DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CONMEMORACION DEL VII ANIVERSARIO
DE LA FUNDACION DE LOS CDR. PLAZA DE LA
REVOLUCION, 28 DE SEPTIEMBRE DE 1967.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros y
compañeras de los Comités de Defensa de la Revolución:
Hay que decir que una vez más los Comités de Defensa
de la Revolución se han superado a sí mismos, porque este acto de esta noche
con relación a él solo se puede decir que es, sin duda, el más numeroso y el
más organizado y, además, el más hermoso (APLAUSOS).
Las boinas rojas, con las que ustedes han querido
expresar de una forma simbólica el profundo sentimiento combativo e
internacionalista de nuestro pueblo, han contribuido sin duda a darle a la
multitud esa impresionante uniformidad, esa apariencia de inmenso ejército en
marcha que tienen los Comités de Defensa de la Revolución esta noche
(APLAUSOS).
Pero no es que nuestros Comités han ganado solamente
en organización, en marcialidad, en presencia, sino que han ganado también en
entusiasmo. Y algo más: han ganado en eficiencia. Y algo más: han ganado en prestigio
(APLAUSOS).
Pocas creaciones sociales en solo siete años de vida
han llegado tan lejos como esta genuina institución de masas creada por nuestra
Revolución. Y las tareas de los Comités
de Defensa de la Revolución, que surgieron en lo más arduo de la lucha frente a
la contrarrevolución, se han ido ampliando cada vez más, al extremo de que hoy
abarca una gran cantidad de actividades de todo tipo. Y no solo tienen los Comités de Defensa sus
tareas específicas, sino que también cuando hace falta realizar cualquier tarea
nueva, cuando hace falta hacer cualquier esfuerzo en cualquier sentido y no hay
quien de inmediato pueda encargarse de esa tarea, la solución inmediata es esta: llamar a los
Comités de Defensa de la Revolución, en la seguridad de que sabrán cumplirla
(APLAUSOS).
Nuestra Revolución y nuestro Partido tienen legítimo
derecho a sentirse satisfechos, orgullosos, de esta institución. Y sabemos, porque nos lo ha enseñado la
experiencia de estos años, que cada día se irá superando más y cada día el
propio proceso revolucionario nos irá indicando cuán lejos se puede llegar con
esta nueva forma de organización de masas.
Pero en días recientes hemos podido ver cómo los
Comités de Defensa de la Revolución se han convertido en una magnífica forma de
enlace entre las masas y las instituciones del poder revolucionario.
Saben ustedes que nuestra Revolución no se caracteriza
por crear instituciones abstractas; saben ustedes que una de las
características de esta Revolución es tratar de extraer las instituciones de la
realidad y no de la imaginación. Ese ha
sido un estilo de esta Revolución. La
Revolución no empezó creando instituciones abstractas y, ciertamente, las pocas
veces que la Revolución ha creado instituciones abstractas a la larga ha
descubierto que ese es un método equivocado de crear instituciones
sociales.
Muchas veces cuando la institución, el organismo
administrativo —pongamos por caso— surgió de un organograma, el cual surgió a
su vez de la imaginación tal vez un poco febril de algunos creadores de
instituciones imaginarias —y ustedes saben lo que es un organograma—... ¿Alguno de ustedes ignora lo que es un
organograma? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Bueno: me imagino que a los que dicen que no
les ocurre como a mí.
Si a mí me preguntan qué sé de organogramas, diría que
no sé una palabra; si a mí me preguntan si ignoro qué es un organograma, diría
que no, que un organograma es en mi concepto algo prácticamente imposible de
comprender, que un organograma es la “camisa de fuerza” con que se intenta
vestir con creaciones imaginarias la realidad de la vida social, que un
organograma suele ser la creación cumbre de inteligencias estériles capaces de
crear nada en la realidad; y que un organograma debiera ser —en última
instancia— el esquema, si se quiere, o la simbolización abstracta de toda
aquella organización que surja respondiendo a las necesidades reales de la
sociedad.
Muchas veces se ha hablado del fenómeno del
burocratismo. Afortunadamente el
burocratismo es uno de esos fenómenos del cual se puede hablar hoy si no como
un fenómeno derrotado —porque el burocratismo es como una hidra—, se puede
hablar, sí, del burocratismo como un fenómeno que se bate en retirada. Y muchas veces burocratismo y organogramismo nacían estrechamente asociados. Surgía un funcionario, y funcionarios han
sobrado en este proceso revolucionario...
Y hay que decir, además, que ser funcionario es para muchos
revolucionarios una desgracia, una tarea ingrata. Conozco a muy pocos verdaderos
revolucionarios a quienes guste el cargo de funcionarios; pero
indiscutiblemente que algunas tareas requieren a los hombres al frente de las
tareas.
El organogramismo no era
siempre producto de la falta de espíritu revolucionario; el organogramismo
muchas veces era resultado de la ignorancia, un problema de concepción. Y entonces un funcionario seudorrevolucionario,
o un revolucionario ignorante, se creían que la primera obligación era
construir un organograma ideal y después empezar a llenar de nombres ese
organograma imaginario.
La experiencia nos ha enseñado que cuando se ha hecho
a la inversa, que cuando el esquema de la organización responde realmente a las
necesidades reales, siempre el resultado ha sido muy distinto.
Pero, como les decía, organogramismo
y burocratismo son dos fenómenos estrechamente asociados. Y el burocratismo se bate en retirada, aunque
hay que estar siempre muy alerta.
Si nosotros dijéramos ahora que el burocratismo está
derrotado, estaríamos incurriendo en una gran equivocación. El burocratismo todavía mantiene algunas
poderosas trincheras en el seno de la administración revolucionaria; el
burocratismo ha sido considerablemente erradicado en los más altos niveles de
la administración, pero queda todavía mucho burocratismo en los organismos
intermedios.
Es decir que el proceso de lucha contra el
burocratismo hay que seguirlo tenazmente y, además, vigilantemente, si es que
no queremos que dentro de algún tiempo nos ocurra que vemos de repente el
fenómeno del burocratismo avanzando otra vez.
Porque la Revolución es un proceso de lucha en muchos frentes, y cuando
la Revolución se descuida en un solo frente se encontrará de
que por ahí los vicios contrarrevolucionarios comienzan a ganar
rápidamente terreno. Es decir que no es
un mal erradicado, ni el problema del organogramismo. Pero, desde luego, a pesar de que en las
cuestiones esenciales esta Revolución no se ha caracterizado por los esquemas,
esta Revolución en las cuestiones esenciales no se ha caracterizado por las
creaciones abstractas al margen de las realidades.
Algunos podrán preguntarse: ¿tienen ustedes una genuina
constitución socialista? Y nosotros
diríamos: no,
no tenemos ninguna constitución socialista.
¿Cuál es, entonces, la Constitución del Estado? Es la vieja Constitución burguesa sobre cuyo
esqueleto la Revolución ha establecido un sinnúmero de remiendos. Es decir que nosotros tenemos una legislación
socialista sobre el esqueleto de una constitución burguesa.
Desde luego, históricamente muchos movimientos
sociales se caracterizaron en primer término por crear una ley de leyes, una
constitución. El resultado es que a lo
largo del proceso esa constitución se convertía como una especie de tabú
inviolable y a la larga resultaba una creación intelectual ineficaz e incapaz
de responder a las realidades.
Nuestra Revolución no quiso, por ejemplo, comenzar
haciendo una creación abstracta y mediante esa creación abstracta establecer
una rimbombante llamada constitución socialista. ¡Y cuánto nos alegramos, cuánto nos
alegramos!
A la luz de la actual experiencia, y mirando hacia
atrás en la insondable oscuridad de nuestras pasadas ignorancias, comprendemos
con absoluta claridad cuántos errores de concepción, cuántas cosas
ininteligibles y cuántos disparates irreales, abstracciones a mil leguas de las
realidades habría implicado semejante constitución.
Y cuando nuestro país al décimo año, o al onceavo o al
doceavo año del proceso revolucionario, en 1969 ó en 1970, se decida a elaborar
la constitución que rija las nuevas relaciones sociales a la vez que albergue
las aspiraciones de este proceso revolucionario, no será sin duda alguna una
creación perfecta; adolecerá todavía, como toda cosa humana, de muchas
imperfecciones, pero será infinitamente superior a lo que habríamos podido
hacer en los primeros meses de 1959.
Pero la historia de este proceso nos ha demostrado que
la realidad precede a la elaboración o la explicación abstracta de las
realidades. Este proceso nos ha enseñado
a todos muchas cosas. Y esta propia
institución de masas que constituyen los Comités de Defensa de la Revolución son una prueba viva.
¿Quién pensó nunca, en qué libro clásico de las
teorías revolucionarias se habló jamás de una institución semejante? ¿En qué programa, en qué manifiesto, en qué
pronunciamiento se habló nunca, jamás, de nada parecido a una institución
semejante a esta? No estaba en los
libros.
En una constitución en 1959 no se habría podido decir
una sola palabra de lo que ha venido a ser ahora en la realidad una de las
creaciones más fecundas de nuestra Revolución.
Los Comités de Defensa no aparecerían.
Y yo me pregunto si en la constitución definitiva que
nuestra Revolución elabore en años venideros se podrá prescindir de los Comités
de Defensa de la Revolución (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: ”¡No!”);
si se podrá ignorar la existencia de esta realidad, de esta formidable
institución de masas que la Revolución ha creado. Es indiscutible que no.
Si de repente no se contara con los Comités de Defensa
de la Revolución, si de repente actuáramos como si no existieran, ¡cuántas
tareas hoy fundamentales que esta institución realiza dejarían de realizarse en
todos los órdenes, en todos los sentidos!
Se han mencionado muchas de las múltiples actividades
en que han participado este año los Comités.
Y esas actividades crecen, porque participan los Comités en el
incremento extraordinario que ha habido en las donaciones voluntarias de sangre
para nuestros hospitales (APLAUSOS), como participan en las tareas recientes
del censo ganadero a fin de obtener una importante información y además exacta
información necesaria para los planes económicos del país. Participan en el frente de la educación,
participan en el frente de la salud pública, sobre todo en las tareas que
tienen que ver con la medicina preventiva, y son cada vez más y más tareas en
ese orden.
Porque si en un tiempo eran las vacunas... Y ya prácticamente hay enfermedades
totalmente erradicadas en este país, hay enfermedades con relación a las cuales
nuestro país ocupa ya una posición única en este continente de erradicación
total. Desde hace ya varios años ese
azote de la población infantil que era la poliomielitis no registra un solo
caso en nuestro país (APLAUSOS). Las
familias cada año vivían angustiadas por el azote de la poliomielitis, ¡cientos
de casos! Y algo todavía más terrible: esa especie de espada sobre la cabeza
de cada niño, porque no era un problema de estadística; era el problema de la
inseguridad colectiva que semejante enfermedad creaba, erradicada de manera
preventiva por una actividad del frente de la salud pública, llevada a cabo
fundamentalmente con el apoyo de esta institución.
Pero ya se hace todavía más perfecta esa tarea, más
profunda, puesto que ya participan también los Comités en la tarea de
prevención de enfermedades que, previstas a tiempo, pueden impedirse o
aminorarse en un grado altísimo sus terribles consecuencias. Y así año por año se hace más perfecta, se hace más efectiva, se hace más profunda la
lucha por la salud del pueblo. Y en esas
victorias el papel de esta institución ha sido decisivo. Es decisivo su papel en el frente de la
educación, es cada vez más destacado su papel en el frente de la producción, y
en fin es una actividad creciente.
Pero se destaca últimamente el papel de los Comités de
Defensa de la Revolución como enlace entre las masas y las instituciones de
poder revolucionario. Y así, hacia las
formas nuevas de desarrollo social, hacia las formas nuevas de instituciones
sociales, hacia mecanismos nuevos de enlace entre masa e instituciones de
poder, hacia el desarrollo de formas genuinamente nuevas, eficientes, de
democracia, marcha esta institución de masas por excelencia que son los Comités
de Defensa de la Revolución. Y
concluiremos a la larga perfeccionando esos mecanismos. Concluiremos a la larga, en primer lugar,
encontrando esos mecanismos; porque nada más difícil que encontrar el mecanismo
social idóneo para cada cosa. Pero si
nosotros sabemos aprovechar las experiencias de la realidad, los iremos
encontrando en todos los órdenes, en todos los frentes.
Nosotros no somos maestros de la historia, sino
discípulos de la historia. Nosotros
aprendemos del proceso revolucionario, y el propio proceso revolucionario
tendrá que ser siempre, con su infinita variedad de cosas nuevas, con sus
infinitas posibilidades, el gran maestro del pueblo, el gran maestro de todos
los revolucionarios. El mejor libro,
nuestro verdadero libro de texto en cuestiones de revolución, será el propio
proceso revolucionario.
Y por eso, cuando elaboremos representaciones
esquemáticas de lo que hayamos creado, esas representaciones no serán producto
de la imaginación; serán producto de la realidad. Y nosotros sabemos, estamos seguros, de que
en la institucionalización y en la esquematización de las, instituciones, los
Comités de Defensa de la Revolución jugarán un importante rol.
