DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE INAUGURACION DE LA PRESA
“VIET NAM HEROICO”, EN ISLA DE PINOS, EL 12 DE AGOSTO DE 1967.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUÍGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores
invitados;
Jóvenes y
trabajadores de Isla de Pinos: (DICEN A CORO: “Isla de la Juventud”)
Yo les voy a confesar que fue un “lapsus linguae”,
pero eso de Isla de la Juventud tenemos que discutirlo. Así que el lapsus no fue enteramente
linguae. Pero sí es la mejor prueba que,
sin quererlo, dije Isla de Pinos. Pero
¿por qué lo dije? Porque todavía no es
verdaderamente la Isla de la Juventud.
Es una buena prueba que a algunos de nosotros todavía
no se nos ha metido eso en la cabeza; evidentemente no ha habido suficientes
pruebas de ello. Y casualmente yo tenía
planeado decirles algo de eso a ustedes, pero ocurrió esta casualidad y yo
quería empezar por otro orden.
Continuando las aclaraciones, quiero aclarar eso que
dijo el compañero Faustino en su magnífico discurso hidráulico
internacionalista de esta tarde (APLAUSOS), que dijo “la inesperada
visita”. Hay algo de cierto y hay algo
de no cierto. Toda cosa lleva el germen
de su propia contradicción.
¿Por qué dice que resultó inesperada? No es que no estuviera supuesto a estar
presente hoy aquí: él
me había invitado y yo le prometí venir.
Pero ¿qué ocurrió? Estuvimos
discutiendo sobre fechas; yo le dije: Yo prefiero que sea el día 12. Entonces, estuvimos de acuerdo. A los dos días sale en el periódico que se
inaugura esta obra el día 13; y entonces yo dije: bueno, está bien, el día 13, y
entonces me puse a hacer otros planes para el día 11 y para el día 12 y para el
día 13 por la mañana.
Cuando hoy leo el periódico estando por Pinar del Río,
me entero en el periódico de otra noticia: de que el acto se inauguraba hoy. Primero yo pensé que no nos habíamos
entendido bien, que alguien se había equivocado, digo: bueno, ya que pusieron el 13 para qué
andar rectificando. Pero por la mañana,
cuando todavía estaba yo un poco afónico, me entero de que el acto es hoy; y
entonces no sabia qué hacer, ciertamente, tenía una serie de personas citadas
por allá por Guane, y tuve que hacer una serie de cambios. Esa fue la razón por la que llegué un poco
tarde, me perdí una buena parte del programa de la canción-protesta. Por eso decía que siempre me dejan lo más
malo (RISAS), que son los discursos. Y
él pensó que con todo ese enredo no iba a poder estar hoy en el acto. Ese es el sentido que tiene lo de
“inesperado”.
Sinceramente, yo me alegro muchísimo de ver esta obra
terminada, y me habría dolido no haber participado hoy en este acto; no es que
me falte algún trabajo. Pero para todos
nosotros, para un buen número de cubanos que de una manera o de otra están
participando en estos planes de Isla de Pinos, la terminación, y no solo la
terminación, el hecho de que ya esté lleno ese embalse de una cosa que nos
llena de satisfacción y optimismo.
Mientras el compañero Faustino leía su informe,
nosotros meditábamos acerca de todos esos problemas, de todas esas
contradicciones. Me parece que él ha
analizado muy bien las contradicciones entre la magnitud de los planes, la
escasez de los recursos, la dinámica que nos impone la necesidad de un
desarrollo acelerado y el tiempo que imperiosamente requiere el realizar
estudios bien hechos, con toda la información, para cualquier proyecto; ese
choque permanente entre la impaciencia por las cosas y el tiempo que cada cosa
requiere necesariamente; esas y otras muchas contradicciones, porque es que la
vida, y sobre todo una revolución, un proceso como una revolución se va
desarrollando en medio de todos esos conflictos a los que hay que ir
orientando, a los que hay que ir encontrándoles soluciones.
Si me pregunto a cuál de los grupos pertenezco yo,
diría que milito en el bando de los impacientes, y milito en el bando —no voy a
decir de los dinámicos, porque puede parecer una inmodestia— de los apurados, y
de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas
veces tratan de hacer —en ocasiones— más de lo que se puede. Pero nosotros tenemos un lema, que dice: “¡Siempre se puede
más!” (APLAUSOS) Entonces, hay que
suprimir ese grupo o ese calificativo de los que quieren hacer más de lo que se
puede, porque, si “Siempre se puede más”, nunca se podrá querer más de lo que
se puede. ¿Está claro?
De todas formas es interesante escuchar el punto de
vista de los compañeros hidráulicos. El
compañero se hizo su autocrítica también, le hizo la autocrítica al
Instituto. El lo expresaba muy bien con
el cierto tecnicismo, cierto preciosismo, y a la vez señalaba el camino
correcto, que es el camino de superar esa contradicción buscando agilizar los
planes, hacerlos bien, utilizar al máximo los recursos de que se disponen; y,
en fin, encontrarle solución dialéctica a la contradicción.
Quizás no resaltó suficientemente el hecho de que
realmente los recursos disponibles han sido muy escasos. Y me he encontrado constantemente, en los
recorridos por el país, la exigencia, la demanda de los cuadros que trabajan en
los planes agrícolas con relación a las necesidades de obras hidráulicas. Muchas veces tienden a echarle la culpa al
Instituto de que no se haya hecho tal drenaje, o tal sistema de regadío o tal
embalse. Pero los compañeros ignoran
realmente la tremenda escasez de recursos que ha padecido el Instituto
Hidráulico: es
decir, estamos viviendo la época de las “vacas flacas”.
