DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE
CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y
PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DEL III CONGRESO
NACIONAL DE LA ANAP, EN EL INSTITUTO TECNOLOGICO “RUBEN MARTINEZ VILLENA”, EL
18 DE MAYO DE 1967.
(DEPARTAMENTO
DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL
GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
(LOS ASISTENTES AL ACTO COREAN: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales
duro!”)
Compañeros invitados;
Compañeros delegados al III Congreso de la ANAP:
A los yankis hay que darles duro en muchas cosas
(EXCLAMACIONES) ¡Pero también hay que
darles duro en la agricultura! (APLAUSOS
Y EXCLAMACIONES) Darles duro en la
agricultura a los yankis es derrotar el arma principal, o una de las armas principales,
que ha estado empleando contra nuestra Revolución, que es el arma del bloqueo
económico, es decir, el arma del hambre.
Por eso, como ya nuestro Comité Central
expresó en la declaración publicada hoy su opinión sobre problemas políticos
internacionales, esta noche vamos a hablar aquí de los problemas agrícolas
(APLAUSOS). Es una magnífica forma de
darles duro a los yankis.
Han transcurrido un poquito más de ocho años desde el
triunfo de la Revolución, y creemos que después de ocho años tanto ustedes los
campesinos, como nosotros los dirigentes de la Revolución, estamos en
condiciones mejor que nunca de hablar y de entendernos. Porque los campesinos saben ya de revolución
mucho más de lo que sabían hace ocho años, y los dirigentes de la Revolución
sabemos un poquito más de agricultura de lo que sabíamos hace ocho años.
Y si ustedes saben mucho más de política
y nosotros sabemos un poquito más de agricultura, es realmente fácil que
podamos entendernos.
No quiere decir esto que nosotros también supiéramos
de política al principio de la Revolución.
Hay que decir que hemos tenido también que aprender bastante en este
trecho de ocho años.
¿Era fácil acaso entenderse en aquellos
primeros tiempos? No, no era
fácil. Ustedes sabían poco de política,
nosotros también sabíamos poco —cuando hablo de política me refiero a la
política revolucionaria—; nosotros no sabíamos de agricultura y ustedes sabían
más que nosotros, pero también muy poco de agricultura. En definitiva, espero que no se pongan bravos
porque les diga eso (EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”). Incluso, todavía sabemos
poco.
Ya sé que se levanta uno y dice: “Yo soy un experto en esto”; y se levanta
otro y dice: “Yo soy experto en esta
otra cosa.” Hay algunos expertos, no
hay que dudarlo; hay algunos agricultores muy buenos, que saben unos de tabaco
bien, hay otros que saben de caña bien, hay otros que saben de cítricos, hay
otros que saben de ganado. Pero cuando
hablamos de saber nos estamos refiriendo en general a los conocimientos de la
gran masa, nos estamos refiriendo a los conocimientos de la inmensa
mayoría.
Pero no es en este momento que voy a
hablar de esos problemas, sino que quiero más bien referirme al problema que
hacía difícil que pudiéramos entendernos bien.
Entre los campesinos había siempre, desde el principio, una gran
confianza en la Revolución; es decir que la fe en la Revolución nunca faltó en
los campesinos. Lo que no se sabía, el
problema acerca del cual había en el mundo relativamente poca experiencia, el
problema que incluso no había sido resuelto de una manera cabalmente
satisfactoria en el mundo, era el problema de las reformas agrarias.
¿Qué era una reforma agraria? Todavía en el mundo se habla mucho de reforma
agraria, cada uno tiene una concepción distinta de la reforma agraria. Pero es el hecho de que a nuestra joven
Revolución se le planteaba en el problema de la agricultura una de las tareas
más difíciles: ¿Cómo hacer la reforma
agraria?
Había quienes decían: “Pues es muy fácil: repartir toda la tierra.” Incluso hasta aquel momento el concepto más
generalizado en el país de cómo hacer una reforma agraria era el concepto de
repartir toda la tierra.
Y realmente, hoy vemos con toda claridad
que aquella idea era una idea que habría correspondido perfectamente dentro de
una sociedad capitalista. Porque en
aquella sociedad capitalista era imposible desde todo punto de vista hacer con
la tierra, desde el punto de vista técnico y productivo, lo que se puede hacer
cuando se emplean con ese fin todos los recursos de la nación. Habría sido además, inicialmente, la más
fácil de todas las reformas agrarias:
tantos miles de caballerías, tantos campesinos u obreros agrícolas que
están sin tierra. ¿A cómo se
reparte? ¿A una caballería? No alcanza.
Había cientos de miles de personas residentes o trabajadoras de las
zonas rurales que querían tierra. ¿A
media caballería? No alcanzaba. ¿A un cuarto de caballería? ¿A un octavo de caballería? Nos referimos, desde luego, a caballerías
agrícolas; no se trataba de repartir el Pico Turquino, o Cayo Romano, o Cayo
Largo, o la Ciénaga de Zapata, sino de tierras agrícolas a un octavo de
caballería.
Y un octavo de caballería, si nosotros
hubiésemos repartido la tierra a razón de un octavo de caballería... Hoy se puede decir, hace cinco o seis años no
se podía afirmar tan categóricamente, pero si hubiésemos repartido la tierra a
un octavo de caballería esta Revolución habría ido al abismo. Y, claro, como no íbamos a ir al abismo,
entonces hubiera surgido lo contrario:
la necesidad de empezar a reunir todos los octavos de caballería otra
vez; porque cuando llegara la hora de emplear una máquina, una combinada,
aplicar todo un sistema hidráulico o un avión para fumigar o fertilizar, habría
sido desde todo punto de vista imposible.
Y, naturalmente, ahora lo sabemos. Cuando nos ponemos a cultivar la tierra,
cuando ampliamos la superficie de tierra cultivable, cuando aumenta el número
de vacas a ordeñar, cuando aumentan las arrobas de caña a cortar, cuando aumentan
los quintales de café a recoger, faltan brazos; y entonces surge la necesidad
de la máquina. Y, desde luego, no
habríamos podido aplicar la máquina, y la propia necesidad de la aplicación de
la técnica nos habría llevado a un proceso a la inversa si hubiésemos comenzado
por repartir la tierra.
¿Qué solución buscó nuestra
Revolución? El campesino, el que ya
desde años viene trabajando la tierra, el que está acostumbrado ya a esa forma
de trabajo y a esa forma de producción y que está pagando rentas, o que está
pagando tercería, o que está pagando el 50% —todas aquellas formas de
explotación que había con relación al campesino—, ese campesino ya está
habituado a esa forma de trabajo, a ese campesino le gusta esa forma de
trabajo, ese campesino tiene toda su mentalidad adaptada a eso. Dejemos a ese campesino ahí, liberemos a ese
campesino del pago de la renta, es decir, de la explotación, y comencemos a
darle a ese campesino todos los servicios posibles educacionales, médicos,
créditos, comunicaciones, en fin, todas las cosas que esté a nuestro alcance
brindar.
¿Pero por qué convertir un obrero
agrícola, por qué convertir un trabajador, que un día puede ser un trabajador
de la tierra con la ayuda de las grandes máquinas y con la ayuda de la técnica,
en un propietario minifundista de tierra?
Porque vamos a distinguir: hay el
campesino que tiene 10 hectáreas, ó 20 hectáreas, y que puede desarrollar un
cultivo; hay infinidad incluso de trabajadores que tienen un pedacito aquí,
otros tienen un pedacito allá, y en realidad son cultivos de
autoabastecimiento.
Fue por eso que la Revolución decidió no
repartir los grandes latifundios. Esta
no era una tarea fácil, esto no era una cosa fácil de comprender. Los burgueses decían: “Vean, el Estado se apodera de las tierras;
vean, ahora van a ser asalariados del Estado.”
Luego, como había campesinos de todos los
tamaños de tierra, siempre cuando se hacía una reforma agraria, trataban de
sembrar el miedo.
Naturalmente, fue imprescindible hacer
una segunda reforma. ¿Y por qué fue
imprescindible? Porque una gran parte de
esos propietarios de tierra que tenían todavía 20, 25, 30 ó 40 caballerías, la
inmensa mayoría tenía una actitud de saboteo prácticamente a la
producción. Fue necesario hacer la otra
reforma agraria.
¿Qué hicieron entonces? Empezaron a decir: “No, después les toca a ustedes
también.” Entonces la Revolución declaró
—y esta Revolución se ha caracterizado porque siempre lo que ha dicho lo ha
cumplido, se ha caracterizado por su seriedad y por su palabra—, dijo: “No habrá más reformas agrarias.” (APLAUSOS)
Y sencillamente hasta ese momento duró el proceso de leyes y de reformas
agrarias.
Muchas cosas y muchos argumentos
empleaban los burgueses en general y los terratenientes. Le decían al campesino: “Esto es socialismo, y como es socialismo te
van a socializar la tierra.” Nosotros
veníamos y les decíamos a los campesinos:
“Esto es socialismo, y porque es socialismo no te vamos a socializar la
tierra.” (APLAUSOS) Porque el socialismo es una concepción
realista, científica, de la sociedad, y porque el campesinado pobre y explotado
es precisamente un aliado de la clase obrera.
Y puesto que el campesinado pobre y explotado es un aliado de la clase
obrera, a ese campesinado hay que tratarlo como revolucionario, hay que
tratarlo como compañero, hay que tratarlo como amigo, hay que tratarlo con
todas las consideraciones políticas que merece (APLAUSOS).
Porque, ¿qué es una revolución? La revolución social es la unión estrecha de
todos los explotados contra los explotadores.
Y un campesino que trabajaba su tierra y estaba pagando rentas y
montones de cosas era un explotado, ese campesino no explotaba a nadie, ese
campesino trabajaba con sus brazos la tierra y era explotado, ese campesino
tenía que ser necesariamente el aliado de la Revolución. Y en nuestra Revolución en especial, el
campesinado jugó un papel muy importante, porque los primeros focos
guerrilleros comenzaron a formarse precisamente en las montañas, entre los
campesinos (APLAUSOS).
Y los argumentos de los reaccionarios,
tratando de sembrar el miedo y la confusión, pudieron haber influido a algunos,
pero creo que a estas horas ya no hay un solo campesino que se deje o se pueda
dejar engañar por ninguno de esos cuentos de camino, y por eso podemos hablar
este lenguaje en que nos entendemos perfectamente bien, con toda franqueza
(APLAUSOS).
Creemos que la solución de la Revolución
fue muy buena, tanto cuando tomó la decisión de no repartir los latifundios,
como cuando tomó la decisión de respetar el modo de producción de los
campesinos pobres de la forma en que lo venían haciendo, y no haber hecho jamás
ningún intento de socializar precisamente a los campesinos pequeños
(APLAUSOS).
Y nosotros en especial recomendamos: no se fomenten las cooperativas. ¿Por qué?
Porque se empiezan a fomentar las cooperativas y va a prosperar —es
decir, me refiero no a las cooperativas de créditos y servicios que todos
ustedes conocen y tienen organizadas, sino al problema de unir las tierras—, si
eso se hace va a prosperar la campaña, la mentira de que se les quiere
socializar las tierras a los campesinos.
Y desde luego que es incuestionable que
una porción de tierra grande facilita mucho más la producción y la
productividad. Pero nosotros
decíamos: No importa. En los grandes latifundios hay suficientes
tierras llenas de marabú, llenas de manigua, produciendo ínfimamente, de modo
que se puede incrementar de una manera extraordinaria la producción aunque no
se puede elevar la productividad de la misma forma entre los pequeños
agricultores debido a la parcelación de la tierra.
Hoy vemos con toda claridad que esta fue
la política más correcta que pudo hacerse.
¿Significa acaso que nosotros creamos en
el minifundio? No. Nosotros no creemos en el minifundio. ¿Significa acaso que nosotros pensemos que se
puede llegar a los máximos rendimientos y a la máxima productividad mediante
parcelas pequeñas? No. No significa eso. Significa que la Revolución sigue realmente
una política realista, que la Revolución sigue una política correcta. Y significa, cuando una revolución sigue una
política realista, que parte de las realidades que existen en un país, parte de
las situaciones que existen en un país determinado... Hay algo que a mí me ocurre mucho. Cada vez que recorro las montañas sufro
extraordinariamente. Y sufro
extraordinariamente porque he visto la colosal destrucción que el hombre ha
hecho en las montañas. Cada vez que
recorro la Sierra Maestra, el Escambray, las montañas del Segundo Frente,
muchas de las regiones del país, no puedo menos que sentir dolor de ver cómo el
hombre ha estado destruyendo la naturaleza.
Y esa naturaleza es la naturaleza de la
que tendrán que vivir dentro de 20, dentro de 50, dentro de 100 años, otras generaciones;
es la naturaleza de la que tendrá que vivir el doble, el triple, cuatro veces,
cinco veces, diez veces más población de la que vive hoy. Incluso uno se pregunta: ¿Tiene esta generación de cubanos derecho a
destruir la naturaleza? ¿Tiene derecho a
dejarles a las futuras generaciones la roca pelada? Y uno se responde, naturalmente, que no tiene
derecho.
Pero también se pregunta uno: ¿Tiene acaso ese cubano, ese campesino, la
culpa de haberse visto obligado a tener que realizar ese crimen contra la
naturaleza? ¡No, no! ¿Qué fue lo que obligó a ese ser humano, a
ese hombre a encaramarse en la cúspide de una loma a tumbar el bosque, a quemar
la madera, a sembrar cualquier cosa un año, dos años, mientras venía la lluvia
y arrasaba la capa vegetal? ¿Qué lo
obligó? ¿Fue allí por su gusto? ¿Fue allí conscientemente? Lo obligó un régimen social inhumano, lo
obligó un régimen social de explotación, lo obligó un régimen social
egoísta. Aquel hombre si iba tocando a
cualquier puerta pidiendo trabajo no le daban trabajo. Si tocaba a una puerta a pedir pan para él o
para sus hijos nadie le daba pan ni trabajo.
Aquella sociedad condenaba al hombre a vivir como pudiera, a morirse de
hambre si no podía vivir. Y fue lo que
obligó —a medida que crecía la población— a que grandes masas de hombres fuesen
refugiándose en las zonas montañosas y comenzasen allí, sin recursos ninguno,
sin caminos, sin créditos, ¡sin nada!, a sembrar cualquier cosa para poder
vivir. Desde luego habría seguido
creciendo la población.
Y cuando nosotros caminábamos en las
montañas de la Sierra en los tiempos de la guerra y llegábamos a algunos
lugares verdaderamente inaccesibles y veíamos a un hombre encaramado allá
arriba a 800 metros, con una inclinación de 70 u 80 grados trabajando allí,
veía a aquel hombre haciendo aquel esfuerzo, nosotros nos decíamos: ¡Y cuántas veces se ha calumniado a nuestros
campesinos llamándolos holgazanes, llamándolos vagos, y vean a ese hombre, casi
entre las nubes, casi amarrado allí para poder sembrar cualquier cosa! Y nos decíamos también: ¿Qué pasaría en este país cuando ya estas
pocas lomas que quedan, adonde se ha refugiado el hombre, estén todas ocupadas,
todas desmanteladas, todas erosionadas?, porque entonces no quedaría sino el
mar donde poder refugiarse.
Y cuando la Revolución triunfa ya
prácticamente no había un solo lugar donde las tierras no estuviesen
ocupadas. Aquellos hombres se vieron
obligados, por aquel régimen social, a destruir en buena parte la naturaleza. Claro está, los bosques habían
desaparecido.
Y nosotros vemos, por ejemplo, que uno de
los problemas más serios en nuestros campos es el problema de la vivienda. Serio problema, además, difícil, que
resolveremos porque para eso se están construyendo las nuevas fábricas de
cemento. Pero una tabla para hacer una
puerta, para hacer una mesa, incluso en ocasiones para enterrar a alguien no
aparece. ¡Y cómo va a aparecer! Para explicarse la falta de madera de este
país hay que recorrer las montañas —no ya los llanos donde hace mucho tiempo
que no quedó un árbol—, qué grado de desmantelamiento de esas montañas, qué
grado de desmantelamiento de los bosques.
Porque allí donde no eran tierras buenas para la agricultura, como son
las tierras de Pinares y donde por tanto no habían ido los campesinos, allí
fueron los geófagos, allí fueron los explotadores de la madera, sacaron cientos
de millones de árboles, ¡cientos de millones de árboles!, y no sembraron un
solo árbol.
Seguramente aquí habrá campesinos de la
Sierra Maestra, campesinos de la zona de Alcarraza, de Pico Verde, Pino del
Agua, Pinalito, y seguramente saben a qué tierras me
estoy refiriendo. Son esas tierras por
lo general lateríticas, rojas, donde crece solo el
pino.
Ya en la actualidad nosotros hemos
aprendido incluso a hacer producir esas tierras, como pasa con los Pinares de
Mayarí. Pero naturalmente estas tierras
quedaban desprovistas de bosques y nadie las utilizaba.
Sin embargo —y esto es increíble— en
ocasiones nosotros hemos visto a algunos campesinos tan optimistas que han
llegado y se han puesto en una de esas lomas de Pinares a sembrar viandas, a
sembrar plátanos. Claro que el plátano
ese crece un metro, dos metros y no produce ningún plátano, ni produce ninguna
vianda. En esas tierras realmente lo más
razonable, lo único razonable, es la siembra de bosques. Y eso es precisamente lo que estamos
haciendo.
Les decía que no es que nosotros creamos
en el minifundio como el método ideal de producción; les decía que incluso
aquella sociedad obligó a un uso indebido de la tierra, en muchas ocasiones
obligó a un uso criminal de la tierra.
En los llanos no es que se use la tierra de la forma siempre más
correcta, lo que ocurre es que los efectos de la erosión en el llano son mucho
más lentos y, naturalmente, no ocurre como en las montañas de mucha pendiente,
en que en poco tiempo la capa vegetal desaparece por completo; hay muchas
tierras en los llanos que tienen alguna erosión; pero, en general, los efectos
de la erosión no se producen de la misma forma en el llano.
Nosotros creemos que la forma más
racional, la más productiva, tanto de la tierra como del trabajo, no es la
forma de la parcela; sin embargo, nuestra política fue la de mantener esas
parcelas, nuestra política fue la de no alentar la asociación de esas tierras,
nuestra política fue tener paciencia, luchar por introducir la técnica —aunque
todavía no está suficientemente introducida— dentro de ese modo de producción,
y respetar la voluntad del campesino a producir en la forma en que el campesino
está acostumbrado a producir, en la forma que al campesino le gusta.
Y el campesino tiene su mentalidad,
incluso muchas veces no quiere tener un vecino al lado, se horroriza de la idea
de que lo pongan a vivir en una casa que esté al lado de otra. Hay muchos campesinos que piensan así. No quieren problemas con el vecino, no
quieren líos entre las familias de un vecino y otro vecino, no quieren pleitos;
se sienten felicísimos viviendo solos, viviendo aislados —desde luego, no es la
forma ideal de vivir. Y uno muchas
veces, cuando pasa por alguno de esos lugares solitarios, sobre todo se fija en
dos seres que son los que más sufren eso:
la mujer y los hijos. Son los
dos seres que más sufren el aislamiento en que suelen vivir las familias
campesinas.
Nosotros, incluso, un día de recorrido,
íbamos el compañero Presidente y otros compañeros por un lugar llamado Purial, El Purio, entre Mayarí y
Moa; vimos unas montañas muy inclinadas, unos pinares, estábamos haciendo
algunos planes forestales y nos metimos por uno de esos caminos madereros, y
después de una hora y media, en el lugar más recóndito, más apartado, nos
encontramos un varentierra. De aquel varentierra
de metro y medio de alto salió un hombre, salió una mujer, y empezaron a salir
muchachos allí (RISAS), se parecía a esos circos que todos ustedes han visto,
que a veces de una maquinita chiquitica sale media docena de gente. Y eso pasaba allí. Con nosotros iba un médico, empezó a ver los
muchachos, amarillos, raquíticos.
