DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CONCENTRACION CONMEMORATIVA DEL
XVII ANIVERSARIO DEL ASALTO AL CUARTEL MONCADA, EFECTUADA EN LA PLAZA DE LA
REVOLUCION, EL 26 DE JULIO DE 1970.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañero Todor
Yivkov, Primer Secretario del Partido Comunista Búlgaro y Primer Ministro de la
República Popular de Bulgaria (APLAUSOS);
Delegaciones
invitadas;
Compañeros
macheteros Héroes del Trabajo, dos veces decimillonarios (APLAUSOS);
Compañeros
macheteros decimillonarios;
Compañeras de
las brigadas millonarias y compañeras de las brigadas millonarias (APLAUSOS);
Trabajadores
ejemplares que fueron seleccionados para participar en este acto (APLAUSOS);
Trabajadores
todos:
Quiero, en primer lugar, señalar el alto honor que
significa para nosotros la presencia en este acto de la delegación de alto
nivel de Bulgaria, presidida por el compañero Yivkov (APLAUSOS).
Quiero, asimismo, señalar nuestra profunda
satisfacción por el numeroso grupo de delegaciones de alto nivel que se
encuentran presentes, procedentes de diversos países amigos (APLAUSOS).
Deseo, especialmente, mencionar nuestra satisfacción
por la presencia de una delegación de alto nivel del Partido Comunista de la
Unión Soviética (APLAUSOS), presidida por el compañero Katushev, Secretario del
Comité Central del Partido Comunista de la URSS (APLAUSOS).
La delegación de la República Democrática Alemana,
presidida por el compañero Werner Harowitsky, candidato al Buró Político del
Partido Socialista Unificado Alemán (APLAUSOS).
La delegación del Partido Socialista Obrero Húngaro,
presidida por Arpad Pollai, Secretario del Partido (APLAUSOS).
La delegación del Frente Patriótico de Lao, presidida
por Phoumi Vonvichit, Secretario General del Comité Central del Frente
Patriótico de Lao (APLAUSOS).
La delegación de los combatientes palestinos
(APLAUSOS), presidida por Abu Iad, miembro del Buró Político y del alto mando
de los comandos palestinos de Al Fath (APLAUSOS).
La delegación del Partido Africano por la
Independencia de Guinea y Cabo Verde, presidida por Amilcar Cabral, Secretario
General del PAIGC (APLAUSOS).
La delegación de la República Popular Democrática de
Corea (APLAUSOS) .
Las delegaciones de la República Democrática de Viet
Nam y del Gobierno Revolucionario provisional de la República de Viet Nam del
Sur (APLAUSOS).
La delegación de la República Argelina Democrática y
Popular (APLAUSOS), de la República Arabe Unida, de la República Siria, de la
República de Yemen del Sur, de la República del Sudán, de la República de
Guinea, de la República Popular del Congo (Brazzaville) (APLAUSOS).
La delegación de combatientes brasileños que
representan al movimiento revolucionario de su país (APLAUSOS).
Se encuentra en camino también, aunque no ha podido
llegar a este acto, una representación del movimiento revolucionario de los
Tupamaros, de Uruguay (APLAUSOS).
Deseo mencionar igualmente distinguidas personalidades
aquí presentes en este aniversario. A
Heny Winston, presidente del Partido Comunista de Estados Unidos
(APLAUSOS). A Rodney Arismendi,
Secretario General del Partido Comunista Uruguayo (APLAUSOS). Al arquitecto Ernesto Guevara Lynch, padre
del Comandante Guevara (APLAUSOS). La
señora Selvira Leigue, madre de Inti y Coco Peredo, y del actual jefe del Ejército
de Liberación Nacional de Bolivia, Osvaldo Peredo (APLAUSOS). Nadia y Erik Bunke, padres de Tamara Bunke
(Tania) (APLAUSOS). Isabel Restrepo,
madre de Camilo Torres Restrepo (APLAUSOS), Janine Debray y Elizabeth Burgos,
madre y esposa, respectivamente de Regis Debray (APLAUSOS). La delegación de rectores y catedráticos de
la Universidad de Chile (APLAUSOS). La
delegación del Comité Nacional de la Brigada Venceremos (APLAUSOS). El doctor Antonio Arguedas, exministro del
Interior de Bolivia, que nos hizo llegar el Diario del Che (APLAUSOS).
Deseamos expresar también nuestro emocionado
reconocimiento a las brigadas de macheteros internacionalistas que participaron
con nosotros en la zafra gigante (APLAUSOS).
La Brigada Nórdica, integrada por jóvenes de Suecia, Finlandia,
Dinamarca y Noruega (APLAUSOS); la brigada Victoria de Girón, representativa de
los países latinoamericanos (APLAUSOS); la brigada de jóvenes trabajadores y
combatientes de la República Democrática de Viet Nam y de Viet Nam del Sur
(APLAUSOS); la brigada Jinetes de Chullima, de Corea (APLAUSOS); la brigada Hasta
la Victoria Siempre, de Japón (APLAUSOS); la brigada “Jorge Dimítrov”, de
Bulgaria (APLAUSOS); la brigada Juventud Leninista, de la URSS (APLAUSOS); la
brigada 23 de Agosto, de Rumania (APLAUSOS); la brigada “Ernest Thaelmann”, de
la República Democrática Alemana (APLAUSOS); y la brigada de Yemen del Sur
(APLAUSOS).
No se encuentran presentes, aunque participaron
también con nosotros largas semanas de trabajo en nuestro país; pero nos
enviaron su mensaje caluroso desde Estados Unidos, que dice así:
“Fidel, desde las tristemente célebres entrañas del
muy conocido monstruo enviamos saludos revolucionarios a nuestros hermanos y
hermanas de Cuba.
“Al convertir el revés en una victoria Cuba ha vuelto
a demostrar una vez más la fortaleza de una humanidad que ha comenzado a
recuperarse de la enfermedad de la opresión.
“Nosotros, quienes aún estamos infectados con esta
enfermedad, y quienes la sentimos extenderse desde Harlem, Augusta, Jackson y
Kent hasta Playa Girón, Indochina y Puerto Rico, sabemos que tenemos que
combatir esta enfermedad juntos; nosotros, quienes somos abortos del sistema
que pare los asesinos de la humanidad, te saludamos, Cuba. Nos denominamos así porque Cuba, Viet Nam y
nosotros venceremos.
Firmado:
Brigada Venceremos” (APLAUSOS).
Señores invitados y compañeros trabajadores:
En el día de hoy no vamos a hacer un discurso
propiamente conmemorativo; quiero decir, no vamos a rememorar éxitos y logros
de la Revolución. Tampoco vamos a
rememorar pasados heroicos. No es con la
palabra sino con la acción y el trabajo que se rinde tributo a aquellos que lo
dieron todo.
Tampoco en el día de hoy vamos a tratar problemas de
tipo internacional, acerca de lo cual mucho podríamos y desearíamos
hablar.
En el día de hoy vamos a hablar de nuestros problemas
y de nuestras dificultades (APLAUSOS), y no de nuestros éxitos sino de nuestros
reveses. Y queremos hacer análisis,
aunque sabemos que esta tribuna tan multitudinaria no se presta mucho para el análisis
frío ni para los números.
No suelo venir a estos actos con muchos papeles, pero
esta vez no me ha quedado más remedio que traer papeles (APLAUSOS), porque son
muchos los datos y los números.
Y vamos, si se quiere, de la manera más sintética
posible, a expresar la esencia o lo esencial de nuestras dificultades.
Nos interesa sobre todo que las masas tengan
información y que las masas comprendan y que las masas se dispongan a librar su
batalla (APLAUSOS). Porque nuestros
problemas no serán resueltos en virtud de milagros de nadie, de milagros de
hombres, de individuos, ni siquiera de equipos de individuos. Los únicos milagros en cualquier terreno los
puede hacer el pueblo (APLAUSOS).
A modo de antecedentes, quiero expresar o informar
algunos datos, como son los siguientes:
En 1958, vísperas del triunfo de la Revolución, la
población de Cuba ascendía a 6 547 000 habitantes. En 1970, se calcula que la población alcance
una cifra aproximada de 8 256 000 habitantes.
Somos un poco más. Y con
exactitud lo sabremos después del censo que haremos en breves semanas, para que
no quede nadie sin contar e incluso para descontar a los que quieran dejar de
participar de este conglomerado (APLAUSOS).
Para ellos la “dolce vita” y la sociedad de
consumo. ¡Nosotros nos quedaremos con
otras cosas más duras, pero más honrosas y más dignas! (APLAUSOS.) Aunque en el orden moral la
verdadera dureza de la vida solo corresponde a los cobardes.
Es decir que nuestra población ha aumentado en 1 709
000 habitantes.
De ese 1 709 000 habitantes más que tenemos, 844 000
es el aumento de los niños o de los menores que no están todavía en edad
laboral; 188 000 son, por el contrario, personas, hombres y mujeres que
rebasaron la edad laboral. En total, de
este 1 709 000, 1 032 000, es decir, el 60% son personas que o por no haber
llegado a los 17 años, o por haber rebasado los 55 en el caso de las mujeres y
60 en el caso de los hombres, son mayores de la edad correspondiente al
trabajo. Es decir, 60% del incremento no
participan de la producción.
Descontado del resto aquellos que por estar estudiando
o por incapacidades físicas o sociales hay que descontar, el incremento neto de
los recursos laborales en estos 12 años, ha sido de 580 000 personas. En cambio, las necesidades de la economía
para las nuevas actividades económicas y sociales más la sustitución de
personas que arribaron a la edad de jubilaciones, asciende a 1 200 000
personas.
Unidos a los nuevos recursos laborales al número de
desempleados que existía antes de la Revolución, se ha podido cubrir en parte
—pero solo en parte—, esa creciente necesidad de fuerza de trabajo.
Claro, al principio teníamos, en 1958, 686 000
desempleados. Una gran parte de ellos
hoy trabaja; otra parte también arribó a la edad mayor, no apta ya para el
trabajo, y quedan 75 000 que, no estando conceptuados como amas de casa o como
estudiantes o como incapacitados, sencillamente no trabajan. Quedan 75 000.
Esos son los números de cómo ha crecido la población
en estos años, y la estructura de nuestra población.
¿Y cómo será según las proyecciones entre 1970 y
1975? La situación será todavía más
difícil. Se calcula que de 1970 a 1975
la población se incrementará en 660 000 personas. De estas 660 000, el incremento de menores,
es decir, el incremento de personas que estarán por debajo de la edad laboral
será de 280 000 más que ahora; el incremento de personas mayores de la edad
laboral será de 108 000 más que ahora; el incremento de población en edad
laboral será de 275 000 más que ahora.
Cifra de la cual, descontando los incapacitados, los que tendrán que
estudiar, y otras causas, quedará un incremento neto de recursos laborales en
los próximos cinco años de 167 000 personas.
De manera que nuestro problema con relación a la
fuerza laboral y a la estructura de población continuará agravándose en los
próximos cinco años, y solo empezará a mejorar a finales de esta década, en las
proximidades de 1980. Pues se calcula
que de 1975 a 1980 la población aumentará en 828 000 personas. El incremento de personas menores de la edad
laboral será de 160 000 más que en 1975; el incremento de personas mayores de
la edad laboral será de 121 000 más que en 1975; y el incremento en la edad
laboral será de 550 000; y el incremento neto de recursos laborales entre 1975
y 1980 será de 535 000 personas.
De manera que la estructura de población, y estructura
de población —lo entienden ustedes perfectamente— es la composición por edades
de la población, es esta que nosotros les hemos señalado. Y esa será la tendencia en los próximos cinco
años, y empezará a mejorar —repito— de 1975 a 1980.
Ahora bien:
esta estructura de población implica —y ocurre no solo en nuestro país,
sino por lo general en los países que han tenido explosiones de crecimiento de
población, es decir, en casi todos los países subdesarrollados— que de la
totalidad de la población solo el 32% está ocupada en actividades
económicas. Es decir, en la prestación
de bienes y servicios algo menos de la tercera parte de la población. Y en ese 32% están incluidas las personas que
tienen que prestar los servicios que son inversiones para el futuro, si se
quiere, como son los servicios de salud, de educación, o las personas que
tienen que prestar los servicios imprescindibles en defensa de la Revolución y
de la patria.
Es necesario que conozcamos esas cifras para estar, en
primer lugar, situados, y conozcamos una parte de las dificultades a
vencer.
Quiero señalar cómo han crecido algunos de los
servicios, derivados de esta estructura de población, derivados también de
medidas elementales de justicia que la Revolución hubo de tomar y que eran, a
nuestro juicio, insoslayables. En primer
lugar, la seguridad social.
Desde el triunfo de la Revolución hasta 1970, se
concedieron 379 842 nuevas
jubilaciones y pensiones. Es decir, en
el proceso revolucionario se les ha reconocido y se les ha hecho efectivo el
derecho a la jubilación y a la pensión —repito— a 379 842 personas.
En adición a esto, se aumentó la pensión hasta un
mínimo de 60 pesos mensuales a 198 260 pensionados y jubilados, muchos de los
cuales devengaban hasta menos de 10 pesos al mes.
El gasto público de la seguridad social aumentó de 1
147 millones en 1958 a 320 millones en 1970.
Servicios de salud pública:
En 1958 prestaban servicios en la salud pública 8 209
trabajadores. En 1969, el número de
personas que prestaban servicios en este campo ascendió a 87 646 trabajadores,
¡ochenta y siete mil seiscientos cuarenta y seis! El gasto público por concepto de salud
pública, que era en 1958 equivalente a 22,7 millones, en 1969 ascendió a 236,1
millones.
Gastos de educación, o en general servicios de
educación:
En 1958 había inscriptas 936 723 personas en todas las
escuelas del país. En el curso de
1969-1970 se matricularon 2 289 464; de ellas, 1 560 193 en la enseñanza
primaria.
En 1958 prestaban servicios en la educación pública 23
648 trabajadores. En 1969 el número de
trabajadores que prestan servicios en la educación ascendió a 127 526.
