DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO CONMEMORATIVO DEL XVI ANIVERSARIO DE LOS COMITES DE DEFENSA DE LA REVOLUCION, CELEBRADO EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION "JOSE MARTI", CIUDAD DE LA HABANA, EL 28 DE SEPTIEMBRE DE 1976, "AÑO DEL XX ANIVERSARIO DEL GRANMA".

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

Queridos compañeros Miguel Anjos Trovoada y demás miembros de la delegación de la hermana República Democrática de Sao Tomé y Príncipe (APLAUSOS);

Queridos compañeros de la Dirección del Partido y del Gobierno;

Queridos compañeros de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS):

Siempre en esta fecha nos reunimos para conmemorar el aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución, y siempre en esta fecha también se reúnen las masas de nuestra capital. De modo que aun cuando, por ejemplo, los 26 de Julio se celebran en distintas provincias, tenemos cada año un grandioso acto de masas con los trabajadores de nuestra capital, que en esta ocasión ascienden —según los cálculos conservadores— a 500 000 ó 600 000 personas (APLAUSOS). Por eso, el compañero Primer Ministro de Sao Tomé decía que en esta concentración había varias veces la población de su país.

En este aniversario, para darle mayor realce a este acto, hemos tenido el privilegio de contar entre nosotros con una delegación de alto nivel de ese país. Es un país —como él explicó— pequeño, su población es algo menos del uno por ciento de la población de Cuba, su territorio es algo menor que el territorio de Isla de Pinos; pero allí también, en esas dos islas atlánticas, conocieron el colonialismo, y lo conocieron durante más de 500 años; allí también el pueblo concibió la esperanza de la liberación, y allí también el pueblo luchó heroicamente hasta alcanzar el objetivo de constituirse en un país independiente. Allí luchan también contra las secuelas del colonialismo, y allí se esfuerzan por vencer las dificultades de todo tipo que toda revolución victoriosa tiene delante.

Como él explicó, en la época colonialista se desarrolló fundamentalmente la producción del cacao. Se dice que en el siglo pasado llegaron a producir hasta 35 000 toneladas anuales de cacao; pero ya en la fase final del colonialismo portugués, la producción era apenas de 8 000 ó 10 000 toneladas. Tenían también otras producciones agrícolas, como la producción de coco, de palma oleaginosa y café. Como él decía, la mayor parte del esfuerzo se dedicaba a estos cultivos, y no se atendía para nada el suministro de la población.

Al proclamarse la independencia en esta nueva república africana, y al nacionalizarse las tierras, que eran en su inmensa mayoría propiedad de los portugueses, naturalmente, los técnicos, los administradores y todo el personal calificado se marchó del país. Ellos tienen que enfrentar ahora la tarea, que nosotros conocimos también, de administrar todas esas tierras y todas esas plantaciones, sin contar con ninguna experiencia, sin contar con cuadros administrativos ni técnicos.

Para citar un ejemplo, en materia de salud pública quedaron en el país cinco médicos —incluido el ministro de Salud Pública, que es médico—, para una población de 80 000 habitantes, es decir, un médico para cada 16 000 habitantes, incluido el Ministro.

Con la delegación viene una doctora en medicina, que ocupa un cargo importante, de responsabilidad, en el país; es decir, que si una delegación viajaba, si el Ministro viajaba, si viajaba un alto funcionario que también es médico, se reducían a cuatro para 80 000 habitantes.

Ahora tienen un poco más de médicos, porque ahora tienen cuatro médicos cubanos adicionalmente: ya son nueve médicos (APLAUSOS). Pero todavía es un médico cada 9 000 habitantes, incluido el Ministro, e incluidos los miembros de la delegación, que por razones inevitables tienen a veces que ausentarse del país.

No habría que hacer un esfuerzo muy grande: con unos pocos médicos cubanos más, ya la situación mejoraría notablemente (APLAUSOS). Es un país pequeño, y en este caso no se necesitan muchos médicos.

Nuestro país cuenta ya con 11 000 médicos aproximadamente (APLAUSOS). Es decir, ya tenemos un médico cada 850, 880 habitantes. Tenemos ya veinte veces más médicos por habitantes que los que tenían ellos al alcanzar la independencia.

Su situación escolar no es tan mala como era la de Angola. Angola tenía un 90% de analfabetismo; ellos tienen solo un 40% de analfabetismo. Poseen un número relativamente alto de estudiantes en los niveles medios; pero también en este terreno necesitarán alguna colaboración de nuestro país y, sobre todo, la experiencia y los éxitos de nuestra educación.

Todo esto que nosotros estamos haciendo al cabo de 17 años de revolución, ellos podrán hacerlo antes. Y este sistema de perfeccionamiento de la educación que nosotros estamos haciendo ahora —y que concluiremos en lo fundamental en 1980, es decir 20 años después del triunfo de la Revolución—, ellos, aprovechando nuestras experiencias, podrán hacerlo en la mitad del tiempo. Ellos tienen los mismos problemas que teníamos nosotros al principio de la Revolución: los libros de texto son colonialistas, el método de enseñanza colonialista y, en fin, tienen que vencer todas esas dificultades; pero en ese terreno les podemos brindar también nuestro apoyo (APLAUSOS).

Han recabado nuestra colaboración en distintos terrenos: la agricultura, la pesca, la ganadería y, en fin, solicitan de nuestro país algunas decenas de técnicos. Y nos parece que es perfectamente posible ofrecerles gustosamente esa colaboración (APLAUSOS).

Repito que el país es pequeño, y en ese caso el esfuerzo de nuestra parte no será un gran esfuerzo. De todas formas, agradecemos la amistad y la confianza que ellos depositan en nuestra Revolución, y agradecemos extraordinariamente las palabras solidarias y revolucionarias pronunciadas aquí hoy por el Primer Ministro de Sao Tomé y Príncipe (APLAUSOS).

