DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE CUBA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL COMITE DEL PCUS DEL DISTRITO
GAGARINSKY, DE MOSCU, EL 28 DE JUNIO DE 1972.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Queridos
amigos:
En primer lugar nos hemos encontrado hoy una tarde muy
bonita en este Distrito. Pero además nos
hemos encontrado un calor tal que nosotros no sabemos bien si estamos en La
Habana o estamos en Moscú. Pero bien,
esas son cosas de la naturaleza que no tienen mucha importancia. Lo más importante, lo más satisfactorio, lo
más agradable, es encontrarnos con ustedes en este Distrito de Gagarin.
Cuando el compañero Kirilenko
y la compañera Tamara, formando parte de una delegación del Partido soviético,
visitaron Chile, hicieron escala en Cuba y tuvimos oportunidad de conversar con
ellos. y
la compañera Tamara nos hablaba del Distrito de Gagarin y de las distintas
actividades que aquí se desarrollaban. A
nosotros nos agradó que una compañera estuviera de secretaria de un
distrito. Nos pareció que la compañera
seguramente tendría muchos méritos, porque por lo general no es muy frecuente
que las mujeres estén de secretarias en los distritos.
Este Distrito lleva además el nombre de Gagarin, y
nosotros siempre recordamos mucho a Gagarin.
Algunos meses después del primer vuelo espacial él visitó nuestro país,
y Gagarin no solo tenía el gran mérito de haber sido el primer cosmonauta, que
significó una gran proeza de la ciencia, de la técnica y del hombre, sino que
también era una persona llena de juventud, llena de vida, y una persona muy
noble, muy modesta, muy amistosa, que en nuestro país dejó un gran recuerdo. Nosotros conversamos mucho con él, pudimos
tener la idea de la calidad humana de Gagarin.
Verdaderamente que es muy doloroso, muy triste, recordar que tan
tempranamente le llegó la muerte. Y es
cierto —como dice la compañera Tamara— que él trabajó mucho por la amistad,
contribuyó al desarrollo de la amistad entre Cuba y la URSS.
Nosotros, por otro lado, teníamos interés en saber
cómo trabajaba un distrito de la ciudad de Moscú, cómo trabajaba el Partido,
cómo trabajaba la administración.
Para nosotros han sido muy interesantes todas las
informaciones que hemos recibido.
Estamos admirados del ritmo de avance que tiene este Distrito: es similar a lo que
está ocurriendo en la ciudad de Moscú.
Desde hace 8 años nosotros no visitábamos Moscú, y
hemos encontrado Moscú muy cambiado: se transforma a un ritmo
verdaderamente increíble. A decir
verdad, yo lo único que reconocí fue el aeropuerto y el Kremlin. Todo lo demás estaba realmente transformado.
Y son de verdad interesante las explicaciones que nos
han dado de cómo trabaja el Partido, cómo trabaja el Soviet, qué tareas
desempeñan, cómo preparan los cuadros, cómo estudian los ciudadanos, cómo
trabajan, cómo emulan, cómo viven y cómo sueñan.
Pero es que a esta generación de soviéticos le ha
correspondido el privilegio de convertir los sueños en realidades.
Hoy nosotros, cuando visitábamos el GOSPLAN, nos
encontrábamos que tenía una exposición sobre Lenin, y allí nos detuvimos a ver
los cuadros, las pinturas, algunas fotografías de aquella época: Lenin hablando a
los obreros, Lenin hablando a los soldados, Lenin en una fotografía que está
contemplando una carreta que transporta unos troncos de árbol para hacer
madera. Desde entonces no ha pasado
mucho tiempo —un poco más de 50 años— y sin embargo cuántas cosas se han
realizado en este país en esos años.
Yo mismo me preguntaba si en aquella época, en medio
de la lucha, en medio de los esfuerzos por salvar el poder soviético, ellos
habrían podido imaginarse lo que en este momento sería la URSS.
Ahora que se habla de los grandes yacimientos de gas y
de petróleo, ahora que se construyen grandes oleoductos y gasoductos,
gigantescas plantas hidroeléctricas, plantas nucleares, industrias químicas,
maquinaria de todo tipo; ahora que se trabaja ya con las computadoras, con las
máquinas electrónicas y centros de cálculo; ahora que la URSS tiene cientos de
millones de toneladas de producción de petróleo y de carbón, más de 100
millones de toneladas de acero, que domina el espacio, que domina el átomo y
que avanza vertiginosamente hacia el futuro, es verdaderamente conmovedor y
emocionante ver aquella fotografía de aquella época y recordar las dificultades
en medio de las ruinas dejadas por la guerra y la intervención, cuando no había
petróleo, carbón, acero, no había alimentos, no había transporte y cómo los
bolcheviques levantaron el país.
Pienso que aquellos hombres soñaron cosas
extraordinarias. Tenían una gran fe en
los obreros, en el Partido que habían fundado, en los comunistas que habían
educado. Y esta generación de soviéticos
ha tenido la oportunidad de ver convertidos en realidad aquellos sueños.
Cuando se ven los edificios que se levantan en Moscú
en la Avenida Kalinin, el hotel gigante con capacidad
para 6 000 personas, todas esas cosas ocurren ya de la manera más natural. Y se construyen 7 000 viviendas en un solo
distrito, y se construyen 120 000 solo en la ciudad de Moscú. Y además dicen que son pocas.
