DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DEL IV CONGRESO DE LA
ASOCIACION NACIONAL DE AGRICULTORES PEQUEÑOS, EFECTUADA EN EL TEATRO DE LA CTC,
EL 31 DE DICIEMBRE DE 1971.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros de la
dirección del Partido y del Gobierno;
Compañeros
representantes de nuestros campesinos:
He lamentado mucho no haber podido asistir a las
sesiones de este congreso campesino. Sin
duda que habríamos estado en mucho mejores condiciones para hacer lo que
pudiéramos llamar un resumen de este congreso.
En realidad, a pesar de que procuramos la mayor parte de las veces estar
reunidos en las asambleas y los congresos, en estos días fue absolutamente
imposible. Sin embargo, veníamos
siguiendo con mucho interés todos los preparativos, y además hemos recibido una
información amplia de la forma en que se desarrolló el congreso. Hemos recibido también los dictámenes; hemos
conocido en parte algunas intervenciones brillantes, a través de grabaciones
que nos proporcionaron los compañeros Curbelo y Pepe
Ramírez.
La impresión que tenemos todos es que este congreso ha
sido un éxito. Nuestra impresión,
además, es que este congreso señala el nivel de conciencia política y
revolucionaria alcanzado por nuestros campesinos. Creemos, ciertamente, que este congreso ha de
tener un carácter histórico.
Todos hemos presenciado la obra de esta noche, la obra
teatral, concebida en el Escambray, en medio de las contradicciones que
naturalmente se suscitan en un proceso, reflejo de esas contradicciones y de
esos problemas en que se manifiestan los criterios, el pensamiento, las tradiciones,
los conflictos, entre el pasado, el presente y el futuro. La obra es fuerte, porque señala con gran
crudeza los problemas. Como toda obra,
desde luego, tiende a resaltar aquellos factores que simbolizan la esencia de
esos conflictos.
Naturalmente que allí, en el propio escenario del
Escambray, donde ampliamente, entre miles y miles de campesinos se discuten
esos problemas y han celebrado decenas y decenas de asambleas y de análisis,
allí lo ven como algo cotidiano, y son los problemas que se manejan. Cuando la vemos todos nosotros, nos
encontramos de pronto con el impacto de esas realidades.
Y creemos que vale la pena profundizar sobre la
cuestión. No es que sea este
precisamente un problema de ahora. Los
problemas fundamentales de ahora no son precisamente los planes ni la
integración; los problemas fundamentales de este momento están relacionados con
la cuestión de qué vamos a hacer en la agricultura en general y en las áreas
campesinas para cumplir las tareas que nos corresponden en este instante; cómo
vamos a aprovechar los recursos de la tierra, los recursos materiales, los
recursos técnicos y humanos, para hacer avanzar nuestra agricultura e
incrementar la producción; cuáles son las cuestiones esenciales donde debemos
golpear, cuáles son los vicios que subsisten y cuáles son las fallas que
necesitamos superar.
Pero de todas formas, ya en este congreso se aborda de
un modo más profundo cuestiones de suma importancia que tienen que ver con el
mañana, que tienen que ver con el futuro más o menos próximo o más o menos
lejano.
Y esto reviste una cuestión trascendental, tiene una
importancia trascendental. ¿Por
qué? Porque, a nuestro juicio, nos
permite vislumbrar un camino, nos permite vislumbrar formas de trabajo y de
producción agrícola, formas nuevas, formas revolucionarias que señalarán hasta
qué grado esta Revolución puede haber sido profunda y hasta qué grado realmente
nuestro pueblo está haciendo un aporte determinado a la solución de muy
difíciles y muy complejos problemas del mundo moderno.
Al triunfo de nuestra Revolución podía decirse que la
cuestión relacionada con la solución de los problemas agrarios había llegado
hasta cierto nivel de desarrollo. Y
recordamos cómo en el movimiento revolucionario en general, prácticamente en
todos los países que estaban en la situación de Cuba, la consigna fundamental,
el objetivo más avanzado que se planteaba en relación con las reformas
agrarias, era el reparto de la tierra, bajo la consigna de que "la tierra
debe ser para el que la trabaja", consigna que en su época fue
incuestionablemente revolucionaria, porque era la expresión de una aspiración
de los campesinos explotados frente a los explotadores, a los latifundistas, a
los grandes terratenientes, o incluso a las grandes empresas capitalistas
agrícolas. Y los problemas sociales que
afectaban a nuestros campos, determinaron esa consigna, esa aspiración. Muchos campesinos carecían de tierra, y otros
muchos trabajaban la tierra pagando elevadas rentas o el tercio o, en
ocasiones, hasta la mitad de la cosecha, o eran precaristas y estaban
amenazados constantemente por el desalojo.
A raíz del triunfo de la Revolución Cubana por primera
vez —y desde luego, tomando muy en cuenta las condiciones específicas de Cuba—
se planteó la cuestión de si era correcto proceder al reparto de las tierras
que no estaban en posesión de precaristas, arrendatarios o aparceros; si
debíamos proceder de inmediato a un reparto total de todas las tierras o si,
por el contrario, no debíamos hacer eso.
A través del curso de la Revolución es más fácil
comprender los problemas. Cuando los
años pasan, determinadas ideas, determinados conceptos pueden resaltar por su
importancia, por su influencia fundamental en el desarrollo ulterior de un
país. Pero en los primeros días cuando
salíamos de la oscuridad, de la ignorancia, de la opresión y de la explotación,
tal vez no parecieran tan claros.
Pero es evidente que si en nuestro país nos hubiésemos
conformado con aplicar los conceptos que eran hasta entonces los más avanzados
en cuestiones agrarias, nosotros habríamos podido hipotecar el futuro de la
nación, y hubiésemos llenado el país de pequeñas propiedades y de
minifundios. Habríamos dividido la
tierra de los latifundistas y, sin embargo, no habríamos resuelto el problema
del campo; habrían quedado muchos campesinos y muchos obreros agrícolas sin
tierra, si es que se iba a crear una parcela donde por lo menos pudiera
trabajar un buey. Y para emplear
racionalmente un buey —digo racionalmente—, hacen falta por lo menos unas
cuantas hectáreas o una caballería.
Naturalmente que todos nuestros campos se habrían
cundido de bohíos. Cuba sería un "bohizal" de un extremo a otro (APLAUSOS).
Y en medio de esa miseria habrían subsistido cientos
de miles de personas que en aquellos momentos no tendrían tierra, y se habrían
visto obligadas a vender su fuerza de trabajo como única forma de vida.
Quién iba a decir, además, en aquellos días, cuando
medio millón de personas se encontraban sin trabajo, que el problema de hoy
habría de ser precisamente lo contrario: la escasez de la fuerza de trabajo,
las inmensas necesidades de fuerza de trabajo, que nos habrían obligado a
introducir las máquinas y la técnica en escala masiva. Porque cuando los brazos faltan en los
campos, solo las máquinas pueden resolver el problema, solo las grandes
combinadas, solo los grandes aviones regando herbicidas o sembrando o
fumigando, luchando contra las malezas, los gérmenes, las enfermedades. Solo los grandes sistemas de riego, solo los
equipos más modernos de ordeño, solo las grandes máquinas de alta velocidad y
productividad podrían resolver el problema.
Y se habrían producido dos fenómenos: o el subempleo de cientos de miles de
personas en una agricultura de subsistencia, que no habría dado ni para
abastecer los centrales de caña, ni para abastecer de leche a la población y de
alimentos en general, donde habría sido imposible introducir ninguna técnica
avanzada. Los obreros industriales de
las ciudades se habrían visto prácticamente privados de alimentos y se nos
habría presentado un problema entonces serio: cómo después de hacer aquel descomunal
reparto empezar a reordenar todo aquello, si es que hubiésemos tenido chance de
reordenarlo.
Aun así es largo y fatigoso el camino de ordenar
nuestros campos, de introducir y aplicar la técnica y de resolver los grandes
problemas que tenemos delante.
En nuestro país se daba además la circunstancia
especial de que por herencia histórica nuestra economía no dependía de grandes
industrias ni de grandes recursos minerales: dependía y tendría que depender
durante muchos años de su producción agrícola.
Cualquier serio problema en la producción agrícola
repercutiría de manera nefasta en toda la vida del país, puesto que nuestras
exportaciones y por tanto nuestras importaciones en este país —donde
prácticamente todo había que importarlo— dependían precisamente de productos
agrícolas.
Y esto constituía un obstáculo muy serio, puesto que
cuando un país depende de la agricultura y tiene que depender durante muchos
años como su fuente principal de ingresos...
Y la agricultura no es una mina que se tiene trabajando todo el año,
todas las horas del día y de la noche si se quiere, como Moa y Nicaro, que aun en las condiciones climáticas de este país,
con períodos de fuertes lluvias y a cielo abierto, aun así es perfectamente
posible concentrar a la entrada de las industrias el material necesario para
que no se tengan que detener un solo día.
Los países que viven de la extracción petrolera, los países que viven de
grandes desarrollos industriales, tienen en términos generales una producción
sólida y estable todos los años.
