DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE GRADUACION DEL INSTITUTO
TECNOLOGICO DE LA CAÑA, CELEBRADO EN MATANZAS, EL 6 DE OCTUBRE DE 1968.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros profesores;
Señores invitados;
Familiares de los graduados y estudiantes;
Compañeros técnicos graduados;
Compañeros estudiantes:
Hace apenas cuatro años teníamos aquí
frente a estas instalaciones, del lado de allá de la carretera, una pequeña
escuela agrícola donde se enseñaba o se pretendía enseñar más de veinte
especialidades agrícolas, si mal no recuerdo.
Era, por otra parte, prácticamente la única escuela agrícola que había
en nuestro país.
y recordamos —a la vez que nos asombramos
de la rapidez con que marcha el tiempo, y aún más rápidamente los procesos—
nuestra larga conversación con los estudiantes de aquella escuela para
persuadirlos de la necesidad de especializar aquella escuela en los estudios de
técnicas de caña y a la vez la conveniencia de que los institutos tecnológicos
agrícolas fuesen instituciones especializadas.
En aquel entonces comenzó un movimiento
de organización de escuelas para la agricultura, que en la actualidad cuenta
con un gran número de centros, pues en caña no solo tenemos este de Matanzas,
sino que tienen ya también sus correspondientes institutos tecnológicos Las
Villas, Camagüey y Oriente; tenemos los
institutos tecnológicos de ganadería en número crecido, de veterinaria, de
forestal, de cítricos, de hidráulica y nuevos institutos que se van creando
constantemente. Y lo asombroso es como,
al haber transcurrido cuatro años solamente, ya algunos de aquellos alumnos con
los que hablamos aquella tarde con el propósito de que se especializasen en
caña y una vez graduados fuesen a la producción, pero continuasen estudiando
por correspondencia los estudios superiores, ya tenemos un buen número de
aquellos compañeros que este año comienzan el cuarto curso de su carrera de
ingenieros agrónomos y que son en este momento —constituyendo equipos de
técnicos que están ayudando en los planes de caña—, sin duda, un núcleo donde
se reúnen los compañeros que más experiencia tienen en el cultivo de la caña en
nuestro país (APLAUSOS).
Hay, naturalmente, algunos —contados—
antiguos agrónomos que tienen grandes experiencias en caña. Pero ya estos compañeros constituyen un
contingente numeroso, y están participando destacadamente en el plan para los
10 millones de toneladas de azúcar (APLAUSOS).
Y algo a la vez sumamente alentador, y es que en el día de hoy se
gradúen nada menos que 378 técnicos en caña (APLAUSOS). De manera que este instituto ha formado ya
540 técnicos aproximadamente que, junto con los primeros cursos graduados en
las otras escuelas, hacen ya un total de 701 técnicos graduados
(APLAUSOS). ¿Y qué significa 701 nuevos
técnicos en caña? Significa,
sencillamente, pasar del cero a algo, significa que hemos dado un gran salto en
este sentido, puesto que nadie vaya a imaginarse que nuestros campos estaban
llenos de técnicos y de hombres con grandes conocimientos teóricos y prácticos
de la agricultura. Es una gran cosa, una
formidable cosa que ya nuestro país en ese período de cuatro años pueda contar
con 701 técnicos, los cuales a su vez están realizando estudios
superiores. Esto significa mucho para
nuestro país.
En esta misma provincia donde comenzaron
a trabajar los primeros graduados de este instituto tecnológico, al cabo de dos
años se podía apreciar cuanto había avanzado la agricultura cañera. Tal vez muchas personas piensan que la
agricultura es una cosa muy fácil y muy sencilla, puesto que actividades
agrícolas han realizado los hombres desde que descubrieron que una semilla
germinaba y se podía crear una planta.
Pero en realidad la agricultura moderna, la agricultura necesaria para
satisfacer las necesidades de una población numerosa, y las necesidades de toda
una población, es una agricultura que no es tan sencilla, es más compleja, y
sus técnicas se han revolucionado considerablemente en los últimos
tiempos. La simple siembra de la caña,
algo que vienen haciendo los cubanos desde hace siglos, comenzó en nuestro país
por pequeñas plantaciones, en tierras completamente vírgenes: desmontaban, sembraban la caña; el
suelo no erosionado poseía gran fertilidad, puesto que durante miles de años
tal vez no había sido nunca removida aquella tierra, con seguridad que no había
sido nunca removida. Y esas tierras eran
más fértiles, pero desde luego los rendimientos eran necesariamente más
pobres. Cuando se comenzó a cultivar la
caña de azúcar, los rendimientos eran de mucho menos de 10% de azúcar, pasaba
algo similar que con la remolacha.
