DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA
INAUGURACION DE LA ESCUELA SECUNDARIA BASICA EN EL CAMPO “LA TAZA DE ORO”, SITUADA
EN EL MUNICIPAL TORRIENTE, REGIONAL GIRON, PROVINCIA DE MATANZAS, EL 25 DE
ABRIL DE 1971.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores invitados;
Delegados al
Primer Congreso Nacional de Educación;
Familiares de
los alumnos de la primera escuela de Secundaria Básica en el Campo de Jagüey;
Macheteros
premiados que han obtenido los diversos galardones que se enarbolan en la tarde
de hoy;
Compañeros
columnistas de los que van a iniciar mañana la marcha hacia Girón;
Compañeros
estudiantes:
Cuando tiene lugar un acto como este, por un lado
tenemos que alegrarnos de que vemos que es un acto grande, en el sentido del
interés de nuestro pueblo por estos eventos; y por otro lado tenemos que
lamentarlo. En realidad, este acto es
demasiado grande para un acto de este tipo.
Yo estaba exponiéndole mi criterio y en cierto sentido
mi protesta al compañero Machadito. Le decfa:
Machadito, este acto es muy grande. Están los alumnos, están los delegados, pero
ya se extiende y se pierde por allí.
¿Quién habla con aquellos compañeros que están allá, a 300 metros de
aquí, o aquellos que están por allá? Y
entonces el acto se vuelve una cosa imposible, porque para actos de este tipo,
bueno, un acto en la Plaza de la Revolución y entonces un acto de
agitación. Pero para conversar un rato
aquí ya se hace la cosa un poco más difícil, para razonar aquí sobre algunos
aspectos relacionados con esta escuela también se hace difícil; porque tenemos
por un lado el sol, aunque algunas nubecitas nos están ayudando en los últimos
minutos, un viento del sur que hace días que viene soplando —y esos vientos del
sur se dice que ponen a la gente de mal humor—, el polvo y todo eso.
Pero bien: de
todas maneras queremos, sintéticamente —puesto que los delegados tienen que
regresar también a La Habana y no queremos que se les vaya a hacer demasiado
tarde—, exponer algunas ideas alrededor de esta escuela.
Queremos, en primer lugar, señalar lo siguiente: que esta escuela
que inauguramos hoy debemos dedicarla al Primer Congreso Nacional de Educación
que se está efectuando en estos días (APLAUSOS). A ellos va dedicado, pues, este acto.
Ha sido una feliz coincidencia la presencia del
Congreso, o la reunión del Congreso, con la inauguración de esta escuela. Y desde luego que será muy difícil que otras
escuelas se inauguren con el privilegio de contar con la presencia de 1 800
delegados escogidos en toda la isla para este gran evento histórico que es el
Primer Congreso Nacional de Educación (APLAUSOS).
Esto nos brinda la oportunidad de que ellos puedan ser
testigos presenciales de esta escuela, la oportunidad de que tengan un
contacto, de que puedan captar una idea de cómo queremos que marche la
educación en nuestra patria en los años venideros.
Nosotros creemos ciertamente que esta escuela es un
tipo de institución ideal.
Vamos a olvidarnos ahora de un problema polémico aquí,
que es el color de la escuela. Porque
Duque dice que a él le gusta el color de la escuela. Yo le preguntaba a Duque si él era experto en
estas cuestiones de colores y de paísajes. A lo mejor el compañero Duque tiene
razón. Y le dije: Duque, mira, que a lo mejor solicitan
tu presencia en la Comisión 6 del Congreso de Educación, que está estudiando la
influencia del medio ambiente en la educación.
Pero el problema es que lo que él dice es verdad: al ver la escuela
desde allá hace un contraste muy bonito con el verde de todo el plan.
Ahora, tenemos ya otras escuelas. Y a mi juicio han logrado una mejor
combinación de los colores, algo más armónico.
Aquí hay una predominancia muy fuerte de este color mandarina. Desde luego, no lo vamos a quitar ahora,
¿no?, hay que esperar; pero cuando nos toque otra vez ir dándole mantenimiento
a la escuela podemos ir pensando en un diseño de colores un poco más
armónico.
Cierto es que no están las áreas verdes todavía. Y naturalmente, la ausencia del área verde
hace que todavía predomine más ese color mandarina que tiene la escuela.
Pero dejando a un lado esa pequeña discrepancia sobre
el color y que se puede solucionar perfectamente, la escuela realmente es una
escuela maravillosa por su funcionabilidad, por sus instalaciones, por su base
material de estudios, por sus laboratorios, por sus posibilidades de todo tipo
en lo que se refiere a la cuestión docente y al ambiente en que van a
desenvolver su vida los estudiantes en esta escuela.
Es decir que desde el punto de vista de las
edificaciones, desde el punto de vista material, es una escuela ideal. Todavía es una escuela ideal, porque algún
día, cuando tengamos suficientes escuelas de estas, ya no será la escuela
ideal, ya será una escuela real. Ahora,
casi confundiendo el aspecto ideal como una idea de lo perfecto, como la idea
de un sueño. Y todavía en cierto sentido
lo es, pero un sueño que empieza a ser realidad, puesto que esta es ya la
tercera escuela de este sistema de construcción y la cuarta de este tipo. Hay algunas más porque tenemos en Las Villas
otras escuelas, pero hay ya tres, que son la de Artemisa, la de Ceiba 1 y esta
escuela.
Y desde luego, se están terminando en estos mismos
días una escuela más en Ceiba, otra en Guane y otra en Isla de Pinos. De manera que hay tres más iguales que esta
en terminaciones todavía, con las cuales ya harán seis escuelas de este tipo.
Y nos proponemos, desde luego, darle incremento a
estos planes de construcción de este tipo de escuela. Ya hay seis brigadas, ya tenemos seis
brigadas trabajando, y pensamos aumentar el número de brigadas para desarrollar
las escuelas secundarias en este sistema que es el llamado sistema Girón.
Ahora, esto es simplemente un comienzo. Tardaremos muchos años en lograr tener para
todos los jóvenes del país instalaciones semejantes a estas.
Sin embargo, lo mejor de esta escuela es su
concepción, que se aparta por completo de la escuela tradicional, de la escuela
clásica.
Esta escuela reúne dos ideas que son fundamentales,
dos ideas que son similares, y las dos emanadas de dos grandes pensadores: de Marx y de
Martí. Ambos concibieron la escuela vinculada
al trabajo, es decir concibieron la escuela como el centro donde se forma
integralmente al hombre. Y como en una
sociedad sin explotadores ni explotados, en una sociedad colectivista, en la
que los bienes materiales tienen que ser producidos por todos los miembros de
esa sociedad, todos los bienes materiales y todos los servicios, es lógico que
el trabajo, la formación para el trabajo, el concepto del trabajo y la
preparación para el trabajo formen parte esencial de la educación.
El tipo de escuela que nosotros conocimos en la
sociedad de clases era una escuela muy diferente. No preparaba al hombre para la vida. Lo tenían estudiando la primaria, la
secundaria, el preuniversitario y la universidad. Terminaba a los 23 ó 24 años, lo lanzaban a
la vida sin ninguna adaptación, prácticamente sin ningún objetivo.