Y esta institución la creó la lucha, esta institución
surgió como una necesidad de la lucha, hace siete años, frente al enemigo que
manifestaba descaradamente su actividad, alentado por el imperialismo al que
creían omnipotente, al que creían invencible, al que creían superpoderoso. Pero esta institución de masas que se creó en
un momento dado para una necesidad dada demostró su capacidad de responder en
los años subsiguientes a muchas otras necesidades diferentes. Y así ha ido evolucionando la institución
para ser lo que es hoy:
no solo una institución con la guardia en alto —y siempre con la
guardia en alto, porque la guardia por principio no se ha de bajar nunca, la
guardia estará siempre levantada (APLAUSOS)—; con la guardia en alto por un
lado y con múltiples otras actividades por otro.
Nuestra Revolución se encuentra en un período
sumamente interesante. En conversaciones
con algunos compañeros nosotros empleábamos las siguientes palabras para tratar
de resumir las características de este proceso: los primeros años fueron los años de
ignorancia, después de los años de ignorancia vienen los años de agonía, y
después vendrán los años de triunfo.
Si a ustedes se les preguntara en qué etapa estamos,
¿qué responderían? ¿Estamos acaso en los
años de ignorancia? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No.
¿Podríamos decir que estamos acaso en los años de triunfo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No.
Aunque ello dependería de qué se entiende por triunfo.
Claro que todos los años de la Revolución en cierto
sentido han sido años de triunfo contra algo, años de victoria en algún frente,
desde el primer día, desde el día en que conquistamos la oportunidad de empezar
a hacer nuestra propia historia. El año
de la alfabetización por ejemplo, los años en que levantábamos nuestra fuerza
popular, los años en que derrotábamos los asaltos de las agresiones
imperialistas, los años de la reforma agraria, los años de las
nacionalizaciones; en todos los años, paso a paso, se fueron creando
condiciones; en todos los años se lograron algunos grandes triunfos.
Pero cuando hablamos de triunfo nos referimos al
instante en que nuestro país empiece a poder palpar, a recibir y a poder contar
con los frutos abundantes de estos arduos esfuerzos en estos años.
Los años de ignorancia fueron los primeros años de la
Revolución. Hoy decimos que estos son
los años de agonía. ¿Por qué los años de
agonía? Porque hoy sabemos muchas de las
grandes posibilidades, hoy trabajamos en muchas direcciones con grandes
posibilidades. Pero, sin embargo, muchas
veces no tenemos lo que queremos para poder hacer lo que sabemos que podríamos
hacer; muchas veces la naturaleza nos impone en estos esfuerzos un período
indispensable de tiempo.
Nunca como en estos últimos tiempos el espíritu de
trabajo, el espíritu creador de la Revolución, ha alcanzado niveles tan altos;
nunca como en estos tiempos se trabaja tan seriamente en tantas direcciones. Hoy la proporción o el por ciento de las
masas del país que se moviliza, que trabaja, es más alto que en ningún otro
momento.
Así vemos, por
ejemplo, lo que acaba de ocurrir en la provincia de Las Villas: más de 150 000
ciudadanos se movilizaron hacia las montañas del Escambray para sembrar en dos
días 103 caballerías de tierra (APLAUSOS).
La siembra en solo dos días de 103 caballerías de tierra, de 103
caballerías de café, es una cifra impresionante. Pero ello no era posible sin un trabajo
previo, constante, de preparación de las posturas, de selección del terreno, y
en fin toda una serie de tareas previas; habría sido imposible sin una
movilización de pueblo semejante. Pero
si impresionante es el resultado del esfuerzo, más impresionante todavía es la
magnitud de la movilización; la cifra parece realmente increíble.
Y cuando los compañeros de la provincia hablaban de
esa movilización, que inicialmente iba a ser de 100 000 personas, había
compañeros escépticos, porque les parecía algo inalcanzable; sin embargo no
solo se logró, sino que se logró con una magnífica organización. Y eso demuestra varias cosas: demuestra el nivel
de la conciencia en las masas, demuestra el nivel de organización alcanzado en
nuestro país y demuestra, en cierta medida, el nivel de los recursos con que el
país cuenta ya. Es una medida del nivel
de fuerza y de capacidad de nuestra Revolución.
Movilizaciones grandes se llevan a cabo también en
otras provincias, esfuerzos singulares se están realizando prácticamente en todos
los rincones del país.
Ese día se sembraron allí unos 6 millones de posturas
de café. Pero si sumamos todas las que
se están sembrando desde los últimos meses y las que en este período hasta la
próxima primavera se habrán de sembrar, suman la respetable cifra de 350
millones de posturas (APLAUSOS). Es que
prácticamente en estos meses se están sembrando aproximadamente 50 posturas per
cápita. Y si 6 millones representaban el
trabajo de 100 000 en dos días, o parte del trabajo, es decir, el momento en
que se siembra la postura, si multiplicamos seis por cincuenta, seis por
sesenta, y consideramos que una masa de 150 000 sembró 6 millones en dos días,
sesenta veces esto equivale en parte al trabajo durante dos días de 90 millones
de personas; no midiendo las cosas por número de árboles o por millones de
árboles, sino midiéndolo por el número de personas que se necesitan para
plantarlo y el tiempo necesario.
Esto da idea de la magnitud del trabajo, del esfuerzo
de las masas en uno solo de los tantos frentes de trabajo de la
Revolución.
Ustedes, los vecinos de la Ciudad de La Habana, se
preguntarán cuándo les va a tocar sembrar también su matica de café o su matica
de frutales (APLAUSOS). Y nosotros les
decimos: paciencia,
que las posturas de ustedes están ahora en los germinadores; paciencia, que las
posturas están en los viveros, o paciencia, que todavía están en los árboles
que están produciendo los granos de donde van a salir esas posturas. Pero a los vecinos de La Habana les
corresponderá también su participación en este gran esfuerzo; los vecinos de La
Habana están no obstante ya participando en un grado alto en una especie de
revolución que se está produciendo también en nuestra capital.
Porque se venían haciendo grandes esfuerzos en todo el
país: en Isla
de Pinos, en Guane, en Maisí, en el Escambray, en todas partes. Pero, ¿qué ocurría a los alrededores de la
capital? La agricultura más pobre, la
agricultura más atrasada era la agricultura de los alrededores de la
capital. Y esto por muchas razones: muchas eran fincas
antiguas de recreo —porque aquí, donde hay una población más alta que
alimentar, que abastecer, se daba el fenómeno de cientos, de miles de finquitas
de recreo—, o por otra parte, una agricultura, sobre todo en las inmediaciones
más próximas a la ciudad, atrasada, de campesinos que no tenían grandes
conocimientos técnicos y de los cuales prácticamente nadie se ocupaba.
Hay que decir también que se ocupaban de esos
campesinos algunos de los que gustan comprar las cosas
a cualquier precio, de cualquier forma; y muchas veces llegaban, y si se pagaba
por cualquier cosa un montón de pesos eso no estimulaba precisamente la
tecnificación. Porque si un campesino
produce un saco de cualquier cosa y por ese saco le pagan 20 pesos, entonces
nunca se preocupará de producir 1 000 sacos de esos, se conforma con obtener
los mismos ingresos produciendo 100 sacos.
Y hay que decir que los mercaderes de la bolsa negra contribuían al
retraso técnico en los alrededores de nuestra capital.
Muchas veces veíamos lo siguiente: viandas para la capital desde Oriente,
desde Camagüey, desde Las Villas.
¿Cuánto cuesta trasladar un quintal de cualquier cosa desde Oriente
hasta aquí? Unos 1 000 kilómetros de
distancia. ¿Era lógico que estuvieran
subutilizadas las tierras alrededor de la capital? ¿Era lógico que perdurara esa agricultura
atrasada? ¿Muchas veces unas maticas de
maíz secas y amarillas, que producían unos pocos de granos para el dueño de
aquel pedazo de tierra o para los amigos que compraban la gallina y el puerco
en bolsa negra? ¿Podíamos permitir ese
índice de baja productividad, ese atraso en los alrededores de nuestra capital
cuando en el resto del país la agricultura se tecnificaba y avanzaba a pasos
agigantados? No.
Pero había otros problemas. Esta es una de las ciudades en el mundo más
desprovista de árboles, montones de solares, de espacios de tierra sin un
árbol; muchas antiguas barriadas que se quedaron parceladas, en ellas se introdujeron
algunos precaristas a sembrar la manzana tal y la manzana más cual, para
después venderlo de cualquier forma.
¡Avenidas sin una sola mata!
¡Kilómetros cuadrados completos sin un solo árbol!
Y entonces se concibió también poner a la provincia de
La Habana y a la agricultura de la capital a tono con el esfuerzo que se está
haciendo en el resto del país. Y gracias
al extraordinario esfuerzo de nuestro Partido en esta provincia, ayudado por
las organizaciones de masas, y muy especialmente por los Comités de Defensa de
la Revolución, la faz de nuestra capital está cambiando. Y a la vuelta de unos 12 meses los
alrededores de esta ciudad no los conocerá nadie, ¡nadie!
Se estaba desarrollando también un considerable número
de caminos en las provincias, sobre todo en las zonas montañosas de Oriente, en
Las Villas, en Pinar del Río. De repente
se descubrió que había también grandes zonas en esta provincia sin caminos,
porque todo dependía de quiénes tenían latifundios, qué políticos eran ricos
latifundistas en qué regiones; y entonces existían o no existían caminos.
Hemos descubierto infinidad de pequeñas regiones en la
provincia que estaban absolutamente incomunicadas. Se decidió también llevar a cabo un programa
de construcción de caminos en los campos de la provincia de La Habana.
Y el plan está igual que en el resto del país a toda
marcha. Aquí hay millones de posturas de
árboles frutales en los viveros, de posturas de café, de posturas de árboles
maderables u ornamentales, que van creciendo.
Un considerable número de equipos se ha destinado también a la
agricultura en esta provincia.
Dentro de unos meses, digamos para esta misma fecha el
año que viene, se le podrá dar un premio, un premio —óiganlo bien— como ese que
ustedes daban, según escuché en un anuncio por radio, creo que al número 28 —¿no era al número 28?—, al que tenía el número 28 le daban
una boina roja no sé en que calle... (LE
DICEN: “En
Galiano”) ¡Ah, era en Galiano! ¿Encontraron por fin al hombre?... ¿Sí?...
Bien, se le podrán dar unos cuantos premios a quien en los alrededores
de esta capital encuentre el año que viene para esta fecha una matica de
marabú, una matica de aroma, una sola manigua (APLAUSOS).
Vamos a ver si entre todos buscamos y encontramos para
esta fecha, el año que viene, una sola de estas leguminosas. Porque hay que decir que el marabú es una
leguminosa; es decir, produce su propio nitrógeno, pero es una leguminosa que
excepto una tarea de protección del suelo, cierto enriquecimiento de materia
orgánica, no produce nada útil. Lo vamos
a sustituir por otras leguminosas que producen granos muy útiles tanto para el
alimento humano como para la producción de carne de ave, de res, de leche, todo
eso.
Hay una leguminosa maravillosa que va creciendo
espléndidamente bien por ahí, que no se ha sembrado todavía en cantidades muy
grandes porque no había semillas, pero que se ha sembrado en número suficiente
para disponer de toda la semilla necesaria.
Y esta política similar contra las tierras baldías,
contra las tierras improductivas, contra las tierras cubiertas de aromas,
maniguas y marabuzales, se está siguiendo en todo el
país.
Pero decíamos, y ustedes se preguntaban cuándo. Bien, para la próxima primavera les tocará a
ustedes la siembra de las posturitas de café y de otros frutales y de otras
cosas. Porque ahora viene —como ustedes
saben— el período de sequía que más o menos comienza, en noviembre hasta el mes
de abril o mayo, depende del año. Hay
años en que las lluvias se adelantan, y años como este en que desgraciadamente
las lluvias se retrasan.
En esta provincia suele llover bien, pero en los años
secos lo que ocurre es que se tardan estas lluvias; siempre en el verano
llueve, porque parece ser que tenemos en el Golfo de Batabanó una caldera de
vapor que con el calor crea una región de lluvias microlocalizadas
en esta provincia. Es decir, se calienta
el agua dada la baja profundidad de las aguas que están entre La Habana e Isla
de Pinos, aumenta el nivel de vapor de agua, y después esa agua cae en nuestra
provincia.
Es decir que esta provincia tiene un buen régimen de
lluvias aun en los años secos. Lo único
que suele ocurrir es que años de ambiente general seco, en la zona esta donde
está ubicado nuestro país, en La Habana simplemente se retrasan las
lluvias. Pero siempre en el verano, como
consecuencia de esta caldera que tenemos al sur de la provincia, siempre en el
verano llueve. Y ahí están los datos
históricos mediante los cuales podemos saber más o menos sobre qué fecha, aun
en los años secos llueve.
Así que en el mes de abril o mayo ya estarán todas las
posturas de frutales, todas las posturas de café, todas las tierras preparadas,
todos los hoyos abiertos con su materia orgánica en el hueco, y en unas cuantas
semanas sembraremos 100 millones de matas de café (APLAUSOS).
Pero ese café va intercalado, ese café será una
plantación —y el café será como un subproducto— de 2 000 caballerías de árboles
frutales.
Nosotros hemos estado haciendo un esfuerzo por
racionalizar la agricultura en esta provincia.
En las zonas más inmediatas a la ciudad, por condiciones de suelo,
condiciones de clima, por condiciones de salud, preferimos sembrar las áreas de
árboles frutales. En las regiones
inmediatamente detrás vendrán las áreas de pastos para la producción de leche;
y en las tierras óptimas con riego subterráneo, procedente de fuentes
subterráneas, en las grandes áreas llanas de magníficas tierras con regadío las
áreas de producción de viandas y de vegetales; y ya próximo al mar, en los
terrenos más bajos, las áreas de producción de arroz.
