DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DEL PRIMER CURSO DE OPERADORAS DE PICCOLINOS,
EFECTUADO EN CANGREJERAS, EL 30 DE SEPTIEMBRE DE 1968.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeras del primer batallón de Piccolinos de La
Habana:
Hacía tiempo que estábamos todos
impacientes para que llegaran por fin los equipos que tanta falta hacían en
este momento en el Cordón de La Habana.
Ciertamente que nos parecía que se prolongaba demasiado y esto
naturalmente era resultado de la impaciencia de todos. Pero al fin ya están aquí los equipos, y han
llegado precisamente en la etapa en que vamos a poderles dar el uso mayor.
Los meses de atrás en esta provincia han
sido este año excesivamente lluviosos, y cuando la lluvia es en exceso no
resulta tan fácil el empleo de estas máquinas.
Pero ahora, cuando comienza el período en que disminuyen
considerablemente las lluvias, vamos a disponer de varios meses para darles un
empleo eficaz y óptimo a estos equipos.
En el período que transcurrió desde que
se adquirieron hasta su llegada al país, se prepararon las operadoras. El curso se prolongó algo más de lo que se
esperaba, pero posiblemente esto ha contribuido a darle todavía más solidez y
más experiencia a este primer batallón.
Y como primer batallón, lógicamente es muy importante que se esté bien
preparado.
Estas máquinas tienen un nombre de
fábrica, creo que son Goldoni GM-4 y los chiquitos
tienen otro nombre. Pero el hecho es que
cuando por primera vez empezaron aquí los fabricantes a hablar de estas
máquinas —fue en una exposición que hubo
en La Habana no hace mucho tiempo—, ellos decían: “Piccolino,
y Piccolino, Piccolino.”
Piccolino parece que en italiano quiere decir
pequeño, y entonces el nombre se quedó para estos tractores. Y de tal manera se ha ido haciendo un nombre
ya propio de este tipo de máquinas, que ya algunos de ellos vinieron también
desde la fábrica con su nombre de Piccolinos y están
bautizados como Piccolinos, y no creo que nadie les
cambie ya el nombre.
Este pequeño acto de hoy simboliza muchas
cosas. Simboliza, en primer lugar, el
desarrollo arrollador de la agricultura en la provincia de La Habana, y
especialmente en el Cordón de La Habana.
El tiempo en que se ha estado llevando a cabo este plan agrícola es un
tiempo verdaderamente récord. Todos los
que han viajado alrededor de nuestra capital habrán visto muchas veces qué
grado tan alto de subutilización de la tierra, cientos y cientos de caballerías
que no producían absolutamente nada.
Además, había algo más de 200 caballerías cubiertas de marabú. Es además esta una ciudad realmente grande,
donde la cantidad de vegetación, de árboles, era muy pequeña. Tiene grandes necesidades de
alimentación. Y en este año se ha estado
llevando a cabo este plan en virtud del cual algo más de 1 000 caballerías de
los alrededores de la capital quedarán plantadas de árboles frutales, de café,
y transitoriamente también de gandul, que es un cultivo que se aprovecha
durante un período de tiempo.
Es decir, se ha estado buscando el máximo
aprovechamiento de estas tierras, y como resultado de este esfuerzo quedará
alrededor de la capital algo más de 1 000 caballerías de árboles frutales.
Esto no solamente desde el punto de vista
económico tendrá un gran valor, sino también hasta desde el punto de vista de la salud, desde el punto de vista del ambiente,
del paisaje, de las condiciones generales de vida de la población. Es posible que con todo lo grande que es la
ciudad de La Habana no llegue a consumir, no pueda consumir todos los frutos
que van a salir de esas mil y tantas caballerías.
Hay que decir que no solo son las mil y
tantas caballerías de frutales, sino —como hablábamos hace unos días— también
quedarán instaladas áreas de bosques recreativas, jardín botánico, que tienen
también una gran importancia educacional, económica, cultural; y además áreas
de bosques maderables en las tierras que son más pobres, y áreas que serán
ocupadas por las presas, porque la presa de Paso Seco, por ejemplo, ocupará de
60 a 70 caballerías de tierra, y en general otras instalaciones que también ocuparán
tierra.
Pero de todas maneras, creo que marchamos
hacia un aprovechamiento integro de las tierras alrededor de La Habana, de
manera similar a como se va a hacer en toda la provincia, y se hará en el curso
de un breve número de años en todo el país.