Yo le preguntaba cuántos años cumplía el Instituto
—realmente me parecía que hacía menos tiempo—, y dice: cinco años. Yo le dije: ¿Pero en cinco años —y lo dije en
broma— han hecho ustedes tan poca cosa?
Y es verdad que han estado pasando los años desde que se fundó el
Instituto... porque un atisbo de
conciencia hidráulica existió desde los primeros momentos de la Revolución, o
—mejor dicho— desde las primeras sequías de la Revolución. La agricultura en Cuba era una agricultura sin
realce, todo el mundo estaba acostumbrado siempre a una agricultura en
dependencia exclusiva de las lluvias.
Las primeras sequías empezaron a enseñarnos que una agricultura no puede
ser segura ni puede ser altamente productiva, expuesta a las contingencias del
clima.
Pero no solo las sequías empezaron a formar una
conciencia hidráulica, sino los excesos de lluvia también; porque fue el ciclón
“Flora”, con sus tremendos daños en vidas humanas y en riquezas destruidas, el
que nos enseñó la otra vertiente del problema hidráulico, que es el de la
destrucción por inundaciones. Y eso
ocurrió cuando el ciclón “Flora”.
Y, además, aquí hay dos conciencias dentro de la
hidráulica que son cíclicas:
los años de sequía desarrollan tremendamente la conciencia de
embalse y regadío; en los años de lluvia excesiva se desarrolla la conciencia
del drenaje.
Este año ha cobrado un gran auge el problema del
regadío. El año pasado todo el mundo
hablaba de los embalses; pero, en fin, la propia naturaleza nos ha ido enseñando
a tomar conciencia de la necesidad de todo: de los embalses, de los regadíos, de
la necesidad de controlar los ríos. Y,
en fin, esa conciencia muy poco desarrollada al principio ya tiene en nuestro
país una gran fuerza. La presión de que
hablaban los compañeros es una prueba de ello, porque todo el mundo en todas
partes está pidiendo embalses y está pidiendo drenajes.
Se habló de formar no solo una conciencia hidráulica
sino una voluntad hidráulica. Los
problemas que ha padecido el Instituto los explicó el compañero Faustino: primero, ninguna
tradición en cuestiones hidráulicas, muy pocos cuadros con conocimientos sobre
problemas de hidráulica, muy pocos cuadros capaces de dirigir estas obras, muy
pocos cuadros con conocimientos sobre sistemas de regadío. Ese ha sido uno de los problemas que ellos
han tenido que ir venciendo. Resaltó la
gran importancia que ha tenido para nuestros planes hidráulicos el concurso de
los técnicos búlgaros y soviéticos.
Y en realidad habríamos podido hacer mucho menos si
hubiésemos tenido que depender exclusivamente de nuestros conocimientos en
cuestiones hidráulicas.
Ahora, de lo que se ha hecho ya se habló aquí. Pero lo importante —y de lo cual se habló
poco— es acerca de lo que tenemos que hacer.
El compañero Faustino mencionaba las cifras de 600 millones de metros
cúbicos en obras de embalse terminadas o en construcción, de las cuales 200
millones para consumo de las ciudades y las industrias, y 400 millones para la
agricultura. Cuatrocientos millones pueden
ser unas cuatro mil y pico de caballerías, unas cincuenta y tantas miles de
hectáreas de regadío. Eso depende de los
cultivos de que se trate, de las cantidades de agua que se empleen, en fin,
puede ser una cifra variable.
Ahora bien: aspiramos a irrigar unas 200 000
caballerías de tierra. Esto quiere decir
unos 2 700 000 hectáreas de tierra. Este
es un cálculo “grosso modo” acerca de las posibilidades y de la intención de
llevar a cabo al máximo las posibilidades; es decir, de cumplir la consigna de
“Ni una sola gota de agua al mar.”
Esta cifra —en mi opinión— posiblemente quede por
debajo de la cifra real posible. Todos
los días se descubren nuevas posibilidades.
Esta Isla es un ejemplo. Y
nosotros recordamos, antes de que se comenzara el plan en Isla de Pinos,
algunos criterios no de técnicos, aunque se llaman técnicos, criterios
burocrático-técnicos, para ver si nos explicamos. Y, por ejemplo, aquí cuando se comenzaron
estos planes surgieron algunos escépticos, o aun antes de comenzar estos planes,
hubo quien afirmó cuando se le preguntó al respecto, de que en Isla de Pinos
debía sembrarse solo unas 40 caballerías de cítricos. ¿Razones?
Dos. Primero: no hay agua para más; segundo, el
terreno es suelto y si vienen ciclones arrasan las plantaciones. Y después de eso pasó un ciclón y no tumbó un
solo árbol.
Más o menos por la misma época se reunió un grupo de
“expertos” ganaderos y decretaron que en Isla de Pinos no había condiciones
favorables para el desarrollo de la ganadería y que, por tanto, se limitaba la
ganadería en Isla de Pinos a producir la leche para el consumo de una población
de veinte y tantas mil personas.
¡Criterios burocrático-técnicos! Si realmente nos hubiésemos dejado llevar por
esos criterios no se habría hecho nada aquí.
