DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO SOLEMNE EFECTUADO EN LA DEMAJAGUA PARA CELEBRAR LA CONSTITUCION DE LAS CINCO NUEVAS PROVINCIAS EN LA REGION ORIENTAL, PROVINCIA GRANMA, EL 7 DE NOVIEMBRE DE 1976, "AÑO DEL XX ANIVERSARIO DEL GRANMA".
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Queridos compañeros:
Al parecer, nos amenaza la lluvia. Bienvenida sea, puesto que en esta provincia hemos padecido demasiada sequía en los últimos años; trataré por ello de ser lo más breve posible.
Hace ocho años nos reunimos aquí para conmemorar el centenario del inicio de la lucha por la independencia. Hoy nos reunimos para declarar oficialmente constituidas las cinco nuevas provincias de la región oriental.
Confieso —como he dicho otras veces— que nos costaba trabajo adaptarnos a la idea de la división de nuestra querida provincia. Era una cuestión simplemente sentimental. Estábamos tan acostumbrados a hablar de Oriente y a llamarnos orientales, que resultaba duro que de repente nuestra provincia se convirtiera en cinco nuevas provincias. Pero, en realidad, resultaba absolutamente imposible la instauración de los Poderes Populares, y la dirección adecuada del trabajo, y las tareas que habrán de realizarse en una provincia tan extensa y poblada como era la provincia de Oriente. Aquella división político-administrativa databa de casi 100 años. No recuerdo ahora cuántos habitantes tendría Oriente por aquella fecha, pero pienso que tal vez la más pequeña de las nuevas provincias tenga hoy tantos habitantes como tenía Oriente a finales del siglo pasado.
Por otro lado, aquella extensión nos había obligado a crear las regiones, y las regiones eran una especie de pequeñas provincias. Al hacer las provincias más pequeñas, constituir municipios más grandes, y suprimir una instancia intermedia entre el municipio y la provincia, el país ganaba mucho: ganaban los municipios, ganaban las provincias, y ganaba la nación. Significaba, por otro lado, un gran ahorro de cuadros, e indiscutiblemente la creación de condiciones para un mejor trabajo político y administrativo.
Sabemos, además, que los antiguos orientales, tuneros, holguineros, manzanilleros, bayameses y guantanameros, se sienten muy satisfechos, e incluso orgullosos, de ver constituidas sus regiones en provincias. Y los santiagueros comprenden esto. Santiago es la cuna gloriosa de la Revolución, y seguirá siendo la capital moral de la antigua región de Oriente, y también capital moral de la Revolución (APLAUSOS), puesto que Santiago es para los cubanos lo que Leningrado es para los soviéticos.
Hoy quedaron constituidas las Asambleas Provinciales en todo el país, y actos como este se han efectuado o se están efectuando a esta misma hora en Jimaguayú, en Mal Tiempo, en Girón, en Cacahual, y en los Mangos de Roque, como todo un símbolo de que lo que hacemos hoy es sencillamente la continuación histórica de lo que comenzó a realizarse en el pasado siglo.
Sobre ustedes recaen ahora grandes responsabilidades, sobre todos los delegados a las Asambleas Provinciales, y especialmente sobre los hombros de los delegados de las nuevas provincias orientales.
La antigua provincia de Oriente contaba ya en 1976 —para esta fecha aproximadamente— con una población de 3 340 000 habitantes en una superficie de algo más de 36 000 kilómetros cuadrados, con una densidad de población de 91 habitantes por kilómetro cuadrado, algo superior a la media nacional, que es de 85 habitantes por kilómetro cuadrado.
En los últimos 20 años, en la antigua provincia de Oriente la población había crecido extraordinariamente. Si bien no tengo ahora los datos exactos, pienso que ahora somos, cuando menos, el doble de lo que éramos el 26 de Julio de 1953.
Con las nuevas posibilidades de la Revolución, unido esto a otros factores que no es el caso analizar ahora, pero entre los cuales se contaba el subdesarrollo de la provincia y su atraso cultural, en esta región del país se produjo una verdadera explosión demográfica. No hay que ser sociólogo; basta recorrer las calles de cualquiera de las ciudades, de los pequeños poblados y de los campos de la antigua provincia de Oriente, para ver la inmensa cantidad de muchachos que aparecen por todas partes.