En estas ocasiones se suele analizar también el trabajo realizado por los Comités de Defensa de la Revolución durante el año. Como en todas las fechas anteriores, aquí podrían señalarse los incontables esfuerzos que en todos los terrenos realizan los Comités de Defensa de la Revolución con éxito creciente y con eficacia creciente cada año. En esta ocasión, el compañero Lezcano no habló en cifras de tales logros, puesto que el tema esencial de esta conmemoración era el esfuerzo en apoyo de la constitución de los Poderes Populares, y la convocatoria al Primer Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).

Y, efectivamente, además de las tareas habituales, los Comités de Defensa han desarrollado un gran esfuerzo en apoyo de todas las actividades que se llevan a cabo en cumplimiento de los acuerdos del Primer Congreso. Fue necesario un arduo trabajo para organizar el referéndum en que se proclamó la Constitución Socialista de nuestro país; ha sido necesario también un ingente esfuerzo en todas las tareas relacionadas con la nueva División Político-Administrativa y la constitución de los Poderes Populares; todo el trabajo relacionado con los carnés de identidad, los registros de electores y la organización del proceso; el trabajo relacionado con la movilización de masas, las asambleas diferentes que hay que llevar a cabo. ¡Ahí han estado presentes los Comités de Defensa de la Revolución!

El trabajo no es fácil. Desde lejos puede parecer fácil. Pero muchos podrían preguntarse, ¿cómo se obra el milagro de que se organice un referéndum tan perfecto? ¿Cómo se obra el milagro de que se desarrollen decenas de miles de asambleas de distintos tipos tan organizadas, tan eficientes? Claro que, en primer término, está el trabajo de dirección del Partido, pero también está el trabajo práctico que en la calle, a lo largo y ancho del país, llevan a cabo los Comités de Defensa de la Revolución. ¡En eso consiste el milagro! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Y este proceso se está desarrollando magníficamente bien. Ya se conocen algunos datos: los datos de las casi 30 000 asambleas para nombrar a los presidentes y secretarios de las asambleas de nominación de candidatos, las casi 30 000 asambleas de nominación de candidatos, y los casi 30 000 candidatos nominados, con su expediente y todo.

Ahora se preparan las elecciones para el 10 de octubre, en que se conmemora el 108 aniversario del Grito de Yara (APLAUSOS). Todos los que hemos participado en esas asambleas sabemos con qué extraordinario espíritu democrático se desarrollaron. El compañero Lezcano dijo que eran las elecciones más puras y más democráticas de este hemisferio.

Y, en realidad, no exageró ni un ápice. Todos ustedes saben cómo se organizaron esas asambleas y cómo se desarrollaron; cómo se eligieron a los presidentes de las mismas y cómo se eligieron a los candidatos. No fue el Partido, no fue alguien quien señaló esos nombres: fueron las masas, y tomando en cuenta la actitud, la conducta, la historia y el prestigio de cada ciudadano.

Para hacer más democrático nuestro proceso no se elige un candidato o dos —se eligen dos únicamente en aquellos casos excepcionales en que la circunscripción es muy pequeña—; se eligen tres, cuatro, hasta ocho candidatos, y para ser electo delegado a la Asamblea es necesario que tengan la mitad más uno de los votos. No basta que uno entre los cinco, o los siete, o los ocho, tenga más votos que los demás; es necesario que tenga la mitad más uno de los votos. Y como en infinidad de casos nadie saca la mitad más uno en la primera elección, nos tomamos el trabajo de realizar una segunda elección entre los dos candidatos que obtengan más votos (APLAUSOS).

Y puede afirmarse que si ahí no están absolutamente todos los mejores revolucionarios —puesto que muchos compañeros valiosos, por sus actividades y sus responsabilidades, no han podido ser incluidos en esas elecciones a la Asamblea Municipal—, hay que decir que entre esos casi 30 000 candidatos se encuentran los mejores ciudadanos de nuestro país (APLAUSOS). Y que a decir verdad, no es fácil hacer la selección, no es fácil decidir por quién votar cuando se analizan las condiciones y se analizan los expedientes.

En estas elecciones no hay politiquería de ninguna índole, no hay ambiciones personales, no hay individualismos. Es el pueblo el que escoge los candidatos, los candidatos no se escogen a ellos mismos; el que se escogiera a sí mismo, no sería nominado candidato por las masas. Es el pueblo quien decide por quién votar, analizando las biografías y teniendo presente la conducta de cada ciudadano. ¿Dónde, en este hemisferio, han existido jamás condiciones similares para elegir los órganos de poder del pueblo? (APLAUSOS)

En Estados Unidos van a celebrar ahora unas elecciones presidenciales y, según los cables, se espera que por lo menos un 50% de los electores no vayan a votar.

Ayer me preguntaban unos periodistas, ¿qué opinaba de las elecciones de Estados Unidos? Yo les decía: si realmente la mayor parte de los electores de Estados Unidos no se preocupan por esas elecciones, ¿por qué tenemos que preocuparnos nosotros? (APLAUSOS)

En muchas elecciones de las llamadas democracias representativas no vota ni el 30% de los electores. Y aquí, a las asambleas de nominación de candidatos —asambleas de nominación, no a las elecciones— asistieron el 76,7% de los electores. Y pensamos que la participación el día de las elecciones sea mucho mayor.

En este proceso se han observado avances en diversos terrenos. Por ejemplo, con motivo de la experiencia realizada en la provincia de Matanzas, nosotros señalábamos que en aquella ocasión solo el 7% de los candidatos eran mujeres; y ya esta vez el 13,4% de los candidatos escogidos, es decir, casi el doble, son mujeres (APLAUSOS).

Esto significa que el esfuerzo, la campaña, la lucha en favor de la igualdad de derechos de la mujer va prendiendo y va ganando terreno; 13,4% es poco todavía, pero es mucho más que al principio, y en algunos lugares fue mucho más de 13, más de 15, e incluso hasta 20, sobre todo en las zonas urbanas, en las zonas rurales, por lo general un poquito menos. Todavía nuestros campesinos no han asimilado en el mismo grado que nuestros trabajadores urbanos estos conceptos de la igualdad de la mujer (APLAUSOS). Y algunas provincias, por supuesto, menos que en otras.