Observábamos que en esta isla existían condiciones especiales para la
producción de algunos cítricos, sobre todo toronjas. Y nos empeñamos en explorar la realidad de
todas las posibilidades de esta isla.
¿Resultado? Han aparecido
posibilidades de agua para 3 000 caballerías, y en Isla de Pinos se está
desarrollando espléndidamente la ganadería a través del cruzamiento, a través
de la inseminación, y llegará a producir un millón de litros de leche
(APLAUSOS) cuando se haya logrado ya el
desarrollo ganadero perspectivo de la Isla tanto en cantidad como en
calidad.
Es decir, habría posibilidades de producir leche aquí
para el consumo no ya de la Isla sino, incluso, de la Ciudad de La Habana. Naturalmente, la leche no irá de Isla de
Pinos a La Habana. Isla de Pinos será
una gran productora de leche; La Habana no necesitará la leche de Isla de Pinos
porque se está trabajando en la provincia de La Habana intensamente
también. Pero los criterios
burocrático-técnicos habían conducido a la inacción en esta Isla.
Hay que decir algo más: no es que había pocos técnicos en este
país; no había ninguno —¡ninguno! No me
gustan las generalizaciones. Había
algunos hombres que tenían conocimientos técnicos, sabían, pero en materia de
revolución la síntesis esa de técnica y revolución es una cosa que no es
fácil. Porque los técnicos con la mejor
fe del mundo están acostumbrados a ver las cosas de una manera, están
resignados a la pobreza, están resignados a la mediocridad y la incapacidad que
vemos en todas partes, y es muy difícil que conciban el cambio verdaderamente
profundo, es muy difícil que conciban la Revolución, ni la revolución de la
naturaleza ni la revolución de la sociedad.
Y, realmente, había algunos hombres e incluso teníamos algunos
sabios. Es cierto, en nuestro medio
había algunos especialistas en botánica, en cuestiones naturales hombres
verdaderamente sabios, que estudiaban nacionalmente los aspectos más
científicos de la flora del país, algunas de esas cuestiones. Pero técnicos con un sentido práctico, con un
sentido dinámico, con una confianza en la posibilidad de revolucionario todo,
en honor de la verdad —en algunas cuestiones, como es en el aspecto de la
agricultura y, sobre todo, de la revolución agraria— no teníamos absolutamente ninguno.
En estos días que tanto se habla de revolución, y por
los caminos de la revolución, nosotros siempre nos acordamos de las cosas que
tendrán que hablar después que hayan acertado con esos caminos y hayan llevado
a cabo la primera etapa de la revolución, que es la otra etapa después que se
toma el poder. Entonces verán que
todavía se encontrarán problemas más serios.
Esa era la situación de nuestro país. Afortunadamente no es esa la situación en
este momento, y puede decirse que estamos avanzando con una increíble
dinámica. Y, sobre todo, vamos en ritmo,
ritmo y velocidad ascendentes: vamos acelerando cada vez más la
marcha. Hay ya muchos más compañeros
capaces, muchos más compañeros responsables, serios en el trabajo. La calidad del trabajo, así como la magnitud,
se elevan incesantemente.
Pero esta Isla es una prueba de la Revolución, y se
empieza aquí, empieza. Esta Isla, que
por ahora no la vamos a llamar ni de la Juventud ni de Pinos, porque hay poco
de las dos cosas todavía...
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
No, si la mandáramos para acá no tendría mérito. Lo que importa es que los que vengan aquí
vengan por sus propios pies y su propia iniciativa (APLAUSOS).
Por estas razones que les explicaba anteriormente, ya
es de ver una infinísima parte de la obra realizada, como es este primer
embalse, repleto de agua, con relación al cual ya el compañero Lito, que fue el
héroe principal de este embalse, ha estado ideando elevarle 70 centímetros más
al vertedero para recoger 6 millones de metros cúbicos más de agua. Porque han visto cómo, a pesar de ser un año
seco, las lluvias torrenciales, que duraron dos o tres días a principios de
junio, llenaron esta represa en un tiempo infinitamente más corto del que se
había calculado. Por eso nosotros pensamos
que el criterio de agua para 40 000 hectáreas se quede corto. A mí me parece que han hecho los cálculos —de
una manera correcta— en forma conservadora, prefiriendo equivocarse porque
creyeran que había menos de la posible, a equivocarse suponiendo más de la
posible.
Y cuando visitamos nosotros por primera vez la represa
en construcción, ellos nos hablaron de 18 millones de metros cúbicos, y después
empezaron a hablar de que posiblemente se podía un poquito más. Y, como siempre, se podía un poquito
más. Además, ya están hablando de 40
millones de metros cúbicos. Esto quiere
decir que si sobra agua aquí, se puede embalsar más abajo, y se puede ir
embalsando toda el agua.
Nosotros calculamos que se puede llegar a disponer de
agua para irrigar unas 40 000 hectáreas de cítricos en esta Isla, aparte de
determinadas cantidades de agua para regar una porción del pasto y otros
cultivos. Aquí la ganadería y el cítrico
se complementan, porque una hectárea de cítricos no solo puede producir frutas
frescas para consumo o para exportación, sino además aceites esenciales puede
producirse también:
produce la materia prima para la industria del cítrico, en forma
de jugos enlatados: jugos —o ya no
serian jugos—, es decir, cítricos, polvo de cítricos, el jugo
deshidratado: confituras, infinidad de
cosas se puede hacer. Pero, además, deja
un subproducto. La tendencia actual en
el mundo es al aumento del porcentaje de cítricos industrializable. Y, naturalmente, nosotros que estamos
llamados a exportar estos cítricos a grandes distancias, una gran parte de
estos cítricos tendrán que industrializarse.
