DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA INAUGURACION DE UN PUEBLO DE 120
CASAS, PARTE DE UN PLAN DE MAS DE 600 CASAS, CONSTRUIDAS EN 1967, EN EL CORDON
DE LA HABANA, AUTOPISTA DEL MEDIODIA, EL 6 DE ENERO DE 1968.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores invitados;
Trabajadores y campesinos del Cordón de La Habana;
Nuevos vecinos de las nuevas casas del pueblecito de
esta noche, que tengo entendido que están aquí presentes también:
¿Ya les entregaron las llaves? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Todavía no?
Entonces, si no les han entregado las llaves, ¿qué les trajeron los
Reyes a ustedes hoy? (EXCLAMACIONES DE: “¡La
noticia!”) ¡Ah!, la noticia.
(EXCLAMACIONES DE: “¿Cómo se llamará?”) Ese es un problema que tenemos, cómo se
llamará el pueblo (EXCLAMACIONES DE: “¡El Che!”). No.
Eso tiene que decidirlo la Comisión.
Además, el pueblo está muy chiquito todavía. Cuando hagamos un pueblo más grande. Hay que ponerle un nombre más modesto al
pueblo (EXCLAMACIONES DE:
“¡Valle Grande!”).
¡Ah!, bueno: no es un nombre modesto pero se le
puede poner ese nombre: Valle Grande
(APLAUSOS).
La inauguración de un pequeño pueblo como
este en sí mismo no tiene demasiada importancia. La importancia que tiene este pueblecito, en
primer lugar, es que se hizo en solo 44 días y tiene ya 120 casas; además,
parque infantil, círculo infantil, centro comercial, campo deportivo y, en fin,
le falta solo la escuela. Parece que no
tuvieron tiempo de hacer también la escuela en los 44 días. Pero, sin embargo, hay 336 niños. De todas maneras en este pueblo inmediatamente
debe empezarse a construir la escuela, que será del tipo de escuelas nuevas que
estamos haciendo en estos casos para los alumnos de primaria; es decir, una
escuela donde tendrán ya el desayuno, el almuerzo y la comida (APLAUSOS).
Con eso este pueblo va quedando como un
modelito de pueblo acerca de cómo debemos tener organizada la urbanización en
las áreas rurales y también en las áreas urbanas. Eso permitirá, con los círculos infantiles,
la total dedicación de las personas adultas al trabajo; es decir que no tendrán
esa obligación constante de estar cocinando y lavando y planchando y todas esas
actividades en las cuales se invierte una enorme parte del trabajo de las
mujeres.
Ese tipo de escuela es el que se va a ir
construyendo en el futuro. De manera que
esperamos, en la misma medida en que se acelera el ritmo de las construcciones,
que ya toda la población infantil y juvenil tenga sus instituciones organizadas
desde el círculo hasta el preuniversitario.
Este pueblo tiene también el significado
de que con él se cumple una primera etapa del plan del Cordón de La
Habana. El plan del Cordón de La Habana
comenzó el 17 de abril y debe terminar en el año 1968. Comprende el desarrollo agrícola de toda el
área que rodea la capital de la república.
Ese proyecto incluye las viviendas de los trabajadores y de los
campesinos de toda esa área. Una parte
de esa área pertenece al Estado, otra parte pertenece a los pequeños agricultores.
El plan, les decía, comprende el
desarrollo integral incluyendo las viviendas y, además, las instalaciones
agrícolas necesarias.
Hasta ahora se han construido en el
Cordón de La Habana 458 viviendas, 130 pequeñas cochiqueras, 100 gallineros, 79
establos, 338 obras de otro tipo —comedores, almacenes— y 280 obras en áreas
verdes.
La superficie del Cordón de La Habana es
aproximadamente 2 300 caballerías de tierra.
Para los europeos e invitados de otros países que no miden por
caballería, una caballería tiene 13,4 hectáreas. De manera que 2 300 caballerías son aproximadamente
unas 30 000 hectáreas. De esas 30 000
hectáreas, aproximadamente unas 19 000 irán sembradas de frutales con café
intercalado en los frutales.
El resto del área comprende de 6 000 a 7
000 hectáreas de pasto, ya un poco más alejadas; y además comprenderá dos
bosques: uno
casi en el corazón de la ciudad, de las márgenes del río Almendares, que tendrá
unas 500 hectáreas, y otro bosque en las proximidades de la calle 100, que
comprenderá aproximadamente de 300 a 400 hectáreas, no recuerdo ahora la cifra
exacta. Esos bosques también estarán
terminados el próximo año. Habrá,
además, el área del Jardín Botánico, que dispondrá también de unas 500
hectáreas. Ese Jardín Botánico estará a
cargo de la Universidad de La Habana, de la escuela de botánica; y el área
destinada también al futuro parque zoológico de la Ciudad de La Habana.
Existe el propósito de desarrollar los
jardines botánicos en todas las capitales de provincia, de manera que sirvan de
sitios de estudio y de recreación, porque un jardín botánico bien hecho no
solamente es extraordinariamente útil en el sentido económico, es también muy
útil como base de estudios y también un lugar de recreación. Es decir, se ha dispuesto de todas las áreas
pertinentes para todas esas necesidades.
Hay también algunas áreas que irán
ocupadas por los embalses que se están construyendo. Las 2 300 caballerías dispondrán de regadío,
es decir, las 30 000 hectáreas serán de regadío.
Eso, en cierto sentido, constituye una
proeza hidráulica. ¿Por qué? Porque en La Habana y sus alrededores hay una
población acumulada de más de un millón y medio de personas. Además, los colonizadores de este país
ubicaron en sus inicios, hace cuatro siglos, la Ciudad de La Habana en una de
las regiones más estrechas del país, donde no había ningún río grande. Desde luego, hay el río Almendares, que es un
arroyito. Los que sepan lo que es un río
saben que no se puede llamar río al Almendares.
Pero en Cuba, que es una isla larga y estrecha, no tenemos ningún gran
río, todos son ríos chiquiticos, que a veces se secan. Tal vez para los primeros pobladores de la
Ciudad de La Habana el río Almendares les pareció un gran río para establecer
aquí la ciudad.
Pero la ciudad siguió creciendo durante
cuatro siglos, y con la instauración de nuestra seudorrepública a principios de
siglo, unido al fenómeno de la intervención y la colonización por el
imperialismo, se sumó todo el fenómeno de la burocracia y además todo el
fenómeno del crecimiento de la ciudad, donde vinieron a residir todas las
familias ricas del país: terratenientes,
dueños de centrales azucareros, dueños de fábricas; y, en fin, por eso ustedes
ven tantas casas lujosas por los alrededores de La Habana, donde hoy se
albergan calculo que unos 70 000 estudiantes.
Los ricos en Cuba construían casas verdaderamente suntuosas.
