DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, A LOS MINEROS DE CHUQUICAMATA, CHILE, EL
14 DE NOVIEMBRE DE 1971
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Bueno, como no hace mucho sol, me voy a quitar la
gorra. Veo que ustedes están sin
sombrero y sin gorra, y me gustaría...
Autoridades
civiles y militares;
Representantes
de las organizaciones políticas y sociales;
Obreros y
vecinos de Chuquicamata:
Yo le preguntaba hace unos minutos a un compañero
dirigente si yo debía decir Chuquicamata o Chuqui, que cómo preferían.
Y entonces él me dijo: “Mejor Chuquicamata, porque creen que los que vienen de afuera no
saben pronunciar Chuquicamata.” Pero después veo que un dirigente de los
obreros dijo Chuqui, y a mí me da la impresión de que
Chuqui es una palabra cariñosa. Si me dejan, cuando me toque hablar de este
lugar, digo Chuqui.
¿De acuerdo? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Esta es su casa, compañero!”)
A nosotros nos habían asustado con motivo de la visita
a este punto. Decían: “Eso está muy alto, eso está a 3 000
metros.” Y decían: “Allí luego el oxígeno no abunda.” Decían: “Allí hay algunos que la altura les produce
la puna y se desmayan.” Y yo dije: el colmo es que ahora la delegación nuestra
se vaya a desmayar en Chuqui. Bueno, hemos hecho el esfuerzo por no
desmayarnos.
Ahora estaba llegando la tarde y nosotros estábamos
haciendo ejercicios de respiración:
respirando profundo para captar todo el oxígeno que se pudiera, no fuera
a ser que el problema ocurriera por aquí precisamente ahora en el acto.
Pero, afortunadamente, hemos estado durante seis horas
recorriendo las minas y las instalaciones, y hasta ahora nos sentimos
perfectamente bien.
Hay cosas que hacen todavía más daño que la falta de
oxígeno —digo: daño al corazón. Y hay emociones que realmente hacen daño,
sobre todo cuando son muy fuertes. Y nosotros
sentíamos hoy una emoción realmente profunda cuando escuchábamos los himnos,
los bellos himnos de Chile y de Cuba en este punto, a 3 000 metros de altura,
frente a este paisaje, donde se puede percibir la obra de los chilenos durante
tantos años, donde se pueden percibir esas llanuras, esas montañas, ese paisaje
que ha sido testigo de los esfuerzos de ustedes y de sus antepasados durante
tanto tiempo.
Para tener una idea de lo que han trabajado los
obreros del cobre chileno, basta mirar ese anfiteatro, ese anfiteatro de casi
400 metros de profundidad. Nos da una
idea de cuánto sudor, de cuánto esfuerzo, de cuánto sacrificio, cuánto trabajo
—año por año, mes por mes, día por día— para poder extraer incalculables
cantidades de cobre de los recursos que la naturaleza brindó generosamente al
pueblo chileno.
Ahora se pueden ver grandes máquinas, se pueden ver
palas que cargan 12, 13 yardas cúbicas; se pueden ver camiones que cargan 100
toneladas. Pero pensamos cuando no
existían esas grúas ni esos camiones ni las modernas máquinas, y cómo el hombre
comenzó a construir esas terrazas.
Si otros pueblos de la antigüedad tienen grandes
obras, de las cuales se sienten todavía orgullosos; si algunos tienen grandes
templos, otros hicieron grandes carreteras, otros construyeron pirámides y esos
pueblos se hicieron famosos por aquellas obras, algún día también a la
posteridad quedará como un monumento que honrará a las generaciones que han
trabajado en esas minas las inmensas terrazas que los trabajadores del cobre
han construido en ese sitio.
De manera que ahí también se ha estado edificando un
monumento: un monumento del
trabajo. Y como todo trabajo, de trabajo
duro, de trabajo que implica inversión de energía, inversión de sudor,
inversión de vida.
En algunos sitios se ven algunos recuerdos de los
obreros que han muerto trabajando en el cobre, escarbando la tierra durante
decenas y decenas de años, profundizando centenares de metros en busca del
cobre, hacia el norte, hacia el este, hacia el oeste, hacia el sur y hacia las
profundidades de la tierra, sin que todavía se sepa dónde termina el cobre, sin
que todavía se sepa qué dimensiones. Y
parece ser que durante décadas y décadas todavía ustedes, los obreros del cobre,
continuarán extrayendo las riquezas que la naturaleza les ha ofrecido.
Pero hay en estos instantes una nueva circunstancia
que hace mucho más noble ese esfuerzo, que hace mucho más honorable ese
trabajo, que hace infinitamente más satisfactoria cada gota de sudor que se
derrame: y es que hoy ese cobre
pertenece por entero a la nación chilena (APLAUSOS).
Esas máquinas, esas instalaciones, cuyo costo fue
infinitamente menor a las cuantiosas sumas que con el sudor de los obreros
chilenos han marchado fuera de Chile durante décadas y décadas de trabajo, esas
instalaciones pertenecen hoy por entero a la nación chilena.
Y todo lo que se conciba de ahora en adelante, todo lo
que se desarrolle este centro minero, será para servir por entero a la nación
chilena.
Ustedes son o están entre los dos más grandes
productores de cobre del mundo.
Posiblemente este centro sea el mayor productor. Sé que Chile ocupa el segundo lugar. Pero esta inmensa mina, ignoro si hay alguna
mayor, ignoro si hay algún centro con producción mayor...
A nosotros la naturaleza nos dio también recursos
minerales. En nuestro país existen
enormes reservas de níquel. En nuestro
país se dice que existen las mayores reservas de níquel del mundo. Parece ser que hay en nuestro país tanto
níquel como hay cobre en Chile. También
nuestras minas de níquel son a cielo abierto.
Claro que no hay que hacer estos bancos, estas gradas, estos
anfiteatros. Y nosotros, que oíamos
hablar de las explotaciones a cielo abierto, nos imaginábamos que iban
recogiendo —igual que hacemos nosotros con el níquel— las arcillas o algo
similar con su contenido de níquel.
