DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO CENTRAL EN CONMEMORACION DEL X
ANIVERSARIO DE LA VICTORIA DE PLAYA GIRON, EFECTUADO EN EL TEATRO DE LA CTC, EL
19 DE ABRIL DE 1971.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Distinguidos
visitantes;
Familiares de
los caídos en Girón;
Compañeros y
compañeras:
El compañero Volodia Teitelboim, que es un veterano
luchador revolucionario de Chile, y que ha participado en numerosos actos de
solidaridad con nuestro país, hablaba de su deseo de participar humildemente en
este acto. De ninguna manera eso podía
ser posible. Para nosotros tiene un
simbolismo muy grande y entraña un mensaje de profundo significado la
presencia, al cabo del X aniversario,
de la representación de un pueblo revolucionario, que ha emprendido el camino
de la revolución y que sus dirigentes actuales se inspiran en los mismos principios
y en la misma doctrina que nosotros, naturalmente que en cada caso aplicada a
las condiciones concretas de su país.
Es un hecho que para nosotros tiene un significado muy
grande. Y para todos nosotros han sido
realmente muy emocionantes sus palabras, y nos llenan a todos de profunda
satisfacción, y nos hacen más emocionantes todavía
este X aniversario.
Con este acto sencillo, pero combativo, hemos
conmemorado aquellos acontecimientos.
Los combates de Girón constituyeron un episodio, cuyo relieve histórico
ni nosotros mismos comprendíamos en aquellos instantes en toda su
magnitud.
Nuestros combatientes sencillamente fueron a
enfrentarse al enemigo, llenos de ardor, y cumplieron su deber. No fueron allí a escribir una página en la
historia. Y, sin embargo, ajenos a ese
propósito, escribieron realmente una página en la historia.
Este acontecimiento ha sido señalado en todas partes
del mundo, e incluso en estos días en los periódicos de casi todo el mundo se
ha recordado esta fecha.
La derrota de
la invasión mercenaria de Girón produjo en los propios Estados Unidos un
profundo trauma. Nosotros estábamos
leyendo un cable de una agencia norteamericana, referente a la fecha, en que
refleja el impacto que aquella derrota causó en el imperialismo.
En ese análisis de la agencia, fechado en Washington
—es la agencia AP— el 17 de abril, dice:
“Una de las horas más negras en la historia de la
política exterior de Estados Unidos transcurrió poco antes del amanecer de un
día como hoy, hace 10 años, en las playas pantanos as del sur de la provincia
de Las Villas, Cuba.
“La costa sur de Cuba fue escenario del desembarco de
unos 1 500 exilados cubanos, adiestrados y equipados por la Agencia Central de
Inteligencia, con el objetivo de poner fin al régimen izquierdista de Fidel
Castro.
“Esa fue la fracasada invasión de la Bahía de
Cochinos, cuyo X aniversario pasó casi inadvertido hoy para el gran público
norteamericano.
“Considerada retrospectivamente, la invasión de la
Bahía de Cochinos fue uno de los actos más contraproducentes en los 195 años de
historia de Estados Unidos.
“La invasión de Bahía de Cochinos tuvo profundas
repercusiones.
“La más inmediata fue el empeoramiento de las
relaciones de Estados Unidos con el resto de América Latina. Durante los días siguientes a la invasión, se
realizaron manifestaciones antinorteamericanas en Buenos Aires, Bogotá, México,
Caracas, Montevideo y Santiago.
“Un mes después de la invasión, evidentemente
preocupado por la pérdida de prestigio de Estados Unidos, Kennedy exhortó al
Congreso a asignar 25 000 millones de dólares en el transcurso de una década
para llevar a más astronautas norteamericanos a la Luna. El Congreso aprobó rápidamente el programa,
con pocos votos disidentes.
“Otra teoría prevaleciente en Washington es que el
fracaso de la Bahía de Cochinos llevó al presidente Kennedy a enviar más tropas
norteamericanas a Indochina.
“Según esta teoría, después del desastre cubano
Kennedy consideró que era esencial para Norteamérica ofrecer una prueba de
fortaleza en alguna otra parte del mundo para mantener el prestigio de Estados
Unidos como gran potencia y evitar las acusaciones de seguir una política de
‘apaciguamiento de los comunistas', formulada por el Partido Republicano de
oposición.
“Cuando el gobierno de Viet Nam del Sur se vio
amenazado por una insurrección interna apoyada por los comunistas del Norte,
Kennedy había comenzado a enviar algunos consejeros militares para ayudar a
impedir una expansión comunista.
“Pero más de año y medio después de la Bahía de
Cochinos, al morir Kennedy, el personal militar ascendía a 16 000 soldados —el
comienzo de una participación que elevaría el total de contingentes bélicos a
525 000 soldados al cabo de cuatro años.
“La cuestión de si existe una relación directa entre
el fracaso de la Bahía de Cochinos y la participación de Estados Unidos en el
conflicto de Viet Nam, será tema de debate para los historiadores.”
Nosotros realmente no creemos que la agresión
imperialista en Viet Nam tenga ese tipo de relación con la derrota de Bahía de
Cochinos. La participación, la agresión
de Estados Unidos en Indochina, forma parte de su conocido papel de gendarme
internacional y de represor del movimiento revolucionario en todo el
mundo. Pero eso demuestra el estado de
ánimo, el profundo impacto que produjo en los propios Estados Unidos, es decir,
en el gobierno imperialista de Estados Unidos, la derrota de Girón.
Desde luego que las luchas del pueblo de Viet Nam
superan en méritos y en heroísmo a todo lo que se ha conocido hasta hoy. La teoría es falsa, esa teoría señalada por
el cable, pues indiscutiblemente si hubieran ido a Viet Nam a desquitarse lo de
Girón, ¡en Viet Nam han recibido muchas palizas mayores todavía que la de
Girón! (APLAUSOS)
La ultima paliza, en la carretera 9, de Laos, ha sido
un Girón y medio, ha sido un nuevo Diem Bien Phu, porque ciertamente que allí
los títeres y sus asesores yankis recibieron una derrota aplastante y
anonadante.
Hay una revista mexicana, la revista “Siempre”, que trae
una portada relativa a las batallas de Laos.
Y aparece un helicóptero norteamericano como a 100 metros de altura y
una cadena de soldados títeres colgados del helicóptero y cientos de manos
tratando de tomar el helicóptero.
Realmente aquello se convirtió en una fuga desesperada y
bochornosa.
De manera que el imperialismo en su papel de gendarme
ha estado sufriendo en los últimos tiempos derrotas tras derrotas, que van poco
a poco debilitándolo y van mellando sus garras agresoras.
La derrota de Playa Girón tiene la significación de
que se produce en América Latina, de que se produce lo que se ha dado en llamar
la primera victoria contra el imperialismo o la primera derrota del
imperialismo en América.
Eso hace referencia al sinnúmero de ocasiones en que
los imperialistas intervinieron en la América Latina, despojaron a naciones
latinoamericanas de extensos territorios, se inmiscuyeron en su política
interna —como lo hicieron en nuestro país muchas veces y lo hicieron muchas
veces en Santo Domingo, lo hicieron en México, lo hicieron en otros países, lo
hicieron en Nicaragua— y cómo siempre se habían paseado victoriosos por
nuestros países, cómo siempre habían logrado imponer su política
impunemente.
No estaba todavía lejana la participación de la CIA en
Guatemala por un procedimiento similar, mediante el cual derrocaron al gobierno
democrático y progresista de Guatemala.
Desde luego, esta significación creció en la medida en
que la Revolución Cubana tenía un carácter mucho más radical y más definido.
Hoy se recordaba cómo aquel 16 de abril se había
proclamado el carácter socialista de nuestra Revolución. Ese carácter, desde luego, no se lo daba una
proclamación; se lo daban las medidas revolucionarias, las leyes
revolucionarias en todos los órdenes, comenzando naturalmente por la Ley de
Reforma Agraria y todas las medidas que promovieron un cambio radical de las
estructuras económicas y sociales de nuestro país. Algunos se preguntaron en aquella ocasión por
qué se declaró el carácter socialista —no en Cuba—, a algunos les admiró aquel
hecho.
Y eso se explica perfectamente. Estábamos en medio de la batalla, habíamos
sido atacados arteramente mediante bombardeos simultáneos de nuestros campos
aéreos en la búsqueda de la destrucción de nuestros pocos y viejos aviones; se
había iniciado virtualmente la agresión, se había iniciado el combate. Y cuando llegan las horas de las agresiones y
cuando llega la hora del combate es cuando hay que levantar más altas las
banderas (APLAUSOS). Había que poner más
alta que nunca la bandera revolucionaria frente al enemigo artero y cobarde que
nos atacaba, frente al poderoso gobierno imperialista que preparaba la
invasión.
Y por eso, nuestros combatientes fueron a Girón a
defender no solo la soberanía del país, no solo el suelo sagrado de la patria, no solo a
defender sus intereses, los intereses de nuestros obreros y de nuestros
campesinos, sino que fueron también a defender sus ideas y su proceso
claramente definido como un proceso socialista.
Los imperialistas acostumbraban a señalar y a decir
que la Revolución Cubana era una Revolución traicionada. Eso, desde luego, partiendo del punto de
vista de lo que era para los imperialistas una revolución; es decir, la revolución
de los burgueses, la revolución de los explotadores, la revolución de los
defensores de los intereses de los imperialistas, que solo podría ser una
revolución entre comillas.
La Revolución Cubana había comenzado hace más de 100
años. Y representó en cada época, en
cada momento, una línea, una meta, un objetivo, que fue en aquella primera fase
la independencia. Pero ya incluso
nuestra Revolución era antimperialista.