Y creció la ciudad. Con la burocracia y la politiquería y todas
las formas de parasitismo siguió creciendo la ciudad hasta llegar a tener el
nivel actual. Sin embargo, esta provincia
no tiene río importante. Dispone sí de
considerables cuencas subterráneas de agua, porque aunque no hay río hay
algunos embalses naturales, con los cuales la naturaleza proveyó a esta
provincia. Sin embargo, una buena parte
de esa agua se tiene que dedicar al consumo de la población. Eso constituye un problema.
Tiene magníficas tierras agrícolas esta
provincia, pero con la agricultura compite el consumo de agua industrial y
social de la Ciudad de La Habana. Eso, naturalmente, plantea la posibilidad en
años futuros de algunas plantas para purificar esas aguas y utilizarlas en la
agricultura, a la vez que tal vez en un futuro más lejano se nos plantee la
necesidad de alguna solución a base de emplear el agua de mar desalinizada; pero eso naturalmente tendrá que ser más
lejano, requiere mucha técnica y requiere muchas inversiones.
Y tenemos el problema de abastecer la
ciudad, a pesar de esa competencia entre el consumo de la población y de la
agricultura. Si en esas condiciones a
pesar de todo se puede regar toda esa área, y se puede llegar a regar la mayor
parte de toda la superficie agrícola de la provincia, eso decía que constituía
una proeza hidráulica. Si no podemos
usar agua subterránea, lo que se está haciendo es embalsando todos los arroyos
pequeños, los pequeños ríos, dondequiera que hay posibilidad de hacer una
pequeña presa, una presa mediana; y en fin, habrá que construir —y también
pensamos que estén terminadas este mismo año— unas 200 micropresas, y además un
embalse grande en el río Almendares, grande para nosotros, no es la represa de Asuán, es un embalse de unos —digamos— 80 ó 90 millones de
metros cúbicos, que teniendo en cuenta la precipitación natural en la provincia
y el tipo de cultivo, permiten irrigar con 100 millones de metros cúbicos unas
15 000 hectáreas, puesto que los cultivos que estarán alrededor de la ciudad no
son cultivos que vayan a consumir mucha agua.
Esta política de embalsar todas las
aguas, siguiendo la consigna de que no se vaya una gota al mar, es la que se
está aplicando en todo el país. Se ha
puesto especial énfasis en la provincia de La Habana por dos razones: por existir aquí la
concentración mayor de consumidores, y a la vez también la concentración mayor
de trabajadores; existe para esta provincia la ventaja de disponer de una gran
fuerza de trabajo potencial. Y por eso
se ve que avanza tan considerablemente todo en esta provincia, porque al revés
de la provincia de Camagüey, que disponiendo de una superficie agrícola
aproximadamente cuatro veces y medio mayor que la provincia de La Habana, tiene
en cambio una población aproximadamente igual a la tercera parte de la
población de la provincia de La Habana.
Por eso aquí se dispone de una fuerza
potencial humana muy grande para acelerar todo ese desarrollo. De manera que la política hidráulica que se
sigue en el Cordón de La Habana es la que se seguirá en toda la provincia a un
ritmo acelerado.
Existía en esta provincia una verdadera
contradicción: parecía
que era la provincia de agricultura más desarrollada, y muchas veces cuando se
hablaba de diferentes planes surgía por todas partes la afirmación de que no
había tierras en La Habana para más desarrollo agrícola. Cuando nos dispusimos a registrar palmo a
palmo la provincia y con los mapas y con las visitas a todas las regiones de la
provincia, pudimos apreciar que La Habana no solo dispone de las tierras
necesarias para autoabastecerse de la mayor parte de los productos, sino
incluso para participar en un grado alto en la exportación del país. Hemos calculado unas 28 000 caballerías
agrícolas. Esto, vuelto a multiplicar
por hectárea, son unas 420 000 hectáreas
las que tiene la provincia, descontadas ya las ciudades, las carreteras, las instalaciones
industriales y las poquísimas áreas no agrícolas, que son los mogotes. Porque ya aquí se le ha perdido el respeto
incluso a las lomas en esta provincia, y ya se están haciendo los primeros
trabajos de terraza para cultivo en las lomas de la provincia, y por cierto con
un éxito bastante prometedor. De manera
que ya en el mismo Cordón de La Habana los cultivos que se van a hacer en las
áreas de lomas ya se harán mediante terrazas, con trincheras de protección antierosiva para proteger el terreno de la erosión, con la
posibilidad de trabajar con máquinas en las lomas, de manera que todas las
terrazas se harán en curvas de nivel y, además, con una técnica que estamos
ensayando, que es la de acumular en canteros —además de la terraza— la capa
vegetal para el tipo de cultivo que se está haciendo. De manera que quedará muy poca superficie en
esta provincia que se pueda considerar superficie no agrícola.
Todos los cultivos llevarán la protección
de las barreras forestales contra el efecto secante de los vientos, el daño
físico a las plantaciones por los vientos, y en lo posible protección contra
ciclones en las plantaciones más importantes, porque nosotros aquí no tenemos
las heladas.
En el país van grandes plantaciones de
cítricos, y entre ellas en la provincia de La Habana, en el Cordón de La Habana
irán unas 4 000 hectáreas de cítricos.
De manera que el cítrico que consumirá la población de La Habana
prácticamente se podrá ir a recoger en el patio de la ciudad, es decir, estará
en el mismo borde:
donde se terminan las viviendas empiezan los cítricos. Y también en el resto de la provincia irán
aproximadamente unas 15 000 hectáreas de cítricos. Esta va a ser una parte pequeña de las
plantaciones de todo el país.
En la Florida, que es, por ejemplo, uno
de los lugares de Estados Unidos que más cítricos produce —incluso gozan de
fama, los norteamericanos son famosos como grandes productores de cítricos—,
producen por encima de 5 millones de toneladas de cítricos; una gran parte de
esos cítricos están en la Florida en tierras, por supuesto, mucho más pobres
que las nuestras.
Ellos tienen dos desventajas. Ellos tienen los ciclones, que casi todos los
ciclones que se pierden en el Caribe van a parar a la Florida —no vamos a decir
que nos alegramos, porque no sería correcto eso, pero ocurre así—, y algunos de
esos ciclones también pasan por aquí.
Luego, en los ciclones tenemos un enemigo natural. Pero ellos en la Florida, al igual que en
California, tienen otro enemigo natural, que son las heladas: de vez en cuando pasa alguna helada
por allí y congela las maticas de cítricos, al extremo que se ven obligados a
usar calefacción artificial para proteger las plantaciones de cítricos. ¡Menos mal que nosotros no tenemos que gastar
petróleo en eso! (RISAS.) Afortunadamente, en este país, al menos desde
que tenemos noticias, no ha ocurrido ningún tipo de heladas. Por lo tanto, tenemos un solo enemigo, que
son los ciclones. Y si ellos en la
Florida han podido desarrollar una gran industria de cítricos en una tierra
peor que la nuestra, y con dos enemigos, no hay la menor duda de que nosotros
vamos a tener una industria de cítricos superior a la industria de cítricos de
la Florida. De eso no hay la menor duda
(APLAUSOS).