Esto crea una verdadera tensión en los servicios sociales; por muchas escuelas que se han construido, no alcanzan, ni alcanzan los hospitales, incluso nos vimos obligados a dar acelerada prioridad a la construcción de nuevos hospitales en la región oriental. Ni alcanzan los círculos.
A esto se unen otras necesidades, como el problema de los transportes, de las comunicaciones, de las viviendas, del agua, etcétera.
La región que ocupan estas nuevas provincias necesita, por lo tanto, un desarrollo más acelerado que el resto del país, incluso para satisfacer la creciente demanda de empleo. Si bien hace algunos años el problema consistía en la carencia de brazos, ya se empiezan a observar síntomas de una demanda de empleo en esta región.
Por otro lado, esta región del país, en los últimos años ha ido presentando una situación muy desfavorable en el aspecto climático. Estas circunstancias exigen que el país tenga que realizar su mayor esfuerzo en el desarrollo de estas provincias.
Ya desde hace algunos años se planteó la imperiosa necesidad de establecer en Oriente muchas de las nuevas industrias, aunque ello en ocasiones significara el traslado de ciertas materias primas desde distancias mayores.
Así, se decidió construir en Holguín la fábrica de combinadas de caña, la fábrica de implementos agrícolas, la fábrica de muebles sanitarios; construir en Tunas la nueva fábrica de botellas, que es una instalación grande; construir en Manzanillo la fábrica de equipos de riego por aspersión y la fábrica de acumuladores; construir en Santiago de Cuba la más grande textilera del país, con capacidad para 80 millones de metros cuadrados; construir en Palma Soriano la industria poligráfica para el Ministerio de Educación; construir en Guantánamo otra industria poligráfica y la fábrica de hierro gris y maleable; innumerables industrias de la construcción, de la alimentación y otras, sin contar, desde luego, las grandes plantas de producción de níquel que necesariamente deben estar instaladas en la región nordeste de la provincia, así como también la futura industria siderúrgica, que por razones de materia prima se instalará en la región oriental de Cuba.
Será necesario obligatoriamente seguir esa línea, o de lo contrario no podrán satisfacerse las demandas de empleo de las nuevas provincias.
Esta región de la antigua provincia de Oriente cuenta con algunos importantes recursos naturales; cuenta, en primer lugar, con grandes posibilidades agrícolas. En estas provincias existen 42 centrales azucareros, con una capacidad potencial de molida de 14 millones de arrobas diarias; existen grandes extensiones aptas para el cultivo de la caña, para la ganadería, para el arroz, para los frutales; cuentan con más del 90% de las plantaciones de café del país, y extensas áreas adecuadas para las plantaciones forestales. Es decir, debemos impulsar el desarrollo agrícola de las nuevas provincias, aunque no será fácil obtener de las tierras orientales todos sus frutos, por cuanto nos encontramos con el problema del agua.
Desde el principio de la Revolución se comenzaron a construir las primeras presas. Así se construyeron la "Carlos Manuel de Céspedes", la presa de Paso Malo, la presa de Buey, la presa de Birán, la presa de Nipe, la presa de Leonero, la presa Gilbert para abastecer de agua a Santiago de Cuba, la presa La Yaya, en la región de Guantánamo, y numerosas otras presas medianas y más pequeñas.
Se continúa ese programa. Se construye actualmente, por ejemplo, la presa Canasta, en el río Cauto, en las proximidades del "Mella"; se construye la presa de Moa, para uso industrial. Había olvidado mencionar la de Pedregal, en Bayamo. Ahora se trabaja en Guisa; se piensa construir también la de Cautillo, además de un numeroso grupo de brigadas destinadas a la construcción de micropresas. No podemos descansar un minuto en este trabajo. Hace falta agua para la población, hace falta agua para las industrias y hace falta agua, sobre todo, para la agricultura.
Podríamos decir cuando vemos esta provincia, cuando vemos sus magníficas tierras, cuando vemos extensas áreas donde ahora que finaliza la primavera hay cañas con las hojas quemadas, que el problema de esta provincia con relación a la agricultura, el primer problema, es agua, agua y agua.
