DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CONMEMORACION DEL XIV ANIVERSARIO
DEL ASALTO AL CUARTEL MONCADA, EN SANTIAGO DE CUBA, EL 26 DE JULIO DE 1967.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores
invitados;
Familiares de
los caídos en el Moncada;
Santiagueros;
Orientales;
Ciudadanos
todos:
Creo que podríamos empezar rectificando algunas de las
cosas que son rectificables en este acto, como sería que viraran las sillas
hacia acá y se arreglara eso (VIRAN LAS SILLAS).
Hay algunas cosas que lamentablemente no se pueden
arreglar, y es, por ejemplo, la enorme distancia que hay entre esta tribuna y
el público en general (EXCLAMACIONES), y que realmente hace que prácticamente
tengamos que hablarle a una multitud en abstracto —los del Salón de Mayo
seguramente entienden bien lo que quiero decir con esto—; y es que realmente me
parece que estamos muy lejos, y tal vez el próximo 26 de Julio, los
arquitectos, los ingenieros y los artistas, y todos, pudieran cooperar con
nosotros en diseñar una tribuna, de manera que el que tiene que venir a hablar
aquí quede un poco más cerca de la gran masa (APLAUSOS).
Desde luego, nosotros tenemos aquí una masa muy
selecta, con la cual estamos muy satisfechos.
Precisamente, esa es la tarea de los inventores: cómo inventan una tribuna en que este
público que está aquí quede cerca y aquel que está allá queda también
cerca.
En segundo lugar, les vamos a pedir excusas a ustedes
porque hemos tenido que interrumpir el interesantísimo partido de pelota que se
estaba desarrollando en Canadá (EXCLAMACIONES), y el cual, según tenemos entendido,
porque nosotros estábamos también atentos al partido, estamos ganando hasta
este momento y esperamos ganar al final (APLAUSOS).
Hoy se ha dado cita aquí en la ciudad de Santiago de
Cuba...
Aquel está hablando allá; habrá que esperar que
termine. Está llamando a Argimildo Vega, y a no sé cuántos más... Hay dos tribunas aquí...
Decía que en este XIV aniversario se han dado cita en
la ciudad de Santiago de Cuba, junto a nuestro pueblo, junto a nuestros
trabajadores en general y a nuestros estudiantes, los representantes de la
Primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad
(APLAUSOS). Se encuentra presente,
igualmente, un elevado número de prestigiosos intelectuales y artistas europeos
del Salón de Mayo (APLAUSOS). Se han
dado cita los intérpretes de la canción protesta (APLAUSOS), y otros numerosos
invitados de las distintas regiones del mundo.
Entre esos invitados se encuentra la dignísima representación del
heroico pueblo de Viet Nam del Sur (APLAUSOS PROLONGADOS).
Se encuentra igualmente presente por primera vez en
este acto, o en un acto de esta naturaleza, uno de los mas
prestigiosos dirigentes en pro de los derechos civiles en Estados Unidos, Stokely Carmichael
(APLAUSOS).
Para nuestro país y para nuestra ciudad de Santiago de
Cuba, y para nuestra fecha del 26 de Julio, significa un señalado honor que los
que representan los más altos valores revolucionarios, los más altos valores
intelectuales, los que en todas partes del mundo defienden las causas más
justas, se encuentren aquí presentes en la tarde de hoy.
Y muchos se preguntarán, o algunos se preguntarán, qué
tienen de común estas fuerzas y movimientos aquí representados con nuestro
pueblo. Y es que en cualquier orden,
entre el escultor, el artista, el poeta europeo y los esculpidores de esta
Revolución, los que escriben en la historia una página gloriosa, los que crean
con sus manos las riquezas para consolidar el ideal revolucionario; es decir
que entre el intelectual europeo y el campesino de la Sierra Maestra, o el
cortador de caña, existe en común algo que nosotros, los revolucionarios,
podemos comprender bien, y es ese afán por la justicia, ese afán por el
progreso de la humanidad, ese afán por la dignidad del hombre.
Y lo que tienen de común los hombres y los pueblos que
luchan en todos los continentes con nuestra Revolución, lo que tiene de común
la heroica lucha vietnamita con la lucha de nuestro pueblo y la lucha de los
pueblos de América Latina (APLAUSOS), y lo que tienen de común la lucha del pueblo
oprimido de Estados Unidos —es decir, los sectores privados de los más
elementales derechos en aquel país— y la lucha de los pueblos latinoamericanos,
o vietnamita, o cubano, eso que tienen de común, eso que tenemos de común es lo
que hace que esta fecha —símbolo de esa misma lucha, símbolo de esa misma
aspiración, símbolo de ese mismo ideal— nos pueda congregar a todos en una
tarde como hoy.
Y este es, sin duda, el 26 de Julio en que la ciudad
de Santiago de Cuba ha tenido la más nutrida representación
venida desde el exterior. Y sabemos todo
el esfuerzo que han hecho los orientales y los santiagueros para poder atender
y acoger, como ellos se merecen, a estos visitantes.
Nos encontramos en la ciudad que se convirtió, en
aquella fecha, en el símbolo del inicio de la lucha revolucionaria en nuestro
país. La historia es sobradamente
conocida. Ni las armas, ni el tipo de
las armas, ni la experiencia, y ni siquiera los factores fortuitos acompañaron
a aquel primer esfuerzo. Pero aquel
primer esfuerzo significó un camino que no se habría de abandonar después
jamás; significó un camino que nos ha llevado a lo largo de 14 años; significó
el camino que abrió para el pueblo revolucionario la conquista del poder.
Es necesario recordar esa historia. Pero hay un hecho que resalta, que fue la
tenacidad del pueblo, la confianza del pueblo, la perseverancia en esa
lucha. No hemos llegado, ni mucho menos,
al final de ese camino, pero hemos adelantado ya un trecho importante.
Y esa característica esencial del movimiento
revolucionario que surgió aquel día es hoy también la característica esencial
de nuestra Revolución:
la confianza del pueblo en sí mismo, la fe del pueblo en su
causa, la convicción del pueblo de que no habrá dificultad, por grande que sea,
que no logremos vencerla; de que no habrá camino, por difícil que sea, que no
seamos capaces de seguirlo hasta el final.
¿En qué estado se encuentran hoy nuestro pueblo y
nuestra Revolución a los 14 años? No
fue, ciertamente, la tarea más difícil la conquista del poder. Por difícil que haya parecido aquella etapa,
por dura que haya sido, por costosa que haya sido, a nosotros en la perspectiva
del tiempo nos parece —y esto, desde luego, no nos sorprendió— que la tarea más
difícil no era precisamente el derrocamiento de la tiranía y la conquista del
poder revolucionario; que la tarea más difícil era la que vendría después; que
la tarea más difícil era la tarea en que estamos empeñados hoy: la tarea de construir un país nuevo sobre los
cimientos de una economía subdesarrollada; la tarea de crear una conciencia
nueva, un hombre nuevo, sobre las ideas que durante siglos prácticamente habían
prevalecido en nuestra sociedad.
Y estamos saliendo airosos en esa tarea... Yo les pregunto a nuestros jóvenes y a
nuestro pueblo si creen que estamos saliendo airosos en esa tarea
(EXCLAMACIONES AFIRMATIVAS y
APLAUSOS).
El asalto al Moncada puede decirse que constituía el
primer asalto a una de las tantas fortalezas que habrían de ser tomadas
después. Quedaban muchos Moncada por
tomar. Quedaban, entre otras cosas, el
Moncada del analfabetismo, y nuestro pueblo tampoco vaciló en atacar aquella
fortaleza, la atacó y la tomó; el Moncada de la ignorancia; el Moncada de la inexperiencia;
el Moncada del subdesarrollo; el Moncada de la falta de técnicos, de la falta
de recursos en todos los órdenes. Y
nuestro pueblo no ha vacilado en emprender también el asalto de esas
fortalezas. Pero quedaba el Moncada más
difícil de tomar, que era el Moncada de las viejas ideas; y ese Moncada de las
viejas ideas, de los viejos egoístas sentimientos, de los viejos hábitos de
pensar y de concebirlo todo y de resolver los problemas, ese Moncada no ha sido
todavía totalmente tomado (APLAUSOS).
Hay una vanguardia que penetra victoriosamente, que
está tomando los primeros fortines y que avanza incesantemente por ese
camino. Y esa vanguardia la constituye,
sin lugar a dudas de ninguna clase, nuestra juventud (APLAUSOS PROLONGADOS),
nuestros jóvenes trabajadores, nuestros estudiantes, los que integran esa tropa
cada vez más nutrida de las columnas juveniles agrarias (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES), los que en número cada vez mayor, a través de la escuela al
campo, se incorporan una parte del año a las tareas productivas (APLAUSOS); los
jóvenes de nuestros institutos tecnológicos obreros que, al igual que numerosos
combatientes de nuestro glorioso Ejército Rebelde, se incorporaron a la zafra
durante 90 días (APLAUSOS).
Esa legión cada vez más numerosa no hay duda de que va
a la vanguardia en la lucha contra las viejas ideas; no hay duda —y nosotros
podemos proclamarlo en este 26 de Julio— de que nuestra generación joven es
digna seguidora de los combatientes del Moncada y de los combatientes de la
Sierra Maestra y de los combatientes de Girón (APLAUSOS), porque lo están
demostrando con su actitud ante la vida, con su actitud ante el trabajo, con su
actitud ante la Revolución.
y hay que añadir con toda justicia que detrás de esa
vanguardia, avanzando también a través de esa fortaleza, está el sector
femenino de nuestra población (APLAUSOS), las mujeres cubanas que en número
cada vez mayor se incorporan a las tareas creadoras de la Revolución.
