DISCURSO
PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA PEÚBLICA DE CUBA, AL
DESPEDIR A LA BRIGADA INTERNACIONAL "JULIO ANTONIO MELLA", QUE
COOPERARA EN LA CONSTRUCCION DE LA ESCUELA SECUNDARIA EN EL CAMPO CEIBA 7, EL
30 DE JULIO DE 1972, "AÑO DE LA EMULACION SOCIALISTA".
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES
TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros dirigentes de la
Federación Mundial de Juventudes Democráticas e integrantes de la brigada
"Julio Antonio Mella";
Queridos invitados:
Fue necesario organizar
este acto a las 12:00 de la noche o ya pasadas las 12:00 de la noche, es decir,
en la madrugada del 30 de julio; porque la escuela estaba terminada unos
cuantos días antes de la fecha prometida, que era el 26 de julio —todavía me acuerdo de ustedes el 1º de Mayo, diciendo: “Ceiba 7, el 26”, "Ceiba 7, el
26"—, y ustedes estaban de recorrido estos días por el interior del
país. Y por fin la noche del 29 tenían una
fiesta, de despedida, y a las 3:00 de la madrugada de hoy tengo entendido que
un número de los brigadistas partían de regreso ya a sus países. Pues no quedó más remedio que organizar el
acto a esta hora, y ese acto había que organizarlo aquí, porque es aquí donde
ustedes desenvolvieron su trabajo y dejaron un símbolo perdurable de amistad y
de solidaridad.
Yo no voy a
intentar describir con palabras todo el valor y todo el contenido moral, humano
y revolucionario de este acto. Simplemente quiero expresar con la mayor
sencillez algunas cosas que me vienen a la mente en relación con esta obra que
ustedes han dejado en nuestro país.
En primer
lugar, recordaba aquí el compañero Alaín que hace
apenas un año se habló de esta idea. Yo por lo menos recuerdo que, en la
primera ocasión, estando los dirigentes de la Federación en Cuba, en vísperas de
una reunión en Chile, el día que precisamente se desmovilizaba una gran parte
de la Columna Juvenil del Centenario, se habló de la idea de llevar a cabo la
construcción de una escuela en nuestro país.
Esa conversación tuvo lugar en los primeros días del mes de julio del
año 1971. Estamos en julio de 1972, y ya
esa idea quedó convertida en hermosa realidad.
Esta aquí terminada, completa, hasta con los árboles y las áreas verdes
plantadas. Es una lastima que no fuera
de tarde y pudiéramos todos participar de la belleza de este ambiente y de la
belleza de la edificación que ustedes han realizado. Pero de todas formas se puede percibir, aun
con la poca luz de que se dispone, toda la calidad y toda la belleza física de
la escuela.
Pero esta
escuela tiene una belleza mucho más profunda y mucho más extraordinaria: es su
belleza moral. Y simboliza muchas cosas. Para nosotros simboliza en primer
término la solidaridad de la juventud internacional, de la juventud
revolucionaria de todo el mundo, con nuestro país y con nuestra Revolución.
Significa un acto de verdadera amistad y fraternidad que nos conmueve a todos,
y que dejará siempre un recuerdo imborrable y será un motivo de reconocimiento
y de gratitud para ustedes.
Pero voy algo mas allá, y pienso que, relativamente, lo que para nosotros
significa tiene menos importancia que lo que a nuestro juicio significa
objetivamente la idea que aquí se ha concretado. No solo sentimos el
agradecimiento y el reconocimiento nuestro, sino que sentimos el entusiasmo por
las perspectivas extraordinarias que nosotros le vemos a una obra de este tipo,
en el terreno mucho más amplio que nuestro país: en el terreno de la
solidaridad internacional, en el terreno de la lucha revolucionaria
internacional.
Es indiscutible
que la juventud revolucionaria de todo el mundo tiene enormes tareas en todos
los terrenos. Y estamos seguros de que ustedes, con el transcurso de los años,
irán ampliando su actividad e irán ampliando su participación en la lucha y en
el apoyo solidario con todo el mundo.
Pero aun
limitado a esta acción en concreto que es la construcción de esta escuela, como
parte de un programa que ya se proyecta en otras direcciones, tiene una
importancia muy grande. Y como decía Alaín, es una
forma de concretar la solidaridad, no solo en una toma de conciencia o en una
proclamación de esos sentimientos, sino en su realización práctica.
