DISCURSO PRONUNCIADO POR
FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN LA CONCENTRACION
POPULAR DE SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO DE CHILE Y CON EL PRESIDENTE ALLENDE,
EFECTUADA EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION “JOSE MARTI”, EN LA HABANA, EL 13 DE
DICIEMBRE DE 1972.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Querido compañero Salvador Allende (APLAUSOS);
Queridos compañeros de la delegación oficial chilena
(APLAUSOS);
Queridos invitados;
Queridos compatriotas:
Este acto tiene para nosotros un especial
significado. Al triunfo de la Revolución
en 1959, una de las personalidades que primero llegó a Cuba fue Salvador
Allende (APLAUSOS), que ya ocupaba un lugar destacado en la política de su
país.
Al revés de otras “personalidades”, que
se consideraban a sí mismas “democráticas”, “revolucionarias” —entre comillas—
e incluso “progresistas”, y que antes de la Revolución decían tener algunos
vínculos afectivos con el pueblo de Cuba, pero que por ser esta Revolución
demasiado profunda para estar al alcance de los timoratos, y por ser menos
todavía una revolución tolerable por el imperialismo, renegaron de su amistad
con la Revolución Cubana, el compañero Salvador Allende le otorgó a nuestro
proceso una confianza ilimitada y su amistad más firme.
Por eso nosotros hemos recibido en estos
días —y saludamos en el día de hoy en
este magnífico y multitudinario acto— al amigo que supo durante estos años
duros permanecer firme y fiel a la causa revolucionaria de nuestro pueblo; al
combatiente internacionalista que desde todas las trincheras denunciaba la
agresión y el bloqueo contra nuestro país y que uno de sus primeros pasos al
asumir la Presidencia de la República fue el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas con nuestro pueblo (APLAUSOS) y al luchador, al revolucionario que
al frente de los destinos de su país libra una dura y difícil batalla por
consolidar su independencia y para llevar adelante el proceso revolucionario
frente a la resistencia de los oligarcas y reaccionarios y frente a las
conjuras y las maniobras arteras del imperialismo yanki (EXCLAMACIONES), de ese
mismo imperialismo que nosotros conocemos tan sobradamente bien, de ese mismo
imperialismo sobre el cual ustedes repiten incesantemente que hay que darle duro
(APLAUSOS y EXCLAMACIONES
DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales
duro!”)
Para nadie es un secreto cuál fue desde
el primer momento la actitud del imperialismo frente al triunfo de la Unidad
Popular. Desde antes del triunfo de la
Unidad Popular el imperialismo trabajó, consciente de la fuerza de los dos
importantes partidos de izquierda, representantes de los obreros y
representantes de las capas humildes del pueblo: el Partido Comunista y el
Partido Socialista de Chile (APLAUSOS), que estaban unidos, lo que permitía
augurar en algún momento una victoria del pueblo.
Consciente de eso, el imperialismo
trabajó desde antes del triunfo para minar la victoria popular.
La reacción internacional y el
imperialismo gastaron millones y millones de pesos para apoyar a los partidos
de la burguesía, para impedir el triunfo del pueblo, gastaron millones y
millones de pesos en hacer campañas políticas utilizando los medios masivos de
divulgación.
El imperialismo y la reacción desataron
intensas campañas de mentiras. No
podemos olvidar aquellas famosas campañas que se realizaron en 1964, antes de
las elecciones, y que fueron llamadas campañas de terror para infundir la
confusión y para infundir el miedo, esgrimiendo el prejuicio y el temor, el
fantasma del comunismo.
Todos recordamos cómo desde el triunfo
mismo de la Revolución Cubana el imperialismo adoptó modalidades políticas para
impedir el advenimiento de alguna otra revolución en este continente; todos
recordamos cómo surgieron las campañas de aislamiento contra Cuba, cómo
surgieron las maniobras en la OEA, cómo surgió el bloqueo económico contra
nosotros. Y todos recordamos cómo surgió
la Alianza para el Progreso, que pretendió ser un instrumento idóneo para
impedir la Revolución mediante la demagogia y con algunas reformas y algunos
paliativos sociales. Todo con el
objetivo de impedir nuevas revoluciones.