Algunos se preguntarán: “¿Qué?
¿Están hablando de edades; no están hablando de clases?” Los habrá muy doctos en marxismo que se
pregunten cómo es que nosotros hablamos de edades. Y nosotros creemos muy sinceramente que esto
de hablar de edades es muy marxista; hablar de edades, además de clases.
Porque no hay que olvidarse que muchas generaciones, y
toda la generación que vive en nuestro país en el momento en que triunfa la
Revolución, es una generación formada por completo bajo la influencia de las
ideas y los métodos y los sentimientos del capitalismo. Y aun en nuestros propios sectores obreros muchos
de esos vicios estaban instaurados, muchas de esas concepciones estaban
establecidas.
Lógicamente, lo que Marx decía era que en el proceso
histórico los trabajadores y los explotados se enfrentan a los explotadores;
que la clase obrera era la clase cuya función social la hacía abanderada y
capaz de comprender y practicar el socialismo.
Eso es rigurosamente cierto; pero también es rigurosamente cierto la influencia que esos sectores de explotadores y
dominantes ejercían en la mente de todo el pueblo.
Y la Revolución ha erradicado en la mente de todo el
pueblo un gran número de esas ideas, pero es precisamente en las mentes
vírgenes de la generación nueva que crece con la Revolución, que nosotros
percibimos menos esas ideas del pasado, que nosotros percibimos más
nítidamente, más claramente, las ideas revolucionarias.
Muchos se preguntaban qué sería de nuestros jóvenes;
muchos se preocupaban si acaso esa juventud que no había padecido los horrores
del pasado, si acaso esa juventud que no conoció los sacrificios del pasado,
iba a ser capaz de entender la Revolución, iba a ser capaz de ser
revolucionaria, iba a ser capaz del trabajo y del sacrificio. Y por nuestra experiencia cubana, nosotros
podemos decir con profunda satisfacción que vemos cómo crece y se desarrolla en
nuestro país una juventud aun más revolucionaria todavía (APLAUSOS).
Y es que en un proceso genuinamente revolucionario en
que junto con el desarrollo económico se lleve a cabo la formación y el
desarrollo de la conciencia de todo el pueblo, en un proceso revolucionario
donde se apliquen los métodos correctos para educar a la juventud, no hay por
qué esperar que esa juventud sea menos revolucionaria.
Y nosotros creemos —y los hechos lo están demostrando—
que es posible formar en el proceso revolucionario esa nueva generación más
revolucionaria.
Es necesario realmente no tener fe en la Revolución,
ni fe en las ideas revolucionarias, ni fe en las ideas marxistas, ni fe en la
pedagogía, ni fe en las masas, para pensar que en el proceso revolucionario la
juventud retrocede. Porque nosotros
estamos viendo que en el proceso revolucionario la juventud avanza
(APLAUSOS). ¡Y es necesario que nos
propongamos seguir por ese camino!
En la Revolución suelen ocurrir varias
revoluciones. Nosotros en una ocasión
hemos dicho que con relación a la mujer se ha producido dentro de la Revolución
una revolución. Y podemos decir
igualmente que dentro de la Revolución se está produciendo una impresionante
revolución de la pedagogía, que está influyendo decisivamente en nuestros
jóvenes.
¿Qué hemos podido observar con los estudiantes de los
institutos tecnológicos? ¿Qué hemos
podido apreciar con los estudiantes de los institutos tecnológicos que
marcharon a los campos a trabajar durante 90 días? Pues hemos podido apreciar un fenómeno
extraordinario. Esos jóvenes no iban
allí a trabajar por ningún sueldo, no iban allí a trabajar por dinero; iban con
la conciencia clara de que hacía falta su esfuerzo para el desarrollo económico
del país; iban con la conciencia clara de que era necesario que ellos
participaran en ese esfuerzo, no solo como una necesidad económica, sino
también como una necesidad pedagógica.
¿Y qué ha ocurrido?
Algo que ha ejercido su influencia sobre los obreros habituales y los campesinos
en todas partes donde han estado. Han
ejercido una influencia extraordinariamente positiva. ¿Por qué?
Porque si la jornada de trabajo es de ocho horas, nuestros estudiantes
trabajaban 14 horas, 15 horas, 16 horas, y, en ocasiones, hasta 18 horas
diarias (APLAUSOS).
¿Qué ha ocurrido en todas partes con los estudiantes
tecnológicos, con los estudiantes preuniversitarios, con los estudiantes de
secundaria básica? Nosotros al principio
creíamos que eso iba a ocurrir, lógicamente, con los estudiantes de los
institutos tecnológicos, muchos de ellos campesinos, muchos de ellos de
procedencia obrera. Pero cuál no sería
la admiración de todos nosotros, al ver que los estudiantes de los
preuniversitarios de las ciudades, que los estudiantes de las secundarias
básicas, que los estudiantes en general, tenían exactamente la misma actitud; y
es más: ¡tenían
cada vez una actitud mejor!
Y lo mismo que ocurría con nuestros estudiantes
ocurría con los compañeros del ejército que participaban en las actividades
productivas, y ocurría con los compañeros del Ministerio del Interior que
trabajaban en estas actividades.
De manera que puede afirmarse ya que una inmensa masa,
una masa de cientos de miles de jóvenes en este país, se está habituando y está
demostrando ser capaz de trabajar y de producir con concepciones enteramente
nuevas (APLAUSOS); que una enorme masa de cientos de miles de jóvenes es capaz
de trabajar duplicando y aun triplicando los rendimientos de los trabajadores
habituales, sin la idea de que con ese trabajo resuelve su problema, sino con
la idea de que con su trabajo resolverá definitivamente el problema de toda la
sociedad (APLAUSOS).
No es esto, sin embargo, lo que hacen absolutamente
todos en este país. Hay que decir que al
lado del impresionante movimiento de nuestro pueblo, y principalmente de
nuestros jóvenes, con la incorporación al trabajo productivo, subsisten
aquellos cuyas ideas y cuyos actos se apartan por completo de ese interés
colectivo, de esa aspiración colectiva.
Nosotros en nuestros recorridos por todo el país hemos
tenido ocasión de impresionarnos del esfuerzo que están haciendo los
jóvenes. Nosotros hemos visto compañeras
militantes del Partido que han ido por dos años a la agricultura, trabajando al
mediodía bajo un sol abrasador (APLAUSOS).
Nosotros hemos visto columnas de muchachas jóvenes, procedentes de la
Juventud o procedentes del pueblo, sin ser militantes del Partido, incorporarse
también por dos años a las tareas productivas.
Pero es más: hemos visto a muchos jóvenes haciendo
trabajos muy duros. En el sur de La
Habana, en días recientes, nos encontramos un destacado contingente de jóvenes
metidos en el barro y en el fango cultivando berro. Y cultivar berro en el fango era una
actividad que en el pasado realizaban solo los trabajadores que vivían en las
más pésimas condiciones de vida; trabajo que realizaban emigrantes japoneses o
emigrantes chinos, que se veían obligados a realizar esas tareas en el
capitalismo. Y, sin embargo, nosotros
hemos podido ver numerosos jóvenes de esta generación realizando, con el mayor
entusiasmo y con la mayor productividad y con el mayor espíritu revolucionario,
esas tareas (APLAUSOS). Y hemos visto
numerosísimos ejemplos de este tipo.
Pero también al lado de estos ejemplos vemos, en muchos pueblos, al vago
que no produce nada (EXCLAMACIONES); vemos en muchos pueblos a hombres fuertes
que se dedican a fabricar pirulíes (EXCLAMACIONES); y, claro, cualquiera que
fabrique pirulíes aquí, cuando la gente tiene dinero, puede ganar todo el
dinero que quiera fabricando y vendiendo pirulíes (EXCLAMACIONES). Resultado:
que mientras hay decenas de jóvenes bajo el sol abrasador del mediodía
trabajando en los cañaverales, o trabajando en las montañas, o trabajando en el
fango, o trabajando en condiciones durísimas, y que por su trabajo reciben una
modesta remuneración, tenemos aquellos que aspiran no a eso, no a trabajar para
la sociedad, sino a vivir del trabajo de la sociedad; aspiran a vivir del
trabajo de esos, del que está al mediodía en el cañaveral, o el que está en los
pantanos donde se produce el berro (EXCLAMACIONES y APLAUSOS).
¿Y por qué?
Porque vendiendo pirulíes o vendiendo refrescos, o vendiendo frituras,
va a ganar diez veces lo que está ganando aquel que está bajo el sol
abrasador. Pero es el del sol, el que
trabaja al sol abrasador quien crea las riquezas, quien crea los bienes de los
cuales aquel recibe una parte superprivilegiada
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Y estas son cosas que es necesario que nuestro pueblo
se vaya planteando, no sea que mientras una parte grande del pueblo realiza
esfuerzos cada vez mayores, esfuerzos cada vez más heroicos y titánicos por
elevar las riquezas de este país, haya un sector que no piense en nada de eso,
sino de vivir parasitariamente de esas riquezas que
otros están creando.