Empiezan a explicar el problema de los muchachos: que si parásitos, que si lombrices por la
boca. Y desde luego, el compañero médico
vio todo el problema, que era un problema de parasitismo. El lugar donde estaban, lejísimo —por allí no
se le ocurría pasar a ningún vehículo—; llevar aquel muchacho al
hospital... no importa que a 15
kilómetros de allí hubiera un hospital.
Enseguida tomó nota, incluso después se mandó un yipi a que buscara aquellos
muchachos y los llevara al hospital.
Pero el médico decía: “Bueno, de
todas maneras, dentro de unas pocas semanas van a estar igual los
muchachos.” Aquellos muchachos cuando
veían un vehículo se asombraban, ¡imagínense!, en el medio del bosque,
apartado, era un campesino carbonero.
Claro, no todas las situaciones son tan
extremas, pero nosotros siempre nos fijamos en los niños, y vemos el problema
de los niños: no tienen donde jugar,
viven bastante aislados; y el problema de las mujeres: el problema del lavado, la cocina, el agua,
cargarla muchas veces desde muchas distancias —sobre todo en las montañas es
una cosa verdaderamente tremenda.
Es cierto que la vida aislada, esa vida
aislada que muchas veces es la vida que prefiere el campesino, quienes la
sufren fundamentalmente son los hijos y las mujeres de los campesinos. Quiero decir que no es una cosa ideal, pero
desde luego, siempre tiene solución, porque están las escuelas, están los
planes escolares, están los servicios médicos, están las comunicaciones, están
los internados de montaña. En fin, hay
una serie de planes que pueden, aun dentro de esa situación, mejorar
extraordinariamente la situación de la familia y la situación de los
niños.
Pero, en definitiva, nuestra política ha
sido y será de absoluto respeto, absoluto respeto a la voluntad de ese
campesino a trabajar en la forma que estime pertinente, todo el tiempo que lo
estime pertinente.
Nosotros nos decimos: “¿Habrá dentro de 40 años pequeños
agricultores?” Y nosotros decimos: “Si dentro de 40 años hay todavía campesino que
quiere estar solo, aislado, trabajando allí con una yunta de buey, con una
productividad muy baja y quiere estarlo, lo dejamos ahí que esté 40, 50, 100
años (APLAUSOS). ¿Significa acaso que
perdurará eternamente? No. Eso no perdurará eternamente; pero no
perdurará eternamente en virtud de ninguna ley de ningún tipo, no perdurará
eternamente en virtud del increíble, descomunal desarrollo de la agricultura de
este país, de la sociedad cubana, del descomunal desarrollo de la técnica, del
descomunal desarrollo de los programas sociales y de los programas
educacionales. Ya vemos infinidad de
casos de campesinos que vivían en las montañas y dos hijos en el ejército, dos
hijas becadas estudiando aquí, otra enfermera allá, otra maestra por acá, y se
han quedado solos y dicen: “Oigame, estoy muy viejo, se me fue todo el mundo, y la
verdad es que quisiéramos mudarnos, quisiera vender.” En la Sierra Maestra, como nosotros no
queríamos que se hicieran transacciones ilegales, decidimos autorizar y facilitarle
los recursos a la ANAP para que, incluso, legalizaran algunos casos ilegales
que venían de antes —porque había algunos que se fueron, otros se metieron,
volvimos a tener un montón de casos de ilegalidad—; esos casos vamos a
legalizarlos de una vez, algunas ventas que se hicieron. Entonces, los que quieran irse pues les vamos
a comprar, porque si no, no vamos a terminar nunca en esta montaña, siempre va
a seguir el mismo problema, y sale uno y se mete otro y cada vez va a quedar
menos capa vegetal, cada vez va a quedar más desmantelada esta montaña: “Los que quieran vender les vamos a
comprar.” ¡Claro, quién habría vendido
hace diez años!
Pero ahora, naturalmente, muchos de esos
campesinos tienen los hijos estudiando técnica y tienen muchas posibilidades en
el llano, no las suficientes facilidades.
Y como se autorizó a comprar, en cuestión de unas cuantas semanas 4 000
campesinos vendieron, nosotros tuvimos que pedirles a los compañeros de la
ANAP: “Oye, aguanten, aguanten, aguanten
porque dejan la sierra sola.” Entonces
el problema era el otro: que de repente
se iba a quedar la tierra deshabitada, y no solo eso. Se dijo:
“Cómprenles a los que están solos, a los que están ya de mucha edad, a
los que no pueden trabajar. Si un
campesino es joven, y puede trabajar y quiere vender, díganle que no, que siga
allá arriba, que hace falta que siga allí, que hay que atender ese café, que
hay que atender aquello.” Y algunos
vendían y después ponían un puestecito de fritas, o de frituras, en una carretera. Señores, ¡eso es retroceder, eso es
retroceder! Bien arreglados estamos si
aquel campesino que está allá, aunque esté produciendo poco, en una falda de
una loma... De verdad que lo preferimos
en la falda de la loma, aunque se deteriore la loma, a que baje, se convierta
en vendedor de frituras, y en vez de la loma se deteriore el campesino. Porque quien deja de ser productor con su
trabajo para convertirse en vendedor de frituras, deja de ser un trabajador
para convertirse ya en un comerciante; porque es fácil, en cualquier lugar aquí,
con el dinero que la gente tiene... Pasa
como con los carritos de alquiler:
cobran, en algunos lugares por ahí, algunos “yiperos”
de esos —¿quién los conoce mejor que ustedes?—, ¿cuánto le cobran?, ¡¿cuánto le
cobran?! Cualquiera con un yipi —porque desgraciadamente
todavía no hay suficiente transporte—, cualquiera con un yipi se hace
rico. Entonces un individuo con una
maquinita, con un yipi, gana 40 ó 50 pesos; puede ganar al año tres veces más
—¿cómo que tres veces más?—, como diez veces más que un campesino cultivando
media caballería de caña y trabajando muy duramente para cultivar la media
caballería de caña. Entonces ese es el
privilegiado.
Cualquiera que ponga un puesto de fritas,
o de frituras, que las puede hacer con frijoles carita (RISAS), un poquito de
manteca comprada en bolsa negra; es decir, el puerquito aquel se lo compro a
este, saco manteca, pongo el puesto de frituritas, y saca 50 pesos. Claro, si todo el mundo se pone a vender
frituras nadie saca..., saca 50 centavos.
Pero para nosotros es un retroceso que un campesino baje de la montaña y
se ponga a vender frituras; eso es un retroceso.
Hay otro problema: no tenían resuelto lo de la vivienda;
entonces hacen un bohío de mala muerte, un varentierra. No tenemos medios todavía de decir: Mire, ahora si usted quiere aquí tiene una
casa donde vivir, una pensión; le podemos dar todo eso. Es por eso que nosotros les dijimos a los
compañeros de la ANAP: Aguanten,
aguanten, no puede hacerse eso de repente, de ninguna manera; y si algunas
familias porque están viejas, porque quieren retirarse, porque tienen los hijos
estudiando y quieren irse a vivir a la ciudad, o ir a una granja, o que les den
una casita en un lugar donde puedan vivir de su retiro, más cerca de sus hijos,
hay que hacerlo con orden, hay que hacerlo cuando se pueda.
El compañero Pepe me insistía: “Quedan todavía muchos campesinos ancianos en
las montañas, necesitamos que nos autoricen a resolver esos problemas”; me
decía hace un momento el compañero Pepe.
Le decía: “Bueno, vamos a
estudiarlo bien, que se haga la lista de todos los que son...”
¿Qué quiere decir eso? Que ninguno de estos problemas históricos que
se han creado, como es la emigración de las montañas, el desmantelamiento de
las montañas, se puede resolver en un día.
Nosotros tenemos planes de ir repoblando las montañas. Nosotros pensamos que un día todas las
montañas estén repobladas de bosques.
¿Faltará el café en las montañas? No, no; el café será un subproducto de los
bosques en las montañas. El bosque será
lo principal. Nosotros aspiramos que
llegue el día en que le podamos llevar al campesino que esté allí en las
montañas —y ese día no está lejano— todo lo que necesita, hasta la vianda;
decirle: Usted no se ponga a sembrar
plátano ahí en esa falda de esa loma, le vamos a llevar el plátano todos los
días allí, las tiendas van a estar abastecidas de las viandas, todos los
granos, todo lo que necesiten; usted es productor de café y, además, de maderas
preciosas, usted cuida sus árboles.
En fin, nosotros pensamos en un proceso
largo volver a reconstruir nuestras montañas.
Y no podemos... Los casos esos más necesarios —se lo estaba
diciendo al compañero Pepe Ramírez— hay que estudiarlos, pero que no bajen si
no tienen una casa donde vivir abajo, que no bajen si no tienen una casa donde
vivir, porque no resolvemos nada, no se resuelve ningún problema de esa
forma. Y por eso hemos planteado que se
estudien muy cuidadosamente todos los casos de los campesinos que quieren salir
de las montañas.
¿Qué quiere decir eso? Que el propio desarrollo de la Revolución,
las nuevas condiciones de vida que se van creando, harán que progresivamente
esas tierras —las de las montañas— se conviertan en tierras forestales, y las
tierras vayan pasando al Fondo Nacional de Tierra. Eso es lo que explica por lo cual nosotros,
cuando un campesino quiere vender en el llano, planteamos la opción por parte
del Gobierno Revolucionario de comprar; es decir, nosotros no queremos que aumente
el número de pequeños agricultores.
Cuando alguien quiere vender, que se lo venda a la nación, que las
tierras esas pasen a ser tierras nacionales.
¿Qué quiere decir esto? Que en un periodo de 30, 40, 50, 100 años
—los que sean—, llegará el día en que entonces ya no haya ANAP. ¿Les preocupa eso? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
¿Cuáles son los que piensan vivir más de 100 años? (RISAS)
Pero ustedes comprenden bien cuál es la
política. Después vamos a hablar un poco
de la agricultura, ahora estamos hablando de la política de la Revolución en
materia de agricultura y en materia de reforma agraria. Es decir, que un día, y resultado del
proceso, un proceso evolutivo —y esperamos que esto se cumpla cabalmente, como
una de las más serias promesas de la Revolución, sin que haya más leyes agrarias
nunca—, y mediante este proceso en que los hijos de los campesinos se van
haciendo técnicos, adquieren otra costumbre, otra mentalidad, otra concepción,
y ya ocurre así: hemos tenido que mandar
muchos jóvenes a la agricultura, mientras muchos hijos de los campesinos están
estudiando, y el hijo del campesino que habló aquí ya no se mete en un
minifundio, pero no es que no se meta en un minifundio porque desprecie esa
vida, no; no es porque le duela vivir allí otra vez en el bohío de piso de
tierra, no. Es porque él comprende que no puede agarrar una yunta de bueyes
para ponerse a producir alimentación para el pueblo, porque con esa yunta de
bueyes va a producir la alimentación para él, su familia y unos pocos más.
¿Pero cómo se puede abastecer una población
que se duplica y se triplica si no se aplican las máquinas? Claro, ya vamos introduciendo las máquinas,
el tractor; cuando vamos a meter el avión ya viene el dolor de cabeza... Ahora mismo ya estamos regando urea foliar en
la caña. Eso es un procedimiento
formidable. Un avión aplica la urea
foliar a 100 caballerías en un día.
¿Saben cuántos hombres se necesitan para aplicar esa misma urea por
tierra, a mano? Por lo menos 2 000
hombres, ¡dos mil hombres! Entonces se
necesitan como 50 camiones para trasladar esos
2 000 hombres, se necesita hacer 20 depósitos de fertilizante en 20
lugares distintos, se necesita ir cargando los sacos de fertilizante para todos
los campos; además si llovió y hay que aplicarlo inmediatamente, porque el
nitrógeno si hay que aplicarlo con el terreno húmedo, ¿qué ocurre? Llovió hoy por la tarde, pero ya a los tres
días se perdió aquella agua, porque imposible encontrar decenas de miles de
hombres para que le apliquen el nitrógeno inmediatamente que llovió.
Con un avión, un hombre y los que lo
auxilian en el campo de aviación, un solo punto donde se deposita el nitrógeno,
la urea en este caso, un solo hombre manejando el avión, el transporte en
rastras hasta el campo de aviación, en un día, en el momento más oportuno
cuando el suelo está húmedo aplica la urea a 100 caballerías. El año pasado cuando se empezó a usar la urea
foliar hubo un piloto que fertilizó 160 caballerías en un día. ¡Tres mil hombres no pueden hacer ese
trabajo! (APLAUSOS)
Claro que si un hijo de un campesino
entra en un instituto tecnológico, adquiere todas las técnicas modernas, saca
la conclusión y dice: “Caballero, cuando
hasta los bueyes se han librado o se van librando del trabajo, ¿cómo un hombre
va a seguir trabajando como un buey?” ¿Y
qué produce un hombre trabajando como un buey?
Produce un poquito más que el buey:
para él, para su familia, trabajando bárbaramente.
Los campesinos que, por ejemplo, ahora
han tenido la oportunidad de conocer la alzadora y son cañeros, se recordarán
de la época en que había que levantarse a las 2:00 de la mañana, enyugar los
bueyes, después ir al campo, cargar la caña, llevarla a la grúa, volver al
campo, cortar todo el día para poder ir llevando una tarea a la grúa. El campesino tenía que trabajar 15, 16, 17
horas. ¿Se hizo rico? No. No
se hizo rico. Y tenía que realizar un
trabajo que el cuerpo humano no lo resiste.
Claro, ¿se murió el campesino?
No. No se murió, pero ¿cuánto
vivió? Porque no solamente hay que
preguntar si no se murió, sino cuánto le duró la vida a ese hombre que tenía
que someterse a un tipo de trabajo tan agotador y tan brutal.
Antes en la zafra los cortadores de caña
tenían que trabajar 15 y 16 horas, porque había que cortar la caña y además
había que cargarla cañita a cañita en una carreta. ¿Se puede hacer rico un pueblo cortando la
caña a mano, levantando caña a caña en una carreta, trabajando 15 y 16
horas? Después ocurría que había tanta
gente sin trabajo, que ni siquiera le permitían trabajar las 15 horas porque la
tarea no alcanzaba para tanta gente, y entonces tenía que trabajar menos; pero
cuando le daban chance trabajaba las 16 ó 17 horas. ¡Cuarenta millones de toneladas de caña
cargaban los trabajadores agrícolas de este país una a una en las
carretas! Ya mucho más de la mitad de la
caña se carga en alzadoras, y ya este año, incluso, para los pequeños
agricultores vienen nuevas alzadoras para la próxima zafra (APLAUSOS).
Es decir, que eso va aliviando las
condiciones de trabajo del hombre: se
alza la caña en máquina. Llegará el día
en que se cortará en máquina también toda, porque ese problema tenemos que
resolverlo, no nos queda más remedio que resolverlo; tendremos que resolverlo y
lo resolveremos.
Pero ahora mismo ya a toda la caña de las
provincias de Las Villas, Camagüey y Oriente le vamos a regar urea foliar tres
veces en avión. Los campesinos que sean
de la zona norte de Oriente habrán tal vez podido ver qué resultados dio la
urea en la caña, cómo incluso todos los estimados de caña quedaron cortos, cómo
se puso verde esa caña, cómo creció. Sin
embargo, ahora cuando se nos planteó el problema: “Bueno, ya vamos a empezar a regar la urea”,
y pensábamos regar la caña de los pequeños agricultores también con avión,
entonces surge el lío: imposible,
imposible, porque un avión tiene que convertirse casi en un grillo dando saltos
de pedazo en pedazo (RISAS). ¿Qué vamos
a hacer? Bueno, vamos a darles nitrato
de amonio.
Claro que con una tonelada de urea en
avión calculamos que se logra un incremento de la producción similar a cuatro
toneladas de nitrato de amonio en el surco.
Es decir, que aplicándolo a mano tenemos que gastar cuatro veces más
fertilizante; y desde luego, el avión debe hacer —suponiendo que haga 50 caballerías por día
como promedio— el trabajo de 1 000 trabajadores por día. Y ahí mismo se nos presenta el
problema: hay una técnica que pudiera
ahorrar una cantidad descomunal de trabajo y no se puede aplicar. Tiene que ir el hombre, el pequeño agricultor
—como el buey—, echando el nitrógeno a lo largo del surco, y no se puede
aprovechar una máquina tan formidable, como es un avión, para hacer el mismo
trabajo con la milésima parte del esfuerzo que ese hombre está haciendo.
Les explico todo esto para que comprendan
por qué el hijo del campesino que viene, que ingresa en un instituto
tecnológico, sale graduado de este instituto tecnológico, tiene posibilidad de
seguir estudios universitarios, y dice:
“No, yo no voy a hacer el trabajo del buey.” Y no regresa al minifundio. Eso es incuestionable que no regresa, y su
actitud es correcta.
¿Qué quiere decir esto? Que la sociedad avanza, que llegará el
momento en que no haya un solo hijo de campesino que no sea técnico. La mejor prueba de eso: ya los institutos tecnológicos recibirán este
año 40 000 alumnos; en 1970 —y este es un plan que se ha incrementado—, ¡en
1970 habrá cien mil estudiantes en los institutos tecnológicos! (APLAUSOS)
Diez años más y no quedará un solo joven del campo en este país que no
tenga nivel de secundaria básica y una calificación técnica adquirida.
¿Comprenden ustedes que ese es el
camino? ¿Comprenden ustedes por qué hay
que esperar 10, 20 y 30 años?
¿Comprenden ustedes que una revolución realista, tiene que comprender cuál
es la realidad de hoy y cuál será la realidad de mañana, y que la realidad de
hoy son ustedes? La realidad de hoy son
nuestros actuales campesinos y la realidad de mañana serán los hijos de
ustedes: la realidad del mañana serán
los técnicos como estos que se graduarán en nuestros institutos tecnológicos y
cursarán estudios universitarios.
Bien, estos van a ser más ricos que
ustedes, desde luego, porque estos producirán ocho, diez, quince, veinte veces
más que ustedes con la décima parte del trabajo de ustedes. Aplicarán el avión en masa, las máquinas, las
técnicas más modernas; el campo estará totalmente electrificado. Ya no trabajará el buey; trabajarán los
caballos, los caballos de fuerza de los tractores, de las plantas, de las
máquinas eléctricas (APLAUSOS).
Si toda el agua que extrae una bomba de
pozo profundo para irrigar hubiera que traerla cubo a cubo, ¡qué bien
arreglados estaríamos! ¿Produciríamos
todo lo que necesitábamos? ¿Habría suficiente
alimentación para todo este pueblo? Hoy
un motor trabaja ya con combustible, puede trabajar con electricidad; pero
habrá que poner todas las máquinas, todas las técnicas, toda la electricidad,
toda la energía, todo, a producir para el hombre.
Ese tiempo está lejano, pero no tan
lejano. Llegará el día en que no se verá
un bohío miserable en nuestro país. Y
todavía hay muchos, pero muchos bohíos miserables en nuestro país. Y lo mismo cuando vemos las montañas
erosionadas, sufrimos cuando vamos por los campos y vemos tantos bohíos
destartalados.
A veces no alcanzan ni las pencas de
guano, y no alcanzan las pencas de guano porque están las granjas avícolas, las
lecherías, lo otro, montones de cosas.
Los viveros de café. Como ustedes
saben, es gigantesco el plan cafetalero, y la cantidad de guano que han llevado
los viveros de café es enorme. No
alcanza el guano de las palmas reales.
Si les cortan demasiado guano, entonces no producen palmiche. No alcanza el guano de las palmas canas, no
alcanza nada. Y, lógicamente, la
cantidad de viviendas en pésimas condiciones son muchas.
Algún día todos nuestros campos estarán
electrificados, algún día todos nuestros campos estarán llenos de pueblos,
donde tendrán agua corriente, electricidad, cocina de gas; en que los muchachos
no tendrán que caminar dos kilómetros, irán a la escuela desde por la mañana, y
allí tendrán el desayuno, el almuerzo, la comida; se pasarán el día en la
escuela, regresarán a la casa por la noche; la batea se acabará; la cargadera
de agua se acabará (APLAUSOS); la velita y el farol se acabarán; la vida de los
niños será mil veces mejor; la vida de las mujeres será incomparablemente
mejor.
