DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DEL PRIMER CONGRESO DEL
INSTITUTO DE CIENCIA ANIMAL, EN EL SALON DE EMBAJADORES DEL HOTEL HABANA LIBRE,
EL 13 DE MAYO DE 1969.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores invitados;
Compañeras y
compañeros cubanos:
Imagino el arduo trabajo para todos ustedes durante
estos cuatro días. Sin embargo, al venir
a ocupar esta tribuna tengo la impresión de que el trabajo o la responsabilidad
que cae sobre mí esta noche es una responsabilidad igualmente ardua.
Se suele invitar a estos actos a alguien que haga un
resumen o una clausura. No resulta fácil
para mí hacer el resumen de un evento de naturaleza científica, como este
congreso que ha tenido lugar. Sin
embargo, me veo en la necesidad de cumplir la tarea. Debo cumplirla con profundo sentido de la
responsabilidad.
No se nos puede escapar el hecho de que este evento
tiene una cierta trascendencia exterior, y este evento tiene también
trascendencia en el interior de nuestro país, y que están presente en este
acto, y han estado presente en este congreso, no solo un numeroso grupo de
distinguidos investigadores del exterior, sino también centenares de compañeros
que desempeñan sus tareas en la rama agropecuaria de nuestro país.
Y, naturalmente, la materia que ha sido objeto de
discusión en este congreso tiene vital importancia para nuestro país.
Es necesario que nos orientemos bien; es necesario,
sobre todo, evitar salir desorientados de este congreso. Y mi deber —tal como lo entiendo— esta noche
es hablar precisamente para explicar y hablar para tratar de orientarnos.
He tenido alguna vinculación personal con esta
institución que es el Instituto de Ciencia Animal. ¿Cómo se organiza y por qué? Las causas eran obvias: a nuestro pueblo se le planteaba el problema
que genéricamente se llama desarrollo, y que más concretamente tenía que ver
con la necesidad fundamental de vivir, en ciertas ocasiones incluso de
sobrevivir, de enfrentarse a serios problemas alimenticios derivados tanto de
nuestro subdesarrollo como de circunstancias exteriores que impusieron a
nuestro país un bloqueo de tipo económico.
Y nuestro pueblo no podía contar en esas
circunstancias con ningún caudal científico acumulado. Podía contar con muy poca experiencia, con
muy pocos técnicos, con muy pocos científicos, y algunos con pretensiones de
tales no eran precisamente ni profundos conocedores de estas ramas ni podían
estar en esas circunstancias —muchos de ellos— en disposición de servir al
pueblo.
Se le planteaba al país la necesidad de desarrollar la
economía, desarrollar su agricultura, de desarrollar sus fuentes de
alimentación, desarrollar los cuadros técnicos y administrativos para llevar
adelante esa tarea; y, sobre todo, desarrollar los conocimientos, la
experiencia y la técnica para resolver adecuadamente esos problemas.
La ganadería en nuestro país contaba un número de
animales, de algunos millones de cabezas, pero en su inmensa mayoría era una
masa ganadera que se había desarrollado durante siglos prácticamente, más o
menos adaptada a las condiciones de nuestro clima, pero poco productora de
carne y de leche. El número de animales
productores de leche en nuestro país, de las razas lecheras, era muy
exiguo. La mayor parte del ganado era,
como le llamamos comúnmente, Cebú o Brahman, algunos núcleos de animales
conocidos por Criollos, y algunos miles escasos de cabeza de ganado Holstein,
unas pocas cabezas también de Brown-Swiss. Y, en fin,
que no podían satisfacer las necesidades de leche de nuestra población.
En épocas pasadas el pueblo no tenía acceso a esos
productos, no tenía medios para adquirirlos.
En muchas ocasiones sobraba la leche, y en épocas de sequía no se
resolvía el problema con heno, ensilaje, reservas alimenticias, sino que por lo
común resolvían el problema los distribuidores de leche añadiendo agua a la
leche.
Se planteaba en la nueva situación la necesidad de
producir no para un mercado, sino la necesidad de producir para satisfacer los
requerimientos de nuestra población.
Lógicamente, toda la capacidad productiva no podía alcanzar para el
propósito de abastecer de leche y de carne a la población de nuestro país. Y entre esos dos elementos mencionados, para
nosotros lo más importante era resolver el problema de los abastecimientos de
leche.
He leído una buena parte de las conferencias y de los
trabajos que se han presentado en este congreso, y me ha parecido conveniente
exponer cuál era el objetivo número uno.
Se ha hablado, naturalmente, del desarrollo de la producción de carne y
del propósito de desarrollar las exportaciones de carne, y obtener divisas con
esas exportaciones. Eso es cierto. Pero para nosotros el objetivo fundamental
del desarrollo de nuestra ganadería tiene que ver, en primer lugar, con el
propósito de satisfacer las necesidades del pueblo. Es decir, para nosotros lo primero en el
desarrollo de la masa ganadera es sencillamente las necesidades de consumo del
pueblo y la elevación del estándar de vida de nuestro pueblo.
El desarrollo de la agricultura azucarera tiene que
ver con las exportaciones y el incremento de las exportaciones. Pero en la estrategia del desarrollo ganadero
lo primero es la satisfacción de las necesidades del pueblo en leche, en primer
lugar, y en carne, en segundo lugar.
De manera que es necesario tener esto presente para
que se entienda hacia dónde se orienta el esfuerzo que en este campo realiza la
Revolución.
Y siendo ese el objetivo primero, nos encontrábamos
con problemas prácticamente insolubles.
Nos encontrábamos, en primer término, con que nuestra masa ganadera
carecía de potencial lechero; y en segundo lugar, nos encontrábamos con el
problema de que las pocas vacas que podían satisfacer esas necesidades estaban
en muchas ocasiones subalimentadas y nuestro país no disponía de los medios
para las importaciones de concentrados para esos animales.
En el orden de prioridades había necesidades muy
urgentes. Muchas veces era la necesidad
de medicinas para la población, por ejemplo:
necesidades de equipos médicos, con recursos limitados, las que
competirían con las posibilidades de adquisición de concentrado para la
alimentación de nuestro escaso rebaño lechero.
Se nos planteaba la necesidad de encontrar soluciones
a este problema. En primer lugar, cómo
aumentar la masa ganadera lechera; y en segundo lugar, cómo aumentar, o
mejorar, o cómo satisfacer las necesidades alimenticias de esa masa.
Nuestro país no había sido nunca un país productor de
granos ni un país productor de soya. Dos
problemas se presentaban: falta de
tradición en esos cultivos y condiciones climáticas adversas a esos cultivos. Las condiciones climáticas derivadas de las
circunstancias de que en nuestro país hay ciertos períodos de largas sequías y
que las lluvias se presentan, por lo general, abruptamente.
No es el caso de lo que ocurre en muchos países de
clima templado, en que la tierra se prepara antes del invierno y una parte de
ella incluso se siembra antes del invierno; no es el caso que al momento de
derretirse la nieve se encuentra en la tierra, ya roturada y lista para la
siembra, la humedad necesaria para sembrar grandes extensiones de granos. En nuestro país hay que tener la tierra
preparada y esperar que caiga el primer aguacero, y cuando ese aguacero viene
puede venir con lluvias generales, y mucho antes de que se puedan sembrar esas
superficies ha crecido la hierba.
Además, tales circunstancias de una agricultura sin
regadío, obligaría en aquellas condiciones a disponer de un enorme número de
máquinas.
La experiencia derivada de la siembra de
aproximadamente medio millón de hectáreas de caña en un período de 15 meses
para la zafra de 1970, nos enseña sobradamente en cuán difíciles condiciones ha
tenido que desarrollarse esa tarea, y cómo en muchas ocasiones acudiendo ya no
al tiro mecanizado sino al tiro animal, empleando bueyes, ha tenido que
prepararse y sembrarse la tierra.
En las condiciones de nuestro clima son conocidos los
problemas, por ejemplo, de las plagas y enfermedades; en las condiciones de
nuestro clima son conocidas las malezas, la lucha contra las malezas y la lucha
contra las plagas.
El empleo del herbicida se desconocía completamente,
el empleo de la irrigación estaba por desarrollar completamente. La lucha contra las enfermedades también era
otro campo donde faltaba experiencia. Y
aparte de eso, nuestro país tiene que enfrentarse con algunos fenómenos
naturales. Hablé de la sequía. Pero en otras ocasiones nos afectan los
excesos de lluvia, las inundaciones y, en otras ocasiones, nos afectan los
ciclones.
De manera que nosotros teníamos todos esos problemas
naturales: sequías, inundaciones,
ciclones; y además carencia de máquinas, carencia de regadío, carencia de
experiencia, carencia de herbicidas, carencia de semillas de alta producción y
carencia de medios y de conocimientos en las luchas contra las plagas.
Se desarrolló la agricultura cañera en las condiciones
del pasado porque era un tipo de cultivo que de una forma o de otra resistía
esas condiciones; resistía la sequía, que desde luego afectaba la producción
pero no mataba a la plantación, a veces resistía ciertos excesos de humedad,
era una planta que por su ciclo de duración compensaba en algunas épocas del
año las condiciones adversas de otras épocas.
Es, además, una planta resistente a las enfermedades, que en medio de
una técnica agrícola muy atrasada permitió el mantenimiento de una determinada
producción agrícola para el sostenimiento de la economía nacional.
De manera que esas eran las circunstancias
adversas: la falta de una masa ganadera
con potencial lechero, la falta de recursos para importar concentrados y, además,
condiciones naturales adversas para producir en este país los
concentrados.
Desde muy al principio estuvimos conscientes de esa
situación, desde muy al principio se hicieron esfuerzos por desarrollar las
técnicas y las investigaciones.
Y fueron esas circunstancias en la agricultura y en la
ganadería, como en otros campos, las que nos condujeron al esfuerzo para tratar
de responder a la pregunta: ¿Qué tipo de
ganadería vamos a desarrollar? ¿Cómo
debemos alimentarla? ¿Cómo vamos a
producir, en primer lugar, la leche que necesita nuestra población, que
necesitaban nuestros niños, que necesitaban los ancianos, que necesitaban los
enfermos, y por último, que necesitaba el resto de la población? ¿Con qué masa ganadera? ¿Cómo la íbamos a alimentar? Había que responder a esa pregunta.
Parte de la respuesta consistía en desarrollar las
investigaciones. Pero para desarrollar
las investigaciones carecíamos de centros de investigación y carecíamos de
técnicos y de experiencias en investigaciones.
Fue así como surgió la idea inicial de un centro para
investigar las cuestiones relacionadas con la nutrición animal y el desarrollo
de la ganadería.