Y no se trata ya de la explotación de los
capitalistas, sino de la explotación del pueblo trabajador por los parásitos,
por los que no aspiran a crear riquezas, sino a inventar la forma de cómo
reciben de esa riqueza la mayor proporción posible con el menor esfuerzo.
y la Revolución ayuda al débil, ayuda al enfermo, ayuda
al anciano, ayuda a todos los que lo necesitan, y nuestro pueblo trabajará
siempre gustoso por ayudar a los que lo necesitan, y ayudarlos generosamente;
pero nunca para ayudar a los parásitos (APLAUSOS).
Esto no quiere decir que la Revolución vaya mañana a
decretar una ley prohibiendo todas esas actividades parasitarias. No. La
cosa hay que tomarla con calma, y lo primero de todo es empezar a tener
conciencia del problema.
Y lo que resulta es que muchas veces una actividad
parasitaria surge donde hay una deficiencia en la economía estatal, o donde un
servicio no se presta debidamente.
Porque lógicamente si cualquier servicio, digamos las tintorerías, no
funcionan bien, nada tiene de extraño el que empiecen a surgir multitud de
pequeñas tintorerías. Si en un lugar
donde hay mucho calor y donde se congregan numerosas personas, los organismos
correspondientes del nivel municipal, o regional, o nacional, no son capaces de
poner allí un poco de limonada con hielo, surge el parásito y pone allí
—comprando el azúcar en la bodega y el limón donde sea— la limonada con hielo
(APLAUSOS).
Si nuestras industrias, empeñadas como es lógico en
producir infinidad de cosas que son muy importantes: arados, gradas, combinadas, centros de
acopio, etcétera, etcétera, se olvidan de producir escobas, como hay cientos de
miles de familias que tienen que barrer la casa todos los días, si no hay
escobas entonces surgen multitud de pequeños productores de escobas ganándose
30, 40 y 50 pesos diarios, vendiendo escobas al precio que les da la gana
(APLAUSOS).
Es decir que son dos tipos de males que se juntan: la ineficiencia de
nuestra economía, o de ciertas ramas de nuestra economía; la falta de agilidad
de flexibilidad, de inventiva, de imaginación, para resolver muchos de esos
problemas, que son problemas de la vida cotidiana. El país no puede prohibir la fabricación de escobas
mientras nuestra industria ligera no fabrique escobas; pero está visto que si
fabricaran escobas no habría que prohibir nada, porque los productores de
escobas quedaban fuera del mercado.
Pasaría algo similar a lo que me decía en la mañana de
hoy un compañero por la carretera que se está construyendo de Santiago a
Pilón. Decía: “Están muy contentos los campesinos
con las guagüitas.” Y le preguntaba: “¿Ya llegaron
entonces?” “Sí. Y cobran cinco centavos de granja a granja y
20 centavos de tal lugar a tal lugar, y los boteros cobraban un peso.” Dice: “Los boteros se han arruinado.” Se han arruinado los boteros, ¡claro que se
tienen que arruinar los boteros!; claro, porque ese es un ejemplo muy evidente
de cómo choca el egoísta interés individual con los intereses de la colectividad.
Nosotros ahora, en la provincia de Oriente y en todas
partes, estamos construyendo multitud de caminos, y caminos que están marchando
con una gran rapidez; pero detrás de los caminos irán las guagüitas, porque no
sería legítimo que el país se gastara millones de pesos en esos equipos, que
salen del que corta la caña, del que extrae el mineral, del que produce el
azúcar, del que produce el tabaco, del que produce los recursos de este país,
las divisas de este país, y que además obreros que trabajan en esas brigadas
realicen con entusiasmo jornadas agotadoras, para que detrás del camino
perfectamente trazado, sin baches, pavimentados en muchas ocasiones, vayan los
boteros a hacerse ricos; porque detrás del camino irá la guagüita, o irá
cualquier cosa, para que aquel trabajo del pueblo no se convierta en riqueza y
privilegio de parásitos (APLAUSOS).
Esto no quiere decir que mañana vayamos a suprimir al
botero, porque mientras no tengamos suficiente transporte, suficientes ómnibus,
suficientes camiones —aunque nos duela ver a aquel hombre convertido en un
especulador y cobrando diez veces lo que vale el pasaje— no lo podemos
suprimir, porque puede haber alguien que aunque lo atraquen tenga necesidad de
usarlo en un momento dado, y no hacemos nada con suprimirlo y no sustituirlo
por un transporte más eficiente y más seguro.
Por eso, no se asusten los boteros, entre los que los
hay buenos y los hay regulares y los hay malos.
Los malos seguro que todos ustedes los conocen; y algunos de los buenos
yo he tenido oportunidad de conocerlos, cuando un día nos encontramos en un
vivero de café un gran número de trabajadores de la ANCHAR ayudando allí en el
trabajo de llenar las bolsas y trabajando en los viveros del plan de café.
Es decir que cuando nosotros hablamos de algunos de
estos vicios no queremos que se entienda mal, no queremos que se crea que en el
mismo concepto tenemos a todos, porque justo es decir que los hay de todas
clases: los hay
conscientes, que son incapaces de atracar a nadie cuando tiene un dolor, cuando
está enfermo, y los hay que atracan a cualquiera si tienen la oportunidad.
Les decía que nosotros tenemos que confrontar la
realidad de una sociedad en tránsito, donde hay y habrá todavía mucha gente que
trate de aprovecharse del esfuerzo de los demás, y que nosotros debemos tomar
conciencia de este problema. Hay quienes
ponen un barril en la puerta de la casa, o una tarimita, y empiezan a vender
huevos fritos. Pero los huevos que
venden allí son los huevos del plan que la Revolución ha desarrollado para
facilitar el abastecimiento por la libre de huevos para el pueblo, es el
resultado de las posturas de más de 5 millones de gallinas en las granjas
estatales. Y no desarrollamos esos
planes para que haya quienes se dediquen a la venduta de huevos fritos,
comprando el pan en la panadería, lo otro por allá, la manteca en bolsa negra,
etcétera, y ganando 30 ó 40 pesos vendiendo huevos fritos. Porque cualquiera sabe que si allí mismo se
pone ahora un timbiriche de huevos fritos, muchos de los que no han almorzado
que están allí van y compran el huevo frito.
Así que no es ningún arte; más que un arte es un
verdadero vicio y un vicio que surge como consecuencia de la unión de una serie
de circunstancias. No quiere decir que
tengan que estar los organismos de la Revolución viendo dondequiera que se
pueda vender un huevo frito para que no le pongan allí un timbiriche de huevos
fritos. Tampoco podemos caer en la
irracionalidad, en la irracionalidad de entrar en competencia con esos
señores. Pero pongo estos ejemplos
porque son muy reales, y lógicamente es más fácil poner un timbiriche de huevos
fritos que ponerse a trabajar en la construcción de los edificios. Pero ese señor que vende huevos fritos querrá
beneficiarse con todas las leyes de la Revolución: que si hay rebaja de alquiler, rebaja de
alquiler; que si no paga alquiler, que no pague alquiler; que si se construyen
edificios nuevos, que le den una casa; que si no se cobra el agua, que no le
cobren el agua; que si tienen un balneario gratuito, un balneario gratuito; que
si van a un hospital aunque tengan que hacerle una operación carísima, le hagan la operación carísima
gratis, puede ir al “Lenin”, puede ir al nuevo hospital que se acaba de
inaugurar en Bayamo, o al nuevo hospital que se acaba de inaugurar en
Sagua.
Y, entonces, claro, todo eso ha costado mucho trabajo
de los obreros de la construcción, de todos los trabajadores que aportaron sus
recursos a la economía. Pero el
timbiriche no paga ni impuestos y se beneficia, en cambio de todo, es decir,
del trabajo de todos los demás. Esas son
realidades de las cuales nosotros debemos tomar conciencia.
Y no quiere decir esto que la Revolución va a suprimir
los timbiriches. ¡No se asusten los timbiricheros ni se asusten los comerciantes! Lo que queremos decir es que incluso el
capitalista prohibe que nadie monte un timbiriche sin la correspondiente
licencia para montar el timbiriche; y que esta Revolución no es capitalista; y
que si los capitalistas lo prohiben, con mucha más razón lo prohibiremos los
socialistas (APLAUSOS).
Y queremos decir con esto que no se asusten los que
tienen timbiriche; que se asusten en cambio los que abran nuevos timbiriches,
que se asusten los que estén pensando vivir de esas actividades parasitarias al
margen de la producción de bienes materiales, porque esa juventud y ese pueblo
no están trabajando y no están sacrificándose para alimentar parásitos de
ninguna clase (APLAUSOS).
Y algo más: algún día las actividades industriales
privadas y las actividades comerciales privadas de cualquier tipo serán
prohibidas terminantemente por la ley revolucionaria (APLAUSOS).
Nosotros sabemos muchos de los negocitos que hacen
muchos de esos señores que tienen en sus manos el problema de la distribución;
nosotros sabemos cuántos privilegios favorecen; nosotros sabemos cuántas veces
le quitan a un trabajador para guardárselo a un burgués que tiene plata, porque
quedan en este país muchos burgueses con plata.
Ocurre, como nos decía un campesino hace algunos días
por el sur de La Habana, que estábamos nosotros haciendo un recorrido
escogiendo tierras para el fomento de siembras de arroz, y un campesino que
estaba por allí nos dice: “Oiga, me
alegro de que usted venga, porque yo ando pidiendo que me den unas besanas ahí
para sembrar arroz.” Y le digo: “Mire, ¿usted cree
que de verdad el problema del abastecimiento del arroz en este país se va a
resolver con unas cuantas besanas de las que usted produzca ahí?
