DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE
GRADUACION DEL CURSO DE ESTUDIANTES DE AGRONOMIA y DE TECNICOS DE NIVEL MEDIO DE LOS INSTITUTOS TECNOLOGICOS
AGROPECUARIOS, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL, EN SANTA CLARA, EL 18 DE
OCTUBRE DE 1969.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros
profesores, estudiantes y graduados de la Universidad de Las Villas;
Compañeros
graduados y estudiantes de los institutos tecnológicos;
Compañeros y
compañeras de Las Villas:
Este ha sido un año de pocos actos. Ni el 1ro de Mayo, ni el 26 de Julio, ni el
28 de Septiembre, fechas que tradicionalmente se celebraban con grandes actos,
en ninguna de esas fechas este año hubo reunión, es decir, hubo actos de este
tipo.
Se decidió, en consideración a que se trata del Año
del Esfuerzo Decisivo, ahorrar las energías en grandes movilizaciones,
transportaciones y todo ese tiempo que se invierte en cada una de esas
ocasiones, para dedicarlo por entero al trabajo.
Sin embargo, había un acto que no podía suspenderse: era este acto de
hoy. Por dos razones: primero, porque tiene un gran significado, y
aparte de ese significado porque había un compromiso con un grupo de compañeros
que hace cinco años se graduaron en el instituto tecnológico “Alvaro Reynoso” (APLAUSOS).
No quiere decir esto que los demás graduados, y los
demás estudiantes, y los compañeros que se gradúan hoy de los institutos
tecnológicos, no merezcan el que se celebre —con toda la alegría y con toda la
importancia que tiene— su graduación.
Pero habíamos dicho en una ocasión que el número de promociones que se
irían graduando año por año, constantemente, sería tan alto que prácticamente
no se podría tener un acto con cada una de las promociones. Pero en esta ocasión había que hacer una
excepción realmente de la regla. Tal vez
haya que hacer otra excepción dentro de cinco años —iremos de cinco en cinco,
mientras nos acompañe a todos la salud—, cuando los 322 que se gradúan de los
institutos tecnológicos esta noche, conjuntamente con otras promociones de los
tecnológicos que se han graduado este año, terminen también sus estudios
universitarios o envíen un numeroso contingente a un acto de este tipo dentro
de cinco años.
Hay veces que cinco años parece mucho tiempo. Todo depende.
Pero hay que decir ciertamente que a nosotros la velocidad con que han pasado
estos cinco años realmente nos sorprendió, porque realmente parece que fue ayer
cuando se efectuó aquella graduación en la provincia de Matanzas.
Tal vez a ustedes no les parece tan corto ese tiempo
en que han tenido que estudiar duramente y han tenido que participar en
innumerables tareas. Pero cuando me
dijeron que se gradúan en octubre los que se graduaron en el “Reynoso”, en realidad casi me sorprendí.
El “Reynoso” fue también la
primera escuela que adquirió un nuevo carácter en la enseñanza
tecnológica. Era una escuela en que se
impartían numerosísimas materias; estudiaban algunas decenas, tal vez unos
cientos y tantos, 200 estudiantes, no recuerdo muy bien. Y visité la escuela para persuadir a los
estudiantes de cambiar ese sistema. Era la
única escuela que había formado técnicos de nivel medio para la
agricultura. Eso debe haber ocurrido
unos dos años antes. Alguno de ustedes
posiblemente participó en aquella reunión.
Y entonces nosotros propusimos que se especializara
aquella escuela en caña. Discutimos,
porque había muchos que estaban estudiando distintas materias. No sé si alguna otra vez me habré referido al
compañero que decía que él estaba estudiando zootecnia, zootecnia y
zootecnia... Y yo lo estaba convenciendo
de que fuera a un instituto que íbamos a crear, al instituto Libertad, que fue
el primero que se había creado de ganadería, y se especializara en la
ganadería. Y él decía: “pero
yo quiero estudiar zootecnia”. Y yo
pensé: “Pero,
bueno”, y le pregunté: “¿Qué tú vas a
estudiar de zootecnia? ¿La cría de los
elefantes, de los leones, o de qué vas a estudiar tú zootecnia?”, porque a mí
me parece que pronunciaba la palabra zootecnia, se había enamorado de aquella
palabra y no había manera de convencerlo de que estudiara precisamente eso,
pero que era en un lenguaje un poco más traducible y más concreto.
No sé dónde estará el compañero. Por lo pronto le pido que me perdone. Yo no me acuerdo de su nombre, y quizás nadie
se acuerde tampoco. Nos acordamos él y
yo de la experiencia. A lo mejor se
gradúa de un momento a otro, o me lo encuentro en cualquier momento. iPero
ojalá haya estudiado! Ya que insistió
tanto, espero que se haya graduado también.
(LE DICEN: “¡Está de veterinario!”).
¡¿Ya?!
(LE DICEN: “Auxiliar de
veterinaria”).
Bueno: no es una gran zootecnia si se quedó
solo de auxiliar de veterinaria.
Está probado que discutimos largamente, y se quedó en
el camino. No quiero hablar con
menoscabo de los auxiliares de veterinaria, pero él estaba en el instituto
tecnológico y realmente debió graduarse ya en la universidad.
Pero bien: es
un episodio que recuerdo de aquella conversación que tuvimos cuando se
transformó la escuela, y la escuela transformada en escuela especializada en
caña graduó su primer grupo, se creó el compromiso, y realmente es un motivo de
satisfacción para todos nosotros el que precisamente hoy se gradúen ya de
ingenieros agrónomos.
Los datos. Si
mal no recuerdo, alguien mencionó aquí que fue el 13 de noviembre aquella
graduación de 1964. Y a mí los
compañeros de Granma, con motivo del
acto me habían mandado el recorte de aquella graduación. Es casi la primera vez que nosotros traemos
un recorte de periódico aquí. Quizás
pueda ser un síntoma de que la Revolución ya va volviéndose una cosa
histórica. Ya no sólo una cosa
contemporánea actual, sino que hay que acudir a los archivos.
Y aquí está un periódico de aquel día, que es del 14
de noviembre, sábado, de 1964.
Y eché una ojeada a aquel acto. Y había una idea esencial, que decía:
“... Para
nosotros, para la Revolución, para el país, lo más importante es que ustedes
sigan estudiando, que ustedes organicen bien su vida. Los compañeros de la escuela, los compañeros
de la universidad, los compañeros del ministerio, los compañeros de los Jóvenes
Comunistas, todos deben estar atentos, cómo marchan ustedes, cómo viven, qué
hacen, cómo tienen organizada la vida, cómo marchan en los estudios, qué hora
dedican al día a los círculos de estudio, qué día dedican a la semana, qué meses
dedican al año para hacer sus exámenes, cómo marchan los programas, si están al
día, cómo reciben los materiales, si están al día en esos materiales, cómo
funciona la Universidad de Las Villas, cómo funciona la escuela de agronomía en
la universidad de Las Villas, estando atenta con ustedes, enviándoles los
materiales, organizando con tiempo los cursillos.”
Y decíamos: “...Así es que el compromiso que
queremos con ustedes, compañeros, el principal compromiso, es que sigan
estudiando, que se conviertan en ingenieros agrónomos. Y aparte de que pienso que tendremos
oportunidad de vernos muchas veces” —en realidad, no fue así: ustedes estaban demasiado dispersos
por demasiados sitios y nuestro tiempo no era demasiado abundante— “la próxima
cita con ustedes es dentro de cinco años.”
(ALGUIEN DICE ALGO).
¿Cuatro de Agronomía? Creo que
son cinco.
Se estaba discutiendo si eran cuatro o si eran
cinco.
Entonces, decimos: “¡Pero estos no crean que se van a
quedar atrás de los que están yendo a la universidad todos los días, estos no
se van a quedar atrás! Pero de todas
maneras, si lo pueden hacer antes... Pero nos volveremos a reunir en 1969, más
o menos un día como hoy, en la Universidad de Las Villas, el 13 de noviembre o
antes. Si se gradúan antes, nos reunimos
antes para celebrar la graduación de ustedes como ingenieros agrónomos.”
Y en realidad, nos hemos reunido algunos días antes
del 13 de noviembre. Es decir que en eso
hemos sobrecumplido la meta. La han
sobrecumplido ustedes estudiando y yo cumplí mi compromiso (APLAUSOS).
Este discurso era, como usualmente, un poco más largo
de lo que yo leí ahí.
Y les decía —recuerdo— que ustedes iban a ser los
pioneros de esta idea, de esta concepción.
Y que lo que ustedes hicieran sería el camino que seguirían los
demás. Si lográbamos éxitos con ese
propósito, habríamos abierto una importantísima brecha hacia el futuro.
De los datos del grupo de compañeros que aquel día se
graduaron, de los 91, creo que vale la pena señalar que continuaron sus estudios
71. Sólo 20 dejaron de llevar a cabo el
programa. Y 71 lo van realizando y se
encuentran en diversos niveles de la Facultad de Agronomía.
El número es alto, sobre todo si se tiene en cuenta
que era el primer grupo, la primera experiencia para la universidad y para todo
el mundo. Y en medio de las dificultades
subsistentes todavía, con el transporte, las comunicaciones, muchas veces
incluso la incomprensión, el haber logrado este porcentaje es realmente
alentador y nos estimula para tratar de elevarlo.
