DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL RESUMEN
DE LA MANIOBRA "XV ANIVERSARIO DE LAS FAR", CELEBRADO EN GUANE, PINAR
DEL RIO, EL 15 DE ENERO DE 1972.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señores
oficiales de la delegación militar chilena;
Compañeros
oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias invitados a esta maniobra;
Compañeros oficiales,
clases y soldados de la Brigada Blindada, de la Brigada de Artillería, de las
Tropas Especiales y de las unidades que apoyaron esta maniobra:
En el día de hoy hemos tenido oportunidad, los
compañeros dirigentes de nuestro Partido, los jefes de las principales unidades
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de las direcciones del Estado Mayor y
del Ministerio de las Fuerzas Armadas, y con nosotros los oficiales de la
delegación militar chilena que visita nuestro país, de presenciar estas maniobras
con las que culmina el año de preparación combativa de las FAR.
Durante unas horas vimos a las unidades actuar,
cumplir las misiones señaladas, operar a una escala superior a cualquier otra
maniobra, a nivel ya de una Brigada Blindada completa con el apoyo de otras
unidades. Rápido pueden transcurrir las
horas de las maniobras, pero nosotros sabemos cuánto esfuerzo, cuánto tiempo,
cuánta dedicación ha sido necesaria para cumplir de manera eficiente la tarea de
hoy; cuántos días, cuántas semanas, cuántos meses, cuántos años de preparación
y de estudio.
En el día de hoy, cuando compartíamos con los
visitantes y con los compañeros jefes de nuestras Fuerzas Armadas y sus
unidades presentes en este sitio, comparábamos el largo camino, el duro camino,
el intenso camino de estos años.
Comparábamos nuestros primeros tiempos, nuestro minúsculo ejército de
hace 15 años, nuestra inexperiencia de aquellos días que siguieron el 2 de
diciembre, nuestra falta de medios, nuestra falta de técnica, nuestra impotencia
para responder al ataque de la aviación que nos acosaba, de los tanques, de la
artillería, de los morteros.
¿Quién habría podido pensar entonces en esta tarde de
hoy, en este espectáculo que vemos aquí delante de nosotros, en esta enorme
masa de medios de combate, en esta fuerza, en estos hombres, en estos técnicos,
en estos oficiales, en estos combatientes?
¿Quién habría podido pensar entonces en el espectáculo que vimos en las
horas de la mañana y el mediodía de hoy: nuestros aviones, la preparación
artillera, los ataques aéreos, la artillería a reacción, la artillería estriada
de largo alcance, las unidades de tanques, la infantería blindada, el
desembarco aéreo, las antiaéreas y todo ese conjunto de medios y de hombres que
de manera precisa, puntual, exacta, cumplieron sus tareas?
Y recordar que ninguno de ustedes posiblemente,
recordar que ninguno de los combatientes que fundaron aquel pequeño ejército,
había manejado jamás un tanque, había manejado jamás un avión, había manejado
jamás un mortero, un cañón.
Y han transcurrido solo 15 años, de los cuales una
parte transcurrió combatiendo antes del triunfo y del resto de los años, otra
parte la invertimos en organizarnos, en prepararnos, en combatir de nuevo unas
veces frente a desembarcas como el de Girón, otras veces frente a las bandas
mercenarias como en el Escambray y las demás provincias del país, otras veces
frente al sabotaje, frente a la infiltración, y siempre bajo un incesante
peligro, bajo una constante amenaza.
En
determinados instantes, peligros mortales se cirnieron
sobre todos nosotros sin que nadie vacilara, como en los días de la Crisis de
Octubre. En condiciones de dificultades
económicas, bajo el bloqueo que se nos impuso, en condiciones de aislamiento, y
sin embargo, nuestros combatientes han aprovechado bien estos años.
Nuestros combatientes, con modestia, con tesón, con
firmeza, han trabajado y han estudiado para que nuestra patria cuente hoy con
estas fuerzas, con estas unidades, con estos medios de combate.