Y la Alianza para el Progreso le dedicó
especial atención a Chile, porque era como si el imperialismo previera,
intuyera, que después de Cuba, Chile con su clase obrera y con sus partidos de
vanguardia, podría ser el segundo país revolucionario.
Pero como las revoluciones no surgen por
capricho de los hombres, sino que son resultado del proceso histórico, y de
insalvables contradicciones sociales y de clase; como las revoluciones en este
momento histórico, en este continente, son inevitables, el imperialismo no pudo
impedir a la larga el advenimiento de un gobierno popular en Chile, como no ha
podido impedir el advenimiento de otros gobiernos populares, progresistas, en
América Latina. No lo impidió en Chile,
pero sin embargo agravó sus males, incrementó sus dificultades, tanto en Chile
como en los demás países de América Latina.
Las deudas de los pueblos de América
Latina después de la Alianza para el progreso aumentaron a más de 20 000
millones de dólares. Y como explicó en
las Naciones Unidas el compañero Salvador Allende, los monopolios extraen de la
América Latina más de 1 000 millones de dólares al año, y en los últimos la
años han extraído 10 000 millones más de lo que han invertido en este
continente.
Y si se tiene en cuenta la pobreza y la
miseria de los pueblos de América Latina, se puede deducir la magnitud de la
explotación económica de que han sido víctimas, al extraerles de su sudor y de
su sangre 10 000 millones de dólares netos.
La Unidad Popular y el compañero Salvador
Allende reciben el gobierno de un país virtualmente arruinado. Cuando llegan al
poder, la deuda exterior de Chile ascendía a más de 4 000 millones de
dólares. Y esa deuda es tanto más
asombrosa cuanto que el precio del cobre antes del triunfo de la Unidad Popular
llegó a alcanzar niveles de alrededor de
70 centavos la libra. Ese
endeudamiento era consecuencia del despilfarro, era consecuencia de los robos
descarados de los hombres que actuaban al servicio del imperialismo, y era
consecuencia de la explotación de los monopolios imperialistas que durante los
años anteriores al triunfo de la Unidad Popular sacaron sumas tan fabulosas,
obtuvieron ganancias tan grandes, que es posible que en ningún otro país hayan
ganado tanto en tan pocos años como ganaron en Chile.
Y eso fue lo que recibieron.
Pero los imperialistas no se conformaban
con esa situación, no se resignaban siquiera a entregar un país en esas
condiciones, sino que hicieron todo lo posible después de las elecciones para
impedir la voluntad popular, para impedir la llegada de Salvador Allende a la
Presidencia de la República. Y todos recordamos aquellos sucesos escandalosos,
aquella conjura siniestra que condujo al asesinato del jefe del Ejército
chileno, el general Schneider.
Los imperialistas no solo organizaron
conjuras sino que un monopolio, un verdadero pulpo imperialista, la I.T.T. organizó planes y
proyectos tanto para impedir el advenimiento del gobierno popular como para
conducir al país a la guerra civil y a la contrarrevolución.
Habiendo fallado en esos propósitos
iniciales, el gobierno imperialista de Estados Unidos se dedicó a llevar a cabo
una campaña sistemática para asfixiar económicamente al pueblo de Chile.
Los imperialistas no hicieron las cosas
como en Cuba, no declararon un bloqueo abierto, no impidieron directamente el
comercio. Los imperialistas han
aprendido algo, los imperialistas usan armas cada vez más sutiles. Y lo que hicieron fue privar a Chile de los
créditos y de los fondos que, provenientes del exterior, ayudaban a mantener a
flote la economía chilena.
Y así, el Banco Mundial, el Banco
Interamericano y la Agencia de Desarrollo Internacional, privaron a Chile de
todos los créditos que les venían otorgando todos los años. Y como el comercio se hacía principalmente
con Estados Unidos, y a través de líneas de crédito a corto plazo se compraban
muchas de las mercancías chilenas, otra de las cosas que el imperialismo
realizó contra Chile fue cortar abruptamente estos créditos a corto plazo. Pero además, Chile adquiría bienes de capital
que también, como era usual, se adquirían con el apoyo de una institución
denominada EXI-BANK; y esos créditos también fueron suprimidos abruptamente.