Y ya en estos momentos, en la Junta Nacional de Planificación están
estudiando todos los proyectos relacionados con la industria que deberá
instalarse.
Y las siembras de los cítricos prácticamente se
finalizarán en el próximo año. Deberemos
tener aproximadamente no menos de 2 500 caballerías el próximo año. Parejamente se van haciendo las obras. Naturalmente que lo que importa es que cuando
estén en producción ya esas plantaciones, se pueda disponer de agua para todas
ellas. El cítrico es un cultivo
altamente productivo, es decir, que puede producir muchos valores en
relativamente poca superficie, puesto que es un cultivo que requiere mucho
trabajo.
Habrá en Isla de Pinos unas 4 000 caballerías de
pasto, de 2 500 a 3 000 de cítricos —que
esto está en dependencia de todos los estudios que se están haciendo y de las
posibilidades definitivas de agua— y además algunos cientos de caballerías de
otras frutas tropicales.
Esa es la perspectiva de este plan, que ya
prácticamente en la parte agrícola estará finalizado para el próximo año.
Quedan todavía muchas cosas que hacer en esta
región. La parte agrícola a considerar
en Isla de Pinos es la parte norte, es decir, unas 8 500 caballerías de tierra. Pero hacia el sur hay una zona rocosa de 5
000 caballerías no aptas para la agricultura.
Nosotros consideramos que ya ha sido vencida esta etapa de la solución a
los problemas agrícolas y de agua de toda la región no rocosa de la Isla, los
consideramos prácticamente resueltos.
Naturalmente que se necesitan más equipos aquí para acelerar aún más
todo el programa de obras hidráulicas de Isla de Pinos: los compañeros del instituto tienen el
esquema prácticamente completo, y necesitan —naturalmente— más recursos para
acelerar el ritmo de las construcciones.
Pero ya estamos pensando en otras soluciones para un
futuro más o menos lejano. Y a ese
efecto, con los compañeros que dirigen el plan de la Isla, hemos hecho un
pequeño experimento que es cómo convertir una hectárea de roca en hectárea de
suelo agrícola. Y el experimento parece
que está dando bastantes buenos resultados.
Se hizo, naturalmente, un poco violentando el proceso. La naturaleza necesita cientos de miles de
años en ocasiones para convertir la roca en zona agrícola, y no podemos esperar
tanto tiempo; se nos va a acabar el trabajo aquí en esta parte de la Isla y no
vamos a tener nada que hacer en el resto.
Y entonces con la ayuda de los zapadores del ejército, barrenando la
roca e introduciendo dinamita, triturando la roca e incorporándole 1 500
toneladas de turba a la hectárea, se ha creado una magnífica hectárea de suelo
agrícola, y a un costo relativamente reducido (APLAUSOS).
Es decir que técnicamente es posible convertir en
suelo agrícola la roca. En esta región
tenemos grandes cantidades de turba, en zonas de lago. Al sacar la turba de las lagunas aumentamos
la capacidad de embalse de agua de esas lagunas, y llevamos la turba a la roca
triturada y del resto de ello se encargan los cultivos que allí se plantan,
porque entonces las raíces y todos los fenómenos microbiológicos contribuyen ya
a terminar de hacer el resto del trabajo sin tener que esperar 100 000 años.
El compañero Faustino mencionó aquí otra obra, que
pasó casi disimuladamente, como es el problema de los embalses de las primeras
bahías; y ya el año que viene vamos a trabajar en el primer embalse que es el
de la Bahía de Manatí. Pero si hace dos
años alguien hubiese hablado de embalsar la Bahía de Nipe aquí, algunos habrían
pensado: “Están
locos estos señores.” Y hace apenas un año le pedimos la cooperación a la
escuela de geografía de la Universidad de La Habana para estudiar las
posibilidades de embalse de la bahía. Y
la escuela de geografía, conjuntamente con el Instituto de Recursos
Hidráulicos, han estudiado estas posibilidades, y han llegado a la conclusión
de la posibilidad a un costo relativamente bajo de embalsar no toda la bahía,
sino una parte de la bahía, con capacidad para unos 300 millones de metros
cúbicos de agua.
Muchas veces el problema de un embalse es buscar lo
que ellos llaman “el vaso” del embalse.
Pero una bahía ya es un “vaso” natural, ya no quita tierra, aunque
nosotros no lamentamos la tierra que hay que ocupar por los embalses, porque si
hay que sacrificar una extensión de 10 caballerías, 20 caballerías, para darle
agua a 400, es lo más razonable que puede hacerse. Esto aparte de que en estos embalses se
pueden criar peces; es decir que se pueden producir alimentos en esa misma
extensión.
Así es que ya hemos llegado a la conclusión de la
posibilidad de hacer un embalse en la Bahía de Nipe, y es propósito de la
Revolución realizar esa obra. Es decir
que ya en Cuba se empiezan a llevar a cabo algunas
obras de transformación de la naturaleza.
Y en esta isla —y hablo para ustedes principalmente—
quedan muchas cosas por hacer. Entre
otras cosas, ya hace dos años se ordenó la compra de dos ferries, es decir, la
construcción de dos ferries; ya están los ferries y ya no alcanzan, y son
ferries grandes. Así es que tenemos tres
transportes y no alcanzan. Y ya los
compañeros del MICONS llevan algún tiempo estudiando los proyectos para en un
futuro construir una carretera (APLAUSOS).