Y nuestra Revolución se radicalizaba cada vez
más. De entre las primeras ideas de los
propios insurrectos en 1868 a las ideas de Martí, ya habría transcurrido un
largo trecho. Incluso, en las primeras
fases de aquella lucha, todavía los revolucionarios en aquellos tiempos veían
en Estados Unidos el papel que durante ciertamente un largo período de la
historia universal representó este país, a donde iban los peregrinos, donde se
hizo una de las primeras revoluciones liberales contemporáneas y que
ciertamente durante mucho tiempo sirvió de modelo a otros países.
De modo tal que todavía en aquella época, en 1868,
había algunos cubanos insurrectos que hablaban de anexionismo, algunos.
Sin embargo, aquella revolución se fue radicalizando,
aquellas ideas fueron siendo barridas, totalmente olvidadas, desechadas de
manera absoluta. Y ya en 1895 ese
proceso, radicalizado por la participación popular, por la participación de lo
más humilde de nuestro pueblo, de los esclavos liberados, de una dirección que
había surgido precisamente de los estratos más humildes del pueblo, se fue
radicalizando. Y quién olvida aquella
frase de Maceo cuando dijo:
quien intente apoderarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo
anegado en sangre, si es que no perece en la contienda (APLAUSOS).
Y ya Martí, cuando habló con más libertad que nunca,
cuando sencillamente escribió todo lo que tenía dentro, en aquella carta a su
amigo mexicano, dijo con una claridad incuestionable la felicidad que sentía de
estar en disposición de dar todos los días la vida por su patria y de cumplir
aquel deber elemental de evitar con la independencia de Cuba que Estados Unidos
se extendiera por las Antillas y que con esa fuerza más cayera sobre los
pueblos de América.
Y añadió enseguida que todo cuanto había hecho hasta
ese día y haría era para eso.
El mismo Martí que había dicho también que con los
pobres de este mundo quería echar su suerte.
Y el mismo Martí que admiraba a Carlos Marx porque se puso del lado de
los pobres.
Ya era un pensamiento revolucionario en plena
evolución y desarrollo.
Los cubanos no pudieron adquirir siquiera aquellas
metas de la independencia plena.
Conocida es la historia cruel de cómo ni siquiera pudieron penetrar los
mambises en Santiago de Cuba, cómo ni siquiera pudieron tener el gobierno de su
país en las manos; la historia de la Enmienda Platt, la historia de la base de
Guantánamo, la historia de los gobiernos impuestos, la historia de las
concesiones humillantes y saqueadoras y esquilmadoras de nuestra economía; la
historia de los gobiernos corrompidos; la historia de las incesantes
intervenciones directas e indirectas en nuestro país; la historia del
falseamiento de la historia. Aquel
adoctrinamiento que comenzaba desde niños, presentando a los yankis como
libertadores de la patria, como los bondadosos libertadores de la patria; aquel
adoctrinamiento que pretendía reducir todos los valores de nuestra historia;
aquel adoctrinamiento similar al que después realizaron en Puerto Rico, para
aplastar la corriente independentista, para aplastar los valores nacionales de
ese pueblo que, como decía Martí, con relación a Cuba, eran algo así como “de
un pájaro las dos alas”.
Y nadie se olvide que Martí comenzó su lucha por la
independencia. Y cuando la proclama de
Martí, Maceo y los libertadores, fue una proclama por la independencia de Cuba
y de Puerto Rico.
Los Estados Unidos prácticamente trataron de hacer
algo similar con nuestro país. Pero ya
cuando adviene la Revolución Cubana en esta fase, las aspiraciones y las metas
de nuestro pueblo necesariamente tendrían que ser incomparablemente superiores
a las aspiraciones que todavía podrían haber tenido en 1878, y aun en 1895,
superiores a las aspiraciones del año 1933: correspondían lógicamente a las
necesidades de un país en las condiciones en que estábamos viviendo, y en el
momento en que estábamos viviendo.
Pero los imperialistas lanzaron sus teorías
fraudulentas, resultado de su frustración.
Ahora, ¿qué podrán decir cuando después del bombardeo
y cuando acercándose ya las hordas invasoras amparadas por ellos a nuestro
suelo, se proclamaba paladinamente el carácter socialista de nuestra
Revolución? (APLAUSOS)
¿Y quiénes fueron los hombres que los derrotaron? ¿Y cuáles fueron las banderas que
enarbolaron? ¿Y entre esas banderas cuál
bandera sino la bandera del socialismo?
Cuando se combatía en la Sierra Maestra, la Revolución
libraba sus batallas por objetivos determinados que correspondían a aquel
momento. Y muchos hombres lucharon y
combatieron con gran ardor. Pero cuando
llegamos a Girón, ¡nuestros combatientes fueron allí a luchar y a morir y a
pagar el precio que fuera necesario por la causa del socialismo! (APLAUSOS)
Por eso, como dijera Raúl hace dos días en la base de
San Antonio: los
combates de Girón consolidaron la presencia del socialismo en América Latina
(APLAUSOS).
Y a partir de entonces a los imperialistas no les
quedaba ningún argumento.
Volodia se preguntaba o expresaba su deseo de saber
cómo fue posible aquella hazaña de Girón.
Y en realidad, es sencillo de comprender.
Cuando los pueblos viven un proceso de revolución a lo
largo de la historia, convierten la hazaña en la cosa más natural, en el pan de
todos los días. La hazaña se vuelve
cotidiana.
En las revoluciones, incluso las revoluciones
liberales, cuando la burguesía se identificaba con los intereses de todo el
pueblo —como sucedió, por ejemplo, con la Revolución Francesa—, los
revolucionarios se enfrentaron victoriosamente a sus enemigos exteriores. Cuando la Revolución Bolchevique tiene lugar,
el país es invadido por un conjunto de potencias extranjeras —no recuerdo si
eran 16 países— que atacaron desde todas direcciones, y el pueblo soviético
resistió heroicamente en medio de las condiciones más difíciles, y realizó
incontables hazañas. Los vietnamitas
todos los días escriben nuevas hazañas.
Y estamos seguros de que nuestros pueblos hermanos de América Latina, en
situación similar, escribirían similares y aun mayores hazañas de las que
podamos escribir nosotros.
Estamos completamente seguros de que los chilenos, en
defensa de su revolución y de su patria, pueden realizar un Girón y muchos
Girones contra los agresores, contra los reaccionarios, contra los
imperialistas.
Nuestro pueblo fue sencillamente a cumplir el
deber.
¿Y cómo reaccionó frente al enemigo? Reaccionó con ardor, con decisión, con
valor. ¿Qué caracterizó a nuestros combatientes,
a nuestros soldados, a nuestros milicianos, a nuestros pilotos, a nuestros
tanquistas, a nuestros marinos, en fin, a todos los combatientes, en fin, a
todo el pueblo? Los caracterizó el mismo
espíritu que los cubanos han tenido a lo largo de su historia; los caracterizó
el espíritu de los combatientes del 68, que en condiciones muy difíciles se
enfrentaron a un enemigo poderoso y bien armado; el arresto, la agresividad de
los combatientes en nuestras luchas por la independencia, que fueron creando
una tradición, que fueron creando ya una cultura —pudiera decirse—
revolucionaria, patriótica, hábitos en nuestro pueblo, hábitos de valor, de
dignidad, de combatividad.
Los caracterizó el mismo espíritu de los combatientes
rebeldes, que también se vieron en la necesidad de enfrentarse a ejército
numeroso, poderoso, bien armado, con medios muy escasos. Y los combatientes rebeldes, haciendo gala de
valor, de combatividad, en 25 meses liquidaron unas fuerzas enemigas que tenían
más de 50 000 hombres y estaban bastante bien armadas. De manera que nuestro Ejército Rebelde se
creó, se desarrolló, y en 25 meses aplastó aquel enemigo.
No hay que olvidarse cómo aquel día 31 de diciembre la
isla estaba cortada en dos. Nuestras
tropas, mandadas por el Che, estaban atacando Santa Clara (APLAUSOS
PROLONGADOS), secundadas por las tropas del otro invasor, el compañero Camilo
Cienfuegos (APLAUSOS PROLONGADOS).
La isla cortada en dos por la acción formidable de
estos dos Comandantes. Camagüey copado,
y en la provincia de Oriente no menos de 17 000 soldados cercados y copados
totalmente. Los compañeros que realicen
investigaciones históricas podrán un día dar la cifra exacta de cuántos
soldados teníamos cercados ya en Guantánamo, en Santiago de Cuba, en Holguín,
en Mayarí, en Manzanillo. E incluso, de
las tres fragatas que poseía la Marina de Guerra, teníamos dos fragatas copadas
en la bahía de Santiago de Cuba, que no podían salir.
Todo eso ocurrió en un proceso de 25 meses desde la
insignificante cifra de siete hombres armados que nos habíamos reunido a fines
del mes de diciembre, después de los reveses de principios de mes.
Todo eso no era sino una continuidad en las
tradiciones de lucha de nuestro pueblo, tradiciones de lucha que se
manifestaron a lo largo de esas jornadas contra la tiranía batistiana, y de la
cual hicieron extraordinarias galas los combatientes revolucionarios en las
montañas y en las ciudades. No se puede
olvidar cuánto derroche de valor y de heroísmo.
De la misma manera se batieron nuestros combatientes
contra los bandidos en el Escambray. Los
persiguieron tenazmente, los cercaron y no cejaron hasta que no los aniquilaron
a todos. De igual forma, cuando llegó la
hora del combate, con un superior espíritu se comportaron nuestros combatientes. Y en todas partes actuaron de la misma
forma.
