DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO EN QUE LE FUERAN ENTREGADOS LOS COMPROMISOS DEL PUEBLO EN SALUDO AL PRIMER CONGRESO DEL PARTIDO POR PARTE DE LOS DIRIGENTES DE LAS ORGANIZACIONES DE MASAS, EN EL PALACIO DE LA REVOLUCION, EL 29 DE MAYO DE 1975, "AÑO DEL PRIMER CONGRESO".
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Queridos compañeros:
En este sencillo y a la vez solemne acto, nuestro Buró Político y nuestro Secretariado, integrantes de la Comisión Preparatoria del Primer Congreso del Partido, reciben con profunda emoción estos compromisos que, en nombre de todo el pueblo, nos acaban de entregar los dirigentes de las organizaciones de masas.
Todo nuestro pueblo ha recibido con mucho entusiasmo, con mucho estimulo, todas las noticias y todas las actividades relacionadas con el Primer Congreso. Podríamos decir que nuestro pueblo es hoy una caldera hirviente de ideas, de sentimientos y de entusiasmo revolucionarios.
Siempre que se ha efectuado un congreso de nuestras organizaciones de masas, nuestro Partido y nuestro pueblo le han brindado todo su apoyo y todo su calor. De esos eventos han surgido iniciativas, ideas y decisiones de suma importancia, que en parte han contribuido a configurar las ideas en torno a las cuales está girando la preparación de nuestro Congreso. Era lógico, pues, que con motivo del Congreso —una reunión de tanta trascendencia y de tanta importancia— nuestro pueblo y nuestras organizaciones de masas le brindaran al evento su apoyo más sincero, más decidido y más entusiasta.
Estamos seguros del sentimiento de respeto, de cariño y de solidaridad con que el pueblo y las organizaciones de masas han llevado a cabo este proceso de elaboración de sus compromisos, porque hay que estar en el pueblo y vivir en el pueblo para comprender con cuánto calor, con cuánta decisión, con cuánto fervor acoge todas las actividades de la Revolución.
Este Congreso ha de tener para nuestro país una extraordinaria importancia en el orden interno y también en el orden internacional.
Nuestro pueblo espera con sumo interés este evento, y desde ya está participando en él, en la discusión de las distintas tesis.
Internacionalmente se espera también la realización de este evento con sumo interés. Estamos seguros de que, con motivo del Congreso, nos visitarán las delegaciones del más alto nivel posible, representando todas las fuerzas más revolucionarias y más progresistas del mundo. Eso entraña para todo nuestro pueblo, y muy especialmente para los militantes de nuestro Partido, una responsabilidad muy grande, que es la de estar a la altura de este interés y de estas expectativas que se han creado alrededor del máximo evento de nuestro Partido.
La Comisión Organizadora ha estado trabajando incansablemente desde hace muchos meses, y podemos constatar con satisfacción que una parte importante y decisiva del camino ya se ha recorrido. Como resultado del esfuerzo de cientos, de miles de personas, que de una forma o de otra han trabajado junto con las comisiones en la elaboración de las tesis; de las interminables horas dedicadas por la Comisión al análisis, con la mayor seriedad y profundidad posibles, de estos documentos, gracias a ello, una parte importante con relación al Congreso ya ha sido cumplida.
Consideramos que en los meses que nos quedan de intenso trabajo —de un año de los de más trabajo para la Revolución— podremos seguir cumpliendo nuestro programa, ya incluso orientado a través de una ruta crítica; porque hasta ruta crítica hemos tenido que hacer para disponer de tiempo, a fin de discutir todos los materiales.
Estamos seguros de que lo que falta para que el Congreso tenga la mayor calidad, que el evento tenga la mayor significación, será cumplido.
Por ser este precisamente el Primer Congreso, comprende un sinnúmero de asuntos del mayor interés. Y, en realidad, grandes e importantes decisiones, que influirán enormemente en la vida futura del país, se han de tomar en ese Congreso.
Por lo pronto, ya estamos discutiendo con todo el pueblo la Constitución de la República. La Constitución de la República nos llevó casi 40 horas de análisis y de discusión en la Comisión Preparatoria. Ahora la está discutiendo todo el pueblo. Después tendremos de nuevo que analizarla, tomando en cuenta las opiniones y los criterios que se han vertido. Y vemos con qué interés el pueblo ha tomado la discusión de la Constitución.