Cuando sembramos café en las inmediaciones de la
capital, lo hacemos como un subproducto para emplear el espacio entre árbol y
árbol de aguacate o de mamey, o de mango o de zapote, o de cítrico, y, en fin,
cualquiera de las plantas, de los árboles frutales que allí se siembran. Sin embargo, esa área tendrá también regadío
casi toda.
Ustedes habrán podido observar ya algunas microrrepresitas
que se están haciendo; en todas estas tierras onduladas de alrededor de la
capital se construirán cuantas microrrepresas sean
físicamente posibles, y tendremos esas 2 000 caballerías de frutales con
regadío; e intercalado en los frutales, el café.
Pero escuchen algo interesante: La Habana llegará, la provincia, a
abastecerse de todas las viandas que necesite, de toda la leche que necesite;
es decir, en cuanto a la leche tardará más, por cuanto está relacionado también
con la multiplicación del número de vacas.
Pero La Habana se autoabastecerá de café, y no solo se autoabastecerá de
café, sino que dispondrá de un excedente exportable de café. Cosa increíble, ¿verdad? Todo el mundo pensaba que el café allá en las
montañas; hemos aprendido, sin embargo, que determinadas variedades se pueden
cultivar en los llanos también, y con buena calidad y con buena productividad. ¡Son las cosas propias de los años de agonía,
no de los años de ignorancia!
Aunque al hablarles de los períodos se me olvidaba una
de las etapas, porque eran los años de ignorancia, los años de agonía, los años
de trabajo intenso y los años de triunfo.
Decíamos que ya el año que viene marcaba la etapa de transición entre
los años de agonía y los años de trabajo intenso, con recursos para esos
trabajos.
Indiscutiblemente que estamos en una fase de
transición.
Así, sabemos que esta solución es posible, y entonces
esta provincia prácticamente se autoabastecerá de todos los productos que
necesita para su consumo. Y nosotros
titulamos este esfuerzo como una especie de movimiento de liberación nacional. ¿Por qué llamamos un movimiento de liberación
nacional a este plan agrícola de la provincia de La Habana? ¿Saben por qué? ¿Lo saben?
¿Se lo imaginan? Es bien sencillo: porque la capital
en cierto sentido coloniza y explota al resto del país; entonces tienen que
estar mandando alimentos desde Oriente, desde Camagüey, desde Las Villas, desde
Matanzas, desde Pinar del Río. Y en la
medida en que esta provincia en su área agrícola produzca los alimentos de la
capital, liberará de la explotación y de la colonización al resto de la
agricultura nacional (APLAUSOS).
Y entonces los villareños producirán viandas para
ellos, los matanceros producirán viandas para ellos, y los camagüeyanos y los
pinareños... Siempre algunas cosas
tendrán que mandar, y algunas cosas habrá que mandarles, porque esta provincia
produce —por ejemplo— una de las mejores capas de tabaco torcido y, desde
luego, cuando un villareño esté fumándose un buen tabaco con capa de La Habana,
recordará que siempre algo recibe también de esta provincia, no obstante la
magnífica tripa que ellos producen allá, pero todavía no producen buena capa de
tabaco.
Es decir que esta provincia producirá en los
territorios agrícolas lo que necesita para su consumo, ahorrándole a la
economía nacional millones y millones de kilómetros de transporte; es decir, el
transporte de millones de quintales, por cientos de kilómetros. Esto redundará en un ahorro neto en
transporte, en trabajo, porque hay suficientes tierras si llevamos a cabo
consecuentemente esta lucha contra la tierra improductiva.
Y los campesinos de la provincia están prestando la
mayor cooperación a este esfuerzo. Es
cierto que se les está ayudando.
Ustedes podían apreciar otra cosa, un contraste
hiriente: salían
por los alrededores de esta capital, y apenas se alejaban unos cuantos
centenares de metros de las espléndidas avenidas que hay en la capital, de los
edificios de apartamentos de 15 y 20 pisos, se encontraban un bohío miserable, semiderruido. ¡Así
vivían muchos obreros agrícolas y muchos campesinos en los alrededores de la capital! Junto con este plan de desarrollo agrícola de
la capital se está llevando a cabo el desarrollo social y se está llevando a
cabo la construcción de todas las viviendas para todas las familias que en los
alrededores de la capital vivían en precario estado. Los campesinos, los obreros agrícolas están
recibiendo la ayuda para resolver el problema de la vivienda. Y además —es un método enteramente nuevo— se
les está ayudando a hacer las plantaciones de cítricos, de café, de todo; se
les está resolviendo el problema de la vivienda y no se les está cobrando
absolutamente nada, ni se les cobrará nada por eso.
Algunos preguntarán: ¿eso
no será un mal negocio? Y nosotros
decimos: ¡No! Mal negocio es una caballería de tierra sin
producir nada, ¡ese sí es mal
negocio! Pero cuando cada una de esas
caballerías, mediante estos planes, que incluyen la aplicación intensiva de la
técnica, esté produciendo diez veces más, quince veces más, veinte veces más,
¡eso sí es un gran negocio para toda la sociedad, eso vale muchas veces más que
todo el esfuerzo que hagamos ahora construyendo viviendas y haciendo las
plantaciones! El mal negocio es
—recuérdenlo siempre— el estado improductivo de muchas de esas tierras.
Y, claro está, los campesinos se dejan orientar,
tienen confianza; se les indica qué se va a plantar allí. Claro, como ustedes saben, una parte de las
tierras pertenece a campesinos privados en nuestro país y otra parte de las
tierras pertenece al Estado. En algunos
lugares que estaban despoblados, como Isla de Pinos, más del 90% de las tierras
son de propiedad nacional; pero en la provincia de La Habana más de la mitad
son de propiedad privada, porque en la provincia de La Habana la tierra estaba
más parcelada. Y como ustedes saben que
la Revolución se basa en la alianza de los obreros y los campesinos, a los
pequeños agricultores se les liberó de la renta y se les dio un tratamiento
distinto que a los grandes propietarios latifundistas de la tierra.
¿Acaso responden siempre los campesinos con lealtad a
ese espíritu de alianza? No, no siempre
responden con lealtad. Hay muchas veces
casos de campesinos que tratan de lucrar exclusivamente ellos, se olvidan del
resto del país y especulan con los productos.
Así, a veces nosotros nos hemos encontrado por las montañas —digamos que
es donde menos existen estos casos— algunos campesinos que dicen: miren, quisiéramos
que mandaran más de tal producto, de tal otro.
Entonces nosotros les decimos: miren, claro que ustedes saben que
esos productos tienen que producirlos otros trabajadores que no tienen tierra,
que no tienen café y, sin embargo, muchas veces ustedes cuando vienen a recoger
el café guardan para tomar café veinte ó veinticinco veces al día, y en cambio
los obreros que producen esos zapatos que ustedes quieren a veces no toman café
en todo el día (APLAUSOS).
Claro, es peor cuando un campesino vende a un
especulador, y no todos los campesinos responden al espíritu de la alianza
obrero-campesina; algunos se portan como muy malos aliados. Pero ese no es el espíritu de la inmensa
mayoría de los campesinos; la inmensa mayoría de los campesinos responde
lealmente al espíritu de esa alianza obrero-campesina. Lo que muchas veces necesita es dirección,
dirección técnica; lo que muchas veces necesita es orientación. Y nosotros lo estamos viendo con todos estos
planes que incluyen no solo las tierras estatales sino también las tierras de
los pequeños agricultores: cómo cuando
hay una orientación correcta en su inmensa mayoría responden con entusiasmo y
responden con lealtad a aquello que no solo los beneficia a ellos, sino que
beneficia también a toda la colectividad.
Por eso les advertimos que le tocará también a la
ciudad de La Habana, a los vecinos de La Habana, tener su oportunidad. Pero, claro, La Habana tiene una inmensa
fuerza de brazos. Si Las Villas pudo
movilizar dos días 150 000, ¿cuántos podría movilizar esta capital durante dos
días? Posiblemente medio millón de personas. Pero no hay que movilizar medio millón de
personas, porque lógicamente no vamos a hacer las siembras solo en dos días,
habrá que espaciarlas. Pero la capital
participará también en la siembra de sus frutales, de su café entre los
frutales y de la leguminosa entre las posturas de café.
No voy a entrar ahora en una explicación pormenorizada
acerca de en qué consisten los planes, pero nosotros tenemos interés en que la
población, que participa de todo eso, comprenda, y que el Partido y los Comités
enseñen, divulguen, en qué consiste la tarea que se está haciendo.
Pero resumiendo: diremos que no quedará en los
alrededores de la capital una sola mata de marabú, de aroma, que en un período
de 12 meses todo eso estará sembrado; que en un período de 12 meses, además, no
solo los alrededores de la capital, sino que la agricultura en el interior de
la provincia cambiará también considerablemente, puesto que se van a sembrar
unas 5 000 caballerías de vianda el próximo año. Y ya desde ahora están trabajando las
máquinas, es decir, en la provincia de La Habana, solo en la provincia de La
Habana. Y en estos momentos hay en las
provincias cerca de 500 nuevas máquinas trabajando en preparación de tierra,
rotura de tierra, en tierras estatales y tierras privadas.
Nosotros decíamos que la capital no necesitará de que
le manden los alimentos del interior; ahora bien, solo una excepción: que es en los casos
de ciclones. A veces viene un ciclón y
lo tumba todo; entonces nosotros nos vemos obligados como política a tener una
superficie del 25% mayor, por lo menos, de las necesidades. ¿Para qué?
Para prever los ciclones. De
manera que si pasa un ciclón por Oriente las demás provincias puedan mandar a
Oriente vianda. Con la vianda no ocurre
como con el arroz y con los granos, que se guardan en un almacén; las viandas
se sacan y se distribuyen frescas. Si
por un platanal pasa un ciclón, entonces los plátanos van abajo, el malangal va abajo, la yuca va abajo, el maíz va abajo;
desgraciadamente casi todo va abajo cuando pasa un ciclón. Y ustedes recordarán el ciclón del año
pasado.
De manera que como política el país tendrá una
superficie mayor de la que realmente necesita para prever casos de calamidades
por ciclones. Todavía no se ha inventado
la manera de impedir los ciclones, todavía no se ha inventado un remedio contra
los ciclones. Pero una de las medidas es
tener los cultivos distribuidos por todo el país, como vamos a hacer con los
cítricos, con los frutales, con todo; es decir, la dispersión estratégica de
los cultivos frente a los ciclones, una superficie mayor de la necesaria. Y, además, tenemos un medio de defensa que
vamos a desarrollar al máximo, que son las cortinas rompevientos; claro, las
cortinas rompevientos protegen del daño mecánico que hacen los aires fuertes,
de la sequía que producen los aires secos.
Y ustedes se preguntarán: ¿hay
acaso cortinas rompeciclones? Y estamos buscando de entre las numerosas
variedades de árboles que la naturaleza nos ofrece qué árboles pudieran
resistir con éxito los vientos de los ciclones para proteger los frutales, para
proteger los platanales. Y creemos que
vamos encontrando algunas variedades, algunas especies de árboles capaces de
resistir el embate de los vientos ciclónicos.
Nosotros les decimos a los compañeros que tenemos que
hacer unas cortinas rompevientos tales que en el medio de un ciclón cualquiera
se pueda sentar detrás de una cortina a leer el periódico. Tal vez seamos un poco optimistas, pero hay
algunas especies de árboles que creemos que van a llenar esos requisitos. Oigan bien: digo inmediatamente detrás de la
cortina; siempre sopla un poco más. Las
cortinas se deberán situar a no más de 150 metros de distancia, de manera que
las cortinas protejan del aire a una distancia proporcional a su altura, varios
metros. Si nosotros hacemos buenas
barreras rompevientos contra ciclones, podremos proteger en un grado alto
nuestras plantaciones de frutales y nuestros platanales.
En general nuestra agricultura deberá incrementar
mucho el uso de las cortinas rompevientos contra cualquier tipo de viento. La caña muchas veces produce algo menos como
consecuencia de que cualquier ventolera la derriba, sobre todo la caña de alto
rendimiento. Y nosotros nos proponemos,
en la medida en que tecnificamos nuestra agricultura, ir aplicando todas esas
técnicas verdaderamente indispensables para una agricultura moderna y de alta
productividad. Pero de los ciclones nos
protegeremos con todas esas medidas y también con los rompevientos.
Hay algunos ciclones muy caprichosos; los ciclones
tienen sus leyes, incluso su trayectoria suele ser diferente. En el mes de agosto suele ser bastante recta,
en el mes de septiembre un poco curvilínea ya, en el mes de octubre curva más,
y en el mes de noviembre hace una curva tan pronunciada que casi vira hacia
atrás.
Y en la historia de los ciclones —que por ahí se ha
publicado— hay dos ciclones tremendos, dos o tres ciclones. El ciclón de Santa Cruz, como ustedes saben,
fue famoso; bajó la presión atmosférica a 686 milímetros, cuando la normal es
de 760. Se calcula que soplaron vientos
de 300 a 350 kilómetros. Son vientos
fuertes, vientos de 300 a 350 kilómetros.
No sé cómo se portarán frente a vientos semejantes nuestras potentes
cortinas rompevientos. Pero, desde
luego, ciclones de ese tipo no pasan a cada rato.