Pero cuando un país tiene que depender de la
agricultura fundamentalmente, y cuando esa agricultura depende de factores
climáticos, y cuando ese clima es un clima tan irregular como es el clima de
nuestro país, y cuando además el desarrollo técnico de esa agricultura es tal
que solo una ínfima parte dependía del regadío o contaba con regadío, y
estábamos además expuestos lo mismo a grandes sequías que a grandes y
extemporáneas lluvias, amén de los ciclones que hemos tenido oportunidad de
conocer en este proceso: desde el
"Flora", catastrófico y destructor, hasta el último, que puso en
peligro un gigantesco esfuerzo por levantar la cosecha tabacalera, un ciclón
extemporáneo nada menos que por Pinar del Río —y aquí, desde luego, por
dondequiera que pase un ciclón hace daño—, nada menos que por Pinar del Río,
cuando las tierras estaban listas y los semilleros preparados, y que obligó a
los pinareños a realizar un milagro de recuperación y de esfuerzo,
reconstruyendo de nuevo todos los semilleros para poder cumplir los
planes.
Hemos vivido, hemos acabado de vivir dos años de
intensa sequía, en que llovió en muchos lugares el 50% del promedio. Este mismo año que está a punto de finalizar
nos jugó la mala partida en las regiones tabacaleras de Pinar del Río de
ofrecernos precipitaciones lluviosas equivalentes a la quinta parte de la
lluvia promedio en el período crítico de este cultivo.
Y si usted planifica producir tabaco con 200
milímetros o con 150 milímetros, o con 100 milímetros, y le caen 40, o le caen
30, o le caen 20, es difícil complacer a los muy numerosos fumadores de este
país, complacerlos en forma segura.
Si nos remitimos a la producción arrocera, para
ofrecer en cantidades suficientes ese producto a una población de 8 millones y
medio de habitantes, las cantidades de tierra a buldocear, las cantidades de
pistas de aviones, de caminos, de canales de drenaje y de canales de riego, de bombas,
de pozos y de presas son sencillamente fabulosas.
Y en años secos como este ni la presa Juventud tenía
agua, ni "Ramírez" tenía agua, ni "Lebrije" tenía agua —esa
misma presa "Lebrije" que cuando se construyó por poco la destruyen
las lluvias, porque en junio se llenó y hubo que hacer un gran esfuerzo para
evitar su destrucción—, y Jimaguayú no tenía agua, y El Mate no tenía
agua. Y ahí estaban las arroceras, en
plena primavera, esperando agua. Y que
nos señalaban la necesidad de seguir construyendo presas, porque si
"Lebrije" con 90 millones de capacidad no alcanzaba, vamos a ver
ahora si nos alcanza Zaza con 1 000 millones de metros cúbicos de capacidad
(APLAUSOS). Y que el 30 de abril de este
año se está cerrando allí, pero que incluso para cerrarla origina un descomunal
trabajo derivado, como es la construcción de unas 1 000 viviendas, que están en
el vaso de la presa, y el traslado de una de las más grandes industrias lácteas
del país: la
fábrica Río Zaza precisamente, y el río Zaza la va a desalojar de allí, la
presa del Zaza.
Estas realidades nos obligan a construir
simultáneamente en la provincia de Oriente:
Pedregales, la del río Buey, y seguir a ritmo acelerado las
construcciones de las presas de otros lugares de Las Villas, de Camagüey, Pinar
del Río, La Habana, Isla de Pinos —Matanzas tiene el privilegio de contar con
mucha agua subterránea—, a fin de resolver estos problemas.
Y calculen ustedes la situación de nuestro país, que
para regadío no tenía ninguna presa. Al
triunfo de la Revolución estaba Charco Mono para abastecer de agua a Santiago: 6 millones de
metros cúbicos. Y en construcción, no
para fines de regadío sino hidroeléctrico, la presa del Hanabanilla. Hay en este momento 14 brigadas grandes
construyendo presas, y algunas de ellas —como la del Zaza— tienen más de 100
camiones de más de 10 toneladas, decenas de buldóceres, de grúas, de
cargadores, de traíllas, de mototraíllas.
Y, en fin, gigantescos trabajos de construcción para hacer los embalses,
y después de los embalses los canales, como ese mismo del Zaza que tiene que
llevar el agua 60 kilómetros y donde hay que excavar en la arcilla y en la
roca. Colosales movimientos de tierra
para garantizar al pueblo los abastecimientos de arroz.
Cuando un país como el nuestro tenía que depender de
la agricultura, estaba expuesto a estos problemas que hemos estado sufriendo
durante años, de las épocas de lluvias excesivas que resultaban dañinas por la
falta de drenaje, épocas de grandes sequías que nos afectaban por la falta de
agua y de sistemas de riego.
Y para tener una idea de lo que esto puede significar
para la economía de un país, baste decir que la producción de caña en un año de
lluvias normales puede verse afectada, en años como los que acaban de pasar, en
un 40%, por las sequías. Esto significa
que si usted tuviera caña para 10 millones de toneladas, en un año normal de
lluvias, en años excesivamente secos como estos puede verse reducida a 6
millones. Considérese lo que significa
para la economía de cualquier país una afectación de un 40% de sus producciones
fundamentales en exportaciones; lo que significan afectaciones de un 40% en la
producción agrícola cuando se depende fundamentalmente de la agricultura.
Si a esto sumamos la circunstancia de que para producir
nuestras divisas hemos tenido que emplear en esas cañas y en esa industria
azucarera medio millón de hombres aproximadamente por año en las zafras —entre
obreros de los centrales azucareros, del transporte, corte y tiro de caña, sin
contar los que tienen que quedarse cultivando—, y que eso ha gravitado
tremendamente sobre nuestro país, nos damos cuenta de que no tenemos otra
solución que las combinadas, y mientras llegue la combinada, el corte
australiano. Y el corte australiano
exige la quema, pero las combinadas también exigen la quema —hasta ahora, en el
nivel técnico de las máquinas existentes—, y entonces necesita incrementar el
riego, el herbicida, usar combinadas grandes, usar aviones, construir grandes
sistemas de riego. Y nos preguntamos si
eso habría sido posible en un país repartido en medio de millón de minifundios,
donde en cada uno de ellos habría existido, por necesidad y por tradición,
caña, arroz, yuca, boniato, plátano, ganado, frutales, etcétera; que son muchos
de esos tipos de agricultura individual que vemos y que conocimos
históricamente, y que era concebible en un país donde el hombre no dependía más
que de él y de lo que tenía al lado. Si
él no tenía nada y si no tenía nada al lado de él, se morían la mujer, los
hijos, la familia, todo el mundo, de hambre, de enfermedad, de todo, porque no
tenía nada más que eso.
El caso de lo que veíamos en la obra, y el niño
muerto... Y de niños muertos todos
sabemos. Y ustedes saben más que
nadie. Porque la inmensa mayoría de
ustedes tiene que haber conocido aquellas epidemias de gastroenteritis, de
tifus y otras cosas por el estilo, que exterminaban en cualquier barrio decenas
de niños. Niños, además, descalzos,
desnutridos, mal alimentados, sin ninguna esperanza de asistencia médica. Porque nosotros conocimos esos
problemas. Cualquiera de nosotros lo
vimos. Yo mismo lo vi; de llegar en unas
vacaciones y encontrarme que el 20% ó
30% de los niños había muerto. Y, desde
luego, en lugares donde jamás se oyó hablar de un médico. Los viejos, y los que no son viejos, casi casi hasta los jóvenes, pues la Revolución solo tiene 13
años, conocen estas realidades.
Y el hombre solo dependía de lo que tenía al
lado. Nadie se iba a acordar de él ni él
se iba a acordar de nadie. No es como
hoy, en que todos luchan y trabajan para todos.
No es como hoy, en que todos son capaces de morir, todos son capaces de
luchar y de morir por cualquier hijo de este país: un pescador, un campesino, un obrero,
una niña mutilada (APLAUSOS). Hoy la
distancia que nos separa del pasado es inmensa.
Por eso las ideas tienen que cambiar, por eso los
conceptos tienen que revolucionarse.
Cuando se vive en un mundo inspirado en otras ideas, en otros
principios, en otros conceptos, por imperativos de orden moral, pero además por
imperativos de orden vital, por imperativos de orden histórico, por imperativos
de orden económico, todo tiene que cambiar y cambiará en beneficio de
todos. ¡Cambiará en beneficio aun de
aquellos que se resisten a comprender los tiempos nuevos que vivimos, aun de
aquellos que se resisten a abrir los ojos para mirar el mañana que nos puede
esperar si trabajamos de manera racional, de manera inteligente, de manera
consciente, de manera revolucionaria!
Afortunadamente, ya nuestra Revolución enfrentada a
sus propios problemas, buscó nuevas soluciones, dio nuevos pasos en el camino
de la reforma agraria. Y en
consecuencia, más que una reforma agraria, se produjo una revolución agraria.
Y no dimos un paso atrás. Porque haber convertido a nuestra masa de
obreros agrícolas en agricultores privados independientes habría sido una
marcha atrás en la historia de este país.
Ser obrero es resultado de la evolución de la sociedad humana. Ser obrero es resultado del desarrollo de las
fuerzas productivas, de la técnica y de la industria moderna.