Larga ha sido la historia de nuestras luchas por la
independencia, heroica, duro el camino, porque las generaciones que nos
precedieron y nosotros mismos nos vimos obligados a luchar en condiciones
difíciles, con recursos escasos, frente a adversarios poderosos. Y aun hoy, cuando vemos esa masa de tanques y
de armas de todo tipo; aun hoy, cuando nos parece infinitamente más —y es efectivamente más de lo que hayamos
tenido jamás—, todo este esfuerzo, todos estos recursos, son para seguir frente
al mismo problema, frente al mismo destino de enfrentarnos o de prepararnos,
para protegernos de la agresión frente a un enemigo poderoso.
Pero nunca nuestra patria, nuestro pueblo, contó con
unidades de combate más completas, mejor armadas, más eficientes, más
preparadas. Jamás nuestro pueblo,
nuestra patria, contó con una masa de combatientes, con una masa de cuadros, de
oficiales, tan preparada como la que cuenta en este instante.
Pero si esto es posible hoy, si este espectáculo que
tenemos delante, si este orgullo, si esta satisfacción es posible, ello se debe
a que nuestro pueblo ha cumplido su deber, a que nuestros combatientes han
cumplido su deber. Cumplieron su deber
con la patria aquellas generaciones que iniciaron y llevaron a cabo las luchas
por la independencia. Cumplieron su
deber aquellos que lucharon en los días difíciles de la falsa república para
mantener levantada la tradición, para mantener levantada la dignidad y la
bandera. Cumplieron los combatientes que
lucharon en cada época. Y cumplieron los
combatientes de nuestra generación, y llevaron a cabo sus tareas en
circunstancias difíciles, sin desalentarse nunca.
Y ha habido una constante en la historia de nuestras
luchas: es la
firmeza, es la decisión, es el heroísmo, es la convicción, es la razón, es la
fe en el pueblo, es la fe en las ideas, es la fe en el hombre (APLAUSOS). Es el hombre el que ha realizado ese
milagro. Es el hombre el que ha hecho
posible esta fuerza de hoy. Esa
confianza, que caracterizó siempre a nuestros combatientes de la Independencia,
ese valor, ese arrojo.
No debemos olvidar, no podemos olvidar aquellos 10
años de lucha. No podemos olvidar aquí
aquel gesto de Antonio Maceo, que cuando el derrotismo cundió en las filas de
los combatientes, cuando se habló de deponer las armas, cuando se realizó el
Pacto del Zanjón, proclamó allá en los Mangos de Baraguá la histórica protesta,
la firme decisión de seguir luchando (APLAUSOS). Y aquel mismo Maceo que un día dijo que no
haría jamás la paz con los opresores de su patria, cumplió su palabra: volvió a la
lucha. Y un día asombró al mundo con
aquella proeza, avanzando desde Oriente hasta Occidente, cruzando por estos
mismos lugares donde están ustedes hoy aquí, llegando hasta Mantua, combatiendo
en esta provincia hasta morir sin ver coronada la obra por la que luchó toda su
vida. Aquel tesón que llevó a los
combatientes de nuevo a la guerra y a la lucha por la independencia, para morir
la inmensa mayoría sin ver un día culminada la obra de
toda la vida.
Y cayeron a lo largo de estos 70 años incontables
cubanos antes que nosotros, y cayeron muchos compañeros nuestros luchando
bravamente en la clandestinidad, o en el Moncada, o en el Granma cuando el
desembarco, o en la Sierra Maestra, o cayeron después cumpliendo el deber en Girón,
en el Escambray. Pero nunca jamás cayó
el espíritu de lucha. Nunca jamás desde
que se enarboló por primera vez pudo caer en este pueblo el patriotismo ni pudo
caer la dignidad.
y nuestros propios compañeros, muchos de nosotros
mismos conocimos momentos difíciles, momentos en que a muchos les faltaba la
fe, excepto al puñado de combatientes que mantenía la bandera en alto. y con aquella
resolución, con aquella firmeza, con aquella decisión de vencer o morir, se
marchó adelante. ¡Y muchos murieron,
pero la victoria fue alcanzada!