Si mal no recuerdo, cuando se comenzó a
cultivar la remolacha en Europa el porcentaje de azúcar que tenía la remolacha
era un 5% ó 6% de azúcar; en los últimos 200 años los trabajos con la genética
en la remolacha han logrado producir variedades de remolacha que tienen hasta
el 19% de azúcar. Lo mismo ocurrió con
la caña: de
rendimientos del 6% ó el 7%, ya hay variedades de caña que en determinado
momento tienen 14%, 15% y hasta 16% de azúcar.
Desde luego, las zafras son largas y las cañas no se cortan todas en la
misma fecha, hay momentos que tienen más rendimiento que otros, aunque también
se han ido desarrollando variedades, algunas de las cuales maduran más temprano
y otras más tarde, pero de entonces acá las técnicas agrícolas han avanzado considerablemente,
los rendimientos posibles se han elevado también mucho, las posibilidades con
la fertilización, la irrigación, la preparación de la tierra, los cultivos, los
herbicidas, son enormes.
En nuestro país anteriormente se cortaba
la caña, y aun todavía se hace así, prácticamente todos los años. ¿Qué significa eso? Significa que hay que cortar 70 000, 80 000
caballerías, y cultivar todos los años cuando comienza la primavera 70 000 u 80
000 caballerías. Como las cañas no
estaban en terrenos de regadío, salvo unas pocas excepciones, ¿la caña cuándo
había que sembrarla? En primavera,
cuando llovía. Entonces había durante
todos los meses de seca que estar preparando la tierra, mucha tierra preparada,
y entonces apenas caían los primeros aguaceros empezar a sembrar precisamente
en ese momento, que es el peor para la siembra.
De manera que en nuestro país había que sembrar las cañas en la
primavera, todos los cultivos en primavera, porque había que esperar que
lloviera, y a la vez había que comenzar a limpiar todos los retoños, a la vez
había que cortar la caña todos los años, porque en muchos terrenos la caña no
se puede dejar por dos años porque no resiste ese largo período en muchas
regiones del país donde a veces ocurren sequías hasta de cuatro y de cinco
meses.
En el futuro la caña se cortará cada dos
años, de manera que serán cañas de 20 meses, de 24 meses; las cañas nuevas
tendrán de 17 a 18 meses, los rendimientos serán muy elevados. Las cañas no se sembrarán en los meses de
mayo, ni junio, ni julio.
Ustedes saben los enormes trabajos que
este mismo año de mucha lluvia ha tenido que pasar el pueblo llevando a cabo
los planes de caña, porque si no se puede sembrar en enero, en febrero, en
marzo, en abril, hay que esperar que llueva; las tierras están preparadas, caen
grandes y generales aguaceros, no se puede surcar, no se puede emplear una
máquina para sembrar, crece la hierba a mucha más velocidad que la caña, y el
trabajo que se acumula es enorme, sin poderse usar siquiera las máquinas. En el futuro se sembrarán las cañas en enero,
en febrero, marzo, abril, quizás algunas cañas en septiembre, noviembre y
diciembre. Habrá que cortar la mitad de
la superficie de lo que se corte ahora, posiblemente menos de la mitad. Se calcula unas 110 000 caballerías para la
zafra de los 10 millones, que habrá que cortar.
Esperamos lograr rendimientos en las cañas nuevas tan altos que no sea
necesario cortar las 110 000 caballerías.
Pero para producir 10 millones de toneladas de azúcar hay que cortar unos
7 200 millones de arrobas de caña. Siete
mil doscientos millones de arrobas de caña se pueden producir en unas 35 000
caballerías de caña, siempre y cuando estas cañas sean de regadío, estén muy
bien cultivadas, bien fertilizadas, sean las variedades adecuadas y tengan
además de 18 a 24 meses de edad. ¿Qué
significa esto? Que en el futuro solo
habrá que limpiar unas 20 000 caballerías de caña y sembrar unas 15 000 caballerías
de caña todos los años, que habrá que sembrarlas y se podrá sembrar en los
meses de seca porque tendremos ya en el año 1973 casi toda la caña en áreas de
regadío, de manera que nos independizamos de los aguaceros, de la primavera,
para realizar esos trabajos. Se hace
mucho más cómodo sembrar unas 15 000 caballerías de caña en esos meses, con 150
caballerías en 100 días y este año hay días en que se han sembrado 400 y un día
en que sembraron más de 500. De manera
que sembrando 150 caballerías, vamos a poner más, 200 caballerías en 100 días,
no es un trabajo fuerte, sobre todo cuando se hace en período de seca, no como
ahora que tienen las tierras listas, llueve tres días, como ha llovido en
Matanzas, no pueden sembrarlas y tienen que esperar; después tienen que esperar
que oree el terreno para poder surcar, las máquinas están paradas puesto que no
pueden trabajar. Es decir, que hay un
sinnúmero de inconvenientes.