¿Usted no ve que hay que producir arroz para millones
de personas, y con la besana, con el pedacito de tierra ese van a comer usted y
algunos otros ricos que van a venir a comprar el arroz aquí?” Dice él: “Es verdad, es verdad. ¿Usted sabe lo que es pagar hasta 250 pesos
por un saco de arroz?” Y yo le decía: “¡¿Doscientos
cincuenta pesos?! Dígame, amigo,
¿quiénes son los que compran ese arroz por 250 pesos?” Y me dice el campesino —evidentemente de una
manera injusta—: “Los
médicos y esa gente.” Yo le digo: “Pero, mire, serán
algunos médicos, porque hay en este país muchos médicos revolucionarios que
están de lleno dedicados a trabajar en los hospitales, sirviendo al pueblo en
las montañas, en los hospitales, en todas partes, enseñando.” Pero evidentemente para aquel campesino
todavía el título de doctor equivale al título de rico, el título de médico
equivale al de rico, pero él me dijo así.
A lo mejor si no está oyendo la pelota debe estar oyendo esta
conversación y se debe estar acordando en este momento.
Y decía eso: “¡Doscientos cincuenta pesos por un saco
de arroz!” Y le decíamos: “Mire, nosotros
vamos a acabar con este negocio del arroz igual que se acabó con el de los
huevos.” Ahora estamos decididos a
resolver ese problema, y no con esos pedacitos, que sirven precisamente para la
especulación. Porque muchos de esos
negocios viven de la especulación.
Está de más decir que si nosotros hubiéramos querido
liquidar todo eso, lo habríamos liquidado, pero es que no queremos proceder
drásticamente. Es que estamos
conscientes de que tenemos que atravesar este amargo proceso, es que estamos
conscientes de que primero debemos lograr una mayor eficiencia en todo el
trabajo socialista, y es que estamos muy conscientes de que el arma fundamental
para liquidar esos vicios que subsisten es el incremento de la producción. Eso lo sabemos. Pero conocemos todos esos negocios, y
deseamos expresar que en un futuro las actividades privadas industriales de
cualquier tipo y las actividades comerciales de cualquier tipo serán prohibidas
por las leyes revolucionarias (APLAUSOS).
Desde luego, partimos del concepto de que la
Revolución es la alianza de los obreros y de los campesinos, no la alianza de
los obreros y los burgueses, no la alianza obrero-comerciante, es la alianza
obrero-campesina. Y solo concebimos como
aliado de la Revolución al campesinado, que aunque es propietario de su pedazo
de tierra la trabaja y la hace producir con sus propias manos y con su sudor;
aunque desgraciadamente hay muchas veces campesinos que, por exceso de
ingenuidad, le venden al especulador que va allí a comprarle, le venden al que
le sobra el dinero. Y siempre les hemos
dicho a los campesinos... En ocasiones
cuando por las montañas de Oriente nos han dicho algunos campesinos: “Hay problemas con
los zapatos”, les decimos: “Es verdad,
pero ustedes toman mucho café; y es una lástima que ustedes no tomaran un
poquito menos de café para que los obreros que fabrican esos zapatos puedan
tomar un poquito más de café.” Y son
precisamente esos obreros los que resultan perjudicados cuando los campesinos
le venden a cualquier especulador los productos.
Y nosotros, por eso, tratamos de hacerle conciencia al
campesino, al campesino tenemos que hacerle conciencia. Pero nosotros no somos aliados de los
comerciantes. Esto no quiere decir,
señores —repito y aclaro una vez más—, que mañana vayamos a suprimir a los
comerciantes, que incluso cuando nosotros en un futuro prohibamos las
actividades comerciales dejemos de tener en cuenta muchos casos. Lo hemos hecho siempre en cada una de las
leyes revolucionarias; hemos hecho excepciones con todos aquellos que tienen
una actitud honorable, con todos aquellos que tienen una actitud honesta. Hay incluso muchas personas de cierta edad
—lógicamente eso no es una preocupación para nosotros—, gente de cierta edad
que no puede realizar otra actividad, que viene desde hace mucho tiempo
realizando esas actividades; todos esos casos los tendremos en cuenta. Pero pierda la esperanza todo el que crea
aquí que violando los propósitos de la Revolución, los principios de la
Revolución y los objetivos de la Revolución, aspire a vivir de parásito,
rehuyéndole el cuerpo al trabajo productor, para vivir del sudor de los demás,
porque la Revolución se encargará de quitarle toda esperanza de poder vivir
aquí del parasitismo.
Nosotros sabemos que mucho parasitismo subsiste
todavía, pero ese parasitismo no se puede arrancar de la noche a la
mañana. Un pueblo no puede, por mucha
voluntad y mucho deseo que tenga, abolir de la noche a la mañana todos los
vicios del pasado y todas las estructuras del pasado.
Pero la Revolución se propone ser revolución de
verdad, la Revolución se propone construir el socialismo y llegar al comunismo
(APLAUSOS). Y el hecho de que la
Revolución trate de evitar medidas drásticas y medidas radicales no implica que
la Revolución sea blanda, no implica que la Revolución pierda de vista sus
objetivos. Porque no puede subsistir al
lado de una generación nueva, que crece y trabaja, todo desprendimiento, todo entrega
a los intereses de la sociedad, al lado de aquellos, los que siguen la idea
contraria: todo
contra los intereses de la sociedad, todo para ellos, con exclusión de lo que
pueda convenirle al resto de la sociedad.
Nos parece conveniente que hoy, cuando nosotros
resaltamos ese espíritu de nuestra juventud, ese sentimiento nuevo que se
desarrolla en nuestro pueblo en favor del trabajo y en favor de la creación de
las riquezas, hagamos también esta explicación, hagamos este llamado a la
conciencia del pueblo, ayudemos a formar esta conciencia, y advirtamos a
aquellos que piensan vivir por caminos que se aparten del interés de la
sociedad de que ese es un camino equivocado.
En estos instantes, si ustedes nos preguntan cuál es
la cosa fundamental en nuestra Revolución, cuál es el signo más característico
de nuestra Revolución, nosotros responderíamos sin vacilación alguna que el
trabajo. El trabajo es lo que en este
momento más caracteriza a la Revolución.
Cuando nosotros veníamos para este acto, una
conmemoración más, nos preguntábamos qué debíamos decirle al pueblo. Porque no nos reunimos ya simplemente para
gritar de júbilo, para celebrar glorias pasadas; nos reunimos para rendir el
merecido tributo de recuerdo, de cariño y de respeto que merecen y que
merecerán siempre los hombres que han caído por esta Revolución; pero nos
reunimos también para decir que solo hay un modo de respetar y de amar a esos
que dieron la vida, a esos que lo dieron todo por su país y por su revolución,
¡y es el trabajo, es la lucha!
¿Cómo debemos nosotros conmemorar cada una de estas
fechas cada año más? Avanzando,
¡avanzando!
Dícese que alrededor de este 26 de Julio ha habido
mucho júbilo, dícese que ha sido desbordante la alegría del pueblo en la ciudad
de Santiago de Cuba, dícese que ha sido grande el entusiasmo en esta
provincia. Y ciertamente es porque algo
hemos hecho, porque algo hemos avanzado.
Lo que cada día como el de hoy debemos preguntarnos siempre es: ¿Qué hemos
hecho? ¿Cómo hemos cumplido? ¿Cuánto hemos trabajado? ¿Cuánto hemos avanzado? Porque si dentro de dos años o de tres años
nos reunimos aquí, y en el recuento de lo que hemos hecho, de lo que hemos
trabajado, de lo que hemos creado, de lo que hemos avanzado, no aparece un
saldo verdaderamente positivo, habría que decir que no valdría la pena reunirse
en una fecha como la de hoy (APLAUSOS).
Y esta fecha recuerda un día de lucha, esta fecha recuerda un día de
sacrificios, esta fecha debe recordarnos a todos nuestros deberes, nuestras
obligaciones más sagradas.
Nuestro pueblo ha luchado en estos años, nuestro
pueblo ha trabajado en estos años, pero creemos que aun es poco, creemos que
debemos luchar más, creemos que debemos trabajar más.
En estos instantes nuestro país se rige por el
espíritu del trabajo y las virtudes de los ciudadanos de este país, su espíritu
revolucionario, se mide por su espíritu de
trabajo.
Nuestro país tiene muchas cosas todavía que hacer;
nuestro país tiene por delante muchas tareas que cumplir. Y, ¿cuál es en este momento nuestra
situación? Nosotros creemos
sinceramente, y podemos así afirmarlo al pueblo en este 26 de Julio, que un
vigoroso espíritu de lucha y de trabajo se está desarrollando.
Nuestro país cuenta en este momento con muchos más
medios de trabajo que en ningún instante anterior; nuestro país cuenta con más
recursos que en ningún instante anterior; nuestro país cuenta con más
organización, con cuadros más serios, con cuadros más experimentados, que en
ningún otro momento anterior.
Nuestras fuerzas están desplegadas, nuestros recursos
están desplegados; pero aun no están desplegados todos los recursos con que
vamos a contar.