Pero además, el precio del cobre baja
vertiginosamente. Y los imperialistas,
manipulando sus reservas de cobre, no son ajenos al descenso vertiginoso
experimentado por el precio del cobre.
De esa forma, el precio que estaba alrededor de 70 centavos antes del
triunfo de la Unidad Popular, después de la nacionalización del cobre, se
reduce a precios que están alrededor de 46 centavos la libra. Descenso que económicamente equivale a unos
300 millones de dólares menos por año.
De modo que una deuda exterior de 4 000
millones de dólares —4 000 millones de
dólares de deuda gran parte en Estados Unidos, y el resto con los países
capitalistas, que son por lo general deudas costosas, de altos intereses y de
condiciones duras—, la supresión abrupta de todos los créditos comerciales, la
supresión abrupta de todas las demás fuentes de financiamiento y de crédito, y
la baja vertiginosa del precio del cobre hasta 46 centavos, más las conjuras,
más las actividades contrarrevolucionarias alentadas por el imperialismo, las
maniobras, y además —no conformes todavía con eso— la acción de los monopolios
yankis como la Kennecott Copper
que no se resignó a que Chile ejerciera dentro de la ley y de la constitución
el derecho soberano a disponer de sus recursos naturales, y que ha
instrumentado o pretende instrumentar una superestructura internacional y
supranacional mediante el mecanismo de promover demandas ante los tribunales de
los países capitalistas para embargar el cobre y con ello impedir la
comercialización del producto decisivo y fundamental de Chile, que es el
cobre.
Ustedes conocen estos hechos porque
nuestra prensa los ha estado divulgando sistemáticamente. A todas las dificultades anteriores
mencionadas se suman estas maniobras. Y
es por ello que el compañero Salvador Allende y la Unidad Popular se ven
obligados a llevar el proceso revolucionario en su país en condiciones
sumamente duras y sumamente difíciles.
Nosotros conocemos por experiencia lo que
son las agresiones imperialistas, conocemos por experiencia lo que es el
bloqueo económico. De modo que, en
formas diferentes, el pueblo chileno está atravesando por las mismas
dificultades que hemos atravesado nosotros.
Pero ¿qué les queda al compañero Salvador
Allende y a la Unidad Popular? ¡Les queda
el pueblo chileno! (APLAUSOS) ¡Les queda, en especial, su clase obrera, las
capas humildes y explotadas de la nación, lo mejor y lo más puro de la nación
chilena! (APLAUSOS)
Y en el pueblo hay grandes reservas de
energía y de capacidad de sacrificio.
Los pueblos, cuando tienen delante de sí la necesidad de defender su
verdadera y definitiva independencia, cuando tienen ante sí la misión histórica
de defender toda la dignidad y toda la justicia que entraña una revolución, son
capaces de los más increíbles esfuerzos, son capaces de los más increíbles
heroísmos.
Nuestro pueblo conoció esas
circunstancias, nuestro pueblo tuvo esas experiencias.
Pero, además, los tiempos han cambiado.
Se han producido importantes cambios en la correlación de fuerzas mundial. Hace
13 años el imperialismo era mucho más poderoso que hoy, y volcó contra la
Revolución Cubana y contra nuestro pueblo todo el peso de su influencia
política, todo el peso de su influencia económica, e incesantemente nos amenazó
con la agresión militar, incesantemente nos hostigó, incesantemente organizó
conjuras y planes contrarrevolucionarios, y contra nuestro pueblo cometió
infinidad de crímenes. ¡Crímenes que no hemos olvidado, señores
imperialistas! ¡Crímenes que no
olvidaremos, señores imperialistas!
(APLAUSOS y EXCLAMACIONES
DE: “¡Fidel,
seguro, a los yankis dales duro!”)
