queremos meternos en otros
líos, que son ya bastante grandes, de los que tienen otras organizaciones
revolucionarias en otros países como en Europa, pero estamos hablando para la
América Latina. Y desde luego si se
conformaran con sus errores, ¡pero pretenden alentar los errores de los
equivocados en este continente! De
manera que alguna prensa llamada revolucionaria ha hecho ataques contra Cuba
por nuestras posiciones revolucionarias en América Latina. ¡Buena cosa:
no han sabido ser revolucionarios allá y nos quieren enseñar a ser
revolucionarios aquí!
Pero no tenemos ninguna impaciencia por desatar
polémicas. Tenemos bastantes cosas y
cuestiones en las cuales concentrarnos; pero, desde luego, no pasaremos por
alto los ataques directos o indirectos, de lado o abiertos de algunos
neosocialdemócratas de Europa (APLAUSOS).
Y estas son ideas claras. Estamos absolutamente convencidos de que hay,
a la larga, como lo ha expresado la resolución, un camino nada más: el papel de la guerrilla en América Latina.
¿Quiere esto acaso decir que si se alza un cuartel
porque hay unos cuantos militares revolucionarios no se va a apoyar eso porque
no es guerrilla? ¡No! Lo estúpido es haber creído, como hizo alguna
organización, el que con alzamiento de cuarteles iba a hacer la revolución; lo
estúpido es alzar un cuartel, como ha ocurrido en algunas ocasiones, y después
dejarse aplastar por fuerzas absolutamente mayoritarias en aquel cuartel.
Surgen situaciones nuevas, pueden surgir situaciones
nuevas; no negamos eso. Surgió en Santo
Domingo, por ejemplo, un caso típico:
levantamiento militar que fue adquiriendo un carácter
revolucionario.
Pero, desde luego, eso no significa que el movimiento
revolucionario tenga que estar a la expectativa de lo que pueda surgir, de lo
que pueda ocurrir. Nadie pudo prever,
nadie pudo calcular la forma, el carácter que adquirió el movimiento
revolucionario y que adquirió, sobre todo, con la intervención
imperialista.
Es decir que al enfatizar el papel de la guerrilla
como tarea inmediata en todos aquellos países en que existen condiciones
reales, no se descarta otra forma de lucha armada revolucionaria.
El movimiento revolucionario debe estar en condiciones
de aprovechar, incluso de apoyar, toda manifestación de lucha que surja y que
pueda evolucionar, o que pueda fortalecer las posiciones de los
revolucionarios; lo que no creo es que pueda haber ninguno que se llame
revolucionario esperando que un cuartel se alce para hacer una revolución, que
pueda haber ningún revolucionario soñando que va a hacer la revolución mediante
revueltas de cuarteles. El alzamiento de
unidades militares puede constituir un factor, factores imponderables que
surgen; pero ningún movimiento realmente serio y revolucionario se dedicaría a
trabajar partiendo de esas eventualidades.
La guerrilla es la forma principal de lucha, y eso no
excluye todas las demás manifestaciones de lucha armada que puedan surgir.
Y es necesario, era muy necesario que estas ideas se
esclarecieran, porque hemos tenido experiencias muy amargas; no los golpes o
los reveses de tipo militar, sino las frustraciones de tipo político, las
consecuencias, a la larga funestas y desastrosas para el movimiento
revolucionario, de una serie de concepciones equivocadas. El caso más doloroso fue el caso de
Venezuela.
En Venezuela se desarrollaba el movimiento
revolucionario, y el movimiento revolucionario ha tenido que pagar seriamente
las consecuencias de la absurda concepción de querer dirigir desde la ciudad el
movimiento guerrillero, de querer usar el movimiento guerrillero como instrumento
de maniobra política, de querer usar el movimiento guerrillero como instrumento
de la politiquería; las consecuencias que pueden derivarse de actitudes
incorrectas, de actitudes equivocadas y, en muchas ocasiones, de actitudes
inmorales.
Y el caso de Venezuela es un caso muy digno de tenerse
en cuenta, porque si no aprendemos de las lecciones de Venezuela no
aprenderemos jamás.
Desde luego que el movimiento guerrillero en Venezuela
está muy lejos de haber sido aplastado, a pesar de la traición. Y nosotros, señores, pronunciamos la palabra
traición con todo el derecho.
Sabemos que a algunos no les agrada; algunos se
sentirán hasta incluso ofendidos. Ojalá
un día se convenzan de que no tienen ninguna razón para ofenderse quienes no
lleven también en su alma el germen de la traición.
El caso de Venezuela es elocuente en muchos aspectos,
porque en Venezuela un grupo, que dirigía un partido con todos esos vicios de
concepción, casi logró lo que no pudo lograr el imperialismo ni pudieron lograr
las fuerzas represivas del régimen.
El partido, o más que el partido la dirección
derechista del partido de Venezuela, ha llegado a situarse en una posición
prácticamente de enemigo de los revolucionarios, en un instrumento del
imperialismo y de la oligarquía. Y no
digo esto por decir cosas; no soy un calumniador, no soy un difamador.
Nosotros tenemos cuestiones pendientes con ese grupo
de traidores. No hemos sido azuzadores
de polémicas, no hemos sido nosotros provocadores de conflictos; lejos de eso,
durante mucho tiempo calladamente soportamos toda una serie de documentos y
toda una serie de ataques de esa dirección derechista, en la misma medida en
que esa dirección abandonaba a los guerrilleros y marchaba al camino de la
conciliación y del entreguismo.
Nosotros fuimos víctimas del engaño. Nos hablaron primero de una cosa rara —porque
muchos de estos problemas se inician con una serie de cosas raras—, empezaron a
hablar de paz democrática. Y nosotros
decíamos: “¿Qué demonios significa eso
de paz democrática? ¿Qué quiere decir
eso? Está raro, está extraño.” Pero nos decían: “No, esa es una consigna revolucionaria para
ampliar el frente, para unir fuerzas, para enfrentar un frente amplio.” ¿Frente amplio? Bueno, un frente amplio teóricamente quién lo
va a impugnar. “No, tengan fe en
nosotros.”
Después, al cabo de algunos meses, empezaron a hablar
de repliegues tácticos. ¿Repliegues
tácticos? ¡Qué extraño está todo
eso!
Porque si nos hubieran dicho la verdad podíamos haber
discrepado, podríamos haber dudado, lo que fuera; pero nunca...
Un repliegue táctico:
eso le decían a la militancia, eso le decían al pueblo.
Después del repliegue táctico, el intento de cesar la
lucha, el intento de suprimir el movimiento guerrillero. Porque cualquiera sabe, además, que en una
guerrilla no hay repliegue táctico; porque una guerrilla que se repliega es
como un avión que para las hélices en el aire, o para los motores en el
aire: va al suelo. Eso de repliegue táctico tiene que haber sido
de uno de esos geniales inventores de grandilocuentes teorías
revolucionarias. Cualquiera que tenga
una idea de lo que es una guerrilla y empiece a oír hablar de replegar a los
guerrilleros, dice: “Este hombre está
barbarizando, barbarizando.” Una
guerrilla puede ser retirada totalmente; una guerrilla no puede ser
replegada.
Se iban quitando la careta poco a poco. Hasta que un día se la quitaron de una vez, y
dijeron: “Vamos a las elecciones.” Y se declararon electoralistas.
Pero aun antes de que se declararan electoralistas,
perpetraron uno de los hechos más infamantes que pueda cometer un partido
revolucionario: comenzaron a actuar como
delatores, como acusadores públicos de la guerrilla. Aprovecharon el caso de Iribarren Borges y
aprovecharon ese episodio para empezar abierta y públicamente a acusar al
movimiento guerrillero, prácticamente a echarlo en las fauces de las fieras
represivas del régimen. El gobierno
tenía los fusiles y tenía los soldados para perseguir a los guerrilleros que se
negaban a replegarse; pero el llamado partido, o la dirección derechista de un
partido que se había apoderado allí del mando, que lo tenía, se encargaba de
armar moralmente y políticamente a las fuerzas represivas que perseguían a los
guerrilleros.
Y nosotros honestamente tenemos que preguntarnos cómo
podíamos nosotros, un partido revolucionario, apañar en nombre de ningún
argumento, de ninguna razón de convento o de capilla, la actitud de un partido
que trataba de armar moralmente a las fuerzas represivas que perseguían a los
guerrilleros.