Por eso les decía que este acto
simbolizaba ese enorme avance de nuestra agricultura, pero simboliza también
algo muy importante para la Revolución, que es la incorporación de la mujer al
trabajo productivo; significa el principio verdadero de la igualdad de
oportunidades para las mujeres, su acceso a una serie de actividades que pueden
desempeñar perfectamente bien, con óptima calidad; significa cómo se van
creando las condiciones mediante las cuales un verdadero régimen de justicia se
establece en nuestro país. Porque no
solo padecíamos la explotación del hombre por el hombre en nuestra sociedad,
sino padecíamos también —como
subproducto de todo esto— una real situación en que a la mujer se le
discriminaba en el trabajo y se le discriminaba en muchos aspectos.
¿Para qué recordar aquel pasado donde
realmente la mujer era tan maltratada, tan explotada y tan discriminada? Apenas hay que hablar de aquel pasado que va
quedando atrás. Por eso nos regocijamos
de ver en el presente lo que significa para el país y para el futuro del país
que ustedes se incorporen de una manera tan útil, de una manera tan
progresista, a las actividades productivas de nuestro país, realizando tareas
que permiten que nuestro pueblo pueda disponer de más y más recursos humanos
para el enorme esfuerzo por el desarrollo que debemos hacer en estos años.
Debemos decir también que la experiencia
demuestra la capacidad de la mujer para realizar estas tareas, el especial
cuidado que ponen en las máquinas, en el mantenimiento, la seriedad en el
trabajo, la disciplina que están caracterizando a la mujer cubana.
Simboliza también este acto la técnica,
el progreso, la mecanización; en qué grado se mecaniza el proceso productivo en
nuestro país y hasta qué grado se desarrollan las fuerzas productivas. La enorme tarea que se está realizando sería
absolutamente imposible llevarla a cabo sin las máquinas.
Esta mañana leíamos, en un reportaje en
el periódico, el cálculo de que cada operadora con su equipo podría hacer el
trabajo equivalente a 30 ó 40 personas que hicieran la misma tarea con
azadón. Es decir, significa que se
multiplica la productividad del trabajo con el empleo de estas máquinas unas
cuarenta veces. Cualquiera comprende que
ese es el único camino de desarrollar al máximo las riquezas de nuestro país,
los recursos naturales de nuestro país, y que es el único camino de que nuestro
pueblo pueda disponer en abundancia ilimitada las cosas que necesita para
vivir.
De manera que con el método clásico de
trabajo, que en el siglo pasado era trabajo esclavo —parece increíble pero
sucedió así—, durante muchos siglos las tierras fueron explotadas por el ser
humano, pero el ser humano reducido a una condición animal. Y tal como hoy vemos todavía a los animales,
enyugados, amarrados, encadenados, tirando de un equipo, limpiando un surco, de
esa misma forma eran tratados los hombres hace apenas un siglo, y así durante
muchos siglos se hizo producir la tierra en nuestro país.
Durante toda la época de la colonia el
trabajo en los cañaverales, el trabajo en los campos, el trabajo en los
cafetales, el trabajo en los centrales se hizo mediante trabajo esclavo.
Desaparecida la institución de la
esclavitud, fue sustituida por otra institución en que los hombres no estaban
amarrados, no estaban enyugados, pero que eran sometidos también a una
explotación inicua y a un tipo de trabajo deshumanizado.
El primer aspecto inhumano de ese trabajo
es que el hombre no trabajaba para él, no trabajaba para la sociedad. Ya no podía decirse que aquel hombre era
propiedad de alguien, pero las fincas donde trabajaba, las tierras donde
trabajaba, los equipos con que trabajaba, la industria donde trabajaba no era
propiedad del pueblo, era propiedad de individuos particulares.
De manera que aunque aquel hombre no
tuviera una cadena donde lo amarraran todas las noches, seguía haciendo
prácticamente lo mismo que el esclavo, trabajando por un salario miserable de
hambre y donde todo el producto de su esfuerzo iba a parar a los bolsillos
insaciables de los propietarios de las fábricas y de las tierras.
De aquel esfuerzo no iba un solo centavo
a beneficiar a la sociedad, no iba un solo centavo a invertirse por el porvenir
de los hijos de los que creaban aquella riqueza, por la salud de los que
creaban aquella riqueza. Y así, de esa
manera, aquel hombre que trabajaba por un salario de hambre, cuando necesitaba
una medicina tenía que ir a buscarla; necesitaba un hospital y tenía que ir a
buscar un médico, pagarle al médico o quedarse sin la asistencia, lo mismo él que
su familia. Ocurría exactamente igual
con la educación y, en fin, con todas las necesidades que son de imperiosa
satisfacción en una sociedad.
Aquel hombre seguía creando riquezas para
parásitos, para sectores de la población que no producían absolutamente
nada.