El número de becas, que era —en 1958— 15 698, es hoy
277 505. Y no incluye en esta cifra el
número de niños en círculos infantiles y en escuelas de seminternos.
En 1958, el gasto público por concepto de educación
era de 77 millones de
pesos. En 1969, se elevó a 290,6
millones.
Entre beneficiarios de la seguridad social —es decir,
los que recibieron nuevas pensiones y jubilaciones—, trabajadores de la salud
pública, trabajadores de la enseñanza y estudiantes becados, suman en 1970 no
menos de 900 000 personas. Si a esta
cifra se añaden los hombres involucrados en la defensa del país, la cifra pasa
de 1 100 000 personas.
El gasto público por concepto de seguridad social,
salud pública y educación —tres sectores—, que era en 1958 de 213,8 millones,
asciende en 1970 a no menos de 850 000 000.
Si incluimos los gastos de la defensa del país a estos tres sectores,
entre los cuatro se aproxima a los 1 200
millones de pesos cada año.
He querido expresar las cifras comparativas en
pesos. He querido expresar las cifras
comparativas en seres humanos.
El número de raciones dobles distribuidas como
promedio en el primer semestre, entre trabajadores industriales y de servicios,
becarios, círculos infantiles, escuelas de seminternos, movilizados en la
agricultura y la zafra, personas hospitalizadas y combatientes del MINFAR y el
MININT, ascendió a 2 250 000 raciones dobles aproximadamente cada día.
Y de más está decir que esos servicios no pueden,
incluso, dejar de crecer. Baste decir
que las mujeres trabajadoras aumentaron, de 194 000 en 1958, a 600 000
aproximadamente en 1970. Lo que
naturalmente genera cuantiosas y nuevas necesidades no solo de círculos
infantiles, sino también de escuelas de seminternos.
A la vez, no obstante el número de trabajadores de la
enseñanza señalados aquí y de los gastos en los servicios de la educación,
debemos señalar que esos servicios están lejos todavía de poderse considerar
plenamente satisfechos, tanto en cantidad como en calidad. Subsisten innumerables casos de alumnos que
van a una sola sesión por problemas de maestros y problemas de aulas.
Y el número de maestros primarios que necesitamos
entre 1970 y 1975 es de 7 000 por año, ¡siete mil nuevos maestros deben
graduarse por año! Parte para las
necesidades no satisfechas, parte para las necesidades de aquellos que no
pueden proseguir en el magisterio por problemas de edad, y parte para
satisfacer los incrementos y las exigencias tanto en cantidad como en
calidad. Se necesitan, por tanto, 35 000 nuevos maestros en los próximos cinco
años. Y se necesitarán por las mismas
razones 4 000 nuevos profesores de secundaria básica, o mejor dicho: 4 000 nuevos profesores de secundaria básica
por año hasta 1975.
Y se necesitarán 1 800 nuevos profesores de enseñanza
media superior por año. Es decir que
necesitaremos graduar —y ello no quiere decir que vayamos a graduarlos, porque
desgraciadamente no podemos; todavía no podemos—, necesitamos graduar 12 800
nuevos maestros primarios, profesores de secundaria básica y de enseñanza media
superior por año; y un número total de 64 000 en cinco años.
Me parece que cualquiera comprende lo que significa
para este país resolver o no resolver ese problema. Me parece que cualquiera comprende a lo que
puede llegar o no llegar un país si resuelve o no resuelve el problema de la
educación. Y tener que resolverlo en las
condiciones que les expresaba anteriormente, y sacar todo eso de una población
cuya estructura de edad empeora, y donde un 32% de la población —porcentaje que
no crecerá en los próximos años— tiene que satisfacer esas necesidades.
A modo de comparación baste decir que los países
industrializados de Europa, incluyendo los países socialistas, con una
productividad del trabajo incomparablemente más alta, con un desarrollo mucho
mayor de sus fuerzas productivas, emplean un promedio, o empleaban en la década
de 1960 a 1970, un promedio aproximado del 45% de su población total. Nosotros empleamos y tendremos que emplear,
no solo para el desarrollo, no solo para las necesidades insatisfechas, no solo
para las necesidades crecientes, el 32% de esa población. Y en la medida en que logremos emplear más
mujeres, nuevas y nuevas necesidades surgirán de escuelas, de círculos, de
seminternados, y de todo tipo.
Por concepto de la Ley de Reforma Urbana, han recibido
los títulos y el usufructo gratuito de casas y habitaciones 268 089 familias, y
el valor de esos inmuebles se calcula en 3 500 millones de pesos. De modo similar, más de 100 000 familias
campesinas que antes de la Revolución pagaban rentas recibieron el usufructo gratuito
de las tierras que ocupaban.
El aumento del número de jubilaciones, servicios
educacionales, médicos, los servicios imprescindibles de la defensa del país,
unidos a los ahorros en pago de alquiler y renta de la tierra, han elevado a 3
000 millones de pesos aproximadamente el dinero efectivo y las cuentas de
ahorro en poder de la población.
Una política de precios para compensar este desnivel
—y esto nos ayudará a comprender a nosotros, y también a los que se interesan
por estas cuestiones en el exterior, los problemas de la libreta, una política
de precios para compensar este desnivel habría constituido un sacrificio
despiadado para los sectores de menos ingresos de la población. Está claro:
una política de precios para equilibrar la cantidad total de bienes y
servicios que no recibe gratuitamente el pueblo —porque los que reciben
gratuitamente no se cuentan en esta compensación—, es decir, una política de
precios para compensar estos desniveles entre bienes y servicios y dinero,
habría constituido un sacrificio despiadado para los sectores de menos ingresos
de la población.
Tal política podría ser utilizada con relación a
productos suntuarios o no esenciales, pero jamás en los artículos de primera
necesidad. Este es nuestro criterio, y
esperamos que sea también el criterio del pueblo (APLAUSOS).
La devaluación o el cambio de moneda, como se hizo en
los primeros años, es correcta cuando se aplica a los burgueses; pero sería
repugnante con relación a los ahorros de los trabajadores (APLAUSOS). Ese es nuestro criterio, y esperamos que sea
también el criterio del pueblo (APLAUSOS).
Y esto forma parte de algunos de los complejos
problemas de nuestra economía que nos corresponde resolver.
Ahora bien:
cómo se traducen estas cuestiones, como son estructura de la población,
crecimiento de los servicios esenciales e imprescindibles... Porque no creo que haya nadie que dude de
cuán imprescindible era darles el derecho a la pensión en la vejez a los
hombres y mujeres que trabajaron explotados toda su vida. Y qué clase de pueblo sería este, que con un
sentido egoísta hubiese dejado de reparar semejante injusticia: qué clase de pueblo sería este si hubiese
permanecido insensible ante el machetero de 30 años con una jubilación de siete
pesos mensuales.
No creo que haya un solo cubano que albergue la menor
duda del esfuerzo que se ha hecho por la salud del pueblo —tragedia que
conocieron millones de personas en este país, familias que vieron morir a miles
y decenas de miles y cientos de miles de sus hijos, y se podrían calcular
matemáticamente—, no creo que haya nadie, y mucho menos quienes hayan tenido
oportunidad de conocer el interior del país, que tenga la menor duda de la
imprescindible necesidad de los servicios médicos establecidos por la Revolución
al precio de cualquier sacrificio. Y si
algunos opinan, si algunos hablan de esto, es precisamente para decir que les
hagan unos policlínicos de tantas camas, o que haya un médico allí en la
fábrica o en el pueblo, o que haya uno por lo menos de guardia durante la
noche. Y hay que decir que todavía miles
y miles de nuestros obreros que trabajan en la marina mercante, que transitan
por los océanos del mundo, o de los miles y miles que pescan en nuestra flota pesquera,
solo en muy pocos de esos barcos hemos todavía podido introducir un médico que
pueda salvar, en caso de accidente o de enfermedad de urgencia, una vida. Si algo podemos decir es que son
insuficientes.
No creemos que haya un solo cubano que dude de la
imperiosa, la dramática necesidad de sacar a este país del analfabetismo y del
semianalfabetismo. Porque si analfabetos
éramos un 30% de la población, semianalfabetos lo éramos un 95%. Y las consecuencias de ese analfabetismo y de
ese semianalfabetismo las estamos pagando y las estaremos pagando todavía
durante muchos años. Y lo vemos, y
tenemos ocasión de verlo incesantemente, cuando en cargos de dirección de una
fábrica y al frente de muchas actividades nos encontramos compañeros llenos de
la mejor buena fe en muchas ocasiones, pero cuyos niveles no rebasan los del
6to grado.
Y si hay ciudadanos que nos hablan de educación, no
hemos conocido todavía ninguno que haya sido para decirnos que debimos hacer un
poco menos de esfuerzo en la educación, de dar un poco menos de becas, de crear
un poco menos de plazas de maestros, de hacer un poco menos de escuelas. Porque lo que nos encontramos incesantemente
a lo largo y ancho del país son miles y miles de personas diciendo que aquella
escuela es pequeña, que no caben, que hay que hacer una mayor, que hay que
poner un doble turno, que hay que poner un comedor obrero; miles y miles que
dicen que necesitan más maestros y mejores maestros, y más libros y más papel y
más material escolar; y pueblos que quieren secundaria básica y preuniversitarios,
y demanda de miles y miles de becas.
Porque ya se están graduando no menos de 60 000
alumnos de 6to grado cada año, y en el futuro no lejano, si logramos ganar la
batalla de la educación, deberán graduarse no menos de 150 000.
Y me pregunto si el destino de los hijos de este
pueblo es llegar a 6to grado, y me pregunto si el destino de este pueblo en
medio de un mundo que se revoluciona tecnológicamente con una increíble
dinámica, si el destino de este país podrá ser destino alguno con un 6to grado
por regla general. Porque ya hoy
prácticamente un simple 6to grado equivale a un analfabetismo.
De manera que, no obstante esos gastos y esos
esfuerzos, lo que nos encontramos hoy es todavía una inmensa demanda de nuevos
y nuevos gastos y nuevos esfuerzos.
Y no creo que haya un solo cubano, no creemos que haya
un solo revolucionario que entienda que este país debió permanecer desarmado y
cruzarse de brazos frente al poderosísimo enemigo imperialista que tenemos a 90
millas de nuestras costas, frente a un enemigo que no vaciló en emplear todos
los medios —de cualquier índole—, todas sus armas, para destruir la
Revolución. No creo que haya un solo
cubano que haya dudado de que frente a las acciones de este enemigo, frente a
cada amenaza, frente a cada peligro, nosotros, nuestro pueblo, hubiese
permanecido desarmado, indefenso. Por el
contrario: la inmensa mayoría del pueblo
aprendió a usar las armas, conscientes de que no bastaría el número de cuadros
y de hombres permanentes a la hora de defender el país frente a ese
enemigo. Y también en esa imprescindible
tarea de la Revolución ha sido imprescindible emplear cientos de miles de
hombres —se puede decir cientos, aunque
no lleguen a 300 000, digamos— y decenas y decenas de miles de cuadros. Que es cierto que, al igual que nuestros
estudiantes, participan en las tareas productivas en momentos críticos, es
decir, en los momentos del gran pico de la necesidad de fuerza de trabajo en
nuestros campos, como son las zafras; pero también es cierto que en la medida
en que nuestros estudiantes tecnológicos y de nivel medio han tenido que
pasarse meses y meses cortando caña, en la misma medida tardaremos más y más
años en tener los técnicos que tan urgentemente necesitamos. Y en la misma medida en que nuestros combatientes
han tenido que participar meses y meses en la zafra, hemos tenido que
sacrificar, también, su preparación combativa en caso de guerra. Y desgraciadamente, dado el nivel de nuestras
fuerzas productivas, dado el nivel de productividad de nuestro trabajo,
tendremos que seguirlo haciendo.
Estas son realidades que nos impuso el hecho mismo de
la Revolución. Mas no las enumeramos a
modo de excusa o a modo de pretexto, como una explicación o como única
explicación de nuestros problemas; las brindamos simplemente como elementos de
juicio para evaluar la situación global.
A todo esto hay que añadir una, y no de poco peso, que
es nuestra propia ineficiencia, la ineficiencia, nuestra ineficiencia en el
trabajo general de la Revolución.
¿Y cómo se traduce esta tensión entre las necesidades
de desarrollo? Porque si se quiere hacer
una planta como la de Cienfuegos, capaz de producir casi medio millón de
toneladas de fertilizantes nitrogenados por año —fertilizante que hoy
importamos, porque el que producimos aquí no es que se produzca sino que se
mezcla, mezcladoras; importamos los elementos y los mezclamos—, hay que
invertir más de 40 millones de dólares y pagarlos.
Y así por el estilo en cada una de las industrias, en
cada uno de los equipos, en cada una de las máquinas que este país trae.
Las tensiones derivadas de las necesidades del
desarrollo, unidas a la satisfacción de esos recursos imprescindibles con la
estructura de población que poseemos, unidas a la incuestionable ineficiencia
de todos nosotros.
Acabamos de librar una batalla heroica. Y eso se puede llamar realmente una batalla
heroica. Y los héroes están aquí
representados. Héroe fue el pueblo de
esa batalla, la batalla por los 10 millones, en la siembra y en la cosecha
(APLAUSOS). Y se cortó caña
prácticamente para 10 millones, que se habría podido traducir en 10 millones
con una industria adecuada.
Héroe fue el pueblo no solo haciendo esta tarea. Más héroe todavía cuando se empeñó en cortar
hasta la última caña, aun sabiendo que no se alcanzarían los 10 millones
(APLAUSOS). Y así lo hizo. Y solo faltaba alguna caña en la provincia de
Oriente, mas consideramos que ya no era por ningún concepto razonable, más allá
del 23 de julio, continuar la cosecha.
Naturalmente, nuestra producción se incrementó de modo
notable en azúcar. Más de 4 millones de
toneladas por encima del año anterior.
