DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE INAUGURACION DE LA
SECUNDARIA BASICA CEIBA 1, EL 7 DE ENERO DE 1971.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores
delegados al Congreso de la OIP;
Compañeros
profesores, padres y alumnos de esta escuela secundaria:
Esta bella escuela ha sido posible, en primer término,
por el esfuerzo de los ingenieros y arquitectos que la concibieron, el esfuerzo
de los trabajadores que la construyeron —en ella se han invertido 43,910
días-hombre de trabajo por el esfuerzo de los trabajadores de la industria del
mueble, que realizaron todo el trabajo pertinente para equiparla; por el
trabajo y el esfuerzo de los obreros de la industria del libro y de materiales
escolares; y también por el esfuerzo especial de los educadores, que
concibieron el programa.
Este tipo de escuela ha sido producto de una revolución
en la técnica constructiva de nuestro país.
Ha sido prácticamente en un 90% prefabricada. Las piezas de esta escuela se construyen sus
componentes en una industria, se trasladan aquí, y se montan.
Ello nos permite resolver la construcción de las instalaciones
escolares a un costo mucho menor, y en un tiempo mucho más breve. Esta es la segunda escuela de este estilo, de
este tipo, que se termina. Están en
construcción en esta misma zona otras tres escuelas de este tipo, y no lejos de
aquí una escuela ya que está funcionando hace aproximadamente un año.
Se están construyendo escuelas similares a esta en la
provincia de Pinar del Río, en Isla de Pinos, en Matanzas, y en fin en todas
las provincias ya se está empleando este método de construcción.
Ustedes se preguntarán, sobre todo los visitantes,
cuáles son los fundamentos de este tipo de escuelas, y es lo que nosotros vamos
a explicarles.
En realidad, a la primera escuela a que nos referíamos
anteriormente, y que lleva el nombre de “Mártires de Kent”,
han ido muchos visitantes. Los
visitantes plantean sus distintas preocupaciones, de distinta índole, sobre
este tipo de escuelas; toda una serie de cuestiones que, naturalmente,
responden a las inquietudes, pudiéramos decir incluso a la cultura de cada
país. Bombardean a nuestros jóvenes
directores y profesores con todo tipo de preguntas, y se plantean distintas
inquietudes. Incluso hubo algunos
visitantes de un país europeo que preguntaron si esto no chocaba con las ideas
modernas del urbanismo, etcétera, etcétera.
Desde luego, todo depende de qué se entiende por urbanismo, o qué se
entiende —digamos— por el medio ambiente donde debe vivir el ser humano.
Si analizamos bien la cosa, puede decirse que el
ambiente más duro y más despiadado para el ser humano es el ambiente de las
grandes urbes. Creemos que incluso en el
futuro las ciudades tratarán de buscar espacio más libre y condiciones mucho
más humanas.
En realidad, en nuestro país en la medida en que
vayamos desarrollando nuestros recursos naturales y nuestros campos, las
diferencias entre la ciudad y el campo irán desapareciendo
progresivamente. Y todo es
relativo: aparentemente aquí estamos muy
lejos de la ciudad de La Habana, pero posiblemente de un extremo a otro de
París, o de un extremo a otro de Nueva York, hay una distancia superior a la
que hay de aquí a la ciudad de La Habana.
Y, desde luego, a nuestro juicio este tipo de escuela
no tendrá que envidiarle absolutamente nada a ningún tipo de escuela de la
ciudad. Si fuésemos a analizar nuestras
propias experiencias... Nosotros
veníamos recordándoles a los compañeros, mientras nos trasladábamos hacia aquí,
el tipo de escuela que nosotros conocimos, el tipo de escuela vieja, que
empezaba porque era una escuela donde no existía la coeducación. Separación de varones y de hembras. Empezaba a ser una escuela antinatural. Con el mayor respeto para todas las creencias
religiosas, empezaban por saturarnos de enseñanzas de tipo bíblicas: la historia, que puede ser como leyenda muy
bonita, igual que La Ilíada y La Odisea, pero que a
nosotros nos la hacían creer como verdades irrebatibles, nos la hacían estudiar
de memoria.
La educación moral era basada en el temor al cielo y
al infierno: un
infierno que no acabamos de concebir nunca, a fuerza de tanta candela y de
tanto sufrimiento por toda la eternidad; y un cielo aburridísimo (RISAS). La vida empezaba a carecer de todo sentido,
el hombre empezaba a crearse una moral o basada en el temor, o en el interés, y
no basada en ninguna otra razón realmente humana. Porque el problema de la conducta moral de un
hombre debe ser ajena al temor al castigo y debe ser ajena a la esperanza de un
premio eterno. Esto, sin considerar los
demás subproductos de esa enseñanza, en que remitía para un futuro todos los
problemas de esta vida y todos los problemas terrenales, en un mundo donde el
infierno sí estaba teniendo lugar de verdad en medio del dolor y el sufrimiento
humano, los abusos, las injusticias, la explotación, el crimen, y todas las
cosas que caracterizaban aquella sociedad.