Pero ¿quiénes son los que van a vivir
así? ¿Ustedes? Serán los hijos de ustedes. Serán los hijos de ustedes, porque serán los
que se adaptarán, comprenderán todas las ventajas de una forma de producir
diferente.
¿Y qué será de los actuales
campesinos? Los actuales campesinos
seguirán viviendo como están; no tan mal, desde luego. Habrá recursos para mejorar las condiciones
de vida de ese campesino, tendrá más comunicaciones, habrá muchas más escuelas,
habrá muchas más cosas.
Les he pintado dos épocas: una época lejana y una época actual. He tratado de darles una idea de cómo, en
nuestra opinión, serán los campos futuros —dentro de 15, dentro de 20 años—,
cuando nuevas generaciones ya vayan a aplicar la técnica, a trabajar y a
producir de distinta manera de como se produce hoy.
Claro, hay muchos campesinos que tienen
un pedacito chiquitico en alguna granja, son semiproletarios. Cuando se hagan los pueblos en las granjas
muchos de esos campesinos van inmediatamente para el pueblo. Y si las condiciones de vida son malas
todavía en los bohíos, son peores todavía en las granjas cañeras. Hay todavía decenas de miles de obreros que
están viviendo en los barracones con su familia, decenas de miles de obreros
que están viviendo en las cuarterías.
Lógicamente, el esfuerzo de la construcción tenemos que dirigirlo hoy a
crear mejores condiciones de vida para esos trabajadores.
Es cierto que el campesino tiene todavía
viviendas muy malas, pero el campesino tiene muchos problemas resueltos que no
tiene todavía ese obrero de las granjas cañeras, y que esos obreros están
ayudando considerablemente a la economía con su trabajo.
Es lógico que el grueso de los materiales
nosotros lo invirtamos en la actualidad —y yo creo que ustedes comprenden que
eso es muy justo— en mejorar las condiciones de vida de los obreros que están
trabajando en las granjas (APLAUSOS).
Ahora ustedes dirán: Bueno, esos son los problemas del futuro. ¿Y los problemas de ahora, el panorama
presente? ¿Qué se espera de
nosotros? ¿Qué se quiere de
nosotros? ¿Cómo vamos a producir? ¿Cómo vamos a lograr que nuestro esfuerzo sea
el más útil, el mejor? ¿Cómo logramos
que nuestras tierras presten a nuestras familias, a la vez que al país, el
máximo de provecho? Estos problemas de
hoy que son, desde luego los que más interesan, lo que nosotros queremos, lo
que nosotros esperamos de los pequeños agricultores, de cómo estimamos que se
va a desenvolver la agricultura.
Hace algunos años las granjas daban
vergüenza, porque un montón de gente sin ninguna experiencia —y esto ya lo
hemos explicado en otras ocasiones—, muchas veces solo con la buena voluntad,
pues mantenían las granjas en una forma de producción deficiente y pobre. La granja, naturalmente, ha recibido los
mayores recursos. No es que hayan
recibido las granjas los mayores recursos por concederles a las granjas
privilegios por encima de los campesinos.
En las granjas estaban las mayores extensiones de tierra improductiva,
de manigua, de marabú; además, hablando con entera franqueza, la comida que se
iba a producir en la granja estaba mucho más asegurada que la comida que se
producía entre los agricultores.
Vamos a explicar. Hay de todas las clases de agricultores. Hay agricultores honradísimos que trabajan
con tesón, que no aspiran a hacerse ricos vendiendo las cosas por el triple o
el cuádruple de su valor; y hay agricultores, sobre todo en las regiones más
próximas a las ciudades, que si producían un huevo lo vendían a 30 centavos; si
producían una gallina la vendían a 5 pesos, o a 10, según el caso.
Fíjense cuál ha sido la política de la
Revolución, que ni siquiera ha prohibido nunca que los campesinos hagan
eso. Todo campesino, si quiere, se para
en la carretera y pega a vender, lo mismo guanajos, que gallinas, que cualquier
cosa; nadie se mete con él. ¿Cómo las
venden? Bueno, a veces venden las cosas
cinco veces lo que vale.
Hay muchas maquinitas en las proximidades
de las grandes ciudades que llegan con su cantarita —y esos están fuera de todo
régimen—, compran cinco litros de leche, diez, tres, cuatro, y la pagan cuatro
veces más cara. Porque, señores, ustedes
comprenden perfectamente que el yipero puede pagar un
peso por el litro de leche, si el peso no le cuesta nada, si se lo roba, vamos
a hablar franco (APLAUSOS). Es que
cualquiera vendiendo pirulíes en cualquier lugar saca 50 pesos, ¡saca cincuenta
pesos! Entonces, pagan un peso por el
litro de leche. Y así, compran esto,
compran lo otro, compran aquello. No
todos los campesinos tienen ese concepto de sus obligaciones sociales. Hay algunos que especulan tranquilamente sin
que les remuerda para nada la conciencia.
¿Cuál es nuestra política con los
especuladores? Tener calma. ¿Alguna vez vamos a meter preso a alguien por
practicar esa forma de robo que es la especulación? ¡No!
No, ese no es nuestro camino. El
que quiera pararse en una carretera y pedir 100 pesos por un guanajo, que se
pare en la carretera y venda el guanajo en 100 pesos; el que quiera pararse en
una carretera y vender el litro de leche a peso, ¡no importa, que venda el
litro de leche a peso!
El camino para resolver ese problema se
lo voy a explicar, es sencillo, es fácil.
Llegará el día en que ese individuo salga corriendo cuando pase el carro
de la leche diciendo: “Oye, no me dejes
la leche aquí.” ¿Saben por qué? Les voy a decir por qué. Llegará el día en que las frutas, los
vegetales, hasta la leche se distribuirá gratuitamente a todo el pueblo (APLAUSOS).
Es que nosotros sabemos lo que estamos
haciendo, y nosotros sabemos cuáles van a ser los niveles de producción de este
país dentro de algunos años, sabemos cuántas vacas se están inseminando,
sabemos cuántas terneras están naciendo, sabemos cuánta leche da una ternera
del primer cruce del Holstein con el Cebú y podemos hacer cálculos, podemos
hacer cálculos; y sabemos la cantidad de leche que se va a producir, como las
cantidades de frutas, sabemos cuántas matas de café estamos sembrando. Llegará un momento, señores, llegará un
momento en que podremos decirle también al pueblo: “El café que quieran vayan a buscarlo al
mercado gratuitamente.” (APLAUSOS)
¿Por qué?
Señores, los planes de café que estamos haciendo son tan serios que
baste decir que este año se van a sembrar más de 200 millones de matas, que de
aquí a 1970 se sembrarán más de 1 000 millones de matas de café
(APLAUSOS). Sabemos cuánto café, cuánta
leche, cuánto todo.
Y cuando estemos produciendo millones y
millones de quintales de café, entonces nadie tendrá que montarse en un camión
haciendo veinte trucos, ir allá arriba a que le den una librita de café y
bajarla y especular con el café.
Al campesino de verdad hoy le llevamos el
fertilizante, le damos crédito, le hacemos los caminos, su servicio médico
gratuito, todo gratuito, y muchas veces hay que estar rogándole: “Oye, deja un saquito menos de café, porque
los obreros tienen que tomar café también.”
A veces nos encontramos algunos
campesinos por las montañas y dicen: “Oiga,
los zapatos; este zapato está viejo.”
Digo: “Ah, está viejo el zapato,
pero tú tomas café siete veces al día (RISAS), tú tomas café siete veces al día
y el obrero que hace el zapato, el pobrecito, quisiera que tú le mandaras un
poquito más de café.” (RISAS) Cada uno tiene lo suyo, señores
(APLAUSOS).
Yo simplemente les quiero explicar a los
compañeros campesinos todas estas cosas claras, que son verdad. Habría mucha hipocresía y no nos
entenderíamos si venimos aquí a decir todo lo bueno, todas las virtudes, todos
los méritos, todo el patriotismo de nuestros campesinos, sin decir por lo menos
algunos de los defectos de algunos campesinos (EXCLAMACIONES), ¡de algunos
campesinos! (APLAUSOS)
Pero bien, llegará el día en que por
todos esos caminos que se están haciendo a montones... Y aquí hay algunos campesinos de Victorino, o
de Matías, o de Bernardo por la zona de Palenque, o de Bayate
por la zona de Guantánamo, deben saber a qué velocidad están avanzando las
brigadas haciendo caminos que más que caminos son carreteras. Pues bien, para el mes de agosto pensamos
tener 40 brigadas haciendo caminos en las montañas y en los campos, ¡cuarenta
brigadas! Así que nuestros campos se van
a llenar de caminos. Por los caminos
pasarán los camiones, y entonces el campesino pondrá ahí un letrero: “Por favor, detenerse aquí a recoger tantos
quintales de café que tengo.”
(RISAS) ¿Por qué? Porque el café estará sobrando.
Baste decir que vamos a sembrar 100 000
hectáreas de cítricos con regadío —las estamos sembrando ya—, y en esas 100 000
hectáreas entre el cítrico habrá café; baste decir que en los enormes planes de
repoblación forestal, en muchos lugares donde la tierra sea buena meteremos el
cafetín debajo, de manera que cuando las plantaciones de cítricos con motivo del crecimiento, de los
cítricos exijan ir reduciendo las matas de café, entrarán en producción los
cafetales de los bosques, y entonces no habrá que estar con veinte papelitos y
veinte contraticos (APLAUSOS).
A mí me parece muy bien eso de eliminar
los contraticos.
No se va a educar al campesino con el contratico,
señores: no se va a educar al pueblo en
sus deberes y en sus obligaciones convirtiéndonos en unos abogados
leguleyescos: “Tú firmaste aquí, entrega
un litro más de leche, entrega un litro menos.”
Hemos sabido tener paciencia, y creemos
que eso es muy bueno, eso nos da autoridad moral, eso nos da derecho a poder
hablar con toda franqueza, con toda sinceridad.
Nosotros sabemos cuál es el camino
mediante el cual todos estos problemas de la especulación de hoy
desaparecerán. El huevo fue un buen
ejemplo. Y lo que pasó con el huevo
pasará algún día con todo lo demás, incluso con la carne de ave.
Nosotros llegaremos a producir todos los
pollos que no se comerá este país. No lo
estamos haciendo ahora porque nos hemos tenido que dedicar primero al huevo,
que se distribuye mejor, se reparte mejor; pero ya iremos en el
incremento.
Con todo el excedente exportable que este
país va a tener en los años futuros podremos producir los pollos igual que
estamos produciendo los huevos hoy: en
cantidades astronómicas. Entonces
desaparecerá la venta de pollos en la carretera, ¡desaparecerá la venta de
pollos en la carretera! Porque cuando a
un ciudadano le den los productos que necesita, y en muchos casos —en todos
aquellos productos que habrá cantidades enormes— se le dé gratuitamente, se
acabará el de la maquinita, el del timbiriche... Los timbiriches se acabarán también, porque
nadie va a comprar aquí si aquí le van a regalar.
Y ya este año, ya este año cuando sobró
el repollo, regalaron el repollo. Si nos
sobran a fines de año los cítricos —porque estamos fertilizando 4 millones de
matas de cítricos—, cuando sobren los cítricos se regalan los cítricos. Y la política que se seguirá en la
distribución, cada vez que sobre algunos de estos productos, es distribuirlos
gratuitamente a la población (APLAUSOS).
Nosotros somos socialistas, no somos
capitalistas. Y ahí se empezará a ver la
gran diferencia. Cuando al capitalismo
le sobraba algo porque la gente no tenía dinero, lo botaba; y por aquí se
estaban botando las cosas y por aquí se estaba muriendo uno de hambre.
Aquí el camino del comunismo es
precisamente el camino ese en que no solo se da gratuitamente la educación —que
ya se da hoy—, la asistencia médica —que ya se da hoy—, la vivienda —que la
mayor parte del pueblo ya no paga hoy—, sino que poco a poco y progresivamente,
a medida que se eleve la producción mediante el uso de la técnica, mediante el
trabajo de todo el pueblo... Porque
algunos dirán, ¿y con qué van a recoger ese café que está entre el
cítrico? Con la escuela al campo, con
las miles de escuelas secundarias que vamos a tener en todo el país, y donde
los propios estudiantes combinarán el trabajo con el estudio; porque no hay
otra forma de educar a un hombre superior que enseñarlo desde muy joven a
trabajar.
Alguien ha dicho: ¿No inventaremos una máquina para recoger
café? Y nosotros le hemos respondido;
pero vamos a hacerle un daño a la educación.
Todo no lo podemos mecanizar. Si
lo mecanizamos todo, ¿cómo le vamos a poder dar la idea a un joven de lo que es
el trabajo? Tendremos que dejar muchas
cosas; desde luego no las más difíciles.
Lo que hay que mecanizar es el corte de caña, la construcción de carreteras,
montones de trabajos que son duros. Pero
el trabajo de recoger naranjas, el trabajo de recoger café, esos trabajitos,
sobre todo en esos cafetales que van a estar entre los cítricos, en terrenos
completamente llanos, esos trabajos los hacen los muchachos sin problema.
De manera que, ¿qué costará ese
café? Bueno, costará fertilizarlo; una
parte, el café lo exportamos y el fertilizante lo traemos. El riego de los cítricos, algún combustible,
con lo que exportamos traemos algún combustible. ¿Y qué más?
Más nada. ¿Y recogerlo? Eso no cuesta nada, eso forma parte de la
educación de los muchachos, que para que no se conviertan en unos... Figúrense, si no los hijos de los proletarios
se convertirían en unos aristócratas, no sabrían lo que es agarrar una matica
de café.
Y realmente aunque el hombre aspira a
elevar la productividad, a aplicar las máquinas, debemos aspirar a que el
hombre no pierda su contacto con la naturaleza.
De manera que toda la juventud de nuestro país, ¡toda!, recibirá una
educación en que se combinará el trabajo y el estudio.
Por eso podemos hacer todos estos tipos
de cultivos. Los capitalistas no pueden
hacer eso porque no tienen manera de hacerlo, tendrían que estar pagando,
tienen los problemas de mercado.
Nosotros no tendremos problemas de mercado. ¿Cuánto café produciremos? Todo el que consuma por la libre y
gratuitamente la gente, digamos. A lo
mejor el Ministerio de Salud Pública dice:
¡Aguanten! Nosotros, que somos
los responsables de la salud de este pueblo, estimamos que está consumiendo
mucho café y la gente está muy nerviosa y hay mucho insomnio en la población, y
el estándar de salud y la edad promedio, etcétera, etcétera. A lo mejor dicen que incluso hay muchas desavenencias
conyugales porque los matrimonios están demasiado alterados por el exceso de
café (RISAS Y APLAUSOS).
Entonces nos dirán: No, no.
Nosotros estamos de acuerdo en que ustedes repartan gratuitamente la
leche pero no el café. Entonces argumentaremos: Bueno, ¿por qué no hacen una gran campaña
aconsejando a la gente que no consuma café?
Vamos a usar primero un método, porque no vamos a volver a poner una
libreta para repartir el café. Tendremos
en el futuro que librarnos del dinero, de las libretas y de todo.
Llegará el día, señores, como resultado
de los incrementos de la producción, en que el dinero no valga nada
(APLAUSOS). Claro, desde que hemos
nacido, nos han enseñado a apreciar el dinero.
Usted se encuentra en cualquier lugar, en
cualquier campo, en cualquier pueblito, un vejiguito
así y si quiere un medio enseguida lo pide.
Casi no hay muchacho que no aprecie el dinero y que no quiera
dinero. Porque con el dinero se adquiere
todo (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).
Dice un campesino que lleva ocho días y
no ha podido gastar un quilo. Así vivirá
todo el mundo en el futuro. ¡Así, así,
así mismo! (APLAUSOS PROLONGADOS)
Al hombre se le enseña desde muy temprano
a apreciar esa cosa que se llama dinero que es un intermediario entre el hombre
y lo que el hombre produce. El hombre trabaja. Este produce papas aquí, hay que darle dinero
para que con el dinero que le dieron por las papas compre leche, café, azúcar,
ropa, zapatos, todo lo demás; este produce café, hay que darle dinero para que
con el dinero que le dan por el café compre papas, leche, etcétera, etcétera,
menos café, ese lo toma allí y a veces más de la cuenta. El otro produce ropas, y con el dinero de la
ropa que produce compre entonces papas, leche, café, todo lo demás.
El dinero es un intermediario. Habría que llamarlo peor todavía: es un vil intermediario entre el hombre y los
productos que el hombre crea. Llegará el
día en que aquel produce papas y entrega las papas, no recibe nada, e irá
entonces y buscará café, arroz, azúcar, ropas, zapatos, todas las cosas que
necesite. Y suprimiremos al vil
intermediario que es el dinero. Y eso es
el comunismo, señores (APLAUSOS).
Entonces, al explicarles esto a ustedes
los pequeños agricultores, puede haber alguno que diga: “Bueno, y si yo todavía aunque tenga 80 años
estoy joven” —a lo mejor; una mejor vida hace que a los 80 años... por ahí hay muchos de 80 años que están
fuertes— “y soy pequeño agricultor, ¿qué hago?
¿Puedo ser pequeño agricultor en el comunismo?” Y nosotros le decimos: “Si tú quieres, sí.” Entonces le diríamos: “¿Y cómo tú quieres vivir'?” “Bueno, que me paguen lo que yo
produzca.” Pero hay que decirle: “¿Qué vas a hacer con el dinero? ¿Entonces habrá que poner una lista en todos
los mercados del que no puede recibir las cosas gratuitamente porque recibe
dinero? No podemos poner en aquel
mercado donde se distribuya todo: ‘el
señor fulano de tal, del barrio tal, está exceptuado aquí de todos los derechos
y tiene que pagarlo todo’.” Le
diremos: “Mira, mejor, ¿tú no quieres
estar todo el día sentado?” “No.” “¿Por qué?”
“Pues porque yo me he pasado toda la vida trabajando. Me levanto a las 5:00 de la mañana, no puedo
vivir sin trabajar.” Eso es lo que dicen
muchos campesinos: “No puedo vivir
sentado.” “Oiga, mire, tiene que ir al
médico, tiene que estarse tres días en un hospital.” “Yo no me puedo estar tres días en un
hospital, porque toda mi vida me he levantado a tal hora y me muero si estoy
tres días en un hospital.” “Entonces,
bueno, ¿usted no puede estar sentado?”
“No.” “Pues siga trabajando,
entréguelo todo, y cuando vaya a la tienda no pague nada.”
¿Qué les quiero decir'? Llegará el día en que el hombre trabaje por
el hábito de trabajar. Comprendan
ustedes que a todos esos niños no les vamos a crear mentalidad de millonarios
ni mentalidad de holgazanes, ni mentalidad de parásitos. Naturalmente que estamos tocando un tema aquí
entre ustedes y nosotros, ustedes pequeños agricultores privados, en medio de
una revolución socialista estamos tratando el tema del comunismo.
Quiero que sepan que este tema del
comunismo es un tema muy complejo. ¿Pero
complejo porque asusta? No, ya hay mucha
gente que no se asusta de nada de eso.
Complejo porque hay mucha gente que tiene una “papa caliente” con el
comunismo y tienen muchas dudas acerca de cómo se llega al comunismo.
Nosotros no tenemos ninguna duda. Nosotros en reciente recorrido por nuestros
campos hemos visto a nuestra juventud.
¿Y qué noticias se tienen de Oriente, de Camagüey, de Guane, de Las
Villas, de todas partes? ¿Qué se decía
de Guane?
Las muchachas de los tecnológicos
trabajando allí, trabajaban 15 y 16 horas con una alegría enorme. Y nosotros decíamos: es impresionante, es admirable.
Para darles una idea, una idea, de lo que
trabajaron 2 000 muchachas de los tecnológicos en Guane, basta decir que cada
uno de ustedes tiene en Guane ya, de este tamaño, cinco matas de cítricos,
¡cada uno de ustedes! (APLAUSOS) Ustedes nos dirán: “¿Pero, nos las van a mandar allá a
sembrarlas en el patio de la casa?”
