DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO DE AMISTAD CUBANO-MOZAMBICANA, EFECTUADO EN EL CENTRO ESCOLAR 26 DE JULIO, EN SANTIAGO DE CUBA, EL 11 DE OCTUBRE DE 1977, "AÑO DE LA INSTITUCIONALIZACION".

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Queridos compañeros Samora Machel y demás miembros de la delegación del hermano pueblo de Mozambique (APLAUSOS);

Queridos compañeros y compañeras de Santiago de Cuba:

Algunos dicen que no se oye, pero la mejor manera de oír es guardando silencio (APLAUSOS). Y que no se diga que los santiagueros son indisciplinados (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Que son alegres, lo sabemos. Que son disciplinados, que son revolucionarios, también lo sabemos.

En la tarde de hoy aparecieron algunas nubes amenazantes, y nos preguntábamos: ¿Cómo, va a llover hoy? Bueno, ya sabemos que el problema de Santiago en estos años atrás ha sido que ha llovido muy poco. Por tanto, si llueve, preparémonos para recibir la lluvia con alegría (APLAUSOS).

Este acto de hoy, esta presencia del compañero Samora Machel y su delegación, en esta plazoleta frente al cuartel Moncada, es un símbolo de los tiempos que vivimos. ¡Quién habría podido imaginarIo hace veinte años! Sin la Revolución en nuestro país, sin la Revolución en Mozambique, sin el extraordinario auge del movimiento de liberación nacional, sin los grandes cambios que han tenido lugar en el mundo actual, habría sido imposible este encuentro.

Hay muchas cosas comunes entre Mozambique y Cuba. Este no es un acto de mera cortesía, o de mero protocolo. Este es un acto que tiene mucho sentido y mucho valor moral y revolucionario, un acto que significa mucho por esas cosas comunes que tenemos ambos países (APLAUSOS).

Al compañero Samora y a la delegación que encabeza, les agradó mucho la idea de efectuar esta visita a Santiago y celebrar aquí el acto de solidaridad.

Tanto en Cuba como en Mozambique el camino de la independencia y de la revolución fue largo y duro. El camino de nuestra independencia se inició hace más de cien años, en 1868, y culminó con la última guerra liberadora, en que nuestra patria adquirió su definitiva independencia y pudo realizar su Revolución. En Mozambique, la lucha por la independencia y por la revolución marcharon unidas. No tuvieron ese largo período de dominio imperialista y neocolonialista que conoció nuestra patria durante más de sesenta años.

Nosotros terminamos aquí ocupados por las tropas de Estados Unidos, la Enmienda Platt, el neocolonialismo, el feudalismo y el capitalismo. Ellos concluyeron su lucha por la liberación nacional y pasaron inmediatamente a la construcción del socialismo, sin dominio imperialista, sin capitalismo y sin neocolonialismo.

Pero también es cierto que ambos países alcanzaron su liberación por la senda del sacrificio, de la lucha, de abundante sangre derramada y heroísmo. Nosotros, luchando en el siglo pasado contra las tropas coloniales, luchando después contra el imperialismo, luchando contra los gobiernos corrompidos y sus fuerzas mercenarias al servicio de ese imperialismo. Ellos, luchando durante mucho tiempo contra el colonialismo.

Cuando nuestra Revolución había triunfado ya hacía cinco años aproximadamente, los mozambicanos comenzaron la lucha armada por la liberación, en condiciones realmente muy difíciles, porque la potencia colonial tenía todo el apoyo del imperialismo y de sus aliados de la OTAN. La potencia colonial, Portugal, era miembro de la OTAN y recibía ayuda financiera, ayuda técnica y ayuda en armas para luchar contra los patriotas africanos de Mozambique, Angola, Guinea Bissau y otras partes. De modo que ellos no recibieron la independencia gratuitamente, no fue una concesión. Fue una victoria arrancada a base de mucha lucha, de muchos sacrificios y de mucho heroísmo.

Ahora, ¿qué encontraron ellos al alcanzar la independencia? No encontraron realmente una nación en el sentido tradicional de la palabra. En realidad no existía una nación mozambicana, puesto que los colonialistas habían estimulado el tribalismo, el regionalismo, el racismo. Ellos realmente fueron formando los cimientos de la nación mozambicana a lo largo de la lucha. En Cuba, cuando empezó la guerra de independencia en 1868, existía lo que pudiéramos llamar una nacionalidad cubana. Ellos no contaban con ese factor. Ellos estaban oprimidos por el colonialismo y el imperialismo, el racismo, el capitalismo, y no contaban siquiera con lo que se pudiera calificar una nación mozambicana. Los cimientos de ese espíritu nacional los fueron desarrollando y creando a lo largo de la lucha que comenzaron precisamente en 1964. Ellos lucharon, igual que nuestros mambises en el siglo pasado, durante 10 años. Y al cabo de 10 años, habían derrotado a las tropas colonialistas y alcanzado la independencia.