Y lo reiteramos una vez más —como en
otras ocasiones— para que no haya lugar a confusiones de ninguna clase, ahora
que estamos discutiendo una solución para el problema de los secuestros de
aviones —problema que fue inventado por
los imperialistas yankis contra nuestro país— pero que ya es un problema que no
afecta solo a Estados Unidos, sino que es un problema que preocupa a toda la
comunidad internacional, incluido dentro de esa comunidad el pueblo de Estados
Unidos, que no es lo mismo que el gobierno imperialista de Estados Unidos
(APLAUSOS).
Vamos a discutir una solución, y
trataremos seriamente de encontrar una solución a ese problema. ¡Pero que a ningún imperialista le pase por
la mente la idea de que queremos conciliábulos ni reconciliaciones de ninguna
índole con el imperialismo yanki!
(APLAUSOS y EXCLAMACIONES)
Y es bueno hacer esta advertencia una vez
más, cuando los imperialistas publican declaraciones y el señor Nixon publica
declaraciones diciendo que no cambiará su política hacia Cuba. ¡Y a nosotros qué nos importa lo que piense
el señor Nixon! (APLAUSOS) ¡A nosotros qué nos importa lo que discurra
el cerebro archirreaccionario y fascista del señor Nixon! (APLAUSOS)
El 26 de julio dijimos claramente lo que
opinábamos en nombre de nuestro pueblo, y lo ratificamos hoy. Y una de las cosas que hemos dicho en aquella
ocasión y repetimos hoy es que con Estados Unidos, mientras exista el bloqueo
económico de Cuba, no discutiremos ni hablaremos una sola palabra
(APLAUSOS). Entre los bloqueadores y los
bloqueados no puede haber diálogo! ¡Y no puede haber diálogo, porque así lo
aconseja la dignidad y la vergüenza del país bloqueado! (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Pim, pom, fuera, abajo Caimanera!”)
Por eso, lo primero que tendrían que
hacer antes de poder hablar una palabra con nosotros es suspender
incondicionalmente el bloqueo económico.
Y después, si un día no existiera el bloqueo económico... Algunos han
dicho la Base (EXCLAMACIONES). ¡No! ¡No, no es la Base! Hay cosas que valen más que la Base, ¡que son
los intereses de los pueblos de la América Latina! (APLAUSOS)
Nosotros, cuando discutamos con los
imperialistas —si algún día discutimos y cuando no existiera bloqueo—, no vamos
a ir con un sentido egoísta en la búsqueda de la solución de nuestros problemas
concretos, sino que tendremos como primer deber, como primera cuestión, el
problema de América Latina (APLAUSOS).
¡No porque representemos a América Latina, sino porque somos parte de
América Latina y nos sentimos hermanos de los pueblos de América Latina!
(APLAUSOS)
Si discutimos con los imperialistas,
tendrá que ser precisamente en base a esos intereses. ¡Y ojalá que el día que discutamos con los
imperialistas no discutamos nosotros solos, sino que discutamos un buen número
de países revolucionarios y de gobiernos revolucionarios! (APLAUSOS)
Porque nuestros problemas no son solo
nuestros problemas: son también los problemas de Chile, son también los
problemas de Panamá, son también los problemas de Perú y son también los
problemas legítimos de todos los pueblos de la América Latina (APLAUSOS).
¡¿Cómo podemos mejorar nuestras
relaciones con ese imperialismo que pisotea al pueblo panameño?! ¡¿Cómo podemos
mejorar nuestras relaciones con ese imperialismo que le suspende también los
créditos fundamentales, al pueblo del Perú, como represalia económica?! ¡¿Cómo podemos mejorar nuestras relaciones
con ese imperialismo que trata de asfixiar al pueblo chileno?!
Por eso decíamos que habíamos vivido esta
experiencia y conocíamos las reservas de energía, de sacrificio y de heroísmo
que hay en el pueblo; pero conocíamos también la inmensa fuerza de la
solidaridad internacional. Por nuestra
propia vida, por nuestra propia experiencia, sabíamos cuánto había significado
la solidaridad internacional.