Y al hombre el espíritu, en fin, del conformismo y la sumisión, y sufrir
en este mundo los atropellos, los abusos y la injusticia, era en definitiva una
especie de acumulación de méritos para ganar el cielo. Y así por el estilo.
Aquellas escuelas donde estudiamos nosotros, además de
todo eso eran una especie de cárceles: encerrados entre cuatro paredes y no
se veía ni una... ¡nada! ¡La calle no se veía! Se sentía el ruido de los automóviles, y nada
más.
De campo, de espacio, de posibilidades de participar y
educarnos de verdad: ¡ninguna! Nos
enseñaban en teoría todas aquellas cosas.
De las realidades de la vida no teníamos la menor noción, ni siquiera la
noción del esfuerzo que el hombre tiene que hacer para ganarse el sustento, ni
la menor noción de lo que costaban los bienes materiales. Si vivíamos en un edificio no teníamos ni
idea de qué era aquel edificio, cómo se construía, cuánto trabajo costó,
quiénes lo hicieron, por qué lo hicieron; si comíamos un pedazo de pan, nos
alimentábamos, nos vestíamos y no teníamos la menor idea de cómo todo aquello
se creaba. Se nos educaba, en fin, para
disfrutar de privilegios. La educación
en sí misma constituía un privilegio. Se
nos preparaba para estar mejor armados intelectualmente para explotar a los
demás.
Y así transcurrían los años de la primaria, de la
secundaria y de la universitaria, y al fin y al cabo un día, con veinte y
tantos años, nos daban un título en la universidad sin haber tenido oportunidad
una sola vez en la vida de sudar la frente, de crear algo con nuestras
manos. Eramos inútiles en la misma
medida en que éramos incapaces de crear nada, de producir nada; mal adaptados
para aquella vida a la que teníamos que enfrentarnos, en la que se nos había
tratado de equipar para vivir realmente del privilegio y de la explotación de
los demás.
Ese fue el tipo de escuela que nosotros conocimos,
deficiente por lo general en su contenido, en sus métodos, en sus medios.
Ciertamente que algunas escuelas privadas tenían
algunos de esos recursos —digamos— de tipo material, algún laboratorio de
física o de química; pero en general la enseñanza era absolutamente memorista,
divorciada de la realidad. Y a eso no se
le podía llamar educar, a eso no se le podía llamar formar al hombre; en
aquellas escuelas realmente se deformaba al hombre.
Y algunos de nosotros conocimos aquellas
escuelas. Y si nos hubiesen dado la
oportunidad de escoger, cien veces, mil veces, un millón de veces habríamos
preferido esta escuela.
Esta escuela responde a concepciones acerca de la
pedagogía, esta escuela responde a realidades, esta escuela responde a
necesidades. Responde a concepciones en
cuanto a la pedagogía, de acuerdo con lo más profundo del pensamiento marxista,
que concibe la educación, la formación del hombre, vinculada al trabajo
productivo, al trabajo creador; de acuerdo con las concepciones tradicionales
de nuestra patria, de acuerdo con la concepción martiana, que también imaginaba
la escuela de este tipo. Y este tipo de
escuela responde a la posibilidad real de formar al hombre; la posibilidad real
de combinar la educación, el estudio y el trabajo.
No es propiamente todavía una escuela de
especialización. ¡No! Aquí no se especializan los jóvenes en la
agricultura. Es una escuela en la que
comienzan a realizar actividades productivas, a crear bienes materiales con sus
propias manos, a realizar trabajo productivo manual, además del trabajo
intelectual. Es decir que empiezan a
aprender y a conocer cómo se producen los bienes materiales que el hombre
necesita, empiezan a adquirir los hábitos de trabajo como el más natural y el
más elemental deber de todo ciudadano, junto a los hábitos de estudio.
En este tipo de escuela se adquiere, además, una
educación general básica, con la práctica, en los laboratorios, con círculos de
interés científicos, con algunas actividades de investigación. Adquieren la enseñanza general y la cultura
general; se desarrolla la inteligencia, se adquieren conocimientos, se amplía
el campo cultural en todos los órdenes.
De manera que a nuestro juicio se trata de una escuela
de carácter integral en una fase de la educación de los jóvenes antes de pasar
a los cursos superiores, es decir a los Institutos Tecnológicos, donde ya
comienzan a recibir una especialización.
Y si se trata de alumnos de los Institutos Tecnológicos de Humanidades,
lo que van es a ampliar su base para determinados estudios superiores en la
universidad.