No encontraron una nación, pero se encontraron con toda la secuela del colonialismo. Durante siglos el pueblo de Mozambique fue explotado por los colonialistas. ¿Y qué significó eso? Se mantenían todavía las ideas tribales; había en el país un 90% de analfabetos, ¡noventa! —nosotros encontramos un 30%. Si en Cuba había un millón de analfabetos en una población de seis y medio millones, en Mozambique había un millón que sabía leer y escribir, en una población de 9 millones. Incluso, una importante parte de la población no conocía ni el idioma de los colonialistas. De modo que, cuando se visita Mozambique y se reúne cualquier visitante con el pueblo, en Beira o en otros lugares, necesita un traductor del idioma de aquella región para poder hablar. No existía siquiera un idioma nacional o un idioma que, aunque no fuera de origen nacional, que fuera importado —como el de aquí, el español—, sirviera para entenderse entre todos. En las universidades, las universidades de la colonia, de más de 4 000 estudiantes, solo había 40 africanos; los demás eran los hijos de los colonos, que aparte de eso eran los dueños de las industrias, de los negocios y de todas las riquezas del país. ¡Cuarenta africanos entre más de cuatro mil! Los únicos que podían ir a la escuela secundaria, adquirir conocimientos técnicos, asistir a las universidades, no eran los africanos, eran los hijos de los colonos. Como consecuencia de todo esto, los únicos que tenían conocimientos técnicos en el país eran los colonos, los europeos, los ocupantes del país.

Lógicamente, al triunfar la lucha del pueblo de Mozambique por la independencia —pero la lucha por la independencia no para establecer el neocolonialismo, sino para establecer la Revolución después de la independencia—, los colonos, en su inmensa mayoría, se marcharon. Con los colonos, se fueron los técnicos, los profesores de las universidades, los médicos, los ingenieros, los administradores, los obreros más calificados, etcétera. Y con una población de 10 millones de habitantes, el colonialismo dejó allí, en Mozambique, ¿saben cuántos médicos? Cualquier hospital nuestro tiene más médicos que los que dejó allí el colonialismo para 10 millones de personas. ¡Cuarenta y cinco médicos africanos aproximadamente quedaron en Mozambique!

Nosotros teníamos un poco más de médicos, teníamos 6 000, y se fueron —como ustedes recuerdan bien... No eran yankis ni eran colonos, pero cuando oyeron hablar de revolución y revolución de verdad, no de cuentos de esos; cuando oyeron hablar, y antes de oír hablar de socialismo, puesto que no les gustaba aquello de reforma agraria, reforma urbana, justicia social, lucha antimperialista, se fueron 3 000. Pero nos quedaron 3 000 médicos, nos quedaron 80 veces más médicos que los que quedaron en Mozambique.

Eso, eso es lo que significa el colonialismo. Después de muchos siglos de dominación, le dejaron al pueblo africano 45 médicos.

De modo que ellos se enfrentan, en realidad, a problemas mucho más serios que los que enfrentamos nosotros.

Desde luego, Mozambique es un país de enormes recursos naturales. Con una población igual a la nuestra, tiene siete veces más superficie que Cuba. Allí los colonialistas y los imperialistas pensaron dividir el país en dos o tres regiones, dos o tres estados, para poder dominar mejor, apoyándose en factores tribales y regionales; por eso, el haber impedido todo eso constituye uno de los grandes méritos históricos de los revolucionarios mozambicanos. Cuentan con un gran país, de cuantiosos recursos naturales. Baste decir que uno solo de los muchos grandes ríos que tiene Mozambique, tiene más caudal que todos los ríos de Cuba juntos; baste decir eso, uno solo de los grandes ríos. Ellos tienen un enorme potencial hidráulico.

Y voy a poner otro ejemplo. Los imperialistas creían que los mozambicanos no iban a conseguir la independencia y estaban haciendo grandes planes, entre otras cosas para combatir la independencia, integrando los recursos de Mozambique con los intereses del imperialismo en la zona de Africa Austral, y construyeron una enorme presa que costó 1 800 millones de dólares. Bueno, la bahía de Santiago cabe un montón de veces en esa presa; no solo la bahía de Santiago, la bahía más grande nuestra, la de Nipe, cabe varias veces en esa presa de Cabora Bassa, la que construyeron allí entre imperialistas y colonialistas para suministrar electricidad a las industrias de Africa del Sur.

Esa presa tendrá en 1980 cuando estén totalmente instalados los generadores una capacidad de 3 600 megavatios. Tres mil seiscientos megavatios es tres veces toda la capacidad de producción de energía eléctrica de Cuba en la actualidad. Claro, estamos aumentando: teníamos 300 al principio; ahora tenemos más de 1 200; para 1980 estaremos rebasando los 2 000. Pero bueno, siendo nuestra capacidad eléctrica cuatro veces mayor que la que había antes del triunfo de la Revolución, esa sola presa puede producir tres veces más energía eléctrica que la que nosotros podemos producir en la actualidad.