Decía que en la provincia existiría, para
el autoabastecimiento de cítricos, una determinada porción de esa superficie. Los demás frutos serán frutos de tipo
tropical, arbóreo; de manera que se buscan distintos objetivos con esto: el primero, darle una utilización a esa
tierra de una manera correcta, plantar ahí lo más racional desde nuestro punto
de vista; a una gran aglomeración de población —a nuestro juicio— debe
corresponder en los alrededores, por cuestiones incluso de salud, un área
arbórea que contribuya a purificar la atmósfera alrededor de la ciudad;
segundo, un tipo de cultivo que no consuma demasiada agua; tercero, un tipo de
cultivo que cree condiciones ambientales también alrededor de la capital, y
además un tipo de cultivo de alto valor, que pueda ser perfectamente atendido
por la numerosa fuerza de trabajo con que cuenta la Ciudad de La Habana.
Les decía que en esta provincia se decía
que no había tierras, y lo que ocurría realmente es que la tierra estaba muy
mal utilizada, tremendamente subutilizada.
Los campesinos de los alrededores de La Habana en realidad tenían una
agricultura muy atrasada; hay que decirlo —yo sé que muchos están por aquí—,
esta es una verdad, y gracias a esa verdad y conocer esa verdad es que vamos a
salir de esa situación; era una agricultura fundamentalmente de
autoconsumo. Para darles una idea de la
forma en que estaban explotadas esas tierras, la Revolución concentró
inicialmente su esfuerzo en las provincias donde existen las grandes
extensiones de tierra, y sobre todo en las grandes extensiones de tierras
estatales; cuando se hicieron las reformas agrarias, del total de las tierras
del país un 70% aproximadamente quedaron como propiedad de la nación, para ser
explotadas como empresas nacionales, como centros nacionales de producción, y
un 30% quedó en manos de los pequeños propietarios, que eran en fin aparceros,
precaristas o arrendatarios. En las
leyes agrarias se les liberó del pago de las rentas.
Cuando nosotros decimos un pequeño
agricultor, no hay que comparar las cifras de otros países. Un pequeño agricultor, en comunidades humanas
densamente pobladas, son pequeños agricultores que tienen media hectárea, una
hectárea; la superficie aquí de los pequeños agricultores es mayor. Pero cuando se hicieron las leyes agrarias
había en el país grandes latifundios. Y
para tener una idea, uno de los latifundios norteamericanos en Cuba poseía 200
000 hectáreas de tierras agrícolas. De
manera que la ley fue tremendamente radical.
No es un país superpoblado, de manera que el pequeño agricultor tiene,
naturalmente, más superficie de la que tiene en las comunidades densamente
pobladas. La Revolución liberó a esos
pequeños agricultores del pago de rentas y de otras calamidades, les facilitó
recursos, les facilitó créditos y cuanta ayuda fue posible, al nivel de los
recursos que tenía el país y de la experiencia que teníamos todos nosotros, que
era por cierto bastante poca.
En muchos de los compañeros que estaban
en el frente de la agricultura se desarrolló una especie de indiferencia hacia
la forma en que los pequeños agricultores explotaban sus tierras, de manera que
en muchos mapas aparecían solo las tierras estatales, y nosotros les
preguntábamos: “¿Y qué hay ahí en ese
espacio en blanco?” “Bueno, son pequeños agricultores.” “¿Pero acaso esos
pequeños agricultores, esa tierra no está aquí en el país y no interesa a todo
el país la producción de esas tierras?”
Nuestros pequeños agricultores tenían una
agricultura atrasada, derivada de las condiciones de subdesarrollo, de atraso
técnico del país, y del analfabetismo tan extraordinariamente extendido. Y lógicamente esto se traducía en una
agricultura sumamente atrasada, sin empleo de máquinas, sin empleo de
fertilizantes, sin empleo de técnicas adecuadas de cultivo, sin empleo de las
variedades adecuadas de semillas, sin irrigación, y en fin esa era la
situación.
Y desde luego que una tierra que no
recibe fertilización, una tierra que no es irrigada, se traduce en una
agricultura pobre, de baja productividad, insegura. Y esta era la situación. Había que buscar la manera de cómo los
pequeños agricultores se integraban al proceso productivo, cómo los pequeños
agricultores elevaban también la productividad de esas tierras. Desde luego, los pequeños agricultores no
tenían recursos para hacerlo, y era necesario un esfuerzo de todo el país para
lograr eso y ya realizar los planes teniendo en cuenta los intereses del país;
en este sentido era necesario superar una etapa, superar una etapa de
relaciones mercantilistas entre el Estado socialista y los pequeños
agricultores.
¿Qué quiere decir relaciones
mercantilistas? Aquí ocurrió durante un
período de la Revolución en que si faltaban zanahorias se le establecía un
precio a la zanahoria, los organismos de acopio encargados de acopiar los
productos seguían una política de precios; entonces faltaba la zanahoria,
elevaban el precio de la zanahoria; y al otro año había mucha zanahoria pero no
había remolacha, entonces al otro elevaban el precio de la remolacha; y entonces podía haber zanahoria y remolacha,
pero no había malanga; otro año elevaban el precio de la malanga y sembraban malanga
y se descuidaban los cultivos de café. Y
así por el estilo, aquello era una situación de nunca terminar; hemos pasado
por esa experiencia.
Podía ocurrir perfectamente bien que el
país tuviese un central bastante eficiente, bastante moderno, en un área
determinada, y que alrededor de ese central nos encontráramos a un campesino
sembrando zanahoria, o a un campesino sembrando remolacha. Si para resolver el problema la solución
hubiese sido elevar el precio de la caña de manera que compitiera con la
zanahoria y con la remolacha, entonces se iba a caer en una situación
interminable, no se sabe qué cantidades fabulosas de dinero para hacer que la
caña al lado del central compitiera con la remolacha. Porque además, si se incrementa el precio de
ese central hay que incrementárselo a todos los demás, porque entonces los
demás dicen: ¿Por
qué a aquellos que cultivan la misma caña, con el mismo trabajo, les pagan
más?
Toda una política que además iba
acompañada de una serie de procesos crediticios del banco, de contratos y más
contratos; contratos entre el banco y los campesinos, contratos entre los
campesinos y acopio. Y en definitiva
muchas veces los campesinos firmaban el papelito con acopio, les entregaban
determinadas cantidades, y eso consagraba prácticamente un derecho a vender
después a cualquier precio el exceso por encima de lo que le entregaban a
acopio.
En fin, nosotros llegamos a la conclusión
de que por medio de este tipo de relaciones jamás íbamos a lograr ni
desarrollar la agricultura en el sector campesino ni hacer lo que más convenía
al país, y en definitiva no iba a contribuir ni mucho menos a crear una
conciencia revolucionaria en el campesinado.