El recordaba y
señalaba, que esta obra era una expresión de solidaridad hacia Cuba. Recordaba
lo de Girón, recordaba la lucha de nuestro pueblo contra el imperialismo, y
expresaba el contenido revolucionario antimperialista que tenía esta obra. Y eso es muy cierto.
También me vino
a la mente en ese instante que, precisamente en el año 1961, nosotros estábamos
muy lejos de poder concebir la posibilidad de tener escuelas de esta
naturaleza. En el año 1961 nos
entregábamos a la Campaña de Alfabetización.
Y cuando se produce la invasión de Girón el 17 de abril, había más de
100 000 jóvenes distribuidos en las montañas, en los campos, en todas partes,
llevando a cabo la campaña de alfabetización.
Hoy han transcurrido 10 años, algo más de 10 años, 11 años, y ya
nosotros vemos que aquel capítulo de la alfabetización quedó atrás, y estamos
enfrascados en la tarea de llevar a cabo otra forma de revolución en la
educación, otra forma de revolución en la formación de nuestra juventud, con la
más estrecha vinculación del estudio y el trabajo.
Una forma
revolucionaria de encontrarles solución a los tremendos y difíciles problemas
del desarrollo, puesto que nosotros somos un país que no hemos tenido ni
tradiciones industriales ni recursos naturales fáciles, sino que hemos tenido
que ir haciendo nuestra economía partiendo de una productividad de trabajo muy
baja, que es la productividad de un machetero cortando caña para vender el
azúcar; azúcar que históricamente se ha intercambiado, en virtud de las
condiciones impuestas por el imperialismo y por el capitalismo, en forma
desigual y que, desde luego, eso exige de nuestro país una participación plena
de todos en el trabajo y en el desarrollo.
Como además
aspiramos a que toda nuestra juventud estudie, porque la consideramos
imprescindible necesidad de la comunidad humana, y un sagrado derecho de todo
joven, de todo niño —que es como realmente tiene su más alta valoración moral—,
hemos tenido que encontrar la solución a ese problema a través de este sistema
educacional: vincular el estudio y el
trabajo.
Pero nosotros
hemos dicho siempre que no solo llena una exigencia de nuestra economía, sino
que llena una exigencia de nuestra educación y llena una exigencia de la
formación de nuestra juventud.
Estamos
absolutamente convencidos de que este sistema, con estas escuelas, será un
avance considerable en el terreno de la educación y de la formación de la juventud.
Quiero decir que nosotros tenemos la completa seguridad de que este sistema que
la Revolución Cubana está aplicando a la educación está llamado a convertirse
—digamos— en una experiencia de posible utilidad para otros pueblos.
Ya hoy nosotros
podemos realizar esta tarea, a 11 años de la invasión de Playa Girón. Y desde
luego, creemos que en los próximos 10 años ya nosotros, en lo fundamental,
hayamos completado el plan y tengamos unas 2 000 escuelas de este tipo, o el
equivalente, no solo agrícolas sino también industriales.
Pensamos al
lado de cada fábrica importante hacer la correspondiente escuela tecnológica y
al lado de cada central azucarero. También se están haciendo escuelas de
formación de maestros, e institutos tecnológicos. Esta idea la vamos a aplicar
a todas las ramas de la producción, y entendemos que en 10 años ya nosotros
podremos realizar este programa.
Les hago esta
referencia para que ustedes tengan una idea cabal de lo que esta escuela
significa como parte de todo un programa y de todo un sistema.
Nosotros en el
próximo mes de septiembre podremos inaugurar 40 escuelas de este tipo, con
capacidad total para 20 000 jóvenes. Ya están organizadas las fuerzas y creadas
las condiciones para inaugurar en septiembre de 1973, 150 escuelas similares a
esta con capacidad para 80 000
estudiantes.
Ese ritmo,
desde luego, no podremos seguirlo incrementando sino hasta 1976, dadas las
limitaciones que tenemos en la actualidad en materiales. Aun así este es un programa tenso.
De modo que
esta no es una escuela aislada, sino que forma parte de un sistema, de un
programa, de una revolución en la formación de la juventud y en la
educación. Y créannos sinceramente que
una de las cosas que más nos satisface a nosotros es saber que se está
trabajando con la nueva generación, que se está trabajando para el futuro y
saber que nuestro pueblo tiene hoy la oportunidad de proponerse objetivos de
esta naturaleza.
Desde luego,
ello ha sido posible fundamentalmente por la enorme solidaridad con que nuestro
país ha contado en el campo internacional.