Ahora nos damos cuenta de que no es exactamente
igual: que ustedes buscan los
yacimientos desde arriba, a cielo abierto, pero haciendo terrazas,
profundizando. Nosotros tenemos enormes
extensiones, algo parecido al salitre, en que después de limpiar la capa
vegetal, entonces se recoge también con buldóceres y con palas y con camiones,
y se transporta a las instalaciones el mineral para ser procesado.
Pero parece ser que el cobre es más noble que el
níquel. Quiero decir que el níquel
requiere inversiones mayores. Tenemos
mucho níquel, pero si se quieren producir, por ejemplo, de 30 000 a 40 000 toneladas
de níquel, hay que gastar entre 150 y 200 millones de dólares en instalaciones. Claro, el precio del níquel es más alto. En determinado momento, en años recientes, el
níquel llegó a alcanzar incluso hasta 5 000 dólares la tonelada. Sus precios normales pueden ser 2 000, 2 500
a 3 000 dólares; y los gastos que
hay que hacer en inversiones son muy grandes.
Nuestro país también un día hubo de nacionalizar los
yacimientos de níquel, y fue necesario confrontar muchos problemas de todo
tipo. Había una planta en producción,
que producía sínter de níquel, un producto que tiene
un porcentaje elevado de níquel. No
recuerdo exactamente si es 90% u 86% de níquel.
Todavía no tenemos instalaciones para producir níquel metálico.
La otra planta, más moderna, de un proceso químico, y
produce sulfuro de níquel. Esta segunda
planta no estaba terminada al triunfo de la Revolución. Y los ingenieros cubanos realizaron un gran
esfuerzo, y con miles de dificultades y trabajo la terminaron y la pusieron a
producir. Es nuestra segunda
instalación.
Nosotros tratamos de establecer nuevas plantas de
producción de níquel, pero indiscutiblemente tenemos que hacer gastos grandes,
y no resulta fácil.
Nosotros tenemos algunas dificultades a veces para
vender el níquel, porque los “propietarios” del níquel hacen grandes presiones,
los antiguos propietarios del níquel; eran similares propietarios a los
antiguos propietarios de estas minas de cobre.
Y tomaron medidas de todo tipo. Incluso tomaron el acuerdo de que ningún
acero que contuviera níquel cubano podía importarse en Estados Unidos. En fin, todos los medios posibles para
dificultar la comercialización del níquel.
Desde luego, el níquel no es el cobre. En el mundo hay grandes necesidades de
cobre. Nadie podría convencer a nadie de
que se dejara de comprar cobre chileno, porque las necesidades del cobre
chileno son grandes, y nosotros no tenemos la menor duda de que ustedes tendrán
todos los mercados necesarios para el cobre.
Pero en fin, hemos pasado en nuestra minería estas experiencias.
Nosotros, cuando veníamos esta mañana nos dirigíamos
hacia este sitio, tratábamos de analizar y pensar cuál era la importancia que
para Chile tenía el cobre, cuál era la importancia que para Chile tenía esta
mina. Y sacábamos cuenta de los precios
del cobre, de la producción nacional, de la producción de esta mina, de lo que
influye sobre la economía chilena cualquier problema relacionado con los
precios del cobre o relacionado con la producción del cobre. Los precios, los precios que existieron el
año pasado, los precios de este año. Y
sacábamos la cuenta. Calculábamos que
con una producción como la del año pasado, es decir, con una
exportación... La producción fue
aproximadamente, entre la grande, pequeña y mediana minería, de unas 685 000
toneladas, y exportación: 665 000.
¿Qué significaba para la economía chilena un centavo
en el precio del cobre? Y sencillamente
un centavo más o un centavo menos significa 14,6 millones de dólares, un
centavo de diferencia en el precio.
Es decir, que cada centavo menos en el precio
significa 14,6 millones en divisas para la economía chilena.
El año pasado en ciertos momentos los precios
alcanzaron niveles hasta de 72 centavos la libra. El promedio fue... No llegó a 70, pero fue entre 65 y 70 —si mal
no recuerdo. Sin embargo, este año el
precio está mucho más bajo. En estos
momentos, en estos días el precio del cobre, que el año pasado alcanzó 72
centavos, estaba en 48 ó 49 centavos.
La diferencia de precios en 665 000 toneladas, entre
72 centavos y 48 centavos, es aproximadamente 350 millones de dólares. Es decir, que ese problema de los
precios... Y nosotros hemos vivido
también esos problemas, porque somos productores de azúcar, y producimos
millones de toneladas de azúcar, y también cada centavo en el precio de la
libra de azúcar significa para nosotros mucho, cada centavo menos significa
grandes sacrificios.
Y uno se asombra realmente de esas fluctuaciones de
los precios, muchas veces resultado de coyunturas, de acontecimientos
internacionales, de maniobras, de todo ese tipo de problemas.
Indiscutiblemente que esa es una cuestión que merece
reflexión.
Pero aun a 48 centavos, a 50 centavos la libra, cada
tonelada menos significa 1 000 dólares menos para la economía chilena.
Y según la producción de este centro minero, un día de
pérdida de producción en esta mina significa un millón de dólares menos en
divisas para la economía chilena. Un
millón de dólares significa cada día de producción de esta planta. Diez toneladas menos en 360 días son 3,6
millones de dólares a 50 centavos. Cien
toneladas menos son 36 millones de dólares.
Ahora, lo que un país puede hacer con 36 millones en
divisas se puede traducir a muchas cosas, en cualquier cosa que se
inviertan.
Baste decir que, por ejemplo, en un programa de
escuelas de secundaria básica que nuestro país tiene, nosotros pensamos
construir escuelas en el campo, de ahora a 1980 aproximadamente, 1 000 escuelas
secundarias básicas, escuelas óptimas.
Todas esas escuelas tienen laboratorios para que la enseñanza pueda ser
de máxima calidad: laboratorios de
física, de química, de biología. Cuesta
cada escuela en divisas, los laboratorios —que incluye los proyectores de cine,
todo el material de la enseñanza—, 15 000 dólares.