Y ese es un río. Pero a ese río, según nos informan los compañeros de Mozambique, se le pueden hacer dos presas más, grandes; y tienen un montón de ríos. De modo que Mozambique se puede, con el desarrollo, electrificar y producir energía eléctrica no solo para Mozambique, sino para los vecinos también.

Hemos estado calculando lo que costaría en petróleo, a los precios actuales, producir la electricidad que saldría de esa presa, y aproximadamente costaría unos 400 ó 500 millones de dólares en petróleo. De modo que la naturaleza los ha privilegiado a ellos con esos grandes recursos energéticos por la vía hidráulica, que son inagotables; porque un pozo de petróleo se seca, pero el río siempre corre, un río pudiéramos decir que es eterno.

La energía constituye un factor importantísimo del desarrollo en el mundo de hoy, y ellos tienen un enorme potencial hidroeléctrico, de forma tal que podrían resolver todos los problemas de energía eléctrica indefinidamente e ilimitadamente.

El país cuenta con grandes recursos minerales. No han encontrado todavía petróleo; pero lo más probable es que lo encuentren y que encuentren gas. Pero tienen carbón, grandes yacimientos de carbón; y cuando no se tiene petróleo, si se tiene carbón es un gran privilegio también. Ellos disponen de grandes yacimientos minerales, entre ellos grandes yacimientos de hierro de una gran calidad, lo que les permitiría una base —carbón y hierro— para el desarrollo de la siderurgia en el futuro. El carbón les permitiría también, en el futuro, el desarrollo de la petroquímica; pero además de carbón tienen cobre y tienen otros muchos minerales valiosos.

Sin embargo, la mayor parte del territorio está todavía por explorar; de modo que nadie sabe con cuántos recursos minerales cuenta Mozambique. Es decir que cuenta con potencial hidráulico para la energía eléctrica, cuenta con carbón y cuenta con incontables recursos minerales; además, cuenta con grandes áreas de bosques y, sobre todo, con tierras de magnífica calidad.

Digamos: Ellos pueden llegar a cultivar 40 millones, 50 millones de hectáreas de tierra. Para poner un ejemplo, toda la tierra agrícola de Cuba son unos 6 millones de hectáreas y somos los más grandes exportadores de azúcar en el mundo; y ellos cuentan con agua también no solo para la energía, sino para la agricultura, y con tierra suficiente para cultivar unos 40 ó 50 millones de hectáreas. Una hectárea de tierra es, bueno, más o menos esto que tenemos aquí, esta plaza; en caballerías eso es unos 4 millones de caballerías de tierra.

Es decir que Mozambique se puede convertir en una especie de granero productor de alimentos para el Africa. Y la producción de alimentos tiene una importancia tremenda en el mundo del futuro, puesto que los habitantes de este planeta somos ya más de 4 000 millones, seremos 7 000 en el año 2000, y sigue creciendo la población del mundo. No crece al mismo ritmo la producción de alimentos.

De modo que Mozambique cuenta con grandes recursos naturales: hidráulicos, energéticos, mineros y agrícolas. Ese es el país que ellos rescataron de manos del colonialismo y del imperialismo; y 10 millones de habitantes luchadores, patriotas, combativos, entusiastas, inteligentes, nobles, que constituyen el factor humano de ese país. Pero claro, ¡claro!, todo eso está por desarrollar. Y ya ustedes se pueden imaginar lo que significa partir virtualmente de cero, de cero; cero ingenieros, digamos, cero médicos —porque entre 45 y cero, bueno, la diferencia es pequeña—, cero técnicos, cero industrias prácticamente, solo unas pocas industrias que tenían allí los colonialistas. Ellos tienen ahora por delante esa inmensa tarea.

Desde luego, no es casualidad que el pueblo de Mozambique tenga ahora la oportunidad de empezar a construir ese país; ¡no es casualidad! No fue casualidad la organización de la lucha por la independencia en condiciones muy difíciles, el enfrentamiento al imperialismo, al colonialismo, hacer la guerra; luchar contra el racismo, contra el tribalismo, contra el regionalismo, contra el neocolonialismo, contra el capitalismo, para llegar a la situación de un pueblo unido, que empieza a adquirir un fuerte espíritu nacional para marchar hacia el futuro.

Esa fue la obra de los revolucionarios, de los patriotas, de los mártires, de los dirigentes; esa fue en sus inicios, la obra de Mondlane, y la obra, desde sus inicios hasta hoy, del compañero Samora Machel (APLAUSOS).

