DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA
DESPEDIDA A LAS BECARIAS QUE HAN LABORADO EN DIVERSAS TAREAS DEL REGIONAL GUANE-MANTUA
y EN LA INAUGURACION DE DISTINTAS
OBRAS EN GUANE, PINAR DEL RIO, EN EL ESTADIO DEPORTIVO, EL 29 DE ABRIL DE 1967.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores invitados;
Compañeras estudiantes;
Compañeros jóvenes
constructores;
Trabajadores:
En
varias ocasiones durante algunos de nuestros recorridos por esta zona de la
provincia de Pinar del Río, muchas veces las compañeras que han estado
laborando en este plan me pedían que les hiciera la visita, que querían conversar; y, en fin, nosotros veníamos por lo
general en un recorrido rápido, ustedes estaban divididas... ¿en cuántos campamentos? ...Nueve
campamentos. Y yo les explicaba que era
muy difícil conversar en los campamentos, porque se reunía un gran número de
ustedes y era imposible ni caminar ni conversar. Luego si iba a un campamento, iba a tener que
visitar todos los demás.
Siempre
les dije: De
todas maneras yo les voy a hacer la visita y vamos a tener una reunión.
Pasó el tiempo. Vino la quincena de Girón y se acercaba ya el
final del programa de trabajo, y realmente todavía estaba pendiente el
compromiso de la reunión. De todas
formas, quisimos cumplir nuestra palabra.
No quiere decir esto que sobre el tiempo,
no quiere decir tampoco que ustedes no se merezcan todo el tiempo que sea
necesario reunirse y conversar. Ustedes
se merecen, en nuestra opinión, de parte de todos los hombres de la Revolución,
cualquier consideración.
Pero no es eso fundamentalmente el motivo
por el cual, teniendo en cuenta el compromiso y aun sin el compromiso, creíamos
conveniente organizar este acto de despedida a ustedes en la noche de hoy.
Nosotros creemos sinceramente que la
tarea que se les encomendó en cuanto al trabajo la han cumplido bien. Pero hay una tarea que nadie les encomendó
especialmente, que para nosotros tiene más significado, y que ustedes han
cumplido a cabalidad. No se trata de las
horas trabajadas diariamente, no se trata de las metas cumplidas día por día
durante tres meses, que son muchas y que son muy satisfactorias. Se trata fundamentalmente de la actitud que
ustedes han tenido, de la disposición con que se incorporaron al trabajo, del
entusiasmo que mantuvieron durante todo el tiempo, de la demostración que han
hecho de las fundadas esperanzas que nuestra Revolución tiene en las nuevas
generaciones; la forma en que ustedes han actuado como representantes de
nuestra juventud de hoy, el espíritu con que ustedes han trabajado, y que era
tanto como esperábamos de ustedes y aún más de lo que esperábamos de ustedes.
No se trata de que hagamos un merecido
reconocimiento a esa actitud y a esa conducta.
Se trata de que, en nuestra opinión, la conducta de ustedes constituye
un símbolo, una prueba, un ejemplo que sin duda ejercerá una influencia
positiva en todos los jóvenes, y la ejercerá además en los que vengan después
que ustedes; y, además, la ejercerá en ustedes.
Por eso nos hemos tomado interés en que
se filmara un documental en estos tres meses.
Les he preguntado a algunas de ustedes por el documental, y algunas me
han hablado de que sí, de que estuvieron; otras dijeron: “Aquí en este campamento no
estuvieron”; otras dijeron: “Nosotros
somos la vanguardia y no nos han tomado todavía una película”. En fin, no sé si será prácticamente posible
que quienes tienen la tarea de hacer documentales puedan en todos los casos
satisfacer esas exigencias. Pero sé que
el documental se hizo. Y no se trata de
que ese documental tenga solamente un valor hoy día. Hoy día lo tiene. Y nosotros pensamos que todos los estudiantes
vean ese documental. Pero tendrá, sobre
todo para el futuro, para ustedes y para todo el país, una importancia mucho
mayor.
Esta Revolución se ha caracterizado no
tanto por la propaganda que hace de las cosas que hace, como por las cosas que
hace. Muchas veces oímos a numerosas
personas que en presencia de cualquiera de los trabajos que hace la Revolución
se admira, y se dicen:
Pero esto no lo conocía, pero esto no lo conoce mucha gente, o
esto no lo conoce nadie.
Naturalmente que las cosas que la
Revolución haga no tienen nada de extraordinario; las cosas que la Revolución
hace constituyen un elemental deber de la Revolución. Y desde nuestro punto de vista
revolucionario, las cosas que la Revolución haga nunca serán suficientes, nunca
serán tantas como las que el ambicioso espíritu de cualquier revolucionario
desearía hacer; las cosas que la Revolución hace constituyen el trabajo, la
razón de ser de la Revolución.
Cuando no había revolución cualquier cosa
recibía mucha publicidad. Si algunos de
los estudiantes de historia revisaran los periódicos, verían que cuando se
hacía un aula en cualquier lugar del país aparecía en las primeras páginas de
los periódicos, cuando se arreglaba una calle, una acera, cuando se hacía un
parquecito en cualquier lugar, cuando se hacía un camino cualquiera, una obra
cualquiera, si alguna vez le hicieron un favor a alguien; porque cualquier cosa
que hacían por el pueblo, o por cualquier ciudadano del pueblo, el concepto con
que lo hacían era el concepto de un favor.
Y a todo aquello le daban mucha publicidad, y había muchos periódicos
que recibían mucho dinero por darle publicidad a cualquier cosa.
La Revolución no podría sacar en las
páginas de los periódicos las aulas que ha hecho; la Revolución no podría sacar
en las páginas de los periódicos todas las cosas que por decenas, a lo largo y
ancho del país, se hacen. Los periódicos
no alcanzarían, en primer lugar; y, en segundo lugar, la Revolución no hace
obras para hacer propaganda con sus obras, la Revolución no hace obras para que
se conozcan las obras. Y si la
Revolución hace algo para que se conozca su obra y no es mucho lo que hace por
eso, lo hace con un sentido completamente diferente, lo hace para alguna
finalidad útil, lo hace porque una experiencia en un lugar puede servir de
ejemplo a otro lugar, lo hace simplemente para informar al pueblo, lo hace para
estimular el entusiasmo en el trabajo.
La Revolución trabaja no solo en los
lugares a las orillas de las carreteras.
Hubo tiempos en que se construyeron en este país algunas casitas, esas
casitas que todavía se ven por algunos sitios, que se hacían todas a la orilla
de la carretera, y no a la orilla de cualquier carretera, a la orilla de la
mismísima Carretera Central.
La Revolución trabaja en las montañas, en
los lugares más apartados del país. La
Revolución en estos instantes, por ejemplo, trabaja intensamente en las
proximidades de la Punta de Maisí. Allá
se está llevando a cabo un plan de desarrollo agrícola y de desarrollo social,
se están construyendo numerosos círculos, numerosas escuelas, algunas de las
cuales estarán inauguradas —según prometen los compañeros de la construcción—
para el mes de julio.
Y aquí estamos precisamente reunidos casi
en el otro extremo de la isla, en las proximidades del Cabo San Antonio. Aún no hemos llegado al Cabo San Antonio,
quiero decir aún la obra de la Revolución no ha llegado al Cabo San Antonio;
aun en la península de Guanahacabibes viven cientos de familias que tienen que
transitar por un camino verdaderamente infernal. Pero creo que no hay dudas de que llegaremos
también hasta el Cabo San Antonio y que la obra de la Revolución beneficiará
también a esas familias.
Se trabaja en las montañas del Escambray,
se trabaja intensamente en las montañas de Oriente, tanto en la Sierra Maestra
como en el Segundo Frente, se trabaja en las montañas de Pinar del Río. Es decir, les enumero esto para explicarles
cómo la Revolución lleva adelante su obra sin preocuparse demasiado, ni mucho,
y ni siquiera poco, por hacer propaganda acerca de esta obra.
Y por eso, con razón, muchos dicen cuando
ven cualquiera de las muchas cosas que se están haciendo que se sorprenden, se
maravillan y no se explican cómo es que no se sabe. Bueno, nosotros tampoco nos lo explicamos
perfectamente bien. Pienso que en parte
es porque sale poco, en parte también porque muchos no se toman la molestia ni
de leer mucho. Culpa de eso tenemos
todos.
Debiéramos saber las cosas que se hacen,
pero algunos trabajan en su frente, digamos la prensa, y divulgan algunas de
las cosas, no para propaganda, para que el pueblo las conozca, porque
entendemos que eso puede formar parte del entusiasmo, puede constituir un
estímulo para todos; por más que en realidad, viendo la actitud con que se
comporta el pueblo, podría decirse que no necesita de muchos estímulos, porque
estímulos y entusiasmo realmente le sobran.
Ocurre que nosotros en todas las cosas
tenemos mucho que aprender, y también en esto de tener medios, de utilizar los
medios cuantiosos de divulgación con que se cuenta. La radio, la televisión, el cine, la prensa,
las revistas, aparentemente no los sabemos utilizar con toda la eficacia, igual
que no sabíamos utilizar prácticamente nada con toda la eficacia.
Pero afortunadamente hemos ido
aprendiendo en estos años, y como consecuencia vamos aprendiendo a hacer mejor
las cosas. Y esperamos
también que en esto de informar al pueblo pues aprendamos y vayamos también
superándonos.
¡Cuántas cosas! Si se habla de cualquiera
de estos temas en cuanto a la deficiencia, me viene a la mente algo que pudimos
comprobar en las montañas de Oriente no hace mucho tiempo, y era el hecho de
que a pesar de tantas imprentas como teníamos en el país, a pesar de tantos
obreros que trabajan en esas imprentas, a pesar de tanto papel como se ha
gastado, en este país no se había impreso un solo libro para los
campesinos. Y usted llegaba a una tienda
en las montañas y encontraba libros de filosofía. No quiere decir que la filosofía sea algo
subestimable, pero aquellos campesinos no estaban en plan de estar estudiando
cuestiones de alta filosofía, estaban interesados por libros sobre agricultura,
libros sobre mecanización, libros de montones de cosas.