Entonces empezó la fraseología, empezaron las
acusaciones, diciéndonos que estábamos creando fraccionalismos, ¡que estábamos
creando fraccionalismos!
No se trataba de un grupo de charlatanes, se trataba
de un grupo de guerrilleros que llevaban años en las montañas, de combatientes
que habían ido allí y habían sufrido
todo tipo de abandono, de olvido. ¿Acaso
los revolucionarios podían decir: “Sí,
una vez más tienen razón ustedes que nos han estado engañando, que nos empezaron
a hablar de esto y de lo otro y de lo otro para después hacer esto”?
Y, naturalmente, nosotros expusimos públicamente
nuestra condenación, ya después que se habían hecho una serie de
pronunciamientos por parte de esa dirección derechista contra nuestro Partido,
condenando la forma alevosa con que se valían del incidente del caso de
Iribarren para calumniar y para atacar a los revolucionarios.
Lógicamente aquello provocó la airada e indignada
protesta de esa dirección derechista, que nos hizo objeto de una serie de
diatribas. No contestaron uno solo de
los argumentos, no fueron capaces de contestar uno solo de los argumentos, y
escribieron una respuesta de sensiblería barata: que nosotros éramos unos innobles, que
atacábamos a un partido en la clandestinidad, que combatíamos a la más
aguerrida, a la más heroica organización antimperialista. Y escribieron una respuesta contra
nosotros.
¿Por qué ha sido necesario traer aquí esa
respuesta? Porque este documento se
convirtió en argumento de toda una mafia, una verdadera mafia de detractores y
de calumniadores de la Revolución Cubana.
Y este incidente sirvió para el inicio de una verdadera conspiración
internacional en contra de la Revolución Cubana, una verdadera conjura contra
nuestra Revolución.
Y nosotros creemos que este es un problema que tiene
que dilucidarse, por lo menos tiene que dilucidarse la verdad.
Esta respuesta, si ustedes me perdonan, aunque es de
cierta extensión la voy a leer. Claro,
es una respuesta llena de frases nada amables hacia nosotros, pero si ustedes
me lo permiten quisiera leer esta respuesta, que fue pública (APLAUSOS), la
llamada “respuesta del Partido Comunista de Venezuela a Fidel Castro”. Y que esto nos sirva de punto para rebatir
algunas cosas que se han estado diciendo sobre Cuba y sobre la Revolución.
Y dice así: “Fidel Castro, Secretario General del Partido
Comunista de Cuba en el poder y Primer Ministro del Gobierno Socialista de
Cuba, aprovechando la cómoda ventaja de su posición, ha agredido al Partido Comunista
de Venezuela, partido clandestino, con centenares de sus militantes en prisión,
con decenas de ellos caídos en montañas y calles del país, y sujeto a una
persecución implacable de todos los días que aun en los momentos en que Fidel
Castro hablaba, cobra nuevas víctimas.
“El mismo hombre que encuentra tolerancia
para todas sus intemperancias verbales, gracias al hecho de que Cuba se
encuentra en la primera trinchera de la lucha antimperialista, debería tener la
nobleza elemental de cuidar su lenguaje al referirse al Partido Comunista que
lucha en el país más intervenido por el imperialismo yanki en toda la América
Latina y al que combate en las más difíciles condiciones.
“Con una tribuna de audiencia mundial,
diciendo quién es, Fidel Castro no ha vacilado en injuriar a un partido
comunista que debido a la represión apenas si está en condiciones de
responderle.
“Así pues, la acción de Fidel Castro es
innoble, ventajista y alevosa, carente de la hidalguía y la gallardía que
siempre caracterizaron a la Revolución Cubana.
“2.- Fidel Castro ha emitido un juicio
negativo sobre el asesinato de Iribarren Borges, reivindicando incluso su
derecho a opinar en esa materia. Sin
embargo, con desparpajo sorprendente, pretende negarle al PCV el mismo derecho. Fidel Castro quiere, por lo visto, que el
Partido Comunista de Venezuela, que actúa en Venezuela, que está en Venezuela,
no opine, no enjuicie un suceso político venezolano, acaecido en suelo
venezolano y que por ende afecta estrechamente la vida del PCV. En cambio, él, desde Cuba, sí puede
opinar.
“De acuerdo con su peculiar punto de
vista, nosotros hablamos y le hacemos el juego al gobierno, él lo hace y
pretende ser la voz de un intangible oráculo revolucionario. Esta extraña manera de razonar demuestra una
soberbia y una autosuficiencia irresponsable, impropia de un Jefe de
Estado.
“Por lo que respecta al hecho en sí
mismo, el PCV dijo exactamente lo mismo que Fidel Castro, ni más ni menos. En cambio, afirmamos que lo que sí les hace
el juego a la reacción y al imperialismo son discursos como el de Fidel Castro”
—no me dan ni las gracias parece (RISAS)—, “calumnias como las que ha lanzado
contra nuestro Partido, su pretensión de dividirlo, y hechos como el asesinato
de Iribarren Borges.
“3.- El PCV reivindica su derecho a
trazar su propia política sin interferencias de nadie. En el sentido de que Cuba ha cubierto con
honor un duro camino revolucionario, constituye un ejemplo e inspiración para
nosotros. Pero lo que sí no hemos sido,
ni somos, ni seremos jamás, es agentes de Cuba en Venezuela, como no lo somos
de ningún otro partido comunista del mundo.
Somos comunistas venezolanos y no admitimos tutelas de nadie, por muy
elevados que sean sus méritos revolucionarios.
“Si en Venezuela hay algún grupo
revolucionario que se somete gustoso a la tutela y el padrinazgo de Fidel
Castro, es cosa de él. El PCV no lo hará
jamás. Si eso no le gusta a Fidel
Castro, peor para él. Ahora bien: ¿Por qué Fidel Castro interviene en este
momento precisamente contra el PCV?
Porque ya el PCV ha comenzado a derrotar en la práctica, y no solo
ideológicamente, al brote antipartido de Douglas Bravo; porque el Partido y la
Juventud Comunista han obtenido grandes éxitos políticos y organizativos en la
aplicación de su política; porque la reciente hazaña, que fue el rescate de los
camaradas Pompeyo, Guillermo y Teodoro, ha llenado de entusiasmo y renovadas
energías a todos los militantes comunistas del país; y porque finalmente la
política anarco-aventurera del grupo antipartido ha demostrado su irremisible
fracaso y ha ayudado enormemente al esclarecimiento de los problemas en
discusión.
“Por eso precisamente Fidel Castro ha
lanzado todo el peso de su prestigio contra el PCV en un intento desesperado
por ayudar al grupo anarco-aventurero, al cual apadrinó y estimuló para que se
hundiera el PCV.
“Sin embargo, nuestra política y nuestros
hechos demuestran diariamente lo que valen los calificativos de vacilantes,
claudicantes y oportunistas que Fidel Castro aplicó a la dirección del
PCV. Y eso se demuestra aquí en
Venezuela, aun a pesar de malas pasadas como las que nos ha hecho, y
seguramente nos seguirá haciendo Fidel Castro.
“Pero que quede muy claro para él y para
todo el PCV: la soberanía del PCV ni
siquiera la discutimos.
“4.-
Fidel Castro ha calificado de 'cobarde' a la dirección del PCV, en una
nueva demostración de esa irritante tendencia suya de creerse el monopolista de
la valentía y del coraje. Los comunistas
venezolanos no poseemos el exhibicionismo pueril de andar proclamando nuestras
cualidades en este campo; pero todavía, para la época en que Fidel Castro era
un niño, ya ese gran patriarca del comunismo venezolano que es Gustavo Machado
estaba asaltando Curazao e invadiendo Venezuela armas en mano.
“Y a partir de entonces la historia del
PCV, que es una historia política, es también la historia de los hombres que
enfrentaron el terror de Gómez y el de Pérez Jiménez; que dirigieron la
insurrección el 23 de enero de 1958; que gracias a sus esfuerzos pudo Fidel
Castro recibir un avión cargado de armas cuando todavía estaba en la Sierra
Maestra; y que en estos últimos ocho años si algo no han regateado ha sido
precisamente sus vidas.