Nosotros, cuando se inauguró la escuela de Ceiba 1, analizamos ampliamente estas
cuestiones. No quisiera tener que
repetirlas hoy. Yo le sugerí al
compañero Aníbal que podíamos tomar aquel discurso, imprimirlo, y distribuirlo
entre los compañeros delegados del Congreso, donde todas estas ideas están
ampliamente desarrolladas (APLAUSOS).
Analizamos el tipo de educación memorista, dogmática,
que se recibía en esa escuela; la educación separada, la segregación de los
jóvenes en ese tipo de escuelas. En fin,
la diferencia inmensa, absoluta que había entre aquel tipo de escuela y este
tipo de escuela.
Nosotros explicábamos también el aspecto económico de
la cuestión. Nosotros no somos un país
rico. Nosotros somos un país que tiene
que hacer su riqueza, que tiene que desarrollar sus riquezas potenciales. Y en cierto sentido hay una contradicción
entre los recursos económicos que el país dispone y nuestros servicios
educacionales.
Nuestros servicios educacionales y médicos en el país
están muy por encima de lo que nuestra base material económica nos
permite. Es decir que nosotros hacemos
gastos en educación y en la salud pública, por ejemplo, que están muy por
encima de nuestros recursos y de nuestras posibilidades.
Si nos fuésemos a atener estrictamente a los recursos
económicos que dispone nuestro país —que no es un país rico, que no es un país
desarrollado—, nosotros no podríamos tener un 25% de la población
matriculada. Porque según los datos que
daba el compañero Aníbal en el Congreso, hablaba de dos millones doscientos
veinte y tantos mil matriculados en nuestras escuelas, en las distintas
instituciones que incluye las de adultos. Y eso hace más de un 25% de la
población. Un millón seiscientos mil
estudiantes primarios matriculados en las escuelas primarias, y casi 200 000 en la otra, en la media, es decir
en la enseñanza entre preuniversitario, universitario y secundaria.
Entonces, es una cifra extraordinaria. Es el total de los niños matriculados
prácticamente. No quiere decir que estén
asistiendo todos, o que estén recibiendo una adecuada enseñanza.
Casi 100 000 maestros y profesores, ¡casi cien mil
maestros y profesores! Es una cifra
fabulosa, que está por encima de nuestros recursos económicos.
Pero, además, todo eso implica los libros, el material
escolar, los medios audiovisuales, los pupitres para todos esos alumnos. ¡La cantidad de muebles que hay que dedicar,
de instalaciones, los gastos generales!
Además, entre seminternos, internos, becados, círculos
infantiles hay casi medio millón de estudiantes, ¡casi medio millón! Calculen ustedes lo que significa todo este
esfuerzo en el orden económico.
Y aun así sabemos el estado de muchas de nuestras
escuelas, las escaseces que tenemos por todas partes.
Es decir que el plan educacional de nuestro país está
por encima de nuestras reales posibilidades económicas.
Ahora bien: ¿Podríamos nosotros decir que estudie
solamente el 50% de los jóvenes?
¿Podríamos resignarnos a eso, haciendo el cálculo aritmético de los
recursos que disponemos y el porcentaje de jóvenes que tendrían que quedarse
sin estudiar? Nosotros no podríamos
hacer eso. Eso sería una cosa inhumana,
casi despiadada.
De manera que nosotros tenemos que hacer cualquier
sacrificio, cualquier esfuerzo para poner la educación en el primer plano. Además, sabiendo que el futuro del país
depende fundamentalmente de la educación.
Un futuro incomparablemente superior al de hoy depende por entero del
éxito que la Revolución tenga educando a la nueva generación (APLAUSOS).
Hay que tener en cuenta que la generación actual que
hace la Revolución solo en alguna medida podrá beneficiarse de su propio
esfuerzo. Y que en realidad el esfuerzo
que una revolución hace tendrá sus principales beneficiarios en las nuevas
generaciones. Pero el avance de nuestro
país estará determinado por los éxitos que nosotros tengamos en la
educación.
Ahora bien, ¿este tipo de escuela podríamos nosotros
concebir su desarrollo si no está asociado al desarrollo económico del
país? Es por eso que nosotros no
podríamos desarrollar un plan de escuela de este tipo si no está vinculado a
los planes de producción.
Así tenemos que estas escuelas tienen, por ejemplo, un
promedio de 500 hectáreas, es decir unas 40 caballerías, que serán en lo
esencial atendidas por los alumnos en esa sesión que dedican al trabajo
productivo. Ya no será la escuela al
campo: ya es la
escuela en el campo. Ya no son 5
semanas, 6 semanas, 40 días, 50 días, en que dejan de estudiar y realizan esa
actividad. No. Aquí se combina sistemáticamente el estudio y
el trabajo productivo diariamente.
¿Qué nos permite?
Nos permite crear la base económica también de este plan
educacional. Porque nosotros entendemos
que las producciones de estas escuelas prácticamente cubrirán los costos de
inversión de estas escuelas y los gastos de estas escuelas. Si eso es así, ¡ah!, entonces nosotros
podemos construir escuelas de este tipo ilimitadamente. Si eso es así, nosotros podremos seguir
desarrollando esos planes.
De manera que lo que tiene esta escuela es que combina
dos factores: primero,
el tipo de educación ideal, el tipo de educación socialista, el tipo de
educación comunista con las necesidades de nuestro propio desarrollo
educacional, con las necesidades de nuestro propio desarrollo económico. En la misma medida en que esta escuela no se
convierta en un gravamen sino en un apoyo para la economía y en un apoyo para
el desarrollo del país, nosotros podemos seguir construyendo este tipo de
escuela hasta llegar a tener el número necesario para tener a todos nuestros
estudiantes de secundaria en escuelas de este tipo.
Por eso nosotros consideramos que para las condiciones
de nuestro país esta escuela es la escuela idónea, la escuela perfecta. Y nos permitirá desarrollar
revolucionariamente la educación.
La educación en el viejo estilo del estudiante becado
todo el tiempo estudiando, promueve, en primer lugar, un mal estudiante;
promueve, en segundo lugar, un estudiante desequilibrado. Un individuo que lo tienen todo el día
estudiando llega a aborrecer el estudio, creamos un intelectual puro, sin
ninguna relación con el trabajo, sin ninguna relación con la vida, sin ninguna
relación con la producción de los bienes materiales, tales como se educaban los
hijos de los burgueses en el pasado.
El hijo del burgués lo recibía todo: la ropa, los zapatos, la
alimentación. Nunca participaba en la
producción de ningún bien material. Los
bienes materiales los producían otros.
Hasta se miraba con desprecio a los que producían los bienes
materiales. Se miraba con desprecio a
aquel que las manos le aparecían tiznadas o embarradas de fango, a aquel que
aparecía con su camisa sudada por el trabajo.
Porque en una sociedad de clases se llegaba a mirar con desprecio el
trabajo. Y se consideraba la producción
de bienes materiales como tarea de clases inferiores.