No. Las tienen allí, en Guane;
les mandaremos las naranjas, o los refrescos, o las cosas que quieran. Sencillamente, cada uno de ustedes tiene allí
cinco matas. Es el trabajo, porque allí
hay unos 40 millones de posturas, del trabajo.
Y nosotros decíamos: “Bueno, estas compañeras, de procedencia
humilde por lo general, tienen ya cierta madurez.” Bien.
Pero cuando llegamos a Banao nos enteramos de que una actitud
exactamente igual tenían las muchachas de la universidad; cuando llegamos a Camagüey los compañeros del
Partido y de la agricultura nos dijeron:
“Es impresionante lo que están haciendo los estudiantes”; los
estudiantes militares hicieron un trabajo fabuloso, los de los tecnológicos. Pero, un poco más adelante vimos los
estudiantes de la escuela al campo; los muchachos de las secundarias han dejado
impresionados a los dirigentes del Partido y a los compañeros de la
agricultura; la actitud que han tenido ante el trabajo —gente joven, saludable,
bien alimentada—, la alegría y el entusiasmo que han demostrado por el trabajo,
es increíble. Pero nadie les pagaba, no
recibían un solo centavo.
Es decir, surge una generación que mira
el trabajo con un concepto distinto.
Porque los que siembran allí cítricos, allá café, allá le aplican
fertilizante a un platanal, allá limpian o fertilizan la caña, saben que están
creando riquezas. ¿Y riquezas para
quién? ¡Riquezas para ellos!
En ocasiones, nosotros nos encontrábamos
algún grupo de compañeras en los cítricos y les decía: “¿Y qué vamos a hacer con tanto cítrico?”;
decían: “Exportarlos, darlos al
pueblo.” Es decir, que para ellas la
respuesta a la pregunta “¿qué vamos a hacer con tanto de esto o tanto de lo
otro?”, es: “Para el pueblo.” Y empiezan a ver ya que, el pueblo es el
único beneficiario de todo lo que se haga, de todo lo que se construya, de todo
lo que se crea; empiezan a verlo con una gran claridad.
Esa nueva generación irá creciendo muy
ajena a los conceptos del vil dinero —al dinero le decían vil, pero se lo
decían por otras razones, en el capitalismo era la locura por el dinero: nosotros le decimos vil; los americanos
también le llaman bill porque quiere decir billete, “bill” con “b” larga, y nosotros le llamamos “vil” con “v”
corta (RISAS)—, el intermediario entre el hombre y los productos del
hombre. Esa nueva generación crece en
otros conceptos, y la cifra de la producción es la que nos permitirá todo
esto.
De manera que ¿puede haber un campesino
pequeño agricultor en el comunismo?
Sí. Si alguno se pregunta eso y
se interroga “¿cómo viviré yo en el comunismo?”, igual que ahora, con una
diferencia: que no le cobrarán
nada. Y entonces dirán: “Bueno, si no me cobran nada, ¿qué yo hago
con estos papeles?” Claro, ¿qué hace
usted con esos papeles? Entregue las
cosas suyas y reciba las que necesita.
Va a comprar cigarros, va a comprar fósforo, va a comprar ropa, va a
comprar zapato... Y algunos dirán: “¿Y habrá suficiente ropa para que todo el
mundo reciba la que necesita?” Bueno,
toda la que necesita sí. También a lo
mejor se para el compañero que esté al frente de la distribución y diga: “Oiga, pare, no se reparte más ropa gratis
porque cada mujer se está comprando 25 vestidos. Entonces, señor, haga una campaña, porque eso
implica también la educación del pueblo.
Pero habrá ropa, si se quiere, 25 vestidos.
Recientemente nosotros hemos podido
apreciar distintas prendas de vestir elaboradas de magnífica calidad con fibras
sintéticas producidas del bagazo de caña.
¿Y se han imaginado el bagazo de este país convertido en fibra? ¿Se han imaginado las cantidades de
ropa? Dirán: “Bueno, ¿pero si yo quiero ponerme una camisa
de lana y aquí no hay oveja?” Señor,
mandamos fibras sintéticas a donde hay lana, para que nos manden lana; porque
allá posiblemente tienen ovejas y no tienen bagazo (APLAUSOS). Esto aparte de que la lana aquí no hace mucha
falta, que es un país donde suele haber bastante calor. Pero les quiero decir que las posibilidades
técnicas son increíbles, ¡increíbles!; las posibilidades de producción,
ilimitadas. ¿Para ello qué hace
falta? Que el pueblo trabaje, trabajando
todo el mundo.
Muchas mujeres se están incorporando al
trabajo a medida que surgen los círculos infantiles, a medida que surgen
actividades que pueden realizarlas perfectamente. En el futuro toda la población trabajará, es
decir, no trabajarán los ancianos, no trabajarán los enfermos, los niños muy
chiquitos. Y toda la población es como
un inmenso hormiguero, como una inmensa colmena; produciendo auxiliada por la
técnica es capaz de producir todo lo que el hombre necesita, y aún mucho más de
lo que el hombre necesita.
Nuestro país, por ejemplo, a partir del
año 1970 aspira a construir 100 000 viviendas por año (APLAUSOS), ¡a partir de
1970 cien mil viviendas! ¿Se venderán
las viviendas? No. ¿A quiénes les darán las viviendas? A los que la necesiten. ¿Les cobrarán un centavo? No.
¿No importa que valga 5 000 pesos?
No. Ya a nadie aquí cada vez que
se hace un pueblo en una granja, en las proximidades de la fábrica, le cobran
nada por la vivienda; el agua, casi nadie la paga —y creo que ya los de
hidráulica iban a decidir no cobrar el agua en ninguna parte—; la electricidad,
pues será otra cosa que un día no se cobrará.
¡Cien mil viviendas por año! Antes, para tener una casa había que sacarse
la lotería o, si no, el jabón Candado rifaba todos los meses una casa; había
que ganarse la rifa del jabón Candado para que le dieran una casa. Y todo el mundo soñaba con tener una casa, un
techo: “¡Un techo, lo que quiero es un
techo para mi felicidad, para mi tranquilidad!”, etcétera, etcétera,
etcétera.
Señores, la Revolución ha venido haciendo
techos, no muchos desgraciadamente. Unos
7,8 mil, 10 mil techos se han repartido.
No son muchos, pero nadie se los sacó en una rifa. A partir de 1970, 100 000 familias todos los
años recibirán un techo, en 10 años serán un millón de techos; que es una casa,
un bien que el hombre crea con su trabajo, que crean los que producen el
cemento, los que producen la cabilla, los que transportan los materiales, los
de las construcciones, que cada vez serán más mecanizadas también. Ustedes dirán, ¿y quién va a hacer 100 000
casas? Los obreros de la construcción y
las máquinas, porque serán métodos de prefabricado en una gran parte, casas
prefabricadas; se producirán industrialmente.
Si tuviéramos que poner ladrillo a ladrillo cada una de esas casas,
nadie consigue casa aquí ni comprando jabón Candado (RISAS), quiero decir ni
sacándosela en una rifa, porque la solución del problema está precisamente en
el empleo de las máquinas y de la técnica.
Y así nuestro país irá resolviendo todos
estos problemas, con la incorporación de todo el pueblo al trabajo y con la
incorporación de la técnica.
He querido, compañeros campesinos, en
este Tercer Congreso, emplear una parte del tiempo en hablarles de estas
cuestiones, que supongo que serán de interés para todos ustedes
(APLAUSOS). Sin embargo, quedan los
problemas de hoy. ¿Qué queremos de ustedes
y qué estamos haciendo para lograr lo que aspiramos de ustedes? Es necesario que las tierras que ustedes
poseen produzcan al máximo, ¡produzcan al máximo! (APLAUSOS)
¿Qué estamos haciendo para eso? Es decir, que las tierras produzcan al
máximo, y que ustedes, con el empleo de las máquinas en la medida de lo
posible, y de la técnica, obtengan el máximo de productividad por el trabajo,
el máximo de productividad en las tierras.
Hay algunos ejemplos muy
ilustrativos. Prácticamente los
cafetales de las montañas estaban produciendo ya de 50 a 60 quintales por
caballería. Hace algo más de un año se
comenzó el plan de tecnificación de la producción de café, de la aplicación
masiva de la fertilización, de la poda de los cafetales, de la resiembra de los
cafetales, de la utilización de variedades de café más productivas y, en fin,
se comenzó con el café un intenso trabajo.
De esta manera, 27 000 pequeños agricultores cafetaleros de la provincia
de Oriente, de hecho, hoy día están aplicando la técnica, y la producción de
café está creciendo rápidamente, no ya como resultado de las nuevas
plantaciones, sino las viejas plantaciones de café, porque tenemos entre 11 000
y 12 000 caballerías. Producir 60, 70
quintales por caballería es una vergüenza.
Es perfectamente fácil y posible producir 200 quintales de café por
caballería, que no son más que unos 20 quintales de café por caró —como lo llaman los campesinos.
Y, naturalmente, desde que comenzó a
aplicarse la fertilización los campesinos tienen una sola frase para explicar
eso: “El café se ha puesto nuevo.” Nosotros hemos hablado con cientos de
campesinos preguntando el efecto de la fertilización en el café. Decían:
“Mire, este café estaba viejísimo, este café tenía 15 años, este café
estaba muerto, y ahora está como nuevo.”
Es decir, los campesinos con la
aplicación de la fertilización han visto el rejuvenecimiento de sus
cafetales. Y un campesino que vive por
allá por San Lorenzo de Céspedes, en el último viaje que hicimos nosotros por
la provincia de Oriente, allá en el alto de la Maestra, me dice —es un
campesino agricultor, buen agricultor, que aplica bien la técnica—, me
dice: “Oigame,
¿usted dijo que íbamos a llegar a 2 millones de quintales en 1970?” Le dije:
Sí. Dice: “Pero vamos a llegar en 1969, vamos a llegar
en 1969.” —¿Sí? ¿Por qué?
“Mire, yo estaba produciendo 300 quintales, para 1968 voy a producir
tanto y para 1969 estoy en 800 quintales.”
—¿Sí? “Sí.”
El había visto el resultado de la
fertilización en los cafetales, el crecimiento de la producción, el
florecimiento de los cafetales, cómo se retenía la flor, cómo se retenía el
grano, cómo se retenía todo. Y ese
campesino dijo una verdad: las metas de
2 millones de quintales en 1970 se van a sobrecumplir ampliamente.
Pero es que en los viejos cafetales, solo
en los viejos cafetales, lograremos los 2 millones de quintales. Y algunos campesinos se han dado cuenta. Y, sobre todo, una cosa interesante: prácticamente el ciento por ciento de los
campesinos está aplicando ya la fertilización.
Cada vez que se introduce alguna de estas técnicas, siempre hay algunos
campesinos más avanzados y empiezan a hacer la prueba; hay otros campesinos más
cautelosos, ellos miran a ver qué pasa.
Y, desde luego, los efectos han sido tan increíbles que el ciento por
ciento de los campesinos en este momento en las montañas está fertilizando el
café.
Ahora bien, con el tabaco se está
haciendo una cosa similar.
Hay una serie de principios que deben
aplicarse a la agricultura campesina.
Primero, es necesario que los campesinos en todas partes no sean
productores de todo. Vamos a
explicarnos. Una de las cosas más
terribles cuando se recorren los campos es una especie de falta de
especialización en los campesinos. Y los
campesinos deben especializarse en uno, o dos, o tres productos, pero
principalmente en un solo producto.
¿Qué quiere decir esto? Unos campesinos deben ser fundamentalmente
tabacaleros, son los campesinos que casi toda su vida han cultivado tabaco en
los valles de Pinar del Río, en Santa Clara, en distintos lugares; otros
campesinos deben ser fundamentalmente cafetaleros; otros deben ser ganaderos;
otros deben ser vianderos; otros deben ser fruteros. Es decir, que hay que tratar de que el
campesino no tenga un popurrí de productos —aquel, papero—, y cada uno tenga
una especialidad.
A veces no tiene el campesino la culpa de
esa falta de especialización que se observa; nosotros tenemos en parte la
culpa. Es verdad que hay zonas muy
características donde toda la vida produjeron, por ejemplo, café y siguen
produciendo café, pero había una zona también muy característica, por ejemplo,
en Oriente, en que los campesinos producían frijoles —eran los campesinos de
Velasco, una de las zonas de mejores condiciones climáticas para la producción
de frijoles. De repente faltó la fruta
bomba, de repente sube el precio de la fruta bomba, de repente acopio pone para
la fruta bomba el precio tal y más cual.
Los campesinos de Velasco empezaron a sacar cuentas: frijoles, me da tanto trabajo, me crea tantos
problemas; si siembro fruta bomba voy a ganar diez veces más. Y empezaron los campesinos de Velasco a
abandonar el cultivo de frijoles y ponerse a cultivar fruta bomba. ¿Qué negocio hacía el país con eso? Tener que estar gastando divisas importando
los frijoles, porque en lugar del frijol se empezó a producir fruta bomba.
Señores, la fruta bomba es un tipo de
cultivo tan fácil de producir, que con un poco de fertilizante y riego y una
buena variedad de la fruta bomba, en 100 caballerías se produce más fruta bomba
que la fruta bomba que puedan producir 10 000 campesinos sembrando pedacitos de
fruta bomba; porque incluso para acopiar esa fruta bomba las rastras tienen que
convertirse en tranvías: buscar un
quintal de fruta bomba allí, la otra allí, y más atrás un hombre con un
papelito de acopio, un contrato, lo otro, y todas esas cosas (APLAUSOS).
Nosotros les hemos planteado a unas
cuantas agrupaciones: “Produzcan toda
esa fruta bomba.” Porque hay unos
cuantos cultivos que incorrectamente se les han asignado a los campesinos, unos
cuantos cultivos que han sido estimulados con unos precios
estratosféricos. Faltó el tomate
placero, y allá va el precio en el tomate placero. Bueno, hay algunos campesinos que han
producido siempre tomate placero, muy bien:
el que haya producido eso reservarle el derecho a seguir produciendo
tomate placero. Pero de repente, algunos
campesinos que producían caña vieron que sus vecinos, en dos cordeles o en tres
cordeles y con mucho menos trabajo, sacaban mucho más dinero que él con 60
cordeles de caña. Entonces, no importaba
que se estuviera ampliando un central, que hubiera allí las líneas, que hubiera
todo; de repente el campesino decía:
“No, no, yo saco la caña que me da muchos dolores de cabeza y me pongo a
sembrar tomate placero.”
Naturalmente que si todo el mundo que
quisiera se pusiera a sembrar tomate placero, entonces el tomate placero
sobraba y no valía ni medio centavo.
Esos son métodos del capitalismo.
¿Cómo se trabajaba en el capitalismo?
“Esto sobra, no produzco esto; voy a producir esto que falta.” Todo el mundo se pone loco a producir
esto. Sobra esto, y abandonan aquello y
se van a producir otra cosa. No podemos
ponernos a producir en las condiciones en que producían los capitalistas.
Y hay que decir que a acopio, no hay que
echarle a acopio todas las culpas; pero la política de precio que se siguió fue
una política incorrecta (APLAUSOS).
¿Hacen falta zanahorias? Se habla
con dos o tres agrupaciones y se producen tantas zanahorias como las que se
necesitan para hacer una montaña de zanahoria.
Y no ponerse a estimular aquí la zanahoria, allí el tomate placero, allí
la remolacha, allí la fruta bomba, señores; porque eso crea infinidad de
trastornos, problemas, dolores de cabeza.
El campesino que tradicionalmente ha venido haciendo un cultivo que
conoce, al cual está habituado, es lógico que se desaliente completamente con
lo que está haciendo, porque considera que él trabaja mucho más y está ganando
mucho menos que aquel.
En definitiva, el campesino que tradicionalmente ha
sembrado tabaco, que siga desarrollando su cultivo de tabaco, mejorando su
técnica, elevando la productividad; el que ha cultivado café, que siga
desarrollando el cultivo del café; el que ha producido pastos, que tiene
ganado, que siga desarrollando su ganadería; el que ha producido vianda, que
siga desarrollando el cultivo de la vianda; el que ha producido arroz, pues
arroz; el que ha producido papas, papas.
El que ha producido caña ya es un problema diferente. Hay en la caña un problema, por eso no lo he
incluido; no es que se me haya olvidado, lo advierto. Pero les he estado poniendo todos esos
ejemplos con los cuales no hay problema.
Los campesinos de Velasco han hecho muy
bien. Se habló con ellos, se les ha dado
facilidades, y todos están otra vez produciendo frijoles, y todos están
entusiasmados con la producción de frijoles y en la lucha por elevar la
producción por caballería.
Naturalmente que no basta simplemente
establecer una política, establecer una correcta política de precios, dar una
orientación. No basta decirles a los
campesinos de Velasco: “No, déjense de
producir fruta bomba, produzcan frijoles otra vez.” No.
Hay que llegar allí, hablar con ellos, decirles: “¿Qué necesitan, cuántas máquinas?; ¿tienen
fertilizantes?, vamos a aplicar fertilizantes; se puede aplicar el regadío para
que produzcan también en seca, vamos a hacer una represa aquí, vamos a buscar
equipo de riego.” Hay que ir con los
recursos.
Y así nosotros creemos que los
tabacaleros lo que deben es luchar por aplicar materia orgánica, por aplicar la
fertilización, por utilizar el regadío.
Hay todo un programa con el tabaco de construcción de pequeñas obras
hidráulicas para aumentar considerablemente la producción de tabaco, duplicando
o triplicando los rendimientos mediante el empleo de materia orgánica,
fertilizantes, y el regadío. Hay todo un
plan en el tabaco como con el café. Y
eso es lo que tenemos que hacer en los principales cultivos del país.
Claro está, el campesino quiere producir
otra cosa para su autoconsumo. Muy
bien. ¿Que un campesino es productor de
café, pero además quiere producir para su autoconsumo? Está bien.
Yo les aseguro, por lo que he podido apreciar, por lo que he podido ver
en todos los campos, que con unos pocos cordeles bien atendidos y empleando los
fertilizantes, cualquier campesino puede producir todo lo que necesita para su
casa, todo lo que necesita. Es decir,
cada campesino puede tener un cultivo principal —tabaco, café, ganado, vianda—
y tener al mismo tiempo una parte de su tierra, si quiere, dedicada a producir
lo que necesita para su autoconsumo.
Y los cultivos comerciales, un cultivo
como cultivo principal, y después el cultivo de autoconsumo. Muchas veces emplean demasiada superficie en
los cultivos de autoconsumo por los rendimientos muy bajos: muchas veces están empleando 40 cordeles para
abastecerse de lo que necesitan en la casa, cuando pudieran resolverlo con 10
cordeles aplicando fertilizantes.
Naturalmente que esto tiene que ir
acompañado de una política, que es la que está siguiendo la Revolución, que es
la de distribuir los fertilizantes, es de incrementar el empleo de los
fertilizantes en todos los cultivos. A
veces, hay una región que es platanera, hay 500 caballerías de plátanos: de repente llega a un lugar, cuando usted va
por ahí, y se encuentra una manigua. “¿Y
esta manigua?” “Esa, es de un pequeño
agricultor.” O se encuentra un popurrí
de cultivos allí: una malanga por aquí,
maíz por allá, un plátano allá, un puerco por aquí, una vaca por allá. Señor, ¿por qué este campesino no cultiva
plátanos, si toda esta región es platanera, y deja para su autoconsumo —donde
sembrar la malanga, si quiere; el maíz, si quiere; lo otro que quiera— una
parte de la superficie, y siembra plátanos aquí; de manera que si los aviones
pasan y fumigan, si los aviones pasan y fertilizan, le fertilicen su plátano de
una vez también? A veces yo he ido con
algunos compañeros de la agrupación y he tenido que decirles: “Mira, chico, esta tierra está ahí
abandonada, siémbrala de plátano también.