A la vez, es necesario tener en cuenta las condiciones
de nuestro país; sin desarrollo industrial, que tiene que emplear enormes
energías humanas en la actividad fundamental, que es la producción
azucarera.
De la producción azucarera, que fue históricamente la
base de nuestra economía, no podemos prescindir; además, es una producción que
no está mecanizada. Es si se quiere un
privilegio de la naturaleza la posibilidad de producir por hectárea las
cantidades de azúcar, de alimentos que nosotros producimos, teniendo en cuenta
la cantidad de luz, la cantidad de humedad, las condiciones de nuestro
clima. Es un gran privilegio, pero lo
será mucho más el día en que nosotros podamos mecanizar esa actividad, en lo
cual nos esforzamos considerablemente, aunque no es una tarea fácil, no es tan
fácil como mecanizar el maíz, el arroz o el trigo; además, era cultivo de
países subdesarrollados, donde no se desarrollaron las técnicas; además, en
nuestros países los obreros históricamente se oponían a la mecanización de ese
cultivo porque los desplazaba.
Mientras no tengamos mecanizado ese cultivo, empleamos
más de 500 000 hombres-año en producir el azúcar que nuestro país exporta y
consume. De manera que una gran parte de
nuestro esfuerzo humano hay que dedicarlo, con una baja productividad, a este
cultivo y a esta producción; esfuerzo que necesariamente se le resta al resto
de la actividad industrial, constructiva y de todo tipo. De ahí la necesidad de que nosotros
mecanicemos la construcción y desarrollemos al máximo la producción industrial
de viviendas, que hagamos participar a la comunidad en las actividades
constructivas, porque de lo contrario no tendrían solución actualmente nuestros
problemas en ese campo.
Por otro lado, junto a esta necesidad de emplear el
grueso de nuestro esfuerzo físico en la caña, tenemos la circunstancia de ser
un país de población muy joven.
Se acaba de realizar el censo de población. Y de una población de 8 millones y medio de
habitantes aproximadamente, 3 443 000 tienen de 0 a 16 años de edad; de 8
millones y medio, casi 3 millones y medio tienen menos de 16 años, que visten,
calzan, consumen alimentos, hay que alojarlos, hay que educarlos, hay que
producir libros para ellos, hay que dedicar enormes recursos humanos a su
educación, a su atención material, a su atención cultural, recreativa, y a su
salud.
Y eso tenemos que hacerlo dependiendo de una economía
que su producción fundamental se realiza básicamente en forma manual.
En esa situación nosotros no tenemos alternativa. No podemos, en consideración a estas
limitantes de tipo material, establecer un limitante también en la
educación. ¿Qué hacemos con los niños y
los jóvenes del país? ¿Dejamos de educar
el 50%, el 60% de ellos? ¿Educamos
solamente un 30% o un 40% y mantenemos en el analfabetismo el resto? ¿Es posible concebir soluciones semejantes en
el mundo de hoy? ¿Podemos nosotros dejar
de educar a uno solo de los niños de este país?
Desde el punto de vista humano no sería
equitativo. Desde el punto de vista
humano sería discriminatorio, desde el punto de vista humano sería sumamente
doloroso; desde el punto de vista social, también; desde el punto de vista
económico, absurdo, es decir, considerando el futuro del país; desde el punto
de vista del mundo del futuro es imposible.
Entonces, ¿cómo nosotros resolvemos estos problemas,
teniendo en cuenta nuestras limitaciones materiales y la necesidad de aplicar
la enseñanza, de educar a todos los niños y jóvenes del país? No podríamos seguir creciendo en
instituciones de este tipo, si a la vez no vinculamos ese programa universal de
educación con las actividades productivas.
De manera que además de un principio pedagógico insoslayable, una
necesidad social y humana, es además una necesidad del desarrollo de nuestro
país —si vamos a la educación universal, puesto que no somos un país rico—
vincular también esas generaciones, esos millones de jóvenes, en la medida que
arriban a determinada edad, a las actividades productivas en la enseñanza
secundaria, en la enseñanza media y en la enseñanza superior.
Se ha planteado como principio la aspiración de la
enseñanza universal y de la universalización de la enseñanza, incluso de la
enseñanza superior. Pero eso tiene un
requisito insoslayable, que es el hábito y el elemental deber de participar
toda la sociedad, desde determinadas edades, en las actividades productivas, y
no crear realmente esa separación entre el trabajo manual y el trabajo
intelectual. No podemos crear un tipo de
técnico, un tipo de profesional, un tipo de ciudadano que desprecie el trabajo
manual, porque siempre habrá en la sociedad trabajo manual y siempre habrá en
la sociedad trabajo intelectual. Y no
queremos que unos sean parias del trabajo manual, y otros sean desgraciados e
infelices del trabajo intelectual exclusivo, porque si se miran bien las cosas,
el hombre que solo tenga que realizar un trabajo intelectual y que no tenga
jamás la posibilidad de desarrollar un trabajo de tipo manual, sería un hombre
innatural también, porque el trabajo forma parte —digamos— de una necesidad
casi biológica del hombre.