Debemos decir también, con perdón de la modestia de
los compañeros que se gradúan, que 12 de los 28 compañeros son ya militantes de
nuestro Partido y 16 son militantes de nuestra Juventud (APLAUSOS). Es decir: más del 90% de los que se gradúan de
ese grupo.
Aquí también está ya una lista en que se señalan los
trabajos que vienen desempeñando en este momento. Diversos compañeros son jefes técnicos de las
regionales cañeras —varios de ellos; algunos están en las direcciones técnicas
provinciales; otros en institutos de investigación; otros son profesores de los
tecnológicos, del “Alvaro Reynoso”, de “Juan B. Jiménez”, del Instituto “Alvaro Barba”, del
Instituto del Tabaco, incluso del Tabaco un compañero que salió de la
caña.
En el instituto de caña “Carlos Manuel de Céspedes” de
Oriente, cuatro compañeros.
Hay que señalar que hay dos ya como profesores de la
universidad.
Si debemos calificar este proceso seguido por este
grupo de compañeros pioneros, debemos decir que es una página realmente magnífica: el esfuerzo
realizado, el éxito logrado, las tareas que desempeñan, el prestigio de que
gozan en todas las provincias y la participación importante que han tenido en
el programa de caña para la zafra de los 10 millones.
Es evidente que de 1964 a hoy se han producido grandes
saltos técnicos en el cultivo de la caña.
Y cuando en 1965 nos reunimos aquí en la ciudad de
Santa Clara con compañeros de todas las provincias para precisar las tareas con
relación a 1970, en aquella ocasión hablábamos de las posibilidades técnicas de
la caña y expresábamos que en la provincia de Matanzas se podría llegar a
alcanzar, en 1970, no menos de 80 000 arrobas de caña por caballería.
Pues bien: debemos expresar que ya en la zafra de
1970 la provincia de Matanzas alcanza las 80 000 arrobas por caballería
(APLAUSOS).
Y no solo eso, sino que tiene algunas caballerías más
de caña de las que se plantearon en aquella ocasión, y en consecuencia dispone
de unos 140 millones más de arrobas de caña de la meta señalada en aquella
ocasión.
Y algo más: que en la provincia vecina de La
Habana se alcanzará posiblemente la cifra de 90 000 arrobas de caña
promedio. En aquella ocasión ni siquiera
se mencionó esa posibilidad porque era la época en que se consideraba que en La
Habana —ciertos mitos— no había agua ni tierra... En fin, apareció la tierra, apareció el agua,
se racionalizó el uso de esa tierra, y tendrá más de 300 millones de arrobas
por encima de la meta que se señaló en Santa Clara.
Es decir, se han creado en las dos provincias, de La
Habana y de Matanzas, algo más de 400 millones de arrobas de reserva para la
zafra de los 10 millones, que puede compensar cualquier déficit que pueda
producirse en cualquier provincia.
En la provincia de Las Villas, al parecer, habrá
también un excedente. Eso está en
discusión. Siempre que llega la hora de
los estimados ustedes saben que hay muchos criterios. Pero en mi opinión, por la experiencia que
tengo de las cañas de Las Villas en otros años, creo que realmente la caña de
Las Villas está por encima de las metas.
Ha habido un buen año de lluvia, una composición de cepas buena, una
gran cantidad de cañas nuevas, un mejor cultivo que otros años. De manera que posiblemente haya también aquí
un excedente sobre la meta de aquella reunión.
Y eso fue resultado realmente de la aplicación de la
técnica, la siembra de una población mucho mayor, una mejor preparación de las
tierras, una mejor atención a los cultivos, aunque todavía en este año los
herbicidas, por ejemplo, se emplearon solo en proporciones limitadas. Ya en el próximo año se emplearán los
herbicidas prácticamente para toda la caña.
De manera que estaremos en condiciones de trabajar en
la zafra hasta que se termine, sin detrimento del cultivo para la zafra de
1971.
Los tecnológicos de los institutos cañeros del último
año trabajarán en el programa de aplicación del herbicida a la caña. De manera que hay que pensar en ir haciendo
la zafra de 1970 y no olvidar 1971. Hay
que darle un óptimo cultivo a la caña para 1971. No habrá una proporción tan alta de cañas
nuevas como en 1970, pero debe haber todavía mucho mejor cultivo con las
máquinas para subsolar, enterrar el fertilizante y mantener la caña
completamente limpia de hierbas, que es todavía nuestro enemigo número
uno.
Naturalmente habrá para 1971 más superficie
todavía. La disponibilidad para 1970 es
aproximadamente 112 000 caballerías de caña; están ya nuevas caballerías de
caña de frío, que se han estado sembrando en estos meses. Pero fue en cuanto a superficie exactamente
el número de caballerías que se discutió en la reunión de Santa Clara: algunas provincias
con algunas caballerías menos y otras con algunas caballerías más.
Eso en cuanto a la superficie.
La producción por caballería debe ser más alta. Y hay que luchar duramente con los
rendimientos en azúcar, puesto que lógicamente la zafra es una zafra
prolongada. Y algunas provincias como La
Habana, Matanzas, Las Villas, cuyas capacidades son reducidas, tienen que
comenzar con la mayor parte de sus centrales, tienen que comenzar los cortes el
28 de octubre y cortar por lo menos siete meses, ¡por lo menos! Algunas creo que tendrán tal vez hasta un
poquito más por el enorme incremento en la productividad por caballería.
Lógicamente las cañas en esta primera etapa no
tienen... aunque hay un porcentaje ya
mayoritario de cañas de madurez temprana, de todas formas aun las cañas de
mayor madurez no alcanzarán sus óptimos rendimientos de azúcar en esos meses.
De manera que hay que hacer un aprovechamiento
tremendo, óptimo, con las cañas frescas en los programas de corte, seguir
rigurosamente esos programas donde van a participar numerosos técnicos
graduados, van a estar prácticamente responsabilizados con el programa de los
cortes, con la disciplina en el programa, en el cumplimiento de esos programas;
y además, también será muy importante en la industria, en la que van a
participar también estudiantes universitarios de la Facultad de Tecnología y
otras facultades, al objeto de lograr los óptimos rendimientos de azúcar. No nos podemos dar el lujo de andar
dilapidando azúcar en el bagazo y en el proceso de extracción de azúcar.
Será necesario hacer un trabajo no solo intenso, sino
un trabajo de calidad. Y sin dudas de
ninguna clase que si hacemos ese trabajo nos sobraría caña para los 10
millones. Tenemos la caña: ahora viene la
administración de esa caña. Y tener esa
caña no fue fácil. Hubo que trabajar
duramente. Casi en un período de 18
meses se sembraron más de 40 000 caballerías de caña; prácticamente se duplicó
la cantidad de caña que había. Las cañas
nuevas tendrán un peso mayor que los retoños que había en el país. Y hubo que hacerlo también en medio de un
intenso trabajo de construcción de caminos, de presas, de drenajes, de riegos;
y trabajando no solo en la caña: trabajando también en el arroz para
resolver el problema de los abastecimientos.
Y trabajando en numerosos renglones de la agricultura.
Ha sido realmente el año 1968 un año de trabajo grande
y lo ha sido también el año 1969 y cada vez de un trabajo más efectivo, donde
los resultados se palpan ya, se hacen visibles, resultado en una buena parte de
la mejor organización y, sobre todo, de la aplicación de la técnica.
Y el hecho de que alcancemos ya algunas cifras
importantes en rendimiento no significa que hayamos alcanzado lo óptimo. Progresivamente debemos ir pasando a cañas de
dos años con rendimientos mucho más altos.
La caña es matemática, como ustedes saben, en los
resultados. Una variedad determinada con
una población determinada, con una preparación óptima de tierra, con una
fórmula de fertilización adecuada, cultivo adecuado y riego, en 18 meses puede
sobrepasar perfectamente las 250 000 arrobas.
En Cuba históricamente se cortaba la caña todos los años, porque muchos
lugares sin riego obligaban al corte de esas cañas.
Pero ya debemos ir separando superficies, de manera
que a las cañas les demos un ciclo de vida no menor de 18 meses, es decir,
entre 18 y 24 meses.
En algunas provincias se empieza ya a trabajar en ese
sentido —se está sembrando la caña de 1971—, y en otras se comenzará ya a
sembrar en enero de 1970 la caña de 1972, es decir, caña para 1972. Este programa se va a hacer ya en la
provincia de La Habana:
comenzar a sembrar la caña de 1972 ya en enero de 1970. De manera que se vaya progresivamente pasando
a una proporción cada vez mayor de caña de dos años, hasta que en 1975 esa
provincia haga la zafra con cañas de dos años y promedio de 250 000 arrobas por
caballería. Y las demás provincias deben
ir haciendo también progresivamente lo mismo.