En el período de un año una impresionante cantidad de
medios de producción estarán a nuestra disposición, sobre todo en lo que se
refiere al trabajo de la agricultura. Y
este mismo año, el primero de noviembre, comenzará a trabajar una brigada
gigante desbrozando el terreno, que comenzará con 142 buldóceres, y tendrá 250
buldóceres, más otras 250 máquinas de estera en el primer trimestre del año
1968. Y nos proponemos con todos los
equipos que hay en el país, más el esfuerzo de esta brigada —que será
organizada y mandada por oficiales del ejército—, desbrozar en un año 15 000
caballerías de tierra que, unido a las 15 000 que podrán buldocear el resto de
las máquinas, harán para el próximo año unas 30 000 caballerías de tierra de
desbrozamiento.
Es decir que en el primer trimestre del año 1969 no
quedará en el país una sola pulgada de marabú, de manigua, o de tierra sin
cultivar.
En estos instantes, en las montañas de Oriente, Las
Villas y Pinar del Río, hay trabajando —o están en camino hacia los sitios de
trabajo— 22 brigadas de camino. Para
esta misma fecha el año que viene tendremos en total 56 nuevas brigadas de
caminos y carreteras en todo el país.
Los campesinos de las montañas, los campesinos que se
encuentren aquí presentes, de Victorino, de San Lorenzo, de las Mercedes, de
Matías, de Dos Palmas, o de Bernardo, o de Bayate, o
de Paraíso, o de los Pinares de Mayarí; en todos esos sitios donde están
trabajando las nuevas brigadas, saben lo que significa para ellos esos caminos
(APLAUSOS); los que trabajan en los campos, muchas veces incomunicados, saben
lo que significan para ellos esos caminos.
Y simultáneamente, para esta fecha, estarán trabajando
dos grandes brigadas hidráulicas de 150 buldóceres y 250 camiones de 12
toneladas cada uno.
Es decir que estamos en los inicios de un esfuerzo en
el campo de la agricultura de impresionante magnitud; nuestro país se llenará
de caminos y carreteras, no quedará una pulgada de tierra sin cultivar, no
quedará una gota de agua sin almacenar.
Cuando se termine el desbrozamiento del marabú y de la
manigua, en el segundo trimestre de 1969, estarán incorporados 1 000 buldóceres
y más 1 500 camiones a las obras hidráulicas.
Las obras hidráulicas adquieren para nuestro país una importancia cada
vez mayor.
Este mismo año es una buena prueba. Es este el año, de estos años de revolución,
en que se ha hecho con la caña el mejor trabajo; es este el año en que a lo
largo del país se ha hecho un trabajo más cuidadoso y más esmerado con la
caña. Prácticamente todas las cañas del
país, estatal y privadas, han recibido una fórmula de fertilización completa;
pero además los aviones agrícolas, tripulados por los pilotos de nuestra fuerza
aérea, han regado urea foliar en más de 50 000 caballerías de caña.
Sin embargo, frente a ese extraordinario y titánico
trabajo —ese trabajo que han estado haciendo más de 100 000 hombres, manejando
máquinas o trabajando con sus brazos, guataqueando la caña en estos meses de
calor—, frente a ese trabajo, ¿qué hemos tenido con el clima?
Pues hemos tenido el clima de este año. Los santiagueros saben bien que esta es la
primavera más inusitada que hemos tenido; hace dos meses, o 60 días en plena
primavera, que en muchos lugares de esta provincia no cae una gota de
agua. Y lo mismo ocurre en Camagüey
después de las lluvias que cayeron los primeros 10 días de junio.
¡Cincuenta días sin que haya caído una sola gota de
agua en la mayor parte de estas provincias!
Las lluvias en Las Villas, Matanzas y La Habana, se retrasaron hasta el
mes de junio; y en Las Villas hay también sequía.
Es decir que frente a un abrumador, un titánico
esfuerzo, tenemos que estar dependiendo del azar, del imponderable; ver los
mapas todos los días, día a día, y encontrarse muchos días en que no hay un
solo rincón del territorio nacional donde haya llovido. Y esa es la situación: unos años, como el año pasado, muchas
lluvias; años como este, sencillamente porque no le dé la gana de llover en
primavera. Unas veces porque viene el
Flora y ahoga a más de 1 000 personas, y ahoga a más de 100 000 cabezas de
ganado, y destruye decenas de millones de riquezas por el exceso de agua; y
otras veces porque no llueve. ¿Qué nos
indica esto, qué nos dice esto? Que
tenemos que trabajar y que tenemos que trabajar mucho, porque nos gusta
disponer de las cosas que necesitamos para vivir, nos gusta que haya de todo
fresco siempre. Pero eso no se logra
simplemente con buenos deseos. Hay que
trabajar, y hay que trabajar en un sentido correcto. Y una de las cosas que este país tiene que
hacer es sencillamente proponerse construir suficientes embalses para que no se
vaya una sola gota de agua al mar; y si construimos todos los embalses que se
pueden construir, entonces nosotros podremos irrigar —¡irrigar!—
más de la mitad de la superficie del país, podremos irrigar más de 250 000
caballerías de tierra, todas las cañas, todas las áreas vianderas, todas las
áreas que necesitamos para nuestro consumo y para nuestras exportaciones. Y ese es uno de los propósitos de la
Revolución.
No debemos descansar mientras haya un solo rincón del
país sin camino, no debemos descansar mientras haya una sola pulgada de tierra
sin cultivar; y no tenemos derecho a descansar mientras una sola gota de agua
en este país se vaya al mar. Y no solo
tenemos la voluntad de hacer eso, sino que disponemos afortunadamente de los
medios para hacer eso. Y el próximo año
podremos incrementar algunas siembras de manera considerable: 8 000 nuevas caballerías para sembrar arroz;
2 000 nuevas caballerías para algodón, que produce un artículo tan necesario; 8
000 nuevas caballerías de cítricos con café y frijoles intercalados; además de
unas 20 000 caballerías de pasto, más el incremento correspondiente al plan
perspectivo de caña, más los incrementos de viandas en áreas de regadío para
que la vianda en este país no tenga que depender ni de los excesos de lluvia,
ni de la falta de lluvia, ni de las lluvias demasiado tempranas o de las
lluvias demasiado tardías. Y eso sin
sacrificar un ápice el cumplimiento de nuestro plan perspectivo azucarero.
Y en este momento se trabaja a lo largo y a lo ancho
del país, desde la península de Guanahacabibes hasta la Punta de Maisí,
incluyendo Isla de Pinos, incluyendo las zonas montañosas (APLAUSOS). Ahora me doy cuenta de que esa vanguardia que
está ahí trabaja en Isla de Pinos (EXCLAMACIONES). Ustedes seguramente sí conocen bien lo que se
está haciendo allí en Isla de Pinos. Yo
estoy seguro de que aquí tenemos representantes de todos los jóvenes que están
trabajando en todos los planes que se están llevando a cabo en el país.
El trabajo por hacer es mucho, el trabajo por hacer es
grande. No hay duda de que podremos
disponer en un tiempo relativamente breve del fruto de esos trabajos, ¡pero hay
que trabajar, hay que trabajar!
El próximo año se terminan dos nuevas plantas de
cemento que prácticamente duplicarán las cantidades de cemento
disponibles. Ahora bien, tendremos más
cemento, tendremos más recursos. ¿Hacia
dónde debemos encaminar nuestro esfuerzo?
¿Dónde tenemos que construir?
¿Acaso en La Habana?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿Acaso en las
grandes ciudades? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Dónde tenemos que construir? (EXCLAMACIONES DE: “¡En el campo!”) ¿Dónde son mayores nuestras necesidades? (EXCLAMACIONES DE: “¡En el campo!”) ¿Dónde hay peores viviendas? (EXCLAMACIONES DE: “¡En el campo!”) ¿Dónde se vive todavía sin agua corriente,
sin electricidad, sin un techo decoroso donde dormir? (EXCLAMACIONES DE: “¡En el campo!”) ¡Ah!, es precisamente en el campo, porque
históricamente el campo fue siempre lo más olvidado. Las ciudades son bellas, tienen bellas
avenidas, bellos edificios, bellos parques; las ciudades tienen prácticamente
de todo.
Desde luego, hay algunas ciudades, como la de Santiago
de Cuba, donde no había ninguna de esas cosas prácticamente. Una planta eléctrica vieja que no alcanzaba a
encender los bombillos de la ciudad, un charquito para abastecerse de agua,
unos hospitales que no se terminaban de construir nunca; y, al fin y al cabo,
tenemos ya una moderna termoeléctrica, tenemos una gran represa para abastecer
de agua a la ciudad, se han terminado todos esos hospitales e incluso cuenta ya
Santiago con una importante escuela de medicina. Es decir, algunas ciudades con relación a La
Habana tenían mucho menos.
Además, Santiago de Cuba es en cierto sentido algo muy
estrechamente vinculado a la historia de la Revolución, y la Revolución ha
querido demostrarle a Santiago de Cuba su reconocimiento por el apoyo que le
dio a la Revolución y por la sangre de sus mejores hijos que derramó en la
lucha por la victoria revolucionaria (APLAUSOS).
Pero, en términos generales, no es en las ciudades
donde nosotros debemos gastar ese cemento.