Si el país tenía un central azucarero en
determinado sitio y había allí 10 hectáreas produciendo, voy a ponerle 13,4
hectáreas, una caballería, con unas pocas vacas produciendo un poco de leche,
¿qué ocurría? Hicimos el cálculo de que
cuando hay una lechería al lado de un central, a un kilómetro de un central,
para abastecer de leche al central, lo que habría que transportar de leche eran
unos 500 quintales —quintales nuestros, que son la mitad de los quintales
europeos, son quintales que se miden en libras y no en kilogramos—,
aproximadamente unas 25 toneladas. Si de
la caña que se llevaba a ese central, había una caballería a 10 kilómetros,
resultaba que el transporte que había que hacer medido en kilómetros-toneladas
era mil veces más; escúchese bien: mil veces más trasladar una caña con
una productividad alta desde 10 kilómetros del central que trasladar la leche
al central desde un kilómetro. Lo único
verdaderamente razonable era trasladar la producción de leche a 10 kilómetros y
situar la caña a un kilómetro del central, porque sencillamente la caña a 10
kilómetros implicaba transportar mil veces más carga, es decir, quinientas
veces más en la mitad del tiempo; es decir, que en seis meses —en los meses de
zafra— habría que transportar mil veces más caña.
Y esa situación abundaba. Incluso había gran número de lecherías
estatales en áreas próximas a los centrales.
Actualmente se está acercando la caña a los centrales, sembrándola en
tierras estatales y en tierras privadas.
Ahora bien: ¿Cómo trabajar con el pequeño
agricultor? El pequeño agricultor, en
definitiva, con su producción atrasada tenía ingresos bastante miserables; y la
economía del país recibía de esas tierras también un producto bruto bastante
miserable. Si para desarrollar esa
agricultura hubiésemos tenido que enfrascarnos en toda una política de
contratos y precios, y más contratos y más precios, no habríamos terminado
nunca; porque el campesino habría dicho: “Bueno, ¿me voy a empeñar, me voy a
hipotecar? No quiero deudas, a mí no me
importa sembrar esa cosa aquí, me siento inseguro.” Y, en fin, habría sido
insoluble el problema.
¿Qué hemos hecho? Hemos cambiado todo el viejo sistema de
relaciones con los campesinos.
Entendemos que si ese campesino produce allí una tonelada, el país
recibe una tonelada; si ese campesino produce 20, el país recibe 20
toneladas. Porque lo que ese campesino
produce se ha de consumir en el país o exportar por el país, y la que pierde es
la economía de todo el país.
De ahí que comenzando por esta provincia,
hemos iniciado una política nueva, en que vamos hacia el uso racional y óptimo
de todas las tierras —lo mismo estatales que privadas—, y como tenemos la
ventaja de partir de un punto muy bajo de productividad en esas tierras
privadas, ello nos permite racionalizar el uso de estas tierras de manera que
sale ganando el país y sale ganando también el campesino.
Empezamos porque hacemos todas las
inversiones por cuenta del Estado; es decir, que si hay que roturar, si hay que
hacer una plantación nueva, incluye las instalaciones productivas, incluye en
estos planes ya la vivienda también, y no se hace mediante una política
mercantilista, no se hipoteca el campesino, no le va a deber un solo centavo al
Estado. De manera que nosotros
desarrollamos esa unidad de producción y la obligación del campesino
ulteriormente es sencillamente atenderla de acuerdo con las normas técnicas
adecuadas y sacar el máximo de provecho posible. Si se trata de un cultivo que necesita una
ayuda adicional de fuerza se movilizan las fuerzas de trabajo nacionales y se
hacen las cosechas igual que se realizan las plantaciones y se llevan a cabo
estos inmensos trabajos que ustedes han visto alrededor de La Habana.
Al fin y al cabo, con el aprovechamiento
óptimo de esas tierras vamos a crear una abundancia tal de todos esos
productos, que en un futuro no lejano esos productos involucrados en estos
planes saldrán también de la circulación mercantil.
De manera que la sociedad cultiva las
tierras estatales, establece las inversiones en las tierras que no pertenecen
al Estado, hace las inversiones, contribuye a su desarrollo, contribuye a su
explotación para crear una productividad tal que le permita al país
prácticamente sacar de la circulación mercantil todos esos productos. Es decir, nuestra sociedad se propone
seriamente avanzar hacia una distribución comunista (APLAUSOS).
Esto naturalmente tiene que tener por
base el desarrollo máximo de la técnica, de la productividad del trabajo y de
la productividad de las tierras.
De inmediato toda la población campesina
que recibe los beneficios de los microplanes mejora extraordinariamente
su situación; de manera que, como en estos mismos casos, si vivían en un bohío
insalubre prácticamente, se le crean condiciones de vivienda y condiciones de
trabajo incomparablemente superiores.
Y para tener una idea de lo que significa
económicamente por ejemplo aquí en el Cordón de La Habana este plan, baste
decir que el valor de lo que se produce por hectárea se incrementará veinte
veces; es decir que cada hectárea de esas que estamos trabajando cuando esté en
producción estará produciendo valores económicos veinte veces superiores a lo
que estaba produciendo.
Nosotros en conversaciones con algunos
campesinos les hemos analizado su producción de leche, por ejemplo; les hemos
explicado cómo al nivel de la productividad que tienen, solo para abastecer de
leche la Ciudad de La Habana, haría falta un millón de hectáreas. Y realmente la Ciudad de La Habana la vamos a
abastecer plenamente de leche, y no solo de leche sino incluso de queso y en
buena parte de mantequilla, con unas 80 000 hectáreas de tierra, ¡con ochenta
mil! (APLAUSOS), y a un nivel de
abastecimiento que sería el doble de lo que se abastecería con ese nivel de
productividad de los campesinos en un millón de hectáreas de tierra.
Es decir que se está llevando a cabo una verdadera
revolución en la agricultura en esta provincia, igual que en el resto del
país.
¿Cómo han recibido los campesinos estos
planes? Naturalmente que los han
recibido con un extraordinario júbilo, con extraordinario optimismo, con una
extraordinaria alegría.
De manera que la contradicción que
existía entre esa propiedad privada de la tierra y la baja productividad de
esas tierras con los intereses del resto de la sociedad se ha resuelto, se ha
superado de la única manera que nos interesa y que debemos superar cualquier
contradicción en el seno de nuestra sociedad revolucionaria, es decir, en el
seno de los trabajadores y los campesinos, es decir, cualquier
contradicción.
Y realmente uno de los problemas más
difíciles en los procesos revolucionarios ha sido la cuestión agraria y la
cuestión del pequeño productor agrícola.
En nuestro país existía un proletariado
agrícola, existía una masa de pequeños agricultores; pero, además, existían
grandes latifundios, explotados algunos con mayor intensidad y casi todos con
un mínimo de intensidad, pero explotados por obreros asalariados.