Luego nuestro programa para 1 000 escuelas de 500
alumnos, que tendrían capacidad para medio millón de estudiantes de secundaria
básica, nos costará en divisas, los laboratorios, 15 millones de dólares. Esto quiere decir que con 100 toneladas menos
—para poner un ejemplo— que se produjeran en un año aquí, significan recursos
suficientes para comprar los laboratorios de 2 500 escuelas secundarias
aproximadamente; los equipos técnicos para darles una óptima enseñanza a 1 250
000 jóvenes. Una idea.
Nosotros tenemos, por ejemplo, una fábrica de zapatos
plásticos, que tiene capacidad de producción de unos 10 millones de pares de
zapatos al año. Esa fábrica nos ha
permitido dar, en adición a los zapatos de cuero, el equivalente a 1,2 pares de
zapatos por persona. Bien: con 36
millones en divisas se pueden comprar equipos para 30 fábricas, para 36
fábricas de ese tipo, que producirían —si usted tiene la materia prima— 360
millones de pares de zapatos.
Si ustedes quieren convertir eso en ganado —para
ponerles un ejemplo—, 36 millones en divisas, y compraran vacas muy buenas, de
calidad, capaces de producir 15 litros de leche diarios, y les costara cada
vaca 360 en divisas —que se pueden adquirir a menos precio— y las
transportaran, y las llevaran para los valles agrícolas con pasto, ustedes
podrían comprar 100 000 vacas con 36 millones en divisas. De esas
100 000, teniendo 70 000 ó 75 000 en producción, ustedes podrían
sacar un millón de litros de leche diarios
con el ganado lechero que se puede importar con 36 millones en divisas. Significaría para 2 millones de niños, medio
litro de leche diario, lo que producirían las vacas lecheras que pudieran
comprarse con 36 millones en divisas, simplemente con la diferencia de 100
toneladas diarias.
Y hoy nosotros cuando visitábamos, creo que era el
taller de concentrado, y ya llevábamos muchas horas, porque habíamos creído
conveniente suprimir el almuerzo, y ya se han venido suprimiendo unos cuantos
almuerzos... (EXCLAMACIONES).
¡No es que no haya almuerzo! ¡No!
Tratan de atendernos lo mejor posible, pero el tiempo no alcanza, y el
desayuno es muy ligero y a la carrera.
Cuando todavía no hay tiempo de haber terminado la digestión ya el
paisaje y todo eso prácticamente han anulado las calorías que se han recibido
y, por supuesto, el agua, porque casi casi nosotros,
viajando por estas pampas, necesitamos una pipa detrás: ¡Toma agua, toma agua! (RISAS.)
Pero cuando íbamos por allí por donde ustedes tienen
la planta de concentrado, nosotros sentíamos que la cosa iba poniéndose dura,
¿no?, trabajo más fuerte. Pero al llegar
a una esquina, vemos a tres obreros con unos pomos de leche —yo no sabía que
era leche, yo vi unos pomos así blancos, y decíamos: ¿Qué es esto?
Entonces, enseguida, una botella de aquella, la sed; un poquito de
apetito de la pampa y de la altura y de las caminatas por las minas. Y entonces, bueno, almorzamos la botella de
leche. Una leche buena, pero leche
importada. ¿Cuántos millones y millones
se gastan?
Ahora, qué maravilla si se les pudieran dar a 2
millones de obreros, diario —¡diario!—, en la hora de la merienda o en la
madrugada, una botella de esas como la que a nosotros nos ofrecieron, como la
que algunos obreros estaban tomando.
Nosotros en nuestro país a muchos obreros que trabajan
en fundiciones, en trabajos duros, ya les estamos tratando de incrementar la
dieta en la merienda, dándoles un tercio de litro de leche. Y yo les aseguro que eso les da mucho ánimo,
los hace sentirse mejor. Y nosotros
hacemos nuestros programas de desarrollo de nuestra agricultura para hacer esas
cosas.
Y por eso les explico lo que significan 100 toneladas
de cobre, 10 que pueden significar para el pueblo chileno. Y a veces para comprender bien el valor de
algo hay que traducirlo a otra cosa: a
escuelas, a hospitales, y eso se traduce...
¡Y eso en un año, en un año!
¡Estoy hablando de un año! Si son
10 años, multipliquen todo lo que he calculado aquí por 10. Entonces en 10 años, si usted lo traduce a
escuelas ya no son 2 500, ya son 25 000 escuelas; ya no es laboratorios para 2
millones y medio de muchachos, son laboratorios para 25 millones y medio de
muchachos. Ya no son 100 000 vacas, ya
es un millón de vacas, más sus hijas y sus nietas (RISAS).
Si ustedes traducen eso mismo a transporte —y me
imagino que muchas veces habrá localidades...
porque pasará como en nuestro país, “óigame, si hubiera más transporte,
porque nada más pasa un transporte cada tantas horas”—, y todo ese problema, si
ustedes traducen a transportes importados, con 36 millones en divisas se pueden
comprar al contado 2 000 ómnibus con aire acondicionado, prácticamente; más
de 2 000 ómnibus con capacidad para
trasladar 100 000 personas constantemente.
Nosotros nos acostumbramos a analizar las cosas así
porque... Claro que en todo lo que se
refiere a los recursos en divisas, calcular cuáles de los muchos problemas que
tenemos podemos resolver con esas divisas.
Si ustedes además consideran los problemas de las
deudas exteriores que se fueron acumulando durante muchos años, que significan
pagos de intereses, obligaciones de todo tipo, comprenderán perfectamente bien
la importancia que tiene cada tonelada de mineral para Chile, el valor que
tiene para el pueblo chileno cada tonelada de mineral.
Y nosotros veíamos hoy las instalaciones, los
problemas que existen. Nosotros habíamos
oído hablar del problema del lastre. Y
yo decía: bueno, hay un lastre, ¿qué
será el lastre? Habíamos leído que había
un lastre que no lo habían sacado. Y
nosotros el lastre que conocemos...