Ese cemento debemos gastarlo en los campos; y, en primer lugar, no en
cualquier campo, sino allí donde trabajan los obreros de las granjas del
pueblo, allí donde están los obreros que cultivan y cortan la caña, que
cultivan y producen la vianda que viene al pueblo, la vianda que no va a manos
de los especuladores; es decir, de los obreros, muchos de los cuales tienen a
sus familias viviendo todavía en los barracones.
Cuando el juicio del Moncada nosotros hablábamos de
las miserables cuarterías en que vivían los obreros azucareros, en que vivían
los trabajadores del campo. Y es
doloroso que aun, después de ocho años de Revolución, la mayor parte de esos
obreros sigan viviendo en las mismas cuarterías y en los mismos barracones. Es por eso que estas dos primeras fábricas
nuevas de cemento que la Revolución terminará de construir el año próximo
debemos dedicarlas naturalmente a la construcción de escuelas, hospitales,
fábricas en general, acueductos, carreteras y todas aquellas cosas que son de
servicios comunes, y al incremento de la vivienda. Pero debe ser política de esta Revolución
destinar la mayor parte de los recursos para construir viviendas al campo y, en
primer lugar, a las granjas del pueblo.
Porque, de lo contrario, ¿quién querrá vivir en los campos? Es mucho pedirle a ese trabajador que lo dé
todo, que dé su vida, que nunca tenga la oportunidad de ver una casa decorosa,
que nunca tenga la oportunidad de ver agua corriente en aquella casa, ni un
bombillo encendido en aquella casa.
y si nosotros estamos volcando el esfuerzo principal de
la Revolución en estos años en ganar la batalla de la agricultura, si cada día
es mayor la demanda de trabajadores para nuestros campos, es necesario que le
demos la debida atención al campo, que hagamos todos los caminos que los campos
necesitan, que hagamos las viviendas que nuestros trabajadores agrícolas
necesitan.
Y nosotros estamos seguros de que si construimos
viviendas en los campos, si creamos las condiciones de viviendas adecuadas en
el campo, desaparecerá el éxodo histórico del hombre del campo a la
ciudad.
¿Qué hacemos con que miles de personas vayan para las
ciudades todos los años? Si las
inversiones se están haciendo en los campos, ¿qué van a hacer a la ciudad? Fabricar escobas, fabricar pirulíes, armar
timbiriches y vender frituras; es decir, parasitear
en la ciudad.
Es por eso que nosotros debemos crear las condiciones
adecuadas de vida en el campo. Y estamos
seguros de que muchos de esos jóvenes se llenarán de amor por el trabajo que
están haciendo, se llenarán de amor por la obra que están realizando allí, y
estamos seguros de que muchos de estos jóvenes de estas columnas juveniles
querrán permanecer allí, querrán casarse y quedarse viviendo allí si tienen las
condiciones adecuadas. ¿Es o no es
verdad? (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!“)
Y en realidad, no creo que en ningún otro lugar la
vida haya de ser más grata para ustedes.
Estos son, naturalmente, años de trabajos duros en que
muchos de los procesos agrícolas no están mecanizados; pero se introducen cada
vez más y más máquinas, más aviones, más técnica.
Hoy todavía tenemos y tendremos dos o tres años más el
terrible trabajo de la guataquea de los cañaverales. En años venideros será la química la que
resuelva ese problema, no el hombre con la guataca limpiando un cordel al día
—que así no se resuelven los problemas de ningún país—, sino las máquinas,
usando herbicidas para sencillamente elevar la productividad del trabajo y que
nos puedan alcanzar los brazos para el propósito de cultivar, como un jardín,
de un extremo a otro este país.
Y las condiciones de vida del campo irán mejorando,
pero es necesario que todos tengamos conciencia de este problema, que el
pueblo, que los dirigentes y administradores de la Revolución tengamos
conciencia de este problema.
Otra cosa que se propone la Revolución con relación a
los estudiantes y el servicio militar obligatorio. Hemos estado elaborando un sistema de manera
que el estudiante no resulte afectado por el servicio. ¿Pero cómo?
¿Dejando de hacer el servicio?
¡No! Porque eso sería echar sobre
una parte de nuestros jóvenes toda la carga de la vida dura y los rigores del
servicio militar.
¿Qué nos proponemos?
Nos proponemos que, en primer lugar, la secundaria básica en vez de
tener dividido entre tres años de secundaria y tres de preuniversitario, elevar
la secundaria a cuatro años, reducir el preuniversitario a dos, más un año
adicional para hacer el servicio en los propios institutos tecnológicos y centros
preuniversitarios (APLAUSOS).
Esta será una medida altamente beneficiosa para el
país y para nuestros jóvenes. ¿Por
qué? Porque las armas modernas exigen
cada vez un nivel más alto de conocimientos, un nivel más alto de
instrucción.
¿Y qué haremos?
Como se supone que en este país todo niño tendrá que ir a la escuela,
todo joven tendrá que cursar obligatoriamente la enseñanza secundaria —y nos
vamos a tomar la prerrogativa de coartar la libertad que quiera tener cualquier
individuo de ser un burro, y tal vez acusen a esta Revolución de despótica
porque prive a algunos jovenzuelos del sagrado derecho de ser un analfabeto,
del sagrado derecho de convertirse en un ignorante o, como vulgarmente se dice,
en un burro—; en este país todo joven tendrá que realizar la enseñanza primaria
y la secundaria además (APLAUSOS).
De manera que es de suponer que en años futuros todo
joven se gradúe de secundaria y, además, deba ingresar en un centro de
enseñanza preuniversitaria, bien sea instituto tecnológico, bien sea un
preuniversitario. Y entonces harán el
servicio militar los varones al ingresar en los institutos tecnológicos y en
los centros preuniversitarios. De esta
manera no se perjudica el plan de formación de jóvenes; se amplían los estudios
un año, pero junto con ese año va el servicio militar obligatorio.
Nosotros esperamos que todos los jóvenes y todos los
padres comprendan cuán altamente beneficiosa es esta medida, por cuanto sabemos
de muchos que se preocupan porque los hijos estaban estudiando en la secundaria
o en la preuniversitaria y de repente fueron llamados al servicio, con la
posibilidad de tener que dejar de estudiar dos o tres años en algunos casos, a
pesar de todas las facilidades que en las fuerzas armadas se da a los reclutas
que son estudiantes.
Y en cuanto a las mujeres, será optativo también
ingresar en tecnológicos y en preuniversitarios donde hagan también el Servicio
Militar Obligatorio (APLAUSOS). No será
la Revolución quien discrimine a las mujeres.
Y nosotros sabemos por experiencia que en los
llamamientos que se han hecho para las escuelas de oficiales se ha dado un
fenómeno muy interesante, y es que un número igual de mujeres jóvenes han
solicitado ingresar en las escuelas militares, un número de mujeres igual que
el de varones (APLAUSOS).
Entendemos que en este país todo el mundo debe
prepararse para la lucha, todo el mundo debe prepararse para el combate, todo
hombre y toda mujer, todo joven y todo viejo; aunque esto de decir viejo hay
que decirlo con un concepto nuevo, puesto que a quien es viejo pero es
revolucionario y es patriota y es capaz de pelear, no se le puede llamar viejo
en el viejo concepto de la palabra (APLAUSOS).
Este país tiene que prepararse para todo. Y lo que en este 26 de Julio nosotros
queremos decirle al pueblo es que resulta necesario, vitalmente necesario, como
un salto de calidad en esta Revolución, que este país se prepare para todo; que
este país trabaje más, a la vez que este país se fortalezca más. Y es que esas dos cosas van parejo: en la misma medida
en que trabajemos más, seremos más fuertes militarmente; y en la misma medida
en que seamos más fuertes militarmente, podremos trabajar con más seguridad,
podremos trabajar con más confianza en el futuro.
En estos años después del triunfo de la Revolución
este país indiscutiblemente se ha ido fortaleciendo, y este pueblo se ha ido
fortaleciendo para el combate. En estos
años ha crecido considerablemente nuestra capacidad combativa.
Hoy día, esta Revolución cuyo primer día de combate fue
en el Moncada con apenas 120 hombres, que prosiguió en el “Granma” con 82
combatientes, que un día se vio reducida a menos de 12 soldados; este país que
enfrentándose a tan grandes sacrificios inició el camino de la liberación,
puede afirmar hoy con satisfacción que en caso de cualquier agresión está en
condiciones de armar a más de medio millón de soldados (APLAUSOS).
Y a decir verdad, nuestros enemigos saben que no
estamos descuidados.
En días recientes se publicaban algunas declaraciones
de algunos señores del Pentágono o del State Departament o del gobierno imperialista de Estados Unidos,
y hablaban de que el caso de Cuba no era tan fácil, porque los aviones de Cuba
no estaban en hileras, así, que podían ser todos destruidos en un ataque por
sorpresa, sino que estaban bien protegidos; y que nuestros tanques estaban bajo
tierra, y nuestros cañones y nuestras armas; y que no sería fácil sorprendernos
como han sorprendido a otros países. Y
concretamente hablaban del caso de Egipto frente a la agresión israelita.
Y eso lo sabemos nosotros desde hace rato. Porque antes de la agresión en el Cercano
Oriente estuvieron la agresión en Viet Nam y los ataques sorpresivos de Girón y
la costumbre esa traidora de atacar por sorpresa al amanecer para tratar de
destruir los medios de combate. ¡Y
nuestros medios de combate tendrán que destruirlos bajo tierra o
combatiendo!
Y es bueno que se percaten de eso para que no se
equivoquen ni se imaginen que invadir este país es una cosa fácil.