Porque si en la América Latina,
desgraciadamente, los gobiernos oligárquicos y burgueses —con la sola excepción
del gobierno de México— se portaron como unos miserables y alevosos traidores y
se pusieron al lado del imperialismo, y junto con el imperialismo acordaron el
aislamiento, acordaron el bloqueo y acordaron las agresiones contra Cuba, y
junto al imperialismo organizaron tropas mercenarias y dieron su territorio
para organizar ataques piratas e invasiones como la de Girón; si los gobiernos
oligarcas y burgueses nos traicionaron y se sumaron al poderoso contra el
pueblo hermano de América Latina que levantaba las banderas justísimas de la
Revolución, en esas circunstancias, sin embargo, tuvimos a nuestro lado la
solidaridad del campo socialista y muy especialmente de la Unión Soviética,
cuya colaboración, tanto en el campo militar como en el campo económico,
resultó inestimable y decisiva (APLAUSOS PROLONGADOS).
Hoy se han producido ya importantes
cambios. Hoy Chile no se encuentra un
continente como era hace 13 años. Hoy,
además de México —que no se plegó a los dictados imperialistas con relación a
Cuba— y además de Cuba, está el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada de Perú (APLAUSOS), que lleva a cabo una
política de defensa intransigente de sus derechos soberanos, una política de
cambios estructurales y tiene una posición firme frente al imperialismo. Está Panamá, cuyo pueblo y cuyo gobierno
reclaman con energía y decisión sus derechos soberanos sobre el territorio del
Canal. Y en toda la América se despierta
una nueva conciencia, como se despierta en todo el mundo.
Hoy mismo se anunció que cuatro países
del Caribe: Guyana, Trinidad-Tobago, Barbados y Jamaica, han establecido
relaciones diplomáticas con nuestro país (APLAUSOS): el bloqueo imperialista y
el aislamiento se vienen abajo estrepitosamente.
Chile podrá contar con la solidaridad,
con una solidaridad mucho mayor de la que pudo contar Cuba entre los pueblos de
América Latina. Chile podrá contar con
la solidaridad internacional, como lo demuestra el aplauso casi unánime con que
los representantes de los países del mundo recibieron el discurso del
presidente Allende ante las Naciones Unidas.
Y Chile cuenta y contará con la solidaridad del campo socialista
(APLAUSOS) .
Los cubanos, por supuesto, no nos
cruzaremos de brazos (EXCLAMACIONES y
APLAUSOS). Nuestro pueblo es un país pobre y de economía subdesarrollada. Nuestro producto fundamental de exportación
es el azúcar, a la cual entregan sus energías y su vida entre los cultivos, las
cosechas, el procesamiento industrial y los transportes, medio millón de
hombres que constituyen el grueso de nuestra fuerza masculina de trabajo. El
imperialismo nos obliga a gastar además enormes recursos en la defensa de
nuestro país. Hemos tenido por añadidura
en los últimos tiempos dos años de muy severas condiciones climáticas. Y por
otro lado, de nuestros recursos
disponibles para la exportación azucarera no podemos disponer virtualmente ni
de un gramo adicional, teniendo en cuenta nuestros compromisos establecidos por
convenios y nuestras elementales obligaciones de pago.
En nuestro país cualquier cosa que demos
tenemos que quitárnosla de lo que consumimos nosotros mismos. En nuestro país,
a pesar de nuestra condición de primer exportador mundial, el azúcar está
racionada: una parte de la población recibe directamente cuatro libras
mensuales, sobre todo en regiones urbanas de occidente, y otra parte de la
población sobre todo en las regiones orientales, recibe cinco y seis libras
directamente. No es por tanto exagerado lo que nosotros consumimos en
azúcar.
El azúcar que nosotros le vendemos a
Chile y que ustedes pueden comprarnos en la actual situación, no es
suficiente. y por ello nosotros vamos a hacer en el día de hoy una
proposición a nuestro pueblo para ayudar al pueblo hermano de Chile
(APLAUSOS).