Bueno, el de los barcos (RISAS).
Un lastre que se usa en la correspondencia. Pero nos imaginábamos que ese lastre eran
unas lomas de materiales que había que transportar y no se transportaron; pero
no entendíamos bien aquel problema: si
es que lo habían dejado encima de donde estaba el mineral... Hasta que por fin hoy, parados delante del
anfiteatro, un ingeniero jefe de las minas nos explicaba en detalle, a los
periodistas y a nosotros, en qué consistía el problema del lastre. ¡Ya entendemos el problema del lastre! Claro, hay que ir profundizando, pero para ir
profundizando hay que tener espacio, para tener espacio hay que ensanchar, para
ensanchar hay que sacar el material donde no existe el mineral. Y nos decía además: antes había reservas para trabajar en el
mineral para 18 meses y, sin embargo, cuando las minas se nacionalizan,
quedaban reservas para seis, para menos de seis meses. Que había que extraer unos 30 millones en
lastre y que cada tonelada de lastre significaba el costo de un dólar.
Así que si traducen todo eso a las mismas cosas que
traducíamos anteriormente, y ustedes analizan qué se puede hacer con 30
millones de dólares... Bueno, pues eso
es lo que hay que gastar ahora para poder poner la mina en situación normal.
Porque los bancos o los taludes no pueden tener más de
13, 15 ó 16 metros. Y hay hacia el oeste
de la mina taludes que tienen 26 metros y taludes que tienen más de 30
metros. Y eso constituye un problema
serio, eso constituye un peligro para los obreros que tienen que trabajar allí;
eso obliga a la mina a contar ahora con un número de grúas, de palas nuevas;
obliga a la mina a hacer gastos grandes en camiones para transportar esa
escoria. De manera que tienen que hacer
ahora, como consecuencia de ello, gastos de más de 15 millones en divisas para
resolver la herencia que les dejaron con la escoria y para levantar la
producción y para ampliar la producción y para trabajar con seguridad para los
obreros.
Esos problemas hemos tenido nosotros oportunidad de
verlos hoy. Pero creemos que esos
problemas los van a poder resolver.
Hemos estado viendo todas las instalaciones
principales. Lamentablemente no pudimos
ir a los talleres o maestranzas, como les llaman ustedes; he estado en los
equipos motorizados, he estado en los ferrocarriles. A nosotros nos habría gustado verlo todo,
saludar a los obreros. Pero se acabó el
tiempo. Venía el acto. Se hablaba del frío, de la puna, de todos
estos problemas. Y había que estar aquí
con la mayor puntualidad y no pudimos visitarlo todo. Pero visitamos muchos y muy interesantes
talleres: los talleres de
concentrado. No pudimos ver los
molinos. Pasamos cerca. Vimos después los talleres de fundición, que
son talleres importantísimos de esta industria minera; los talleres de
refinamiento, los talleres de moldeo. En
fin, todos los puntos fundamentales.
Allí tuvimos oportunidad de conocer cómo un limitante
en el incremento de la producción está en los convertidores, y los planes que
existen de ampliar cada convertidor de su capacidad de 180 toneladas diarias
por convertidor a una capacidad de 240 toneladas diarias; que en los hornos
reverberos tienen capacidad suficiente para ampliar la producción; en la planta
de concentración tienen también capacidades suficientes.
De manera que con la ampliación de los convertidores y
algunas otras tareas, algunas otras inversiones para elevar la capacidad
productiva de distintas plantas, podría producir esta mina 150 000 toneladas
más por año.
y fíjense bien:
no pensando en 72 centavos, pensando en 50 centavos la libra, esta mina
puede darle a Chile 150 millones en divisas más por año, ¡por año!
Si ustedes convierten esos 150 millones en lo que
quieran —equipos de escuela, equipos de transporte, vacas, lo que quieran—,
calculen y multipliquen por cinco casi (lo que nosotros señalábamos aquí),
multipliquen por cinco y piensen cuántos beneficios le daría por año a la
economía. Porque muchas de las cosas que
se consumen, muchas, en general, salen de ahí.
Muchos de los insumos que se gastan no hay que importarlos.
Desde luego, yo estoy analizando a grandes
rasgos. Habría que descontar inversiones
en maquinarias, en algunos insumos productivos; pero estoy haciéndolo a grandes
rasgos.
Pero pueden tener ustedes una idea. Multipliquen eso por 10 años, multipliquen
150 millones en divisas por 10 años y significan 1 500 millones. Calculen lo que puede significar para la
economía chilena elevar la producción de 750 toneladas diarias —que es la
actual— a 1 050. Se habla de 1 100. Bueno, pero si no se puede llegar a 1 100, 1
050. Lo que significa para la economía
chilena elevar la producción a 1 050, 1 100 toneladas diarias, aprovechando en
muchos casos las capacidades existentes y haciendo relativamente pocas
inversiones adicionales.
Nosotros hemos estado meditando, a medida que
marchábamos para los talleres, viendo lo que significa el cobre para
Chile. Y el cobre es realmente una
bendición de la naturaleza para la nación chilena. Fue el salitre en otros tiempos fuente de
ingresos importante. Después surgieron
los problemas posteriores. Hoy el cobre
juega un papel decisivo. Y se dice que
hoy día el 33% de las divisas que recibe Chile sale de las minas de Chuquicamata. ¡El
treinta y tres por ciento! Y si la
producción se elevara a 1 050 toneladas diarias, indiscutiblemente que se
elevaría también la proporción de divisas.
Y esas divisas el país las necesita, porque ninguno de nuestros países
puede producir todos los productos.
Ustedes, por ejemplo, necesitan esos camiones para
sacar la escoria. Pero en Chile no se
fabrican esos camiones. Tal vez les
fabriquen algunas piezas. Están pensando
fabricar las ruedas de esos camiones que valen 4 000 dólares cada una; y según
parece, las ruedas de esos camiones solo cuestan 1 600 000 dólares por
año. Claro que cuando la nación chilena
pueda producir esas ruedas, ya empieza a ahorrarse una parte de ese gasto. Tiene que traer, desde luego, algún caucho,
algunos productos, pero se ahorra cientos de miles de dólares. Eso lo pueden invertir en otra cosa: para desarrollar la economía del país, para
aumentar las fuentes de empleo, para mejorar la situación de todos los
trabajadores chilenos.