De manera que se revolucionará
completamente en nuestro país toda la técnica de cultivar la caña y de producir
el azúcar: se
sembrará en seca, habrá que cultivar prácticamente la cuarta parte de la caña
que hay que cultivar ahora. Ahora hay
que cortar caballerías con 40 000, 50 000 arrobas y limpiarlas; en el futuro se
limpiará una caña que se cortará a los 24 meses con 200 000 ó 250 000
arrobas. Cualquiera comprende cuánto se
simplifica el trabajo. Si a esto se le
añade que en el futuro con herbicidas se mantendrán limpias las cañas, con
máquinas se cosecharán las cañas, con elementos que ya se conocen, con una
máquina que ya existe —y que el único problema ahora consiste en fabricarla en
los próximos años en las cantidades suficientes—, se hará la preparación de
tierra toda a máquina, en período de seca controlando las aguas mediante el
regadío; se sembrarán con máquinas, se cultivarán prácticamente con herbicidas
desde avión, no entrará un hombre en un cañaveral, y se cosechará con
máquinas. De manera que si se necesitan
para 10 millones unas 400 000 personas cortando caña, o tal vez un poco más
porque no todo el mundo promedia 100 arrobas o 120 arrobas, en el futuro unas 10
000 ó 12 000 personas cortarán toda la caña con máquinas. Quedará la caña en las montañas, que se irá
bajando para el llano, desactivando los centrales que se encuentran en zonas
montañosas y aumentando la capacidad correspondiente en las regiones
llanas. Eso se hará de 1970 a 1975, para
ver si en 1975 está toda la caña absolutamente mecanizada. Produciremos de una manera incomparablemente
más fácil los 10 millones de toneladas de azúcar. Eso no quiere decir que esa sea la única caña
que se cultive y se coseche en el futuro en Cuba. Después de los 10 millones de toneladas de
azúcar seguirá creciendo la caña, pero para otros usos que no es el azúcar;
pero se hará también con irrigación y con la mecanización.
Ahora bien, cuando se trata de preparar
la tierra para producir 250 000 y hasta 300 000 arrobas por caballería, hay que
tener conocimiento cabal del suelo: qué tipo de suelo, qué tratamiento hay
que darle, qué niveles de fertilización, qué profundidad debe tener el surco,
qué tipo debe ser la semilla que se siembre, limpia de plagas, de la edad
correspondiente para que germine con la mayor rapidez. Eso en primer lugar. El riego de la caña requiere conocimientos
técnicos, cálculos, estudios del grado de humedad. En fin, una serie de elementos de juicio, de
información y de conocimientos que no los tiene cualquier persona.
Además, el uso del herbicida es todavía
más complicado. No hay un solo tipo de
herbicida. Hay un herbicida para los
terrenos muy pesados, otro herbicida para los terrenos muy ligeros, un
herbicida que se aplica antes de la siembra, un herbicida que se aplica después
de la siembra; tiene que emplearse en las cantidades exactas; tiene que poseer
el suelo un grado de humedad determinado.
De manera que a cualquiera no se le puede encargar de 100 caballerías de
caña y decirle: aplíquele toda la
técnica —no ya 100, 10 caballerías de caña—, aplíquele todas las técnicas
adecuadas al suelo, adecuadas a la variedad, adecuadas a los herbicidas. En fin, todas esas cosas requieren
conocimiento.
Si nosotros no tenemos en el pueblo miles
de técnicos en caña no podemos llegar a este tipo de agricultura moderna. Igual que en la caña pasa con el arroz, con
los cítricos, con el café, con las viandas, con el ganado, con todo.
Es decir que un país que quiera disponer
en abundancia prácticamente absoluta lo que quiera —y nuestro país por las
condiciones de clima, por sus condiciones de suelo, puede llegar a tener en
abundancia todo lo que quiera—, para ello hacen falta como cuestión muy
importante dos cosas:
primero los conocimientos técnicos; y, segundo, las máquinas y
los equipos y las materias primas pertinentes para poder aplicar esa
técnica.
Por ejemplo, para regar pues hay que
hacer infinidad de trabajos. Ha habido
que estudiar en el país todas las aguas subterráneas, ha habido que estudiar
todas las cuencas de los ríos, cuánta agua corre como promedio por cada río,
qué lugares sirven para hacer las presas, qué cantidades de agua se almacenan,
cuánto llueve en cada región del país, cuánto se evapora, toda una serie de
estudios que nadie sabía aquí. Porque
aquí en el país solo había un embalse, Charco Mono, de 6 millones de metros
cúbicos de agua, para darle agua a Santiago, y la presa del Hanabanilla, que no
estaba terminada. ¿Y saben cuánto
necesita la agricultura que aspiramos a desarrollar? Unos 15 000 millones de metros cúbicos.