Cuando la Revolución hace la Reforma
Agraria no reparte la tierra. Los que ya
tenían tierra, tenían posesión de la tierra —pequeños agricultores que pagaban
rentas y pagaban una parte de sus cosechas a los latifundistas—, se les liberó
de todo pago; pero en cambio no se establecieron repartos de tierra en las
tierras estatales.
Si hubiésemos repartido la tierra habría
sido una de las mayores posibilidades de que esta Revolución fracasara,
habríamos caído en un minifundio superimproductivo
que nos habríamos visto obligados a estar estableciendo inmediatamente después
la socialización de aquella tierra repartida.
No se hizo el reparto. Y en las condiciones de Cuba no era necesario
hacer el reparto. El reparto previo se
había convertido dentro de las doctrinas políticas en una especie de
dogma.
Afortunadamente pudimos comprender a
tiempo que en las condiciones de Cuba el reparto de los latifundios no
divididos habría sido un retroceso.
Gracias a eso hemos dispuesto de una sólida base para el desarrollo de
una agricultura moderna, altamente mecanizada, altamente tecnificada, es decir,
en proceso de mecanización y en proceso de tecnificación; y a la vez, nos ha
permitido desarrollar con los campesinos una política también de desarrollo
agrícola y de tecnificación de la agricultura sin contradicciones. Es decir, no nos hemos precipitado en
repartir, no repartimos, y por eso no nos hemos visto en la necesidad de
socializar.
De hecho, cuando el país viva bajo un
sistema de distribución comunista, de hecho toda la sociedad estará trabajando
para producir para toda la sociedad.
Es por eso que nosotros estamos
dispuestos a ayudar a los campesinos, dispuestos a desarrollar la productividad
de los campesinos, a mejorar sus condiciones de vivienda, a mejorar sus
condiciones generales de vida, a construir caminos, carreteras, instalaciones
de todo tipo; de manera que el campesino tendrá prácticamente todas sus
necesidades satisfechas. Y una
distribución comunista implicará la satisfacción de las necesidades materiales
y espirituales de toda la sociedad.
Es decir que esa contradicción de la
existencia de una proporción grande de tierra que pertenece a toda la sociedad
y una porción de la tierra que pertenece individualmente a los campesinos, se
superará por la vía de la distribución en el futuro. Hemos encontrado, a nuestro juicio, una feliz
solución.
Nosotros por eso no hemos promovido
expresamente las cooperativas. Si
algunos campesinos quieren asociarse, se asocian. La contrarrevolución les decía a los
campesinos que como esto era socialismo les iban a socializar la tierra, y
nosotros les decíamos a los campesinos: “como
esto es socialismo no te vamos a socializar la tierra”; porque el socialismo es
la alianza de los obreros y de los campesinos y no es la socialización forzosa
de las tierras de los campesinos y respetaremos tu voluntad de permanecer como
productor individual o asociado.
Y realmente, con las nuevas ideas de
desarrollo de la agricultura, en un futuro no lejano, de hecho cada pulgada de
tierra estará produciendo en el país lo que le interese y lo que le convenga al
país: al lado de los centrales
azucareros, caña; en las áreas de la industria láctea, leche; en las áreas de
cítricos, cítricos; en las áreas de piña, piña; en las áreas de plátano fruta,
plátano fruta; en las áreas de vianda, vianda; arroz, arroz; y en fin, todos
los renglones de la agricultura, lo que nos permitirá en un momento dado estar
produciendo de manera racional y óptima, de acuerdo con las diversas
necesidades del país, en cada provincia, en cada región y de acuerdo con las
características de la tierra, lo que convenga producir al país. Y ya ustedes ven cómo ese plan se desarrolla
en los alrededores de la capital y marcha rápidamente.
¿Cómo empezaron los microplanes? Los microplanes
empezaron con algunos campesinos. Y
otros se preguntaban qué son esos microplanes. Y poco a poco, a medida que el plan fue
adquiriendo prestigio, eran más y más los campesinos que querían incorporarse a
los planes. De manera que una inmensa
mayoría de los campesinos del Cordón de La Habana, estoy por decir que mucho
más del 90%, están incorporados a los planes.
Y lo que ocurre ya en cualquier región del país es que los campesinos
preguntan cuándo llegan los microplanes, cuándo
llegan los microplanes a su región, cuándo llega el microplan a esa provincia.
Y ese es el problema, desgraciadamente no podemos llevarlos al ritmo que
ellos quieren y que nosotros quisiéramos también.
En el Cordón de La Habana las necesidades
de vivienda para resolver los problemas de barrios insalubres, de bohíos
insalubres también, de las casas, y la vivienda de todos los trabajadores y
obreros que laboran en el Cordón de La Habana, se necesitan 4 100 viviendas
más.
Afortunadamente en el día de ayer una
brigada de trabajo comunista, integrada fundamentalmente por los alumnos de la
escuela provincial de La Habana, construyeron en seis
meses, recogiendo retazos, tubos, hierros por todas partes, realizaron la
proeza de construir una fábrica de cemento con capacidad para 100 toneladas
diarias (APLAUSOS). Esa fábrica no
aparecía en los planes perspectivos del país, no existía en los planes del
país, y surgió de la imaginación de los compañeros de la provincia. De manera que ayer terminaron la fabriquita,
que inmediatamente empezará a producir.
Y ya con ese cemento, que es aparte del cemento que se producirá en las
dos grandes fábricas que se terminan en el segundo semestre de este año, ya se
podrá dar un gran incremento a todo este plan en la provincia de La
Habana. De manera que esperamos que con
el trabajo de los obreros de La Habana y con el cemento extra que van a
producir se pueda resolver el problema de la vivienda de todos los trabajadores
y de todos los campesinos en el Cordón de La Habana en este año 1968
(APLAUSOS).
Ya desde el segundo semestre de este año
nuestro país podrá incrementar de un modo considerable la construcción de
viviendas. Porque en estos años hemos
estado limitados por el cemento.
Este pueblo se construyó en 44 días. Bien, para resolver los problemas de vivienda
de este país hay que construir durante 10 años, todos los meses, el equivalente
de 100 pueblos como este. Es decir que a
la cantidad de construcciones que hay que hacer para atender todas las
necesidades del desarrollo industrial, del desarrollo agrícola y del desarrollo
social, añádanse todas las escuelas que hay que construir en el país, las
instalaciones sociales en general, las construcciones de obras hidráulicas,
fábricas, caminos, carreteras, en fin, es un enorme trabajo el que hay que
hacer en las construcciones.
Pero afortunadamente esperamos, en un
tiempo bastante breve, mecanizar totalmente la cosecha de la caña. De manera que eso nos permitirá disponer de
300 000 trabajadores que podremos incorporar fundamentalmente a las
construcciones, y por supuesto también a otras actividades económicas. La mecanización de la caña es la que liberará
la inmensa fuerza de trabajo que necesitamos para las construcciones.