Ahora, esos equipos hay que importarlos. Cuando ustedes necesitan una grúa de 15
metros cúbicos o de 15 yardas cúbicas, tienen que importarla. Cuando ustedes necesiten adquirir aviones
para nuevas líneas aéreas, tienen que importarlos. Cuando ustedes necesiten adquirir locomotoras
para el trasiego de ferrocarriles, tienen que importarlas. Cuando ustedes necesitan energía eléctrica y
tienen que comprar grandes centros generadores de energía, significa que todo
se mueve con electricidad. Pero para que
exista electricidad tienen que existir los centros generadores, y hay que
gastar millones y millones en divisas adquiriendo en el exterior esas plantas,
sin las cuales no tendrían ustedes aquí la electricidad, ni se moverían todas
esas máquinas, ni se moverían los trenes eléctricos, ni se movería
prácticamente nada. Y hay que invertir
divisas.
En cualquier sentido:
transporte... Si quiere Chile
desarrollar una marina mercante. Habría
sido interesante traducir 36 millones ó 150 millones a barcos mercantes. ¿A cuántos chilenos se les podría ofrecer
empleo con eso? ¿Cuántas decenas de
millones se ahorraría la nación chilena transportando muchos de esos productos
que ahora tiene que gastar dinero para que otros barcos de otros países los
transporten, tanto los productos que salen del país como los que llegan al
país? Si se quiere aumentar la
producción de pescado —ustedes que tienen inmensos mares, riquísimos en peces y
magníficos peces— y quisieran hacer una flota pesquera para darles trabajo
también a miles de chilenos, pues eso necesita hacer grandes gastos en todo
eso. Y ese es el desarrollo económico.
El país necesita muchas industrias. Todos nuestros países. Les estoy contando las cosas que a nosotros
nos suceden y cómo nosotros analizamos cuando hablamos algo. Y ahora existen programas de desarrollo. No programas de desarrollo para enriquecer a
nadie en particular; programas de desarrollo para enriquecer a la nación
chilena; programas de desarrollo para aumentar el empleo, para crear riquezas
que sirvan a todos los chilenos.
Nuestros pueblos están muy lejos de tener satisfechas
todas sus necesidades. Necesitamos
todavía muchas escuelas, mucho material escolar —para citar ejemplos—;
necesitamos todavía muchos hospitales, instrumentos médicos, medicinas,
industrias farmacéuticas. Nuestros
pueblos necesitan viviendas, cientos de miles de viviendas, millones de viviendas. Nuestros pueblos necesitan comunicaciones. Nuestros pueblos necesitan sistemas de riego,
presas, para elevar las cantidades de alimentos, para elevar el standard de
vida del pueblo. Nuestros pueblos necesitan
de todo: industrias de todo tipo,
industrias sintéticas, industrias modernas para marchar a la par con la
civilización, para lograr el ideal, por el cual se han sacrificado y han
luchado todas las generaciones, de un destino mejor para el ser humano.
Y todo eso se produce con el trabajo. Un gran número de esos recursos depende
precisamente de los recursos exteriores que uno obtenga, porque cada una de
esas industrias nuevas cuando no se puedan producir en el país hay que
adquirirlas. Y si queremos tener una
siderurgia, si queremos tener una industria que sea capaz de producir grandes
máquinas, ¡ah!, pues nuestros países tienen también que hacer grandes
inversiones y grandes gastos.
Nosotros encontramos a nuestro país subdesarrollado,
tan subdesarrollado que no producíamos ni el acero corrugado para las
construcciones. Las cantidades de
cemento que se producían eran muy pocas.
Tuvimos que establecer instalaciones industriales para producir acero
para las construcciones. Nuevas fábricas
de cemento. Nosotros no tenemos los
grandes recursos en madera que tienen ustedes.
Nuestras construcciones tienen que ser eminentemente de cemento y de
acero. Hemos tenido que hacer muchas
inversiones en todo eso. Entonces
nuestros países, todos nuestros países necesitan hacer esas inversiones.
Hay el inconveniente de que nuestros países son
pequeños. ¿Qué ocurre? Algunas de esas grandes industrias requieren
un gran mercado para que se puedan hacer.
Porque si ustedes quieren hacer, digamos, grandes camiones de ese tipo,
ustedes dicen: bueno, si lo que
necesitamos por año son 10, no tenemos mercado.
¡Ah!, pero en la medida en que se desarrollan los vínculos entre los
pueblos latinoamericanos, en la medida en que se desarrollen los vínculos
económicos —y tendrán obligadamente por ley de la historia y por interés de
nuestros pueblos que desarrollarse esos vínculos—, algún día un país hace una
gran fábrica de algo y abastece a todos los demás países hermanos. Chile puede hacer grandes industrias en
algunas ramas y abastecer a los demás países, venderles esos productos. Otras naciones desarrollan otras ramas. Y así sucesivamente. Entonces tendremos las posibilidades que
tienen las grandes naciones.
¿Las grandes naciones por qué pueden fabricar muchas
de esas grandes máquinas? ¡Ah!, porque
tienen mercado interno, porque sus necesidades son muy grandes, y saben que si
ponen una fábrica de turbinas eléctricas en el propio país se necesitan
suficientes turbinas eléctricas como para consumir toda la producción de esa
fábrica.
De la misma manera, algún día América Latina tendrá
que operar así si quiere vencer los enormes obstáculos que tiene delante en sus
perspectivas de futuro. Pero incluso
mientras esos tiempos lleguen, para satisfacer nuestras propias necesidades
internas, tenemos grandes necesidades de inversión.