Llama al campesino y le dicen:
'mire, esos plátanos que están sembrados ahí son de usted, cuídelos,
atiéndalos'.” Porque a veces se
encuentran los pedazos de tierra abandonado, porque no tienen recursos o porque
viven de otro trabajo, principalmente, y todo ese tipo de problema.
Es decir, que nosotros debemos buscar que
los campesinos, como lo han hecho hasta ahora, se especialicen en determinados
cultivos. En algunas cosas se ha
avanzado mucho, como en el café. En las
montañas, nuestra política será otra:
nosotros aspiramos a llevarles a los campesinos, mediante toda la red de
comunicación que se está haciendo, todo lo que necesiten, desde el llano, de
manera que no tengan que estar cultivando en las montañas plátano, maíz, veinte
cosas de esas.
¿Y cómo siembran en las montañas? Es una cosa infalible: si la loma está así... ellos siembran en dirección de la pendiente. No he visto todavía en las montañas un solo
campesino que si la loma está así...
Siembre así; todos siembran así...
No he visto uno solo en las montañas.
El plátano no lo siembran así..., lo siembran así, hacia abajo. Bueno, yo les he preguntado: ¿Por qué hacen eso? Y algunos dicen: Bueno, porque es más fácil para caminar;
otros: Porque viene el agua y si lo
siembro así me lleva la semilla; o porque para limpiarlo tal problema y tal
problema. El hecho es que, por las
razones que sean, no hay un solo campesino en las montañas que no siembre en
dirección de la pendiente.
Acopio se ha metido por allá por algunas
montañas. Nosotros veníamos bajando de
una región que se llama Punta de Lanza, y veíamos unos platanales allá, unos
platanales allá. ¿Qué hacen?, ¿y ese
cultivo es un cultivo comercial? “Sí.” ¿Y a quién le venden? “A acopio.”
¿Es correcto que en estas montañas, donde
después del Flora apenas quedó capa vegetal, estén sembrando plátano cuando
estamos sembrando cientos de caballerías de plátano con regadío en el
llano? Hay más de 500 caballerías de
plátano en el valle del Cauto; para el año que viene habrá 2 000 caballerías de
plátano en el valle del Cauto, idos mil caballerías de plátano en el valle del
Cauto! (APLAUSOS) Será perfectamente fácil llevarles a los
campesinos de las montañas todo el plátano que necesiten, y decirles: no cultiven plátano, cultiven café.
Es decir, que eso es incorrecto, no ha
habido una política correcta, se ha fomentado la siembra de plátano allá
arriba. Y nosotros hemos estado hablando
con las agrupaciones, pidiéndoles que escojan tierras para producir malanga,
porque existe la teoría de que la malanga hay que producirla en la montaña, y
la malanga se puede producir perfectamente bien en el llano; y nosotros estamos
buscando todas las tierras para no pedirles a los campesinos que siembren
malanga en las montañas.
Es decir, en las montañas vamos a seguir
la política de abastecer al campesino de todo lo que necesite, incluso viandas,
de manera que el campesino produzca café en las montañas. Entre el café, ahora que se está sembrando el
café en forma de seto, hemos estado recomendando sembrar frijol gandul entre el
café y el café; el gandul no es un cultivo, es una planta; protege el suelo de
la erosión, produce un grano que sirve para consumo humano, o para darles a las
gallinas, a los cerdos, a lo que sea. El
maíz no es lo único con que se alimenta a las gallinas.
Si se siembra en las nuevas plantaciones
de café en curvas de nivel, y hay tres metros entre un seto y otro seto, se
puede sembrar ahí el frijol gandul, fertilizarlo, y sirve para alimentar a los
cerdos, alimentar a las gallinas; y, además, es muy bueno, sirve para consumo
directo sobre todo cuando está fresco y muchos campesinos lo consumen con
arroz. Esa es una solución
correcta: no sembrar maíz en las
montañas, sembrar otro tipo de cultivo que resuelva el problema, sea más fácil
de trabajar y no destruya la naturaleza.
En fin, yo les decía al principio que de
agricultura se sabía muy poco.
Y les voy a decir algo más: si se saca la excepción de algunos
campesinos, hay algunos campesinos muy curiosos... Nosotros en los límites de Camagüey y Las
Villas, a orillas del Jatibonico, conocimos a un campesino que nos
impresionó. Tenía una pequeña plantación
de cítricos; él había hecho las plantaciones, había hecho las podas, las tenía
con una producción magnífica... ¿Está
también por ahí? (EXCLAMACIONES
AFIRMATIVAS) Bien, creo que se llama
Mesa ese campesino. Ese campesino tiene
allí plantados cedros, cítricos, pastos; estaba fabricando una turbina allí,
con mil trabajos se estaba buscando un motor; buscó los fertilizantes, y no
había de cítricos y se consiguió otro fertilizante, y estaba allí aplicando la
técnica con un tesón admirable. Ese
campesino es un verdadero agricultor.
A la entrada de la Montería, en la Sierra
Maestra, nos encontramos el raro ejemplo de un campesino que había sembrado una
caoba, una baría, un cedro, distintos árboles de
maderas preciosas... ¿Está también
ahí? (EXCLAMACIONES AFIRMATIVAS)
¡Me alegro! Veo que merecen estar aquí, porque son
campesinos de vanguardia de verdad. Es Verdecia. Ese campesino
había sembrado varias decenas de árboles, había hecho algo que realmente era
compensador de ver tanto bosque destruido sin que nadie siembre nunca un
árbol.
Yo le pregunté: ¿Usted cree que si a los demás campesinos les
llevan las posturas siembran? Dice: “Sí, seguro que sí.” Entonces, al campesino ese lo han declarado
campesino modelo de esa región. Y,
entonces, lo que no es de café todo lo está sembrando ya de maderas preciosas;
y se ha desatado una gran fiebre de siembra de maderas preciosas. De manera que los compañeros de la zona de
Manzanillo querían extender el plan, y digo:
No, ¡aguanten! A cada rato hay
que decir ¡aguanta!, porque aquí entusiasmo no es lo que falta, realmente el
entusiasmo se sobra; lo que creo que hace falta son orientaciones correctas,
orientaciones correctas es lo que falta (APLAUSOS). Y la falta de orientación no es falta de la
buena fe, es resultado de tanta ignorancia como la que se había acumulado en
este país.
Les voy a poner un ejemplo. En el día de hoy discutiendo con un grupo de
compañeros que están fomentando el cultivo de la piña, les preguntábamos por la
semilla, porque el incremento de la piña está limitado por la cantidad de
semillas, y nos dicen: “Ha aparecido una
nueva técnica para la semilla de piña.”
Digo: ¿Cuál? Dicen:
“El tronco de la piña se corta en cruces así, y salen por lo menos 12 hijos
del tronco.” Digo: ¿Cómo?
Y me enseñaron, incluso, en un lugar un cantero donde tenían los hijos
que los habían sacado de los troncos de las piñas, que tienen algunas yemas que
se desarrollan. ¿Y eso no lo sabía nadie
aquí? “No.” ¿Y dónde apareció? “En una revista de mecánica que llegó no sé
de qué país.” Dije yo: ¡pero será posible! En este país donde había por lo menos unas
cuantas gentes que se decían técnicos agrícolas, ingenieros agrónomos, ¿nadie
sabía eso? Pues nadie lo sabía. Una cosa tan sencilla, que era diez veces más
sencilla que el famoso huevo de Colón. Y
es que del tallo de la piña se podía reproducir la piña, y nadie lo sabía.
Y es increíble la cantidad de cosas que
ignorábamos, incluso que ignoramos todavía.
Y por eso las orientaciones no existen, las orientaciones correctas
muchas veces no se han dado por ignorancia.
Pero les decía que en la zona del Jíbaro
y la Montería tuvimos que decirles a los compañeros: ¡Aguanten!
¿Por qué les dijimos ¡aguanten!?
Sencillamente porque nosotros pensamos llevar un plan de incremento
forestal en la Sierra Maestra en 1969, un gran plan: pensamos hacer los viveros a lo largo de la
Sierra, de 200 a 300 millones de árboles de maderas preciosas para llevárselos
a los campesinos, a los que quieran sembrarlos; pero ahora, 1967 y 1968,
estamos trabajando con el café, estamos tecnificando la producción de café,
resembrando los cafetales, desarrollando los cafetales. Si a este plan de café que estamos llevando a
cabo en 1967 y 1968, en estos momentos le introducimos un plan forestal, vamos
a interferir una cosa con la otra. Y yo
les planteé: No, sigan en esa región
como plan piloto, para ver en qué actitud están los campesinos, cómo reciben,
cómo se entusiasman.
Nosotros tenemos el propósito de
llevarles gratuitamente las posturas a los campesinos, y darles el fertilizante
de los forestales gratuitamente.
Como el forestal es un árbol que hay que
esperar para que produzca 10 ó 12 años, no más.
Nosotros estimamos que una caoba, una baría,
un cedro, cualquiera de esos árboles, en 12 años se puede cortar perfectamente
bien si los fertilizamos. Vamos a
aplicarles la fertilización también a los bosques.
Y a los campesinos les vamos a
decir: “Ahí tienes una 'pelúa', ahí tienes esa tierra que no está produciendo nada,
donde no está el café, aquí tienes las posturas en sus bolsas y todo,
siémbralas, aquí tienes los fertilizantes.”
Todos los años. Si él quiere
después explota esa madera, vende la madera; si un día quiere vender su
parcela, su parcela pues tendrá mucho más valor, aunque creo que el argumento
del valor no es el que va a convencer mucho a la gente aquí, porque ya les
decía por otro lado que mientras más años pasen menos valdrá el dinero, por las
razones que les expliqué anteriormente.
Pero, desde luego, a cualquiera si le
interesa el dinero o lo que le interese, al país lo que le interesa es que no
haya una “pelúa”, al país lo que le interesa es que
se siembren árboles. En las tierras
estatales no hay problemas: nosotros en
las montañas vamos a ir en todos los potreros y en todos esos lugares dejando
ciertas áreas con fertilización para la producción de leche y el resto lo vamos
a sembrar de maderas preciosas, o de pinos, según las características del
terreno. Pero pensamos llevar a cabo un
plan en la Sierra Maestra, lo vamos a llevar también al Escambray y a las
regiones montañosas desde 1969. No se
puede hacer todavía antes porque ahora estamos con el café.
Es decir que hay campesinos que tienen
gusto, que tienen preocupación por la técnica, que se preocupan por mejorar la
tierra, que se preocupan por sembrar un árbol.
Hay campesinos de esos. Y
realmente es muy estimulante cada vez que nos encontramos con alguno de ese
tipo de campesinos.
Fuera de eso, les voy a decir una
cosa: el nivel de nuestra técnica
agrícola entre los pequeños agricultores está más o menos igual que cuando
Diego Velázquez empezó la colonización de este país; la agricultura nuestra,
nuestra pequeña agricultura, salvo excepciones, tiene el nivel técnico de hace
cuatro siglos, ¡de hace cuatro siglos!
Desde luego, aquí siempre hubo algunos pocos cultivos que emplearon
regadío, fertilización: la papa, algunas
áreas tabacaleras, algunas pequeñas áreas arroceras; pero fuera de eso: la ganadería, la caña por lo general, las
viandas, todo el resto de nuestra agricultura es una agricultura anacrónica,
¡anacrónica!
A nadie nunca se le ocurrió fertilizar una
mata de plátano. En Oriente hay
platanales que tienen 20 años, 30 años, jamás han conocido una libra de
fertilizantes.
Cuando yo les digo esto no los estoy
culpando a ustedes, estoy simplemente refiriéndome a una realidad, y es la
realidad de nuestra agricultura en las condiciones del pasado: no había conocimientos técnicos, no había
fertilizantes, no había mercados, no había créditos, no había nada. Les quiero decir que nuestra agricultura está
muy atrasada, nuestra pequeña agricultura está muy atrasada.
Díganme una cosa, un campesino platanero,
debe haber varios aquí. ¿Hay por aquí
algún campesino platanero de Holguín, de Banes,
de...? (ALGUIEN DEL PUBLICO RESPONDE
AFIRMATIVAMENTE).
Yo le quiero hacer una pregunta: ¿Cuánto tiene usted sembrado de plátano? (UN CAMPESINO LE RESPONDE: “Dieciséis rosas.”) ¿Y cuántos quintales ha sacado el año que más
ha sacado? (LE RESPONDE: “Mil setecientos quintales.”)
Plátano vianda. De plátano fruta, ¿cuánto cree usted que
pueda sacarse en una caballería?...
¿Alguien que haya cultivado plátano fruta? Dígame.
(LE RESPONDEN: “Tres mil
tallos.”) ¿Cuántos racimos?... ¿Cuántos
quintales serán de plátano? ¿Se podrán
producir 2 000 quintales de plátano fruta en una caballería? ¿Se puede?
Eso se puede producir, más o menos, 2 000
quintales en dos rosas de tierra.
¿Saben ustedes que, por ejemplo, se
pueden producir —según nosotros estimamos de los resultados de algunas pequeñas
plantaciones experimentales que se han hecho—, que se pueden obtener hasta 20
000 quintales de plátano fruta en una caballería?
Si nosotros no hubiéramos estado muy
ocupados en estos días, hubiéramos podido sugerirles a los compañeros del
congreso que hubieran visitado algunos experimentos que se están haciendo
(APLAUSOS). Matas de plátano que
empezaron a parir a los cinco meses y que antes del año estaban produciendo
racimos de 70 hasta 85 libras: se pueden
llegar a producir hasta 40 000 racimos en una caballería, sembrándolo a la distancia
adecuada.
Es decir que les pongo el ejemplo de un
cultivo: café. Se estaban recogiendo 50 y 60 quintales por
caballería. Nosotros estamos haciendo
plantaciones en algunas de las cuales pensamos cosechar hasta 1 000 quintales
por caballería.
Es decir, hay algunos cultivos en Cuba que
tenían alguna técnica, y cuando ya hay alguna técnica no es tan fácil
duplicarlo; pero en la mayor parte de los cultivos de Cuba se puede triplicar,
cuadruplicar, quintuplicar la producción y en algunos casos decuplicar,
elevarla diez veces, y se trata precisamente de eso.
Nosotros nos proponemos brindar —puesto
que la Revolución hoy tiene posibilidad de ello— el máximo de recursos a los
campesinos para que eleven la productividad, la dupliquen, la tripliquen, la
cuadrupliquen (APLAUSOS). Por ejemplo, actualmente
ya se está distribuyendo fertilizante para plátano a todos los pequeños
agricultores (APLAUSOS); se está distribuyendo fertilizante para café a todos
los pequeños agricultores; se han distribuido cuatro toneladas de fertilizantes
por caballería a todos los agricultores cañeros, y se les dará, en adición, de
una y media a dos toneladas de nitrato de amonio por caballería
(APLAUSOS).
Todos los cultivos de tabaco se van a
fertilizar y, además, se va a tratar de irrigar el máximo posible mediante las
construcciones de pequeñas presas.
En los cultivos de viandas, en los
cultivos de frijoles, en todos los cultivos, en los cultivos de frutales,
también se ha distribuido fertilizantes para todos los pequeños agricultores
que tienen cítricos. Es decir, que ya se
está trabajando en el sentido de aplicar la técnica.
Se empieza a introducir la inseminación
artificial en la ganadería de los pequeños agricultores. La ganadería es uno de los sectores de la
agricultura de la ANAP donde hay que hacer uno de los mayores trabajos. Ya, como les decía, se comienza a introducir
la inseminación.
Usted recorre este país y por dondequiera
ve vacas flacas. Una pobre vaquita flaca
que le están extrayendo... No sé lo que
le están extrayendo a esa vaca, la vida se la están extrayendo. Por dondequiera una vaca amarrada aquí, una
vaca en un potrero que no tiene comida.
Y la verdad que cuando se tiene un poco de conciencia del cuidado que hay
que darles a los animales, se sufre cuando se ve eso.
Son muy pocos los campesinos que tienen
pastos artificiales. Casi todos lo que
tienen son pastos naturales. Jamás se ha
fertilizado un solo potrero, por lo general, de los pequeños agricultores. Y hay decenas y decenas de miles de
caballerías dedicadas al ganado. Nos proponemos
darle a la ganadería el mismo impulso que se les está dando al café, al tabaco,
a las viandas, a todos los demás cultivos.
¿Qué política pensamos seguir en la
ganadería? En las zonas, naturalmente,
próximas a la capital, a las grandes ciudades, vamos a desarrollar el ganado
lechero, pero por lo general en las provincias de Las Villas, de Camagüey y de
Oriente les vamos a plantear a los campesinos tres cosas: primero, siembra de pastos artificiales,
incluyendo leguminosas junto con las gramíneas; segundo, fertilización de los
pastos; tercero, orientar al pequeño agricultor no a la producción de leche
sino a los animales de cría.
¿Por qué?
Excepto en las regiones de occidente donde los campesinos tienen
tradición de producir leche, donde hay una gran concentración de población, en
el resto de la isla, para un campesino resulta mucho más fácil tener un rebaño
de ganado de cría que un rebaño de ganado de leche. El ganado de leche le da muchos trabajos,
muchos dolores de cabeza, el ordeño diario: es mucho más fácil si un campesino tiene una
caballería de pasto, de tierra para ganado, sembrarla de pasto artificial,
fertilizarla, mantener allí entre 30 y 40 vacas y producir de 25 a 30 crías por
año. Simplemente con el mínimo de
trabajo de atenderlas, es decir, cambiarlas de cuartones, verlas, casi
mirándolas, ¡casi mirándolas!, un campesino puede atender un rebaño de 30 a 40
vacas, que significaría un buen ingreso para el campesino y significaría, desde
luego, un ingreso además que no le daría muchos problemas. La leche, que da más problemas, se puede
producir en las granjas.
Tenemos, por ejemplo, la región de
Bayamo. Cuando todo el plan de la región
de Bayamo se haya desarrollado, las granjas de Bayamo producirán un millón y
medio de litros de leche diarios. El
acopio de esa leche es fácil, porque será en unos cuantos cientos de
lecherías. Esa misma leche si se produce
por los pequeños agricultores hay que ir a diez mil lugares todos los días,
recoger 10 litros allí, 15 acá, 20 allá.
Esa leche se produciría de diez mil formas diferentes en diez mil
condiciones higiénicas diferentes y, en definitiva, es algo que se puede
perfectamente producir en las granjas.
Esto no quiere decir que si un campesino
en Bayamo es lechero y quiere seguir siendo lechero no lo ayudemos; lo
ayudamos, le facilitamos también la inseminación, le facilitamos los recursos,
le facilitamos todo. Nosotros,
simplemente... (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE
ALGO)
¿De dónde tú eres? (LE RESPONDE:
“De Las Villas.”) Tú eres de Las
Villas. ¿En qué término? (LE DICE:
“Central Taguasco.”) ¿Al lado del pueblo? (LE RESPONDE:
“Sí.”) ¿Cuánta tierra tú tienes
de pasto?... ¿Cuántas vacas?... ¿Cuánto
tú crees que puedes tener allí?... ¡En
caballería y media...
Cuando tengas el pasto artificial... Tienes ya una caballería de pangola. ¿Lo tienes
dividido en cuartones? (LE
RESPONDE: “Sí.”) ¿Cuánto?..
¿Has empleado la fertilización alguna
vez? (LE RESPONDE: “Sí.”)
¿Cuándo?... ¡Ah!, es que tú eres
un campesino modelo. No es el caso de lo
que yo estoy hablando (RISAS Y APLAUSOS).
Es decir, ¿tú vas a tener F-1 de Brown Swiss o de Holstein? (LE RESPONDE:
“De Holstein.”) ¿Tú quieres ser
lechero o qué? (LE RESPONDE: “Me gusta la producción de leche.”) ¿Cuántas vacas tú puedes ordeñar
diariamente? (LE RESPONDE: “Veinticinco.”)