Y desde luego, en nuestra sociedad lo más honroso es y
tiene que ser siempre el trabajo. El
trabajo es además una necesidad social fundamental, una necesidad biológica del
hombre —incluso biológica. Y
biológica en el doble sentido de la palabra: como medio de vida y, además, como
medio de vida saludable. Las dos
cosas. Como medio para producir los
bienes que el hombre necesita y, además, como una forma de mantener al hombre
física y mentalmente saludable.
Uno de los ideales de la sociedad comunista es la
desaparición de esa diferencia entre el trabajo manual y el intelectual. Se supone que en las sociedades comunistas
avanzadas, los hombres, poseedores de una preparación cultural amplia, deberán
compartir ambas actividades:
las actividades intelectuales y las actividades manuales.
De forma tal, que no se puede concebir la educación en
el comunismo sin este concepto de la combinación del trabajo y del
estudio.
Y si no fuese una necesidad de la economía —y puede
llegar el día en que no sea una necesidad de la economía por un gran desarrollo
de las fuerzas productivas—, seguiría siendo una necesidad de la docencia.
De esta forma, nosotros nos vamos diferenciando del
tipo de escuela tradicional en que, como decía, se educaba el burguesito. Y si nosotros no establecemos este tipo de
escuelas en primer lugar, no podríamos avanzar mucho en el campo de la
educación, porque económicamente no estaría a nuestro alcance; pero, en segundo
lugar, educaríamos a los hijos de los trabajadores de la misma manera que antes
se educaban los hijos de los burgueses.
La única diferencia seria que en el pasado los padres burgueses les pagaban
la escuela a los hijos, educándolos como burgueses, y en este caso la economía
nacional estaría educando como burgueses a los hijos de los trabajadores. Esa es la realidad.
Resultó sumamente alentador comprobar que las escuelas
que tenían más alta promoción eran las escuelas que estaban bajo este
sistema. Resultó igualmente alentador
comprobar el entusiasmo de los estudiantes por este tipo de escuela.
Así, cuando se inauguró Artemisa —que actualmente se
llama “Mártires de Kent”— y Ceiba 1, todos los
jóvenes que se quedaron en las escuelas tradicionales estaban impacientes,
deseosos de tener una posibilidad para ir a este tipo de escuela. De manera que hay escuelas que están en la
ciudad, que están esperando que se terminen las otras para ir a esas
escuelas.
En realidad, nosotros hemos podido comprobar
personalmente el ánimo de los estudiantes al disponer de este sistema de
estudio, de esta combinación del trabajo con el estudio; de la posibilidad de
disfrutar de una escuela de este tipo, amplia; de la posibilidad de realizar
los deportes.
Uno de los problemas que tienen nuestras escuelas en
las ciudades es que no tienen campos deportivos en absoluto. Nosotros tenemos aquí de pelota, de balompié,
de campo y pista; tenemos dos canchas de voleibol, tenemos dos de básket. En algunas
escuelas hemos estado pensando introducir un deporte más, que es la
natación. Ya estamos diseñando una
piscina, la primera, para analizar los costos, y pensamos en la posibilidad de
que se pueda introducir también la natación y se hagan piscinas en cada una de
estas escuelas. De manera que todos los
deportes prácticamente, los deportes nacionales y los deportes internacionales,
se podrán practicar aquí.
Nosotros creemos que entre nuestros jóvenes se podrá
desarrollar un movimiento deportivo tremendo con esa base material.
Ahora bien: en el futuro —y este es un criterio—,
en el futuro, las escuelas de este tipo que produzcan un atleta que puede
llegar a ser un campeón nacional o internacional, tenemos el criterio de que no
debe salir de la escuela. Porque
actualmente hay escuelas, dada la situación nuestra de la falta de base
material en los deportes, pues hoy hay algunas escuelas que tienen base
material y practican el deporte: o la natación u otro deporte. Son escuelas especializadas. Nosotros aspiramos a que cualquier escuela de
estas que produzca un atleta de condiciones, que siga en la escuela, ¡que siga
en la escuela! Que vaya a competir, que
se prepare, pero que no pase a otra escuela.
Ahora, naturalmente, tenemos una escuelita aislada
aquí. Pero, cuando este plan esté
totalmente desarrollado, hay el estimado de que tendrá unas 70 escuelas de este
tipo, ¡setenta escuelas de este tipo!
Calculen ustedes la vida juvenil que habrá en esta región, en este plan,
con 70 escuelas de este tipo, que son las que dan según los cálculos del área
apta para este tipo de cultivo y, además, la ubicación física de esas
escuelas.
De manera que es increíble, extraordinario. Lo que habría aquí solo ya, en esta región de
la provincia de Matanzas, no lo habría prácticamente en ningún otro país, de
este carácter. El día que este
plan... ¡Imagínense setenta escuelas
como esta! ¡Imagínense qué experiencia
acumulada!, porque esta es la primera.
¡Imagínense qué emulación entre todas esas escuelas! ¡Imagínense qué recogida, qué cosecha
incesante de experiencia pedagógica en todas esas escuelas! ¡Imagínense qué cantidad de cuadros se
desarrollarán en esas escuelas!
¡Imagínense la actividad colectiva que todas esas escuelas podrán
desarrollar!
Pero como estas escuelas estarán, además, en todo el
país, en todas las provincias, llegará el momento en que se reúnan y se
produzca el congreso no ya de educación: congresos nacionales de maestros o de
educación de la enseñanza secundaria.
Cuando tenga un desarrollo amplio esto, será tal la cantidad de
experiencia, que no podrá discutirse en un congreso general como este. Tendrán que realizarse congresos especiales
para evaluar todas esas experiencias, extenderlas y desarrollarlas.
Este es un tipo de plan que también tendrá
características muy especiales y que, a nuestro juicio, tendrá una influencia
grande en los países subdesarrollados.
Porque nosotros tenemos que encontrar soluciones adecuadas a nuestra
situación.
Ayer explicábamos nosotros el problema de la vivienda,
y lo sintetizábamos con esta frase: en un país subdesarrollado las
necesidades de vivienda acumuladas son tan grandes, que si el país se dedica a
construir viviendas, no se desarrolla, y si se dedica a desarrollarse, no puede
construir viviendas. Y que había que
buscar una solución, y esa solución solo podía ser una solución de masas: resolver el
problema a través de las masas trabajadoras y con plus trabajo, puesto que era
la única forma en que podíamos resolver el problema de la vivienda sin que
gravitara tremendamente sobre el desarrollo del país.
Y efectivamente, esa es una solución que ya empieza a
aplicarse, y que nosotros creemos que es una solución muy buena para un país en
las condiciones nuestras.
Pues lo mismo en este campo de la educación: un país en las
condiciones nuestras movilizaría a través de este sistema escolar a todos los
jóvenes, y los vincularía a las actividades productivas.
Según el último censo, entre jóvenes o niños de cinco,
seis, siete y ocho años, había 950 000.
Eran casi tres millones y medio los de 16 o menos. ¡Imagínense tres millones y medio de
consumidores! Hasta ahora son
prácticamente consumidores. Ustedes
ahora no serán solo consumidores: ahora serán también productores.