Me he referido a estos puntos de vista, a estas ideas,
porque ustedes son productores fundamentales de las divisas de la nación
chilena. Ustedes juegan un papel
decisivo en la economía de Chile.
Ustedes juegan un papel decisivo en el bienestar de Chile. Ustedes juegan un papel decisivo en el futuro
de Chile. Lo que ustedes hacen, lo que
ustedes producen, es fundamental para el pueblo y la nación chilena. Y nosotros estamos convencidos de que en la
medida en que los obreros de este centro comprendan, interpreten, vean ese
valor, se esforzarán. En la misma medida
en que tengan conciencia de este problema y lo tengan presente, harán el máximo
esfuerzo para ayudar a consolidar la independencia aquí.
Cada cosa tiene su momento. Cada proceso tiene su historia, o cada proceso
tiene su época, su etapa fundamental. Y
nosotros lo hemos tenido. Tuvimos
distintos procesos: de luchas, de
combates. Hubo heroísmo en los combates
en la lucha por la liberación. Hubo
heroísmo en los combates por la defensa de la patria. Pero hay otros heroísmos. El heroísmo del trabajo. Ese heroísmo de todos los días, ese heroísmo
de los hombres que construyen algo, ese heroísmo de los hombres que construyen
el porvenir de su país. ¡Y no es
fácil! ¡No es fácil esa tarea! No es fácil muchas veces que los hombres
entiendan. Nosotros hemos conocido
hombres que tienen un gran valor para el combate, dan la vida; son capaces de
ser héroes un día, darlo todo en un día...
Pero nosotros por eso predicamos el heroísmo de todos los días. El heroísmo de esos obreros que
abnegadamente, calladamente, tratan de dar el máximo y lo mejor por su
país.
En el día de hoy nosotros hemos visto cosas
alentadoras, muy alentadoras en este centro.
Y en las minas allí, vimos obreros llenos de entusiasmo cargando los
camiones de la escoria, del lastre de los 30 millones que dejaron allí. Obreros que trabajaron en el turno de la
madrugada, y hoy domingo estaban allí cargando escoria, y cargando lastre,
limpiando aquel lastre. Hemos visto
magníficos obreros hoy dando un extraordinario ejemplo. Ese ejemplo tan admirable del hombre que
desinteresadamente dice: “Voy allá a
cumplir un deber, voy allí a ayudar a mi patria. Voy allí a barrer esa mala herencia que nos
dejaron. Voy allí a salvar esta mina
histórica. Voy allí a defender esta obra
de tantas generaciones de chilenos.” Y
van allí, desinteresadamente, con un gran espíritu, con una sonrisa en los
labios.
Hemos conversado con muchos obreros que nos han
causado extraordinaria impresión.
Obreros que han estado realizando trabajos extra, por su propia cuenta,
voluntariamente, desinteresadamente allí en la mina. Y obreros que estaban cumpliendo sus turnos
reglamentarios en los talleres.
Hemos hablado con muchos técnicos; hemos hablado con
jefes de talleres. Hemos conversado
largamente con ellos. Hemos hecho
cientos de preguntas derivadas de la gran curiosidad que todo esto nos
despierta.
Nosotros hemos dicho que hemos aprendido más de cobre
en un día que lo que se puede aprender en seis meses pasando un curso sobre la
industria cuprífera en una escuela.
En estas seis horas nosotros, incansablemente,
incesantemente, hemos preguntado, hemos reunido muchos datos, muchas
informaciones. Y hemos podido apreciar
qué magnífica mina, qué extraordinarios recursos, qué buenas instalaciones
tienen —instalaciones que hay que mantener, instalaciones que hay que cuidar—,
qué buena organización tienen —organización que hay que cuidar. No debemos olvidar un detalle: la espontaneidad no resuelve ningún
problema. No basta con que algo sea
justo para que por sí mismo se resuelvan los problemas. No basta con que algo sea noble y bueno para
que por sí mismo marche bien.
Los antiguos propietarios de estas instalaciones, por
sus propios intereses, trataban de mantener una óptima organización en el flujo
de producción; trataban de lograr una máxima disciplina. Y la lograron por distintos medios: a veces dando más, a veces presionando, a
veces por razones psicológicas; premiando por aquí y por allá, empleando todo
tipo de artes y de mañas para lograr organización, para lograr disciplina.
Luego, ¿qué implica cuando la nación sustituye a los
propietarios extranjeros, cuando esas minas y esos recursos pasan a manos de la
nación? Pues hay que cuidar
extraordinariamente todo lo que haya de bueno en la organización. Hay que mantener las máquinas. Hay que mantener la disciplina. Porque si antes había disciplina para
enriquecer al exterior, no para enriquecer a la patria chilena, no para
enriquecer a los trabajadores chilenos, no para lograr el bienestar del pueblo
chileno, ¡con mucha más razón los obreros, conscientes de su deber, deben
mantener y mejorar la organización, deben mantener y elevar la disciplina en el
trabajo! (APLAUSOS.)
Porque si antes se hacía sin ningún beneficio para la
patria y para el pueblo, hoy, cuando todo eso, cuando todo el cobre que sale de
ahí es para servir al pueblo chileno, a la nación chilena, con mucha más razón
debemos esforzarnos.
Nosotros en estos términos siempre les hablamos a
nuestros compatriotas. Siempre. Y les hemos dicho a veces lo siguiente: es más fácil cambiar la estructura que
cambiar la propia conciencia del hombre.
Se cambian las estructuras sociales, y a veces cuesta mucho
trabajo. Pues si trabajo cuesta cambiar
las estructuras, trabajo cuesta cambiar muchas veces los hábitos. Un cambio, una situación nueva, derivada de
largos años de lucha, de un conflicto entre los intereses de la patria y los
intereses del exterior; un conflicto entre los intereses de la clase obrera y los
intereses de los que explotaban a los trabajadores...