De manera que la Revolución ha tenido que
realizar hasta los estudios más elementales que esta cuestión requiere, como es
el agua que corre por cada río o la ubicación y caudal de las cuencas
subterráneas. Cualquiera dice: hacer una represa
es fácil, echar tierra allí en el cauce del río y aguantar el agua, esa cosa
que hacen los niños jugando en la bañadera de su casa. Pero en realidad hay que hacer estudios de la
cuenca hidráulica, estudios geológicos, de la arcilla, estudio de la
resistencia física de esa arcilla, muchas veces hay que hacer inyecciones en la
roca para evitar las filtraciones, hay que calcular la resistencia con un
margen de seguridad sobrado para que aunque llegue un Flora no se vaya la
presa, porque en nuestro país donde a veces se producen esos tremendos ciclones
con descomunales aguaceros hay que tener normas de seguridad muy grandes en las
presas. Y todo eso requiere
proyectistas, ingenieros, geólogos, operadores de equipos, jefes de obras. Nadie se imagina la cantidad de técnicos y de
personal capacitado que se necesita para hacer todas esas cosas. Por lo general la mayoría de las personas
ignoran cuál es la complejidad de todas esas cosas, y muchos incluso parecen
olvidar que en nuestro país no había nada de eso, ninguno de esos tipos de
técnicos de caña, ni de suelo, ni de presa, ni geólogos, ni nada, porque aquí
este país vivía de dos cosas: 400 000
obreros cortando caña y el resto de la gente viviendo de esa caña, en el “timbiricheo”, en el negocio, en el cambio para acá, para
allá, todas las cosas esas; es decir, no estaban en la producción de bienes
materiales. Casi todo se importaba. Y trabajaban 400 000 personas en la
caña. Con eso se producían las riquezas
fundamentales del país, todo lo demás se traía y se repartía, según los
privilegios, clases, etcétera, etcétera.
Y desde luego que esa era una realidad, y
no se desarrollaba ningún tipo de los conocimientos que hoy tanto se necesitan: algunos pocos que
sabían algo no eran precisamente de las familias más pobres, no eran los hijos
de los obreros azucareros, eran por lo general los hijos de las familias más
pudientes. Y lógicamente, como la
Revolución no podía preservar aquellos privilegios, muchos de ellos
inconformes, insatisfechos, se marcharon.
Y era lógico:
no se podían adaptar, ni mucho menos, a una revolución. Y la revolución había que hacerla, porque si
no se hacía la revolución terminábamos aquí devorándonos unos a otros. Cualquiera comprende eso perfectamente bien
(APLAUSOS).
Con esto les quiero dar a entender la
importancia que tiene la formación de los cuadros técnicos en todos los
cultivos. Ahora bien, nuestro país tiene
una superficie de unas 800 000 caballerías y llegará a disponer, entre pastos y
cultivos, de cerca de medio millón de caballerías; el resto estará comprendido
en las tierras que ocupan las ciudades, las instalaciones industriales, los
mogotes que no se pueden cultivar, los embalses de agua que ocupan caballerías
de tierra, los caminos, y las áreas forestales.
Debemos irrigar aproximadamente 300 000 caballerías de tierra.
Ese es el enorme esfuerzo que se está
haciendo ahora, construyendo embalses por dondequiera y perforando por
dondequiera. Con muchos esfuerzos el
país ha reunido equipos para poder hacer eso, con muchos esfuerzos y muchos
sacrificios para el país. Si lo hubiéramos
gastado en otras cosas no resolvíamos ningún problema. Esto explica por qué en estos años han tenido
que faltar muchas cosas, porque era mucho más importante resolver con carácter
definitivo los problemas del futuro del país.
Muchas veces los que viven a la orilla de la carretera habrán visto
cuantos cientos de máquinas de todo tipo han estado en los últimos meses
recorriendo este país, marchando hacia los respectivos frentes de trabajo: drenajes, embalses, buldoceo, caminos y
carreteras, en fin construcciones agropecuarias de todo tipo.
De manera que nuestro país, con la
técnica y con las máquinas, podrá producir en abundancia absoluta, ¡abundancia
absoluta!, todo lo que necesite, no solo para la alimentación, sino también el
vestido, el calzado, la asistencia médica, la educación, la vivienda, la
electrificación, en fin tiene los recursos naturales suficientes para que,
trabajando el pueblo, con la ayuda de la técnica y con la ayuda de las máquinas
crear realmente una abundancia de alimentos por habitante como posiblemente no
ha creado ningún otro país y sentar sobre bases muy sólidas el desarrollo
económico y social de la nación.
Esas son posibilidades reales que ya se
perciben.