Hay ciclones temibles como el
Flora, porque empiezan a juguetear encima de una provincia y ocasionan
tremendos daños, no por los vientos sino por las inundaciones. Hay ciclones caprichosos. Por ejemplo, un ciclón temible de esos, según
aparece en la historia de los ciclones, en agosto de 1831 un ciclón entró por
Guantánamo y salió por Mariel, después de pasearse por toda la isla. Y 20 años después otro ciclón caprichoso en
el mismo mes de agosto entró por Oriente y salió por Pinar del Río. Es decir que en un período de 20 años dos
ciclones atravesaron la isla de un extremo a otro. ¡Se imaginan un ciclón de esos ahora que se
le ocurra atravesar la isla de un extremo a otro!
Claro que esos fenómenos no ocurren con frecuencia,
pero debemos estar preparados cada vez más y cada año más contra esos fenómenos
naturales: sequías,
ciclones, inundaciones.
Claro que cada uno de estos fenómenos deja una
lección. El
Flora dejó como saldo la conciencia hidráulica para hacer represas, para hacer
drenajes. Y naturalmente el Flora marcó el inicio de un gran plan de desarrollo
hidráulico que en los meses futuros va a crecer considerablemente.
Hay dos fenómenos: los excesos de lluvia forman
conciencia de drenaje; la sequía forma conciencia de embalse. Algunos como el Flora forman las dos
conciencias en una:
los embalses para controlar las grandes crecidas, los drenajes
para asegurar los desagües de esas grandes crecidas.
Pero, en fin, nuestro país deberá armarse de todos
esos recursos contra los fenómenos naturales.
Y cada provincia debe tener un exceso de lo que necesite para ayudar a
otras provincias, que es el único caso en que realmente se necesita una
legítima ayuda.
Les decía que el poder de crear, el poder de hacer
cosas, el poder de hacer grandes planes en estos tiempos ha crecido
extraordinariamente. La fuerza de la
Revolución es enorme. Y ponía como
ejemplo la inmensa movilización de la provincia de Las Villas.
Nuestro país cuenta ya con una cantidad de equipos muy
superior a ningún año anterior, y prácticamente no entra un barco en ese puerto
de La Habana donde no vengan decenas de buldóceres, decenas de motoniveladoras,
decenas de cilindros, cargadores, camiones de volteo. Cualquier aficionado a pasear por el puerto
de La Habana podría ser testigo de los cientos, de los miles de máquinas de
todo tipo que han estado entrando en estos meses.
Ya en la provincia de Oriente se está organizando la
brigada gigante de buldoceo. Ya deben
tener allí unos 70 buldóceres. El
primero de noviembre tendrán 150 grandes máquinas, cuando a raíz de la seca
inicien el buldoceo; y a principios de enero tendrán 200 grandes máquinas
organizadas en brigadas, en una brigada gigante, organizada por oficiales del
Ejército, mandada por oficiales del Ejército, muchos de ellos operadores de
tanques y de maquinarias militares que han estado varios años en nuestro
Ejército.
Esas máquinas van a trabajar incesantemente día y
noche. Comienzan el primero de noviembre
y no se detendrán más un solo día hasta lograr en el país, lo que les decía que
íbamos a lograr en 12 meses en La Habana: ni una manigua, ni una mata de marabú,
ni una mata de aroma, excepto en los jardines botánicos. Quienquiera ver en el futuro una mata de
marabú, tendrá que ir a los jardines botánicos.
La brigada comienza a desbrozar tierra para un
incremento el próximo año de 8 000 nuevas caballerías de arroz. Es decir, garantizado ya el cumplimiento del
plan agrícola-cañero, garantizado el cumplimiento de las siembras de pasto para
el desarrollo ganadero, garantizado el cumplimiento de la ampliación de todos
los cultivos necesarios, ampliaremos ya el año que viene en un grado alto el
cultivo de arroz.
¿Dónde vamos a sembrar el arroz? ¿Acaso en tierras cañeras? No.
¿En tierras de frutales? No. ¿En tierras de frijoles, en tierras de
algodón, en tierras de vianda, en tierras de tabaco? No. Se
ampliarán esas siembras en lugares bajos que suelen inundarse, donde no
competirá con ningún otro de los cultivos necesarios a nuestra economía. Esto no lo podíamos hacer hace tres años, no
lo podíamos hacer hace dos años. No
había suficientes recursos, no había suficientes máquinas. Pero hoy hay esos recursos, hoy hay esas
máquinas.
No diremos que el cultivo del arroz sea un cultivo
económicamente mejor que el de la caña u otros muchos cultivos. Pero puesto que podemos ya realizarlo en
tierras que no tienen otro uso, y cuyo mejor uso es en ese caso el de una
planta resistente a las inundaciones, el de una planta resistente a las
condiciones de humedad, sembraremos en esas tierras el arroz necesario para
incrementar nuestro consumo.
Pero también en el próximo año, intercalado en los
frutales, en las tierras de pasto para recogerle una cosecha, se sembrarán no
menos de 20 000 caballerías de leguminosa, de esa leguminosa de que les hablaba,
para consumo humano y para la producción de pienso para aves. De manera que el próximo año, mas o menos
para fines de año, el incremento de algunos renglones será notable.
Como ustedes saben, en la avicultura, por ejemplo, se
hizo el esfuerzo principal en la producción de huevos. No había suficiente pienso para producir
huevos y pollo. Decidimos producir uno
de los dos: aquel
donde el alimento invertido en los animales se recobraba en un porcentaje
mayor, que podría ser mejor distribuido.
Como ustedes saben, se hizo un plan de 60 millones de huevos
mensuales. ¿Qué ocurrió? Según todos los cálculos, según todas las
estadísticas, con 60 millones sobrarían los huevos. Pues 60 millones no alcanzaron, 70 millones
no alcanzaron. Y aquel plan de cuatro
millones de gallinas ponedoras se elevó a más de 5 millones. Y aun así, habiéndose alcanzado cifras
superiores a los 90 millones por mes, no es todavía suficiente para llevar el
huevo a todas partes. Pero en lo
fundamental ya el abastecimiento de huevos está resuelto.
Sin embargo, los pollos no se veían, porque,
lógicamente, todo el pienso se dedicó a la producción de huevos. Sin embargo, ya, para fines del año que viene
y utilizando precisamente los granos de esa leguminosa que ya en cantidad considerable
vamos a sembrar el próximo año, para fines de año —puesto que la cosecha se
hará a fines de año—, se empezará a incrementar considerablemente también la
producción de la carne de pollo.
De manera que dos planes —el de arroz, el de la
producción de pollos— que creíamos que deberíamos esperar por lo menos hasta
1970 para resolverlos, los resolveremos ya a fines de 1968, a principios de
1969. ¿Por qué? Por todo esto: por el enorme impulso que lleva el
trabajo revolucionario en estos momentos.
Todavía también, y por algún tiempo más, nos veremos
privados de consumir todo el café que queramos.
Pero con las plantaciones que se están haciendo... Y esas maticas que se están sembrando en el
Escambray, algunos de ustedes se preguntarán: ¿Y cuándo van a producir café? Esas maticas van a producir sus primeros
granos de café en 1969. Esas matas son
muy precoces. Incluso, algunas de las
que sembremos el año que viene, de las que ya están en viveros, también van a
tener alrededor de La Habana sus primeros granos en 1969.
De algunos de estos esfuerzos sus resultados se van a
ver muy rápidamente, como la siembra de arroz, como la siembra de leguminosa;
un poco más tarde, pero también con bastante rapidez, la siembra de café; y un
poco mas tarde, la siembra de frutales. En general, todos los cultivos se están
ampliando.
Ya el cultivo de algodón se ha ampliado este año
considerablemente, mucho más se ampliará el próximo año.
Hoy día nuestra Revolución
tiene la fuerza de hacer en un mes lo que antes hacía en seis meses, la fuerza
de hacer en un año lo que antes necesitaba seis. Y ya el próximo año nuestra Revolución
todavía tendrá mucha mas capacidad de ampliación, de trabajo, que este año.
Ya por fin el próximo año las dos primeras fábricas de
cemento se terminan. Ya por fin el
próximo año, en el segundo semestre, dispondremos de cantidades de cemento
mucho mayores que estos años. Y la
agonía del cemento, la agonía del saquito de cemento para reparar una pared,
para reparar un techo, desaparecerá; esa agonía del cemento, la agonía de los
materiales de construcción. Porque el
cemento que este país tiene apenas alcanza para construir albergues, escuelas,
hospitales, almacenes, obras hidráulicas, caminos, fábricas. Y por otro lado, las necesidades acumuladas
de viviendas de todos tipos. Sin
embargo, ya el año que viene, no serán argumentos, no serán palabras, porque
por lo menos se dispondrá ya de varios cientos de miles de toneladas más de
cemento para este año.
Así que poco a poco saldremos de esas escaseces, de
esas miserias que limitan nuestro desarrollo, que limitan la más pronta
satisfacción de necesidades acumuladas durante decenas de años, durante
prácticamente cientos de años. Porque,
lógicamente, si en cientos de años no se construyeron obras de regadío, tenemos
nosotros que construirlas en unos años; si en cientos de años no se
construyeron caminos ni carreteras, tenemos nosotros que construirlos en
algunos años; si en cientos de años no se construyeron canales ni obras de
drenaje, tenemos que hacerlos en unos años; si no se construyeron acueductos,
si no se construyeron alcantarillados, nos vemos ante todas esas necesidades
acumuladas; si no se construyeron suficientes viviendas, si no se construyeron
suficientes fábricas de cemento, nos vemos enfrentados a esas necesidades
acumuladas.
Y con la Revolución adquirimos conciencia primero de
nuestras necesidades, mucho antes de adquirir la conciencia de nuestra
pobreza. El pueblo primero comprende
todo lo que le hace falta antes de llegar a una comprensión cabal de lo pobre
que era este país para poder resolver todas aquellas cosas que necesitaba,
todas aquellas cosas que necesitaba, incluso, con urgencia.
Pero esos años apremiantes, duros, no tardaremos mucho
en irlos dejando atrás. Y dispondremos
de los medios para ir resolviendo esas necesidades apremiantes que se han
acumulado durante siglos.
Por eso es justificado el optimismo, es justificado el
entusiasmo de nuestro pueblo. Muy lejos
debemos de estar de la satisfacción, lejos de sentirnos conformes, porque eso
no podrá ser jamás; lejos de imaginarnos que lo que queda por hacer es fácil,
porque eso no será así jamás; lejos de imaginarnos que lo que debemos aun
luchar es poco, porque eso no será jamás.
Muchos problemas, muchas deformaciones, muchas desviaciones, muchos
vicios todavía tendremos que enfrentar.
Me referí al principio a uno de los males surgidos en
la Revolución, contra el cual hubo que luchar tensamente. Y fue el mal del burocratismo. ¿Por qué el burocratismo constituye un mal,
un vicio? Eso lo comprende cualquier
ciudadano:
inteligencias que se esterilizan; brazos que se inutilizan;
esfuerzo que se resta a la creación de bienes que el hombre necesita; tendencia
en la mente, tendencia en la conciencia al acomodamiento; tendencia a la
creación de una capa diferente del resto del pueblo. Nuestra Revolución se enfrentó valientemente
y se enfrenta al problema, y vencerá al problema.
Pero ¿es acaso el único vicio? ¿Es acaso el único de los males que surge
como tendencia en el seno de la Revolución?
No. Nosotros el 26 de Julio
hablábamos de un problema que nos debe preocupar, hablábamos de una tendencia
tan nociva o más que el burocratismo que se desarrollaba también en el seno del
proceso revolucionario, que es la tendencia al incremento de las actividades
comerciales, la tendencia al incremento de las actividades industriales nuevas;
señalábamos qué circunstancias y qué condiciones favorecían el desarrollo de
esas actividades. Pero paralelamente se
desarrollaba también una tendencia de numerosas personas a buscar dentro de la
sociedad actividades al margen de las tareas productivas para obtener con un
mínimo esfuerzo un ingreso privilegiado.
Y así tenemos que surgieron multitudes de nuevos
comerciantes, muchos de ellos, la inmensa mayoría sin autorización, algunos de
ellos por autorización de algún cretino funcionario municipal de los primeros
tiempos; gente sin una vigilante conciencia revolucionaria que autorizaban y
legalizaban actividades que tendían hacia el parasitismo. Y así también de un estudio resulta que
muchos, miles, decenas de miles de nuevos comerciantes surgieron después del
triunfo de la Revolución. ¿Qué sentido
tiene esto? Pues ese es un fenómeno
similar a lo del burocratismo.
Realmente es necesario que el pueblo comprenda estas
cosas, es necesario que el pueblo comprenda estos problemas.
Nosotros no consideramos al pequeño comerciante
alguien a quien había que reprimir. Es
decir, los pequeños propietarios en general, igual que el pequeño agricultor,
igual que el pequeño comerciante, tuvieron por parte de la Revolución un
tratamiento diferente. Eso es lógico,
eso es justo. Muchos pequeños
agricultores eran explotados por los grandes, pequeños comerciantes explotados
por los grandes comerciantes; y la Revolución es un proceso de los campesinos
explotados, los obreros explotados, los pequeños productores explotados, contra
los grandes explotadores.
La Revolución no intervino los timbiriches, sí
intervino las grandes cadenas de tiendas, los Ten-Cent,
El Encanto, Fin de Siglo, todas las grandes tiendas; intervino los grandes
establecimientos comerciales, intervino los grandes latifundios. Sin embargo política muy diferente siguió con
el pequeño agricultor, política diferente siguió con el pequeño comerciante,
con el pequeño industrial. ¿Esto
significa que queremos que el número de pequeños agricultores aumente? No.