Ellos empezaron por unir las distintas fuerzas patrióticas, nacionalistas, anticolonialistas, antimperialistas; constituyeron el FRELIMO, y al mismo tiempo que iban organizando el movimiento político comenzaron a entrenar a los primeros combatientes. Ya desde 1962 —si mal no recuerdo—, ya por esa época, el compañero Samora Machel se encontraba en los campamentos donde se entrenaban futuros combatientes en la hermana República de Argelia (APLAUSOS).

El compañero Samora Machel participa en la organización y en la realización de las primeras acciones armadas en 1964, que empezaron por el norte de Mozambique, en una provincia que se llama Cabo Delgado.

Pero ese no fue un proceso fácil. Ya iniciada la lucha armada, ellos tuvieron que enfrentarse a distintas corrientes dentro del frente de liberación nacional, porque había un movimiento amplio donde están todos los que dicen que luchan contra el colonialismo, contra el imperialismo, que quieren la independencia, etcétera; pero en esos frentes amplios hay de todo: hay gentes que quieren la independencia para establecer el neocolonialismo o para establecer el capitalismo, para mantener el sistema de explotación del hombre por el hombre. Y ya desde los primeros años se manifestaron las contradicciones entre los revolucionarios más claros, más avanzados, más progresistas, y aquellos elementos que querían quitar el colonialismo, ganar la independencia y establecer una burguesía nacional, crear el capitalismo. Y los revolucionarios se vieron enfrentados a fuertes luchas en el seno del movimiento. Los elementos reaccionarios acudieron al tribalismo, al racismo, al regionalismo, etcétera; y los revolucionarios se vieron obligados a librar una lucha dentro del frente, una lucha inteligente, tratando de mantener la unión y, a la vez, tratando de combatir las ideas reaccionarias en el seno del movimiento de liberación.

Y hay que decir —y la historia lo recoge— que tuvieron una extraordinaria habilidad y un gran éxito para llevar adelante esa lucha en medio de la guerra; y en medio de la guerra, estimuladas por los colonialistas, surgieron disputas, y algunos de los elementos reaccionarios se pasaron al lado de los colonialistas. Fueron asesinados muchos dirigentes, y entre ellos fue asesinado Mondlane en el año 1968, que había sido fundador del frente.

Ya desde esa época el compañero Samora Machel se destacó por su papel decisivo en la lucha contra estas corrientes en el seno del FRELIMO, y a raíz de la muerte del fundador del movimiento, fue designado entre los tres principales dirigentes del FRELIMO; y en el año siguiente, el Comité Central surgido del II Congreso lo elige ya Presidente del movimiento de liberación (APLAUSOS).

Pero él, lógicamente, no llega a esa autoridad y a ese prestigio por casualidad. Habiendo participado en el inicio de las acciones armadas, había sido designado después responsable principal de la organización de las fuerzas guerrilleras y de la dirección de la guerra.

Cuando lo eligen presidente del FRELIMO ya tenía una gran experiencia militar; pero aún más importante que su experiencia militar, era su experiencia y su claridad política. Dirigió desde 1969 ó 1970 al FRELIMO en el orden político y en el orden militar, intensificó la guerra; y ya en 1974 los colonialistas habían sido derrotados (APLAUSOS).

Un hecho muy interesante es que ya desde la propia guerra el compañero Samora Machel, al frente de un grupo que dirigía el FRELIMO, fue preparando las condiciones para la creación de un futuro partido, porque no es lo mismo frente que partido. El frente comprendía a todos; el partido era ya una vanguardia.

Y durante la guerra fueron creando las condiciones para el desarrollo del partido.

Derrotados los portugueses, hay un gobierno de transición.

Los combatientes de Mozambique, de Angola, y de Guinea-Bissau no solo derrotaron a los colonialistas en Africa; derrotaron al fascismo en Portugal (APLAUSOS). No solo trajeron la independencia a las colonias, sino que llevaron la democracia, verdad es que democracia burguesa, pero llevaron la democracia al Portugal fascista.

Por eso debemos decir que los africanos de las colonias portuguesas no solo se liberaron a sí mismos con su lucha, sino que ayudaron —no podemos decir también liberaron, porque el pueblo portugués luchó durante esas décadas de fascismo— al pueblo portugués a liberarse del fascismo. Porque cuando la guerra colonial hizo crisis en Africa, resultado de la lucha heroica de los pueblos oprimidos por el colonialismo portugués, el fascismo hizo crisis en Portugal y fue derrotado.

La independencia se había alcanzado. Pero, ¿se resuelve todo con eso que se llama alcanzar la independencia? ¿Independencia para qué? ¿Independencia para quiénes? ¿Independencia para los capitalistas? ¿Independencia para los burgueses? ¿Independencia para los colonos, que eran dueños de todas las riquezas del país? ¿Independencia para crear el neocolonialismo? ¿Independencia para mantener la explotación del hombre por el hombre? Ellos dijeron: "¡No!" Ellos dijeron: "¡Independencia para el pueblo, independencia para acabar con la explotación del hombre por el hombre, independencia para el socialismo!" (APLAUSOS)

Y esa es una cuestión de extraordinaria importancia, porque inmediatamente que los revolucionarios, con el compañero Machel al frente, asumieron el poder en Mozambique, empezaron a establecer leyes revolucionarias: empezaron a nacionalizar la tierra, empezaron a nacionalizar las industrias de todos aquellos que habían estado cooperando con el colonialismo, a nacionalizar las industrias de los que abandonaron el país, a nacionalizar la educación, los servicios de salud y todos los puntos estratégicos de la economía.

