DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ESTADIO DE RANCAGUA, CHILE, EL 24
DE NOVIEMBRE DE 1971
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Trabajadores,
campesinos y vecinos de Rancagua:
Ha sido breve nuestro recorrido por esta zona, por
esta provincia —solo unas horas—,
tratando de recoger al máximo las impresiones, de conocer al máximo la región y
el esfuerzo de ustedes.
Hemos tenido oportunidad de visitar la mina El
Teniente muy conocida en todo el mundo, muy conocida en nuestro país, de
dialogar con los obreros. Hemos tenido
también oportunidad de conversar con los trabajadores y los vecinos de Coya, y
hemos asistido a la inauguración del local del sindicato industrial de Sewell y Minas.
Ahora nos encontramos aquí reunidos en este acto de
masas, todo en una sucesión ininterrumpida de actos que apenas da tiempo ni
para respirar. Pero hemos pasado por esa
Plaza de Rancagua, hemos tenido oportunidad de conocer el histórico lugar, la
famosa plaza donde los luchadores chilenos por la independencia libraron una de
las más heroicas batallas de aquella época.
Nos recordaban las hazañas de los libertadores y la singular proeza de
Bernardo O'Higgins, el combate contra fuerzas diez veces superiores, el cerco
de las fuerzas patrióticas chilenas, los dos días de combate, el 1ro y 2 de
octubre de 1814.
Han transcurrido más de 150 años y todavía se recuerda
aquella frase: "O
vivir con honor o morir con gloria" (APLAUSOS).
Y esos hechos de la historia chilena nos recordaban la
historia de nuestra propia patria, sus luchas por la independencia, el desigual
combate de nuestros libertadores a fines del siglo pasado, cuando nuestro país
tenía una población que apenas rebasaba el millón de habitantes y tuvo que
enfrentarse a 300 000 soldados españoles; soldados españoles o voluntarios al
servicio del ejército español, que de todo ha habido en todas las épocas y en
todas las naciones. Eran la vanguardia
del pueblo.
Alguien mencionó aquí la lucha de Céspedes, el Grito
de Yara, el 10 de Octubre de 1868,
cuando todavía nuestra isla, última colonia en América Latina, última colonia
española, todavía mantenía el sistema de la esclavitud. Y aquel día memorable de proclamación de la
independencia, se proclamó la libertad de los esclavos. Y muchos de los primeros soldados del
ejército independentista habían sido esclavos.
Y aquella lucha se prolongó durante 10 años. Y al cabo de aquella epopeya nuestra patria
sufrió un revés, una tregua que se llamó el Pacto del Zanjón, en virtud del
cual se hicieron algunas concesiones y cesó la guerra.
Fue en aquellos instantes que uno de los más
prestigiosos combatientes de nuestra independencia, el general negro Antonio
Maceo, llevó a cabo lo que nuestra historia conoció con el nombre de la
Protesta de Baraguá. En un lugar de la
provincia de Oriente dijo que él no aceptaba aquella tregua, que él no aceptaba
aquella paz, que él no se consideraba en paz ni comprometido por aquel
acuerdo.
y efectivamente, prosiguió la lucha interrumpida a
veces, pero tenaz siempre, hasta que de nuevo en 1895 se reanuda la lucha por
la independencia de nuestra patria.
y fue precisamente aquel general Maceo uno de los más
destacados, de los más brillantes, junto con un dominicano, Máximo Gómez —que
llegó a ser general en jefe de las fuerzas cubanas en las luchas por la
independencia. Llevaron a cabo una de
las más grandes proezas militares: la invasión de la isla desde oriente
hasta occidente, combatiendo contra el ejército aguerrido de la que era en
aquel tiempo potencia europea de considerable fuerza. Y soldados realmente valerosos y combativos lucharon
contra cientos de miles de soldados españoles y atravesaron la isla nuestra,
que es también larga y estrecha. ¡La
atravesaron combatiendo de un extremo a otro!
También nuestros libertadores, que llamábamos
mambises... Y ese nombre de mambí era un
nombre que le había aplicado el enemigo, era un nombre despectivo. Pero aquel nombre, por la causa que
representaba, terminó convirtiéndose en un nombre de orgullo para nuestros
combatientes. Y después se llamaba el
ejército mambí. Y también aquel ejército
tenía un lema similar a este lema de: "O vivir con honor o morir con
gloria.” Y ese lema era: "Independencia
o Muerte" (APLAUSOS). Ello
representó siempre la disposición de nuestros pueblos.
Pero aquella lucha no terminó en la independencia de
Cuba. Aquellos 30 años de heroicos
esfuerzos, de increíbles esfuerzos, concluyeron en lo que se conoció como la
intervención americana.
Eso de la intervención americana por las razones que
ustedes conocen:
porque los del Norte se consideraron en el derecho de llamarse
americanos, como si la América fuera de ellos.
Pero lamentablemente no solo adoptaron el nombre de americanos, sino que
quisieron ser dueños reales de América.
Nosotros recordamos siempre las palabras de Martí,
escritas desde los campos de batalla.