La implantación de un sistema social que
erradica la propiedad egoísta de los medios de producción, de un sistema social
que convierte los medios de producción y las riquezas del país en propiedad de
todo el pueblo, que habrán de desarrollarse para beneficio de todo el pueblo,
se complementa con el hecho de la introducción de la técnica y de las máquinas,
que no solo hace que el hombre pueda trabajar ya para toda la sociedad, sino
trabajar también con una productividad incomparablemente mayor y se libere de
tipos de trabajo que son realmente duros.
Comprenderán ustedes perfectamente bien
el sudor que derraman 40 hombres trabajando ocho horas en el clima de nuestro
país limpiando esos surcos; comprenderán cuánta energía humana, cuánto esfuerzo
y cuánto sacrificio ahorran estas máquinas.
Y de tal manera una sociedad moderna y
justa, en su avance arrollador, con el empleo de la técnica, puede lograr
éxitos que hasta los animales, esos animales que todavía en ocasiones
contemplamos con cierta lástima porque los vemos también pasando su trabajo en
los campos, serán liberados por las máquinas.
De manera que el hombre no solamente se
libera a sí mismo, no solamente libera a los esclavos de ayer, sino que libera
incluso a los esclavos que todavía subsisten, que son los animales. De manera que las máquinas, la química, los
herbicidas y todos esos recursos, irán liberando a los animales, que pasarán a
otra función: también
la de servir al hombre, pero ya no tendrán que hacerlo mediante ese tipo de
trabajo que le llaman el trabajo de los bueyes.
Y se decía:
Este hombre tiene que trabajar como un buey para poder
subsistir. En el futuro no habrá nada
con qué comparar el trabajo del hombre.
Con estos equipos que vamos adquiriendo
podremos llevar a cabo cabalmente el cumplimiento de los enormes planes de la
Revolución.
También este acto simboliza el nivel de
organización que hemos alcanzado: la experiencia en organización, cómo
se organiza una escuela, cómo se organizan los alumnos, cómo se organiza el
trabajo, cómo se organiza por brigada, qué disciplina se alcanza.
Todo el mundo comprende perfectamente
bien la utilidad de la organización, que facilita el óptimo empleo y
mantenimiento de las máquinas.
Nuestro país en el pasado se caracterizaba
mucho por la desorganización, sin embargo, actualmente nuestro país se está
caracterizando también por la organización.
Nosotros no tenemos la menor duda de que
la entrega de estos equipos a las operadoras será un éxito grande, y no tenemos
la menor duda de que ustedes lograrán dar una verdadera prueba de capacidad, de
conciencia de trabajo, de amor a las máquinas, de aprecio por el valor que todo
eso tiene. Porque cada una de esas
máquinas adquiridas por nuestro país hay que pagarlas, son divisas que nosotros
tenemos que invertir y que salen del sudor y del esfuerzo de nuestro pueblo, y
cada vez que ustedes estén trabajando con esas máquinas piensen lo que esas
máquinas han costado de esfuerzo y de trabajo a nuestro país, y eso les ayudará
siempre a tener el mayor amor y el mayor cuidado por esas máquinas que son en
parte también el fruto del trabajo de ustedes.
Este primer batallón tendrá que ser
seguido de un segundo batallón. De
manera que hay que adelantar rápidamente el segundo curso porque no nos
alcanzan estas 110 máquinas, calculamos que el Cordón de La Habana necesite de
200 a 250 máquinas para mantener la limpia en óptimas condiciones.
Además de este segundo batallón, después
tendrán que hacerse batallones para la atención —por ejemplo— de los cultivos
de plátano fruta en el interior de la provincia y los cultivos de cítricos
también en el interior de la provincia.
De manera que cuando esté terminado el
plan de la provincia de La Habana, calculamos que hagan falta por lo menos —y
todavía tenemos que ver si en la piña también se usa este tipo de tractor—, por
lo menos se necesitarán unos cinco batallones de Piccolinos. Se necesitan también batallones de Piccolinos en la provincia de Pinar del Río, en Isla de
Pinos, en Matanzas, en todas las provincias, porque en el próximo año también
se harán grandes siembras de cítricos en Isla de Pinos, Pinar del Río, La
Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente, en Ciego de Avila, por
ejemplo, también habrá un gran plan de cítricos. Esos planes de cítricos llevarán café.