Tú tienes que estar ordeñando 25 vacas
diarias, es un trabajo fuerte. Es decir,
que para ti, por ejemplo, si tú allí en vez de tener ganado de leche... No te estoy diciendo que abandones el ganado
de leche. No sé las situaciones
concretas de allí del pueblo de Taguasco, pero lo que
te quiero decir es que tú en la caballería y media puedes tener de 40 a 50
cabezas. Si en vez de inseminar ese
ganado con Holstein lo inseminas con Charolais o lo inseminas
con Santa Gertrudis, cuando tengas F-2, cuando tengas F-3, ya tienes una
ganadería de carne de magnífica calidad.
En la media caballería, 10 cuartones, fertilización, tú lo único que
tienes que hacer es trasladar cada cuatro o cinco días el ganado de un cuartón
para otro. Y producirías —¿quieres que
te lo diga?—, en divisas puedes producir 7 000 u 8 000 pesos en divisas todos
los años en tu caballería y media de una manera muy fácil.
Mira, esto que yo estoy planteando no
podemos ahora empezar a hacerlo. ¿Por
qué? Porque por lo menos hasta 1970 no
se lograrán los grandes incrementos de leche resultado de todo el trabajo que
se ha venido haciendo. Nosotros todavía
en 1967, 1968, 1969 necesitamos la producción de leche de la agricultura
privada en Las Villas, Camagüey y Oriente; en Matanzas y La Habana la
necesitaremos siempre porque aquí hay una gran parte de las tierras de pasto
que son de los pequeños agricultores y hay una concentración muy grande de
población.
La razón que nosotros vamos a sugerir es
que las granjas produzcan la leche y los pequeños agricultores produzcan ganado
de cría; también las granjas producirán ganado de cría. Porque, por ejemplo, un lugar como Camagüey
donde habrá de dos y medio a tres millones de vacas en el futuro, se dedicará a
la producción de leche un millón, otro millón se dedicará a la producción de
cría y el resto del ganado de la agricultura privada se puede dedicar a la
producción de carne.
Proponemos, la idea que vamos a sugerir,
es que las granjas produzcan la leche.
¿Por qué? Porque, bueno, se
necesita la fuerza de trabajo, se necesita la refrigeración, se necesitan los
equipos para conservar la leche, se necesita acopiar toda esa leche. Es más fácil acopiar la leche si son 100
lecherías con 1 000 litros cada una, los carros van a cien lugares, la leche se
conserva en frío en cien lugares; pero es mucho más difícil el problema de la
conservación y de la recogida de la leche en un lugar donde hay 50 litros, 70
litros, 100 litros.
¿Cuántos litros tú produces, por ejemplo,
ahora al día? (LE RESPONDE: “Diecisiete litros.”) Imagínate para recoger —y tú eres un buen
agricultor— 100 000 litros de leche, habría que visitar aproximadamente 5 000
pequeños agricultores como tú todos los días.
Para mantener esa leche en condiciones higiénicas, refrigerada, mientras
se recoge, hay que poner 20 000 cortinas de frío allí, lo cual se puede hacer
perfectamente en cien lugares. Ahora en
cambio si tú fueras productor de carne, entonces tú una vez al año entregas el
producto, al empezar la seca, en cualquier momento, una sola vez hay que ir
allí a recoger. Y es por eso, porque es
mucho más fácil la producción de carne que de leche, que nosotros en el futuro
lo que pensamos es ayudar a todos los campesinos a sembrar todos sus pastos
naturales y manigua de pasto artificial; pangola con kudzú, que es lo que le falta a la finca tuya, en la media
caballería esa hay que sembrar un surco de kudzú y un
surco de pangola para que no tengas que aplicarle
nitrógeno, y vas a tener un alimento mucho mejor.
¿Evidio no anda
por ahí? Es una lástima, porque Evidio está produciendo 110 litros de leche con ocho vacas,
con ocho novillas que le están dando 13 litros de leche de promedio; guinea con
kudzú en este caso.
Evidio es un campesino de San Andrés.
Si un campesino quiere producir leche,
que produzca leche; nosotros le propondremos, por lo general, que sea productor
de carne.
Tú no tienes que preocuparte, porque tú
el año que viene se te insemina la vaca tuya con Charolais
o Santa Gertrudis, el que te gusta más entre los animales de carne. En la provincia de Las Villas posiblemente
inseminemos con Santa Gertrudis o con Charolais,
animales de carne; las F-2 ya tienen tres cuartos de animal de carne.
Las que tú tienes son Cebú. En cuatro años vas transformando toda la
ganadería, y posiblemente nosotros empleemos el Charolais
como uno de los principales animales de carne, porque este es un animal de
mucha calidad, de mucho valor. Y
entonces, los campesinos que se dediquen, por ejemplo, a la ganadería, de Las
Villas hasta Oriente, tendrán ganado de raza de carne (DEL PUBLICO LE DICEN
ALGO).
De inseminar ganado lechero. Eso es correcto; no debemos alterar eso
ahora. Este año vamos a inseminar con el
animal de leche, porque se empezó a hacer ese trabajo; porque esta idea es
relativamente reciente. Por eso, los
compañeros de inseminación van a seguir trabajando en Sancti Spíritus, en
Bayamo (APLAUSOS). Pero eso no
importa.
Porque, por ejemplo, si tú el año que
viene, o la región de ustedes tiene las F-1 de Holstein con Cebú, esa F-1 de
Holstein con Cebú se insemina con un animal de carne y lo cría mucho mejor que
la Cebú, y se transforma, porque un animal de leche si tiene buen pasto
alimenta mucho mejor a un ternero que una Cebú.
Sin duda que este F-1 puede alimentar un ternero y llegar al año a 700 u
800 libras sin problemas, siempre y cuando tenga pasto.
Esto que yo les estoy explicando es una
directriz general para el futuro; es decir, pedirles a los ganaderos, que precisamente
esto es lo que les gusta... A los
ganaderos les gusta más la cría que la producción de leche, y nosotros hemos
considerado que si les gusta la producción de carne, si les da menos trabajo,
si además acopiar la leche es un problema mucho más difícil que acopiar la
carne, sugerir a los campesinos que se orienten hacia la producción de animales
de cría y que en las granjas produzcan la leche.
Ya en el año 1971 le podemos decir a
cualquier campesino desde los límites de Matanzas y Las Villas hasta
Baracoa: “Si quieres, dedícate a la
producción ciento por ciento de carne.”
Claro, pegado a Santiago de Cuba, pegado a Cienfuegos, pegado a la
ciudad de Camagüey, pegado a las grandes ciudades, es lógico que se siga
haciendo la producción de leche; pero incluso en lugares como Bayamo —que es
una cuenca lechera importante— la producción estatal va a ser de un millón y
medio de litros de leche, es decir, se les puede facilitar a los campesinos la
posibilidad de ser criadores de ganado y no productores de leche, escogiendo
ellos lo que prefieran. Esta es la
orientación que nosotros vamos a dar.
Porque ya el año que viene empezamos en
Bayamo —en 1968—, ya vamos a desarrollar la siembra de pasto en Bayamo entre la
agricultura privada; pensamos sembrarles 1 000 caballerías de pasto a los
ganaderos de Bayamo. Todavía ese plan,
en gran escala, no lo vamos a llevar el año que viene a todo el país. A las zonas de la provincia de La Habana, sí;
en esta zona. Para 1969 pensamos ya
darle un impulso tremendo a la siembra de pasto de los agricultores
privados. Y desde luego, ya a inseminar
con ganado de carne podremos empezar el año que viene, el año que viene ya;
porque ya las que nazcan, nacen en 1969, no estarían en producción sino hasta
1971 ó 1972. Ya para esa fecha la
producción de leche que se va a tener es enorme, y va a ser más importante que
los campesinos dediquen sus pastos a la producción de carne.
Es decir, esta es la orientación
general: unos campesinos se van a
dedicar a la producción, fundamentalmente, de tabaco, otros de vianda, otros de
ganado de carne, otros de frijoles, otros de arroz; también se le va a dar un
gran impulso a la producción arrocera en las regiones de Manzanillo y de
Bayamo; se va a hacer un plan con los pequeños agricultores de riego, de
fertilización, de todo, en aquella región.
La política que se va a seguir es la de especializar la producción.
Esto no es nuevo. Cuando yo digo especializar la producción no
digo nada nuevo, es lo que ha venido ocurriendo tradicionalmente; quiero decir
que no se ande cambiando de un producto para otro, de uno para otro. Si es un problema de que un producto no
resultara satisfactorio para un campesino, siempre puede haber una solución con
ese producto.
Por ejemplo, tenemos el problema de la
caña, que yo no he mencionado. El
problema de la caña es más complejo. Hay
provincias, como Matanzas, Las Villas, La Habana, donde la participación de los
pequeños agricultores en la producción cañera es muy grande; es decir, no les
podemos decir: “Puesto que la caña da
dolores de cabeza, problemas, dejen de producir caña.” No les podemos decir que dejen de producir
caña, porque ahí están los centrales, están las instalaciones, está todo. ¿Por qué?
Porque tienen una gran parte de las tierras cañeras. Incluso, hay que estar luchando, insistiendo,
porque ha habido una política que está contra los intereses nacionales. ¿Cuál es la política? Ir demoliendo las cañas. Ir demoliendo las cañas le hace un daño a la
economía; preferible es que busquemos
cualquier otro tipo de solución, menos el de demoler las cañas. Y nosotros en esas provincias donde los
pequeños agricultores tienen mucha caña no podemos buscar otra solución que
pedirles que sigan cultivando la caña, y buscar dentro de ese cultivo qué hacer
para que ellos resulten compensados, que se sientan satisfechos con lo que
están haciendo.
En algunos lugares como Camagüey, donde
la caña que tienen los pequeños agricultores es muy poca, los compañeros de la
provincia me habían presentado el proyecto de que, excepto en los lugares que
estén muy pegados al central, se pudiera en muchos sitios sembrar en tierras
estatales las cañas que tienen muchos de esos agricultores privados, y que se
dediquen a la producción de ganado. Es
decir, en Camagüey hay una tradición ganadera; la tierra que tienen los
pequeños agricultores en caña es muy poca; hay suficiente tierra estatal para
pasar esas plantaciones a las tierras estatales y se le puede buscar una
solución en Camagüey al problema de la caña.
Pero, sin embargo, en Las Villas y La
Habana, Pinar del Río, Matanzas, no se puede hacer eso porque no hay las
tierras. Están los centrales; es
imposible prescindir de la agricultura cañera.
Lo que hay que hacer es mecanizar, facilitar alzadoras, lograr el máximo
de productividad.
Aquí, por rutina, ha estado sucediendo
una cosa increíble. Según nos explicaban
los compañeros de la ANAP, los únicos agricultores que pagan impuestos aquí en
este país son los cañeros, porque hasta el café, que pagaba algún impuesto, se
suprimió. Entonces, el gobierno tiene un
proyecto de ley para suprimir los impuestos a los cultivadores cañeros
(APLAUSOS). Resulta que la caña es
importantísima para la economía, produce azúcar, produce miel, produce bagazo,
produce cogollo, que es un alimento para el ganado; la caña es un cultivo
importantísimo para la economía; es además un cultivo duro, no es tan cómodo
como otro tipo de cultivo, y resulta que los únicos agricultores que estaban
pagando impuestos aquí son los cañeros.
¡Vamos a echarle la culpa a la ANAP!
Hay que echarle la culpa a alguien y vamos a echársela a la ANAP.
Pepe es el que ha estado insistiendo en
el problema.
Señores, la culpa la tienen los cañeros,
los cañeros, porque es que resulta que si estaban pagando no sé qué impuesto y
prácticamente aquí todos los impuestos se han ido liquidando, ellos eran los
que estaban pagando impuestos; porque era un descuento que se hacía a través
del central, me han estado explicando...
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO) ¿Qué
les pasó, qué les pasó a los pequeños agricultores cañeros?... ¿Este año?
Bueno, pues este año... (LE
DICEN: “El año pasado.”) No, no, este año no se va a cobrar ningún
impuesto (APLAUSOS).
Bueno, díganme una cosa: desde luego, esos impuestos habían permanecido
porque estaban por ley; si ese problema se hubiese planteado antes es un
problema que se habría resuelto. Ahora,
ya desde este año les estaba precisamente comunicando que ese impuesto queda
suprimido, es decir, que por este año no tienen que pagar ningún impuesto por
la caña que se ha cortado (APLAUSOS).
Es una de las cosas que precisamente les
decía de las orientaciones incorrectas; esa es una de las cosas incorrectas que
subsisten. Resulta que estamos
interesados en incrementar la producción cañera, en llegar a la zafra de los 10
millones, y resulta que los agricultores cañeros, que tendrán aproximadamente
el 25% de esa producción de caña estaban pagando impuestos. Increíble, ¿verdad? Claro, eran impuestos que estaban
establecidos. ¿Porque antes qué
pagaban? Antes se pagaba la renta;
además el impuesto. Desapareció la renta
y siguió el impuesto... (DEL PUBLICO LE
DICEN ALGO) ¿Qué pagan ustedes,
compañeros? Díganme, ¿cuáles son los
impuestos que pagan?... ¿Ahí está la
seguridad social en ese 11%? (UN
CAMPESINO LE DICE: “Fidel, nosotros no
tenemos derecho a ella.”)
¿Ustedes no tienen derecho a la seguridad
social?
JOSE RAMIREZ CRUZ.- La ley establece la opción...
CMDTE FIDEL CASTRO.- ¿La opción de qué? ¿Cuál es la opción? Párate aquí, Pepe, explica ese problema.
JOSE RAMIREZ CRUZ.- El problema consiste en que de acuerdo con la
Ley de Coordinación Azucarera tenían que inscribirse, la llamada opción —que se
llamaba. Los que no la hicieron antes
pues no tenían derecho por la ley. Sin
embargo, después de la Revolución se les ha estado cobrando, se les ha
descontado, y no son beneficiarios.
Eso es lo que yo le contaba, compañero
Fidel, que habíamos estado conversando con el compañero Risquet,
ministro del Trabajo, para hacer un estudio y buscar una solución a este
problema, porque hay unos que la pagan, que hicieron la opción, y hay otros que
la pagan sin haber hecho opción.
CMDTE FIDEL CASTRO.- Sigo sin entender. Está ronco Pepe.
Vamos a averiguar el problema. Los pequeños agricultores de plátano, por
ejemplo, ¿pagan ese descuento del 11%?
(LE DICEN QUE NO) ¿Ningún pequeño
agricultor paga ese descuento?
(LE DICEN: “Hay unos cuantos.”) ¿Cuál?
Porque, miren, hay una parte que corresponde a los trabajadores... (LE DICEN: “Ese es el de los trabajadores.”) Ese es el de los trabajadores. .
Miren, señores, yo les voy a decir lo que
pienso sobre todo ese problema. Al
empezar a hablar aquí esta noche les expliqué los problemas del dinero, todo
ese tipo de problemas, les expliqué cómo el dinero iba a tener cada vez menos
importancia, les expliqué los problemas de la producción. ¿Quieren que les diga en qué consisten esos
impuestos, esos 11, y tanto y más cuánto?
¿Ustedes creen que eso importa para algo? ¿Saben lo que importa? Que en vez de producir 40 000 arrobas
produzcan 80 000 por caballería, eso es lo que importa (APLAUSOS).
¿Qué hacemos con que paguen 100 pesos por
un lado y se dejen de producir 1 000 por otro?
¿Contra qué se pueden canjear esos 100 pesos? Lo que al país le interesaría que se pudieran
producir 1 500 quintales más de azúcar en esa caballería, que se pudieran
exportar y traer bienes equivalentes al valor de esos 1 500 quintales por
caballería; lo que interesa es elevar la producción, porque aquí se reparte lo
que se produce. ¿Usted ha visto a
alguien desayunarse con un peso por la mañana?
¿Alguien se ha comido alguna vez un par de huevos fritos con un billete
de 10 pesos? En Gran Tierra descubrimos
no hace mucho un campesino que tenía la manía de comer vidrio. Bueno, hubo que traer ese hombre y llevarlo
al hospital; estaba grave. Venía
comiendo vidrio. Pero todavía no nos
hemos encontrado un caso de nadie que coma billetes, que coma pesos. Este caso no me lo he encontrado por ninguna
parte.
Ese 11% no se come. Se come el azúcar que se produzca en esa
caballería de tierra, se reparte el azúcar que se produce en esa caballería de
tierra. Es que todo eso es un anacronismo. ¿Y qué creemos? Creemos que esos anacronismos deben
desaparecer, que eso no importa; lo que nos interesa es que haya caña, lo que
nos interesa es que produzcan el doble por caballería de lo que están
produciendo, y no andar recaudando un 11% ni nada de eso.
Por tanto, en cualquier sector de la
pequeña agricultura... Si usted fuera
comerciante le diría: “No, no, lo mejor
sería elevar a 25% el impuesto ese, pero un agricultor productor que trabaja su
tierra, eso no interesa.” Queda de por
medio el problema de la seguridad social, pero todo depende del concepto que se
tenga. Si nosotros ahora le recogemos a
cada campesino 100 pesos todos los años, 200 pesos todos los años, esperando
que se ponga viejo, para cuando esté viejo le empecemos a dar tanto todos los
años porque se retira, en realidad lo que ese campesino va a consumir dentro de
20 años no es lo que está produciendo ahora, será lo que se esté produciendo
dentro de 20 años.
Nosotros creemos que el derecho a la
jubilación se les debe dar a todos los trabajadores, sin excepción (APLAUSOS),
y sin necesidad de estar siguiendo aquí un método de tipo capitalista. Lo que interesa de los pequeños agricultores
es que produzcan, y para que produzcan necesitan técnicas, necesitan máquinas,
necesitan fertilizantes, necesitan recursos, necesitan orientación, además;
necesitan orientación.
Esos impuestos no le interesan a la
economía absolutamente para nada. Por
tanto, vamos a estudiar el problema de la jubilación como un derecho de todos
los agricultores. Claro, siempre hay los
“peros”: posiblemente el que venda el
guanajo a 50 pesos en la carretera, ¿qué hacemos con él? (EXCLAMACIONES)
Señores, hemos dicho que en el futuro el
dinero no interesará para nada; incluso, la jubilación no interesará. Cuando todo el mundo tenga todo lo que
necesita simplemente con irlo a buscar, ¿necesitará alguien alguna
pensión? (EXCLAMACIONES DE: “No”)
Bien: pero hay ahora algunos
campesinos que la pueden necesitar, y no estamos todavía en la época en que se
buscan las cosas y no nos cuestan nada.
Creemos que la solución es concederles a
todos los campesinos que hayan sido campesinos, que hayan trabajado, que pueda
garantizarse que son gente honesta, que no han estado en negocitos,
especulaciones y cosas de esas, se les conceda el derecho de la jubilación
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Y esos impuestos, ¿quieren que les diga
lo que engendran? ¡Burocracia!,
¡papeleo! Luego como se están recogiendo
pesos en vez de caña, se están recogiendo papeles, se están engendrando
papeles, papeleo, y a la economía eso le cuesta, porque a lo mejor tiene que
tener 500 gentes llevando esos papeles, que estarían mejor en un vivero
llenando bolsitas de café (APLAUSOS).
Entonces es evidente que ese anacronismo
que subsiste va a ser suprimido con todos esos descuentos. ¿Los agricultores cañeros se sentirían
satisfechos de que les quitaran todos esos descuentos? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
¿Los agricultores cañeros estarían
dispuestos a hacer el máximo esfuerzo por aplicar la fertilización y la técnica
en la producción? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”) Liquidándose todo eso, ¿podemos contar con la
cooperación máxima de ustedes para el plan de los 10 millones de toneladas de
azúcar en 1970? (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
(DEL PUBLICO LE DICEN: “Oye, Fidel, a pesar de todos los impuestos,
nosotros, los obreros y los campesinos, estábamos dispuestos a sobrepasar los
10 millones de toneladas.”)
(APLAUSOS).
¡Está bien! Quería decirles, como hemos tocado esta noche
aquí distintos tipos de cultivos, puede haber un campesino que tradicionalmente
produjera tomate o produjera remolacha.
No nos referimos a los casos de esos campesinos, ni queremos decir que
vamos a llegar a que los campesinos no siembren más remolacha o lo que han
estado sembrando; no vamos a afectar a nadie.