Se habla mucho, y hay teorías sobre estas cuestiones del clima. Es indiscutible que históricamente en Oriente el nivel de precipitación fue siempre algo inferior al del resto del país; pero a pesar de eso, recordamos en los primeros años de la Revolución cuántas veces fue necesario correr, trasladar el ganado y adoptar numerosas medidas por las inundaciones en este Valle del Cauto. Casi siempre había inundaciones, hasta que vino el Flora, que fue el nom plus ultra de las inundaciones. Había temporales. ¿Y cuánto tiempo hace que no ocurre un temporal en la provincia de Oriente?
Se dice que hay ciclos a veces prolongados de sequías, que son fenómenos naturales. Pero cualesquiera que sean las teorías, no podemos cruzarnos de brazos; hay que seguir explorando las aguas subterráneas, y seguir construyendo cuantos embalses estén al alcance de nuestras manos.
Hoy, cuando veníamos frente a la Sierra Maestra, veíamos que para las montañas llovía, y sabíamos que esas aguas irían a parar a las presas de Paso Malo, de Buey, de Pedregal y otras; que, aunque no sea mucha la precipitación, esa agua no se pierde.
Desde el punto de vista agrícola, industrial y social, aquella consigna de que no vaya a parar una sola gota de agua al mar hay que aplicarla con prioridad en la provincia de Oriente. Cierto es que hay años como este, en que pasamos por el dolor de ver las presas casi vacías al final de la primavera. Pero no por eso debemos desanimarnos; hay que seguir luchando para aprovechar cuantas posibilidades surjan de disponer de mayores cantidades de agua.
Esta provincia cuenta con importantes recursos minerales. Es sabido que en el nordeste de Oriente se encuentra una de las más importantes reservas de níquel del mundo, y ahí el níquel está mezclado con el hierro, con el aluminio y con el cromo. Ahí tenemos los recursos minerales suficientes para establecer grandes plantas productoras de níquel.
Es cierto que resulta doloroso que todavía aprovechemos exclusivamente el níquel y no utilicemos el hierro. Ese hierro se va acumulando en lo que llaman las colas de las plantas industriales, y servirá de base para el desarrollo de nuestra industria siderúrgica futura.
También contienen esos minerales importantes cantidades de aluminio que todavía no se utilizan, cromo —como dije—, y me olvidé de mencionar el cobalto.
Ya estamos en la fase del análisis de los estudios técnico- económicos para la construcción de la primera planta siderúrgica, que tendrá capacidad para más de un millón de toneladas de acero.
También es doloroso que no seamos prácticamente más que productores de materias primas en el campo de la minería, puesto que lo que vale no es tanto el níquel en si, como el níquel cuando se convierte en acero inoxidable, y cuando el acero inoxidable se convierte en equipos de acero inoxidable. No vale tanto el hierro en si, como cuando el hierro se convierte en acero y el acero se dedica a la construcción de equipos; porque el mineral necesario para producir una tonelada de acero puede valer 40 ó 50 dólares; una tonelada de acero ya vale 200 ó 300 dólares, si es acero corriente; y una tonelada de acero convertida en equipo puede valer hasta miles de dólares.
Esa es una de las grandes tragedias de los países subdesarrollados, que son productores de materias primas relativamente baratas, y no tienen posibilidades de procesar esta materia prima para valorizarla tanto como sea posible.
Pero ese camino, desde luego, es un camino largo. Producir el aluminio requiere enormes cantidades de energía. Con el aluminio pasa lo mismo. Vale unos cuantos dólares la materia prima para producir una tonelada de aluminio. Una tonelada de aluminio puede valer 800 ó 1 000 dólares. Y ya los equipos de aluminio que pueden producirse con una tonelada valen miles de dólares. Porque del aluminio se hacen aviones, por ejemplo, y muchas otras cosas. Nuestro país, por tanto, no debe renunciar —ni renuncia— a la esperanza de que un día seamos productores de aceros y de aceros especiales y productores también de equipos.