“
Fidel Castro tiene en
esta misma respuesta la mejor demostración de lo que es la dirección del
PCV. Acostumbrado a creer en su poder de
Gran Piache revolucionario pensó seguramente que su discurso nos aplastarla y
confundirla. Se ha equivocado de medio a
medio; y ahora verá Fidel Castro por qué el imperialismo yanki y sus agentes se
empeñan con tanto afán en liquidar a este Partido Comunista Venezolano.
“Fidel Castro en su discurso quiere una
vez más asumir el papel de una suerte de árbitro de los destinos
revolucionarios de América Latina y de superrevolucionario que en el lugar de
todos los comunistas de Latinoamérica ya habría hecho la Revolución.
“En otra oportunidad nos referimos a las
características de la lucha cubana y al sitio donde estaría Fidel Castro
todavía si se le ocurre levantar la bandera roja en la Sierra Maestra. Por ahora solo queremos rechazar el papel de
papá revolucionario que Fidel Castro se arroga.
“Rechazamos categóricamente su pretensión
de ser él y nadie más que él quien decida qué es lo revolucionario y lo no
revolucionario en América Latina. En
Venezuela esta cuestión la decide el PCV ante sí y ante su pueblo, ante nadie
más. Mas a este Fidel Castro, supremo
dispensador de títulos revolucionarios, que se pregunta qué diría Viet Nam del
Norte si Cuba comerciara con Viet Nam del Sur, queremos preguntarle tan solo si
piensa en lo que dice el pueblo español de su comercio con Franco y con la
oligarquía española, o lo que el pueblo negro de Zimbabwe, Rhodesia y los
patriotas de Adén pueden decir de su comercio con la Inglaterra imperialista. ¿O es que Fidel Castro considera oportunismo
en los demás lo que en él quedaría lavado por el agua lustral de su propia
autosuficiencia?
“Esta es una polémica desagradable y que
hace saltar de gozo al enemigo; pero evidentemente es ya impostergable. Hemos llegado al limite que el propio Fidel
Castro nos obliga a franquear con su discurso.
Sea pues. Discutiremos. Y así como reivindicamos nuestra filiación en
Simón Bolívar y los Padres de la Patria en nuestra lucha antimperialista,
igualmente le decimos a Fidel Castro que los descendientes de Simón Bolívar y
Ezequiel Samora no le perdonarán absolutamente a nadie el lenguaje insolente y
provocador que utilizó en su discurso del 13 de marzo.
“El venezolano no se cree ni menos ni más
que nadie; pero si hay algo que subleva su fiel orgullo combatiente es la
injuria.
“Y ya en esta oportunidad Fidel Castro
estará comenzando a darse cuenta de que tropezó con algo distinto, de que chocó
con los comunistas venezolanos.
“7.- No desconocemos que actos como el de
Fidel Castro nos causan dificultades; pero no nos desesperamos. Tenemos la tranquila convicción de quien se
sabe asistido por la razón, y poseemos la pasión revolucionaria para
defenderla.”
15 de marzo de 1967
Buró Político del Comité Central
del Partido Comunista de Venezuela.
Pompeyo Márquez
Guillermo García Ponce
Alonso Ojeda Olaechea
Pedro Ortega Díaz
Eduardo Gallegos Mancera
Teodoro Petkoff Germán
Lairet.
“Sin comentarios”, dice arriba. “Respuesta del Partido Comunista de Venezuela
a Fidel Castro.” Y abajo: “Reproduce y circula II Frente Alfa 66
109-South West, 12 Avenue, Miami, Florida, 33-130.”
No crean que he tomado esta carta de un vocero de un
partido, de un periódico político. Miles
de ejemplares de esta carta fueron enviados a Cuba desde Estados Unidos por la
organización “II Frente Alfa 66”, esos mismos señores que mandaron aquí a la
pandilla con pistolas y balas de cianuro para asesinar, según decían, matar al
Primer Ministro Fidel Castro.
Y esto sí que necesita algún comentario. En primer lugar, yo no voy a remitirme ahora
a lo que dije aquella noche, porque sería muy extenso. Es mentira que nosotros hicimos insultos
personales contra nadie. No calificamos
de cobarde a nadie en el seno de ese partido; dijimos que la línea política era
cobarde. No estaba insultando,
ofendiendo a nadie, diciendo que fulano, mengano y zutano eran cobardes.
Naturalmente que lejos de dar respuesta a ninguna de
las cosas que se plantearon, ellos hicieron este documento, lo publicaron, era uno
más de los muchos que venían haciendo y, naturalmente, nosotros hemos
recopilado, nuestro Partido ha estado trabajando en un documento de respuesta a
este y a todas las intrigas de estos señores, que oportunamente será dado a la
publicidad.
Pero naturalmente que en este documento se hacen una
serie de imputaciones que son las mismas que se han venido haciendo a la
Revolución, a nuestro Partido y no solo por el imperialismo, no solo por el
imperialismo.
Entre otras cosas estos señores no vacilaron en
acusarnos a nosotros, en acusar a nuestro Partido, de intervenir en los asuntos
internos del Partido venezolano y de intervenir en los asuntos internos de
Venezuela. Nos acusaron de tener agentes
en Venezuela; insinuaron que el grupo de guerrilleros, de combatientes que se
negaba a replegarse y a rendirse, era un grupo de agentes de Cuba. Es decir, exactamente las mismas calumniosas
imputaciones que venía haciendo el Departamento de Estado norteamericano.
En este documento se acusaba a Cuba igualmente de
pretender ser árbitro, de pretender dirigir el movimiento revolucionario de
América Latina. Exactamente las mismas
acusaciones que el imperialismo hace contra nosotros. En este documento se llega incluso a la
mentira, al extremo de sacar a relucir unas armas que llegaron de Venezuela, no
cuando estábamos en la Sierra Maestra, sino 150 armas que llegaron cuando
nuestras tropas avanzaban ya en el mes de diciembre sobre la ciudad de Santiago
de Cuba, y cuando ya las columnas de Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara se
habían posesionado de una parte importante de Santa Clara (APLAUSOS
PROLONGADOS). Prácticamente nos echa en
cara, y se atribuye, el envío de un avión con armas —con las cuales casi da a
entender que se ganó la guerra—, cuando ellos no fueron los que enviaron esas
armas. Y están tan faltos de argumentos,
tan faltos de argumentos que tienen que acudir incluso a mentiras
semejantes.
Algún día tal vez el pueblo venezolano les exija
cuentas de los millones que recogieron por el mundo en nombre de un movimiento
guerrillero, al que dejaron abandonado, al que lo mantenían privado de ropa,
zapatos, de comida, de las cosas más elementales, y al que por último han
acusado y atacado sin escrúpulos de ninguna clase; algún día —repito— tal vez
el pueblo de Venezuela les exija cuentas a estos estafadores de lo que
recogieron por el mundo: cifras,
números, datos.
Y, ¿qué hicieron?
Nosotros, por nuestra parte, no les pedimos cuentas de nada; no nos
interesa. Nosotros, si algún día
ayudamos a alguien, y lo ayudamos de verdad, no será para pedirles cuentas de
esa ayuda.
Sin embargo, hay un argumento que ha sido de los más
manidos —y decimos que todo esto va a tener su cabal respuesta—, hay algo que
se convirtió en el argumento de la mafia, el argumento de la mafia —quizás si
no fuera por esas dolorosas circunstancias, no tendríamos nosotros que discutir
este problema—: es el argumento del
comercio con España, con Inglaterra y con los países capitalistas. Naturalmente que este argumento, o este
problema, no se estaba discutiendo para nada, no era esto lo que se estaba
discutiendo. ¿Por qué entonces estos
señores trajeron a colación este problema?, ¿por qué trajeron a colación este
argumento? En referencia a nuestra
posición de critica al problema de la ayuda financiera y técnica a las
oligarquías latinoamericanas.
En primer lugar, ha habido un intento deliberado de
tergiversar nuestra opinión al respecto.
Pero, además, estos señores de la dirección derechista del Partido
Comunista de Venezuela perseguían un propósito; y lo hacen, además, de una
forma muy inmoral. Porque en cierta
ocasión, cuando el gobierno de Leoni andaba tratando de lograr establecer
relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, nosotros fuimos consultados y
dimos nuestra opinión; estos señores fueron consultados y dieron también su
opinión negativa en ese sentido.
