DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO CENTRAL POR EL 1ro DE MAYO,
EFECTUADO EN EL TEATRO DE LA CTC, EL 1ro DE MAYO DE 1971.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros del Comité Central;
Compañeros de la
dirección sindical;
Compañeros
delegados de las secciones sindicales aquí presentes:
Ustedes se recordarán que el pasado año, con motivo de
la zafra, prácticamente se suspendieron casi todas las conmemoraciones. No se quería interrumpir el esfuerzo que se
venía realizando. Y esto es porque ustedes
saben que esas movilizaciones llevan tiempo, energía.
Este año también estamos enfrascados en fuertes
tareas, empeñados en levantar la producción.
Sin embargo, no queríamos que este 1ro de Mayo transcurriera sin una
celebración de tipo oficial. No queríamos
hacer una concentración este año, porque todavía tenemos muchas tareas, y por
eso se decidió una representación de tipo nacional de los principales centros
del país, y además de todas aquellas secciones sindicales que por su especial
esfuerzo en las tareas productivas debían ser invitadas al acto, teniendo en
cuenta —naturalmente— la capacidad de este teatro. Y por eso se han reunido aquí algo más de 3
500 representaciones de las secciones sindicales. Pudiéramos decir que está nuestro movimiento
obrero perfectamente representado en la noche de hoy.
Hace apenas un año, todavía no cumplido, se planteó la
necesidad de la Revolución de impulsar el movimiento obrero, darle el máximo
vigor, estructurándolo desde la propia base con el máximo de fuerza y a través
de un trabajo de masas, para lograr constituir, desarrollar, y que la
Revolución pudiera contar con un instrumento a la altura de las tareas que
tiene delante. Desde entonces se
celebraron las elecciones en todos los centros de trabajo.
Según el dato que tenemos, se constituyeron 33 815
secciones sindicales. De manera que ya
tenemos la base del movimiento obrero, que son precisamente las secciones
sindicales.
Además, en el transcurso de este año se llegó a
elaborar la idea de cómo debemos organizar el movimiento obrero. Y con esas ideas se han estado constituyendo,
a través de plenarias nacionales, los sindicatos nacionales. Tenemos constituido ya el Sindicato Nacional
de la Industria Básica, de la Minería, de la Industria Ligera, de la Industria
Alimenticia, y en el día de ayer —coincidiendo con el Primer Congreso Nacional
de Educación y Cultura— se constituyó ya el Sindicato Nacional de Educación,
Cultura y Ciencias, que agrupa una cifra considerable de trabajadores cubanos,
ascendente a 175 000, que además desempeñan una actividad de enorme importancia
para nuestro pueblo.
Como ustedes ven, no se ha marchado
aceleradamente. Se ha ido poco a poco,
pero con pasos sólidos, desde la organización sindical hacia los sindicatos
nacionales.
Nos debemos proponer continuar la marcha e ir
constituyendo los demás sindicatos nacionales.
Hasta ahora, el ritmo de constitución de estos sindicatos ha estado dado
por otra actividad de gran importancia productiva y económica, que han sido las
plenarias nacionales, partiendo también desde la base, donde los obreros, en
unión de los dirigentes administrativos y políticos, han estado discutiendo los
problemas relacionados con la producción en cada centro de trabajo, y se han
llevado a cabo sucesivamente las plenarias nacionales.
Cada una de esas plenarias relacionadas con los problemas
de la producción, son precedidas de un enorme esfuerzo organizativo y de un
enorme trabajo de análisis y de discusión.
Son trabajos serios, pero son también trabajos intensos. Las plenarias duran dos días, en ocasiones
hasta tres días, después de ser precedidas por innumerables reuniones en la
base y en las provincias.
En este período de zafra y de gran actividad no se ha
llevado el ritmo anterior. Pero volverá
a tomar ritmo. De nuevo tenemos otra vez
que enfrentarnos a la tarea y continuar la celebración de las plenarias
nacionales, que ya en los próximos meses están programadas.
En ocasiones no podremos siempre coincidir la
organización del sindicato nacional con la plenaria. Y por eso, es posible que tengamos que
acelerar en algunos casos.
De todas formas, nos proponemos continuar trabajando
en este sentido durante el segundo semestre y el primer semestre del próximo
año. No apurarnos, y tratar de hacer las
cosas bien y, repito, sobre terreno sólido.
Pero está a la vista la posibilidad de que para el próximo 1ro de Mayo
podamos tener ya organizados todos los sindicatos nacionales, y que en el
segundo semestre del próximo año podamos ya, sobre esta base firme, celebrar el
Congreso Nacional de los Trabajadores (APLAUSOS), que debe constituir un
acontecimiento de gran trascendencia, y que debe dejar un saldo necesario,
importante, para las tareas que enfrentará nuestro país en los próximos
años. Un evento que hay que organizarlo
bien, muy bien, para el cual habrá que trabajar duramente, y que podamos al
final obtener los mismos resultados que este formidable evento que acaba de
concluir relacionado con la educación, y que fue resultado de un cuidadoso,
minucioso, incansable esfuerzo de los compañeros de la educación —de los
maestros, de los profesores, de las secciones sindicales y del Ministerio de
Educación, que puso el máximo empeño, con la cooperación de las organizaciones
de masas y los demás organismos— para lograr un evento que realmente tendrá
trascendencia histórica.
De la misma manera creemos, cuando llegue la hora de
efectuar el Congreso de los Trabajadores, que los problemas tienen que ser
analizados con una gran profundidad, los problemas que interesan a nuestro
pueblo, que interesan a nuestros trabajadores.
Eso no quiere decir ni mucho menos que debamos esperar
al Congreso para abordar las tareas prácticas, las tareas inmediatas. No.
Eso se viene haciendo en los últimos meses y tendrá que hacerse cada vez
más.
Sin embargo, se pueden percibir ya los frutos de esta
vigorización del movimiento obrero, se pueden percibir ya los frutos en el
terreno de la producción, en el terreno económico.
No es esta la ocasión, no consideramos que es este el
momento de hacer un balance. Creemos que
debemos esperar al 26 de Julio para hacer un análisis de los avances logrados
en el terreno de la producción. De la
misma manera que el pasado año se hizo el análisis de las dificultades,
podremos tener la oportunidad de hacer el balance de los avances y de las
mejoras en el terreno de la economía, en el terreno de la producción, que hemos
ido logrando. Pero debe decirse que los
pasos dados en algunos frentes arrojan notables resultados de incremento de la
producción y de la productividad.
Desde muchas direcciones se ha estado trabajando en este
sentido: en esfuerzos organizativos, en
esfuerzos de tipo técnico; pero han tenido mucho que ver las asambleas
productivas, las asambleas de producción, y muy especialmente la fuerza
creciente del movimiento obrero, la toma de conciencia por parte de los
trabajadores y que hayan tomado en sus manos estas tareas.
De manera que sin que se pueda afirmar ni mucho menos
que ya estén resueltas las dificultades, de que todo esté hecho, de que podamos
descuidarnos un minuto, de que se pueda bajar la guardia, puede afirmarse que
los esfuerzos que se han venido realizando durante los últimos meses se
traducen ya en resultados concretos y auguran magníficas perspectivas en los
años venideros.
Creemos ciertamente que mediante estos procedimientos
debemos seguirnos enfrentando a las muchas dificultades que nos quedan, pero
con la seguridad de que no habrá ninguna que no pueda ser superada.
El año que viene ya podremos salirnos del marco de un
local cerrado, que hemos mantenido este año también en consideración a los
trabajos de la economía, y podremos celebrar con un gran desfile el 1ro de Mayo
(APLAUSOS).
Ya este año, y con motivo del 1ro de Mayo, se
efectuaron actos en casi todas las provincias y en Isla de Pinos, y según todas
las noticias, según todas las noticias...
(UNA COMPAÑERA DE ISLA DE PINOS LE DICE: “Te queremos ver de cerca”).
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- ¿Cuáles son, las pineras? (APLAUSOS)
COMPAÑERA DE ISLA DE PINOS.- Dispuestas a cumplir todas las tareas de la
región.
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- Bueno, ya ustedes ven que no nos olvidamos de
Isla de Pinos. Hemos dicho todas las
provincias y también Isla de Pinos.
Isla de Pinos tiene un status que ni es provincia ni
es sólo una región; es algo intermedio entre región y provincia.
Todo lo que sabemos claramente es que es una isla y
que va marchando, va avanzando, y esperamos que algún día constituya un
baluarte también de la economía del país.
Ellos no tienen caña...
COMPAÑERA DE ISLA DE PINOS.- Pero tenemos cítricos.
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- Tienen cítricos, pero todavía tienen la
tercera parte de lo que deben tener.
Ustedes deben llegar a las 3 000
caballerías de cítricos por lo menos.
Ahora están como por 1 000 más o menos.
Bueno, no importa si van, no importa si marchan seguro
y si marchan bien. Ya Isla de Pinos es
la región de Cuba que tiene más agua almacenada.
COMPAÑERA DE ISLA DE PINOS.- Fidel, también estamos haciendo muchas casas
por esfuerzo propio, muchas tareas.
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- y
escuelas y secundarias (APLAUSOS).
COMPAÑERA DE ISLA DE PINOS.- ...
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- Algún día tendremos que buscar la manera de
conectar la Isla por alguna carretera (APLAUSOS), porque no alcanza nada, ni
aviones ni barcos, para el movimiento incesante y creciente, y que será mucho
mayor el día que tengan las 3 000 caballerías de cítrico en producción y las
demás producciones.
Pero lógicamente vamos a tener que arreglárnoslas por
barco principalmente durante bastantes años, porque cuando llegue la hora de
hacer esa obra primero tendremos que haber realizado muchas otras tareas. Pero algún día creemos que podremos unir la
Isla de Pinos con la isla de Cuba —como la llaman ellos.
COMPAÑERA DE ISLA DE PINOS.- Queremos que acabes con los pelúos.
COMANDANTE RAUL CASTRO.- Fidel, pido la palabra. Compañeros trabajadores: ¿Cuál es el orador: este o aquella? (APLAUSOS.)
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- Bueno, eso es un poco fruto del entusiasmo
que traen los pineros.
Bien, y de todas maneras para hacer constar que la
islita está trabajando.
Bueno, les decía que las noticias que llegan de todas
las provincias es que los actos tuvieron un gran vigor, un gran entusiasmo en
toda la Isla.
El año que viene, ya con todas las secciones
sindicales constituidas, no las secciones sindicales sino con todos los
sindicatos nacionales constituidos, con el movimiento obrero dotado del máximo
de vigor y de organización, podremos celebrar un gran desfile —repito— con
motivo de esta fecha, y nos saldremos del local cerrado.
Ahora, el local cerrado se presta a veces para razonar
un poco. Y es lo que yo quiero, razonar
un poco con los dirigentes sindicales acerca de distintas cuestiones.
Nosotros queremos, en primer lugar, señalar que
consideramos una gran batalla política y una gran victoria política la Ley
contra la Vagancia discutida por más de 3 millones de personas en 115 000
asambleas celebradas, ¡ciento quince mil asambleas! (APLAUSOS.)
Eso dice más que ningún otro argumento del carácter
masivo y del carácter democrático de esa iniciativa; eso dice más que ninguna
otra cosa del carácter masivo y el carácter democrático de la Revolución.
No se siguió el procedimiento clásico, el
procedimiento institucional constituido, en virtud del cual se reúnen los
miembros del Gobierno y acuerdan una ley.
La naturaleza de esta ley, su carácter, su importancia
tendría una fuerza infinitamente superior si se instrumentaba tal como se hizo
a través del movimiento obrero, a través de las organizaciones de masas, y se
discutía y aprobaba primero en el seno del pueblo.
Hemos dicho en otras ocasiones que, a nuestro juicio,
este es el procedimiento más revolucionario y más democrático para aprobar las
leyes. Ese procedimiento se ha usado en
otras iniciativas, y creemos que debe ser el procedimiento que se vaya usando
progresivamente para aprobar las leyes fundamentales.
Naturalmente que hay un sinnúmero de disposiciones y
medidas a tomar que deben ser aprobadas por un procedimiento rápido.
Pero que todas estas cuestiones fundamentales si se
discuten con la masa, se logra lo que se ha logrado con esta Ley contra la
Vagancia.
¿Qué es lo que le dio su máxima fuerza a la Ley? En primer lugar, la toma de conciencia de
todo el pueblo acerca del problema.
Fueron discusiones extraordinariamente educativas, en
que las masas demostraron su toma de conciencia y su toma de posición con
respecto al problema de la vagancia. De
la vagancia históricamente no se preocuparon las masas.
En las sociedades de clases, en las sociedades
capitalistas la vagancia es prácticamente un modo de ser de esa sociedad. En primer lugar porque miles, decenas de
miles —y según la dimensión del país cientos de miles y millones— que no
trabajan viven, en virtud del derecho de la propiedad, del trabajo de los
demás.
Pero hay también otros que ni siquiera participan en
las actividades de dirección de las industrias y viven de los cupones, cobrando
los intereses de las acciones que poseen, sin ninguna relación con la
producción, sin ninguna relación con el trabajo. Es inconcebible que tales sociedades se
preocupen por la vagancia.
Las sociedades capitalistas, además, tienen
constituida una especie de holganza obligatoria —que no es lo mismo que
vagancia—, el desempleo obligatorio.
Mantienen una reserva laboral de desempleados, que permite a las
industrias cada vez que surge una necesidad de fuerza de trabajo ir allí a
buscarla. Y por eso ustedes ven en las
estadísticas de las sociedades capitalistas —y de las sociedades capitalistas
más desarrolladas, como Estados Unidos— que hay millones de obreros
desempleados, sin trabajo. Desocupación
que asciende a un 5%, a un 6%, a un 7% de la población laboral activa. No se cuentan amas de casa y otras
personas. Se cuentan los que deseando
tener trabajo no lo encuentran.
Y resulta cómodo para los capitalistas, cada vez que
necesitan fuerza de trabajo, salir al mercado de fuerza de trabajo y comprar
fuerza de trabajo.
Es conocido perfectamente que en esas sociedades el
obrero de lo único que dispone es de su fuerza de trabajo y la vende en el
mercado. Las sociedades capitalistas
mantienen esa oferta perenne de fuerza de trabajo con el ejército de los
desempleados.
Por eso en el pasado, cuando llegaba el momento de la
zafra, nadie tenía que hacer ese esfuerzo que se requiere en estos años, porque
había la reserva de medio millón de hombres sin trabajo. Medio millón de hombres que una gran parte
del año no trabajaban, y encontraban en la zafra la oportunidad de librar el
sustento.
¿Qué tipo de trabajo?
Los que tenían que arrear los bueyes, levantarse a las 2:00 de la
mañana, empezar a enyugar, empezar a cargar la caña, y acostarse después a las
8:00 o las 9:00 de la noche. Porque
tenían que cortar la caña —cortarla— y alzarla.
La economía del país se mantenía sobre el esfuerzo de
unos cuantos cientos de miles de hombres que en ocasiones tenían que trabajar,
15, 16, y 17 horas diarias. Y se
presentaban solos a las áreas cañeras.
Viajaban de una provincia a otra.
No había albergues ni servicios de transporte ni comedores.
De manera que los capitalistas organizaban su zafra
con mínimo de trabajo. Hoy las zafras
ustedes saben cómo tienen que organizarse y todos los aseguramientos que llevan
las zafras.
El capitalismo tenía instituida la holganza
obligatoria en el seno de los trabajadores.
No se podía concebir que en la sociedad capitalista se hiciera una ley
en que se estableciera el principio del trabajo como un deber elemental. Esa ley solo puede ser propia de una sociedad
socialista. Porque el trabajo no se hace
para las ganancias de capitalistas: el
trabajo se realiza para producir los bienes materiales y los servicios que todo
el pueblo necesita.
En el socialismo no debe ni puede haber desempleados,
porque las riquezas salen del trabajo y solo del trabajo. Hasta los bienes que sean de más fácil acceso
por la naturaleza se requiere trabajo para obtenerlos. El trabajo es la fuente de los bienes
materiales y los servicios que el pueblo necesita.
Y como en el socialismo se trabaja no para la ganancia
sino para las necesidades y las necesidades son ilimitadas, lo más natural y
lógico es la necesidad de emplear todos los recursos para satisfacer esas
necesidades ilimitadas. Mucho más cuando
el trabajo cambia de carácter.
El trabajo en el capitalismo es compulsivo, pero otra
forma de compulsión que no son las formas establecidas en la Ley.
Esa Ley, aprobada por más de 3 millones de personas y
aprobada entusiasta y enérgicamente por todos los trabajadores, no es una ley
para los trabajadores: ¡es una ley para
los no trabajadores! (APLAUSOS.) No es una ley para los que cumplen el deber,
sino para los que rehuyen el cumplimiento del deber. Y por eso los trabajadores la aprobaron con
ese entusiasmo. Es una ley de los
productores contra los no productores; es una ley de los que crean las riquezas
con sudor y esfuerzo, contra los que quieren disfrutar las riquezas creadas con
el sudor y el esfuerzo de los demás y sin ningún aporte.
Y por eso nosotros decíamos que es una forma delictiva
social —¡una nueva forma delictiva
social!— que corresponde a una estructura social diferente, que corresponde a
un sistema social diferente, que no instituye ni tiene por qué instituir la
vagancia como sistema a través de los propietarios que disfrutan de la riqueza
sin trabajar, ni la holganza como obligación a través de un sistema que
mantiene una reserva de fuerza laboral con el ejército de los
desempleados.