Por otro lado, entre los candidatos nominados por las masas hay un alto porcentaje de militantes del Partido y de la UJC, ascendente a un 70,4% del total de candidatos (APLAUSOS), a pesar de que no se hizo ningún esfuerzo en ese sentido, puesto que se ha planteado que puede haber muchos ciudadanos que aunque no ostenten la condición de militantes del Partido o de la Juventud, pueden tener méritos y capacidades para ser elegidos en las asambleas.

Pero el hecho de que las masas hayan escogido un porcentaje tan alto de militantes del Partido y de la Juventud, demuestra la autoridad y el prestigio que tienen entre las masas los militantes de nuestro Partido y de nuestra Juventud (APLAUSOS). Y demuestra también, seguramente, que hay en las masas muchos con condiciones de militantes que todavía no están en el Partido (APLAUSOS). ¡Pero es preferible y siempre será preferible que nuestro Partido sea un Partido de selección, y que emplee métodos rigurosos de ingreso! ¡Sería preferible exagerar en el rigor de la selección que descuidarnos en la selección de los militantes de nuestro Partido! (APLAUSOS)

Demuestra también este proceso que hay ciudadanos que en el pasado, no teniendo méritos revolucionarios, e incluso en algunos casos deméritos desde ese punto de vista, han hecho grandes esfuerzos por superarse, puesto que hay algunos candidatos nominados que no tienen historia revolucionaria, y algunos incluso en su vida han tenido algunos hechos negativos. Sin embargo, siempre que se producen estos casos de que en la biografía no está el hecho negativo y se llega a saber, se discute con el candidato; el candidato tiene la opción, puede decir: "Renuncio, más vale que no aparezca eso en la biografía"; o puede decir: "pónganlo en la biografía".

De modo que en la mayoría de aquellos casos en que se han producido estas situaciones, han hecho —y nosotros pensamos que de una manera correcta— que sí, que se haga constar en la biografía ese hecho negativo que no se conocía para que lo conozcan las masas (APLAUSOS). Y eso es realmente hermoso y es humano. Porque pensamos que cualquier ciudadano un día pudo haber cometido errores y, sin embargo, posteriormente aspire, con grandes, con extraordinarios esfuerzos a reivindicar su conducta de esos errores (APLAUSOS).

El 10 de octubre se elegirán casi 10 000 delegados a las Asambleas Municipales. A fines de octubre estos delegados se constituirán en asambleas en sus respectivos municipios, y elegirán los delegados a las provincias y los Ejecutivos de las Asambleas Municipales.

El 2 de noviembre estos mismos delegados, estos mismos 10 000 delegados, elegirán desde sus respectivos municipios los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (APLAUSOS). Y el 2 de diciembre, el mismo día del XX Aniversario del desembarco del Granma, se constituirá la Asamblea Nacional del Poder Popular (APLAUSOS). Esta Asamblea Nacional será el máximo órgano del poder del Estado, y a ella corresponderán las decisiones fundamentales de la política estatal, entre ellas la facultad de modificar la Constitución y de hacer las leyes. Cesa lo que podría llamarse el período de provisionalidad del proceso revolucionario, y adopta formas definitivas nuestro Estado socialista.

Nadie podría afirmar que lo que se haga es perfecto, por mucho esfuerzo empleado en tratar de hacer las cosas lo mejor posible. Solo la vida podría decir en qué detalles, en qué aspectos lo que se ha concebido no es perfecto. Pero tendremos siempre la oportunidad de mejorar y perfeccionar los instrumentos que hemos creado.

Este paso tiene una gran trascendencia política y una gran trascendencia histórica.

La Revolución viene realizando en estos últimos meses un considerable esfuerzo en la aplicación de los acuerdos del Congreso: la Constitución, el establecimiento de los Poderes Populares, la nueva División Político-Administrativa, la reestructuración de los organismos centrales del Estado, la implantación progresiva de un sistema de dirección de la economía, e incontables tareas más de orden partidario y estatal.

Las masas están entusiasmadas. El nivel de optimismo hacia el futuro es grande. Sin embargo, debo decirles y debo advertirles que tendremos dificultades. No debemos hacernos la idea de que todo este gigantesco esfuerzo significará que todo marche de manera maravillosa y sin problemas, porque tendremos —repito— dificultades, y esas dificultades serán fundamentalmente de orden económico.

Es doloroso que en el momento en que hacemos los mayores esfuerzos para la realización de estos enormes pasos de avance político, estatal y social, este minuto precisamente coincida con una coyuntura desfavorable en el orden económico.

Siempre que nos reunimos con las masas es nuestro deber explicar estas cosas con claridad. Esas dificultades se derivan fundamentalmente del hecho de que los precios del azúcar han disminuido extraordinariamente. Y eso lo saben ustedes porque leen la prensa, y me imagino que muchos de ustedes lean también las noticias económicas y sigan de cerca las noticias sobre los precios del azúcar en el mercado mundial. Y, desde luego, esto tiene inevitablemente algunas consecuencias.

El 20 de noviembre de 1974, es decir hace 22 meses, el azúcar alcanzó un precio de 65,50 centavos la libra; en agosto de 1975 fue ya de 21,25 centavos la libra; y el 23 de septiembre de este año alcanzó solo el de 7,50 centavos la libra. Bajó en 22 meses de 65,50 a 7,50. Es decir, que el precio actual es aproximadamente el 13% del que tenía a fines de 1974, y la tercera parte del que tenía en agosto de 1975.

Estas cifras, en materia de fluctuaciones de precios en el mercado mundial, son verdaderamente escalofriantes. Y estos factores, como el precio del azúcar, sí que no puede controlarlos por su cuenta nuestra Revolución.