¿Para qué? Para
llegar a 1980 haciendo zafras de 10 millones con 30 000 caballerías de caña;
cortar 30 000 para 10 millones. No
quiere decir que se reducirá la superficie, lo que se duplicará la caña con un
poco más de la superficie actualmente dedicada a caña de manera que con casi la
mitad de la superficie de la zafra de 1970 que se corte se produzca el doble de
la caña de 1970 y que el país con unas 125 000 a 130 000 caballerías, cortando
unas 60 000 por año, produzca caña suficiente para duplicar la cifra de 1970;
ventaja que tiene muy obvia de que las cantidades a cultivar después son, casi
con el doble de caña producida, la mitad de la superficie.
El año que viene tendremos que cultivar en 1970 las
112 000 caballerías. En 1980 debemos
tener que cultivar 60 000 con el doble de caña, puesto que la caña es también
una importantísima fuente de alimento para la ganadería, fuente de calorías y
de proteínas por distintos procesos. Y
el desarrollo ganadero del país, y el desarrollo no solo del ganado vacuno sino
del ganado porcino, la avicultura, requerirá importantes cantidades de
nutrientes que saldrán fundamentalmente de la caña.
Esto no quiere decir que en 1980 vayamos a producir 20
millones; no se piensa eso. Se piensa
producir 10 ó un poco más, 11, 12, según las circunstancias, y producir unos 14
ó 15 millones de toneladas de miel.
Los centrales se amplificarán. Se están experimentando nuevas técnicas como
es hacer la extracción del azúcar de la primera templa en los centrales, que
sale un azúcar casi refino, y el resto utilizarlo como miel; de manera que eso
aumenta notablemente la capacidad de los centrales, reduce incluso los costos
de producción de azúcar. Y se está
trabajando ya en el plan perspectivo hasta 1980.
Pero esto tiene por base el desarrollo continuo y
progresivo de la agricultura cañera, base de la industria principal y base
también importantísima de la ganadería; ganadería que tendrá que ver de manera
fundamental con el standard de vida de nuestro pueblo.
Por eso no estamos sino comenzando.
Y cuando se comenzó para los 10 millones no había
prácticamente técnicos cañeros. Ahora,
si tomamos en consideración las cifras de los graduados, tenemos ya en caña que
se han graduado 1 058 técnicos en los institutos tecnológicos de caña; de los
91 en 1964 a los 282 en 1969; 1 058
técnicos con relación a los cuales debemos hacer un supremo esfuerzo para que
sigan el camino de ustedes.
Y cuando decíamos en aquella ocasión que lo que nos importaba
era que siguieran estudiando, también hoy debemos seguir diciendo lo
mismo. Y si tuvimos esta paciencia y
esta confianza cuando no había prácticamente ni uno, cuando solo teníamos 91,
con mucha más razón ahora en que los primeros terminan la carrera universitaria
y otros le seguirán en breve tiempo, con mucha más razón ahora que tenemos 1
058 graduados.
Y pensando en el futuro, es decir, mirando hacia
adelante, debemos hacer un supremo esfuerzo para que sigan ese camino; crearles
las condiciones, no escatimar esfuerzos en ese sentido, para que sigan sus
estudios universitarios.
Porque ustedes comprenderán que estas metas que no son
utópicas, que son muy realizables —y la realidad nos ha demostrado que incluso
ideas que parecían distantes han sido alcanzadas y sobrepasadas—; estas ideas
—repito— tienen como base una verdadera revolución en nuestras técnicas
agrícolas, revolución que se está llevando a cabo aceleradamente.
Y si ha sido posible librar esta batalla de 1970, qué
no será posible 10 años más adelante, con miles de técnicos y es posible que
incluso con miles de graduados universitarios especializados en la agricultura
cañera.
Sé que no son solo los compañeros de la caña los que
se gradúan esta noche. Pero es el hecho
de que estos compañeros del “Alvaro Reynoso” nos
señalaron una pauta y nos demostraron que era posible esta idea revolucionaria
y que son posibles ideas aun más revolucionarias todavía.
Ya se han graduado no solo 1 058 en caña, sino que se
han graduado también en el tecnológico del tabaco 134, pecuarios se han
graduado 718, en caña 1 058 —como nos referíamos—, laboratoristas 645,
veterinaria 619, de los cuales todos, excepto 154, son técnicos de nivel medio,
154 obreros calificados; inseminadores se han graduado en ese mismo período, es
decir 1966-1967-1968 —no se cuentan las anteriores graduaciones en otras
escuelas—, se han graduado 2 872; y con los que se gradúan ahora ya, que deben
graduarse a principios del próximo curso —porque no veo graduación aquí en
1969, seguramente se gradúan en el primer trimestre de 1970—, ya tendremos
aproximadamente 5 000 inseminadores en todo el país. Debemos recordar que al principio de la
Revolución no había uno solo, ¡no había uno solo!
Lo que se ha avanzado en técnica, en centros de
inseminación, es una cosa increíble.
Porque al lado de la revolución cañera se está llevando a cabo también
una importantísima revolución en la ganadería que, desde luego, no ha tenido la
suerte de poder recibir la atención que la caña recibió en estos años, pero
cuya importancia exige una atención prioritaria de ahora en adelante, aunque
hay que decir que la caña brindará a nuestra ganadería en 1970, 2 millones de
toneladas de miel que ayudarán en grado considerable a mejorar las condiciones
alimenticias y a compensar las dificultades originadas con las reubicaciones de
las áreas, puesto que fue necesario ubicar la caña al lado de los centrales,
puesto que carecía de todo sentido un central con una lechería, dos lecherías,
tres lecherías a la puerta del central.
Y lógicamente, las transportaciones que hay que hacer de caña luego se
multiplican enormemente si están a 10 ó 15 kilómetros.
Se ha hecho una cosa importante como es reubicar la
caña, pero esas reubicaciones dieron lugar lógicamente a la necesidad de
traslado de ganado, búsqueda de nuevas áreas.
Y ahora se nos impone un importantísimo trabajo en la ganadería.
Pero también vean con qué numeroso grupo de técnicos
inseminadores ya contamos y el numeroso grupo de graduados de los institutos
pecuarios y de veterinaria y de laboratorios, muchos de los cuales están ya
trabajando en los centros de inseminación y en otras actividades relacionadas
con la ganadería.
Son en total 6 140 graduados desde 1964 hasta
1969.
Todavía no son decenas de miles. Todavía son técnicos nuevos. Todavía están en una fase de adquisición de
experiencias. Pero de todas maneras,
algo es algo.
Cuando no había ninguno, cuando partíamos
prácticamente de cero, disponer ya de 6 140 es una pequeña cifra, todavía
pequeña, pero alentadora.
Si nos acostumbramos a mirar al futuro y aprendemos a
mirar hacia el futuro —que es muy importante—, aprenderemos también a tener una
idea de cómo se transforma un país y se transforma una sociedad.
Lo de hoy ya nos alienta, nos satisface, nos
alegra. Si lo comparamos con el ayer,
nos parece algo. Si lo comparamos con el
mañana, nos parecerá nada, puesto que pensamos seguir librando la batalla en la
educación; pensamos dedicar el máximo esfuerzo al desarrollo de la base
material de la educación para ir construyendo los institutos tecnológicos, las
secundarias, las escuelas primarias que necesita el país; dedicar numerosas
brigadas de construcción a esas instalaciones; ir desapareciendo las
condiciones que subsisten todavía de escuelitas aisladas y pobres, en pésimas
condiciones materiales, donde tuvieron que estudiar muchos de ustedes.
Es un propósito firme de la Revolución elevar las
promociones en las escuelas, el número de estudiantes secundarios y
preuniversitarios —es decir, de nivel medio—, tecnológicos; llegar a establecer
la enseñanza obligatoria hasta nivel preuniversitario, aunque parezca una
ambiciosa meta sabiendo la carencia que tenemos de edificaciones, de
profesores, de cuadros docentes. Pero
movilizando todos los recursos, utilizando a los de niveles superiores,
utilizando todos los medios, librar la batalla en la creación de la base
material y en la solución de los problemas de los cuadros docentes.
Es necesario que nuestro país, al igual que ha sabido
tomar conciencia de otros problemas, tome conciencia de este, fundamental,
decisivo, si queremos mirar realmente el futuro, si queremos encarar ese
futuro.
Lo que tenemos todavía es realmente nada para lo que
se necesita, para lo que debemos tener en el futuro. No olvidarse que salimos de una situación en
que éramos prácticamente un pueblo de analfabetos. Y analfabeto se puede llamar un pueblo donde
un 30% no sabía leer y escribir y donde un 95% más no había llegado al sexto
grado.
Y es necesario que ese pueblo se transforme, pero que
se transforme sobre todo en sus juventudes, en esos millones de niños y de
jóvenes. Porque hay que señalar que
aproximadamente un 40% de nuestra población actual está en edad escolar, tiene
de 16 años hacia abajo un 40%. Y
calculen qué enorme número que hoy hay que educar y sostener, aunque no tan
literalmente, puesto que ya también esos jóvenes en la secundaria están
participando en la producción, en el desarrollo del país, y los de nivel medio
han participado ya en un grado considerable.