Por eso nosotros decimos —y lo decimos con absoluta seguridad, y lo
dijimos el 26 de Julio— que en este mundo de hoy y en las condiciones de este
mundo de hoy no hay verdadera independencia ni revolución sin el socialismo, y
no hay independencia nacional ni revolución sin la solidaridad
internacional.
Cualquier país
pequeño como el nuestro —y aun más grande que el nuestro—, que tuviera que
partir de la situación que partió Cuba, no podría con su sola fuerza
enfrentarse a la acción, la hostilidad, el bloqueo, la agresión del
imperialismo, y además llevar a cabo todo un programa de desarrollo económico y
de desarrollo social.
Nosotros
estamos convencidos de esa idea: no hay independencia ni hay revolución sin el
socialismo y sin la solidaridad internacional, sin la práctica de la
solidaridad internacional. ¡Apoyarse en ella y apoyar la solidaridad
internacional; recibirla y darla!
(APLAUSOS)
El ejemplo de
nuestro país es para nosotros muy claro y muy elocuente. Y nosotros sabemos que estamos haciendo una
revolución, estamos absolutamente conscientes y convencidos de que estamos
haciendo una profunda revolución.
No quiere decir
esto que nosotros pretendamos haber encontrado todas las fórmulas y todas las
soluciones a todos los problemas, no quiere decir que no estemos conscientes de
cuántas lagunas todavía nos rodean y cuánto esfuerzo en todos los órdenes nos
espera. Estamos conscientes de lo mucho
que tenemos que perfeccionar nuestro trabajo, de lo mucho que tenemos que
perfeccionar nuestra obra revolucionaria; pero sabemos que estamos haciendo una
revolución profunda, una revolución verdadera, sin vacilaciones, sin
debilidades, sin desviaciones, sin chovinismos, sin nacionalismos estrechos,
sin egoísmos nacionales. Y estamos haciendo esa revolución precisamente en las
proximidades de Estados Unidos.
Y somos un país
pequeño, un país que, repetimos, no tiene recursos naturales fáciles. Luego, esta posibilidad revolucionaria es
comprensible solo en virtud de la solidaridad internacional, la gran
solidaridad del campo socialista y la enorme solidaridad que hemos recibido de
la Unión Soviética.
Es conocido
también que muchas de nuestras energías y de nuestros recursos materiales
tenemos que emplearlos en la tarea de sobrevivir, frente a la constante amenaza
del imperialismo.
Nuestro pueblo
se ha educado en esa conciencia de la solidaridad y en ese sentimiento de
solidaridad.
Una delegación
de las que visitó nuestro país el 26 de Julio se maravillaba, le llamaba la
atención mucho que ese día una gran multitud haya permanecido disciplinada y
entusiasta en un acto donde la cuestión internacional ocupó prácticamente todo
el tiempo. Ellos decían que en su país en la actualidad no era posible lograr
eso, y que las masas se movilizaban únicamente alrededor de cuestiones
internas.
Nuestro país se
interesa mucho por sus problemas y por sus propias cuestiones. Pero nuestro país se interesa mucho, se
interesa extraordinariamente también por los demás pueblos y por los problemas
internacionales; es decir, que ha forjado una profunda conciencia
internacionalista. Y desde ese ángulo es que nosotros vemos el esfuerzo que
ustedes han realizado.
Si a nosotros
los cubanos nos regocija la prueba de amistad hacia Cuba, más nos regocija
todavía ese sentimiento solidario que ustedes han demostrado aquí, y que es un
valor que alcanzará no a un país, sino a muchos países, es decir, un valor de
carácter universal. Nos entusiasma más ese espíritu solidario que ustedes han desarrollado,
y que aquí en Cuba ha pasado por una prueba, ha emprendido un camino
determinado, en un aspecto determinado, pero que tiene extraordinarias
perspectivas en el futuro, proyectándose hacia otros países.
Nosotros no
somos país rico, ni mucho menos, ni país industrializado; nosotros somos un
país pobre —eso es bien claro. Pero
estamos conscientes de que muchos países son más pobres que nosotros; que hay
muchos países en Africa, en Asia, en América Latina, mucho más pobres que
nosotros, y que esos países necesitan más ayuda que nosotros y más apoyo que
nosotros.
De modo que no
pensamos en nosotros, sino que cuando vemos esta experiencia pensamos en otros
países. Y ahí está bien próximo al sentimiento y al corazón de todos nosotros
el caso de Viet Nam.