De manera que tenemos con 5, 6, 7 y 8 años, 950 000
niños. Claro está que siempre está la
mortandad académica, todo ese tipo de problemas. Pero suponiendo un éxito grande en las
promociones, en un período de siete años tendríamos en esta edad de ustedes, en
esta edad de secundaria, unos 700 000 jóvenes, 700 000 jóvenes. Imagínense lo que significaría poder vincular
toda esa fuerza juvenil, además de tenerla bajo un sistema educacional como
este, vincularla al desarrollo y vincularla a la economía del país.
En un país que tiene una población joven tan numerosa,
donde casi el 40% son de menos de 16 años, es decir que tiene una población
pasiva, que tiene que ser sostenida, cuando sus fuerzas productivas no están
suficientemente desarrolladas, eso constituye un obstáculo muy grande, una
carga muy grande para la economía del país.
De esta manera nosotros podríamos vincular en un
período digamos de 10 años esa enorme masa de 700 000 jóvenes a la actividad
económica. Pero siguiendo ese mismo
principio vincularíamos los de la enseñanza media superior, los de los
institutos tecnológicos también a programas de producción. Y siguiendo este mismo camino vincularíamos
los alumnos universitarios, es decir, de la enseñanza superior, desde el 3er
año a los planes de producción.
Porque nosotros hemos estado discutiendo con los
compañeros dirigentes de los estudiantes universitarios y de los Jóvenes
Comunistas y de la universidad estos criterios acerca de la necesidad de abrir
las puertas amplias a los obreros para que puedan hacer estudios
superiores. Y abrir a la vez el sistema,
y abrir las puertas para que los estudiantes se incorporen a la producción.
Actualmente la llamada Facultad Obrera prepara al
obrero para ingresar, pero después que ingresa deja la fábrica. Y al dejar la fábrica, ¿qué ocurre? Que muchos centros de trabajo no apoyan la
superación del obrero, porque tienen el temor de que los mejores obreros al
llegar al nivel superior los pierden como obreros, y se produce un cierto
egoísmo. No quiere decir que sea
correcto, pero en la realidad se produce un conflicto de intereses.
¡Ah!, si el promover el estudio del obrero facilita
que se incorporen a la universidad y hagan estudios superiores y sigan en la
fábrica, y la fábrica tenga opción a esos obreros, y solo puedan pasar si ya
fuera un número grande de técnicos que se necesitaran en otro sitio... Pero si desaparecemos esa contradicción y
creamos la Facultad Obrera para que el obrero sin dejar de ser obrero pueda
seguir estudiando —aunque no termine en cursos regulares de cinco cursos,
aunque tenga que hacer seis, siete, aunque en el primer año se dedique a
fortalecer los conocimientos básicos— entonces nosotros abriríamos una puerta
ancha para que los centros de trabajo promovieran la superación del
obrero.
Pero a la vez cuando un alumno ha llegado ya al tercer
año —es decir que ha sobrepasado las ciencias básicas— incorporarlo a la
industria como obrero y que haga sus estudios como obrero que está realizando
estudios superiores en la universidad.
De manera que el obrero desde el primer año
compartiría el trabajo en la industria con los estudios universitarios. El estudiante de curso regular estudiaría el
primero y segundo año en la universidad, pero el tercero estaría en la misma
situación que el obrero:
el obrero que está en la fábrica estudia en la universidad y el
estudiante que está en la universidad se vincula a la fábrica y sigue
asistiendo a los cursos con los obreros.
Así podemos combinar
estudiantes... Y ya, por ejemplo, los de
medicina lo hacen así. Ya desde el
tercer año están prestando sus servicios en los hospitales.
Pero tenemos además los cursos dirigidos, y los
graduados de tecnológico de agricultura de nivel medio, todos van para la
producción. Y como esos están dispersos,
como esos no pueden ir a la universidad todos los días porque están por el
campo, ellos tienen sus cursos dirigidos, y estudian, y están resultando ser
magníficos estudiantes.
Nosotros recordamos que no hace siquiera tanto tiempo
se graduó aquel primer contingente de “Alvaro Reynoso”
de técnicos medios en caña, y sin embargo hemos tenido recientemente la
satisfacción de verlos graduados ya de ingenieros y además un número
considerable de ellos en los centros de investigación. De manera que estos muchachos que se
graduaron en el “Alvaro Reynoso” ayudaron a la
agricultura cañera en el país; y la ayudaron principalmente en esta misma
provincia, donde sus progresos técnicos en la caña tienen mucho que ver con los
graduados del “Alvaro Reynoso”.
Y además esos muchachos ya se están graduando de
ingenieros y son magníficos ingenieros, formidables ingenieros. Estamos seguros que mucho mejores ingenieros
que si los hubiéramos mandado todo el tiempo a estudiar cinco años en la
universidad y después volvieran a las realidades, a empezar a conocer esas
realidades con sus limitaciones, con sus problemas.
Estos compañeros que se gradúan de ingenieros,
técnicos de nivel medio, son veteranos realmente de los problemas de nuestra
agricultura, de las dificultades, de las realidades. Y son ingenieros muy superiores.
Nosotros sabemos que los compañeros de la universidad
de La Habana, los estudiantes,
han recogido estos criterios, y están trabajando en ese sentido.
De manera que nosotros tenemos que seguir
revolucionando nuestros conceptos de enseñanza.
Ocurre, por ejemplo, otra cosa: recordamos en el pasado una vieja
demanda: que el profesor universitario
tenía que ser un profesor de tiempo completo.
¿Pero por qué? Porque realmente
por cuestiones de tipo económico el ejercicio de la profesión competía con la
docencia. Entonces era una conquista el
lograr los profesores de tiempo completo.
Con la marcha del proceso revolucionario lo que fue una conquista antes
es ya un inconveniente ahora. Ejemplo: estamos
desarrollando las facultades de arquitectura, de ingeniería en todas las
universidades y tenemos que hacerlo: en
las provincias orientales faltan técnicos de nivel universitario. ¿Qué ocurre?
Si queremos desarrollar la facultad de arquitectura tenemos que hacer
una cosa: lograr
que los arquitectos que están trabajando en la provincia también, en la medida
de lo posible, contribuyan a la docencia en la universidad; y los que están en la docencia en la medida
de lo posible contribuyan a los planes de la economía del país, porque no
tenemos suficientes técnicos.
Entonces los que en un momento dado, cuando había
profesionales sin trabajo, cuando las profesiones estaban regidas por el
individualismo, cuando había conflictos económicos entre la docencia y el
ejercicio de la profesión... Situación
que no existe hoy, porque hoy lo que tenemos es escasez dado este enorme
desarrollo de la docencia, dado el enorme desarrollo de la educación; dado las
enormes necesidades del país no nos alcanzan los ingenieros para atender todas
las necesidades del desarrollo y a la vez atender todas las necesidades de la
docencia. De manera que tenemos que
compartirlos y tenemos que hacer que las universidades con sus cuadros ayuden a
los planes de desarrollo, ayuden en el aspecto técnico, participando incluso en
obras y en trabajos, pero a la vez que los organismos económicos cooperen con
sus cuadros a la docencia en las universidades.