Ahora lo que podemos hacer es avanzar en la explotación de esos recursos de níquel, reservar las materias primas sobrantes y adelantar cuanto sea posible en la producción de acero.
Esta región del país cuenta con el privilegio de poseer esos importantes recursos naturales. Y están por explotar grandes áreas de estas provincias: en la Sierra Maestra, en la Sierra Cristal, en Baracoa y en otros sitios. Pero esta provincia cuenta con algo muy importante, que son los recursos humanos. Y las industrias deben establecerse, o bien en las proximidades de las materias primas, o bien donde existe la fuerza de trabajo. Uno de los peores inconvenientes de que adolecía la población de esta región, era el nivel educacional y técnico de esa población. Ninguna de estas industrias de que estamos hablando, ninguna industria metalúrgica, productora de níquel, de aluminio, de cromo, de cobalto, productora de acero, productora de maquinaria, ninguna industria moderna se puede llevar adelante, ni se puede implantar, ni se puede desarrollar, si no se cuenta con técnicos y obreros muy calificados. Y en ese sentido, esta región del país estaba muy mal.
Afortunadamente, en los últimos años se han construido en esta provincia decenas de politécnicos, y se ha avanzado considerablemente en el campo de la educación. La mayor parte de los centrales azucareros tienen ya al lado su politécnico, y allí se forman miles de futuros obreros calificados y técnicos no solo para la industria azucarera, sino para otras muchas industrias del país. No debemos detenernos hasta que haya un politécnico en cada central azucarero, y un politécnico al lado de cada industria importante, puesto que tenemos que trabajar aceleradamente en la calificación y la preparación de la población de estas provincias.
Entre las cinco nuevas provincias hay algunas más desarrolladas que otras. Tenemos, por ejemplo, Santiago de Cuba, que es la segunda provincia del país, y que tiene ya cierto nivel de desarrollo industrial. Del mismo modo Holguín, con las nuevas industrias, y sobre todo con las industrias de la zona minera, va adquiriendo también ese desarrollo. La provincia de Granma tiene grandes posibilidades agrícolas, al igual que la provincia de Las Tunas, aunque ninguna de ellas deberán ser solo provincias agrícolas; tendrán que aspirar a ser agrícolas e industriales. La más pobre de todas, en industria y en recursos naturales, actualmente es la provincia de Guantánamo. Es no solo la más pobre en recursos naturales de las cinco provincias orientales, sino también la más pobre de todo el país. Como terreno agrícola posee un valle relativamente pequeño, cultivado ya de caña en el cual se realizan importantes obras hidráulicas, para tratar de regarlo todo; algunos terrenos aptos para el cítrico que se están desarrollando aceleradamente, ciertas zonas onduladas adecuadas para la ganadería, partes montañosas muy secas en el sur de la provincia, y parte con precipitaciones mejores en la zona norte. Sus comunicaciones todavía son pobres, aunque se construye una carretera de Guantánamo a Sagua, no está aún terminada; y no existe todavía, aunque se va a construir próximamente, la comunicación entre Baracoa y Moa. Sin embargo, la población es bastante numerosa.
Ello indica que del mismo modo que se requiere un esfuerzo del país en favor del desarrollo de estas cinco nuevas provincias, se requerirá dentro de ellas un esfuerzo especial por el desarrollo de la nueva provincia de Guantánamo. Será necesario investigar en su territorio —y sobre todo en sus zonas montañosas— qué posibilidades minerales pueden surgir y, desde luego, el máximo desarrollo de sus recursos forestales, incluyendo, por supuesto, la plantación de bosques.
Hay zonas de la provincia de Guantánamo todavía muy pobrecitas. Y ello requerirá la atención del país, aunque no debemos considerar ninguna provincia como zona aislada.
El desarrollo de la región minera y el desarrollo de la siderurgia, pueden crear fuentes de empleo no solo para la provincia de Holguín, sino para las demás provincias, y en especial para aquellas provincias que tienen escasez de recursos naturales.