Pero, por otro lado, no era posible que nuestro país
esperara a que en un largo proceso se desarrollaran las técnicas para responder
a la pregunta de cómo íbamos a resolver el problema. Era necesario en la práctica, y en cierta
forma con carácter urgente, dar determinados pasos para resolver el problema,
partiendo de las pocas experiencias que existían y partiendo de las condiciones
existentes en nuestro país.
Fue así como se organizó el Instituto de Ciencia
Animal, fue así como en la búsqueda de técnicos se hicieron los contactos con
determinados técnicos, y fue así como se organizó la institución, se establecieron
los arreglos pertinentes y se comenzó a trabajar en esta institución.
Debemos decir que la misma tiene cierta
peculiaridad. Las formas de trabajo
fueron discutidas con los técnicos: se
les concedió amplias facultades para la investigación. Se suponía que el gobierno tendría alguna
participación, algún interés en las investigaciones y que, desde luego, se
trataría de conciliar las directivas, las ideas, los puntos de vista de los
investigadores dotados de amplias facultades, con los intereses inmediatos del
país, a fin de resolver sus necesidades más urgentes.
Se estableció el instituto, donde el gobierno
revolucionario tenía un representante, representante cuyo objetivo fundamental
era facilitar el establecimiento de las bases materiales de trabajo y servir de
enlace con el mismo.
Debemos decir con toda franqueza que después que se
creó el instituto, entre el gobierno y la institución se mantuvo el mínimo de
relaciones. Surgieron determinadas
hipótesis. Surgió, por parte de la
dirección del Instituto de Ciencia Animal, una tesis acerca de cómo debía
resolverse el problema de la nutrición del ganado en Cuba. Y se planteaba de que esa alimentación
debería ser fundamentalmente a base de granos, es decir, fundamentalmente a
base de maíz y a base de millo o sorgo, fundamentalmente.
Debemos decir que nuestra posición era discrepante con
aquella tesis. Pero no obstante,
mantuvimos nuestro propósito de que la institución desarrollara sus
investigaciones con amplia libertad.
Vimos cómo se desarrollaban esas investigaciones en
ese sentido hacia la búsqueda de una solución de la alimentación mediante
granos. Y aunque nosotros teníamos la
más profunda convicción de que ese no era el camino, admitíamos que se hicieran
las pruebas pertinentes, respetábamos el derecho de libertad a la investigación
de los investigadores, y nos conformábamos con que tan siquiera una pequeña
parte del esfuerzo se dirigiera en otro sentido.
A veces solicitábamos con el mayor respeto,
expresábamos a través de los compañeros cubanos nuestro interés por
determinadas investigaciones. Y aunque
no creíamos que el maíz y el millo eran el camino, sin embargo veíamos como
positivo el esfuerzo que se hacía por obtener híbridos de más alta producción,
por importar líneas puras que permitieran una producción mayor del maíz o de
otras plantas o de otros granos, que aunque no fuesen a nuestro juicio a
resolver el problema de la ganadería, de todas formas constituirían un paso de
avance en nuestra agricultura y, además, contribuirían al desarrollo y a la
formación de cuadros técnicos cubanos.
Es por eso que en nuestro criterio lo que esperábamos
fundamentalmente del Instituto de Ciencia Animal no era la solución de las
necesidades nutritivas de nuestra ganadería, sino que fundamentalmente
contribuiría a la formación de un grupo numeroso de técnicos cubanos, que más
tarde, por un camino o por otro, con una orientación más o menos correcta,
contribuyesen al ulterior desarrollo de la ganadería de nuestro país.
No se escatimaron recursos al Instituto de Ciencia
Animal. Se pusieron a su disposición, en
el corazón de la provincia de La Habana, magníficas tierras irrigadas, de las
pocas que había en nuestro país; más de 1 000 hectáreas de tierra, los medios
materiales, las edificaciones, los equipos, los recursos humanos, y amplias
facilidades para el intercambio, para toda la actividad en aquel centro. Y se pusieron a disposición del instituto
numerosos compañeros valiosos de nuestra universidad, jóvenes que terminaban
sus estudios y que marcharon a aquel centro a trabajar en las investigaciones,
pero principalmente a formarse como investigadores.
Esta historia es necesario exponerla porque si no
vamos a correr el riesgo de que si nos atenemos a puras cortesías, a un ciento
por ciento de delicadeza en todo lo que se vaya a decir nos vamos a marchar un
poco confundidos todos nosotros. Y voy a
decirlo con toda franqueza: nos íbamos a
marchar sin saber ni siquiera de qué se ha estado tratando de resolver en este
país y dónde están las esperanzas fundadas para resolver esos problemas. Nos marcharíamos sin comprender muchas
cosas.
Ahora, ¿por qué nosotros no creíamos que el grano era
la solución de nuestro país? Hay
numerosas razones. Algunas las expusimos
anteriormente.
En primer lugar, nuestro clima no es el clima ideal
establecido por la naturaleza para el cultivo del maíz. Lo digo sencillamente. Es cierto que en el maíz, como en otras
muchas variedades de plantas, se han ido logrando adaptaciones, que han ido
permitiendo, mediante la selección y mediante la genética, adquirir variedades
que permiten resistir unas condiciones de clima que no eran las condiciones de
clima donde surgió de una manera natural.
Se presentaban todos los problemas enumerados
anteriormente de las sequías, de la necesidad de roturar enormes extensiones de
tierra, de la necesidad de emplear para ello miles de máquinas, de la necesidad
de disponer además de los medios:
herbicidas, medios químicos o mecánicos para cultivar ese maíz; se
necesitaba desarrollar antes las variedades y probarlas exhaustivamente, antes
de lanzarse por ese camino; se necesitaba saber qué íbamos a hacer con las
tierras que no eran irrigadas; cómo íbamos a abordar el problema en las tierras
sin regadío que era la casi totalidad de los suelos agrícolas; cómo íbamos a
sembrar repentinamente todo aquel maíz al comenzar la primavera; cómo íbamos a
resolverlo en aquellas regiones amplias del país que tenían problemas de
drenaje; cómo íbamos a resolver los problemas de suelo, si muchas de las
mejores tierras estaban ya ocupadas por la agricultura cañera; cómo íbamos a
resolver el problema de los ciclones.
¿Por qué nuestro país tenía necesidad de enfrascarse
en una agricultura que le obligaba a roturar enormes extensiones de tierra
todos los años para sembrar maíz? ¿Por
qué nuestro país habría de adaptarse a una técnica de nutrición animal que era
perfectamente explicable y justificable en países de clima templado en Europa,
en la mayor parte de Estados Unidos, donde tienen largos inviernos, donde
tienen posibilidades de roturar grandes extensiones de tierra, e incluso la
necesidad de hacerla para buscar el máximo de aprovechamiento por unidad de
tierra en un período reducido de tiempo?
¿Por qué renunciar a las magníficas ventajas que, en
cambio, en otro sentido tenía un país en nuestro clima? ¿Por qué renunciar a las ventajas que nos
permitía nuestro clima tropical o subtropical?
¿Por qué renunciar a las ventajas que brindaban a nuestro país la
ausencia de inviernos fuertes, la ausencia de nieve, y la posibilidad de
mantener el crecimiento durante todo el año de otras especies, de otras plantas
perennes, que no nos obligan a roturar la tierra todos los años y que, en
cambio, nos permiten tener y aprovechar todas las ventajas de nuestro clima? ¿Por qué no aprovechábamos todas las ventajas
de la explotación de los pastos en las condiciones de nuestro clima?
No podría resistirse, por ningún concepto, la
comparación. Existen especies de
pastizales artificiales cuya producción se prolonga indefinidamente, cuya
productividad incluso se incrementa por año, que pueden resistir las sequías,
que rebrotan rápidamente cuando comienzan las lluvias, y que en condiciones de
regadío y niveles adecuados de fertilización permiten mantener una producción
casi uniforme durante todo el año.
Si además nosotros teníamos las posibilidades, con el
número escaso de nuestras máquinas destinadas a otros cultivos —la caña
fundamentalmente—, y también a la producción directa de otros alimentos; si
nosotros teníamos la oportunidad de desarrollar una forma realmente económica
de explotación de la masa ganadera, ¿por qué lanzarnos a una técnica que era
mucho más costosa, que exigía muchos más recursos y en las condiciones de
nuestro país era mucho menos segura?
De manera que se contraponían dos opiniones: el criterio de que la solución venía a través
de los granos y el criterio de que la solución venía a través de los
pastos. De manera que se suscitó
—digamos— una especie de contienda ideológica en el campo de la ciencia, si
ustedes quieren decir de la ciencia; si lo prefieren en el campo de la
práctica, o en el campo de las realidades.
Sin embargo, nosotros no coartamos, nosotros no impedimos que siguiera
desarrollándose la experiencia y las pruebas para encontrar soluciones a través
de los granos. Logramos —solicitando, insistiendo— que se
hicieran algunas de las investigaciones en pasto, algunas.
Leíamos el trabajo presentado aquí por el ingeniero
Quintana sobre experiencias en producción de carne mediante pastos: la prueba del napier,
la siembra de napier y alfalfa, la siembra de la
guinea con el kudzú.
Y recordábamos perfectamente cómo logramos nosotros que se hiciera esa
investigación.
Había resistencia en el instituto a hacer esa
investigación, y nosotros tuvimos que obtener unas hectáreas de tierra y
pedirles a algunos compañeros cubanos que de todas maneras hicieran la
investigación.
Me satisfizo mucho de todos modos ver cómo, al fin y
al cabo, se presentó entre los trabajos de ciencia animal una de las ponencias
relativa a la producción de carne partiendo de pastizales.
Desde luego, una cosa muy curiosa. El objetivo fundamental de aquella
investigación era saber cuánta era la productividad en carne a través de
pastos, de una hectárea de tierra. Y
nosotros sosteníamos el criterio de que, en las condiciones de nuestro clima,
una hectárea de determinados forrajes con adecuados niveles de riego y
fertilización triplicaba la productividad de una hectárea dedicada a maíz.
Con gran sorpresa nuestra vimos que el objetivo de la
investigación apenas se menciona; que no se saca la conclusión de cuánta carne
se produce por hectárea, sino que se convierte prácticamente en una prueba
comparativa de diversas razas en su respuesta al pastoreo. Y ahí se habla de F-1 de Brown-Swiss con Cebú, F-1 de Holstein con Cebú, y algunas Cebú
puras, y que tuvieron distintas respuestas a las distintas pruebas. Y me acuerdo perfectamente bien de que cuando
se hizo esa prueba no se seleccionaron F-1 de tal tipo y F-1 de lo otro, no era
una prueba de razas. Si resultó una
prueba de razas, fue en virtud de que cuando trajeron el ganado para hacer la
prueba vinieron Cebú comerciales, Cebú más o menos puros y algunos F-1.