Incrementos de producción que constituyen verdaderos récords, difíciles
de superar como incremento —no quiere decir que sea imposible superar algún día
estas cantidades de azúcar, sino dar saltos en la producción azucarera tan
altos—, sobre todo si se tiene en cuenta, cuando hablamos de estructura de
población y cuando hablamos de necesidades de fuerza de trabajo, que no solo ha
habido aumentos cuantitativos de necesidades, sino que se han producido cambios
cualitativos, dado que en el pasado cientos de miles de cubanos en nuestros
campos tenían que trabajar 15, 16 y 17 horas, cortando la caña a mano,
levantándola a mano, llevándola con los bueyes que tenían que enyugar desde por
la mañana, y solo trabajando 15 ó 16 horas diarias podían hacer esas
tareas.
Y hoy no hay cubano en nuestros campos que, salvo como
no sea para cumplir una meta, una palabra empeñada, una cuestión de honor —como estos compañeros, como estos héroes
del trabajo... Las razones por las
cuales un número de trabajadores hace esfuerzos extraordinarios, no son las
razones del pasado, que eran el hambre y la muerte, sino el honor (APLAUSOS).
El hecho incuestionable es que no es ese, ni puede ser
de ninguna manera, el parámetro de trabajo.
Ni podía la Revolución sencillamente decirles a los cubanos: sigan trabajando 16 ó 17 horas, en espera de
que este país se desarrolle. Si
teóricamente, incluso, eso pudiera sostenerse, desde el punto de vista político
habría sido sumamente conveniente enviar a Mazorra a quien pretendiera en la
práctica hacerlo.
No nos olvidemos de que al principio éramos solo un
pueblo rebelde, emocionalmente revolucionario, pero que de problemas políticos
y sociales nos tenían realmente confundidos y nos tenían realmente adoctrinados
los periódicos, las revistas, las películas, los libros y todos los medios de
divulgación imperialistas.
No olvidemos, y digámoslo, no como un motivo de
vergüenza, sino incluso de orgullo. Y
como prueba de lo que pueden hacer los pueblos, y como prueba de las
posibilidades de las revoluciones, hay que decir que la mayoría de nuestro
pueblo a principios de 1959 no era siquiera antimperialista, no había
conciencia de clase, ¡instinto de clase!, que no es lo mismo.
Es necesario recordar que los primeros años fueron los
años de grandes batallas políticas, de grandes batallas ideológicas entre el
camino capitalista o el camino socialista, entre el camino burgués o el camino
proletario, y que el trabajo de la pequeña vanguardia revolucionaria fue
conquistar primero que nada la conciencia de las masas (APLAUSOS).
En aquella época no se hablaba de producción —de la
producción se ocupaban los capitalistas—, ni de cifras, ni de estadísticas, ni
de estructuras. Eran las necesidades
acumuladas por el desempleo, la explotación, el abuso, la injusticia de todo
tipo.
Se combatía en el campo de los hechos y se combatía en
el campo de la ideología contra los enemigos de la Revolución.
De manera que han ocurrido no solo cambios
cuantitativos en las necesidades, sino también cualitativos. Y hay que seguir haciendo tareas, hay que
seguir haciendo tareas como la de la zafra, ¡y hacerlas todavía en condiciones
de trabajo manual! Cuando hace rato ya,
en estos años, que muchos de los viejos que cortaban aquella caña están
jubilados, y muchos de los otros cubanos que tenían que trabajar 15 ó 16 horas
fueron hacia otras actividades, hacia otras posibilidades. Y nadie se lo iba a impedir. Y nadie se lo podía impedir. Y ninguna revolución le podía decir a un
hombre: tú estás condenado toda la vida
a este trabajo, sin la esperanza siquiera de aprender a manejar una máquina,
sin la esperanza de ir a trabajar en otro frente.
Y hoy esas tareas las realizan no ya los que en aquel
entonces tenían que hacerlas para no morirse de hambre, sino en su inmensa
mayoría trabajadores de la industria y de otros servicios, estudiantes y
soldados.
Y en estas condiciones nuevas decíamos que las
tensiones se hacen evidentes, en estas condiciones libramos esta batalla
heroica. Pero no fuimos capaces de
librar la batalla simultánea.
Cuando se hablaba de batalla simultánea antes de la
zafra de los la millones, y mientras se sembraba la caña para los 10 millones se
repitió muchas veces batalla simultánea.
Batalla simultánea significaba llegar a realizar ese imprescindible
esfuerzo que, como explicamos en una ocasión, no era por razones deportivas
precisamente, sino por imperiosas necesidades de nuestra economía, para nuestro
desarrollo, para vencer nuestra pobreza, para superarla.
No olvidemos que a pesar de todo y durante estos años
hemos tenido grandes desbalances en nuestro comercio exterior, fundamentalmente
con la Unión Soviética. No olvidemos que
hay que importar casi 5 millones o algo más de 5 millones de toneladas de
combustible, porque es un producto que hay que traerlo y porque la exploración
y el descubrimiento y la puesta en producción de los pozos petroleros requieren
serios y profundos estudios que no se realizan de un día para otro; que somos
un país sin carbón, que somos un país prácticamente sin energía
hidráulica. Nuestros ríos son pequeños y
su mejor opción siempre será, en nuestro clima y en nuestras condiciones, el
regadío.
De manera que nosotros importamos toda la energía de
esas luces que nos iluminan, de cada torno que se mueve, de cada máquina que
actúa, motores de todo tipo. En
actividades de todo tipo esa energía sustituye el brazo del hombre, mueve un
centro de acopio o mueve infinidad de máquinas o satisface necesidades
esenciales.
Todavía no encontramos un solo ciudadano que nos haya
dicho: ¿Por qué tanta luz? ¿Por qué no un poco menos de luz? Sino ciudadanos que nos dicen: no hay electricidad, queremos más
electricidad, necesitamos plantas eléctricas, necesitamos esto, necesitamos lo
otro, necesitamos máquinas, necesitamos transporte; no tenemos esto, no tenemos
lo otro.
Y aún así, importamos algo más de 5 millones de
toneladas por año y el trigo que consumimos y la materia prima que empleamos en
numerosas industrias y las máquinas que necesitamos. Y hemos estado invirtiendo algo más que lo
que producimos.
Repito que fuimos incapaces de librar lo que
llamábamos la batalla simultánea.
Y, efectivamente, el esfuerzo heroico para elevar la
producción, para elevar nuestro poder adquisitivo, se tradujo en
descompensaciones en la economía, en reducciones de producción en otros
sectores y, en fin, en un acrecentamiento de nuestras dificultades.
Claro está que el enemigo usó mucho el argumento de
que la zafra de los 10 millones traería algunos de estos problemas. Nuestro deber era hacer el máximo para
impedirlo. Y en la realidad no hemos
sido capaces.
Nuestros enemigos dicen que tenemos dificultades, y en
eso tienen razón nuestros enemigos.
Dicen que tenemos problemas, y en realidad tienen razón nuestros
enemigos. Dicen que hay descontento, y
en realidad tienen razón nuestros enemigos.
Dicen que hay irritaciones, y en realidad tienen razón nuestros enemigos.
Como ven, no tenemos el temor de admitir cuándo
nuestros enemigos tienen razón (APLAUSOS).
Pero voy a dar más datos.
Esto que traigo aquí no es un discurso, no es un
discurso, no señor; estos datos constituyen un informe altamente secreto de la
economía. Y esto que traigo aquí no es
un discurso, sino los secretos de la economía (APLAUSOS), de esas cosas que se
escriben y se dicen en secreto para que el enemigo no lo sepa. ¡No!
Aquí los tenemos. No los decimos
para que el enemigo lo sepa. ¡El enemigo
realmente nos importa un bledo!
(APLAUSOS.) Y si algunas de las
cosas que decimos las explota el enemigo y nos producen profunda vergüenza,
¡bienvenida sea la vergüenza!
(APLAUSOS), ¡bienvenida sea la pena si sabemos convertir la vergüenza en
fuerza, si sabemos convertir la vergüenza en espíritu de trabajo, si sabemos
convertir la vergüenza en dignidad, si sabemos convertir la vergüenza en
moral! (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE:
“¡Fidel, Fidel, Fidel!”)
De manera que aquí están los secretos, para el pueblo
(APLAUSOS).
Si analizamos los problemas por sectores, en el sector
agropecuario explicamos la caña, el azúcar producida, los récords
alcanzados.
Si explicamos las siembras de arroz, efectivamente ha
habido una considerable ampliación en las siembras, incrementos de la
producción; pero estamos muy lejos de podernos sentir satisfechos todavía,
tanto en la cantidad como en la calidad, del desarrollo de los planes
arroceros.
En los pastos, hasta junio 15 la siembra de pastos ha
alcanzado un nivel de 2 753 caballerías, que resulta prácticamente similar al
sembrado en todo el año de 1969. Las
tierras en movimiento alcanzan 5 290 caballerías, lo que permite augurar que
las siembras del año deben sobrepasar las 10 000 caballerías, con lo cual se
revierte la tendencia decreciente que tenían las existencias de pastos en los
últimos años.
Carne de res.
Las entregas de ganado en pie a la empresa de la carne son similares a
las de 1969. Los pesos promedio se han
mantenido bajos.
Entrega de carne, conceptos, en 1968. Miles de cabezas: 485.
Es decir, en 1968 fueron 485 000 cabezas; en 1969, 466 000; en 1970
lleva un ritmo también de 466 000. En
miles de toneladas: en 1968 era de 154 000; en 1969 fue de 143 000, y este año
se calcula en 145 000.
Promedio de peso en kilogramos. En 1968, 317 kilogramos por res; en 1969, 307
kilogramos; en 1970, 310 kilogramos.
La escasa disponibilidad de ganado cebado y los
problemas en la transportación interna han hecho que se produzcan atrasos en la
distribución en las provincias de Oriente, Matanzas y en La Habana.
Y eso no es todo.
No basta el esfuerzo en la siembra de pastos que, como se informa aquí,
va creciendo. Es necesario un esfuerzo
tremendo en el número de gestaciones de vacas; es necesario un esfuerzo
tremendo en la construcción de potreros para los pastoreos y para la ceba,
puesto que sin ese esfuerzo las consecuencias pueden ser la reducción de la
masa —porque con una población que crece es imprescindible no solo hacer que
cada vaca o el máximo de vacas traiga un ternero, que el máximo de terneros
llegue a la edad adulta, que cada uno de ellos alcance en el mínimo de tiempo
el máximo de peso—, o las consecuencias pueden ser la de que una masa ganadera
que creció por el no sacrificio de hembras se pueda ver en la necesidad de
reducir la masa, sencillamente para no reducir niveles de consumo. Que, desde luego, hay que hacer todo lo
necesario para impedirlo, ¡todo lo necesario para impedirlo!
Leche. El
acopio de leche fresca de enero a mayo es de 71,3 millones de litros, lo que
significa una reducción de un 25% sobre el mismo período de 1969, que fue de
95,1 millones de litros.
La caída del acopio se produce tanto en el sector
estatal como en el privado. Pero en este
último es relativamente mayor. Esta
pérdida de acopio se origina en limitaciones constructivas y en la no
recuperación de las capacidades perdidas; es decir, de las viejas lecherías de
guano.
Existe un desaprovechamiento del potencial lechero por
falta de capacidad instalada.
De manera que el problema en el caso de la leche no es
ya un problema de número de vacas y de novillas con capacidades potenciales de
producir leche, sino de las capacidades requeridas para su explotación.
Esta disminución en el acopio implica incrementos
notables en las importaciones de leche en polvo del área de moneda libremente
convertible, para cubrir el consumo con las limitaciones establecidas.
Estas importaciones en 1970 suman 56 000 toneladas,
con un importe de casi 12 millones de dólares.
Para 1971 se proyectan importaciones similares. También se originan por este motivo
importaciones de mantequilla sin sal.
Pesca. Aun
cuando el cumplimiento del plan de captura en el primer semestre alcanza un
78%, esto representa aproximadamente 8 000 toneladas más que las logradas en
igual período en 1969.
Cemento. La
disponibilidad hasta junio es ligeramente superior a la de 1969, y un 23% menor
que la de 1968 en ese mismo período, debido a dificultades en la transportación
de arena y extracción del producto terminado.
Barras de acero.
Las entregas hasta junio han sido menores que las de 1969 en un 38%, por
falta de transporte. En junio 30 se
encontraban aproximadamente 25 000 toneladas
en los patios de Antillana. Cerca del
60% de la producción del primer semestre todavía allí en los patios de la
fábrica.
Fertilizantes.
Nos referimos a ese fertilizante que se mezcla aquí. El plan de producción presenta un atraso
hasta junio del orden del 32%, es decir, 130 000 toneladas, motivado fundamentalmente por limitaciones en la
transportación del producto terminado.
Maquinaria agrícola.
Las entregas a la agricultura del plan de producción de equipos
nacionales se ha cumplido hasta mayo solo en un 8%.
Níquel. Las
exportaciones de este producto representan, de acuerdo con el plan, 217,8
millones de pesos en 1970. Hasta el mes
de junio, las plantas de Moa y Nicaro han cumplimentado su plan del primer
semestre al 96%.
De manera que en la producción de níquel, en general,
no ha habido problemas.
En combustibles y lubricantes, es decir en la
industria de refinación de petróleo, tampoco han existido inconvenientes. Ese sector va cumpliendo su plan.
En energía eléctrica.
La generación de electricidad hasta mayo es superior en un 11%
aproximadamente a la de igual período del año anterior, manifestándose al
propio tiempo un alto crecimiento de la demanda máxima de alrededor de
17%.
Es decir, la producción de energía eléctrica ha
crecido un 11%, pero la demanda ha crecido un 17%.
El déficit existente para cubrir la demanda máxima se
traduce en interrupciones del servicio, que tenderán a agravarse, motivado por
limitaciones en la fuerza de trabajo para el mantenimiento, y a los atrasos en
la instalación de nuevas capacidades de generación.
La falta de fuerza de trabajo afecta la construcción
de líneas y subestaciones. El tramo
hasta Holguín de la línea de 220 kilowatts Renté-Nuevitas no parece probable
que se termine para finales de año, como estaba previsto. Es decir, es posible que se tarde algunos
meses más.