Yo le pregunté un día a un trabajador en
una tienda por los libros que tenía allí y los libros que vendía. Dice: “Bueno, tenemos muchos libros de Marx
y Angel.” ¿De Marx y Angel? Digo, ah, ya sé, esto es de Marx y Engels
(RISAS).
Entonces, había libros de filosofía
política, libros de todas clases y uno dice: ¿Qué hacen estos libros aquí? y es
que en el país no se imprimían libros para los campesinos. Bueno, no se imprimían ni siquiera para los
estudiantes.
Afortunadamente ese es un capítulo
prácticamente pasado y hace algún tiempo que se están imprimiendo todos los
libros necesarios para los estudiantes, y ya está organizado un Instituto del
Libro que está haciendo muchas impresiones, dándoles el máximo de utilización a
los recursos humanos abundantes que tenemos en el frente de las imprentas y también
a las maquinarias con que cuenta el país.
Y posiblemente aprendamos a usar un poco mejor el papel.
A veces se imprimía millones de
determinadas obras, que después eran sometidas —como diría Marx— a la crítica
demoledora de las polillas y de los ratones, porque se almacenaban y ni
siquiera tenían salida.
¿Qué puede, pues, extrañarnos de que no
se divulguen algunas de las cosas que nuestro pueblo realiza hoy si ni siquiera
se divulgaban muchas de las cosas valiosísimas que la humanidad ha hecho, que
no se divulgaban ni siquiera cuestiones elementales de técnica agrícola entre
nuestros trabajadores agrícolas y nuestros campesinos, si no se divulgaban las
cuestiones técnicas entre nuestros estudiantes, si nuestros estudiantes no
tenían libros de texto?
Claro está que este problema no fue fácil
resolverlo, y fue necesario tomar una decisión que nosotros conceptuamos de
revolucionarios. Existe en el mundo lo
que se llama la propiedad intelectual.
En estas cosas de propiedad, nosotros tenemos cada vez menos
experiencia. Antes todo era “propiedad,
propiedad y propiedad”. No existía
concepto más conocido, ni concepto más divulgado, ni concepto más sagrado que
el de la propiedad privada. Todo era
privado. Posiblemente esa tierra donde
están ustedes sentadas en este momento era muy privada. Las casas, la tierra, las montañas, el cielo,
el mar, todo era privado. Porque por lo
menos en el mar, en los mares que rodeaban a Cuba, si algún barco transitaba
por esos mares era un barco privado.
Bien: esas cosas van quedando atrás. Toda nuestra nueva generación se va
familiarizando cada vez más con un concepto distinto de la propiedad, y empieza
a ver ya todas esas cosas como bienes de uso común y como bienes que pertenecen
a toda la sociedad.
Claro está que el aire se puede decir que
no era privado por la sola razón que no había manera de agarrar todo el aire y
meterlo en un garrafón. De haber sido
prácticamente posible, de la misma manera en que los geófagos se apoderaron de
la tierra, se habrían apoderado del aire.
Pero más valía que se hubieran apoderado del aire y no de la
comida. El aire estaba prácticamente al
alcance de todo el mundo porque no podía ser encerrado en una botella, pero la
comida no estaba al alcance de todo el mundo, porque la tierra donde se
producía el alimento... Bueno: ya eso no estaba al
alcance del pueblo.
Entre todas las cosas de las cuales se
hicieron propiedades, hubo una muy “sui géneris” que se llamó propiedad
intelectual. Ustedes dirán: Pero esa es
una propiedad abstracta. Sí, es una
propiedad abstracta. Y cosa extraña: el aire no podía
encerrarse en una botella y, sin embargo, algo tan abstracto como es la
propiedad intelectual sí podía encerrarse en una especie de botella.
¿Qué es esto de la propiedad
intelectual? Es de sobra sabido. Pero por si alguno hubiera que no estuviera
muy familiarizado, sencillamente, es la propiedad que emana de una producción
de la inteligencia de los individuos, de un grupo de individuos, un libro, por
ejemplo, cualquier libro de tipo técnico, una novela.
Quiero aclarar bien —porque no me quiero
ganar el odio de los intelectuales, primero, porque sería un odio
injustificado— que esto no quiere decir ni mucho menos un desconocimiento del
mérito, del valor, incluso del derecho a vivir, de quien produce este tipo de
bienes espirituales. Muy bien. Pero ¿qué ocurre? Que esos derechos de propiedad sobre bienes
intelectuales, por costumbre, por sistema dentro del mundo en que se vivió
hasta época relativamente muy reciente, por la influencia de todo ese concepto
capitalista de la sociedad, esos bienes intelectuales eran objeto de
compra-venta.
Y naturalmente alguien, y por lo general
muchos de los creadores intelectuales, han sido mal pagados, muchos han pasado
mucha hambre. Cualquiera que lea, por
ejemplo la biografía de Balzac, que fue uno de los grandes novelistas del siglo
pasado, se conmueve de ver la penuria en que vivía aquel buen hombre. Por lo general muchos de los grandes
creadores han pasado mucha hambre porque no han tenido ninguna ayuda. Muchas obras intelectuales incluso han tenido
un gran valor, pero mucho tiempo después que ya perecieron sus autores. Famosos hubo en todos los campos del arte,
hombres que en su tiempo eran absolutamente ignorados, y posteriormente sus
obras adquirieron la fama y la inmortalidad.
Por lo general los productores
intelectuales han vivido en la pobreza, han carecido del apoyo de la sociedad y
han tenido que vender muchas veces a cualquier precio sus producciones
intelectuales.
¿Y con qué circunstancias o hechos nos
encontramos nosotros? Un país subdesarrollado, un país que carecía en absoluto
de conocimientos técnicos, un país que carecía de técnica y de técnicos; un
país que tenía que empezar por asumir la tarea de enseñar a leer y a escribir
un millón de ciudadanos, un país que tenía que empezar a crear escuelas
técnicas, institutos tecnológicos, escuelas de todos tipos: desde primaria hasta universitaria; un país
que tenía que emprender el camino de formar decenas de miles, cientos de miles
de trabajadores calificados y de técnicos para salir de la miseria, para salir
del subdesarrollo; un país que tenía que recuperar los siglos de retraso que
cargábamos sobre nuestros hombros; un país que cuando se propone recuperar todo
ese tiempo perdido, cuando se propone crear las condiciones de vida para el
pueblo, cuando se propone superar la miseria y el subdesarrollo, un país que
entonces tiene que invertir cada centavo, muchas veces una gran parte de los
escasos recursos con que cuenta, en construcciones, en adquirir medios de
producción, fábricas, equipos, que tiene que hacer incontables inversiones, se
encontraba con el hecho de que no podía educar al pueblo.
¿Por qué?
Porque en la medida que aprendían a leer y a escribir nuestros
ciudadanos, en la medida en que todos los niños empezaban a ir a la escuela, en
la medida en que el número de graduados de sexto grado pasaba de 50 000, y era
ya 60 000, 70 000, 80 000, en la medida en que eran más los que ingresaban en
los institutos tecnológicos y en la universidad, en la medida en que
aspirábamos a vencer el subdesarrollo y la ignorancia, el número de libros que
necesitábamos era cada vez mayor. Y los
libros eran —y son— carísimos.
En virtud de todos esos conceptos de la
propiedad intelectual nos veíamos en la necesidad, si queríamos satisfacer toda
la demanda de libros que existía, de gastar decenas de millones de pesos en
libros. Y sin embargo, es tan difícil
establecer en la práctica eso que se llama propiedad intelectual, que ya no era
la propiedad intelectual de los autores, del producto espiritual, sino de los
que en el mercado, con dinero contante y sonante, y a cualquier precio, es
decir, por lo general a bajos precios, habían pagado ese producto de la
inteligencia. Los que tenían el
monopolio de los libros tenían el derecho de venderlo al precio que estimaran
pertinente. Era necesario tomar una
decisión, una decisión desafiante, sí, pero justa. Y nuestro país adoptó, de hecho, la decisión
de abolir también la propiedad intelectual (APLAUSOS).
¿Qué quiere decir esto? Nosotros consideramos que los conocimientos
técnicos deben ser patrimonio de toda la humanidad; nosotros entendemos que lo
que ha creado la inteligencia del hombre debe ser patrimonio de toda la humanidad.
¿Quién le paga a Cervantes sus derechos
de propiedad intelectual? ¿Quién le paga a Shakespeare? ¿Quién le paga a los
que inventaron el alfabeto, a los que inventaron los números, la aritmética,
las matemáticas? Toda la humanidad se ha beneficiado, de una manera o de otra;
o toda la humanidad, de una manera o de otra, hace uso de aquellas creaciones
de la inteligencia que el hombre ha forjado a lo largo de la historia. Desde el primer hombre primitivo que tomó en
sus manos un palo para tumbar una fruta empezó la humanidad a beneficiarse de una
creación de la inteligencia:
desde el primero que emitió un gruñido y aquel gruñido quiso
decir algo como albor de un idioma futuro, la humanidad empezó a hacer uso de
ese producto de la inteligencia del hombre.
Es decir que todo, o mejor dicho, la inmensa
mayoría de las creaciones del hombre se han ido acumulando a lo largo de miles
de años, y toda la humanidad se siente acreedora al disfrute de esa creación de
la inteligencia, todo el mundo se siente con derecho a disfrutar todas las
creaciones que las generaciones pasadas han producido en otras épocas
históricas.
¿Cómo es posible pretender negarle al
hombre en el día de hoy, a cientos de miles de seres humanos —no a cientos de
miles, me equivoco—, a cientos de millones, y a miles de millones de seres
humanos, que viven actualmente en la pobreza, en el subdesarrollo, cómo
pretender impedirle el acceso a la técnica que esos miles de millones de seres
humanos necesitan para algo tan elemental como es alimentarse, para algo tan
elemental como es vivir?