Ahora estamos estudiando las
distancias. Es decir, para que las
máquinas puedan trabajar a lo largo del surco y a través del surco estamos
estudiando otras distancias aunque no podamos sembrar el gandul intercalado. Pero tiene tanta importancia, es de tan
enorme importancia el cultivo, de tan enorme importancia poder resolver los
problemas de cultivo en plantaciones tan extensas, que podemos sacrificar parte
de los objetivos que perseguimos, como es este objetivo inmediato de sacarle
una cosecha de una leguminosa, precisamente para poder atender mecanizadamente
los cultivos. De forma tal que
posiblemente queden dos metros por un lado y 1,70 por otro; se siembren las
matas de café por pareja, a 30 centímetros una de otra, en grupo de dos matas,
y se pueda cultivar entonces el hilo también con las máquinas y solo quede un
mínimo de trabajo a realizar a mano. Y
en las plantaciones de cítricos del próximo año se empleará posiblemente esa
distancia, y podemos atender todas las plantaciones con los 1 300 Piccolinos que se han adquirido.
Estos son los primeros, pero en los
próximos siete u ocho meses llegará el resto, hasta 1 300 máquinas. De manera que estos Piccolinos
significarán trabajo para unas 4 000 mujeres entre operadoras, sustitutos,
responsables de pelotones, etcétera.
Vamos a seguir la política de que este tipo de equipos lo manejen
solamente las operadoras.
Tengo entendido que en la provincia de
Oriente —me explicaba el compañero Parra— también hay batallones de Bolgars operados por mujeres, pero tienen también Zetores 35-11, operados por mujeres; los Zetores 35-11 parecen unas máquinas bastante manuables,
bastante prácticas. Y él decía que
estaba impresionado por la eficacia con que un grupo de compañeras en la provincia
de Oriente están manejando los tractores Zetores
35-11, que son tractores de mayor tamaño y para otro tipo de cultivo. Esos se tendrán que emplear también en los
cítricos, y se emplearán también en las viandas, en los vegetales, en diversos
cultivos.
En la provincia de La Habana tenemos una
población de unos 2 millones de personas.
¡Esta provincia tiene que alimentar dos millones de personas! Pero afortunadamente la naturaleza ha dotado
a esta provincia de un clima bastante favorable. Es una de las regiones del país donde existe
mejor régimen de lluvias.
Hay regiones del país donde a veces
transcurren tres o cuatro meses de sequía.
Eso no suele ocurrir en la provincia de La Habana. En el verano por influencia de las lluvias
que proceden muchas veces del sur, de la enorme evaporación que tiene lugar
entre Isla de Pinos y La Habana, y con motivo de los nortes en los meses de
frío, suelen producirse precipitaciones durante casi todos los meses del año,
aunque ciertamente en los meses de diciembre, enero, febrero, marzo y abril
mucho menores que en la primavera y debe tenerse también en cuenta el carácter
secante de algunos de los suelos de La Habana, como es la arcilla roja.
La arcilla roja es sin duda de ninguna
clase —la llamada arcilla de Matanzas, no todas las arcillas rojas son arcillas
de Matanzas— uno de los tipos de suelo mejores del mundo, porque tiene
prácticamente las virtudes de los suelos arenosos —sin ninguno de sus
inconvenientes— y las virtudes de los suelos arcillosos —sin ninguno de sus
inconvenientes.
Estos suelos de arcilla de Matanzas
tienen un uso casi universal en la agricultura: lo mismo se produce la caña, que se
produce la alfalfa, que se produce la fresa, que se produce el cítrico, que se
produce el tabaco, que se producen las viandas.
Es decir, tiene un uso muy universal.
Esta provincia tiene grandes cantidades de suelo de este tipo.
También tiene suelos negros, que debe
dárseles el uso más adecuado, por ejemplo, en el cultivo de la caña, o también
en el cultivo de los pastos, porque son suelos frescos que conservan bien la
humedad.
Pero aparte de que la ciudad de La Habana
tiene que emplear enormes cantidades de agua, existen posibilidades hidráulicas
para la agricultura en la provincia.
Esas posibilidades no se conocían hace cuatro o cinco años. Hace cuatro o cinco años, como en nuestro
país no había información acerca de nada, nadie sabía cuánta agua subterránea
había, cuánto llovía por provincia, cuánta agua corría por los ríos. Y cualquiera diría: ¿Qué importancia tiene saber cuánta
agua corre por los ríos? Y sin embargo,
tiene una importancia enorme, porque de eso depende cuando se va a almacenar
agua qué tipo de presa, qué tipo de embalse, qué capacidad debe tener; en fin,
sin ese dato no se puede hacer un embalse, no se puede hacer un plan
hidráulico, no se puede hacer un plan agrícola.