¡No vamos a cruzarnos de brazos! y
por eso, proponemos que cada ciudadano que tenga una cuota de cuatro libras de
azúcar, renuncie a media libra para enviársela al pueblo chileno, y que cada
ciudadano que tenga cinco o seis libras de azúcar, renuncie a una libra
mensualmente para enviarla al pueblo chileno (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES
DE: “¡Allende, Allende, Cuba te
defiende!”).
Nosotros no hemos propuesto una libra por
igual porque hay partes del país que reciben menos azúcar que otras; y por eso
hemos propuesto media libra para los que tienen cuatro, y una libra para los
que tienen cinco o seis de cuota. Esta
suma ascendería aproximadamente a 40 000 toneladas de azúcar en un año, que
nosotros enviaríamos gratuitamente al pueblo de Chile (APLAUSOS PROLONGADOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Allende, Allende, Cuba te
defiende!”).
Pero como esta es una medida que afecta
al pueblo, nosotros proponemos no solo que demos nuestro consentimiento en esta
Plaza, sino que se discuta en todos los centros de trabajo del país y se
discuta en el seno de todas nuestras organizaciones de masas antes de hacer
efectiva esta medida. Vamos a discutirla
en lo que queda de este mes de diciembre (EXCLAMACIONES DE: “¡La donamos, la donamos!”).
A nosotros nos impresiona y nos admira el
desprendimiento y la generosidad de ustedes, que demuestra que no solo expresan
de palabra su sentimiento de apoyo hacia el hermano pueblo chileno. Pero debemos permitir que al igual que
ustedes, y aunque piensen y sientan igual que ustedes, tengan la oportunidad de
dar su aprobación los orientales, los camagüeyanos, los villareños, los
matanceros, los pineros y los de Pinar del Río, que no están presentes en esta
Plaza. Y eso ayuda a formar la
conciencia política de nuestro pueblo, para que se vea que no es un acto de
emoción en un instante determinado, sino un acto puro de la conciencia. Y por lo tanto, les ruego que comprendan la
conveniencia de que esto sea discutido en el seno de los centros de trabajo y
en el seno de las organizaciones de masas (APLAUSOS).
¡Hay que levantar una gigantesca ola de
solidaridad alrededor del hermano pueblo chileno! ¡No podemos cruzarnos de brazos! ¡No podemos permitir que el pueblo chileno
sea asfixiado por el imperialismo! (EXCLAMACIONES
DE: “No!”) Hay que levantar una ola de solidaridad como
se levantó alrededor del pueblo peruano cuando el terremoto. Hay que levantar una gigantesca ola de
solidaridad como se levantó alrededor del heroico pueblo de Viet Nam en su
lucha, que ha durado 10 años, por su independencia (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Cuba, Chile,
Vietnam, unidos vencerán!”).
Porque los imperialistas no solo atacan a
los pueblos con explosivos y con napalm, no solo atacan a los pueblos y tratan
de someterlos con la metralla; los tratan de someter mediante el hambre,
mediante el bloqueo, mediante la asfixia económica. Y lo mismo que han tratado de conseguir en
Viet Nam con las bombas, están tratando de conseguirlo en Chile con la asfixia
económica.
Y un pueblo no solo es heroico cuando
está dispuesto a dar su sangre por su hermano.
¡Es heroico también cuando como en el día de hoy expresa la disposición
de dar parte de su alimento por un pueblo revolucionario y hermano! (APLAUSOS)
Nosotros somos latinoamericanos,
pertenecemos a esa gran comunidad, y algún día nos uniremos a ella
integralmente, plenamente:
el día en que la ola revolucionaria barra las incomprensiones de
hoy, los chovinismos de hoy, la balcanización de hoy, los mezquinos egoísmos de
hoy; el día en que la ola revolucionaria —en dos palabras— barra con el dominio
imperialista sobre los pueblos de América Latina y, con el imperialismo, su
odioso sistema de explotación del hombre por el hombre.
A la América Latina pertenecemos. ¡Por ella estamos dispuestos a luchar junto a
los demás pueblos de América Latina! ¡Y
por ella, compañero Salvador Allende, y por Chile, no solo estamos dispuestos a
dar nuestra propia sangre, sino también hasta nuestro propio pan!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)