Dondequiera que se aparecieron los aviones el día 15,
a pesar del carácter sorpresivo del ataque, de que era inesperado el ataque,
las dotaciones de las piezas antiaéreas que estaban en aquellos sitios
inmediatamente reaccionaron, ¡inmediatamente reaccionaron!
Nosotros recordamos que estábamos en el llamado Punto
No.1, que era el puesto de mando; que estábamos en contacto con la provincia de
Oriente, donde Raúl nos informaba de un movimiento que estaban haciendo por
Baracoa, de un aparente desembarco. Y en
espera de los acontecimientos, nos sorprende el amanecer. Vimos cómo pasaron por encima del puesto de
mando unos aviones B-26, y apenas llegaron...
Ellos daban un carácter extraño.
No había aviones nuestros volando en ese momento. Percibimos que podían ser aviones enemigos a
pesar de que traían insignias cubanas, e inmediatamente comenzaron a atacar a
la base de Ciudad Libertad. Y en
cuestión de segundos, en cuestión de segundos, las antiaéreas comenzaron a
contestar el fuego y se empezaron a ver las balas trazadoras de las cuatrobocas
(APLAUSOS) .
Y lo mismo ocurrió en todas partes. Nadie sintió miedo. Nadie sintió pánico. Inmediatamente la respuesta enérgica,
valerosa, contundente, aun en medio de la sorpresa. Y debe tenerse presente que muchos de esos
artilleros eran jóvenes de 15, 16 y 17 años, que nunca habían tenido
oportunidad de ser atacados por un avión, que no eran veteranos, que eran completamente
nuevos. Era la primera vez que
disparaban y, sin embargo, aquello era una competencia por tomar las
piezas. Aquello era una emulación: quién se apoderaba
de las piezas; quién disparaba más, mas certeramente. Con un ardor tremendo. Y todos, prácticamente todos, era la primera
vez que se enfrentaban a un avión enemigo.
No tardaron sino segundos en responder el fuego.
Y cuando los mercenarios al fin desembarcaron, desde
que llegaron, inmediatamente encontraron la misma reacción en todas
partes. Los milicianos del batallón 339
de Playa Larga y los milicianos de Girón, que fueron sorprendidos allí —es
decir que se encontraron de repente con el grueso de las fuerzas enemigas
desembarcando—, cuando los conminaron a que se rindieran, ninguno se
rindió. Gritaron ¡Patria o Muerte!, e
inmediatamente abrieron fuego (APLAUSOS).
No se detuvieron a pensar cuántos mercenarios venían, qué armas
traían. Ellos eran cuatro o cinco. No se ocuparon de cuidarse la retirada,
¡no! ¡Abrieron fuego
inmediatamente!
Y lo mismo ocurrió en todas partes, dondequiera que
había un hombre con un arma. Y lo
curioso es que, en ocasiones, había mucha gente que no tenía arma y quería
combatir. Y hasta hubo alfabetizadores
que ayudaron a cargar ametralladoras, que participaron en los combates. Esa era la actitud. Si se nos presenta un problema, incluso, de
muchas personas pidiendo armas en los alrededores de Girón. Y no era posible, pero ese era el estado de
ánimo en todas partes.
Y los combatientes, en el cumplimiento de sus
misiones, no tuvieron la menor vacilación.
¡Ninguno! ¡En ninguna parte! Ni
soldados ni milicianos... Bueno, todos
eran una misma cosa, desde luego. No
cabe hacer distinciones. Pero haciendo
las distinciones de armas:
el marino, el piloto, el tanquista, ¡todos!
¿Qué hicieron los pilotos?
Por ahí están
los papeles de los propios mercenarios, de cómo ellos analizan que nuestros
aviones no tenían piezas de repuesto; que nuestros pilotos no tenían medios de
comunicación, que no tenían radar. En
fin, que carecían prácticamente de los recursos más elementales para el combate
aéreo.
Ellos trataron de destruir los pocos aviones viejos, y
efectivamente destruyeron algunos. Pero
más o menos, aquella mañana del día 17, quedaban nueve aviones —si mal no
recuerdo— que podían tal vez volar, y unos siete pilotos, muchos de ellos
nuevos completamente. Nadie podía
calcular que aquella técnica pudiera realmente desempeñar un papel decisivo en
aquellos combates.
Con la sospecha de que podían tratar de bombardear al
amanecer, y ya con los informes y moviéndose las tropas en dirección hacia
Girón, nuestros aviones estaban en el aire al amanecer del 17 y en dirección
hacia las playas.
¿Qué hicieron aquellos pilotos? Siete pilotos nuevos y nueve aviones viejos,
sin piezas o adaptadas, con un mantenimiento técnico de compañeros que no
habían tenido oportunidad todavía de estudiar.
Pues, sencillamente, lo que hicieron fue que hundieron
o dispersaron todos los barcos enemigos, que eran una pequeña flota y entre
ellos barcos artillados. Resultado: ¡Todos los barcos
hundidos o en fuga!, ¡hundidos o en fuga!
(APLAUSOS) Y cooperando con la artillería antiaérea: ¡Todos los aviones derribados al final
de la invasión! Prácticamente
todos. Creo que quedó un avión o algo
así, que no se sabe siquiera cómo no se cayó.
Porque ni barco, ni avión: no quedó nada ni en el aire ni en el
mar. Y además: la participación en numerosas acciones
de apoyo a la infantería. Desde el cruce
del Batallón de Responsables de Milicias de Matanzas, hasta el bombardeo de las
concentraciones y de las posiciones enemigas hasta el último día a las 5:00 de
la tarde, cuando estaban tratando de reembarcarse —algunos trataron de
reembarcarse.
Pero, además, nuestros aviones se encontraron el día
19 con los aviones yankis de los portaaviones que estaban anclados frente a
Cuba. Nuestros aviones no dieron el
menor síntoma de temor ni sintieron el menor temor: ¡Se pasearon entre los aviones
yankis! Desafiantemente y preparados
para, con aquellos aviones viejos, combatir si había que combatir también con
los aviones yankis (APLAUSOS).
Igual fue la actitud de los artilleros, de la
infantería, de los batallones de infantería que por primera vez participaban en
combate: la
decisión, el espíritu con que avanzaron incesantemente. La de los tanquistas; lo mismo los compañeros
que avanzaron por la carretera de Playa Larga, que fueron por aquel
desfiladero, bosque a un lado, bosque a otro —tenían que ir por una carretera
de seis kilómetros en línea recta—, con tanques enfrente, y con cañones
antitanques enfrente, y avanzaron hasta la misma entrada de Playa Larga.
Y cuando al compañero que mandaba el tanque de
vanguardia le destruyen su tanque, o su tanque queda en una situación en parte
destruido y además inmovilizado, sale del tanque y busca otro tanque y avanza
otra vez para Playa Larga y rescata a los tripulantes del tanque
destruido.
O el día 19 los compañeros que avanzaban hacia Girón
por la otra carretera, cuando se tienen noticias por la aviación de que hay un
posible reembarque, y se decide un asalto fulminante, y se montaron una serie
de compañeros en tanques... Nosotros
recordamos que unos prisioneros habían dicho que allí estaban antes de entrar
en Girón un grupo de cañones antitanques emplazados; sin embargo había que tomar
Girón. Y se le dijo al tanque de
vanguardia: ¡Avanza
a toda velocidad y pásale por arriba a los cañones! Y detrás de ese tanque se mandó otro y otro y
otro, y aquel tanque salió a toda velocidad, de noche, por aquella carretera y
le pasó por arriba a los cañones, y llegó a Girón. ¡Solo iba el tanque, solo iba el tanque! Bueno: ¡Tenía misión de llegar a Girón y
llegó más allá de Girón! (APLAUSOS) En
ese momento no tenía apoyo de infantería ni nada, y después otro tanque detrás
y otro detrás; tenían que pasar y pasaron al otro lado e hicieron contacto con
las otras fuerzas.
También, y procedente de Playa Larga, la columna
bombardeada intensamente. Hubo combates
muy fuertes, en condiciones difíciles, pues tenían que ir avanzando por una
carretera y no tenían posibilidad de maniobra en aquel terreno.
Y cuando los tanques llegaron a Girón se apostaron en
la orilla y se emplazaron frente a los barcos de guerra norteamericanos que
estaban allí a tres o cuatro kilómetros.
Tranquilamente cumplieron su deber los pilotos, los
tanquistas. No se desanimaron ni se
desalentaron ni les produjo la menor impresión aquel enemigo mercenario. Y si entraban los yankis, los yankis también.
Esta fue la conducta de los combatientes en todas
partes; la misma actitud en todas partes.
Ahora, hay otro momento también muy crítico en el
proceso de la Revolución que fue aquel día 27 de octubre de 1962, cuando
nuestras baterías antiaéreas, a lo largo y ancho del país abrieron fuego contra
los aviones yankis que en vuelo rasante se aproximaban a nuestro
territorio. Y no hubo un solo artillero
que vacilara. Todos recordarán aquellos
días memorables, cómo los combatientes con sus armas abrieron fuego,
ahuyentaron los aviones yankis, y en ese momento los yankis estaban apuntando
sus cohetes nucleares contra nuestro país.
Ya no se trataba de un combate contra mercenarios, con
aviones más o menos cerca, con barcos yankis más o menos cerca, con más o menos
seguridad de si intervendrían o no.
Cuando se trató de los aviones yankis, ese día 27 en que se emplazaron
todas nuestras baterías en los puntos más importantes se les dio órdenes de que
abrieran fuego, ¡y abrieron fuego!, y a nuestro país lo estaban apuntando
cohetes nucleares, cohetes nucleares yankis, toda la artillería nuclear yanki
estaba en una buena parte apuntando hacia nosotros. ¡Y aquellos hombres no vacilaron en abrir
fuego!