Pero esto quiere decir que hay, solamente en primer grado, algo más de
400 000 niños. Y así por el estilo, en
la primaria casi un millón y medio. No
pueden participar en la producción, tienen necesidades.
y nuestro pueblo de hoy, el pueblo que arrancó del
analfabetismo, ha tenido que echar sobre sí esa tarea de educar a esa juventud,
educar a esos niños y sostenerlos, con su bajísimo nivel de técnica; es decir,
enfrentar esa tarea con una población que salió del analfabetismo, y que
posiblemente más de un 95% no llegó a sexto grado.
y ustedes saben bien, los estudiantes de esta
universidad, los estudiantes de los tecnológicos, que sin conocimiento no puede
haber producción, no puede haber desarrollo, no puede haber abundancia, no
puede haber agricultura ni nada, y cada vez menos. Porque hemos llegado ya a la época de los
viajes espaciales, y es realmente doloroso todavía ver cómo aquí en este país,
cómo en los países del mundo subdesarrollado, tenemos que estar todavía con la
guataca limpiando hierba.
Es preciso comprender que todo eso hay que
erradicarlo. Es preciso comprender la
necesidad de la mecanización, del empleo de la química, la elevación de la
productividad. Porque ese es un reto no
solo de la necesidad:
es un reto de la historia, es un reto para la vida futura de
nuestros pueblos, si es que no queremos quedarnos en la cola sufriendo todas
las consecuencias morales y materiales que de ello se derivan.
Es entre los jóvenes y es entre los niños —como se
comprendió desde muy al principio— que la Revolución ha de hacer su máximo
esfuerzo.
Pero, ¿qué resultados tendría si esa batalla por la
educación la ganamos, por la solución de los problemas subjetivos que todavía
padecemos y los problemas materiales que todavía afrontamos en las escuelas? Significaría que para el año 1980 el país
podría tener unos 700 000 estudiantes en
nivel de secundaria y unos 400 000 estudiantes en los institutos tecnológicos. Y aun cuando una parte de esos estudiantes
tecnológicos tendrá que realizar actividades relacionadas con la defensa del
país, no menos de 300 000 estudiantes tecnológicos podrán estar participando ya
en la producción en institutos tecnológicos construidos junto a los complejos
industriales que se van a desarrollar en los próximos años.
Y podrían estar participando los 700 000 alumnos de
secundaria en tareas productivas en la agricultura, no con el sistema de la
escuela al campo, sino con el sistema de la escuela en el campo, respecto a lo
cual se están ya haciendo las primeras y se están obteniendo las primeras
experiencias y los primeros alentadores resultados.
Quiere decir que en los próximos 10 años todo ese
enjambre de muchachos —los que hoy tienen seis años— tendrán dieciséis.
El que tiene seis años será ya el más pequeño de la secundaria
en el año 1980. Y ese millón y tantos de
primaria, ese casi millón y medio de muchachos de la escuela primaria, si
tenemos éxito, estarán en su inmensa mayoría en las secundarias y en los
tecnológicos.
¡Y ni qué decir de la enorme masa que habrá entonces
en nuestras universidades! Y el
principio de la universalización de la enseñanza universitaria tendrá que irse
convirtiendo en una realidad, por imperio también de la necesidad, porque no
habría universidades capaces de absorber esa enorme masa. Y las universidades estarán junto a las
fábricas, en los planes, en los centros de investigación. Las universidades dirigirán ese enorme
movimiento y realizarán además los cursos de posgraduados, porque algún día
también algunos de ustedes seguramente irán a realizar cursos de posgraduados
en las universidades.
y desde luego, desde el punto de vista de los
estudiantes de la agricultura, los estudiantes de los institutos tecnológicos,
avanza ya el concepto de la vinculación del estudio universitario con la
producción en los planes.
De manera que en el curso de cinco o seis años más
tendremos miles de graduados de tecnológicos trabajando en los planes y a la
vez realizando como ustedes los estudios superiores. Y eso es lo que ustedes han demostrado, y es
la gran experiencia que debemos sacar para adoptar todas las medidas a fin de
que sea realidad el que los graduados de los tecnológicos sigan ese
camino.
Por ejemplo, es necesario obtener noticias de los 718
que se han graduado, no de los que se gradúan esta noche, no de una parte de
los que se han graduado en 1968 —que sabemos dónde están y qué están
estudiando—, sino, sobre todo, los que se graduaron en 1966 y 1967; los
primeros 345 graduados que fueron a distintos lugares del país, excepto un grupo
de 90 que quedó realizando su primer año de estudios universitarios,
localizarlos, comprobar qué están haciendo, si han seguido los estudios, e
iniciar un esfuerzo serio para lograr que todos aquellos con los que mental y
revolucionariamente se pueda contar —y que con seguridad son la inmensa
mayoría—, se vinculen a los planes de estudio.
Será nuestro deber localizar ya a todos los graduados; no a los últimos
porque, claro, con más experiencia todo se facilita más.
Ya existen los planes de cómo se van a distribuir los
graduados del instituto “Carlos Manuel de Céspedes”; se adoptarán las medidas
para que puedan seguir los programas de estudio. Y ya desde ahora sabemos lo que se va a hacer
con los graduados pecuarios y de veterinaria.
Y volvemos a decir que, con relación a estos compañeros, es nuestro
interés crearles condiciones, sobre todo, para que puedan realizar los estudios
superiores.
La experiencia de Matanzas nos enseñó que cuando se
asignaba a una región determinada, a una provincia, eso facilitaba la
tarea. Los compañeros que se gradúen los
vamos a asignar a planes concretos, en grupos numerosos. Y, desde luego, incluso será necesario ir
creando las condiciones en cada uno de esos planes; pero mientras tanto los
enviaremos a determinados puntos donde existan las condiciones, para que en
este primer año después de graduados puedan dedicar la mayor parte del tiempo
al estudio; de manera que puedan ya recibir sus clases y dedicar el grueso del
tiempo al estudio.
Participarán ya en planes, pero la tarea fundamental
será encaminarlos en los estudios superiores y matricularlos; por supuesto,
iniciar las clases, mientras se van después creando las condiciones en los
distintos planes definitivos donde van a trabajar, de
manera que estén garantizados los locales, los profesores, las clases.
Naturalmente que ya en un futuro los más avanzados
podrán ayudar a los que ingresan en el primer año. Se creará en los pueblos que se proyecten, en
las regiones y planes ganaderos, un edificio que tenga albergues, que tenga
aulas, y las facilidades necesarias. De
manera que serán grupos numerosos para facilitar el estudio superior —que es lo
que más nos interesa—, a la vez que ya participan como técnicos en el
desarrollo de esos planes.
Se crearán facilidades de todo tipo, según la
situación de los estudiantes. No será
una beca como ahora, habrá la facilidad de vivienda, de albergue, según el
caso. Ese es el propósito que tenemos, desde
luego, después de analizar bien todas las especialidades. Si en algún lugar se requiere ya de algunos
de estos técnicos en laboratorio en algún punto, procuraremos en ese núcleo
crear todas las condiciones para el estudio.
De manera que no solo nos proponemos ya con la
experiencia adquirida adoptar todas las medidas desde ahora para garantizar que
sigan el camino de ustedes, sino también que haremos un esfuerzo para recuperar
al máximo los primeros grupos de graduados, cuando no existía la experiencia ni
las condiciones que ahora tenemos, para llevar a cabo esta tarea.
De manera que hoy como entonces el interés principal,
el interés principalísimo de la Revolución es que los graduados esta noche en
los institutos tecnológicos y todos los graduados en los institutos
tecnológicos de cualquier materia, puedan proseguir sus estudios
superiores.
Desde luego, esto irá creando una experiencia,
enriqueciéndola. Hay lugares ya donde
existen condiciones buenas; hay algunos planes que constituyen una verdadera y
formidable base material de estudio para la agricultura, de forma tal que la
eficiencia del aprendizaje se hará evidente.
También se facilitará la tarea de las
universidades. No es lo mismo cuando
tienen que ir, buscar, localizar, y estar dispersos, que cuando están
agrupados. Es posible que en algunos
casos y en un futuro ni siquiera haya que ir a hacer ese curso a la
universidad, cuando en un plan determinado creemos todas las condiciones
necesarias, excepto, desde luego, algunas prácticas de laboratorio. Pero llegará el momento en que se cambiará
hasta el sistema en los cursos de estudios dirigidos, porque llegará un momento
en que será más que un curso de estudios dirigidos una prolongación de la
universidad. Y en la medida que tengamos
más técnicos graduados universitarios, el problema de la docencia se nos hará
más y más fácil.
Estas son las ideas y los propósitos con relación a
los compañeros que se gradúan esta noche.
El número crecerá con una proyección determinada, más de 5 000, y en
dependencia del esfuerzo y de los avances de los tecnológicos, en 1975 existirán
no menos de 10 000 técnicos de nivel medio —no cuento los ya graduados—
participando en la producción; y no cuento entre esos técnicos de nivel medio a
los obreros calificados, como los inseminadores, sino graduados de los
institutos tecnológicos que a la vez estén realizando estudios superiores. De manera que habrá numerosísimas facultades
agropecuarias, porque con el desarrollo de los planes y el desarrollo de estos
centros de estudio llegarán a convertirse prácticamente en facultades
agropecuarias.