Martí desembarca al inicio de la Guerra de Independencia en 1895, se une
a las fuerzas libertadoras. El había
organizado el partido de la independencia, que lo llamó el Partido
Revolucionario Cubano; él había sido elegido delegado de aquel Partido. Fue alma de la organización de aquella
lucha. Reunió los hombres, reunió los
combatientes de la guerra de 1868, reunió los recursos.
y cuando estaba próxima a iniciarse aquella lucha, tres
barcos cargados de armas fueron capturados y confiscados en los puertos de
Estados Unidos. Se vieron en la
necesidad de desembarcar en Cuba prácticamente sin armas.
Por el sur de Oriente llegaba Martí en un bote,
acompañado de Máximo Gómez y otros combatientes; por el norte de la provincia
desembarcaba Maceo, pero al cabo de algunos meses tenían ya miles de hombres
unidos a ellos.
Siguieron un camino dificil en los primeros días y las
primeras semanas. Y Martí, el 19 de
mayo, en un lugar conocido por Dos Ríos; él, en un combate entre fuerzas
cubanas y españolas, acompañado de su ayudante; él, filósofo, poeta,
intelectual de los más preclaros que ha dado este continente, hombre de
extraordinaria sensibilidad, de enorme cultura, de un patriotismo a toda
prueba, de un pensamiento latinoamericanista; aquel patriota, aquel dirigente,
cuando llegó la hora de la lucha, cuando presencia el primer combate, repito,
junto a su ayudante, cargó contra las filas enemigas, avanzó hacia ellas, atacó
y murió heroicamente aquel 19 de mayo.
Pero el día antes de su muerte había escrito una
carta, y en ella expresaba un pensamiento que está en la introducción de la
Segunda Declaración de La Habana.
El había dicho en esa carta: "Conozco al monstruo porque viví
en sus entrañas.” El dijo en esa carta,
vísperas de su muerte:
"Todo cuanto he hecho hasta hoy y haré es para impedir que
Estados Unidos se apodere de Cuba y caiga con esa fuerza más sobre los pueblos
hermanos de América Latina.” El decía: "...sobre los
pueblos hermanos de América" (APLAUSOS).
La guerra duró tres años. Las fuerzas españolas estaban virtualmente
agotadas. Y entonces se produce en ese
momento, después de tantos y tantos años de lucha, la intervención de Estados
Unidos, que se presentó, desde luego, como amigo de los cubanos, como amigo de
los luchadores cubanos por la independencia.
Desembarcan sus tropas ayudados por los cubanos, atacan la ciudad de
Santiago de Cuba, y la escuadra norteamericana —incomparablemente más poderosa
que la española ya en aquel tiempo— bloquea los mares, y al fin y al cabo
cosechan los frutos de la lucha de nuestro pueblo.
Desembarcan como amigos. Y en dos años, por un lado, convocan a una
Asamblea Constituyente; y por otro, licencian al ejército cubano. Y cuando estaba reunida la Asamblea Constituyente,
elaborando la que sería Carta Magna de la República de Cuba, se reúne el
Congreso de Estados Unidos y adopta una resolución en virtud de la cual Cuba
debía dar bases carboneras para sus barcos de guerra, entregar una parte del
territorio —la parte donde hoy está la base naval de Guantánamo— y, además, una
enmienda en la Constitución de la República, en la Carta Magna de nuestra
patria, la cual establecía el derecho de Estados Unidos a intervenir con sus
tropas en Cuba en cualquier caso de desorden, en cualquier caso que no
estuvieran garantizados los bienes y las propiedades. Y le pusieron a nuestra Constitución lo que
se llamó la Enmienda Platt, que les daba derecho constitucional a desembarcar
en Cuba cuantas veces les viniera en gana.
Y efectivamente, más de una vez lo hicieron.
Así nace a la llamada "vida independiente"
la República de Cuba. Y los delegados de
la Asamblea Constituyente, donde no obstante que asomaban allí ya sus narices
algunos agentes, algunos proyankis, algunos proimperialistas —como ha ocurrido
en todas partes—, había una mayoría de patriotas, una mayoría de
luchadores... Pero los colocaron en una
situación tal que era la siguiente: licenciado el Ejército Libertador, o
aceptaban aquella independencia disminuida, o tenían que resignarse a la
ocupación permanente de Cuba por las tropas norteamericanas. Y no les quedó otra alternativa que aceptar
aquella enmienda constitucional.
Ahora bien: aquellos escrúpulos legales de los
imperialistas se explican un poco en los primeros tiempos. Ya se iniciaban como gran potencia imperial,
pero tenían algunos escrúpulos legales.
Pedían permiso, o mejor dicho: exigían o imponían una cláusula legal
que les diera permiso constitucional.
Al amparo de ese permiso intervinieron más de una vez
en nuestra patria. Pero sin cláusulas
constitucionales de ninguna índole intervinieron en México, intervinieron en
Panamá, intervinieron en Nicaragua, intervinieron en Haití e intervinieron en
Santo Domingo varias veces.
Del imperialismo aquel al de ahora, véase la
diferencia: cómo
sin ninguna Enmienda Platt y sin ninguna cláusula constitucional cuando el
pueblo dominicano después de decenas de años de tiranía se levanta y combate
heroicamente, y ha derrotado virtualmente al régimen, entonces 40 000 soldados
de infantería de marina yankis desembarcan en Santo Domingo. Y también el consabido pretexto: defender vidas y
haciendas. Enviaron sus aviones, sus
acorazados, sus helicópteros, sus tanques y el armamento moderno.