Hay una ley que establece que cuando un pequeño agricultor quiera
vender, la nación tiene derecho de prioridad para comprarle ese pedazo de
tierra que quiere vender, porque nosotros pensamos que algún día, 20, 30, 40
años, la tierra, como el aire, no será propiedad privada de nadie, sino que
será de todo el pueblo, de toda la nación (APLAUSOS).
Eso se lo hemos explicado a los pequeños agricultores
a raíz de su congreso. Nosotros
respetamos al pequeño agricultor, lo ayudamos, le tecnificamos la producción,
le damos todo lo que quiera para incrementar; pero no fomentamos la compra de
nuevas fincas, porque finca que se venda la comprará el pueblo. Ese es el principio.
No intervenimos los pequeños comerciantes, pero ¿eso
significaba acaso que la Revolución aspirara a proliferar el pequeño
comercio? No. El respetar a los pequeños comerciantes no
significaba el derecho de todo el que quisiera que montara un nuevo
timbiriche. Eso no. Una cosa es respetar una situación que
existía y otra es fomentar y desarrollar esa situación. Y ¿por qué?
Porque bien puede el pueblo hacer un gran esfuerzo, bien puede la
provincia de Las Villas movilizar 150 000 personas, hombres, mujeres, jóvenes,
ancianos, bien puede la Revolución mandar cientos de miles de estudiantes a la
escuela al campo, bien puede la Revolución movilizar las columnas juveniles
agrícolas, bien puede la Revolución movilizar las masas, elevar el producto
bruto nacional, producir mucho más grano, mucho más leche, mucho más café,
mucho más algodón, mucho más alimento, mucho más zapatos, mucho más de
todo. Y sin embargo que con el esfuerzo que
sale de las masas, y con el producto que salga de ese esfuerzo, se multiplique
y surjan decenas de miles de timbiricheros que no
participan en ese esfuerzo, y que van a utilizar el producto bruto creado por
las masas para obtener ingresos mayores que un hombre o mujer del pueblo,
mayores que un obrero que trabaja en una fábrica, un obrero que trabaja en una
granja. Entonces, en vez de una minoría
de explotadores tendremos decenas de miles de pequeños succionadores, de
pequeños explotadores e iremos creando una capa social gruesa, numerosa, que va
a desarrollarse y a crecer al margen del esfuerzo creador, dedicado en la
sombra a comercializar, es decir, a trapichear los productos del sudor del
pueblo.
Y por eso en el futuro también, la distribución de los
bienes que el pueblo crea no será actividad privada de nadie; en el futuro los
bienes que el pueblo crea se distribuirán en redes de distribución propiedad de
todo el pueblo, para que nadie tenga derecho a ganarse 800, 1 000, 2 000 pesos
en un mes con el producto del sudor del pueblo (APLAUSOS).
Esto significa, esto significa que nosotros no hemos
seguido una política de intervención de timbiriches, de pequeño comerciante, es
decir, nosotros no hemos seguido esa política, pero no implica que vayamos a
aceptar con los brazos cruzados la multiplicación del pequeño comercio, sino
que a la larga, progresivamente, teniendo en cuenta todos los casos, es
aspiración de la sociedad que dentro de un período, no voy a decir de 30 años
ni de 20, sino que mucho antes, desaparezca como actividad social el timbiricheo, el trapicheo con los bienes que se producen
con el sudor del pueblo.
No estamos trabajando, no estamos apelando a las masas
a hacer un esfuerzo mayor para que al margen del esfuerzo de las masas surja
una capa social que se convierta en parasitaria y en explotadora del pueblo; no
quiere esto decir que los ciudadanos que se hayan dedicado a estas actividades
sean unos delincuentes. No. Nosotros conocemos incluso mucha gente que
hizo eso de buena fe, como algo normal, como algo natural, y sabemos incluso de
gente que participa en las milicias, participa en todas las actividades, sin
embargo cree que lo más natural y lo más lícito del mundo es eso.
Nosotros no queremos crear conmociones; nosotros
sabemos cómo se ha prestado el comercio privado a la bolsa negra, cómo se ha
prestado a burlar los derechos de las masas; nosotros sabemos de muchos
comerciantes que guardan la mercancía para sus amigotes, sabemos de muchos
comerciantes que burlan al pueblo (APLAUSOS).
Y naturalmente que hemos tenido paciencia, pero esa no
es una ilimitada paciencia. No se debe
abusar de ese espíritu sereno de la Revolución; no se debe abusar de este
estilo de la Revolución de darle a cada cosa un tratamiento adecuado, de darle
un tratamiento diferente a los grandes propietarios que a los pequeños
propietarios, a los grandes comerciantes que a los pequeños comerciantes; no se
debe abusar de eso.
De todas maneras es preciso recalcar que nos vamos a
ocupar de este problema, que la Revolución va a seguir profundizando los
estudios sobre este problema, que la Revolución tomará medidas para que ningún
nuevo timbiriche surja en el país, y que la Revolución tomará medidas para que
progresivamente, poco a poco, vaya pasando toda la red de distribución a redes
nacionales propiedades de toda la nación.
La única pequeña propiedad que perdurará más tiempo
será la pequeña propiedad privada de la tierra porque este tipo de propiedad de
nuestros aliados, los campesinos, necesitará un largo proceso evolutivo. Y se cumplirá la promesa de la Revolución de
que el pequeño agricultor siempre será respetado en su voluntad de permanecer
todo el tiempo que quiera, incluso hasta el resto de la vida, como pequeño
agricultor. Si alguno vende, se le compra.
Y así es necesario que el pueblo entienda que la
Revolución es un proceso, y que esos problemas, esos males sociales
surgen. Preferimos tener que luchar
contra cien grandes propietarios comerciales, luchar contra los Ten-Cents, la ClA, o los pocos grandes propietarios.
La lucha del proletariado con los grandes propietarios
es una tarea relativamente fácil, pero sería un grave error de la Revolución
bajar la guardia, descuidarse, y dar lugar a que surja dentro de la sociedad,
innecesariamente, una multitud de decenas de miles de pequeños comerciantes; es
decir, integrar una masa más numerosa contra los cuales la lucha habría de ser
más dolorosa todavía. Porque la lucha a
nadie le quede duda que siempre que se le presente al pueblo la Revolución tendrá
que afrontarla. Y tendrá que llevarla a
cabo con inteligencia sí, pero sin vacilación de ninguna clase.
La Revolución de los trabajadores tiene que llegar
hasta el final, la Revolución de los trabajadores ha de estar vigilante para
que no se desarrollen problemas, no se desarrollen vicios, no se desarrollen
males, que den lugar en el futuro a dolorosas nuevas batallas en el seno de la
sociedad. Que preferible es adoptar
medidas preventivas, y a tiempo, para impedir que surjan nuevas clases, a tener
después que reprimir esas nuevas clases utilizando el poder abrumador y la
fuerza del pueblo revolucionario que integra la inmensa mayoría.
Hacemos un llamado, precisamente a la conciencia, al
espíritu de análisis del pueblo, a su espíritu de vigilancia, a la necesidad de
formar conciencia. Porque muchas veces
el ciudadano del pueblo comprende un mal, o dos, o tres, o cuatro, o diez, pero
pasa por el lado de dos, de cuatro, de diez, de otros males sin tener una
conciencia clara de que eso constituye un mal.
Es necesario pues que las masas participen, que las
masas comprendan la necesidad que tiene el proceso revolucionario de llevar
adelante una lucha consecuente, siempre alerta, siempre vigilante, siempre
previsora. ¿Que el mal del burocratismo
surge? Salirle al paso y combatirlo,
siempre alerta, siempre vigilantes, siempre previsores. ¿Que surge el mal de otro tipo como es la
proliferación del pequeño comercio?
Salirle al paso, siempre alerta, siempre vigilantes, siempre
previsores.
Y con eso nos evitaremos medidas traumáticas, con eso
nos evitaremos en el futuro medidas dolorosas.
El mal que se puede prevenir a tiempo impide a tiempo remedios
drásticos, impide a tiempo terapéuticas radicales, es decir, remedios
quirúrgicos. Y no debe ser, en los años
futuros, que la Revolución tenga que hacer leyes como las que hizo en los
primeros tiempos.
Creemos que los problemas de hoy, si los analizamos,
si los meditamos, si discutimos, se pueden todos ir resolviendo poco a poco sin
crear ninguna situación dolorosa, sin crear ninguna situación traumática, sin
que nadie se quede en la calle.
La Revolución tiene derecho a aspirar a desarrollar en
el pueblo las actividades productivas, la Revolución tiene el derecho y la
obligación a pensar en un futuro, o en una futura sociedad, donde todos los que
puedan trabajar trabajen, donde todos los que tengan
juventud, salud y edad suficiente para trabajar trabajen.
Nuestra sociedad futura debe ser una sociedad de
trabajadores todos, que no quede ni un uno por ciento, que no quede ni un uno
por 1 000, que no quede ni un uno
por millón de parásitos en esta sociedad futura. Porque si tenemos uno por un millón de
parásitos en esta sociedad del futuro, la obra de la Revolución no se podrá
considerar cumplida.
Y nosotros debemos luchar consecuentemente por crear
esa futura sociedad. Es cierto que hay
que ser pacientes, hay que ser tenaces, hay que ser constantes, para lograr a
largo plazo estos grandes objetivos históricos, pero estoy seguro que si nos lo
proponemos, como todo lo que se ha propuesto hasta hoy nuestro pueblo, lo
lograremos. Creemos que en oportunidades
como estas siempre hay que dar un alerta sobre algo.
Y les decía que la Revolución tiene derecho a aspirar
a eso, la Revolución tiene derecho a proclamar que hará todos los esfuerzos e
impedirá a toda costa la proliferación de esas actividades, porque aquí mismo,
un 28 de septiembre, se proclamó que era derecho de todo ciudadano de este país
recibir la ayuda de la sociedad, de que era derecho de todo ciudadano de este
país a no estar desamparado. Nuestra
Revolución proclamó el deber del Estado revolucionario de impedir que hubiera
un solo ciudadano desamparado.
Y la Revolución ha seguido consecuentemente esa
política, la Revolución no declara el derecho de un ciudadano a la ayuda de la
sociedad como un acto de caridad. La
Revolución no hace caridad, el Estado revolucionario no hace caridad. Cuando el Estado revolucionario encuentra una
familia desamparada y le da becas a los hijos y le da ayuda a esa mujer, cuando
la Revolución ayuda a un enfermo, cuando el Estado revolucionario le brinda
protección, no cumple un acto de caridad, ¡cumple un deber, satisface un
derecho de cada uno de los hombres y mujeres de este país (APLAUSOS).
Antes existían instituciones caritativas; antes existía
una especie de caridad pública, organismos que se dedicaban a hacer la caridad
pública, a propagar esa caridad, a pregonarla.
Eso pertenece a un pasado odioso.
Se ayudaba a un ciudadano a la vez que se le humillaba; la ayuda era una
especie de ofensa.
Bajo una concepción socialista, bajo una concepción
comunista, donde los bienes, los medios de producción pertenecen a toda la
sociedad, a toda la nación, donde las riquezas no pasan a ser propiedad privada
de nadie sino que pertenecen al patrimonio de toda la colectividad, cada ser
humano es un miembro con iguales derechos en el seno de esa gran familia que es
la sociedad humana. Y por eso ha seguido
esa política consecuente la Revolución.
Nadie hay a quien se le haya negado ese derecho, nadie hay que pueda
continuar desamparado en este país si se dirige al Gobierno revolucionario y
explica sus problemas. El Gobierno
revolucionario no hace campañas con eso, no publica listas de problemas
resueltos a miles, a decenas de miles, a cientos de miles de personas, porque
simplemente cumple con su deber.
No tenemos mucho todavía, pero de lo poco que tenemos
hay suficiente para que nadie aquí se vea desamparado, para que nadie aquí pase
hambre, para que nadie aquí pase miseria (APLAUSOS). Es difícil encontrar desempleados en este
país, porque tareas se sobran... (LE
DICEN: “¡Aquí
hay uno!”)
Si hay un desempleado en esa multitud, que me espere
allí, que le doy trabajo a la salida de esta concentración, esta misma noche
(APLAUSOS). Porque, señores, sé de muy
pocas personas que me hayan dicho: “No tengo trabajo”, y sé de miles, de
decenas de miles de tareas y de posibilidades que están esperando por los
brazos que puedan realizarlas.
Nadie me pida un puesto en una oficina, porque puestos
en una oficina no le daré a nadie en toda mi vida (APLAUSOS). Pídanos alguien pescar en los mares
glaciares, y lo montaremos en un arrastrero-bacaladero para que pesque cientos
de toneladas de pescado; pídanos transportar nuestro producto a los confines
del mundo, y lo montaremos en uno de los nuevos barcos mercantes a transportar
nuestro producto en los confines del mundo (APLAUSOS); pídanos enseñar, y lo
mandaremos a cualquier rincón del país a dar clases; pídanos convertirse en
técnico, y lo enviaremos a un tecnológico, como hemos hecho con decenas de
miles de obreros jóvenes (APLAUSOS), y sostendremos a su mujer y a sus hijos 5
años, 7 años, 10 años si es necesario, ¡y sin cobrarles cuenta, sin cobrarles
interés por ello! (APLAUSOS); pídasenos
trabajar en cualquier tarea productiva, ¡cualquiera!, y le buscaremos una tarea
productiva; dígasenos que no se está capacitado para algo y que quiere
estudiar, y le enviaremos a estudiar prácticamente sin importarnos el nivel de
cultura o la edad (APLAUSOS).