Cuando las circunstancias cambian, cuando el conflicto
desaparece, cuando el interés de la nación y de la clase obrera es el mismo
interés de los trabajadores de ese centro, es el mismo interés de la producción
y del funcionamiento de ese centro de trabajo, hay que buscar entonces actuar
de manera que esos intereses marchen siempre juntos. Pero, nosotros sabemos que no es fácil. Nosotros sabemos que es difícil, que requiere
paciencia. No hay que impacientarse, no
hay que perder la fe ni mucho menos.
Nosotros tenemos una confianza infinita en los
obreros. Y sabemos cómo saben responder
siempre, cómo saben comprender sus deberes.
Porque, señores, ¡un obrero es un obrero! Y un obrero tiene que hacer esfuerzos muy
duros, en cualquier circunstancia, con máquinas y sin máquinas. Porque si está en una de esas palas, tiene
que estar horas y horas en una tensión, haciendo un gran esfuerzo. Si tiene que marchar en uno de esos grandes
camiones, aunque tenga timón eléctrico, tiene que marchar horas y horas por
esos caminos, subiendo y bajando decenas de veces para transportar los minerales. Si opera una grúa en uno de los talleres,
tiene que estar con una enorme tensión todo el día. Si está en un convertidor, si está en un
horno reverbero, si está en cualquier equipo, en cualquier máquina, tiene
que... Y ese es un trabajo duro. Ese es un trabajo de hombres. Y esa condición, ese esfuerzo, esa lucha, esa
vida, es lo que le da el temple al obrero, es lo que le da el espíritu al
obrero, es lo que le da la fortaleza al obrero.
¡Y ese obrero, que sabe lo que es el trabajo, que sabe
lo que es el sacrificio, responde siempre a los intereses de la patria,
responde siempre a los intereses de su pueblo, y sabe siempre estar a la
vanguardia cuando su país lo necesita, cuando su clase lo necesita! (APLAUSOS.)
Y nuestra impresión, hablando con esos obreros a lo
largo del día de hoy, hablando con los trabajadores que tienen responsabilidad
en la dirección de los talleres, es una magnífica impresión, por la forma en
que trabajaban, su capacidad, su inteligencia, su preparación. Porque hemos visto cómo dominan la materia,
cómo conocen, cómo saben en qué consiste el problema.
No creemos que el camino sea fácil. No creemos que la marcha sea fácil.
Ahora habrá que ver cada una de las piezas que hacen
falta. Habrá que ver cada uno de los
mantenimientos, cada uno de los equipos, cómo funcionan. Hay que incluso siempre pensar no en lo más
fácil sino en lo más difícil. Si se
piensa que todo va a ser fácil y sencillo —que por un telegrama reclaman tal
pieza, que la pieza la embarcan, que llega— entonces se pueden sufrir
desilusiones, se pueden sufrir problemas.
Nosotros acostumbramos a lo siguiente:
pensar siempre en la variante más difícil.
Se puede presentar este problema: ¿pero cuál sería la variante más
difícil? Y cuando uno piensa en la
variante más difícil, lo fácil no significa gran cosa. Siempre hay que estar preparados para los
problemas más difíciles. Eso es muy
importante.
Nosotros, con respecto a este tema de cómo deben
funcionar las industrias después que son de la nación, a nuestros compatriotas
les decimos que la conciencia del pueblo y de los trabajadores habrá alcanzado
su grado más alto cuando sean capaces de trabajar como hombres libres mucho
mejor de lo que trabajaban como hombres explotados y esclavizados
(APLAUSOS).
El mundo necesita y necesitará cada vez más
cobre. Y ustedes tendrán mercados para
el cobre.
Nosotros no podemos ser un gran mercado para el
cobre. Somos un país pequeño, no tenemos
una industria mecánica muy desarrollada, no tenemos industrias de procesar
metales; pero siempre algunas cantidades de cobre necesitamos. En nuestras industrias hay algunas
producciones de alambres eléctricos. De
manera que nosotros vamos a ser pequeños clientes, pero vamos a ser clientes de
cobre (APLAUSOS).
Tenemos algunas pequeñas minitas, pero no tenemos
plantas para su fundición. Nosotros no
podemos fundir el cobre que sacamos. Por
eso nuestro país ha producido provisionalmente algún mineral, y ha
exportado. Pero no se procesa. Y por ahora no tenemos apuro, y les podemos
comprar a ustedes alambrón y algunos productos de cobre para nuestras
necesidades.
Tenemos nosotros también una fuerza de obreros del
cobre en nuestro país. Una de las
principales minitas... Minitas, sí. Nosotros pertenecemos a la pequeña minería del
cobre. ¡Fíjense que produce cuatro mil
toneladas al año! (RISAS.) Pero,
¿saben? No son a cielo abierto. Es en las profundidades de la tierra. Esa minita estuvo parada ahora casi un
año. Pero no vayan a pensar en una
huelga. ¡No había ninguna huelga! (RISAS.) Al contrario: vieja mina en que las condiciones no eran
seguras para los trabajadores; vieja mina que tiene un pozo de 1 500 metros, un pozo vertical, y que no
estaba muy seguro ese pozo. Aquello está
lleno de huecos por todas partes porque han sacado durante más de un siglo
mineral de allí. Y se detuvo el trabajo
en esa mina para crear óptimas condiciones en el trabajo y de seguridad para
los obreros. Y ya ahora a fines de año
comienza.
Y nuestros obreros del cobre son magníficos obreros,
¡magníficos! De un gran espíritu, de un
gran entusiasmo. Ellos han estado
trabajando en la reconstrucción de la mina.
Constituyen realmente una vanguardia obrera. Los obreros mineros de Cuba, los obreros del
níquel, son obreros de un gran espíritu de trabajo y hacen una contribución
importante a la economía del país.
Nuestras dos minas de níquel —porque nosotros en el níquel es en lo que
somos un poquito fuertes— en ciertos momentos han producido 120, 130, 150 y
hasta 200 millones en divisas para la economía nacional, con el níquel. Claro, pero esto está en dependencia de los
precios más altos o de los precios más bajos.