La clase obrera es hija del progreso de la
humanidad. El productor aislado e
independiente es una reminiscencia del pasado de la humanidad. Desde el punto de vista social, desde el
punto de vista político, habríamos retrocedido.
Y se nos habría planteado quizás muy pronto la necesidad de dar nuevos
pasos hacia adelante.
¿Pero cuánto tiempo habría perdurado en nuestro país
la existencia de dos clases sociales: la clase obrera y la clase
campesina? La clase campesina habría
aumentado en número, la clase obrera se habría reducido en número. La nueva concepción de la reforma agraria nos
permitió mantener a los obreros como obreros e incrementar la fuerza y la
influencia de la clase obrera.
Y estos son problemas que nos tocan a todos muy de
cerca, que les toca a ustedes y sobre todo les tocará muy de cerca a sus
hijos. Cualquier campesino lo sabe,
cualquiera de ustedes lo sabe, cualquier militante de filas de la ANAP lo sabe. Y lo
sabe Pepe, Pepe lo sabe demasiado bien; porque nosotros no sabemos cuánta
tierra tenía Pepe como pequeño agricultor —si es que tenía alguna—, pero sí
sabemos todos que Pepe tenía por lo menos 10 hijos (APLAUSOS).
De dónde, de la tierra donde vivía Pepe con sus 10
hijos, tendrían que vivir después los 10 hijos de Pepe con sus familias. Dividido en 10 el minifundio: 10 vaquitas
lecheras, 10 conucos de yuca, de plátano, de caña. Y posiblemente no 10 vaquitas lecheras; 10
chivas lecheras. Y donde vivían 10,
vivir 100, pero sin ninguna técnica; con la misma tierra y ninguna técnica,
ninguna máquina, ningún regadío, ninguna ciencia. Y los biznietos de Pepe, según la escala,
serían aproximadamente 1 000 (RISAS). En
tres generaciones, que se suceden rápido, habrían tenido que vivir 1 000 en la
parcela de Pepe.
Esas son las perspectivas que podía ofrecernos.
Afortunadamente, nuevas concepciones se abrieron paso,
ajustadas a estas realidades nuestras.
Solo se entregó la propiedad de las tierras que estaban ya parceladas en
manos de pequeños arrendatarios, aparceros y precaristas. El resto de las tierras comprendidas en la
reforma agraria ni se parceló ni distribuyó a nadie; quedaron como patrimonio
de todo el pueblo. Lo que se hizo no
quiere decir que resolvió de por sí los problemas agrícolas. No.
Estamos muy lejos de haber resuelto los problemas, estamos muy lejos de
haber alcanzado niveles altos de productividad, de aprovechamiento de los
recursos materiales, de las máquinas, de los insumos, de los hombres; muy lejos
todavía. Estamos muy lejos de haber
alcanzado una alta eficiencia en la explotación y el aprovechamiento de esos
recursos y esas tierras.
Pero no hay ningún factor social, no hay ningún factor
físico, no hay nada que nos impida realizar el esfuerzo que estamos haciendo
hoy, la lucha por lograr el máximo de esas posibilidades que tenemos delante
para llegar a extender el riego a la inmensa mayoría de nuestras tierras y a
nuestros más importantes cultivos; desarrollar sistemas de drenaje, preparar
las tierras para la mecanización, destronconar,
recoger piedras, hacer caminos, conjugar la zanja de riego con el canal de
riego, con la zanja de drenaje, con el camino y el puente y la alcantarilla por
donde tiene que pasar la carreta, la longitud de los campos donde tienen que
trabajar las máquinas para lograr su más alta productividad en la caña.
Y en fin, en nuestras manos están esas gigantescas
posibilidades que empiezan a hacerse realidades, esas gigantescas arroceras
como la de Sancti Spíritus o la de Bayamo en Oriente, donde máquinas de alta
productividad permiten cosechar 300, 400, 500 quintales en un día, cuando un
hombre trabajando duro en la parcelita corta tres, y si es muy activo cuatro y
hasta cinco quintales. Además, después
las mujeres lo tienen que descascarar en el pilón de la casa —y las compañeras
de las brigadas FMC-ANAP deben saber eso perfectamente
bien.
Ya en esas grandes arroceras se siembra con avión, se
fumiga con avión, se aplica el herbicida en avión; aviones que pueden tener
productividad de 50 caballerías en un día; máquinas que pueden cultivar,
cosechar 300, 500 quintales; secadores modernos y molinos modernos. ¡Cuántos millones y millones de horas-hombre
ahorra esa técnica! ¡Y qué seguridad no
depender ya de las grandes sequías cuando el agua, toda la necesaria, esté
disponible para una y para dos cosechas, para las siembras de primavera y las
siembras de frío!
Invertir esos gigantescos recursos que son necesarios
para sacar el máximo a la tierra, para aplicar la técnica, es la única forma de
que puedan vivir los 1 000 biznietos de Pepe (APLAUSOS) y los millones de
nietos de todos ustedes, que no se quedan muy por detrás de Pepe (RISAS).
De eso se trata, de cómo vemos y contemplamos el
futuro, de cuál será el destino de sus hijos y de sus nietos y de sus
biznietos. Si acaso vamos a seguir
destruyendo recursos naturales, si acaso vamos a seguir talando árboles sin
sembrar uno solo, si acaso vamos a seguir destruyendo los suelos a través de la
erosión por falta de medidas de preservación, si acaso vamos a seguir
destruyendo montañas y privando a las generaciones futuras de los medios
naturales de los cuales habrán de vivir.
Nosotros decíamos en una reunión con estudiantes
chilenos que, por muy bien que hiciéramos las cosas en la época actual, de
todas formas dentro de 500 años nos considerarían algo así como unos animales
prehistóricos. Eso es haciendo lo
óptimo. ¿Pero qué dirán las futuras
generaciones si lo hacemos pésimo, si les destruimos hasta el medio del cual
habrán de vivir? ¿Y qué dirán las
futuras generaciones, los descendientes de ustedes, o qué habrían de decir si
ese fenómeno de la parcelita y del minifundio se hubiera prolongado? ¿O de cualquier manera, si con el devenir de
los años, todavía tuviéramos que seguir considerando este país como un país
dividido en dos clases:
los obreros y los campesinos?
¿Y que estos cuadros, estos dramas, estas discusiones entre el granjero
y el campesino, que vimos en la obra teatral esta noche, se prolongaran por
décadas? Y ahí apenas se reflejó el
debate ideológico entre los obreros y los campesinos. Nosotros hemos oído grabaciones de
discusiones de granjeros y campesinos en el Escambray, y son increíbles los
argumentos que se emplean y las cosas que se dicen. Realmente los granjeros se defendieron mucho
más enérgicamente, y realmente los granjeros hicieron imputaciones bastante
serias —en sus discusiones— a los campesinos.
Y hablaron todos con enorme libertad y franqueza.
No crean ustedes que los campesinos salieron mal aquí
en la obra, a pesar de que la obra es cruda.
Y si se quiere expresar algo, muchas veces para que llegue ese mensaje
tiene que decirse en forma cruda.
Pero en la polémica de granjeros y campesinos,
nosotros hemos oído muchas cosas. Y con
qué sentido y con qué conciencia el obrero habla de que él trabaja para todo el
pueblo, de que lo que él siembra va para el acopio, de que con su trabajo lo
que él produce va allí a donde está el maestro, o donde está el médico, o donde
está el obrero industrial, donde están los que producen las medicinas y todas
las demás cosas, y que tienen derecho a vestir, y a calzar, y a alimentarse,
porque son los que producen la salud y la vida, son los que producen los bienes
materiales y son los que producen los servicios que todo el pueblo necesita,
que todo campesino necesita. Porque,
¿cuál es la medicina con la cual un campesino se cura, alivia un dolor o salva
la vida de su hijo o de su esposa? ¿Y
cuáles son los libros, y los lápices, y los edificios y los laboratorios con
que sus hijos se educan y estudian en las primarias, en las secundarias, en los
preuniversitarios, en los tecnológicos, en las universidades? (APLAUSOS)
Y los que producen esos bienes para todos los obreros
que producen esos zapatos, y esas ropas, y esas medicinas, y esos libros, y
esos transportes, y esas viviendas, y todos esos medios indispensables a la
vida de hoy, no se quedan con nada ni lo intercambian con nadie. ¡Trabajan y producen para toda la sociedad! (APLAUSOS)
Es por eso que el obrero alcanza una conciencia moral
mucho más alta, una conciencia política y revolucionaria mucho más alta, y es
por eso que se dice que es la clase más revolucionaria de la sociedad.
Ahora bien: nadie tiene la culpa de haber nacido
obrero o de haber nacido campesino. Nadie
tiene responsabilidad histórica por su propia condición social. En todo caso, tendremos responsabilidad
histórica por nuestra condición social del mañana. Y la tendremos sobre todo en la medida en que
en nuestras manos esté cambiar esas condiciones sociales del futuro, en la
medida en que vivimos un proceso revolucionario, en la medida en que tenemos el
privilegio de hacer un mundo nuevo.
No somos responsables del mundo del ayer, no somos
responsables del mundo viejo, ¡pero somos responsables del mundo de
mañana! ¡Somos responsables del
futuro! ¡Lo somos los cubanos en este
momento de nuestra historia, en esta Revolución!