Muchos de los periodistas aquí presentes seguramente
estarán de acuerdo en que los momentos de más fatiga, de más agobio, de más
cansancio, son esos momentos de largos, tensos e ininterrumpidos trabajos
intelectuales. Y esa es una realidad.
Las sociedades pasadas condenaron al hombre, por un
lado, al trabajo manual exclusivo y al trabajo intelectual exclusivo.
Por eso, si nosotros vamos a una aspiración que
consideramos esencial de un pueblo en el mundo de hoy, que es la
universalización de los conocimientos hasta los niveles más altos, es necesario
parejamente crear el hábito, desde muy joven, a todos los ciudadanos de
trabajar y participar en las actividades manuales; pero, además, de producir,
¡de producir! De otra manera sería imposible
resolver la contradicción en un país pobre como el nuestro.
Por eso aspiramos a que los jóvenes desde la edad más
o menos de 12 años, desde que ingresan en este tipo de instituciones,
participen en las actividades productivas, y los niveles superiores participen
también en las actividades productivas.
Y así los institutos
tecnológicos, es decir, el nivel superior a este, estará
vinculado a la producción industrial. Y
siguiendo el mismo principio, trataremos de que el joven en esa fase participe
en la formación teórica general, y además en la actividad práctica en el
trabajo productivo, vinculado a la especialidad para la cual se esté
preparando.
De manera que la enseñanza media superior estará
también vinculada a las actividades productivas. Hoy día participan en esas actividades, pero
su participación no está vinculada muchas veces con su especialidad,
precisamente por la necesidad que tenemos de gran consumo de trabajo manual en
las zafras azucareras. Pero en el futuro
los jóvenes participarán en las actividades relacionadas con la especialidad
que estén estudiando.
De esa forma podrá seguir creciendo este
programa. Porque si no, cuantas veces se
crea una escuela de este tipo, aumenta el gasto; aumenta el gasto social de
ropa, de zapatos, de alimentación. ¿Por
qué? Porque son gastos adicionales a los
que tiene el país. Cada escuela que se
crea es una cuota nueva adicional.
Porque, en realidad, los casos de los jóvenes que van a estas escuelas
reciben por la escuela la ropa, los zapatos, la alimentación. No se hace ningún descuento de las cuotas que
reciben en sus casas. No ha sido la
práctica hacer ese tipo de descuentos.
De manera que cada nueva beca... Y en la actualidad, entre alumnos internos y
seminternos, hay casi medio millón en nuestro país, ¡casi medio millón! Hay algo más de 200 000 internos, y más de 250
000 seminternos. El gasto crece,
lógicamente.
Ahora, si tenemos en cuenta otro dato: que con cinco años, entre la edad de cinco,
seis, siete y ocho años dentro de siete años deberán arribar a este nivel de
enseñanza... Esto, desde luego, en la
realidad no ocurre así. En la enseñanza
primaria hay pérdidas, hay deserciones, hay atrasados escolares. Pero nosotros con cinco, seis, siete y ocho
años, tenemos 950 000 niños. Quiere
decir que dentro de siete años si todos arribaran —¡si
todos arribaran!— a la secundaria básica, tendríamos una cifra de más de 900
000 estudiantes en este nivel.
Lógicamente no arribarán todos.
En la medida en que se perfeccione nuestro sistema de
enseñanza, en la medida en que dispongamos de más profesores, que mejoremos la
calidad y la eficiencia de nuestra enseñanza, el porcentaje de niños que
arriban a la secundaria, será mayor. No
podríamos ahora precisar cuántos van a arribar a la secundaria de esos 950
000. Pero si trabajamos bien, es de
esperar que una cifra no menor a 700 000 arriben a este nivel de la
enseñanza. Si en siete años arribaran a
este nivel de la enseñanza 700 000
jóvenes, harían falta no menos de 1 500 escuelas como esta.
Hay que imaginar los costos de semejante programa
educacional. Y hay que preguntarse cómo
un país que no es rico, pudiera llevar adelante semejante programa.
De manera que nosotros no podemos seguir creciendo en
estos servicios de tipo social, si cada uno de los pasos que damos no está
estrechamente vinculado a las actividades productivas. De manera que escuelas de este tipo podemos
hacer y seguir haciendo todas las necesarias, en la medida en que vinculemos
estas escuelas también a las actividades productivas.
El compañero director explicaba que ellos tenían 40
caballerías de tierra aquí, que están atendidas por la escuela. Una caballería significa 13,4 hectáreas. Muchos de ustedes estarán acostumbrados a
medir por hectáreas. Quiere decir que
aquí hay 40, multiplicado por 13,4, es decir, más de 500 hectáreas de
tierra. Esas tierras están destinadas a
las plantaciones de cítricos. Más de la
mitad están ya sembradas; las otras tendrán que sembrarlas los alumnos de la
escuela. De manera que ellos llegarán a
tener unas 500 hectáreas de cítricos.