Nosotros entendemos que dieron una prueba, nuestro
pueblo dio una prueba suprema de serenidad y de valor. De manera que esas son las tradiciones que ha
ido formando nuestro país a lo largo de más de 100 años de lucha. Esas son las tradiciones en que se han
educado nuestros combatientes, y esas son las tradiciones que tendrán que
seguirse inculcando; y las que se irán inculcando y trasmitiendo —sin duda de
ninguna clase— en las nuevas generaciones de nuestro pueblo (APLAUSOS).
De manera que son valores morales que se han ido
desarrollando a lo largo de nuestra historia, y que adquieren cada vez más un
grado muy alto:
serenidad frente al enemigo; ausencia total de pánico o de miedo;
valor, decisión, réplica enérgica; batallar constante.
De manera que la respuesta inmediata y enérgica, y la
lucha tenaz e infatigable, el combate constante, son las características de
nuestros combatientes, son las mejores tradiciones y las más heroicas de
nuestro pueblo. De manera que contamos
con eso. Hoy, lógicamente, contamos con
una técnica mucho más moderna, más numerosa, con una preparación combativa muy
superior, con muchos más cuadros de mando, con mucha más preparación y completamiento en los cuadros de mando, armamento más
moderno.
Ya en otra ocasión nosotros en la Sierra luchábamos
con los fusiles que les íbamos quitando a los soldados de Batista. Pero ya en Girón —en Girón peleó todo lo que había
en manos de los combatientes—, ya en Girón participan armas más modernas, armas
socialistas; y ya en Girón ustedes vieron esos cañones 122 y los tanques T-34 y
los SAU-100, este armamento —una combinación de fusiles Fal con morteros de
120—, y otros armamentos ya porque por primera vez aparecieron las armas
socialistas, y en especial y sobre todo las armas soviéticas que habían llegado
muy oportunamente algunas semanas antes (APLAUSOS).
Por ahí consta cómo los artilleros nuestros que
aprendían una cosa por la mañana se la enseñaban por la tarde a los otros. Y lo que aprendían por la noche se lo
enseñaban por la mañana, porque teníamos muy pocos instructores todavía, y no
había tiempo. Pero sin embargo se veía
la preparación del enemigo y había que acelerar, y había cientos de baterías,
de cañones y de antiaéreas cuando ya se produce la invasión.
Pero participan armas más modernas y, claro está,
nosotros podemos decir con mucha satisfacción que nuestros combatientes
hicieron un magnífico uso de esas armas.
¡Y harán siempre, en cualquier circunstancia, un magnífico uso de esas
armas! (APLAUSOS)
Es también una tradición histórica, desde los mambises
y pasando por el Ejército Rebelde guerrillero de las montañas, que a nosotros
no nos pueden quitar las armas. ¡Nadie
nos puede quitar las armas! Es decir que
nuestros combatientes no se dejan arrebatar las armas, ¡que tienen que matarlos
para quitarles un arma! Y que por el
contrario, históricamente nuestros combatientes siempre en los combates han reunido
más armas que las que tenían cuando empezaban los combates. Y desde luego, hay armas en este país en este
momento. Es una buena cantidad de armas
las que hay en este país. No creo que
sea un secreto que en este país hay más de medio millón de armas, ¡hay más de
medio millón de armas! (APLAUSOS)
Y un pueblo que tiene una tradición de lucha y de
combate, y que combate lo mismo si son 100 que si son 5 que si es uno solo
mientras tiene un fusil —con esta tradición—, y que no sufre pánico ni miedo
frente a un enemigo, sin duda de ninguna clase que es un pueblo suficientemente
preparado en lo moral y más equipado de lo que ha estado nunca y más preparado
técnicamente de lo que ha estado nunca para el combate.
Y eso, desde luego, ha sido la garantía esencial,
básica, de la supervivencia de nuestro proceso revolucionario, porque los
imperialistas comprendieron que había naturalmente un hueso duro de roer en
nuestro país, y que ya la invasión no iba a ser un paseo militar y que le iba a
costar muy caro.
Esto explica la cosa natural de que hubiese sido
derrotada fulminantemente la invasión.
Fue derrotada rápidamente. Era
necesario derrotarlos rápidamente para evitar que llevaran a cabo sus planes de
instalar un gobierno provisional y tratar de legalizar la intervención. Pero de todas maneras, si no hubiera habido
esta necesidad, no habría durado tampoco un minuto más. Porque a nuestro pueblo, para sentirse
suficientemente motivado al combate, le bastaba saber que los mercenarios
estaban allí. Y desde ese momento ya
pues no necesitaban más estímulos ni más motivaciones. ¡Todos querían estar presentes cumpliendo su
deber, como lo cumplieron en todas partes!
Así fue como nuestro pueblo escribió esta hazaña,
escribió esta memorable página en la historia, cuyas dimensiones se hacen cada
vez mayores, y que a medida que pasa el tiempo se comprende mejor.
Nosotros todavía, en el quehacer revolucionario, en la
lucha cotidiana, no hemos dedicado siquiera un monumento a los caídos en
Girón. Cierto es que se hizo un
concurso, se premió el concurso.
Después, muchos no estaban conformes con el proyecto. A nosotros nos parece que lo mejor es que nos
pongamos a trabajar en otro proyecto, el pueblo, los arquitectos; en fin, ver
cómo se promueve otro concurso nacional, ¡nacional! —vamos a instalar
aquí lo cubano—, otro concurso nacional, para que un día podamos emprender la
tarea de hacer un monumento a los combatientes de Girón. El tiempo transcurrido no importa. Tal vez manos hermanas ayuden a construir ese
monumento. Tal vez vengan brazos
revolucionarios de otros países hermanos de América Latina para que esa sangre
que se derramó por nuestro continente sea homenajeada con el sudor de los
brazos revolucionarios de América Latina (APLAUSOS). Estamos seguros de que cuando tengamos el
proyecto vendrán jóvenes latinoamericanos deseosos de poner una piedra en aquel
monumento.
Y es realmente justo de que se erija en recuerdo de
aquellos combatientes el monumento que se merecen, y el homenaje de todo
nuestro pueblo a los que dieron su vida; también a los que fueron heridos en
los combates, a los que dieron su sangre y, en fin, como recuerdo a todos los
que en la vanguardia o en la retaguardia —cada uno cumpliendo el puesto que le
asignaron— participaron en aquellos memorables hechos.
Nosotros entendemos que nuestro pueblo cumplió
sencillamente con su deber, como lo hacen y lo harán siempre todos los pueblos
revolucionarios.
Es cierto que el aspecto de nuestro continente es muy
diferente al cabo de 10 años. Nuestra
apreciación es que los días del dominio imperialista en América Latina están
contados, y que a lo largo de estos años ha habido una amplía toma de
conciencia en el continente, y las contradicciones con el imperialismo se han
desarrollado extraordinariamente. Y el
dominio imperialista en América Latina está en crisis.
Hemos tenido hoy la inmensa satisfacción de escuchar
la voz de otro pueblo hermano, marchando por los caminos de la revolución
hermanado a nuestro pueblo; un pueblo que inicia esa larga y difícil
lucha. Y nosotros sabemos cuán larga y
cuán dura es esa lucha.
Nosotros sabemos que los chilenos lógicamente tendrán
dificultades. Por lo pronto los
imperialistas, la CIA, apoyándose en los oligarcas y en los reaccionarios —como
explicaba Volodia—, hacen todo lo posible por obstaculizar y por crearle
dificultades al gobierno de la Unidad Popular y, entre otras cosas, por
sabotear la producción agrícola y la producción industrial.
Es conocida la forma artera, bochornosa, en que
asesinaron nada menos que al jefe del ejército chileno.
Son conocidos los complots incesantes de la CIA contra
el gobierno de la Unidad Popular, las incesantes campañas tendientes a combatir
el proceso revolucionario chileno, las campañas en el exterior. E incluso se sabe ya cómo los imperialistas
están llevándose sus técnicos de Chile a fin de obstaculizar la producción de
cobre.
También es conocido cómo se lleva a cabo una reforma
agraria en Chile. En los procesos de
reforma agraria lógicamente las masas campesinas explotadas se convierten, con
la reforma agraria en primer término, en consumidores: empiezan a consumir muchos de los
productos que antes tenían que llevar obligadamente a los mercados para poder
pagar las rentas, o su capacidad de compra insignificante por salarios
miserables.
Nosotros sabemos esos fenómenos del aumento del
consumo por los campesinos, el sabotaje de los latifundistas. El sabotaje de los latifundistas lo conocemos
nosotros bien: cómo
se dedicaban inmediatamente a tratar de matar las reses, no sembrar y afectar
por todos los medios las cosechas.
Los oligarcas son, durante determinado período,
suficientemente poderosos para hacer daño, para hacer mucho daño.
Todo eso lo sabemos.
El gobierno de la Unidad Popular ha ido denunciando esos problemas.
Pero lógicamente, nosotros —casi es innecesario
decirlo— estamos de todo corazón junto al pueblo chileno (APLAUSOS), y estamos
dispuestos a hacer lo que sea necesario por el pueblo chileno (APLAUSOS),
estamos dispuestos a mostrar nuestra solidaridad en cualquier campo
(APLAUSOS).
Nosotros, por ejemplo, ahora hemos establecido el
comercio con Chile: le
enviamos azúcar, que es un producto importante del consumo popular chileno;
ellos nos mandan frijoles, ajos, cebollas...