E incluso les voy a decir algo más, esto simplemente es un poco
hipotético, pero hay un grupo de compañeros de la escuela de geografía, de la
Academia de Ciencias, de la escuela de ingeniería —un grupito de compañeros muy
entusiastas de estos organismos: la
universidad, la Academia de Ciencias, MICONS, en cooperación con el Instituto
de Oceanografía, que también pertenece a la Academia de Ciencias, es decir,
distintos departamentos de la Academia de Ciencias— estudiando geológicamente
toda esta región que está entre Isla de Pinos y La Habana; es decir, están
estudiando si es posible que algún día en este espacio que está entre La Habana
e Isla de Pinos de mares muy poco profundos se puedan construir los diques
pertinentes y desecar toda esta región (APLAUSOS).
Ellos están estudiándolo. Yo soy un indiscreto, puesto que he hablado
de esto. No es que sea una cuestión
mala, sino que como es una cosa atrevida y audaz, mientras menos gente se agite
por eso, mejor; porque basta una idea y siempre surgen los enemigos de las
ideas. Y por eso es mejor desarrollar
las ideas primeramente, y luego ya sobre una base sólida sacar las conclusiones
de si se puede o no se puede. Pero dicen
que siempre se puede más y quizás se pueda.
Todos estos estudios se están haciendo de todas las
posibilidades naturales de nuestro país, y ya ven un argumento más. Si esto llega a ser posible un día, ya
ustedes no le podrán llamar a este lugar isla, ya tendrán que quitarle lo de
isla. Y si ustedes se ponen viejos, no
podremos decirle tampoco Isla de la Juventud (EXCLAMACIONES). Pero no es ese el argumento principal. Antes de abordar este argumento con el que
voy a terminar hoy, quería decirles que el Instituto de Recursos Hidráulicos va
a entrar ahora en la fase de “vacas gordas”.
Es decir que va a disponer de una buena cantidad de recursos; esos
recursos no son recursos hipotéticos, están en camino.
Ha recibido primordial atención el problema de la
construcción de caminos, la puesta en producción de nuevas tierras y el
problema hidráulico. Ya a partir del
próximo año una gran parte de las máquinas para los planes agrícolas que
ingresen en el país irán para los trabajos hidráulicos. Y no solo eso: en el año 1969 una gran parte de todas
las máquinas que están trabajando en desbrozamiento de tierra pasarán también a
los trabajos hidráulicos. Pero ya en el
próximo año, segundo semestre, habrá unos 400 nuevos buldóceres trabajando en
obras hidráulicas y unos 700 camiones (APLAUSOS). Para el año 1969 esta cifra se elevará en el
segundo semestre de 1969 a 700 buldóceres, 1 500 camiones, los equipos
suplementarios, y a esto habrá que añadirle los equipos de perforación de pozos
profundos y los equipos de relay, más unos 300 buldóceres destinados hoy a la
agricultura también. En total habrá unos
1 000 buldóceres de los cuales 700 estarán concentrados en grandes brigadas,
con lo cual pensamos lograr una productividad extraordinariamente alta de esas
máquinas. Pensamos obtener la
cooperación máxima del ejército en la organización de estas brigadas. Van a ser brigadas con todos los equipos, con
todos los medios de comunicación, y con todo un sistema de organización que en
mi opinión elevará la productividad por lo menos cuatro veces sobre la
productividad que se puede obtener actualmente.
Esas son las perspectivas. Necesitamos hacer veinte veces lo que se está
haciendo, y debemos tratar de hacerlo en un tiempo no mayor de la edad que
cumple hoy el Instituto Hidráulico. En
los próximos cinco años nosotros debemos tratar de hacer ese trabajo hidráulico
veinte veces superior al que se está haciendo ahora.
Esto implica, como me explicaban los técnicos
búlgaros, el problema del establecimiento de las industrias sobre todo para
construir los materiales para los sistemas de regadío, el problema de las
tuberías. Porque hay que decir que por
ejemplo con este embalse para irrigar unas 5 000 hectáreas de cítricos ya será
un sistema de los más modernos del mundo, con tuberías, como si fuese un jardín
de los que se riegan por aspersión. Será
riego por aspersión, con tubos conductores desde los embalses hasta todos los
rincones de las plantaciones de cítricos.
Es decir que será una cosa muy moderna.
Y nosotros aspiramos a realizar todos los trabajos hidráulicos con este
mismo criterio no solo de cantidad, sino de calidad.
Y hay que establecer una base industrial. Afortunadamente, parece que disponemos de una
materia prima importante, que es el asbesto cemento; porque, según el estudio
del Instituto de Mineralogía, han aparecido algunos yacimientos de asbesto, y
este es el tipo de tubería que se está empleando aquí. Esto requiere un inmenso trabajo, y tenemos
el propósito de hacer el esfuerzo pertinente para lograr cumplir esos
objetivos.
La tarea más importante del Instituto, y en la cual
deberán concentrar una gran parte de los recursos de que hoy disponen, es la
cuestión de los proyectos. En este
momento el Instituto lleva una ventaja en proyectos sobre medios de
construcción de los proyectos. Esta
ventaja durará este año y el año que viene.