El compañero
dirigente del Buró de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas se
refería al proyecto de construir en Viet Nam un hospital. Y precisamente en
estos días hemos estado viendo las fotografías de hospitales destruidos en Viet
Nam y de cifras de muertos, como consecuencia de los criminales bombardeos de
la aviación yanki.
Viet Nam
seguramente necesitaba, antes de que lo bombardearan, muchos hospitales; en el
Norte, porque no han podido en medio de su lucha desarrollar sus programas
sociales, no han podido hacer todos los hospitales que necesitan; y en el Sur,
porque los imperialistas lo que fabrican son prostíbulos, y centros de juego, y
centros de vicio, y no hospitales y escuelas. Y allí en el Sur viven millones
de personas.
De manera que
todo Viet Nam —y parto, por supuesto, del hecho de la victoria del pueblo de
Viet Nam y de la liberación de todo Viet Nam (APLAUSOS)... Nosotros estamos convencidos de la victoria
del pueblo de Viet Nam, y que cada día que pasa se acerca la victoria, pues
cada día su lucha es más enérgica y suscita más simpatías, más apoyo, más
solidaridad internacional. Vemos la situación, las noticias que llegan de los
frentes de lucha, y se evidencia la impotencia de los imperialistas, a pesar de
sus bárbaros y criminales bombardeos. Vemos cómo en el plano militar los
imperialistas no pueden ya de ninguna forma hacer retroceder a los patriotas,
no pueden ni siquiera mantener sus posiciones.
Estamos a la
luz de los últimos hechos. Las noticias que llegan de Quang
Tri acerca de las desbandadas de las tropas
"elite" de los mercenarios. Y cuando los mercenarios empiezan la
desbandada, es difícil frenarlos en su fuga.
Allí se
enfrentan la moral, la dignidad, la pasión, el heroísmo del revolucionario
contra el mercenario. Y los revolucionarios saldrán victoriosos frente a los
mercenarios, a pesar de toda la participación de los yankis. Estamos convencidos pues de la victoria de
Viet Nam.
Por eso es
seguro que allí en Viet Nam la juventud tendrá un campo de trabajo. Sin duda, hoy por hoy Viet Nam es y será el
país más necesitado de la solidaridad internacional —no solo ahora, sino cuando
llegue la victoria— y cuando llegue la hora de reconstruir aquel país, que lo
han llenado de cráteres de bombas que lo han arrasado. La cantidad de
explosivos, sustancias químicas, de medios destructivos empleados en aquel
país, es casi imposible de imaginar.
Y, por lo
tanto, en los años futuros nuestros pueblos y la juventud tendrán en Viet Nam
un campo en el cual desplegar ampliamente su solidaridad, en muchos órdenes;
pero en este solo aspecto, si se quiere, de la posibilidad de trabajar en la
construcción de hospitales y en la construcción de escuelas ahí hay una tarea
histórica en los años futuros.
De más está
decir que estamos seguros de que el movimiento juvenil recaudará lo que
necesite. Nos parece muy bien que se
movilicen las masas, para que las masas aporten, porque eso crea conciencia
internacionalista y eso aumenta el valor moral de la cooperación y de la
solidaridad, independientemente del apoyo que elementalmente los pueblos
revolucionarios van a dar. Los pueblos
revolucionarios, se puede contar con su más amplia ayuda —nadie tiene duda de
eso—, y entre los pueblos revolucionarios con la ayuda de nuestro pueblo, tanto
de compañeros decididos a trabajar allí con su esfuerzo físico, como equipos
para apoyar esa construcción, como materiales, cemento, lo que haga falta. Nosotros gustosamente hacemos una escuela
menos y un hospital menos aquí, o dos menos, o tres menos, o lo que sea
necesario hacer menos, para ayudar a construir en Viet Nam (APLAUSOS).
De modo que, en
nombre de nuestro pueblo y en nombre de nuestro Partido, nosotros les decimos a
ustedes y les decimos a los dirigentes de la Federación Mundial de Juventudes
Democráticas, que cuenten plenamente y ampliamente con nuestro respaldo,
nuestro apoyo, al trabajo que proyectan hacer en Viet Nam.