En las condiciones de nuestro clima, 500 caballerías
de cítrico bien atendidas técnicamente producen lo suficiente para sufragar
todos los gastos de esta escuela, más que suficientes. De manera que mientras se hagan escuelas de
este tipo, no tendremos un lujo.
Incluso, lo que pueda parecer aquí lujoso no es un lujo, si una escuela
de este tipo está vinculada a los planes de desarrollo y de producción.
Naturalmente, los alumnos solos no atenderán esas
plantas. Trabajarán las máquinas. Habrá trabajadores dedicados a ciertas
actividades. Pero ellos tendrán una
participación importante en los cultivos, en las cosechas. Ellos tendrán dividido su tiempo y compartido
entre trabajo productivo y el estudio.
De forma tal que, desde luego, su papel será decisivo en estos
planes.
Podríamos citar una cifra. Nosotros creemos que la producción de 500
hectáreas de cítrico, con un alto rendimiento, sería equivalente a los 2
millones de dólares en un año. El valor
de la producción de 500 hectáreas de cítrico con un alto rendimiento, bien
atendidas y con regadío. Eso les permite
a ustedes apreciar cuál puede ser el valor de esa producción económica.
Si vinculamos de esta manera la educación a la
producción, como formación, como necesidad del desarrollo, como necesidad
humana, como necesidad social, como necesidad económica, entonces podemos
crecer ilimitadamente. Porque hacer
escuelas no será un gasto simplemente con vistas a un provecho futuro para la
economía del país, sino es casi de inmediato también un programa
productivo. Mil quinientas escuelas con
ese nivel de productividad sería una cosa fabulosa. Desde luego, no hay que pensar que todos los
cultivos son tan altamente productivos, pero es un ejemplo.
Las actividades agrícolas que se desarrollarán en este
tipo de escuelas, serán aquellas actividades que puedan ser desarrolladas por
jóvenes de esa edad. No es la caña, no
es el arroz. Son de este tipo de
cultivos: cítrico,
café, piña, frutales. De ese tipo.
De manera que nosotros podemos llevar este programa
adelante puesto que no encontraremos un limitante de tipo económico. Resolvemos la contradicción entre nuestra
pobreza de hoy y nuestra inmensa necesidad de desarrollo social, de desarrollo
tecnológico y de desarrollo económico; la contradicción entre nuestra pobreza y
nuestra aspiración a universalizar la enseñanza y a educar a todo niño y a todo
joven.
De manera que nosotros entendemos que este es un
programa educacional verdaderamente revolucionario. Estamos optimistas acerca de sus
posibilidades, aunque estamos conscientes de sus dificultades.
Dirigir una escuela de 500 alumnos requiere cuadros y
muy buenos cuadros. Ustedes habrán visto
que aquí todo es joven:
joven es la escuela, nuevos son los alumnos, nuevos son los
profesores, nuevos son los directores.
No dudamos de sus condiciones personales para esta tarea, pero es una
tarea difícil. Nuestro país tiene un
gran déficit de profesores, y sobre todo en estos niveles. Tiene un gran déficit de profesores de la enseñanza
media y de la enseñanza superior. Es
decir, que tenemos limitante de tipo subjetivo para poder desarrollar
ampliamente todos estos planes. Cuadros
nuevos, de lo cual en cierto sentido nos alegramos, porque son cuadros que se
van formando ya en otro espíritu, en otro ambiente, en otra atmósfera; pero en
realidad tenemos una gran carencia de cuadros.
Por otro lado, este tipo de escuela requiere una gran
coordinación, una gran comprensión entre las actividades productivas y las
actividades educacionales. Será
necesario que no prevalezca nunca el criterio practicista. Será necesario que los responsables de las
actividades productivas tengan siempre presente los problemas de la docencia, y
velar por encima de todo por la cuestión de la docencia. A su vez, será necesario que los responsables
de las actividades educacionales se preocupen seriamente por las actividades
productivas. De manera que haya siempre
una comprensión y siempre una gran coordinación.
Tal como están concebidas estas escuelas, en la
dirección de la escuela participa también el responsable agrícola. Porque no es que la escuela tenga la
responsabilidad del plan. Esta escuela
pertenece a un plan en desarrollo. Habrá
numerosas escuelas en esta región. Un
plan grande, que tendrá una dirección administrativa, una dirección agrícola,
que se encargará del aseguramiento de la maquinaria, de los insumos y de todos
los factores de la producción.