Es posible que en 1969 la cantidad de recursos disponibles para la
construcción hayan emparejado con los proyectos. Nuestra esperanza es que no, nuestra
esperanza es que la ventaja que ellos llevan en proyectos se mantenga por
encima de las máquinas, no sea que en un momento dado no se puedan emplear al
máximo todas esas máquinas porque los proyectos no estén suficientemente
adelantados.
El compañero Faustino hablaba de algunos reveses, de
algunos fallos en algunas obras; y eso es una cosa muy lógica. No nos preocupa seriamente eso, porque cuando
se trabaja frente a la imperiosa necesidad de resolver los problemas de un país
subdesarrollado, cuando se imprime una gran dinámica, es lógico que tenga que
haber algún proyecto que no sea perfecto, que haya algún problema, alguna
cosa.
En realidad, si se tiene en cuenta todas las obras que
se han hecho, es una insignificancia aquellos casos en que, producto de la
falta de cuadros y de la inexperiencia inicial, tuvieron lugar algunos
fallos.
El propósito de represar hasta la última gota y
aprovechar hasta la última gota también de agua disponible en el manto
subterráneo se llevará a cabo.
Un país que aspire a resolver de una manera adecuada
los problemas de la agricultura, resolver las necesidades del desarrollo, no
puede estar dependiendo —como decíamos— de los imponderables y del tiempo, del
clima. Y realmente ya nos duele el
cuello de mirar para el cielo, todos los días mirando si hay nubes, si llueve,
si no llueve.
Este año ha sido un año angustioso, un año en que se
ha realizado un inmenso esfuerzo en la fertilización: sin embargo, ha sido un año en que en
algunas provincias la sequía se ha prolongado en plena primavera más de dos
meses, y ha sido una cosa angustiosa. Y
todos los compañeros que trabajan en el campo siempre mirando el tiempo.
Y realmente no se puede trabajar en esas condiciones,
no se pueden aplicar las técnicas de manera adecuada, se corren grandes riesgos
dependiendo exclusivamente de las lluvias: los propios planes de siembras, la
programación del trabajo se hace muy difícil.
A veces se acumula una inmensa cantidad de trabajo porque se tarda en
llover un mes y, de repente llueve a lo largo y ancho del país en todas partes. Y entonces se acumula una gran cantidad de
trabajo que es imposible de enfrentar.
Por eso, nosotros nos liberaremos absolutamente del
imponderable del tiempo, y podremos tener una agricultura absolutamente segura
y altísimamente tecnificada. Esas son
nuestras perspectivas, marchamos en ese camino.
Dominaremos y controlaremos los ríos, impediremos las inundaciones, nos
liberaremos de las sequías y descansaremos el cuello de estar mirando para el
cielo. Eso en el aspecto general.
Y los compañeros del instituto saben que estas son las
metas que nos proponemos, y sabemos que ellos tienen en tensión sus fuerzas con
vistas a lo que se avecina.
Pero aquí han estado presentes no solo los
trabajadores hidráulicos, los obreros de vanguardia del Instituto Hidráulico,
los obreros que han participado en estas obras, sino que estamos aquí con la
nutrida presencia de las columnas juveniles agropecuarias (APLAUSOS) y los estudiantes de los institutos
tecnológicos (APLAUSOS) que, como
ustedes pudieron apreciar, se sorprendían de que no llamáramos inicialmente la
“Isla de la Juventud” a esta isla.
Ellos naturalmente querrán saber algunas cosas de esta
isla y, entre otras cosas, por qué decíamos eso.
No quiere decir que nosotros en ningún sentido vayamos
a minimizar los méritos de los compañeros que están aquí, muchos de los cuales
estaban en el acto de Santiago de Cuba, y nosotros reconocimos allí con toda
justicia el magnífico espíritu de trabajo y el entusiasmo revolucionario que
caracteriza a nuestros jóvenes (APLAUSOS).
Pero, ciertamente, si se le llama a esta isla “Isla de
la Juventud” tendría que ser con un carácter todavía provisional, en primer
lugar; en segundo lugar, como expresión de una intención, como un objetivo,
como una meta, como un ideal. Pero
todavía no se le puede llamar a esta isla “Isla de la Juventud” en el sentido
real de la palabra.
Nosotros a veces hemos leído las cosas que se escriben
sobre Isla de... ¡Isla sin nombre! (RISAS)
Algunos de nuestros compañeros que trabajan en la prensa a veces hacen
trabajos muy buenos y a veces hacen trabajos muy malos. Nosotros hemos conversado con algunos
compañeros periodistas, porque muchas veces se va a lo superficial, muchas
veces se va a las anécdotas sin trascendencia, rozan los problemas. Y durante un tiempo vimos que en la prensa se
ensalzaba mucho las cosas festivas de esta Isla: que si hubo tal fiesta, si hubo tal
cosa, si se hizo esto.
Y me preguntaba: ¿Acaso vamos a conquistar a nuestros
jóvenes ofreciéndoles fiestecitas?
¿Vamos a conquistar a nuestros jóvenes ofreciéndoles cosas alegres? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿O recién debemos despertar en nuestros
jóvenes el sentido del heroísmo, del trabajo y el sentido de la gran obra que
hay que hacer aquí, de la gran tarea que hay que desarrollar aquí? (APLAUSOS)
Puesto que aquí se está haciendo, pero habrá que hacer en un grado
mayor, una verdadera revolución de la naturaleza.
Y me parece que es subestimar el temple de nuestros
jóvenes, subestimar su entusiasmo y su magnífica potencialidad revolucionaria
—a más de ser una prueba de ignorancia— el pretender atraer o entusiasmar a
nuestros jóvenes sin presentarles el verdadero móvil, lo que a nuestro juicio
es mil veces más atractivo para un joven.