Y esta experiencia hay que llevarla, desde luego, a
las demás ramas de la producción. Se
comprende perfectamente que en los últimos años el país tendrá un desarrollo
industrial rápido. Ya las industrias del
tipo de la planta de nitrógeno de Cienfuegos, construidas por brigadas
comunistas, serán en los próximos años algo frecuente en nuestro país. Comenzarán años de intenso trabajo en la
industrialización en muchos campos, y será necesaria la proliferación de los institutos
tecnológicos en las inmediaciones de esos complejos industriales. Allí mismo donde está la de Cienfuegos, una
planta que podrá producir 480 000 toneladas de fertilizantes nitrogenados, será
necesario poner otra planta igual antes de 1980; otra planta de fertilizantes
complejos. Y es posible que en esa
región se desarrolle la petroquímica, que es un complejo que deberá agrupar
numerosísimas fábricas.
De la misma manera hay que seguir desarrollando el
níquel, y hay que entrar en una serie de ramas tanto de la industria mecánica
como de la industria alimenticia, porque llegará el momento de tener que
procesar todo eso. Y esta misma
provincia de Las Villas tendrá necesariamente que ser sede de algunos de esos
complejos industriales.
En Santa Clara tenemos la Planta Mecánica, una buena
planta, donde los obreros tienen un magnífico espíritu. Allí se están construyendo las combinadas
cañeras que liberarán a nuestro país del trabajo actual en los cortes de
caña.
Este año están construyendo más de 150 combinadas, y
el próximo año deberán construir unas 600.
En 1971 para 1972 deberán construir no menos de 1 000.
Pero es que este país tiene una cifra elevadísima de
centrales azucareros, algo más de 150 centrales. El azúcar es fundamental para nuestra
economía. Es lógico que este país tenga
una buena base industrial para el mantenimiento y el desarrollo de la industria
azucarera. De manera que tenemos que
adquirir las técnicas, los conocimientos y los talleres necesarios para
producir la mayor parte de los equipos y de las estructuras de los centrales
azucareros.
En los próximos años será necesario ampliar
capacidades y construir centrales nuevos.
Muchas de las piezas que antes se importaban, hoy se producen en nuestro
país. Y en los hornos eléctricos de
Plantas Mecánicas de Santa Clara se funden hoy numerosas piezas indispensables
para los centrales. Y debemos llegar a
estar en condiciones de producir la mayor parte de todos los componentes de los
centrales, y estar un día en condiciones de construir centrales
azucareros.
De la misma manera, será necesario desarrollar
instalaciones para las construcciones de industrias alimenticias. Baste decir que solo para secar arroz se
necesitan decenas y decenas de secaderos, y que ya prácticamente tenemos un
problema en 1970, puesto que el incremento de la producción arrocera se va por
encima de la capacidad de los molinos y será necesario —prácticamente con la
misma celeridad con que se ha trabajado en la ampliación de los centrales—
trabajar en la construcción y en la instalación de nuevos molinos
arroceros. Y aun así, en 1971 será
difícil que con los incrementos tremendos de productividad que se están
logrando en el arroz, y planes que están en plena realización, haya posibilidad
de molinar el arroz que este país puede producir en 1971, cuando ya en 1970
tendremos dificultades serias.
Y si como resultado de la productividad de nuevas
variedades, de mejores técnicas —técnicas que a su vez mejoran por año—, vamos
a lograr grandes cantidades, sería doloroso tener que parar esos planes, limitarlos,
cuando ya la técnica y el esfuerzo logra un
importantísimo triunfo.
En este momento hay 7 000 caballerías de IR-8
creciendo. Se sembrarán aproximadamente
4 000 más a fines de año, y en la primavera del próximo año se duplicará
ampliamente lo que se sembró en esta primavera, porque al lado del plan cañero
se trabajó también seriamente en el arroz.
Los rendimientos van siendo cada vez más altos, hay
nuevas variedades que se sembrarán ya parte en la primavera del próximo año,
variedades mejores en calidad, más productivas todavía que el IR-8: IR-8-288, es decir,
son IR-8 de otras numeraciones. Se han
probado con magníficas perspectivas.
De manera que la industria, el arroz, la agricultura,
nos obligan a un importante esfuerzo en el desarrollo de la industria
arrocera.
El número de molinos que se necesitará es
considerable, si es que no queremos limitar nuestras capacidades de producción
para nuestros mercados e incluso para los mercados exteriores.
Algo todavía más complicado surgirá con la industria
láctea, puesto que la enorme masa de vacas lecheras que tendremos en los
próximos años, comenzando ya por el próximo año, necesita todo el problema de
la pasteurización, envasado, transporte y, por supuesto, la industria para la
producción de los innumerables productos que pueden salir de la leche, y que
tendrán un peso decisivo en la alimentación de nuestro país. Tenemos un problema similar.
La industria alimenticia se desarrollará enormemente,
además de la industria cañera. Ello
requiere instalaciones para el mantenimiento de esos centrales, de esas
fábricas, para el desarrollo de esas fábricas, e incluso capacidades para
producir la mayor parte de los componentes de esas fábricas. Y es posible también que en la región de
Santa Clara sea necesario establecer las instalaciones para la industria
alimenticia, es decir:
para producir las industrias alimenticias. No las primeras, que lógicamente tendremos
que adquirirlas.
Y debemos tener en cuenta que los grandes complejos
industriales no se pueden instalar en Camagüey —digamos complejos mecánicos—, o
en Matanzas, o en Pinar del Río, porque la población de esas provincias es
reducida, y ya la industria alimenticia por sí sola, en los planes de cítricos,
en los planes de leche, exigirá la mayor parte de esa fuerza de trabajo.
Los complejos industriales relacionados con la
industria ligera —tejidos,
calzado—, o con la industria mecánica, o con la industria química, tendrán que
ser construidos bien en la provincia de La Habana, bien en la provincia de Las
Villas, bien en la provincia de Oriente.
Es decir, en esas tres provincias tendrán que construirse los grandes
complejos industriales que no sean agrícolas, además de los agrícolas, porque
la población es más numerosa.
Y en Camagüey solo para procesar la leche, la carne
que producirá esa provincia, más el azúcar, más los cítricos y todos los
productos de la agricultura, no bastará prácticamente la población de esa
provincia, por mucho que nos mecanicemos.
Esto implica que todas esas industrias que no sean
agrícolas tendrán que desarrollarse en las provincias que tienen mayor
población.
Afortunadamente tenemos aquí también esta universidad
que se ha destacado en la agricultura de manera notable, y también en algunas
otras facultades, pero que tendrá que desarrollar exhaustivamente la Facultad
de Tecnología, la industria mecánica, la industria química, la ingeniería
industrial, puesto que aquí por lo menos —¡por lo menos!— la petroquímica tiene
grandes posibilidades de que sea instalada en esta provincia, el complejo
industrial para los centrales azucareros y el complejo industrial para la
industria alimenticia. Se están
estudiando las zonas, el terreno; habrá que construir edificios tecnológicos. Muchos de estos complejos tendrán que comenzar
por los institutos tecnológicos, separar las áreas para las industrias y para
las viviendas, puesto que pensamos que no se puede construir una fábrica
aislada.
Allí mismo donde se está construyendo la fábrica de
nitrógeno de Cienfuegos y se construirán las otras, ya desde ahora es necesario
pensar en el desarrollo urbano de toda esa región. No puede haber complejo industrial sin
resolver el problema de la vivienda. Después
viven a enormes distancias los trabajadores.
Eso incide en la presencia en el trabajo, en la disciplina del trabajo,
porque lógicamente hay veces que un obrero, por ejemplo, trabaja en la fábrica
“Van Troi” que está en Guanabacoa, vive en Marianao o
vive más lejos todavía, y todo eso obliga a invertir una enorme cantidad de tiempo
en las transportaciones.
Nuestras ciudades son pequeñas; nuestras condiciones
sociales apenas alcanzan, ni alcanzan —puede decirse— completamente ahora. Cuando vayamos al desarrollo de esas grandes
industrias, necesitaremos resolver con ello el problema de la vivienda,
escuelas, círculos y todos los problemas sociales anexos a ese desarrollo.
Confiamos también en que mediante técnicas modernas de
prefabricado, que ya empiezan a desarrollarse y a organizarse rápidamente, los
problemas relacionados con viviendas, escuelas, círculos, todos esos problemas
se resolverán también en forma acelerada.
Y las grandes industrias hay que construirlas con
brigadas comunistas como la de Cienfuegos, que es el modelo, que ha demostrado
lo que puede hacer un conglomerado de trabajadores dotado de espíritu
revolucionario, con disciplina, bien dirigido.
Hay que decir que la brigada comunista de Cienfuegos
está por delante del programa en las construcciones civiles. Apenas empezó, no hace casi dos años, y ya
tiene el 80% de la obra civil construida.
Tiene la productividad equivalente al 1,8 del promedio de las demás
brigadas de construcciones industriales, que son grupos de trabajadores que
realmente han hecho un esfuerzo. Es
decir, casi duplica el promedio de productividad. Y esa productividad podrá elevarse más
empleando técnicas todavía mejores.
Y el país necesita en los próximos años no menos de 15
brigadas como la brigada comunista de Cienfuegos.