Y es conocida la historia heroica con que los
revolucionarios dominicanos resistieron el cerco durante meses enteros, con el
valor y el patriotismo ejemplar con que se mantuvieron allí firmes. Pero es el hecho de que con motivo de la
intervención en nuestras luchas por la independencia se apoderaron de Puerto
Rico. Y la lucha de Cuba, que se inició
en 1895, fue una lucha por la independencia de Cuba y de Puerto Rico, porque
Puerto Rico era también otra isla que estaba en manos de España.
Aquella guerra terminó con la intervención en Cuba y
la Enmienda Platt, la base de Guantánamo y las bases carboneras, la ocupación
de Puerto Rico, país latinoamericano que ha sufrido más de medio siglo de un
plan consciente y deliberado de destruir su cultura, de destruir su
nacionalidad, sin haberlo logrado.
Lo extraordinario es que ese pequeño pueblo, esa
pequeña isla puertorriqueña, haya resistido durante más de medio siglo el más
grande intento que se pueda conocer de destruir sus valores espirituales, sus
valores patrióticos y sus valores morales.
También con motivo de aquella intervención se apoderaron de Filipinas y
de otros lugares.
Nuestra pequeña patria se vio enfrentada al tremendo
problema de la política expansiva, agresiva e intervencionista del imperialismo
que estaba llamado a convertirse en el curso de 40 años en la potencia
imperialista más poderosa y agresiva que haya conocido
la humanidad.
Se habla de las guerras pasadas. Pero todo el mundo sabe que, por ejemplo,
sobre Viet Nam, solo sobre Viet Nam se han lanzado dos veces más bombas que todas
las que se lanzaron sobre Europa en la Segunda Guerra Mundial. Se sabe eso.
Y a nuestro país le correspondió la circunstancia de vivir al lado de
aquella enorme potencia, que inmediatamente se apoderó de todo —¡de todo!—: de las
minas, de las tierras más fértiles, de todos los recursos, de todos los
servicios públicos: electricidad,
teléfonos, ferrocarriles, industrias básicas.
Y no solo industrias básicas sino numerosas industrias ligeras. Dueños de la mayor parte de los centrales
azucareros, establecieron un dominio absoluto sobre nuestra patria, tanto de
orden político como de orden económico.
¿Qué país podía desarrollarse en aquellas
circunstancias? ¿Qué país podía incluso
adquirir una personalidad internacional?
Nosotros recordamos que en los libros de texto de
Estados Unidos, en el territorio norteamericano, Cuba no aparecía como un
territorio aparte. En los libros de
texto en que estudiaban los colegiales norteamericanos, en los mapas aparecía
Cuba con el mismo color en que estaba el territorio norteamericano. Incluso en todo el mundo a nuestro país se le
consideraba una factoría yanki. Además
de todo eso, convirtieron a nuestra patria en un lugar de placer. Es decir, no solo se apropiaron de los
recursos naturales, de las industrias básicas y todo lo que se construyó allí
fue en servicio de sus intereses económicos, sino que desarrollaron además en
nuestro país la prostitución a escalas increíbles. Baste decir que había decenas y decenas de miles
de mujeres que por las condiciones sociales y la corrupción establecida por el
imperialismo, y sobre todo la situación de hambre y miseria, se vieron
obligadas a vivir de la prostitución.
Nuestra patria estaba llena de garitas, de casinos de
juego. Era centro de tráfico de
narcóticos de todo tipo. Y allí
marchaban a divertirse los imperialistas.
Sucedían cosas increíbles: visitas, por ejemplo, de barcos
militares. ¿Y qué hacían en algunas
ocasiones? Se encaramaban en la estatua
de Martí, allí se retrataban y hacían cosas impronunciables en la estatua de
Martí.
Nosotros sabemos el patriotismo de los chilenos, y
sabemos que ustedes comprenderán perfectamente bien qué clase de humillación y
de dolor todo esto significaba para el pueblo cubano. Claro, los obreros, los estudiantes y los intelectuales,
indignados protestaban. Pero siempre
había que, desde luego, era una cosa individual, que no era una
responsabilidad, etcétera, etcétera.
Pero los imperialistas establecieron y desarrollaron la prostitución en
nuestra patria. Y no solo eso. Había un comercio de esa índole. Y los reaccionarios, los oligarcas, apoyaban
esa política, porque a los reaccionarios y a los oligarcas los valores humanos
les importan un bledo.
¡Cómo les gusta hablar de los valores humanos! ¿Pero qué clase de valores humanos fueron los
que le depararon a nuestro pueblo?
(APLAUSOS.) ¿Qué clase de ultrajes fueron los que le depararon a nuestro
pueblo? ¿Y qué clase de libertades
fueron las que conoció nuestro pueblo?