Citamos a Viet
Nam porque es el caso clásico en este momento, el caso más elocuente. Pero no es único. Aquí están presentes los compañeros miembros
de la delegación de la República Democrática de Guinea (APLAUSOS), país que
nosotros visitamos, que nosotros conocimos, donde tuvimos oportunidad de
admirar lo que es un extraordinario trabajo político con las masas, un
extraordinario trabajo educacional, cultural, en medio de la más increíble
pobreza que dejó allí el colonialismo.
Nosotros, que
somos pobres, que no nos podemos comparar con un país industrializado, si
analizamos las condiciones de la República Democrática de Guinea, somos ricos,
somos muy ricos al lado de la República Democrática de Guinea. Ellos no pueden... Actualmente no producen ni una tonelada de
cemento, y están construyendo la primera fábrica, de 200 000 toneladas; ellos
no tienen las técnicas del prefabricado, ni tienen los demás medios para llevar
a cabo construcciones, por ejemplo, de este tipo; ya no digamos planes
importantes de construcción de viviendas. Es un país donde los colonialistas
dejaron una gran pobreza; un país que tiene grandes recursos naturales, es
cierto, pero tampoco son recursos fáciles.
Recursos naturales como la bauxita, un gran potencial de energía
hidráulica, que requiere grandes inversiones.
Yo estoy seguro
de que si ustedes conocieran ese país, se sentirían inspirados en los mayores
deseos de colaborar con ellos, de apoyarlos y de hacer un esfuerzo en su
favor.
Y he citado dos
países. Hay un mundo prácticamente que vive en unas condiciones de miseria
espantosas, y que será uno de los más grandes problemas del futuro, por el
enorme atraso técnico, industrial, social, en que va a estar sumida una gran
parte de la humanidad. Se dice que habrá
6 000 ó 7 000 millones de habitantes dentro de 25 ó 30 años. Los que hay ahora, una gran parte viven en
una espantosa pobreza, y no se ve de ninguna manera que en esas áreas de
pobreza se lleve a cabo un avance, un desarrollo, para contemplar lo del
futuro. Pudiera casi asegurarse que lo
más probable es que la pobreza, partiendo de la actual situación, se incremente
en esa parte del mundo, mientras los países capitalistas desarrollados realizan
unos despilfarros increíbles de recursos naturales y de riqueza, desde sus
locas aventuras guerreras, que cuestan decenas y decenas de miles de millones
todos los años, en lo cual desperdician quién sabe cuántos recursos económicos
y materiales, hasta la dilapidación y el derroche a que han llegado como
consecuencia de la anarquía, de la falta de concepto y de la falta de criterios
en la producción que no son otros que las ganancias de los monopolios, las
propagandas, el empleo de los medios masivos para confundir a la gente y
distorsionar sus apetencias.
Ese es el
cuadro que tenemos: un mundo pobre por un lado, y el despilfarro más increíble
por otro.
Pero los países
capitalistas desarrollados acumularon el oro del mundo; prácticamente todavía
monopolizan todo el oro que hay en el mundo, controlan gran parte del comercio,
los recursos naturales de casi todo el mundo; acumularon grandes capitales.
Como consecuencia de la explotación de los pueblos coloniales, y de los pueblos
sometidos al imperialismo, y como consecuencia de la explotación de su propia
clase obrera han acumulado grandes recursos industriales.
El mundo tiene
ese panorama delante.
Es con relación
a esas realidades que nosotros valoramos el esfuerzo que ustedes han realizado
en nuestro país.
También habló
el compañero Alaín del próximo Congreso de las
Juventudes, o Festival Mundial, que tendrá lugar en la RDA. Y realmente me alegré al recordar eso, puesto
que también la RDA es un país que tiene unos méritos extraordinarios;
analizando su situación, su punto de partida de las ruinas del nazismo y de la
destrucción de la guerra, admiramos el esfuerzo que ese país ha hecho, el
esfuerzo que el Partido de ese país ha realizado en estos años, y la terrible
lucha a que lo han sometido los imperialistas en aquella zona —que constituye,
sin duda, una primera línea donde se enfrentan dos sistemas, y donde el
imperialismo ha hecho todo lo imaginable por crear la confusión, por debilitar
y obstruccionar el esfuerzo de ese pueblo.
Vimos también
allí, con mucha satisfacción, que la RDA va desarrollando un fuerte espíritu
revolucionario, un fuerte espíritu internacionalista, que merece el mayor
apoyo. Y creemos, en relación con eso,
que el próximo Festival va a tener una gran importancia política, y es deber de
todos nosotros luchar por su éxito.