Digo esto, porque al señalar las realidades no
señalamos responsabilidades. Señalamos
el deber elemental del futuro. Esto explica
la forma de hacer la revolución, explica el concepto de la alianza
obrero-campesina (APLAUSOS), el contenido de esa alianza, el objetivo de esa
alianza.
Pero en estos instantes, 1971 termina, 1972
comienza. ¡Un nuevo año
revolucionario! ¡Un nuevo año de vida de
la Revolución se cumple! (APLAUSOS)
¡Detengámonos a oír nuestros himnos: el himno de la patria, el himno de
América Latina y la internacional comunista!
(SE ESCUCHAN LAS NOTAS DEL HIMNO NACIONAL, EL HIMNO DE
AMERICA LATINA y LA INTERNACIONAL,
A LAS 12:00 DE LA NOCHE DEL 31 DE DICIEMBRE)
Un día como hoy, en una hora como esta, cuando los
combatientes revolucionarios se disponían a librar los últimos combates, cuando
los hombres se disponían a ofrecer los últimos tributos de vidas y de sangre,
al final de la contienda, el tirano y sus esbirros abandonaron el país.
Es muy simbólico realmente —y nadie lo planeó, nadie
se lo propuso, pero es un resultado de nuestra vida revolucionaria— que este
XIII aniversario nos encuentre aquí a los campesinos en su congreso, pensando
en las nuevas tareas, pensando en las nuevas obligaciones, en los nuevos
deberes. Es una buena prueba de que hay
cambios en nuestras vidas, de que hay grandes cambios en todo. Porque posiblemente si no viviéramos en una
revolución, si no tuviéramos tantas obligaciones delante, hoy no estaríamos
aquí reunidos. Unos estarían celebrando
la fiesta, ¡y la inmensa mayoría estaría sin celebrar nada!
Conmemoramos realmente este XIII aniversario
trabajando, forjando el mundo de mañana, en unión de los obreros, de los
campesinos, del pueblo.
Hablábamos de la alianza obrero-campesina. ¿Y qué es la alianza obrero-campesina? Esto se habrá explicado de muchas formas,
pero en esencia es la alianza revolucionaria de dos clases explotadas, en la
época de las revoluciones socialistas.
Porque esas dos clases existían en la sociedad capitalista.
En las revoluciones burguesas nadie buscaba la alianza
obrero- campesina. Los burgueses en la
época de sus revoluciones cambiaron a su vez también la estructura de la
sociedad, desarrollaron su filosofía y sus instituciones y no tardaron en
descubrir —a medida que el capitalismo se desarrollaba y surgía una nueva clase: la clase obrera,
las posibilidades de usar a los campesinos contra los obreros. E históricamente los burgueses cuantas veces
pudieron usaron a los campesinos contra los obreros.
Así ocurrió en el país clásico de las revoluciones
burguesas —la misma Francia— donde hicieron las reformas agrarias y les
quitaron las tierras a los señores feudales que venían posesionados de ellas
desde la época medieval. Con aquel
mérito histórico, invocando aquellos acontecimientos, después de haber creado
millones de propietarios rurales, los utilizaron contra los obreros en las
elecciones y en las crisis revolucionarias, en las fases ulteriores de aquel
proceso social. Y más de una vez
utilizaron a los campesinos para aplastar a los obreros, utilizaron a los
campesinos para defender los intereses de los grandes industriales, de los
grandes banqueros, de los grandes comerciantes, que también explotaban a los
campesinos aunque no los explotaban de manera directa, como el viejo señor
feudal.
Pero cuando surge la Revolución Bolchevique, Lenin
traza por primera vez la consigna de la unión de los obreros y los
campesinos. Ya no era la época de las
revoluciones burguesas:
era la época de las revoluciones socialistas. Ya no era el pensamiento liberal-burgués de
los industriales, de los banqueros, de los comerciantes lo que presidía el
proceso: era la
filosofía del proletariado, la ideología del proletariado, el programa del
proletariado.
Y es el proletariado quien por primera vez logra la
unión de esas dos clases para liquidar a los terratenientes, a la oligarquía
financiera, a los grandes intereses monopolistas, a los grandes intereses
industriales y comerciales.
Se unen de nuevo los explotados contra los
explotadores. Solo que si antes en el
feudalismo la clase obrera no existía y los señores feudales teniendo a la
sociedad bajo su férula explotaban a industriales, comerciantes, artesanos y
campesinos, ahora en el capitalismo, los burgueses convertidos en clase
dominante, explotaban a obreros y campesinos.
Por eso la alianza obrero-campesina es la alianza de
dos clases revolucionarias contra los explotadores. Y esas dos clases se unen para llevar
adelante la revolución. Pero esta vez,
la revolución socialista. Y la
revolución socialista tiende a la erradicación de las clases sociales. En primer término, suprime esa horrible
división de la sociedad humana entre explotadores y explotados: expropia y confisca
a los grandes propietarios, a los grandes explotadores, a la clase
dominante. Pero no obstante subsisten
entonces, a medida que la revolución avanza, esas dos clases: la clase obrera y la clase
campesina. De ahí que esas dos clases
aliadas tienen a la vez una importantísima misión histórica: no solo erradicar la división de la
sociedad entre explotados y explotadores, sino la de erradicar hasta el último
vestigio de la división de la sociedad en clases sociales.
Y esa es la honrosa misión del proletariado y del
campesinado en nuestro país:
hacer avanzar el proceso revolucionario hasta que todos
absolutamente pertenezcamos a una sociedad sin clases, a una sociedad de
productores, a una sociedad de trabajadores, con derechos iguales.
Esa sociedad se alcanza a través de etapas. La sociedad comunista es el objetivo
final. El socialismo es una fase de
tránsito. Y se ha dicho que la fase
socialista implica que cada hombre aporte según su capacidad y reciba según su
trabajo. Y en la fase final, la fase
comunista, de una sociedad superior, de un hombre realmente nuevo, cada uno
deberá aportar según su capacidad y recibir según sus necesidades.
Es imposible que ningún hombre sensible, ningún hombre
consciente pueda dejar de luchar por esa etapa del desarrollo humano que
constituye un futuro relativamente lejano todavía. Porque no está en dependencia solo de los
hombres: está
en dependencia del desarrollo de su conciencia y del desarrollo de las fuerzas
productivas y del desarrollo de la técnica de producción de los bienes
materiales.
Se habla históricamente del apego del campesino a la
tierra. Eso es cierto. Pero históricamente también, los hijos de los
campesinos han tenido apego a la tierra, al pedazo donde nacieron, al árbol que
vieron crecer, al paisaje... ¡A
todo! Pero la vida los obligó a emigrar
hacia los suburbios de las grandes ciudades.
Y así, los hijos de Pepe, por mucho amor que tuvieran a la parcela, en
el capitalismo habrían tenido que emigrar de una manera cruel, y no para una
escuela, no para una secundaria, no para una universidad. Y los nietos y biznietos de Pepe habrían
tenido que emigrar cruelmente, y despedirse para siempre del arbolito, del
paisaje y de las piedras, del pedacito de tierra. Aquellos que tenían la posibilidad de
sobrevivir. Porque muchos abandonaban
esa tierra y este mundo demasiado prematuramente por el hambre y las enfermedades.
La Revolución ofrece al hombre otras perspectivas y
otras alternativas. No abandona nada, no
pierde nada, sino que entra a ser en definitiva dueño de todo. Entra a ser dueño de un mundo nuevo, de un
mundo absolutamente diferente, y mil veces más humano.
Y los hijos de muchos campesinos, la inmensa mayoría,
han abandonado el pedacito de tierra. Y
hoy están estudiando en una secundaria o en un preuniversitario o en una
universidad, y se están haciendo ingenieros, se están haciendo pilotos, se
están haciendo maestros, o se están haciendo oficiales. Están adquiriendo una calificación técnica, y
están pensando de muy diferente manera.
Y si no, ¿por qué nos faltan tantos brazos en el
campo? Es que los hijos han escogido el
otro camino. ¿Por qué no se puede
sembrar más posturas de tabaco? ¿Y por
qué hay que andar haciendo tantas movilizaciones para recoger el café? Porque los hijos han abandonado la
parcelita.
Y en nuestros campos se juntan las parcelas. No se abandonan, se engrandece la parcela en
la unión con las demás parcelas y los demás obreros, en condiciones de vida
infinitamente diferentes.
Y nosotros decimos que nos admiró la claridad de este
congreso. Nos admiró su planteamiento en
este sentido, cuando sin vacilaciones de ninguna índole declaró en este
párrafo, que sintetiza la idea: "La participación del campesinado
cubano en el proceso de desarrollo económico y social del país debe ser
mediante la incorporación progresiva de sus tierras y fuerza de trabajo a los
planes integrales, posibilitándose con ello el empleo masivo de la técnica y la
mecanización de la agricultura como vía más adecuada para salir del
subdesarrollo". Pero para salir del
subdesarrollo en todos los órdenes, no solo económico y técnico, sino también
moral, revolucionario y humano (APLAUSOS).
Para salir del subdesarrollo de la conciencia. Es así.