Rayón. A causa
de la situación crítica que se confronta con la fuerza de trabajo, ha sido
necesario reducir los planes de producción, afectándose fundamentalmente la
línea de neumáticos. Se acometerá en
breve la rehabilitación de la fábrica para terminarla este propio año.
Esta fábrica, importantísima para la economía, base de
la producción de neumáticos, que son a su vez tan importantes para un punto
crítico como el transporte, confronta un tipo especial de problema, que es la
contaminación en el ambiente del sulfocarbonismo. Esta contaminación se deriva de las materias
químicas que emplea la planta.
¿Y qué ocurría en el pasado? En el pasado era tres veces mayor que
hoy. Hoy se ha logrado reducir esa
contaminación en un tercio. Sin embargo,
los dueños de aquella planta, y los administradores, mantenían el secreto de
las consecuencias nocivas para la salud de esta contaminación con
sulfocarbonismo. Y, sin embargo, había
demanda de trabajo y era considerado aquello como un empleo bueno, bien pagado. Hoy no constituye un secreto, porque la
administración revolucionaria no puede engañar a los obreros. Se trabajó en la reducción, se logró un
tercio de reducción del problema; pero no resulta fácil el mantenimiento de la
fuerza de trabajo, aun incluso en circunstancias racionales, que existe la
manera: no prolongando la permanencia en
la fábrica más allá de determinados límites, cambiando de taller, y otras
medidas. La industria del país adonde se
destinan los mejores recursos alimenticios, la que tiene más asignaciones
alimenticias es esa. De ahí que la
dificultad ahí no haya sido por un problema de zafra, sino por este problema
específico. Y se están acometiendo las
inversiones por un valor de más de un millón de dólares en importación, para
anular por completo el fenómeno de la contaminación de sulfocarbonismo. Pero este hecho ha estado incidiendo, por
esta razón, en una industria importante.
Papeles y cartones.
La producción se ha visto afectada en 5 900 toneladas en relación con el
plan, por limitaciones en el suministro de bagazo y en la recepción tardía de
las importaciones de sulfato de alúmina y sosa cáustica. El cumplimiento del plan de este año está en
dependencia de la transportación de 30 000 toneladas de bagazo desde Camagüey a
la papelera Damují, y a la llegada de la sosa cáustica importada. A su vez, las dificultades en la
transportación de productos de las papeleras a las unidades de corrugado
ocasionan incumplimientos en el plan de cajas de cartón, que afectan las
producciones de leche condensada, bebidas, pintura, productos farmacéuticos,
etcétera.
Botellas. La
producción se ha visto afectada por los problemas de la fuerza de trabajo y
dificultades para la transportación de materias primas a las distintas
unidades, y para extraer el producto terminado.
Para cubrir los déficit en las entregas de frascos para medicamentos, se
importan 2 millones de dólares en moneda convertible. En 1971 se prevé una importación mayor.
Neumáticos y acumuladores. La producción de neumáticos se incumplirá en
216 000 unidades, es decir, un 50% del plan; de los cuales, 150 000
corresponden a neumáticos de pasajeros.
También se disminuirán las entregas a la Operadora de Fletes para el
transporte ligero. Esto se origina por
el bajo suministro de cuerda de rayón, motivado por los problemas en la
rayonera de Matanzas. Aparte de lo
anterior: las irregularidades en las
llegadas de materias primas de importación ocasionan cambios en las fórmulas,
mermando la calidad del producto terminado.
Desde luego, no se producían en el país todos los
neumáticos que se consumen ni mucho menos.
Se hacen importantes importaciones de neumáticos. Pero estas afectaciones en la producción de
neumáticos son sensibles.
La producción de acumuladores también se ha afectado
en un 33% del plan acumulado, aproximadamente 16 000 unidades, por demoras en
las llegadas de óxido de plomo y las cajas para acumuladores. También ha incidido en el incumplimiento el
bajo porcentaje de recuperación de las cajas, por su uso excesivo y el mal
estado de los equipos que requieren mantenimiento.
Calzado de cuero.
El plan para el año fue ajustado de 15,6 a 13,9 millones de pares. Hasta mayo se han dejado de producir
aproximadamente un millón de pares, motivado por el atraso en la puesta en
marcha de una nueva unidad en Manzanillo, el ausentismo y las movilizaciones a
la agricultura. De ese atraso, unos 400
000 pares corresponden a calzado de trabajo.
Existe —además— un deterioro en la calidad del calzado, fundamentalmente
en el de trabajo, debido a la alteración de los procesos tecnológicos y del
tiempo requerido para la salazón de las pieles.
En adición a esto se puede señalar que ya está casi a
plena capacidad la fábrica de producción de zapatos plásticos y que podrá
producir en los próximos 12 meses no menos de 10 millones de pares; lo cual
ayudará considerablemente a la satisfacción de las necesidades de zapatos de
mujeres y de niños. No el zapato de
trabajo de hombre, no el zapato cerrado, puesto que todavía ese tipo de
material es impermeable. Existe ya un
material que se está analizando, llamado polyuretano, con el cual se pueden
hacer zapatos cerrados, y se está estudiando esa tecnología.
Esas máquinas se adquirieron y se instalaron a una
gran velocidad. Están manipuladas por
300 personas —su inmensa mayoría mujeres—, y esos 300 trabajadores producirán
por año unos 12 millones de pares. En
Santiago de Cuba se están echando ya los cimientos para una planta similar. De manera que mientras 600 trabajadores —una
gran parte mujeres— con cuatro turnos...
Porque hay que decir que esa fábrica está ya, por vía de ensayo —y
debido a su alta productividad—, con un sistema en el cual las mujeres que
trabajan de madrugada, trabajan cinco horas solamente; el máximo, siete; el
mínimo, cinco; dos turnos, seis horas.
Es decir, dos turnos de seis horas, uno de siete y otro de cinco. Seiscientos trabajadores —casi todos
mujeres—, con esas máquinas y ese producto químico, producirán 24 millones de
pares por año. Actualmente, con el
calzado, la goma y otros tipos de zapatos, 19 000 trabajadores producen unos 18
ó 19 millones de pares. Esto quizás es
un indicativo del camino, del único camino para la solución de los problemas
que veníamos planteando anteriormente.
Tejidos y confecciones. Existe un atraso de 16,3 millones de metros
cuadrados en la producción de tejidos hasta junio, debido principalmente a la
falta de fuerza de trabajo, agudizada por movilizaciones a la agricultura. Esto implica una afectación a los tejidos de
uso personal y doméstico, representando atrasos en las confecciones textiles y
rebajas en la distribución directa a la población. Los atrasos en las confecciones se localizan
fundamentalmente en ropa de colegial, ropa interior de hombre, sábanas, fundas
y ropa de vestir, etcétera.
Pasta dental.
El plan de producción se ha incumplido en un 11%, fundamentalmente por
las limitaciones de tubos de aluminio, a causa de la movilización de
trabajadores a la agricultura.
Jabones y detergente.
El plan de producción presenta un atraso del orden de un 32%, motivado
por las dificultades con la transportación externa de materias primas como el
dodecilbenceno, y las demoras en entregas de sosa cáustica.
También en los jabones se ha incumplido el plan hasta
junio, por retrasos en los embarques de materias primas, y la falta de
transportación externa para las compras en el área capitalista.
Pan y galletas.
La producción de pan en La Habana presenta un incumplimiento en el
semestre de un 6% con relación al plan y un 2% menos que en igual período de
1969, por motivos de ausentismo, roturas en las panaderías y falta de fluido
eléctrico. Las galletas de sal se han
visto afectadas fundamentalmente por las movilizaciones a la agricultura.
El consumo. Se
han registrado los siguientes aumentos en la distribución: Arroz:
se aumentó la cuota a la población hasta 6 libras por persona
nacionalmente desde abril, y a organismos desde enero. Pescado fresco: se aumentó la entrega a la población a partir
de abril. Huevos: aumentos en consumo indirecto.
Sin embargo, es notable la restricción y disminución
en el consumo de otros bienes: viandas,
vegetales y frutas, tanto en fresco como en conserva, por caídas en los acopios
agrícolas. Carnes de res y ave: restringido el consumo de algunas actividades
priorizadas, presentándose además retrasos en la distribución a la población a
causa del transporte.
Grasas y frijoles:
retrasos en las entregas por demoras en las importaciones, dificultades
en los puertos, y con la transportación interna. Refrescos:
disminución de la oferta a causa de la falta de botellas. Cervezas y bebidas alcohólicas: disminución en el consumo por la no rotación
de los envases, debido a la limitación en la red de consumo y acumulación de
existencia para los festejos de julio.
Tabaco y cigarros: incremento de
consumo e insuficiencias de las disponibilidades agrícolas obligaron al
racionamiento de este producto. Además,
han existido dificultades en la distribución de artículos industriales tales
como detergente, pasta dental, tejidos y confecciones de todo tipo, ropa
exterior e interior.
El comercio externo.
En el comercio externo se han confrontado incumplimientos en la
ejecución de las importaciones y exportaciones ocasionados por lo
siguiente: demoras en las
contrataciones; dificultades en la disponibilidad de buques para el transporte
de nuestra carga de importación y exportación; situación crítica de la carga y
descarga en los puertos.
Lo anterior ha originado lo siguiente: problemas con el transporte de equipos
procedentes de Europa; atraso en la importación de materias primas y productos
alimenticios; demoras de los barcos en los puertos. Se mantienen las dificultades de mercado en
el área convertible para la adquisición de pulpa de madera, afectándose la
producción de envases. Es decir,
dificultades aun con dinero para comprar este producto que es pulpa de
madera. Se han autorizado las compras
para 1971 y 1972 sin haberse logrado obtener las ofertas necesarias.
Situación de los puertos y transporte interno. Los volúmenes de carga seca movidos en
nuestros puertos en el período de enero a abril superan en un 20% al de igual
período en 1969. No obstante, lo
anterior, el número de buques en puerto aumenta, situación que se acentuará en
el presente mes de julio, en que se esperan 450 000 toneladas de carga, cifra
mayor que la de los meses precedentes. A
partir de marzo, las existencias en puerto aumentaron de 100 000 a 140 000
toneladas como promedio.
En la solución de los problemas operacionales, deberá
incidir favorablemente el proceso de mecanización que se está llevando a
cabo. Deberá prestarse especial atención
al rehabilitamiento, construcción y adquisición de patanas y remolcadores para
asegurar los embarques que se contemplan en los planes de exportación de azúcar
y mieles en 1971. A esto hay que añadir
los trabajos de rehabilitación, dragados y construcción de importantísimas
obras portuarias.
Transporte interno.
Las dificultades se han manifestado tanto en el transporte ferroviario
como en el automotor, determinado en parte por la atención preferente que se le
concedió al transporte de caña y subproductos y a los déficit de piezas de
repuesto, que redujeron la disponibilidad de equipos, lo que ha ocasionado
problemas operacionales y fuertes afectaciones en las actividades económicas
del período.
El transporte de carga por ferrocarriles públicos en
los meses de enero a abril, presenta un incremento del 26% con relación a igual
período del año anterior. En este
período, en el transporte cañero se llegaron a utilizar 60 locomotoras, es
decir, el 27% del parque existente. En
el transporte automotor, la principal afectación de la actividad se origina por
el déficit de piezas de repuesto y el alto nivel de ausentismo, que es uno de
los mayores en los últimos años.
Las afectaciones más importantes por las dificultades
de transportación interna fueron las siguientes: atrasos en la recepción de trenes con ganado
procedentes de Camagüey y Las Villas, lo que ocasionó pérdida de peso en las
reses; incumplimientos en la transportación de pomos de leche a las
provincias. Prácticamente todos los
pomos de cerveza, de leche y de lo que sea, que no se importan se producen en
occidente; como casi toda la tela que no se importa se produce aquí, y eso origina
transportaciones y más transportaciones de todos esos productos desde aquí
hasta Oriente. De manera que incluso
cada botella de cerveza que se envasa en la provincia de Oriente se produce en
occidente, se produce en La Habana.
Acumulación de productos industriales en los almacenes
del MINCIN en La Habana; incumplimientos en transporte de materias primas para
jabones y detergentes, así como de los productos terminados; insuficiente
transportación de arena sílice para la producción de cemento y botellas;
déficit en la transportación de barras de acero; insuficiente transportación de
piensos, afectando la alimentación animal en granjas; insuficiente
transportación de bagazo para las fábricas de papel en Las Villas; paralización
de la fábrica de puntillas de Santiago de Cuba por déficit en la transportación
de materias primas; incumplimiento del plan de producción nacional de
fertilizantes por baja extracción del producto terminado. En el transporte de pasajeros por
ferrocarril, en comparación con 1969, se produjo una disminución de un 36% en
el período de enero a mayo, provocada por el desvío de locomotoras para la
zafra y a la retirada de circulación de coches motores por falta de piezas de
repuesto.
He aquí señaladas las dificultades fundamentales en la
producción agrícola e industrial. Y
desde luego que no son todas. Hay
también serias dificultades que vienen produciéndose y agudizándose desde hace
rato en determinados servicios a la población, como es lavanderías, tintorerías
y otros por el estilo. Es decir que
forman parte en cierto sentido de estas limitaciones y de otras no señaladas
aquí.
En esta enumeración estadística diríamos que solo
aparecen parte de las causas. Hay que
señalar la ineficiencia, hay que señalar la ineficiencia, es decir, el factor
subjetivo entre las causas que han estado incidiendo en estos problemas.
Hay, sí, dificultades objetivas. Se han señalado algunas. Pero no estamos aquí para señalar las
dificultades objetivas. La tarea es
señalar los problemas en concreto. Y la
tarea es sencillamente que el hombre ponga lo que la naturaleza o los hechos de
la realidad de nuestros recursos y nuestros medios no han podido poner. Es el hombre.
El hombre está jugando aquí un papel fundamental. Y fundamentalmente los hombres que tienen
tareas de dirección (APLAUSOS).
Vamos a empezar por señalar en primer lugar en todos
estos problemas la responsabilidad de todos nosotros, y la mía en
particular. No pretendo ni mucho menos
señalar responsabilidades que pretenda que no me pertenecen también a mí y a
toda la dirección de la Revolución (APLAUSOS).