Y naturalmente los colonos no estaban dispuestos a soportar allí un gobierno revolucionario, un gobierno de los africanos, y en su inmensa mayoría se marcharon del país. Ellos pensaban como pensaron todos los reaccionarios en todas las épocas.

Desde la gloriosa Revolución de Octubre, cuyo 60 aniversario se va a conmemorar ahora (APLAUSOS), los burgueses creían que al marcharse el país se arruinaba. "¡Allá vamos a dejar a los siervos de la gleba, a los trabajadores, a los obreros, a ver cómo manejan el país!" Eso lo hicieron en la vieja Rusia, eso lo hicieron también en Cuba. Ellos dijeron: "Vamos a ver cómo esta gente se las arreglan y pueden manejar el país, cuando se vayan los técnicos, los administradores, los sabios, los inteligentes, los cultos, los preparados, etcétera, etcétera. Y vamos a ver cómo los campesinos y los obreros van a echar a andar el país." Bueno, tuvimos tropiezos, problemas, errores; pero echamos a andar el país (APLAUSOS). No solo lo echamos a andar, sino que está marchando bastante bien; no vaya decir perfectamente, no, nunca podemos decir eso. Una prueba es que tenemos 130 000 estudiando en las universidades, para citar un ejemplo. Una prueba es que las industrias, que antes tenían que venir aquí empresas americanas a construirlas, hoy las construyen los obreros cubanos, lo mismo una fábrica de fertilizantes, que una fábrica de cemento, que una fábrica textil, etcétera; las escuelas las construimos por centenares, las carreteras, las presas, los caminos, los ferrocarriles. En fin, hemos ido aprendiendo a hacer unas cuantas cosas. Ellos creían que este país no iba a andar. Anduvo, marcha; y es de suponer, a no ser que todos nosotros seamos unos grandes mediocres, que marche mejor cada día (APLAUSOS). Médicos tenemos, ingenieros agrónomos, técnicos, en fin, cada vez más y más. Ya veremos: dentro de 2 ó 3 años tendremos unos 150 000 estudiantes universitarios; el tiempo pasa y un poco más adelante pasarán de 200 000. De modo que la prueba la tuvimos en Cuba.

En Angola hicieron lo mismo. Dijeron: "Nos vamos y esto se hunde." En Mozambique dijeron: "Nos vamos y esto se hunde." Hicieron lo mismo que en todas partes. Eso se repite, esa lección se repite.

El compañero Samora Machel me explicaba cosas muy interesantes. Nosotros, en nuestros planes de colaboración con Mozambique, le hemos ofrecido un número de becas, incluso hemos destinado cuatro escuelas secundarias básicas de Isla de Pinos, para estudiantes mozambiqueños (APLAUSOS); del mismo modo hemos asignado un número de escuelas a la hermana República de Angola (APLAUSOS). Y ya este año han llegado más de 1 000 jóvenes de Mozambique a realizar sus estudios secundarios en Cuba. Y me contaba él: "Sabe, compañero Fidel, que empezaron los reaccionarios y los enemigos de Mozambique a lanzar bolas, de que Mozambique estaba mandando los niños para Cuba, vendiendo niños a Cuba" (RISAS). Le dije: "Compañero Samora Machel, eso no es nuevo, eso es viejo, eso es tan viejo como la Revolución de Octubre" (RISAS). Porque desde que empezaron las primeras revoluciones socialistas, empezaron esos trucos y esos engaños. Yo le dije: "Eso no lo inventaron allá en Mozambique, eso lo inventaron hace casi 60 años." Y le decía: "En Cuba me acuerdo, me acuerdo, que hubo un tiempito en que por ahí empezaron a lanzar bolas de que estábamos mandando los muchachos para Rusia, que les íbamos a quitar los muchachos a las familias, para mandarlos para Rusia." Y me acordé y le conté aquella repugnante y pérfida historia que inventaron con la cuestión de la patria potestad, cuando incluso fabricaron una supuesta ley y la imprimieron y la divulgaron, diciendo que era una ley que tenía preparado el Gobierno Revolucionario en que le quitaba la patria potestad a la familia, lo que provocó incluso cierto pánico. El decía que allá hicieron una historia semejante en Mozambique, una historia semejante a esa, y hubo familias, madres asustadas que se fueron para otros países. Me acordaba lo que pasó aquí.