Y esa es la Ley.
Pero el hecho de que nuestras masas obreras hayan apoyado tan
enérgicamente esa Ley y hayan tenido posiciones tan radicales, demuestra una
toma de conciencia extraordinaria. Es la
toma de conciencia de un pueblo que sabe que todo brazo ocioso, que todo brazo
inactivo por razones que son ajenas a la salud, a la edad, es un brazo que se
resta a la sociedad, son bienes que se restan a la sociedad, y son además
personas que van a vivir del trabajo de la sociedad.
Y nosotros creemos que la aprobación de esa Ley marcó
un punto muy alto en el grado de conciencia revolucionaria, en el grado de
conciencia socialista de nuestro pueblo, y que marca un salto cualitativo en
esa toma de conciencia. Un paso de
avance importante, aunque lógicamente no es el único, aunque lógicamente
todavía tenemos muchos importantes pasos que dar. Pero hay que considerar una gran victoria
revolucionaria de nuestro pueblo la aprobación de esa Ley.
Pero no fue sólo la aprobación: por un método nuevo, por un método de amplia
discusión de masas, por un método de consulta con todo el pueblo, el más
democrático de cuantas instituciones se hayan conocido a través de la
historia. Porque ustedes conocían el
Parlamento burgués, que aprobaba las leyes en las sociedades capitalistas, qué
Parlamento era y cómo se aprobaban esas leyes.
Esta es una Ley aprobada por todo el pueblo, una institución nueva y
revolucionaria pero que, además, demostró una serie de ventajas
adicionales: se educó al pueblo y se
ganó la batalla no con la Ley, sino ya en el proceso de elaboración de la Ley.
La medida salió con tal fuerza moral, con tal autoridad,
que antes de que se pusiera en vigor el 1ro de abril, se habían inscrito —según
los datos actualizados— 101 019 personas (APLAUSOS). Claro está, no debemos considerar ni mucho
menos que las 101 000 personas eran personas que podían incluirse en el concepto
de vagos. Hay personas que arribaban a
la edad laboral, jóvenes que habían abandonado los estudios, algunos ex
reclusos, jóvenes recién desmovilizados.
Pero aproximadamente la mitad de los inscritos eran personas que estaban
realmente marginadas de las actividades productivas.
Hay que decir que la Ley ejerció su efecto moral
pleno, aquel efecto de que hablaba el compañero Risquet
en una de las primeras plenarias, cuando decía con muy buen juicio que el éxito
de la Ley estaría en dependencia de que se aplicara el mínimo de veces, y que
se resolviera el problema en el proceso mismo de elaboración de la Ley. Y así ha sido. Un mínimo de personas, ¡un mínimo de
personas!, han incurrido realmente en lo que puede considerarse violación de la
Ley.
Si un país marcha así, si una comunidad humana marcha
así; si se adoptan tales procedimientos verdaderamente de masas, verdaderamente
democráticos, indiscutiblemente que se puede llegar muy lejos.
La sociedad de clases dividida entre explotadores y
explotados, con las subdivisiones entre los más variados tipos de explotadores
y los más variados tipos de explotados —que van desde los que perecen por
hambre hasta los que disfrutan en cierta medida de la plusvalía que los
capitalistas extraen a la gran masa de trabajadores—, esa sociedad está
dividida terriblemente. Es imposible que
esas comunidades puedan avanzar, es imposible que puedan enfrentarse a los
arduos y difíciles y duros problemas que tiene cualquier pueblo en el mundo de
hoy.
Los problemas los tienen los países capitalistas
desarrollados por sus múltiples e infinitas contradicciones, a pesar de su
desarrollo económico. Y los tienen los
países subdesarrollados, en muchos casos con múltiples contradicciones y, además,
con la siempre presente pobreza.
Las comunidades humanas hoy tienen problemas muy
serios, muy difíciles, de todo tipo. La
humanidad crece, y crece a un ritmo nunca antes conocido. En siglos pasados crecía mucho más
lentamente; el promedio de vida era mucho más bajo; no existían los modernos
medicamentos que han logrado controlar las grandes epidemias. De ahí que la población crece. De ahí que se calcule que dentro de 25 a 30
años la población del mundo alcance una cifra de unos 6 000 millones de
habitantes. Esa cifra triplica prácticamente
la que había en la primera mitad del siglo.
Y no es lo mismo hablar de 2 000 millones que de 4 000 millones y no es
lo mismo hablar de 2 000 millones, que sería aproximadamente la población hace
unos 25 ó 30 años, que de 6 000 millones que serán dentro de 30 años.
Es que las necesidades de orden material y social que
eso plantea, crea problemas tan terribles y agudos como los problemas de la
vivienda en todo el mundo, los problemas de los abastecimientos de agua
adecuados para el consumo de la población, los problemas de los servicios
médicos para esa población creciente, los servicios educacionales para esa
población y, en fin, las necesidades materiales de ropa, de zapatos y de
alimentos para esa población.
El mismo caso de nuestro país: ¡cuánto ha crecido en estos 12 años! De manera que hoy somos algo más de 8
millones y medio de personas. Hemos
crecido más de 2 millones. Y eso a pesar
del éxodo de la gusanera. Hemos crecido
más de 2 millones desde el triunfo de la Revolución, que eso implica servicios
médicos, escolares, necesidades de vivienda, de ropa, de zapatos, de
alimentación, de todo tipo, para más de
2 millones de personas.
Los países subdesarrollados son los que se multiplican
precisamente a mayor ritmo, y son los que tienen acumulada más pobreza por otro
lado, son los que tienen una población joven más numerosa.
En nuestro país, menores de 16 años o menos, hay algo
más de 3 millones. Hay aproximadamente un 40% de la
población. A lo cual hay que añadir los
casos de mayoría de edad no aptos para el trabajo por las razones que sea, o
las personas que han rebasado la edad laboral.
En nuestro país, incluso, muchas personas con edad de retiro no se
retiraban antes, porque no tenían sencillamente derecho a la jubilación, o era
una jubilación como la que tenían los cañeros y los obreros agrícolas, de 6 y 7
pesos. Esa situación obligaba al obrero
a seguir trabajando cuando ya estaba en edad de retiro, porque no podían vivir
ni él ni su familia con 6 ó 7 pesos. Hay
que tener en cuenta esa circunstancia.
También la sociedad capitalista explotaba a los niños
y los ponía a trabajar 10 y 12 horas, que no es la combinación como medio de
formación del trabajo y del estudio, que no son esos maravillosos centros como
las escuelas secundarias que se van construyendo a ritmo creciente, donde los
muchachos participan de tres horas de trabajo productivo y tienen toda su
educación integral, tanto la instrucción general, como actividades deportivas,
como actividades culturales; que tienen sus laboratorios, que tienen la mejor
alimentación que podemos brindarles; ropas, zapatos, las mejores condiciones
higiénicas y de vida. No. La sociedad capitalista históricamente ha
explotado a los niños, a las mujeres. No
se ocupaba de buscar círculos infantiles.
Recuérdese aquel pasado oprobioso, aquella situación en que tenían que
vivir las mujeres de nuestro país. La
que podía obtener que algún familiar le cuidara los hijos podía ir al
trabajo.
Recuérdese incluso aquella cosa tan horrible, que va
quedando afortunadamente cada vez más distante:
el fenómeno de la prostitución. Y
que las cifras, las estadísticas revelan que había más de 50 000 mujeres
involucradas directamente en el problema de la prostitución. Forma directa a la cual había que añadir las
decenas de formas sutiles que los comerciantes utilizaban buscando las mujeres
para trabajar en bares, en establecimientos comerciales, en tiendas, en todas
aquellas actividades en que les interesaba atraer clientela, y que más que
mercancías estaban vendiendo sexo. Eso
era muy conocido.
Era conocida también aquella idiosincrasia que en
cierto sentido tendía a prostituir cuanta mujer nacía en nuestro pueblo, cual
era la preparación para el matrimonio; no la preparación para la vida, la
preparación para la producción, sino la preparación para casar de la mejor
manera a las hijas, criterio del cual estaban imbuidas las familias en medio de
aquella sociedad. Una sociedad que
obligaba a las familias a eso, y que buen matrimonio no se entendía de otra
forma que matrimonio con alguien que tuviera recursos, que tuviera dinero.
Es decir que la sociedad capitalista explotaba al
hombre, sin distinción de edad:
explotaba a los viejos, explotaba a los niños; prostituía a las
mujeres. Esa sociedad que aplicaba tan
terribles condiciones de vida, que no admitía ninguna de estas instituciones.
Hoy no hay hombre que se pueda mantener, ni se pueda
hacer ningún plan económico, sobre la idea de tener a los hombres 17 horas
trabajando.
Decíamos que esta leyera una ley que establecía
ciertas medidas. ¿Cuál era la ley del
capitalismo para obligar a trabajar? El
desempleo, la reserva laboral, el hambre; la pistola en el pecho de cada trabajador,
de cada campesino. El campesino que no
trabajaba no tenía médico, no tenía educación, no tenía medicinas, no tenía
ingresos, no podía pagar la renta.
¿Por qué los hombres esperaban con júbilo el inicio de
la zafra, para empezar a trabajar las 15 horas?
Porque una pistola apuntaba sobre el pecho de ellos, sobre el pecho de
sus mujeres, sobre el pecho de sus hijos.
Esa pistola real, que no tenía la forma de un instrumento de acero con
plomo y pólvora, pero que era tan eficaz o más, porque aquel obrero sabía que
si se le enfermaba el hijo se le moría si no tenía el dinero con qué comprar
una medicina. Y sin enfermarse se moría,
porque no tenía con qué comer, no tenía con qué calzar, no tenía con qué
vestir. De manera que el obrero, la
mujer, los hijos, las hermanas, el padre, la madre, la familia entera, tenía
una pistola en el pecho. Y que lo
obligaba a trabajar en las peores condiciones que se le ofreciera, porque
siempre tenía, además, el competidor, el que estaba dispuesto a aceptar aquel
trabajo que él abandonara o que él no quisiera realizar.
Este cambio drástico ocurrido en una sociedad: la desaparición de la explotación, la
desaparición de la propiedad privada con esas condiciones de trabajo, en un
país donde las fuerzas productivas estaban considerablemente atrasadas, nos
crea la contradicción principal.
Si no se hacía una revolución no podríamos avanzar;
sin revolución ningún país subdesarrollado se desarrolla hoy. Pero cuando se hace la revolución se crean
otros tipos de problemas y de contradicciones:
desaparecen las condiciones horribles en que se realiza el trabajo y en
que se lleva a cabo la producción de bienes materiales y de servicios, y sin
embargo, perdura el atraso en las fuerzas productivas, el atraso en la
productividad del trabajo.
Cambia la sociedad, cambian las condiciones, pero
subsiste el atraso tecnológico. ¿En el
pasado con qué se sustituía? Con el
trabajo de los viejos, con el trabajo de los niños, con la explotación del
obrero, con el doble número de horas de las que se supone lógicamente que puede
un obrero soportar: 15, 16 y 17.
Ahora, hay un problema adicional: existe un horario de tipo internacional: ocho horas de trabajo. Pero son las mismas ocho horas de trabajo en
un país desarrollado, que tiene fuerzas productivas extraordinariamente
desarrolladas, que en el país cuyas fuerzas productivas no tienen ningún
desarrollo. De manera que existe una
especie de patrón internacional, de medida:
las ocho horas. Y son las ocho
horas lo mismo en el país que tiene un determinado desarrollo de fuerzas
productivas que en el país que tiene cinco, seis, siete, diez veces menos
desarrollo de sus fuerzas productivas.
Es decir que está trabajando el mismo número de horas o tiene que
trabajar el país, o tiene que producir sus riquezas en el mismo número de horas
en que las producen los países que tienen cinco, seis y diez veces más
desarrollo de las fuerzas productivas.
Y esas son las condiciones, las contradicciones con
que se enfrenta un país en revolución.
Por eso es que para nosotros los problemas
relacionados con el deber de trabajar son incuestionables. Y los problemas relacionados con el
aprovechamiento de la jornada de trabajo son incuestionables; y los problemas
relacionados con la elevación de la productividad son incuestionables. Porque, repito, el capitalismo tenía al obrero
cortando caña o arriando bueyes —que toda la caña aquí prácticamente se tiraba
con bueyes, los bueyes caminaban hasta sin caminos, no existían esas
necesidades de caminos que tenemos cuando se tira con tractores y se tira con
camiones—; el capitalismo tenía al obrero 15 y 16 horas sometido a una jornada
extensa de trabajo, a un ritmo fuerte de trabajo; el capitalismo obligaba a los
viejos a seguir trabajando hasta que se murieran, puesto que no había
jubilaciones prácticamente, solo muy pocas en algunos sectores, y muy pobres
para la inmensa mayoría y ninguna para muchos casos.
Obligaba a los viejos a trabajar hasta la muerte. Obligaba a los niños a trabajar el número de
horas que fuera necesario. Además, no
tenía obligaciones de servicios educacionales para todo el pueblo: no le interesaba. Si el capitalismo ponía a estudiar a todos
los jóvenes secundaria básica y a todos los muchachos en la escuela, no iba a
tener después aquella reserva laboral para cortar caña.
Si el capitalismo explotaba a viejos, niños, mujeres,
y hacía que los obreros que mantenían la economía del país fundamentalmente
—que eran los que hacían la zafra— tuvieran que trabajar 15 y 16 horas; si la
Revolución, que sí tiene que buscar educación, base material, materiales de
estudio, muebles, para todos los niños del país, para todos los jóvenes que
arriben a los cursos superiores; si la Revolución tiene que darles una
jubilación —y ya está establecida la jubilación para todos los trabajadores del
país—; si la Revolución tiene que brindar asistencia médica a todo el pueblo en
cualquier rincón, a todos los enfermos, desde los niños hasta los ancianos,
prever epidemias, si la Revolución tiene además que desarrollar sus fuerzas
productivas, si la Revolución tiene que desarrollar su economía, si la
Revolución tiene que resolver problemas acumulados de acueductos, de
alcantarillados, de viviendas, además de los problemas acumulados, el atraso
acumulado en la economía, ¿cómo se puede concebir todo eso si tenemos que
hacerlo dentro de una jornada internacional de trabajo de ocho horas, que es
lógico, que es natural, que es normal, que podemos decir es justo? ¿Cómo podemos gastarnos el lujo de permitir o
de tolerar aquellos que se sustraigan de la obligación de trabajar? ¿Cómo podemos permitirnos el lujo de no
aprovechar la jornada de trabajo? ¿Cómo
podemos permitirnos el lujo de no tomar en cuenta la productividad del
trabajo? ¿Qué salida tendríamos a
nuestros problemas? ¿Qué
soluciones?
Si la Revolución tiene que invertir para el futuro, si
tiene que enseñar a todos los niños, si tiene que darles una preparación
técnica a todos los jóvenes, si tiene que desarrollarse, y desarrollarse para
satisfacer necesidades viejas y necesidades crecientes de una población que se
multiplica, ¿cómo podemos dejar de tener en cuenta estos factores? .
De ahí por qué decíamos el valor extraordinario que
tiene esa Ley aprobada por todos los obreros, el significado que tiene, no solo
ya cuanto promueve la incorporación inmediata de 100 000 trabajadores, que ha
permitido a muchos centros de trabajo que tenían la materia prima y no tenían
fuerza de trabajo tener a plenitud su fuerza de trabajo, sino que facilita la
disciplina, la lucha no ya contra el que no está vinculado al trabajo sino
contra esa otra categoría que tanto irrita a nuestros obreros, que era el
ausentista consuetudinario, el ausentista sin justificación (APLAUSOS), el que
se ausentaba cuando había el trabajo más duro, cuando había las tareas más
difíciles. ¿A cuántas decenas de miles
de obreros asciende eso? Por otro lado,
la desorganización que se creaba reduciendo la producción y la productividad y
el aprovechamiento de la jornada, ¿a cuántas decenas de miles de hombres
asciende eso cuando se traduce en los bienes que se dejan de producir?
De manera que crea las bases de la disciplina, las
bases para resolver nuestros problemas materiales por el camino correcto y
dentro de las difíciles condiciones de una sociedad que no explota ni puede
explotar a los niños, que no explota ni puede explotar a los ancianos, que no
obliga al obrero con una pistola en el pecho a trabajar 15, 16 horas para que
no se le mueran la mujer y los hijos o él; de una sociedad que tiene que
resolver todo el cúmulo de necesidades que los capitalistas con sus robos y sus
sustracciones de recursos no hicieron; de una sociedad que tiene que trabajar
para todos, que tiene que atender a todos los niños, a todos los enfermos, a
todos los ancianos; de una sociedad que tiene que crear condiciones humanas de
trabajo, de comedores en las fábricas —que antes no había comedores en ninguna
fábrica y, por lo tanto, no tenía que haber personas trabajando en las
cocinas—, las necesidades de transporte para los obreros —que ahora hay que
transportarlos del albergue al campo de caña, hay que transportarlos a las
fábricas.
De manera que una sociedad que tiene que humanizar las
condiciones de trabajo por todos los órdenes, que tiene que resolver en esas
condiciones nuevas los problemas, es lógico —repito una vez más— que los
problemas relacionados con la incorporación al trabajo y el deber de trabajar,
el aprovechamiento de la jornada y la elevación de la productividad, es el
único e inexcusable camino. Porque, de
lo contrario, ¿cuál podría ser la salida?