No les importa el ser humano en absoluto. Y si pueden ganar dinero vendiendo mujeres,
venden mujeres. Y si pueden ganar dinero
vendiendo niñas, venden niñas. Y nuestro
país conoció cosas tan dolorosas como ver niñas de 14 y 15 años en los
prostíbulos, corrompidas por los reaccionarios, por los oligarcas,
sencillamente para que se divirtieran los turistas yankis, los marinos
yankis. Y la zona de Guantánamo, la
ciudad de Guantánamo conoció todo eso.
Hechos similares a esos: desarrollar el vicio, desarrollar
todos los vicios. ¿Qué les podría importar?
¿Dónde están los valores éticos? ¿Dónde están los valores morales de los
explotadores, de los monopolistas, de los imperialistas?
En nuestro país, además, al triunfo de la Revolución
había medio millón de personas sin trabajo.
En nuestro país había 10 000 maestros sin empleo. Y el 60% de la población escolar no tenía
escuelas, y del otro 40% que iba a la escuela, no llegaba al sexto grado ni un
10%. En nuestro país había casi un
millón de analfabetos.
Esos son los derechos que nos deparan. Esas son las libertades que nos deparan.
Entonces el ser humano ignorante, humillado, proscrito
virtualmente de la sociedad, no sabía ni firmar su nombre. Imagínense un ser humano pobre, descalzo, con
las ropas raídas, con los hijos muriéndose de hambre, sin maestros, sin
hospitales, sin trabajo, sin nada, que no supiera ni firmar.
Esa era la libertad que nos deparaban. Esos eran los valores humanos que ellos
defendían.
Porque nuestro país conoció todo eso. Lo conoció en su propia carne y lo conoció muy
de cerca.
Y cuando los campesinos se reunían para protestar
porque les arrebataban sus tierras los latifundistas yankis, cuando las grandes
compañías los desalojaban o cuando los explotaban, allá iba la represión más
brutal; y cuando los obreros se reunían para reclamar sus derechos, allá iba la
represión más brutal:
y cuando los estudiantes se reunían para protestar, allá iba la
represión más brutal.
Nuestra patria conoció 50 años de abusos, de
atropellos, de crímenes, de injusticias de todo tipo. Y se mantenía aquel sistema a base del crimen,
sencillamente del crimen y de la corrupción.
Y los políticos estaban por entero al servicio de los monopolios,
corrompidos, millonarios, saqueaban al país de cabo a rabo.
Es decir que los imperialistas no solo saqueaban a la
nación, sino que con algunas migajas, de lo poco que quedaba, de eso todavía
mantenían toda una plaga de politiqueros, de funcionarios corrompidos que
estaban por entero a su servicio.
Esa era la situación de nuestra patria. Esos son los valores éticos y morales. Esos son los derechos humanos de los
oligarcas, de los reaccionarios y de los imperialistas, que cuando ven que todo
eso está en peligro, que cuando ven que toda esa dominación histórica amenaza
con desaparecer, entonces pierden la cabeza, pierden los controles y lo pierden
todo. Entran en una terrible
desesperación y son capaces de las más increíbles fechorías. ¡Son capaces de las más increíbles traiciones,
son capaces de los más ruines y arteros manejos! Y eso se manifiesta en todo. Y una demagogia y una hipocresía infinitas,
infinitas, porque tratan de ocultar todas esas realidades.
Y cuando la Revolución triunfa en nuestro país, ¡ah!,
tenían todavía otros medios. El pueblo
cubano decidió un día poner fin a todo aquello.
Y le pone fin a todo aquello.
Pero ponerle fin a todo aquello no era más que comenzar un largo y duro
camino. Aquel desafío del pueblo cubano
al poderoso imperio tenía naturalmente que costar su precio.
Y los imperialistas no estaban dispuestos a perder
todos aquellos privilegios, todo aquel dominio.
Pero no se trataba solo de los factores de orden material, sino de los
factores políticos. No estaban
dispuestos a permitir que un pueblo latinoamericano se sacudiera el yugo al
ciento por ciento. ¡Y nosotros nos
sacudimos el yugo imperialista al ciento por ciento! (APLAUSOS.) Ellos no estaban dispuestos a
permitirlo.
Y comenzó entonces la historia más conocida por
ustedes: supresión
total de la cuota azucarera, supresión total de los mercados, supresión total
de toda venta de piezas de repuesto. Y
el 80% o el 90% de las maquinarias de nuestro país eran de procedencia
norteamericana: las
locomotoras, los automóviles, los camiones, los equipos de las fábricas,
¡todos!; los equipos de las industrias termoeléctricas, ¡todo! Y ustedes saben perfectamente bien lo que son
las piezas de repuesto. Cualquier obrero
lo sabe. Sobre todo cuando un país no
produce acero, cuando un país no tiene industria mecánica y cuando un país no
tiene ni torneros —como no teníamos
prácticamente nosotros, porque nuestra modesta industria mecánica ha nacido
después de la Revolución—, lo que significaba aquello para el país.
Pero nuestro país no tenía, además, carbón; nuestro
país no tenía petróleo. Todo el petróleo
tenía que venir de fuera, todo el petróleo.
Y le suprimieron de la noche a la mañana todos los abastecimientos de
petróleo, todos. Hicieron virtualmente
todo lo necesario para hundir y aplastar a un pueblo pequeño como el pueblo
cubano.