¿Por qué estos señores acuden a este argumento y traen
a la discusión un problema que no se estaba discutiendo con ellos? Esto es bien claro, esto forma parte de la
conjura, de la conspiración en que participan estos elementos, y similares a
ellos, junto al imperialismo, para crearle a la Revolución un grave conflicto
con los países del campo socialista. Es
indiscutible que este argumento es una de las cosas más bajas, más miserables,
más pérfidas y más provocadoras. Se
pretendía presentar una contradicción entre nuestra posición y el comercio con
los países capitalistas. Mas como este
argumento hasta muy recientemente ha estado siendo utilizado por la mafia, y no
solo se publicó abiertamente —y lo publicaron los periódicos capitalistas y la
prensa capitalista, y han divulgado esa carta las organizaciones
contrarrevolucionarias—, sino que “asotto voce”, en corrillos, en
conciliábulos, los conspiradores y los detractores de la Revolución Cubana han
empleado este asqueroso argumento.
En primer lugar, se miente cuando se afirma que Cuba
se opone al comercio. En todas las
organizaciones internacionales, en todas las conferencias económicas, en todos
los organismos en que Cuba ha participado como Estado ha denunciado
incesantemente la política de bloqueo imperialista; y ha denunciado, como una
violación de la libertad de comercio y del derecho de todos los países a
comerciar unos con otros, los actos del gobierno de Estados Unidos contra
nuestro país. Esa posición la ha
mantenido inflexiblemente Cuba en todo momento, esa ha sido una política que
con hechos la podemos demostrar en toda la historia de las relaciones
comerciales de nuestro país.
Nuestra posición no se refiere al comercio, no se
refirió nunca al comercio. Y esa
posición nuestra la saben los soviéticos, son puntos de vista que nosotros les
hemos expresado.
Nosotros nos referimos al problema de la ayuda
financiera y técnica de cualquier Estado socialista a esos países. Que ni se confunda ni se quiera confundir una
cosa con la otra, ¡qué ni se confunda ni se quiera confundir una cosa con la
otra! Incluso algunos Estados
socialistas llegaron hasta a ofrecerle préstamos en dólares al señor Lleras
Restrepo porque andaba en líos con el Fondo Monetario Internacional.
Y nosotros nos preguntábamos: ¿Cómo puede ser esto? ¡Esto es absurdo! ¡Préstamos en dólares a un gobierno
oligárquico que está reprimiendo a los guerrilleros, que está persiguiendo y
que está asesinando guerrilleros! Y la
guerra se hace, entre otras cosas, con dinero; sobre todo, los oligarcas no
tienen otra cosa para hacer la guerra que el dinero con que pagar soldados
mercenarios.
Y a nosotros esto nos parecía absurdo. Y todo lo que implique ayuda financiera y
técnica a cualquiera de esos países que están reprimiendo al movimiento
revolucionario, países que son cómplices del bloqueo imperialista contra Cuba,
nosotros lo condenamos. Es lamentable
que tengamos que abundar en este problema; pero, naturalmente, es el argumento
número uno de la mafia.
y es lógico.
Cuba es un pequeño país contra el cual Estados Unidos practica un
bloqueo implacable. A algunos de los
aquí presentes les explicábamos nosotros en Gran Tierra cómo cosas tan
insignificantes como conseguir un puñado de semillas de cualquier variedad de
arroz, de algodón, de cualquier cosa, los imperialistas hacen lo indecible para
que nosotros no podamos obtenerlas; semillas de cualquier tipo de grano, de
vegetales, de cualquier cosa.
Nadie es capaz de imaginarse hasta qué grado de rigor
lleva el imperialismo el bloqueo contra nuestro país, de tipo económico. Y todos esos gobiernos son cómplices, todos
esos gobiernos han violado los más elementales principios de la libertad de
comercio, del derecho de los pueblos a comerciar libremente; esos gobiernos
ayudan al imperialismo en el intento de estrangular por hambre al pueblo de
Cuba.
Y si eso es verdad, si eso es así, y si el
internacionalismo existe, si la solidaridad es una palabra que merece ser
pronunciada, lo menos que nosotros podemos esperar de cualquier Estado del
campo socialista es que no le preste ayuda financiera ni técnica a ninguno de
esos gobiernos (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel!”)
Es verdaderamente repugnante que se emplee este
argumento asqueroso como para poner a prueba la firmeza revolucionaria de este
país, o como para provocar conflictos a este país. Y, verdaderamente, la firmeza de este país,
su política de principio, su decisión de actuar responsablemente, ¡sí!,
cuidadosamente, ¡sí!; evitar hasta donde sea posible evitar polémicas y
conflictos, ¡sí! ¡Pero jamás creer que
en ninguna circunstancia por difícil que sea, que ante ningún problema por
grande que sea, van a poner nuestra dignidad y nuestra conciencia de
revolucionarios contra la pared! Porque
si así fuéramos, si así fuese la dirección de este Partido, hace rato que se
habría rendido ante el más grande y mortal de los peligros, que son los peligros
que provienen, frente al imperialismo, de nuestra indoblegable postura
política.
E igualmente repugnante que pretendan encontrar una
contradicción entre esta posición y la política comercial de Cuba con el mundo
capitalista. Los imperialistas han
tratado de imponernos el cerco y lo que hay que preguntar es no con qué países
comerciamos, sino con cuántos países en el vasto mundo no comerciamos,
simplemente porque uno a uno, y bajo una incesante y creciente presión
imperialista, han roto con nosotros relaciones comerciales. No hemos roto nunca nosotros esas
relaciones. De eso se ha encargado el
imperialismo, como se ha encargado el imperialismo de que una por una rompan
con Cuba las relaciones diplomáticas.
Nunca nosotros las hemos roto con nadie.
Son armas que ha empleado contra la Revolución Cubana el imperialismo,
en las relaciones diplomáticas, en las relaciones comerciales.
Y vale la pena que también hablemos de relaciones
comerciales, porque algunos de la mafia —y no puedo de otra forma calificar a
quienes de forma tan calumniosa y baja, carentes de ningún argumento de
seriedad y de fuerza atacan a nuestra Revolución— han hablado del no
rompimiento de nuestras relaciones con el Estado de Israel, en nuestras
relaciones diplomáticas. Tampoco nuestro
país rompió relaciones con Albania cuando un gran número de países del campo
socialista rompieron con ese país; tampoco rompimos con la Alemania Federal,
pero la Alemania Federal no quiso aceptar que este país estableciera relaciones
con la República Democrática Alemana. Y
aunque nosotros sabíamos que la consecuencia era ruptura de relaciones
diplomáticas y comerciales, no tuvo este país la menor vacilación en
establecer, entre los primeros, sus relaciones diplomáticas con la República
Democrática Alemana (APLAUSOS). Y jamás
este país ha vacilado en lo más mínimo para poner por delante intereses
económicos por encima de los principios políticos, porque, si así fuésemos, hace mucho rato que hubiéramos
encontrado millones de razones para conciliarnos con el imperialismo, más aún
en estos tiempos en que eso está tan de moda.
Hacer la menor insinuación de que seguimos una
política mezquina de intereses en nuestra postura internacional, es el olvido
de lo que ha costado a este país sus indoblegables posiciones, su solidaridad
con numerosos países, entre ellos con Argelia, no obstante que ello dio
pretexto para que otro país —que era uno de los más grandes compradores de
azúcar de Cuba— encontrara argumentos para justificar las presiones del
imperialismo para que no nos comprara más azúcar. Y son muchos los hechos.
Y nuestro pueblo siempre vio, y entendíamos que todo
el mundo comprendía con claridad, que cada vez que una presión imperialista
fracasaba para tratar de que no nos vendieran ni nos compraran, era una
victoria de nuestra revolución frente al bloqueo. Y siempre vimos como una manifestación de la
actitud en cierto sentido de defensa —y de eso hemos hablado públicamente, de
eso hemos hablado en la Plaza de la Revolución en fecha no muy lejana—, cómo
Europa no podía aceptar y por qué no podía aceptar las presiones imperialistas,
por qué Europa resistía, por qué Europa, a pesar de su desarrollo económico e
industrial, tiene que resistir la competencia de los monopolios yankis, los
intentos del imperialismo yanki de apoderarse de la economía de esos países, y
cómo por una cuestión de interés era imposible que aceptaran las presiones
imperialistas; y puesto que Cuba pagaba, y pagaba puntualmente, y puesto que
Cuba era un mercado creciente, los imperialistas habían fracasado rotundamente
en lograr que todo el mundo capitalista —como ellos querían— rompiesen las
relaciones comerciales con Cuba.