¿Puede haber salida? ¡No podría haber
salida!
De ahí la enorme importancia política, económica e
histórica en todos los órdenes de esta Ley, como medida justa, como medida
lógica, como medida correcta de nuestra sociedad. Pero, además, como método nuevo y revolucionario
de llevar adelante, a través de las masas, la medida.
Por eso nosotros creemos que los obreros dieron en ese
sentido un paso histórico. Y se han
creado condiciones para seguir avanzando.
Ahora, ¿dónde debemos dar la batalla, ya una batalla
más larga, más difícil, pero que solo se puede dar y solo se puede ganar con
los obreros, con los obreros? En la
batalla de la productividad, la batalla del aprovechamiento de la jornada de
trabajo, la batalla por el uso correcto de los recursos humanos. No basta con que incorporemos a todos al
trabajo. No haríamos nada si los
incorporamos y no aprovechamos sus energías, no haríamos nada si los
incorporamos y no aprovechamos la jornada, no haríamos nada si los incorporamos
y bajamos la productividad, no haríamos nada incluso si los incorporamos al
mismo nivel de productividad por hombre que teníamos antes.
Por eso, este año comenzó a darse un paso de suma
importancia, ¡de suma importancia!, que es el problema de la normación de los
centros de trabajo.
¿Qué ha arrojado el trabajo de normación? Ya en una ocasión hablamos de eso.
Ya hay normados —para dar cifras exactas— 584
centros.
¿Cuál ha sido el resultado? En primer lugar, a fines del año 1970, en esa
especie de vorágine, de improductividad, de uso irracional de los recursos
humanos, de hábitos malos, de irresponsabilidades, de falta de conciencia en
una sola palabra sobre este problema de la productividad —falta de conciencia en el Partido, en los
administradores y en los trabajadores de este problema de la productividad—,
teníamos una demanda planteada al Ministerio del Trabajo de unos 300 000
trabajadores, encima de que había muchos centros sin suficiente número de
fuerzas. Teníamos una demanda para las
industrias y los servicios de 300 000 trabajadores. ¿Y qué se ha demostrado en estos 584
centros? Se ha demostrado que la
necesidad real era aproximadamente el 16% de la demanda. Es decir que donde había la demanda de 100,
la necesidad real era de 16. En estos
584 centros normados se ha demostrado que la necesidad real era un 16% de lo
solicitado en primer lugar. ¡Gran
descubrimiento! ¡Importante
descubrimiento! ¡Decisivo
descubrimiento!
Una segunda cosa:
que muchos centros tenían una plantilla superior a lo que necesitaban
realmente, y que muchos centros tienen incluso un excedente físico de fuerza de
trabajo, excedente físico.
Y otra cosa:
esta normación se traduce en aumentos hasta del 30, del 70 y hasta del
ciento por ciento de la productividad.
Es decir, que no solo se demuestra peticiones excesivas, no solo se
traduce en ahorro de lo que habían pedido, no solo se traduce en ahorro de los
que tenían. Con esta normación —que a mi
juicio no es ni siquiera muy exigente, que es tal vez una normación
conservadora, cuidadosa— hay elevaciones de productividad del orden hasta del
30, 70 y también el ciento por ciento.
Es decir, que los que se quedan después de la normación, van a producir
mucho más de lo que venían produciendo.
¿Podemos gastarnos ese lujo? ¿Podemos ser descuidados en este
aspecto?
El Ministerio se propone proseguir su trabajo y
llegar, como meta, a fines de año, con 1 500 centros de trabajo ya normados
(APLAUSOS).
Hay que seguir este plan, y esa política, a todos los
centros de producción y de servicios del país.
Eso es imprescindible. Pero,
además, tenemos que tomar conciencia de este problema: la misma conciencia que se tomó acerca de la
importancia de establecer el deber social del trabajo. Y poner la cuestión de la productividad del
trabajo en primer lugar.
Y la cuestión de la productividad del trabajo debe
ocupar, de ahora en adelante, el primer lugar entre los objetivos del
movimiento obrero, el primer lugar entre los objetivos de la educación política
y económica de los obreros, el primer lugar en cuanto al problema del desarrollo
de la conciencia de nuestros trabajadores, por las razones clarísimas,
elementales, que nosotros estábamos exponiendo anteriormente. Y si quieren las repito.
Nuestra sociedad no puede explotar a los ancianos,
nuestra sociedad no puede explotar a los niños, nuestra sociedad no puede
ponerles un revólver en el pecho a los hombres bajo amenaza de muerte por
hambre, por enfermedad, para que trabaje 15 y 16 horas. Nuestra sociedad tiene que resolverlo con el
promedio de las ocho horas.
Y decimos promedio, porque en algunos centros
cíclicos, donde en los períodos de seca se puede trabajar más, como en la
construcción, hemos estado planteando dos tipos de jornadas: una de 10 horas en los meses de seca, otra de
ocho horas en los meses de lluvia, pero con pago en la jornada completa cuando
se vea interrumpida por lluvia, de manera que resulte promedio de ocho horas de
trabajo, para lo cual en determinado tipo de actividad hay que trabajar más,
porque es un crimen que perdemos los días secos, y después vienen los días de
primavera, con tantos trabajos que tenemos que hacer aquí en todos los campos,
y se nos pasan días enteros sin poder trabajar en las presas, en los caminos,
en las obras. Pero decimos: con un promedio de trabajo de ocho
horas.
Si la Revolución tiene que atender las necesidades de
todos los niños, tanto educacionales, como de salud, como de vestidos, como de
escuelas, como de educación; y de todos los jóvenes. Si la sociedad tiene que atender la necesidad
de todos los ancianos, y todos los que ya sobrepasan la edad laboral. Si la sociedad tiene que atender las
necesidades materiales, sociales y económicas de todos los habitantes, sus
necesidades de alimentos, sus necesidades de asistencia médica, ¿cómo podemos
darnos el lujo de tener personas que no trabajen? ¿De aprovechar un 70%, un 65%, un 75% la
jornada de trabajo? ¿Cómo podemos darnos
el lujo de pedir 300 000, o pedir 100 cuando lo que se necesita son 16? ¿Cómo podemos darnos el lujo de tener los
hombres improductivos? ¿Cómo podríamos
salir del subdesarrollo? ¿Cómo podríamos
satisfacer los objetivos humanos y sociales de la Revolución? ¿Cómo podría nuestro pueblo trabajador
resolver sus problemas? ¿En qué se
traduciría eso? ¡En escasez!
Y hay dos escaseces:
las escaseces en el mundo capitalista, en que vemos a un hombre caer
muerto de hambre aunque haya almacenes llenos de víveres, porque él es de la
reserva de los desempleados, porque él no tiene trabajo, porque él no tiene
acceso; y las escaseces nuestras, que son de otro tipo, porque responden a las
necesidades, responden a la realidad de tener que satisfacer las necesidades de
todos.
¿Sobrará alguna vez?
Es difícil que sobre. Lo que
sobre habría que exportarlo. Lo que
sobre y no se pueda exportar, habría que dejar de producirlo, porque como las
necesidades son ilimitadas, y las necesidades crecen ilimitadamente y las
exigencias de la vida siempre plantean nuevas necesidades, pues en nuestra
sociedad todos estos factores se traducen en disposiciones de recursos materiales
inferiores a los que podríamos disponer.
Un ladrillo menos que se produzca en un tejar, un
metro cúbico menos de piedra que se produzca en una cantera, un metro cuadrado
menos de tela que se produzca en una fábrica, un litro de leche menos que se produzca
en una granja, todo eso se traduce en un litro menos, un metro cuadrado menos,
un ladrillo menos, un metro cúbico de piedra menos para el pueblo, para las
necesidades que están esperando.
Eso es claro, y tenemos que comprenderlo, y tenemos
que insistirlo y repetirlo hasta que sean cosas elementales, archisabidas por
los trabajadores, y que ellos sean los que den la batalla principal,
fundamental, en esta cuestión de la productividad.
De manera que este es un segundo importantísimo paso
de este año: la cuestión de la
productividad, que debe empezar por la normación, tarea de la cual deben
preocuparse el Partido, las organizaciones de masas, y muy especialmente el
movimiento obrero.
Una vez que hayamos normado, no basta. Hay que seguir luchando siempre por la
productividad. Y la productividad estará
indisolublemente unida al progreso del país, porque el número de brazos es
limitado, y tiene que ser limitado por el número de nuestros habitantes, además
porque tenemos los viejos retirados, los jóvenes estudiando, porque tenemos que
atender servicios que no son productivos directamente, aunque sí
imprescindibles como la salud, la educación.
El mero hecho de poder decir que el Sindicato de la
Educación, Cultura y Ciencias tiene 175 000 trabajadores, es una cifra respetable del número de trabajadores
dedicados a ese sector de la educación...
De manera que es la productividad el único camino del
incremento de la riqueza. Así que una
vez normados los centros, la lucha por la productividad, a través del
desarrollo de las fuerzas productivas, a través del desarrollo de las máquinas
y de la técnica es el único camino.
Vean ustedes, si no, esa tremenda contradicción entre
la necesidad de resolver la fuente fundamental de divisas del país, que es el
azúcar, y la baja productividad en el corte manual. Las ventajas que implican los centros de
acopio y la técnica, esa introducción de una técnica revolucionaria que eleva
tan extraordinariamente la productividad y que nos permite a nosotros ayudar a
resolver nuestra contradicción fundamental, que era tener que emplear cientos
de miles de hombres para buscar las divisas esenciales para la economía del
país, cientos de miles de hombres en el corte de caña, con todas las otras
necesidades.
Porque nuestro país —nunca olviden esto—, al revés de
otros países que tienen otros tipos de recursos naturales... Hay países en todo el mundo que tienen
fabulosas reservas de petróleo en el subsuelo, en que 10 000, 20 000, 25 000
hombres producen 1 000, 1 500 millones de dólares en un año, trabajando con
relativa comodidad. Y nosotros, para
buscar 600, 700, 800, hemos tenido que emplear hasta 350 000 macheteros, sin
incluir el aseguramiento de transporte, los aseguramientos de albergues, construcciones
de albergues, comedores y todos esos aseguramientos.
¿Es decir que nuestro país cómo tiene que producir sus
recursos fundamentales? Con un trabajo
manual. Y ese es un problema adicional
que gravita y un problema adicional que debe hacernos recapacitar, meditar
sobre estas cuestiones.
Claro, el país debe encaminar su esfuerzo a la
solución del problema de la productividad ahí precisamente, que
desgraciadamente no era fácil, ino era fácil!, porque
no existían las máquinas; porque lógicamente, en los países como el nuestro,
que eran los principales productores de caña, había la reserva de desempleados
que siempre sé habría opuesto a las máquinas.
No era como el maíz, no era como el arroz; y además, una planta difícil
de mecanizar.
Ya ustedes ven los resultados y lo que se espera en el
próximo año con la introducción de una técnica, de una revolución tecnológica
en la cosecha de la caña.
Eso mismo tenemos que irlo buscando ya, incesantemente
y siempre: cómo elevamos la
productividad, y cómo la elevamos en aquellas ramas fundamentales de la
economía.
También hay otro aspecto: cómo se resuelven aquellos trabajos que
tienen las condiciones más duras y más difíciles, cómo se introducen normas más
humanas. En eso también tenemos que
invertir.
Pero repetimos:
la productividad, después de la Ley contra la Vagancia, después de la
cuestión de la disciplina en el trabajo, de la buena organización en el
trabajo, es de ahora en adelante y siempre la cuestión fundamental de nuestro
país.
Apoyamos al Ministerio del Trabajo en este esfuerzo
tan útil, tan altamente conveniente para la economía que viene realizando con
la normación.
Vienen otros problemas: el ahorro, ¡el ahorro!
De manera que disciplina del trabajo —ya están creadas
las bases: el deber social de todos de
participar—, la normación, la productividad del trabajo y el ahorro, el ahorro
de todo.
Claro que la productividad es, en primer lugar, ahorro
de recursos humanos y ahorro de tiempo; pero el ahorro a que nos referimos es
el ahorro de bienes, el ahorro de materias primas, el ahorro de los recursos
para la producción.
Por ejemplo, hemos hablado en otras ocasiones de la
necesidad de ahorrar el agua, los grandes gastos de agua, derroches de agua que
se producen por distintas razones, algunas de las cuales hemos explicado, y
otras sencillamente que son factores humanos; los gastos de electricidad. Más adelante voy a tocar el puntico de la electricidad, los grandes gastos de
electricidad; todos los problemas de materia prima, por ejemplo los de
madera. Nosotros estamos empeñados en
lograr un máximo de ahorro en madera para poder incrementar las construcciones,
para poder destinar madera a la solución del problema de los muebles. He ahí una materia prima importantísima que
tenemos que ahorrar. Y, en general, el
ahorro de materias primas y de recursos productivos.
Combustible, por ejemplo, es otro de los recursos que
nosotros tenemos que saber ahorrar siempre, incesantemente; porque el
combustible es un recurso vital de una sociedad moderna, de un país en el mundo
de hoy, del cual no se puede prescindir.
Todo se mueve con energía, ¡todo!
Y sin embargo, la naturaleza no nos dotó a nosotros de recursos
energéticos: ni carbón, ni grandes ríos
para la energía hidráulica. El petróleo
está en proceso de búsqueda todavía, en proceso de búsqueda y en comienzo de
desarrollo.
Tenemos que traer el combustible desde más de 10 000
kilómetros. Luego, tenemos que ahorrar
la energía, bien en forma de electricidad, bien en forma de combustible
directamente.
De manera que la mentalidad del ahorro, ¡el ahorro!,
se convierte en otro elemento esencial de nuestra economía, de nuestro
desarrollo, de nuestro bienestar.
Es necesario que el movimiento obrero tome estas
ideas, tome estas ideas y las vaya aplicando cada vez más y vaya haciendo una
fuerte conciencia en torno a ello.
En los últimos meses se ha estado trabajando en la
búsqueda de soluciones a un problema muy importante, que es el problema de la
vivienda. Los trabajadores saben que
hemos tenido ya algunas reuniones, que se están ya desenvolviendo algunos
proyectos en este sentido. Creemos que
es uno de los problemas agobiantes que tenemos y que es hora de abordarlo y de
resolverlo. Nosotros hemos explicado
cómo vamos a resolver esto. Y lo vamos a
resolver también a través de los centros de trabajo, a través del movimiento
obrero, y lo vamos a resolver con plustrabajo.
Claro, hay centros de trabajo que, como se ha
demostrado, les sobra el personal. Les
resulta más fácil sacar hombres. Eso lo
hemos explicado. De todas maneras, donde
quede alguna reserva siempre se considerará como reserva de esa industria, se
tendrá en cuenta.
Pero ya está empezando a desarrollarse este plan y
marcha como una gran promesa de solución al problema de la vivienda.
Ese plan queremos llevarlo a todo el país. Ya se está aplicando en la Ciudad de La
Habana, ya empieza a aplicarse también en la ciudad de Santiago de Cuba, en la
zona de San Pedrito; ya incluso hay una industria en
Santiago a la que se le ha asignado los materiales y los recursos, en un
edificio prefabricado, para que ellos hagan el edificio. Y otras industrias ya están participando en
el acabado de la construcción.
Nosotros queremos ir incorporando a los obreros en la
solución del problema de la vivienda porque es la única fórmula posible de
solución.
Por las necesidades que el país tiene de fuerza de
trabajo para la construcción en las inversiones industriales, en las presas, en
los caminos, en las carreteras, en las secundarias básicas, en una serie de
obras sociales y económicas; en las lecherías, en los almacenes, en los
puertos, en los ferrocarriles, y sabiéndose además cómo era el problema de la
construcción, que era la última carta, donde la gente siempre estaba allí
transitoriamente para después buscar un trabajo en la industria, y teniendo el
país las necesidades que tiene de construcción para el desarrollo, nos veíamos
en un dilema que lo hemos expresado con esta frase que no está de más
repetir: que con todas las necesidades
acumuladas de vivienda que tiene un país subdesarrollado, si se dedica a
construir viviendas no se desarrolla, y si se dedica al desarrollo no puede
construir viviendas.
Esto, naturalmente, viéndolo en términos clásicos, en
términos convencionales.
Y tenemos que encontrar la fórmula de poder dedicarnos
al desarrollo y, al mismo tiempo, resolver la vivienda. ¿Fórmula?
La movilización de las energías de los propios trabajadores en un
esfuerzo extra para resolver el problema de la vivienda.
Nosotros les podemos decir que esto ha sido acogido
con gran interés por todos los centros de trabajo, y que en este momento lo que
hay es una gran presión por empezar a hacerlo.
Sobre esto queremos decir que estamos haciendo los
planes para toda la Isla, y que pensamos hacerlo en las ciudades y en los
campos.
Hay zonas del país, que ustedes conocen bien, que si
no resolvemos el problema de la vivienda no resolvemos los problemas de la
fuerza de trabajo. Nosotros tendremos
que poblar algunas regiones del país:
Camagüey, por ejemplo. No podemos
estar dependiendo de por vida de las movilizaciones, de las columnas juveniles,
no obstante que esos movimientos han tenido un gran efecto, una gran ventaja;
han sido un campo de batalla para nuestra juventud, para nuestras
organizaciones juveniles, donde se han destacado miles de jóvenes, donde han
surgido cientos de compañeros y miles de compañeros con perspectivas como
cuadros, como fuerza militante de nuestras organizaciones juveniles.