No quiere decir esto, ni mucho menos, que nuestro
concepto de la tarea de la juventud vaya a estar reñido con la alegría, con el
espíritu de los jóvenes. ¡No! Lo que realmente nos parecía extraño, nos
parecía inapropiado, que se desconociese el otro aspecto del joven. Porque el joven no solo es lógico que sea
alegre y es justísimo que busque la alegría en todo lo que haga; pero sobre
todo los jóvenes deben tener presente y deben ser atraídos, y a la larga serán
atraídos, por las grandes empresas, por las grandes tareas, por las grandes
obras.
Y ciertamente en esta parte de nuestra patria hay una
gran obra que hacer y una magnífica oportunidad y posibilidad de realizarla;
una obra en lo geográfico revolucionaria, en lo técnico revolucionaria y en lo
social revolucionaria. Una zona
prácticamente virgen, en grado alto subhabitada, donde se presenta un campo de
acción magnífico para nuestros jóvenes.
Y nosotros creemos que esa frase de “La Isla de la
Juventud” no puede ser una frase sin sentido.
Nosotros creemos que no ha de ser ofensivo lo que se presencie y se
exhiba. ¿Que hay una fiesta? Es natural que haya una fiesta. ¿Que se organizó un lugar donde ir a
pasear? Es natural que se organice. Pero no creo que se necesite hacer publicidad
fundamentalmente a base de eso. Muchas
obras se han hecho en los últimos tres meses, unas 100 obras de carácter
social, para resolver las necesidades de una población creciente y de una masa
de jóvenes que hay aquí. Mas, sin
embargo, no es una peluquería que se inaugure o una barbería, o un lugar donde
puedan ir a bailar por las tardes un domingo.
No. ¡Es la obra que esta juventud
está realizando aquí, y sobre todo la obra que esta juventud tiene que realizar
aquí; la magnífica, la atractiva, la apasionante, la formidable obra que aquí
hay que hacer!
Y realmente, si estuviera en el lugar de ustedes, lo que
me atraería, y lo que estoy seguro atrae a todo joven verdaderamente
revolucionario, es esa obra que aquí tenemos que hacer.
Esa obra apenas ha comenzado. Decía que en el orden agrícola, en las
plantaciones de las pequeñas maticas de cítrico y en los pastos, estamos
avanzados; en ese orden se ha hecho algo.
Pero está por delante la tarea de transformar toda la ganadería, de
lograr aquí animales de óptima calidad en la producción de leche y de carne;
está la tarea de aplicar la técnica al máximo en todas estas plantaciones, de
ponerlas a producir, de lograr los máximos rendimientos por hectárea, los
máximos rendimientos por metro cúbico de agua; está la tarea de seguir
revolucionando la naturaleza de esta Isla, de poner en producción las tierras
rocosas del sur, de poner en comunicación esta parte del país con el resto;
está —como les decía—, incluso, la fabulosa posibilidad de que un día muchas de
esas zonas cubiertas de agua sean también tierras agrícolas y productivas.
La humanidad tiene necesidad de estas soluciones. La humanidad crece, la humanidad se
multiplica; y no crece, sin embargo, la superficie. El hombre tendrá que hacer todo lo necesario
para incrementar la productividad por superficie, poner el máximo de las
tierras o de la superficie en producción, aprovechar todos los recursos
naturales, aprovechar todos los recursos de la ciencia; puesto que solo quienes
no sean revolucionarios, quienes no tengan la menor idea de las posibilidades
de la inteligencia y de la voluntad del hombre, podrán concebir un mundo en que
la humanidad se muera de hambre.
Y desde luego —como nosotros decíamos en Gran Tierra—
dos cosas son imprescindibles: revolución y técnica. Y lo que nosotros hagamos aquí no solo será
útil para nosotros, sino que serán experiencias que algún día podrán ser útiles
también a otros muchos pueblos que tengan que resolver problemas
similares.
Aquí la juventud debe darse a la tarea de revolucionar
la naturaleza. Pero, además, en el orden
social, ¿cuál es el objetivo, cuál es el ideal de esos contingentes de jóvenes
que se mueven hacia acá? ¿Cuál debe
ser? (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE: “¡Trabajar!”) ¿Y solo trabajar? ¿Cuál debe ser en el orden social? ¿Qué tipo de vida creen ustedes que debe ser
la vida de los hombres y mujeres que vivan en esta región del país? ¿Por qué no aspirar a convertir también esta
región en la primera región comunista de Cuba?
(APLAUSOS)
Propongámonos no solamente revolucionar la naturaleza,
sino revolucionar aquí también las mentes, revolucionar la sociedad, puesto que
aquí se presentan condiciones objetivas que hacen factible eso, por ser una
región muy poco poblada, por ser una región que adquirirá un tremendo
desarrollo técnico, por ser una región donde se reúne para trabajar y para
crear un numeroso contingente de entre los más entusiastas de nuestros
jóvenes. Propongámonos convertir también
esta región —en un futuro, más adelante, pero desde ahora proponiéndonos ese
objetivo— en un gran centro experimental social, y donde nos propongamos resolver
en la medida de lo posible, como vanguardia de nuestro pueblo, los problemas
que implica la idea de crear una sociedad comunista.