¿Qué tiene que ver esto con nuestros argumentos? ¿Qué tiene que ver esto con nuestros
planteamientos? Si los imperialistas
hubiesen logrado su propósito habrían hecho mucho más difícil todavía el camino
de la Revolución.
Porque, ¿tenemos comercio con el campo
socialista? Si, comercio prácticamente
de trueque, la llamada moneda convenio, que vale nada más que en el país con el
cual existe el convenio. Y si cualquiera
de las cosas que puede necesitar el país, como medicinas —por ejemplo— de un
tipo determinado, asuntos esenciales para la vida de nuestro pueblo, y los
organismos encargados del comercio en cualquier país socialista dicen “no
tengo”; siempre tenemos que irlas a buscar en otros mercados y pagar en moneda
de otro país. Y es ahí donde
precisamente el imperialismo trata de apretarnos más. Y si un día hemos comprado medicinas en
países capitalistas, porque no las podíamos obtener, o cualquier producto
similar, en un país socialista para salvar la vida de enfermos, de niños, para
reducir —como hemos reducido— los índices de mortalidad infantil, los índices
de mortalidad en general (APLAUSOS), y lograr la posición que hoy tiene Cuba
—por ejemplo— en la salud pública y en otros muchos campos, aparentemente que
somos criminales, aparentemente que somos gente sin principios, aparentemente
que somos unos inmorales, aparentemente que estamos en contradicción con lo que
proclamamos, aparentemente que lo que nosotros planteamos y lo otro es
igual.
Y lo mismo han hecho con el argumento del rompimiento
de relaciones con el Estado de Israel.
Espero que a nadie le quepa la más absoluta duda de cuál ha sido la
posición de Cuba en ese doloroso problema:
posición de principio, posición intransigente, posición firme. Solo que a nosotros no nos gustan las
“hojitas de parra.”
¿Qué es Israel?
Un Estado instrumento del imperialismo yanki, el instigador, el
protector de ese Estado. Y por eso les
pregunto a los de la mafia, que intentan calumniar a Cuba con esos argumentos,
¿por qué no rompen relaciones con el gobierno de Estados Unidos de
Norteamérica? (APLAUSOS) Por fin es que si no somos unos dóciles
“yes-man”, que somos unos inmorales, que somos una gente sin principios, que
somos una gente llena de contradicciones ideológicas... Y todo esto no forma sino parte de una
repugnante conspiración para crear un conflicto entre la Revolución Cubana y
los Estados del campo socialista.
Nosotros no somos provocadores de conflictos, nosotros
no buscamos innecesariamente, gratuitamente, crear conflictos de esa
naturaleza. Creo que en un grado alto,
frente a un enemigo poderoso, la interdependencia entre los movimientos, los partidos,
los estados revolucionarios, crecerá.
Mucho podemos quererla un país tan pequeñito como el nuestro, sin
ninguna posibilidad de autarquía económica, necesitados sobre todo del
armamento para defendernos de los imperialistas yankis. Nadie puede concebirnos a nosotros en el plan
de actuar de una manera irresponsable y crear problemas que puedan ser
evitables. Pero entre esa posición y esa
actitud de Cuba, y la idea de que a este país se le pueda chantajear con
provocaciones de esa índole, hay un profundo abismo.
Y realmente en el fondo es una conjura de estos
elementos de la mafia reaccionaria dentro del movimiento revolucionario y el
imperialismo yanki, una conjura para crear un conflicto entre nuestra
Revolución y los Estados del campo socialista.
Porque ya de hecho lo que pretenden, lo que demandan, lo que exigen, es
que el campo socialista se sume también al bloqueo imperialista contra
Cuba.
Es ni más ni menos en el fondo lo que buscan y no lo
ocultan. El mismo día 18 de marzo, tres
días después de la famosa respuesta, viene un cable de Caracas de la AP —porque
se puso de moda en esos días un vocero del partido, que era un vocero de esa
dirección derechista, tenía frecuentemente trato con AP, frecuentes
conversaciones con AP— y AP, gozosa, informaba, entonces informó: “Fidel Castro no tiene ideología. Es un revolucionario pero no es político,
dijo hoy a The Associated
Press un dirigente del Partido Comunista venezolano que funciona en la
clandestinidad.”
Yo no sé qué interés pueda tener Leoni en perseguir a
estos clandestinos, replegados, rendidos, delatores de la Revolución Cubana,
igual que hablan de la gran proeza de la liberación de los ilustres “Fulano”,
“Mengano” y “Zutano”. Y en realidad el
único que ha sacado provecho de eso no es el pueblo de Venezuela ni el
movimiento revolucionario, es Leoni.
Porque sacó una especie de perros de presa que solo les falta pedirle a
Leoni que les manden el fusil para ir a castigar a aquellos criminales,
bandidos, fraccionalistas y divisionistas agentes de Cuba.
Y como estos “periodistas” en medio de su misión
muchas veces tienen que hacer el papel de periodistas, y en ocasiones les gusta
promover ciertas contradicciones, le preguntó lo siguiente a ese señor: “Al preguntársele si el PCV no está haciendo
causa común con el enemigo al tratar de quitar a Castro el respaldo soviético,
respondió: 'Coincidimos peligrosamente
con el gobierno venezolano, pero recuerde que apoyamos a la Revolución Cubana y
al Partido Comunista cubano'.”
Evidentemente el malo era yo, el intruso, el provocador, el Piache
revolucionario, etcétera, etcétera (RISAS).
“Nuestro ataque no es contra la Revolución Cubana, sino contra Castro,
que nos ha insultado.”
“Dejó bien claro —¡dejó bien claro!— que el Partido
Comunista venezolano desearía que la Unión Soviética quitara del camino a
Castro.” Me acusa de querer estar
interviniendo en los asuntos internos. Y
dice que nada indigna tanto su furia y su ardor revolucionario y su orgullo
como que se metan con ellos. Pero no que
se meta el imperialismo ni Leoni, sino que haya alguien que pueda hacer alguna
critica con todas las razones justificadas que expliqué aquí. “Que el Partido Comunista venezolano desearía
que la Unión Soviética quitara del camino a Castro.” Y plantean la tesis de que alguien pueda
quitar de aquí a Castro o a cualquiera, quitar o poner a nadie.
¿De dónde habrá sacado esas peregrinísimas
teorías? Aunque no es extraño, porque de
teorías peregrinas estamos ya hartos.
Este señor declara que “el Partido Comunista de
Venezuela desearla que la Unión Soviética quitara del camino a Castro.”
Vamos a olvidarnos de Castro. Pero en verdad que estos señores son
ingenuos, son peregrinos, son ridículos.
No es Castro, ¡quitar del camino una revolución! A Castro lo puede quitar del camino hasta un
catarro (RISAS). ¡Lo que no hay quien
pueda quitar del camino a una revolución de verdad! (APLAUSOS)
¿Soy acaso un calumniador? En la mafia habrá quienes reaccionen igual
que los que dudaban de nuestros testigos y nuestras pruebas, y digan: Eso es mentira, una calumnia. Pero es que el día primero de agosto de este
mismo año, un cable de Washington por Ary Moleón, AP —y estos señores tienen su rol en todo esto—,
vean lo que informa: “El más alto
funcionario diplomático venezolano aquí aconsejó hoy no calificar ligeramente
de comunista a la reunión en La Habana de la Organización de Solidaridad
Latinoamericana, diciendo que quienes están allí en efecto son
anarcocastristas.” ¡por fin se prestaron
y se intercambiaron el vocabulario!
¡Pompeyo y comparsa diciendo que intervenimos en los asuntos internos de
Venezuela! ¡Tejera Paris y comparsa
diciendo: no, no, no son comunistas, son
anarcocastristas! Intercambio ideológico
neto, comercio ideológico entre Tejera Paris y Pompeyo, entre el State
Department y la dirección derechista del Partido Comunista de Venezuela. Ya se prestan los conceptos, ya se prestan
las palabras.