Ha tenido todas esas cosas positivas. Pero nosotros tenemos que resolver el
problema de la fuerza de trabajo permanente de Camagüey.
¿Cómo hacerlo?
Construyendo viviendas en esas inmensas áreas cañeras deshabitadas. Pero tenemos que hacerlo también en algunas
regiones de la provincia de Oriente y de la provincia de Las Villas, y
prácticamente en algunos lugares en todo el país.
Tenemos en Oriente toda esa zona del central “Urbano Noris”, “Cristino Naranjo”, “Maceo”, “Loynaz
Hechavarría”, “Mella”.
¡Por aquella zona no quedó nadie! Casi todos los jóvenes se fueron y se
incorporaron al Ejército Rebelde durante la guerra. Cuando para aquella juventud se presentó la
lucha, lógicamente se incorporaron.
Todas esas enormes zonas donde están los centrales
Guatemala, Nicaragua, “López Peña” —estos sin contar la zona norte de Argelia
Libre, de “Guiteras”, de “Jesús Menéndez”— son enormes extensiones cañeras
donde quedan los más ancianos, donde las condiciones de vivienda son muy malas,
donde persisten los viejos barracones, y donde tenemos realmente que hacer un
urgente programa de construcción de viviendas.
¡Y ya lo estamos organizando!
Estamos ya mandando los primeros recursos para las
brigadas de movimiento de tierra y después la incorporación. En Oriente, con jóvenes de la Columna que
regresan a la provincia, organizar fuerzas de construcción en esas zonas que
hemos mencionado, en esas áreas para que después se queden a vivir allí.
Lógicamente hay que crear las condiciones de vida
adecuadas. De lo contrario no se podrá
resolver el problema. Lo mismo tenemos
que hacer en Camagüey y en otros sitios.
De manera que tendrán prioridad esos planes.
En el futuro pensamos incorporar a los obreros de la
industria azucarera en el tiempo muerto, en el llamado tiempo muerto, en el
tiempo de receso, en el tiempo de no zafra para resolver los problemas de las
viviendas en el área industrial y en las áreas cañeras. De manera que debemos movilizar algunas
decenas de miles de obreros de los centrales azucareros en los períodos en que
no hay zafra, reuniendo los materiales durante el período anterior para
trabajar en la construcción de viviendas para los propios obreros industriales
cañeros y para los obreros cañeros agrícolas.
Esos planes también se están elaborando, y es uno de
los caminos para la solución del problema de la vivienda en el campo.
Pero este programa de construir la vivienda con la
participación de los obreros lo vamos a llevar a todo el país. Este año comienza.
Pensamos que ya el próximo año, después de analizar
los medios que tenemos de cemento, de cabilla, de otros materiales y aun
contando con algunos déficit que pensamos resolverlos, podremos construir el
año próximo unas 30 000 viviendas. ¡Año
1972!
Ya estamos empezando este programa este año. Las viviendas de este año son aparte del
próximo año, y podremos empezar unas 10 000 más. De manera que estaremos trabajando en unas 40
000 viviendas ya en el segundo semestre —terminando algunas y otras
empezándolas— del próximo año.
En el año 1973 pensamos trabajar en 50 000 viviendas,
en 1974 en unas 75 000, Y tratar de llegar ya en el año 1975 a la posibilidad
de construir 100 000 viviendas y alcanzar un nivel de 100 000 por año en esa
fecha.
Comprenderán ustedes que para este programa hay que
preparar bien la industria tanto de producción de piedra, de arena, de cemento,
de barras de acero, y de todos los elementos que lleva una vivienda y que suman
unos 250 elementos diferentes. Pero más
o menos a este ritmo hemos estado analizando que podremos ir llevando a cabo este
movimiento. De manera que aún este año
este movimiento es limitado —podemos
estar trabajando en unas 15 000 a 20 000 viviendas. El año próximo se podrían construir unas 30
000. Quiere decir que estaremos
trabajando en unas 40 000. En el año
1973 en unas 50 000, 75 000 en 1974 y unas 100 000 en 1975.
Cuando ya estemos a nivel de 100 000 viviendas puede
serse más flexible —un poco más, un poco menos—, en dependencia de las
necesidades de otro tipo. Puede ser que
en un momento, ya con un nivel de 100 000 viviendas se puedan hacer 90 000 para
hacer más escuelas, para hacer más obras de servicios sociales.
El año próximo, junto con el programa de las 30 000
viviendas estamos contemplando la construcción de unas 500 lecherías que es
necesidad muy urgente de la economía, y unas 25 secundarias básicas del tipo de
la que se inauguró recientemente.
Será más o menos esa la posibilidad. Ha habido que poner fuerte acento en el
problema de la construcción de lecherías, tanto por las necesidades de leche
como la necesidad de ahorro de las divisas que todavía el país gasta en
importaciones de leche, y que es un renglón cuyo incremento está hoy por hoy en
dependencia fundamentalmente de la construcción de las instalaciones.
Todos estos programas crecen por año: tanto los de escuelas, los de secundarias, en
fin, manteniendo todo el programa de construcción de caminos, presas, sistemas
de riego, drenajes, autopistas y todo el programa de inversiones industriales,
que nos proponemos llevar a cabo el montaje de todos los equipos tecnológicos
que tenemos en el país, además de los 300 centros de acopio que se están
construyendo este año.
Creemos que esta cuestión de la vivienda va a ser otro
paso también importante y que se va a llevar por un método nuevo y por un
método revolucionario a través de los centros de trabajo, a través del
movimiento obrero. Y por eso creemos que
es una de las tareas importantes señalar en el día de hoy.
Todo este programa de viviendas, les decía, viene
acompañado de un necesario plan de desarrollo de la industria de construcciones.
Pero además están los demás problemas, a los cuales ya
nos hemos referido en otros sitios: los
problemas de agua y los problemas de electricidad.
El agua requiere las dos cosas: el ahorro y la creación de nuevos sistemas de
distribución de agua y nuevas fuentes. Y
la electricidad tiene dos problemas: el
problema de nuevas capacidades y del ahorro también.
Con todo este plan de desarrollo social, nuevas
viviendas, nuevos barrios obreros con todos los servicios —escuelas, círculos,
tiendas, policlínicos, lavanderías—, eso requiere incrementos en los consumos
de electricidad. Luego, por eso este es
un producto que tenemos que ahorrar.
La electricidad actualmente está incidiendo
seriamente.
Tenemos dos puntos que son dos cuellos de botella: uno, ciertas escaseces de oxígeno, derivadas
de problemas en una de las instalaciones y de insuficientes capacidades, y de
problemas de envases que afectan muy seriamente los talleres donde trabaja la
industria mecánica, dondequiera que hace falta oxígeno, y que será necesario
que la industria química priorice los trabajos relacionados con el
abastecimiento de oxígeno a todos los centros que lo necesitan; y la
electricidad que, como ustedes saben, nos ha estado parando constantemente
centros de trabajo, fábricas. Nos ha
estado afectando la producción; ha estado chocando con todo este esfuerzo por
elevar la productividad, por la asistencia al trabajo.
De manera que chocan unas cosas con otras. Las metas:
elevación de la producción, asistencia al trabajo, aprovechamiento de la
jornada, elevación de la productividad.
¡Y de repente dos horas, tres horas, cuatro horas, paradas las
máquinas! Choca una política con una
situación.
Ultimamente, incluso, por problemas de un
accidente. Es decir, por problemas
relacionados con una de las estaciones.
Este es un problema técnico un poco complicado, que afectó una de las
estaciones de distribución importante; luego produjo una reacción en cadena;
luego afectó las propias plantas generadoras —porque hay plantas que no les
puede faltar la electricidad. Las mismas
refinerías de petróleo, no se pueden parar; es peligroso cuando les falta la
electricidad, y por eso tienen conexiones directas.
Pero cuando ocurre un fenómeno de este tipo, que tumba
todo el sistema, nos vemos en la situación en que nos vimos días atrás —o que
se vieron ustedes; yo no me encontraba en la Ciudad de La Habana. Fue después del acto de allá de Jagüey. Estaba en la provincia de Las Villas. Pero allá llegó el apagón también. Estábamos nosotros conversando con la
delegación soviética, cuando se fue la luz.
Lo que no sabíamos en ese momento era que la luz se había ido
prácticamente en todo Occidente. Y que se
fue la luz en hospitales, en frigoríficos, en dondequiera, ¡en dondequiera! De manera que todo eso se da al otro día: los problemas de asistencia al trabajo, los
círculos, problemas con los alimentos, problemas de todo tipo.
Esto indica la importancia que tiene la energía
eléctrica; cómo es una cosa vital en el orden social, en el orden productivo,
en todos los órdenes, en el mundo de hoy.
Y las consecuencias se ven cuando falta la energía eléctrica unas horas,
las consecuencias de todo tipo, los inconvenientes de todo tipo. Cuando es una circunstancia normal, porque,
lógicamente, en las guerras, en ciertas circunstancias, falta, se prepara
todo. Pero estas sorpresivas e
inesperadas faltas de electricidad acarrean todo tipo de dificultades y de
problemas.
En la industria eléctrica tenemos los problemas de
mantenimiento. Creció y creció la
industria. No creció en cantidad y
calidad —y preparación, digamos— proporcionarles el personal de
mantenimiento. Desde la reunión de la
Industria Básica, en las primeras asambleas, se estableció la necesidad de
priorizarla, dotarla de recursos y de equipos.
Se le ha estado dotando de recursos para los problemas de mantenimiento
de la industria eléctrica, de recursos materiales y humanos. Ese esfuerzo tiene que seguir
desarrollándose, y tenemos que seguir dotando a la empresa eléctrica, a la
industria eléctrica, tenemos que seguirla dotando de los equipos necesarios y
de los recursos humanos; priorizar esa actividad, de manera que logremos poner
el mantenimiento, recuperar los atrasos en las tareas de mantenimiento, y
ponerlo a tono con el crecimiento de la industria.
Pero no es solo un problema de mantenimiento. Hemos tenido problemas ya de capacidades, con
el crecimiento de la demanda y del consumo.
Nosotros el 28 de septiembre hablamos de ese problema, que es cuando se
lanzó la consigna del ahorro de la electricidad.
Nosotros queremos explicarles a los trabajadores cuál
es la situación y cuál es la perspectiva de la industria eléctrica.
Nosotros tenemos dos sistemas: el occidental y el oriental. Entre el sistema occidental y el oriental no
hay conexión; se trabaja en ese sentido.
Incluso, en el sistema oriental se ha estado trabajando para conectar
las distintas partes de la provincia.
Ahora, en el sistema occidental, en 1958, había una
capacidad de 355 000 kilowatts. Si ustedes
quieren, nos ponemos de acuerdo y adoptamos una terminología nueva que es megawatt, que quiere decir 1 000 kilowatts —si es que no dicen otra
cosa los compañeros de la industria.
Antes se contaba por kilowatts, porque era la capacidad inferior. Cuando ya se entra en el orden de miles, de
millones de kilowatts, se usa la palabra megawatts. Es decir, 355 000 kilowatts se traducen en
355 megawatts.
Y eso es lo que había:
355 megawatts.
Y en todo el país, 397 megawatts. ¡Vean qué diferencia! Casi todo estaba en occidente.
Lógicamente, después de la Revolución se trabajó en
Occidente y se trabajó también en la región oriental. La región oriental en determinado momento
llegó a tener problemas por exceso de capacidad, puesto que una unidad de 50
000 no se podía arrancar si no había consumo de esa electricidad. Esos problemas los tenían en Oriente. Trabajaron intensamente y ya conectaron la
línea 220, Santiago con Holguín. Holguín
el año pasado tenía una gran crisis de electricidad. Ahora ya el sistema oriental está conectado
hacia Holguín, y está marchando, debe marchar hacia Nuevitas ahora la línea
220.
Actualmente el sistema occidental tiene 710 megawatts.
¡Setecientos diez frente a 355!
Esto es aproximadamente el doble, ¡el doble de capacidad!
En todo el país, es de 909 megawatts. Antes era 397; ahora es 909 en todo el
país.
De manera que, sumando Occidente y Oriente, tenemos
2,3 veces más que el que teníamos antes de la Revolución. Esa es la situación. En Occidente tenemos el doble. Y contando todo el país, tenemos 2,3 veces
más capacidad de producir energía eléctrica que la que teníamos antes del
triunfo de la Revolución.
En 1958 existían unos 13 000 kilómetros de línea. Actualmente existen 20 500. Todo eso implica incremento del
mantenimiento.
En 1958 existían 295 subestaciones de todo tipo. Actualmente existen 600 subestaciones. Todo eso implica mantenimiento.
En los 10 años anteriores a 1959, el promedio anual de
construcción de líneas fue de 306 kilómetros.
En este momento se están construyendo 700 kilómetros de líneas
anuales.
En 1958 la Compañía Cubana de Electricidad atendía 732
000 consumidores. Ahora la Empresa
Eléctrica atiende 1 100 000 consumidores, incluyendo zonas del país donde nunca
llegó la electricidad.
La Revolución ha construido y puesto en marcha las
siguientes capacidades: termoeléctrica
de Mariel con 200 megawatts; termoeléctrica de O'Burke con 30 megawatts;
termoeléctrica de Nuevitas con 60 megawatts;
termoeléctrica de Renté con 100 megawatts. Y además se terminaron inversiones que se
habían comenzado en el capitalismo, como la termo eléctrica “Frank País” con 35 megawatts y la
hidroeléctrica Hanabanilla con 45 megawatts. En realidad son 30 000 en determinadas
obras. Faltaba una presa, Pretiles, de
40 millones de metros cúbicos, para poder usar la capacidad de 45 000
kilowatts.
Es decir que en la Revolución se han puesto en marcha
470 megawatts.
También se produjeron algunas reducciones de plantas que estaban en
condiciones de ser retiradas, porque resultaban antieconómicas por
completo. Pero todo esto se tradujo en
2,3 más.
El monto total de las inversiones realizadas por la
Revolución en el desarrollo eléctrico hasta el presente es de 302 millones de
pesos. Ahora, esto ha sido un promedio
más o menos, desde que empezó el programa, de 35 millones por año.
Ahora, en adición a esta capacidad actual, ¿cuáles
entran próximamente? La “Carlos Manuel
de Céspedes” No.2 que es O'Burke, con 30 megawatts; y la 10 de Octubre No.2, Nuevitas, con 60 megawatts. Esto hace
un total de 90 megawatts más, en zonas que sí tienen
conexión con occidente. Cienfuegos está
conectado con occidente; Nuevitas está conectada con la línea de 110 000
voltios. Es decir que ya aquí se pueden
ver algunas transferencias de energía.
De manera que se terminan dos unidades con 30 000 una y 60 000... Bueno, 30 000 kilowatts; si hablamos de megawatts con 30 megawatts una y
60 otra.
Ahora bien:
además de esas dos unidades que se están construyendo, se empezó a trabajar
ya en Tallapiedra No.7, una unidad de 60 megawatts. Se espera comenzar a fines de año a trabajar
en otra unidad de Regla, que es Regla No.4, de 60 megawatts. Y ya están los equipos en Cuba para la planta
“Héctor pavón”, de
Pastorcito. Ellos han cuidado muy bien
los equipos allí. Y pensamos
próximamente comenzar a instalarla, de 30 megawatts.
(DEL PUBLICO LE
DICEN: “¡Es nuestro deber ante la
Revolución!”)
Dice que es su deber ante la Revolución. Eso es cierto; pero desgraciadamente no todos
cumplen siempre con el deber.
Los compañeros de Oriente han trabajado bien, se
tomaron un gran interés, preservando los equipos para empezar a montarlos. Y entonces vendrá también la reconstrucción
de la de Matanzas, de 30 megawatts.
Así es que además de estos 90 que se pondrán en
producción este año, se iniciará prontamente la construcción de otros 180. Pero en adición a eso, como explicábamos
ayer, se construirán de aquí a 1975 tres unidades más de 100 megawatts cada una, que serán: dos unidades de 100 en Mariel y una unidad de
100 en Nuevitas. Será la primera vez que
se instalen en nuestro país unidades de 100 megawatts. Hasta ahora las mayores han sido de 50 y
ahora estamos montando de 60, y hasta 1975 montaremos tres de 100.
Es cierto que el programa eléctrico en materia de
montaje se había retrasado, pero esperamos que tome ritmo. Y estamos seguros de que este programa se va
a cumplir al pie de la letra.
De manera que vean:
en Occidente son 120 —contando solo la región de aquí del Mariel, Regla
y Tallapiedra, 120—, más 200, 320. Si
incluimos Nuevitas, O'Burke y Matanzas tendremos de
aquí al 1975 otra vez una cantidad igual a la que había en occidente antes de
la Revolución. De manera que en 1975 —y
después de descontar algunas capacidades, porque no todo es incremento neto,
porque hay algunas plantas que tienen 50 años, algunas de ellas bastante
conflictivas, el mismo abastecimiento de piezas—, tendremos al final de este
período una capacidad de 1 388 megawatts
nacionalmente.
Esto es 3,7 veces lo que teníamos en 1958; 3,7 veces;
casi cuatro veces más tendremos en 1975.
Hoy tenemos 2,3 veces más. En
1975 tendremos 3,7 veces. Es decir, casi
cuatro veces más que lo que teníamos.