No dejó de ser para nosotros una sorpresa que una
prueba que tenía por objeto demostrar la superioridad del pasto sobre los
granos se convirtiera por último en una prueba para saber cuál era la respuesta
de las distintas razas a la alimentación con hierba. El objetivo fundamental prácticamente quedaba
relegado, quedaba olvidado.
Ulteriormente empezaron a realizarse pruebas con la
miel.
A mi juicio, el campo donde el Instituto de Ciencia
Animal ha hecho su esfuerzo más importante y su esfuerzo más serio y su
esfuerzo más práctico, ha sido en la investigación acerca del modo más correcto
de utilizar las mieles en la alimentación del ganado vacuno, en la alimentación
del ganado porcino, e incluso el empleo del azúcar en la producción de carne de
ave.
En ese terreno se tenían algunas experiencias en Cuba,
en ese terreno se había desarrollado alguna producción a base de miel con urea;
pero faltaban investigaciones sobre los niveles adecuados de consumo de miel,
los niveles de urea, los antagonismos que podían presentarse en el metabolismo
de la miel, en los desperdicios que podían ocurrir en los otros componentes de
la dieta, el tanto por ciento de miel que podía dársele al ganado alimentado
con pastos, o las innovaciones, como fue la de preparar la dieta
fundamentalmente a base de miel y con un mínimo de forraje.
Nosotros entendemos que en ese campo se avanzó, se
avanzó mucho, y comenzó a ser en parte un principio de orientación correcta
cuando se empezó a ver en la caña de azúcar una planta capaz de contribuir
seriamente a la nutrición animal. Se
empezó a abandonar un poco los conceptos relacionados con el millo y con el
maíz, para comenzar a darle más importancia a la alimentación a base de
miel.
Desde luego, he leído el trabajo del doctor Preston en donde expone la importancia y las posibilidades
de utilización de la caña de azúcar y de la miel en la alimentación del
ganado. Nosotros estamos de acuerdo con
ese criterio, es un criterio correcto; aunque no estamos de acuerdo con algunas
de las fundamentaciones de su tesis.
No sé si en cierto sentido su afirmación de que
ciertas circunstancias "políticas o sociales" hacían difícil la
aplicación de una técnica basada en granos para alimentar el ganado; si esa
afirmación se refiere a otro país o esa afirmación se refiere a nuestro país. Porque digo con toda claridad que aquí no hay
obstáculos "sociales" ni aquí hay obstáculos "políticos"
para desarrollar la alimentación del ganado a base de maíz, si se pudiera
probar que realmente el maíz podría resolver nuestros problemas.
Pero lo que sí se puede probar —y no tenemos la menor
duda— es que el maíz no es la solución de nuestros problemas en la actualidad,
y que tendrá que transcurrir mucho tiempo antes de que pudiera llegar a serIo.
En primer lugar, tendrán que desarrollarse variedades,
técnicas y encontrarse soluciones para lograr que una hectárea de maíz sea
capaz de producir los nutrientes que produce una hectárea de caña. Baste decir que la caña es, de todas las
plantas conocidas hasta estos instantes, la que tiene mayor capacidad de
asimilación de la luz solar y de convertirla en nutrientes; es la que tiene la
mayor capacidad.
Baste decir que con las técnicas conocidas en nuestro
país, con irrigación y con los adecuados niveles de fertilización, con las
adecuadas variedades que existen en nuestro país, resulta perfectamente posible
la obtención de unas 19 toneladas de miel integral por hectárea por año con la
caña de azúcar, y que además produce la paja, produce el cogollo —que es la parte verde de la planta—, produce
además el bagazo, que tiene muchos usos y tendrá usos de gran importancia
económica para nuestro país en el futuro.
No creo que aquí se haya conseguido nunca, nunca, ni
con los mejores híbridos, ni creo que el instituto haya podido obtener nunca,
en condiciones óptimas de tierras magníficas bajo regadío, más de cinco
toneladas de maíz por hectárea. Y esto
obliga a roturar la tierra constantemente y sembrarla. No es como la caña, que se planta, puede
crecer durante dos años; que una vez que adquiere cierto desarrollo no necesita
limpiarse, porque las malezas no hay necesidad de cortarlas sino cada dos años
y se obtienen producciones en dos años de unas 38 toneladas de mieles
integrales por hectárea. Y por eso decía
unas 19 toneladas de nutrientes, por hectárea por año, con un contenido energético
prácticamente equivalente al del maíz, dejando a un lado las escasas cantidades
de proteínas que posee el maíz.
Y que, desde luego, no admite discusión que una
hectárea de caña puede producir para nuestro país cuatro veces, cinco veces lo
que pueda producir el mejor maíz que se haya sembrado y se haya cosechado en
Cuba.
Esa es la comparación entre la caña y el maíz.
Ahora bien, también la caña de azúcar tiene la miel
como subproducto, el subproducto después de producirse el azúcar, en determinadas
cantidades. Por ejemplo, para una
producción de 10 millones de toneladas de azúcar quedarán aproximadamente 3
millones y medio de toneladas de miel.
Pero se contempla o se puede contemplar también el
empleo de la caña de azúcar directamente para la producción de mieles para la
alimentación del ganado, y de esa forma la contempla nuestro país en el
futuro. Porque, asignada a la caña una
superficie determinada de 1
700 000 hectáreas físicas, la producción de caña de azúcar irá aumentando
progresivamente en la medida en que se amplíe el riego, en que se vayan
cambiando las condiciones en que se cultiva la caña de azúcar y mediante el
incremento de la producción por hectárea, de manera que para 1980 el país en el
1 700 000 hectáreas físicas que tendrá asignadas en la superficie total de
nuestra isla podrá producir caña para 10 millones de toneladas de azúcar y
además caña suficiente para producir otros 10 millones de toneladas de
azúcar.
Sin embargo, no se contempla producir 20 millones de
toneladas de azúcar; se contempla mantener la producción de azúcar a un nivel
razonable, de acuerdo con las necesidades de los mercados y, sin embargo,
destinar esas cantidades excedentes de caña para la alimentación del ganado. De manera que nuestro país podrá disponer de
14 a 15 millones de toneladas de miel en 1980, además de los 10 millones de
toneladas de azúcar.
Será necesario ampliar la industria cañera del país en
los próximos años para esos fines.
Y nosotros vemos en ese recurso el suplemento
alimenticio de nuestra ganadería.
Pero, desde luego, la razón de esa política es que
hasta ahora, como suplemento alimenticio para la producción de leche y de
carne, la caña supera cualquier otra planta que podamos emplear en nuestro
país.
Después explicaré por qué digo "suplemento
alimenticio", porque de la caña y de la miel no solo salen las calorías,
sino que pueden salir también las proteínas.
y nosotros en nuestro país
poseemos una planta de torula que convierte de cuatro a cinco toneladas de miel
final en una tonelada de levadura de torula, con un 55% de proteína.
De manera que la caña es —fácilmente se comprende— la
planta adaptada a nuestro clima en la que tenemos más experiencia, que
constituye nuestro maíz, nuestro sorgo, nuestra soya; es decir, capaz de servir
para la alimentación del ganado, del cerdo, del pollo, empleando parte miel,
parte azúcar, parte de levadura obtenida mediante un proceso fermentativo, y
determinadas cantidades de proteína de origen animal.
Sobre esa base está concebida en lo fundamental, en el
futuro, nuestra producción de cerdos, de pollos y en la ganadería como
suplemento del pasto. No es porque “el
azúcar no constituya —como afirma el doctor Preston—
un producto de primera necesidad para la dieta del hombre ni artículo de lujo,
ni tampoco porque una opinión social que exige de la mujer una grácil esbeltez
y el creciente número de pruebas emparentan el azúcar
con las deficiencias cardíacas..."
la razón por la cual debemos dedicar la caña al ganado y no a producir
azúcar, porque es mejor negocio dedicarlo al ganado que a azúcar; según su
criterio.
Nosotros no podemos aceptar en ese congreso esta
afirmación —y lo digo aquí con todo respeto y, además, lo digo con profundo
dolor— porque este es un argumento netamente europeo.
Se puede aplicar el problema de la esbeltez de las
mujeres en Inglaterra, en Francia, en Italia, en Bélgica, en Suecia, en muchos
países donde las necesidades y el consumo de azúcar están saturados; pero este
argumento no se puede aplicar en Asia ni en Africa o América Latina, ni se
puede aplicar a miles de millones de personas en el mundo que están consumiendo
menos de cinco kilogramos de azúcar per cápita al año, que padecen de subnutrición, que padecen déficit de proteínas y de
calorías y que son la causa por la cual en muchas de esas regiones el promedio
de vida no alcanza a los 30 años.
Y realmente nosotros pertenecemos a ese mundo
subdesarrollado y nos sentimos identificados con sus necesidades (APLAUSOS
PROLONGADOS). Y nos sentimos identificados
con sus necesidades, y estamos muy conscientes de que desgraciadamente no sobra
y tardará muchos años en que sobre azúcar en el mundo.
No defiendo esta tesis como la defendían los
capitalistas en el pasado, que se ofendían y se insultaban cuando les tocaban
el azúcar. Nosotros no podemos pensar
con ese criterio. Nosotros tenemos para
el azúcar amplio mercado, interno y externo; todo nuestro azúcar está vendido e
incluso más azúcar de la que podemos producir; y los 10 millones de toneladas de
azúcar están vendidos, tienen mercados.
Y muchas veces el azúcar también se convierte, por vía del intercambio,
en trigo; y nuestra azúcar también se convierte por esa misma vía en maíz.
Nuestras condiciones climáticas son las de un país
azucarero, no un país cerealista. Países
cerealistas pueden ser los países que tienen grandes extensiones de tierra,
pueden serlo los países que con lograr la máxima productividad por hombre a
través de las máquinas puedan cultivar las enormes extensiones para producir
trigo y para producir maíz. Nuestro país
es un país de superficie limitada que no tiene condiciones naturales para el
cereal y que tiene que buscar cultivos de máximos valores por hectárea. Y no se podrá jamás comparar el maíz con
ninguno de los muchos cultivos que por las condiciones naturales nuestras
tienen valores económicos por hectárea cuatro o cinco veces superiores a las
del maíz promedio de Estados Unidos.
A nuestro país no le sobra la tierra. No es Australia, no es Canadá, no es Estados
Unidos, no es Argentina —para mencionar un determinado número de países—; es un
país relativamente pequeño que tiene que buscar el máximo de productividad por
hombre, sí, pero combinado también con el máximo de productividad por hectárea. Y la caña es uno de los cultivos que
nosotros, bien dedicándolo a azúcar, bien dedicándolo a miel, tendrá para
nosotros un alto valor económico y una alta productividad por hectárea que,
además, está de acuerdo con nuestra tradición, que está de acuerdo con nuestra
experiencia industrial y agrícola en ese sentido.