A cada rato —como decía Raúl hace unos días en la
graduación del curso de oficiales de la Escuela Superior— sale un vocero del
gobierno yanki diciendo que ellos no tienen ningún compromiso de no invadir a
Cuba. ¡Y a nosotros qué nos importa si
se creen que tienen o no tienen compromiso!
(APLAUSOS)
Lo primero que cabe preguntar es qué derecho tienen a
invadir este país. Es lo primero que
cabe preguntar. ¡Y lo segundo que cabe
preguntar es que si acaso pueden invadir este país! (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Este país puede ser atacado, incluso militarmente
ocupado después de feroces luchas. ¡Pero
este país, en el concepto militar de la palabra, jamás podrá ser vencido!
Y es necesario que todos los cubanos, todos, tengamos
presente algunas cosas. No vamos a
hablar de correlaciones de fuerzas entre el imperialismo y nosotros; no vamos a
hablar de cuántos aviones pueden poner sobre nuestras cabezas ni cuántos
soldados; no vamos a hablar del apoyo exterior, que nosotros debemos decir
realistamente que estamos a considerable número de miles de millas de cualquier
país que nos pueda dar cualquier ayuda exterior, ¡y que en caso de invasión
aquí debemos aprender a acostumbrarnos a la idea de que vamos a combatir
solos! (APLAUSOS PROLONGADOS) Si los imperialistas creen que nosotros
seguimos una línea revolucionaria consecuente a costa ajena, están
equivocados.
No dudamos de que todos los que estén aquí combatan,
incluso que muchos de los técnicos que se encuentran en este país combatan
también; nosotros hemos visto su actitud en determinados momentos. Pero nosotros tenemos que hacernos la idea;
que la idea es muy importante, la idea es esencial.
Si nosotros nos hubiéramos dado por vencidos después
del Moncada, o si nosotros nos hubiéramos dado por vencidos después del
“Granma”, o cuando nos quedamos con muy pocos hombres, que nos volvimos a
reunir siete hombres con fusiles, si hubierámos
aceptado la idea de la derrota, habríamos estado derrotados. No fuimos derrotados sencillamente porque
jamás adoptamos la idea de la derrota.
Y esa debe ser siempre nuestra actitud, y esa debe ser
la gran enseñanza de nuestra historia. Y
esa idea es importante para todo nuestro pueblo, para todos nuestros soldados,
para todas nuestras reservas. Y es que
la idea de la derrota jamás puede ser aceptada.
Nosotros poseemos un ejército regular poderoso; pero
ese ejército regular poderoso, junto a las enseñanzas de la guerra moderna y
del despliegue y de las tácticas de una tropa regular convencional en los
tiempos modernos, no debe jamás olvidar su concepción de ejército
revolucionario, su concepción guerrillera, su origen guerrillero: ¡y es que el guerrillero jamás acepta la
derrota! (APLAUSOS)
Una división, una línea de defensa puede ser rota, una
división puede ser dispersada, los jefes de la división pueden caer, una unidad
militar puede quedarse sin mando; pero mientras haya una escuadra hay el germen
de un ejército guerrillero. ¡Y mientras
haya un hombre con un fusil hay el germen de un ejército guerrillero! (APLAUSOS)
Y la gran enseñanza, la gran enseñanza es que si esa
idea se mantiene, si esa idea se apodera de las mentes de cada soldado, no le
pasará a este país jamás lo que a otros, no habrá rendiciones, no habrá
vencidos, porque siempre un hombre con un fusil en cualquier circunstancia será
extraordinariamente peligroso. Un hombre
con un fusil, y mucho más si es un automático, y mucho más si es un AKM, ese
hombre es extraordinariamente peligroso para cualquier agresor.
Y la política de este país será —¡sépase
y recuérdese bien!— si en cualquier circunstancia nos vemos en la necesidad de
enfrentarnos en una guerra patriótica contra un agresor, es que emplearemos la
guerra regular y emplearemos la guerra irregular. Enfrentaremos a masas de tropas con masas de
tanques, masas de artillería, y masas de soldados; pero frente a cualquier
correlación de fuerzas cada soldado y cada ciudadano de este país capaz de
empuñar las armas será como un ejército él solo, cuyo jefe será él, cuya arma
será su fusil, y cuyo enemigo será el mismo.
Es decir —y esto no constituye un secreto—, nos
defenderemos con las técnicas de las guerras regulares, y nos defenderemos con
las técnicas de la lucha guerrillera en todas partes (APLAUSOS).
Y desde luego que hay una palabra absolutamente
prohibida en la terminología revolucionaria: derrota; y por tanto, sinónimo de
derrota: rendición. Pero algo más, hay una frase que por una
cuestión de profundos principios estará abolida siempre de la terminología de
esta Revolución, y es la frase: “Alto al fuego” (APLAUSOS
PROLONGADOS).
“Alto al fuego” no se pronunciará jamás en este país
mientras una sola pulgada del territorio esté ocupada por algún invasor. ¡Recuérdese esto bien, y recuérdese
siempre! ¡Y quien pronuncie estas
palabras en este país solo podrá ser calificado de traidor, pronúncielas quien
las pronuncie! (EXCLAMACIONES y APLAUSOS PROLONGADOS)
Y esa orden jamás deberá ser obedecida, ordénelo quien
lo ordene. Y esa será la orden que nunca
jamás se cumplirá en este país.
Y es necesario que estas ideas, estos conceptos,
formen parte esencial de nuestra conciencia revolucionaria. Y es necesario que el enemigo sepa con qué
clase de pueblo tendría que enfrentarse; tal vez lo sabe, tal vez lo ignora, y
tal vez lo ignora por ser ciego; pero nosotros lo vemos en nuestro pueblo, lo
vemos en nuestros jóvenes, lo vemos en nuestros trabajadores, lo vemos en
nuestros campesinos. Porque incluso hay
algunos que son remolones en el trabajo, pero cuando les hablan de peligro de
la Revolución agarran a toda velocidad un fusil, ¡y hay que matarlos...! Incluso algunos que no son virtuosos en el
trabajo son virtuosos del patriotismo, aunque esto no quiere decir que la
virtud patriótica haya de compensar la debilidad en el espíritu de trabajo;
pero lo decimos porque lo hemos visto.
Y este país tiene 7 millones y tanto de habitantes,
pronto tendremos 8, y los que en este país hay cada vez son mejores, y cada vez
son los mejores, porque los que se marcharon “limpiaron”, “limpiaron” y fueron
dejando gente buena, cada vez más los mejores.
Y un pueblo armado con estas ideas, con esta convicción y, además, con
armas, no puede realmente ser jamás vencido.
y que los ejércitos regulares se vuelven basura frente
al patriotismo, magnífico ejemplo es el ejemplo de Bolivia y las victorias
consecutivas del Ejército de Liberación de Bolivia (APLAUSOS). Hace apenas cuatro meses iniciaron sus
acciones, y ya se confiesan cada vez más impotentes los gorilas de aplastar a
los guerrilleros.
Nosotros vivimos en un mundo convulsionado. Dentro de ese mundo convulsionado, en un
continente convulsionado donde el imperialismo se considera amo y señor. Las culpas de la rebelión de los oprimidos en
este continente el imperialismo las carga siempre sobre nosotros: y de todo lo que
ocurra en cualquier parte siempre nos culpará a nosotros. Sin embargo, de que este continente está convulsionado magnífica prueba es lo que está ocurriendo en
los propios Estados Unidos. La población
negra, discriminada y explotada en Estados Unidos, se levanta cada vez más con
sorprendente valor y heroísmo para exigir sus derechos, y para resistir a la
fuerza con la fuerza.
Y precisamente en la mañana de hoy leíamos un cable —y
nada menos que de una agencia imperialista— que dice: “El peor estallido de violencia racial que se
recuerda en la historia nacional azotó hoy a más de una docena de ciudades en
Estados Unidos, amenazando propagarse desde la costa atlántica a la del
Pacífico e imponiendo virtualmente la ocupación militar de Detroit” —lo
pronuncio en español— “donde tropas del ejército avanzaron con tanques y
descargaron sus ametralladoras contra los francotiradores apostados en las
azoteas.
“Esta noche el número de muertos alcanzaba ya las tres
decenas, desde el trágico fin de semana, pero las autoridades no vislumbraban
aun el fin de la violencia, concentrada particularmente en el corazón del
industrializado sector septentrional del país.
“Los daños materiales se cuentan por millones de
dólares, 200 de ellos solo en Detroit y sus alrededores, causados” —ahora
vienen las frases peyorativas— “por los saqueos y los incendios intencionales
que arrasaron manzanas enteras, elevando al cielo columnas de humo similares a
las de una ciudad bombardeada en una guerra.
“Bastarían unos pocos arrozales y sería lo mismo que
Viet Nam”, comentó un infante de marina negro, conteniendo a duras penas su
llanto, al regresar hoy a su casa incendiada en Detroit, tras haber hecho la
guerra en el sudeste asiático.
“Después de ese emporio de la industria
automovilística norteamericana, la ciudad más afectada por los disturbios
probablemente haya sido Cambridge, en Maryland, donde
los negros prendieron fuego a dos manzanas de su “ghetto” y libraron tiroteos
con la policía o la guardia nacional.