Nadie que quiera hacer algo útil, nadie que quiera
estudiar algo útil, se encontrará en el seno de nuestra sociedad sin respuesta
positiva. ¡Y si todo el mundo quiere
estudiar, y que todo el mundo estudie, todo el mundo tendrá que trabajar! (APLAUSOS).
También nuestros estudiantes, que en número de cientos de miles
estudian, en número de cientos de miles participan cada vez más en las
actividades productivas.
Y respecto a esto del estudio es necesario admitir que
aun no hemos alcanzado los niveles que nos proponemos. ¿Qué se escuchaba antes en el pueblo? “No hay aquí una miserable escuela”. “No viene aquí un maestro”. “No hay la menor oportunidad de estudiar”. “Hay un millón de analfabetos”. Esas expresiones han desaparecido de nuestro
lenguaje: ya no
hay rincón sin escuela, no hay niño sin maestro, no hay analfabeto en el país
como no sea porque se empeñe tenazmente en ser un analfabeto, no hay aquella
falta de oportunidades para el estudio.
¡Oportunidades se sobran! Ha
llegado nuestra Revolución a brindar a todo joven y a todo adulto la
oportunidad de estudiar. Bien: ¿acaso hemos
logrado con eso todo? ¡No! Ahora hay que hacerse otro planteamiento: todas las
oportunidades de estudiar no se aprovechan, no todos los jóvenes y adolescentes
van a la escuela, no todos los niños van a la escuela.
Si doloroso era en el pasado el pueblo sin escuela, el
niño sin maestro, muy doloroso y de muy malas consecuencias tiene que ser
también el que haya maestros sin alumnos, escuelas sin alumnos, posibilidad sin
que todos absolutamente aprovechen la posibilidad.
Por ejemplo, se organizan ahora los movimientos
juveniles, se organizan las columnas juveniles; van muchos jóvenes que no están
trabajando ni están estudiando. Pero uno
se dice: si hay
en cualquier lugar del país un joven de 14 años que ni estudia ni trabaja, es
porque anda algo todavía mal, ¡es porque anda algo todavía mal! (APLAUSOS)
¿Qué es eso de muchachos que ni estudian ni trabajan? ¿Cómo puede ser posible eso en el seno de
nuestra sociedad? ¿Es que acaso tiene
alguien derecho a aspirar a ser un ignorante?
¿Es que tiene alguien derecho a aspirar a ser un vago? ¿Tiene derecho nadie a permitir que su hijo
sea un holgazán, sea un vago, sea un futuro delincuente? Porque, señores, joven que no estudie y que
no trabaje en el seno de una sociedad de trabajadores, ¿cuál será su
futuro? Ser parásito o ser delincuente;
y en todo caso, siempre indefectiblemente ser desgraciado.
Si se quiere medir el grado de insensibilidad de una
familia, pregúntesele si le importa o no que su hijo estudie. Porque familia en el seno de nuestro pueblo
indiferente a que su hijo sea un torpe, un incapaz, un inculto, un analfabeto,
es una familia insensible al bienestar, al futuro, a la felicidad de ese ser
humano.
Debe ser objetivo de nuestra educación revolucionaria
que no se pueda encontrar en ningún rincón del país un solo muchacho que no
esté en la escuela primaria, un solo joven que no esté en la escuela
secundaria. La obligatoriedad de la
enseñanza debe establecerse de manera real, de la primaria y de la
secundaria. Y cuando existan las
condiciones, en un período no lejano, la obligatoriedad incluso de la enseñanza
preuniversitaria.
Será necesario que se hagan leyes que sancionen
realmente a los padres que no cumplen con el elemental deber de mandar sus
hijos a la escuela (APLAUSOS). Debe
considerarse un delito social, un delito contra los intereses de la sociedad,
la irresponsabilidad de cualquier padre con respecto a la preparación de sus
hijos.
Podía no ser delito esto en el capitalismo, que
necesitaba precisamente de analfabetos, que necesitaba
precisamente de esclavos asalariados, que necesitaba de muchos analfabetos para
realizar los peores trabajos. Pero una
sociedad que aspire a desarrollar, una sociedad que aspire a la justicia, una
sociedad que aspire, mediante el trabajo y la técnica, a la satisfacción de las
necesidades humanas, no puede contemplar en su seno con indiferencia a un
ignorante, a un analfabeto. La producción
moderna requiere cada vez más conocimientos, la producción moderna requiere
cada vez más técnica. No era lo mismo
tripular la carabela de Cristóbal Colón que tripular un transporte hoy día de
10 000 toneladas; no era lo mismo tripular un barquichuelo de vela que un
arrastrero; no era lo mismo manejar una yunta de buey que una máquina moderna;
no era lo mismo producir para unos pocos cientos de miles de ciudadanos en todo
el país que producir en abundancia para millones y millones de seres humanos en
cualquier país. No. Por eso, si vicio es el burocratismo, si
vicio es la tendencia al desarrollo de actividades parasitarias al margen de la
producción, vicio es —algo más que vicio, crimen— que en el seno de nuestra
sociedad se pueda encontrar a un solo niño que no esté yendo a la escuela, o un
solo joven que no esté yendo a una escuela secundaria (APLAUSOS).
La Revolución aspira en el futuro a que incluso el
Servicio Militar Obligatorio se haga innecesario, en la medida en que el
estudio se hace realmente obligatorio.
Porque si todos los jóvenes de edad escolar están estudiando en la
secundaria, si todos los de una edad mayor están en los tecnológicos y en los
preuniversitarios, será bien sencillo enseñar la preparación combativa en esas
instituciones, enseñar como parte de su educación las técnicas militares, y no
será necesario llamar a nadie en el futuro a estar tres años simplemente
cumpliendo el Servicio Militar. Y la
preparación militar se convertirá en una asignatura más, en una forma más de capacitación
de todo joven.
¿Por qué ha de haber decenas y decenas de miles de
jóvenes sustraídos del estudio? Y es que
algunos de estos vicios vienen asociados.
Muchas veces los burócratas y los 'organogramócratas'
reclutaban a un muchacho de 15 años para trabajar en una oficina. Si ese joven tenía necesidad de trabajo por
una necesidad de la familia, ¿cuánto mejor no habría sido darle una ayuda a esa
familia y que él se convirtiera en un técnico?
Pero también hay muchos intereses privados que le
pagan cualquier cosa a un joven para que esté allí en el 'timbiriche', para que
esté allí en el 'trapicheo' de mercancía, ¡y le pagan cualquier cosa y
corrompen a un joven! Porque esos
intereses privados al margen de la producción muchas veces conspiran contra la
formación de los jóvenes. Y por eso
nuestro Ministerio del Trabajo debe tomar medidas muy estrictas en todo lo que
se refiera a la contratación de jóvenes.
Y debiera llegarse a las medidas que impidan de manera absoluta toda
contratación del trabajo de jóvenes, tanto en actividades privadas como en
actividades estatales.
Nos parece una magnífica solución transitoria lo que
ha hecho nuestro movimiento juvenil, que son las aulas escolares juveniles
organizando en brigadas para el trabajo en la agricultura a muchos jóvenes que
ni estudiaban ni trabajaban, y que trabajan ahora una parte del tiempo y
estudian otra parte del tiempo. Será
necesario que nuestra Revolución medite este problema y adopte todas las
medidas para que la educación alcance el nivel que se requiere y para que la
educación sea realmente obligatoria; y para que no quede, repito, un solo
joven, un solo niño, sin estar yendo a su correspondiente escuela.
En la medida en que vayamos logrando todos estos
objetivos, nuestra Revolución se hará más sólida, se hará más fuerte, se hará
más capaz, se hará más vigorosa, se hará más creadora.
Tienen hoy o cumplen hoy los Comités siete años y
cumplirá pronto nuestra Revolución nueve años (APLAUSOS). Si sabemos aprovechar bien las pasadas
experiencias, si podemos aprovechar bien el aprendizaje de estos años, la
experiencia de estos años, los recursos nuevos que hemos creado, ¡qué años tan
fecundos y tan prometedores nos esperan por delante!
En los primeros tiempos algunos vieron la Revolución
como un fenómeno transitorio. Algunos pensaron
en la quimera de que la Revolución vendría abajo. ¿Revolución aquí, revolución en Cuba a 90
millas de Estados Unidos, los poderosos, los prepotentes, los amos? ¡lmposible! Así pensaron muchos. Agarraron el barquito, agarraron el
avioncito, se mudaron para Miami a esperar el derrumbe de la Revolución.
Los grandes repartos de los ricos burgueses y
oligarcas se fueron llenando de becados, se fueron llenando de jóvenes
estudiantes. Muchos de esos jóvenes
están ya en la Universidad, muchos están ya prestando servicio en la
producción. Es interesante saber que en
los próximos años se graduarán más ingenieros en Cuba que todos los que se
graduaron en 50 años atrás (APLAUSOS).
Es interesante observar que pese a la emigración de los técnicos que
escucharon los cantos de sirenas imperialistas, el número de técnicos aumenta,
el número de médicos aumenta.
Ya la Universidad de Oriente ha logrado graduar sus
primeros estudiantes de Medicina. Hay
que decir a fuer de sinceros que cuando los compañeros del Ministerio de Salud
Pública establecieron una escuela de medicina en Santiago, cuando no había casi
ni edificio ni profesores, a nosotros nos parecía aquello erróneo, nos parecía
casi imposible en esas condiciones poder organizar la escuela de medicina en
Santiago de Cuba. Sin embargo, con la
ayuda de las escuelas de la Universidad de La Habana, con la ayuda de los
profesores, con la ayuda del personal competente que trabaja en Salud Pública,
con grandes esfuerzos por parte de muchos de ellos que se pasaban un mes en
Santiago dando clases y después iban otros, en días recientes ya la Universidad
de Oriente graduó los primeros médicos y creo que también los primeros
estomatólogos.
Y esto es alentador.
De la misma manera nuestras tres universidades en años venideros irán
graduando a los jóvenes técnicos que con mentalidad revolucionaria irán a
llenar los vacíos y las necesidades en nuestras fábricas, en nuestras
industrias, en nuestros campos, en todos los frentes de trabajo.
Creyeron que nos arruinarían. Los imperialistas saben el valor de un
técnico; los revolucionarios no lo ignoraban.
Pero hay algo que los imperialistas ignoran y que los revolucionarios
saben, y es cuál es el valor de un revolucionario (APLAUSOS). Y a nosotros nos interesaban los revolucionarios.
La lucha del imperialismo por dejarnos sin técnicos
agigantó la voluntad de la Revolución de formar técnicos. Y tal magnitud y tal volumen alcanzó ese
esfuerzo que en el curso de unos pocos años venideros no será posible ni
remotamente establecer una comparación entre ningún otro país de este
continente y Cuba, aun en el campo de la agricultura. Estaremos en condiciones de desarrollar una
agricultura tan moderna como los países de la agricultura más avanzada.
Y en los próximos siete años, es decir, en lo que va
de ahora al año 1975 —digamos siete años y medio— se graduarán en este país,
entre técnicos de nivel medio y aun de niveles superiores para la
agricultura, 100 000 técnicos, ¡cien
mil! (APLAUSOS) Quedará en la historia de la educación
posiblemente como el más grande logro que se haya obtenido jamás en tiempo más
breve.
Siempre la acción del enemigo engendra la acción de la
Revolución, y de los ataques y de las maniobras y de las agresiones del enemigo
la Revolución sale siempre más y más y más fortalecida; de la acción de los
contrarrevolucionarios, de aquellas bombitas que estallaron hace siete años, un
día como hoy 28 de septiembre, surgió esta potente y arrolladora organización
de masas revolucionaria (APLAUSOS); de las amenazas imperialistas surgieron
nuestras Milicias Revolucionarias (APLAUSOS); de las amenazas de agresión de
los imperialistas se fue desarrollando la capacidad combativa de nuestro
pueblo al extremo de contar hoy sin
discusión de ninguna clase con la más sólida y mejor equipadas Fuerzas Armadas
de que puede disponer ningún país de América Latina (APLAUSOS); del drenaje de
personal calificado y técnico que se propuso el imperialismo con nosotros ha
salido el más gigantesco movimiento de formación de técnicos de ningún país en
los tiempos contemporáneos; de los bloqueos salieron las soluciones, de los
planes enemigos para matarnos de hambre surgieron las ideas, surgió la voluntad
y el propósito de desarrollar una agricultura que en años no lejanos podremos exhibir
ante el mundo entero como uno de los más extraordinarios logros de esta
Revolución (APLAUSOS).
Y en la misma medida en que el enemigo nos ha
amenazado y nos ha agredido, hemos ido engendrando más y más fuerza
revolucionaria, hemos ido impulsando más y más logros revolucionarios, y la
situación ya hoy no es la misma que hace algunos años.
Ya no somos tan débiles como hace apenas cinco o seis
años en que los imperialistas se tomaban el lujo de organizar una expedición de
mercenarios para intentar aplastar esta Revolución. Desde luego, estaban equivocados: ni 1 000
mercenarios, ni 2 000, ni 10 000, ni 100 000, ni un millón, habrían podido
apoderarse de este país. Habrían podido
empezar una guerra contra este pueblo, indefinida, pero inútil.