Era irracional, absurdo. ¿Qué es eso de la patria potestad, o de quitar la patria potestad? Si el Estado revolucionario no hace más que discutir con los padres, y decirles: "Oiganme, ocúpense de los hijos, porque los maestros no lo pueden hacer todo en la escuela, y la familia es muy importante, y la educación familiar muy importante, y el ejemplo familiar muy importante" (APLAUSOS). ¿Cómo puede el Estado revolucionario asumir la educación sin la colaboración máxima de la familia, sin la participación máxima de la familia? El Estado revolucionario puede hacer escuelas, preparar profesores, asignar recursos para la educación; pero sin la familia, sin la colaboración de la familia, esa tarea no podría tener éxito.

¿Que ha ocurrido en realidad en los años de la Revolución? Hacemos decenas de escuelas, cientos de escuelas de becarios, y las familias quieren cada día más becas, y más becas, y más becas. Y hay que estarles diciendo todos los días a las familias: "Es que no hay suficientes becas, no alcanzan" (RISAS). Y algunas dicen: "Funcionan hasta las 5:00 nada más, o las 6:00, y yo estoy en el trabajo hasta las 7:00 ó 7:30", etcétera. Esos son los problemas que se oyen todos los días (RISAS).

Y sin embargo, en los primeros tiempos de la Revolución, para que ustedes vean cómo se puede abusar de la ignorancia, qué falta de escrúpulos tienen los reaccionarios, lanzaron aquí la versión de que la Revolución les iba a quitar la patria potestad a las familias.

Y me contó el compañero Machel que allá en Mozambique hicieron lo mismo. Yo le dije: "No son grandes inventores; eso es viejo, ¡eso es viejo!" Porque yo cuando oí ese invento de la patria potestad, yo decía: ¿De dónde habrán sacado esta gente, esto, esta cosa diabólica? ¡Ah!, más adelante leyendo los libros de Sholojov, el escritor soviético de la Revolución que escribió "Sangre en el Don" y una serie de libros sobre el Don, y ya desde aquella época, desde 1917, desde 1918, ¡allá!, los burgueses y los aristócratas y los feudales habían inventado la historia de la patria potestad. ¡Ya desde entonces!, y me enteré por los libros de Sholojov (RISAS). Digo: Pues estos no han inventado nada siquiera, porque lo que hicieron fue copiar servilmente lo que había pasado en otros países. Estos burgueses de aquí, y los colonialistas y los reaccionarios en Angola, en Mozambique y en todas partes, no inventan nada. Lo que han hecho es copiar, pero realmente nada nuevo han inventado en estos tiempos. Y del arsenal de las intrigas, de las mentiras, de las infamias, de las clases reaccionarias han sacado los recursos para combatir aquí, allá y en todas partes; los mismos trucos y las mismas cosas.

De modo que están pasando por algunas de las experiencias que pasamos nosotros. Pero aquí por lo menos había burgueses. En Mozambique no hay burgueses de ninguna clase; allí los dueños de todos los negocios, de todos los timbiriches, de todas las grandes tiendas, de los almacenes, de los transportes, de las fábricas, de las tierras, del ganado, eran colonos portugueses. Allí en Mozambique todo lo más que habría sería algunos aspirantes a burgueses, ¡aspirantes a burgueses!, que no es lo mismo que burgueses.

Por eso, ellos allí con una gran inteligencia fueron librando sus batallas, esclareciendo a las masas, combatiendo la reacción, combatiendo los prejuicios, combatiendo el tribalismo, enfrentándose oportunamente a todos esos problemas, combatiendo la anarquía, combatiendo el liberalismo, creando las bases del partido, para poder desde el primer momento, desde el gobierno, iniciar una marcha revolucionaria realmente.

Entonces, en su hora, en su oportunidad, con todas las condiciones creadas, proclamaron el socialismo como objetivo de la Revolución Mozambicana (APLAUSOS). Pero no solo proclamaron el socialismo, no solo proclamaron el socialismo. Del socialismo hoy habla hasta el Pipisigallo —para decirlo en terminología popular. Tradúcele eso (RISAS). Yo no sé si en Mozambique conocen ese término (RISAS).

En el mundo hay demagogos de todas clases que hablan de socialismo, y otra gente dice: Bueno, sí, socialismo científico, o algo que se parezca a eso. Pero ellos dijeron: "¡No, el socialismo basado en los principios del marxismo-leninismo!" (APLAUSOS) Ellos dijeron: "¡Nuestro principio, nuestra ideología es el marxismo-leninismo!" y con las bases creadas durante la guerra, se dieron a la tarea de preparar el III Congreso y la constitución de un partido de vanguardia marxista-leninista. Con esas letras y esas palabras (APLAUSOS).