Luego, ¿qué hay que hacer? Asegurar los mantenimientos, asegurar los
mantenimientos primero que nada. Elevar
el nivel técnico de todos los obreros de la industria eléctrica, de manera que
podamos aprovechar esas capacidades al máximo posible, al máximo de sus
capacidades teóricas; que tengamos el mantenimiento al día.
Esa es una tarea que la Revolución le da a la
industria eléctrica y a los trabajadores eléctricos como cuestión fundamental,
y por la importancia que ustedes ven que tiene la energía eléctrica para el
país.
Es decir que tenemos asegurados los recursos para un
crecimiento industrial considerable.
Aseguremos el nivel técnico del personal que lo va a operar. Aseguremos los recursos, el número de obreros
y el nivel técnico de los obreros que van a mantener esa industria, para que la
tengan al día, para que se pongan al día, dado que todos los ulteriores
desarrollos están en dependencia de esta industria básica.
Número de obreros.
No ha crecido el número de obreros en proporción a las capacidades,
porque ha habido grandes ahorros sobre todo en el aspecto de oficinas. En 1958 la Compañía Cubana de Electricidad
tenía 7 536 trabajadores. La empresa
eléctrica cuenta actualmente con 11 216, incluyendo en esta cifra 1 400 obrero-alumnos
que están capacitándose en las distintas especialidades de la electricidad. Es decir que se atienden capacidades 2,3
veces mayores con aproximadamente un 55%, un 50% a 60% más de trabajadores,
incluidos los que están estudiando.
Ha habido incremento de productividad, no tanto en
planta como a nivel de empresa, al reducir el porcentaje de personal de
oficina.
Tendrá que seguir creciendo el número de obreros.
Pero ya ustedes ven lo que el país emplea en la
electricidad: hasta ahora un promedio de
35 millones por año en inversión y el trabajo de 11 000 obreros, que tendrá que seguir
creciendo.
Ahora, el consumo de combustible fue en 1970 de 1 182
000 toneladas, y este año será mayor. De
manera que la mayor parte del fuel oil que se consume en el país lo consume la
industria eléctrica. Algo más: del total de combustible, algo más del 20%
del total de combustible que se consume en el país lo gasta la industria
eléctrica.
Vean ustedes lo que significa la electricidad, lo que
cuesta: más de 10 000 obreros, sin
contar los equipos, los instrumentos de trabajo, 35 millones de pesos en
inversión por año y, además, algo más del 20% del combustible total que consume
el país. Eso es lo que nos cuesta la
electricidad.
Lógicamente, hay que tener conocimiento de estos
problemas y conciencia de estos problemas para ahorrar esa electricidad, que se
produce trayendo el combustible de más de 10 000 kilómetros, que emplea más de
10 000 obreros, que gasta 35 millones de pesos por año —que crecerán en los
próximos años. ¡Más del 20% del
combustible total que se consume! y no
están incluidas ahí las brigadas de montaje industrial, las que construyen las
nuevas unidades, y que son obreros muy calificados dedicados al montaje de
estas instalaciones.
La electricidad es una industria básica y que cuesta
cara —debemos tener conciencia de eso—, que no es el aire, que no es la luz del
sol que sale todos los días con una gran regularidad y que no tiene —hasta
ahora— apagones, como no sean esos eclipses que vienen de vez en cuando y que
hasta en la época de Cristóbal Colón ya se preveían. Quienes no podemos prever algunos eclipses de
esos a medianoche somos nosotros, como el del otro día. Se puede llamar eclipse de medianoche.
Pero la electricidad no es la luz del sol, la
electricidad no es el aire. Ya ustedes
están viendo las cifras de lo que cuesta producirla, luego eso exige la
conciencia de la necesidad de ahorrar la electricidad.
Pero, un detallito adicional...
.
Desde luego, ¿aquí la electricidad cómo se gasta? Las industrias y las instalaciones sociales,
ciudades y todo, gastan dos tercios, consumidores directos, un tercio. Esto significa que nosotros tenemos que ir al
ahorro de la electricidad por todas las vías, y una de las vías son las
instalaciones sociales y las industrias; una de las vías importantes.
Nosotros hemos estado conversando con los compañeros,
pidiéndoles que les pongan los contadores, y en la eficiencia de las industrias
y de los centros de producción se tome muy en cuenta cómo se gasta la
electricidad. Es decir que el gasto
eléctrico se tome como punto importante en la evaluación de la eficiencia de la
industria, porque ese es uno de los renglones donde tenemos que hacer
importantes ahorros de electricidad.
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
Claro, habla un eléctrico en el doble sentido de la
palabra: obrero eléctrico y eléctrico en
la energía (RISAS).
Bien. Ahora,
los consumidores gastan un tercio. Pero,
¿qué ocurre? Que es el pico. Es que a esa hora del pico el consumo es
principalmente residencial. No es la
cantidad total que gastan los residenciales.
Es importante la cantidad total.
Y debemos aclarar que no solo importa el ahorro en la hora del
pico: el ahorro en las demás horas es
importante. Pero, claro: a esa hora se encienden todas las luces,
todas las cocinas eléctricas.
Porque al lado de esto hay un problema —que no sé si
lo expliqué—: es que en los últimos años
entraron en el país 90 000 cocinas eléctricas, y gastan dos kilowatts —cada vez
que se encienden— de capacidad. Calculen
ustedes: las 90 000 cocinas encendidas a
una misma hora son 180 megawatts —cuando hable de dos
tengo que hablar de kilowatts, porque ya son dos, es menos de 1 000— ¡ciento
ochenta!
Esto indica algo que explicábamos: no traer más cocinas eléctricas a este
país. ¡Eso es una locura! Lo explicamos en el acto. Traes el petróleo de 10 000 kilómetros, lo
conviertes en energía calórica, de calórica en mecánica, de mecánica en
eléctrica, después la trasladas, con pérdidas por el camino —porque tiene
pérdidas—, después la vuelves a hacer energía calórica, la conviertes de
eléctrica en calórica, y después ponen una olla con unos garbanzos dentro, que
yo creía que eran dos horas y media pero me han dicho que son hasta tres y tres
y media horas ablandándolos en una olla corriente de esas. Claro está que afortunadamente ya por fin esa
planta INPUD está produciendo refrigeradores y cocinas y ya el programa de este
año...
¿Ustedes piensan llegar al medio millón o no llegan
todavía?
(El compañero Joel Domenech,
Ministro de la Industria Básica, le responde)
¿Cuántas?...
Ah, medio millón es el otro.
Sí. Piensan llegar a las 300 000
ollas de presión, para que por lo menos, mientras tengan la cocina
eléctrica... Desarrollar la cocina a
base de gas, a base de kerosene. Eso ya
lo explicamos.
Pero ahí ustedes ven cómo en la economía no puede
haber descuido. Nuevas capacidades: todo muy bien. Pero, si de repente no se tiene un criterio: se desarrolla para cocinar el tipo de cocina
eléctrica, lo que resulta es ruinoso.
Nosotros nos dimos cuenta cuando un día estábamos
analizando las cosas que se iban a repartir por los centros de trabajo a final
de año: había 17 000 cocinas. Digo:
aguanten eso, vamos a preguntar cuánto gastan. Ya estaba el pico eléctrico. ¡Figúrense si hubieran salido las 17 000!
¡Están ahí guardadas! Una
emergencia, problema serio en una planta de gas. Vamos a dejarlas guardadas, pero no traer más
cocinas eléctricas. Desarrollar la
cocina de gas, la cocina de kerosene, no la eléctrica. ¡Es ruinosa!
No puede este país resolver el problema por la vía de la cocina
eléctrica. Las que están, que estén; y
en cuanto las puedan cambiar, ¡que las cambien!
Es negocio cambiarlas gratis, ¡es negocio! (APLAUSOS.)
La industria eléctrica, el pulpo eléctrico subsidiaba
algunos equipos eléctricos —aire acondicionado, cocina eléctrica—, los
subsidiaba porque quería que gastaran electricidad. Y nosotros, en todo caso, si vamos a
subsidiar, vamos a subsidiar el ahorro de electricidad.
Ahora, ¿qué nos pasó a nosotros? ¿Qué le pasó a esta Revolución? Al triunfo de la Revolución había una serie
de demandas históricas, sentidas: nos
habían explotado, nos habían reventado.
Y entonces: ¡demandas!
Además, cuando la tiranía estas empresas, en
contubernio con el gobierno, elevaron tarifas, hicieron de todo. Era una vieja demanda del pueblo. ¿y qué hizo la Revolución? Una rebaja bastante considerable de las
tarifas. ¿Y qué tarifa rebajó? La que tenía la industria. Todo el mundo puede estar seguro de que si
hubiera sido ahora no se rebaja ninguna tarifa, y todos habríamos estado de
acuerdo con que no la rebajáramos, porque era... Ahora la industria es del pueblo, ahora es el
pueblo el que tiene que hacer las inversiones, desarrollarlas, mantenerlas, buscar
el combustible. Ahora el pueblo es quien
tiene que ahorrar electricidad.
Pero en aquel momento era una demanda contra el pulpo
eléctrico. Y la Revolución en los
primeros días, que no tenía apagones ni nada de eso: ¡ram!, una
rebaja. Claro: si el primer día hubiéramos podido nacionalizar,
era lo mejor. Pero el primer día no se
podía. Sin eso, ¡y vino Girón! ¡nada más que con la reforma agraria! Y estábamos desarmados. Ahora habríamos podido nacionalizar y nos
habríamos podido defender.
¿Pero cuál era la política de precios de esa compañía
eléctrica? De caro a barato. Era una tarifa para estimular el
consumo.
Y, en cierto sentido, para hacer recaer sobre las
espaldas de los consumidores más pobres el gasto de los consumidores más ricos,
porque los primeros kws eran los más caros —creo que
costaban en aquella época 10 centavos, eran 10 los primeros kws—,
y después iban bajando de precio.
¿Qué ocurría?
Si a un obrero que gastaba 40 kws le cobraban
a 10 centavos el kw, le podían vender a tres centavos
el kw al rico que tenía televisor, refrigerador, aire
acondicionado, plancha eléctrica, cocina eléctrica, batidora, todas las cosas
que tenía, y las luces encendidas todo el día.
¿Quién pagaba la electricidad de tres centavos, esa que gastaban los que
tenían más ingresos? ¡Los que tenían
menos ingresos, que pagaban a 10 centavos!
Esa es la realidad: los que
tenían menos ingresos pagaban a 10 centavos la electricidad, es decir, a 10
centavos los primeros 40. Entonces al
pulpo eléctrico le convenía estimular el gasto eléctrico, incluso subsidiaba
equipos eléctricos.
Cuando viene la rebaja, era una rebaja a la tarifa que
existía: se rebajó la de los primeros 40
kws, se rebajó hasta los 60, los 60
siguientes... Las mismas tarifas que
había se rebajaron, de manera que la que estaba a 10 centavos se puso a 6,5, la
que estaba a 7 centavos se puso a 4,5, la que estaba a 5 centavos se puso a 3
—me imagino, más o menos, porque el promedio fue un tercio—, y la que estaba a
3 ó 3,5... ¿A cómo cobraban ellos de
200, después de 200?
(El Comandante Castiñeiras
le responde que a tres).
A tres aproximadamente, y se rebajó a dos.
De manera que nosotros rebajamos una tarifa que estaba
establecida para estimular el consumo.
De haberse meditado mejor las cosas, se habría hecho a la inversa: cobrar progresivamente más caro los gastos
adicionales, de manera de establecer casi un impuesto al derroche de la
electricidad, ¡un impuesto al derroche de la electricidad! (APLAUSOS.)
Creo que debemos estudiar esto muy bien, invertir las
cosas.
Bueno, ¿y qué ocurre hoy? Por aquí tenía un dato: el 8% de los consumidores, todavía hoy, de
los consumidores residenciales, consumen el 27% y el 65% consumen un 34% de la
electricidad. Ahora, nosotros tenemos
que estudiar estas tarifas, invertir los términos y poner más baratos los
primeros kws.
Aquí hay que hablar de kws, porque 60,
100... ir poniéndolos más caro. De manera que realmente la tarifa se
convierta en un ahorro.
Esto no tiene un sentido económico, esto no es otro
tipo de problemas, esto no tiene un sentido recaudatorio. Lógicamente recaudará, pero el objetivo no es
ese, sino es el del ahorro de la electricidad, el establecer un concepto y un
criterio racional en el consumo de la electricidad, sobre todo teniendo en
cuenta que a esa hora de la noche se encienden todos los bombillos.
Se ha hecho una campaña. La campaña ha ayudado y ayudó
notablemente. Pero las campañas tienen
esa característica: en un momento dado
tienen un pico también, que es el pico de la campaña, ¡es el pico de la campaña
del pico! Pero después, igual que el
consumo eléctrico, va bajando: todo el
mundo consciente en la cosa, y entonces llega un momento a un ahorro alto;
después va disminuyendo, va bajando el pico.
Pero a medida que un pico baja, el otro se hace grave. Así que a medida que el pico del ahorro baja,
el pico de la crisis se hace grave, se agrava.
Aunque, fíjense bien, no son los residenciales los que
consumen el mayor por ciento de electricidad total, pero son los que a esa hora
más consumen.
¿Castiñeiras se acuerda del
por ciento?
COMANDANTE CASTIÑEIRAS.- Cuarenta y ocho.
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- No, en el momento del...
COMANDANTE CASTIÑEIRAS.- En el pico:
el 48.
COMANDANTE FIDEL CASTRO.- El 48% es residencial. De manera que en este momento hay un aumento
brusco de la demanda, y crea la situación más difícil.
Ahora, interesa el pico, pero interesa el gasto
total. Desde el punto de vista del gasto
total, el esfuerzo número uno hay que hacerlo en los servicios sociales y en la
industria.
Pues entonces nosotros queríamos plantearles a los
obreros, a ustedes, que se contemple su apoyo para que, teniendo en cuenta esta
situación eléctrica, se haga un estudio tendiente a establecer nuevos criterios
en las tarifas, que consistan en reducciones de los primeros gastos que se
hacen de electricidad, e incremento en los consumos excesivos de
electricidad.
Quiero decirles que el estudio tiene que ser
cuidadoso. ¿Saben por qué? Porque al principio nosotros dijimos: ¿por qué no reducimos a la inversa, y este se
pone a 2, o a 3, los primeros 40? Pero
como hay una gran parte de los consumidores, que un 65 consume el 34, pudiera
ocurrir que nosotros, en la búsqueda de eso, en vez de lograr un ahorro se
produzca un incremento.
Por eso tiene que ser estudiado con todos los datos
estadísticos: qué se puede ahorrar de
los primeros...
En un principio nosotros habíamos estado analizando
que los que gastaban hasta 150 resultaran beneficiados por el ahorro, que los
que gastaran de 150 hacia arriba resultaran encarecidos por la tarifa. Es decir, la tarifa ayudara a los de 150
hacia abajo y gravara el gasto de 150 hacia arriba.
Pero nosotros les pedimos a los trabajadores un voto
de confianza para estudiar bien este problema, para estudiar bien este problema
(APLAUSOS).
Entiéndase bien:
para establecer una tarifa que estimule el ahorro, una tarifa que
estimule el ahorro y que establezca gravámenes al despilfarro. Entiéndase bien que esto no tiene fines
recaudatorios. Se persigue esencialmente,
y teniendo en cuenta las grandes inversiones y los grandes gastos de
electricidad y su importancia, que nosotros cambiemos los criterios y no
estemos solo en dependencia de las campañas sino de una tarifa.
Sabemos bien que desgraciadamente hay exceso de
dinero. Nadie podría incluso precisar
los resultados prácticos inmediatos que tendría. Pero que se haga un estudio por los
organismos correspondientes, se analicen bien todas estas cuestiones, se tome
el tiempo que sea necesario y que se establezca un nuevo proyecto de tarifas,
explicando el porqué.
Desde luego, tienen que estudiar bien para no
equivocarse, no sea que se produzca un aumento.
Si un porcentaje alto gasta poco, puede ocurrir que al tener que gastar
menos, o mucho menos, suba. Pero bueno,
en fin, debemos hacerlo con el criterio de invertir esto y que los primeros
kilowatts sean los más baratos y los últimos sean los más caros.
Que ellos estudien y después se lo pasen a los
compañeros de la CTC, y que lleven con una explicación bien fundada sus
proposiciones y sus argumentos, y lo lleven a todas las secciones
sindicales.
De manera que no les estamos pidiendo un voto de
confianza para establecer la tarifa nueva, sino para empezar a analizar esta
política.
Que se haga el estudio con todos los
razonamientos. Y este no es un problema
como el del cigarro, este no es el del cigarro; el del cigarro tiene otros
fines y son otras cuestiones. Que ellos
estudien esas tarifas y en un documento lo expliquen: las que son, las que proponen, las que se
gastan —yo les he dado estos datos hoy—, y lo discutan en los centros de
trabajo.
El del cigarro es más difícil el problema que el de la
electricidad. La electricidad es una
cosa de otra índole, de otra naturaleza.
No es una cosa que haga daño a la salud; al contrario, es un producto
esencial que nosotros tenemos que ahorrar por otras causas.
Y ya que hablamos del cigarro, no voy a plantear sobre
el cigarro otra cosa sino lo siguiente.
En el cigarro la medida y la discusión sobre él tiene otro
carácter: tiene el propósito de buscar
una nivelación entre el dinero circulante y los bienes y servicios
disponibles. Esto es conveniente a la
economía.
Y siempre se siguió una política que las cosas no
esenciales... Y esa fue la política que
se siguió, por ejemplo, en los restaurantes.