Pero yo le preguntaba a Pepe: Pepe, ¿estos delegados campesinos no
son todos comunistas? ¿Tú estás seguro
de que los que están aquí en este congreso no son todos
vanguardias? ¿Y no serán todos
comunistas? ¿Y no estarán demasiado avanzados
en relación con el resto de la masa? Y
decía Pepe: "No,
estos problemas se discutieron en la base.
Y los delegados aquí traen el pensamiento de la base". ¡Qué magnífico! ¡Qué revolucionario! (APLAUSOS)
Ahora bien: esto no constituye precisamente
nuestro problema de ahora. Esto es, en
todo caso, un enorme paso de la conciencia, digamos,
una toma de conciencia del campesinado.
No es nuestro problema de ahora eso que se plantea ahí. No es ni siquiera nuestro problema más
inmediato. Tenemos otras cuestiones y
otros problemas.
Pero, además, la alianza obrero-campesina, esa alianza
revolucionaria, implica la ciencia de cómo llevar adelante el proceso. Esa alianza de clase para finalizar las
clases, esa alianza de clase para liquidar a los explotadores primero, y para
hacer desaparecer después todo vestigio de clases diferentes dentro de la
sociedad humana, tiene que seguir el curso del proceso, tiene que actuar
conforme a métodos científicos.
Eso implica que para el avance ulterior de su propio
sistema social los obreros y los campesinos no emplean entre sí la fuerza, no
emplean la coerción, no emplean la violencia.
El avance ya es moral, es de conciencia, es político. Los obreros y los campesinos expropian a las
clases explotadoras, les privan de todos sus mecanismos y de todos sus
instrumentos de poder; por supuesto, de todos sus medios de divulgación
masivos: ¿Quién se acuerda ya de
"La Marina", "Prensa Libre", "El País", y todos
aquellos periódicos? Todas estas
imprentas pasaron a poder de los obreros y de los campesinos (APLAUSOS). Todas las estaciones de radio y todas las
estaciones de televisión, y todos los medios masivos de comunicación. Y las industrias, y las tierras, y los
bancos, y los grandes comercios. Todo
eso pasó a manos del pueblo y las instituciones burguesas fueron erradicadas
definitivamente. Hoy tenemos otros tipos
de parlamentos. Esto mismo es un
parlamento (APLAUSOS). Porque aquí los
campesinos hablaban de qué leyes deben suprimirse, qué leyes deben cambiarse, y
qué hay que hacer con el Decreto 1035, y con el otro, y con lo de más acá y con
lo de más allá.
Sencillamente lo están planteando sabiendo que tienen
ese derecho a plantearlo, y que la identificación que hay en la Revolución,
entre el poder revolucionario y el pueblo es la misma cosa, la voluntad
consciente del campesinado en las cuestiones que tienen que ver con sus
intereses más directos y más fundamentales, es la voluntad de la
Revolución.
De manera que los obreros y los campesinos utilizaron
la fuerza, la violencia, y reprimieron además a los explotadores. Y cuando se alzaron los explotadores contra
la revolución fueron todos a combatir para defenderla: Pancho, y el otro, y todos los que
estaban aquí en la obra teatral que se presentó al inicio de este acto. Todos fueron a la limpia del Escambray. Los obreros y los campesinos constituían los
batallones de milicia. Y los obreros y
los campesinos fueron también a combatir y a morir en Girón. Y los obreros y los campesinos han estado
presentes en cada contienda, en cada combate, en cada momento de lucha y de
peligro. Han estado presentes los
obreros y los campesinos, usando la fuerza para defenderse de los
imperialistas, usando la fuerza para reprimir a los explotadores, cada vez que
quisieron alzarse contra la Revolución.
Ahora bien: cuando ya se trata del avance, cuando
ya se trata de los ulteriores pasos, ya no pueden ser pasos coercitivos. Tienen que ser de la moral y de la
conciencia. Y es por eso que cuando decimos
que será objetivo de esa alianza desaparecer todo vestigio de clase y
desaparecer todo vestigio de propiedad sobre esos medios de producción, se
entiende avances en el terreno de la política, sobre todo avances en el terreno
de la conciencia. Y tiene que ser de
manera absolutamente libre; tiene que ser de forma absolutamente
voluntaria. Es decir, que la alianza de
clases no utilizará la fuerza o la violencia o la coerción para que desaparezca
una propiedad parcelaria de la tierra.
"La propiedad de Pepe" no puede desaparecer por medio de la
coerción, ni puede desaparecer antes del momento en que deba desaparecer. Nadie sabe cuánto tiempo durará todavía
"la propiedad de Pepe", si es que a Pepe le queda alguna
propiedad, si es que Pepe tuvo alguna
propiedad.
¿Tú qué eras, Pepe, antes de la Revolución? (PEPE RAMIREZ CONTESTA QUE ERA PRECARISTA) Tú
eras precarista. Tenía la posesión de
una parcela que después pasaría a ser propiedad suya con la Ley de Reforma
Agraria.
Tiene que ser de manera absolutamente libre, es decir,
absolutamente voluntaria, y ninguna de esas propiedades debe desaparecer antes
de tiempo. Eso es muy importante.
Por eso decíamos que no es problema de ahora. Y cuando se dice la política progresiva de
integración a los planes, infortunadamente esos planes tardarán todavía muchos
años, pero muchos años. De manera que
eso solo se puede producir de manera progresiva y en forma absolutamente libre
y voluntaria.
Hay solo algunos casos en que excepcionalmente no se
puede aplicar el principio de la voluntariedad, y aquí se citaron en este
congreso. Digamos, una inmensa arrocera
y hay tres parcelas en el medio, o 10 parcelas en el medio con viviendas, que
afectan 500 caballerías de tierra; que no permiten emplear el avión para
fumigar o regar herbicida, ni aplicar la técnica. Es decir, hay casos. Y eso lo contemplaban hasta las
constituciones burguesas, que contemplaban las razones de expropiación por
interés público o utilidad social. Es
decir, hay los casos que están en el propio documento establecido.
Hay el problema famoso de que cayó la parcela en el
embalse de una presa. Entonces, había
dos criterios. ¿Qué hacer? Con un programa masivo de construcción de
presas, con 14 grandes brigadas, con más de 20 presas construyéndose
simultáneamente —porque algunas construyen hasta dos o tres—, entonces, ¿a qué
nos íbamos a dedicar aquí? Saca del
embalse aquí, y reparte parcelas allá.
Cuando se hizo la primerita o la segunda presa, se podía hacer eso. Ahora no.
Para aplicar esa solución tendríamos que ir afectando granjas y planes
por todas partes creando de nuevo las parcelas.
Ibamos a retroceder. Por eso se
acordó el principio de que no se podía predicar la política —porque nos íbamos
a volver locos— de que por dondequiera que se hacía una presa nueva... Y muchas de esas presas cogen áreas de
valles, a veces están muy parcelados, y usted tiene que dedicarse a establecer
entonces nuevas parcelas y construir casas aisladas, escuelas aisladas, sin
electricidad, sin agua, sin nada.
Y eso se hizo allá cuando El Mate. Por ahí están todavía esas casas. Y eso sí que es más difícil de cambiar. Cuando usted hace una cosa mal hecha,
cambiarla después es más difícil que cambiar las cosas mal hechas que vienen de
atrás. Las nuevas cosas mal hechas son
más difíciles de cambiar. Porque ya
entonces no es un bohío:
es una casa de material y de todo. Pero esa casa está a medio kilómetro de la
otra, y ya los muchachos tienen que empezar a caminar bastante para ir a la
escuela, y allí no llega electricidad, no llega agua, no llega nada. Sigue el hombre aislado, como un lobo
solitario.
Y entonces, se estableció esta política. Hay un embalse, ¿qué vamos a hacer? Señores, el embalse es para todo el
pueblo. Cuando se hace la presa del Zaza es para que haya alimento para todo el pueblo. Es un interés de toda la nación. Es decir, que los dictámenes aprobados en el
Congreso establecen los criterios a las excepciones de la voluntariedad con una
gran sabiduría, que demuestra un gran avance de la conciencia. El campesino afectado por estas obras de
interés de todo el pueblo, no recibe la compensación en forma de nuevas
parcelas sino que se le indemniza de otra forma considerando sus intereses y
necesidades económicas y sociales.
El principio de la voluntariedad, salvo esas
excepciones establecidas en el congreso, tiene que ser respetado —digamos— de
manera absoluta. Eso se ha dicho siempre
(APLAUSOS). Y cada vez que se viole el
principio de la voluntariedad, habrá una chapucería, habrá una gran chapucería,
habrá una violación de los principios políticos y revolucionarios.
No hacemos nada con avanzar si no avanzamos con la
conciencia. No hacemos nada con avanzar
en ese campo si todavía estamos culturalmente y políticamente atrasados. Pero, además, no hacemos nada con unir si no
estamos en condiciones de aplicar la técnica, si no estamos en condiciones de
hacer tales planes integrales. Los
planes integrales tendrán que ir poco a poco, porque el ritmo nos lo impone nuestros recursos, que son limitados.