Ahora, de la ignorancia no podíamos sacar
nada. ¿Alguien cree que de la ignorancia
se podía sacar algo? La ignorancia es
uno de nuestros más terribles males en todos los órdenes. Es la ignorancia lo
que hace que mucha gente sea descuidada en sus obligaciones, en sus trabajos,
hagan las cosas al revés. Nos encontramos infinidad de gente haciendo las cosas
siempre al revés, personas indolentes, personas que no le dan mucha importancia
a si creció la hierba o no creció, si le aplicaron o no el fertilizante, si se
lo aplicaron tarde o se lo aplicaron temprano; en fin, montones de cosas que
hay que hacerlas con precisión, con regularidad, en el momento adecuado, en
todas las actividades.
Baste decir que muchas veces tenemos
personas que todavía no tienen sexto grado administrando importantes centros,
administrando granjas, administrando unidades de producción, administrando
fábricas. Gente llena de buena fe, gente
llena de honradez, gente deseosa de actuar bien. Pero el nivel falta, ¡señores! Y no hay nada más terrible que la ignorancia. De la ignorancia no se saca nada. Y quizás la más extraordinaria cosa que ha
hecho la Revolución en estos años —aparte de la epopeya de este país a 90
millas de Estados Unidos, de haber podido mantener su independencia, de haber
podido mantener su Revolución— es la batalla que se ha estado librando contra
la ignorancia, el gigantesco esfuerzo que se está haciendo, que ya empieza a
producir los primeros frutos. Y no puede
dejar de producirnos a todos mucha satisfacción ver los resultados, por
ejemplo, de esta escuela, para citar un ejemplo: el que se hayan graduado más de 500
técnicos en caña. ¿Dónde están esos
compañeros? Algunos están de profesores
aquí, otros están en las universidades —que se van a preparar algunos para
profesores en las universidades, de los nuevos contingentes de estudiantes—,
otros están en los centros de investigación científica, otros están en los
equipos de técnicos, ayudando en los planes de caña en las provincias. Ahora recibirán el extraordinario esfuerzo
que significa esta graduación.
Y hay que decir, además, que los
compañeros salidos de esta escuela han dado magnífico resultado y son
extraordinariamente apreciados en todas partes (APLAUSOS), no obstante que,
como ustedes ven, son compañeros extraordinariamente jóvenes. Acaban de recibir el certificado y ahora es
que empezarán a acumular su mayor cantidad de experiencias en la práctica
diaria, con los problemas, estudiando en las universidades, en los
laboratorios, en los campos de caña, observando todo lo que ocurre; tendrán que
enfrentarse ahora a las realidades, tendrán que ver por muchas partes la
ignorancia. Desde luego eso no será
razón para que desprecien a los otros, porque muchos de esos hombres también
hubieran podido ser técnicos si en su época hubiera habido una revolución, si
en su época hubieran podido ir a la escuela.
Es muy importante que los compañeros vayan
con humildad, con mucho respeto para todos los demás, con mucho respeto para
los trabajadores y los demás que no han tenido la oportunidad de estudiar; no
ser autosuficientes con ellos, ser compañeros, explicarles las cosas,
comprender cuánto hay de ignorancia en los demás y comprender a la vez que como
cada año serán más y más los que se gradúen, llegará el tiempo en que en el
campo no haya nadie que no sea un técnico, llegará el tiempo en que en el campo
no haya nadie que no sea un técnico.
Si calculamos los técnicos que se
graduarán en los próximos 12 años, en general: técnicos agrícolas, industriales,
maestros, asciende a la suma aproximada de 800 000. Piensen que este país dentro de 12 años
tendrá 800 000 técnicos de este nivel en todas las esferas de la actividad
social. Un poco más... Y al hablar de un poco más todo depende de
los años. Cuando ya se va teniendo un
poco más de años pues ya no se puede hablar muy lejos, pero por ahí había unos
niños encantados oyendo las salvas de artillería y divirtiéndose muchísimo, que
tienen tres y cuatro años y que dentro de 32 años serán más jóvenes de lo que
somos muchos de nosotros hoy, de manera que alcanzarán el año 2000 sin
problemas. Para esa fecha un cálculo elemental
permite afirmar que habrá unos 3 millones de técnicos de ese nivel y más de 4
millones estudiando.
De manera que en el futuro toda la
sociedad tendrá conocimientos técnicos.
Y no podrá ser de otra manera porque la técnica avanza a una espantosa
velocidad, es una incesante revolución difícil de seguir. Y la sociedad que en el futuro todos sus
miembros no adquieran esos conocimientos se quedará rezagada, estará llamada a
ser una sociedad subdesarrollada; a la vez que una nación que hace lo que nosotros
hacemos hoy está llamada a ponerse prácticamente en vanguardia entre los demás
países subdesarrollados del mundo porque, a pesar de la espantosa necesidad de
técnicos que tienen, en ningún otro país subdesarrollado —bajo las condiciones
del feudalismo que existe— puede desarrollarse ningún programa para resolver
los problemas, como no se podían desarrollar en Cuba anteriormente, y aun a los
países capitalistas adelantados los rebasaremos un día, porque allí no se
estudia para las necesidades, allí no existe una economía planificada a largo
plazo; no es como nosotros que podemos calcular cuáles son los técnicos que
necesitamos para 1980, cuántos ingenieros de un tipo, cuántos de otro, cuántos
maestros, cuántos profesores para satisfacer las necesidades de toda la
sociedad y la posibilidad de que todos los jóvenes estudien, de manera que en
un futuro toda la sociedad será técnica, la mayor parte del trabajo será
intelectual: las máquinas, la química,
los procesos automáticos harán casi todo.