Pero no es solo un interés nacional. Es también un interés internacional. Ya nuestro Proyecto de Constitución se discute también en el exterior. Hemos leído algunas críticas pérfidas y mal intencionadas en alguna prensa reaccionaria; pero hemos leído también extraordinarios elogios por parte de sectores objetivos y por parte de las fuerzas progresistas, ya que el mundo, y en especial la América Latina, tienen puestos sus ojos en nuestro país en este momento, para saber cómo nosotros abordamos todos estos problemas, cómo hacemos la ley fundamental, cómo la aplicamos, cómo establecemos la democracia socialista, qué fórmula han encontrado los cubanos para abordar todos estos problemas fundamentales.
Se han discutido también en profundidad y en extensión las tesis sobre el Sistema de Dirección de la Economía, que ya también, en cierta forma, a la vez que se discute, se va divulgando en todo el pueblo. Se ha discutido la tesis sobre la División Político-Administrativa del país, que traerá importantes cambios también en la organización de nuestro pueblo. Se han discutido las tesis sobre la educación, sobre la niñez, y en el día de hoy precisamente vamos a discutir la tesis tan importante de la mujer, para el Congreso.
Se está trabajando en todas las demás tesis. Por ejemplo, la tesis de los campesinos.
Se ha discutido —me olvidaba mencionarla— la tesis sobre la juventud y la infancia.
Y, en fin, que cuando nosotros al final reunamos todos estos materiales, veremos que en este año se está realizando, se está llevando a cabo, una colosal obra política revolucionaria, que se ha de traducir en una formidable consolidación de la Revolución y de todas sus actividades.
No significará, desde luego, que nuestro Congreso signifique una marcha en el futuro cómoda y fácil. Ningún pueblo revolucionario tiene una marcha cómoda y fácil en el futuro. Tendremos que enfrentarnos a situaciones coyunturales, crisis económicas internacionales, bajas importantes de los precios del azúcar. Pero sin duda que el trabajo, en el terreno económico, en el terreno social y en el terreno político, será sin duda, después del Congreso, mucho más eficiente. Y establecerá los cimientos ya de una marcha continuada e ininterrumpida hacia el futuro de nuestra patria.
No podríamos pensar que los resultados de nuestros estudios de hoy, de nuestros análisis y de las ideas a que arribemos, sean perfectos. No hay obra humana perfecta. Después el tiempo irá mejorándola progresivamente. Pero nosotros debemos tratar de que estas instituciones y que estos pasos sean lo más perfectos posible, que tengan la mayor calidad, porque estos pasos de ahora son los pilares, los que sientan las bases definitivas del futuro, los que consolidan nuestras instituciones, los que le dan al país, en primer lugar, un gran Partido, los que le dan al país magníficas instituciones estatales basadas en principios realmente revolucionarios, basadas en principios realmente democráticos, basadas en principios realmente colectivos.
Cuando nosotros analizamos otros procesos revolucionarios, nos angustiamos porque no se consolidan, porque no se institucionalizan, porque no implican garantía del futuro.
Cuando los procesos revolucionarios se institucionalizan y se consolidan a través de instituciones realmente adecuadas —como ocurrió con la Revolución Bolchevique, que tiene ya más de 50 años, que avanza ininterrumpidamente, y sabemos que seguirá avanzando—, vemos qué gran estabilidad le da a esos pueblos, qué gran estabilidad tienen esas naciones y esas colectividades humanas cuando se organizan bien, cuando se institucionalizan bien, cuando tienen los organismos adecuados para marchar adelante.
Afortunadamente, pudiéramos decir que nuestra Revolución ha marchado hasta hoy sin grandes obstáculos —digamos, obstáculos de orden interno; obstáculos en orden a la gran unidad, a la gran cohesión, a la gran fraternidad que ha existido siempre entre todos los revolucionarios—; pero estamos seguros de que después de nuestro Congreso eso ya será todavía más sólido, más seguro, y que los principios más puros del marxismo-leninismo, los principios más profundos de nuestra Revolución se aplicarán de manera consecuente, que esta generación revolucionaria habrá dejado las bases, y que permitirá a los jóvenes y a los niños del futuro seguir, como herederos de esta Revolución, la marcha victoriosa de nuestra patria hacia el futuro.
Felicitamos a todos los compañeros dirigentes de las organizaciones de masas, y les expresamos nuestro más profundo reconocimiento por el trabajo y por estos compromisos que han hecho en nombre del pueblo.
Muchas gracias.
(OVACION)