Pero eso no era todo.
Se inició de inmediato la política de llevarle los técnicos y los
obreros calificados. ¿Cómo podía
compararse la situación de un país que tenía en ese momento medio millón de
desempleados, cuyos salarios eran salarios de hambre, cómo podía compararse con
el standard de vida que tenía la potencia imperialista más rica y más
desarrollada? Abrir de par en par las
puertas a Estados Unidos, para iniciar...
Ellos han hecho sistemáticamente el saqueo de las inteligencias. Y a los pueblos de América Latina les llevan
todos los años miles de sus mejores ingenieros, de sus mejores médicos, de sus
mejores investigadores. Así no se puede
desarrollar ningún país, así no se puede desarrollar la América Latina, porque cada
vez que tiene un cerebro descollante, lo contratan, lo alquilan o lo
compran.
Frente a eso, la ausencia de patriotismo que las
oligarquías han creado en muchos sectores del país. Porque, claro, la oligarquía es el
antipatriotismo, la oligarquía es la aliada del imperialismo, la oligarquía es
la destructora de los valores patrióticos.
Y donde no hay valores patrióticos, donde esos valores no son sólidos,
no son arraigados, entonces es más fácil para los imperialistas convencer a ese
técnico nuevo que descuella, a ese médico, a ese ingeniero, a ese
investigador. Y le llevan a la América
Latina miles y miles, todos los años, de las inteligencias más preparadas.
Ahora, a Cuba le hicieron algo más: abrieron de par en par las puertas
para llevárselo todo. Incluso baste
decir un ejemplo que demuestra dos cosas: por un lado la falta absoluta de
escrúpulos de los imperialistas, y por otro lado hasta dónde ellos con su
propaganda ideológica durante 50 años habrían debilitado el espíritu patriótico
de la nación cubana, hasta dónde, que de 6 000 médicos que había en Cuba en
1959, se llevaron 3 000, ¡tres mil médicos!
Yo creo que ningún país conoció jamás semejante saqueo de médicos.
Eso unido al bloqueo total, a la prohibición de venta
de cualquier alimento y de cualquier medicina.
En esa situación se vio nuestra patria.
Y no solo eso: apenas hicimos la Ley de Reforma
Agraria, apenas la hicimos, comenzaron a preparar la invasión de Bahía de
Cochinos. Y no habíamos hecho más que la
Ley de Reforma Agraria.
Nosotros, conversando con los obreros de la CUT, les
decíamos ayer que antes del triunfo de la Revolución Cubana revísese, búsquese
todos los periódicos, todas las bibliotecas, y verán que jamás se pronunció la
palabra reforma agraria. Es más: quien hablara de
reforma agraria era considerado un rojo incorregible, un comunista infernal, un
hombre digno del fusilamiento, de la horca, de la cárcel, de todo. ¡Hablar de reforma agraria!
Claro que en Cuba la United Fruit tenía cientos de miles de hectáreas de las mejores
tierras. Y cuando se produce la Ley de
Reforma Agraria en Cuba, inmediatamente esos intereses se movieron en el
Pentágono y en el gobierno y se empezó a organizar la invasión de la Bahía de
Cochinos, inmediatamente, unido a todos los demás actos de sabotaje.
Hubo casos en que un barco explotó, un barco que venía
con armas que se habían adquirido en Bélgica: el barco "La Coubre". Y explotó, matando a casi 100 obreros y
soldados que estaban desembarcándolo.
Esto sin contar los heridos, sin contar los heridos; edificios incendiados,
grandes tiendas, obreros que se quemaron vivos, obreros que se quemaron vivos
en edificios incendiados. Planes de
descarrilamientos de trenes, bombas en centros termoeléctricos, en industrias
químicas. ¡Cuántas cosas se les ocurrió!
Entrenaron miles y miles de contrarrevolucionarios en
Estados Unidos; les dieron las técnicas más modernas.
La CIA desarrolló industrias especialmente creadas
para la subversión en Cuba, para el sabotaje en Cuba: equipos modernísimos de sabotaje,
explosivos de alto poder, mecanismos que permitían todo tipo de flexibilidad,
todo tipo de operaciones; medios electrónicos de los más modernos; lanchas
rápidas para poder desembarcar. Y en
nuestro país prácticamente no había una noche durante muchos años en que no se
produjera una infiltración de mercenarios por nuestras costas.
Organizaron bandas contrarrevolucionarias en las
montañas del Escambray. Y en un momento
dado habían organizado bandas contrarrevolucionarias, bandas armadas en las
seis provincias del país, en un momento dado, con todos sus medios. Hicieron cientos de desembarcos de armas y
explosivos; hicieron además cientos de lanzamientos de armas en
paracaídas. Todo esto antes de la
invasión de Girón.
Nuestros obreros, nuestros campesinos, nuestros estudiantes,
nuestro pueblo entero tenía que estar movilizado.
Nosotros no pudimos vivir este período que han estado
viviendo ustedes. Hay que decir, además,
que nosotros no teníamos siquiera un movimiento obrero organizado, porque al
movimiento obrero los gobiernos que precedieron a Batista, y Batista, lo habían
destruido; habían tomado los sindicatos por asalto y habían impuesto allí
dirigentes oficiales.