Pero para poder dominar esos tremendos
avances y descubrimientos de la ciencia hace falta técnica, y ya ustedes ven
cómo un técnico puede hacer cosas, puede manejar un cañón, puede ser un
soldado, puede manejar un lanza-cohetes múltiple, puede manejar un tractor,
puede manejar una técnica, puede hacer un trabajo manual, puede hacer un
trabajo intelectual. De manera que la
sociedad marcha, nuestro país, nuestra sociedad marcha inexorablemente hacia un
futuro no tan lejano en que toda la población adquirirá esos niveles técnicos y
seguirá realizando estudios superiores; esos estudios ya no los harán en las
universidades, sino como ustedes: van a la producción y al mismo tiempo
estudiarán. ¿Cómo se ha podido hacer
eso? ¿Cómo han podido salir magníficos
técnicos? Así ocurrirá en el futuro con
todas las actividades.
Para nosotros esta escuela tiene muchas
cosas importantes: fue
la primera escuela donde se estableció ese sistema de que el joven se graduaba
de técnico y después iba a la producción y seguía realizando los estudios
superiores universitarios.
Ese plan ha marchado perfectamente bien y
marchará con mucha más facilidad, mientras más técnicos haya, se podrá disponer
de más tiempo para estudiar y más personas capaces de ayudar en el desarrollo
de los correspondientes estudios.
Además, ha sido la primera escuela
—junto con la “Thaelmann”, y no recuerdo ahora
exactamente cuál otra, y “Hermanos Gómez”— donde se introdujo el sistema del
estudio y el Servicio Militar simultáneamente (APLAUSOS).
Ciertamente que nos producía una gran
satisfacción ver cómo estos compañeros se han graduado, con un buen nivel,
niveles que se irán mejorando año por año, que van a realizar ya su estudio
universitario, que van a participar en la producción, que han hecho su servicio
militar, que le han prestado al país el servicio de estar aquí en guardia
permanente, constituyendo una de las mejores unidades militares de la defensa
de esta provincia (APLAUSOS); compañeros que por sus conocimientos asimilaban
inmediatamente la técnica compleja, rápidamente, más de lo que lo puede
asimilar un contingente de jóvenes que tenga un primer grado, un segundo o un
tercer grado, o analfabetos, como ocurre en muchos casos con el servicio, a
quienes cuesta tremendamente enseñarlos o no se les puede nunca enseñar cómo se
maneja un aparato de esos, en que hay que hacer cálculos aritméticos y
matemáticos, geométricos y toda una serie de cálculos, y cosas incluso más
sencillas cuesta más trabajo explicarlas; cómo ellos nos pueden prestar ese
servicio al país, cómo están preparados, cómo en cualquier caso de necesidad
con sus conocimientos se incorporan inmediatamente a la unidad que les asignen
y cómo no han significado pérdidas de tiempo en absoluto estos años; cómo las
familias vienen aquí llenas de alegría a ver que su hijo ha cumplido una
importante etapa ya en su vida, que ha adquirido un conocimiento que es un
triunfo, un triunfo de la inteligencia, un triunfo de la voluntad, un triunfo
de la educación, un triunfo de la influencia positiva de la familia, de la
Revolución, de las ideas nuevas, de todos; y cómo esos han sido no años
perdidos sino años ganados. Y nosotros
aspiramos a que en un futuro todo nuestro ejército sea un ejército de cuadros y
esté integrado —toda la masa fundamental de los que
manejen la artillería, la infantería y otros servicios compatibles con el
estudio—, por estudiantes de los institutos tecnológicos. De manera que el servicio vaya
desapareciendo, y quede para aquellos que teniendo 17 y 18 años se quedaron en
tercer grado, segundo grado, cuarto grado, o primer grado, o cero grado, porque
los hay —parece mentira pero los hay—, que se quedan en cero grado todavía a
estas horas.
Alguna gente en este país que no sepa
leer y escribir, esa es la vergüenza más grande que a mi juicio pueda tener
nadie. Yo recuerdo que cuando era
muchacho vivía en un lugar donde el 80% era analfabeto y aquel 80% vivía
avergonzado, a pesar de que era la inmensa mayoría. ¿Cómo se sentirá hoy el que no sepa leer y
escribir, cuando él es uno entre 50 ó uno entre 40 y antes eran 8 entre 10? Me imagino que si hay un mínimo de vergüenza
debe ser algo muy desagradable para cualquier persona no saber leer ni
escribir, porque si se descuida, ¡pues figúrense! Uno de los medios de comunicación que el
hombre emplea sobre todo los muchachos jóvenes es la escritura, porque les
escriben a las novias, a la familia (RISAS).