De todas formas, los imperialistas en aquella época
contaban los aviones que teníamos, los pilotos que teníamos, si eran viejos o
si eran nuevos. Contaban los cañones,
los tanques, los rifles que teníamos.
Sacaron su cuenta los del Pentágono, los de la CIA. Se iban allá, a Guatemala; veían un
latifundista, organizaban inmediatamente un campo de entrenamiento, se ponían
de acuerdo con los títeres, organizaban las bases, lo organizaban todo. Se reunían los generales del Pentágono a
hacer planes con los coroneles de la CIA.
Y según las matemáticas y el computador electrónico y los mapas y los
cálculos, y todos los demás factores que cuentan en los cerebros de estos
señores, menos el factor moral, un grupo de mercenarios podría echar abajo la
Revolución.
Ya hoy, por lo menos, no están tan equivocados.
En estos días la “famosísima” OEA se reunía una vez
más (ABUCHEOS). Dicen que para juzgar,
que para tomar medidas contra Cuba. En
otros tiempos habríamos tenido que dar algo así como un semi
estado de alarma de combate, pero esta vez no hacía ni falta. Y precisamente, mientras en la OEA el día 24
ó 25 —no sabemos bien cuándo— se reunían para juzgar a Cuba, 150 000 hombres y
mujeres de Las Villas iban al Escambray a sembrar café (APLAUSOS). ¿Alarma de combate para qué? Ya no somos tan débiles, y ya frente a
cualquier agresión a este país podemos enfrentar una masa de fuerza realmente
considerable, una masa de hombres y de equipos de considerables dimensiones, y
rápidamente. Es decir, que mientras
nuestros enemigos se reunían en tono amenazante, nuestro pueblo continuaba
imperturbable su camino y sus tareas.
Es que ya no se las tienen que ver con la Revolución
de los primeros tiempos, se las tienen que ver con un pueblo mucho más
organizado, un pueblo mucho más desarrollado culturalmente, políticamente y
revolucionariamente, un pueblo mucho mejor preparado para enfrentar cualquier
contingencia, y un pueblo que trabaja con ahínco a fin de ser cada vez más y
más invulnerable a sus enemigos.
¿Para qué hablar del fondo moral que entraaa esta farsa, esta nueva y ridícula reunión de los
lacayos y los títeres del imperialismo?
Estados Unidos reunido en la OEA para juzgar a Cuba por subversión,
¡nada menos que Estados Unidos, el rey de la subversión, el padre de la subversión,
el Estado interventor en todas partes y en todos los rincones del mundo, el
Estado bárbaro y sanguinario que utiliza las armas más crueles y más
inconcebibles contra el pueblo de Viet Nam (APLAUSOS), el Estado bárbaro y
salvaje que ha constituido el azote de este continente durante un siglo, el
Estado que arrebató a la nación mexicana una inmensa parte de su territorio, el
Estado cuyos marines insolentes han desembarcado tantas veces y hollado con sus
botas indecentes el suelo sagrado de los pueblos de la América Latina. Un día llevando sus tropas mercenarias a
México para quitarle una parte de su territorio, otro día para ocupar Veracruz,
otro día para tratar de influir en sus destinos; otro día desembarcando en
Nicaragua para ocuparlo durante años, asesinar a los mejores hijos de aquel
país y asesinar al más ilustre de los combatientes revolucionarios de ese país
hermano, al inmortal Sandino (APLAUSOS).
O apoderándose de una parte del territorio de Panamá, o enviando
expediciones de bucaneros a los países de Centroamérica, o desembarcando en
Santo Domingo varias veces, o desembarcando en Haití, o perpetrando masacres
como la de Panamá, o enviando 40 000 soldados con el más moderno equipo —en
años mucho más recientes— a intervenir descaradamente en la República
Dominicana, o... Ya no hablemos con
relación a Cuba: los
actos de fechoría, piratería, bandolerismo y crimen, desde la explosión de “La Coubre” hasta hoy, hasta días recientes, cuando ahí,
delante de los periodistas de todo el mundo, interrogamos a los agentes de la
CIA que venían aquí con mapas, con todas las técnicas, ¡ncluso
con sus pistolas y silenciadores y balas de cianuro para cometer
atentados. Todas las fechorías, con la
complicidad de los gobiernos gángsters que lo secundan.
El Estado yanki, el gobierno yanki, reunido con el de
Guatemala —de donde salió la expedición de Girón—, o con el de Costa Rica —de
donde salieron tantas veces las expediciones piratas de los Comandos L
organizados por la CIA—, o con el de Nicaragua —cuyo Puerto Cabezas fue el
trampolín de la invasión con barcos de banderas de distintos países escoltados
por la flota yanki. Y esos
bandidos... Porque los señores que allí
secundaron los planes del imperialismo no se pueden llamar sino bandidos, y así
hay que llamarlos aquí, y así hay que llamarlos en las Naciones Unidas, y así
hay que llamarlos en cualquier parte (APLAUSOS), porque no son sino
bandidos. El bandido mayor, el
imperialismo yanki. En las escuelas de
ese bandido estudian los oficiales de la represión y el crimen, de las
oligarquías de América Latina; en las escuelas donde enseñan a la gente a matar
por mil formas diferentes, a torturar de cien formas diferentes, por esas
escuelas de los imperialistas en Panamá y en Estados Unidos pasan los oficiales
de la represión para perpetuar el crimen y la represión contra un movimiento
revolucionario en América Latina.
Las “boinas verdes” mercenarias de los yankis están
presentes, según confiesan abiertamente, en numerosos países de América
Latina. ¡Y esos bandidos se reúnen para
juzgar a Cuba! ¿Con qué moral? ¿En nombre de qué ley? ¿En nombre de qué principio pueden esos
señores intentar juzgar y sancionar a Cuba por su política de solidaridad con
el movimiento revolucionario?
(APLAUSOS)
Pues una vez más se reunieron, una vez más
escenificaron la repugnante farsa. ¡Y cuanto más lacayos, cuanto más vendidos al imperialismo, más
agresivos se mostraban con nosotros los lacayos! Allí el representante de “Tachito”
Somoza... Pero
este “Tachito” Somoza es el
hijo de aquel gran esbirro, asesino, que mató a Sandino a las órdenes de los
imperialistas, que durante 30 años ha gobernado ese país como una colonia y de
donde salió la expedición mercenaria de Girón.
Y como ahí se heredan de padres a hijos, como si fueran monarcas
feudales, allí hay un “Tachito”, delincuente,
bandido, y se reúne allí en plan de juez.
Allí el trujillista
Balaguer, impuesto al pueblo dominicano por las bayonetas yankis, se reunía su
representante de juez.
El verdugo carnicero Duvalier,
que ha convertido aquel país en un “piso del infierno”, con sus famosísimos
“tontón-macutes” y sus asesinatos a todas horas del
día y de la noche, se reunió allí, dicen que a juzgar y a sancionar a
Cuba.
Allí estaba el ilustrísimo demócrata, el más insigne
de los demócratas representativos de este continente representado ante los
jueces: Alfredo
Stroessner.
Allí presentes los representantes de las oligarquías,
los representantes de los “gorilas”, los oligarcas que han vendido el alma al
diablo imperialista, que han entregado todas sus riquezas, todas sus minas, la
piel y los huesos al imperialismo yanki.
Y allí, entre los más agresivos “gorilas”, los
representantes del “gorila” argentino.
No sabemos qué le pasa a este señor, pero estaba archibelicoso. No sé si será que habrá oído rumores, voces,
que mencionan al compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS) participando en carne y hueso en el
movimiento guerrillero liberador y se habrá puesto nervioso este señor de Onganía. Pero es el
hecho que dijo allí que estaba listo su ejército argentino, su armada
argentina, si era preciso solo, para venir e invadir a Cuba (ABUCHEOS y EXCLAMACIONES).
Es indiscutible que la respuesta del compañero Alarcón
fue formidable (APLAUSOS), porque le recordó a ese “tonitronante
gorilita” que los generales argentinos no han ganado nunca ninguna batalla, que
los generales argentinos no han participado nunca en ninguna guerra, y que ya
nuestro pueblo tenía en este campo algunas experiencias contra mercenarios. Y realmente le recordaba esa gran verdad,
porque allí esos “gorilotas” argentinos, que tienen
kilogramos de antorchas sobre los hombros, kilogramos de medallas sobre los
pechos, son los “ilustrísimos”, “insignes”, “gloriosos”, “heroicos generales”
de la toma de la Casa Rosada (RISAS).
¿En qué guerras han participado?
¡Ah, en la “muy gloriosa”, “inolvidable” e “inmortal” guerra de la Casa
Rosada! Unos cuantos tanques salen, se
paran frente al Palacio, allí sale un infeliz cualquiera de esos que están
allí, y ponen un “gorila”.
Inmediatamente:
¡25 grados de mariscal, 2 kilogramos más de antorchas, 3
kilogramos más de medallas (RISAS), tantos miles más de dólares de sueldo!
¡Y esos fantoches ridículos, esos “generales archigloriosos” de batallas de este tipo, son los que
amenazan “tonitronantemente” invadir a Cuba! Muchos de esos “generales” prácticamente en
toda su vida no han sentido nunca un tiro (RISAS), ¡nunca un tiro! y los únicos
tiros que han tirado toda su vida son los tiros contra el pueblo indefenso y
desarmado. Pues bien, esos son los más
agresivos, más papistas que el Papa (RISAS).
Y no solo eso.
Hay otra de las ridiculeces de esos eventos internacionales: es que hasta el
representante de una colonia inglesa que lo único que hizo fue pasar de manos
inglesas a manos yankis, el representante, dicen que de una república llamada
Trinidad-Tobago, colonia inglesa hasta hace unos días, colonia yanki ahora,
pues también se reunió en la OEA de juez para juzgar y para sancionar a Cuba. ¡Cosas ridículas hay en este mundo! Cosas de verdad bochornosas.
Pero algo que se traslucía en la OEA era la
desmoralización, porque es incuestionable que esta gente son víctimas de todas
estas contradicciones, son víctimas de su propio descaro, son víctimas de sus
propias estupideces, son víctimas de su propio cretinismo. Y lógicamente no se les escapa un poco de
vergüenza, un poco de pudor, un poco de lógica.
Tienen que decirles a muchos gobiernos allí presentes
que están haciendo un papel muy ridículo, ¡reunidos
nada menos que con Estados Unidos a los pocos meses de la ocupación militar de
Santo Domingo. Y cuando los generales
del Pentágono hablan de su derecho a intervenir en cualquier país de América
Latina que les dé la gana, ir a reunirse allí con el bandido principal a
sancionar y adoptar medidas contra Cuba.
Y lógicamente esa desmoralización se trasluce, ese caos se hace
patente.
No todos los representantes de todos los gobiernos
—hay que decirlo en justicia— tuvieron la misma actitud cínica. Hay que decir que algunos, incluso, adoptaron
posiciones en que se dejaba ver la vergüenza que sentían al tener que
participar en aquella farsa ridícula y estéril.
Y por cierto que hubo, como en los últimos tiempos,
una sola honrosa excepción, un solo gobierno, ¡una vez más, el gobierno de
México! (APLAUSOS) Unico Estado de América Latina cuyos
gobernantes han mantenido una actitud digna, una actitud decorosa, una actitud
independiente; único Estado cuyo gobierno sistemáticamente ha hecho resistencia
a toda esta ingloriosa, indecorosa, y bochornosa política imperialista, contra
nuestro país.
Es por eso que el Estado mexicano y los gobernantes de
ese Estado se han ganado realmente el respeto de nuestro país. Es el único gobierno, el único Estado de
América Latina, por el cual nuestro gobierno siente sincero y profundo respeto
(APLAUSOS).
Entre las peores características de la política y de
los acuerdos de ese organismo inmoral, está la política declarada de intentar
matar de hambre a nuestro pueblo. Son
tan descarados, y son tan ridículos, y son tan irreales, que creen
—acostumbrados como están a esa moral de bandido— que pueda haber nadie en el
mundo que pueda estar de acuerdo con esa política de bloqueo económico que el
imperialismo ha estado llevando a cabo contra nuestro país con la complicidad
de estos gobiernos latinoamericanos.
Una de las cosas más criminales, una de las cosas que
más puede herir la conciencia universal, es una política semejante. Cuando todos los hombres que tienen un poco
de cultura en este mundo adquieren conciencia del tremendo problema de los
países subdesarrollados, de las enormes distancias que separan los países
industrializados de los países subdesarrollados; cuando todos los economistas
del mundo, cuando todos los hombres que tienen algunas preocupaciones
universales, se reúnen para analizar, para ver cómo pueden encontrarle solución
al dificilísimo problema de los países subdesarrollados, el imperialismo, con
una banda de lacayos muertos de hambre, tratados a puntapié, subdesarrollados,
se presenta en el mundo proclamando una política declarada de bloqueo económico
contra un país cuyo delito es tratar de liberarse de las tutelas imperialistas,
tratar de liberarse del subdesarrollo, tratar de liberarse de la explotación,
tratar de liberarse del hambre (APLAUSOS); a proclamar eso, incluso en el seno
de las Naciones Unidas.
Y aunque las Naciones Unidas están muy lejos de ser un
organismo digno de confianza, aunque las Naciones Unidas de verdad ha sido en
cierta medida un instrumento del imperialismo, y que allí mayorías mecánicas
han apoyado muchas de las fechorías de los imperialistas, por lo menos, allí en
las Naciones Unidas hay un número considerable de voces y de opiniones que
están muy lejos de coincidir con estas y aprobar semejante política.