El problema no es que el azúcar haya bajado mucho de precio; el problema es que el mundo está viviendo una época de crisis económica internacional, un momento de inflación extraordinario, y los precios del azúcar han bajado mucho, pero los precios de los artículos de importación se han mantenido muy altos, y en algunos casos incluso han subido. Y nosotros no somos como los petroleros, que tienen un monopolio que les permite señalar el precio que les da la gana, así, literalmente, ¡que les da la gana!, en el mercado mundial. Constantemente llegan cables diciendo que los petroleros de la OPEP se van a reunir, que si aumentan, que si no aumentan, que si sí aumentan; pero se reúnen unos pocos países productores de petróleo y deciden cuánto vale el petróleo.

El petróleo se vende en los mercados mundiales unas veinte veces por encima de sus precios de costo; el azúcar hoy se está vendiendo en los mercados mundiales por debajo de su precio de costo. El azúcar, al revés que el petróleo, se produce en muchas partes: se produce en países tropicales con la caña, se produce en países templados con la remolacha, y se produce incluso en países fríos. Suecia, que está en las proximidades del polo, produce azúcar y prácticamente se autoabastece. No es como el petróleo, que lo producen unos pocos países.

Ahora bien, distintos factores contribuyeron a crear esta situación. En primer lugar, cuando el precio del azúcar se puso muy alto, muchos países disminuyeron el consumo considerablemente; otros países productores incrementaron las producciones. Pero además, cuando se produjo un incremento cuatro veces mayor, un incremento de golpe, cuatro veces mayor, del precio del petróleo en el mercado mundial, muchos países que tuvieron que pagar esos precios por el petróleo, redujeron —sobre todo países del Tercer Mundo— considerablemente sus consumos de azúcar.

Y últimamente un hecho vino a agravar la situación, y es que el Gobierno de Estados Unidos adoptó una medida que constituye una brutal agresión a todos los países productores de azúcar, triplicando los impuestos de importación de azúcar en Estados Unidos. Alegaron que puesto que los precios habían descendido tanto, tenían que proteger a los productores azucareros de Estados Unidos, y triplicaron la tarifa arancelaria.

Esta medida afecta directamente a los productores de azúcar que venden su azúcar a Estados Unidos, pero afecta también a todos los productores de azúcar; porque lógicamente, al disminuir las exportaciones de azúcar a Estados Unidos, esos países se ven en la necesidad de introducir ese azúcar en el mercado mundial a precios más bajos. De modo que esta medida que tomó hace unos días el Gobierno de Estados Unidos agrava aún más la situación del precio azucarero en los mercados mundiales.

Ahora, en este caso en nuestro país hay otros factores adicionales. Hemos padecido tres años de fuertes sequías. A veces es difícil entender esto bien, porque aquí en la Ciudad de La Habana quizás —como hemos dicho otras veces— porque hay una especie de metreotón —ese equipo que consiste en producir, a base de combustible, grandes cantidades de calor para provocar las lluvias artificiales— es el hecho cierto de que por lo general en la Ciudad de La Habana llueve. No solo en la Ciudad de La Habana, en la provincia de La Habana suele llover mejor que en el resto del país. Pero en los últimos años hemos tenido períodos de fuertes sequías, sobre todo en las provincias de Las Villas, Camagüey y Oriente, donde se encuentra el grueso de la producción agrícola del país.

Por ejemplo, en Las Villas el promedio histórico es de 917 milímetros de lluvia entre enero y agosto, que son meses decisivos en la producción agrícola, sobre todo en la agricultura cañera. En el año 1974 cayeron 712 milímetros en ese período; en el año 1975, 754 milímetros; en el año 1976, 861. Todos por debajo del promedio histórico.

Camagüey: promedio histórico, 824 milímetros. En 1974 cayeron 756; en 1975, 637, y en 1976, 735.

Oriente: promedio histórico en ese período, 722 milímetros; en 1974 cayeron 625; en 1975, 538, y en 1976, 394 milímetros. Es decir que este año ha caído en la provincia de Oriente, en estos meses decisivos, el 55% del promedio histórico, que de por sí es bajo en la provincia.

Estos efectos son acumulativos. Las cañas se resienten de un año de sequía, pero se resienten más de dos años de sequía, se resienten más de tres años de sequía, sobre todo cuando el tercer año es el peor de todos. En toda la época de la Revolución, jamás se produjeron lluvias tan bajas en la provincia de Oriente como las que se han producido este año. Hay zonas cañeras fuertemente afectadas. Y en plena primavera, en pleno junio, julio, agosto, las presas que abastecen de agua a Santiago de Cuba y Holguín están vacías. Han tenido que adoptar planes de emergencia para llevar el agua, utilizando conductoras de emergencia de la presa "Carlos Manuel de Céspedes", que está en Contramaestre, hacia Santiago de Cuba. ¡Y estamos en plena primavera! Esa situación será mucho más grave en la próxima seca si no tenemos la suerte de que venga un buen temporal en el mes de octubre, que dicen que es el mes de los temporales, y trae un poco de agua a las poblaciones de Oriente. Y Oriente es la región de más importante área cañera del país. Y eso afecta, y afecta otros importantes renglones de la agricultura en la provincia.

Entre otras cosas, en la provincia de Oriente se produce la mayor parte del café que consume el país. Y las montañas de Oriente han sufrido estos tres años de catastróficas sequías.

Naturalmente que estos hechos, que van más allá de la voluntad de todos nosotros, implicarán afectaciones; estos hechos, coincidentes no solo de extraordinaria reducción de precios del azúcar sino también climáticos. El clima no ha producido peores efectos, porque el trabajo de la agricultura ha mejorado considerablemente en estos años, y a pesar de las sequías se han podido hacer zafras razonablemente buenas, ¡a pesar de todo! Porque, repito, el esfuerzo en la agricultura, sobre todo cañera, ha mejorado extraordinariamente. Y luchando contra la sequía, con variedades nuevas, limpiando más la caña, ampliando los regadíos, se han podido aminorar sus efectos. Pero esta sequía ha estado afectando por lo menos en un 25% las producciones que se habrían obtenido de azúcar en condiciones normales.