Y esos datos no existían en nuestro
país. Solo se sabía que La Habana
consumía tantas decenas de millones de galones de agua diariamente, y que la
Cuenca de Vento no era suficiente, que había que
acudir a la Cuenca Sur, y que la Cuenca Sur no era suficiente, que después
habría que crear otra cuenca en la zona de Bainoa. Y dondequiera que había un poco de agua se
estaba pensando en esa agua para los planes de abastecimiento de agua a la
capital, y no se sabía de ninguna otra agua.
Entonces se presentaba la contradicción
de que crecía la población. Esa
población requería cada vez de más alimentación; y en cambio, las tierras de
los alrededores de La Habana —tierras magnificas— se quedaban sin agua para el
regadío. Porque aunque les digo que es
una de las regiones donde mejor llueve, no obstante determinados cultivos en
determinados períodos del año en la arcilla de Matanzas necesitan un
complemento de agua.
Actualmente se poseen todos esos informes: se posee
información de todo el caudal de agua subterránea, se posee información de todo
el caudal de los ríos, se posee información de todo lo que llueve en la
provincia. Y basados en esa información
es que se están llevando a cabo los planes de desarrollo hidráulico y de
desarrollo agrícola de la provincia. Y
afortunadamente tendremos en esta provincia suficiente agua para abastecer no
solo la ciudad sino abastecer de agua los cultivos que exigen de regadío.
De manera que nosotros tenemos en esta
región —en la provincia más pequeña del país— la mayor concentración de
población. Hay que producir alimentos
para 2 millones de personas en esta provincia, y hay que producirlos en la
provincia más pequeña del país.
Antiguamente casi todo el alimento venía
del interior. Muchas de estas magníficas
tierras se dedicaban a fincas de recreo, o a lo que le daba la gana al dueño, o
las mantenían sin cultivar hasta que creciera la ciudad para después vender el
metro cuadrado a un precio diez o veinte veces superior de lo que le
costó. Y tenía que venir el alimento del
interior del país.
En el año 1966 todavía vinieron del
interior del país casi 3 millones de quintales de viandas. Ya este año solo ha venido del interior del país
menos de medio millón. Y lo que ha
salido de la provincia de La Habana hacia el interior —porque algunas
provincias tuvieron un año muy seco— fue más que lo que vino del interior para
La Habana. Si en el año 1966 se
produjeron unos 5 millones de quintales de viandas, vegetales y granos y este
año será ya de unos 7 millones, el próximo año —con los cultivos que se están
haciendo, teniendo en cuenta que solamente, por ejemplo, de plátano hay ya 700
caballerías en esta provincia, los cultivos de malanga, los cultivos de papa
que se están haciendo, los cultivos de vegetales que se van a hacer—, el
próximo año esta provincia deberá producir unos 12 millones de quintales de
viandas, vegetales y granos.
De manera que en 1969 tendremos más del
doble de la producción del año 1966 y del año 1967. A nuestro juicio, 12 millones significa ya que la provincia no tiene que depender de los
abastecimientos del interior del país y que podrá autoabastecerse plenamente de
muchos de los renglones de la agricultura.
En el futuro la provincia de La Habana se
autoabastecerá completamente de leche, de queso, de mantequilla, de arroz; se
autoabastecerá de frutas, de vegetales, de viandas. Y no solo esta provincia se autoabastecerá de
todos esos renglones sino que dispondrá de importantes excedentes para la
exportación.
En el año 1970 esta provincia producirá
un millón de toneladas de azúcar. Eso
equivale a producir casi el doble de todo el azúcar que se consume en el
país. Y con el desarrollo de la
ganadería, que ya va a tener un desarrollo impetuoso, esta provincia llegará a
producir millones de litros de leche.
Ahora la producción de leche en esta
provincia no está limitada por las tierras; está limitada por el número de
vacas lecheras. Y hubo que sacrificar
vacas tuberculosas, vacas con brucelosis.
Y las vacas no se multiplican como el café: llevan un proceso natural más
lento. Pero incluso ya se está trayendo
ganado no lechero para la provincia para con la inseminación transformarlo en
ganado lechero. Vendrán este año decenas
de miles de vacas Cebú que, con la inseminación, producirán las F-1.
Es decir, el ganado lechero se
multiplica, pero para llegar más rápidamente al autoabastecimiento total de
leche se están sembrando pastos y trayendo del interior ganado Cebú para
mediante el cruzamiento producir la masa de vacas lecheras que necesita la
provincia.
Aspiramos a tener en 1975 no menos de
medio millón de vacas lecheras en la provincia de La Habana. Estarán dedicadas a la producción de leche
unas 8 000 caballerías de las 35 000 de la provincia, ¡unas ocho mil
caballerías destinadas a la producción de leche! Y la provincia podrá autoabastecerse
totalmente de leche, le sobrará. Pero
podrá también disponer de excedentes exportables de frutas, de vegetales, de
cítricos, de azúcar, etcétera.