No tuvimos esa gran ventaja que tiene hoy el pueblo
chileno de contar con un movimiento obrero organizado, veterano de grandes
luchas y de grandes experiencias. Esa es
una ventaja extraordinaria. Y nuestro
pueblo en aquellas condiciones tuvo que dedicarse prácticamente a sobrevivir.
Ustedes habrán oído hablar de las organizaciones de
masa. Ustedes habrán oído hablar de los
Comités de Defensa de la Revolución, de los cuales tanto han hablado los
imperialistas. Y por algo han hablado: porque les dolió
duro, duro, duro.
Nosotros llegábamos de las Naciones Unidas, y en un
acto de recibimiento multitudinario, en la ciudad de La Habana, un gran acto de
masa, mientras yo hablaba explotaron cinco bombas,
¡cinco bombas! Usted iba hablando y, de
repente, "pam", un bombazo. Había que esperar que el eco terminara y
seguir hablando. A los pocos minutos otra
bomba. Y a la quinta bomba, la quinta
bomba engendró a los comités de defensa.
Porque nosotros dijimos: pero si tenemos al pueblo, si el
pueblo apoya a la Revolución, si el pueblo está en todas partes, ¿cómo pueden
estos mercenarios moverse? ¡Vamos a
organizar al pueblo!
Y se lanzó la consigna de organizar al pueblo en las
fábricas, en las cuadras, manzana por manzana, cuadra por cuadra, calle por
calle (APLAUSOS). Y así surgió una de
las más poderosas organizaciones de masa, junto desde
luego a las organizaciones obreras, a las organizaciones femeninas, a las
organizaciones estudiantiles. Todos,
todos en nuestro país estamos organizados.
Y nuestro país ha logrado hacer una potente fuerza de masa, porque la
lucha nos obligó a ello. Ya les cuento
cómo surgió.
Entonces surgió, desde luego, una organización de
defensa de la Revolución. Pero esa
organización se desarrolló, y ya, desde luego, allí no suena una bomba. Pueden pasar cinco meses y hasta cinco años
sin que suene una bomba. Porque esa
lucha fue dura, y esa batalla contra los mercenarios del imperialismo, contra
la CIA, nuestro pueblo la ganó.
Entonces, después, ulteriormente, ya toda esa
organización realiza grandes tareas: la batalla contra las enfermedades, la
batalla contra las epidemias, la batalla contra la poliomielitis —por ejemplo—,
la batalla contra el paludismo, la batalla contra todo. Ya tiene unas tareas extraordinarias esa
organización de masa.
Les he referido esto a ustedes aquí en Rancagua para
que ustedes tengan una visión de cómo fueron las cosas en nuestro país, a qué
tipo de lucha nosotros nos enfrentamos, a qué tipo de dificultades, en qué
condiciones vivíamos.
Y también todo esto nosotros lo recordábamos hoy
cuando pasábamos por la plaza donde O'Higgins rompió el cerco, y donde
O'Higgins pronunció su famosa y digna frase —porque entonces también surge la
frase de nuestra Revolución de "Patria o Muerte",
"Venceremos" (APLAUSOS), que es en esencia el mismo contenido de esa
hermosa frase, el mismo contenido de esa hermosa frase—: "O vivir con honor o morir con
gloria" (APLAUSOS).
Es decir que nuestros pueblos están hermanados en la
historia, están hermanados en sus ejemplos heroicos, están hermanados en sus
luchas, en sus tradiciones.
Y nosotros esta impresión la sentíamos muy vivamente
al llegar hoy a esta ciudad de Rancagua, después de conversar con los obreros,
porque es que nos recordaban todas estas cosas de nuestra patria.
Ahora, además, hay nuevos vínculos entre chilenos y
cubanos. Ustedes están llevando a cabo
su proceso, ustedes están llevando a cabo su lucha. Ustedes han realizado medidas de gran
importancia. Ya ustedes, por lo pronto,
recuperaron el cobre.
Nosotros, mientras inaugurábamos en compañía de los
dirigentes obreros el local del sindicato, veíamos el emblema que decía: "Fundado el
1ro de agosto del año 1925.” Hace 46
años. Y nos imaginábamos que tal vez se
habrían reído aquellos poderosos señores cuando aquel sindicato se organizó. ¿Y quién les iba a decir que ahora, al cabo
de 46 años, los obreros del sindicato industrial de Sewell
y Minas estaban allí inaugurando aquel local, representando una industria de
cobre ciento por ciento chilena?
(APLAUSOS.)
Hay que decir lo siguiente, para esclarecer las
conciencias, para que los reaccionarios no confundan a nadie: una de las cosas que ha hecho la
Revolución y hacen las revoluciones es elevar al máximo los valores patrios,
elevar al máximo la tradición patriótica, los valores espirituales del
pueblo.
Al revés de lo que hacen los reaccionarios, que lo
entregan todo, lo venden todo, comercian con todo. En nuestro país se han superado todos
aquellos vicios, todos aquellos tráficos de narcóticos, todos aquellos casinos,
todo aquel increíble desarrollo que había tenido la institución de la
prostitución, nuestro país ha superado todos esos problemas.