Ahora, ¿qué se va a producir en un momento
determinado? Y esto es interesante. Los primeros planes integrales eran una idea
que tenía que concretarse en hechos. Ya
algunos de esos planes se han ido concretando en realidades, y ya han ido
produciendo —como todo hecho real— una profunda impresión y una profunda
influencia en las zonas donde se desarrollan.
Pero nosotros estamos seguros de que llegará un
momento en que habrá muchos campesinos, que saben que tienen que esperar por lo
menos 15 años o 10 años para que se haga algo en su región parecido a aquello,
que van a tener la justa aspiración de lograr los avances que otras regiones
han logrado. Porque ustedes verán, a
medida que avancen todas estas ideas y la conciencia de todos estos problemas,
¡ustedes verán! Recuérdense que se lo
estamos pronosticando en este congreso.
Ustedes verán que surgirán presiones de campesinos que dirán: "¿Por qué
tenemos que quedarnos rezagados durante tanto tiempo?"
Entonces, ya esto implica algo que se pudiera
considerar una prerrogativa o un derecho, en la medida en que el país disponga
de más recursos, sobre todo de recursos materiales, medios de construcción —piedra, arena, cemento—, para construir
las viviendas, para construir las escuelas, para construir los centros sociales,
para crear todas las condiciones que se tratan de crear en esos pueblos. Y es verdad que a los pueblos nuevos
construidos les faltan cosas, pero no es por casualidad. Es deliberadamente. En los primeros pueblos se han hecho las
viviendas; pero las escuelas, las tiendas, todos los demás centros sociales,
los tendrán que hacer los propios moradores de aquel pueblo. Se les ha dejado lo otro para que lo hagan
ellos, igual que los obreros industriales hoy construyen sus viviendas, y la
primaria, y la alcantarilla, agua, calles.
Ellos ya lo están haciendo: acueducto y alcantarilla, todas las
instalaciones sociales. En Alamar, donde
ustedes visitaron, han construido una mueblería que ya es una de las más
grandes de La Habana. Han construido ya
un minimercado provisional, y empiezan ya a construir
las primeras escuelas primarias de 12 y de 14 aulas con todas las
instalaciones, y están construyendo la planta de tratamiento de agua, y están
construyendo allí todas las demás instalaciones. E incluso los obreros de La Habana están
trabajando en cuatro secundarias básicas —a donde irán sus hijos— con plus
trabajo.
Es correcto que en los pueblos donde no hay campesinos
—en un área estatal grande— y los obreros agrícolas no alcancen ni para atender
las necesidades de los cultivos se empleen obreros profesionales de la
construcción para construir el pueblo, y después los que vivan allí que hagan
lo demás; o en áreas de campesinos que son nuevas, donde fuese necesario
desarrollar un plan genético o de este tipo; o en un pueblo arrocero, donde fue
necesario resolver el problema con urgencia; o en un pueblo donde van a vivir
los vecinos que están en el embalse de una presa, pues trabajen allí los
obreros profesionales. Pero lo ideal es
que la transformación del campo, de las condiciones materiales y técnicas del
campo, y la transformación de su propia vida, sea obra de los campesinos —eso
que dijo Pepe aquí—, ¡sea obra de los campesinos!
Naturalmente, hay cosas que tienen que tener
prioridad, el pueblo del embalse, el pueblo de la gran arrocera, el pueblo de
un plan que tiene que avanzar, un plan genético, deben tener prioridad. La economía, las circunstancias, determinan
unas prioridades sobre otras. Los
recursos limitados que tenemos ahora tenemos que irlos empleando de acuerdo a
prioridades. Pero si dentro de dos años,
tres, si cada año tenemos más materiales puede empezar a contemplarse la
posibilidad de que una comunidad campesina decida por sí misma integrarse y hacer
todo eso que ustedes vieron en Picadura, en Jibacoa, en La Vitrina, en
Triunvirato y en todos esos lugares que están en desarrollo. ¡Obra de ustedes! La economía del país no podría hacer ese
trabajo: le
faltarían brazos, le faltarían recursos.
De manera que lejos de que exista apremio por hacer
planes, tales planes no se podrán hacer si los campesinos no participan
activamente; y tampoco podrán hacerse mientras no tengamos recursos que poder
les ofrecer a los campesinos, y no a todos a la vez.
Si 100 comunidades campesinas presentaran la solicitud
de que quieren integrarse para llegar a tener todo lo que tienen cualquiera de
esas nuevas comunidades, y que van a ser realmente una maravilla —¡van a ser una maravilla!—, si vinieran 100 solicitudes
habría que hacer una selección que tuviera en cuenta, bueno: qué comunidad, qué méritos tiene, cómo
trabaja, qué cultivo tiene. En fin, no
se les podría decir a las 100 sí. Posiblemente
si mañana vinieran 100, vinieran 1 000 comunidades, 1 000 bases campesinas, y
dijeran: queremos
integrarnos, no les podríamos dar recursos a más de 10.
Esto les permitirá a ustedes comprender perfectamente
bien por qué no es un problema de ahora.
Nuestros problemas de ahora son otros: de cómo aprovechar esas parcelas bien
aprovechadas, los recursos técnicos, las máquinas; cómo aprovechar los recursos
humanos, los recursos naturales. Ese es
nuestro problema de ahora. Cómo sacarle
el máximo de tabaco a las parcelas tabacaleras, el máximo de café a las
parcelas de café, el máximo de caña a las parcelas de caña, el máximo de
vegetales, viandas y frutas a las parcelas de viandas, vegetales y frutas
(APLAUSOS). Cómo sacarle el máximo a
cada producto, qué cosas hay que hacer; qué hay que hacer con la maquinaria —lo
que ustedes plantearon. Y nosotros
hablábamos con Curbelo y con Pepe, que planteaban
estas inquietudes de ustedes. Les
dábamos nuestra opinión:
que dondequiera que las circunstancias lo permitan en la cuestión
de la maquinaria debe ponerse allí en la base la maquinaria, donde lo permitan
las circunstancias, administrada por la base campesina (APLAUSOS).
Realmente las máquinas no son suficientes para llegar
a las 6 000 bases y decirles:
aquí tienen un tractor. No
es posible. Incluso no es posible darles
a todas igualitariamente. Si el tabaco
tiene prioridad, hay que atender el tabaco, o si tal área de vegetales, de
viandas. Pero dondequiera que las
circunstancias lo aconsejen y los medios lo permitan somos partidarios de que
la asignen a la base y decirle: aquí
tiene usted la máquina. Cuídela,
atiéndala. Tiene tal taller estatal para
repararla. Son los responsables de que
no ande correteando por las carreteras (APLAUSOS), de que nadie vaya a ver a la
novia en el tractor (RISAS), y de que no se ande agarrando el tractor para
todo, sino que el tractor se dedique a las actividades para las cuales se
construyeron los tractores.
También hay el problema de que hoy por falta de
camiones un gran número de tractores se dedican a las transportaciones de
mercancías, de insumos, etcétera. Y el
país está estudiando cómo resolver el problema de los camiones, porque tenemos
déficit, crisis de este medio de transporte, que en gran parte ha sido
sustituido por los tractores; pero eso a su vez ha engendrado desorden,
¡bastante desorden!, desorden contra el cual se va a combatir de manera
tenaz.
Pero nosotros estamos seguros de que la base campesina
puede cuidar esa maquinaria de manera óptima, siempre que las circunstancias lo
aconsejen, porque si están trabajando allí cinco máquinas siempre, miren: déjenla allí. Administren ustedes esa máquina,
ustedes.
Asignar un número de tractores por año de los que
vengan al país para irlos enviando a las bases campesinas siguiendo criterios
de prioridades y, además, siguiendo criterios de consideración a cómo trabaja
la base. Porque entre 10 bases que lo
necesiten, entre 10 bases que tengan las mismas necesidades, las mismas
producciones... Y si además hay para
darle a una dos, se le da a una dos, de las mejores.
Ver todos los problemas que se han planteado aquí
prácticos: de
insumo, de suministro, de acopio, los que puedan resolverse, resolverlos. Son los problemas de ahora. Todos esos acuerdos prácticos que ustedes han
tomado son los problemas de ahora.
Elevar la producción cañera, entre otras, por el precio magnífico que
tiene en este momento el azúcar, por la creciente demanda de azúcar en el
mundo, por las perspectivas de los precios del azúcar en los próximos
años.
De manera que ahora tenemos razones. ¡Si hicimos el gran esfuerzo por los 10
millones cuando estaba a tres y medio!
Ahora está, en estos momentos, a más de seis, incluso a más de siete
centavos de dólar la libra. Claro que es
un dólar devaluado:
siete es el equivalente a seis coma cinco antes. Hay que descontar. Pero el precio actual está a más de seis coma
cinco.
Y ya que dependemos del azúcar, y ya que el clima nos
maltrata y nos afecta, aprovechemos todas esas circunstancias mientras
desarrollamos otras ramas de la economía.
Y la caña, y el tabaco, no solo por las exportaciones sino por las
necesidades de consumo interno; y los cultivos para la alimentación del pueblo,
la ganadería. En fin, todos los
renglones. Sacar el máximo de los
recursos y de las parcelas que tenemos en el sector campesino. Y desde luego, mejorar considerablemente la
organización y la explotación de los recursos del sector estatal. Esa es la tarea inmediata; esa es la cosa
práctica más urgente, más inmediata.