Uno tiene que meditar qué inmensa satisfacción habría sido para Marx, para Engels y para Lenin que antes de cumplirse el 60 aniversario de la Revolución de Octubre —ideas que habían sido extraordinariamente esclarecidas por Lenin como las relativas al problema de los países colonializados y al problema del movimiento de liberación en las colonias; ideas que fueron la inspiración de hombres tan extraordinariamente brillantes como Ho Chi Minh (APLAUSOS)—; qué inmensa satisfacción para los fundadores de las doctrinas revolucionarias y del socialismo científico, que antes de cumplirse el 60 aniversario de la Revolución de Octubre, ya en 1975, los revolucionarios de Mozambique, a pesar de existir en ese país un 90% de analfabetos, a pesar de que todavía no tenían una nación, a pesar de que les quedaban 45 médicos, proclamaran el objetivo socialista del proceso y el carácter marxista-leninista de sus ideas (APLAUSOS).

Hacemos homenaje a las fechas históricas, hacemos homenaje a los hombres que nos ayudaron con sus ideas luminosas. Pero, a decir verdad, hechos como esos constituyen un monumento vivo a Marx, Engels y Lenin, y constituyen el mejor homenaje que los hombres de las nuevas generaciones puedan hacer a la Revolución de Octubre (APLAUSOS).

Lo fundamental de esto es que en realidad, sin el socialismo y sin una doctrina revolucionaria, ¿cómo podrían enfrentarse los patriotas mozambicanos y angolanos, etcétera, a los gigantescos problemas que tienen delante, a la tarea de construir un país partiendo de cero? Imagínense que empiece un burgués por aquí, otro por allá; aquel a poner una fabriquita de cualquier cosa; aquel el timbiriche; aquel un prostíbulo; aquel un bar; aquel cualquier otra cosa por allí; aquel un negocio de drogas, y el otro un negocio de juegos, que es lo que caracteriza a la sociedad capitalista. Y el despilfarro, y el lujo; y los pocos recursos del país que se necesitan para libros, para medicinas, empezar a dedicarlos a comprar automóviles, lujos, etcétera, a viajar por París y por Londres y por Lisboa y por todas partes.

Imagínense ver ahora un país partiendo de cero, donde hay que empezar a alfabetizar a ese 90% de la población; consolidar el espíritu nacional; establecer un programa de salud pública para empezar a combatir las mil y una enfermedades que hay en ese continente, y empezar a desarrollar esos recursos económicos. ¿Cómo se puede hacer sin el socialismo, sin una economía planificada, sin una doctrina verdaderamente revolucionaria? ¿En qué se cae? Se cae de nuevo en el dominio imperialista, en el neocolonialismo, en el capitalismo. Bueno, no se sabe en lo que se cae, se cae en el infierno de por vida, ¡de por vida! Porque no me imagino cómo los capitalistas van a resolver el analfabetismo; ni el neocolonialismo iba a resolver el problema del analfabetismo de Mozambique, ni de la miseria, la pobreza, el subdesarrollo. ¿Cómo entregar eso a los monopolios para que se encarguen de esa tarea? Si lo que necesitan los monopolios y los capitalistas son esclavos, ¡esclavos!, para trabajar en las grandes fincas y cultivar el algodón a mano —y si hay mano de obra barata, mejor para ellos, hacen menos inversiones—, y cultivar el arroz a mano, y la caña a mano, y el sisal o henequén a mano, en fin.

Y no hay duda de que constituye un verdadero ejemplo de talento político, de claridad política, de convicciones revolucionarias, el proceso de Mozambique. Y yo creo que eso constituye uno de los grandes méritos históricos del compañero Samora Machel (APLAUSOS).

Lo que es el Africa, nosotros lo conocemos; lo que dejó el colonialismo en Africa, nosotros lo conocemos bien: en Angola, en Etiopía, en Mozambique, en Guinea Bissau, en la República de Guinea, en el Congo, en todas partes; porque hemos estado por muchas partes. Y se puede decir que esos problemas afectan a miles de millones de personas. El imperialismo y el neocolonialismo dejaron en Etiopía —lo repito, porque esa cifra tenemos que aprendérnosla de memoria— 150 000 leprosos, 450 000 tuberculosos, 6 ó 7 millones de palúdicos y 14 millones de personas con infecciones en la vista, 90% de analfabetos, desnutrición. ¡Eso dejaron el imperialismo y el neocolonialismo en Etiopía! Y además, 125 médicos; que por lo general se formaron en las universidades aquellas y vivían en la capital y en muchos casos de Africa y de los países subdesarrollados no había quien los hiciera mover un kilómetro de la capital.

Cuando se habla en los libros de imperialismo y de colonialismo, es bueno tener las ideas claras, pero es bueno tener ejemplos claros que nos enseñen, nos digan qué significó el imperialismo y qué significó el colonialismo.