Por eso, hay la necesidad de establecer una mentalidad
amplia, de mucha comprensión y de mucho entendimiento entre estos dos frentes: el frente que debe
velar por la docencia y el frente que deba velar por la producción. Esas experiencias nuevas se irán
desarrollando, y estamos conscientes de los problemas que conllevan.
Hay que resolver otro problema: los profesores, dónde van a
vivir. Y en esto hay criterios. Unos sustentan un criterio; otros, otro. Nosotros personalmente somos partidarios de
que haya un edificio donde viva por lo menos una parte de los profesores. En realidad se nos hace muy difícil concebir
una escuela sin profesores. El otro
criterio es en el pueblo, en los determinados pueblos, que van a vivir allí los
profesores. Claro, la ventaja del pueblo
es que se agrupan allí los profesores de muchas escuelas, los servicios, las
escuelas de sus propios hijos que están en la enseñanza primaria, los círculos
infantiles. Y, desde luego, en algunas
de estas cuestiones todavía no hemos arribado a conclusiones definitivas.
En un edificio aquí en que vivieran los profesores, podría
estar también el círculo infantil de los profesores, y los hijos podrían ir a
la escuela primaria del pueblo. A la
inversa, ellos tendrían que trasladarse a la escuela. Nosotros concebimos la escuela como una
comunidad de profesores y de alumnos. Pero
bien: he ahí un
problema práctico que tenemos que solucionar.
Pronto se comenzarán a construir los pueblos donde
vivirán los trabajadores en general de este plan, de la parte agrícola. Habrá unos tres pueblos en toda esta área que
tiene unas 12 000 hectáreas de tierra, y está por decidir —y naturalmente habrá
que analizar largamente con los pedagogos, los técnicos, los compañeros de
planificación física, hasta llegar a una conclusión. Ahora, naturalmente, los profesores, pues,
una parte vive aquí y otra se traslada aquí, viene de la ciudad. Siempre, desde luego, hay un número de
profesores que se queda con los alumnos, pero a ese problema habrá que
encontrarle una solución adecuada.
Es decir, que todavía tenemos problemas por resolver,
pero entendemos que la práctica, la propia vida, nos ayudará a esclarecer estos
criterios.
Actualmente, como decíamos, se están construyendo
otras escuelas ya en esta región. Se
está haciendo un especial esfuerzo para ya tener una región completa bajo este
sistema de educación, y poder observar todos los problemas prácticos que se
deriven del sistema.
Debemos decir que la primera escuela se ha
caracterizado ya, la primera escuela de este tipo, por haber alcanzado una
promoción superior a todas las demás escuelas secundarias.
En la provincia de La Habana la promoción fue del
74%. En la escuela “Mártires de Kent” la promoción fue del 87%. De manera que la primera escuela secundaria
de este tipo ha alcanzado la más alta promoción de todo el país, ¡la más alta
promoción de todo el país! (APLAUSOS.) Y
no se trataba de una escuela de alumnos seleccionados, sino de alumnos de la
región, lo mismo que esta escuela, que son alumnos de la región.
Y a nosotros nos satisface mucho esa noticia, puesto
que fue una primera prueba de fuego de la escuela, o del método, de la
concepción. Toda idea nueva, toda idea
revolucionaria necesariamente siempre tiene que vencer una inercia, los
hábitos, las costumbres, las tradiciones.
Por eso estas escuelas ahora están sometidas a la prueba de la
realidad.
Ya ahora, desde luego, no será la escuela solitaria de
“Mártires de Kent”; ya son dos escuelas, ya tenemos
dos directoras —muy jóvenes las dos—, una allá, otra, aquí; ya tenemos dos
colectivos estudiantiles, ya comenzará la emulación entre escuelas, la
emulación en las actividades docentes, la emulación en las actividades
productivas, la emulación en las actividades culturales, la emulación en las
actividades deportivas; ya esta escuela tendrá su igual con quien competir en
el deporte.
Y pronto no estarán ellas solas, pronto habrá una
docena de escuelas de este tipo en esta región; cobrará una extraordinaria vida
docente, una extraordinaria vida intelectual además de una extraordinaria vida
económica esta región; surgirán los nuevos problemas, surgirán las nuevas
experiencias. En un momento dado las
doce escuelas estarán emulando unas con otras; en un momento dado las doce
escuelas estarán adquiriendo sus experiencias y trasmitiendo sus experiencias
unas con otras.
Se convertirá esto en una mina de extraordinarias
experiencias educacionales que para nuestro país serán de extraordinario
interés.
Y si logramos tener éxito, como esperamos, y hacer
avanzar este programa educacional tendremos en el futuro motivos para sentirnos
sobradamente satisfechos. Si nuestra
Revolución logra esta revolución en la educación entonces creeremos que estamos
haciendo un aporte modesto a la solución de los problemas educacionales y
sociales en países como el nuestro.