De manera que una situación nueva hace, en circunstancias diferentes,
que lo que en un tiempo fue un problema, lo que en un tiempo fuera una
aspiración lógica y conveniente, hoy sea un obstáculo: esa separación a nivel universitario
entre el profesional técnico y el profesional docente en carreras
principalmente de tipo técnico. De
manera que ese problema también lo tenemos que superar.
Nuestro país tiene que imponerse la educación
universal junto al trabajo universal.
Claro está que la educación universal a un nivel determinado; es
principalmente con la masa joven. Ahora
debe incluir también amplias posibilidades para los obreros.
Si vamos a ese propósito de ampliar cada vez más los
niveles de la enseñanza y hacerla cada vez más universal, es lógico que también
la participación en la producción sea universal. Y por eso nosotros planteamos que desde
secundaria básica, y de la forma en que lo hacemos en estas escuelas, se vaya a
la participación en la producción. Y
que desde esta edad nuestros jóvenes participen en las actividades productivas,
porque en un país como el nuestro los bienes materiales que el pueblo necesita
tienen que ser producto del esfuerzo, del sudor y del interés de todo el
pueblo.
En nuestra sociedad, hoy, mañana y siempre, los bienes
materiales tienen que producirlos todo el pueblo. Y esto además se combina felizmente con la
forma de educación perfecta, la forma de educación que encaja con los conceptos
marxistas y con los conceptos martianos.
Estas ideas es muy importante que los compañeros
profesores y maestros las tengan muy presentes, de manera que no se produzca
nunca un conflicto entre docencia y producción; a toda costa evitar ese practicismo, a toda costa evitar que los intereses de la
producción predominen sobre los intereses de la docencia, y a la vez a toda
costa evitar que criterios meramente docentistas
predominen sobre esta concepción revolucionaria de la educación y sobre esta
necesidad de prestar atención a los planes productivos.
Naturalmente que iremos reuniendo toda esta
experiencia. Hasta ahora está marchando
bien. Nosotros podemos decir que los
compañeros que tienen la responsabilidad de algunos de los planes están
contentísimos con el trabajo de los estudiantes.
Nosotros hemos visto a los estudiantes en esas tres
horas alcanzar una productividad muy alta.
Los hemos visto trabajar con una gran energía, con una gran
intensidad. Y tres horas realmente bien
empleadas cualquier joven de ustedes las realiza mucho mejor que un
adulto. Y tres horas, además,
acompañadas de algunas técnicas, de algunas máquinas, pues permiten una productividad
bastante alta.
Recordamos no una discusión sino un diálogo con el
director y los profesores de la escuela Ceiba 1. ¿Con motivo de qué? Nosotros un día visitamos la escuela y los
alumnos estaban en esos días de exámenes
—era por trimestre, creo que es la prueba trimestral—, estaban de
pruebas. Entonces en esos días de
pruebas no iban al trabajo productivo. Y
yo dije: bueno,
aquí ha prevalecido un criterio docentista, aquí no
ha prevalecido un criterio revolucionario.
No quiero decir ni mucho menos que en el ánimo de los compañeros de esa
escuela prevalezcan criterios docentistas. No.
Son compañeros muy revolucionarios, muy conscientes, y están dirigiendo
magníficamente bien la escuela. Pero es
indiscutible que una cosa tradicional, conservadora, se había impuesto. Yo dije: bueno, ¿qué ganamos nosotros con
esto? A la hora de la prueba le damos
más tiempo para estudiar, y liberamos al estudiante de sus obligaciones
cotidianas. Creamos un vicio. ¿Qué vicio?
El vicio del finalista, el vicio de no atender en clases. Porque si es un estudiante que sabe que
cuando llegue la prueba las tres horas que tenía para la producción las va a
poder dedicar a estudiar, se siente más cómodo, se siente mejor; su
aprovechamiento en clases tiende a reducirse, su atención a los esfuerzos de
los profesores tiende a reducirse, el esfuerzo del maestro enseñando en la
clase tiende a producir menos fruto.
¡Desarrollamos el finalismo! y debemos estar conscientes de que el
finalismo es un vicio que tenemos que combatirlo, y que el estudio tiene que
ser estudio de todos los días, y que el estudiante debe estar al día, y que
cuando el estudiante se retrase en alguna materia hay que percatarse y hay que
hacer un esfuerzo porque avance y hay que darle si es necesario hasta una
explicación especial, y hay que crear un círculo entre los más avanzados y los
que se hayan quedado rezagados para que entiendan la materia, la comprendan y
estén al día.
Pero si nosotros empezamos porque cuando llega la
prueba no hay trabajo, el resultado es que empezamos a crear la antítesis
trabajo-estudio: el
vicio del finalismo, el estudiante neurasténico además —porque es ese
estudiante arrancándose los pelos, comiéndose las uñas; se está todos esos días
de exámenes en una tensión terrible. ¡Y
hasta le creamos el reflejo de la tensión y del superintelectualismo
en los días de prueba!
El estudiante debe estar siempre listo para responder
una pregunta. El estudiante debe estar
al día. El estudiante debe atender las
clases. El estudiante debe estudiar
todos los días.
y yo dije: y lo que más me duele es que ustedes
hicieron una suspensión total. Si
hubieran dicho: vamos
a rebajar una hora o dos, bueno: ya es
una hora. Pero, ¿el absoluto? ¿Supresión total del trabajo productivo en
los días de pruebas? Ellos
comprendieron, y realmente después suspendieron el método de no realizar
trabajos... Porque además, me parecía
que entrañaba la violación de un principio, el que decíamos: no menospreciar la actividad
productiva. Daba la impresión que en ese
momento la actividad productiva se menospreciaba y que prevalecía todo lo
docente, creándose todos esos vicios secundarios que nosotros señalábamos.
Pongo este ejemplo porque muy a menudo las viejas
ideas, los viejos métodos, prevalecen y sin que nos demos cuenta se instalan y
permanecen.
De manera que esta pedagogía revolucionaria debe tener
en los maestros, en los profesores y en los estudiantes sus principales
defensores, buscando el equilibrio justo entre ambas actividades. Esa es una cosa muy importante.
Importantísimo también —ya lo señaló la directora de
esta escuela— es un amplio movimiento deportivo, aprovechando todas estas
circunstancias, e igualmente un amplio movimiento cultural.
Esta escuela, esta comunidad, es una especie de
pequeño mundo que los prepara para el otro mundo, para la otra vida, cuando ya
estos jóvenes tengan más edad, cuando sean adultos; que los prepara para la
otra sociedad. De manera que en esta
comunidad se estudia, se trabaja, se practica el deporte y se realizan
ampliamente actividades culturales.