Lamentablemente estas autocríticas no pueden ser fácilmente acompañadas
de otras soluciones consecuentes. Mejor
sería decir al pueblo: busquen
otro. Incluso: busquen otros (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
Sería mejor. En realidad también
por nuestra parte sería hipócrita.
Creo que nosotros, los dirigentes de esta Revolución,
hemos costado demasiado caros en el aprendizaje. Y desgraciadamente nuestro problema —no
cuando se trate de sustituir a los dirigentes de la Revolución, ¡que este
pueblo los puede sustituir cuando quiera, en el momento que quiera, y ahora
mismo si lo quiere! (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!” Y “¡Fidel, Fidel, Fidel!”)—,
uno de nuestros más difíciles problemas es precisamente, y en eso estamos
pagando una buena herencia, la herencia en primer lugar de nuestra propia
ignorancia.
Cuando hablábamos de analfabetos, ciertamente no nos
estábamos incluyendo entre los analfabetos, ni siquiera entre los
semianalfabetos. Para calificarnos sería
mejor incluirnos en la categoría de los ignorantes. Y eso éramos casi sin excepción —¡y la
excepción por supuesto que no soy yo!— todos nosotros. El problema es todavía peor. Es decir, hay incluso analfabetismo o
semianalfabetismo en muchos hombres con responsabilidad. Y uno de los problemas más serios es
precisamente cuando se va a buscar al hombre.
Días atrás, reunidos en el parque “Céspedes” de
Santiago de Cuba, después de visitar una por una numerosas fábricas y hablar
uno por uno con miles de santiagueros, analizamos allí en concreto todos y cada
uno de los factores de las distintas industrias.
La fábrica “Titán”, cómo dejó de producir unas 50 000
toneladas de cemento, y se paraba a cada rato porque los silos se llenaban, mientras
en la ciudad de Santiago de Cuba —como en todas las otras ciudades del país—
había una tremenda demanda de cemento para reparar viviendas.
La fábrica de harina, que había dejado de producir 6
000 toneladas —una fábrica ampliada— porque no se le sacaba la harina producida
y tenía que parar la fábrica, mientras por otro lado podía ocurrir que una
población amaneciera sin pan por falta de harina. ¡Y existiendo allí el trigo para producir esa
harina y las máquinas y los obreros para producirla! Porque hay que decir que no fue la zafra; la zafra incidió en algunos
problemas, pero no en todos. Y les estoy
citando estos ejemplos.
Se realizó, con la mejor buena voluntad del mundo, una
concentración del transporte que fue excesiva. De manera que de una base operativa tenían
que depender en lo fundamental esas plantas.
La de cemento también tenía problemas con el equipo de
las canteras. Y nosotros estuvimos horas
discutiendo, hasta con los operadores de los equipos, toda una serie de
especificaciones, su experiencia y su criterio a los efectos de entre los
medios que están entrando en el país y que entran este año, y de los que
existían ya... Porque están en camino ya
hacia la fábrica “Titán” todos los equipos complementarios y un excedente
incluso para poner la planta al ciento por ciento. Debe haber un exceso en la capacidad de
canteras, porque si no por el ahorro que se haga en las canteras se puede
subutilizar las decenas de millones de pesos invertidos en la industria y el
trabajo de cientos de obreros.
Vimos los problemas de la cervecería “Hatuey”, la
fábrica de cervezas y maltas. Ahí las
transportaciones sí que incidieron muy seriamente. Oriente produce maltas y cervezas para su
consumo. Las botellas —decíamos— llegan
de acá; atrasos en las transportaciones, atrasos incluso en los regresos. Porque ocurrió también que al hacerse la
distribución de algunos de estos productos a través de las tiendas y no en
centros de carácter público se produjo un mucho más lento retorno de las
botellas, que agravó el problema. En
Santiago de Cuba se producían unas 5 000 a 6 000 cajas; se dejaban de producir
unas 300 000 cajas por mes; unos 7 millones y medio de botellas de maltas y
cervezas que habría podido consumir la población en estos meses.
Analizando esos problemas veíamos cómo incluso hay que
introducir rápidamente técnicas y sistemas, como es la distribución en
tanques. Porque ya se empezó a hacer en
algunos lugares con tanques fríos, que tienen el serpentín, que tienen el
compresor, que tienen el medio caballo de fuerza necesario para conservar 100
cajas de cervezas o de maltas, que pueden ser transportadas por un camión de
seis toneladas con un tanque de 3 000 litros perfectamente, y hasta un poco más
de litros. Un Zil 130 puede transportar
el equivalente de 1 000 cajas, es decir, de una sola vez cuando no lo lleva en
forma de cajas.
Hoy en muchos comedores obreros, centros escolares, y
en los centros de recreación, se puede llevar la cerveza en tanques, esos
tanques fríos, ahorrándose todas las botellas, todas las cajas, todas esas
cosas. Aunque, lógicamente, una cantidad
deba ser embotellada para los consumos domésticos. Pero los incrementos de producción en aquella
fábrica incluso pueden ampliarse.
Y le pedí al compañero Risquet que, con el compañero
Ministro del ramo de la alimentación, fuese allí a ver cómo, qué posibilidades hay de ampliación. Porque tenemos la materia prima; la malta, la
cebada, incluso el arroz, que está participando en la producción ya de la
cerveza en un 30%, y la logra de magnífica calidad. En las maltas, además de la cebada, el arroz,
el azúcar. La cerveza lleva además el
lúpulo.
Se puede, con relativamente pocas inversiones,
aumentar hasta un 50% la producción de maltas y cervezas en Santiago de
Cuba.
Y la producción hoy no la hacemos para la ganancia, la
hacemos para el pueblo. La producción la
hacemos para las necesidades. Y si allí
puede aumentarse la producción para que más obreros, más jóvenes, más
estudiantes, más familias tomen más malta y tomen más cerveza, con
relativamente pocas inversiones, si podemos distribuirlas, ¿por qué no
hacerlo?
Es decir, visitamos numerosos centros. Los talleres... Los talleres de ómnibus de Santiago de Cuba,
los problemas del mantenimiento de los ómnibus Skoda, que en Santiago había 103
ómnibus y había unos 35 prestando servicio, en una ciudad de casi 200 000. Con motivo de las importaciones de los
Leyland interprovinciales, se ha estado liberando un número de ómnibus que estarán
ya en Santiago de Cuba más o menos el 15 de agosto.
Conversando con el compañero Faure, me decía que desde
el 5 de agosto ya podían estar allí, y que ya podemos disponer no de 40, sino
incluso de 53 de esos ómnibus. Esto
puede contribuir a aliviar la situación.
Pero sobre todo se aliviará más en la medida en que el taller de
reparación mejore y en la medida en que las reparaciones se aceleren y se les
pueda dar el mantenimiento adecuado a aquellos transportes.
Nosotros pudimos comprobar en muchas industrias
algunos fenómenos como los siguientes:
la falta de tornos, la falta de herramientas de trabajo, la falta de
instrumentos de medición.
Es curioso, pero lo que nuestro país en este momento
necesita más son microinversiones, ¡microinversiones! Inversiones en tornos para el mantenimiento
en los talleres industriales, de herramientas de trabajo que faltan en casi
todas las industrias, de instrumentos de medición.
Entonces, ¿qué nos encontrábamos en el espíritu de
aquellos obreros de Santiago de Cuba, sabiendo nosotros las necesidades que
tenían en muchos órdenes —porque todas esas transportaciones, si en algún lugar
afectaron más la distribución fue en Oriente, y dentro de Oriente a
Santiago? ¡Una preocupación por la
producción, en primer lugar! De manera
que aquellos obreros —los de la cantera, los de los talleres—, lo primero que
planteaban eran los problemas de la producción.
Con un amor, un entusiasmo por la fábrica y por la producción
tremendos. ¡Y solo después de eso
planteaban los demás problemas! ¡Y en
ocasiones éramos nosotros los que les planteábamos los problemas!
Y veíamos a veces a los obreros con la ropa rota, o
con los calzados rotos —que los hemos visto.
Porque estos problemas de calidad...
No fue tanto la cantidad de calzado como el problema de la calidad; la
introducción de una tecnología nueva, no suficientemente dominada, como son las
suelas esas de caucho, que daba lugar a que se rompiera. Y los macheteros orientales, y los macheteros
de todas partes, deben saber perfectamente bien cómo a veces a los 10 días, a
los cinco días, se caía una suela.
Y cuando se produce una afectación en calidad,
lógicamente de qué vale —puede hacer 30 millones de pares, puede hacer 30— si
no resuelve.
En el calzado fue la calidad una de las cosas que más
afectó.
Y obreros con ropas rotas, y zapatos rotos, pidiendo
tornos, máquinas herramientas, instrumentos de medición, preocupados más por
eso todavía que por los demás problemas.
Incluso a pesar de lo mal que estaban los abastecimientos, preocupados
más por la fábrica y la producción que por los abastecimientos (APLAUSOS). ¡Y eso sí que es una cosa impresionante! ¡Eso sí que es para nosotros una
lección! ¡Eso sí que es confirmación en
la vida y en la realidad de que es en el proletariado, de que es en el
proletariado industrial donde está la clase verdaderamente revolucionaria, la
clase más potencialmente revolucionaria!
(APLAUSOS.)
¡Qué lección práctica de marxismo-leninismo! Nosotros que nos iniciamos en el camino de la
Revolución no por una fábrica, que buena falta nos habría hecho a todos, sino
que nos iniciamos en el camino de la Revolución por la vía intelectual del
estudio de la teoría, del pensamiento. Y
qué bien nos habría convenido a todos nosotros haber conocido mucho mejor y
haber surgido de las fábricas, porque es allí donde realmente está el espíritu
genuinamente revolucionario de que hablaban Marx y Lenin.
¡Y ese espíritu es el de la inmensa mayoría! No importan los pocos elementos lumpen que
puedan existir todavía, recién arribados a la industria en algunas ocasiones;
las excepciones de los ausentistas...
Porque a veces las condiciones son tales, que lo admirable no son los
que faltan sino los que asisten. Y el
espíritu, el sentido del deber con que esa gente asiste a su trabajo. Y el repudio que sienten por el holgazán, por
el vago.
Vaya a una fábrica y pregunte qué opinan los obreros
qué hay que hacer con el vago y el que no trabaja. Si se descuida le piden hasta que los
fusilen, ¡si se descuida le piden hasta eso!
Pero desde luego no pedirán eso.
Ganas no les faltarán, pero comprenden que lo que hay es que reeducarlos
con el trabajo.
Así que veíamos muchas de esas realidades, buena parte
de las cuales tienen solución, buena parte de las cuales tienen solución. Con lo que hay que decir que nosotros mismos
tenemos la culpa de una buena parte de esos problemas, y que sencillamente por
falta de capacidad...
Nosotros —yo les empecé a expresar una idea—,
conversando en el parque con los santiagueros, después de tres días de visita,
explicábamos estos problemas y les decíamos a las masas: ¿Conocen ustedes alguien eficiente que le
podamos dar algunas de estas tareas? Le
preguntábamos a la masa. Porque la
tragedia, una de las tragedias de nuestro país —lo cual no debe ser, ni mucho
menos, motivo de resignación— son los cuadros, los hombres que sean capaces de
desempeñar, con un nivel adecuado de preparación y de inteligencia, las
complejas tareas de la producción.
Esas tareas parecen fáciles. La mayor parte de las veces incurrimos en el
error de minimizar las dificultades. La
mayor parte de las veces incurrimos en el error de minimizar la complejidad de
los problemas. Y eso lo hemos visto
muchas veces en compañeros preparados, compañeros que los conocemos bien por su
voluntad de hierro y sus deseos —porque no hemos dejado de tener esas
experiencias—, y cómo los hemos visto en un frente determinado iniciar lo que
es prácticamente un aprendizaje que dura uno, dos y a veces hasta tres años
antes de empezar a ser eficientes.
¡Si pudiéramos resolver los problemas simplemente con
el cambio de hombres! Tenemos que hacer
cambios. Es incuestionable que hay
compañeros que se han gastado, se han achicharrado incluso, como dicen
algunos. Hay algunos que han pagado por
otros, porque las apariencias a veces caen sobre uno cuyas dificultades no está
en sus manos resolver.
Nosotros nos encontramos que, por ejemplo, frente a la
tremenda presión de las necesidades de vivienda, de reparación de viviendas que
existe en todas las ciudades, pero especialmente en Santiago de Cuba, los
compañeros que están allí en los distritos de la administración local y los del
Partido no tienen un camión, una concretera con que hacer frente a aquellas
demandas.
El cemento allí —corno decía—, la fábrica, se
paraba. Y mientras la fábrica se paraba
allí al lado de Santiago, en Santiago hacía falta cemento.
Se estableció un tanto por ciento de la producción de
aquel cemento para emplearlo en Santiago; pero además, entregar a la población
cualquier cantidad de cemento que por cualquier razón de transporte o
incumplimiento de plan los organismos no busquen. Porque prácticamente con los mismos camiones
que van a tener allí para el movimiento del material de las canteras, ellos lo
pueden llevar fácilmente a Santiago. Y
hay un problema: que si se saca de los
silos el cemento y se envasa no puede estar más de tres meses en el saco. Por eso, cuando ya los silos están llenos, no
se puede decir: vamos a envasar en los
sacos de cartón para guardar.
Se les fue señalando los medios, porque ellos
dependían para cualquier reparación de una base operativa de camiones y no
tenían. Y a un hombre no se le puede
exigir en verdad responsabilidad si no tiene nivel de decisión, porque de lo
contrario nombramos a un hombre del Partido, a un compañero le damos una
responsabilidad y lo que convertimos su trabajo en una trituradora de hombres;
se convierte en el rompeolas, se convierte en el infeliz al que todo el mundo
le plantea el problema.
Listas de entrega de casas. Han hecho listas y no hay casas. Y entonces son unas pocas, o no se termina un
plan de construcción de viviendas.
Entonces un obrero que se está un año y medio en el primer lugar y no le
toca una casa —y eso pasaba en Santiago—, pierde hasta la esperanza de
conseguirla en cualquier momento.