Ahora estará en dependencia de la organización que
alcancemos en la construcción, la productividad que alcancemos en las
construcciones —y debemos decir que
esta productividad se eleva día por día en las construcciones—, en las nuevas
técnicas que se apliquen. De manera que
esperamos ir año por año reduciendo el número de días-hombre que empleamos en
la construcción de cada una de estas escuelas.
Esperamos, además, mejorar la escuela. Ya esta segunda escuela tiene cosas nuevas,
detalles nuevos que no tenía la anterior, está mejor construida. A su vez en la parte técnica iremos
introduciendo mejoras, en los medios audiovisuales de enseñanza iremos
introduciendo mejoras; en las actividades docentes, en las actividades
productivas, en las actividades de investigación, en los laboratorios.
Piensen en las ventajas que este tipo de escuela
tiene. En las ventajas que tiene, por
ejemplo, para el empleo de la televisión en la educación. Imagínense un televisor de pantalla grande y
un programa determinado; imagínense en las actividades culturales la
posibilidad de trasmitir una película simultáneamente en una pantalla grande a
miles de estudiantes, a decenas de miles de estudiantes, a cientos de miles de
estudiantes; de impartir determinadas clases utilizando el cine, utilizando la
televisión. Imagínense las posibilidades
en todo el campo cultural, en las actividades que puedan desarrollar en el
campo de la cultura este tipo de escuelas, donde los conocimientos artísticos,
la vocación artística tendrá posibilidades de desarrollarse en cualquier campo,
con los modernos medios existe la posibilidad de traer una copia aquí a un
precio muy económico de las reproducciones de los mejores cuadros del mundo; el
aprendizaje de actividades en el campo del teatro, de la música, de la
literatura, de la pintura, de la escultura.
En fin, nosotros esperamos posiblemente suplir algunas
deficiencias que todavía tienen estas escuelas, como tal vez sería la
construcción en un nivel superior, en una de las salas del edificio, de un
teatro en cada una de estas escuelas.
Ello no encarecería mucho el costo; sería cuestión de poner un piso
más. Nos falta propiamente un salón de
ese tipo en la escuela, que estamos contemplando la posibilidad de
construir. Ya los ingenieros, los
arquitectos están estudiando ese problema.
Debemos decir que en un momento determinado se planteó
la ampliación de esta escuela a 750 alumnos.
A nosotros nos pareció que una ampliación a 750 alumnos, si bien desde
el punto de vista económico abarataba la construcción, hacía la escuela demasiado
grande. Y hay que ver que si nosotros no
tenemos muchos cuadros, si encontrar cuadros para que dirijan una escuela de
500 alumnos ya es una tarea difícil, si ampliamos la escuela y la llevamos a
750 alumnos se va a hacer más difícil.
De manera que estamos todavía en muchas cuestiones
aprendiendo, introduciendo modificaciones, introduciendo mejoras. Pero no dudamos que con el transcurso de los
años estas escuelas se irán perfeccionando
extraordinariamente, y que nuestra juventud se educará de una manera integral,
de una manera cabal.
Nosotros tenemos una gran confianza en nuestra
juventud, en esta juventud. Hemos visto
cómo participa en las actividades productivas.
Muchos de los alumnos de esta escuela antes de venir a esta escuela
seguramente participaron en la escuela al campo. ¿Qué es la escuela al campo? La participación de todos los estudiantes de
Secundaria en actividades productivas durante seis semanas.
Ya esto no es una escuela al campo, ya esto es una
escuela en el campo. Pero este ya no es
el viejo campo; ya este es un campo que no tiene ningún parecido al viejo
campo; ya este es un tipo de campo que en el ambiente tiene poco que envidiarle
a la ciudad y que tiene muchas de las facilidades para cualquier cosa que haya
en la ciudad.
Decimos francamente que nosotros creemos que este tipo
de escuela es una magnífica escuela. Y
nosotros creemos que nuestro país no tardará en ver los resultados de este
programa educacional.
Nosotros creemos que esos jóvenes se educarán en
condiciones óptimas. Lo único que se les
puede decir es que constituye una oportunidad extraordinaria, una increíble
oportunidad la posibilidad de disfrutar de una escuela de este tipo. Que nosotros esperamos de los estudiantes de
esta escuela que hagan el máximo esfuerzo en el estudio, en el trabajo, en la
disciplina. Nosotros esperamos que sepan
ser jóvenes en todos los sentidos; jóvenes responsables, jóvenes trabajadores,
jóvenes estudiosos y jóvenes también alegres (APLAUSOS).
Tienen todas las posibilidades de tipo
material... Se me olvidaba decir que
practiquen también el deporte, que sean buenos deportistas (APLAUSOS). Tienen magníficas instalaciones deportivas
para todo tipo de deporte:
balompié, pelota, campo y pista, voleibol, básquet. No falta prácticamente aquí ningún
deporte.