De vez en cuando había quejas:
que los restaurantes, que los precios.
Pero los precios del restaurante tendían a ser algo así como los que
subsidiaban la escuela, los comedores escolares. Si se tiene medio millón comiendo en los
comedores entre internados, seminternados y círculos y todo eso —¡medio millón!—, bueno pues de alguna
manera tiene que compensarse.
Lo del restaurante no estaba incluido en la
libreta. Así que aquí hay algunos
artículos que se pusieron caros ciertamente.
Están las bebidas, las cervezas, algunas cosas de esas, sobre todo la
cerveza; las bebidas no estaban tan caras, era mucho más cara la “warfarina” que vendían por ahí de producción casera. Ellos van a tener que por lo menos ponerse a
tono con los precios de la bebida.
Pero es una política que yo creo que se puede entender
perfectamente, es una política.
Nosotros tenemos que distinguir entre los bienes que
son de uso esencial y vital para el pueblo y los que no lo son.
Si nosotros queremos buscar nivelaciones, hay una
manera fácil de buscar nivelación. En el
capitalismo no tienen problemas: ¿faltan
los productos? Suben los precios.
Ustedes saben que los precios aquí están congelados
hace montones de años, están congelados.
Se han incorporado al trabajo más de un millón de personas; los
servicios que se han establecido de medicinas, de educación, infinidad de
servicios. Ahora, la base material de la
“bolsa negra”, esa que promueve vicios en cadena, tanto el que va a comprar
allá a precios exorbitantes en el campo a un campesino, como el que estimula el
robo para vender algo en “bolsa negra” y estimulaba la holgazanería, porque
había muchos individuos que tenían la manera...
Había quien haciendo colas resolvía:
una cola, un turno, 10.00 pesos.
Y otros que si sustraen algo...
Es decir, el dinero en nuestro país cambia de carácter
y cambiará progresivamente.
En el capitalismo, en la sociedad capitalista,
instrumento de cambio, instrumento de acumulación, medio de acumulación y de
enriquecimiento. El dinero en nuestro
país se convierte cada vez más en un medio de distribución.
Tendrá que llegar un día en que la distribución no se
haga por libreta, tendrá que llegar; pero no ahora. Las masas se oponen con toda razón, porque
eso puede ser cuando tengamos abundancia de todos esos productos esenciales, de
tal manera que la distribución que no sea por libreta le alcance a todo el
mundo. Hay que estar muy claros en eso.
Porque, claro, el capitalismo no tiene libreta, tiene
el dinero; pero los individuos muchas veces meten las manos en los bolsillos,
pasando delante de las tiendas llenas, y no tienen con qué comprar; es decir no
tienen libreta. Y la libreta capitalista
es la del millonario que tiene 20 millones y la del otro que no tiene un
centavo, ¡Y esa es la libreta del capitalismo!
Entonces el otro sale a sus tiendas y compra, desde un
automóvil o un edificio, hasta una fábrica, con sus 20 millones. Es ilimitado su poder de compra: compra hombres, compra mujeres, compra
todo. Esa es la ley del
capitalismo. Fábricas, casas,
automóviles, todo lo compra. Es la
ausencia total de límites en su capacidad de consumo.
Así que la libreta es que el que no tiene un centavo
no compra nada, nada, nada.
Aquí lo que le toca por la libreta, la leche, lo que
sea, nunca se deja de comprar por falta de dinero en términos generales. Solo algunos casos de desamparo social, que
el Ministerio los resuelve automáticamente.
Los casos de miseria, los casos...
el Ministerio los resuelve. aquí no hay nadie que pueda ...
Lo que sí hay algunos que sacan y revenden. Claro, eso tiene su base: el exceso de dinero. Este es un problema que se crea obviamente en
una situación de un proceso revolucionario.
Los problemas de inflación los tienen todos los
países. ¿Saben cómo los resuelven? Con los aumentos de precio. ¿Más dinero en circulación? Más precio.
Y van nivelando. Porque tienen el
dinero... Donde existe la libreta sin
libreta y donde el dinero, además de medio de cambio, instrumento de cambio,
medio de acumulación y de enriquecimiento, en cierto modo medida del valor, es
además la libreta de distribución; una libreta elástica hasta el infinito para
los ricos y reducida a cero para los más pobres. Ese es el dinero en el capitalismo.
En el socialismo, el exceso de circulante: todo el mundo trabajando. Ahora entraron a trabajar 100 000. Empiezan a cobrar... Si algunos de ellos van a trabajar en una
línea eléctrica, si otros van a trabajar en una presa, otros en una carretera,
estarán años todavía recibiendo un sueldo antes de que salga nada de ahí. Claro, si van a una industria textil empieza
a salir tela, desde luego, ya se revierte; recibe una cantidad de dinero y
produce una mayor.
Pero son 100 000.
¿Cuántos millones de pesos más los 100 000? Creo que los nuevos ingresos al trabajo este
año implican como 200 millones más.
Y nosotros tenemos realmente —porque muchas de las
inversiones que tiene que hacer el país son de desarrollo, otras son
educacionales, otras son de servicios, otras son en jubilaciones—, nosotros
tenemos un desbalance entre el dinero que entra todos los años en circulación y
el dinero que se recoge. Eso crea la
base hasta del caso que dice: “voy a
vender esta leche en un peso. La saco
por 20 centavos hoy, no se la doy a nadie...”
¡pra!,
y la vende.
Es fuente de “bolsa negra”, de todas esas cosas, de
una forma de adquirir dinero barato. De
adquirir dinero barato para después en cambio comprar cosas baratas de las
mismas que pueden estar al servicio.
Claro, si se va a un restaurante no la compra barata, pero si adquiere
dinero barato... Como un individuo que
tenga cuatro hijos y recibe cuatro litros y decide vender un litro en un peso,
al otro día compra los cuatro y le queda incluso un margen. Es decir, vendió un litro caro y, con ese
litro que vendió caro, compró tres regalados.
¡Compró regalado! Por uno que le
costó 20 centavos, compró un peso.
Todo eso lo promueve, desde luego, una situación de
ese exceso de circulante. Y es una situación
de distribución racional que se hace, y que se debe mantener mientras no
tengamos la otra forma de garantizarles a todos lo mismo y haciendo una
distribución sin libreta.
En el futuro en el socialismo, y me imagino que
incluso en el comunismo en una larga fase, ya el dinero no tendrá... Ya no será el dinero histórico. Se seguirá llamando dinero y será otra
cosa: ni medio de acumulación, ni
instrumento de cambio, ni medida del valor.
Porque en el socialismo unas cosas se reparten por debajo de los
precios, otras diez veces más caras: una
medicina se da gratis; una cerveza, mucho más cara; un litro de ron, más
caro. No tienen nada que ver los precios
propiamente con el valor, sino más bien con su valor de uso. En el futuro el dinero, desprovisto de sus
características históricas, será fundamentalmente el medio de
distribución. Pero ya no será la libreta
despiadada, sino lo que los ciudadanos reciben:
cada ciudadano, todos los ciudadanos una cantidad, y la gastan en lo que
dispongan. Unos querrán más huevos,
otros querrán más leche y menos huevos, otros querrán artículos
industriales.
Así que llegará un día... Nosotros un día ya, cuando de las
producciones de los artículos básicos, esenciales, tengamos más que suficiente
para todos y no se corra el riesgo que los que tengan acumulado más dinero
dejen a los otros... o que los que
tienen menos ingreso sufran las consecuencias de eso; cuando se pueda hacer
sobre bases racionales y justas, entonces llegará el momento en que se quite la
libreta. Pero eso nunca será
administrativo ni mucho menos. Cuando
ese momento llegue tendrá que ser importante medida discutida también con las
masas. Aquí ninguna medida de ese tipo
se tomará jamás sin análisis y sin el más absoluto conocimiento por parte de todos
los ciudadanos de la medida, el por qué, las ventajas, las desventajas
(APLAUSOS).
Desde ahora se está siguiendo alguna política de
recaudación para eliminar los excesos.
Claro, con los incrementos de producción, en parte, si aumentamos las
producciones de cerveza y determinados...
Hay productos que recaudan mucho y otros que no recaudan, desde
luego.
Y por ejemplo, ya se están tomando algunas medidas
tendientes a ir reduciendo este desbalance, es decir, impidiendo que se
agrave.
Hay algunas industrias, como la misma producción de
calzado plástico: pues esas industrias
recaudan. Claro, los zapatos esos que
salen en “bolsa negra” los venden a precios...
Por ahí hay quien paga cualquier precio, naturalmente. Y hasta hay precios que están por arriba
incluso de los zapatos de cuero. Esos
zapatos no son muy costosos, desde luego, pero resuelven un importante
problema. Entre la planta esta y la de
Santiago recaudarán más de 100 millones por año.
Es decir que hay industrias de algunos artículos de
estos... Si nosotros pudiéramos en la
Industria Ligera producir una serie de renglones, la misma jabonería y
perfumería, no se sabe lo que recaudaría eso.
Pero está en dependencia de materias primas. Es decir que a nosotros las escaseces de
nuestros recursos en divisas nos impiden a veces hacer producciones de la
Industria Ligera que no existen hoy día y que recaudarían muchísimo
dinero.
El problema del cigarro estaba enmarcado en dos
aspectos o, si se quiere, en tres.
Uno: un problema de los costos de
producción del cigarro, la cantidad de hombres que hay, porque es una
producción también muy manual; otro, los problemas de salud del cigarro; y
otro, los problemas de los increíbles incrementos del consumo del cigarro.
El cigarro es una de las cosas que ha demostrado el
grado que puedan tener en general las personas de previsión o no.
En el mundo capitalista costó un trabajo terrible,
unas luchas terribles de los gobiernos —aun de los gobiernos capitalistas— por
poner el sellito que dijera que el cigarro producía el cáncer. Y las compañías, los intereses económicos se
negaban tremendamente a eso. Pero hasta
los gobiernos capitalistas se vieron en la necesidad de tomar medidas de ese
tipo.
¿Seguirá o no fumando la gente? ¡Quién sabe!
El limitante suele estar en la libreta; las cantidades de dinero,
disponible...
El cigarro en casi todos los países tiene un precio
alto, es una de las fuentes de recaudación de todos los gobiernos en todas
partes y los precios son muy altos.
Claro, yo creo que a los precios que tienen los cigarros en Cuba no
alcanzaría el cigarro en el mundo, en ninguna parte. ¡Se acabarían! En Estados Unidos mismo el cigarro vale 70,
80 centavos, un peso. Y en muchos otros
países.
Decíamos que esta es una prueba de hasta qué punto el
hombre es previsor o no. Infinidad de
personas dicen: esto da cáncer... Sigue fumando. Bueno, el trauma viene cuando realmente tiene
la desgracia de una enfermedad. Entonces
es el momento terrible para la persona.
Pero de previsión... Está
demostrado.
Las campañas con relación al efecto dañino del cigarro
son de un resultado relativo, ¡relativo!
Pero está probado científicamente que es dañino a la salud. De manera que una medida que tienda a reducir
el consumo no es mala, no es mala medida.
Ahora, se presenta el otro aspecto económico: para mantener el consumo a esos niveles, y
creciente, las decenas de miles de hombres que habría que destinar al
incremento de la producción de tabaco, de un cigarro barato... Bien.
Además, viene el otro aspecto económico: las exportaciones. El cigarro, además, es urna de las fuentes de
divisas del país.
Por eso, artículo no esencial, el cigarro era uno de
los artículos que servían los dos fines:
económico —de recaudación— y de salud.
Ahora, sin embargo, en el cigarro se presentaba un
problema: las desigualdades que hay de
salarios. Y se presentaba este criterio
para los que tenían más salario: que los
cobraran más caros con tal de tener más cigarros. Los de menos ingreso: la preocupación de que por sus ingresos se
vieran en dificultades para fumar.
A nosotros nos parece que haber racionado el cigarro
fue lo peor. Porque el racionamiento
establece el vicio al que no lo tiene, o el derecho en el que no tiene el
vicio. Todo el mundo por igual. Bueno:
si un individuo vende el cigarro a cinco pesos o a 10, después, ¿cuántos
litros de leche compra si quiere? Se
establece un microcomercialismo increíble con el
racionamiento del cigarro. Porque la
leche serán muy pocos los que la puedan vender porque la necesitan para sus
hijos, pero el cigarro el que no lo fuma puede hacer lo que le da la gana: lo cambia por leche condensada, arroz,
explota el vicio del otro. Todo ese tipo
de inconveniente. De manera que el
racionamiento fue malo. Nosotros
debimos, antes del racionamiento, haber buscado otra forma.
Cuando se estaba planeando la discusión, vino el
problema de la ley contra la vagancia.
Era la idea de que se discutieran todos estos problemas ulteriormente, y
nosotros sabíamos que eran discusiones difíciles. Bien, pero confiábamos, al mismo tiempo, que
con todos los argumentos se sacaría alguna fórmula de solución mejor que la que
había.
Ahora: había
una cuestión. Si se establecía cualquier
medida, cualquier medida, tenía que responderse de esa medida con suficientes
existencias, incluso con alguna reserva.
Ahora, ¿qué ocurre?
Para agravar más las cosas, en este año hemos tenido en la región de
Occidente, Pinar del Río, incluidas las regiones del Escambray —es decir, las
regiones que producen el 90% o más del tabaco de Cuba— una sequía
terrible. La sequía de este año en la
región de Occidente —y ustedes son testigos—, nadie recuerda nada
semejante. Tal vez esté relacionada con
esos grandes fríos de Canadá, esos grandes fríos que dicen que hacía 100 años
que no se producían. Pero es el hecho de
que, realmente, en la región occidental hemos tenido una sequía en los campos,
que ustedes ven las condiciones en que están los campos.
Ahora, eso ha afectado seriamente la cosecha de tabaco
de este año, para agravar las cosas.
Esto, a pesar de que, según me contaron, en no sé qué
juego de pelota de las estrellas, en Pinar del Pío, alguien dijo que era la más
bárbara cosecha. Alguien que venía de
recoger tabaco, y habló de la bárbara cosecha de tabaco. Cuando yo estaba comentando con algunos
compañeros, me decían: “un grupo de
obreros de los ministerios estaban de lo más contentos, porque alguien en un
juego de pelota dijo que era la más bárbara cosecha”. A mí no me consta. Tal vez alguno lo oyó si tuvo tiempo de oír
la pelota. Pero me contaron eso.
Digo: cuando
realmente se debía estar dando una información sobre los problemas que van
sucediendo, pues no se da ninguna información, y hasta puede ocurrir que haya
informaciones equivocadas. Pero el hecho
es que la cosecha del tabaco ha sido afectada en un 40% este año.
De manera que hasta la distribución esa que hicieron,
esa no la pueden mantener, ¡esa no la pueden mantener! Y lo que están dando, tendrán que reducirlo,
lamentablemente.
Al lado de esto, se está poniendo un empeño especial
en incrementar la producción, un empeño especial. Nosotros hemos mandado un compañero a Pinar
del Río, que tiene bastante experiencia, y le hemos dicho que tendrá todos los
recursos para incrementar a toda costa y frente a cualquier contingencia el
tabaco. Se han hecho microbrigadas de
presas, y se le van a poner todos los recursos para ir como primera cosa al
incremento por los medios que sea posible.
En la zona de Pinar del Río, en la zona del Escambray, en la zona de
Sancti Spíritus, y en las áreas tradicionales tabacaleras. En eso necesitamos la cooperación de los
obreros, la cooperación de la ANAP y la cooperación de todo el mundo para darle
un impulso a la siembra de tabaco, y sobre todo a la tecnificación y al
riego. Y, desde luego, siempre un año
seco, por mucho que se aumente la superficie de riego, no ocupa el ciento por
ciento.
De manera que ir en primer lugar a un incremento de la
producción, para tener que responder a dos necesidades: al consumo y a la exportación. A las dos cosas.
La medida final que se adopte... Porque el incremento de consumo no quiere
decir que sigamos incrementando ilimitadamente, porque desde el punto de vista
económico no se podría mantener un abastecimiento creciente a los precios que
el cigarro tiene. Al final, si la medida
del precio general no fuera la más satisfactoria, y hubiera preocupación por
los obreros de bajo ingreso, se puede buscar alguna fórmula mixta en que se
establezcan determinadas cantidades al nivel que establezcan ellos —porque lo tienen que establecer ahora
en mayo, o de lo contrario afectarían seriamente hasta las disponibilidades
para la exportación—, se establezca un nivel a partir de ese nivel que tienen
que establecer, y el año que viene, cuando tengamos incremento de cosecha,
puede haber dos medidas. Le he dado
vueltas a este problema. O la que se
estaba proponiendo de una elevación de los precios; o mantener un racionamiento
en determinadas cantidades que sean las que estén dando —en el nivel que quede
en el mes de mayo—, y eso hacérselo llegar a todos por igual a un precio
módico, y hacer una distribución extralibreta, pero a
precios mucho más altos que los que se propusieron.
De manera que van a caber esas dos variantes: o el aumento general; o mantener el nivel que
quede en mayo, garantizado a todo el mundo por la libreta, y entonces un precio
recaudatorio y mucho más alto que el que propusieron, extralibreta. El que quiera, va y compra; pero lo va a
tener que pagar caro, desde luego.
Entonces, podríamos conciliar el aseguramiento de
aquel que tiene bajos ingresos con aquel al que el vicio lo domine mucho y le
sobre mucho el dinero, y entonces ese dinero que le sobra lo recaudamos. ¿Está claro?