Y les decía que lógicamente estos hechos —pero en especial el precio increíblemente bajo del azúcar; tan bajo que estamos seguros de que si se hace un estudio a fondo se podría demostrar que el poder adquisitivo de una libra de azúcar en el mercado mundial es hoy igualo inferior al de los años 1931 y 1932 cuando la última gran crisis mundial, y que fue terrible época de hambre en nuestro país— van a afectar, en primer término, las directivas para el desarrollo económico en el quinquenio, acordadas en el Congreso, y sin duda que van a afectar las producciones anuales en este período. Y debemos saberlo honestamente, francamente, abiertamente y valientemente (APLAUSOS).

Estas realidades no solo afectarán en cierta medida nuestros planes de desarrollo, sino que implicarán también algunos sacrificios. Para citar un ejemplo digamos lo siguiente: el café. Nos veremos en la amarga necesidad de reducir el consumo de café (APLAUSOS).

En estos años de sequía en las montañas de Oriente y en todo Oriente, sobre todo en el norte de la provincia, lógicamente las producciones de café se afectaron. Se redujeron considerablemente las producciones cafetaleras en 1974, 1975 y 1976. ¿Quién puede asegurar con un 55% del promedio de lluvias cómo se afectarán incluso el próximo año? Pero la producción disponible de café de este año es de 16 000 toneladas aproximadamente, muy por debajo del consumo actual.

Sin embargo, en estos años, como el precio del azúcar era alto, el país podía resolver, sin ninguna restricción, importando sencillamente café. Una parte de nuestro café de mejor calidad se exporta a precios más altos, y se importa un café de otra calidad más barato; pero que es café y se mezcla con el nuestro. Antes lo mezclaban con garbanzo. Nosotros no hemos querido mezclarlo con garbanzo. No hemos querido mezclar nada de lo que se le da a consumir al pueblo: ni la leche, ni el café, nada de eso (APLAUSOS). Y si un día hubiera que mezclar algo, habría que empezar por decírselo al pueblo, y decirle: mire, esto no es café, esto es una mezcla de esto y de lo otro (APLAUSOS).

Les decíamos que en los años anteriores, 1974, 1975, el país gastaba una cantidad de divisas relativamente alta trayendo café para compensar estas bajas de las producciones originadas en las sequías. ¿Qué ha ocurrido ahora? El azúcar se ha rebajado —como les expliqué— al 13% del precio que tenía hace 22 meses, a la tercera parte del precio que tenía hace un año; y el café se ha triplicado de precio. Ahora una tonelada de café vale 3 000 dólares en el mercado mundial.

Bueno, no lo lamentamos por los países cafetaleros, desde luego. Con esos precios del petróleo y otras cosas, allá ellos si han tenido la suerte de que el café subió también por razones coyunturales. No nos lamentamos. Sabemos que muchos países africanos y latinoamericanos viven del café. Pero para nosotros, en esta situación, con ese precio del azúcar y ese precio del café en el mercado mundial, tendríamos que gastar en el último trimestre de este año, 12 millones de dólares, y en el próximo año casi 60 millones de dólares solo en importaciones de café. Eso equivale al valor de casi 350 000 toneladas de azúcar en los mercados mundiales, y es tanto como lo que el país gasta en divisas convertibles para la importación de frijoles y leche en polvo.

Entonces, con el café, en una circunstancia como esta, podemos prescindir de determinadas cantidades (APLAUSOS). Lo que tenemos que tratar de evitar es afectar la leche de los niños (APLAUSOS).

Otros países cuando tienen este problema en divisas convertibles, cuando tienen problemas de esta índole —coyuntural o como sea—, el remedio que aplican los países capitalistas ustedes lo saben bien —es lo que está pasando en Chile y en otros muchos lugares, que sería largo mencionar—: establecen estados de emergencia, elevan los precios por las nubes, despiden decenas de miles, o cientos de miles, o millones de trabajadores, y reprimen despiadadamente a las masas. Esa es la fórmula capitalista. Aparte de que les queda siempre el recurso de acudir a los organismos de crédito internacionales, que están en manos del imperialismo, y a los cuales, como consecuencia del bloqueo de Estados Unidos, nosotros no tenemos acceso.

Es decir, en situaciones como esta no podemos hacer nada que se parezca a ninguna fórmula capitalista, ni remotamente; al contrario, tenemos que arreglárnosla para preservar las cuestiones fundamentales: la salud pública, la educación, el empleo y los abastecimientos esenciales de la población (APLAUSOS). Esa es la fórmula socialista, aunque haya que sacrificar un plan determinado de desarrollo, o haya que sacrificar algunas cosas.

La situación actual para nosotros tiene una diferencia con la situación en el pasado. En el pasado, con los precios del petróleo a 80, 90 ó 100 dólares —nadie sabe, al último precio que digan los de la OPEP— y el precio del azúcar a este nivel —el precio relativo, porque si el azúcar baja de precio y todos los demás artículos de importación bajan, en la misma medida no hay problemas—, en otra situación, sin la Revolución, en una coyuntura como esta de precios de azúcar tan bajos y los artículos de importación tan altos y los precios del petróleo entre 80 y 100 dólares —y téngase presente que este país consume 8 millones y medio de toneladas de combustible; para que exista transporte en este país, para que los centrales caminen, para que las industrias caminen, para que haya electricidad, para que la economía marche, este país consume 8 millones y medio de toneladas de combustible—, a estos precios del petróleo en el mercado mundial y estos precios del azúcar, prácticamente toda la zafra nuestra, la producción azucarera de Cuba, no alcanzaría ni para pagar solo el combustible. Si el machadato los que lo conocieron bien dicen que fue duro, habría que ver cómo sería sin la Revolución una situación como esta.