Desgraciadamente, algunas de las últimas que llegaron tuvieron algunos
problemas, según hemos sabido, no por culpa de nadie, sino... Es decir, no quiero decir de los chilenos, ni
mucho menos. Estamos viendo las cosas de
transporte, conservación. Pero, en fin,
pasó con algunos ajos y algunas cebollas.
Estamos, decía, enviando nuestros productos a Chile, y
trayendo otros productos alimenticios, trayendo maderas —ya llegaron los
primeros millones de pies de madera, para muebles, muebles para escuelas,
muebles para el hogar, de Chile—; cebada para la producción de cerveza. Y, en fin, un amplio comercio.
Mientras los chilenos puedan retribuirnos nuestra
azúcar y nos puedan mandar alimentos y nos puedan mandar madera, recibiremos
alimentos y recibiremos madera. Pero si
como consecuencia de las campañas imperialistas y de las maniobras
contrarrevolucionarias del imperialismo y de la contrarrevolución interna
sabotean la producción de alimentos de Chile, y no nos pudieran el día de
mañana mandar ni ajo, ni cebolla, ni frijoles, ¡no importa! ¡No por eso dejaremos nosotros de mandar
nuestra azúcar al pueblo chileno!
(APLAUSOS)
Al pueblo hermano de Chile, al gobierno de la Unidad
Popular, al presidente Allende (APLAUSOS), les decimos: si la contrarrevolución sabotea la
agricultura, ¡no importa! ¡Al pueblo de
Chile no le faltará azúcar! (APLAUSOS)
Haremos lo que sea necesario, con mas producción o
hasta de nuestro propio consumo.
Cuando el terremoto de Perú, nuestro pueblo en
cuestión de días, ¡en diez días!, reunió 100 000 donaciones de sangre para
salvar vidas peruanas (APLAUSOS), ¡en diez días! Entendemos que eso expresa el profundo
espíritu internacionalista de nuestro pueblo.
En 10 días ese gesto revolucionario, ese gesto fraternal, ese gesto
desinteresado, da la medida de la conciencia de nuestro pueblo.
Y lo mismo es la disposición para ayudar... No ayudar: cumplir el elemental deber de hermano,
cumplir el elemental deber de cooperación con los pueblos revolucionarios de
América Latina. ¡Sangre, azúcar, lo que
sea necesario! Pero es poco. ¡Eso es poco, compañero Volodia! Azúcar, donaciones de sangre, eso es
poco. Hay en el corazón de los cubanos
un sentimiento todavía más profundo, más decidido, más fraternal: si cuando Girón, si
cuando la invasión mercenaria miles de chilenos quisieron inscribirse para
venir a combatir a Cuba, tengan la seguridad los chilenos que frente a una
agresión exterior promovida por el imperialismo millones de cubanos estarán
dispuestos a ir a combatir a Chile (APLAUSOS).
Frente a una agresión exterior, ¡consideren inscriptos
desde ya a todos los revolucionarios cubanos!
(APLAUSOS)
De manera que puede decirse que somos soldados
revolucionarios de América. Y eso forma
parte también de nuestra tradición (APLAUSOS).
En nuestra guerra de independencia combatieron chilenos, peruanos,
venezolanos, colombianos, centroamericanos; en nuestra guerra de independencia
combatió aquel formidable soldado que fue Máximo Gómez (APLAUSOS), héroe
legendario de nuestra historia. Y en
nuestra más reciente lucha guerrillera combatió otro héroe legendario, el
inolvidable compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS).
Combatientes revolucionarios cubanos, a su vez, han
derramado su sangre ayudando pueblos de otros continentes, ayudando pueblos
africanos, y la han derramado ayudando pueblos latinoamericanos. Eso forma parte también de lo mejor de la
tradición de nuestra patria y de nuestra Revolución. Y por eso, con nosotros se puede contar.
Más distante estaba el hermano pueblo argelino. Y en un momento difícil nuestros hombres
cruzaron el Océano y llegaron oportunamente para brindar su apoyo a Argelia
(APLAUSOS). Eso forma parte de nuestra
historia y eso forma parte de nuestra tradición.
De manera que los pueblos revolucionarios de América
Latina pueden contar con nosotros, los gobiernos revolucionarios de América
Latina pueden contar con nosotros. Lo
decimos claramente y públicamente.
Pueden contar con los combatientes de Girón, pueden contar —además— con
el espíritu de Girón.
Nosotros nos consideramos parte de la familia
latinoamericana, nosotros nos consideramos parte de este continente, nosotros
nos consideramos ciudadanos de este continente, revolucionarios de este
continente. Esto no es una frase. Esto emana de la propia historia, esto emana
de la propia realidad de la historia.
Los primeros que lucharon por la independencia de
nuestros pueblos no concibieron esto que tenemos hoy. Nada más lejos de sus aspiraciones y de sus
objetivos. Bolívar, San Martín, Sucre,
lucharon por otra América, por una América unida, por una América fuerte; no
por una América balcanizada, impotente y débil.
Quién más que Martí y quién con más convicción que
Martí desarrolló estos sentimientos latinoamericanistas.
Mas si en aquella época podía ser producto de un ideal,
de una racionalización del pensamiento, en esta época aquellas aspiraciones
constituyen una cuestión vital de la existencia de todos y cada uno de nuestros
pueblos.
¿Qué somos? ¿Y
qué seremos? ¿Qué somos frente al
poderoso imperialismo? ¿Qué somos frente
a su imponente desarrollo tecnológico?
¿Cuál es nuestro destino de hoy?
¿Y cuál sería nuestro destino en un futuro ni siquiera lejano? ¿Cuál sería el destino de nuestros pueblos
pequeños, divididos y débiles? Porque en
este continente los yankis no solo nos quitaron la soberanía, no solo nos
limitaron esa soberanía, no solo nos impusieron sus condiciones mercantiles y
económicas, no solo se apoderaron de nuestros recursos minerales y de nuestros
recursos naturales en general, no solo han explotado millones y millones de
trabajadores, no solo extraen miles de millones todos los años del sudor de
nuestros pueblos, no solo han prohijado el subdesarrollo, el retraso técnico;
no solo nos han robado incesantemente las inteligencias técnicas, puede decirse
que los yankis nos robaron hasta el nombre, porque se apoderaron hasta del
nombre de América y se llaman los americanos.
Así, ese grupo de estados situados en el norte de
América se ha apoderado hasta del nombre de América. Nosotros aparentemente no somos ni
americanos. Todavía, con toda precisión,
no tenemos siquiera un nombre, todavía no tenemos un nombre; estamos
prácticamente sin bautizar; que si latinoamericanos, que si iberoamericanos,
que si indoamericanos. Para los
imperialistas no somos más que pueblos despreciados y despreciables. Al menos lo éramos. Desde Girón empezaron a pensar un poco
diferente.
Desprecio nacional, desprecio racial. Ser criollo, ser indio, ser mestizo, ser
negro, ser sencillamente latinoamericano es para ellos desprecio. Con su exacerbado chovinismo de gran
potencia, sus hábitos de coloniaje y de dominio, sus hábitos imperiales, los
yankis —nos referimos a los imperialistas yankis— no sienten por nuestros
pueblos sino desprecio.
A lo largo de la historia su estrategia ha sido
dividirnos, a lo largo de 200 años casi los imperialistas europeos y los yankis
han hecho todo lo necesario para mantener divididos e impotentes a los pueblos
de América Latina, han promovido feroces guerras, incluso.
¿Quién no recuerda las guerras, por ejemplo, de El
Chaco, entre Bolivia y Paraguay; quién no recuerda aquella dolorosa guerra que
tanto daño hizo, que tan gran saldo de resentimiento dejó entre los pueblos de
Perú y de Chile; quién no recuerda la recientísima guerra entre los Estados de
Centroamérica, El Salvador y Honduras; quién no percibe ese azuzamiento que los
imperialistas y sus agencias promueven entre los pueblos de Colombia y
Venezuela, exacerbando los nacionalismos —nacionalismos que son verdaderamente
ficticios—, las pasiones? Los monopolios
han promovido guerras en defensa de sus intereses, divisiones.
Lógicamente, para que semejante política imperialista
pueda prosperar se necesitan gobiernos verdaderamente lacayunos, gobiernos
verdaderamente reaccionarios, gobiernos verdaderamente títeres. Porque entre pueblos revolucionarios, entre
gobiernos revolucionarios solo se pueden despertar estos sentimientos que hoy
se despiertan entre Chile y Cuba, sentimientos de verdadera hermandad; porque
nada nos puede dividir, ningún interés es contradictorio con los intereses de
nuestros propios pueblos.
Y nosotros tenemos que aprender a pensar en esos
términos. Y tenemos que aprender a
educarnos en esos términos y educar a nuestra nueva generación en esos términos. Y educarnos no solo políticamente: educarnos
culturalmente en esos términos, para que a la colonización económica no
sobreviva la colonización cultural. No
hay que olvidarse que los imperialistas fincaban su dominio no solo en las
armas de la economía, de la política, sino muy esencialmente también con las
armas espirituales, con las armas del pensamiento, con las armas de la
cultura.
Hablábamos de aquel adoctrinamiento sobre la historia
falseada, todas aquellas mentiras. El
dominio imperialista tiende a desaparecer en los países del Tercer Mundo, pero
subsisten los aspirantes al tutelaje intelectual, al coloniaje cultural. Señores que quieren enseñar a nuestros
pueblos desde Nueva York, o desde París, o desde Roma, o desde Londres, o desde
Berlín.
Y por eso también nuestros pueblos tienen que dar un
grito bien alto contra ese intento de coloniaje espiritual, de coloniaje
cultural, contra ese intento inadmisible de introducir y de mantener, sobre
todo, todas las manifestaciones de una cultura decadente, fruto de una sociedad
o de sociedades llenas de contradicciones y podridas hasta la médula de los
huesos.