Esa brigada terminando ahí irá a otra industria
importante. Pero con una no basta. Hacen falta no menos de 15. Y los obreros de la construcción estarán
organizados en brigadas:
de un tipo las construcciones industriales, otro para las
construcciones sociales, como escuelas, viviendas; cada una en su tipo.
Recientemente también la brigada de moldes
deslizantes, que construyó la torre de aquí y ha estado construyendo algunas
importantes obras de ingeniería, construyó la estructura de un edificio de 17
plantas en 11 días. Es el famoso
edificio que se construía en el Malecón, que empezaron y construyeron la
primera estructura en 30 días. Ahora
construyeron el segundo edificio. ¡En
once días levantaron la estructura de diecisiete pisos con el sistema de moldes
deslizantes, el hormigón en camiones! Y
aquello no se detuvo un minuto desde que comenzaron, y en 11 días llegaron al
piso 17. Comprenderán ustedes que si
queremos resolver la vivienda, la vivienda de las industrias y de los planes
económicos del país, es necesario emplear técnicas de este tipo.
Después vienen las grúas y traen los pisos
prefabricados y los colocan desde arriba.
Todas esas técnicas se han estado analizando y estudiando y algunos de
los resultados son asombrosos.
Poniendo ladrillitos, desorganizados, no resolvemos
nada. Cuando se comience una obra por
una brigada, tiene que estar ahí hasta que la termine, desde el movimiento de
tierra hasta la terminación de los edificios.
Porque vemos muchas obras todavía no terminadas, resultado de que surge una
necesidad:
remedialismo por aquí, remedialismo por allá, y eso trae como
consecuencia una productividad baja. Y
que los problemas por esta vía no se resuelven, porque son realmente métodos
artesanales de construcción. Y con
métodos artesanales no se desarrolla este país.
Desde luego, ahora la construcción tendrá una atención
preferente, como la tuvo el DAP.
Actualmente hay 70 000 hombres en el DAP, más de 10 000 máquinas; las
presas proliferan por doquier; se construyen comunicaciones por todas partes a
un ritmo mayor o menor.
Debemos decir que en esta provincia, en la
construcción de presas, construyeron dos grandes presas —grandes para nuestra
antigua medida—, Lebrije y Minerva, a un magnífico ritmo. Y ya tienen almacenada agua en esas dos presas. Las construyeron prácticamente en un año, lo
fundamental.
Ahora en esta provincia se comienza la construcción
del Zaza, una presa para 1 000 millones de metros cúbicos; y Alacranes, una
presa que puede llegar a tener hasta 600 millones de metros cúbicos.
Y la brigada que construyó Minerva ha recibido el
nombre de brigada de construcción de presas “Antonio Maceo”, y la de Lebrije
recibe el nombre de brigada “Máximo Gómez”, en memoria de esos grandes
luchadores. Máximo Gómez,
fundamentalmente, en la zona del Zaza libró brillantes
combates, y dedicó una parte de su vida revolucionaria a esta región; y Maceo,
aunque no en un grado tan alto, también participó en la lucha por la
independencia en esta provincia.
Se les puso el nombre a esas dos brigadas no por
ponerles el nombre, sino porque creíamos que se habían ganado el derecho a
llevar ese nombre. No es cuestión de
bautizarlas así, sino ganarse el derecho a llamarse brigada “Antonio Maceo” y
ganarse el derecho a llamarse brigada “Máximo Gómez.
Ahora se está organizando una brigada en Camagüey para
construir la presa San Pedro en la zona de Jimaguayú. Se llamará la presa de Jimaguayú. Y desde luego, la brigada no se llama, pero
se le dará la oportunidad de llamarse, “Ignacio Agramonte”. Todavía no se le puede poner ese nombre. Tienen que ganárselo en el trabajo, en el
cumplimiento de las metas. Y desde luego
que tienen espíritu como para ganarse ese nombre.
Es decir, ya se van creando unidades de trabajo
fuertes, con disciplina, con experiencia, con un gran espíritu. Y ya se ven los efectos. Ya se ven los resultados.
Esas brigadas tenían el año pasado solo 67 camiones Berliet, algunos
KP-3, 33 buldóceres y han hecho dos presas.
Ninguna provincia, ninguna
brigada ha construido más con menos equipos que esas dos brigadas de la
provincia de Las Villas. a pesar de que en esta provincia no existía ninguna
experiencia en presas, como no fuera la vieja experiencia de la presa de allá
del Escambray, Hanabanilla.
Y ahora comenzarán dos presas. Esas no las van a hacer en un año, desde
luego, a lo que parece, porque ha crecido el tamaño de las presas por los
estudios geológicos. Y ya la del Zaza es
de 1 000 millones.
De manera que ustedes los villareños tendrán aquí en
el medio de la provincia un embalse del tamaño casi de la Bahía de Nipe. Yo no recuerdo bien —tal vez algún geógrafo
por aquí pueda decirlo— qué extensión tiene, cuántos kilómetros cuadrados tiene
la Bahía de Nipe, pero sí podemos decir que la presa del Zaza tendrá
aproximadamente cerca de 100 kilómetros cuadrados de superficie el
embalse.
Así que el resultado de ese esfuerzo irá cambiándolo
todo. Esa presa cambia la Carretera
Central. Habrá que desviar la Carretera
Central por Taguasco.
Pero como a la vez se construirá la autopista que comunicará los dos
extremos del país, que pasará por el norte del Escambray, será necesario
construir un viaducto de unos 5 kilómetros de extensión por encima de la presa,
porque si no esas presas nos obligarían a dar mil vueltas por el camino, si no
nos decidimos a pasarles por arriba.
Y en Sancti Spíritus habrá que construir, junto con la
presa, el viaducto de 5 kilómetros. Y la
Central habrá que enderezarla un poco.
Esa no será desviada porque ella se desvía un poco por ahí. Habrá que echarla un poco más hacia el norte
y pasar en las proximidades de Zaza del Medio, por esa zona, puesto que si no
tendríamos que hacer dos viaductos. Pero
si ya tenemos una autopista que cruza, esta puede estar un poquito más al
norte.
De manera que tendrán que venir también los compañeros
de las brigadas de moldes deslizantes, junto con la construcción de la presa, a
construir los pilotes para el viaducto.
Nuestra naturaleza en los próximos años se
transformará y aceleradamente.
Hace cinco años, cuando aquí se hablaba de construir
una presa: bueno,
una sí, El Mate, 100 millones, 120. La
primera presita que se intentó construir aquí es la famosa e histórica presita
de “Ochoíta” que era de concreto y después tuvo
algunos problemas y todas esas cosas.
En esos años se fue adquiriendo experiencia. Ya después se fue construyendo la presa de El
Mate de 200 millones. Pero cuando
hablábamos de una presa de 200 millones era casi un asombro. Estas primeras, “Minerva” y “Lebrije”, 90
millones una y ciento y tantos millones otra.
Y ya aquí se está hablando de presas de 1 000 millones y de 600
millones.
Esos ríos habrá que dominarlos, igual que el
Agabama. Cada vez que viene un temporal
inunda enormes extensiones, se mete por los centrales. En dos palabras: cuando nosotros vemos esos ríos del Agabama
y el Zaza crecidos, decimos que están “alzados”. ¡Están “alzados” el Agabama y el Zaza! Y hay que
dominarlos, utilizar toda esa agua.
Solo esa región tiene más de 3 000 millones de metros
cúbicos, es decir, agua no solo para regar toda la zona de Sancti Spíritus sino
prestarle un poco de agua a la provincia de Camagüey, que también tiene
bastante agua. Es decir, hay enormes
recursos naturales.
Las presas, las carreteras, las nuevas líneas férreas
que tendrá que hacer el país... Porque
el tránsito que hay por esa carreterita central de Oriente a La Habana y de La
Habana a Oriente no da abasto ni puede dar abasto. Porque si hubiera más ómnibus no habría
carretera. Pero es tan enorme el
trasiego que solo un ferrocarril de doble vía, rápido, y un número de trenes
yendo y viniendo podría satisfacer las necesidades futuras de nuestro país de
un extremo a otro.
Esas son realidades.
Se desarrolla el país, se desarrolla la Revolución, y nos encontramos
todos esos fenómenos. Las carreteras no
sirven. Y dentro de algunos años esa
famosísima Carretera Central parecerá un trillo asfaltado, un camino interior
para transitar por la provincia.
Igualmente con el ferrocarril. Y
así va a pasar con todas las cosas.
Y el desarrollo en los próximos años será realmente un
desarrollo impetuoso. Pero eso no puede
ir así, no puede ser solo resultado de la voluntad de desarrollar el país. Hay también que desarrollar los conocimientos,
la técnica. Tenemos que desarrollar
nuestras universidades al máximo.
Esta universidad ha jugado un importante papel en la
Revolución y deberá jugar todavía un papel más importante y decisivo en los
próximos años.
De la misma manera tendremos que desarrollar
universidades también en otras provincias.
En Camagüey habrá que hacerlo.
Cuando usted llega a Camagüey y pregunta, no hay nada. Aquí todavía se pregunta: ¿Hay Facultad de Arquitectura? ¡No!
Pues los estudiantes de arquitectura prestan una enorme ayuda en la
planificación física.