Pero, ¿qué ocurre? La Revolución abrió otras perspectivas, abrió otros mercados, abrió el mercado del campo socialista (APLAUSOS). Y en el campo socialista vendemos más de la mitad de nuestra producción azucarera, y en el campo socialista adquirimos muchos productos importantes; adquirimos de la Unión Soviética esos 8 y medio millones de toneladas de combustible (APLAUSOS), adquirimos todo el trigo que consume nuestro país, algunos otros alimentos (APLAUSOS), Y muchas materias primas, equipos y artículos indispensables. Otra parte la adquirimos en otros países socialistas. Y nuestro comercio con los países socialistas es bueno en general, y con la Unión Soviética es óptimo.

Nuestra azúcar, en los precios convenidos con la Unión Soviética, alcanza 30 centavos de dólar, y pagamos el combustible más barato que el precio que tiene hoy en el mercado mundial (APLAUSOS). Además, en los acuerdos comerciales con la Unión Soviética, si los artículos que nosotros importamos de ellos suben de precio, el precio que nos pagan por el azúcar sube también de precio. Es lo que se llama precio resbalante, que es lo que han estado pidiendo todos los países subdesarrollados en sus relaciones con los países industrializados. Nosotros tenemos magníficas condiciones comerciales con la Unión Soviética, y nuestro comercio se incrementa año por año. Año por año aumentan nuestras exportaciones de azúcar y aumentan nuestras importaciones de la URSS.

Pero nuestra economía, requiere de una serie de productos que no podemos obtener en los países socialistas, porque, o no los producen, o no disponen de excedentes de esos productos para la exportación. Y así, por ejemplo, la mayor parte de los frijoles —producto alimenticio— se importa; se importan otros renglones alimenticios importantes, incluyendo parte de la leche que consumimos; se importan casi todas las materias primas necesarias para la producción avícola, para la producción porcina, y en parte para la alimentación del ganado lechero; se importan herbicidas, se importan pesticidas, se importan piezas de repuesto, se importan muchas materias primas con las cuales trabaja nuestra industria. El país tiene que hacer también gastos importantes en los llamados invisibles, es decir, en transportaciones sobre todo.

De modo que nosotros inevitablemente tenemos que hacer un grupo de importaciones de países llamados occidentales, o de área no socialista —porque hay países que no se pueden llamar capitalistas, pero tampoco están en el área socialista— otros países subdesarrollados a los cuales les compramos algunas cosas. Esas compras hay que pagarlas con los ingresos de la venta del azúcar en el mercado mundial, puesto que el níquel —otro de los renglones de alguna importancia— tiene mercados limitados. Los yankis hacen todo lo posible para que nosotros no podamos vender níquel en muchos mercados; amenazan con que si se producen determinados equipos con níquel nuestro, no los compran.

Por eso es que nuestra economía en parte tiene los suministros y lo tiene todo asegurado en el mercado con los países socialistas, pero en parte importante depende del área no socialista, y tiene que pagarlo en divisas convertibles.

Desde luego que un país —y hay unos cuantos en el mundo con esta situación—, sin el apoyo económico que nosotros tenemos en el comercio con los países socialistas, yo no sé como va a resolver sus dificultades en la actual crisis económica mundial. A nosotros este comercio nos apoya mucho.

Ahora bien, algunas producciones se tienen que ver afectadas cuando dependen de materias primas de ese tipo que hay que pagar en área convertible.

En estos momentos está marchando la emulación con un gran entusiasmo, pero hay fábricas que tienen que trabajar con esa materia prima importada. Nosotros tenemos que tener ahora cuidado con la emulación: a lo mejor sobrecumplimos un plan con esa materia prima importada, y el año que viene no tenemos de esa materia prima. Será necesario concentrar el esfuerzo en todas aquellas producciones que no dependen de materias primas importadas de área convertible, y sobre todo, en todos aquellos renglones que producen para la exportación.

Y necesariamente en otras cosas nos veremos afectados. Si no podemos comprar —digamos— la tela o la hilaza para fabricar el tejido de poliéster para los uniformes de la secundaria, bueno, quisiéramos desde luego que todos los estudiantes lo tuvieran —y los que se han estado elaborando hasta ahora están hechos de ese tipo de tela—, pero si nuestros estudiantes no pueden tener esa tela inarrugable —que dicen que es inarrugable— de poliéster, y tienen que ponerse ropa de algodón, ¡pues nuestros estudiantes se pondrán ropa de algodón! (APLAUSOS) Nos gusta que tengan una tela de mejor calidad, pero el algodón podemos elaborarlo aquí, y es una materia prima que procede de la URSS.

Les quiero decir que esto nos impondrá limitaciones; pero nosotros, frente a esta coyuntura, tenemos que tener dos objetivos. Primero: cumplir nuestros compromisos económicos internacionales y mantener inalterable el crédito del país. Segundo: repito, garantizar salud, educación, empleo y abastecimiento fundamentales del pueblo (APLAUSOS).

Algunas producciones que dependen sobre todo de materias primas importadas de área no socialista, limitarlas; esforzarnos sobre todo en los artículos y en las producciones para la exportación; algunos planes de desarrollo, limitarlos; otros, continuarlos, aquellos que no dependen de esta situación puesto que tenemos importantes planes de desarrollo en marcha: algunos equipos adquiridos ya y en el país, de diversas ramas industriales; y con algunos productos que podemos hacer de muy buena calidad y que hubiéramos deseado producirlos para el consumo interno y que no podemos elaborarlos ahora para nosotros porque dependen de materia prima importada, importar la materia prima y exportarlos.

Puede haber una producción —digamos— de caramelos muy buena, pero incluye gastos en divisas. Si hacemos esas producciones, no consumirlas. Del caramelo podemos prescindir un tiempo, es decir, no lo tenemos hasta ahora, lo íbamos a tener; pero ya se están buscando mercados para esas producciones de caramelos de magnífica calidad: parte es materia prima importada, parte es nuestra azúcar y parte es nuestro trabajo, que es lo fundamental. Y así por el estilo.