Y es por eso que nosotros tenemos una cultura superior: la de nuestros
pueblos latinoamericanos, que en su conjunto son una fuente inagotable y rica
de creaciones espirituales en todos los aspectos.
Y de ahí que nosotros a nuestros amigos
latinoamericanos les pedimos que nos ayuden, que cooperen a desarrollar el más
amplio conocimiento y el más amplio desarrollo en el seno de nuestro pueblo de
los valores culturales y artísticos de América Latina, de nuestra América, de
la cual nos sentimos parte.
Y por eso nuestra actitud y el grado de nuestra
solidaridad, que es plena, absoluta y total.
Otros países latinoamericanos están convulsionados. Conocemos también y vemos con simpatía —con
grandes simpatías— el desarrollo del proceso revolucionario peruano. Desde las primeras manifestaciones del
gobierno que surgió frente al oligarca y entreguista Belaunde, en nuestro país
se observó con interés aquel proceso.
Nuestro país comprendió rápidamente que en el proceso peruano estaban
ocurriendo hechos completamente distintos.
Cuando vimos la cancelación de las concesiones a las compañías
petroleras, cuando vimos la intervención y la recuperación de los recursos que
estaban en manos de los monopolios petroleros, cuando vimos la feroz campaña
que se desataba en Estados Unidos, cuando vimos la Ley de Reforma Agraria,
cuando vimos el control de cambios y cuando vimos, en fin, una serie de
medidas, comprendimos que se estaba produciendo un verdadero cambio de
estructura en ese país, y que se estaba desarrollando un proceso revolucionario.
Y no vacilamos en calificar, desde hace tiempo, de
revolucionario el proceso. Porque lo que
determina que un proceso sea revolucionario o no, no son los esquemas, no son
las ficciones, no son las abstracciones, sino los hechos. Y los hechos estaban determinando de manera
objetiva la presencia de un proceso revolucionario en Perú.
Naturalmente, cada proceso tiene sus
características. En el proceso peruano
los móviles de la lucha contra el subdesarrollo, contra el dominio exterior de
su economía, los sentimientos fuertemente patrióticos y nacionalistas
prevalecen. No se puede hablar de una
revolución marxista-leninista en Perú.
Pero sí, desde el punto de vista de la teoría revolucionaria, se puede
hablar objetivamente de un proceso revolucionario en Perú.
La propia reacción y hostilidad que promovió en
Estados Unidos... Aunque naturalmente
los imperialistas, después de la experiencia cubana, son mucho más cautelosos,
mucho más cuidadosos, mucho más hábiles, y se valen de distintas armas mucho
más sutiles.
En Perú ellos realizan sus grandes campañas
reaccionarias apoyados en la oligarquía y en la prensa que está al servicio del
pensamiento imperialista, es decir en la prensa de derecha.
Para citar un ejemplo de ello, baste decir que en los
últimos días, en una semana, esos periódicos derechistas escribieron 32
artículos contra Cuba, ¡treinta y dos artículos contra Cuba! Lógicamente esos artículos contra Cuba no van
realmente contra Cuba:
van contra el gobierno peruano.
Porque tienen el objetivo de confundir a las masas, de engañar a las
masas, asustar a las masas, indicarles a las masas que los cambios de estructura,
que los cambios revolucionarios pueden conducir a problemas, dificultades; es
decir a desalentar el espíritu revolucionario de las masas, a combatir
ideológicamente los cambios estructurales.
Porque saben, por su larga experiencia histórica, que lógicamente los
cambios estructurales que no vienen solos sino acompañados de la feroz
resistencia de las clases explotadoras, traen problemas de todo tipo a todos
los procesos revolucionarios. Y ningún
verdadero proceso revolucionario se ha podido librar de ellos.
Pero 32 artículos solo los puede organizar la embajada
yanki. Nosotros conocemos ese tipo de
campaña. Ahora, ¿por qué esa cosa
insólita a estas horas, 32 artículos en una semana contra Cuba? Es el miedo de los imperialistas, es el miedo
a la ola revolucionaria que sacude al continente, es el miedo a la ola de
radicalización que se está produciendo en América Latina. Y buscan desesperadamente por todos los
medios de evitar lo inevitable, de frenar este proceso, siendo evidentemente
cada vez más impotentes para ello.
Más allá está Bolivia, el escenario donde el Che y sus
compañeros guerrilleros libraron su epopeya.
El Che murió, pero en el corazón del pueblo boliviano quedaron sus
sentimientos, quedaron sus ideas, quedó su ejemplo. Fruto de la lucha del Che y de su sacrificio
heroico, es la profunda radicalización que se observa en las masas obreras,
campesinas y estudiantiles de Bolivia.
De manera que en Bolivia tenemos un pueblo
revolucionario, convulsionado, radicalizado, que no admite comedias y que exige
una revolución radical, que exige una revolución profunda, que exige una
revolución verdadera. Y es el pueblo que
sale a la calle a combatir las amenazas de golpe fascista. Y es el pueblo que exige la depuración de las
responsabilidades de los elementos fascistas que todavía visten el uniforme
militar. Es el pueblo que exige castigo
para los esbirros, para los que tuvieron responsabilidad en los asesinatos de
mineros, de obreros, de campesinos y de estudiantes. Es un pueblo que exige responsabilidad a los
que fueron cómplices de la CIA en la represión, en los asesinatos de los
guerrilleros, y en el asesinato del Che.
Es por eso nuestra apreciación de que en Bolivia hay
un proceso revolucionario también, por el grado de radicalización y la
formidable toma de conciencia de las masas.
Con respecto a la dirección de ese proceso, no nos
hemos manifestado. Hemos visto que los
imperialistas se preocupan, y cuando los imperialistas se preocupan por alguien
o están contra alguien, aunque sea por contradicciones no totalmente
revolucionarias, nosotros no les haremos ningún favor a los imperialistas.
De manera que aquí podemos decir o expresar nuestra
confianza en el proceso revolucionario peruano, en el gobierno peruano y en el
pueblo peruano. Nuestra confianza en el
proceso revolucionario chileno, en el movimiento de la Unidad Popular, en el
pueblo chileno y en el gobierno chileno.
Y nuestra confianza en los obreros, estudiantes y campesinos de Bolivia,
¡nuestra confianza en el pueblo de Bolivia!
(APLAUSOS)
Convulsionados están también los regímenes políticos
de Uruguay, Argentina y Brasil. Y todos
los días los cables traen noticias de los luchadores revolucionarios, de los
combatientes que en la clandestinidad se juegan la vida y derraman su sangre
luchando contra la opresión, y que nos recuerdan los días heroicos de nuestro
pueblo desde 1953 hasta 1959. Porque
todos los días prácticamente llegan noticias de acciones armadas o de
movimientos de masas, todos los días llegan noticias de jóvenes muertos en
combate con las fuerzas represivas. Y
evidentemente que esos gobiernos están en crisis frente al auge de la lucha
revolucionaria de los pueblos.
En crisis está el gobierno de Uruguay. En crisis muy seria y muy grave está el
gobierno de Argentina, donde hemos visto al gorila Lanusas o Lanusse —no
confundir con Llanusa (RISAS)—, el gorila Lanusse, que después de estar detrás
del trono quitando y poniendo gobiernos, de crisis en crisis, tuvo que asumir
la determinación de tomar directamente la responsabilidad del gobierno, para
ver cómo trata de sacar al ejército del problema tremendo en que lo ha metido,
de la situación crítica en que va cayendo; cómo trata de organizar una
componenda electoral que evite una salida revolucionaria al pueblo
argentino.
Nuestra apreciación es que sus esfuerzos son inútiles,
y que Argentina, lo mismo que Brasil, donde las oligarquías dominantes y
explotadoras acudieron a las formas más bárbaras para mantener su sistema, han
llegado al punto que Marx consideraba “la antesala de las revoluciones”: la situación en que
se han agotado los últimos métodos, los últimos procedimientos, las últimas
armas para mantener un sistema.
De manera que vemos claramente el desarrollo de la
crisis en Uruguay, en Argentina y en Brasil.
Todos los días los cables publican noticias de las
bárbaras torturas tipo Batista, tipo Ventura, que tienen lugar todos los días
en Brasil. Y todos sabemos que cuando
los sistemas dominantes y explotadores han llegado a esa situación, no tienen
salida posible.
De manera que una ola de radicalización, una ola
revolucionaria sacude el continente y amenaza seriamente el dominio
imperialista.
Ahora bien: ¿Cuál ha sido y cuál puede ser la
posición de Cuba en esta situación?
Cuba mantiene su línea, la de siempre: la de la Sierra
Maestra, la de Girón, la de todos los instantes, ¡la de la Primera Declaración
de La Habana y la de la Segunda Declaración de La Habana! Cuba mantiene su línea de apoyo a los
gobiernos revolucionarios y de apoyo también a los movimientos revolucionarios
en América Latina (APLAUSOS).
Los imperialistas, lógicamente, quisieran apaciguar a
Cuba, tranquilizarla, domesticarla, neutralizarla. Eso, desde luego, ¡ni soñarlo! Si lo soñaron alguna vez, mal soñado, porque
no debieron soñarlo nunca. Porque
también en la tradición de nuestro pueblo está la firmeza de principios, está
la intransigencia revolucionaria.
¿Que llevamos 10 años después de Girón? También los cubanos lucharon de 1868 a 1878,
10 años. Desgraciadamente, conocida es
la dolorosa experiencia del Zanjón: el derrotismo, el pesimismo,
condujeron a la deposición de las armas.