Actualmente la provincia participa en la
exportación de vegetales; actualmente la provincia participa considerablemente
en la producción de tabaco de capa de calidad que se emplea en los tabacos
torcidos para la exportación, además de los del consumo nacional. De manera que con el esfuerzo que se está
haciendo las 35 000 caballerías llegarán a estar en plena producción, y no solo
autoabastecerá de todas las necesidades fundamentales a los 2 millones de
habitantes de esta provincia, sino que además, repito, dispondrá de
considerables excedentes para la exportación.
Y de esta manera la provincia de La Habana dejará de ser —como fue durante muchos años— una carga
para el país, y se convertirá en una de las regiones del país que gracias a sus
tierras, gracias a lo numeroso de su población y a su técnica tenga una
participación más importante en el desarrollo económico, en el desarrollo
técnico y en el desarrollo cultural de Cuba.
De manera que este esfuerzo establece una
situación de justicia, elimina una situación realmente de gravamen que existía
en el país por parte de la capital, de manera que puede decirse que la capital
del país era una región que vivía en cierto grado a expensas del resto del
país.
Esa situación se transformará con el
trabajo de la población de esta provincia hasta eliminar completamente ese
hecho y no solo eso, sino convertirse en uno de los baluartes del desarrollo
económico de Cuba.
Debemos hacernos el propósito de
convertir en un jardín esas 35 000 caballerías de tierra de la
provincia de La Habana, sembrando cada cosa en su sitio, dentro de lo posible
—porque lógicamente puede haber un central no ubicado de una manera perfecta,
pero ya el central está allí y lógicamente aunque esa tierra fuera mejor para
otra cosa hay que sembrar naturalmente caña.
En nuestro país algunos centrales serán eliminados en el futuro, pero
solamente aquellos que están en zonas demasiado onduladas y lomosas
que no puedan ser mecanizadas; esos centrales si desaparecerán, puesto que
nosotros tenemos que ir en la caña a la total mecanización, igual que estamos
yendo en todos estos cultivos.
De manera que el arroz quedará sembrado
en las áreas del sur; el área del Cordón de La Habana será área de frutales y
de café; las otras áreas onduladas y lomosas, sobre todo en los alrededores de La Habana, de
tierras negras muchas de ellas serán las productoras de leche; las áreas de
arcilla de Matanzas, de tierra buena con regadío, serán productoras de
vegetales, de papas, de cítricos, de plátanos-fruta, de tabaco, de viandas, de
cañas, productoras también de piñas —aunque las piñas no son tan exigentes con
la textura del suelo, a veces se emplean algunos tipos de suelos muy pedregosos
en el cultivo de la piña. De manera que
cada cultivo quedará en su sitio.
Debe ser nuestro propósito más firme que
un día cualquier persona pueda atravesar de un extremo a otro esta provincia y
no se encuentra una pulgada de tierra subutilizada.
Tiene que llegar el día en que todo esté
produciendo algo. Tiene que llegar el
día en que todo esté como esa lechería modelo que se ha construido —que ustedes
conocen porque son vecinas de ese centro— que es la lechería de Niña Bonita. Eso de Niña Bonita cualquiera diría: fue un nombre que
inventaron ustedes... Bueno, realmente
había un lugar que se llamaba Niña Bonita, y ese nombre nos pareció el más
apropiado para bautizar el plan de allí.
Y ya el nombre de Niña Bonita se convirtió también en una especie de
marca, de un tipo, un modelo de lechería, que son las lecherías que se están
haciendo con aire acondicionado, y se están haciendo varias de ellas para vacas
de muy alta producción.
Puedo decirles que por ejemplo allí las
vacas con aire acondicionado están dando cinco litros de leche más diariamente
que las vacas de calidad exactamente igual que no tienen aire
acondicionado. Ese es un dato muy
interesante. Y claro, hay que estudiar
bien si se van a seguir haciendo de ese tipo.
También hay vacas que dan mucha leche, aunque menos, sin aire
acondicionado. Después habrá que hacer
todas las consideraciones de cuántas se hacen y cuántas no se hacen.
Nosotros más bien procuramos buscar los
lugares altos, frescos, para las vacas Holstein, que requieren de un clima un
poquito menos caluroso que nuestro clima medio.
Pero en el país no todos los lugares son igualmente calurosos, hay
lugares que son más calurosos que otros.