Y, lógicamente, esa es la razón por la que nosotros,
si vemos que los productos industriales de la caña pueden ser un complemento de
la dieta de nuestro ganado, pensamos en la caña, una vez satisfechas las
necesidades de mercados, para producir el complemento dietético de nuestros
rebaños, tanto de ganado vacuno como cerdos y aves. Esa es la razón fundamental.
No puede ser otra la razón. No puede ser de ninguna manera un problema de
esbeltez de las mujeres en Europa. Y
además, la tesis de la esbeltez permítanme rebatirla, porque las cubanas son
conocidas como mujeres esbeltas y graciosas y tienen uno de los más altos per
cápita de consumo de azúcar en el mundo (APLAUSOS).
Y creo ciertamente que ustedes comprenderán
perfectamente nuestro deber, como decía anteriormente, de que tratemos de
orientarnos y de que lógicamente se esclarezcan algunas cuestiones. Y todos ustedes podrán pensar o tendrán
razones para pensar que esto no constituye una impertinencia de parte
nuestra. Pero si realmente vamos a tomar
en serio a nuestros invitados, y si realmente vamos a tomar en serio la
ciencia, es nuestro deber exponer las cosas no con un espíritu sectario, no
viendo un micromundo científico, sino viendo todas
las realidades, ¡viendo el macromundo de los
problemas de la humanidad y del hombre y de nuestro país!
Yo no quiero de ninguna forma emplear palabras
políticas. Habrán observado que trato de
evitar todo lo que pueda ser calificado aquí como política. No es un acto de agitación. No quiero introducir aquí, entre personas que
pueden tener distintas maneras de pensar políticamente, argumentos
políticos. Deseo presentar argumentos
racionales, deseo expresar objetivos. Y
estos argumentos objetivos y racionales creo que son exactamente aplicables lo
mismo a un país que a otros. El que unos
países no puedan aplicarlos es una desgracia.
Pero para nosotros las cosas racionales son una posibilidad —¡es una
suerte!— y tenemos la posibilidad de hacer cosas realmente racionales para
beneficio de nuestro país. Y de paso,
también creo que cosas racionales que hagamos aquí, soluciones que encontremos
aquí, pueden ser también aplicadas a otros pueblos en igualdad de condiciones
que el nuestro.
Permítasenos decir que, junto con el deseo de resolver
los problemas de nuestro país, albergamos también el noble propósito de poder
ser modestamente útiles de alguna u otra manera a muchas personas en el mundo
que tienen problemas muy similares a los nuestros. ¡Búsquese una geografía y se verá dónde está
el hambre en el mundo, dónde está la subnutrición y
dónde está la pobreza! Y nosotros, a
quienes correspondió vivir en un clima de este tipo, en condiciones similares a
otros pueblos muy numerosos, podemos permitirnos también albergar ese
sentimiento, ese aprecio a nuestra obra, que no es la obra de un nacionalismo
egoísta o de un pueblo egoísta que pensara solo en resolver sus problemas, sino
que aspira a que lo que sea útil y positivo para él pueda ser también útil y
positivo para otros países.
En este congreso se puede apreciar perfectamente qué
poco peso tuvo el pasto. El millo tuvo
un gran peso. El maíz tuvo un gran
peso. Todo eso tuvo peso aquí. Pero ¿cuántos trabajos se han presentado
sobre los pastos? ¿Cuántos trabajos tendientes
a investigar cuál es el tipo de pasto adecuado, o cuál o cuáles entre las
numerosas variedades de pasto son las más adecuadas a las condiciones de
nuestro clima? ¿Cuáles son los niveles
ideales de fertilización para nuestros pastos?
¿Cuál es la carga real que puede sostener en adecuadas condiciones una
hectárea de pasto con riego y determinados niveles de fertilización? El pasto significa para nosotros en estos
tiempos la magnífica posibilidad de que el ganado trabaje para el hombre y no
el hombre trabaje para el ganado. No es
que nos neguemos a trabajar para el ganado.
El hombre tiene que hacer cierta parte de trabajo para el ganado, porque
el ganado ayuda al hombre. Pero es que
realmente nuestro país tiene todavía que cortar decenas de millones de
toneladas de caña a mano cada año, porque no tiene máquinas para ello.
Lógicamente, nuestro principal objetivo tiene que ser
mecanizar el cultivo de la caña, primero que nada. Antes que mecanizar un hipotético maíz, tiene
que mecanizar el cultivo y el corte de la caña, tiene que dedicar muchos
recursos a eso para poder liberar cientos de miles de brazos que puedan
participar en el desarrollo industrial, en el desarrollo social de nuestro
país. Y hoy la caña emplea el grueso de
nuestras máquinas, y empleará el grueso de nuestras máquinas, y empleará el
grueso de nuestros recursos de mecanización en los años venideros.
Lógicamente, no debemos hipotecarnos en buscar una
técnica para producir carne que es más costosa, que requiere cantidades mayores
de inversión, que requiere cantidades adicionales de máquinas, cuando nosotros
podemos aprovechar perfectamente el pastoreo.
Nosotros debimos haber hecho un estudio intensivo,
profundo, de las técnicas de pastoreo en el Instituto de Ciencia Animal. Debimos haber hecho un estudio intensivo
sobre los pastos, sobre la productividad de nuestros pastos, sobre la
productividad en carne y, sobre todo, sobre la productividad en leche. Porque ustedes habrán observado también que
la leche está prácticamente olvidada en las investigaciones de ciencia
animal.
Y digo una verdad:
revisen el programa, revisen todos los trabajos, y verán que la carne
ocupó mucho más atención pensándose en hipotéticas exportaciones de carne,
cuando estaban por resolver las necesidades de leche de este país, ya que si
queremos darle un litro de leche per cápita a nuestro pueblo necesitamos
producir unos 8 millones de litros de leche diariamente.
Y antes de pensar en exportar carne debemos pensar en
dejar de importar leche. Y nuestro país
para mantener una cuota de consumo de leche a todos los niños y a todas las
personas ancianas y una pequeña cuota de leche a la población, tiene que
importar, en leche, millones en divisas todos los años. Y había que pensar en resolver el problema de
la leche. Pero la leche ocupó un mínimo
de atención, igual que los pastos tuvieron un mínimo de atención, en el
Instituto de Ciencia Animal.
La honradez nos obliga a esclarecer estos puntos, la
honradez nos obliga a expresar estas verdades.
Nosotros podíamos callarnos, simular que hemos tenido grandes éxitos,
alabar la grandiosa obra de la institución, cuando sencillamente hay muchos
puntos muy débiles.
Y nosotros sí nos hacemos una autocrítica. Y al hacernos una autocrítica me considero
uno de los principales responsables, uno de los principales culpables. He tenido que ver bastante, me he interesado
mucho en el problema de las investigaciones agrícolas, pusimos grandes
esperanzas en el instituto. Sus éxitos
hubieran podido llegarnos muy de cerca a los revolucionarios cubanos, al
gobierno cubano. Pero debemos decir que
nosotros no podemos ni magnificar ni blasonar de haber obtenido grandes éxitos
cuando las investigaciones en ciencia animal han tenido también realmente, al
lado de los éxitos, grandes deficiencias.
Y las investigaciones de leche han ocupado un mínimo lugar.
Pero voy a demostrar más. Yo voy a demostrar cómo esa orientación
incorrecta, voy a demostrar cómo esa subestimación de la importancia que tenía
la leche influyó en las investigaciones.
Y algo más increíble: influyó en
los resultados.
Antes de proseguir debo decir que desde el año pasado
los compañeros del instituto deseaban hacer este congreso. Y nosotros teníamos temor a este
congreso. Y les pedimos que no, que no
hicieran el congreso el año pasado, que teníamos mucho trabajo en otros campos,
que todavía teníamos muy pocas cosas que exhibir. Y por fin logramos convencerlos de que lo
pospusieran para este año.
Este año nosotros tampoco estábamos de acuerdo con el
congreso. No lo estábamos. Pero invocando la promesa del año anterior,
invocando el argumento de la posposición, insistieron en el congreso. Y nosotros ciertamente teníamos temores. El país está empeñado en un enorme trabajo en
este momento: en la preparación de la
zafra de 1970 de 10 millones, en la siembra de todas las cañas, en la limpia,
en los cultivos, en las fertilizaciones y en la terminación de la actual zafra
bajo una primavera temprana. Nuestro
país está enfrascado en un enorme plan de carácter hidráulico, de drenaje, de
riego. Porque si bien les hablaba al
principio de que eso no existía, les puedo decir que en un período no mayor de
cinco años la inmensa mayoría de las tierras agrícolas de este país estarán
bajo regadío.
Puedo decirles que este año se incorporan al regadío
unos 2 000 millones de metros cúbicos de agua, y que en el próximo año se
incorporarán unos 3 000 millones de metros cúbicos más y que los estudios
hidráulicos están considerablemente avanzados, que 10 000 máquinas trabajan en
este país, construyendo caminos, haciendo canales, haciendo embalses, haciendo
sistemas de regadío, perforando pozos, precisamente para resolver uno de los
grandes inconvenientes naturales de este país, que son las sequías cíclicas que
crean tantas dificultades a nuestra agricultura. Diez mil máquinas —y más de 60 000 hombres
con esas máquinas— están trabajando en todo ese plan.
Estamos enfrascados en una enorme suma de tareas que
embarga el tiempo y la energía de todos los compañeros que están trabajando en
el sector de la agricultura. Pero el
congreso se dio. Yo no sé por qué salió
aquí a relucir y se expuso que el congreso "no era lo que iba a ser". Y efectivamente, el congreso no ha sido lo
que idearon los organizadores del congreso.
Primero, se empezó por concebir un congreso
"anual", y yo creo que eso es ridículo. Podemos casi pedir excusas porque nos
permitimos organizar uno ahora cuando apenas estamos empezando, ¿cómo vamos a
hablar de un congreso anual?
En segundo lugar, todos los organismos que trabajan en
la agricultura investigan y Ciencia Animal no es el único organismo que hace
investigaciones. Hay otras
investigaciones. Nadie ha designado a
Ciencia Animal Sumo Pontífice de las investigaciones agrícolas en Cuba. Investigan las universidades, investigan
otras muchas instituciones en nuestro país.
Y lógicamente, ciertos problemas de tratamiento, ciertos
desconocimientos y ciertas desconsideraciones dieron lugar a que se sintieran
muy heridos los compañeros de otros organismos.
Se sintieron heridos, se sintieron maltratados, fueron rechazados
incluso determinados trabajos, se sintieron víctimas de cierto menosprecio y,
sencillamente, se negaron a colaborar.
Pero aquí, en la inauguración de este acto, el doctor Preston habló de que no era lo que suponía que debía ser y
que él estaba en desacuerdo.
Si ese problema se abordó aquí, permítasenos a
nosotros hacer uso del mismo derecho para brindarles esta explicación de lo que
realmente pasó.