Por eso les decía que la importancia
objetiva de este pueblo es muy poca cosa.
En estos años la Revolución no ha pasado de 10 000 viviendas por año, y
se necesita construir aproximadamente unas 100 000 viviendas por año.
Actualmente el esfuerzo en la
construcción, el esfuerzo en la industria tiende hacia la mecanización de la
construcción y al establecimiento de las bases para el prefabricado. Es decir, necesitamos mecanizar la construcción
además de emplear un gran número de trabajadores en esas actividades.
Ya a partir del segundo semestre de este
año la vivienda adquirirá en todo el país un incremento considerable. Ahora bien, ¿hacia dónde vamos a poner el
acento principal? Vamos a poner el
acento principal en el campo, el acento de las construcciones de vivienda. Y vamos a poner fundamentalmente el acento en
la construcción de las viviendas de los obreros que trabajan en las Granjas del
Pueblo.
El sistema de construcción en el futuro
no será este de casas aisladas, sino que nosotros tenemos que ir al
aprovechamiento de la tierra y al ahorro de la tierra. Nosotros tenemos que ocupar espacio hacia
arriba. Por eso los compañeros del
Ministerio de la Construcción están ensayando ese nuevo edificio de 17 pisos,
que están construyendo rápidamente también mediante el método del
prefabricado. En los campos no haremos
edificios tan grandes, pero, desde luego, construiremos verticalmente más que
horizontalmente. Y la política que se
seguirá es preferencia al campo en la construcción de viviendas sobre la ciudad
y preferencia por encima de todo a los obreros que trabajan en las granjas
estatales, y progresivamente iremos también resolviendo los problemas de la
vivienda de los campesinos. Es decir que
el campo en la construcción tendrá prioridad sobre la ciudad. Y eso es muy lógico y eso es muy justo, no
creo que nadie discuta eso (APLAUSOS).
Para los vecinos de la provincia de La
Habana y para todos los que se puedan interesar por los planes en esta
provincia, me resta decirles que detrás del cordón frutero va el cordón
lechero. El cordón lechero ocupará
terrenos más allá del cordón frutero, y ya ese cordón se está haciendo también
en tierras onduladas, en tierras no aptas para otros tipos de cultivos, donde
dispondremos de las 80 000 hectáreas de pasto que integrarán el cordón lechero
de La Habana.
Con la ganadería no se puede hacer lo
mismo que con el café. La ganadería
lleva un desarrollo natural más lento, no es como el café que se puede producir
un millón de posturas en unas cuantas semanas.
De manera que con el café que vamos a sembrar este año en la provincia
de La Habana —unos 100 millones de matas—, pues, en el año 1970 ya La Habana se
autoabastecerá totalmente de café. Baste
decir que hoy el café que consume La Habana viene desde 1 000 kilómetros de
distancia, se cosecha en las montañas de la provincia de Oriente, y allá los
orientales tienen que ir por decenas de miles a las montañas a cosechar café y
después una buena parte de ese café hay que trasladarla 1 000 kilómetros. La Habana producirá el café que consume, y ya
en el año 1970 se autoabastecerá plenamente de café. Y ese café estará sembrado como un subcultivo, es decir, aprovechando las áreas donde están
sembrados los frutales. Eso ocurrirá
solo en dos años.
Con la ganadería cada provincia tiene sus
planes y cada provincia irá desarrollando su ganadería. Una provincia de poca población y mucha masa
ganadera, como la provincia de Camagüey, con el plan masivo de cruzamiento con
ganado lechero dispondrá mucho más rápidamente de más vacas lecheras que la
provincia de La Habana. Pero la
provincia de La Habana debe producir sus vacas lecheras. Debe producirlas partiendo del ganado lechero
que hay y partiendo del ganado cebú que vamos a transformar mediante la
inseminación en ganado lechero. Desde
luego, es un plan que teniendo en cuenta las necesidades de leche de la
provincia para él se seleccionan los mejores sementales, tratando de producir
un ganado de alta productividad en la provincia de La Habana.
Por eso, el incremento de la producción
de leche será más lento en esta provincia que en otras provincias, con menos
población y más masa ganadera.
Ahora, es una cosa bien hecha que entraña
una política sanitaria con el ganado, que incluye la eliminación de toda vaca
con brucelosis y de toda vaca con tuberculosis.
El problema de la brucelosis y la tuberculosis se ha hecho endémico en
casi todo el mundo. Y, por ejemplo, en
Europa las vacas que no tienen tuberculosis o no tienen brucelosis les pagan la
leche a los productores a un precio más alto.
Allí no han podido erradicar realmente ni la tuberculosis ni la
brucelosis.
Nosotros en nuestra política ganadera,
aunque vayamos más despacio, vamos eliminando y nos proponemos eliminar en esta
provincia todas las vacas tuberculosas y nos proponemos eliminar todas las
vacas con brucelosis. Es decir,
erradicar en la cuenca lechera de la provincia de La Habana, igual que en todo
el país, ese tipo de enfermedades que —por ejemplo— en Europa se han hecho
endémicas ya y permanentes. Las combaten
con vacunaciones y con distintos procedimientos, pero no las han podido
erradicar. Es decir que vamos a
desarrollar una ganadería de alta calidad y una ganadería sana en el cordón
lechero, que va detrás del cordón frutero.
Después vienen las áreas llanas con
regadío, donde estarán el cordón cañero y el cordón viandero. Ya no será un cordón, será una franja, porque
hacia el sur de la provincia disponemos de una tierra llana, magnífica, con
posibilidades de regadío, donde se producirán todas las viandas y todos los
vegetales que necesite la provincia.
Actualmente se traen a veces viandas y vegetales hasta desde la
provincia de Oriente, a 1 000
kilómetros de distancia.
Además, se sembrarán también y se
cultivarán las cañas necesarias para poner al tope de producción todos los
centrales de la provincia. En los planes
para 1970 la provincia de La Habana incluye una producción de 100 000 toneladas
de azúcar más de las que había proyectadas para 1970. Y además, la provincia de La Habana producirá
una parte considerable del arroz que va a consumir. De manera que se va a abastecer de toda la
leche que necesite, del queso; se va a abastecer de casi toda la mantequilla
—porque habrá, desde luego, otras áreas que producirán mucha más mantequilla
que esta provincia—; producirá las frutas que necesite; producirá los vegetales
que necesite, las viandas que necesite.
Nosotros llamamos vianda a la papa, a la
malanga, a la yuca, al plátano; en fin, tienen un nombre diferente que las de
Europa —y aquí hay que estar hablando para los europeos. Posiblemente los latinoamericanos que estén
aquí entiendan mejor las medidas nuestras, el idioma nuestro, pero... Bueno, yo no sé si lo entenderán mucho porque
no sé si los intelectuales están muy familiarizados con estos problemas de la
agricultura (APLAUSOS). De todas formas,
ustedes me perdonan si yo he hablado demasiado de este problema, no olvidándose
que es la base material para todo el desarrollo cultural del país
(APLAUSOS).