Lógicamente, adoptar una decisión de esta
índole conlleva, por lo general, enemistades, intereses que se lesionan. Muchas veces esa propiedad intelectual es
abolida y se hace de una manera clandestina, subrepticia, no se proclama. Nosotros no vamos a adoptar ese
procedimiento. Nosotros proclamamos que
consideramos todos los conocimientos técnicos un patrimonio al cual tiene
derecho toda la humanidad, y que tienen especialmente derecho los pueblos que
han sido los pueblos más explotados (APLAUSOS).
Porque, ¿dónde está el hambre, dónde está el subdesarrollo, dónde está
la ignorancia, dónde están las faltas de los conocimientos técnicos? Allí en todas aquellas regiones del mundo
donde los hombres fueron criminalmente explotados por el colonialismo durante siglos
y por el imperialismo después.
Por lo general los libros técnicos se
producen en los países desarrollados. ¿Y
entonces los países pobres, los países explotados durante siglos no tienen
acaso derecho a hacer uso de esa técnica, cuando de sus propias costillas
—durante siglos— salieron muchos de los recursos con que esos países, armados
de una técnica moderna, se desarrollaron?
En Estados Unidos hay miles y miles de
libros técnicos. Pues bien, nosotros
hemos empezado por declarar abolida la propiedad intelectual de todos los
libros técnicos de Estados Unidos (APLAUSOS), y proclamamos nuestro derecho, en
primerísimo lugar, a imprimir todos los libros técnicos norteamericanos que
consideremos de alguna utilidad para nosotros (APLAUSOS).
Claro está que para justificar esto no
hacen falta todas las consideraciones que hacíamos anteriormente; cuando
nosotros imprimimos los libros técnicos de Estados Unidos lo hacemos con todo
el derecho que nos da resarcirnos en alguna medida del daño que han tratado de
hacerle a este país. Pues bien: sobrarían las
consideraciones de derecho con relación a Estados Unidos; pero nosotros,
independientemente de esa circunstancia, consideramos un derecho de nuestro
pueblo y de todos los pueblos subdesarrollados, el uso de todos los
conocimientos técnicos que se hayan divulgado en el mundo y, en consecuencia,
nos consideramos en el derecho de imprimir cualquier libro de tipo técnico que
necesitemos para nuestro desarrollo, que necesitemos para formar nuestros
técnicos.
¿Y a cambio de eso qué damos
nosotros? Nosotros consideramos un deber
de la sociedad ayudar, estimular, consideramos un deber de la sociedad el de
proteger a todos los creadores intelectuales.
No de protegerlos, quizás ese no es el concepto adecuado. Nosotros consideramos que deben ocupar su
lugar en la sociedad, con todos los derechos, como trabajadores eminentes,
nuestros creadores intelectuales.
Nuestra sociedad puede y está en la
disposición de compensar a todos los creadores intelectuales cubanos; pero a la
vez renunciar, renunciar internacionalmente, a todo derecho de propiedad que
nos corresponda (APLAUSOS).
En este país no se producen muchos libros
técnicos, pero, por ejemplo, se ha producido mucha música que agrada al mundo.
Y en el futuro, en todos los campos de la
intelectualidad, nuestro pueblo producirá cada vez más y más. Nosotros desde ahora decimos que renunciamos
a todo derecho sobre nuestra propiedad intelectual; y que, arregladas las cosas
entre el productor intelectual cubano y el gobierno cubano, nuestro país
renuncia a todo derecho de propiedad intelectual. Es decir, que nuestros libros podrán
imprimirse libremente en cualquier lugar del mundo (APLAUSOS), en cualquier
lugar del mundo; mientras nosotros, a la vez, nos consideramos con el derecho a
hacer lo mismo.
Si todos los países hicieran igual, si
todos los países hicieran igual la humanidad toda saldría beneficiada.
Esto es, sin embargo, utópico. Es imposible pensar que un país capitalista
pueda hacer eso.
Pero si todos los países hicieran
exactamente igual, por cada libro que un país creara, por cada libro que en un
país se imprimiera, mejor dicho, se escribiera, y renunciara a los derechos
sobre tal libro, el país podría adquirir los derechos de todos los libros que
se escriben en todos los demás países del mundo.
Naturalmente, nosotros no podemos
pretender que eso ocurra así. Pero por
nuestra parte definimos que sobre este problema de la propiedad intelectual
nuestra política será esa. Y entendemos
que es correcto que lo declaremos con toda franqueza, no importa los que se
disgusten.
Podemos, naturalmente, hacer algunos
arreglos de mutua conveniencia con cualquier país; que envíen libros de los
cuales imprimen grandes cantidades, y nosotros enviemos libros de los cuales
imprimimos grandes cantidades. Cualquier
tipo de intercambio de libros ya impresos, cualquier tipo de arreglo de esa
índole, nosotros lo podemos hacer perfectamente; todo lo que pueda convenir en
este sentido a cualquier país. Pero esta
es la política a la que nos atendremos.
Lo mismo haremos con las cosas que se
llaman “patentes”. Nosotros, por nuestra
parte, es verdad que no hemos inventado grandes cosas todavía ni muchas cosas,
y no se trata de que pensemos convertirnos en inventores; pero cualquier
bobería que inventemos nosotros estará al servicio de toda la humanidad. Cualquier éxito en el campo de la técnica,
cualquier éxito en el campo de la agricultura.
Y hay que decir que aspiramos en ese
campo, sí, a tener muchos éxitos. No
pasará mucho tiempo, y mucha gente en muchas partes tendrá que volver los ojos
a ver qué estamos haciendo aquí y cómo este país, situado en zona tropical,
resuelve muchos de los problemas agrícolas no resueltos en otros países
tropicales del mundo. Porque sobre todo
la pobreza ha estado alojada en los países tropicales; prácticamente no existen
países tropicales en zonas llamadas desarrolladas del mundo. Y nosotros sin duda de ninguna clase que
nos situaremos a la vanguardia de la agricultura en las zonas tropicales del
mundo; y nuestras soluciones, nuestra técnica, estarán al alcance de todo el
que quiera sacar provecho de ello.
Sabido es que, por ejemplo, en nuestro
Instituto de Investigaciones Cañeras se realizan una serie de investigaciones: se trabaja para
buscar nuevas y mejores variedades de caña.
Pues bien:
nosotros, país productor de caña, cada vez que logremos una
variedad nueva de caña, la ponemos a disposición de cualquier país productor de
caña del mundo al que le interese esa variedad (APLAUSOS). Nosotros no andaremos con raquíticos y
menguados egoísmos, ¡no! Nosotros no
andaremos mirando cuestiones de competencia.
Si en la avicultura, por ejemplo,
desarrollamos una variedad de ave que ponga más huevos que otra o produzca más
carne que otra, la pondremos a disposición de cualquier pueblo del mundo. Si nosotros en la ganadería, con los trabajos
masivos que estamos haciendo en genética, logramos ejemplares óptimos, logramos
nuevas razas animales o logramos dentro de las razas existentes variedades de
singular característica, nosotros pondremos a disposición de quien lo necesite
esos conocimientos, e incluso la posibilidad de adquirir —por inseminación
artificial o por el procedimiento que sea—, la posibilidad de obtener también
esos ejemplares. En cualquier campo de
la agricultura. No andaremos pensando en
competencias.
Porque la competencia pertenece a un
mundo de hambre, porque la competencia pertenece a un mundo de subdesarrollo,
porque la competencia pertenece a un mundo donde el hambre y la miseria se han
convertido en una institución. Porque,
¿qué es la competencia? Es esa pugna
entre productores de un mismo producto por un mercado limitado. Cuando se produce la competencia, se produce
la pugna, no es la pugna por darle alimento a todo el que lo necesita, sino la
pugna por darle alimento al que lo pueda comprar. Igual que en nuestro país, en que podía
sobrar cualquier cosa, porque no se producía para las necesidades: se producía para el
mercado. Y el que no tenía un centavo en
el bolsillo, no contaba para nada, y podía sobrar el café, y podía sobrar la
leche, y podía sobrar la carne, y podía sobrar el cítrico. Podía sobrar todo, porque el que no tenía
dinero con qué compraba qué.
Y en medio de la falta de trabajo, en
medio del caos, la anarquía y las limitaciones dé una economía capitalista,
cualquier cosa sobraba. Porque más que
cosas, sobraban los desempleados, sobraban los que no tenían un centavo en el
bolsillo ni manera de adquirirlo, y que, por tanto, no contaban para nada.
En el mundo cientos de millones de
ciudadanos viven en la miseria, viven subalimentados.
Y estos conceptos de competencia tendrán
que desaparecer en el mundo de mañana.
Porque al igual que nuestro pueblo produce hoy no para el mercado, sino
para sus necesidades —es decir, en el orden interno trata de producir tanto
cuanto se necesite, no tanto cuanto se pueda vender—, en el mundo del futuro
las naciones tendrán que trabajar con el mismo criterio.
Naturalmente, eso solo ocurrirá cuando el
colonialismo y el imperialismo hayan desaparecido del mundo.
Y nosotros sabemos que hay las
necesidades en el mundo, y que todo lo que nosotros produzcamos de cualquier
producto siempre habrá quien lo necesite y que sea capaz de producir cosas que
necesitemos nosotros. Por eso la ventaja
nuestra para el desarrollo pleno de nuestra agricultura; por eso podemos
lanzarnos a la aplicación de la técnica en masa y al desarrollo gigantesco de
nuestros planes en los diferentes renglones de la producción, para producir lo
que necesitemos nosotros plenamente, y para producir más que suficiente con que
intercambiar nuestros productos. Porque
sabemos que todo lo que nosotros produzcamos siempre podrá ser útil a otro, y
que otros países podrán hacer lo mismo, y producir aquellas cosas que puedan
sernos útiles a nosotros.
Pero, empezando por el mercado interno,
produciremos todo lo que necesitemos, tanta leche como necesitemos y el día que
sobre la leche no vamos a empezar a botar la leche. ¿Qué han hecho muchos países capitalistas en
las últimas décadas? Sobró café, quemaron café; sobraron otros productos y los
quemaron y los botaron, y las restricciones...