Lo que decimos es que no vamos a estimular cultivos como la remolacha,
la zanahoria, la fruta bomba, y cultivos de esos que recibieron unos precios
altísimos y que crearon verdaderos trastornos en la agricultura. Que cada uno produzca aquel producto al que
está habituado, que tiene tradición, en la región donde esté: tabaco, caña, pastos, café, vianda, el
cultivo que sea; y que cada uno se sienta satisfecho con lo que está haciendo;
y que cada uno reciba el máximo de ayuda para elevar la productividad de su
tierra y la productividad de su trabajo.
Eso es lo que queremos. Y tener
una política de precios que no ande creando...
Es un mal sistema, está contra nuestras ideas, está contra el
socialismo, cuando falta un productico salir con unos
precios por allá arriba para que la gente se ponga a producirlo; sobre todo
cuando es un producto que se puede producir en unas cuantas caballerías en una
granja.
Esto es lo que nosotros le queríamos
decir: nuestra aspiración de que los
campesinos se especialicen, atiendan el cultivo que les guste, el cultivo
principal, y traten de obtener el máximo de producción de su tierra y de su
trabajo.
Es decir, hace falta introducir una
orientación mucho más correcta en la agricultura privada. Y sobre todo hay que introducir la técnica;
hay que introducir la técnica en el café, en el tabaco. Algunos tienen más que otros, pero en la
ganadería sobre todo hay que introducir la técnica. La agricultura ganadera de los latifundistas
era muy atrasada; unos cuantos latifundistas tenían unos cuantos animalitos muy
bonitos y los llevaban a la feria; casi todos tenían pastos naturales, casi
ninguno tenía pastos artificiales.
Prácticamente ninguno introdujo la leguminosa, ninguno introdujo la
fertilización, ninguno introdujo la inseminación, ninguno introdujo el
pastoreo; es decir, que era una ganadería para feria con unos cuantos toritos
bonitos, y nosotros tenemos que poner toda la ganadería de este país como si
este país fuera una feria ganadera de un extremo a otro de la isla (APLAUSOS).
Y el problema de vacas flacas y animales
hambrientos tiene que desaparecer de este país.
Tiene que llegar el día que cuando veamos una vaquita flaca nos dé tanta
lástima como cuando veamos un niño flaco; porque en definitiva esas vacas son
las que están dando la leche para que esos niños no estén flacos. Y debe dolernos ver los animales pasando
hambre; porque los animales no son nuestros enemigos, ¿no?, y son nuestros
amigos, y son los que nos ayudan a alimentarnos. Es criminal tener una vaca pasando hambre, es
criminal. No es justo esto, no es
revolucionario. Si las vacas pudieran
protestar y estuvieran organizadas, estoy seguro de que habrían hecho una
protesta muy grande en este país (RISAS).
Pero yo por lo menos me constituyo aquí en abogado de las vacas... (RISAS)
(DEL PUBLIO LE DICEN ALGO). ¿Con el tabaco? ¿Pagan impuesto ustedes? ¡Ave María!
(EXCLAMACIONES) ¿Los intereses
del crédito? ¿Y cuánto se paga aquí de
intereses de crédito?...
Bueno, señores, yo veo que me quieren
suprimir todo. ¿Vamos a suprimir la
propiedad privada también de una vez?
(RISAS Y EXCLAMACIONES)
Lo digo porque, miren, a muchos productos
se les han mejorado los precios, se ha hecho en muchos productos la mejora de
los precios, se ha tratado de ayudar al máximo a los pequeños agricultores. Ahora, yo no sé esos descuentos... Pero miren, me dicen que no pagan impuestos
los tabacaleros, ¿entonces qué descuentos les hacen? ¿El interés de los créditos? ¿Y quieren que les diga una cosa? Que es una basura en el doble sentido de la palabra: es una basura en cantidad, y es una basura
ideológicamente. Nosotros no debiéramos
cobrar ningún impuesto de interés, porque eso es cosa de capitalistas, vamos a
decir la verdad; engendra burocracia, y no alcanza ni para pagar a los que
tienen que andar con el papeleo (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).
Usted tiene razón. Nosotros vamos a estudiar ese problema para
considerar la situación de que se esté pagando ese impuestico,
antes era un impuesto: el 10, el 8, el
7. Bien:
nosotros lo redujimos casi a nada, pero sigue siendo un interés, y eso
de interés es cosa de capitalistas, señores.
Esa es la verdad. Es el dinero
ganando dinero. Lo que le interesa a la
sociedad cuando le da a un campesino créditos es para que pueda dedicarse a
trabajar y a producir, y no para que ande sacando una miseria de lo que produce
para pagar. Eso no resuelve ningún
problema económico. Eso es un
anacronismo y una reminiscencia del pasado (APLAUSOS).
Ese campesino tiene razón (DEL PUBLICO LE
DICEN ALGO).
¿De contabilidad? Me dicen que eso es la cosa de la cooperativa
de créditos y los gastos por la contabilidad, que lo va a llevar el banco y no
va a cobrar nada por eso.
Señores, miren ustedes: la verdad es que ustedes lo que están
planteando... nosotros en todos estos
días hemos estado muy ocupados, por eso no hemos podido estar más en contacto
con el congreso, porque todas esas cuestiones habrían quedado resueltas a la
luz de las nuevas ideas de la Revolución —la Revolución ha crecido, la
Revolución ha evolucionado, la Revolución se ha desarrollado, las ideas de la
Revolución se han desarrollado—; y a la luz de estas ideas, el impuestico del interés, que engendra burocracia y que no
resuelve nada; a la luz de estas ideas, los descuentos esos del 11%, y toda esa
cosa en un sector como el cañero que tanto le interesa a la economía; a la luz
de las ideas que son cada vez más revolucionarias, de una Revolución que aspira
un día incluso a sustituir el dinero por la vía de brindarle al pueblo todo lo
que necesita, como hoy se le brinda la educación, el hospital y todas las demás
cosas, todas esas ideas lucen reminiscencias, lucen verdaderamente anacrónicas.
Y lo que interesa, lo que interesa a la
luz de nuestras ideas, es que un campesino en vez de producir 30 000 arrobas
produzca 60 000 u 80 000 arrobas
de caña por caballería; lo que interesa a la luz de esas ideas nuevas, o de las
ideas verdaderamente revolucionarias, es que un campesino en su caballería de
tierra en vez de producir 300 quintales, produzca 600, si fuera posible; que en
vez de 2 000 quintales de plátano produjera 4 000, 5 000, 6 000, 10 000; que en
vez de 10 vacas flacas por caballería tuviera 35 ó 40 vacas gordas por
caballería; que si una mata de cítrico va a producir 500 naranjas, produzca 1 500,
compañeros campesinos, porque eso es lo que se come, eso es lo que se
distribuye. Agarrar un peso por aquí y
no elevar la producción por allá es un engaño.
Que los campesinos tengan más ingreso produciendo más, porque
produciendo más el pueblo tendrá más de todas esas cosas que los campesinos
pueden producir. Creo que eso lo
entiende cualquiera (APLAUSOS).
Porque si las vacas flacas, las 10 vacas
flacas producen seis terneros flacos que se pasan tres años en el potrero para
poder llegar a las 1 000 libras, si ese campesino tiene 40 vacas y produce
todos los años 30 ó 35 —se pueden llegar a producir hasta casi 40—, vamos a
suponer de 30 a 35 animales que pesen en un año, o que a los 18 meses pesen
las 1 000 libras, ese campesino está
produciendo seis veces más carne, y el pueblo estará consumiendo seis veces más
carne, o el país estará exportando más carne para traer otras cosas que el
pueblo necesita. Y yo creo que eso es
bien sencillo. Es que todavía nos quedan
muchas viejas ideas, quedan muchas viejas ideas influyendo en la mentalidad de
la gente, y nosotros tenemos que introducir nuevas ideas en la técnica y
eliminar viejas ideas en la concepción de las cosas.
Creo que esto que estoy explicando lo
entienden ustedes perfectamente bien, es claro (EXCLAMACIONES
AFIRMATIVAS).
¿Quién quería decir algo? ¿Quién era?... Un momento, que hay una discordia aquí: dos que quieren hablar al mismo tiempo. ¿Cuál es el más joven de los dos? (UNO LE DICE:
“¡Yo, yo!”) Bueno, entonces tú
eres el último en hablar (RISAS).
Vamos a darle la palabra al que está más
lejos... No, aquel que está más lejos y
va a tener que gritar más... No, tú no
tienes la palabra, la tiene aquel (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).
Bueno, señores, ¿pero vamos a efectuar un
segundo congreso aquí esta noche por la madrugada? No. Ya
ustedes tuvieron el congreso y todos esos problemas están discutidos, el
problema de alzadoras, todo en detalle está discutido. Lo que interesan son las orientaciones
generales, las orientaciones generales.
Pero vamos a darle la palabra al último,
a dos nada más que quieran decir algo, para que no se queden... (DEL PUBLIDO LE DICEN ALGO)
Dicen que ya agronomía no tiene que
aprobar los créditos, dicen que las bases campesinas con el banco son las que
tramitan el problema. Eso es bueno, hay
que introducir más las organizaciones de los campesinos en el manejo de la
maquinaria ligera, en el problema de los créditos, todas esas cosas. En la medida en que se desarrolle la
participación de la base campesina, nos van a ayudar extraordinariamente a
resolver todos esos problemas (APLAUSOS).
Diga, compañero... (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
¿En arroz de secano o de agua?... ¿Y las yaguasas cuánto te tumban? ¿Te enteraste que hay una compañía de
cazadores matando yaguasas en Sancti Spíritus?
(LE DICE: “Tengo nueve”)
¡Ah!, ¿tienes nueve allí?... ¿Cuántas yaguasas han matado en estos
días? Mil doscientas yaguasas. Las yaguasas son el enemigo número uno del
arroz en estos momentos, pero este año quedan fuera de combate las yaguasas
(RISAS Y EXCLAMACIONES).
¿Dónde está la de ustedes?...
¡Ah!, yo pasé por allí el otro día, pero
si me dices cómo se llega yo te voy a hacer una visita por allá para hablar de
arroz. ¿Cómo se llama el lugar? (LE DICE:
“Sociedad Agropecuaria.”)
Sociedad Agropecuaria. Bien: también nosotros recomendamos que si algunos
tabaqueros de Las Villas, a propósito de técnica, después que recogen el café
se pasan todo el año dando hierrito, y nosotros les habíamos propuesto que se
hiciera una siembra de frijol carita en primavera para no tener la tierra
descubierta; hacer las pruebas. Ese
frijol sirve tanto para consumo humano que puede servir para consumo animal y
protege la tierra y le da materia orgánica.
Pero precisamente por lo que decía
anteriormente vamos a empezar con un pequeño agricultor, algunos pequeños
agricultores, para que vean la prueba, para que vean el resultado, para que
vean que lejos de perjudicar las tierras las ayuda, y que va a proteger mejor
las tierras en la primavera, porque esas tierras descubiertas se erosionan
mucho. Pero creo que los campesinos
están acostumbrados a sembrar y estar todo el año pasando el hierrito hasta que
vuelve otra vez. Y vamos a hacer
eso.
Y de arroz, ustedes producen 1 000 quintales;
es poco. Tenemos que llegar a producir
por lo menos 1 500 quintales. ¿Está
claro? Está bien.
En Las Delicias. Le voy a hacer la visita pronto por allá a la
sociedad agropecuaria esa. Muy
bien.
No, no, ya se acabaron los turnos. Es la 1:30 de la mañana. Bueno, ¿estamos de acuerdo con que le demos a
este compañero, el último, la palabra?
¿Palabra de honor? Bien, vamos a
ver. (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
No, no, no, entonces usted no tiene
honor, porque ya está poniendo... Me han
dado la palabra de honor de que ya nadie más va a pedir la palabra (DEL PUBLICO
LE DICEN ALGO).
Ah, espérate, ¿la que quedamos con Milián
que iban a mandar de allá?... ¿Dónde
está?... Ah, está bien. Ah, ¿trajiste cuatro?... ¿Cuáles son?... Está bien, nosotros recibimos también el
gandul enano que es el que queremos probar.
¿Qué es? ¿Enano?... A lo mejor.
Lo vamos a probar. ¿Dónde
está? Lo trajiste aquí, ¿no?... ¡Oye, recogiste bastante!...
Bueno, muchas gracias; muchas
gracias. A ver (DEL PUBLICO LE DICEN
ALGO).
Eso no es difícil. Te podemos mandar cartuchos, pero te anticipo
que hay 600 cazadores con una gran puntería, que están organizándose para ir
para todas las arroceras (RISAS).
¿En qué zona estás tú? (LE RESPONDE:
“En Aguada.”) Ah, en Aguada. ¿Hay muchos arroceros allí? (LE RESPONDE:
“Sí.”)
¿Y mucha yaguasa? (LE RESPONDE:
“Sí.”) ¿Qué necesitan? ¿Unos cartuchos por allá? ¿Qué prefieren: los cartuchos, o una gente que vaya y te
ayude a cazar la yaguasa?... No, porque
ahora no se van. Les voy a
explicar: estos compañeros cazadores son
trabajadores aficionados a la caza, y les hemos puesto como trabajo voluntario
irse a cazar allá. Están encantados, por
supuesto.
Diga (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO). Bien, ¿cuántos cartuchos necesitan ustedes
allí? ¿Cuántos? Diga (LE DICE: “Miles.”)
¿Miles? (RISAS) ¿Cuántas yaguasas tienen allí?... ¿Qué base campesina es esa? ¿Cómo se llama? (LE DICEN:
“'Van Troi'”)
¿Y eso comprende todos los arroceros de allí?...
Bueno, está bien, pasado mañana por la
mañana están 1 000 cartuchos allí en la arrocera esa, para que maten la yaguasa
y puedan preparar algunos fricasés de yaguasa también que son muy buenos (RISAS
Y APLAUSOS).
Aquí hay un problemita, compañeros, que
ustedes plantearon aquí, que es el problema que yo me he encontrado mucho a lo
largo de la isla. Hace como tres años
oigo gente refunfuñando contra el problema de los individuos que tienen tierra
y no son agricultores. Eso es verdad.
Me encuentro en la provincia el Partido,
los trabajadores, los trabajadores voluntarios, los campesinos, todo el mundo
que dice: “Bueno, es que allí hay un
señor que hay que cortarle la caña todos los años, limpiársela, y no va por
allí, no le lleva ni agua a la gente, ni ayuda, ni hace nada.” Es decir que ese problema a nosotros nos lo
han planteado cientos de veces, porque resulta muy irritante luego pedirles a
obreros que se pasan separados de su familia tres meses que le estén cortando
la caña a un propietario ausentista que vive en el pueblo, tiene un negocio —a
veces era uno que tenía una funeraria o una colonia, o un comercio u otra cosa—, incluso, no se olviden, había algunos
burgueses urbanos que fueron a comprar tierras.
Cualquiera coge en un timbiriche, en un yipi, y reúne 8 000 ó 10 000
pesos, se compra la tierra.
Por eso es que nosotros hemos
establecido, y les pedimos la cooperación a ustedes para que no se hagan ventas
ilegales de tierra, no se van a reconocer las ventas. Les he explicado claramente la política que
se va a seguir, porque hay todos esos problemas, y luego se crean estos rollos
adicionales.
El obrero que va a cortar la caña, que se
separa de la familia tres meses, se entiende bien que se resienta cuando tiene
que ir allá a cortarle la caña a un señor que ni va por allí. Eso es incuestionable.
Ahora bien, creemos que debemos buscar una solución a
este problema que no sea una solución de tipo drástica ni nada de eso. Mi opinión, mi opinión no es que se haga
intervenciones ni nada de eso, sino que se les dé la opción: si quieren convertirse en agricultores de
verdad, que se muden para allí y se dediquen a trabajar de verdad (APLAUSOS);
si no se quieren convertir en agricultores de verdad, la opción de vender la
finca (APLAUSOS).
Me parece que esa es la fórmula más
correcta para evitar crear problemas, miedo, inseguridad; darle el chance al
que quiera convertirse en agricultor de que se convierta, y si no quiere
dedicarse a trabajar, o no puede por cualquier razón, que la venda. Y eso que se discutan todos estos casos con
las bases campesinas, para que no haya problemas de intervenciones ni de este
tipo.
¿Les parece a ustedes esta solución
correcta? ¿No creen que es justa? (APLAUSOS)
Creo, compañeros, que esta noche se ha
caracterizado porque se ha hablado de muchas cosas de una forma un poco
desordenada por mi parte, no quiero decir ustedes; pero creo que las ideas
principales que podían ser de interés están, si no expuestas con mucho orden,
por lo menos he tratado de ser lo más claro posible en una serie de ideas que
es de interés que los campesinos sepan.
Nosotros tenemos una gran confianza en
los campesinos; creemos que entendemos la psicología de los campesinos; sabemos
de la adhesión de los campesinos a la Revolución, la lealtad de los campesinos
a la Revolución. Y esa misma actitud es
la que tendrá siempre la Revolución con los campesinos. La Revolución está educando a los hijos de
los campesinos; la Revolución está convirtiendo en técnicos, ingenieros
agrónomos, ingenieros civiles, médicos, obreros calificados, a los hijos de los
campesinos.
Este proceso del desarrollo social de la
Revolución, del desarrollo de la educación, va a continuar en crecimiento.
Como les decía a ustedes, solamente en
los institutos tecnológicos vamos a ingresar unos 100 000 jóvenes —muchos de
ellos serán hijos de campesinos— de aquí a 1970; va a aumentar también el
número de escuelas, en los campos, en las zonas de Las Villas, en Guane, en el
Escambray, en toda una serie de sitios vamos a establecer una serie de
escuelas, a elevar la capacidad; el número de alumnos que se están graduando ya
de 6to grado en todo el país pasa de 80 000.
Y los jóvenes están claros, los muchachos están claros.
Es increíble cómo los niños han llegado a
comprender las cosas que les convienen, que les interesan.
No hace muchos días nosotros por la
Sierra Maestra, al sur, entramos en uno de los valles de aquel sitio. A nuestro regreso —porque siempre cuando
entramos nos esperan a la salida— unos muchachos con unos papeles, entre ellos
un niño, me da una carta. El vivía allí
cerca de un camino, allí estaba la madre, nosotros le habíamos hecho una
pregunta sobre algo al ir para allá. La
carta decía: “Comandante, queremos que
nos ayude porque en realidad necesitamos un pedacito de tierra para producir, y
toda una serie de cosas.” El niño hace
una carta. Y yo le pregunto a la
madre: “¿Su esposo en qué trabaja?” Dice:
“En la construcción de la carretera.”
Era un obrero que estaba trabajando en la construcción de la carretera. Y yo le digo:
“Pero, señora, ¿cree usted que va a resolver ningún problema ni de
ustedes ni del país con un pedacito de tierra?”
Le digo: “¿No será mejor que les
demos unas becas a los muchachos?” Y los
muchachos dicen: “Sí, sí.” El que llevaba la carta dijo: “Sí, sí, eso es lo mejor” (RISAS).
Le digo:
“Mire, no le puedo resolver lo de la tierra, porque no es la política
que seguimos; repartir pedacitos de tierra no resuelve nada. Estamos haciendo grandes planes precisamente
para resolver todo el abastecimiento; ese no es el camino. Pero si usted tiene tantos hijos la
ayudamos.” Inmediatamente aparecieron
los demás que estaban allí y lo que querían también eran becas. Los otros muchachos, el hermanito, todos los
muchachos querían tener la oportunidad de estudiar. Y comprendieron en el acto que para ellos era
mil veces mejor el tener una beca para estudiar que el que les dieran un
pedacito de tierra allí para estar viviendo en condiciones similares a las que están
viviendo ahora.
Entre los muchachos la verdad es que se
está despertando un mundo, se está despertando una conciencia, una cosa
impresionante.