Además de autoabastecerse de
prácticamente todo lo que necesite, excepto en unos pocos renglones, la
provincia de La Habana exportará en productos agrícolas no menos de 100
millones de pesos —la provincia de La Habana, solamente la provincia de La
Habana. Es decir, que se autoabastecerá
con esta revolución de desarrollo técnico que se está haciendo en la provincia,
se autoabastecerá de prácticamente todos los renglones, excepto unos pocos, y
exportará, obtendrá para el país 100 millones en divisas.
De manera que la población de esta
provincia, la población de la Ciudad de La Habana se redimirá de esa especie de
colonialismo, de colonización a la que tenía sometido al resto del país. Porque La Habana más que la capital de Cuba
era la metrópoli de Cuba; y ahora La Habana podrá ser la capital y no la
metrópoli, porque dejará de ser una carga y se convertirá en una tremenda ayuda
para el país por su enorme fuerza de trabajo, por sus enormes recursos
técnicos. Es decir que La Habana tiene
la misión de producir técnicos para el interior del país, una gran parte de los
técnicos que necesita el interior del país y tiene la obligación de ayudar al
resto del país y ya de muchas formas lo está haciendo... (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE AL COMANDANTE
FIDEL CASTRO QUE QUIERE ENTREGARLE UNA CARTA) .
¿No hay correo? Bueno, pero no me interrumpas ahora; me
guardas la carta y me la entregas. Si
interrumpimos, me quitas el hilo de todo lo que estoy hablando de vacas, de
café, de caballerías, de hectáreas y se puede armar una gran confusión
aquí.
¿De qué estábamos hablando, a
propósito? (RISAS.) Creo que íbamos hablando de La Habana capital
y no de La Habana metrópoli.
Ya actualmente muchas de las posturas de
cítricos de muy alta calidad que se van a realizar en distintos planes del
interior del país se están produciendo en la provincia de La Habana. Es decir que ya empieza a brindarle una ayuda
técnica al resto del país. Y quedará ya
para 1969, es decir, para fines del próximo año las cuatrocientas y tantas mil
hectáreas de la provincia estarán todas cultivadas.
Eso no significa que se paralice ahí la
producción. Del año 1969 a 1975 habrá
una lucha incesante por el incremento de la productividad de las tierras. De
manera que creemos que en 1975 la participación de la agricultura de esta
provincia en las exportaciones del país se incrementará aún más de la cifra de
100 millones de pesos, además de abastecer las necesidades de la futura
población de esta región.
Desde luego que en los planes de
desarrollo futuro debemos procurar que La Habana no crezca mucho más. Ya La Habana tiene un tamaño considerable y
hay que desarrollar el interior del país.
Así que nosotros debemos procurar que el fenómeno que se produjo durante
tanto tiempo de una emigración hacia la capital se paralice definitivamente y,
si fuera posible, que muchos jóvenes con calificación técnica procedentes de la
Ciudad de La Habana vayan a trabajar, como ya lo están haciendo en Isla de
Pinos y en otros muchos sitios en el interior del país, y para lo cual queremos
crear las condiciones necesarias.
Afortunadamente ya ni en esta ciudad ni
en ninguna ciudad de Cuba se ve un pordiosero.
Tal vez los que vienen de grandes urbes, muy opulentas, con mucho
letrero lumínico, con mucho lujo, con mucho fasto echarán de menos aquí en
nuestra capital al pordiosero, al limosnero, que tanto abundaba; echarán de
menos a los prostíbulos en esta ciudad, donde desgraciadamente en el pasado,
sometidos al imperialismo, decenas de miles de mujeres no podían encontrar otro
oficio que el de la prostitución. Y esta
lacra tan común y tan corriente en grandes urbes muy desarrolladas y muy
industrializadas no existe en nuestro país.
No se encontrarán vagabundos, no se encontrarán muchachos por las calles
sin estudiar, sin hacer absolutamente nada, de manera que nuestro país va
superando todas esas seculares lacras.
Todavía no tenemos un gran desarrollo
económico, pero sí podemos decir con absoluta tranquilidad y absoluta seguridad
de que ya nuestro país lleva un ritmo de desarrollo y un avance tal que ya nada
ni nadie lo podrá detener (APLAUSOS). Un
pueblo que trabaja cada vez con más entusiasmo, cada vez con más conciencia,
que trabaja cada vez con más organización y que trabaja cada vez con más
máquinas, cada vez con más técnica. Y ya
el ritmo de nuestro avance es notable y es una cosa incontenible.
Me imagino que tendrán que presenciar ese
desarrollo con mucha amargura los imperialistas y los detractores de este
país. Y ya aun hoy día tienen que
admitir que el país avanza, de manera que no han podido hacer sus acostumbradas
campañas con relación al problema del petróleo, y han tenido que admitir el
hecho real del incremento de las necesidades, como consecuencia del enorme
esfuerzo por desarrollarse que se está realizando en Cuba. Esas cosas ya tienen que admitirlas.
Y no estamos muy lejos de 1970. Y ya los escépticos, los que se dejaron
engañar por la propaganda imperialista, los que pensaban que este era un país
muy radical y muy revolucionario pero incapaz de organizarse, incapaz de
desarrollarse; los escépticos, que sentían pena respecto a Cuba, que pensaban
que Cuba desprestigiaba las ideas del socialismo porque no aparecían índices y
más índices, tendrán la oportunidad de sentirse cómodamente tranquilos, alejar
de sus mentes esas inquietudes, porque van a ver realmente un país que no solo
sabe ser profundamente revolucionario e internacionalista sino que es un país
capaz de vencer el inmenso obstáculo que constituye en el mundo de hoy el
problema del subdesarrollo (APLAUSOS).
A la vez los imperialistas tendrán que
soportar amargamente estos éxitos, y perderán el instrumento propagandístico
que tanto han usado contra la Revolución.
Porque la estrategia imperialista era hacer lo indecible para que
fracasara, crearnos tantos obstáculos como fuera posible, y después decir: Ven, el socialismo
no sirve, el socialismo no es el camino.
Que es igual que el médico que hiciera todo lo posible por matar a
alguien con tal de demostrar que una medicina no sirve para algo.
Y esa ha sido la política de los
imperialistas: hacer
lo indecible porque nuestra economía fracasara y después poder decir: Ven, ven ustedes cómo el socialismo no es la
solución, a la vez que hace los esfuerzos que dice que hace, sobre todo
esfuerzo de palabra, esfuerzo de la imaginación, para ver cómo los demás países
de América Latina se desarrollan.