Y así, compañeros, todavía se dan estos casos.
Pero, desde luego, ha avanzado
enormemente la educación; ya tenemos 1 740 000 estudiantes desde el primer
grado hasta la universidad, 1 740 000: en primer grado 360 000; en sexto
grado 110 000. ¿Ustedes saben lo que son
110 000 en sexto grado? Casi 100 000
entrarán en enseñanza secundaria el próximo año. Ahora calculen dentro de seis años —no falta
tanto, los años está demostrado que corren, y a veces rápido— los trescientos y
tantos mil de primer grado en la medida en que se perfeccione la educación,
nuestras escuelas y nuestros maestros, cuántos de esos irán a estudiar
secundaria, más de 200 000, suponiendo todavía muchas imperfecciones en nuestro
sistema educacional. Entonces llegará un
momento en que tendremos cientos y cientos de miles en todos los niveles de la
enseñanza media y superior.
Pronto se discutirá la ley de la
enseñanza obligatoria para todos los muchachos, hasta el título equivalente a
preuniversitario. En el futuro no habrá
preuniversitarios como hoy, sino institutos tecnológicos de ciencias, el que va
a estudiar medicina, biología. En fin,
que queda todavía esa separación, instituto tecnológico, preuniversitario,
porque en definitiva debe salir todo el mundo preparado, tener una educación
amplia, una cultura amplia, y ya cuando tengan conocimientos de cierta
especialización... Porque el que va a
estudiar medicina estudiará en los hospitales, en el futuro en las
universidades irán a cursos de posgraduados, pero cuando tengamos 10 000, 20
000 técnicos en el campo ya no estarán estudiando en la universidad, como estos
compañeros que se graduaron aquí que han sido los pioneros en ese sistema y que
han demostrado que eso es posible, que han demostrado que se puede terminar a
los 19, 20 años, ir a la producción y continuar los estudios superiores, aparte
de que ellos han estado estudiando, participando en la producción, sirviendo al
país con las armas, sin contar que ya los muchachos aquí desde la secundaria
básica participan también en la producción.
Como va una masa tan grande para la
secundaria estamos apurados haciendo secundarias básicas, pero no en las
ciudades; aspiramos a que en un futuro el país cuente con suficientes
instalaciones para que todos los niños de la escuela primaria desayunen,
almuercen y coman en la escuela y vayan a dar lata a su casa por la noche, si
les quedan energías, aunque a los muchachos les sobra. Después las escuelas secundarias estarán
ubicadas en regiones del campo, donde ya se combinará el trabajo y el estudio;
después el instituto tecnológico, hombres y mujeres, y allí harán el servicio;
y después cuando salen del tecnológico, 19 ó 20 años, van a la producción y
continúan realizando estudios superiores.
En un futuro alrededor de cada fábrica,
de cada plan agrícola estará la facultad obrera, como han hecho los compañeros
graduados de este tecnológico, que los hechos han demostrado que eso es
posible, y un día no serán 30 000 los estudiantes universitarios, serán 300 000
ó 400 000, todo el mundo, ¡todo el mundo!
Y esto no es un capricho, es una necesidad de la época contemporánea, y
una necesidad tanto mayor cuando se trata de un país que tiene que dar enormes
saltos para salir del atraso, una necesidad tanto mayor cuando se trata de un
país pequeño en un mundo donde la ciencia y la técnica se revolucionan
incesantemente. Esas revoluciones le han
traído a la humanidad grandes beneficios.
En la medicina el descubrimiento de los antibióticos y otra serie de
medicamentos no se sabe cuántas vidas han salvado; ya muchas de las
enfermedades que antes diezmaban a la población no existen, son rápidamente
controladas, y van quedando otras contra las cuales lucha también la ciencia, y
ya se llega a operaciones que antes parecían inconcebibles, y ya se ha llegado
hasta el trasplante del corazón. La
cirugía avanza, la medicina avanza. En
todos los campos la productividad se desarrolla; la televisión, por ejemplo, es
un avance enorme. ¡Cuánto ayuda la
televisión en la educación! Un buen
profesor puede enseñar simultáneamente a decenas de miles de personas. Es decir, que se puede ir perfeccionando
todo, y lo mismo en todos los campos, la ciencia ha ido creando maravillas;
también puede hacer daño al hombre, porque ha creado procedimientos, todos esos
adelantos científicos y técnicos que mal empleados pueden causar grandes daños
a la humanidad. Luego en los tiempos
contemporáneos un pueblo como el nuestro tiene imperiosa necesidad de priorizar
el estudio, la preparación, la educación, y yo creo que eso ya cada vez se
comprende más, y ustedes lo comprenden perfectamente bien.