Cuando los vemos a ustedes aquí delante, en esta
compacta fila de soldados de acero, vemos en ustedes los continuadores de esa
tradición, de esa lucha, vemos en ustedes los continuadores de la obra de
nuestros mambises, los continuadores de los que en Baraguá enarbolaron la
Protesta, de los que iniciaron de nuevo la guerra bajo la inspiración de Martí
y dirigidos por Gómez y Maceo en 1895, de los que cayeron defendiendo los
derechos de nuestro pueblo, a lo largo de este siglo. De la legión de jóvenes que aquella mañana
del 26 de Julio asaltó al Cuartel Moncada; de aquellos que desembarcaron en el
Granma; de los que lucharon en la Sierra; de los que se enfrentaron con
resolución a los hostigamientos, a las agresiones, a los mercenarios; de los
que ripostaron la cobarde agresión de Girón.
Vemos en ustedes los continuadores de aquellos combatientes que durante
70 horas, en Pálpite, Playa Larga, Yaguaramas, San Blas y Girón, sin descansar
un segundo, no dieron un minuto de tregua al enemigo. Vemos en ustedes a los continuadores de
aquellos tanquistas que avanzaron por los únicos caminos por donde podían
avanzar, en aquellos desfiladeros de muerte; tanquistas que hacía apenas unos
días habían aprendido a manejar aquellos equipos, que entraron en combate
muchos de ellos sin acordarse siquiera de quitarles los tanques auxiliares de
combustible; ¡pero que avanzaron bravamente, combatieron y aniquilaron al
enemigo! (APLAUSOS) Vemos en ustedes a aquellos tanquistas del 19
de abril, que en horas de la noche se emplazaron en las orillas del mar frente
a los barcos de la escuadra norteamericana, sin miedo, sin vacilación,
¡decididos a cualquier prueba, decididos a cualquier combate!
Esto representan ustedes: la mejor causa de nuestra patria, la
mejor tradición de nuestra patria.
Y han adquirido estos conocimientos y han dedicado tan
largas horas para montar guardia, para velar por el país, por el pueblo, por su
bandera, por su causa. Han aprendido el
manejo de esas armas para defender en Cuba una trinchera de América Latina, ¡un
bastión de América Latina!
(APLAUSOS) ¡para convertir esta isla, que un día
quisieron convertir en fortaleza para oprimir y dominar a los pueblos hermanos
de América Latina, en un baluarte de la dignidad de nuestros pueblos, en un
baluarte de los derechos de nuestros pueblos!
Han dedicado esas horas y esos esfuerzos no en balde, sino para merecer
el respeto de nuestros propios enemigos, para imponerles la seguridad de que en
este país, aunque pequeño, hay hombres y mujeres suficientes para mantener
enarbolada todo el tiempo que fuera necesario la bandera de la patria
(APLAUSOS). ¡para imponer a nuestros enemigos la convicción de que este
pueblo ni se vende ni se rinde!
(APLAUSOS) ¡Para imponerles la
convicción de que cualquier agresión, cualquier atentado contra la patria,
tendrá respuesta inmediata, cumpliéndose aquello de que la orden para combatir
está siempre dada! (APLAUSOS) ¡Que la decisión de combatir se mantendrá
inalterable frente a la agresión, mientras quede un cubano capaz de empuñar un
arma!
Los vimos a ustedes actuar hoy, marchar con sus
unidades, sus tanques, sus armas. Y
nosotros sabemos perfectamente bien que eso no es un juego, nosotros sabemos
perfectamente bien que ese no es un entretenimiento. ¡Nosotros sabemos bien que esa será la
conducta en la guerra! ¡Más combativa
todavía, más decidida todavía, más firme, más agresiva, más ofensiva! ¡Y que frente a cualquier enemigo que invada
a esta tierra, ustedes marcharán todavía con más entusiasmo y con más decisión
que con la que los vimos marchar en el día de hoy, cuando se trataba
simplemente de una maniobra!
Oficiales y
soldados tanquistas, artilleros, paracaidistas: ¡Nosotros sabemos que ustedes sabrán
mantener en alto las tradiciones que han heredado de nuestro pueblo! ¡Nosotros sabemos que ninguna de estas armas
se rendirá jamás! ¡Nosotros sabemos que
ninguno de estos hombres se rendirá jamás!
¡Nosotros sabemos que ninguna de estas unidades retrocederá jamás! Nosotros sabemos que ustedes son depositarios
de esa consigna que lo dice todo, que hizo posible la gloria de ayer, la patria
de hoy, y la espléndida luz de mañana, que se sintetiza en nuestro lema
victorioso!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)