Y nosotros les traemos a ustedes un saludo de nuestros
mineros y, en especial, un saludo de los obreros del cobre de Matahambre, que
es la mina de la que nosotros les estamos hablando, se llama Matahambre. ¿De eso se ríen ustedes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
El pueblo se llama así. Yo realmente no sé por qué. Será porque alguna vez habrá resuelto algunos
problemas (RISAS).
(DIRIGIENDOSE
AL COMANDANTE PEDRO MIRET.) ¿Tú sabes de eso?
Dice que es una historia muy antigua, de antes de que
existiera la mina.
Por aquella zona están apareciendo algunas cantidades
de zinc, de plomo y de otros productos.
Pero esas son nuestras producciones. Y nosotros queremos traerles a ustedes,
aparte del saludo de nuestro pueblo y la solidaridad de nuestro pueblo, el
saludo de nuestros obreros mineros. Y
esperamos que ustedes hagan contacto con nuestros trabajadores (APLAUSOS), que
ustedes hagan contactos, se desarrollen esos contactos, se desarrollen
contactos entre nuestros pueblos.
Nosotros les prometemos que en cobre no les vamos a hacer ninguna
competencia (RISAS).
Ayer nosotros nos reuníamos con los obreros del
salitre y ellos hablaban de deportes.
Nosotros les ofrecimos la cooperación en ese sentido, si se requería
alguna. Porque, como ustedes saben, en
nuestro país se ha desarrollado mucho el deporte. Ya libramos batallas en las competencias
internacionales frente a los atletas de Estados Unidos. Ya hemos obtenido algunas grandes victorias
en el deporte. Ya si sumamos el número
de medallas que Cuba y los países latinoamericanos obtienen, son más que las
medallas que Estados Unidos obtiene en las competencias internacionales.
Antes esas competencias servían más bien para
desmoralizar a nuestros países, para producirnos un complejo de inferioridad,
de que no servíamos para nada...
(RISAS). Sin embargo, ahora, en
todo allí, incluso en muchos deportes que fueron inventados en Estados Unidos,
nosotros somos campeones hoy día.
Fíjense qué cosa. Cuba es campeón
de béisbol, campeón mundial. Y digo
béisbol, porque ya me enseñaron cómo tengo que decirlo y cómo no lo puedo decir
(RISAS). Y ahora el campeonato mundial
otra vez. Bueno, pues Estados Unidos ni
siquiera va al campeonato. Desde luego,
sabe que está derrotado de antemano, ¿no?
(RISAS Y APLAUSOS.) Inventaron el béisbol... Y ahora, campeonato mundial en Cuba. Y ellos no van. Inventaron el básquet, y el equipo cubano los
derrotó en básquet. Y en boxeo el equipo
cubano les dio una paliza (RISAS).
Tenemos una escuela donde se gradúan todos los años
cientos de profesores de educación física y de distintas cosas.
Nosotros no tenemos mucho. Es poco lo que nosotros podemos hacer. Pero en Antofagasta vimos que tenían
necesidad de algunos especialistas.
Entonces nosotros vamos a discutir cómo pudiera resolverse este
problema. Por ejemplo, nosotros podemos
darles, en algunas especialidades médicas, alguna cooperación. Ellos tenían en oftalmología, en distintas
cosas, algunos déficit.
En el salitre plantearon los problemas de deportes: atletismo, básquet, béisbol. Desde luego, en fútbol, ¡ni hablar!, porque
en eso ustedes son maestros nuestros (RISAS).
Y también ganaron en pesca submarina, ¿no? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
Esas cooperaciones modestas, que nosotros de todo corazón
ofrecemos, con mucho gusto estamos dispuestos a brindarlas. No sé, esta noche hablaremos con los
dirigentes. Tal vez haya alguna de esas
cosas en que puedan tener interés.
Nosotros en cualquier cosa que podamos cooperar, de todo corazón lo
hacemos. Y sobre todo porque nos acerca,
nos ayuda a establecer vínculos.
Nos gustaría que ustedes —repito— tuvieran esos
contactos también, y se hicieran algunos intercambios de visitas entre obreros
destacados, por ejemplo, de esta mina; obreros que se ganaran el reconocimiento
de los demás por su esfuerzo, por su ayuda a la producción; que se
seleccionaran grupos que visitaran a nuestro país todos los años. Y de la misma manera, nosotros allá, a los
obreros que se destacaran, los mandáramos a hacer algunas visitas por acá, por
estas minas. Y sobre todo, imagínense a
los obreros de nuestras minitas, pequeña minería del cobre, haciendo una visita
aquí a Chuquicamata.
¿Ustedes se imaginan?
(RISAS.) Estoy seguro de que para
ellos será un enorme placer todo eso. Y
por eso nosotros les proponemos y le propondremos al gobierno chileno, la
posibilidad de que hagamos y desarrollemos ese tipo de intercambio deportivo,
cultural, de obreros, de toda índole.
Creo que eso irá ayudando a desarrollar el gran cariño
y la gran solidaridad que hay entre nuestros dos pueblos. Y ustedes pueden tener la seguridad de que
esto de solidaridad no es cosa de palabras bonitas que se dicen ni mucho
menos. Cuando nosotros decimos
solidaridad lo decimos de verdad y lo sentimos de verdad. Y cuando nosotros les decimos a los chilenos,
a los trabajadores chilenos, al pueblo chileno, que en cualquier circunstancia
pueden contar con la solidaridad total, absoluta y desinteresada del pueblo de
Cuba, ustedes pueden estar seguros de que eso es real, de que eso es objetivo,
y que el pueblo chileno puede contar con Cuba ciento por ciento, mil por mil,
en cualquier circunstancia (APLAUSOS).
Los hechos valen más que las palabras. Los sentimientos muchas veces no se pueden
expresar pero se reflejan.
El cariño de ustedes hacia nuestro país lo han
reflejado, lo han demostrado en sus sentimientos, en sus actitudes, en sus
conductas, en sus gestos, mejor que con ninguna otra palabra.
De la misma manera, nosotros decimos que con palabras
no podemos expresar cuáles son esos sentimientos, pero los hechos lo
demostrarán siempre.
Muchas gracias (APLAUSOS).