Pero no por ello deja de tener una gran trascendencia
histórica esta toma de conciencia del futuro, de cuál es el camino a seguir,
que es lo que ha decidido este congreso y por lo cual consideramos este
congreso histórico.
Ahora tenemos que aplicar todos los acuerdos con
relación a los problemas inmediatos, llevarlos a la práctica. Hay que dotar a la organización campesina del
máximo de vigor, aportar le los medios necesarios.
Desde que se planteó hace más de un año vigorizar las
organizaciones de masas, aquí tenemos los frutos, aquí tenemos los resultados
en todas las asambleas obreras, en todo el tremendo empuje que la Revolución ha
ido adquiriendo en los últimos meses, la tremenda fuerza generada con el
desarrollo y vigorización de las organizaciones de masas. Aquí tenemos los resultados. Una prueba más de que hay que tener confianza
en la conciencia, en el espíritu de nuestro pueblo, de nuestros trabajadores,
de nuestros obreros, de nuestros campesinos; porque son asombrosos estos
avances, realmente son asombrosos.
Por eso no tenemos la menor duda de que ustedes van a
ganar la batalla contra los especuladores, contra los que venden en bolsa negra
(APLAUSOS). Y sin duda de ninguna clase,
se tomará en cuenta el criterio de ustedes sobre la derogación de esa Ley 1035,
que efectivamente se hizo por dos razones:
para facilitar en determinado momento —como dice la resolución— las
cosas de los campesinos; pero, además, para castigar fundamentalmente a los que
se dedicaban al trasiego.
En aquellos momentos todavía no había lo que hay hoy: esta organización,
esta conciencia de ahora. Con esta organización
se puede hacer eso, y que sean los campesinos —y eso nos parecía una de las
cosas fundamentales de este congreso—; los que afronten el problema.
Pero es que nosotros creemos que ustedes los
campesinos pueden resolver perfectamente ese problema, que es un problema
moral, que es un problema político que les afecta. Y, sencillamente, después de agotar los
medios persuasivos y políticos, a los reincidentes e incorregibles los privan
de sus derechos en las asociaciones campesinas.
Como ustedes mismos dicen, no hace falta más nada. En cuanto los priven de los derechos, los han
privado prácticamente de los derechos de la clase, de los derechos del
campesinado. Ya no tienen derecho a
disfrutar de las prerrogativas que tiene un campesino
revolucionario, un miembro de la clase campesina.
Porque no se concibe un especulador, un agiotista, un
hombre sin conciencia, que esté viviendo del trabajo de los demás y que le dé
los productos a otro especulador, a un individuo que quién sabe cómo reunió la
plata que la reunió haciendo otros negocios o robando, o que la reunió en el
pasado explotando. Y reúne dinero por
aquí o por allá; porque el dinero sobra, es un fenómeno de esta época. Irá dejando de sobrar progresivamente, porque
necesitamos que deje de sobrar.
Por eso estamos tan interesados en que haya producción
de tabaco y de todo eso, y sobre todo mayor producción de alimentos, de
todo. Nos va a ayudar a resolver no solo
los problemas de abastecimiento, sino resolver también problemas financieros, a
restar el dinero excesivo de la circulación, porque al restar dinero se va a
acabar el instrumento también de los especuladores, de los que compran y de los
que venden.
Queremos hacerlo de esta forma, no de otra. Porque hay muchos trabajadores que tienen dinero
guardado que lo han ganado honradamente y que hay que respetárselo; lo han
guardado para cuando puedan comprar.
Entonces ese individuo que practica la bolsa negra —y
que todo el mundo lo conoce—, sencillamente conminarlo, hacer ese trabajo
político de que se ha hablado. Y a un
individuo recalcitrante, decirle: bueno, estás privado de los derechos
de tu clase campesina. Y ya entonces el
tratamiento de él es el de un enemigo de clase; porque es realmente un enemigo
de la alianza, un enemigo de los intereses de la clase campesina y de la clase
obrera. Y por tanto podrá aplicársele
con toda energía la ley y la fuerza.
Eso está clarísimo.
Los orientadores revolucionarios y los cuadros campesinos pueden
explicarle eso a todos los campesinos, siguiendo esos métodos de discusión, de
análisis, de asambleas que han seguido ustedes para organizar este congreso,
llevando todos estos materiales a la base a discutir allá y a sembrar
conciencia. Porque hay que sembrar de
todo; pero, además, hay que sembrar conciencia, y mucha conciencia, y
cultivarla bien además. Digamos, en
términos agrícolas: ¡Hay
que sembrar y fertilizar mucha conciencia! (APLAUSOS) Esa es la realidad. Estas son las perspectivas.
Vean además otra cuestión. Nuestro problema hoy no es de tierra, es de
brazos fundamentalmente. Los brazos son
los que faltan. Claro, puede haber
tierras muy específicas de tabaco.
Bueno, allí puede haber los dos problemas: de tierra y de brazos. No abunda esa tierra: hay que aprovecharla bien. No hay brazos: hay que resolver ese problema,
tecnificar, trabajar duro. Eso está
claro.
Vean ustedes las características de nuestros
problemas.
¿Qué estamos haciendo?
Las escuelas secundarias en el campo, combinando el estudio y el
trabajo.
Ahora, hay que ver esas áreas atendidas por los
estudiantes en Ceiba 1, en Jagüey, etcétera, dondequiera que hay una escuela de
esas los cultivos están óptimos. ¡Nunca
hemos visto tan bien atendidos esos cultivos como están atendidos ahora!
Y todos sabemos que el desarrollo de los cítricos en
el país, de los vegetales, del tabaco, de muchos de estos cultivos que emplean
mucha fuerza de trabajo, solo tiene solución en la combinación del estudio y
del trabajo, lo que felizmente es la forma óptima de educar la juventud, la
única forma realmente de educar, la verdadera forma comunista de educar
(APLAUSOS).
Y ustedes los campesinos saben lo que educa la
disciplina del trabajo, lo que educa el rigor del trabajo.
Las nuevas generaciones serán muy superiores, porque
desde que empiezan a tener uso de razón casi, empiezan a combinar el estudio y
el trabajo.
En Meneses, la escuela primaria que prometió Camilo ya
tiene su área de vegetales. En todas las
escuelas en el campo, en todos esos pueblos que se están haciendo los muchachos
de primaria van a tener su área de vegetales y desde cuarto grado van a
trabajar dos horas y van a producir vegetales para el comedor de ellos y para
el pueblito. En la famosa Vitrina, a la
que se refería la obra... Y que por
cierto cuando uno pasa por allí y ve aquel pueblo no sabe bien dónde está,
porque se ven impresionantes aquellas edificaciones. Están ya también los campos
deportivos... Ahora tendrán allí que
hacer las escuelas y las demás cosas, pero ya se reservó un área de dos caballerías
agrícolas para la escuela aquella.
Y esos pueblos van a ser un mundo de actividades
culturales, deportivas, educacionales, de todo tipo. Y esas escuelas van a ser de verdad algo ni
soñado, todas con sus instalaciones deportivas.
La salud de esos muchachos y la educación de esos muchachos va a ser extraordinaria.
Pero se va a seguir el mismo sistema de combinar el estudio con el
trabajo en la enseñanza primaria, secundaria, preuniversitaria y
universitaria.
Allá en Alamar ustedes habrán visto a los estudiantes
de arquitectura y de ingeniería construyendo.
Y ya estarán allí en aquellas zonas de grandes construcciones
aprendiendo en la práctica también, participando con sus brazos en la
producción. De manera que este sistema
se llevará: toda
la sociedad tendrá que participar en las actividades productivas.
Y a medida que se desarrollen las instituciones
sociales —los círculos, las escuelas, los seminternados— y se desarrolle la
conciencia en el sector femenino y se desarrolle la organización, y se
desarrollen tanto en los sectores obreros como en los campesinos las brigadas
de trabajo, se irá incorporando también a las mujeres. Un país pobre no se puede permitir el
privilegio de que nada más trabaje una parte de la población. No se sale de la pobreza y del
subdesarrollo. Tienen que trabajar
todos.
Y también ustedes han visto cómo en los estadios y en
esas obras sociales han trabajado retirados, que van allí voluntariamente, en
Camagüey, en Las Villas, en La Habana, en todas partes. Porque es que un hombre no se puede sentir
bien... Ya no puede trabajar ocho horas,
pero puede trabajar dos, tres, cuatro.
Le puede ser saludable. En el
campo también los campesinos jubilados estoy seguro que muchos de ellos irán a
poner un ladrillo, una piedra, una hora, dos horas, los que puedan allí todos
los días hacer esos trabajos.
Hemos visto algo muy interesante en la escuela
secundaria básica Ceiba l. Madres
combatientes por la educación están yendo también a ayudar. Los profesores y el colectivo de la escuela
están muy contentos con esa iniciativa.
Se está creando una comunidad.
Esas escuelas se convierten también en centros vacacionales en el
verano, de la familia, de los estudiantes.
Son posibilidades y posibilidades infinitas las que el
futuro nos ofrece cuando ya todo es de todos.