Estas provincias necesitan del máximo de cooperación entre sí y se ayuden mutuamente. Estas provincias están muy entrelazadas. Algunas son productoras fundamentalmente de caña; otras tienen más posibilidades para la producción de leche y de carne; otras tienen terrenos más adecuados para la producción de viandas y de vegetales; otras, para los frutales. Por lo tanto, tiene que haber una estrecha cooperación entre estas nuevas provincias. Hay que combatir enérgicamente cualquier egoísmo provinciano, cualquier muestra de regionalismo. Porque, ¿qué haría Santiago de Cuba sin las viandas y los vegetales de Holguín, por ejemplo, o de la zona de Granma? De la misma manera que las demás provincias no harían nada sin los productos refinados del petróleo de Santiago, las producciones de cemento, las producciones textiles y otras de la provincia de Santiago de Cuba.
Es necesario que el Partido mantenga una actitud vigilante para que no surjan ninguno de estos problemas de regionalismo o de egoísmo, y que se piense que hay que abastecer primero de viandas y vegetales a la propia provincia, con olvido de otras que necesitan de esos suministros.
Esto, desde luego, no excluye la sana emulación entre las provincias, el esfuerzo que cada nueva provincia debe hacer por su propio desarrollo. Es necesario que el Partido de cada nueva provincia y los órganos de Poder Popular de cada nueva provincia, se preocupen mucho, analicen, estudien, promuevan investigaciones, en la búsqueda de recursos naturales y en el análisis de las posibilidades de esos recursos naturales. No hay que esperar que únicamente desde arriba, desde el gobierno central, vengan las iniciativas. Cada provincia tiene el deber de tener el máximo de conocimiento de sus posibilidades, de sus líneas posibles de desarrollo, y luchar, plantear e insistir correctamente en el desarrollo de esas posibilidades.
Claro está que los recursos nacionales hay que distribuirlos atendiendo a una serie de criterios —las posibilidades económicas, las mayores conveniencias nacionales, la situación social de cada región del país—, pero ello no niega ni excluye la necesidad de que cada provincia se preocupe de analizar y elaborar sus posibilidades y de luchar por ellas. Es deber del gobierno central trabajar por un desarrollo equitativo de todo el país, pero a la vez es deber de cada provincia trabajar y luchar por el desarrollo de sí mismas.
No basta con que el Partido o el Poder Popular se preocupen exclusivamente de los problemas locales, la administración de todo lo que tienen, que son bastantes cosas las que pasan a los Poderes Populares. Hay que preocuparse no solo por lo que está dentro de la jurisdicción o la administración del Poder Popular municipal o provincial, sino hay que preocuparse por todas las ramas económicas y por todos los desarrollos que no estén necesariamente dentro de la administración de dichos Poderes Populares. Hay que preocuparse por el desarrollo global de las provincias.
Hemos dicho en otras ocasiones que ustedes tendrán que afrontar muchas demandas y muchas necesidades con recursos realmente limitados y escasos. Los presionarán más por el problema del círculo, de la escuela, del hospital, del agua, de la calle, de las viviendas; los presionarán en pro de la administración más correcta y eficiente de cada una de las tiendas, centros de recreación y centros de producción que están directamente subordinados a los Poderes Populares locales; pero eso no quiere decir que nadie tenga derecho a olvidarse de cualquier industria nacional. Es necesario que el Poder Popular y el Partido tengan una visión global de todos los problemas de la provincia.
El Secretario del Partido y la dirección del Partido en el municipio tienen que estar al tanto de cómo funcionan todas las industrias del municipio, sean locales o nacionales; y en aquellos municipios donde exista un central azucarero, el Partido tiene que estar perfectamente informado de todos los problemas del central azucarero, tanto en el orden agrícola como en el orden industrial, y qué se puede hacer para que haya más caña y para que con esa caña se obtengan los mayores rendimientos industriales.
El Partido tiene que estar, en cada municipio y en cada provincia, ampliamente informado y con un conocimiento lo más profundo posible de todas las actividades económicas principales del municipio y de la provincia. Y esta aplicación, o este principio, es igualmente válido para los Poderes Populares que se constituyen.
Al lado de esto, el Partido debe orientar el estudio minucioso de las posibilidades de su provincia y de su municipio, y tratar de que se desarrollen el máximo posible.