Todos esos proyectos agrícolas, todos esos proyectos,
requieren la planificación microdetallada en todos
sus aspectos. Y ahí es donde interviene
el arquitecto planificador.
Cuando queremos hacer un plan aquí, pues esa ayuda no
la puede dar la universidad. Y en
Camagüey menos todavía. Y así pasa en
casi todas las provincias.
Antes se hacía una universidad por politiquería,
porque algunos querían obtener prebendas, cargos, y todas esas cosas. El desarrollar la universidad para nosotros
será una necesidad.
Lógicamente la de occidente, la del centro, la de
oriente, serán las históricas, las fundamentales. Matanzas y Pinar del Río están dentro del
radio de acción de la universidad de occidente; Las Villas tiene esta
universidad que deberá seguirse desarrollando; Oriente desarrolla la suya, y
Camagüey obligadamente necesitará la suya.
En esa provincia hay que hacerlo todo nuevo. Allí no hay más camino que la Central. El que se salga de la Central se pierde en
esa inmensa provincia. Por el sur no hay
ni un trillo. Baste decir que en los
planes arroceros este año con las lluvias en la zona de Vertientes hubo casos
en que no se podía llegar en nada: ¡Ni en zancos se podía llegar a una
arrocera! ¡Motores de regadío los
tuvieron que llevar en helicópteros! Esa
es la situación. Por el norte tampoco
hay ninguna carretera.
En la provincia hay 20 brigadas haciendo caminos
cañeros, caminos ganaderos. Al principio
se intentó hacer la vía sur, pero se vio claramente que esos recursos había que
dedicarlos a los caminos agropecuarios.
El próximo año irán 20 brigadas, cada una con 15
camiones de 17 toneladas. ¡Se reunirán
cuarenta brigadas! Y emprenderemos la
lucha de comunicar esa provincia, porque no tiene nada.
Y ahora, si se van a desarrollar enormes arroceras en
el sur, los planes ganaderos del Triángulo y del Rectángulo, los planes
cañeros... Es una provincia que tiene
bastantes centrales pero que en el pasado llevaba la gente de Oriente y de Las
Villas. No había que estar haciendo
movilizaciones de voluntarios porque iba la gente obligada, después del tiempo
muerto, a trabajar allí en las peores condiciones.
Y ahora cuando ustedes van a ver lo que es desarrollar
esa provincia se encuentran que allí no hay ni caminos, ¡ni caminos! Y sin caminos no puede ir ni el tractor, ni
el camión, ni la fuerza de trabajo, ni el fertilizante, ni el combustible, ni
la máquina, ni los materiales de construcción ni nada.
Y 20 brigadas —¡no había
ninguna!—, 20 que se han mandado allí en los últimos 18 meses apenas dan para
la caña de 1970, apuradamente. Hay dos
en el arroz, una en el Rectángulo, y el resto arreglando vías de ferrocarril y
haciendo caminos para la zafra de 1970.
Veinte brigadas no alcanzan. Ahora, son 20 brigadas que es verdad que
tienen 12 camiones de cinco toneladas.
Las que van el año que viene tendrán 15 camiones de 17 toneladas.
Porque a todas estas dificultades se une que los
materiales de construcción hay que transportarlos a grandes distancias. Si en otros lugares que tienen los materiales
cerca una mototraílla, un camión pequeño puede ir avanzando, allí a veces
tienen que recorrer 40 ó 50 kilómetros para llevar los materiales.
Pero estamos decididos a dar la batalla en esa
provincia, construir la infraestructura.
Ya de todo lo que hay nada alcanza: ni alcanzan las pasteurizadoras, ni
alcanzan los centrales, ni alcanzan los molinos de arroz, ni alcanzan los
puertos, ni alcanzan las carreteras, ni alcanzan los ferrocarriles. Prácticamente nada alcanza. Nuestro desarrollo choca ya con todo eso, y
el esfuerzo que hay que hacer es todavía mayor.
Para mecanizar los puertos hay ya técnicas para cargar
y descargar barcos. Ustedes tienen el
ejemplo: azúcar
a granel.
Toda esa azúcar se embarcaba a hombros de trabajadores
en sacos de 300 libras. Es un buen
ejemplo. Imagínense que tuviéramos que
cargar toda la zafra de los 10 millones al hombro. Afortunadamente una gran parte va ya por
azúcar a granel.
Pero en las demás cargas en los puertos las mercancías
que hay que bajar y las que hay que cargar es
tremendo. Y esta es una isla y los
puertos tienen que ser desarrollados, igual que las comunicaciones. Eso es lo que se llama los problemas de la
infraestructura que oíamos decir pero ahora los vemos todos los días, nos encontramos
todos los días con este problema, que es una idea del esfuerzo que debemos
hacer en los próximos años en la construcción, en la industrialización y yo
diría fundamentalmente en la educación.
Porque todo esto requiere técnicos: la grúa, las máquinas, los sistemas
nuevos requieren técnicos. Nada se puede
hacer hoy sin técnica.
Y les puedo asegurar una cosa: dentro de 10 años un hombre con quinto
grado, sexto grado, será menos que un analfabeto en 1959; un joven que no
estudie, que se quede en quinto o en sexto grado será menos que un analfabeto
en 1959.
Los analfabetos de 1980 serán los que tengan de sexto
grado para abajo. Habrá que poner algún
límite de edad, naturalmente. No les
vamos a pedir a los jubilados que estudien.
Ya no es hora de pedirles esos esfuerzos. Pero en 1980 los que tengan sexto grado serán
analfabetos en este país. La realidad
nos impone eso.
Claro, a lo otro estábamos acostumbrados. Cuesta trabajo comprender o que se comprenda
la importancia de todas estas cosas porque nos acostumbramos a lo otro: a la ignorancia, al
subdesarrollo, a la miseria por todas partes.
Incluso, a veces cuesta trabajo hacer que las mentes se espabilen y
despierten toda su alegría a esta situación que puede y debe ser cambiada, y
que la Revolución se hizo precisamente para cambiarla.
Esa es la esencia, la razón de ser de la
Revolución.
Difícil es la tarea porque se parte de cero. La minoría que acaudalaba los conocimientos
era burguesa y reaccionaria en una buena parte.
Recuerden la historia de los médicos: cómo nos los querían llevar todos,
cómo trataron de dejar al país sin médicos.
Recibió un esfuerzo. Bien, ya en
este momento casi alarma el número de estudiantes de medicina: el 30% de los que matriculan en las
universidades.
No quiere decir que queramos limitar, pero ya ha sido
grande el éxito de las campañas en favor de la medicina, que es una carrera
dura, de estudios rigurosos. Y sin
embargo, la juventud reaccionó, no le preocupó el problema del rigor del
estudio, y es muy alto el número de los ingresos en las facultades de medicina: Pero lo tenemos
relativamente bueno en tecnología, que será necesario mantenerlo, y muy débil
en la carrera profesoral. No hablemos de
agropecuaria. El campo era una cosa tan
horrible en este país que a muchos jóvenes hablarles de la agricultura era
traumatizarlos. Eso no preocupa.
En estos años vamos resolviendo no con los ingresos de
secundaria. Han sido obreros, han venido
campesinos, una minoría de estudiantes.
Llegará el día en que habrá que parar, porque el ambiente del desarrollo
del país, las características de nuestra sociedad harán que un día sea enorme
el número de jóvenes que quieran estudiar la carrera agropecuaria, con relación
a la cual tienen realmente confusión, conceptos viejos muchos jóvenes, y la
imagen de nuestros campos que realmente es todavía muy penosa.
Pero hay un punto como es la carrera profesoral en que
es necesario un especialísimo esfuerzo del país y la promoción tanto de jóvenes
de primaria para estudiar para maestros como de secundaria para estudiar para
profesores. Es una de las actividades
fundamentales de este país.
Porque nos hacemos esta pregunta: tenemos 1 400 000 en primaria. Si tenemos éxito en la enseñanza, incluso ya
para poder atender a toda esta masa; si llevamos esta masa a la secundaria, a
los tecnológicos, es lógico que el país necesite un enorme número de profesores
de secundaria, de tecnológicos, de la universidad. Hoy se hace con grandes esfuerzos, con los
monitores, con alumnos más avanzados, con medios audiovisuales que tendrán que
seguir siendo desarrollados; pero tenemos que luchar no solo por la cantidad
sino por la calidad de la enseñanza
—eso es fundamental—, ¡no solo por la cantidad sino por la calidad de la
enseñanza!
Y necesitamos contingentes enormes de maestros, de
profesores, preparados de la manera óptima, para realizar una tarea que
nosotros podemos decir que es tarea número uno del país en los próximos años: continuar la
revolución educacional, educar esa enorme masa, ese 40% de nuestra población
que tiene de 15 años hacia abajo.
Por lo tanto, será necesario hacer ver a nuestros
jóvenes la importancia que tiene esta tarea para el país, el valor que tiene
para nuestra patria el trabajo del maestro, el trabajo del profesor, el trabajo
de formar a esa enorme masa de nuestro pueblo que son hoy el 40% y que dentro
de 10 años serán jóvenes entre 15 y 25 años, ¡entre quince y veinticinco años!,
enorme masa que constituirá la esencia de este país, la inteligencia de este
país, el corazón de este país, la fuerza de este país, el futuro de este país;
ese futuro por el cual hemos tenido que venir luchando partiendo de cero,
porque realmente partimos de cero.