Nosotros no padeceremos de esos males.
Si sobra un día la leche preguntamos cuánto es el promedio de lo que se
está consumiendo, y o se rebaja el precio de la leche o se regala la leche.
En semanas atrás algunos de nuestros
productos agrícolas comenzaron a sobrar.
¿Y qué ocurrió? Pues
establecieron unas placitas, y en las placitas se compraban algunas cosas y lo
que sobraba se lo regalaban á los que iban a comprar allí.
Este año, por ejemplo, se están
fertilizando 4 millones de matas de cítricos.
Ustedes ya saben bien lo que es una mata de cítricos, y ustedes ya saben
bien qué es un millón de matas de cítricos.
En el país calculamos que hay unos 4 millones de matas de cítricos en
total, y en este momento se están fertilizando todas las matas de cítricos, y
este año ya hubo abundante cítrico. Es
posible que para el próximo año en determinados meses, si no se le ocurre venir
algún ciclón fastidión de esos que de vez en cuando pasan por aquí y que
todavía hacen daño porque no está bien distribuida la producción en todas las
regiones, pues puede haber meses en que sobre el cítrico.
Claro que el cítrico es un producto que
tiene mercado exterior, pero nosotros necesitamos prepararnos para las
exportaciones, establecer las industrias pertinentes, y mucho antes de que
hayamos creado las condiciones para las exportaciones se van a producir aquí
grandes cantidades de cítricos. Ese cítrico
que se está fertilizando no es principalmente con vistas a la exportación, sino
con vistas al consumo; con vistas a las exportaciones, todo este cítrico que
ustedes ven que se está sembrando aquí y el que se está sembrando en otros
muchos lugares del país.
Y ya que estamos hablando de cítricos,
puedo decirles, por ejemplo, que sembraremos entre 1967, 1968 y parte de 1969 —¿saben cuántas hectáreas de cítricos?—, más o menos
sembraremos 100 000 hectáreas con regadío.
Y ya tenemos localizadas todas las tierras, y muchas de esas tierras
eran tierras como estas, subutilizadas, llenas de maleza, etcétera.
Por lo tanto, tenemos no solo en caña
sino en cítricos también alimentos magníficos, de magníficas perspectivas, de
magnífica y de extraordinaria utilidad para nuestra población. Desde luego, comeremos todos los cítricos que
todo el mundo quiera comer, pero consumiendo aquí cada uno de los ciudadanos
todos los días todos los cítricos que quiera siempre de cada 10 matas sobrarán
ocho como excedentes exportables para el país.
Y no solo pensamos sembrar esas hectáreas de cítricos, sino que están
sembrándose con toda la técnica y tendrán el máximo de productividad. Nosotros aspiramos a competir con los países
más avanzados del mundo en productividad por hectárea de cítricos.
Pero para tener una idea de lo que serán
100 000 hectáreas de cítricos, basta decir que produciremos al año
prácticamente tanto cítrico como el que hoy produce Estados Unidos para una
población de 200 millones de habitantes (APLAUSOS).
Una producción variada, de distintos tipos,
con riego, con el máximo de producción, desde el máximo de plantas por unidad
de superficie, con el máximo de protección contra los ciclones, y no solo eso,
sino también tomando todas las medidas pertinentes para lograr plantas inmunes
a los tipos de plagas que más puedan afectar las plantaciones de cítricos.
Estamos seleccionando ya muchas de las
semillas de aquellas variedades que son inmunes a algunas de esas plagas. Y en los casos en que nos hemos visto en la
necesidad de sembrar, cuando todavía no habían sido localizadas todas las
plantas, que eran escasas, de ese tipo, cuando nos hemos visto obligados a
sembrar como patrón alguna planta que no es inmune, ya se están haciendo los
primeros contrainjertos, serán unas raíces que saldrán del tronco principal, y
que serán una garantía frente a algunos tipos de epidemias con la raíz, que ya
será inmune.
Esos son aspectos de la técnica de los
cultivos de los cítricos, pero lo que me interesa explicar es que serán
variedades inmunes a las enfermedades que puedan ser más peligrosas para la
producción de cítricos. Y que nuestras
plantaciones serán con regadío, estarán protegidas de los ciclones, estarán
protegidas de las enfermedades, recibirán una atención óptima, y las fórmulas
de fertilizantes adecuadas con incesantes exámenes de la tierra y exámenes
foliares de las plantas. Detrás de las
plantaciones vendrán los laboratorios, vendrán los técnicos en examen foliar
dondequiera que tengamos plantaciones grandes de cítricos.
Además, como consecuencia del desarrollo
de nuestra técnica agrícola, hay cosas nuevas, muy nuevas y muy
interesantes. Por lo general, se
acostumbraba antes entre los cítricos a sembrar plátano, a sembrar malanga, a
sembrar viandas, es decir, a roturar la tierra, y la roturación de la tierra en
las plantaciones de cítricos son realmente muy perjudiciales. No es correcto. En muchos países se aconseja mantener algún
pasto, alguna yerba de poco crecimiento, para mantener una cobertura vegetal.
Y nosotros vamos a introducir una
innovación, y vamos en este espacio a sembrar no un cultivo anual sino que,
aprovechando la distancia entre las hileras de cítricos y entre mata y mata;
vamos a sembrar una plantica más pequeña que puede ocupar perfectamente bien
ese espacio: entre los cítricos vamos a sembrar café (APLAUSOS).
Veníamos sembrando café en las montañas,
en las ondulaciones, en algunos llanos; plantaciones de café se han hecho, se
están haciendo, se seguirán haciendo.
Pero ahora ha surgido esta magnífica variante: en el espacio entre hilera e hilera,
café, de tal forma que tendremos también decenas de miles de hectáreas de café
con regadío entre los cítricos; café de una variedad bastante resistente al
sol, y que estamos completamente seguros de que en esas tierras de cítricos con
regadío crecerá espléndidamente.
Por eso surge ya un vivero de 24 millones
de plantas de café, en el cual posiblemente muchos de ustedes han trabajado
(APLAUSOS) y que ya este año comenzarán a sembrar.
De manera que si los cítricos comenzarán
a producir frutos a los cuatro años, el café comenzará a producir sus frutos a
los dos años. Cuando las plantas de
cítricos crezcan y se desarrollen, se reducirá el área foliar, naturalmente,
del café, pero aprovecharemos durante muchos años esas tierras. Y aun cuando ya sean grandes las plantaciones
de cítricos, como podemos mediante la poda permitir ramas un poco más elevadas
en unos, ramas un poco más bajas en otros, tendremos cada una de esas hectáreas
cubierta de cítricos en la parte más alta, y en la parte más baja cubierta por
el follaje de las plantas de café que, como ustedes saben, pueden resistir el
sol pero pueden también producir a la sombra de otros frutales.
De manera que, además de las plantaciones
que venían haciéndose de café, surge esta nueva posibilidad de incrementar el
cultivo del café, que es también algo que produciremos para nuestras
necesidades y además como otro de los excedentes exportables de nuestro
país. De tal manera que nuestra
agricultura se desarrolla, introduce innovaciones de todos tipos. Ya nuestra agricultura, como ustedes han
visto aquí, está empleando masivamente el avión. En las proximidades de este plan de Guane
está la escuela donde se forman los pilotos de nuestra Fuerza Aérea (APLAUSOS). Esos compañeros aprendían ahí a manejar esos
aviones; antes de estos planes, pues tenían que arrojar arena, tierra, para
hacer sus prácticas. Ahora en las
propias prácticas utilizan esos aviones y esas horas en regar, por ejemplo,
cal, que ha producido un magnífico efecto en el pasto de esta región: los
utilizan en regar fertilizantes. El
empleo de la aviación en la fertilización abre un campo de increíbles
perspectivas.
Esas plantaciones de cítricos con café
abajo traen un inconveniente, pensarán algunos.
¿Cuál inconveniente? Pues si
usted siembra entre esas hileras planticas de café, ¿cómo puede meter una
máquina dentro de esas plantaciones de cítricos? Pero nosotros podemos responder: no necesitaremos
esas máquinas dentro de las plantaciones de cítricos.
Nosotros incluso, no ya para liquidar la
hierba... la hierba la podemos liquidar
con herbicidas con mochilas, pero podemos incluso emplear el avión con
herbicidas para no tener que meter las máquinas allí. Pero haremos algo mejor: erradicaremos la
hierba de esas plantaciones, aboliremos la mala hierba como especie en esta
región y no habrá que meterse a limpiar la hierba (APLAUSOS).
Todas ustedes saben cómo se fertiliza una
planta de cítricos o de mango, porque ustedes han desarrollado todas esas
actividades: se
lleva el fertilizante, se pone alrededor del ruedo. Pero cuando todos esos campos estén plantados
de cítricos y de café podremos con aviones fertilizar con la fórmula adecuada
todas esas caballerías. Y miles de
caballerías podrán ser fertilizadas por unos pocos pilotos en unos pocos
aviones. Eso sí que es productividad;
productividad que solo se puede alcanzar en grandes plantaciones, casi
imposible de lograr en plantaciones de tipo minifundiaria donde todo está
mezclado.
Pero alguien podría preguntar: ¿Qué es
eso de regar una fórmula de fertilizante en un campo donde está el cítrico y
está el café? ¿Acaso cítrico y café no
llevan fórmulas distintas? ¿Cómo es que
va a aplicárseles en el mismo campo si llevan fórmulas distintas? Se le podría
responder que, efectivamente, cítrico y café llevan fórmulas distintas, pero no
absolutamente distintas. Las fórmulas
aplicables al café en cuanto a nitrógeno son por lo general las mismas para el
café que para los cítricos; por lo general las mismas en cuanto a fósforo;
pueden ser más o menos las mismas en cuanto a magnesio. Son diferentes, por ejemplo, en cuanto a
potasio; el café necesita más potasio que el cítrico.