Para los lugares más calurosos tenemos las F-1, que sin aire
acondicionado ni nada producen bastante leche.
Pero para producir F-1 necesitamos tener ganado Holstein, hoy los
producimos de las vacas Cebú, pero como las vacas Cebú no dan mucha leche, en
el futuro produciremos las F-1 partiendo de las vacas Holstein. De manera que necesitaremos una parte de la
ganadería, una tercera parte, que tiene que ser Holstein para producir el
reemplazo de las F-1. Será más o menos
una proporción de dos tercios de F-1 y un tercio de Holstein.
Pues bien: les decía que en ese centro de Niña
Bonita ustedes ven allí la agricultura —y nosotros decimos que esa es la
agricultura del año 80—, ustedes ven allí y no encuentran una sola pulgada
subutilizada. Están todas las áreas de
pastos, todas las áreas de forraje. Había
una pequeña plantación de frutales allí, le faltaban muchas matas, se sembraron,
y café dentro de los frutales. A la
orilla de los campos están las cortinas rompeviento
de maderas preciosas. De forma tal que
allí la humedad del suelo se preservará mejor, y bien sea con riego o sin riego
dispondrá la tierra de más agua, evitando las pérdidas como consecuencia del
efecto secante de los vientos. Es decir
que tendrán más productividad esas tierras protegidas por las cortinas rompeviento. Pero
esas cortinas se siembran de maderas preciosas: entre las maderas preciosas se siembra
café, y a un borde las cortinas —para sembrar una planta más pequeña de manera
que el efecto de la cortina sea mayor— se siembra una mata de limón criollo o
una mata de tamarindo.
De manera que ustedes no se encontrarán
allí una sola pulgada de tierra sin usar.
Llegará el día en que también se siembre a la orilla de las carreteras
—desde luego, no en la inmediata orilla, porque hay que tener en cuenta también
la seguridad del tránsito por las carreteras—; pero no deberá haber una sola
pulgada de tierra sin que esté produciendo algo. Nuestro país no se puede dar el lujo de
subutilizar la tierra.
Ahora bien: nuestro país, que es de tierra fértil, que
posee magníficas condiciones climáticas, que tiene sol todo el año, que puede
disponer de mucha agua porque llueve bastante —aunque llueve
irregularmente: hay épocas en que llueve
más de lo necesario y otras en que no llueve lo necesario, por eso hay que
almacenar el agua de la época de exceso de agua y poder disponer de ella en la
época en que falta el agua—, con todas esas condiciones naturales nuestro país
puede ser verdaderamente una taza de oro.
No la “isla de corcho” del pasado, que se decía que no se hundía a pesar
de lo mucho que la saqueaba todo el mundo, la saquearon los colonialistas
españoles, la saquearon los imperialistas yankis, la saquearon los politiqueros
ladrones que se hacían millonarios a los pocos meses de estar en el gobierno, y
sin embargo decían que la isla era de corcho, porque a pesar de todo la isla no
se hundía. Bueno, eso de que no se
hundía estaba por ver, porque realmente nosotros creemos que esta isla estaba
casi hundida a pesar de su “flotabilidad”, pero esta isla puede convertirse en
una verdadera taza de oro.
Sin embargo, para llevar a cabo ese
objetivo de extraer de nuestros recursos naturales todas las riquezas
potenciales de que es capaz, no alcanzarían nuestros brazos si trabajamos con
los medios artesanales, con los medios antiguos, si seguimos con el machete,
con la guataca, con el azadón. Si
seguimos abriendo zanjas con un pico y una pala y un tenedor no podríamos
cultivar, no digamos ya el ciento por ciento de las tierras de este país, no
podríamos cultivar buenamente ni el 10% de todas las tierras de este país.
Por eso es necesario que nos mecanicemos,
es necesario que empleemos al máximo las máquinas, que empleemos al máximo los
herbicidas. Desgraciadamente todavía no
se conoce un buen herbicida para cuando la plantica
de café está pequeña. Se conocen buenos
herbicidas, por ejemplo, para la piña, para la cebolla, para el arroz, incluso
existen ya en producción industrial buenos herbicidas para la caña, pero
todavía para el café cuando está pequeño no existe industrialmente un herbicida
que nos preste toda la confianza y toda la seguridad de que pudiéramos el ruedo
atenderlo con el herbicida. Pero la
técnica sigue avanzando en todas partes.
Y llegará el momento en que muchos de
estos cultivos puedan ser atendidos también con herbicidas.
