DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ALMUERZO
OFRECIDO EN SU HONOR EN EL PALACIO DEL CONSEJO DE ESTADO, EN RUMANIA, EL 26 DE
MAYO DE 1972.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Querido
compañero Ceausescu;
Queridos amigos
rumanos;
Queridos
compañeros cubanos:
Hace algunas horas nos encontramos en el seno del
pueblo rumano. Hace unas horas venimos
recibiendo incesantes impresiones: desde
nuestra llegada al aeropuerto, del recorrido hasta la residencia, la visita al
Mausoleo, la visita al Presidente del Consejo de Estado en el Comité Central,
la condecoración, el acto de masas improvisado y esta hermosa reunión o
comida. En todo instante vamos
recibiendo la sensación de la hospitalidad, de la amabilidad, de la amistad con
que ustedes nos reciben.
Hemos llegado a este país llenos de buena voluntad, de
deseos de conocer el trabajo del pueblo rumano, conocer el trabajo del Partido
Comunista de Rumania, de conocer el pensamiento de ustedes, de recibir el
máximo de información, y a la vez brindar por nuestra parte todas las
informaciones necesarias, expresar nuestras ideas y expresar nuestros
sentimientos.
Es cierto que nuestra visita resulta breve, pero ello
se debe a la circunstancia de que nos encontramos al otro lado del
Atlántico. No podemos viajar con
frecuencia a Europa, y nos hemos visto en la necesidad de elaborar un largo
programa, visitar numerosos países, y dentro de ello el tiempo ha sido
inevitablemente breve. Pero procuraremos
emplearlo bien, poner todos nuestros sentidos en conocer el máximo de Rumania,
captar el máximo del país; emplearemos el tiempo, dentro de lo que nos permita
nuestra resistencia física, nuestra capacidad mental. Pero trataremos de conocer la nación.
A nosotros nos preocupa también en el mismo sentido
muchas de las cosas señaladas por el compañero Ceausescu. Compartimos las esperanzas en el logro de una
solución a los problemas de Europa y a un clima de paz y seguridad en este
continente. Compartimos las
preocupaciones con relación al Medio Oriente, y compartimos muy especialmente
el problema de Viet Nam, el incremento de los bombardeos sobre Viet Nam del
Norte, el minado de los puertos, la política provocadora del imperialismo
yanki, su falta de escrúpulos en llevar a cabo cualquier acto de agresión, e
incluso perpetraron un verdadero acto de genocidio contra un pueblo como el
pueblo de Viet Nam.
En realidad vivimos en un mundo muy complejo, con
problemas muy variados, muy diferentes.
Son así diferentes los problemas de Europa, los problemas de Asia, los
problemas del Cercano Oriente y los problemas de América Latina.
A nosotros nos corresponde la circunstancia especial
de encontrarnos geográficamente situados a una gran distancia del campo
socialista, al otro lado del Atlántico, muy próximos a Estados unidos, y en una
región del mundo donde el imperialismo yanki logró establecer reales y verdaderos
dominios en el orden político, en el orden económico, en el orden militar,
incluso en el orden cultural. En ninguna
región del mundo ha ejercido Estados Unidos tantas presiones. Prácticamente los libros que se leían, las
noticias que se recibían, las películas que se exhibían, los programas de radio
y televisión, eran en su inmensa mayoría confeccionados en Estados Unidos y
portadores de la ideología imperialista.
Y la lucha no ha sido fácil. La
lucha no será fácil.
Nuestro país, sin embargo, ha sido un ejemplo de cómo
las ideas revolucionarias pueden abrirse paso aun en medio de una gran
confusión, aun en medio de un gran dominio ideológico, de la influencia de las
ideas reaccionarias. Las ideas revolucionarias
son fuertes, son sólidas, se fundan en las realidades, se fundan en el proceso
histórico, se injertan a los sentimientos de los pueblos, coinciden con sus
aspiraciones y con sus necesidades. Y
por eso en nuestro país, donde también existía una gran influencia
imperialista, las ideas revolucionarias se hicieron fuertes, conquistaron al
pueblo y triunfaron.
Nuestro país, a pesar de la proximidad de Estados
Unidos, ha podido resistir las campañas políticas, la ofensiva ideológica, y ha
podido mantenerse fuerte en el seno del pueblo.