Claro, nuestro pueblo ha recogido esa experiencia, esa larga
experiencia. Por eso los americanos —mal
dicho los americanos, porque ya decíamos que ese nombre no es de ellos solos—,
los yankis (y cuando decimos yankis, decimos imperialistas), no tienen ningún
derecho ni ninguna base para soñar en ningún tipo de normalización de
relaciones con Cuba ni de conciliaciones con Cuba.
Explicamos esto, porque en estos días la demagogia de
míster Nixon rebasa todos los límites.
En una situación desesperada por las tremendas derrotas infligidas en
Indochina, donde míster Nixon empezó el gobierno con una guerra y ahora tiene
tres guerras —y las tres perdidas, y cada vez más perdidas—, maniobra
internacionalmente buscando desesperadamente un clavo ardiendo al que
agarrarse. Lo conocemos bien; demasiado
bien. Entre otras cosas, no olvidamos
que fue uno de los padres de la invasión de Girón, y uno de los responsables de
los 149 compañeros que perdieron su vida en Girón. No lo olvidamos.
Y así en una reciente entrevista por radio, hablando
de política internacional y de sus últimas filigranas diplomáticas,
refiriéndose a Cuba decía:
“Si la política cubana ante nosotros llegara a cambiar entonces
encararíamos la modificación de la nuestra ante Castro. Es decir, que daríamos un paso
adelante.” Prosiguió: “Mientras el Gobierno de La Habana no
cambie su política hacia nosotros no cambiaremos en nada la nuestra.” Después dice: “y
La Habana no ha dado ningún paso, por lo cual las relaciones con Cuba siguen
siendo un témpano.”
Desde luego, ya no es el lenguaje insolentón,
despectivo. Quienes un día soñaron
ponernos de rodillas hoy casi casi añoran un gesto de Cuba. ¡Pero tal gesto, míster Nixon —lo decimos con
la honradez que caracteriza a esta Revolución y a sus pronunciamientos— no
tendrá lugar en absoluto! (APLAUSOS)
Los imperialistas tienen acumulada una larga suma de
responsabilidades y de deudas contraídas con nuestra patria y con nuestro
pueblo. Incluso si no se contara lo que
nos hicieron desde la Guerra de Independencia, su intervención oportunista, su
Enmienda Platt, su apoderamiento de parte de nuestro territorio y de nuestra
riqueza, el saqueo a que nos sometieron durante casi 60 años, lo que nos han
hecho en los años recientes, después que deformaron la economía de nuestro
país, después que nos hicieron depender en absoluto de un solo producto que
tenía un solo mercado, nos quitaron el mercado azucarero y con ese mercado, con
esa cuota azucarera fueron de país en país sobornando a los gobiernos
reaccionarios y oligarcas, ofreciéndoles parte de nuestra cuota azucarera para
que votaran contra Cuba.
Detrás de todas esas maniobras de la OEA, detrás de
todos esos acuerdos, además de la criminalidad de la política yanki está la
bochornosa corrupción, el increíble soborno que hicieron a los gobiernos
oligarcas repartiéndoles la cuota azucarera de Cuba.
Los imperialistas yankis nos privaron de las materias
primas indispensables de nuestra industria, en muchos casos con procesos
tecnológicos adaptados a determinadas y exclusivas materias primas; nos
privaron de la posibilidad de repuesto de nuestras fábricas, de nuestras
locomotoras, de todos nuestros medios de transporte, que provenían, en su
inmensa mayoría, de Estados Unidos.
Los imperialistas nos obligaron a adquirir los
productos a 10 000 y 15 000 kilómetros
de distancia, de manera que aun contando con 52 barcos de transporte nuestro
país solo puede transportar apenas el 8% de todo lo que entra y sale del
país.
Los imperialistas nos persiguieron por todas partes,
bloqueando nuestras operaciones comerciales, impidiendo vender nuestros
productos, influyendo en todos los países donde tenían intereses —bien interés
como mercados compradores, bien como dueños de industrias, bien por influencia
política— obstaculizando la venta de los productos cubanos, entre otras las
ventas de nuestro níquel.
Los imperialistas con sus medidas boicoteaban los
barcos, encarecían los fletes hacia nuestro país, dificultaban la obtención de
transporte para traer nuestras mercancías.
Los imperialistas nos obligaban a pagar mas
caro, porque un país con las condiciones de Cuba tenía que ir a comprar y muchas
veces tenía que pagar un 20% ó un 30% más por cualquier producto.
Los imperialistas y sus agentes desplegaron durante
todos estos años un enorme esfuerzo por sobornar, por comprar, por seducir a
los agentes diplomáticos y comerciales de Cuba.
Los imperialistas desplegaron durante todos estos años
una gran actividad de espionaje.
Esto sin referirnos a las actividades que directamente
realizaron contra nosotros, las decenas y decenas de cargamentos de armas
lanzados en aviones en el Escambray, promoviendo la lucha de bandidos, que nos
costaron cientos de vidas, que nos costaron cientos de millones; las
infiltraciones, los sabotajes, los incendios como el de “El Encanto”,
explosiones como la de “La Coubre”; decenas de ataques piratas y de fechorías
de todo tipo cometidas contra nuestro país.
Y hoy precisamente estamos conmemorando el X aniversario del piratesco y criminal ataque de Girón.
Los imperialistas después nos hicieron vivir aquellos
difíciles días de octubre. Los
imperialistas movieron a sus títeres, movieron sus recursos, y promovieron
acuerdos de todo tipo contra nuestro país.
No lo olvidamos.
Ni olvidamos los crímenes cometidos contra otros pueblos hermanos; los
crímenes históricos contra Cuba y los crímenes históricos contra otros países
de América Latina; los crímenes históricos contra México, contra Centroamérica,
contra Santo Domingo.
No olvidamos el asesinato de Sandino —crimen
histórico—, los numerosos asesinatos cometidos, asesinatos políticos, contra
los dirigentes revolucionarios.
Y los crímenes contemporáneos de los imperialistas
tampoco los olvidamos:
el asesinato de Lumumba; el asesinato de Mulele; los asesinatos
masivos cometidos contra los comunistas de Indonesia, resultado de las intrigas
y de las conspiraciones de la CIA; los asesinatos de revolucionarios en países
de Africa.
No olvidamos la criminal intervención reciente en
Santo Domingo, donde desembarcaron sus tropas armadas hasta los dientes para
impedir la libre determinación del pueblo dominicano.
No olvidamos sus crímenes contra Corea. No olvidamos sus crímenes contra los países
árabes. No olvidamos sus crímenes
horrendos contra el heroico pueblo de Viet Nam y los demás pueblos de Indochina
(APLAUSOS).
No olvidamos los golpes reaccionarios de Argentina, de
Brasil y otros países, con sus secuelas de represiones sangrientas de obreros,
campesinos y estudiantes promovidas por el imperialismo.
Y ese es el imperialismo que representa míster
Nixon.
¿Qué tipo de arreglo, qué tipo de relaciones normales
puede haber de un país revolucionario como Cuba, en las condiciones que
desenvuelve su proceso Cuba, y ese imperialismo yanki y ese gobierno de
genocidas y ese gobierno gendarme y ese gobierno agresor?
Conciliar con el imperialismo para míster Nixon, o
relaciones normales, significa que Cuba renuncie a su solidaridad con los
movimientos revolucionarios y con los pueblos revolucionarios y con los
gobiernos revolucionarios. ¡Y Cuba no
renunciará —lo repetimos una vez más—, no renunciará jamás a la solidaridad con
los gobiernos revolucionarios y los pueblos revolucionarios y el movimiento
revolucionario! (APLAUSOS)
¡Hemos sobrevivido durante diez años, y sobreviviremos
el tiempo que sea necesario! ¡Hemos
resistido diez años —desde Girón—, y resistiremos el tiempo que sea
necesario!
Nos podemos permitir despreciar, ¡sí!, sencillamente
despreciar —porque nos han enseñado
a eso, porque afortunadamente nos han preparado para eso—, despreciar las
relaciones con el gobierno imperialista de Estados Unidos, despreciar las
relaciones con un gobierno de agresores, con un gobierno de genocidas, con el
gobierno imperialista de un imperio en decadencia además y en franca derrota en
todos los frentes internacionales.
Buenas relaciones con los imperialistas solo las podría
tener esta Revolución al precio de la claudicación, ¡y esta Revolución no
claudicará jamás! (APLAUSOS)
En un tiempo estábamos en la Sierra Maestra aislados;
en condiciones difíciles manteníamos la lucha.
Resistimos y salimos victoriosos.
Después que nuestro pueblo conquista el poder y se
inicia una nueva fase de la Revolución, los imperialistas nos aislaron, nos
dejaron igual que Batista nos dejó en la Sierra Maestra. Hemos resistido y resistiremos. Pero ya no estamos tan solos, ¡ya no estamos
solos! Otros pueblos inician el camino
revolucionario.
Relaciones normales con los imperialistas significaría
renunciar a nuestros deberes elementales de solidaridad con los pueblos
revolucionarios y los movimientos revolucionarios de América Latina.
¿Relaciones normales con los imperialistas, que
amenazan a los pueblos hermanos, que amenazan a otras revoluciones?
¿Cómo si nosotros estamos dispuestos a ir a luchar
junto a nuestros pueblos hermanos contra esos imperialistas y contra los
mercenarios de ese imperialismo se puede concebir ninguna idea de conciliación
o de relaciones normales con ese imperialismo?
¡De ninguna manera!
Y una vez más queremos fijar nuestras posiciones.
Algunos gobiernos latinoamericanos han planteado en la
OEA su condena a las agresiones o a las medidas contra Cuba. Está claramente la posición de Chile. Otros han planteado que cesen las
sanciones. ¿Sanciones a quién? ¿Quiénes son aquí realmente los
sancionados? ¿Quiénes debieran ser los
sancionados? ¡Los imperialistas yankis y
los gobiernos títeres que fueron cómplices de las agresiones contra Cuba!