Así que hay dos variantes (APLAUSOS).
Pero de todas formas nosotros les queremos exponer a
los trabajadores que en interés del país, en interés de la economía, en interés
de la salud del pueblo, en interés de nuestras necesidades generales de
desarrollo, con el cigarro y el tabaco hay que hacer algo. Y no solo el incremento de producción, que es
lógico, que debemos hacerlo y mantenerlo.
No estoy hablando de incremento de exportaciones
siquiera, porque aquí no es que se haya establecido una relación entre disminuir
el consumo interno para aumentar las exportaciones. ¡No!
Ha habido un gran incremento del consumo interno. Tratamos de mantener las exportaciones a los
niveles históricos. Si hay incremento,
mínimo. No es una contradicción entre
divisas y consumo, no. No se pretende
rebasar los niveles históricos en términos generales, no se pretende
rebasar. Y si hay algunos incrementos,
mínimos, no se trata de quitarle el cigarro a la población para
exportarlo.
Hubo, efectivamente, descenso de producción en las
áreas de tabaco, en las áreas tabacaleras.
Las producciones históricas hay que alcanzarlas, hay que
rebasarlas. Y debemos luchar. Pero nosotros podemos luchar dentro de
ciertos límites, porque el tabaco es muy manual, lleva mucha mano de obra, es
caro producirlo. Es decir, un esfuerzo
de incremento, rebasar los niveles históricos de producción, y por lo menos
mantener los niveles históricos de exportación.
Y regular los consumos mediante otros mecanismos.
Y si la fórmula inicial no era plenamente
satisfactoria —porque se iba aprobando, pero no era una unanimidad, no era un
tipo de cosa como la Ley de la Vagancia; había distintos criterios, y sobre
todo por parte de aquellos que tenían ingresos más bajos—, hay que buscar un
mecanismo, el que se decida. Si se
quiere tener en cuenta a esos compañeros de ingresos bajos, mantener
determinadas cantidades a través de la libreta, con sus inconvenientes y todo,
pero mantenerlas; y cantidades aparte, extralibreta,
a precios más altos que los que se propusieron.
De manera que lo que se iba a recaudar por un precio equis —setenta u
ochenta centavos— a todos, lo tenga que compensar con creces lo que se venda extralibreta. Así
que hay esas dos variantes, pero alguna medida tenemos que tomar, alguna
medida.
Y es necesario que eso se comprenda, y que es por
nuestro interés económico en todos los órdenes, por la salud del pueblo, que
algunas de estas medidas tienen que ser tomadas. Yo creo que nuestro pueblo dará la medida del
avance de su conciencia, de su educación política, en la medida en que todos
estos problemas se entiendan, en la medida en que todos nos pongamos de acuerdo
para tomar las mejores medidas.
La economía de la nación no pertenece a nadie hoy día,
no es privada, es colectiva, pertenece a todo el pueblo. Y al igual que en cualquier familia, frente a
los problemas se reúnen, o pueden reunirse y analizar qué van a hacer con el
presupuesto y con lo que tienen, también la gran familia de todo el pueblo tiene
que analizar y ponerse de acuerdo en lo que van a hacer con lo que tienen.
Desgraciadamente en las circunstancias en que nosotros
hemos tenido que desenvolver el proceso revolucionario —bloqueados por los
imperialistas, saboteando todas nuestras actividades comerciales, todos
nuestros problemas— en general en el país los datos de tipo económico no se
divulgan.
Ojalá llegue el día en que otras circunstancias nos
permitan un manejo de todos los datos de carácter económico, para que las masas
tengan todos los datos al día: cuánto
gastamos en tal producto, en tal otro, cuánto se importa, cuánto se exporta,
cuánto gastamos por aquí, cuánto gastamos por allá. Es decir que podamos manejar la información
esa ampliamente; porque con la información y la información en manos de las
masas, se pueden tomar todas las medidas.
Nosotros cuando lleguen los congresos obreros podremos
analizar todos estos problemas: los
problemas de salarios, de costos, de libretas, de todo eso.
Hay veces que algunas personas plantean salarios muy
bajos. Pero hay realmente una cosa: nosotros hemos planteado como política la
tendencia a que vayamos mejorando los sectores, empezando por los
jubilados. Se planteó la mejora de los
ingresos de los jubilados, que no les alcanzaba para vivir; que después más que
aumentos generales de salarios contempláramos las mejoras de los ingresos de
los que tenían más bajos salarios, como política en general.
Pero eso no puede de ninguna manera implicar que se
pongan todos los salarios iguales. La
igualdad de posibilidades de la satisfacción de las necesidades es el resultado
de una sociedad muy desarrollada, con fuerzas productivas muy
desarrolladas. Es en definitiva el
comunismo. Por el comunismo luchamos. Pero nosotros no podríamos sencillamente
olvidar que hay algunos trabajos que son más duros que otros, son mucho más
duros que otros; que hay trabajos que requieren mucha más calificación y
responsabilidad que otros. Hay obreros
que por ejemplo están fuera, están albergados, no van a su casa. Algún tipo de consideración hay que darle al
obrero que está albergado, que no va a su casa y que está haciendo un
esfuerzo. ¿Qué otra cosa puede hacérsele
sino alguna compensación a ese obrero?
Hay un obrero que está haciendo un trabajo muy duro, mucho más duro que
otro. A veces es difícil conseguir
obreros para un tipo de actividad. Tiene
que establecerse alguna compensación, no hay otro mecanismo: tenemos que establecerla.
Es verdad que lo del salario no es factor fundamental,
no es factor decisivo. Pero tiene
todavía su peso. Tiene una influencia
histórica, la tendrá durante un período de tiempo, los ingresos individuales
que se obtengan por el salario. Si un
obrero dice: “bueno, de todas maneras
aunque yo estudie y vaya a cursos, me supere y haga todo esto, voy a recibir un
tratamiento exactamente igual que el que no hace nada”, se siente
desalentado. Si aquel que no hace nada
ve que le dan un tratamiento igual que al que se esfuerza, pues no se va a
sentir movido a realizar un esfuerzo por estudiar.
De manera que sobre todas estas cuestiones
ideológicamente, para una Revolución clara, clarísima, con una ideología, que
es la ideología marxista leninista; con una política que es la profundización
de la conciencia (APLAUSOS); con un criterio:
el desarrollo de la conciencia como cosa fundamental, los factores
morales como cosa esencial, la formación de una conciencia comunista como cosa
fundamental (APLAUSOS)... Son los
objetivos, son los medios...
Todo ese enorme esfuerzo del trabajo voluntario lo
hemos hecho... Nosotros hemos alcanzado
grados muy altos, altísimos. En este
mismo movimiento de la construcción de la vivienda se demuestra cómo obreros
que tienen vivienda se esfuerzan, van a trabajar allí 10 y 12 horas, van por la
fábrica, y ellos no van a vivir esa casa.
Van demostrando la conciencia colectivista en desarrollo.
Nosotros no debemos hacer nada jamás que vaya contra
el desarrollo de esta conciencia colectivista y esta conciencia comunista. Por el contrario: tenemos que seguirla desarrollando siempre
cada vez más. Tenemos que empeñarnos en
la búsqueda de un desarrollo de la conciencia que nos conduzca hacia el
comunismo. Pero el camino del comunismo
no es solo un camino de conciencia; es un camino de desarrollo de las fuerzas
productivas y de la base material.
Nosotros debemos utilizar la conciencia —como hemos
dicho otras veces— como el arma fundamental en el desarrollo de las fuerzas
productivas, que es lo que se ha definido con la frase: “vamos a crear riquezas con la conciencia y
no conciencias con la riqueza”.
Bien. Eso está claro, y eso está
establecido, y ha sido muy correcto que nuestra Revolución haya llevado esta
línea, porque además es la que nos hace fuertes.
¿Los que marcharon de este país qué buscaban? Los que se marcharon de este país abandonaban
el deber, abandonaban el país subdesarrollado, se iban a vivir
cómodamente. Porque les abrieron las
puertas por razones políticas, para dejarnos sin técnicos, para dejarnos sin
obreros calificados, para hacer campañas contra la Revolución. Les abrieron de par en par las puertas a los
que quisieran irse —que nunca se las habían abierto a nadie.
Nosotros dijimos:
“pues bien: los que quieran que
se vayan”. Preferíamos que se fueran, a
pesar de lo que nos significaba en el orden económico, para que se quedaran
aquí los que de verdad estaban dispuestos a servir a la Patria, a trabajar en
el país, a desarrollar el país. No ir
allí de mendigos y de pordioseros y de apátridas a disfrutar de riquezas que
fueron en gran parte el resultado de la explotación de cientos de millones de
hombres a lo largo de decenas de años.
¡No! (APLAUSOS.) ¿Qué los movía? La sociedad de consumo, la posibilidad de
disponer de bienes materiales que faltaban aquí. Es decir que el imperialismo conquistaba esos
hombres sobornándolos, suplantándoles la conciencia, exaltando los bienes
materiales, exaltando el consumo por encima de todo.
¿Cómo podía nuestro país defenderse frente a esas
armas del enemigo, poderoso militarmente, con grandes influencias políticas en
el mundo por su poderío militar y económico, poderoso económicamente? Nosotros teníamos que fortalecer nuestra
conciencia. Y nos sentimos orgullosos de
esa política, porque efectivamente hemos logrado fortalecer extraordinariamente
la conciencia del pueblo.
No quiere decir que esté totalmente desarrollada, no
quiere decir que lo comprendamos todo.
Tiene que desarrollarse mucho más, tiene que comprenderse mucho
más. Algunos de los problemas que hemos
hablado esta noche, como la productividad y todas esas cosas, los problemas del
cigarro, todo eso, son factores que en la medida en que los entendamos cada vez
mejor y adoptemos las soluciones más inteligentes y más correctas estarán
demostrando un mayor desarrollo de las conciencias.
A nuestra conciencia le falta mucho todavía en el
camino del desarrollo, pero se ha desarrollado lo suficiente como para oponer
un valladar, una barrera infranqueable al enemigo imperialista.
La Revolución ha sido y es fuerte en las masas, sobre
todo en las masas de los trabajadores.
La Revolución es fuerte en el pueblo por su conciencia. Y la Revolución es fuerte internacionalmente
por su conciencia, por su línea. Es
decir que nosotros hemos seguido un camino correcto. El único camino, traducido en esa frase: elevar la conciencia, y elevar la conciencia,
y elevar la conciencia.
Ahora bien:
comprendido esto y partiendo de esta premisa, debemos entender que
nosotros todavía tenemos que usar determinados resortes, que el salario no
puede ser en el período de transito exactamente igual, que hay trabajos más
duros que otros, que hay actividades que requieren más calificaciones que
otras, y que durante el proceso de transito del socialismo hacia el comunismo
esos factores debemos tenerlos en cuenta.
No podemos caer en el idealismo de que porque queremos
el comunismo y porque luchamos por el comunismo y porque la conciencia es el
factor fundamental a desarrollar, creernos que ya tenemos la conciencia
totalmente desarrollada, que ya tenemos una base material, que ya estamos en la
sociedad comunista, que ya todos los hombres actúan exactamente igual por la
conciencia. Realmente no es así. Y todo eso es un proceso: y un proceso de marcha ascendente.
Nosotros entendemos que cuando llegue la hora del
Congreso de los obreros de que hablábamos hoy, hay que tener bien elaboradas
todas estas ideas y todos estos criterios para que la gente entienda. Qué se reparte gratuitamente y se debe
repartir gratuitamente y por qué; qué no se debe repartir gratuitamente y por
qué; qué debe tener unos precios más altos y por qué; qué debe tener otros
precios y por qué; por qué hay libreta, hasta cuando debe haber libreta, cuando
y en qué condiciones no debe haber libreta.
Es decir, todos estos factores, para que el pueblo tenga una amplia
información, una profunda conciencia revolucionaria y una gran información
política, de manera que sepamos distinguir hasta la sutileza de un detalle y
del otro. No confundamos. No se dan bandazos, porque se van de un
extremo a otro.
Si nosotros en la búsqueda del comunismo marchamos más
allá idealistamente de lo que podemos realmente marchar —y debemos siempre
tratar de marchar al máximo—, si marchamos más allá, el resultado sería
eventuales retrocesos.
Hay que procurar que la ideología no sufra derrotas,
porque las derrotas de la ideología se pagan con retrocesos en el camino de las
revoluciones. Marchemos tan lejos como
podamos, tan rápido como podamos, pero no más allá de lo que podamos, para
preservar la ideología de derrotas.
Frente a las dificultades económicas ya empezaban a
surgir tesis de todo tipo. Cuando se
plantearon el 26 de Julio los problemas, empezaron a surgir distintas tesis de
cómo resolver el problema. Afortunadamente
hemos estado muy claros, hemos mantenido la serenidad y hemos buscado las
fórmulas, estudiando los problemas y buscando las fórmulas.
¿Cómo se van a empezar a resolver, cómo se están
resolviendo ya los problemas y cuáles son los resultados? Se empezó con lo esencial: vigorizar el movimiento de masas, llevar los
problemas a las masas, discutir con las masas.
Y se empezó a realizar esa política y ya empiezan a percibirse los
resultados.
Se analizó el problema mismo de la vagancia, y ahí
tienen los resultados. El
establecimiento de la disciplina, la normación de los centros de trabajo, la
conciencia de la productividad, la introducción de la tecnología para elevar la
productividad —que fue el sistema australiano de corte.
¿Y todas estas medidas qué significan? ¿Qué se está produciendo en las
industrias? Hay industrias que han
elevado extraordinariamente la producción.
¿Qué factores lo determinaron? La
respuesta de los obreros al llamado de la Revolución, la formidable respuesta
de la masa, la toma de conciencia, el esfuerzo coordinado de la administración,
los trabajadores y el Partido en cada centro de trabajo. Eso.
Ya ustedes ven la influencia de la conciencia: cómo en todos esos centros la producción se
ha elevado, y en algunos de los cuales la han duplicado. Hay muchas actividades donde la producción se
ha elevado más de un ciento por ciento, incluso sin la normación, es decir, la
producción global.
¿A qué respondió el pueblo? Al llamado a la conciencia. ¿Y qué era la conciencia? Era el conocimiento, la convicción del
problema, la identidad entre él y la economía —porque esa es su economía—, la
identidad y la seguridad; la convicción de que él era el beneficiado o el
perjudicado de esa producción, el conocimiento, la conciencia de los obreros
que en la medida que él trabajara en esa fábrica y los demás en las demás
fábricas todos recibirían los beneficios.
El sentido patriótico, el sentido revolucionario de los obreros ha
funcionado, ha funcionado plenamente. Y
así le han dado a la Revolución el instrumento de la Ley contra la
Vagancia: incorpora 100 000 personas;
apuntala y consolida la disciplina en los centros de trabajo. Así también ahora con la normación, la
productividad, así también con la introducción de nuevas tecnologías vamos
obteniendo asombrosos resultados.
Hay muchos centros, hay fuerzas que tienen la
producción...
Y ese proceso sigue en aumento, ¡sigue en
aumento! Lo podrán detener
dificultades: la electricidad nos
aguanta, la materia prima puede aguantarnos en un momento dado, los límites de
capacidad de la producción de las fábricas, donde ya serán nuestros problemas,
el año que viene, y de fuerza de trabajo no serán fundamentalmente.
Hay que ver si sumamos, a los 100 000 que se
incorporan, unos 200 000 macheteros que
pensamos ahorrar en 1972 con relación a 1970 mediante los 300 centros de acopio
y la generalización del sistema australiano de corte: son 300 000; economía de recursos humanos que
estamos haciendo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en el Ministerio del
Interior... Hace más de un año que los
compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias vienen haciendo un serio
esfuerzo, un serio esfuerzo de cómo reducir el personal permanente manteniendo
y elevando la eficacia combativa de nuestras Fuerzas Armadas. Y lo están logrando.
Cierto es que en la zafra, y sobre todo en la de 1970,
participaron constantemente unos 70 u 80 000 soldados en las tareas de
zafra. Y parte de lo que se ahorra en
zafra son también esos soldados. Sin
embargo, los ahorros que hagamos en las Fuerzas Armadas y el Ministerio del
Interior se traducirán en fuerza permanente todo el año: en industrias, en la agricultura, en
distintas actividades.
Pero por esas vías:
la Ley contra la Vagancia, los ahorros entre los macheteros —ya esas dos
cosas darían unos 300 000 hombres más—, los ahorros en las Fuerzas Armadas y el
Ministerio del Interior —que rebasan de 100 000—, son unos 400 000.
Ahora nos queda la incorporación sistemática en los
planes de rehabilitación de presos, como ya están haciendo en construcciones de
algunas obras, como lecherías y otras actividades, en industrias de la
Construcción. Las decenas de miles de
hombres que signifiquen los ahorros por vía de la reducción del
ausentismo. Las decenas de miles de
hombres que significarán el ahorro por la vía de la normación. Las decenas de miles de hombres que pueden
significar la incorporación de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, menores
de 16 años, a los talleres-escuela. Las
decenas de miles de hombres que pueden significar este plan para solución de
los problemas de viviendas y sociales de los trabajadores como plustrabajo a
esas actividades.
¿Qué significa eso?
¿Qué puede significar? Puede
significar que en el segundo semestre de 1972 nosotros tengamos en actividades
no cañeras unos 600 000 hombres más que los que teníamos en 1970.