Cuando se ven los niños bien vestidos, alimentados,
educados, alegres, felices, en realidad uno piensa con satisfacción cómo se han
logrado, cómo se han realizado, cómo se han llevado a cabo los grandes
proyectos de los que fundaron el primer Estado socialista.
Para nosotros ha sido sumamente interesante este
contacto, por lo mucho que nosotros apreciamos la gran experiencia acumulada
por el Partido Comunista de la Unión Soviética.
Además deseo decirles que nosotros nos sentimos bien entre ustedes, nos
sentimos bien entre los hombres y mujeres soviéticos, entre los comunistas
soviéticos, porque vemos su espíritu fraternal, su sencillez, su modestia y, al
mismo tiempo, la firmeza de sus convicciones y la solidez de sus
organizaciones.
Nos hemos encontrado realmente un magnífico ambiente
en la Unión Soviética, pero sobre todo nos impresiona la fortaleza moral de
este país, la fortaleza revolucionaria de la Unión Soviética. Es un país que conserva el temple, el
espíritu, la moral de una revolución, la misma moral de los primeros tiempos,
desde que comenzó la Revolución.
En el pueblo soviético se refleja su propia historia,
la Revolución de Octubre, la lucha contra los interventores y la voluntad de
sobreponerse a todas las dificultades y vencerlas. La lucha contra el aislamiento y el bloqueo,
la construcción del Estado socialista en difíciles condiciones, los planes
quinquenales, la defensa del país frente a la agresión fascista, los esfuerzos
colosales que realizó para defender la patria, para salvar la industria,
desmontar y volver a montar fábricas en cuestión de semanas, resistir en el
frente, resistir en la retaguardia, aumentar la producción durante la misma
guerra, contener el fascismo, rechazarlo, destruirlo. Vivir como vivió durante tantos años en medio
de las grandes amenazas después de la Segunda Guerra cuando había que
reconstruir el país, cuando había que ayudar a otros países del campo
socialista también destruidos.
Enfrentarse al poderío imperialista que en aquella época tenía ventaja,
hasta llegar a la situación de hoy.
Todo eso se refleja en el espíritu del pueblo
soviético, en su actitud, en su conducta, en su firmeza, en sus sentimientos
revolucionarios, en sus sentimientos internacionalistas. Y nosotros ciertamente apreciamos mucho
eso.
Hemos vivido una pequeña parte de la historia de
ustedes pero sabemos qué importancia tiene tener un pueblo revolucionario y
luchador, sabemos qué gran valor tiene esto para la lucha contra los
imperialistas, para la lucha política, para la lucha ideológica.
Qué gran satisfacción revolucionaria produce saber que
nuestros pueblos son impenetrables a la influencia imperialista, al espejismo
imperialista, a la corrupción imperialista, a las mentiras de los
imperialistas. Qué gran satisfacción
produce comprobar la fortaleza de las ideas revolucionarias, de las ideas de
Marx, de Engels y de Lenin, cuya potencia, cuya fuerza nosotros hemos podido
comprobar, porque nuestro país era un país dominado por la influencia
imperialista, la ideología imperialista, la cultura imperialista; porque
nuestro país era un país dominado completamente por el imperialismo. Sobre nuestro pueblo se ejercía un control
material, un control espiritual incluso casi absoluto, y sin embargo en poco
tiempo relativamente, y muy próximos a Estados Uncidos, en la gran lucha
política, en la gran lucha ideológica que se libró en el seno de nuestro pueblo
contra las ideas imperialistas, en esa lucha las ideas marxista-leninistas
salieron victoriosas.
Y esa lucha se extiende, esas ideas se extienden por
la América Latina, y hasta en los propios Estados Unidos. Ya hoy los que apoyan a Cuba —y ese apoyo
crece día a día— no es apoyo a un país nacionalista, no es apoyo a un país
neutralista, no es apoyo a una lucha romántica:
es el apoyo a un país revolucionario, a un país internacionalista, a un
país marxista-leninista. Nadie se
equivoca en América Latina y en Estados Unidos sobre lo que es Cuba. Y sin embargo el apoyo moral, la simpatía
hacia la Revolución crece, lo que demuestra que las ideas revolucionarias
siguen avanzando, que la batalla política e ideológica que se libró en Cuba se libra
ya más ampliamente en todo el continente.
Y esa batalla se ganará por la fuerza, por la moral, por la justicia de
las ideas revolucionarias, de las ideas marxista-leninistas.
Y por eso nosotros apreciamos tanto cuando nos
encontramos aquí en el seno del pueblo soviético, en el primer Estado
socialista donde se inició la revolución, ver que aquí no hay blandenguería ni
debilidades ni concesiones ideológicas de ninguna clase a la ideología
imperialista; ver cómo se mantiene ese espíritu, y saber que ese espíritu se
mantendrá, y que ese será el espíritu también de las nuevas generaciones.
Por eso nosotros queremos brindar por los grandes
éxitos del pueblo soviético, por su espíritu internacionalista, deseamos
brindar por nuestros amigos del Distrito Gagarin (APLAUSOS).