Algunas de las instalaciones que se proyectaron hace varios años se hicieron teniendo en cuenta la vieja división político-administrativa. Por ello, se calcularon determinadas escuelas de un tipo, determinadas escuelas de otro. Por eso, el primer programa de construcción, por ejemplo, de escuelas vocacionales, incluía las seis viejas provincias; escuelas vocacionales en todas las provincias; y en las tres más grandes, escuelas mayores. Por eso resulta que ahora Holguín tiene una escuela vocacional de 4 500, en Santiago había proyectada otra de 4 500, pero no estaba construida todavía. Se decidió después hacer dos escuelas: una en Guantánamo y otra en Santiago, de 2 500 cada una. Hubo tiempo para ajustar el programa. Ahora bien, nosotros creemos, somos partidarios de que cada provincia tenga por lo menos su escuela vocacional.
Con respecto a las escuelas formadoras de maestros, no hay problemas. Prácticamente han sido construidas en todas las regiones que hoy constituyen nuevas provincias. Aquí mismo en Manzanillo ya tenemos la escuela de maestros, la tenemos en Guantánamo, la tenemos en Santiago, la tenemos en Tunas, la tenemos en Camagüey, la tenemos en la región de Ciego, en Cienfuegos, en Villa Clara; es decir, prácticamente ya hoy tenemos construidas, o están en proyecto de construcción escuelas formadoras de maestros en todas las nuevas provincias. Pero quisiéramos que también todas las nuevas provincias tuvieran su escuela vocacional. Si las capacidades planeadas anteriormente eran para 25 000 alumnos en todo el país, y si en todas las nuevas provincias tenemos la escuela vocacional, las capacidades se elevarían a unos 37 500 alumnos. Eso no perjudica a nadie. Pero hoy día se nos quedarían Granma y Tunas sin escuela vocacional, Ciego de Avila sin escuela vocacional, Sancti Spíritus y Cienfuegos, cinco provincias de las catorce.
Nos parece que debemos luchar para que cada provincia tenga su escuela vocacional.
También se hicieron los programas de escuelas de profesores de educación física hace años. Muchas han sido construidas ya; y nos parece que cada provincia debe tener también su escuela de profesores de educación física, que cada provincia debe tener su escuela de iniciación deportiva, y quedarán por estudiar también cuáles son las necesidades de escuelas de educadoras de círculos, por ejemplo, que el país requiere; porque nos parece que estas instituciones escolares mencionadas les dan vida y les dan posibilidades a todas las provincias, sin que tengan que viajar demasiado lejos los alumnos de una escuela vocacional, que todas puedan preparar sus maestros primarios, sus profesores de educación física, sus deportistas, etcétera. Ya tenemos muy adelantada la escuela de iniciación deportiva de Santiago, de 1 500 alumnos; la de Holguín, con una capacidad más o menos similar; y se construyen también en otras provincias del país. Y si en cada provincia existiera una escuela de iniciación deportiva, algunas de 1 500, y otras de 1 000 puesto que no se pueden hacer 20 proyectos diferentes adaptados a la población de cada provincia, en algunas ocasiones nos quedará un poco pequeña, y en otra nos quedará un poco amplia, pero todas tendrían la suya. Si en un momento dado, por ejemplo, sobran profesores de educación física en una provincia, pueden ir a otra. E incluso no solo debemos contemplar nuestras necesidades, surgen también circunstancias en que otros países nos piden maestros, nos piden profesores de educación física, nos piden técnicos, etcétera.
Pero somos partidarios de que cada una de estas instituciones existan en todas las provincias. Si ahora solo tenemos dos de profesores de educación física en lo que era la antigua provincia, deben ir a esas dos escuelas alumnos de todas las nuevas provincias, en tanto podamos hacer escuelas similares en las demás. Si ahora escuelas de iniciación deportiva solo tenemos dos, hay que ponerlas al servicio de todas las provincias.
Si todas las provincias —les decía— tuvieran una escuela de iniciación deportiva, el número total de alumnos en escuelas de iniciación deportiva serían unos 17 500. No es mucho, no es ninguna exageración. Y creemos, del mismo modo, que en todas las provincias debiera haber una escuela vocacional militar, es decir, escuelas "Camilo Cienfuegos".