Hacia eso marchamos. Pero hay que
marchar lentamente y hay que marchar en base a principios y en base al respeto
a esos principios y a los principios de la alianza de los campesinos y de los
obreros (APLAUSOS) .
Eso está muy claro.
Ustedes han visitado algunos de esos pueblos, han
visitado algunas de esas escuelas. Ya
hay cerca de 10. Pero se está trabajando
en este momento en 48 escuelas como la de Ceiba 1, en distintas fases de
trabajo, de construcción física, replanteo, proyectos. De aquí a septiembre se inaugurarán 40. Y después, para 1973, 60. Aspiramos a llegar a un ritmo de 100 por año,
en 1974. Sobrepasar esa cifra en 1975
(APLAUSOS). Y luchar y luchar por
alcanzar las 1 000 en 1980.
¿Qué significa eso?
Condiciones óptimas de estudio para todos los jóvenes. Seguramente que cuando ustedes vieron esas
escuelas, esas instalaciones, las condiciones de vida, el tipo de educación,
los jóvenes que están allí desarrollándose y formándose, todos ustedes tienen
que haber sentido verdadera nostalgia de no haber tenido la oportunidad de
tener esos centros; verdadero orgullo al saber que sus hijos y sus nietos van a
estudiar en ellas; verdadero orgullo de saber que los hijos del pueblo, los
hijos humildes del pueblo tendrán hoy escuelas que ni soñaron los hijos de los
explotadores en el pasado. Esa es la
realidad (APLAUSOS).
Cómo los servicios médicos se van desarrollando en
todo el país —y ustedes los campesinos lo saben bien—, las condiciones de vida,
las carreteras que se están construyendo en todo el país, desde los valles de
Pinar del Río, los valles más olvidados de Viñales —Laguna de Piedra, el del
Infierno, el del Moncada—, una carretera en Guanahacabibes que avanza hacia el
Cabo de San Antonio...
¿Cuándo los campesinos de La Jaula soñaron semejante
comunicación?
La Sierra Maestra está siendo cruzada de carreteras,
el II Frente está siendo cruzado de carreteras, en el Escambray se trabaja
simultáneamente en ocho carreteras. Se
va cruzando el país de comunicaciones, facilitando el acceso a la población
para la solución de los problemas sociales, médicos, educacionales, los
problemas técnicos de la producción, creando las posibilidades de llevar ese
desarrollo cada vez a un ritmo más impetuoso.
Se van creando condiciones para construir ya las
viviendas en los centrales azucareros, en las industrias. Y debemos, por tanto, pensar también en
asignar una parte de los recursos al desarrollo social de las áreas campesinas
en la medida que los campesinos lo deseen, un desarrollo presidido por esos
acuerdos y por esas concepciones acordados en el congreso. Porque ya se están haciendo fábricas de casas
para llevar la construcción de viviendas a todos los centrales azucareros y a
todas las granjas cañeras. De manera que
el campesino no puede, no deberá quedarse atrás. Y en la medida en que lo
determine tendrá también los recursos, esos
recursos que van en aumento en el país.
De la misma manera todas esas microbrigadas, en cualquier momento, si
quieren resolver el problema educacional, cuando tengamos ya 1 000
microbrigadas... Si un año decimos: impulsar las
escuelas, hacemos 1 000 escuelas como la de Meneses —500 000 muchachos— y lo
hacemos en un año.
Así que se van desarrollando ideas, conceptos, fuerzas
capaces de hacer impetuosos avances. Se
van organizando las brigadas de construcción de esas escuelas secundarias que
ustedes vieron. ¿Cuántos alumnos
tendremos en 1980, si podemos alcanzar esos objetivos? El plan perspectivo de 1980 era de unas 700
escuelas, vamos a luchar por 1 000.
Medio millón de jóvenes —¡medio millón de
jóvenes!— estarían incorporados a las tareas productivas. Y el valor de la producción de ese medio
millón de jóvenes sería superior al valor de una producción de azúcar de 10
millones de toneladas (APLAUSOS). ¿Qué
les parece?
¿Es o no un camino de progreso? ¿Es o no un camino de perspectiva?, que a la
vez que hacemos la mejor escuela en su base material, óptima educación por su
calidad y de cultura general, pero, además, óptima educación social, óptima
educación revolucionaria, óptima educación comunista. Y además, amplia vía de progreso y de
porvenir para el país.
Esas son las posibilidades que ya tenemos delante, las
que ha creado la Revolución, las que ha creado el pueblo en estos años.
Nuestro deber es aprovechar la experiencia, mejorar el
trabajo y seguir avanzando a un ritmo mayor, porque hoy tenemos posibilidades
de avanzar a un ritmo mayor.
Ese es, a nuestro juicio, la importancia que tiene
este congreso.
A nosotros nos alentaron mucho las palabras de los
campesinos chilenos expresadas aquí hoy.
Ellos empiezan a enfrentarse a estos arduos y difíciles problemas. Ellos tienen una resistencia seria. ¿Qué hacen ahora los burgueses y los
reaccionarios y los oligarcas? Desde
ahora ya están combatiendo estas ideas.
Desde ahora ya tratan de usar el campesinado de ser posible contra los
obreros. De manera que allí se entabla
una lucha ideológica muy importante, una lucha social muy importante. Porque ellos tienen problemas serios y están
planteándose cómo resolver los problemas del campo. Se van apartando de la política de dividir la
tierra. Van promoviendo y desarrollando
políticas de centros de reforma agraria para resolver el problema de todos los
campesinos y de los obreros agrícolas.
Y, naturalmente, ya los enemigos de la clase obrera
están levantando los estandartes de las ideas reaccionarias. Y leemos cables, de cómo tratan precisamente
de alentar otro sentido de la reforma agraria, y promover el individualismo, y
promover las parcelaciones. Se ve
claro. Las soluciones de los
reaccionarios no serán buenas para los obreros ni serán jamás buenas para los
campesinos.
Hay países donde se hicieron otras reformas
agrarias. En determinado momento fueron
proclamadas como grandes avances. Y lo
fueron. Pero como no estaban presididas
por el concepto de la alianza obrero-campesina, ¿para qué sirvieron? Y tenemos el caso de Bolivia: crearon infinidad
de minifundios, y después también allí realizaron la politiquería. Porque fueron los burgueses los que hicieron
la reforma agraria, para crear la alianza de burgueses con campesinos, y
utilizar los campesinos contra los obreros.
¡Qué privilegio el de nuestro país y el de nuestra
Revolución, que ha podido producirse en el momento oportuno, en la hora
oportuna, que ha podido promover esta alianza indestructible de los obreros y
de los campesinos, y marchar unidos hacia el comunismo! (APLAUSOS)
¡Sí! Antes trataban de asustar a
todo el mundo con esa palabra; antes los reaccionarios, el "Diario de la
Marina", los monopolistas, los imperialistas, trataban de asustar al mundo
con esa palabra. Cuando lo vemos
convertido en hechos, en realidades, en obras humanas, en condiciones de vida
como las que se van creando en nuestro país, en esa enorme transformación
material, económica y social, ya vemos lo que significa el futuro, ya vemos lo
que significan las ideas revolucionarias que no asustan a nadie, y que
conquistan a todos, y que significan la más honrosa bandera por la cual luchar: la hermandad, la
más estrecha solidaridad, la más estrecha unión.
¿Cuándo se vio esto de que todos estuviesen dispuestos
a dar su sangre y su vida por un hijo de este país? ¿Cuándo se vio tanta generosidad, tanta
moral, tanta dignidad? ¿Cuándo se vio
tanto decoro? ¿Cuándo se vio tan
estrecha hermandad espiritual entre los hombres? Y eso es lo que ha significado la Revolución,
la alianza obrero-campesina. Eso es lo
que significa el mundo por el cual obreros y campesinos unidos en nuestra
patria están luchando.
Y no solo unidos los obreros y campesinos de nuestro
país: unidos
los obreros y campesinos de los demás países de América Latina; unidos los
demás obreros y campesinos del mundo (APLAUSOS). Porque allá en Viet Nam luchan obreros y
campesinos contra los imperialistas. ¡Y
qué hermoso desarrollo de la conciencia de nuestro campesinado, que tiene más
de 1 500 comités de solidaridad con los pueblos de Viet Nam, Cambodia y Lao!
(APLAUSOS) ¡Qué extraordinario
hecho que nuestros campesinos, a la vez que luchan por transformar nuestro
país, a la vez que luchan por transformar las condiciones de nuestros campos, y
luchan por transformarse a sí mismos, van adquiriendo las ideas y van
enarbolando las más hermosas banderas revolucionarias, que son las banderas del
socialismo, que son las banderas del internacionalismo!
Y a medida que se transforma este sector, para llegar
a construir con los obreros una sociedad sin clases, las ideas de los obreros y
los campesinos, los principios, la moral de los obreros y los campesinos, van
evolucionando también para llegar a convertirse en un solo principio, en una
sola moral, en una sola bandera.
Por eso, compañeros campesinos, los felicitamos. ¡Y nos sentimos orgullosos de este XIII
aniversario, nos sentimos orgullosos de esta obra de la Revolución! (APLAUSOS)
¡Que viva la revolución socialista! ¡Que viva la alianza obrero-campesina! ¡Que viva el comunismo!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)