Recientemente compañeros del Ministerio de Educación y
otros compañeros tuvimos la oportunidad de ver una escuela secundaria y media
superior, que es la escuela de Vento, que tiene las
dos fases. Y tuvimos oportunidad de presenciar un
espectáculo artístico en aquella escuela, donde todos los alumnos que tienen
círculos de interés científico, todos, practican alguna actividad cultural,
¡todos! Y realmente escenificaron allí
un espectáculo impresionante. Ya se
veían los frutos de cómo se convierte la actividad cultural en una actividad de
masas, en una posibilidad, en un disfrute de las masas. Es, se puede decir, desde los círculos
infantiles, desde la primaria. Nosotros
tenemos que hacer que participen los niños en las actividades culturales y
artísticas junto con la instrucción y junto con el deporte. Eso forma parte de la educación
integral.
De manera que en esta escuela nosotros procuramos
crear las facilidades para que se desarrolle un amplio movimiento cultural y
artístico, en lo cual creemos que deben aprovecharse las experiencias de otras
escuelas, por ejemplo de la escuela de Vento.
Nosotros les recomendamos a los compañeros dirigentes
de la asociación de estudiantes de esta escuela que hagan contacto con los
estudiantes de la escuela de Vento para que ellos les
expliquen las experiencias.
Ustedes ahora ya tienen una ventaja: esta no es la primera escuela, existen
otras escuelas. Claro que Vento no es una escuela de este tipo, pero tiene muchas
cosas que pueden ser útiles en este tipo de escuelas.
Ustedes no tienen que inventarlo todo: aprovechen las
experiencias de otras escuelas que ya han ido acumulando. No pueden ustedes ser presumidos y pensar que
lo van a hacer mejor que nadie y que lo van a hacer desde el primer día mejor
que nadie y que ustedes saben más que nadie.
Ustedes pueden llegar a saber tanto como los otros, pero pueden
aprovechar las experiencias que han acumulado otras escuelas en este sentido;
tanto en el deporte como en las actividades culturales.
A mí me decía un compañerito de ustedes, que es
responsable de cultura de la asociación de estudiantes, que ellos iban a hacer
un periódico. Y yo le dije que la otra
escuela tenía un periódico radial; ellos decían que estaban pensando en un
periódico impreso. Si se ponen en un
periódico impreso van a pasar bastante trabajo, van a tener que hacerlo letra
por letra, y les va a salir retrasado muchas veces el periódico. En cambio, tal vez el periódico radial pues les
permita noticias frescas.
Pues eso significa que allí se está desarrollando la
habilidad y la vocación de unos cuantos compañeros que tienen interés, que se
interesan por las cuestiones del periodismo, y a cuantas personas llegan allí
le hacen enseguida una entrevista: reúnen información, reúnen noticias, y
a una hora de la tarde tienen su periódico radial que ellos tratan que sea un
periódico de calidad.
Pues ahí ustedes tienen: se va desarrollando también el
periodismo, el manejo de las noticias, el manejo de la información desde la
secundaria. Cuando en todas las
secundarias tengamos ese tipo de actividad, que será una más entre muchas
actividades... Están los círculos de
interés científico, que a nuestro juicio deben desarrollarse también ampliamente
en estas escuelas.
Y con eso calculen qué perspectiva —cuando hablábamos
de los periodistas—:
lo que significará en el futuro para la prensa revolucionaria que
haya miles de jóvenes que desde temprano hayan estado participando y
desarrollando sus capacidades en este sentido.
Lo que significaría para nuestros institutos de investigación los
círculos de interés científico, para el desarrollo científico y técnico del
país; lo que significaría para el deporte del país; lo que significaría para el
movimiento cultural revolucionario de nuestro país, en el propósito de afianzar
nuestros valores culturales, de desarrollar esos valores, de asimilar los
valores culturales de los pueblos hermanos de América Latina, de asimilar lo
mejor de la cultura universal y desarrollarla, sin que nos lo impongan desde
afuera. Esas imposiciones de afuera
obedecen a nuestra ignorancia masiva, obedecen a nuestros niveles bajos de
cultura, que permite el desarrollo de ese snobismo, de esa imitación servil de
un arte decadente, reflejo de contradicciones de sociedades podridas de las
cuales son portadores algunos elementos absolutamente minoritarios y
neocolonizadores en el orden cultural de nuestro país (APLAUSOS).
Ya desde la primera asamblea de los maestros, esta
cuestión relativa a la influencia del medio ambiente en la educación suscitó un
vivo interés, y reveló la enorme preocupación de nuestros educadores en esta
cuestión. Y cuando se habló del
Congreso, nosotros sabíamos que los maestros y los educadores tendrían mucho
que decir sobre este problema. Y que
tenían más autoridad que nadie, puesto que son los que están allí luchando con
nuestros niños, luchando con nuestros jóvenes, formándolos. Y que son los que tendrían que sufrir más que
nadie en su trabajo diario la influencia deformadora de corrientes que son
ajenas tanto al espíritu como a la moral, como a los intereses de nuestra
Revolución (APLAUSOS).
Y se comprobó el día de la inauguración del Congreso
ante las manifestaciones del compañero Aníbal cuando esbozó esta cuestión,
cuando señaló algunas cuestiones esenciales: la formidable reacción de los maestros
y de los profesores. Al extremo que yo
le decía: fíjate que a pesar de nuestras
enormes necesidades de materiales, de libros, de muebles, de edificios, diríase que estas cuestiones de la cultura les duelen y les
interesan a nuestros educadores prácticamente más que cualquier otra
cuestión. Y se reveló allí
(APLAUSOS). Y por eso nuestros
educadores tendrán también la palabra en este sentido, y nuestros educadores
tomarán los acuerdos pertinentes en la seguridad de que el Partido y el
Gobierno Revolucionario apoyarán la línea que en el campo de la cultura tracen
los educadores (APLAUSOS PROLONGADOS).
Tendrán todo el apoyo de la Revolución.
Por eso nosotros decimos que este es un acontecimiento
histórico, un acontecimiento revolucionario este Primer Congreso de Educadores
en que se va a recoger toda la experiencia, en que se va a recoger el sentir,
en que se va a recoger las aspiraciones, en que se va a recoger lo mejor del
pensamiento, lo mejor de la experiencia y lo mejor de los sentimientos de
nuestros educadores para una tarea fundamental, decisiva en nuestro país,
decisiva para la vida futura de nuestro país, decisiva para el desarrollo
futuro de nuestra Revolución. Es,
además, la práctica concreta de una línea de masas en el proceso
revolucionario.
Nosotros, a raíz de las primeras reuniones con los
maestros, recogimos todas aquellas cosas que les inquietaban, las cuestiones
que les preocupaban en todos los órdenes, todas aquellas cosas que iban desde
aspectos materiales hasta las cuestiones relacionadas con la necesaria
cooperación familiar en la educación, hasta el problema de todos los elementos
que influyen en la formación del joven.
Y, desde entonces, las impresiones, las ideas, las preocupaciones
recogidas en esas asambleas, recogidas en todas las asambleas a lo largo de la
isla se han ido tomando en consideración, se han ido abordando, se han ido
enfrentando, desde luego que no muchas de ellas para inmediatas soluciones,
porque un largo trecho nos queda por recorrer en el orden material, largos años
de trabajo para poder aliviar incluso algunas de esas cuestiones que nos
inquietan, sobre todo las de orden material.