Nosotros pensamos seguir desarrollando
los planes de educación. Creemos que ya
prácticamente no hay un rincón del país que no tenga escuelas. Nos parece que todos los rincones del país
tienen maestros. Hay algunos lugares en
que las instalaciones escolares son muy malas, es decir, bohíos; también vamos
a trabajar en ese sentido y vamos a continuar también desarrollando las
comunicaciones en el interior del país, vamos a continuar desarrollando los
programas hospitalarios en el interior del país. Es decir, que estamos en condiciones de
llevar todavía el avance al campo mucho más rápidamente de lo que se ha estado
llevando hasta ahora.
En los próximos años los incrementos de
producción van a ser considerables en todos los órdenes. Aquí hemos hablado de café, de plátano, se
habló de leche. Pero, por ejemplo, en lo
que a leche se refiere los resultados que se están obteniendo en el cruzamiento
del ganado de leche con el ganado de carne, es decir, cruce de Holstein con el
ganado Cebú, se están obteniendo novillas algunas de las cuales a los 24 meses
están dando 18, 19 y 20 litros de leche diarios, primer parto.
Pensamos incluso que se puede alcanzar en
el segundo parto producto de esos primeros cruces hasta 25 litros de
leche. Los problemas de la leche van a
ser resueltos. Y en el próximo año
sembraremos en las tierras estatales 20 000 caballerías de pasto, aplicaremos
ya 100 000 toneladas más de fertilizantes a los pastos en el próximo año.
Así que la producción en general no solo
la cañera, ustedes saben cómo está en este momento el cuidado de la caña a
pesar de que tenemos una sequía fuerte; porque ha venido seco el mes de marzo,
el mes de abril, el mes de mayo y, sin embargo, no tenemos temor, porque se ha
estado cultivando la caña, se ha estado fertilizando. Todas las cañas del país, cerca de 90 000
caballerías están recibiendo las cuatro toneladas de fertilizantes, algunas 6
toneladas. Todas las cañas recibirán por
lo menos dos toneladas de nitrato de amonio adicional, o tres riegos de urea
foliar por avión.
Tenemos en este momento 60 aviones listos
para el problema de la fertilización. Y
aunque parece ser que este año es seco, nosotros tenemos tal confianza en los
efectos del buen cultivo, la atención de las cañas y la fertilización, que
estamos seguros de que el próximo año vamos a tener una zafra considerablemente
más grande que la de este año.
No queremos todavía señalar cifras, pero
estamos preparándonos para una zafra muy grande el año que viene, como
resultado principalmente de los incrementos por caballería.
En los próximos años muchos de los tipos
de problemas que hemos conocido hasta el presente irán desapareciendo, muchos
de los problemas de abastecimiento, problemas de machetes, alambres, todas esas
cosas, problemas de abastecimiento, problemas de ropa, problemas de zapatos; en
general, muchos de esos problemas irán desapareciendo. El cultivo de algodón se está incrementando. Ya este año se sembrarán 1 000 caballerías de
algodón; pensamos en el próximo año llegar por lo menos a 3 000 caballerías de
algodón. El cultivo de arroz se está
incrementando también considerablemente, es decir, que no hay un solo renglón,
no hay un solo renglón de la producción agrícola en este momento que no esté
recibiendo el máximo impulso de la Revolución.
La cantidad de máquinas que disponemos se
ha incrementado considerablemente, el número de buldóceres para caminos, para
obras hidráulicas, para desmonte de terrenos.
Y ya se van a aportar más recursos todavía a los pequeños agricultores;
además, se piensa que ya estamos en condiciones para ir progresivamente
responsabilizando, como ustedes demandan, a las agrupaciones con la ayuda y con
los suministros de los pequeños agricultores (APLAUSOS).
Al principio pensábamos que el punto de
apoyo más fuerte para desarrollar la agricultura de la ANAP eran las propias
agrupaciones, pero todavía hace dos años, hace tres años, no había suficiente
organización en las agrupaciones, no había suficiente control. Muchas veces no eran capaces ni siquiera de
cumplir sus propias metas y sus propios planes.
Y a nosotros nos preocupaba la posibilidad de que si las agrupaciones
tenían los recursos para desarrollar la agricultura de la ANAP, de los pequeños
agricultores, iba a haber problemas; iban muchas veces a cumplir los planes de
las granjas en detrimento de los pequeños agricultores. Y esa ya no es la situación hoy.
Ya el control, los recursos, la eficiencia
de las agrupaciones es mucho mayor; ya a las propias agrupaciones les hemos
planteado que hay que contar, no basta hablar de la producción estatal. Porque muchas veces se olvidan de la otra
producción. ¿Cuánta caña tienen? Tanto.
¿Y cuánta caña tienen los pequeños agricultores? Eso también va en la economía y hay que
contarlo.
Ya actualmente en muchos de nuestros
directores de agrupaciones existe verdadero interés por ayudar a los pequeños
agricultores, verdadero interés por incrementar la producción de los pequeños
agricultores. De manera que nosotros en
el futuro al Secretario del Partido, al dirigente de la agrupación les
exigiremos cuenta no solo de la producción estatal sino también de la
agrupación de los pequeños agricultores (APLAUSOS).
Y no se hable de cuánta caña produjo la
agrupación, sino cuánta caña produjo la región; cuánta vianda produjo no solo
la agrupación, sino cuánta vianda produjo la región. De manera que no lo vamos a hacer abruptamente;
lo vamos a ir haciendo de acuerdo con el grado ya de recursos que tiene cada
región, para no hacerlo así de la noche a la mañana y que después haya
dificultades.
Ya, por ejemplo, en la zona de Manzanillo
la agrupación va a ayudar al desarrollo de la producción de arroz de todos los
pequeños agricultores de la región; es decir, los va a ayudar a preparar la
tierra, a resolver los problemas de riego, de semillas, de fertilizantes, de
cosechas, de todo.
En la región de Bayamo ya también la
agrupación se va a responsabilizar con ayudar a los pequeños agricultores de
arroz. En la región de Bayamo también ya
la agrupación se va a responsabilizar con ayudar a los ganaderos de la región
para la siembra de pastos. Ya les dije
que el año que viene se van a sembrar allí 1 000 caballerías. En la región de Guane la agrupación, el plan
de Guane, va a ayudar también ya a la agricultura de los pequeños agricultores
en los planes de tabaco, de cítricos, de todo.
Es decir, que en la medida en que cada
agrupación esté en condiciones de organización y de recursos, la vamos a ir
responsabilizando con la asistencia y la ayuda y el desarrollo de la
agricultura de los pequeños agricultores.
Nos parece que no debemos hacerlo de repente, no debemos hacerlo de la
noche a la mañana; debemos irlo haciendo dentro de un período de seis a ocho
meses en que se vaya región por región en la medida en que podamos tener la
seguridad de que el cambio va a favorecer al desarrollo agrícola, y que
entonces todo el fertilizante que se reciba se envíe a la región para la agricultura
estatal y los pequeños agricultores; el alambre, los insumos, la soga, los
recursos, todo. Y será mucho más
fácil. Porque ahora llega por distintas
vías: el fertilizante llega por aquí por
una vía, lo otro por otra, tal cosa por una vía, tal cosa por otra. Nos parece que esos planteamientos que han
hecho son muy razonables, y en ese sentido nos encaminamos, precisamente, para
darle más dinamismo, para facilitar mucho mejor todo. Creemos que esa separación de abastecimiento
por aquí y abastecimiento por allá realmente perjudica.
Esperamos, compañeros, en el próximo
congreso tener más tiempo de reunirme con ustedes.
En estos últimos años hemos estado
tratando de aprender, de conocer, de comprender los problemas de toda la
agricultura; hemos estado haciendo muchos contactos con los campesinos; hemos
estado adquiriendo muchos conocimientos de interés, de importancia para nuestro
trabajo. Nosotros pensamos seguir
aplicando ese método. Aun nos parece que
nos faltan muchas cosas por conocer, aun nos faltan muchas regiones por
conocer. Siempre, cada vez que visitamos
las provincias, procuramos ir a una nueva región. De Oriente casi todas las conocemos, pero nos
falta, por ejemplo, la región de Velazco, allí donde
están los famosos productores de frijoles; nos falta un poco la región de
Puerto Padre y de Las Tunas. En Camagüey
también nos faltan algunas regiones; en Las Villas nos faltan también algunas
regiones. Pero como hemos empezado
siempre por los lugares más montañosos y más apartados, no será difícil que
sigamos conociendo y sigamos visitando las distintas regiones del país. Siempre se aprende mucho.
Y realmente, una de las peores cosas, de
las más terribles cosas para todos nosotros, es que prácticamente no conocíamos
ni la geografía del país. Porque, ¿cómo
se puede concebir que se pueda sembrar arroz en la zona de Guamo, Birán y todos
aquellos sitios, si nunca se ha visitado aquel lugar? ¿Cómo se pueden desarrollar muchos de los
planes si no se conoce el lugar? Y la
agricultura es igual que la guerra: en
la guerra no se pueden ganar batallas si no se conoce el terreno, y en la
agricultura no se pueden ganar batallas si no se conoce el terreno. Y nosotros nos proponemos adquirir un
conocimiento profundo de todas las regiones del país, al efecto de que para
todos los proyectos, todos los planes, todas las soluciones, se pueda siempre
escoger entre las mejores.
Creemos también en la necesidad de que
los campesinos presten atención a la técnica, que presten atención a los
métodos de cultivo, que presten atención a la fertilización, al regadío, a la
selección de semillas. Les aseguro,
compañeros, que la actual producción de los pequeños agricultores se puede
fácilmente, fácilmente, duplicar; y se puede, con un esfuerzo mayor todavía,
triplicar la actual producción de todos ustedes en caña, en café, en tabaco, en
vianda, en ganado.
Nosotros estamos llevando a cabo una
serie de planes muy concretos en esta misma provincia de La Habana, en
distintas regiones del país, para demostrarles a los campesinos cómo es
posible, mediante la técnica, duplicar y triplicar la producción de manera
relativamente fácil. ¿Por qué? Porque nuestros métodos son muy anticuados,
porque nuestra técnica es muy atrasada.
Y naturalmente, quien, por ejemplo, acostumbre a recorrer un camino en
un burrito, si en vez del burrito toma un automóvil, lo hace en la décima parte
del tiempo —se supone en un camino llano—; pero si toma un avión lo hace
treinta veces más rápido. Desde luego,
si un individuo cambia del automóvil para el avión, lo hace dos veces más
rápido; si cambia del burro para el avión, puede ser veinte veces más
rápido. Y nosotros estamos en burro en
agricultura. No resulta difícil por eso
duplicar, triplicar, en algunos cultivos cuadruplicar y quintuplicar la
producción, porque estamos en burro; algo peor que en burro: estamos a pie, ¡a pie! Y es posible para nosotros hoy día montarnos
en avión, montarnos en avión en cuanto a la técnica. Es decir, que a nosotros nos resulta fácil
multiplicar la producción, porque como partimos de cero técnica, utilizando un
poco de técnica se duplica y se triplica la producción.
Nuestra Revolución se propone de verdad
lograr estos objetivos no solo en la agricultura estatal, sino en la
agricultura de ustedes. No haríamos nada
con tener un enorme éxito en la agricultura estatal, un enorme avance en la
agricultura estatal, si no obtenemos un avance similar en la agricultura de
ustedes. Y es necesario que en técnica,
dentro de lo posible, marchen parejo la agricultura de la ANAP y la agricultura
de las granjas, en interés del país. No
se podrán aplicar, por ejemplo, algunas técnicas como el avión, pero dentro de
lo posible se pueden mecanizar los cultivos, se pueden introducir los
tractores, la fertilización, las semillas, toda una serie de métodos que aún, a
pesar de las desventajas que puede implicar el tratarse de pequeñas parcelas,
se puede aplicar considerablemente la técnica.
Lo que nosotros esperamos de ustedes es
eso; lo que nosotros esperamos de este congreso, que ha sido un congreso bueno,
muy bien organizado, es que de aquí salga el propósito de los campesinos de
aplicar la técnica, de tecnificar la agricultura, de revolucionar técnicamente
su agricultura, y que no tengamos que pasar el sufrimiento, la vergüenza, de
marchar por esos campos, por esos caminos, y encontrarnos todavía tanto atraso
desde el punto de vista técnico en nuestra agricultura.
Yo sé que a los cañeros, que han estado
toda la vida cultivando caña —y los he visto aquí muy entusiasmados con motivo
de las cosas que se han planteado—, les gusta la caña; al tabacalero le gusta
el tabaco; al cafetalero le gusta su café.
Cada campesino ama el cultivo al cual está acostumbrado. Pues bien:
vamos a demostrarle al cultivo ese amor, mejorando, aumentando,
duplicando, triplicando, cuadruplicando la producción. Todos ustedes saben perfectamente cuánta
satisfacción se experimenta cuando la caña está bonita, cuando la caña está
grande, cuando el café tiene muchos granos, cuando la vaca da mucha leche.
En fin, no importa que el trabajo muchas
veces sea duro en el campo, hay pocas actividades que compensen al hombre tanto
como la actividad en la agricultura; hay pocas actividades que compensen al
hombre y le brinden tantas satisfacciones como los éxitos en la
agricultura.
Lo que nosotros esperamos de ustedes
—naturalmente que con la ayuda de la Revolución, con el máximo de ayuda por
parte de su gobierno revolucionario— es que le demos un impulso técnico a la
agricultura, que hagamos cosas racionales, que tengamos presente los intereses
del país, que actuemos como verdaderos revolucionarios, que profundicemos la
conciencia, que censuremos al que especula, que luchemos contra el que
introduce los vicios, introduce la holgazanería en el seno de los campesinos. Interesa profundizar esa conciencia
revolucionaria de los campesinos, abandonar ciertas concepciones que no son de
revolucionarios, olvidarnos de las listicas de
precios, porque realmente el que ande con la listica de precios para ver qué
siembra no ama la agricultura, porque el que ama la ganadería no mata las
vacas, o no mata de hambre las vacas por sembrar una zanahoria y ganar más
dinero; el que ama su trabajo, el que ama su cultivo, no anda con la listica de
precios.
Los problemas de precios se
resuelven. Si un campesino de cualquier
sector entiende que el cultivo que realiza es de mucho esfuerzo, que es poco
compensatorio, siempre hay la forma de ayudarlo, de alentarlo, de resolverlo. Que los precios en todo caso se establezcan a
aquellos cultivos en que es justo que se mejore un precio, aquellos cultivos
que resultan más dificultosos, menos remunerativos, menos alentador para el
campesino; pero que no se anden introduciendo esos precios oportunistas para
resolver un problema con un producto hoy y otro problema mañana, porque eso
crea el desorden.
Es decir que nosotros esperamos de los
campesinos su sentido de la responsabilidad, su sentido de sus deberes para con
los trabajadores de todo el país, su sentido de sus deberes para toda la población.
El país, la Revolución ha hecho el máximo
por los campesinos. Los trabajadores de
nuestro país, los obreros, han hecho el máximo por nuestros campesinos. Nosotros, sabiendo que los campesinos son
revolucionarios, sabiendo que los campesinos siempre han ayudado con mucho
entusiasmo a la Revolución, esperamos que tengan en la producción, en el
trabajo, esta misma actitud con respecto a todo el país.
En el próximo congreso les prometo que
nos vamos a reunir más tiempo, les prometo que vamos a discutir uno por uno
también muchos de esos problemas. Todo
lo que han discutido se va a analizar, todo lo que pueda resolverse se va a
resolver; pero en el próximo congreso vamos a hablar más de técnica, vamos a
resolver todos estos problemas —si la tienda, si el otro, si el impuesto—,
todos esos problemas, pero en el próximo congreso, que se puede hacer en el año
1969 —tienen dos años—, el tema fundamental tendrá que ser la técnica
(APLAUSOS). Por eso, lo que se va a discutir
aquí: qué métodos se están aplicando,
cuáles son los métodos más avanzados, los rendimientos mayores, los campesinos
que cultivan mejor, los campesinos vanguardia.
Pero tiene que haber muchos más Mesa, muchos más Verdecia;
es decir, que no tenga que asombrarse uno cuando se encuentra un campesino de
verdad progresista en la técnica, que lo más natural es que todo campesino sea
progresista, es que todo campesino aplique la técnica.
Y en el próximo congreso —se lo digo a
los delegados— no deberá representar a los campesinos ningún campesino que no
domine los problemas de la técnica de la producción (APLAUSOS). Porque el próximo congreso va a ser un
congreso eminentemente técnico.
Yo realmente lamento mucho, porque tenía
mucho interés en este congreso, no haber tenido tiempo de discutir con ustedes
muchas de estas cuestiones más largamente; pero yo pienso prepararme también
para el próximo congreso, y pienso tener muchos más conocimientos de todos los
problemas, y pienso estar días enteros discutiendo con ustedes, pienso tener un
mejor conocimiento de los problemas del país, de las regiones del país y de
cada uno de los cultivos. Y
sinceramente, siempre que tengo una oportunidad dedico algún tiempo a
estudiar.
Les recomiendo a los compañeros
campesinos que hagan lo mismo. Hay
algunos campesinos que saben bastante, hay algunos que alardean de saber más
que lo que realmente saben también, los hay; pero en el próximo congreso vengan
preparados para discutir los problemas técnicos de la agricultura, vengan
preparados, porque eso va a ser un examen, ¡un examen! En el próximo congreso a todos los campesinos
los vamos a examinar sobre cómo emplean los fertilizantes, qué fórmula emplean,
qué es una fórmula, qué quiere decir esto, qué quiere decir lo otro. Hay que ponerse a estudiar. ¿Estamos de acuerdo? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
Bien:
entonces dentro de dos años —no les voy a decir que nos volveremos a
ver, porque los pienso ver pronto, en cualquier lugar, en cualquier cuartón,
espérenme por ahí, porque pienso recorrerlo todo—, dentro de dos años vamos a
tener un encuentro aquí de tipo técnico, y nos interesa saber —en estos dos
años, en que sin duda se ha avanzado mucho desde el punto de vista político, se
ha avanzado mucho desde el punto de vista de la conciencia revolucionaria—, cuánto
hemos avanzado desde el punto de vista técnico.
Ustedes me decían: “A los yankis dales duro.” Vamos a darles duro a los yankis
revolucionando nuestra agricultura, superando nuestro atraso, tecnificando
nuestra agricultura, porque el golpe más doloroso que van a recibir los yankis
es cuando sepan que estamos produciendo 10 millones ya de toneladas de azúcar
(APLAUSOS); cuando sepan ya que a pesar de su bloqueo, a pesar de sus
agresiones, hemos superado todos los problemas, liquidamos la libreta y resolvemos
los problemas del abastecimiento, pero no del abastecimiento de antes, no a
nivel de lo que se comía antes; el golpe, uno de los golpes más duros que van a
recibir los yankis es cuando nosotros logremos, a pesar de todos los obstáculos
que han querido poner en nuestro camino, en los próximos años, en 1970, haber
erradicado ya la libreta y todos esos problemas, pero a un nivel dos veces
mayor de consumo per cápita del que conoció este pueblo antes de la Revolución
(APLAUSOS).
Desde luego que nosotros no luchamos en
el campo de la economía movidos solamente o fundamentalmente por la idea de
tener un estándar de vida mejor, de ser más ricos, no. Para nosotros la lucha por desarrollar la
economía y alcanzar éxitos económicos forma parte de la ideología.
Nosotros tenemos nuestras ideas acerca de
cómo se construye el socialismo, acerca de cómo se construye el comunismo, y lo
que dirá quiénes tienen razón son los hechos.
No se trata solo de nuestros adversarios capitalistas, que desean el
fracaso de la revolución socialista, sino aun dentro del mismo campo socialista
hay distintas concepciones acerca de cómo se construye el socialismo, acerca de
cómo se construye el comunismo. Y
nosotros, a la vez que desarrollamos la conciencia revolucionaria del pueblo, a
la vez que profundizamos nuestra ideología, a la vez que desarrollamos nuestra
conciencia internacionalista, también tenemos el deseo y tenemos el propósito
de demostrar que en el campo del desarrollo de la economía y en el campo de la
construcción del socialismo y del comunismo, el camino que nosotros estamos
siguiendo es el camino más correcto, es el camino más revolucionario.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)