Nosotros vimos, conversando con las compañeras de la
fábrica de cervezas y de maltas, en la embotelladora de la fábrica de Santiago
de Cuba, que de cada 10 mujeres, nueve planteaban el problema de la vivienda
como una de las cosas más apremiantes, ¡nueve!, más que los hombres.
En esto pasaba algo similar entre si se llevaba al
comedor obrero cerveza o malta. Y las
mujeres decían lógicamente malta y los hombres decían lógicamente cerveza.
En el análisis de los centros de recreación... Porque, ¿qué ocurrió en Santiago? Con motivo de la zafra hasta el último bar se
cerró. Resultado de ello: una especie de ley seca. Como resultado de aquella situación empezaron
a producir un alcohol, el alcohol de reverbero, y mezclarlo con otras cosas; y
sacaron un producto por ahí, de tipo...
Realmente, no creemos nosotros que era necesario
eso. Y es una buena lección. Porque lo que se planteó aquí y se dijo ya
desde la ofensiva revolucionaria es que no se consideraba un delito el consumir
una cerveza, el consumir alguna bebida alcohólica; que lo que estábamos era en
contra de esos tugurios que hacían un misterio todo, a media luz, para tomarse
cualquier cosa. Y la Revolución no está
contra eso. Y se hizo. Y se ha estado analizando.
Nosotros le pedimos al compañero que está en ese
sector que analizara el problema de los centros de recreación: qué días deben abrirse. Y entonces analizaran, consultaran con los
obreros, que fueran a los obreros. Y
también ahí nos encontramos las opiniones entre si dos días —sábado y domingo—,
si cuatro días —jueves, viernes... Porque algunos obreros dicen que ellos su
día de descanso no lo tienen el sábado, no lo tienen el domingo; lo tienen el
jueves o lo tienen el viernes o lo tienen en otra ocasión. Y la parte femenina tenía una opinión, la
parte masculina tenía otra.
Nosotros una vez habíamos mandado a hacer una
investigación sobre esa cuestión y había pasado así. Ahora, les dije: no se apuren, indaguen bien qué opinan y por
qué.
Allí presencié una discusión, un análisis entre
hombres y mujeres. El hombre, un hombre
vanguardia que le pedí la opinión, se paró.
El dijo que un obrero de verdad, con conciencia, aunque termine a las
5:00 de la mañana, haga lo que haga un día de descanso, está puntual en su trabajo. El decía que él había estado trabajando allí
en aquella fábrica, se había acostado a las 5:00 de la mañana, y a las 8:00
estaba allí otra vez.
Una mujer había dicho anteriormente que si era así,
luego, los hombres iban a faltar al trabajo.
Otra mujer dijo que no era problema del trabajo, sino
que algunos iban a dejar la mitad del sueldo nada más en la casa y se iban a
tomar la otra mitad.
En fin, ese problema allí. Y yo dije:
estudien bien todo eso para buscar soluciones racionales a los problemas
de los centros de recreación, que también los obreros desean tenerlos, sobre
todo obreros con ese espíritu de trabajo; obreros que han sido capaces de
estar, como han estado los obreros, muchos, trabajando hasta ocho meses
cortando caña, como han estado muchos de los obreros de la capital de nuestro
país.
Porque quiero decirles una cosa: que cuando los macheteros de La Habana
estaban allá en Oriente lo primero que plantearon es que ellos no querían irse
mientras quedara una caña; lo segundo que plantearon, con motivo del terremoto
del Perú, es que estaban dispuestos a ir al Perú (APLAUSOS). ¡Ese es el espíritu, la conciencia de
nuestros obreros! De manera que se ha ido
desarrollando una magnífica conciencia.
Muchas veces los hombres sin ningún nivel de decisión,
enfrentando los problemas.
Algunos creen, por otro lado, que los problemas los
van a resolver milagrosamente y que es problema de hombres.
Yo decía que hemos hecho algunas remociones de
ministros, necesarias, y tendremos que hacer algunas remociones más. Sin embargo, a veces yo pienso con un poco de
tristeza, me parece que hay cierta confusión cuando en la propia masa se puede
creer que el problema es tan sencillo como un problema de remoción de hombres,
de simple remoción de hombres. Y a veces
se habla: si ahora quitan a este y ponen
al otro... ¡Y hay una cantidad tremenda
de organizadores y desorganizadores de gobiernos en esto de hacer
pronósticos!
Y desde luego, no es un deporte la política.
Hay que remover, porque lógicamente hay compañeros que
se gastan, se desgastan; han perdido energías, ya no pueden con la carga que
llevan sobre sus hombros. Y es necesario
hacer remociones. Pero lo que quiero
decir es que sería un engaño y estaríamos incurriendo en una demagogia, en un
engaño imperdonable con el pueblo, si pretendiéramos hacer creer que los
problemas son problemas aquí de hombres, si nosotros viniéramos a ocultar dónde
está el fondo, si nosotros no venimos a analizar este problema y a decir que
este no es problema ni de un hombre ni de grupos de hombres, ni siquiera de
equipos de hombres. ¡Nosotros creemos
que este es un problema de todo un pueblo!
Y creemos sinceramente que estos problemas que nosotros tenemos hoy no
los resolvemos sino todos nosotros —¡todos, todos realmente!—, desde los
hombres en los más altos niveles en la dirección del país, del Partido, del
Estado, hasta los hombres en la más modesta industria; y no solo los hombres
que dirigen allí.
En este viaje nosotros estuvimos conversando con el
compañero Ministro del Trabajo una serie de ideas. Y decíamos que tenemos un cierto
subdesarrollo todavía en la dirección de las industrias; que por qué una
industria del pueblo, que pertenece al pueblo, y a todo el pueblo, no pertenece
siquiera a los obreros que están en esa industria... Un obrero no sería nada con ser él y su grupo
dueño de una fábrica de cemento, nada en absoluto. Nosotros nunca hemos compartido ese criterio
ni mucho menos.
Nosotros sí hemos visto en la realidad el amor que
sienten los obreros por su fábrica —eso es otra cosa—, la conveniencia de
vincular la vida del obrero a la fábrica, incluso los problemas de la familia,
las vacaciones de la familia de los trabajadores, los problemas de los
cumpleaños. ¡Montones de cosas! Es decir, esa vinculación afectiva que existe
entre el obrero y la industria, crearla ya más ampliamente entre todas las
familias de los trabajadores y la industria.
Ya se han estado organizando algunos planes de vacaciones.
A algunas de las industrias que están lejos,
relativamente lejos de Santiago, se les asignaron un número de ómnibus de los
que ya están haciéndose aquí, en un taller que por cierto ha elevado
extraordinariamente su productividad, el taller de Línea, que ya está montando
casi cuatro ómnibus de tipo medio por día.
Entonces a algunas de esas fábricas les dimos los ómnibus, que los
utilizan a determinada hora en llevar a los obreros. Que si un turno termina de noche en una
planta termoeléctrica, o en una refinería, o en donde sea, y tienen que salir
obreros que viven en distintos lugares cada uno, a esperar un ómnibus a una
hora en que disminuye, como es lógico, el flujo de ómnibus, salga ese ómnibus
medio y los lleve por la ruta a los obreros que estén en ese turno. Pero que esos mismos ómnibus pueden servir
para cuando llegue el momento de las vacaciones, y en el verano en planes
vacacionales para llevar a las familias de los trabajadores a las playas, a los
lugares de recreación.
Los problemas de la vivienda, distribución de
viviendas, a través de las fábricas. ¡Y
que sean los obreros los que decidan!
Ellos saben mejor que nadie cuál de aquellos obreros es el que está más
imperiosamente necesitado de una vivienda, y si tiene vivienda... Que diga él.
No resolver por vías administrativas esos problemas nunca.
De la misma manera les decíamos a los compañeros de
Santiago de Cuba, a los que les hemos asignado los camiones, las concreteras
eléctricas, y el cemento: para resolver
este problema no podemos resolverlo buscando fuerza de trabajo que no
tenemos. Estos problemas apremiantes
como el de la vivienda solo podemos resolverlos con las masas, ¡con las
masas!
¿Por qué?
Porque hemos explicado todos los problemas de fuerza de trabajo que
tenemos; los problemas de inversiones industriales importantes, de escuelas, de
hospitales, de industrias nuevas.
Entre otras cosas, hay que hacer ciento y tantas
inversiones con urgencia de equipos que están aquí. Podíamos añadir que antes de traer más
industrias tenemos que acabar de montar todas las que tenemos aquí; antes de
traer nuevas industrias tenemos que poner al tope de su producción todas las
que tenemos establecidas; antes de nuevas industrias, comprar tornos para los
talleres de mantenimiento, herramientas, equipos de medición, a veces un motor —es
decir, microinversiones—, para poner todas esas industrias al ciento por ciento
primero que nada, y al 110% si es posible, y elevar la productividad de los
trabajadores. Y montar los equipos que
tenemos que montar y que están pendientes de montaje.
Si con toda esa tarea de repente no se pueden
organizar las brigadas para resolver los problemas de reparación... ¿Qué decíamos nosotros en muchos
pueblos? En El Caney nos decían: no hay barbería, no hay tienda. ¿Si les damos los materiales ustedes las
hacen? Lo hacemos. Lo mismo también allá en Mataguá, en Las
Villas; lo mismo en Quiñones. Reunimos a
los vecinos, y hasta un policlínico van a hacer los vecinos allí. Enseguida apareció el albañil, el otro, el
otro, por dondequiera. ¡Hasta un policlínico
de treinta camas! ¿Quieren un
policlínico? Si quieren los bloques, que
les den los bloques prefabricados, el equipamiento, y que ellos lo monten. Porque lo difícil es conseguir una docena,
una veintena de obreros para hacer una casa en un lugar. Este problema de la vivienda, solo con las
masas; las reparaciones en unos casos, construcciones en otro.
Y les decíamos:
cuando vaya a hacerse una reparación, nunca decidan ustedes qué
reparación tienen que hacer. Que sean
los vecinos los que lo digan, que solo ellos tienen derecho a saber, con su
espíritu de equidad y de justicia, quién es el que más lo necesita. Porque donde la decisión sea administrativa
siempre estará sujeta a un montón de contradicciones y opiniones, y hasta el
riesgo y el peligro del favoritismo (APLAUSOS).
Preservemos a los hombres, preservemos a los cuadros
de ese peligro, y establezcamos que sean ellos los que determinen. Y si los vecinos se equivocan, ellos se
pueden equivocar. Es difícil, pero son
ellos. Si se equivoca el obrero en la
fábrica al decidir un problema de ese tipo, es muy difícil, pero es la
masa.
En la propia dirección de las fábricas. Nosotros hablábamos en la ocasión anterior
del trabajo del Partido, que teníamos que reavivar el trabajo de las organizaciones
de masas, darles el más amplio contenido.
Pero eso no basta. Hay cosas
nuevas, hay que profundizar más.
Nosotros no creemos que el problema de la dirección de una fábrica deba
ser el problema de un administrador y solo un administrador. Realmente valdría la pena que comenzáramos a
ir introduciendo una serie de criterios.
Y que haya un responsable, sí —porque siempre tiene que haber un
responsable a quien se le pueda exigir—, pero que en las direcciones de las
fábricas se vaya estableciendo un organismo colectivo, ¡un organismo
colectivo! Que lo presida uno, pero que
estén representados allí los trabajadores de vanguardia, que esté representada
la juventud, que esté representado el Partido incluso, las mujeres cuando es un
centro donde se puede organizar el frente femenino dentro de la fábrica. Dentro de ciertos conceptos de que en la
fábrica nosotros no podemos hacer al secretario del Partido el administrador de
la fábrica —hay algunas ideas en las que hay que estar muy claros—, ni podemos
hacer al administrador secretario del Partido.
Porque si se dedica a las tareas de la producción lo absorbe todo. Y la industria trabaja con máquinas sobre la
materia, y el Partido trabaja con hombres y sobre el hombre. La materia prima del Partido es el trabajador,
y la materia prima de la administración es la materia prima real: puede ser el hierro, puede ser cualquier
materia prima. Que tiene sus leyes cada
taller, hay que atenderlo, tiene que haber alguien dedicado a pensar
incesantemente en eso. No se pueden
confundir esas tareas, ni se le puede dar a nivel de fábrica la responsabilidad
al Partido. La responsabilidad del
Partido no puede ser directa allí, sino indirecta. Es el Partido quien debe señalar
inmediatamente al órgano administrativo superior, es quien debe señalar
cualquier deficiencia, cualquier falla de tipo administrativo; pero no decirle
a él, al administrador, lo que tiene que hacer.
Hay que establecer bien claro las funciones del responsable del núcleo
del Partido y las funciones del administrador o, mejor dicho, de la
administración.
Porque, ¿por qué tiene que ser un administrador el
responsable absoluto de aquello? ¿Por
qué no ir introduciendo la representación de aquella colectividad de
trabajadores en la dirección de esa fábrica?
¿Por qué no tener confianza? ¿Por
qué no creer en ese espíritu proletario formidable de hombres que a veces
descalzos y con las ropas rotas mantienen allí la producción? (APLAUSOS.)
Y será necesario trabajar seriamente para ver el
problema de la eficiencia en la industria, basada fundamentalmente en la
productividad de los trabajadores.
Puede haber dos industrias: una donde parezca que el hombre tiene más
productividad porque tiene una tecnología mejor, niveles de capacitación de la
fuerza de trabajo mejores, y sin embargo otra en condiciones determinadas y,
aparentemente con una productividad inferior por hombre, estar realizándose
allí un esfuerzo mejor.
¿Por qué hablamos de estos problemas a los
trabajadores? Porque hay una cosa real,
clarísima, es muy clara: aritméticamente
no cuadra la cuenta ni puede cuadrar.
Esas cuentas que les señalábamos a ustedes sobre cómo crece nuestra
población, la estructura por edades, los servicios fundamentales que no se
pueden restringir so pena de pagarlo terriblemente en el futuro. Y sin embargo, hay que resolver estos
problemas, esto que señalábamos, con toda ineficiencia... ¡Hay que ganar la batalla contra esa
ineficiencia! ¡Hay que ganar la batalla
contra esas dificultades!