¿Cuándo se vio al imperialismo con tanta delicadeza
para tratar a comunistas? ¿Cuándo se vio
al imperialismo con tanta dulzura, con tanta decencia, con tanta finura? Si la imagen que han tratado de presentar del
comunista es del peor, del más desalmado, degenerado, depravado, cruel y
malvado de los seres humanos. Y de
repente: no, mucho cuidado, no
califiquen a esa gente de comunistas. Comunista
es una palabra más sagrada, más respetable, más venerable, más decente, más
amiga, más conciliadora (APLAUSOS).
¡Tejera Paris gran ideólogo del comunismo tropical! (RISAS)
“El embajador venezolano ante la Casa Blanca, Enrique
Tejera Paris dijo que esta distinción es fundamental” —claro que es
fundamental, está claro este teórico— “si deseamos entender una situación que
es más compleja que la de aplicar fáciles rótulos.”
¡Qué cuidado, qué exquisita finura, qué sutileza, qué
distinción!
¿Cómo llamar con fáciles rótulos comunistas a esta
gente? ¡Son anarcocastristas, esos sí
son malos! (RISAS)
“Tejera observó que la actual reunión de La Habana no
es solo para protestar contra los otros gobiernos del hemisferio, sino contra
los Partidos comunistas establecidos en América Latina.”
Vaya abogado defensor que se ha presentado aquí
diciendo que esta reunión es para atacar los partidos. ¿Y desde cuándo los imperialistas se han
preocupado tan exquisitamente de los partidos?
¿Quién nombró a Tejera Paris abogado defensor de los partidos?
“Recordó el diplomático que el Partido Comunista de su
país ha acusado al régimen de Castro de intolerable intromisión en los asuntos
internos de Venezuela y en erigirse en árbitro de la revolución latinoamericana.”
¡Cuidado, no se confundan, estos son anarcocastristas,
estos son peligrosos, estos son malos; no llamen comunistas a esta gente, no se
olviden que el Partido Comunista de Venezuela acusó a Castro de intromisión en
los asuntos internos de Venezuela, no se olviden que lo acusó de querer
erigirse en árbitro!
¿Alguna vez sucedió semejante cosa? ¿Alguna vez hablaron con tan refinadísimo
lenguaje, exquisita decencia, de los comunistas en este continente?
Yo creo que lo que es intolerable es esto, lo que es
verdaderamente doloroso es esto.
Preferible es mil veces la injuria, la diatriba y la calumnia del
imperialismo que el elogio del imperialismo.
¡Dime quién te defiende y te diré quién eres, dime quién te ataca y te
diré quién eres! (APLAUSOS)
Que nosotros sepamos, nunca nadie, ningún oligarca,
ningún imperialista, ningún secuaz del imperialismo, ha impreso un discurso mío
para repartirlo por millares.
¡Jamás! Ni un discurso, ni una
frase, ni una línea, ni una palabra.
Leoni no imprimió ni discurso, no lo repartió; si lo
leyó, posiblemente hizo un gesto de asco.
“Alfa 66”, connotada organización de contrarrevolucionarios de Miami,
organizadora en complicidad con la CIA de atentados con cianuro de potasio y
silenciadores, imprime miles de ejemplares de la declaración de esa dirección y
la reparte por el mundo.
¿Herederos de Bolívar?
¡Qué ofensa a la memoria de Bolívar!
A Bolívar sí que lo habrían acusado de intervencionista. ¿Qué acusaciones no habrían hecho contra
él?
¿Llamarse hijos de Bolívar, seguidores de
Bolívar? ¿Hablar de los cientos de
muertos? ¡¿Qué derecho tienen a hablar
en nombre de los muertos los que traicionan a los muertos?! ¡¿Qué derecho tienen a invocar el
martirologio quienes piensan postularse ahora para representantes, senadores y
alcaldes, y a pedir votos con el retrato de los héroes caídos y traicionados?!
Porque esa declaración contra Cuba fue en marzo. En abril, un largo documento, si lo leyera
—es largo, no lo voy a leer—, verían el estilo de clisé; este fue un híbrido de
tres o cuatro modelos, porque es largo.
Es el documento en que postulan la alianza con los partidos de la
burguesía, y es cuando terminan diciendo —y este es el colofón—:
“Finalmente, el movimiento armado no está en estos
momentos en capacidad de jugar papel decisivo, debido al estancamiento que
sufren los frentes guerrilleros y la lucha armada general, situación agravada
por las falsas concepciones políticas y operaciones prevalecientes en el grupo
anarcoterrorista.”
¡Anarcoaventurero, anarcoterrorista,
anarcocastrista! Cualquier día Johnson
empieza a hablar de los anarcoterroristas.
“En función de este movimiento nacional, el Comité
Central resuelve la activa participación del partido en el próximo proceso
electoral, bajo la consigna: 'Ni
continuismo ni Caldera, cambio; cambio a favor de las libertades democráticas y
la soberanía nacional, cambio hacia el desarrollo independiente de
Venezuela.
“El proceso electoral está siendo conducido en
condiciones de ventajismo y represión.
El partido luchará contra tal situación y por hacer de las elecciones
una batalla contra la camarilla reaccionaria dirigente de AD y el
gobierno.” Amén (RISAS).
Es decir: ¡Los
muertos al pasquín electoral!
Y en este país sabemos de esas cosas, nuestro pueblo
sabe de estas cosas, y a nuestro pueblo esas cosas no pueden producirle sino
asco y repugnancia, porque conoció bastante eso. Lo que a nuestro pueblo no habrá nadie quien
pueda decirle que eso es de comunistas, nadie; porque cuando todavía el
comunismo apenas empezaba, a mediados del pasado siglo, cuando se escribió el
Manifiesto Comunista, Marx siempre dijo que los comunistas debían apoyar a los
sectores más combativos y progresistas de la burguesía. Estos llamados comunistas se unen a los
politicastros de la burguesía para combatir a los heroicos combatientes
guerrilleros.
Nuestro pueblo y el pueblo venezolano con seguridad
tienen que saber que esta clase de apostasía, este comercio con la sangre de
los caídos, este descaro de mandar los hombres a la muerte, dirigirlos mal,
para después presentarse en las boletas electorales; nuestro pueblo sabe que la
historia no perdona eso, que la historia no perdonará jamás semejante
crimen.
A estos señores no hay que destruirlos; hay que
dejarlos solos, porque ellos se autodestruyen.
Sabemos el medio en que vivimos; las reacciones, el
temperamento, el carácter de nuestros pueblos.
Y sabemos que lo más bochornoso, lo más abominable, es mandar los
hombres a la muerte para después presentarse a pedir votos en nombre de los
muertos traicionados.
Y por este mismo camino en que coinciden esta mafia y
el imperialismo, el último cable de ayer:
“Las naciones americanas consideraban hoy un pedido de
Venezuela para denunciar al régimen cubano del Primer Ministro Fidel Castro
como pernicioso a la causa de la convivencia pacifica por la cual aboga la
Unión Soviética.
“La cuestión, que pudiera explotar en la retaguardia
del régimen de Castro apoyado por Moscú, sería en respuesta al llamamiento de
la conferencia de la Organización de Solidaridad Latinoamericana de luchar por
la toma del poder a través de la lucha armada.”
Dice entonces que Associated Press se consiguió una
copia... Son del diablo, dondequiera
consiguen copias. Y en el tal documento
que se dice de once puntos, que publican en este cable, este es el punto
cuatro:
“Expresar ante los gobiernos extracontinentales que
apoyan activamente al actual gobierno de Cuba la seria preocupación de los
Estados miembros de la OEA, por cuanto ese apoyo tiende a alentar las
actividades intervencionistas y agresivas del régimen cubano contra los países
del hemisferio occidental, que hasta tanto no cesen las mencionadas actividades
la causa de la convivencia pacífica y activa de las naciones del mundo se verá
perjudicada.
“A tal efecto se recomienda a los gobiernos de los
Estados miembros de la OEA que realicen gestiones conjuntas o por separado ante
los Estados que apoyan activamente al actual gobierno de Cuba, para reiterarles
esta expresión de preocupación.”
¿Convivencia pacífica?
¿Y esta terminología en boca de la OEA y comparsa? Esta terminología en boca de la OEA y
comparsa, de mandar —en dos palabras— grupos, comisiones de la OEA, a ver a los
gobiernos de los Estados socialistas para que le quiten la ayuda a Cuba. ¡Es increíble! ¡Es increíble estar viendo y oyendo estas
cosas! ¡¿En qué se fundarán estos
señores?! ¡¿Cómo tienen tal
descaro?! ¡¿Cómo se atreven a hacer
semejante cosa?!