Hay otros programas importantes que tenemos con la URSS, de desarrollo. Por ejemplo, tenemos importantes programas de desarrollo energético, de la electricidad, que a pesar de los apagones la producción de electricidad por año ha ido aumentando en más de un 10 %, y no ha alcanzado. El programa eléctrico seguirlo desarrollando firmemente. Ese programa lo estamos llevando a cabo fundamentalmente con la Unión Soviética.

Con la Unión Soviética estamos realizando igualmente importantes programas de desarrollo de la industria azucarera, importantes programas de desarrollo de la industria mecánica, importantes programas de desarrollo del níquel; un programa de desarrollo siderúrgico, e incluso con la Unión Soviética comenzaremos el próximo año a construir nuestra primera planta de energía nuclear para la producción eléctrica (APLAUSOS). Con la Unión Soviética tenemos programas de desarrollo del ferrocarril, de desarrollo de los puertos, etcétera, es decir, una serie de programas que no dependen para nada de esta situación coyuntural del mercado mundial.

Tenemos otras industrias, como las de materiales de construcción, que podemos continuar desarrollándolas, y algunas otras industrias con los países socialistas, y algunas industrias adquiridas en los países no socialistas, que estamos montando. Llevar adelante todas estas construcciones, aunque por ahora tengamos que parar, dada esta situación de los precios del azúcar, toda nueva inversión de área no socialista.

En definitiva, ante esta situación, para poder aplicar la fórmula socialista, que es la única que cabe en una revolución, nosotros contamos con estas posibilidades de nuestro comercio con el campo socialista. Pero además, contamos sobre todo con el pueblo (APLAUSOS). Ustedes son los actores de la Revolución, ustedes son los beneficiarios de la Revolución, y ustedes son los primeros defensores de la Revolución, ¡porque ustedes son los amos de la Revolución! (APLAUSOS)

Todo lo que hemos hecho nosotros, lo hemos hecho siempre y lo haremos por el pueblo, única y exclusivamente por el pueblo. Y cuando nos quitamos algo, cuando nos arrancamos algo, es para dárselo a otros pueblos, en la medida de nuestras modestas fuerzas (APLAUSOS). Y nuestros mayores esfuerzos, nuestras mayores ansias, se dirigirán siempre a preguntarnos qué más se puede hacer por el pueblo, cómo todavía nuestra salud puede ser mejor, cómo puede ser mejor nuestra educación, cómo podemos tener más viviendas, cómo podemos tener más servicios sociales, cómo podemos tener más abastecimientos.

Es inmensa la alegría de todos nosotros cuando aparece un producto nuevo, cuando hay algo nuevo que ofrecerle al pueblo, a este pueblo que ya no es de tres o cuatro millones, como en los años 30, ni de 6 millones y medio, como al triunfo de la Revolución, sino de 9 millones y medio de ciudadanos, cuyas necesidades crecen, y que tenemos que satisfacerlas sobre todo en dependencia de nuestra producción agrícola. De modo que nuestra agricultura tiene que dar para alimentarnos y, además, para exportar crecientes millones de toneladas, en una superficie limitada.

Y siempre nos preguntamos qué nueva cosa puede hacerse por el mejoramiento de las condiciones de vida material y espiritual del pueblo. Y créannos que ese ha sido siempre el desvelo de todos los dirigentes de la Revolución desde el día 1º de Enero de 1959 (APLAUSOS).

Claro está que las noticias de nuestras dificultades pueden alegrar a nuestros enemigos. Pero no nos conocen bien. Sabemos la época que vivimos. Sabemos cuánto tiene que soportar el mundo todavía como consecuencia del sistema de intercambio desigual, y de la explotación a que el Tercer Mundo está sometido por parte de los países capitalistas desarrollados. Sabemos que el mundo tiene que cambiar mucho todavía.

Sabemos que el camino de la Revolución es largo, no solo el camino revolucionario del pueblo cubano, sino el camino revolucionario del mundo, y que los países subdesarrollados tendrán que enfrentarse durante muchos años a estos problemas.

¡Qué distinto sería si el comercio que nosotros tenemos con todos los demás países fuera, por ejemplo, como es el comercio con la Unión Soviética! (APLAUSOS), en que sabemos qué vamos a recibir, qué vamos a darle sobre una base segura, y no dependiendo de estas coyunturas, de estos problemas económicos internacionales, de estas inflaciones y de estos imponderables.

Quiero decir una cosa: a pesar de que el azúcar tiene mucho que ver —su precio— con las dificultades, no por eso debemos desarrollar una mentalidad antiazucarera; todo lo contrario. Porque la caña de azúcar es la producción agrícola que más se adapta a las condiciones de nuestro clima, y la caña de azúcar es a pesar de todo nuestro renglón agrícola más económico. No olvidarnos que el comercio creciente de Cuba con la URSS y otros países socialistas se desarrolló fundamentalmente en base del azúcar; que todo el combustible, el trigo, infinidad de cosas que consumimos, las compramos con esa azúcar. Y si hacemos un promedio de los dos precios —los precios con la URSS y los países socialistas y los precios mundiales de coyuntura, que son ahora muy bajos—, el azúcar es, con todo, el renglón más económico de nuestra agricultura.

Les quiero decir con esto que no podemos demoler la caña para sembrar maíz, o demoler la caña para sembrar frijoles. La naturaleza no nos dio condiciones a nosotros para esos tipos de cultivos, que requieren o más frío, o atmósfera más seca, o días de más larga duración que tienen otras regiones del mundo en las épocas de los cultivos, o circunstancias que nuestro clima no tiene. La caña de azúcar es, a pesar de todo —y no dudamos de que lo seguirá siendo—, el renglón de nuestra agricultura más económico. Esto quiere decir que no por eso ahora debemos descuidar el azúcar, sino seguirla desarrollando, porque nuestro comercio con el campo socialista sigue creciendo. Nuestro comercio con la URSS crece hasta el 1980 y crecerá del 1980 al 1985 y del 1985 al 1990 y del 1990 al 2000. Y el artículo fundamental en ese intercambio es el azúcar (APLAUSOS).