Medidas revolucionarias, medidas políticas, medidas
tecnológicas, introducción de tecnología, medidas organizativas. ¿Y cuánto significará eso para la
economía? Nosotros estamos seguros de
que nuestros problemas en 1972 serán esencialmente problemas de materia
prima. Con todo este movimiento de
masas, con esta vigorización del movimiento obrero, con todo esto, con los
aumentos de productividad, con esas incorporaciones de fuerza de trabajo a las
industrias y a los servicios, los problemas que nosotros tendremos en 1972
serán de capacidades industriales y de materia prima esencialmente.
Serán grandes avances obtenidos con medidas
organizativas, con medidas políticas, apelando a la conciencia. ¡He aquí los frutos de la conciencia! Hay que estar claros.
Ahora bien, dentro de esa política, dentro de esa
estrategia, tenemos que comprender que estamos en una fase de tránsito; en la
fase socialista de la Revolución, no en la fase comunista. Que la fase comunista es el resultado de lo
que hagamos ahora. Que no se puede
sencillamente actuar como si ya estuviéramos en el comunismo, como si ya
hubiésemos desarrollado la base material, como si ya tuviésemos un pueblo
universalmente calificado, universalmente culto.
Nosotros hablamos del concepto de la universalización
de la enseñanza. Nosotros estamos
convencidos —y ayer se lo decíamos a los maestros— que llegará el día en que
tengamos un pueblo universalmente culto, un pueblo universalmente calificado,
un pueblo que sea el resultado de que los muchachos desde la primaria empiecen
a estudiar, desde el círculo, instrucción general, instrucción cultural,
instrucción técnica, instrucción científica; y que cada joven, como
consecuencia del perfeccionamiento de nuestras instituciones educacionales, pueda
llegar a tener la calificación que le permita su inteligencia.
Cuando ese instante en la marcha histórica de nuestro
pueblo llegue, tendremos un pueblo universalmente calificado, tendremos los
medios y los recursos para tener incorporado todo el pueblo —hombres y mujeres—
a la producción, nuestros niveles de productividad serán incomparablemente
superiores a los de hoy, y entonces habrá llegado la hora de dar los pasos
finales hacia lo que pudiéramos considerar una distribución igualitaria,
absolutamente igualitaria, o una distribución —digamos— de acuerdo con las
necesidades de cada hombre.
Hoy no podemos.
Hoy sería una ilusión, hoy sería irreal, hoy podría conducirnos a
derrotas de la ideología, que significarían después retrocesos en el mismo
camino de la ideología. Que es lo que
nosotros queremos exponer a los trabajadores en el día de hoy, que entiendan y
comprendan: queremos ser comunistas,
queremos llegar lo antes posible al comunismo, pero estamos en la fase
socialista.
En el camino de la construcción del socialismo y del
comunismo fortalecemos la conciencia como la cuestión fundamental. Nuestro pueblo no puede hacer otra cosa. Nuestro pueblo libra un reto histórico con el
país económicamente más desarrollado, con la sociedad de más altos niveles de
consumo del mundo. El más elemental
concepto de la táctica y de la estrategia nos dice que tenemos que fortalecer
la conciencia. Y ha sido ese
fortalecimiento de la conciencia el que ha hecho fuerte y ha hecho invencible a
la Revolución, el que le ha permitido resistir a pie firme al imperialismo
(APLAUSOS). Es el que le ha permitido
resistir a pie firme, y sin una sola vacilación y sin una sola concesión, a la
ofensiva de bloqueo en el campo de la economía, en el campo de la política y en
todos los campos del imperialismo yanki.
Y eso se lo debemos al extraordinario fortalecimiento
de nuestra conciencia, camino que debemos seguir. Pero a la vez, estos criterios, estas ideas,
no deben oscurecernos, no deben privarnos de la comprensión de las medidas que
debemos tomar en cada uno de los casos para resolver con criterio realista,
¡con criterio realista!, nuestros problemas actuales.
Y algunos de ellos, como los enumerábamos nosotros,
conceptos como este: hay trabajos más
duros que otros, que deben ser mejor remunerados que otros; hay calificaciones
más altas que otras, que deben ser mejor remuneradas que las otras; hay que
evitar que haya exceso de dinero sobre los bienes y servicios que se disfrutan,
porque ello es fuente de vicio, de corrupción, de comercialismo, en
definitiva: de atraso de la
conciencia.
Y, por eso, cuando nos planteamos recoger el dinero
excedente, no hay cambio en la política de la Revolución ni mucho menos en las
posiciones fundamentales de la Revolución, sino aseguramiento de esas
posiciones. Porque si nosotros queremos
avanzar en lo moral, y avanzar en la conciencia, debemos eliminar los factores
que constituyen caldo de cultivo, que están contra la moral, que van contra la
conciencia, que promueven la corrupción.
Yo creo que precisamente nuestra defensa de los
valores morales de los revolucionarios, nuestra defensa de los valores morales
del pueblo, nos debe conducir a la adopción de esas medidas.
Pero quiero advertir que se entienda bien, porque
algunos se habían preguntado si había algún cambio en la línea o en la posición
de la Revolución: no hay ningún cambio,
¡ni puede haberlo! Porque el día que
nosotros abandonáramos esas banderas, el día que abandonáramos esas banderas,
la Revolución estaría realmente en peligro, la Revolución estaría
desarmada. ¡Y esas banderas no se
abandonarán jamás! ¡Esas banderas se
enarbolarán cada vez más alto!
(APLAUSOS.)
Esas banderas en definitiva son las que siempre han
salvado a la Revolución en los momentos difíciles, son las que siempre han
movilizado al pueblo. Porque, ¿qué
banderas, si no las banderas morales, lo hicieron firme en Girón, lo hicieron
enfrentarse serenamente, Impertérritamente, a las amenazas de destrucción de la
Crisis de Octubre? ¿Qué banderas son las
que lo han hecho llevar adelante, con orgullo, estos años de lucha y de
esfuerzo, dispuesto siempre a enfrentarse a lo que sea necesario, a pagar el
precio más alto por su Revolución? ¡Son
precisamente esas banderas!
Y por eso, cuando se reúna el Congreso Obrero tenemos
que tener elaborados todos estos puntos, todas estas ideas. Y al igual que el Congreso de la Educación
estuvo claro, clarísimo en la ideología, nosotros —todavía con la impresión que
ese Congreso nos dejó, el gran avance que pudimos observar en nuestros
educadores— esperamos también que cuando ese Congreso se efectúe podremos decir
que la ideología de nuestros trabajadores es sólida, que la ideología de
nuestros trabajadores es monolítica y que el pensamiento de nuestros trabajadores
está claro y cristalino.
Y que eso se expresará cuando se celebre el Congreso,
cuando los trabajadores elaboren sus tesis, sus ponencias y sus recomendaciones
sobre todas y cada una de las cuestiones que son de su interés.
Para terminar, quiero recordarles que aún estamos en
zafra, que tenemos atraso en la zafra.
Nosotros habíamos considerado que el día 3 se llegaba al 5to
millón. Ya no se llegará hasta el día 4,
por lo menos. En los últimos días se
produjo cierto descenso, aun antes de la llegada de las lluvias. Nos enfrentamos seguramente en mayo a las
lluvias y, sin embargo, tenemos que seguir la zafra y corear hasta la última
caña. Esa es la consigna.
Cuando nosotros hablamos al principio de la zafra,
decíamos que teníamos que hacer una zafra de alrededor de siete millones.
La cifra aproximadamente exacta de azúcar que necesita
el país para el cumplimiento de todas las cantidades conveniadas, más la cuota
mundial al 110, más algunas cantidades adicionales a la cuota que han sido
asignadas, y alguna pequeña reserva para eventuales adiciones, es de unos 6 650
000 toneladas. De manera que ya las
cifras por debajo de 6 650 000 toneladas
afectarían los eventuales ingresos netos en divisas.
Doy la cifra con toda exactitud para los obreros de
los centrales azucareros aquí presentes, para que los trabajadores comprendan
eso bien.
En la zafra se han presentado problemas que no han
sido fundamentalmente de fuerza de trabajo.
Esta zafra se ha estado haciendo con 125 000 macheteros menos que el año
pasado y aproximadamente un 50% de productividad más. Claro, esto ha estado determinado
fundamentalmente por las técnicas nuevas.
Ha habido todavía problemas industriales, problemas de transporte,
problemas de alza y tiro.
De manera que nosotros entendemos que el país tiene
que hacer, entre sus tareas en este año, un esfuerzo coordinado de todos los
organismos que tienen que ver con la zafra; que posiblemente se cree un sector
funcional, no orgánico, un sector funcional de zafra, para la coordinación de
todos los factores, desde la industria que produce las piezas de repuesto para
cada central, el transporte asegurado chucho por chucho y central por central,
la industria central por central y la fuerza de trabajo, de manera que la
producción azucarera y los centrales azucareros recuperen la eficiencia que
necesitan, recuperen la eficiencia y aprovechen sus capacidades. Eso se presenta como una cuestión
fundamental. Sobre todo cuando a través
de los centros de acopio y a través de la técnica nueva de corte de caña
nosotros habremos resuelto en lo esencial el problema número uno, que ha sido
en estos años el problema de la fuerza de trabajo.
Ahora hay que ir al aseguramiento de los transportes
todos, de los tractores. Hay que tener
en cuenta que es una agricultura que se mecaniza, que ya no es el buey; que ya
casi todo se lleva en camión, casi todo se lleva en tractor; que la caña tiene
que pasar por un centro de acopio, que es otro mecanismo, que tiene poleas, que
tiene motores, que tiene máquinas; el mantenimiento de todo eso; la atención de
todos esos mecanismos que, en la medida en que se interrumpen, interrumpen a
los otros: si se interrumpe el tractor,
interrumpe el centro de acopio, el centro de acopio interrumpe el tren, se
interrumpe el central. Es decir que la
mecanización conlleva una mayor dependencia del producto final de los distintos
mecanismos.
Será necesario fortalecer todos esos puntos. Pero si nosotros tenemos la perseverancia, si
nosotros tenemos la tenacidad de seguir con la zafra y mantener la zafra
andando mientras nos quede una caña, nosotros produciremos aproximadamente esa
cifra de azúcar.
Claro está, si viene seco el año, es bueno y es
malo. Es bueno para la zafra, es malo
para la caña, porque la sequía ha sido tremenda en la región occidental del
país. Si vienen muchas lluvias, es bueno
para la caña y malo para la zafra. Pero
nosotros tenemos que adoptar la disposición de cumplir esta política, mantener
la zafra, cortar hasta la última caña llueva mucho o llueva poco. No tenemos alternativa: esta zafra no se puede parar.
Hay además que realizar las tareas de las siembras,
las limpias, las fertilizaciones, otras siembras que hay que hacer en la
primavera; hay que hacer un buen plan de siembra de frío.
Existe el propósito, relacionado con la plenaria de
los obreros azucareros, de un plan para la participación de los obreros
azucareros en el plan de siembra de frío, puesto que todavía este año nosotros
no tenemos los medios ni los materiales ni la organización suficiente para
darle impulso a través de esos obreros al plan de construcción, que este año
den un aporte importante al plan siembra de frió, que resulta de gran necesidad
para mantener nuestro ritmo de producción y de incremento de la producción
azucarera.
De manera que estas tareas nos esperan en los próximos
meses. Y una de ellas esencial,
fundamental, es la política de cortar hasta la última caña llueva mucho o
llueva poco (APLAUSOS).
Y nosotros queremos de los obreros una exhortación a
los obreros cañeros, a los macheteros, para cumplir esta consigna de cortar
hasta la última caña llueva mucho o llueva poco, por la importancia que tiene
para la economía (APLAUSOS). Y que los
trabajadores nos comprometamos a asegurar que se cortará hasta la última caña
(APLAUSOS).
Nosotros con toda franqueza les expresamos que esto es
esencial para la economía.
Y claro, algunas provincias terminarán antes, pero
algunas provincias tendrán que prolongar la zafra tanto como el año
pasado. Tal es la situación de la
provincia de Oriente. Pero Oriente tiene
regiones con microclimas, sobre todo en la zona norte, donde se puede hacer
zafra con buenos rendimientos en los meses de junio e incluso julio.
De todas formas, es un esfuerzo que nos falta por
hacer este año. Porque si con las
mejoras que vamos obteniendo en todos los frentes de trabajo, en todas las
industrias, logramos el objetivo de producir el mínimo de azúcar que necesita
nuestra economía este año, entonces ya nosotros tendremos una situación a
partir del próximo mes de julio incomparablemente diferente a la que teníamos
el año pasado; tendremos una situación mucho mejor y podremos enfrentarnos a
las tareas de los años futuros con mucha más seguridad, con mucho más optimismo
y además podremos obtener avances mucho más rápidos y mucho más sólidos de los
que hemos obtenido hasta ahora, y podremos seguir adelante con este movimiento
que tanto promete a nuestro país.
De modo que nosotros creemos que de verdad la
Revolución entra, está entrando, viene entrando, incuestionablemente, en una
nueva, importantísima y decisiva fase, que desde luego tiene todavía algunos
prerrequisitos.
En todo se está marchando mucho mejor, pero nos queda
todavía la zafra. Se ha hecho sin
sacrificar lo que se venía haciendo en los demás campos, en circunstancias
todavía difíciles; porque si hubiéramos podido tener ya los 300 centros de
acopio, el corte australiano generalizado, los centros de trabajo
racionalizados, pero nada de eso teníamos este año cuando se empezó la zafra. Apenas se había acabado la anterior,
estábamos enfrascados en un tremendo trabajo para mejorar las demás ramas de la
economía, y en esas circunstancias vino la otra zafra y hubo que empezar a
hacerla, a adoptar medidas desde el principio.
Nosotros recordamos cómo los obreros han respondido
formidablemente en cada uno de los llamados.
No se nos podrá olvidar jamás la respuesta de los obreros cuando se
planteó con toda claridad —como tenía
que plantearse— el problema de las fiestas tradicionales y la forma en que eso
chocaba. Cómo reaccionaron y cuál fue la
respuesta de los obreros, y cómo precisamente en ese histórico 31 fueron los
días en que los obreros hicieron los máximos esfuerzos. Y así se demostró cómo una revolución puede
cambiar una tradición cuando la tradición no se ajusta a sus propios
intereses. La respuesta de los obreros
en la producción, en la fábrica; la respuesta de los obreros en la Ley contra
la Vagancia, y la respuesta de los obreros a cada uno de los llamados.
Cuando una revolución puede decir que cuenta así con
el pueblo, con un pueblo con una conciencia creciente, con una respuesta
siempre rápida y enérgica, esa revolución puede sentir la seguridad de que
marchará invenciblemente hacia adelante.
Hemos tenido ya entre nuestros trabajadores ejemplos
cada vez mayores de abnegación, de espíritu de sacrificio, de lucha. Lo han demostrado en esta zafra las brigadas
millonarias, lo han demostrado los Héroes Nacionales del Trabajo. Ahí está el ejemplo del Héroe Nacional del
Trabajo que cortó en un día 7 200 arrobas, ¡siete mil doscientas arrobas! (APLAUSOS.)
Eso prueba dos cosas:
prueba al Héroe y prueba lo que puede un Héroe y lo que puede una
técnica. Porque sin duda en las técnicas
anteriores los Héroes del Trabajo llegaron a cortar 2 000, dos mil y pico. Ahora los Héroes del Trabajo llegan a cortar
hasta 7 000.
Lo ha demostrado esta brigada millonaria que vino
aquí, y nos honró con la copa que entregan al Comité Central de nuestro
Partido.
Véanse los promedios:
unas 2 200 arrobas por hombre diariamente. Nosotros mientras veíamos eso, decíamos: 2 000 macheteros cortando así hacen la zafra
de La Habana —con 4 millones de arrobas diarias—, ¡dos mil macheteros!
Se espera que podamos ir reduciendo y que reduciremos
considerablemente, con los 300 centros de acopio que se están montando y la
generalización del corte, extraordinariamente el número de obreros. Pero, vean:
en brigadas como esta 2 000 macheteros harían, con 4 millones... Dos mil hombres al corte, digamos, si fueran
2 500, harían la zafra en la provincia de La Habana, que en el año 1970 empleó
más de 30 000, ¡más de 30 000 en el año
1970! Este año entre unos 15 000 a 17 000; el año que viene no deben pasar de
10 000.
Pero si ustedes comparan, 2 000 hombres al campo
harían la zafra de la provincia, lo que implica el espíritu de trabajo, la
productividad. ¡Qué maravilla! ¡Lo que se podría lograr por ese camino en
todos los órdenes!
Pero ha sido un magnífico ejemplo y un ejemplo muy
alentador.
El compañero Ramos Latour
habló aquí de algo importante, que fue lo relacionado con el Congreso de
Educación y Cultura y la necesidad de que el movimiento obrero haga suya la
declaración y el programa del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, porque
esa es una cosa que nos interesa a todos, es algo sumamente importante para
todo nuestro pueblo. La vida del país,
sobre todo la vida futura de nuestro país depende esencialmente del
cumplimiento de ese programa de educación.
Y la marcha hacia el comunismo requiere esencialmente el cumplimiento de
esa política y de ese programa de educación.
Y por eso nosotros pedimos a nuestros trabajadores que
hagan suyos ese programa y esa declaración (APLAUSOS).
¡Viva el movimiento obrero! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva el 1ro de Mayo!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva el internacionalismo proletario! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva el comunismo!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)