Hay que hacer un esfuerzo de orden subjetivo
—decíamos— de todo el pueblo.
Hemos visto en estos días con alegría la gente
divertirse. Se lo merecían y se lo
merecen. No quisiéramos siquiera que por
este análisis que hacemos aquí hoy algún trabajador deje de disfrutar ese
descanso. No. Para nosotros sí sabemos que no puede haber
descanso. Para los que tenemos mayores
responsabilidades no puede haber descanso.
Y sinceramente, nuestro deseo era que se acercara el
día 8, 10, en que las actividades se reanudaran de nuevo. En lo más íntimo de nuestros sentimientos
estaba el deseo de reanudar esa lucha para que nosotros nos enfrentemos a esos
problemas. A algunas otras realidades
hemos tenido que enfrentarnos.
Aquí los compañeros nos concedieron un simbólico
certificado por algo que no tiene ningún mérito. Nosotros cortamos, efectivamente, esas
arrobas. Pero hay compañeros que fueron
e hicieron sacrificios mucho mayores que nosotros. El compañero Presidente también fue a cortar
muchos días (APLAUSOS), y en ocasiones venciendo dificultades, venciendo
problemas de salud. Y no es que tenga
mala salud nuestro compañero Presidente, pero lo vi muchas veces con dolor de
espalda, con dolores de la columna, ir a cortar caña allí (APLAUSOS). Y por supuesto, infinidad de compañeros conozco
que a veces enfermos iban a cortar caña.
No tiene ningún mérito para nosotros ese corte de caña: nos servía de distracción. Y quizás si lo más difícil de cortar caña
para nosotros no es cortar caña, sino cortar caña pensando en los
problemas. Y los primeros días lo que
más trabajo nos costaba era apartarnos los problemas de la cabeza, hasta que
íbamos más o menos aprendiendo a dominarnos.
Pero nosotros habríamos querido cortar un poco más de
caña. Nos habíamos hecho la ilusión —y
hay que decirlo así— de que íbamos a poder cortar caña toda la zafra cuatro
horas, de que íbamos a poder vivir la utopía de repartir el trabajo manual y el
intelectual, y hacer una cosa tan saludable como esa. Y por eso ustedes ven que se llevaba un buen
ritmo, pero que ya el 9 de enero se paró la cosa. En realidad nosotros no estábamos pensando en
un certificado. Pensábamos en las
decenas de miles de hombres que estaban haciendo ese esfuerzo, y queríamos
compartir de alguna manera el esfuerzo que ellos estaban haciendo. Y por eso era nuestro deseo, y nuestra
ilusión incluso, de cortar toda la zafra.
Y después empezaron a aparecer los problemas: y los rendimientos, y los problemas del
transporte, y los problemas de la industria.
Y empezó una batalla angustiosa de verdad día por día, incesante en los
trabajos: la batalla de la zafra, frente
a la realidad que se iba haciendo cada vez más y más patente.
Tenemos algunas deudas pendientes realmente con las
ironías, con las ilusiones que nosotros mismos, nos hemos hecho en algunas
ocasiones. Tenemos algunas deudas
pendientes con la necesidad. Tenemos
algunas deudas pendientes con la pobreza.
Tenemos algunas deudas pendientes con el subdesarrollo. Y tenemos algunas deudas pendientes con el
sufrimiento del pueblo: cuando vemos una
madre decir que tiene 12 hijos en una sola habitación, y que tiene asma, y que
tienen esto, y que tienen lo otro; cuando vemos a las personas sufrir, pedir
cosas —que uno quisiera ser un mago para poder sacarlas de un sombrero, de un
bolsillo— encontrarse con realidades. Y
la realidad aquí la determina el hecho de que hace falta un millón de viviendas
para que las familias tengan viviendas decorosas, ¡un millón!
¡Y lo que hay que hacer para tener un millón de
viviendas! Desde arena, canteras,
cemento.
Hemos estado haciendo esas inversiones. Porque hablamos de “Titán”; hay que hablar de
Mariel, ir a ver allí; hay que terminar Siguaney; hay que terminar
Nuevitas. Hay que —como sea— terminar
esas plantas y ponerlas a producir cemento lo más urgentemente posible,
garantizarles todos los equipamientos y la fuerza de trabajo. Que si no tenemos los brazos para mandar a
hacer una casa, pero tenemos los materiales, con la participación del pueblo en
muchos lugares, en otros lugares con las brigadas, prefabricadas... Porque el problema de la productividad en la
construcción tenemos que resolverlo a través de las brigadas. Pero hemos estado trabajando unos cuantos
meses en la organización del sector de la construcción, y vemos todos los
problemas —de equipamiento, industrial, de todo tipo—, lo que se necesita, las
tecnologías que se necesitan, y es el único camino de poder construir con
productividad. Nosotros, tomando decenas
de miles de obreros a poner ladrillos, no resolvemos. Pueden los propios usuarios en muchos
lugares, bajo alguna dirección técnica, participar en la solución de estos
problemas.
Pero, en realidad, decíamos que teníamos un profundo
sentimiento frente a esas realidades, una profunda conciencia de la necesidad
de superarlas, y tenemos contraídas deudas con esas realidades. Es por eso nuestra impaciencia, en realidad,
de que comencemos de nuevo esta jornada.
Habrá que tomar una serie de decisiones en la
dirección de nuestro Partido para, empezando por arriba, resolver algunos
problemas de estructura.
Ya no es posible dirigir la producción social
simplemente con un Consejo de Ministros.
Hay numerosos organismos. ¿Y por
qué? Porque hoy la producción social
depende de la administración por la sociedad de esos recursos.
Antes la industria, las escuelas y hasta los
hospitales, muchas veces los administraban los propietarios privados. Hoy día, además, no es como ayer. Antes, todo lo más que un ciudadano esperaba
era que el Estado hiciera un correo, una estación de telégrafos. Ni le pasaba por la mente si la vivienda, si
lo otro, lo tendría que hacer el Estado.
Hoy el ciudadano piensa que sí, que debe esperarlo del Estado. Y tiene razón. Y eso es precisamente una mentalidad
colectivista, eso es una mentalidad socialista.
Hoy lo esperan todo del aparato administrativo, y sobre todo del aparato
político que lo representa. Hoy no
pueden esperar en sus propias fuerzas, en sus propios medios, como en el
pasado.
El hecho de que hoy el pueblo lo espere todo está muy
a tono con la conciencia socialista que la Revolución ha creado en el
pueblo. Cualquier ineficiencia en
cualquier servicio —ya no me refiero a aquellos problemas que pueden estar por
encima de un hombre resolver, sino los que están en sus manos y se dilatan y no
se resuelven— puede afectar a miles de personas.
Es imposible hoy dirigir y coordinar todo ese
aparato. Es necesario crear una
estructura de carácter político para que coordine los distintos sectores de la
producción social. Un ejemplo: algunos compañeros ya están haciendo el
trabajo para coordinar la actividad del MINCIN, INIT, industria alimenticia,
industria ligera, sectores que tienen que ver mucho con el consumo y con la
población. Otros compañeros que están en
el sector de la construcción coordinando todos esos frentes. Un grupo no mayor de siete a nueve compañeros
—los que sean necesarios, pero no un número elevado— para realizar la tarea de
coordinación de cada uno de los sectores.
Por ejemplo, frente a los datos y las cifras que nosotros señalábamos se
comprenderá la importancia de coordinar la actividad de MINFAR, MININT,
Ministerio del Trabajo y Ministerio de Educación, porque esos sectores se
nutren de la misma cantera, de los mismos jóvenes. Es necesario conciliar cuidadosamente todos
los intereses del país a través de la actividad de cada uno de ellos, y de la
forma en que cada uno de ellos se nutre de la cantera de los jóvenes, de una
manera absolutamente coordinada.
Entendemos esa una tarea decisiva y fundamental de inmediato en nuestro
país. Y ese frente tendrá que darle el
máximo apoyo a cada una de las actividades, coordinarlas.
Hay que decir además que aquí nadie resolverá un
problema si no busca la cooperación de los demás. ¡El sectorialismo es inadmisible, es
absurdo! ¡Es más que un crimen: es —podría repetirse— una estupidez! En una sociedad donde los medios de
producción son colectivos la ausencia de coordinación es una estupidez. De ahí la necesidad de coordinar distintas
ramas y de hacer en los más altos niveles un equipo de coordinación con cada
uno de esos sectores.
Nuestro Comité Central debe tener, a nuestro juicio,
no solo un Buró Político: debe tener el
buró de la producción social, instrumento político del Partido para coordinar
la actividad de todas y cada una de las ramas administrativas. Y lograr un máximo de eficiencia en esa
coordinación y un máximo de eficiencia en la planificación.
¿Cómo resolvemos esta contradicción entre nuestras
abrumadoras necesidades, con esos datos que nosotros leíamos de cómo crece la
población, de cómo crece la fuerza de trabajo, de cuál es la demanda de
brazos? ¿Cómo nos las arreglaremos de
aquí a 1975, y luego de 1975 a 1980? Es
que sencillamente no nos queda otro remedio que resolver ese problema, ¡y
tenemos que resolverlo! No nos queda
otro remedio que resolverlo. ¿Lo
resolveremos? sí: ¡Yo estoy
absolutamente convencido de que cuando un pueblo quiere resolver un problema,
lo resuelve! ¡Estoy absolutamente
convencido de eso! (APLAUSOS.)
No se trata de venir aquí a ofrecer que mañana mismo
vamos a resolver este problema. Se trata
de una toma de conciencia de todo el mundo, de una toma de conciencia
universal, de cada trabajador de este país, y de cada hombre que tenga la más
mínima responsabilidad. Una toma de
conciencia universal y profunda, para buscar la racionalización de nuestro
esfuerzo y la optimización de nuestro esfuerzo.
Que nos rompemos la cabeza con cada una de las dificultades globales o
con el problema global y además con cada una de las dificultades concretas; que
nos rompemos la cabeza para ver cómo le damos el aprovechamiento óptimo y
máximo a cada máquina, a cada gramo de materia prima, a cada minuto de trabajo
de un hombre.
¡No se trata aquí de horas extras y más horas extras
de manera mecánica! ¡No! (APLAUSOS.) Se ha planteado eso ya: el aprovechamiento óptimo de la jornada de
trabajo, y la excepción cuando imperiosas circunstancias lo justifiquen y lo
indiquen, la excepción. Y cuando sea
claro y racional que allí se va a lograr un objetivo, no por acumular una hora
más, no por hacer una meta. Esas cosas
mecánicas no sirven, esas cosas mecánicas son una basura. Debemos aprender de una vez que el
mecanicismo no conduce a nada. Muchas
veces incurrimos en tonterías.
Nuestro problema es una toma de conciencia general de
todo el pueblo, de cómo nosotros optimizamos hasta la última máquina, el último
gramo de materia prima, el último átomo de energía de una manera correcta. Que les metamos la cabeza a los problemas. Si cuando hablamos de los 10 millones era un
problema de brazos, yo diría que en este momento tenemos nosotros un problema
de cerebro delante, un problema de inteligencia delante.
Y si los niveles en general de los hombres no son
altos todavía, y este pueblo de hoy no es como será el pueblo dentro de 20 ó 30
años en sus conocimientos, este pueblo de hoy tiene que hacer del uso de la
inteligencia, de la preocupación, del sentido de la responsabilidad, una
cuestión vital. Es un problema del
empleo exhaustivo de la inteligencia y también del sentido de la
responsabilidad de todos y cada uno de los trabajadores de este país.
El camino es difícil.
Sí. Más difícil de lo que
parecía. Sí, señores imperialistas: es difícil la construcción del
socialismo. Pero el propio Carlos Marx
pensaba en el socialismo como una consecuencia natural de la sociedad ya muy
desarrollada tecnológicamente. Sin
embargo, en el mundo de hoy, frente a la presencia de potencias imperialistas
industrializadas, países como el nuestro no tienen otra alternativa, no tenían
otro camino —para ganar todo ese atraso cultural y técnico— que el
socialismo. Pero, ¿qué es el
socialismo? Es la posibilidad de emplear
de manera óptima los recursos humanos y los recursos naturales en beneficio del
pueblo. ¿Qué es el socialismo? Es la desaparición de la contradicción entre
el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Hoy la industria, las materias primas, los recursos
naturales, las fábricas, las máquinas, los equipos de todo tipo pertenecen a la
colectividad. Pueden y deben estar al
servicio de la colectividad. Si con esas
máquinas, si con esos equipos, si con esos recursos no hacemos lo óptimo, no es
porque nos lo impida un capitalista, no es porque nos lo impida un
imperialista, no es porque nos lo impida un propietario, que tenía una fábrica
para ganar dinero y lo mismo producía leche que veneno, queso que
marihuana. A él no le preocupaba nada,
qué uso iba a tener aquello. Aquí cada
producto y cada servicio es con destino a satisfacer necesidades del hombre,
necesidades del pueblo.
Si no hacemos el uso óptimo no es porque nos lo impida
nadie: es porque no sabemos, es porque
no queremos, es porque no podemos. Y por
eso tenemos que saber emplearlos de manera óptima, tenemos que querer emplear
de manera óptima esos recursos. Y
tenemos que poder emplearlos de manera óptima; sencillamente, acudiendo a las
reservas de voluntad, de moral, de inteligencia, de decisión del pueblo, que lo
ha demostrado, ¡lo ha demostrado!
Si hay algo que aquí no puede en absoluto
cuestionarse, es el espíritu del pueblo:
en la zafra, en su participación masiva en la zafra, su batalla frente a
la guarida yanki por la liberación de los pescadores, su reacción entera y
valerosa frente al revés, su disposición y su espíritu internacionalista
demostrado en las 104 000 donaciones de sangre solo en 10 días para ayudar a un
país hermano (APLAUSOS). ¡Ese es un
pueblo con espíritu revolucionario, ese es un pueblo con espíritu internacionalista!