La Revolución realiza una tarea ennoblecedora del
hombre, dignificadora del hombre y sus mejores valores. Es precisamente la Revolución, la Revolución
que busca una sociedad justa, un modo de vida superior, una sociedad más
elevada, la que pone en sus niveles más altos los valores patrióticos y los
valores humanos. El derecho del hombre a
adquirir una cultura, a una escuela, a trabajar, a vivir. El derecho del hombre a la verdadera felicidad. No esa felicidad de mentirijillas de la cual
hablan en medio de la miseria, la ignorancia, el hambre, la humillación, el
desprecio, el comercio con los mejores valores del ser humano. ¡No!
La Revolución es la que sitúa en el nivel más alto todos esos
valores.
Pero, además, eleva la conciencia de los pueblos más
allá de las fronteras, a la vez que levanta sus valores patrióticos a su más
alto grado, y sus valores culturales, y sus tradiciones: a la vez que levanta los valores
humanos y morales de los hijos del país, eleva su conciencia más allá de las
fronteras para enseñar a los pueblos que forman parte de una humanidad. A la vez que eleva esos valores patrióticos,
no alimenta el nacionalismo estrecho, el nacionalismo egoísta, porque aquel era
el nacionalismo burgués. El nacionalismo
burgués fue el de las guerras de conquistas, el de las guerras de opresión, el
de la explotación, el del saqueo de los recursos naturales de los demás
pueblos. Eso fue el nacionalismo: promover entre los
pueblos el odio, es decir, dentro del pueblo la división. Convertir al hombre en lobo del hombre. Fuera del pueblo, es decir, entre las
naciones, el odio entre las naciones, la división entre las naciones. Por eso hicieron el máximo durante 150 años
no solo para despojarnos de parte de nuestros territorios, sino para
mantenernos divididos, para mantenernos débiles, fomentar las hostilidades y
fomentar los odios entre los pueblos latinoamericanos.
Las revoluciones por eso elevan la conciencia más allá
de esos niveles estrechos, superan esos odios y proclaman la hermandad de los
pueblos, proclaman la hermandad de los humildes, de los explotados y de los
oprimidos de todos los pueblos. Y eso es
lo que nosotros llamamos el internacionalismo, que tiene para nosotros ese
espíritu de solidaridad que nuestro pueblo siente por ejemplo hacia Viet Nam;
ese espíritu de solidaridad que nuestro pueblo, por ejemplo, demostró a Argelia
en su heroica lucha por la independencia: ese espíritu de solidaridad con que
nuestro pueblo, después de la Revolución, ha apoyado cada causa justa en el
mundo.
Pero a su vez nuestro pueblo ha recibido la lección de
la solidaridad en el apoyo que recibió de los países revolucionarios en los
momentos más difíciles.
Y fue el apoyo de los obreros, de los trabajadores, de
los pueblos que tenían el poder en sus manos, los que defendieron a Cuba y los
que ayudaron a Cuba en los momentos difíciles.
No fueron oligarcas, no fueron reaccionarios. Fueron los revolucionarios los que nos
apoyaron a nosotros (APLAUSOS).
Ahora, si nuestra patria predica, trata de levantar la
conciencia del pueblo más allá de las fronteras nacionales, es lógico que en
primer lugar lo haga con relación a sus hermanos de América Latina. Y así, nuestros trabajadores nosotros tratamos
de que se eduquen en el amor y la solidaridad hacia los trabajadores de América
Latina y hacia los pueblos de América Latina.
Ese es un sentimiento que cualquiera que visita
nuestro país lo comprende. Nosotros
tratamos de llevar la música, la literatura, las tradiciones, los conocimientos
de la historia. Y es política de la
Revolución ir cada vez más educando a las nuevas generaciones en el
conocimiento de esos valores de nuestros pueblos, en la idea de que ellos
forman parte de una gran comunidad, y que además del valor a sus héroes que
hicieron sus luchas por la independencia, a sus próceres; además de sus propios
valores, además del valor a sus propias tradiciones, también desarrollamos el
amor hacia el ejemplo de los próceres que lucharon por la independencia de este
continente, desarrollamos el conocimiento de las tradiciones y de las culturas,
de los grandes valores espirituales de los demás pueblos de América
Latina.
¿Y quiénes se han opuesto a la unión de nuestros
pueblos? ¿Al desarrollo de los vínculos,
de los lazos de nuestros pueblos? Los
que han servido a los imperialistas: los oligarcas y los
reaccionarios. Ellos han sido los
cómplices del imperialismo en las campañas de mentiras, de calumnias, de
divisiones.
No han tenido otra arma, no han tenido otra arma que
la mentira. Los reaccionarios no tienen
argumentos. Por eso acuden a las
mentiras más ruines y más bajas y más cobardes.
Y véanlo aquí, como lo hemos visto en estos días, a qué insultos
acuden. ¿Y por qué? Porque no tienen argumentos, porque están
moralmente desarmados, porque no tienen ningún código moral, porque no siguen
ninguna ética, porque carecen en lo absoluto de principios. Y además, ¿por qué? Porque les duele que nosotros dialoguemos con
el puebl, les duele que se haya producido la
circunstancia del triunfo de un gobierno popular que ha permitido el
acercamiento entre los pueblos de Cuba y de Chile (APLAUSOS). Les duele que nosotros dialoguemos con los
chilenos, como hemos dialogado (APLAUSOS), con trabajadores, con estudiantes,
con campesinos, con representantes de las distintas instituciones del
país.