Nosotros habremos sido sancionados por esa cohorte de bandidos, pero moralmente
nosotros nunca nos hemos sentido sancionados.
¡Moralmente e históricamente los únicos sancionados son ellos! Y desde luego que nosotros no pensamos
levantar —ni nadie puede levantar— esas sanciones morales e históricas contra
el imperialismo y sus secuaces. Esa es nuestra
posición (APLAUSOS).
Los imperialistas y los títeres están condenados por
la historia.
Nosotros creemos que cuando el gobierno de Chile
adopta la línea de dar allí una batalla actúa correctamente. Dentro de las condiciones de Chile, Chile
libra su batalla en la OEA. No han
botado al gobierno chileno de la OEA como a nosotros nos botaron. Y estamos fuera, ¡nos sentimos magníficamente
bien fuera de la OEA! (APLAUSOS) No tenemos que rendirle ninguna cuenta al
imperialismo ni a la OEA. Nos sentimos
mejor fuera de la OEA que dentro de la OEA.
¡Nos sentimos más honrados y más ligeros y más satisfechos y más libres
fuera de la OEA que dentro de la OEA!
Además, ¿cómo nos van a poder admitir en la OEA si
nosotros decimos que estamos con los gobiernos revolucionarios? ¿Si nosotros, además de decir que la OEA es
una sentina inmunda, asquerosa y desprestigiada (APLAUSOS); si nosotros, además
de decir que la OEA produce vómitos en nuestro país —el nombre de la OEA—,
además declaramos que hemos apoyado, apoyamos y seguiremos apoyando a los
movimientos revolucionarios en América Latina?
(APLAUSOS) ¡Ni somos ni seremos
de la OEA!
Un día dijimos: bueno, si quieren que boten a los
imperialistas de la OEA, que boten a los títeres de la OEA. Pero es que históricamente la OEA tiene que
desaparecer, porque la OEA en sí misma es expresión histórica del grado de
balcanismo y de división que los imperialismos han introducido en América
Latina, puesto que no debiera existir una Organización de Estados Americanos, o
latinoamericanos, sino una Unión de Estados Latinoamericanos. ¡Unión, no Organización! (APLAUSOS)
y para que exista unión
tiene que haber primero revolución en cada uno de los países de América
Latina.
La unión no se producirá por acuerdo un día a una hora
determinada. Será un proceso histórico
en la medida en que se tome conciencia de este fenómeno, en la medida en que
los pueblos se liberen y en la medida en que comprendan que para cada uno de
nuestros pueblos hay una sola verdad: solo hay porvenir en la unión, solo
hay salvación en la unión.
Será un proceso histórico largo, de integraciones
parciales de tipo económico, hasta que un día —es ley de la historia—, algún
día, perteneceremos a una unión de los pueblos de América Latina. Unión económica y unión política de los
pueblos latinoamericanos (APLAUSOS).
Hoy día las distancias han desaparecido. De La Habana a Buenos Aires se llega mucho
más rápido hoy, tres veces, cuatro veces más rápido que lo que tardaba en
llegarse a principios de siglo de Santiago de Cuba a La Habana. La distancia ya no existe. Los medios de comunicación, fabulosos. Más toda la tradición, más toda la comunidad
cultural, lingüística, comunidad de intereses, promueven inexorablemente la
unión de nuestros pueblos.
La Revolución Bolchevique fue un extraordinario
acontecimiento histórico, el más extraordinario acontecimiento de este siglo, y
tal vez de este milenio. Ahora, la
revolución tiene lugar en un inmenso país de 170 millones de habitantes, con
inmensos recursos naturales. Si la
revolución hubiese tenido lugar en Bielorrusia, en una de las muchas
nacionalidades, de las pequeñas nacionalidades que hoy integran la Unión
Soviética, el proceso revolucionario aquel, aquel acontecimiento histórico no
habría tenido la trascendencia enorme que tuvo, que tiene hoy, que hace posible
el desarrollo de enormes recursos económicos, que hace posible el desarrollo de
ingentes recursos militares para hacer frente a la amenaza imperialista, que
hace posible el inmenso desarrollo tecnológico que le permita la conquista del
espacio, luchar con el imperialismo yanki y vencerlo en la conquista del
espacio.
El imperialismo yanki es nada menos que vecino
nuestro, está al lado nuestro, ha estado influyendo en nuestro destino durante
200 años. Seguiría ejerciendo una
decisiva y aplastante influencia en el destino de nuestros pueblos en la medida
en que seamos incapaces de unirnos.
De manera que por ley de la historia nuestros pueblos
están llamados a unirse. Y esa será la
tarea de los revolucionarios latinoamericanos, esa será tarea de las futuras
generaciones. No sería extraordinario
incluso que nuestros niños de hoy llegaran a conocer ese acontecimiento,
llegaran a vivir esa realidad. Eso está
señalado inexorablemente por la historia.
Y por eso nosotros, a las futuras generaciones debemos
enseñarlas con esa conciencia, debemos desarrollarles lo más ampliamente ese
sentimiento internacionalista y, además, latinoamericanista; ese sentimiento
que se expresa en la sangre donada al pueblo peruano; ese sentimiento que se
expresa en nuestra voluntad de correr a luchar junto al hermano pueblo chileno,
sencillamente porque esos sentimientos están ya en nuestras mentes, esos
sentimientos están en nuestros corazones, esos sentimientos están en nuestra
sangre.
Ha tenido nuestro país el privilegio de ser el
primero, el privilegio de poder profundizar en su conciencia política, en su
conciencia revolucionaria. Corresponde a
nuestro país una gran responsabilidad, corresponde a las generaciones venideras
seguir el camino trazado en nuestras luchas por la independencia, seguir el
camino trazado por Martí en Dos Ríos, seguir el camino trazado por los
combatientes y los héroes de Girón, seguir el camino que nos trazan las
realidades del mundo en que vivimos, seguir el camino que nos trazan las leyes
de la historia.
Por eso nosotros creemos que ya este X aniversario de Girón marca un cambio
cualitativo en la situación de América Latina.
Y deberá marcar también un cambio cualitativo en el desarrollo de
nuestra conciencia internacionalista, en el desarrollo de nuestra conciencia
latinoamericanista. Y debemos orientar
nuestra escuela en ese sentido, y debemos orientar nuestros estudios en ese
sentido, y debemos orientar nuestro movimiento cultural en ese sentido, y
debemos empezar a orientar toda nuestra formación y la formación de las futuras
generaciones, la formación de nuestra actual generación de niños, por ese
camino.
Así que para nosotros este X aniversario de Girón se conmemora bajo los auspicios de un
crecimiento del movimiento revolucionario y una ola de radicalización
revolucionaria de América Latina; se conmemora en un momento en que ya no es
solo Cuba: en que otros pueblos siguen
ese camino; y se conmemora en un momento en que la lucha por la liberación de
los pueblos toma auge, y cuando las tareas futuras de nuestro pueblo se
vislumbran con toda claridad; se conmemora con la enorme satisfacción de tener
una representación de un pueblo hermano, a cuyo simbolismo se une la
representación de otros pueblos revolucionarios, como la representación del
hermano pueblo de la república
Democrática Alemana, en la persona de su Ministro de Defensa (APLAUSOS), y la
representación de los heroicos combatientes vietnamitas (APLAUSOS).
Nuestras fuerzas armadas y nuestros combatientes
todos, nuestro pueblo todo, deben seguir esforzándose como hasta hoy,
superándose incesantemente en el terreno técnico y en el terreno político. Pensemos que ya tenemos el deber de
prepararnos no solo para nosotros, no solo para defender nuestra tierra, no
solo para defender nuestra patria
—nuestra patria chica, digamos,
que es Cuba—, sino también para expresar nuestra solidaridad, en el terreno que
sea necesario, con relación a los pueblos de América Latina (APLAUSOS).
Nuestras fuerzas armadas han adquirido un amplio
dominio de la técnica, han desarrollado formidables instituciones
educacionales. Hemos tenido esa
posibilidad de avanzar en ese campo. Y
en ese terreno, sin duda que algún día nos veremos en la necesidad de prestar
asistencia técnica a otros pueblos revolucionarios de América Latina, de
prestarles nuestro apoyo, y nuestro apoyo lo mismo en el orden técnico.
En estas mismas instituciones posiblemente en el
futuro haya también estudiantes de otros pueblos revolucionarios de América
Latina, ¡seguro! Por eso cuando vemos
que se desarrolla el ITM y otras escuelas pensamos que deben desarrollarse no
solo para los cubanos, sino también para los latinoamericanos (APLAUSOS).
Y con relación a América Latina, en el momento y hora
que otros pueblos revolucionarios hermanos lo soliciten: asistencia técnica, como técnicos o
como soldados, ¡como soldados!
(APLAUSOS) Como el más sagrado de
los deberes: como
combatientes.
Por eso, compañero Volodia Teitelboim, expréseles al
pueblo chileno, a la Unidad Popular, y al gobierno que preside Salvador
Allende —desinteresadamente,
fraternalmente, con el espíritu de Girón—, que cuando lo necesite puede contar
con nuestra azúcar (APLAUSOS), y cuando lo necesite puede contar con nuestra
sangre (APLAUSOS), y cuando lo necesite puede contar con nuestras vidas.
¡Vivan los héroes de Girón! (EXCLAMACIONES DE: ”¡Vivan!”)
¡Viva el internacionalismo proletario! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva la solidaridad con los pueblos de América
Latina! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)