Al principio se hicieron escuelas grandes de este tipo; muchas de esas instalaciones se van a destinar a otros usos, entre ellos a usos universitarios, y se van a construir escuelas más pequeñas. Lo ideal, en fin, es que cada provincia tenga su escuela formadora de maestros, su escuela vocacional, su escuela de profesores de educación física, su escuela de Camilitos, y sus escuelas de iniciación deportiva. Y, en fin, con ese criterio tratar de que en cada una de ellas existan estas instalaciones, que promuevan el máximo desarrollo —y no he mencionado todos los tipos de escuelas, por supuesto— educacional, técnico, cultural y deportivo de cada provincia. Uno de los principios del socialismo es buscar el desarrollo equilibrado de todo el país. Ese es uno de los principios fundamentales del socialismo, y tenemos que aferrarnos a ese principio.
Dentro de algunos días se constituirá la Asamblea Nacional del Poder Popular. No es por eso esta la ocasión de abordar todos estos temas. He querido concretarme a algunas de estas ideas, porque me parece que son esenciales.
¡Trabajen ustedes, trabajen con entusiasmo! ¡Conságrenle a sus responsabilidades el máximo esfuerzo, que el país apoyará a estas nuevas provincias orientales!
Hace 108 años, en este mismo sitio, junto a ese central cuyos restos están en las proximidades, y con esa misma campana, se llamó al pueblo a la primera guerra por la independencia. Ningún lugar mejor que este para un acto como este. En las proximidades de este mismo sitio tuvo lugar el desembarco del "Granma", cuyo XX Aniversario se conmemorará dentro de algunos días.
Bien saben ustedes cuán querida por todos nosotros es esta región del país, cuán vinculados están nuestros recuerdos a la vieja provincia oriental. ¡Esta provincia tenía historia para repartir en las cinco nuevas provincias, y en cada una de ellas queda todavía mucha historia! (APLAUSOS)
Estas tierras de la provincia Granma fueron no solo el escenario de nuestro desembarco, sino de los meses más difíciles de nuestra lucha después del desembarco. Manzanillo fue la primera ciudad que hizo contacto con nosotros en aquellos días; y a medida que se extendía la guerra, se iban uniendo a nuestro esfuerzo las demás zonas pobladas hasta llegar a Bayamo, ciudad con grandes méritos históricos.
Se discutió mucho cuál debía ser la capital: si Manzanillo, si Bayamo. Méritos históricos tenían ambas, cualquiera de las dos merecía ser la capital de Granma. La decisión se tomó, teniendo en cuenta las características geográficas, de comunicación, etcétera, que se tuvieron en cuenta en todas las provincias. Los manzanilleros lo comprendieron. Pero deseamos decirles en el día de hoy que Manzanillo, aunque no sea la capital, jamás será olvidado por la Revolución (APLAUSOS). En esta provincia Granma, bayamesa y manzanillera, en sus montañas y en sus llanos, se libraron innumerables combates. Esta provincia reúne recuerdos no solo de la historia pasada, sino también de la historia presente. ¡Muchos son los lugares históricos con que ustedes cuentan, muchos son los lugares históricos que ustedes recordarán!
Es para nosotros un motivo de muy íntima satisfacción, próximo a cumplirse el XX Aniversario del "Granma", proclamar que la provincia de Oriente no se dividió, sino que se multiplicó, y que entrega a la patria cinco nuevas, vigorosas y pujantes provincias (APLAUSOS). Es un homenaje digno de La Demajagua, digno del "Granma" y digno de la Sierra Maestra.
Les deseamos a todos el éxito y las victorias que estamos seguros que ustedes obtendrán.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
(EL COMANDANTE EN JEFE REGRESA AL MICROFONO Y DICE:)
Un olvido que no se justifica.
Ha querido el azar que coincida esta instauración de los Poderes Populares y de la nueva División Político-administrativa con el LIX Aniversario de la gloriosa Revolución de Octubre. Y por eso, gritemos todos: ¡Viva la gloriosa Revolución de Octubre! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")