Y ya en este Congreso toman cuerpo, se recogen más
concretamente todas esas inquietudes aunque ya se viene luchando en ese
sentido, en todos los órdenes posibles.
Y creemos que una de ellas es ayudar a la toma de conciencia de toda la
sociedad del papel de la educación, la toma de conciencia por toda la sociedad
de que la educación no es un problema solo de los maestros y de los profesores
sino de los padres, de las organizaciones de masa, del Partido, de las
organizaciones juveniles, en fin, del pueblo entero. Y que la batalla de la educación en una
sociedad como la nuestra, en un proceso revolucionario solo se puede llevar
adelante con la participación y el apoyo de todo el pueblo.
Por eso la necesidad de que nuestros obreros y
nuestras organizaciones de masa, la organización de los trabajadores, la de los
Comités, la de las mujeres, la de los campesinos, la de los estudiantes, todos,
tomen conciencia de este problema y apoyen a los maestros.
Otra cuestión que se planteó fue el problema de la
consideración, la justa consideración y el aprecio al trabajo de los
maestros. Y creo que en ese sentido
también se toma amplia conciencia.
La necesidad de encauzar masas de jóvenes hacia los
servicios educacionales, dado la enorme necesidad señalada por el compañero
Aníbal y que era de decena de miles de maestros de primaria —más de 30 000—, unos 15 000 de secundaria, cifras
prácticamente imposibles en los próximos años pero que necesitamos, si no
resolverlo en 1975, por lo menos resolverlo para 1980, ¡si no en 1975, por lo
menos para 1980! Y mientras
tanto, arreglárnoslas, mientras tanto no dejar un aula sin maestro, mientras
tanto no dejar un alumno sin los servicios de un profesor, aunque sea otro
alumno.
Ese movimiento de monitores, por ejemplo, nos ha
ayudado mucho. Sin eso no se sabe qué
hubiéramos hecho. Eso de poner a los
estudiantes más adelantados a enseñar a los otros es una necesidad.
También lo hicimos así cuando la Campaña de
Alfabetización. ¿Convertimos en maestros
a cuántos? A cientos de miles de
ciudadanos de este país los convertimos en maestros, a todos los alumnos
prácticamente de la enseñanza media los convertimos en maestros. Y así fue como se libró la batalla de la
alfabetización.
De la misma manera ahora, porque ahora esta es la
masividad de cuando la alfabetización.
Un millón 600 000 matriculados en la primaria son muchos más que los que nos propusimos alfabetizar en el año
1961. De manera que es un movimiento
masivo tremendo, que necesita un desarrollo de cuadros extraordinario, que
necesita personal calificado en cantidades muy altas.
Ahora bien: nosotros en algunas de las asambleas
pudimos observar que había calidad, mucha calidad en el seno de nuestros
educadores. Y recordamos muchos cuadros
que se destacaban extraordinariamente por la claridad, por la energía de la
exposición, por la conciencia de los problemas fundamentales; nos dábamos
cuenta de que en estos años se han ido desarrollando muchos valores.
Y creemos que a medida en que avanzamos ocurrirá así,
creemos que cada una de estas escuelas será una fuente incalculable de
experiencia, fuente de formación de cuadros docentes, de cuadros educacionales
y, en fin, que a medida que avancemos tenemos que ir destacando los mejores
valores, los más enérgicos, los más perseverantes, los más entusiastas, los más
responsables, los más conscientes, para dirigir este movimiento.
¿Cuántos profesores tendremos y maestros graduados ya
en 1975? ¿Cuántos tendremos en
1980? ¿Cuántos de los maestros populares
irán superándose, irán titulándose? Un
número enorme. Pero sin duda que en los
años venideros pasarán de 100 000 los maestros.
Si estábamos ya cerca de 100 000, y pasarán de 100 000 los maestros y
profesores. Y seguir creciendo su número
cada año, y se elevará cada vez más el nivel.
Esa es realmente una revolución en la educación.
Mucho se habló de la educación antes en Cuba, mucho se
habló otras veces en otros países que estaban en situaciones similares a
nosotros. Pero realmente nunca se hizo
lo que para satisfacción de nuestro país se está haciendo en este momento,
nunca adquirió un carácter tan masivo, nunca adquirió una dimensión semejante —¡ni soñarlo!— la educación en nuestro país.
Es posible que en muy pocos países, únicamente en los
países que hicieron su revolución, en esos países sí ya la educación alcanzó un
extraordinario auge; pero en ningún otro país de América Latina nada ni que se
parezca, nada ni soñando a lo que es este extraordinario movimiento
educacional, nada semejante a esta erupción, a esta especie de volcán educacional
que se ha desatado en nuestra patria; movimiento de fuerza tremenda que tenemos
que encauzar, que tenemos que llevarlo a sus máximas posibilidades, que aun
conscientes de su dimensión no nos puede todavía satisfacer, que aun
conscientes de los avances sabemos todavía las enormes deficiencias, cuánto
tenemos que hacer cuantitativamente y cualitativamente en la educación.
Pero en ningún momento anterior se había producido
esta conjunción de factores, es decir toma de conciencia por parte de toda la
sociedad de la importancia de la educación; conjunción de esfuerzos entre la
masa de educadores y el proceso revolucionario.
Nunca se había producido tal identificación de objetivos entre pueblo,
Revolución y educadores; nunca se había producido antes esta formidable toma de
conciencia, nunca habíamos estado en mejores condiciones de avanzar.
Y debemos estar conscientes de esta realidad para
saberla aprovechar, debemos sacar el máximo de esta reunión, de este Congreso;
que a la vez que nos trace una línea, que a la vez que recoja las experiencias,
a la vez que elabore las ideas, se convierta también en un instrumento de
impulso, de entusiasmo; que cada uno de ustedes cuando regrese a las provincias
y a las regionales y a las escuelas se considere militante de la línea que se
trace, de las ideas que se elaboren en este Congreso.
En días pasados, al inaugurarse el Congreso, tuvo
lugar algo muy emocionante, que fue el homenaje a una representación de
maestros y pedagogos que toda su vida se habían dedicado con extraordinario
fervor a la educación. Fue un
reconocimiento de los educadores y de todo el pueblo a su trabajo, a sus
méritos, a su ejemplo.
Hay algunos que han sumado muchos años de educadores,
y aun con edades de 70 y más años continúan colaborando de un modo o de otro,
continúan enseñando.
Consideramos que para ellos tiene que haber sido de un
gran estímulo ese reconocimiento, porque ellos han vivido los problemas de la
educación en nuestro país a lo largo de la historia; ellos conocieron aquellos
tiempos horribles en que la educación era el pretexto para el robo, en que la
educación era el ministerio de donde salían los nuevos millonarios de la noche
a la mañana. Y del Ministerio de
Educación en el pasado surgieron los más grandes millonarios de este país, que
se robaban decenas y decenas de millones todos los años de los fondos de los
libros —de los pocos libros que iban a repartir—, los fondos del desayuno
escolar, los fondos de las construcciones, los fondos de los maestros.