Eso ha sido un factor decisivo, sin lo cual la colaboración
internacional, la amplia y generosa ayuda del campo socialista, no habrían
podido vencer los grandes obstáculos.
Ahora bien: nosotros nos consideramos parte de un
continente, de una comunidad humana que hoy tiene más de 300 millones de seres
humanos, que dentro de 25 años tendrá 600 millones; que hablamos prácticamente
el mismo idioma, que sustentamos la misma cultura, que hemos vivido
experiencias históricas similares, que tenemos problemas comunes, y cuyos
recursos humanos, cuyos recursos culturales y cuyos recursos naturales son
realmente cuantiosos. En aquella región
del mundo solo hace falta la revolución.
La revolución sería el único instrumento capaz de forjar entre los
pueblos de América Latina una gran comunidad, capaz de vivir, de existir en el
mundo con un mínimo de condiciones, de supervivencia, de igualdad y de
relaciones decorosas.
Nuestro país es realmente un país muy pequeño, con
recursos económicos y naturales escasos, y algunos de los que se pueden
considerar en abundancia —como determinados recursos minerales— requieren
grandes inversiones y son de costosa explotación.
Es por ello que nosotros debemos pensar en el futuro a
largo plazo en la vinculación de nuestros pueblos, la integración económica y
política del pueblo cubano con el resto de los países latinoamericanos. Dentro de lo reducido de nuestras fuerzas, de
lo pequeño de nuestro país, tratamos de aportar el máximo en el campo revolucionario,
en el campo ideológico, a fin de promover la liberación de los pueblos de
América Latina, y a fin de contribuir a la lucha de los pueblos en los demás
continentes por alcanzar su liberación, por alcanzar sus objetivos sociales,
sus objetivos nacionales, sus objetivos históricos.
Nuestro país, en las proximidades de Estados Unidos,
considera como cuestión fundamental el mantenimiento de una posición firme, el
mantenimiento de una posición radical, el mantenimiento de una política
intransigente con la ideología revolucionaria y de las banderas
revolucionarias. Estamos conscientes de
que nuestra lucha será larga, de que nuestras dificultades son grandes. Los imperialistas no se resignan a los
cambios en la América Latina; los imperialistas no se resignan a la existencia
de una revolución en las proximidades de su territorio; los imperialistas
suelen aceptar la coexistencia con la Revolución Cubana, en la medida en que la
Revolución Cubana dejara de ser revolución; en la medida en que dejara de ser
un ejemplo para los demás países; en la medida en que se neutralizara; en la
medida en que claudicara.
El imperialismo aceptaría la coexistencia con nuestro
país en condiciones que serían inaceptables para la Revolución Cubana.
Es por eso que nos espera una lucha larga. Es por eso que nuestro camino será un camino
duro. Pero, sin embargo, consideramos
que hemos superado los años más difíciles, hemos superado las mayores
dificultades, hemos superado los momentos mas duros
del bloqueo.
Vivimos en un momento en que las ideas revolucionarias
se desarrollan dentro de los pueblos de la América Latina, y vivimos en un
momento en que, incluso en el seno de la sociedad norteamericana, grandes
sectores descubren los problemas del imperialismo y toman conciencia de las
realidades del mundo actual.
Sabemos que el camino es largo y difícil, en las
condiciones específicas de América Latina.
Pero estamos optimistas.
En esa dirección actuamos; comprendemos nuestros
problemas, tratamos de comprender los problemas de Europa, de Asia, del Medio
Oriente, de Africa; estamos en la mejor disposición de cooperar con el
movimiento revolucionario de los demás continentes, tenemos la mejor intención
de llevar a cabo intercambios de opiniones, de analizar los problemas, de
comprender y de cooperar.
En ese espíritu hemos llegado a vuestro país. Y dentro de ese espíritu expresamos nuestro
agradecimiento por la invitación que nos han dirigido, por vuestro recibimiento
y hospitalidad. No ha sido difícil
establecer la comunicación; ha sido fácil, ha sido sencilla dentro del poco
tiempo que hemos tenido. y esto es un buen presagio del éxito de
nuestros esfuerzos, del éxito de nuestro trabajo, de nuestras
conversaciones.
¡Brindemos por nuestra amistad!
¡A la salud del compañero Ceausescu!
¡Y a la salud de todos ustedes! (APLAUSOS)