Estamos desarrollando otros renglones de la economía. En la propia agricultura estamos desarrollando considerablemente los cítricos en áreas que no son aptas para caña. Estamos desarrollando producciones mineras, como la producción de níquel. Pero la producción azucarera no debemos descuidarla, porque —repito— es el renglón más económico de nuestra agricultura. (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE: "¡Seguimos con el azúcar, Fidel!") ¡Seguimos con el azúcar! ¿No es lo que tú decías? (APLAUSOS)

Ahora bien, como les decía, esto coincide con un momento formidable en que avanzamos en todos los terrenos y en la institucionalización del país y en la organización de los Poderes Populares, en el establecimiento del Sistema de Dirección de la Economía. No descuidar nada de eso. ¡Ahora es más necesario que nunca!

Si hablamos de los Poderes Populares, es nuestro deber hoy advertir que, por ejemplo, los Poderes Populares se van a constituir en un momento en que con toda seguridad, van a necesitar muchas cosas. Todo el mundo quizás querrá hacer un acueducto rápidamente, y no se podrá hacer un acueducto; y cada cual querrá hacer muchas calles y alumbrar muchos parques y hacer muchos estadios y miles de cosas. Y en realidad tenemos que seguir haciendo escuelas, hospitales, círculos infantiles, etcétera. Si no podemos al ritmo que los veníamos haciendo, lo disminuimos. Si todas no pueden ser secundarias en el campo, secundarias en el campo y secundarias en la ciudad también. En fin todo eso, porque vamos a seguir avanzando.

Pero es necesario que sepamos, en primer lugar, que constituimos los Poderes Populares en un momento con dificultades y que aplicamos todas estas fórmulas con dificultades que son ajenas al esfuerzo que se está realizando en ese sentido. Pero este esfuerzo debe ayudarnos a resolver las dificultades. Este esfuerzo por la eficiencia económica tiene que ampliarse. Este esfuerzo por el ahorro tiene que duplicarse, la cuestión del ahorro de todo: de materias primas socialistas y de materias primas capitalistas —las dos— y, en general, ahorrar todo aquello que nos cuesta divisas convertibles.

Al principio de la Revolución se hablaba mucho de eso; después se fue olvidando un poco. Con los precios muy altos del azúcar se olvidó casi del todo. Recuerdo en los primeros tiempos de la Revolución cómo se hablaba de ahorrar divisas. Y a todo lo que costara divisas y a todo lo que produjera divisas, la importancia que le daban las masas. Hay que darle esa importancia, y más. Y darles importancia a todos los renglones que nos ayudan por un lado a ahorrar y por otro lado a incrementar las exportaciones del país. Ese será el deber fundamental de todos nuestros cuadros, de todos nuestros dirigentes estatales y administrativos, de los dirigentes de nuestra agricultura y de las masas. Ningún problema se resuelve sin la participación activa de las masas (APLAUSOS). Ninguna dificultad se resuelve si las masas no están plenamente conscientes de esas dificultades. Ninguna meta se logra si las masas no hacen suyas esas metas.

Nuestra Revolución es hoy más sólida que nunca, es más fuerte que nunca. El grado de nuestra conciencia política es incomparablemente superior al de otros tiempos. Los conocimientos que hoy tiene el pueblo, la forma en que estudia el pueblo y se supera el pueblo, los cientos de miles de trabajadores que están estudiando, son logros admirables. A veces tenemos la impresión de que todo el mundo está estudiando. Y lo vemos. Y quien no está en un curso regular de educación o en un curso dirigido, está en el núcleo del Partido, está en el Comité de Defensa, está en el Sindicato, está en la Federación, está en la ANAP, aprendiendo y estudiando (APLAUSOS). Posiblemente ningún país se ha superado tanto, ha aprendido tanto, en un período tan corto de tiempo como nuestro pueblo. Y ese proceso sigue creciendo y no se sabe hasta dónde va a llegar. Y es bueno eso, que sepamos los problemas, que los entendamos, que sepamos cuáles son nuestras limitaciones objetivas y que sepamos cuáles son nuestras limitaciones subjetivas, y superemos las que podamos superar y nos preparemos para enfrentar las que no podamos superar, porque se escapen de nuestra fuerza y de nuestra voluntad (APLAUSOS).

Nuestros enemigos podrán sacar las conclusiones que quieran, pero nosotros sabemos que tenemos un gran pueblo, forjado en la lucha y capaz de cualquier proeza; un pueblo que siempre se ha enfrentado a las dificultades y las ha sabido vencer en el proceso revolucionario (APLAUSOS).

En medio de las dificultades surgió la Revolución, pronto conmemoraremos el XX Aniversario del Granma. ¡Ah!, aquellas sí eran dificultades, al parecer invencibles, cuando el Granma y después del Granma. Sin embargo, hemos llegado hasta aquí (APLAUSOS).

En la noche de hoy se rompió el obsequio que me traían los compañeros de los Comités de Defensa de la Revolución, un Granma de cristal que se rompió, y un compañero dijo: lo malo es que se hubiese roto el Granma en la travesía (APLAUSOS PROLONGADOS). El Granma no se rompió, llegó el 2 de diciembre a Las Coloradas (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel!, ¡Fidel!"), y continuó navegando por la Sierra, continuó navegando a lo largo de estos 17 años y llegó lejos, hasta llevar su solidaridad a otros pueblos distantes, hasta llevar su solidaridad al corazón de Africa (APLAUSOS), e infligir allí al imperialismo una gran derrota (APLAUSOS).

A los 20 años del Granma tenemos una Revolución consolidada y un pueblo forjado en la lucha, un pueblo invencible (APLAUSOS). ¡Con ese pueblo, fundamentalmente, es con lo que cuenta nuestro Partido y cuentan los Poderes Populares que se constituirán para vencer las dificultades!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)