Es más: los politiqueros en el pasado
utilizaban las nóminas del Ministerio de Educación y la honrosa responsabilidad
del maestro para hacer política, para organizar camarillas, para formar
senadores, representantes, alcaldes, etcétera.
Y el Ministerio donde había más botellas, el Ministerio que nutría los
fondos de las pandillas de politiqueros era el Ministerio de Educación
precisamente.
Ellos, estos compañeros que se consagraron con
verdadera devoción al magisterio, vivieron aquellos tiempos horribles, aquella
época sin esperanza, de robo y de crimen, de robo de los bienes materiales del
pueblo y de frustración de bienes más sagrados que los propios bienes
materiales, que son los bienes espirituales del pueblo, las inteligencias del
pueblo.
Cuánta inteligencia frustrada, cuántos analfabetos
fueron quedando por el camino, cuántos millones de personas dejaron de adquirir
una calificación técnica. Y hoy tenemos
la herencia. Y hoy lo vemos cuando nos
faltan niveles de técnicos en las fábricas, en las industrias en general, en la
agricultura, en todas partes.
Estamos hoy viendo sobre nuestros hombros la herencia
de aquel pasado, de cada millón que se robaron, de cada prebenda que hicieron
con los recursos de la educación, de cada crimen que cometieron contra el pueblo,
de cada inteligencia que frustraron.
Ellos vieron aquellos tiempos, previeron las
consecuencias de aquello, como hoy han tenido la oportunidad de ver estos
tiempos, han tenido la satisfacción de ver para el futuro los magníficos frutos
que podrá esperar nuestra patria de este esfuerzo que hoy se realiza en la
educación.
Puede ser que nos falte algo. Nos faltan incluso muchas cosas. Pero no se escatiman esfuerzos, no se
escatiman sacrificios, no se escatiman recursos para la educación. La educación está puesta en primer plano, y
la Revolución la considera una de sus tareas esenciales.
Creemos que junto al homenaje del corazón está el
homenaje de los hechos.
Para esos maestros que son el símbolo de lo mejor que
ha tenido nuestro país, de los más abnegados educadores, un acto como este, un
Congreso como este, una escuela como esta es también un homenaje a ellos en el
terreno de los hechos.
Ellos sabrán apreciar lo que estas escuelas
significan. Ellos que tuvieron que vivir
la pobreza, la miseria de nuestras escuelas: ellos podrán apreciar lo que significa
esta marcha, este camino, y lo que será nuestro país cuando todos los alumnos
de secundaria tengan escuelas como esta, cuando todos los alumnos de la
enseñanza media superior tengan escuelas como esta, y cuando también todos los
alumnos de primaria en las ciudades tengan escuelas similares a esta.
Eso sí significa el porvenir de un país. Eso sí puede significar la satisfacción de
las más altas aspiraciones de un pueblo.
Eso sí significa la aspiración de nuestra patria hoy, el porvenir que
para las futuras generaciones depara la Revolución.
¡Eso será el comunismo!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
(EL COMANDANTE FIDEL CASTRO REGRESA A LOS MICROFONOS)
Si ustedes tienen la amabilidad de escucharme unos
minutos... (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
He tenido que regresar para reparar una gran
injusticia. Porque es que cuando me
marchaba me quedé pensando en algo muy importante, y digo: ¿y
los obreros, los obreros que construyeron esta escuela? (APLAUSOS)
Los compañeros de la brigada, los compañeros de la industria de
construcción, los constructores, los de los muebles, los de la ropa escolar, el
número de trabajadores que hicieron un esfuerzo extraordinario para tener esta
escuela el día 19, ¡y nos habíamos olvidado de ellos!
Recordábamos aquello que decía Maceo de que mientras
quede una injusticia que reparar, la Revolución estará en pie. Y yo dije: este acto está en pie mientras quede
por reparar la injusticia del no reconocimiento que todos debemos a esos
trabajadores (APLAUSOS). Y sobre todo si
se tiene en cuenta que aportaron 23 000 horas de trabajo voluntario para
terminar esta escuela (APLAUSOS).
Y no queríamos de ninguna manera que ese olvido se
quedara así y que ese homenaje se fuera a quedar para otro día.
Muchas gracias.
(ALGUIEN LE DICE: “¿Y el nombre, Comandante?”) ¡Ah!, el nombre de la escuela.
Bueno, yo les voy a decir la verdad: cuando veo en el periódico que
inauguraban Taza de Oro, yo dije: ¿y a quién se le habrá ocurrido ponerle
ese nombre Taza de Oro? Entonces yo ni
sospechaba la razón. Dije: ¿Cómo Taza de
Oro? Ese es un nombre burgués: Taza de Oro. Eso es poner el oro demasiado... como lo más importante, lo mejor. No, no.
Ese es un nombre burgués.
Cuando llegamos aquí pregunté: ¿y
esta escuela por qué se llama Taza de Oro?
Dicen: “es
que este lugar se llamaba Taza de Oro”.
Yo dije: ¡Ah!...
Hay algunos lugares que tienen nombres muy bonitos,
nombres incluso aborígenes. Todo
eso. Pero en este caso nos han dejado un
nombre burgués que nosotros no podemos tolerar.
Por eso hay que discutir entre los estudiantes... Ellos tienen que discutir el nombre.
(DEL PUBLICO LE DICEN: “Mártires de Bolivia”).
Bueno, ahí en verdad hay una cosa: que ellos tenían su escuela
aquí... ¿Cómo se llama aquella
entonces? ¿Le van a llevar el nombre a
la escuela?
(DEL PUBLICO LE DICEN: “Mártires de Bolivia”)
Bueno, ¿y cómo vamos a dejar a los alumnos que están
allá sin nombre? ¡Pobrecitos! ¿Vamos a dejarlos huerfanitos de nombre en
aquella escuela? Es como si ustedes se
mudan de Jagüey y los dejan sin nombre.
Bueno: un compañero de ustedes había
propuesto el de “19 de Abril”.
Analícenlo y discútanlo. Si no,
cualquier otro. Ustedes son los que tienen
que discutir, los alumnos de la escuela, el nombre (APLAUSOS). Ese nombre lo había propuesto el compañerito
que ustedes eligieron para cultura.
(DEL PUBLICO LE DICEN: “Girón”)
Es que hay muchos Girón. Mientras que “19 de Abril” yo creo que no hay
muchos nombre...
Porque está Victoria de Girón, Mártires de Girón, y entonces se va a
crear una gran confusión. Y ustedes
tienen que buscar un nombre propio.
(DEL PUBLICO LE DICEN: “19 de Abril”)
Bueno, entonces ustedes en asamblea discuten el nombre
ese, ¿no? Pero estamos de acuerdo en que
no se va a quedar con el nombre de “Taza de Oro”, ¿verdad?
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Y estamos de acuerdo también en que cuando venga el
primer mantenimiento ustedes van a estudiar los colores que más se presten para
esta escuela. ¿De acuerdo?
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
Esta bien. Bueno,
¡hasta pronto! (APLAUSOS)