Y estos grandes objetivos históricos de revolucionar
la naturaleza y revolucionar la sociedad, estoy seguro de que contarán con la
atracción y despertarán más que nada el interés de nuestros jóvenes.
Y es por eso, compañeros y compañeras, que si todavía
esta frase de “Isla de la Juventud” no tiene ese contenido, ¿por qué llamarla
“Isla de la Juventud”? Llamémosla “Isla
de la Juventud” cuando la juventud con su obra haya hecho algo grande, haya
revolucionado aquí la naturaleza y pueda exhibir el fruto de su trabajo, haya
revolucionado aquí la sociedad.
No solo se concentrarán muchos jóvenes, sino que,
entre la antigua prisión —que se construyó en 1927 y que ya no existe como tal
prisión en esta Isla (APLAUSOS)— y en los distintos campamentos que se están
construyendo, estudiarán no menos de 20 000 jóvenes de los institutos
tecnológicos (APLAUSOS), que realizarán estudios ya no solo sobre ganadería,
sino también sobre conservación de suelos, sobre problemas de hidráulica, sobre
problemas de maquinarias; es decir que aquí en esos institutos se
especializarán esos jóvenes en distintas cuestiones de este tipo.
Se hablaba de un cierto número de estudiantes en los
tecnológicos para cuestiones de regadío, y creemos que 1 000 son pocos. De la misma manera que es pequeño el
Instituto de Cítricos —estamos trabajando para no menos de 100 000 hectáreas de
cítricos—, es necesario que el número de estudiantes para especializarlos en
las plantaciones de cítricos en esta región, naturalmente no solo para trabajar
aquí sino para trabajar en todo el país, sea el de varios miles. Ya tenemos más de 20 000 estudiantes en
cuestiones de ganadería.
Aquí se pudieran repartir las materias o las
enseñanzas en una cuestión nueva que surge, en una técnica muy revolucionaria,
que es el problema de la conservación y mejoramiento de los suelos, tipo de
técnicos de los cuales nuestro país necesitará decenas de miles; porque no se
trata solo de cómo aprovechar el agua de la irrigación, sino cómo conservar y
aprovechar de manera óptima las tierras sin irrigación, cómo prepararlas, para
que reciban y almacenen y puedan proveer a las plantas de las mayores cantidades
de agua posible. Se necesitan técnicos
hidráulicos, se necesitan técnicos en maquinarias.
Este plan de los institutos tecnológicos alcanzará la
cifra de 100 000 estudiantes en el año 1970.
Estos institutos tecnológicos se integrarán también al mismo plan que el
de los institutos preuniversitarios del Ministerio de Educación; es decir que
serán centros militares también de enseñanza tecnológica (APLAUSOS). De manera que ya se irán equiparando
estudiantes que llegaron a la enseñanza tecnológica a través de la escuela
primaria y de estudiantes que ya, muchos de ellos adultos o jóvenes, se han
integrado en los institutos tecnológicos a través de los planes que comenzaron
con la alfabetización y continuaron por los estudios ulteriores; es decir, planes
que han creado las facilidades para que los obreros, los que no tenían dos
años, tres años cuando triunfa la Revolución, puedan disponer también de la
oportunidad tan necesaria para el país de adquirir los conocimientos técnicos.
Naturalmente que los estudiantes de procedencia obrera
se especializarán fundamentalmente en las cuestiones relacionadas con la
agricultura en todos los aspectos, desde la maquinaria, la irrigación y en
todas las cuestiones que tienen que ver con el desarrollo agrícola.
Por eso debemos contemplar, aprovechando las
facilidades de esta región, el elevar la escuela correspondiente a los estudios
de cítricos y las escuelas correspondientes a los estudios de hidráulica, de
manera que haya una proporción más o menos igual de estudiantes sobre
cuestiones de ganadería, sobre cuestiones de cítricos, de mecanización de la
agricultura y de conservación y mejoramiento de los suelos.
Aquí se dan posibilidades reales por todos los planes
de crear magníficos institutos tecnológicos acerca de esas materias, de manera
que se integre esto con todos los demás institutos tecnológicos de este tipo
que existen en el país y que se crearán en los años venideros teniendo en
cuenta las necesidades y los planes de la Revolución.
Entendemos que será un trabajo fundamentalmente de
nuestra juventud. Y por eso nuestra
juventud, más que una isla suya, tiene delante la posibilidad de hacer suya
esta isla. Y si nuestros jóvenes están
en esa actitud, podemos provisionalmente llamarla “Isla de la Juventud”
(APLAUSOS); pero Isla de la Juventud con un gran contenido ideológico, con un
gran contenido técnico, con un gran contenido social, y en prueba de la
confianza que realmente tenemos de que nuestros jóvenes serán acreedores al
derecho —ya no provisional sino definitivo— de llamar a esta región de nuestro
país Isla de la Juventud (APLAUSOS).
Por último, compartimos plenamente las palabras
internacionalistas del compañero Faustino, expresando las razones, y además de
las razones la satisfacción y el orgullo, de que este embalse lleve el nombre
de “Viet Nam Heroico” (APLAUSOS). Y, a
la vez, la magnífica idea de que el embalse que ellos inaugurarán mañana lleve
el nombre de ese joven valeroso y heroico que bien merece, por su actitud y su
conducta, llevar el calificativo de héroe de la revolución latinoamericana: Antonio Briones
(APLAUSOS).
Muchas gracias también a los artistas de la
canción-protesta por su magnífica cooperación en este acto de hoy
(APLAUSOS).
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)