Otro compañero en el discurso inaugural —en este caso
el representante de la parte cubana— habló de "incomprensiones", de
"escollos a la ciencia", y no se sabe cuántas cosas más. Nos toca muy de cerca la responsabilidad,
porque hablaba el compañero que representa al gobierno en la institución.
Yo me imagino que algunos de ustedes se
preguntarían: ¿Pero qué es esto? ¿Qué "escollos" son esos? ¿Qué "incomprensiones" son
esas? ¿Qué problemas son esos? ¿Y por qué a la inauguración del congreso se
traen estas cuestiones?
Pues se trajeron.
Y si se trajeron a la inauguración, se tienen que traer también a la
clausura.
Se dijo, en uno de aquellos discursos, que la parte
política terminaba y comenzaba la ciencia.
No sé cómo debe calificarse lo nuestro:
si ciencia, o si política, o incluso —para algunos tal vez peor—
politiquería, cosa mezquina. Desde
luego, yo no sé distinguir la diferencia que hay entre ciencia y política, como
no sea que la política además de ciencia es un arte.
Creo sinceramente, que la política puede estar al
servicio del bien o del mal. Si está al
servicio del bien es una política revolucionaria, como la ciencia también puede
estar al servicio del bien o del mal. Si
está al servicio del bien, puede decirse que es una ciencia humana, noble,
revolucionaria, como también si la ciencia se pone —como se ha puesto muchas
veces— al servicio del mal, de la guerra, de la destrucción, habrá que llamar a
esa ciencia, ciencia al servicio de la política, y de la peor política, ciencia
al servicio del crimen.
Y realmente nosotros no sabemos distinguir entre una
ciencia y otra. Porque sin la ciencia de
un pueblo que fue capaz de liberarse, sin la ciencia de un pueblo que ha sido
capaz de hacer su revolución, sin la ciencia de un pueblo que ha sido capaz de
resistir el bloqueo frente a un enemigo no poco poderoso, un enemigo que nos
subestimó, que nos menospreció, que creía que de un puntapié arrojaría a la
Revolución de nuestro pueblo, que la aplastaría; sin esa ciencia no habría
Instituto de Ciencia Animal, sin esa ciencia no habría investigaciones. Y justo es que si ponemos la ciencia en su
lugar y la enaltecemos y la apoyamos, no haya por qué hacer distinciones entre
ciencia y política. Pero, además, está
la ciencia de la verdad, sin simulaciones de ninguna índole. Y estos temas y estos problemas se abordaron
aquí. Entonces es lógico que estos temas
y estos problemas queden suficientemente esclarecidos.
Se llegó a algo más.
Porque innecesariamente, gratuitamente, se ofendió a otras
instituciones, se hirió a otras instituciones.
Porque, por qué decir que aquí en el primer congreso que hubo en este
país —tal como si nosotros fuésemos una especie de siboneyes, o algo por el
estilo, un pueblo atrasado—, que en el primer congreso científico de este país
el Presidente de la sesión —que era precisamente el compañero Presidente de la
Academia de Ciencias, porque era el que presidía esa sesión— estaba leyendo un
periódico. Y que vaya usted a ver qué
clase de congreso era ese, donde el Presidente de la institución leía un
periódico.
¿Qué necesidad había de producir esas heridas, de
ocasionar esos agravios? Y encima se nos
dice que aquí los cubanos iban a aprender a comportarse en un congreso
internacional, que íbamos a aprender, a saber, cómo nos comportaríamos cuando
fuésemos al exterior.
¡Y bien arreglados estamos realmente si los cubanos
aprendemos a comportarnos de esa forma en un congreso internacional, empezando
por ofender al país donde se esté celebrando el congreso, ofender a las
personas donde se esté celebrando el congreso!
Esas cosas, lamentablemente, pasaron. Y no podían pasar inadvertidas, y esas cosas
no podían quedar sin respuesta.
Ocurrieron cosas extrañas en este congreso, en este
histórico congreso.
Voy ahora a entrar incluso —si me lo permiten ustedes—
en materia técnica. Y si no me ponen un
plazo de 12 minutos (RISAS), puedo hablarles de algunas cuestiones que tienen
que ver con la materia objeto de este congreso.
Cuando les decía que nuestro problema principal y
nuestra pregunta era la siguiente: ¿Cómo
vamos a resolver los problemas de la leche de este país? ¿Y cómo los vamos a resolver si no tenemos
vacas lecheras? Podrán decir: Bueno, esperarán que las vacas lecheras que
tienen se multipliquen, es decir, esperarán para las calendas griegas que haya
vacas lecheras, que puedan ordeñarlas y mientras tanto importen —si pueden—
leche. O podrán decir: Importen cientos de miles de vacas Holstein
puras.
Este país ha importado vacas puras el máximo que ha
podido. Hay distintos limitantes: son los recursos. Pero aun disponiendo de los recursos, este
país no puede comprar vacas dondequiera, porque tiene el bloqueo. Este país puede comprar ganado en muy pocos
lugares. Tiene que transportarlo en
barcos, en barcos especialmente adaptados:
tiene que aclimatarlo con todos los problemas que plantea la
aclimatación. Sin embargo, hay años que
se han importado hasta 2 000, 3 000, haciendo enormes esfuerzos.
Pero no resolvíamos nuestro problema por esa vía. Era necesario buscar una solución. Teníamos distintos patios puros de razas
lecheras. Esos patios fueron siendo
ampliados; se importaron patios de otras razas lecheras que no existían, se
sometieron a pruebas. No fueron pruebas
de un alto rigor y nivel científico, pero fueron las pruebas de cruzar un numero
suficiente de animales y probarlos en nuestras condiciones de alimentación,
probarlos en nuestros pastos y observar los resultados.
Además, el ganado lechero del cual poseíamos mayor
número de sementales era el Holstein. Y
empezamos a hacer los cruzamientos en masa ya cuando tuvimos suficientes
indicios positivos del resultado del cruce de Holstein con el Cebú. El carácter lechero del primero predominaba
ampliamente en las F-1, que conservaban además mucho de la resistencia del
Cebú. Cruzamos también el Brown-Swiss con Cebú en la medida
de lo posible, el Jersey, incluso hemos cruzado Shorthorn,
el Red Polled, el Ayrshire
—me perdonan si no lo pronuncio en un inglés castizo—, y todas las razas de
animales lecheros se cruzaron con Cebú y ya, incluso, hay resultados de esos
cruzamientos y de la producción de leche.
Tenemos híbridos de todas las razas lecheras con el Cebú.
Y hemos podido comprobar, y sabemos afortunadamente,
cuál es el único camino en estas circunstancias para que el país tenga leche.
Pero, además, el país posee ya medio millón de F-1, en
su mayor parte cruzamientos de Holstein con Cebú. Medio millón que en los próximos dos años
estarán en producción y elevarán cuatro veces la producción de leche de
Cuba.
Estamos de acuerdo en parte con lo que afirma el
doctor Willis de que no es solo la genética lo
fundamental para la producción de leche; que es necesario resolver el problema
del alimento del ganado. Muy
correcto.
No estamos de acuerdo con el doctor Willis en que la genética no tiene tanta importancia. Y digo que ya puede mejorar todo lo que se
quiera la alimentación, lograr la óptima, y vamos a ver cuánta leche saca de
una vaca Cebú. Y si no existe el
potencial lechero en la vaca, y nosotros solo podemos obtenerlo mediante esos
cruzamientos, entonces no habrá leche aunque haya alimento para el ganado. Para nosotros la genética sí tenía mucha
importancia, y eso lo comprendíamos claramente.
Razón por la cual, desgraciadamente, sabemos que algunos técnicos,
incluso el doctor Willis me imputa a mí la
responsabilidad de ser Director de la genética en Cuba, y comenta que dónde se
ha visto un Primer Ministro ocupándose de esas cosas, y que no sé nada de eso,
en lo cual puede tener una gran parte de la razón, no lo niego. ¡pero velo por un interés que es el interés
de este pueblo! (APLAUSOS
PROLONGADOS) Y no creo ciertamente que
constituya una falta ni constituya un delito el que en nuestras responsabilidades
ante el pueblo nos preocupemos de estas cuestiones, tratemos de estudiar,
tratemos de conocer aunque sea un poquito, y tratemos de encontrar
soluciones. ¡Necesidad dolorosa de
nuestro país donde no abundan los científicos, donde no abundan los técnicos, y
donde los hombres que tenemos que asumir la responsabilidad de encontrarle
solución a esos problemas no encontramos muchas veces ni siquiera el consejo
correcto para dar con tal solución!
No somos unos intrusos en el campo de la ciencia, o de
la genética. Somos hombres obligados por
las circunstancias a la búsqueda de soluciones, y jamás dejamos de oír a quien
pueda exponernos algo razonable, algo claro.
No pretendemos ser científicos.
Sería absurdo. Desgraciadamente
las incontables obligaciones que tenemos en muchos sentidos, nos impedirían
podernos siquiera dedicar a esa hipotética aspiración. Aspiramos a tener el mínimo de conocimiento
para poder evaluar los informes, o las tesis, o los consejos que se nos puedan
dar.
No se puede admitir gobernantes científicos, es decir,
especializados en una ciencia como en la antigüedad: el hombre ideal de Platón, toda la vida
estudiando para que después que conociera un poco de todo, o todo lo poco que
se conocía, dedicarse a las tareas de gobierno.
Pero es obligación de cualquier hombre de responsabilidad pública tratar
de disponer del mínimo de conocimientos para poder evaluar lo que los
científicos, los técnicos, los especialistas, puedan indicar en un sentido u
otro.
y el camino seguido por el país ha sido el de
cruzamiento masivo de una raza de ganado lechero con el Cebú, para producir los
híbridos conocidos por F-1, con los cuales disponer de una masa con potencial
lechero; cruzamientos que desagradaban a los doctores Willis
y Preston.
Ahora bien —¡asombroso!—: se presentó aquí un trabajo —y creo que esta
es una de las cuestiones fundamentales— (y esta es una tesis que estamos
dispuestos a discutir con quien sea, someterla delante de un tribunal de
científicos; estoy dispuesto a discutirla cuanto quieran, con todos los
fundamentos necesarios, con los doctores Preston y Willis), esta tesis presentada en el congreso sobre el
híbrido de Holstein y Cebú. No somos
científicos, pero los elementos de prueba que tenemos son tan aplastantes que
ni un científico elevado a la quinta potencia podría realmente defender dicha
tesis.