Y el punto cinco:
“Pedir a los gobiernos que apoyan a la Organización de Solidaridad de
los Pueblos de Asia, África y América Latina que retiren su apoyo a dicha
organización, así como a la Segunda Conferencia Tricontinental programada para
celebrarse en El Cairo en enero de 1968:
Y reiterar el categórico repudio de los Estados miembros de la OEA a la
mencionada organización, cuyo propósito —como lo demuestran los acuerdos de su
Primera conferencia celebrada en La Habana en enero de 1966— es fomentar la
división de los pueblos en bandos separados por sectarismos y violencia.
“A tal efecto recomienda a los gobiernos de los
Estados miembros que realicen gestiones individuales o conjuntas ante los
Estados americanos y las organizaciones que apoyan a la Organización
Tricontinental, a fin de insistir sobre este planteamiento.”
Como hay algunos gobiernos de algunos Estados que
están en las organizaciones y no están, entonces estos señores se sienten con
entusiasmo, con impulso, de ir a hablar con organizaciones de Estado que hayan
estado en la Tricontinental, a decirles:
“Esos son malos, repudien a esa gente, váyanse de la
Tricontinental.”
Si esto no tiene sabor a imperialista dando órdenes en
el mundo, ¿qué es esto, señores? ¿Qué es
esto? ¿A dónde hemos llegado? ¡A cuánto se atreven estos señores! ¡Qué ilusiones y qué escandalosas
pretensiones!
Pero de todas formas es evidentísima la conjura de la
mafia y del imperialismo para tratar de aislar a Cuba de manera absoluta, para
proclamar el bloqueo total de Cuba, que no entre en este país ni un grano de
alpiste. Coinciden en su
desesperación: sueñan, deliran, se
imaginan truculentas y tremebundas cosas.
Y este país está aislado, solito en alma. ¡Los pobres!
Si esta hipótesis fuera posible —que no lo será—, tendrían que sufrir el
último impacto de este país solitos en alma, sin un alpiste, viviendo,
resistiendo, trabajando y marchando adelante.
Este pequeño país no tiene suficientes méritos
contraídos con el mundo, contraídos con la Revolución. Y nosotros muchas veces nos hemos imaginado
las condiciones en que el imperialismo le imponga un bloqueo total a este país,
ponga sus barcos, rodee a Cuba, y no entra nada. ¿Aplastarán la Revolución? Yo le pregunto al pueblo: ¿Aplastarán esta Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Ese no, es el no más rotundo que sale de las entrañas
de un pueblo revolucionario (APLAUSOS PROLONGADOS). En dos palabras: Si no estamos preparados para todo, para
todo, no podríamos llamarnos revolucionarios.
No somos buscadores deliberados de conflictos, de
problemas, de situaciones difíciles. Esa
no será nunca la actitud de la Revolución.
Nunca verán a la Revolución en una actitud irresponsable, absurda,
¡no! ¡Pero nunca verán a la Revolución
vacilar, nunca verán a la Revolución claudicar, nunca verán a la Revolución
ceder un ápice de sus principios!
Porque “Patria o Muerte” quiere decir muchas
cosas. ¡Quiere decir revolucionarios o
muertos, pueblo digno o muerto! Y el
hecho de que hablemos de “Patria o Muerte” no significa que tengamos un sentido
fatalista. Es expresión de una determinación. Cuando decimos muertos, queremos decir que,
además de muertos nosotros, también muchos enemigos muertos. ¿Matar a este país? ¡Para matar a este país no alcanza la sangre
de todos los soldados del imperialismo yanki!
(APLAUSOS PROLONGADOS)
Estos hechos, estas actitudes, nos están llamando a
todos al orden; nos están llamando a todos al razonamiento y al
esclarecimiento. Estas actitudes son el
resultado no del desarrollo sino de la degeneración de las ideas
revolucionarias y de la conciencia revolucionaria.
Los acuerdos de la OLAS no significan que todo esté
hecho. No significa que la lucha ha
cesado. También cuando la Tricontinental
hubo acuerdos, y hubo quienes suscribieron los acuerdos y no se acordaron más
nunca de ellos.
Hay que luchar.
Tenemos que luchar. Y
verdaderamente que nada se puede concebir más ridículo que la afirmación de que
Cuba pretende erigirse en árbitro, cabeza, guía. ¡No! Y
voy a decir cómo realmente pensamos
nosotros: ¡No tiene por qué haber
pueblos guías, y mucho menos hombres guías!
¡Lo que se necesitan son ideas guías!
(APLAUSOS) Y serán las ideas
revolucionarias la única y la verdadera guía de nuestros pueblos. ¡Nos batimos por nuestras ideas! ¡Defendemos ideas! Pero defender ideas no significa la pretensión
de dirigir a nadie. Son nuestras ideas y
las defendemos, las ideas revolucionarias.
Pero nada más ridículo, porque el mundo no necesita países guías, ni
partidos guías, ni hombres guías. El
mundo, y sobre todo nuestro pueblo latinoamericano, necesita ideas guías.
Y las ideas se irán abriendo paso. Conocemos ese proceso. Al principio, cuando algunos empezamos a
concebir la idea de la lucha armada en nuestro país, y empezamos a luchar muy
pocos creían en esta posibilidad, muy pocos.
Y durante mucho tiempo fuimos muy pocos.
Y después poco a poco esas ideas fueron ganando prestigio, fueron
ganando conciencia, y llegó un momento en que todo el mundo creía y triunfó la
Revolución.
¡Qué trabajo había costado hacer triunfar la idea de
que la lucha del pueblo contra los ejércitos profesionales modernos era posible
para hacer una Revolución! Y cuando eso
quedó demostrado, después del triunfo de la Revolución, ¿qué ocurrió? De tal manera todo el mundo creía en esta
verdad, que los contrarrevolucionarios creyeron que era también una verdad para
ellos, y vino entonces la organización de guerrillas y de bandas
contrarrevolucionarias, y hasta el más manso, el más pacífico de los
contrarrevolucionarios, el más charlatán contrarrevolucionario de parque —de un
parque— agarraba, se unía a una banda y se alzaba. Entonces hubo que demostrarles que estaban
equivocados, que esa era una verdad de la Revolución frente a las oligarquías;
pero una contrarrevolución de oligarcas, una guerra de guerrillas de oligarcas
y de reaccionarios contra una revolución social es imposible. ¡Y trabajo que costó!, hasta que demostramos
esa verdad.
Hemos tenido que demostrar una y otra: la de que es imposible que los oligarcas se
puedan defender de la lucha del pueblo; y la de que es imposible que el pueblo
pueda ser derrocado mediante guerrillas contrarrevolucionarias. Y la CIA sabe eso. ¿Ustedes saben quién es posiblemente el más
convencido de la eficacia de la lucha armada guerrillera revolucionaria y de la
incapacidad de las oligarquías para resistir la lucha armada guerrillera del
pueblo? ¿Saben quién? La CIA, Johnson, McNamara, Dean Rusk, el
imperialismo yanki. Son los más
convencidos.
Y uno se pregunta:
¿Cómo es posible que estos gusanos contrarrevolucionarios se dejen
confundir y se dejen engañar y se dejen arrastrar hacia la lucha revolucionaria
armada contra la Revolución si eso es un imposible? Y es que, señores, forzoso es admitirlo, esos
contrarrevolucionarios son más consecuentes que muchos que se autotitulan superrevolucionarios. Son más consecuentes. Creen erróneamente en eso y se dejan
arrastrar... Claro, después dicen todo
lo que dicen, siempre, eso es una regla sin excepción: que los embarcaron, que los engañaron, que
ellos creían que el ejército, que la milicia...
Todo eso. Es un disco rayado
aquí; eso se sabe...
Y, lógicamente, las ideas en nuestro país han tenido
que desarrollarse dialécticamente, en lucha, en pugnas. Y en todos los países será igual; y ningún
país estará liberado de esa lucha de ideas.
