DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA COMIDA OFICIAL OFRECIDA POR EL
COMITE CENTRAL DEL PCUS, EL PRESIDIUM DEL SOVIET SUPREMO DE LA URSS y EL GOBIERNO DE LA URSS, EN LA CAMARA
DE FACETAS DEL GRAN PALACIO DEL KREMLIN, EL 27 DE JUNIO DE 1972.
(DEPARTAMENTO
DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL
GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Querido compañero Brezhnev;
Queridos
compañeros del Buró Político, del Comité Central, del Presidium y del Gobierno
Soviético:
Agradecemos profundamente las cálidas, fraternales y
solidarias palabras hacia nuestra delegación, nuestro Partido y nuestro pueblo,
que acaba de pronunciar el compañero Brezhnev en nombre del Comité Central del
PCUS, del Presidium del Soviet Supremo de la URSS y del Gobierno
soviético.
A lo largo de miles de años la humanidad no conoció
otra forma de vida que la sociedad de clases.
El hombre social no tuvo otra visión del mundo que la de la odiosa
división entre explotadores y explotados.
Esclavos, plebeyos, siervos, artesanos, campesinos o proletarios,
trabajaron y sufrieron bajo el yugo de las minorías dominantes que se
sucedieron en la preeminencia de la sociedad humana. El sudor y la sangre de incontables
generaciones de oprimidos cimentaron la marcha dolorosa de la historia.
Esta realidad humana determinada por leyes rigurosas
conduciría al desarrollo de las circunstancias materiales y de la clase social
llamada a poner fin de una vez y para siempre a la explotación del hombre por
el hombre y encaminaría el pensamiento político de las más preclaras
inteligencias al estudio y descubrimiento de las leyes que regían su vida
social.
Marx y Engels investigaron esas leyes y forjaron con
ellas la doctrina científica del proletariado, que era la clase llamada a
cambiar el curso de la historia. Lenin
desarrolló y aplicó genialmente esa doctrina.
La clase obrera rusa, dirigida por Lenin y su Partido,
aliada a los campesinos explotados, llevó a cabo la primera revolución
socialista y con ella la más profunda mutación social en la larga, fatigosa y
siempre cruel marcha de la humanidad.
Marx con sus propias palabras diría que se iniciaba el fin de la
prehistoria del hombre y que su verdadera historia comenzaba. Tal fue el papel de la Revolución de Octubre,
de la clase obrera rusa, de Lenin y de su partido bolchevique.
Ninguna fecha, ningún hecho, ningún nombre, ningún
acontecimiento ocurrido hasta hoy tendría mayor repercusión en la vida de la
humanidad. Pero octubre no era más que
el comienzo de un camino increíblemente duro.
Con saña y con odio profundo de clase que se había reflejado ya en la
feroz represión de la heroica Comuna de París, los estados capitalistas
intervinieron militarmente en el país.
Los imperialistas ingleses, franceses, japoneses, yankis y demás
secuaces reaccionarios enviaron sus tropas para aplastar la revolución, y los
obreros y campesinos soviéticos, dirigidos por Lenin, se vieron obligados a
defender heroicamente el naciente estado, que atacado por todas partes se vio
comprimido a límites increíbles.
La dirección de Lenin, el heroísmo incomparable de los
comunistas, de los obreros y campesinos soviéticos salvaron entonces la
revolución. Pero a la destrucción y la
ruina de la guerra imperialista se sumó la desolación causada por las tropas
imperialistas y los mercenarios a su servicio.
El socialismo comenzó a construirse en un país arruinado totalmente,
desangrado y bloqueado, que requirió no menos duros y heroicos esfuerzos.
Toda la política imperialista de posguerra en aquel
entonces giró en torno a la URSS y contra la URSS. Surgió el fascismo para combatir el
comunismo. Se alienta, apoya y se arma a
Hitler contra la URSS. Munich, la
capitulación de los gobiernos burgueses ante el fascismo, el desmembramiento y
la ocupación de Checoslovaquia, traicionada por los otros estados capitalistas;
toda aquella bochornosa política estuvo inspirada en el odio de los burgueses a
la Unión Soviética. Los frutos inevitables
fueron la Segunda Guerra Mundial y la agresión hitleriana al pueblo
soviético.