Sencillamente la tesis que se presentó en este
congreso, y que fue suscrita por los doctores Preston
y Willis, es la prueba de producción de razas
comparativas entre el Holstein y el híbrido de Holstein con Cebú. Resultados:
efecto de raza, cinco réplicas, que quiere decir cinco equivocaciones;
15 animales de uno, 15 de otro; edad del parto:
27,5 las Holstein, 24 las F-1; rendimiento en leche en la
lactancia: 1 961 kilogramos las
Holstein, 370 las F-1; grasa: 3,1 las
Holstein, 3,3% las F-1. Duración de la
lactancia: 250 días las Holstein, 72 las
F-1. Vacas secas a los 100 días: ninguna Holstein. Vacas secas F-1 a los 100 días: el 80%.
Eso fue presentado aquí, aunque se le llamara "interino". Porque yo no me atrevería a presentar algo
"interino" algo que no tenga un mínimo de convencimiento acerca de su
validez. No se trata de presentar por
presentar. Y sin embargo esta tesis fue
presentada por un miembro del instituto y suscrita por el genetista principal
de la institución y por su director.
Ahora bien:
¿Puede esto sostenerse? No, esto
no puede sostenerse. ¿Puede esto ser
investigado y comprobado? Sí, esto puede
ser investigado y comprobado: el
carácter de esta ponencia, el error que entraña esta ponencia, la baja calidad
y superficialidad de la investigación, la equivocación que entraña esta
ponencia, la desorientación que entraña esta ponencia para los ganaderos en
este país, y para los que trabajan en la ganadería, para los que poseen ya
medio millón de vacas F-1.
Ahora, ¿se trata acaso que nosotros nos disgustemos
porque se haya hecho una investigación que arroje un resultado adverso?
No. Nos disgusta realmente que se haya
presentado una ponencia que es la negación de la realidad, que conduce a una
conclusión totalmente falsa.
Si se dice que serán los técnicos los que juzgarán de
las ponencias y del valor de las ponencias, aquí están los técnicos. Y en la realidad de los hechos no pido que se
me crea, no pido que se me crea. No
tengo ningún derecho para pedir que me crean los técnicos de otros países que
nos visitan.
Se lo puedo pedir a los cubanos, desde luego, que
saben que nosotros no andamos con mentiras ni con demagogias. Pero en cuanto a los investigadores
procedentes del exterior, no tenemos ningún derecho sino someter los hechos a
la prueba. Y creo que tiene mucha
importancia, porque la América Latina tiene decenas de millones de ganado de
este tipo; otros países tienen cientos de millones. Y nosotros nos preguntamos: ¿Cómo pueden resolver el problema del
abastecimiento de leche si precisamente no marchan por ese camino, si se quiere
buscar una solución al problema, adecuada, correcta, rápida, urgente, porque
los estómagos hambrientos no pueden esperar eternamente por las
soluciones?
¿Y qué nos dice a nosotros la realidad, los
hechos? En la Dirección Nacional de
Genética, no probando con 15 vacas por réplica, sino trabajando con una masa
grande de animales, ¿qué se demostró?
Frente a estos datos expuestos aquí en una ponencia, defendidos,
sostenidos como una tesis acerca de por qué, qué fenómeno, no se le ocurrió a
nadie, si se exceptúa a la compañera Teresa Planas de la Dirección Nacional de
Genética, preguntar si eso era cierto o no.
Hubo preguntas acerca de por qué pasaba eso, si era porque le quitaban o
no el ternero temprano y porque heredaban o no del Cebú la falta de
temperamento lechero, y que al quitarle el ternero se secaba la vaca antes de
los 100 días.
Sinceramente, al ver eso sentí pena de que en un
congreso, en un tema concreto —y no digo que todos los demás temas fuesen
iguales, no lo digo, porque tengo que decir con toda honradez que hubo
magníficas exposiciones aquí, magníficas
exposiciones—, pero digo que en este tema sentí pena de que el congreso se
viera enfrascado en disquisiciones superficiales de esa índole.
En las pruebas realizadas por la Dirección Nacional de
Genética, ¿cuál fue la producción de las F-1?
La Dirección Nacional de Genética tiene fincas en distintas partes, y la
respuesta en todas partes ha sido absolutamente distinta.
Aquí están los datos.
Por ejemplo, en Cartagena, Las Villas, en el primer
grupo: promedio de leche por vaca: 2 723 litros, F-1, primera lactancia;
grasa: 3,65.
El promedio del otro grupo: 2 459 litros por vaca; grasa: 3,84.
Días de lactancia en el primer grupo: 273; días de lactancia en el segundo
grupo: 294. Máximo de días de lactancia, 381, mínimo de
195 días; en el segundo grupo: máximo de
448, mínimo de 172 días. Grasa producida
por vaca promedio: 97 kilogramos en la
lactancia.
Ahora bien, veamos la comparación: leche en el ICA: 370; leche en esos dos centros
genéticos: 2 591.
La diferencia es demasiado abrumadora, demasiado
grande para que pueda pasar desapercibida.
Grasa, prueba del ICA:
11,1; prueba de la Dirección Nacional de Genética: 97 kilogramos. Porcentaje de grasa en el ICA: aquí dice 3 —no recuerdo si ahí aparecía
3,3—; grasa en la Dirección Nacional de Genética: 3,74.
Duración de las lactancias. Según la prueba del ICA, 72 días; duración de
la lactancia en los centros de la Dirección Nacional de Genética, 283
días.
Ahora bien, hay un fenómeno: la tesis que se defiende aquí y se trata de
justificar por su descendencia de Cebú, es que las vacas tenían corta duración
y que producían leche en un período corto de tiempo y se secaban.
¿Qué demuestran todos los datos de la Dirección
Nacional de Genética? Sencillamente los
parámetros del ganado lechero: en el
primer mes, se produce el 14,1% de la producción total; en las F-1 resultó
12,4%.
Segundo mes, parámetro normal: 14,1%; F-1, 12,4%.
Tercer mes, 12,7%, parámetro normal; F-1, 11,6%.
Cuarto mes, ganado lechero, parámetro normal: 11,4%; F-1, 10,9%.
Quinto mes, ganado lechero, parámetro normal: 10,2%; F-1, 10,7%.
Sexto mes, ganado lechero, parámetro normal: 9,3%; F-1, 9,8%.
Séptimo mes, ganado lechero, parámetro 8,3% de su
producción total; F-1 —¡en el séptimo mes!—, 9,2%.
Octavo mes, ganado normal, 7,4%; F-1, 8,9%.
Noveno mes, ganado normal lechero, 6,7%; F-1, 7,6%.
Décimo mes, ganado lechero, 6%; F-1, 6,5%.
Los hechos demuestran que la F-1, en las condiciones
de nuestro país, produce en los últimos meses un porcentaje mayor de su
producción total de lo que produce en los últimos meses el ganado lechero
típico.
Y aquí se sostuvo la tesis de que se secaban las vacas
antes de los 100 días.
Ahora bien, hay datos todavía más interesantes.
Aquí tenemos todo un lote —anteriormente hablábamos de
dos grupos.
Bien: he aquí
otro grupo: un número de 199
animales. No han terminado su lactancia,
están escasamente en la mitad de su período de lactancia, hijos no de un solo
toro, hijos de 12 toros diferentes.
He aquí los datos.
A los 143 días tienen un promedio de producción de 9,1 kilogramos de
leche diarios, y tienen ya producidos por vaca 1 303,7 kilogramos. Son F-1, primera lactancia.
Pero hay aquí otro grupo más de animales acerca de los
cuales tenemos bastante información porque fueron de los primeros cruzamientos
que se hicieron. Hemos sido testigos de
todo el desarrollo de este programa, lo conocemos bastante bien, porque fue
precisamente de los hechos que nos ayudaron a encontrar solución al problema de
la leche.
Se trata de un lote de 45 vacas F-1. Están en Bijiritas. Aquí están por sus nombres, sus números. Todas estas vacas existen en la realidad,
están produciendo leche ahora, pueden ir a comprobar —quienes alberguen alguna
duda— cómo se han hecho las mediciones, cómo se han podido arrojar estos
resultados, qué base tienen, y todos esos animales y todos esos centros están a
disposición de todos los investigadores visitantes de nuestro país.
Aquí tenemos un total de 45 vacas F-1 (Cebú-Holstein) analizadas
en su primera lactancia. Podemos
observar lo siguiente:
De un total de 45 hembras F-1 Cebú-Holstein,
hijas de Rosafé Signet,
analizadas en su primera lactancia, podemos observar lo siguiente:
a) Han llegado
a 244 días de lactancia, 37 hembras —de ellas 10 están aun en producción—, lo
que representa el 82,2% del total de hembras.
b) A los 305
días de lactancia llegaron 20 vacas —de ellas, siete están aun en producción—,
representando esto el 44,4% del total de hembras.
c) La edad
promedio al parto fue de 28 meses, por lo tanto se gestaron con una edad
promedio de 19 meses. Debemos significar
que el intervalo de edad al parto está comprendido entre los 25 y los 34 meses.
d) El promedio
de días de lactancia total, incluyendo las que aun están lactando y las que se
secaron prematuramente, es de 284 días.
Debemos tener en consideración que secamos las vacas intencionalmente a
los siete meses de gestación.
e) Los
promedios de producción alcanzados son:
45 vacas, en lactancia total, 11,8 kilogramos por vaca, con una
producción promedio de 3 352 kilogramos en la lactancia, incluyendo las vacas
que se secaron prematuramente, es decir, del promedio total.
Treinta y siete vacas, en 244 días de lactancia,
promedio de producción diaria: 13
kilogramos, 3 168,3 kilogramos en el período.
Veinte vacas que alcanzaron los 305 días de la
lactancia: 13,1 kilogramos, 3 995,7
kilogramos en el período.
Número de vacas que no llegaron a los 100 días: cuatro, el 8,9%: el experimento de Ciencia Animal, el
80%.
Vacas que se secaron entre los 100 y los 190
días: una, 2,2%; vacas que produjeron
entre los 200 y 300 días: 19, 42,2%;
entre 300 y 399 días: 18, 40%; 400 o más
días: tres, 6,7%. De donde se infiere que el 88,9% de los
animales superan los 199 días, para un promedio de producción por lactancia de
3 708,3 kilogramos de leche.
Promedio de grasa, 4,1%.
Ahora bien:
aquí están las vacas que se secaron, que no llegaron a los 100 días,
cuatro vacas. Hasta el nombre: una se llama EIsa,
otra se llama Victoria, a otra le llaman Claudia, y a otra le pusieron el
nombre de una artista —no la vamos a mencionar para que no se vaya a poner brava.
Hay otra vaca que produjo 182 días —no llegó a
200. Es la quinta vaca, se llama Polvacera; esa se secó a los 182 días.
Ahora bien, les menciono los nombres, porque ¿qué pasó
con ellas en la segunda lactancia?
Veremos qué ocurrió con las que se secaron primero y las que no se
secaron.