Esas luchas de ideas subsisten incluso en Cuba. No, el hecho de que tengamos un pueblo
revolucionario no significa que no haya antagonismos, contradicciones. Aquí hay la contradicción con la
contrarrevolución y el imperialismo; y hay contradicciones también con
elementos que participan de estas ideas de estos señores reaccionarios del
Partido de Venezuela. Y en este país
también tenemos nuestra microfracción —no le podemos llamar fracción, porque no
tiene volumen, no tiene tamaño, no tiene posibilidades, no tiene nada—; es una
microfracción que ha existido. ¿De dónde
procede esa microfracción? De los viejos
sectarios resentidos. Porque nuestra
Revolución tiene su historia; nuestra Revolución tiene su historia. Ya decía que al principio muy pocos creían;
después muchos creyeron.
Nuestra Revolución pasó por ese proceso, pasó por el
proceso del sectarismo, y los sectarios nos crearon serios problemas, con un
feroz oportunismo, con una implacable política de persecución contra mucha
gente; trajeron elementos de corrupción al seno de la Revolución. Y naturalmente la Revolución con sus métodos,
su paciencia, hizo la critica, fue espléndida, fue generosa con aquel
sectarismo. Y no solo eso: que tuvimos que cuidar de que la crítica al
sectarismo no engendrara un neosectarismo en las filas de la Revolución, y se
impidió eso también. Pero algunos
elementos sectarios aguantaron, callaron su resentimiento, y cada vez que han
tenido oportunidad la han manifestado.
Son los que nunca creyeron en la Revolución como no fuera
oportunistamente para tratar de lucrar con el esfuerzo del pueblo
revolucionario; para tratar de trepar de una manera indigna. Nunca creyeron en la Revolución, no han
aprendido ni en 8 años ni en 10, ni aprenderán nunca.
Y entiéndase bien:
no me refiero a viejos comunistas, porque la peor manifestación del
sectarismo y de las actividades de esos sectarios ha sido tratar de involucrar
al concepto de viejos comunistas con sus actitudes seudorrevolucionarias.
Hay que decir que la Revolución cuenta y contó siempre
con la adhesión de los verdaderos comunistas en este país.
Pero, lógicamente, cuando el sectarismo hubo
resurrección de muchos cobardes que habían abandonado las filas del viejo
partido. El oportunismo, el sectarismo,
trae todo eso; aislado de las masas trata de crear fuerzas en el
favoritismo. Y vinieron los ingresos y
los ingresos y los ingresos y los privilegios.
Lógicamente, cuando después la Revolución puso freno al sectarismo,
impidió las manifestaciones de sectarismo de otro tipo, porque esa ha sido
siempre nuestra posición, esa ha sido siempre la posición de la dirección
revolucionaria: ha tratado siempre de
buscar la mejor solución, ha tratado de superar siempre esos problemas con el
estilo propio de nuestra Revolución, sin incurrir en excesos de ningún tipo,
prefiriendo pecar por omisión que por exceso.
Y nosotros aquí también tenemos nuestra microfracción,
integrada por elementos de viejos sectarios, que no es lo mismo que viejos
comunistas. Y repito, el daño más grande
es el que han tratado de llevar al ánimo de viejos y buenos revolucionarios
aunque inútilmente: sus ideas malsanas,
sus ideas resentidas. Esos eran de los
que, por ejemplo, cuando la Crisis de Octubre creían que nosotros debíamos
habernos dejado inspeccionar por el imperialismo yanki, registrar de pies a
cabeza, dejar volar los aviones con vuelos rasantes, ¡todo! Han estado sistemáticamente contra todas las
concepciones de la Revolución, contra las más profundas y más sinceras y más
puras actitudes revolucionarias de nuestro pueblo; contra nuestra concepción
del socialismo, del comunismo, de todo.
Es decir que nadie estará exento. Y esta microfracción tiene las mismas
actitudes de esta mafia, esta microfracción constituye una nueva forma de actividad contrarrevolucionaria, en
que aspiran lo mismo que Alfa, lo mismo que Faría, lo
mismo que Pompeyo y compañía, lo mismo que McNamara, Johnson
y toda esa gente.
Ahora tiene la CIA una nueva tesis: ¿Por qué quiere preparar tantos atentados y
tanta cosa? Su tesis ahora es que hay
que eliminar a Castro para lograr echar para atrás la Revolución, porque el
imperialismo va perdiendo terreno. Al
principio quería acabar con “la quinta y con los mangos”; ahora, a medida que
pierde terreno, ya está más asustado.
Ahora la tesis es que hay que moderar la línea de la Revolución, cambiar
la línea, lograr que Cuba tenga una posición más moderada —y en esto coinciden
Alfa, Johnson, CIA, Faría, microfraccionales, la mafia política. Y son ilusiones. De verdad que no tengo ningún interés en
adquirir ninguna póliza de seguro, me importa un bledo que crean lo que crean;
no les quiero agradecer a nuestros enemigos jamás que me dejen de considerar
enemigo de verdad, no les quiero agradecer que dejen de tratar de hacer todo lo
que quieran. Están en su derecho, están
en su derecho. No pretendo adquirir
ninguna póliza de seguro.
Pero para ustedes creo que es innecesario decir que la
línea de esta Revolución no es la línea de Castro, ¡es la línea de un pueblo,
es la línea de un grupo dirigente que tiene verdadera historia
revolucionaria! (APLAUSOS
PROLONGADOS) ¡Y es la línea
consustancial de esta Revolución!
La mafia se alienta unos a otros; la mafia
internacional ha estado alentada, grandemente alentada en la idea de que se
desarrollen antagonismos insalvables, conflictos insalvables, entre la
Revolución cubana y el campo socialista.
Realmente, lo único que podemos decirles es que a nuestra Revolución la
honra que nuestros enemigos se ocupen tanto de ella, igual que a todos los
revolucionarios de América Latina los tiene que honrar que el imperialismo le
haya prestado tanta atención al problema de OLAS.
Amenazaron, pospusieron la OEA, dijeron que iban a
hacer y “acabar con la quinta y con los mangos”, y que no podía ser esa
reunión. Y ha salido una OLAS,
representación de un genuino movimiento revolucionario, con sólidas ideas,
porque se basan en las realidades; intérprete de la historia del mañana,
intérprete del futuro. Porque la OLAS es
el símbolo de otras olas, que son las olas revolucionarias de un mar que se
encrespa entre nuestros pueblos de 250 millones de habitantes.
Este continente trae en su vientre una revolución;
tardará más o menos en nacer, tendrá un parto más o menos difícil, pero
inevitable. Nosotros no tenemos la menor
duda. Habrá victorias, habrá reveses,
habrá avances, habrá retrocesos; pero el advenimiento de una nueva era, la
victoria de los pueblos frente a la injusticia, frente a la explotación, frente
a la oligarquía, frente al imperialismo, cualesquiera que sean los errores de
los hombres, cualesquiera que sean las concepciones equivocadas que puedan
tratar de entorpecer el camino, es inevitable.
Nosotros les hemos hablado con plena y absoluta
franqueza, nosotros sabemos que los verdaderos revolucionarios siempre serán
solidarios con Cuba; nosotros sabemos que ningún verdadero revolucionario, que
ningún verdadero comunista en el continente, como en el seno de nuestro pueblo,
jamás se dejará arrastrar hacia esas posiciones que lo condujesen a la alianza
con el imperialismo, que lo llevase a andar de la mano de los amos
imperialistas contra la Revolución Cubana y contra la revolución
latinoamericana. Nosotros no condenamos
a nadie “a priori”, nosotros no le cerramos las puertas a nadie, nosotros no
atacamos a nadie en masa, en bloque; nosotros expresamos nuestras ideas,
defendemos nuestras ideas, debatimos estas ideas. Y tenemos absoluta confianza en los
revolucionarios, en los verdaderos revolucionarios, en los verdaderos
comunistas. Esos no le fallarán a la
Revolución, igual que nuestra Revolución jamás le fallará al movimiento
revolucionario de América Latina (APLAUSOS).
No sabemos qué días nos esperan, qué vicisitudes, qué
peligros, qué luchas. Simplemente
estamos preparados, y cada día tratamos de prepararnos más, y cada día nos
prepararemos más.
Pero una cosa podemos decirles: que nos sentimos tranquilos, que nos sentimos
seguros, y que esta pequeña isla será siempre como un peñón revolucionario de
granito contra cuyas rocas se estrellarán todas las conjuras, todas las
intrigas, todas las agresiones (APLAUSOS).
Y que sobre ese peñón revolucionario siempre ondeará una bandera que
diga:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)