La humanidad tendrá que estar eternamente reconocida y
agradecida al pueblo que ofrendó la vida de 20 millones de sus hijos para
defender el primer estado socialista y aniquilar el fascismo.
Los planes quinquenales que prepararon al país para
resistir al fascismo, el traslado de gran parte de la industria militar en
plena guerra, la defensa de Leningrado, de Moscú, de Stalingrado, del Cáucaso,
de Sebastopol, la gran batalla de Kursk y las demoledoras ofensivas que
culminaron en la toma de Berlín y la liberación de numerosos pueblos oprimidos
de Europa son proezas que el mundo no podrá olvidar jamás.
En Berlín socialista, en Praga, en Bratislava, nuestra
delegación visitó y rindió tributo en las tumbas de los soldados soviéticos
caídos en los combates que allí tuvieron lugar.
No hay ciudad, pueblo o aldea de Rumania, Hungría, Polonia,
Checoslovaquia o la RDA donde no se haya derramado la sangre generosa de los
hijos de este pueblo heroico.
Tal fue su gigantesca contribución a la lucha por
librar al mundo del mortal peligro del fascismo.
De nuevo el socialismo, constituido esta vez en un
conjunto de países, tiene que levantarse sobre las ruinas de la guerra y de los
campos de batalla. De nuevo los
imperialistas, esta vez dirigidos por los yankis, organizan el cerco militar y
el bloqueo económico de la URSS y demás países socialistas. OTAN, SEATO, CENTO y otros acuerdos militares
se conciertan con fines agresivos.
Centenares de amenazantes bases militares se construyen alrededor de la
URSS y el campo socialista. El arma
atómica era monopolizada por ellos. Todo
el oro del mundo en sus manos, el control de la mayor parte de los recursos
naturales de la tierra y casi intactas sus industrias, que apenas habían
sufrido con la guerra. Tales fueron las
ventajas que en la posguerra contaban contra el campo socialista y el
movimiento revolucionario.
Que la era de los grandes cambios surgidos con la
Revolución de Octubre no podía evitarse, lo demuestra el hecho de que decenas
de países que vivieron sometidos a las peores formas de dominación imperialista
y colonial adquieren su independencia en los últimos 27 años. Los mapas políticos del mundo de hoy no
muestran ningún parecido con aquellos que hace apenas tres décadas señalaban
inmensos imperios coloniales.
Nuestro país que, al igual que los demás pueblos de
América Latina, vivía bajo el absoluto control económico y político del
imperialismo yanki, sacude el yugo y lleva a cabo su revolución, establece el
primer Estado socialista del continente americano y hace ondear por primera vez
las banderas victoriosas del marxismo-leninismo al otro lado del
Atlántico.
La aplicación consecuente de los principios y las
ideas de Marx, Engels y Lenin nos condujeron al triunfo y a la consolidación
del triunfo. Todos los intentos
imperialistas de penetrar ideológicamente en Cuba se han estrellado contra la
inconmovible y sólida conciencia revolucionaria que el marxismo-leninismo ha
dado a nuestro pueblo.
Un rígido bloqueo económico se estableció y se
mantiene sobre nuestra patria, y las más variadas formas de subversión, ataques
mercenarios y amenazas de agresiones militares, se aplicaron contra nuestro
país. Pero no estuvimos solos en la
lucha. De la Unión Soviética
fundamentalmente, y de otros países socialistas en la medida de sus
posibilidades, nos llegaron las armas para defendernos, y el apoyo técnico y
económico necesarios para evitar que los imperialistas yankis consumaran su
propósito de aniquilar por hambre al pueblo de Cuba.
Hoy el prestigio de las ideas revolucionarias crece y
se extiende no solo por todos los pueblos de América Latina, sino en el propio
seno de la sociedad norteamericana.