En la primera lactancia, de 45 vacas, solo siete de 45
produjeron menos de 2 000 kilogramos. El
promedio de Ciencia Animal fueron 370 kilogramos, y aquí solo siete dieron
menos de 2 000.
Treinta y nueve de 45 dieron más de 2 000
kilogramos: el 84%; 25 de 45 produjeron
más de 3 000 kilogramos: el 55%; 16 de
45 produjeron más de 4 000 kilogramos: el
35%; 8 de 45 produjeron más de 5 000 kilogramos: 17%.
Es decir, 8 de 45 pasaron de 5 000 kilogramos, y solo 7 de 45 bajaron de
2 000. Fueron más las que pasaron de 5
000 kilogramos que las que bajaron de 5 000 kilogramos. Tres de 45 rebasaron la cifra de 6 000
kilogramos en la lactancia, y una —todavía lactante— está próxima a producir
los 7 000 kilogramos de leche.
Naturalmente que este rebaño produjo un poco más,
sobrepasó los 3 000 kilogramos. Pero los demás rebaños han estado todos por
encima de 2 500 kilogramos.
¿Qué pasó en la segunda lactancia? Dos de las que se secaron prematuramente se
volvieron a secar en la segunda lactancia; es decir, de tres, dos —Victoria y Polvacera— se volvieron a secar, demostrando ser poco
productivas.
Bien. ¿Y con
las otras? Porque hay 22 ya en segunda
lactancia.
En primer lugar, entre parto y parto, ¿qué frecuencia
se está produciendo? Un promedio de 360
días entre parto y parto. Lo cual es una
prueba de la capacidad reproductiva de estos animales: 360 días entre parto y parto, y se mantiene
ese promedio.
En el segundo parto, 20 de estas vacas —eran 22, se
excluyeron dos— están entre 158 días y 8 días:
la de más tiempo tiene ya 158 días, la de menos tiempo 8 días.
Promedio de producción diario de estas 20 vacas,
promedio acumulado: 19,5 kilogramos,
¡diecinueve coma cinco kilogramos! La
última semana, entre el 5 y el 11 de mayo, el promedio: 18,5.
A nuestro juicio, este lote de vacas promediará en la
lactancia entre 4 000 y 4 500 litros de
leche.
De manera que eliminando una de cada diez —y en
cualquier rebaño ganadero con una producción promedio de más de 15 litros se
hace siempre selección—, aquí, eliminando una de cada diez, se pueden obtener
rendimientos de leche promedio casi iguales al rendimiento promedio de Holanda,
país en clima templado, de tradición ganadera.
El F-1, el cruce del Cebú con el Holstein, en segunda
lactancia, puede alcanzar en esta prueba promedios entre 4 000 y 4 500
kilogramos, eliminando una de cada diez; con porcentaje de grasa no inferior al
4%.
Nosotros podemos decir que lotes de vacas Holstein,
registradas, importadas en óptimas condiciones, tienen aproximadamente este
promedio en la primera lactancia con tres ordeños. Un lote de novillas importadas, registradas,
seleccionadas, con tres ordeños, está produciendo aproximadamente esa cantidad. Y un lote no es seleccionado de F-1, del cual
solo se ha retirado una de cada diez, en la segunda lactancia, con dos ordeños,
tiene una producción igual de leche que las Holstein registradas de primer
parto.
Y estas son cosas que pueden ser vistas, pueden ser
observadas por los participantes en este congreso.
Luego, ¿qué factor es el que puede haber determinado
tal ponencia? Ciertamente, yo no pienso
que sea una cosa deliberada, una cosa deshonesta. ¿Qué factor es el que ha determinado que
Ciencia Animal presente esa réplica de ese tipo, desorientadora, falsa,
confusa? Sencillamente el subjetivismo,
el subjetivismo que ha conducido en las investigaciones a más de una
equivocación, por tratamiento superficial y negligente del problema.
Aquí hay otros datos.
Aquí se presentó un trabajo por el doctor Willis sobre la mortalidad de las distintas razas. El doctor Willis
quería demostrar que las razas europeas pueden superar al Brahman en las
condiciones de clima tropical.
¿Y cómo lo demostró?
Un rebaño de 30 Santa Gertrudis, 30 Criollas, 30 Charolais
y otro de Cebúas.
Y el resultado de sus pruebas: la
mortandad del Cebú fino en el ICA fue de 9,6%.
Sin embargo, en los centros genéticos de la Dirección Nacional de
Genética, Cebú fino: de 1 833 terneros, mortandad 361. La tercera parte de los muertos en el
ICA. En Cebú comercial: mortandad 2,68%; en Santa Gertrudis: 6,09% —en el ICA: 6%; son las dos únicas cifras que coinciden—;
Charolais:
mortandad en los centros de la Dirección Nacional de Genética, 6,77% —en
el ICA: 3,5%; ya es un ganado
europeo: mueren menos en el ICA, mueren
más en la Dirección Nacional de Genética—; Criollo, no se hizo en genética la
prueba —en el ICA resultaron 6,6%— en la Dirección Nacional de Genética; F-1 de
Cebú-Holstein:
2,48%; Cebú-Brown-Swiss: 2,63%; Cebú Shorthorn: 2,31%; Cebú-Charolais: 2,83%; Cebú-South Devon: 1,54%.
Ahora bien:
¿Con cuántos animales probó el ICA?
Con unas decenas. En la Dirección
Nacional de Genética, 1 833, 1 715, 1 895 Santa Gertrudis, sencillamente con
miles de animales, ¡miles de animales!
Luego, está por demostrar la hipótesis de que el Brahman, cualesquiera
que sean sus defectos, resulta ser menos resistente que el Charolais
a las condiciones del clima.
Hay otro fenómeno, otro hecho, el porcentaje de nacimientos,
en que también se pretende demostrar la superioridad del Charolais
en las condiciones de nuestro clima.
En los centros de la Dirección Nacional de Genética,
de 234 hembras fueron gestadas el 72,2%, con 2,1 inseminación por gestación; en
el Santa Gertrudis, de 3 059 hembras, 65,5%, con 3,2 inseminación por
gestación; en Cebú, de 1 175, 55,1%, con 2,5 inseminación por gestación; en Charolais, de 796 hembras, el 52,5%, con cuatro
inseminaciones por gestación.
Resultado: en el ICA, los Charolais ofrecen la máxima capacidad reproductiva; aquí,
en miles de animales —aunque en este caso fueron unos 796—, resultó ser el de
más baja capacidad reproductiva.
Desde luego, aquí tenemos en Cuba un patio Charolais. El propio
investigador reconoce su calidad.
Nosotros deberíamos estar muy contentos si los resultados fuesen esos
porque ese patio es un lote de Charolais puro, es un
patio que se ha venido conservando y desarrollando en nuestro país. Pero ciertamente, en aras de la realidad, no
se puede afirmar ahora que el Charolais resulta más
fecundo que el Brahman: aunque en cuanto
a conversión el Charolais es indiscutiblemente
superior al Cebú.
Desde luego, aun cuando aquí en estos datos de la
Dirección Nacional de Genética se trate de miles de animales, todavía tampoco
podría darse una respuesta definitiva; y no se pudiera dar. Habría que seguir analizando factores que
pudieran estar influyendo en este hecho.
Y por lo demás, se observa que es baja la natalidad
del Cebú. Sin embargo, el F-1, el híbrido
del Holstein con el Cebú, tiene una alta capacidad reproductiva, tiene un alto
porcentaje de gestaciones y un mínimo de mortandad.
Sin embargo, los datos de genética se tomaron para los
terneros durante seis meses: en el ICA,
durante tres meses. Cierto que las
mortandades ocurren principalmente los primeros tres meses, pero siempre hay
algunas mortandades entre los tres y los seis; y estos datos sobre mortandad se
tomaron a los seis meses.
Sencillamente, es incuestionable que factores de tipo
subjetivo han estado influyendo en las investigaciones. Y aquí están los datos.
El doctor Willis expuso otra
tesis de que la capacidad de resistencia del Cebú es consecuencia de su
incapacidad productiva. Y con todo
respeto, discrepamos de ese punto de vista.
Creo que si tranquilamente se parte de ese axioma, de
ese dogma, se dejaría de buscar en un sentido en que a nuestro juicio hay que
buscar, que es investigar cuáles son los factores que hacen resistente al Cebú,
que lo hacen resistente al calor; los factores que lo hacen resistente a
determinados insectos, factores que existen, que hay que investigarlos.
y sencillamente se trata de buscar combinaciones
híbridas, incluso de la posibilidad del desarrollo de algunos nuevos tipos de
ganado que recojan, mediante la genética, aquellas características que hacen
resistente a las condiciones de nuestro clima al Cebú uniéndolas con aquellas
características que hacen más productivas las razas lecheras. El F-1 Holstein-Cebú
es una buena prueba.
Ahora, ¿nosotros qué política seguimos? Cruzamos otra vez con Holstein, pero no lo
hacemos pensando mantener el vigor híbrido; sencillamente porque la política
nuestra es seguir cruzando con el animal puro para aumentar la masa de animales
puros y después buscar el híbrido. De la
misma manera que ahora lo buscamos de la vaca Cebú y toro Holstein, buscar en
el futuro el híbrido del toro Cebú y vaca Holstein.
Porque entre los cruzamientos que se han hecho se ha
podido demostrar un hecho muy interesante:
el animal hijo de la vaca Hosltein con el toro
Cebú es de mucha más fuerza, de mucho más vigor que el hijo del macho Holstein
con la vaca Cebú.
Es decir que eso, de manera notable, también lo pueden
comprobar ustedes: animales que han
alcanzado peso de hasta 1 300 libras en un año, hijos de toros Cebú con vacas
Holstein.
El país se propone desarrollar nuevas razas de ser
posible. Estamos de acuerdo con la tesis
del doctor Willis acerca de la importancia del vigor
híbrido, la importancia de la heterosis en los cruzamientos; su tesis de
mantener la heterosis para buscar animales de mejor conversión. Nosotros no estamos contra esa tesis, porque
nuestra política es buscar la producción de carne partiendo de animales
lecheros.
Señores, este país no se propone tener millones de
vacas sueltas produciendo solo carne.
Entendemos que a nuestros intereses conviene
desarrollar animales lecheros. Y en un
momento dado, cuando se estabilice la masa —porque en la actualidad crece
nuestra masa, no se sacrifican las hembras, se incrementa esa masa—, en el
futuro produciremos la carne inseminando dos tercios aproximadamente de la masa
con toros de carne y el resto con toros de leche. Es decir, buscaremos el reemplazo de las
vacas puras, como de los F-1, con un tercio de la ganadería, e inseminando los
F-1 con toros de carne. Pudieran surgir
tipos de razas nuevas superiores al F-1, y en eso trabajamos, pero ahora,
durante un gran período entendemos que ningún animal podrá superar al F-1. Por eso ahora buscamos también el cruce del
toro Cebú y vaca Holstein. En el futuro
aspiramos a tener aproximadamente un 30% de animales puros Holstein y un 70% de
híbridos, porque entendemos que ningún otro animal hasta este momento supera,
en las condiciones de nuestro clima, al F-1 de Holstein con Cebú.