Y con relación
a esa tarea de ustedes, también por nuestra parte les decimos que nuestra
juventud y nuestro pueblo harán el máximo por enviar una nutrida delegación,
para trabajar en favor del éxito de ese Festival.
Cuando Alaín decía que "nos vamos a ver allí", yo
preguntaba si yo también me iba a ver en el Festival (RISAS). Realmente, siento un poco de envidia. Tengo la casi seguridad de que no voy a poder
acogerme a esa promesa de que todos nos vamos a encontrar allí también. Y por eso digo que un poco de envidia, en el
mejor sentido de la palabra:
como admiración al trabajo de ustedes, al porvenir de ustedes, a
la noble lucha de ustedes, a los sentimientos de ustedes.
Allí estarán
también presentes muchos de los compañeros que con ustedes trabajaron aquí en
la Brigada Internacional, y otros muchos jóvenes cubanos, trabajadores
destacados y estudiantes. Habrá en
Berlín una nutridísima representación de Cuba (APLAUSOS).
Estamos seguros
de que ustedes toda la vida recordarán con satisfacción las horas de esfuerzo y
de trabajo que emplearon en la construcción de esta escuela. Estamos seguros de que ustedes se sentirán
padres de esta escuela dondequiera que estén, y que siempre querrán tener
noticias de ella. Entendemos que será
deber de nuestra juventud tratar de que esta escuela se destaque y se encuentre
entre las mejores, que aquí se haga un óptimo trabajo en todos los sentidos:
educacional y productivo.
Esperamos que
les envíen noticias. Esperamos que aquí
conste, en los archivos de esta escuela, los nombres de los brigadistas que,
desde 28 países diferentes, vinieron a trabajar en su construcción; que las
generaciones de jóvenes estudiantes que pasen por aquí tengan presente, no como
tributo individual a las personas, sino como tributo a la idea que ustedes
pusieron aquí en práctica, el trabajo de los que participaron en la
construcción material de esta escuela, y que les manden noticias de sus
actividades. Pero esperamos también que
ustedes hayan recogido fotografías y recuerdos de esta escuela, como parte de
la historia de la brigada.
Si la brigada
se hizo, la brigada no se debe disolver. Si la brigada se hizo, la brigada se
debe multiplicar. Aquí en Cuba ya queda
una brigada con los cubanos que participaron junto a ustedes en la
construcción, los jóvenes cubanos. Y, de la misma forma, la brigada "Julio
Antonio Mella" debe seguir existiendo internacionalmente.
Ya cuando se ha
hecho algo, se ha obtenido una victoria, no sería justificable olvidar ese
nombre, no sería justificable disolver esta brigada. Aunque haya otros
componentes, otros miembros de la brigada y vengan los reemplazos, que siga
existiendo la brigada internacional "Julio Antonio Mella" (APLAUSOS),
y siga escribiendo páginas gloriosas, siga obteniendo victorias. Y que otras brigadas con otros nombres se
desarrollen. Y que este aspecto del
trabajo de los jóvenes, que se inicia con la construcción de esta escuela, esta
historia se escriba, se haga el expediente, y figuren siempre los nombres y los
hechos de todos los que han participado en ella, aquí y en los demás lugares
donde los jóvenes van a trabajar.
Seguramente que el Buró de la Federación tendrá que nombrar un
historiador de la brigada, que se encargue de recoger los datos y las
informaciones y de hacer los archivos.
Y, por último,
tengo entendido que ustedes sugirieron que se le pusiera un nombre a esta
escuela, y que en consideración a que este año se cumplió el 90 aniversario de
Jorge Dimitrov, y que Dimitrov
fue uno de los más altos exponentes del espíritu internacionalista, esta
escuela lleve el nombre de "Jorge Dimitrov"
(APLAUSOS). Sin duda que es un honroso
nombre que obligará aún más a los estudiantes de este centro a esforzarse por
ser de los mejores.
Ha transcurrido
el tiempo. Creo que queda poco para los
que tienen todavía que recoger las maletas y marchar al aeropuerto.
No voy a decir
que nos vamos a sentir tristes con la despedida, porque los vemos a ustedes
llenos de vida y llenos de juventud. Nos
quedamos con la impresión y el optimismo de que ustedes, llenos de entusiasmo,
van a sembrar y cultivar en otras partes del mundo la misma idea que han
practicado aquí.
Les expresamos nuestro
más profundo reconocimiento. Les
deseamos buen viaje y muchos éxitos.
Muchas
gracias.
(OVACION)