Muchas de ustedes son estudiantes de
química (EXCLAMACIONES), muchas posiblemente lleguen a trabajar en las fábricas
de fertilizantes. Y será muy sencillo
si, por ejemplo, la fórmula del cítrico lleva 12 de potasio y la del café lleva
18, aplicar una fórmula —por ejemplo— 14-8-12 a los dos, y después con mochila
aplicar potasio foliar al café para compensar la diferencia entre una y otra
fórmula.
Así que el hecho de que existan diversas
plantaciones de dos tipos no nos obstaculizará el empleo del avión, y máquinas
no tendremos que emplear. Nuestro
trabajo principal será la poda. No es
difícil pintar las maticas —ustedes saben que eso no suele ser una tarea muy
difícil— y la cosecha.
Alguien puede preguntar: ¿No piensan ustedes mecanizar la
cosecha? Y entonces nosotros le diríamos, asombrados: Pero señor, ¿qué quiere
usted, que vivamos todo el día sentados? Si nosotros mecanizamos la cosecha,
entonces ¿qué demonios vamos a hacer?, ¿qué demonios van a hacer nuestros
cientos de miles, nuestros millones de jóvenes a quienes tendremos que darles
alguna actividad a realizar? (APLAUSOS
Porque si ya también la recogida se pudiera hacer en avión, entonces ya
sería un dolor de cabeza (RISAS).
Pero nosotros, ¿preocuparnos nosotros por
el problema de las cosechas? ¿Es que
precisamente no hemos visto el ejemplo de lo que han hecho nuestros estudiantes
este año? ¡Y lo que han hecho unos pocos
estudiantes en esta región! Aquí
cualquiera diría que había 10 000, y había 2 000. Y 2 000 han dejado cosas hechas ahí para
hacer felices a millones de gente durante mucho tiempo, porque han trabajado
tres meses y han dejado prácticamente las posturitas para siete matas de
cítricos por habitante en este país. Y
cuando todo el mundo coma todo el cítrico que quiera con dos les alcanza. Y si no hubiera más cítricos en el país, si
no se fuera a sembrar ninguno más que las posturas que ustedes han dejado ahí,
parte en viveros, parte en las bolsas y parte en los semilleros, habría lo
suficiente para asignarle a cada ciudadano de este país dos plantas y, además,
exportar cinco por cada ciudadano de este país.
Y ustedes eran solo 2 000, y no es lo único que han hecho, porque han
recogido tabaco rubio para que millones de gente fumen (APLAUSOS).
Y tendremos en 1970 ya, calculamos que
tendremos medio millón de estudiantes de nivel medio y superior, es decir, de
secundaria básica a la universidad.
¡Medio millón en 1970! y en 1975 por lo menos un millón.
El día que caiga un millón organizado
sobre cualquier cosa un día, recogen cualquier cosecha. Si el país entero lo sembráramos de cítricos, de café, ¡entero!, con un millón
de jóvenes recogíamos todo eso. Y desgraciadamente
no lo podemos sembrar todo, porque algo hay que sembrar de pinos, por ejemplo,
van a estar ahí 10 ó 12 años. Habrá que
sembrarlos, echarles un poquito de fertilizantes al principio, después en avión,
aunque les advierto que estamos haciendo pruebas para sembrar alguna variedad
de café entre los pinos, porque vemos que entre esos pobres pinos crece una
hierba que arde como pólvora, arde como pólvora y, a cada rato, un incendio.
Y ya tenemos con los planes de
forestales, que son muy grandes, muy grandes, que estar haciendo ya todas las
trochas contra incendios, caminos, equipos de apagar fuego, y estamos
inventando incluso cómo utilizar el avión en apagar los incendios, y si no el
avión, el helicóptero, todo eso. El
avión es un gran amigo del hombre y un extraordinario amigo de la agricultura
cuando se emplea bien; cuando se emplea como los criminales imperialistas en
Viet Nam pues son un gran enemigo del hombre.
Claro, a esta tierra habría que ponerle
algo de cal, un poco de materia orgánica, pero nosotros estamos tan optimistas
que creemos que las pruebas que vamos a hacer ahí en una zona donde se van a
sembrar pinos, una variedad de café muy resistente a la sequía, que en las
montañas de Oriente se da muy bien, va a prosperar. Y en vez de hierba que arde como pólvora
tenemos café, pues aunque sea por las flores que produce el café. Si ya hubiera tanto café que no quisiéramos
molestarnos en ir allí a recoger los granitos de café, aunque solo sea para que
mantenga verdes y frescos y proteja a los pinos contra los incendios, pues
café. El café es un arbolito tan lindo
que es una planta ornamental, en dos palabras.
Así que nosotros el café aquí lo vamos a
sembrar en los parques y en las aceras y en dondequiera (RISAS). Claro, sin estropear los jardines, sino como
una plantica ornamental más.
En cualquier jardín hay 6, 7, 8, 10, 12,
20 especies de plantas. ¿Por qué al
pobrecito café no le vamos a dar un lugarcito también en los jardines cuando
produce unas flores que son muy agradables y muy bonitas? Entonces pues las posibilidades son más y
más, y cada día más.
Uno se pregunta: ¿Cuándo termina el camino ese de la
tecnificación? ¿Cuándo termina el camino
de las innovaciones? Y la respuesta es
realmente: ¡Nunca! En todos los campos de la agricultura donde
estamos trabajando descubrimos cada día nuevas y nuevas posibilidades;
posibilidades que no sospechábamos ayer, que son realidades hoy, realidades
posiblemente mañana nuevas, que ni siquiera sospechamos hoy; porque cada día se
descubre, cada vez más, alguna forma nueva de combinar las plantas, de combinar
los animales, de combinar los cultivos, de manera de obtener los óptimos
beneficios para el hombre del trabajo agrícola.
Se está trabajando intensamente no solo
en los cítricos, no solo en el café, no solo en la ganadería; se está
trabajando intensamente —como saben ustedes— en la caña. El año que viene ya veremos cuánta caña vamos
a tener. Lo único que podemos decir es
que hoy como jamás se ha estado cultivando la caña. Todas y cada una de las caballerías de caña
de este país están siendo fertilizadas, no quedará una sola pulgada de caña sin
fertilizar. Y ya se está aplicando en
cantidad y calidad, y ascenderá a medio millón el total de fertilizantes que se
aplicará a la caña.
Les decía que no solo se está trabajando
en esto, sino también en las plantaciones forestales. Y nos proponemos repoblar hasta el último
rincón del país donde deba haber árbol maderable sembrado, porque nunca, jamás,
debió desforestarse las montañas; montañas con una enorme inclinación donde
prácticamente no puede haber agricultura, muchos explotadores despiadados de
los montes, muchos latifundistas derribaron los montes para sembrar pastos o
para dejar después que aquello se cubriera de manigua una vez extraído el
provecho de eso. Le quitaron a la
naturaleza y no le dieron nada a la naturaleza.
La naturaleza durante decenas de años,
siglos a veces, produjo muchos árboles.
Vinieron los que se apropiaron de la tierra, tumbaron los árboles,
hicieron grandes negocios con eso, y no plantaron un solo árbol. Y los que veníamos detrás, ese pueblo que
crecía en número, ese pueblo que era escasamente de 2 millones cuando la
superficie estaba cubierta de bosques, cuando después vino y se cubrió
primeramente de caña...
Algunas empresas americanas usaron
nuestras mejores maderas preciosas, que desde hace varios siglos eran famosas
en el mundo entero, como leñas de sus centrales azucareros. Desaparecieron los bosques en los llanos y
desaparecieron los bosques en las montañas, y la población de apenas 2 millones
cuando más de la mitad del país estaba cubierto de bosques, que hoy es
aproximadamente de 8 millones, ¿con qué madera cuenta para construir sus
viviendas? ¿Con qué madera para construir
sus muebles? Dejaron tan desolado y tan
despoblado este país que a veces hasta para enterrar a alguien cuesta trabajo
encontrar la madera. Vemos por eso
tantos y tantos bohíos, decenas de miles de bohíos.
Lógicamente no resolveremos el problema
de los bohíos con madera, lo resolveremos con cemento. Para eso se terminarán ya el próximo año dos
grandes fábricas de cemento, se ampliarán otras, se adquirirán más; pero por lo
menos si en estos años hubiésemos tenido madera muchos problemas habríamos podido
resolver de viviendas, muchos problemas habríamos podido resolver de
muebles. No hemos tenido ni siquiera
maderas para las construcciones, porque todo requiere madera. Las vías de ferrocarril requieren madera, el
alumbrado eléctrico, el teléfono, los potreros, la agricultura en general dondequiera,
los umbráculos para los semilleros de café; cuántos postes, cuánta madera. Cualquier trabajo requiere de estos
materiales y, sin embargo, cuánta escasez de madera. Dejaron al país despoblado.
La Revolución ha sembrado más de 300
millones de árboles, pero eso es poco.
De aquí a 1970 debemos llegar a no menos de 1 000 millones de
árboles. Y ya no será como al principio,
que se sembraba un árbol sin mucho estudio de la tierra, se sembraban
eucaliptos, pinos. ¡No! Iremos a sembrar
el árbol que más nos convenga en cada lugar del país, acorde con las
características del terreno:
en las áreas de pinos, pinos; en las áreas de maderas preciosas,
maderas preciosas. Y, dentro de las
maderas preciosas, el tipo que más nos interese, siempre y cuando se adapte a
las condiciones del lugar.
Por esta razón, en estos instantes la
escuela de geografía de la Universidad de La Habana está en la Sierra Maestra,
están haciendo su curso allí, estudiando allí y analizando, investigando en
todos los rincones de la Sierra Maestra, de acuerdo con los árboles que quedan,
y en donde no queden árboles, donde alguien haya sembrado algunos tipos de
árboles, o donde ni queden árboles ni hayan sembrado árboles, los vecinos más
antiguos del lugar para que expliquen si era el cedro, si era caoba, si era
majagua, si era baría, o todas ellas, o cuál de ellas más eran las maderas que
crecieron allí, para adaptar los planes de repoblación forestal a la
naturaleza.