Tenemos todos los demás cruzamientos, no en un número
tan grande pero van naciendo, van entrando ya en la primera lactancia. De la misma manera se está trabajando en
todos los cruzamientos de todos los animales de carne, incluyendo todos los europeos
que hemos podido importar, precisamente porque creo que sin partir de ningún
dogma hay que probar, hay que investigar.
Si se parte del dogma de que si el Cebú da leche no
resistirá, entonces no se trabajará en ese sentido.
Pero si nosotros le hubiésemos hecho la pregunta al
Instituto de Ciencia Animal: dígannos,
señores investigadores, ¿cómo vamos a resolver el problema de la leche? Todavía no habría ninguna otra respuesta que
esta respuesta: que el F-1 se seca a los
72 días y produce 370 litros de leche, exactamente la leche de una cebúa. Es decir,
moraleja: renunciar a la esperanza en
largos años de tener leche en este país.
Y creo que esta cuestión no es una cuestión de poca
importancia. Nos interesa a nosotros y
les interesa a los científicos investigadores que se preocupen por responder a
la interrogante más inquietante de estos tiempos: cómo se van a alimentar miles de millones de
seres humanos que viven en las regiones subdesarrolladas del mundo.
¿Cuál será la respuesta a la pregunta de cómo van a
resolver el problema de la leche? No
decimos que tengamos la última y definitiva palabra; pero sí exponemos en qué
se basan nuestras esperanzas de resolverlo, en qué hecho se fundamenta y cuál a
nuestro juicio es hasta ahora la mejor solución conocida, solución que es
precisamente lo opuesto a la tesis presentada aquí acerca de la comparación del
F-1 con la raza pura, acerca de la comparación en productividad de estas dos
razas.
Debemos decir que independientemente de estas
discrepancias, en este congreso se han presentado trabajos muy serios. Nosotros infortunadamente no podemos verlos
todos, porque lógicamente no se tiene de un momento para otro una copia de los
trabajos y las discusiones. Vimos un
número importante de ellos. Debemos
decir que consideramos serio el estudio presentado por distintos
investigadores. Admitimos, como es justo
decir también, que las investigaciones presentadas aquí por el doctor Preston acerca del uso de la miel en la carne nos
parecieron investigaciones serias.
Debemos reconocer honestamente que se han hecho
investigaciones serias y útiles para el país.
Debemos decir que resulta también muy interesante otra de las
exposiciones de Willis relativa a la productividad en
carne, la calidad de carne de las distintas razas; que nosotros seguimos con
interés esas investigaciones, que seguimos con interés sus conclusiones acerca
del ganado Criollo. A él le llama la
atención que no hubo vigor híbrido entre Criollo y Cebú, y es lógico, porque lo
que tiene de bueno el Criollo —descendiente de las primeras vaquitas que
trajeron los españoles— es lo que tiene de sangre de Cebú. Y por eso todas las demás razas producían F-1
de un gran vigor híbrido, y no se producía ese vigor criollo con Cebú, porque
lo que tiene de bueno y de resistente el Criollo lo ha heredado precisamente
del Cebú.
Nosotros no tenemos posiciones dogmáticas en ninguna
de estas cuestiones. Pero sí creemos que
han estado presente aquí los compañeros que trabajan en la ganadería, que no
podíamos permitir tranquilamente que se marcharan con la impresión de que han
trabajado en balde. Si fuera cierto les
diríamos: Hemos trabajado en balde y
vamos a empezar otra vez; pero no es así.
y aquí hay muchos compañeros... Nosotros hemos examinado aquí los resultados
en centros genéticos, pero es que los resultados ya en decenas de lecherías de
F-1 son similares. Producciones hasta de
9 litros promedio, alimentados con pasto sin concentrados.
Aquí se han presentado experimentos interesantes de
miel, en que se ha empleado la miel ad líbitum. Creo que es correcto como experimento, pero
no será solución para nosotros en el futuro.
Hay que hacerlo para estudiar cómo se comporta, cómo se metaboliza en
distintas proporciones esa miel, es interesante. Pero nuestro país tendrá en el año 1980 mucho
más de 15 millones de cabezas de ganado, tendrá millones de cabezas de cerdo
también, tendrá una considerable producción de huevos, de aves. Si nosotros utilizamos la miel como
suplemento dietético, como un suplemento a nuestra ganadería alimentada
fundamentalmente a base de pastos, que es como la concebimos hasta ahora, creo
que habrá un largo trecho —muy largo— antes de que se justifique estabular
nuestra masa ganadera y emplear miles y decenas de miles de máquinas en
llevarles la comida. La alimentación
será fundamentalmente a base de pastos y la miel como complemento, o los
derivados de la miel, como la torula, acompañados de alguna proteína de tipo
animal. ¿Por qué? Porque aunque dediquemos en 1980; 7 500 millones
de arrobas de caña —que es la caña necesaria para producir 10 millones de
toneladas de azúcar— al ganado, nunca se le podrá dar miel ad líbitum a nuestra ganadería porque no alcanzaría,
sencillamente no alcanzaría. Y señores,
nosotros tenemos que condicionar nuestra técnica a nuestras posibilidades y a
nuestros objetivos económicos y sociales.
Nosotros no somos un capitalista individual; nosotros no tenemos los
limitantes de mercado. Aquí no se va a
pagar nunca a nadie 370 dólares como en Europa por matar una vaca, cuando
todavía en Europa no consumen más de un litro de leche per cápita, por
problemas de mercado para la leche.
Nosotros creemos que el óptimo de la necesidad humana va a rebasar
ampliamente el litro, incluso va a rebasar los dos litros, porque el límite
nuestro no es el mercado, sino la necesidad, el límite nuestro es el consumo
óptimo, y no tenemos problemas de mercados internos, y no tenemos problemas de
mercados externos, por eso ampliaremos hasta el máximo nuestra producción de ganado,
dedicaremos a la ganadería no menos de 3 200 000 hectáreas físicas que ya están
asignadas, la inmensa mayoría de las cuales tendrán regadío, con una carga por
hectárea superior a cinco animales. Aquí
se habló de cuántas tenía Nueva Zelandia...
Si o una al principio, decía Cooper, si cuatro
ahora. Señores, aquí los planes que se
hacen en la ganadería no son nunca de menos de 5,5 animales por hectárea,
¡nunca menos! Y se ha demostrado que se
pueden tener hasta ocho animales por hectárea en ceba de pastos, con riego y
con los adecuados niveles de fertilización.
Nuestra agricultura debía contar con factores
adversos. Teníamos los ciclones, las
inundaciones, la sequía, las malezas...
Pero estos últimos factores pueden ser dominados y los cultivos de frutales
que pueden ser afectados por ciclones, protegidos con adecuadas cortinas
rompevientos: abrir nuevas tierras a la
producción con potentes máquinas; cuando se domina eso, cuando se dominan las
malezas, cuando se dominan las sequías, ningún clima puede competir con el
trópico en la producción de alimentos por hectárea, ¡ningún clima! En Europa tienen que luchar contra menos
factores, pero jamás podrán contar con la cantidad de luz suficiente para
competir con una hectárea en el trópico en ningún sentido. Frente al maíz está la caña, están los
pastos, están distintas variedades de pasto.
Siempre habrá algunas diferencias.
Nuestro problema será tratar de reducir al mínimo la producción de
pastos entre el período de primavera y el llamado de seca, que ya no será de
seca, pero de todos modos algunas plantas crecen más en un período que en el
otro. Estamos estudiando todos esos
problemas y creo que deben ser las cosas que se estudien en el instituto.
Al instituto no se le ha prohibido investigar sobre
millo, maíz, girasol, todas las cosas, en fin:
todo. Pero esperamos que en el
instituto se hagan una serie de investigaciones importantes: que se consideren los pastos, que se
considere el ganado lechero. Y nunca
tendremos una posición dogmática, los oídos de la Revolución siempre estarán
abiertos a la verdad, a los resultados, a las investigaciones; siempre estarán
abiertos a toda idea positiva, nunca habrá dogma en este terreno. Y si mediante el maíz —que no lo creemos— un
día se demostrara inequívocamente, frente a los puntos de vista de la
Revolución, que es el camino, no habrá obstáculo político —eso desapareció en
nuestro país—, no habrá obstáculo social, no habrá capricho, no habrá
dogmatismo: se aceptará el maíz. Nosotros simplemente requerimos que las
soluciones nos persuadan en la realidad, en los hechos. Esa es la posición de la Revolución.
Creemos que se ha trabajado intensamente en el
ICA. Creemos que los compañeros que han
estado formándose han hecho un gran esfuerzo.
Nos duele tener que exponer cosas que, lógicamente, pueden constituir
para algunos un poco de preocupación, un poco de pena, pero es nuestro
deber.
Muchos de los trabajos han llamado nuestra
admiración. Nos ha llamado especialmente
la atención el trabajo magnífico del doctor Sutherland
sobre el metabolismo en el rumen, sus tesis, sus
ideas; es una investigación realmente interesante.
En esta ocasión hemos tenido el gran honor de contar
en este congreso con el profesor Synge. Hacía muchos años que en nuestro país deseábamos
tener la visita del profesor Synge, porque
precisamente nos interesaba en qué pudiera orientarnos, en qué pudiera
ayudarnos con relación precisamente a ese problema que fue objeto de la
exposición de Sutherland aquí.
Hemos tenido una gran satisfacción, al igual que de
contar entre nosotros a numerosos especialistas, de los más eminentes del campo
socialista.
Esperamos que tales visitantes, esperamos que nuestro
distinguido visitante Synge comprenda y sepa
excusarnos, que nos excusen que este congreso sea tal vez un congreso un poco
sui géneris, diferente, que no se clausuró en un acto de solemnidad, en el que
se haya dicho con toda franqueza, con toda claridad y con toda honradez,
nuestro punto de vista. ¡Aquí todo el
mundo ha hablado con entera libertad!
Aquí todo el mundo tiene libertad de exponer lo que crea, su criterio
contra nosotros, criticarnos incluso, decir lo que le plazca de nosotros. Y nosotros simplemente aceptaremos como parte
del trabajo revolucionario, que incluso a veces nos digan cosas hirientes, lo
sabemos y lo aceptamos. No nos
molestamos por eso, nunca le llamamos la atención, nunca interrumpimos.
Respetamos el
derecho de los demás a exponer sus puntos de vista. Y en nombre de ese derecho es que nosotros
también en la noche de hoy, hemos expuesto el nuestro.
Muchas gracias.
(OVACION)