Esperamos que los profesores les inculquen a los
jóvenes la conveniencia de la salud física, la conveniencia de practicar el
deporte. Esperamos que nuestros
profesores les inculquen a las jovencitas la conveniencia de la gimnasia y de
la educación física, y que no vayan a engordar demasiado (APLAUSOS). Que hagan igual con los varones.
Esperamos que los padres de los estudiantes cooperen
al máximo con la escuela, que se sientan responsables de la escuela, que se
sientan partícipes de la escuela.
La educación de los jóvenes no es solo un problema de
los profesores, ni es solo un problema de los padres. Es un problema de los padres y de los
profesores (APLAUSOS). La educación de
la escuela no es tampoco un problema solo de los padres y de los
profesores. Es también un problema de
los propios alumnos de la escuela (APLAUSOS).
En el análisis de los problemas de la escuela, en las tareas, en los
objetivos, en las dificultades, deben participar los profesores, los padres y
los estudiantes (APLAUSOS).
Cada joven en esta escuela debe tener un conocimiento
cabal del plan, de los programas educacionales, del programa del curso y del
programa de toda la escuela, de las actividades económicas de la escuela, del
plan agrícola, de las actividades productivas.
Cada joven en esta escuela debe participar de esas actividades de una
manera consciente, de manera que no sea una participación mecánica.
Esperamos que ese sea el tipo de ciudadano que se
forme en esta escuela.
Que haya un gran espíritu de confraternidad entre
todos los estudiantes, que se desarrolle una mentalidad colectivista, que el
egoísmo y el individualismo se combatan sistemáticamente. Porque si la sociedad del pasado tenía que
producir un hombre egoísta, una fiera prácticamente, la sociedad nuestra tiene
que producir un hombre hermanado por todos los vínculos humanos posibles. El espíritu más fraternal debe reinar entre
los estudiantes, de cooperación más amplia de todos, la más amplia cooperación
de los más fuertes con los más débiles, de los que tienen más facilidades para
el estudio con los que tienen menos facilidades; el verdadero espíritu de
hermanos, de protección, de ayuda.
Que en escuelas de este tipo desaparezca cualquier
manifestación de los vicios del pasado: manifestaciones de división, de
desprecio hacia cualquier otro compañero, de arbitrariedad, de abuso. Que ningún compañero se burle de los
demás.
Esa moral propia de un joven revolucionario, de un
joven socialista, de un joven comunista, ese sentido humano de la vida
(APLAUSOS) tiene que ser inculcado como lo más fundamental.
Aquel que tenga más facilidad para el estudio que otro
no tiene por qué envanecerse de eso.
Podrá sentirse satisfecho de las horas que dedique al estudio, podrá
sentirse satisfecho de las horas que dedique al trabajo, mas no tendrá ninguna
razón para envanecerse de la gran capacidad natural con que haya sido dotado
por la naturaleza.
De manera que hay méritos del hombre. Y hay cosas o atributos o características que
no constituyen ningún mérito. El mérito
verdadero es el que el hombre contrae con su voluntad, con su esfuerzo, con su
constancia.
Nosotros tenemos que hacer que ese sea el espíritu que
prevalezca para desarrollar una sociedad distinta, para formar un ser humano
totalmente diferente. El espíritu de
sacrificio, de trabajo, del cumplimiento del deber tiene que ser exaltado. Y si algo debe ser condenado es la falta de
disciplina, de voluntad, de constancia, de espíritu de sacrificio. Si algo debe ser condenado en nuestra
juventud es la blandenguería (APLAUSOS).
Esperamos jóvenes de voluntad, jóvenes de carácter, jóvenes de espíritu
recio, que no desalienten ante ninguna dificultad, que no retrocedan ante
ningún obstáculo.
Los trabajadores que han sudado por construir esto
para ustedes, los que han trabajado arduamente para dotarlos de ropa, de
muebles, de equipos; los hombres que lucharon por esta oportunidad, los hombres
que dieron su sangre y su vida por la Revolución, tienen el derecho a esperar este
tipo de joven a que nos referimos, tienen derecho a esperar una juventud que
sepa estar a la altura de nuestra patria, a la altura de la historia de nuestro
país, a la altura de los problemas de hoy y de las dificultades de hoy.
Todo no está hecho, afortunadamente para ustedes. Casi todo está por hacer. Ustedes los jóvenes tendrán que participar
decididamente en lo mucho que falta por hacer, en lo mucho que está por hacer.
Nuestro esfuerzo es prepararlos a ustedes para la vida
del futuro (APLAUSOS), nuestro esfuerzo es prepararlos a ustedes para la
historia futura de la patria, para el porvenir futuro de la patria, para la
revolución de mañana, que será cada vez más humana, cada vez más
internacionalista, cada vez más comunista (APLAUSOS).
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)