Y no solo eso: se comenzará a trabajar genéticamente
con los árboles, a escoger aquellos árboles que son los más adecuados para
utilizarlos como semilleros, puesto que ciertas características en los árboles,
como en los animales, se heredan.
Y es necesario practicar una genética
forestal. Y ya tenemos la cooperación de
técnicos, de profesores de la Universidad de La Habana que están trabajando en
la selección de los árboles típicos que se van a emplear para la producción de
semillas. Porque también la repoblación
forestal es un campo de extraordinarias posibilidades en nuestro país, de
extraordinaria importancia, que promete extraordinarios frutos para la economía
y para el bienestar de nuestro pueblo y al que hay que darle toda la atención,
y por lo pronto para que la naturaleza no se destruya.
Es un crimen cruzar por cualesquiera de estas regiones y ver montañas que están
prácticamente erosionadas donde ya aflora la roca originaria. De manera que si no preservamos estos
recursos naturales, puede llegar en muchos lugares el día en que esté la roca,
ya que esa capa vegetal que se ha formado en cientos de miles de años, puede
ser destruida en unos pocos años con la deforestación de las montañas, con el
cultivo inadecuado de las montañas.
En otros países de escasa superficie se
han visto los pueblos obligados a cultivar las montañas. A las montañas fueron nuestros campesinos,
arrojados de los llanos por la miseria, por el latifundio y por el hambre. No quiere decir que las montañas no se
aprovechen agrícolamente. Se pueden
sembrar, sobre todo, árboles, algunas plantaciones como las de café; se puede
ayudar a proteger las montañas. Y en
este país se cometió ese crimen contra la naturaleza de despoblar de árboles
nuestras montañas.
Resultado: la erosión; resultado: cambios climáticos; resultado: disminución en
las lluvias; resultado: mayores sequías;
resultado: peores condiciones para la
agricultura en el llano; resultado:
cuando vienen los ciclones, como el Flora, más de 1 000 víctimas, porque
el agua —no retenida por las montañas— rápidamente rueda por las vertientes y produce
descomunales crecidas. Un resultado
adicional que podría citarse, es que los embalses que se construyen se llenan
rápidamente de tierra. Todas esas son
las consecuencias de la cosa absurda de cultivar las montañas.
Todavía muchos de nuestros campesinos
cultivan las montañas. Eso,
naturalmente, no puede ser cambiado de un día para otro. Pero nosotros pensamos hacer una campaña
entre los campesinos para que cultiven árboles maderables, para que cultiven
café, para que reduzcan los cultivos de autoconsumo al mínimo y que no realicen
cultivos comerciales en las montañas: sembrar viandas en las montañas,
sembrar granos en las montañas para venderlos.
Ellos pueden sembrar café que puede proporcionarles un ingreso más que
satisfactorio, un ingreso incluso mayor que otros tipos de cultivos
comerciales; puede sembrar árboles maderables que constituyen una riqueza.
La Revolución se propone darles toda la
ayuda, créditos, las posturas, para que puedan hacer ese tipo de siembras, y
que no se realicen cultivos de otra índole en las montañas.
Nosotros —por la experiencia que tenemos
ya de la reacción de los campesinos a cualquier plan, como fue el de la
fertilización del café de manera que todos los campesinos ya hoy están
fertilizando sus cafetales—estamos seguros de que obtendremos el máximo de
cooperación por parte de los campesinos que viven en las montañas para la
protección de nuestra naturaleza.
Es nuestro deber proteger la
naturaleza. Este suelo nos pertenece,
pero no nos pertenece solo a nosotros: pertenece también a las futuras
generaciones. No tenemos derecho a legar
a las futuras generaciones —que
serán muchos más que nosotros, que necesitarán mucho más de la tierra que nosotros—
una naturaleza empobrecida, una naturaleza destruida.
Nosotros solemos preguntarles a los
campesinos: ¿De
qué van a vivir las generaciones?
Ustedes son los padres, tienen aquí 10 hijos, 12 hijos, se multiplica la población: ¿De qué van a vivir
las futuras generaciones si les dejamos destruidas nuestras tierras?
Naturalmente que es necesario crear esa
conciencia, enseñar, formar técnicos, enseñar cómo se cultiva en terrenos
ondulados, darle a la tierra el mejor uso, protegerla. Por ejemplo, ahora mientras se realizan las
plantaciones, ustedes ven la erosión que realiza no el agua sino el viento,
porque mientras están descubiertas...
Aquí mismo hubo una especie de erosión que las cubrió a todas ustedes de
polvo hace unos minutos. Pues el aire
también arrastra la capa vegetal, y hay que proteger los suelos del agua, del
aire.
Nosotros estamos optimistas en ese
sentido, porque los suelos no solo pueden ser protegidos sino que pueden ser
considerablemente mejorados, no solo es posible preservar la naturaleza sino
mejorar la naturaleza. Con el empleo de
los fertilizantes se pueden enriquecer los suelos, se puede enriquecer la capa
vegetal; con la construcción de obras hidráulicas se puede perfectamente
mejorar la vegetación, mejorar el suelo.
Porque millones de toneladas de agua que van al mar quedan en la tierra,
y combinándose con los fertilizantes y con el aire, se convierte en materia
orgánica en vez de ir a parar al mar, aumenta la capa vegetal, aumenta la
fertilidad y la productividad de los suelos.
Y de esa forma no solo podemos preservar sino mejorar nuestra
naturaleza.
Ya nuestra agricultura alcanza tales
niveles de técnica, que incluso fertilizaremos las plantaciones
forestales. Y ya no habrá que esperar
decenas de años: en
8 años, 10 años, 12 años, 15 años, con fertilización, podremos obtener magníficas
maderas de prácticamente la mayor parte de las especies de árboles que hay en
nuestro país.
Aceleraremos el crecimiento de los
árboles. Y ya este año se fertilizarán
decenas de millones, y para el próximo año prácticamente pensamos fertilizar
todos los nuevos árboles maderables que hayamos plantado. Es decir, que a partir de 1968 estaremos
fertilizando todas las plantaciones forestales que hayamos hecho, año por
año. Y esperamos que ya en el año 1975
se puedan cortar muchas de las maderas que hemos sembrado los años atrás. No me refiero al eucaliptos
que ya ha empezado a prestar utilidad y otros árboles, sino aquellas maderas
como el pino, o como las maderas preciosas o como las maderas duras que tienen
un período más largo de crecimiento.
Nosotros mediante la técnica agrícola pensamos acortar considerablemente
el período de crecimiento. Y ya no habrá
aquello de que quien siembre un árbol piense que se va a morir sin ver los
frutos del árbol. Ya aquí en nuestro
país hasta los viejos podrán sembrar árboles en la seguridad de que van a ver
los frutos de ese árbol (APLAUSOS).
Me he extendido en esas consideraciones
pensando que las ayudará a ustedes a tener una idea más general de lo que se
está haciendo, que las ayudará a ubicar este plan dentro de los planes que se
están haciendo en todo el país. A
algunos de los oyentes de este acto, que naturalmente no han tenido oportunidad
de visitar Guane, tal vez les interese más o menos en qué consiste este plan. Y yo vaya dar brevemente algunos datos más o
menos de lo que se piensa plantar en esta área de Guane y en el área inmediata
de Pinar del Río. Porque hay toda una
extensa faja de tierra muy similar a esta, que la consideraban en el pasado
tierra pobre. Ningún latifundista habría
pagado gran cosa por estas tierras, pero es que las tierras tienen distintas
características. Cualquier latifundista
habría preferido tierras negras de Bayamo, y habría pagado tres veces más el
precio; pero es que para determinados cultivos, como el cítrico, esta es una
tierra óptima, muy superior a aquellas tierras de Bayamo; son tierras arenosas,
sueltas, profundas, y el cítrico es uno de los cultivos que más valores
económicos produce por hectárea. Es muy
difícil que otros cultivos puedan competir; aun el café, que con una buena
técnica puede producir bastante, no se puede comparar con el cítrico. Es por eso que nosotros tendremos el café
entre las plantaciones de cítricos como un subproducto de las plantaciones de
cítricos.
Y en esta región, en Guane, según lo
proyectado —aunque, naturalmente, todavía hay que hacer algunos estudios de
algunos lugares en concreto, analizar alguna tierra determinada, hacer
medidas—, se calcula, de acuerdo con el esquema general del plan, que se podrán
sembrar 1 600 caballerías de naranja, 100 de toronja, 500 de mandarina reina,
100 de limón francés, 50 de limón persa, 100 de lima, 300 de limón criollo, 220
de mango, 50 de anón, 50 de guanábana, 50 de guayaba, 50 de aguacate, 20 de
litchí, 600 de coco y 100 de frutabomba —aunque la plantación de frutabomba es
de otro tipo, no se puede conceptuar como árbol frutal, aunque al igual que la
piña y los plátanos produce fruta. Se
sembrarán, además, otras 1 000 caballerías de naranja en el área contigua, 200
de toronja, 200 de mandarina reina, 50 más de limón francés, 50 de limón persa,
50 de lima y 100 de mango.
Este es el esquema general del plan para
el cual se han hecho ya todos los viveros.
Naturalmente, puede sufrir algunas modificaciones en detalles, acorde
con el estudio más preciso de cada lote de terreno, pero en términos generales
este es el esquema general del plan; y que no incluye un número adicional de
limón que se sembrará en área sin riego; no incluye las plantaciones que
pensamos desarrollar con los pequeños agricultores. Porque juntamente con el plan estatal vamos a
darles ayuda técnica y de maquinaria, y vamos a hacerles viveros y vamos a
darles las posturas y los recursos a los pequeños agricultores para sus
cultivos, los distintos cultivos como el tabaco, para que logren una producción
más alta, regar lo que puedan regar; sembrar de cítricos aquellas áreas que
sean buenas, por ejemplo, para limones.
Es decir, que aparte de este plan —que es
en las tierras estatales—estará el plan que se proyecta realizar con los
pequeños agricultores.