Y la realidad será que para 1970, la
realidad clara, incuestionable, irrebatible, es que en 11 años nuestro país
habrá saltado grandes trechos históricos, habrá logrado grandes avances, y el
resto de los pueblos de América Latina estarán padeciendo una situación
económica peor, un atraso mayor, un subdesarrollo mayor todavía, es decir, una
diferencia mucho mayor con los países que se han desarrollado económicamente.
Como decíamos el día 2, los imperialistas
han saqueado y saquean constantemente a las naciones de América Latina de sus
técnicos, de sus médicos, de sus ingenieros, y en fin del personal
calificado. Desde luego que los
imperialistas yankis no solo saquean a la América Latina. Incluso algunos países europeos como
Inglaterra son víctimas del saqueo de Estados Unidos, que le paga enormes
sueldos, de manera que el gobierno de ese país se ha visto en los últimos tiempos
preocupado de cómo contrarrestar la enorme extracción que Estados Unidos hace
de técnicos ingleses. Los imperialistas
yankis saquean a todo el mundo: saquean a los subdesarrollados, a los
desarrollados, a los pobres, a los ricos, a todo el mundo.
Y la situación ya de nuestro país para 1970
no resistirá comparación de ninguna índole, le queda bastante poco tiempo.
En este año han hecho bastante propaganda
sobre el azúcar. Este año ciertamente
hemos tenido una sequía muy fuerte.
Todavía hasta 1972 este país en sus cultivos fundamentales tendrá un
grado de dependencia alto de las condiciones climáticas, pero es una situación
que irá disminuyendo progresivamente, y para 1972 ya no tendremos necesidad de
estar mirando hacia el cielo para ver si llueve, si no llueve. Ya nuestra agricultura se habrá librado de
todos los azares del clima, es decir, en lo que se refiere a las lluvias; los
ciclones es otra cosa, no podemos todavía controlarlos.
Y sin embargo, a pesar de esa enorme
sequía, el trabajo que se hizo en la caña, la fertilización que se hizo en la
caña ha compensado en un grado considerable el efecto de la sequía, de manera
que no van a poder hacer mucha campaña basada en esta zafra, porque esta zafra
va a ser una buena zafra. Y lo decimos
sin temor a que pueda bajar algunos punticos más o punticos menos el
azúcar. Y desde luego, decimos y
repetimos: ¡Que
los diez millones para 1970 los alcanzaremos inexorablemente! (APLAUSOS.)
Habrá caña más que suficiente, dado el enorme esfuerzo que se realiza en
estos momentos, para lograr esa meta.
Y esa es la realidad de nuestro
país. Tenemos muchos más recursos: Aquí mismo se han
concentrado con sus operadores los tractores de goma, los tractores de estera
con sus operadoras, porque ya hay brigadas de máquinas pequeñas aquí operadas
totalmente por mujeres (APLAUSOS). Esta
noche concentraron aquí las doscientas y tantas máquinas que están trabajando
en el Cordón de La Habana.
Como decíamos el día 2, desde 1960 a esta
fecha han entrado en nuestro país unos 35 000 tractores, y esos 35 000
tractores, sumados a algunos un poquito más viejos que quedaron, hacen un total
de aproximadamente 40 000 tractores que disponemos en este momento, y en este
momento esos 40 000 tractores están trabajando, y no solo están trabajando,
sino que están trabajando en muchos casos día y noche, es decir, que por cada
tractor hay dos o tres operarios, con mucha más organización, con mucho mejor
mantenimiento. De manera que nosotros
consideramos en este momento que el avance del país es realmente incontenible y
que no habrá ninguna dificultad que pueda ni siquiera retrasar nuestro
desarrollo económico.
Tengo entendido que aquí presente está
también la brigada de los que iban a trabajar en la liquidación del marabú en
los alrededores de La Habana. El 28 de
septiembre se dijo que en un año no quedaría una mata de marabú en los
alrededores de La Habana, pero parece ser que para el mes de marzo ya no
quedará en los alrededores de La Habana, es decir, en los alrededores de la
Ciudad de La Habana, en toda el área del Cordón de La Habana, para el mes de
marzo, unos cuantos meses antes de los que se había considerado en aquella
fecha, no quedará una mata de marabú o de aroma. Esto da una idea de cómo se acelera todo,
porque realmente en aquella oportunidad parecía difícil lograrlo incluso en el
plazo de un año, y prácticamente se está logrando en el plazo de seis
meses.
Creo que con esta explicación amplia, tal
vez un poco aburrida, que les hemos estado dando, principalmente a nuestros
invitados, que están en un número crecido aquí esta noche, y que vinieron
amablemente a participar de esta pequeña fiestecita,
pues ya las cosas fundamentales del cordón y de la agricultura de la provincia
y algunas del país están explicadas, y si alguno de ustedes quiere hacer alguna
pregunta, pues estamos aquí a su disposición (APLAUSOS).
(LE PREGUNTAN QUE CUANDO ENTREGAN LAS
CASAS). Según el poema del Indio Naborí,
las casas se entregaban hoy, pero ahora veo que no es hoy, que es mañana. En realidad, les voy a decir, la culpa la
tenemos nosotros, y más que nosotros el Congreso Cultural. ¿Qué les parece? Porque se iba a inaugurar la fábrica de
cemento el 4, se iba a inaugurar el pueblo el 5; pero es que el 4 se inauguró
el Congreso, el 5 se inauguró la fábrica y el sexto día de este mes se inauguró
el pueblecito este. Así que por eso ha
habido un retraso de 24 horas. Yo creo
que el Indio había escrito “mañana”. No sé cómo arregló su poema, si lo arregló,
porque por ahí yo había visto una versión del poema y decía “mañana”, y resulta
que es hoy, y las casas se han quedado para mañana.
¿Usted va a vivir en el pueblo?... ¡Ah!; ¿cuántos son de familia?... ¿Cuatro nada más?... ¡Pero vendrán más!, ¿verdad?... Es decir, no van a tener una casa demasiado
grande para cuatro de familia nada más.
(LE PREGUNTAN SOBRE EL PROBLEMA DEL
TRANSPORTE). Electricidad tiene el
pueblecito —¿tiene electricidad?—, y centro comercial,
y parque infantil, y círculo social, y campo deportivo, y escuelas va a
tener. Pero, caramba, no estamos
completos todavía:
falta el transporte. Bueno: bien, claro que van
a tener transporte; seguramente el compañero Faure
está al tanto de eso y siempre que hay un pueblecito nuevo, un caminito nuevo,
va resolviendo esos problemas. Pero yo
lo que quiero es saber una cosa: ¿y
después qué?, ¿después qué necesitan?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Trabajamos!”)
¿Tú dónde trabajas? (LE CONTESTA QUE EN ALQUITEX) ¡En Alquitex, en Alquízar! ¡Oye, qué
lejos! Entonces el transporte que a ti
te preocupa es el transporte en Alquízar...
Bueno: entonces mientras más pronto termine
este acto y mientras más pronto pase la noche, más pronto los vecinos entran en
posesión de sus casas. Así que muchas
gracias a todos.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)