“La violencia sin límites alcanzó hoy la propia New York y se extendió a la vecina Rochester,
así como también a Pontiac, Flint
y Grand Rapids (Michigan), Toledo y Lima (Ohio), Englewood
(Nueva Jersey), Tucson (Arizona) y Houston (Texas).
“Las tropas federales despachadas por el presidente Lyndon B. Johnson controlaban al mediodía la devastada Detroit, pero
el gobernador de Michigan, George
Rommey, decidió mantener en vigor las medidas de
emergencia.
“El centro automovilístico del mundo contaba 24
muertos, tres de ellos blancos —vean: los demás son negros muertos—, “y más
de 1 500 heridos desde que estalló la insurrección racial.
“Antes de la intervención de los paracaidistas del
ejército, bandas de negros dispararon armas de fuego contra cuatro comisarios
policiales y utilizando una ametralladora en uno de los casos.
“Estados Unidos
tiene que cambiar o será quemado por los negros, dijo anoche el presidente del
Comité Estudiantil Coordinador de la No Violencia, H.R. Brown,
herido y detenido después bajo la acusación de incitar a la rebelión a sus
hermanos de raza.”
Aquí luego hace una reseña de los lugares donde ha
habido violencia. “Nueva York: La policía chocó
con jóvenes puertorriqueños que tiroteaban y apedreaban a sus miembros desde
las azoteas. Dos personas murieron en
los choques. Fue el tercer estallido en
otras tantas noches.
“Pontiac: Dos negros fueron muertos, uno de
ellos por un legislador estatal, dueño de un comercio que estaba siendo
saqueado” —el dueño del comercio es siempre el bueno. “Hubo 40 incendios y 25 detenidos.
“Rochester: Bombas incendiarias, saqueos y
francotiradores apostados desde anoche en el tercer aniversario de incidentes
similares.
“Flint: Bandas de jóvenes negros apedrearon
automóviles y comercios antes de entregarse al saqueo.
“Cambridge: Incendiarios negros prendieron fuego a
dos manzanas, quemando una iglesia y una escuela, tiroteándose luego con la
policía y la guardia nacional.
“Lima: Veinticinco negros fueron detenidos
por romper escaparates. No hubo
saqueos.
“Grand Rapids: Bandas de negros
apedrearon vitrinas, desataron incendios y combatieron con la policía, la cual
terminó por dominarlos.
“Houston: Grupos de negros salieron a las calles
apedreando los comercios y los autos que se encontraban a su paso. No hubo heridos ni detenidos.
“Englewood: Francotiradores negros mantuvieron a
raya a la policía durante más de una hora antes que la lluvia pusiera fin a los
disturbios.
“Tucson: Más de 100 negros chocaron por segunda
noche consecutiva con la policía, arrojándole piedras y botellas, además de una
bomba incendiaria contra una droguería.
“Toledo: Más de 80 personas fueron detenidas
cuando se entregaban al saqueo y al pillaje.”
Vean ustedes cómo junto a la represión va siempre la calumnia,
y cómo las agencias imperialistas se encargan de hablar de motines, rebeliones,
saqueos, pillaje, es decir, para difamar y calumniar criminalmente a los
luchadores negros. Pero lo más trágico
para el imperialismo es precisamente esa frase en que habla de un soldado negro
que al regresar de Viet Nam se encontró con su casa incendiada, ese infante de
marina que dijo: “Bastarían
unos pocos arrozales y sería lo mismo que en Viet Nam.”
Y esta es precisamente la tragedia del imperialismo: que mientras se
convierte en gendarme internacional, se convierte en policía represiva contra
el movimiento progresista y contra el movimiento revolucionario en todo el
mundo.
Allí, en su propio país, los explotados, los
oprimidos, en primer lugar los negros, también se rebelan y luchan; y los
puertorriqueños, también explotados, oprimidos y discriminados, se rebelan y
luchan. Es decir, cuando todavía no han
sido capaces ni podrán apagar el incendio revolucionario fuera de sus
fronteras, la llama de la revolución, surgida de la misma causa, “se prende
cada vez más en el seno del propio imperio dominante y agresor.
Desde luego, resultaría ridículo también acusarnos a
nosotros de la rebelión y de la lucha de los negros de Estados Unidos, porque
ellos saben bien cuáles son las causas que engendran esa rebelión, y que son
las mismas que la engendran en cualquier parte del mundo.
Naturalmente que nuestro sentimiento y nuestra
simpatía están con los oprimidos en cualquier parte del mundo, y están por
tanto con los oprimidos en Estados Unidos, y muy especialmente con ese sector
de la población criminalmente discriminado y oprimido que es el sector negro de
la población norteamericana (APLAUSOS).
Vivimos en un mundo convulsionado por la lucha, y los
imperialistas tratan de intimidarnos, los imperialistas nos amenazan. Y es por eso que nosotros, que vivimos en
este mundo, no solo debemos trabajar y trabajar con ahínco, sino prepararnos
cada vez más para defendernos, para combatir, si las circunstancias lo
exigen.
La OEA ha decidido aplazar su reunión hasta el mes de
agosto, es decir para después de la conferencia de la OLAS; es decir que
esperarán la conferencia de la OLAS. No
hay dudas de que la Olás, o la OLAS, como la quieran
llamar —creo que no se ha tomado todavía ningún acuerdo acerca de cuál de las
dos sílabas van a acentuar, si la OLAS o la Olás... La OLAS es buena y la Olás
también.
No hay dudas de que la OLAS se ha vuelto muy
importante, no hay dudas de que la solidaridad de los movimientos
revolucionarios asusta a los imperialistas.
Podría repetirse aquello que dijo Carlos Marx en El Manifiesto Comunista: “Un fantasma
recorre el continente.” Es el fantasma de la OLAS, que tiene sin dormir a los
reaccionarios, a los imperialistas, a los esbirros, a los “gorilas” y a los
explotadores. ¿Y esperan la Conferencia
de la OLAS para qué? ¿Pretendían acaso
que este país iba a negar la sede de la OLAS?
¡Jamás! ¿Pretenden acaso que este
país, intimidado por las amenazas, vaya a dejar de expresar su solidaridad al
movimiento revolucionario? ¡Jamás! (APLAUSOS)
Aquí está la OLAS, presidida por el prestigio de representar a los
combatientes de este continente y la solidaridad de los combatientes de otros
continentes. La OLAS, es decir, la
primera conferencia de la OLAS, se desarrollará en medio del entusiasmo y la
hospitalidad más cabal de nuestro pueblo.
Y a nosotros no nos importa lo que haga la OEA,
porque, al igual que esta es la asociación de los revolucionarios, aquella es
la asociación de los reaccionarios, aquella es la asociación de los oligarcas,
aquella es la asociación de los bandidos.
Nosotros sentimos el más profundo desprecio por esta miserable
institución, que ha servido para santificar los crímenes del imperialismo. Y todavía está muy reciente lo que hicieron a
raíz de la invasión a Santo Domingo, cómo desembarcaron allí los “marines”,
cómo a los pocos días se reunieron esos desvergonzados, esos des... (EXCLAMACIONES). Bueno, díganlo ustedes (EXCLAMACIONES DE: “¡Desmadrados!”). Eso mismo: desmadrados (APLAUSOS). No se reunieron para condenar al
imperialismo, sino para mandar más soldados a invadir a aquel pueblo
hermano.
Todos recordamos —y lo recordaba Raúl en su discurso a
los oficiales— la interminable cadena de crímenes y fecharías que han cometido
contra este país. ¿Qué moral
tienen? ¿Qué derecho tienen? ¿Qué jurisdicción tienen para juzgar y
sancionar a este país?
Nosotros no tememos a los acuerdos de la OEA, y
esperaremos este “parto de los montes.” Porque, señores de la OEA, ¡con lo que hay
que contar es con este pueblo, con lo que hay que contar es con este país, con
lo que hay que contar es con la dignidad, la vergüenza, el valor y la
conciencia revolucionaria de este pueblo!
(APLAUSOS) Y contra eso se
estrellarán los imperialistas y sus maniobras, se estrellarán las agresiones y
se estrellarán los planes, porque con este país tienen realmente “un hueso muy
duro de roer” (APLAUSOS).
Sirva este 26 de Julio como reafirmación del espíritu
que llevó a los primeros combatientes a lanzarse al asalto de la fortaleza,
como reafirmación del espíritu que acompañó a los combatientes y al pueblo en
estos 14 años.
Profundamente revolucionario, profundamente
internacionalista, nuestro abrazo ardiente y fervoroso en nombre de nuestro pueblo
a todos los combatientes aquí representados (APLAUSOS); nuestro abrazo a la
representación del pueblo negro de Estados Unidos (APLAUSOS); nuestro abrazo a
la representación de los sectores progresistas de Estados Unidos, blancos y
negros (APLAUSOS); nuestro abrazo al mil veces heroico pueblo de Viet Nam
(APLAUSOS); nuestro abrazo a los progresistas, a los intelectuales y artistas
progresistas de todo el mundo (APLAUSOS); nuestro abrazo a los creadores del
arte revolucionario por su contenido, como los intérpretes de la canción
protesta (APLAUSOS); nuestro abrazo y nuestro saludo a los que en Viet Nam, o
en Venezuela, o en Guatemala, o en Colombia, o en Bolivia, luchan con las armas
en la mano, invencibles, contra los imperialistas (APLAUSOS).
¡Viva el movimiento revolucionario! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva la solidaridad entre todos los revolucionarios
del mundo! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)