Además —como yo les explicaba—, entre las
plantaciones de frutales se sembrará café; se sembrarán hasta 250 caballerías
de tabaco rubio. Ustedes este año
recogieron unas 50 ó 60, así que no le pueden decir adiós al tabaco
definitivamente, sino hasta luego (APLAUSOS).
Bueno: dio buenos resultados, se recogieron también: antes no se
recogían: costumbre, se subvaloraba; pero tienen un valor económico.
Entonces esas caballerías naturalmente se
rotarán con alguna leguminosa para
alimentar el ganado. También habrá
algunos cientos de caballerías de boniato, de maíz en rotación con el boniato;
y, además, 2 700 caballerías de
pasto. Utilizaremos en esos pastos gramíneas y leguminosas, probadas ya de grandes rendimientos
tanto en la producción de leche como de carne.
Se está haciendo un trabajo genético, y aspiramos a utilizar a la vez
los subproductos del cítrico, todas aquellas frutas cítricas que se enlaten,
que puedan producir el jugo, aceites esenciales —que tienen una demanda
creciente en el mundo—, utilizar el bagazo para la alimentación del ganado por
constituir un alimento rico en determinados elementos para la producción de
leche y de carne.
Es decir, en las mismas caballerías no
solamente produciremos cítricos, sino que con el subproducto produciremos
leche. En estas 2 700 caballerías de
pasto, y ordeñando unas 70 000 ó 75 000 vacas, aspiramos a una producción
aproximadamente de un millón de litros de leche diarios solo en la región de
Guane, que no es, ni por supuesto, el único plan (APLAUSOS).
La leche sobrará también en este país,
como el cítrico, el café, y todas las demás cosas.
Gracias a la aplicación de la técnica, a
la inseminación, hay ya 2 000 inseminadores trabajando, más de un millón de
vacas en los planes de inseminación.
Habrá a fines de año 3 000 técnicos inseminadores, y aproximadamente 2
millones de vacas.
Ya como este plan ha tenido un
crecimiento enorme en los últimos años, porque en 18 meses prácticamente
pasaron de 50 000 a un millón de vacas, tan pronto como se graduaron masas de
técnicos inseminadores y se crearon las condiciones, los resultados son
increíbles, la cantidad de leche que están produciendo ya las primeras vacas
resultado del cruzamiento del Holstein con el Cebú mediante la inseminación,
cifras que son impresionantes.
Desde luego, no quiero ser extenso
tratando aquí sobre esa cuestión. Pero
baste decir que habrá a finales de año unos 2 millones de vacas; ya las que
están naciendo este año, que se llaman F-1 —F-1 es el resultado del primer
cruce, en vez de decir el hijo, el nieto o el bisnieto, se dice F-1, F-2 ó F-3;
es una terminología que usan los genetistas—; todas las F-1 que nazcan este
año, incluso algo más: todas las vacas cebú que se hayan inseminado hasta
junio, las hijas ya estarán en producción en el año 1970. El gran salto en producción de leche se debe
producir en 1970, cuando cientos de miles de F-1 de este tipo entren
repentinamente en producción. Ustedes
comprenderán esto perfectamente si les digo que en 1971 y 1972 el incremento de
la producción de cítricos y de café será gigantesco, cuando estos inmensos
planes entren abruptamente en producción: lo mismo pasará con la ganadería y
con otros cultivos que se van haciendo.
El café llega antes, ¡el café llega
antes! La meta era de 2 millones para 1970. Esta meta se estableció hace algo más de un
año, triplicaba la que había, parecía imposible: pero 2 millones de quintales
de café en 1970 es una meta que se va a quedar chiquitica, ¡chiquitica!, al
lado de la producción que habrá realmente de café para esta fecha, acorde con
todo el trabajo que se está haciendo.
Porque realmente la organización, la
experiencia, los equipos, el conocimiento de la geografía del país... Baste decir, a fuer de sinceros, que los
revolucionarios no conocíamos —cuando triunfó la Revolución— ni la geografía
del país. ¿Guane? Bueno, habíamos visto un Guane en el mapa,
que estaba cerca del rabito del caimán, que dicen que es la forma que tiene
esta isla; que si en Maisí, que si en tal cosa... Pero ninguno de nosotros era geógrafo, ni
habíamos dedicado ningún tiempo al estudio de la geografía ni de las tierras.
Los revolucionarios en todos los aspectos
realmente lo ignorábamos todo. En el
futuro no habrá que preguntar, admirarse de las cosas que se hayan hecho mal,
sino que habrá que admirarse de cómo siendo todos los revolucionarios unos
ignorantes no hundieron al país. Esa es
la verdad.
Afortunadamente, parece que a los
revolucionarios los acompaña algún instinto más que la experiencia, intuición;
y sobre todo —valga decirlo—, la buena fe y la buena voluntad. Porque aunque se haya dicho que de buenas
voluntades está empedrado el camino del infierno, yo no me explico con qué otra
cosa sino con la buena voluntad los revolucionarios ignorantes salen adelante
(APLAUSOS).
Y lo peor no es que los revolucionarios
sean ignorantes, sino que en toda revolución al principio todo el mundo es
ignorante y, sin embargo, muy pocos saben que son ignorantes. Lo peor es que son ignorantes ignorando su ignorancia;
ignorantes que ignoran su ignorancia; y, en consecuencia, surgen una serie de
supuestos sabios en todas partes, que en todas partes empiezan a comportarse
como sabios reales y, además, a actuar como sabios. Y empiezan a hacer disparates de todas
clases, creyéndose sabios. Después un
poco van aprendiendo que no son tan sabios.
Pero uno se pregunta: ¿Puede una
revolución ahorrarse eso?
Desgraciadamente, no; desgraciadamente, no. Porque una revolución verdadera en que la
masa de los explotados sustituye a los explotadores, los que tienen el
monopolio de los pocos conocimientos, los que tenían el monopolio de los pocos
conocimientos que había aquí; que los “cuatro gatos” que sabían algo aquí eran
de la clase afectada por la Revolución, ¡qué demonios iban a cooperar...!
De repente un obrero sin ningún
conocimiento se ponía a administrar una granja enorme. A veces no era un obrero; era un pequeño
burgués. ¡peor
todavía! Porque el obrero iba por lo
menos con conciencia de obrero; no sabía nada, hundía la granja. Pero el pequeño burgués tampoco sabía nada y
la hundía; y lo peor es que a uno le quedaba la duda de si la hundía de buena o
de mala fe. Y entonces es muy difícil.
Hoy naturalmente que la Revolución y los
cuadros de la Revolución poseen conocimientos mucho más desarrollados que el
más insigne de los técnicos burgueses de este país que había: es decir, no
técnicos, me refiero a los dueños y los latifundistas. Porque ha habido la oportunidad en estos ocho
años de Revolución de que muchos cuadros se desarrollen, de que muchos cuadros
adquieran conocimientos.
Pero yo les decía: ¿Puede una revolución evitarse
eso? No.
Y les voy a decir por qué no.
Recuerdo una anécdota de los primeros
tiempos de la Revolución. No voy a
mencionar nombres, porque posiblemente la persona a que me refiero hasta se fue
del país; no vaya a pensar que es un ensañamiento ni mucho menos. Pero la cuestión es que se organizaron las
llamadas zonas de desarrollo, y aquí en Guane pusimos a todo un señor
catedrático de la universidad, ¡un catedrático de la universidad, de la Escuela
de Agronomía! Era como para decir: ¡Este hombre sabe,
caballero; este hombre es un sabio de verdad!
Bien.
En uno de los viajes recientes a esta zona, me metí por ese infernal
camino de Guanahacabibes en la búsqueda de cinco caballerías de cítricos que
dicen que aquel sabio sembró como 20 kilómetros Guanahacabibes adentro. Y allá, donde había una capa vegetal de este
tamaño, aquel sabio, catedrático universitario, sembró cinco caballerías de
cítricos. ¡Qué porvenir! ¡Cinco caballerías de cítricos! y desmontó el
monte allá.
Y uno dice: Cómo ese sabio, ese catedrático de la
Escuela de Agronomía de la universidad, lo mandan a esta zona de desarrollo, y
no se da cuenta que aquí hay 3 000 caballerías óptimas para cítricos; y se mete
en el diente de perro de la península de Guanahacabibes a sembrar cinco
caballerías de cítricos. Y lo peor: mi
sospecha —porque conocía a aquel buen hombre— es que estoy seguro de que no lo
hizo de mala fe; lo hizo de ignorante.
¡Y era catedrático de la Escuela de Agronomía de la muy ilustre
Universidad de La Habana de aquellos tiempos!
Entonces, si pone a un pequeño burgués
culto sin experiencia agrícola, hunde la granja; si pone a un obrero sin ningún
conocimiento y sin ningún hábito de administrar, hunde la granja. Pero pone a una eminencia, un catedrático, y
la hunde también. Vean ustedes si la
Revolución puede ahorrarse alguna de estas desgracias. Porque hay algo que no es ciencia, que no son
los conocimientos; hay algo que tiene que desarrollarse, que es una experiencia
en este difícil arte de desarrollar un país y de construir su economía, de
organizar una nueva estructura de la sociedad, de la producción, sobre los
cimientos de lo que existía durante cientos de años.
¡Figúrense! Gente acostumbrada a lo que pasaba siempre,
siempre, durante cientos de años, que de repente todo aquello se cae, y que de
repente los que no tienen ninguna experiencia de nada empiezan a hacer ese
mundo nuevo. Tienen razón históricamente, están inspirados en los mejores propósitos,
triunfan a la larga: pero en la primera etapa están muy poco armados de
conocimientos para esa tarea. Lo que
tiene de bueno es que se logra al fin y al cabo, perseverando, luchando,
acumulando poco a poco la experiencia para marchar a un paso cada vez más
firme, cada vez más acelerado, cada vez más prometedor.
Les hablé del catedrático. ¡Ah!, el catedrático sembró sus cinco
caballerías. Nadie más se acordó de
aquellas cinco caballerías: es posible que ni él mismo se acuerde ya. El que vino detrás se olvidó de las cinco
caballerías: estaban muy lejos. ¿Y qué
hizo?