A partir de las difíciles condiciones posteriores a la
Segunda Guerra Mundial, la economía de los países socialistas en los últimos 25
años se ha desarrollado espectacularmente.
Gracias a los increíbles avances de la ciencia y la técnica soviéticas,
la correlación de fuerzas cambió profundamente en favor del campo
socialista.
El crecimiento del poderío militar de la URSS ha
impuesto un firme obstáculo a la política aventurera, guerrerista y agresiva
del imperialismo. Este ha sido un factor
decisivo en la lucha por la paz y en los notables éxitos alcanzados en los
últimos años con el reconocimiento de las actuales fronteras de Europa, la
renuncia al uso de la fuerza y la reducción de los peligros de guerra en esta
parte del mundo, así como en los esfuerzos hacia la Conferencia de Seguridad
Europea.
El imperialismo se ha visto obligado a hacer
importantes concesiones. Nuestro Partido
apoya los esfuerzos de la Unión Soviética por salvaguardar la paz y preservar
al mundo del mortal peligro de una guerra termonuclear.
Estamos completamente de acuerdo con sus palabras,
compañero Brezhnev, de que la afirmación del principio de la coexistencia
pacífica y los éxitos en ese campo no pueden significar en modo alguno el
debilitamiento en la lucha ideológica y que tal lucha se incrementará en una
forma más aguda en la confrontación de los dos sistemas sociales.
En el campo de la lucha política y en su papel de
gendarme internacional el imperialismo irá cediendo dondequiera que no le quede
otra alternativa y continuará golpeando dondequiera que pueda hacerlo.
Como usted señaló en sus palabras, todavía arden
dolorosamente las llamas de la guerra de Indochina. Nosotros saludamos con profundo
reconocimiento su declaración sobre Viet Nam y su afirmación de que la Unión
Soviética brindará todo su apoyo y toda la ayuda necesaria al pueblo heroico de
Viet Nam hasta la victoria de su justa causa.
Nosotros sabemos cuánto tiempo y atención dedican la Dirección, el
Partido y el pueblo soviéticos a la lucha de nuestros hermanos
vietnamitas. Conocemos también el
profundo alcance y la sólida firmeza de las declaraciones y la palabra de la
URSS en su política exterior.
Igualmente compartimos su preocupación por la delicada
y peligrosa situación del Medio Oriente y apoyamos plenamente la justa demanda
de los pueblos árabes del retiro de las tropas agresoras y la total devolución
de los territorios ocupados.
Nosotros deseamos repetir aquí lo que dijimos a
nuestros trabajadores el primero de mayo del presente año: que nuestro pueblo tiene absoluta confianza
en la política de principios de la Unión Soviética. Su historia heroica, el apoyo prestado al
movimiento revolucionario mundial y las proezas que han realizado en favor de
la humanidad la hacen acreedora de esa confianza.
Queda por delante una lucha larga, compleja y difícil,
pero la victoria sin duda alguna estará del lado de los pueblos, del lado de la
revolución, del lado de los principios.
Queridos compañeros:
nos resta expresarles nuestro profundo agradecimiento por la oportunidad
de visitar nuevamente la Unión Soviética, por el afectuoso recibimiento de
ustedes, los dirigentes, por la cálida acogida del pueblo soviético, y por el
inmenso honor que para mí significa la condecoración de la Orden de Lenin que
me han concedido en el día de hoy.
Estamos profundamente satisfechos del estado de
nuestra amistad, del estado de nuestras relaciones fraternales, respetuosas,
sinceras, como corresponde a los partidos y a los pueblos revolucionarios. Por esa amistad, por su desarrollo,
continuaremos trabajando incansablemente.
Deseamos brindar, compañero Brezhnev, por su salud y
por todos sus compañeros del Comité Central y del Gobierno, por el heroico
pueblo soviético, por el Partido Comunista de la URSS y su dirección, por la
eterna amistad entre Cuba y la URSS (APLAUSOS).