Hemos conversado con espíritu amistoso, fraternal,
expresando nuestras experiencias, contando cosas de nuestra patria. Y eso les duele. Y ese dolor se ha manifestado en la
irritación.
De manera que se han salido de las casillas en el
insulto, en insultos nunca vistos posiblemente en este país. Pero, ¿por qué? Porque están irritados, porque están
preocupados. Y es posible que los amos
imperialistas les hayan dicho: Aprieten, escriban más, digan más,
insulten más, trabajen más, traten de impedir esa comunicación entre los
pueblos cubano y chileno. Traten de
impedir ese ejemplo. ¡Sencillamente están
asustados! Están asustados de estos
lazos entre nuestros dos pueblos (APLAUSOS).
Y están asustados de lo que esto puede significar como ejemplo para los
demás pueblos de América Latina.
Nosotros ayer hablábamos a los representantes de los
trabajadores, y decíamos cuál era a nuestro juicio el objetivo fundamental en
esta fase: la
liberación de nuestros pueblos del yugo imperialista. El objetivo es el establecimiento de la plena
independencia de nuestros pueblos.
Desde luego que esa plena independencia no la vamos a
lograr con la cooperación de los reaccionarios y de los proimperialistas. Eso se logra con la unión de obreros, de
campesinos, de estudiantes. Eso se logra
con la unión de todo el pueblo patriota, con la unión de todo el pueblo
humilde, con la unión de los intelectuales, con la unión de todos los que amen
a su patria, con la unión de todos los que amen a su país (APLAUSOS). Y de esa unión no se excluye a ningún chileno
honesto, ni a ningún cubano honesto, ni a ningún latinoamericano honesto. Es la unión de todos los patriotas, es la
unión de todos los hombres honrados, es la unión de todos los hombres de
conciencia, que son la inmensa mayoría.
Porque esos que se oponen a los intereses de la
patria, a los intereses de nuestros pueblos, son exigua minoría, y no podrán
nunca contra los pueblos, pueblos que han escrito páginas tan gloriosas, que
tienen tradiciones tan hermosas como las que tienen nuestros pueblos.
Y decíamos que era esa unión amplia. Hablamos de unión amplia, hablamos de frente
amplio de nuestros pueblos. Claro que
frente amplio sin reaccionarios, sin quintacolumnistas, sin traidores. ¡Esos están excluidos siempre de las filas de
los defensores de la patria! (APLAUSOS.)
Porque entendíamos que lo esencial de nuestros pueblos
latinoamericanos era consolidar su soberanía, proclamar el derecho a tener una
vida libre, proclamar el derecho a establecer lazos entre nosotros que somos
pueblos hermanos:
lazos económicos, lazos culturales, lazos políticos. Todos los lazos que sean necesarios para
proclamar el derecho a ocupar el día de mañana un lugar en el mundo, para
lograr y hacer posible el derecho a que nuestros pueblos de América Latina,
después de 150 años de lucha, logren alguna vez aquello por lo que lucharon los
próceres, por lo que lucharon Bolívar, San Martín, Sucre, Morelos, O'Higgins,
todos los patriotas que con su sangre y su sacrificio hicieron la independencia
de nuestros pueblos, aquello por lo que lucharon Máximo Gómez, Maceo y
Martí.
Y por eso para mí ha sido de una gran satisfacción
recordar esa frase de Martí la víspera de su muerte: "Todo cuanto he hecho hasta hoy y
haré es para evitar que los Estados Unidos se apodere de Cuba y que con esa
fuerza más caiga sobre nuestros pueblos hermanos...”
Ellos llenaron una página gloriosa, la más gloriosa,
la más dificil, la más sacrificada. Las
nuevas generaciones han escrito otra página.
Y no solo hemos logrado que no se apoderen, sino que hemos logrado
recuperar la parte de la cual se habían apoderado.
Y nuestra patria no servirá de pedestal para luchar
contra los pueblos hermanos de América Latina.
Nuestra patria no servirá jamás de pedestal para ayudar a la explotación
de los pueblos de América Latina APLAUSOS).
Hemos cumplido las tradiciones de nuestros
libertadores y las seguiremos cumpliendo.
Y el futuro es de los pueblos, el futuro es de nuestros pueblos. Nosotros creemos en ese futuro. Y estamos seguros de que llegará el día en
que no habrá ni un solo rincón de este continente que pueda servir de pedestal
a los imperialistas para oprimir y explotar a los pueblos hermanos de América
Latina (APLAUSOS).
¡Que viva Chile!
(EXCLAMACIONES DE:
"¡Viva!")
¡Que viva la amistad de Chile y de Cuba! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")
¡Que vivan los pueblos de América Latina! (EXCLAMACIONES DE: "¡Vivan!")
¡Que viva la unión de los pueblos de América
Latina! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")
Muchas gracias (APLAUSOS).