Si los imperialistas y sus lacayos muertos de hambre
intentan proclamar a la faz del mundo su política criminal de bloqueo
económico, discutan sus lacayos si es bueno o no, y, claro, quien tiene el
tejado de vidrio no puede lanzar piedras sobre sus vecinos. Y todos estos señores con tanto tejado de
vidrio, y de vidrios rotos, tienen sus vacilaciones, y tienen sus dudas, acerca
de si llevar o no a las Naciones Unidas el caso de Cuba.
Nosotros no sabemos si lo llevan o no, y nos importa
un bledo. Pero nosotros sí lo vamos a
llevar. Nosotros sí (APLAUSOS). Nosotros en las Naciones Unidas vamos a
denunciar la política del imperialismo, la criminal política imperialista
contra un pueblo (APLAUSOS), y la asquerosa, repugnante, y criminal política de
bloqueo económico contra Cuba.
¿Y qué podrá decir el representante yanki si nunca ha
tenido cara ni valor de pararse allí, delante del representante de Cuba? Si siempre escapa, cuando llega el
representante de Cuba el representante yanki escapa de la Asamblea. Porque es que son tantos los crímenes del
imperialismo, ¡son tantas sus contradicciones!
Y entre otras cosas, creo que nuestro representante
allí puede llevar algunos libros, como son, por ejemplo, los libros publicados
por los colaboradores de Kennedy: Schelsinger,
Sorensen y otros muchos que se han dedicado a
escribir allí; autores americanos, periodistas serios como los que hicieron la
historia de la CIA en la Bahía de Cochinos.
Creemos que deben llevar todo el expediente de los crímenes, los actos
de bandolerismo cometidos contra Cuba.
¡Y allí van a tener que oírnos en las Naciones Unidas,
aunque no quieran! (APLAUSOS) ¿Por qué?
Porque ese expediente demostrará la complicidad en cada uno de los actos
de bandolerismo y fechoría contra Cuba, contra los países de América Latina, y
los textos, y los libros, a ver qué dice el representante del bandido
principal, que es el representante del gobierno de Estados Unidos.
Y vamos allí a discutir. Ya la cosa no es tan fácil. Y los imperialistas van aprendiendo poco a
poco que ese sentido de prepotencia, que esa invencibilidad se ha ido
perdiendo; no es solo lo de Girón, donde sufrieron un tropiezo serio, no es
solo la Revolución Cubana, a la que inútilmente durante nueve años han tratado
de disminuir sin haber logrado otra cosa que verla crecer con más
fortaleza. Han aprendido, sobre todo, no
solo de las derrotas que otros pueblos en otras partes del mundo les han
inferido, como la derrota que les infirió el heroico pueblo de Corea
(APLAUSOS), han aprendido esencialmente de sus grandes maestros, el gran
maestro contemporáneo del imperialismo yanki, que es el heroico, mil veces
heroico pueblo de Viet Nam (APLAUSOS).
El heroico pueblo de Viet Nam le ha dado a los
imperialistas yankis una imperecedera lección, porque contra la entereza de ese
pueblo, su infinito valor, su infinita capacidad de resistencia y de
sufrimiento se ha estrellado toda la técnica modernísima del imperialismo
yanki. No alcanzaron 100 000 soldados y
mandaron 200 000, no alcanzaron 200 000 Y mandaron 300 000, ¡así hasta tener
medio millón de soldados regulares yankis, sin contar otro medio millón de
títeres de distintas nacionalidades!
Y hay que decir que los imperialistas están siendo
derrotados en Viet Nam, hay que decir que los imperialistas —que hace un año
estaban allí a la ofensiva— están hoy prácticamente a la defensiva
(APLAUSOS). Y esa lección no la podrán
olvidar fácilmente los yankis.
Habían librado otro tipo de guerras, guerras
coloniales, guerras imperialistas, pero nunca habían tenido que enfrentarse a
un pueblo revolucionario en una guerra.
Y esta vez se están llevando una lección imperecedera.
Y lo que les ha ocurrido a los imperialistas en Viet
Nam les está enseñando que no es tan fácil, les está enseñando que estos son
otros tiempos distintos, les está enseñando que la técnica se estrella contra
la voluntad y la moral de combate de un pueblo revolucionario (APLAUSOS).
Y los imperialistas saben que no es tan fácil, ni
mucho menos, cualquier aventura belicosa contra nuestro país. Claro está que cuando los “gorilas” hablan de
invasiones a Cuba y de sus armadas preparadas, eso es un cuento; ellos están
pensando en los marines yankis, en la aviación yanki, en la escuadra
yanki. Claro, piensan que ellos pueden
venir como cocineros con la infantería de marina. En buena lid, lo que los “gorilas” le ofrecen
al imperialismo para invadir a Cuba son cocineros, friega-platos y criados de
mano. Porque un general de esos,
argentino, por ejemplo, tal vez se sentiría muy honrado en ser asistente de un
sargento de la infantería de marina de Estados Unidos, para cocinarle y lavarle
la ropa. En el fondo hay eso; no hay que
tomar en serio esos alardes ni esos alborotos.
Cualquier general de esos aterriza o desembarca equivocado aquí, ¡y no
tiene tiempo ni de enterarse qué fue lo que pasó! (RISAS)
Todos los ejércitos juntos de todos los “gorilas” esos
pueden venir juntos aquí a Cuba, a cualquier lugar, y no duran 24 horas; eso
ellos lo saben. Ellos alardean a costa de
la escuadra yanki, el ejército yanki, la técnica yanki, los recursos militares
de los yankis. Pero los yankis tampoco,
ni mucho menos, podrían venir a dar aquí un paseo militar en este país. Y los yankis deben saber —porque no se puede
ser cretino toda la vida, todo el tiempo— que tienen
que tener un poco de cuidado y no cometer cualquier equivocación de esta índole
contra nuestro país, y que la cosa no es tan fácil. Por eso están ahí chapoteando en sus
contradicciones, sus desvergüenzas, sus inmoralidades.
Dicen que intentan presionar a Europa. ¡Cosas “veredes”: los muertos de
hambre reunidos para amenazar a Europa de un bloqueo prácticamente!, que van a
boicotear, que van a bloquear las empresas, los países, los gobiernos que
comercian con nosotros. ¡Los muertos de
hambre! La situación es verdaderamente
trágica, porque los problemas que tienen que enfrentar los pueblos de América
Latina en los años venideros son muy difíciles, pero muy difíciles. ¿Por qué?
Por la situación que se ha ido desarrollando en el comercio del
mundo.
Estados Unidos tiene poderosas barreras arancelarias
para proteger sus productos, para proteger sus negocios, para proteger su
algodón, para proteger todos los cultivos incluso semitropicales, para proteger
sus granos. Y no solo eso: subsidia su
agricultura para realizar “dumping” con algunos de
esos productos, muchos de los cuales son productos del comercio de América
Latina. Incluso en días recientes, en la
Conferencia Internacional sobre el Café, surge una disputa entre Estados Unidos
y Brasil. ¿Por qué? El café constituye para Brasil pues renglón
decisivo de su economía, y los brasileños desarrollaron alguna industria de
café soluble para aumentar las exportaciones.
Pero en Estados Unidos algunas empresas monopolistas establecieron sus
industrias también de café soluble, que adquieren café en Africa, lo mezclan
con algún café arábico y hacen grandes negocios. Entonces el representante de Estados Unidos
planteaba que Brasil tenía que ponerle un impuesto a las exportaciones de su
café soluble o ellos establecerían una protección arancelaria para proteger a
los productores norteamericanos de café soluble. Es decir que el Estado imperialista de
Estados Unidos, con tal de proteger los intereses de unas cuantas compañías que
tienen un negocio de café soluble, adoptan cualquier medida, aunque ello
implique la ruina de un país de 80 millones de habitantes. Esos son los principios que practica el
imperialismo en su política internacional.
Entonces: Estados Unidos forma una comunidad
económica por sí mismo protegida de la red aduanal; Europa Occidental forma
otra comunidad económica por sí misma protegida por barreras aduaneras; dentro
de esas barreras están algunas de las antiguas colonias que todavía siguen
produciendo mercancías tropicales para Europa.
Inglaterra tiene, junto con algunos otros países, sus propias
barreras. Por otro lado está la
comunidad de países socialistas. De
manera que los países de América Latina constituyen la región del mundo
subdesarrollada, pobre, llena de deudas, por cuyos productos reciben cada vez
menos, que se enfrenta a todas esas barreras de los países desarrollados y que
no está protegida por ningún sistema de comunidad económica.
Esa es la situación de los países de América Latina. Y siendo esa situación la peor, que
constituye la peor situación... Porque
incluso antiguas colonias de países de Europa reciben los beneficios de las
barreras arancelarias de la comunidad europea.
Y a medida que esa comunidad aumenta, a medida que nuevos países
ingresan en esa comunidad, ingresarán países que producen carne, ingresarán
países que producen trigo, ingresarán países que producen café, que producen
azúcar, y nuevas barreras interferirán las posibilidades comerciales de los
países de América Latina. Tal situación
solo puede ofrecer un panorama tétrico al porvenir de los pueblos de América
Latina.
Sin embargo, los representantes de esos gobiernos se
reúnen con el imperialismo, cuyos intereses son absolutamente antagónicos con
los de esos pueblos, para bloquear a Cuba; incluso para amenazar de bloqueo a
Europa.
Mas no solo existen los problemas derivados de las
barreras arancelarias. Hay una realidad: Estados Unidos
trata de apoderarse de los mercados del mundo para sus productos industriales;
Estados Unidos con sus productos industriales trata de crear en América Latina
y en otros lugares del mundo condiciones privilegiadas para su competencia con
la industria de Europa.
¿Y qué es lo que saben los países de Europa? Que Estados Unidos utiliza todas las armas
lícitas e ilícitas para monopolizar los mercados; los monopolios
norteamericanos compiten con las industrias europeas. Es ridículo, es ilusorio, es propio de
cretinos, creer que Europa se va a plegar a ninguno de sus caprichos, a ninguna
de estas maniobras, a ninguna de estas estúpidas medidas del imperialismo y sus
lacayos de América Latina.
Pero la osadía del imperialismo y sus lacayos llega
todavía más lejos, ¡todavía más lejos!: pretenden incluso chantajear a la
comunidad socialista, pretenden incluso amenazar a la comunidad socialista,
pretenden exigir a la comunidad socialista que cese también prácticamente el
comercio con Cuba. ¡¿A qué grado de
cretinismo, a qué grado de imbecilidad, a qué grado de ilusionismo han llegado?!
Por ese camino seguido por el imperialismo y sus
lacayos irán al peor de los fracasos. Es
que iniciaron el camino de las agresiones contra Cuba, el camino de las
violaciones de los derechos de Cuba, el camino de la violación de las leyes
internacionales, el largo camino de todas las fechorías habidas y por haber
contra nuestra patria, y han llegado al final al callejón sin salida, al
ridículo, al fracaso, en que les cuesta trabajo hacer cualquier cosa en un
sentido o en otro, tomar una medida en un sentido o en otro, porque la
alternativa de sus bribonadas, la bribonada de atacar militarmente nuestro
país, es una aventura que a estas horas tienen que pensarla tres veces. Y esa es la situación real.
Por eso nuestro país ha permanecido sereno, imperturbable,
frente a las nuevas maniobras imperialistas, y allí en el seno de las Naciones
Unidas nuestro representante se encargará de decirles las verdades que merecen
el imperialismo y sus lacayos (APLAUSOS).
Nuestro país debe proseguir adelante trabajando
tesoneramente en todos los órdenes, fortaleciendo su economía, fortaleciendo
sus defensas, de manera que cada día que pase, cada mes que pase, estemos más
preparados tanto militarmente como económicamente para resistir cualquier
agresión, cualquier bloqueo armado, cualquier aventura imperialista.
Nosotros debemos saber que los años venideros siempre
serán años preñado s de peligro, pero eso no nos desanima, ¡eso no nos
desanima! Trabajamos con entusiasmo
hacia el porvenir, nos preparamos para enfrentar cualquier eventualidad en
cualquier orden, en cualquier frente, sabiendo que somos cada vez más un pueblo
más preparado, un pueblo cada vez más consciente, un pueblo cada vez más sólido
y que podemos resuelta y serenamente enfrentar cualquier dificultad, cualquier
agresión.
Trabajamos para el porvenir con todas nuestras
energías, con todo nuestro aliento, y defenderemos ese porvenir y defenderemos
ese derecho a nuestro porvenir hasta con nuestra última gota de sangre, hasta
con nuestro último aliento (APLAUSOS).
¡Somos mucho más fuertes y nuestro camino es aún mucho
más claro que hace nueve años! ¡Somos
mucho más fuertes y nuestro camino está mucho más claro que hace siete
años! ¡Somos mucho más fuertes y tenemos
un pueblo mucho más consciente, un pueblo mucho más organizado, un pueblo mucho
más revolucionario, un pueblo mucho más armado!
Por tanto: confiemos en el porvenir,
entreguémonos de lleno a seguir adelante en nuestra tarea, y que cada año, cada
mes y cada día sea un incremento más de nuestra disciplina, de nuestra
conciencia, de nuestro entusiasmo, de nuestra solidez y de nuestra fuerza, de
lo cual en el día de hoy nuestros Comités de Defensa han dado aleccionadora y
ejemplar prueba.
¡Vivan los Comités de Defensa de la Revolución!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)