Vino otro sabio. Ese no era catedrático: ese era un cuadro de la Revolución, un
buen muchacho. Llegó. Les juro por mi honor que no sé ni cómo se
llama; a lo mejor es uno de los que hoy se destaca en cualquier otro
frente. Pero alguien llegó a
Guanahacabibes. ¡Y ese pobre
Guanahacabibes tiene mala suerte! Los
latifundistas se llevaban de allí las maderas preciosas unas tras otras y no
sembraban nada; el sabio catedrático tumbó el monte para sembrar cinco
caballerías de cítricos en el diente de perro.
Pero llegó otro revolucionario” y dijo: “Aquí, aquí tumbo el monte y
siembro pasto. Y en el lugar conocido
por La Jarreta, tumbó 300 caballerías de monte en el diente de perro y sembró
hierba de guinea. ¡Las pobres vaquitas
que hemos visto nosotros en ese diente de perro tienen un poco de comida de
cacimba en cacimba: pero no tienen donde dormir las pobres vaquitas, porque lo
que tienen son dientes de perro donde no hay quien se acueste, donde no hay
quien camine!
Ahora estamos nosotros pensando qué
hacemos con esa “Jarreta”, y creemos tener algunas soluciones. Volveremos a sembrar madera; y en las
pequeñas cacimbas donde no hay tierra suficiente para hacer crecer un árbol maderable,
meteremos allí nuestro cafetico (RISAS).
Y pensamos restablecer aquello.
¡Cómo es eso de andar tumbando ese monte
de Guanahacabibes en el diente de perro, con miles de caballerías llenas de
marabú aquí en el llano donde se pueden dar magníficos pastos!
Y el compañero de la Revolución a quien
he aludido, el autor de “La Jarreta” —que no sé quién es—, si lo he ofendido,
que me perdone de la misma manera que nosotros le perdonamos lo que él hizo en
aquella época de ignorancia.
He citado algunas de las cosas que se
hacían antes. Antes era el crimen contra
la naturaleza más la ignorancia, en el capitalismo; luego fue la ignorancia sin
crimen.
Al fin —y ustedes son testigos
excepcionales—, estamos llegando a la etapa en que las cosas se están haciendo
racionalmente; o al menos lo creemos así en este momento, quizás dentro de
algunos años descubramos algunos disparates de ahora, pero tenemos la gran
esperanza de que los disparates que podamos hacer ahora sean muchos menos que
los que se hicieron antes.
Y a fuer de sinceros, tenemos completa
seguridad de que las cosas que estamos haciendo en estos momentos están bien
hechas, son racionales, son razonables, tienen en cuenta todos los factores
cada vez que se toma una decisión en cuanto al uso de la tierra para darle el
útil uso óptimo para obtener los máximos beneficios de nuestro esfuerzo y de
nuestros recursos naturales.
Ustedes se llevarán una impresión de todo
esto. Y eso que aquí ustedes esta noche
expresaron, mezcla de júbilo y de tristeza, cuando les hablaron de que llegaba
el día de la partida, creo que realmente es cierto, creo que algo de eso habrá
pasado por el ánimo de todos ustedes.
Nosotros hemos visitado varias veces este
plan; somos testigos de cuál era la actitud de ustedes, la actitud ante el trabajo. En algunas ocasiones, algunos de esos
camiones que dicen ustedes que viraban las curvas y pasaban debajo de los
árboles, yo no los vi, desde luego, pasar bajo algún árbol, pero sí los vi en
algunas ocasiones, ya oscureciendo, regresar grupos de compañeros después de 12
horas de trabajo, llenas de entusiasmo, cantando, y con la misma energía, como
si se acabasen de levantar. Y nosotros
sabemos que después por la noche hacían otras tareas; que por el día hacían
algunas tareas en el campo, a veces recogiendo hojas de tabaco, y por la noche
amarrando los cujes de tabaco; por el día en los
campos, por la noche en los viveros, llenando bolsas o haciendo algunas
actividades.
Nosotros sabemos que ustedes en ocasiones
tuvieron un promedio de 17 y hasta 18 horas de trabajo diariamente. Por eso cuando nosotros llegamos aquí esta
noche y las veíamos ya en este acto de despedida, ante nuestros ojos ustedes
valían mucho más. Realmente empezábamos
a verlas con ojos distintos, como tenemos que ver obligadamente a quienes han
estado durante 90 días consecutivos trabajando, y que en esos 90 días lejos de
disminuir el entusiasmo, el entusiasmo crecía, quienes en esos 90 días han
rendido jornadas con una productividad superior muchas veces en un 50% en 8
horas a las que realiza un trabajador habitual, sabiendo que trabajaron no solo
las horas normales, y sin que nadie las obligara trabajaron el doble de las
horas normales. Y trabajaron muy
por encima de una intensidad normal.
Esa ha sido la reacción de ustedes, el
ejemplo que ustedes han dado. Y sabemos,
además, algo también muy alentador: que lo mismo que ha estado ocurriendo aquí
ha estado ocurriendo también en otros sitios entre los compañeros que han
estado trabajando en la agricultura, las compañeras que han estado en otros
planes, las que fueron a Isla de Pinos, las que fueron a Banao, las que se
incorporaron a otras actividades. Y una
actitud similar han tenido los compañeros que han
estado en el corte de caña (APLAUSOS).
Eso para todos nosotros es alentador; eso
le enseña a todo el pueblo el verdadero camino de la Revolución, cuando ya se
adquiere una conciencia de lo social, cuando ya todos los vestigios de la
propiedad egoísta han ido desapareciendo, cuando ya el hombre ve en el fruto de
su trabajo el valor real, cuando ya ve que todo lo que hace lo hace para los
demás igual que lo hace para sí, y al igual que los demás trabajan en otros
sitios con el mismo concepto y en el mismo sentido.
Ustedes han podido ver que han estado
creando riquezas, grandes riquezas, y que crearán las condiciones que ayudarán,
junto con la conciencia y junto con la educación, a hacer que los egoísmos
desaparezcan en el hombre. Porque si hay
una naranja y 10 disputándose la naranja, siempre habrá uno, o dos, o tres, o
cuatro, o cinco, o los diez, queriendo apoderarse de aquella naranja. Cierto es que 10 hombres con una conciencia
comunista dividirían la naranja entre los 10 o le darían la naranja al que más
lo necesite, pero ¡cuánto más maravilloso todavía es que esos 10 comunistas
tengan, no una naranja para darle al que más lo necesite, o que dividirla entre
10, sino que haya 10 naranjas, o 20 naranjas, o 1 000 naranjas, entonces
desaparecerá la base material que contribuye a engendrar entre los hombres el
egoísmo! Y el comunismo solo podrá
establecerse en la sociedad humana cuando ese egoísmo desaparezca.
Muchas veces hay abundancia, y queda el
egoísmo. Puede haber abundancia sin
comunismo; comunismo será abundancia sin egoísmo. Pero no se logra el comunismo solo con la abundancia
sino con la educación, sino con la conciencia verdaderamente socialista,
verdaderamente comunista. El egoísmo es
tan absurdo y tan ciego que muchas veces no quiere conformarse con lo que
realmente se necesita, sino que hasta pretende apropiarse de lo que no se
necesita. En el capitalismo el hombre se
apropiaba de mucho más de lo que necesitaba simplemente para explotar a los
demás. El hombre del mañana en nuestra
sociedad vivirá muy distinto de aquella época en que se vivía en medio del
egoísmo, en que unos hombres se apropiaban de casi todo para explotar a la
inmensa mayoría del pueblo.
Nosotros estamos haciendo las dos
cosas. Lo importante del trabajo que
ustedes han realizado es que han trabajado en los dos sentidos, han estado
forjando sus propias conciencias de revolucionarios, han estado forjando sus
propias conciencias de socialistas y de comunistas, y a la vez que se han
estado educando para el comunismo, trabajando como comunistas, han estado
ayudando a crear la base material que junto con la educación y la conciencia
nos permitirán vivir bajo normas verdaderamente comunistas, es decir, bajo
normas verdaderamente fraternales, bajo normas verdaderamente humanas, en que
cada hombre o cada mujer verá alguien como su hermano, como su verdadero
hermano, en cada uno de los demás, y nadie verá en ninguno de los otros un
enemigo, en ninguno de los otros un rival.
Y esa es precisamente la fuerza que da a los hombres el socialismo, el
comunismo; es la fuerza de los hermanos frente a la debilidad de los que se
dividen y de los que se odian.
Aquí de una manera práctica hemos visto
esa fuerza, hemos visto lo que puede el enjambre humano, hemos visto lo que han
podido en tres meses el pequeño enjambre de jóvenes que trabajando aquí con
entusiasmo, porque no vieron en el trabajo un castigo, porque vieron en el
trabajo una actividad que ennoblece, porque vieron en el trabajo una actividad
que inspira al hombre, que lo puede llenar de felicidad, eso es el trabajo
cuando el trabajo no es trabajo esclavo; ese es el trabajo cuando el hombre no
es explotado, porque prácticamente se asociaba el concepto de trabajo al
concepto de sufrimiento, porque el trabajo era un sufrimiento para el hombre
explotado. El trabajo jamás será un
sufrimiento, sin la más noble, la más agradable, la más creadora de las
actividades del hombre.
Y esto que les digo lo verán ustedes —los
que regresen aquí, si no van a otro sitio— si regresan aquí el próximo año,
cuando vean de veras lo que esas plantas han crecido, cuando vean de veras lo
que esas tierras se han enriquecido, cuando vean de veras todos los frutos de
ese trabajo. Porque ese trabajo que
ustedes han dejado ahí, ese trabajo se incrementará, ese trabajo se traducirá
cada vez en más y más frutos.
A la tierra le quedarán las plantas que
ustedes han sembrado ahí, a nuestra juventud, el ejemplo; y a nuestra
Revolución, el aliento que significa ver esa respuesta de la nueva generación
revolucionaria.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)