En el futuro la caña no se tocará: se preparará la
tierra con máquinas, se sembraría con máquinas, se fertilizará con máquinas, se
mantendrá limpia de malezas con herbicidas con los cuales se puede utilizar el
avión. Desde un avión se mantendrán
limpios de hierba los cañaverales, y se cortarán con máquinas. ¡La mano del hombre no tocará la caña en un
futuro!
Incluso hemos dicho en más de una ocasión
—y ya hemos hecho algunas pruebas, a algunos tractores a título de prueba se
les han instalado ya cabinas con aire acondicionado. Hay que tener en cuenta que muchas de estas
máquinas se construyeron en países donde hay clima frío, que empiezan a
preparar la tierra apenas terminado el invierno y que,
sin embargo, aquí tenemos mucho sol y hay meses de mucho calor. De manera que nosotros consideramos que será
una necesidad de nuestros equipos agrícolas en un futuro contar también con el
aire acondicionado.
Desde luego, cuando tengamos regadío en
todo el país, muchos cultivos ya no se harán en junio, julio y agosto, que son
los meses de más calor y más lluvia, sino se cultivará en enero, febrero,
marzo, abril, septiembre, noviembre, diciembre.
Pero de todas maneras llegará el día en
que nuestros equipos tengan cabinas con aire acondicionado.
Es decir que quedan muchas cosas
todavía. No basta ya sustituir el
trabajo manual por el trabajo mecanizado, hay que crear mejores condiciones en
ese trabajo mecanizado. Llegará el día
en que muchos cultivos de grandes extensiones, como caña y arroz, ni siquiera
haya operadores sobre los equipos; llegará el día en que se manejen electrónicamente
brigadas, es decir, grupos, pelotones de máquinas, desde una cabina.
Nada de esto es fantasía. No se podría hacer en un minifundio, pero
habrá muchos cultivos de grandes extensiones en que incluso el hombre no esté
en un futuro sobre la máquina. Y en
materia de productividad, piensen en la productividad de un piloto que riegue
herbicida sobre 1 000 caballerías. Ese
piloto está haciendo el trabajo prácticamente de 10 000 hombres, que limpien la
caña con guataca.
Con la productividad del trabajo lo que
se puede lograr en volumen de producción es ilimitado. Cuando se tiene un país de clima bueno como
el nuestro, tierras buenas como las nuestras, es perfectamente obvio,
perfectamente claro que empleando la ciencia y la técnica modernas con organización,
con conciencia revolucionaria, con amor al trabajo, con la firme voluntad de
barrer con la miseria que se acumuló durante siglos, con la firme voluntad de
crear un país nuevo que pueda ser ejemplo para otros muchos países en el mundo,
nosotros podemos realizar prácticamente todo lo que nos propongamos.
Y con ese espíritu se está trabajando en
todo el país. Pero tenemos necesidad en
esta región y en esta provincia de marchar a la vanguardia, porque aquí se
acumula el mayor número de necesidades, aquí se acumula la mayor cantidad de
población; tenemos también, por otra parte, bastante
recursos humanos. Y debemos proponernos
convertir esta provincia en un jardín.
Pero antes de que lleguemos a convertir
toda la provincia en un jardín tendrá que estar convertido en un jardín el
Cordón de La Habana; en los próximos meses todo sembrado, todo con sus cortinas
rompeviento, todo limpio. Ustedes serán las encargadas de mantener este
Cordón como un jardín.
Ya se ve y se puede apreciar el trabajo
en grado considerable, pero alcanzará su mayor perfección ya en el próximo año,
cuando todas las cortinas estén hechas, todos los árboles frutales
plantados.
Esta misma región, donde estamos ahora es
área de cítricos. No están plantados los
cítricos porque las posturas todavía no tienen el tamaño adecuado. Pero ya para la próxima primavera deberán
estar creciendo todas las plantas, todo el café, todos los árboles frutales,
todas las cortinas rompeviento, y ya con la ayuda de
estas máquinas, de estas 110 máquinas —con otras 100 ó 110 máquinas más—, es
justo esperar que con el trabajo entusiasta de ustedes en todo lo que pueda ser
realizado con máquinas, se mantenga todo como un jardín. De manera que sirva de aliento a la población
de nuestra capital, sirva de estimulo, sirva de motivo de optimismo, sirva de
confianza acerca de todo lo que el hombre trabajando con pasión, trabajando con
organización, trabajando con espíritu de lucha, puede lograr y cómo puede
transformar la naturaleza.
Y en estos planes de nuestro país ustedes
tendrán esa hermosa tarea de ayudar a convertir en un jardín el Cordón de La
Habana.
Esa es la consigna: ¡Que el Cordón de La Habana sea un
jardín y que ustedes sean las jardineras del Cordón de La Habana! (APLAUSOS)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)