En cuanto a los compañeros que se
gradúan, ya van a trabajar en una de las ramas más importantes de nuestra
economía, que es la caña de azúcar. De
la caña saldrán los 10 millones de toneladas, pero de la caña en el futuro
saldrán muchas más cosas. Ya de la caña
salen proteínas, de la caña puede salir leche, huevos, pollos, cerdos,
utilizando sus productos como alimento animal.
De la miel final se produce ya, por procedimientos de fermentación,
proteínas que, combinadas con el azúcar, constituyen parte importantísima de
alimentos de aves. Es decir que nosotros
en el futuro tendremos más caña todavía, pero ya no para azúcar sino para la
producción de mieles, principalmente con destino al consumo animal. No hay caballería de maíz ni de ningún otro
cultivo que pueda competir en nutrientes con una caballería de caña. La caña deja además los subproductos. El cogollo en estos años ha ayudado mucho en
la alimentación del ganado; el bagazo, otro subproducto importantísimo, materia
prima para un artículo como es el papel, cuya demanda crece en todo el
mundo. Hoy el bagazo se utiliza como
combustible; en el futuro se utilizará para hacer pulpa de papel, con un valor
muy superior. En el futuro tendrá que
ser sustituido eso por otro combustible y emplearse el bagazo en la producción
de pulpa. De manera que la caña será
siempre uno de los renglones más importantes de la economía del país.
Nosotros debemos ser el país que tenga
las más altas técnicas en caña, por nuestro clima, por nuestra industria
cañera, por nuestra tradición cañera, las técnicas más elevadas en cultivos, la
más alta productividad de caña y de azúcar por caballería; nosotros debemos ser
el país que tenga las variedades mejores.
Ya afortunadamente en nuestro país se han desarrollado algunas
variedades magníficas, ejemplo de ello es la Cuba 87-51, una caña que en
algunos campos tiene ya hasta 11% de azúcar, en septiembre; otros campos de la
misma variedad tienen 9%, 8%, 7%, 6%.
Esto permite empezar zafras con una variedad que tiene por lo menos el
10% de promedio en el mes de noviembre.
Se alarga el tiempo de molienda en los centrales. Antes teníamos prácticamente la POJ 28-78
fundamentalmente, y la famosa POJ era con la que había que hacer la zafra; pero
la POJ en noviembre, en diciembre y en enero tiene muy poca azúcar. Ya en este mismo plan para los 10 millones
toda la caña que se siembra es de variedades de alto rendimiento en caña y en
azúcar, muchas de ellas de madurez muy temprana, para poder empezar a hacer la
zafra con caña de alto rendimiento en azúcar ya desde noviembre.
Hay magníficas variedades de caña, y en
los centros de investigación se sigue tratando, mediante combinaciones y
cruzamientos, de obtener cañas todavía más productivas, de más azúcar, con las
características que nos interesa. Hay
que producir cañas que resistan enfermedades, cañas que sirvan a la
mecanización, cañas que tengan altos rendimientos en caña y en azúcar; en fin,
todas esas cosas tenemos que lograrlas.
Es un tipo muy interesante de cultivo.
Los compañeros se van a integrar
precisamente al frente donde hoy se está librando la más importante batalla
económica del país: la
zafra de los 10 millones; ellos ya pueden participar en el plan de cultivo, si
no han podido participar en lo que se ha estado haciendo de siembra hasta
ahora; es muy importante el cultivo y la atención a las cañas de retoño el año
que viene, aunque el grueso de las cañas para 1970 será caña nueva, toda la que
se está sembrando este año. Este año se
están sembrando más de 30 000 caballerías de caña, este solo año, desde el
primero de enero al 31 de diciembre.
Pero están todos los retoños.
Posiblemente el año que viene, sea un año seco, pues suelen alternar los
húmedos y los secos. Esto significa que
el cultivo es muy importante, la limpieza importantísima, enterrar el
fertilizante importantísimo, aplicarlo en el tiempo más oportuno, de manera de
aprovechar cada gota de agua que caiga sobre los cañaverales, y ya en eso los
compañeros pueden participar, tomar parte de una batalla que se ha convertido
en una batalla histórica importantísima para nuestro país.
Sinceramente debemos decir que nos
sentimos satisfechos de este instituto tecnológico, nos sentimos muy
satisfechos de sus resultados, del trabajo de los compañeros que han salido de
este centro, de la actitud de los compañeros, de su disciplina, su estricta
disciplina, su estudio, su comportamiento.
Y por eso, de todo corazón, compañeros, realmente ustedes merecen que
los felicitemos, así como también a los profesores y dirigentes de este
centro.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)