Sirva este ejemplo que nos han dado los compañeros que
se graduaron, que supieron demostrar que con tesón —tal como se expresó aquí—,
decisión, conciencia, se pueden hacer cosas que parecían difíciles; sirva este
ejemplo para que nosotros meditemos en estas cuestiones, para que nos animemos
en el esfuerzo, para que se animen todos los que lo han hecho posible; sirva de
aliento a nuestra universidad central que ha tenido un rol decisivo en este
éxito. Que sirva de aliento a nuestros
institutos tecnológicos, a los profesores de los institutos tecnológicos,
institutos que siempre, todos los años, reciben una parte de los
graduados. Y nosotros no escatimamos
nunca el número que sea necesario que se queden en los institutos para enseñar,
precisamente por eso; porque incluso, por encima de las enormes necesidades en
los campos, tenemos las necesidades de cuadros en los institutos
tecnológicos. Y se ha establecido el
principio de que primero que nada se tomen todos los que sean necesarios para
continuar el desarrollo de los institutos tecnológicos.
Los miles ya graduados, los éxitos alcanzados, nos
deben servir de aliento y acrecentar nuestra decisión y nuestra voluntad para
encararnos a los próximos 10 años.
No hablo ya de la zafra de 1970, esa carga al machete
que comienza el próximo 28 de octubre en toda su fuerza, como un episodio que
habrá que cumplirlo con toda la energía y el tesón del pueblo. Las condiciones subjetivas están creadas: la voluntad de
cortar y moler la caña que tenemos es incuestionable. Pero ya hay que ir pensando también un poco
más allá de 1970, hay que levantar la vista del presente hacia adelante,
percibir las tareas que nos esperan y fortalecer la voluntad y el propósito de
vencerlas.
Ya no será solo el esfuerzo de la conciencia, ya no
será solo el esfuerzo de los músculos, del deseo, como ha sido mucho en estos
años atrás; ya tendrá que ser resultado de la técnica, de la experiencia, de la
inteligencia.
En los años atrás fue la voluntad lo que prevaleció,
el patriotismo. En los próximos años
deberá prevalecer, unido a ese patriotismo y a esa conciencia, la inteligencia,
la capacidad. Y eso es lo que significan
las universidades, lo que significan los tecnológicos, lo que significó la
campaña de alfabetización, lo que significa la educación, eso que tanto oímos
mencionar pero que tiene un sentido mucho más profundo que un concepto
cualquiera.
No es solo una aspiración del espíritu el deseo de
saber, el deseo de poseer una cultura.
Es también para nuestros pueblos en estas etapas una necesidad
vital. Que no en balde el imperialismo
trató de dejarnos sin médicos, sin ingenieros, sin maestros, sin técnicos. Ellos sabían, incluso tal vez mejor que
nosotros en aquellos tiempos, dónde estaba la dificultad mayor, dónde estaba el
obstáculo mayor.
Cuando creyeron o se convencieron ya de que con
invasioncitas, con amenazas, con la fuerza, no lograrían nada, trataron de
hundirnos en la economía y sobre todo trataron de privarnos de técnicos,
trataron de privarnos de inteligencias.
Lo que hizo la Revolución fue aceptar el reto: los que quieran marcharse que se
marchen. ¡Allá ellos con su
conciencia!
Sabíamos además que no podíamos pedirles a muchos de
ellos que se quedaran aquí. ¿Qué
sentimiento iban a tener, qué interés, qué deseo de ayudar a los campesinos, a
los obreros, cuando ya habían creado otros intereses?
Y, desde luego, se quedaron aquí los técnicos, los
trabajadores intelectuales que de verdad fueron capaces de sentir el deber de
actuar de una manera humana y patriótica.
Los demás se marcharon. ¿Qué
podíamos hacer con ellos?
Era necesario crear una masa de nuevos técnicos, hacer
técnicos prácticamente a toda la masa, avanzar con ella.
Pero nuestros enemigos sabían que ese era nuestro
punto débil, el punto más débil de los países subdesarrollados: la falta de
conocimientos, la falta de técnica y de técnicos. Y ahí también trataron de golpearnos con toda
su fuerza.
Por eso, cada graduación, cada promoción, no es solo
una victoria económica, una victoria técnica.
¡Es una victoria moral, es una victoria política, es una victoria
revolucionaria!
De manera que los imperialistas han de
prepararse.
De cero inseminador, a 5 000 inseminadores. De cero técnico agropecuario, a 6 000
técnicos agropecuarios. De unos pocos
médicos cuyo número disminuía —es decir, de unos 5 000 ó 6 000 médicos,
concentrados casi todos en la capital—, ya algo más de 7 000 médicos, y miles
más estudiando en las universidades, y hospitales en los campos. ¡Esas son importantes batallas que hemos
ganado en años de duras luchas!
Y nuestros enemigos tendrán que prepararse a esos
éxitos, que posiblemente les dolerán profundamente, porque sabían que era
posiblemente lo más difícil. Como se las
apostaron todas a que se hundiría la economía de este país, a que nos
moriríamos de hambre, e hicieron lo indecible por lograrlo, y ya nuestros
problemas son otros. Ya no son los
problemas sino de qué hacer, cómo utilizar, cómo procesar los enormes
incrementos que ya se van logrando, uno a uno, en los distintos renglones de
nuestra agricultura.
Y ahora tendrán, si quieren, después de los augurios,
después de todas las apuestas, ¡tendrán que tragarse nuestra zafra de los diez
millones! (APLAUSOS.)
En el folletico sobre
Carrillo Colón, ese famoso, ridículo, estrafalario, cursi espía de la
CIA... Y habrán ustedes observado que
todavía la CIA no ha dicho ninguna palabra.
Aunque —cosa un poco dolorosa— según los cables, ese señor espía anda
suelto por México, e incluso hace declaraciones por la prensa. Pero, bueno: quedó ciento por ciento desenmascarado
y ridiculizado.
Pero en uno de sus párrafos decía sobre los 10
millones: “A
veces digo que sí, a veces que no; bueno, no sé, dudo...” Parece que el hombre
veía caña por dondequiera y tenía sus dudas (RISAS).
Y más recientemente todavía, creo que un vocero del
Departamento de Estado o de Agricultura de Estados Unidos, dijo que no creía
que llegáramos a los 10 millones. Aunque
sí decía que ocho, que de todas maneras sería un récord mundial.
Nosotros, realmente, hemos trabajado para 10
millones. ¡Y no nos conformamos con una
libra menos de 10 millones! (APLAUSOS)
De manera que si nos quedáramos en 9 999 999, sería un gran esfuerzo, muy meritorio y todo lo que
quieran. Pero realmente debemos decir de
antemano que sería moralmente una derrota.
Porque no nos conformamos con triunfos a medias.
De manera que hemos trabajado para los 10 millones, y
no nos conformamos con una libra menos.
Y una libra menos de 10 millones —lo decimos previamente— sería una
derrota. Sería una derrota, no una
victoria.
Porque es que el problema de los 10 millones se volvió
algo más que toneladas de azúcar, se volvió algo más que economía: ¡Se volvió una
prueba, se volvió una cuestión moral para este país! Y cuando ya andamos en términos de pruebas y
de cuestiones morales, no nos conformamos ni con un gramo menos de los 10
millones.
Ese es el criterio de la Revolución. Ahí está la prueba. Comenzaremos la zafra y veremos entonces los
resultados.
Así que de antemano les rechazamos los elogios que le
puedan hacer a este país por ocho, o por nueve, o por 9,9. Porque no aceptaremos ningún elogio por tales
cifras.
Se ha trabajado duramente. Se hizo un esfuerzo mucho más organizado,
mucho más inteligente, y esperamos confiados en los resultados.
El día 27 tendremos el próximo acto, los tres únicos
actos de este semestre.
Comienzo zafra, graduación de cañeros, y comienzo en
masa de la gran batalla de la zafra de 1970: estos serán los tres actos de este
semestre. Y como ustedes ven, todo
relacionado con caña, con agricultura, con educación, con universidades.
Y realmente creo que tenemos motivos para sentirnos
optimistas, sentirnos satisfechos. Y
nosotros sinceramente queremos expresarles nuestra felicitación sincera a todos
ustedes, en especial al grupo vanguardia.
Con ellos, a los otros, que aunque no estaban allí, también se
dispusieron a realizar estudios universitarios y se graduaron hoy también de
ingenieros.
Y a los que acaban de graduarse les digo como a la
compañera: “La
felicito, pero el abrazo será cuando se gradúen de ingenieros dentro de cinco
años” (APLAUSOS).
Así que con los nuevos, la misma promesa, el mismo
compromiso. Y nos veremos aquí en
noviembre o en octubre, el 13 de noviembre o el 18 de octubre. Y si es antes, mejor.
¡Nos veremos aquí dentro de cinco años, en la
graduación de los que terminaron los estudios de tecnología ahora, en
1969!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)