Nosotros no traemos aquí soluciones mágicas. Hemos planteado los problemas, y hemos
dicho: solo el pueblo y solo con el
pueblo, con la toma de conciencia del pueblo, la información del pueblo, la
decisión del pueblo y la voluntad del pueblo, esos problemas podrán ser
superados.
Cuando nosotros hace 17 años intentábamos tomar la
fortaleza del Moncada no era para ganar una guerra con 1 000 hombres, sino para
iniciar una guerra y librarla con el pueblo y ganarla con el apoyo del
pueblo. Cuando años después volvimos con
un grupo de expedicionarios no era para ganar una guerra con un puñado de
hombres. No habíamos recibido del pueblo
las experiencias maravillosas y las lecciones maravillosas que hemos recibido
en estos años, pero sabíamos que aquella guerra solo se podía ganar con el
pueblo. ¡Se libró y se ganó con el
pueblo!
Cuando esta Revolución a 90 millas del imperio feroz y
poderoso quiso ser libre, quiso ser soberana, desafió a ese imperio y se
dispuso a enfrentar todas las dificultades y emprendió un camino verdaderamente
revolucionario, no un camino de capitalistas y de monopolistas imperialistas,
sino un camino de pueblo, un camino de obreros, un camino de campesinos, un
camino de justicia. Muchos decían que
eso habría sido imposible por entero: la
influencia cultural, política, ideológica, todas esas cosas. Y nosotros creíamos que esa batalla se ganaba
con el pueblo: ¡se libró con el pueblo y
se ganó con el pueblo!
Y así ha sobrevivido hasta hoy. Pero hoy tenemos que librar una batalla más
difícil. Es más fácil, mil veces más
fácil, aniquilar a los mercenarios de Playa Girón en unas horas, quizás que
resolver bien resuelto el problema de una industria. Es más fácil ganar 20 guerras que ganar la
batalla del desarrollo.
Fue relativamente fácil. Nosotros ni de guerra sabíamos. Y allí el aprendizaje fue rápido, y allí
salieron hombres que sabían dirigir una compañía, un pelotón.
¡Ah!, no es la primera vez que decimos esto. Y lo dijimos cuando llegamos aquí el 6 ó 7 de
enero, y decíamos que teníamos conciencia de que la tarea era grande y de que
tendríamos que aprender. Y lo decíamos
con toda sinceridad, como con toda sinceridad decimos que el aprendizaje de los
revolucionarios en la construcción de la economía es mucho más difícil de lo
que nos creíamos nosotros, que los problemas son mucho más complejos de lo que
nos creíamos nosotros; y el aprendizaje mucho más largo, mucho más largo y
mucho más arduo.
Y esa es la batalla que hoy nosotros tenemos
delante. No quiere decir la única. Tendremos que seguir cuidándonos, tendremos
que seguir preparándonos, tendremos que seguir viendo el peligro de ese enemigo
que nos amenaza. Y nos amenazará
constantemente. ¡No! Eso está claro. No estamos librando una batalla ideológica
como la de los primeros tiempos. Es una
batalla en el terreno de la economía la que tenemos que librar con el pueblo, y
solo con el pueblo la podremos ganar.
Creemos realmente que la Revolución tiene un reto como
no lo ha tenido nunca, una de las tareas más difíciles. De ahí nuestra impaciencia.
¿Qué podemos darle a esta causa todos nosotros? ¡Nuestra energía!
Hace 17 años o algo más, 17 años del Moncada. Antes fue necesario hacer un arduo trabajo de
organización, preparación. Hace 18 años
empezábamos esta lucha; 18 años de nuestras vidas una parte de nosotros hemos
invertido en esto; 18 años, una parte de nuestra juventud la hemos invertido en
esto.
¿Y qué podemos hacer hoy? ¿Qué podemos desear hoy más que nunca? Las energías que nos queden, las energías que
nos queden, hasta el último átomo dedicarlos a esa tarea. Saldar esa deuda que tenemos con tantos
enemigos —objetivos, subjetivos—, con los enemigos imperialistas que desean el
fracaso de la Revolución; con la pobreza acumulada, con la ignorancia general,
con nuestra propia ignorancia.
Nosotros frente a los reveses el 26 de julio, al
instante, al segundo, solo pensábamos en empezar de nuevo, solo pensábamos en
la hora de volver a la lucha; solo pensábamos, cuando oíamos las noticias
espeluznantes de los asesinatos cometidos, que tendría que llegar un día en que
ajustáramos cuentas con ellos.
Hoy no se lucha contra hombres —si acaso los hombres
contra los que luchamos somos nosotros mismos—; luchamos contra factores
objetivos; luchamos contra el pasado, luchamos con la presencia de ese pasado
todavía en el presente, luchamos contra limitaciones de todo tipo. Pero es sinceramente el reto mayor que hemos
tenido en nuestras vidas, y el reto mayor que ha tenido la Revolución.
Los enemigos se regocijan y basan en nuestras
dificultades sus esperanzas. ¡Ah!,
decíamos que tenían razón en esto, en lo otro, en lo otro, en lo de más allá,
en todo lo que quieran. Solo en una cosa
les faltaba la razón: en creer que para
el pueblo hay una alternativa de la Revolución, creer que el pueblo frente a
las dificultades de la Revolución, cualesquiera que sean, pueda escoger el
camino de la contrarrevolución (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
¡Ah! ¡En eso sí que se equivocan,
señores imperialistas! ¡En eso sí que se
equivocan! ¡En eso sí que nadie estará
dispuesto a admitir ni un ápice de verdad!
Ahí es donde se equivocan.
No pueden evaluar al pueblo, no pueden medir la
profundidad de su entereza moral, del valor de un pueblo. ¡Pueblo cobarde sería aquel que se
atemorizara ante las dificultades! ¡Pueblo cobarde aquel que no fuera capaz de
ver, oír, escuchar, decir la verdad de frente!
¡Pueblo cobarde el que no diga la verdad ante el mundo! ¡Y nosotros no tenemos ningún temor a hacerlo
como lo hemos hecho hoy, decirlo como lo hemos dicho hoy, plantear por encima
de todo nuestra propia responsabilidad como lo hemos hecho hoy (APLAUSOS), y
plantear los problemas ante el pueblo con la confianza que lo hemos hecho
hoy!
Y por eso se equivocan tantas veces, porque creen que
somos de su calaña moral, que somos de su catadura, que somos siquiera
remotamente parecidos a ellos.
¡La mentira jamás será dicha al pueblo! ¡La confianza jamás será perdida en el
pueblo! (APLAUSOS.) ¡La fe en el pueblo no fallará jamás! Y ahí es precisamente donde ellos se equivocan.
¡No buscamos glorias, no buscamos honores! ¡Servimos una causa que vale más que todas
las glorias del mundo, que —como decía Martí— cabían todas en un grano de
maíz! (APLAUSOS.)
¡No buscamos honores!
¡No buscamos poder! ¿Para qué
sirve el poder si no podemos ganar la batalla a la miseria, a la incultura, a
todas esas cosas?
El poder, ¿qué es el poder? ¿Qué es este poder ni ningún poder? ¡Es la voluntad del pueblo encaminada en una
dirección, aunada en un sentimiento, marchando por un mismo camino! Es este poder tan simple como tan
indestructible el poder del pueblo. ¡Ese
sí es poder! ¡Y ese es el que nos
interesa!
Ninguno de nosotros, como hombres individuales, ni sus
honores ni sus glorias interesan absolutamente para nada, no interesan ni valen
nada. Si un átomo de algo valemos, será
ese átomo en función de una idea, será ese átomo en función de una causa, será
ese átomo en unión de un pueblo.
Y los hombres somos de carne y hueso, frágiles hasta
lo increíble. No somos nada, sí lo
podemos decir. Somos algo solo en
función de esto y de esta tarea.
Y siempre, siempre estaremos, y cada vez más, cada vez
más conscientemente, cada vez más íntimamente, cada vez más profundamente, al
servicio de esa causa.
Una vez más
me resta solo decirle a nuestro pueblo, en nombre de nuestro Partido, de
nuestra dirección, e incluso también en nombre de mis propios sentimientos ante
la reacción, la actitud y la confianza del pueblo, decirle muchas gracias.
¡Patria o Muerte!
.
¡Venceremos!
(OVACION)
(El Comandante Fidel Castro regresa a los micrófonos)
Ciertamente mientras exponíamos esas ideas,
ciertamente se nos olvidaba algo que nosotros queríamos comunicarles en el día
de hoy.
Mencionábamos nosotros al doctor Arguedas, que hizo
llegar a nuestro país el Diario del Che (APLAUSOS). Hay algo más que deseamos que el pueblo lo
tome con, digamos, una cierta serenidad.
Y es lo siguiente: también
después del Diario el doctor Arguedas luchó y se esforzó por hacer llegar a
nuestro país la mascarilla del Che, la mascarilla que le tomaron allí el día
que lo asesinaron. Y además hizo llegar,
conservó e hizo llegar a nuestro país las manos del Che (APLAUSOS).
Las manos del Che están perfectamente
conservadas. Los técnicos cubanos
hicieron un especial esfuerzo.
Se conocen bien las tradiciones de nuestro país. Nosotros enterramos a nuestros muertos, es
una tradición. Cada pueblo tiene sus
tradiciones... Maceo, Martí... Ha sido así, y siempre será. Pero nosotros nos preguntábamos: ¿Qué hacer con las manos del Che?
Es de su materia física lo único que nos queda. No sabemos siquiera si algún día podremos
encontrar sus restos. Pero tenemos sus
manos prácticamente intactas.
Y es por eso que nosotros queremos preguntarle al
pueblo cuál es su criterio (EXCLAMACIONES DE:
“¡Conservarlas!”), qué debemos hacer con las manos del Che
(EXCLAMACIONES DE: “¡Conservarlas!”)
¡Conservarlas! (APLAUSOS.)
Entonces lo que nosotros queremos someter a la
consideración de ustedes es este criterio:
ya se ha tomado réplica de la mascarilla y podemos hacer muchas
reproducciones de esa manera, y guardar la mascarilla original. Conservar en un diseño que se ha hecho,
sobrio, en un marco constituido por las mangas verdes del uniforme verde olivo
y sus estrellas de Comandante, en una urna de cristal (APLAUSOS), y colocar
aquí en la estatua de Martí (APLAUSOS), en unos salones, el día del aniversario
de su muerte, mascarilla y manos. Las
manos con que empuñó sus armas libertadoras, las manos con que escribió sus
ideas brillantes (APLAUSOS), las manos con que trabajó en los cañaverales, y en
los puertos y en las construcciones. Y
hacer algo así como un Museo del Che, si se quiere un museo provisional.
¡El Che no pertenece a nuestro país! ¡El Che pertenece a América! (APLAUSOS.) Y un día esas manos estarán donde
los pueblos de América quieren, o quieran (APLAUSOS). Mientras tanto, nuestro pueblo las conservará
y nuestro pueblo velará por ellas.
Algún día todo lo que tengamos será de todos los
pueblos. Nosotros no queremos construir
un paraíso en las faldas de un volcán.
Trabajamos con ahínco y confianza en el futuro. Nos enfrentamos a batallas difíciles y
ganaremos esas batallas. Pero algún día
tendremos que formar parte de la comunidad de los pueblos de América Latina, de
la comunidad de pueblos revolucionarios de América Latina. Algún día nuestras patrias no serán
fragmentos de un continente balcanizado y subyugado por el imperialismo.
Somos los primigenios de este camino revolucionario,
¡los primeros, pero no los únicos! Y
algún día más tarde o más temprano seremos los pueblos de América Latina, algún
día serán los recursos y las fuerzas de cientos de millones. Y no para enfrentarnos a un imperialismo
poderoso, sino para convivir unidos también a un gran pueblo, el día que haya
sacudido el yugo imperialista y el día que también haya hecho la revolución en
su propio país: el pueblo de Estados
Unidos (APLAUSOS). De ese pueblo no
somos enemigos, sino de sus gobernantes criminales, de sus gobernantes imperiales. Y por eso podemos decirle al pueblo
americano, como también a esos jóvenes que vinieron a cortar caña y a ayudarnos
y que tan expresivo y conmovedor mensaje nos enviaron: ¡Sí, juntos todos! ¡Juntos los pueblos latinoamericanos, juntos
los pueblos de Indochina, juntos los pueblos revolucionarios, y juntos con el
pueblo americano, venceremos, venceremos!
(APLAUSOS.)
Así pues, en el próximo aniversario de la caída del
Che inauguraremos ese recinto donde estará su mascarilla, estarán sus manos, y
donde el pueblo pueda libremente pasar y presenciarlas. Aunque confesamos que siempre será duro para
cualquiera cuando ese instante llegue.
Sé que a muchos compañeros incluso la mera idea les ha impresionado, les
ha hecho un fuerte efecto. Comprendo que
también será el efecto similar al que ustedes habrán recibido.
Aquí al empezar el acto estaba Aleidita, y yo conversé
con ella y se lo dije para que no la tomara por sorpresa. Un poco se le enrojecieron los ojos, algunas
lágrimas, pero dijo: “Sí, está
bien.”
De manera que la compañera del Che lo sabía, el padre
lo sabía, y solo unos pocos lo sabíamos.
Los niños no lo sabían.
De todas maneras, nosotros estaremos siempre
extraordinariamente reconocidos al doctor Arguedas por lo que hizo (APLAUSOS).
Asesinaron al Che, pero no pudieron impedir que su
Diario llegara a Cuba. Trataron de
desaparecer su cuerpo, pero no pudieron impedir que sus manos llegaran a
Cuba. Sacaron su mascarilla nadie sabe
para qué, pero nada pudo impedir que llegara al pueblo de Cuba.
Y fue la idea justa, la causa del Che, su dignidad y
su grandeza, que hizo posible eso que parecía imposible: y es que un hombre que aparentemente estaba
allí formando parte de aquel gobierno, contra el Che, se hubiera jugado la vida
no una sino varias veces, para salvar el Diario y hacer llegar el Diario;
después, para salvar las manos y la mascarilla y hacernos llegar las manos y la
mascarilla del Che.
Eso era lo que me faltaba informarles.
(OVACION)