Ahora estos pueblos que alcanzan su independencia se tienen que enfrentar a todos esos problemas juntos, ¡juntos! Al subdesarrollo, a la pobreza, la desnutrición, las enfermedades, el analfabetismo; sin industrias, sin agricultura moderna, aunque tengan grandes recursos naturales. En un mundo con economía en crisis derivada de toda esta locura capitalista, contracción en los mercados, etcétera; y luego, el intercambio desigual, ¡el intercambio desigual! Se tiene que estar produciendo cualquier cosa a mano, para cambiarla por un equipo que, si antes valía 5 000 pesos, ahora vale 40 000. Un camión, si antes valía 5 000, ahora vale 40 000, ha aumentado ocho veces; pero lo que usted produce no ha aumentado ocho veces. Puede haber en este proceso aumentado dos veces o tres veces, lo suyo aumentó dos veces de precio y a veces ni dos. Vaya usted a ver el azúcar ahora, a siete centavos y tanto; bueno, es dos veces lo que tenía hace —qué sé yo— quince años. Pero compre un camión, compre un ómnibus, salga al mercado capitalista a comprar un ómnibus, un camión; vale siete veces más, ocho veces. Salga a comprar una fábrica de cualquier cosa; vale siete u ocho veces más.

Ahora, yo les hablé de los recursos naturales que tienen ellos en Mozambique. Sí, grandes ríos, grandes potenciales, grandes recursos minerales. ¿Pero qué tienen ahora? ¿De qué viven?

Pues viven de que recogen semilla de marañón, son de los grandes productores de semilla de marañón. Imagínense todas las semillitas de marañón que hay que arrancar, y recoger, y secar, y embalar y embarcar, las semillitas de marañón baratas, para que coman en el mundo, bueno los que tienen dinero; los mozambicanos no se pueden poner ni a soñar en comer semilla de marañón, porque, si no, no pueden comprar ni un alfiler; porque ellos no producen, por supuesto, alfileres, eso lo producen los industrializados. Semilla de marañón para Nueva York, para París, para Londres, para Lisboa, etcétera. ¡Cuántas semillas de marañón hay que recoger para comprar un camión!

Entonces, además, producen henequén. Ustedes saben lo que es el henequén, que hay que andar con cuidado cuando usted se dobla para no pincharse la frente o la vista o el rostro. Bueno, corte henequén y coseche henequén para exportar, para comprar maquinaria. Bueno, cualquier cosa que compre, desde la energía hasta los equipos industriales.

Y cultivan algodón a mano, y exportan un poco de algodón; y cultivan té a mano y exportan un poco de té, que hay que recoger lo hojita por hojita, ¿no saben cómo se recoge el té? Bueno, muy bien, allá el estándar de vida inglés es muy alto, una hora de trabajo inglesa se cambia por 30 ó 40 horas de trabajo en Mozambique. Porque el té se lo compran barato, pero el camión se lo venden bien caro, y cualquier equipo industrial y cualquier producto semielaborado. ¿Cuántas hojitas de té hay que recoger para comprarse una fábrica?

Entonces, vean, he puesto los ejemplos: semilla de marañón; algodón, motica por motica; té, hojita por hojita; sisal, penca por penca. ¿Y qué otra cosa tienen? Bueno, producen un poquitico de azúcar, que hay que cortarla allí a mano, con bastante calor. Y copra. Hay que subirse en las matas de coco una a una, ir tumbando los cocos uno a uno. ¿Cuántos cocos hay que tumbar de una mata y descascarar para comprarse un tractor?

Con estos ejemplos que les estoy dando, les estoy tratando de expresar en qué consiste la tragedia del mundo subdesarrollado y en qué consiste el intercambio desigual. Una tonelada de acero, cuando usted hace una máquina en la industria mecánica, se multiplica su precio seis o siete veces. Entonces cambia esa máquina, a un precio por las nubes, por la semillita de marañón, la penquita de sisal y la copra de coco. Esa es la tragedia.

Y ese es uno de los problemas más difíciles del mundo actual: cómo se van a resolver los problemas de los países subdesarrollados que constituyen la inmensa mayoría de la humanidad. Porque hay que vestirse, ¿no?; hay que agarrar un ómnibus, si es posible —en La Habana ahora cuesta trabajo—; hay que adquirir su medicina; hasta si se quiere, descansar un día, ver una película, tener algún derecho a la vida. ¿Y cómo se van a enfrentar esos problemas sin el socialismo, sin una doctrina científica, sin la unión de todas las fuerzas progresistas y revolucionarias, sin un esfuerzo por cambiar estas condiciones existentes en el mundo?

El compañero Samora Machel, con un clarísimo sentido político, no solo contribuyó y trabajó arduamente para crear las bases de un partido, la divulgación de una doctrina, un programa, una meta, sino que, consecuente con ello, estrechó extraordinariamente sus relaciones con los países socialistas y con el movimiento progresista.

No quiero extenderme mucho más, pero debo añadir que, además, Mozambique está ahí al lado de Zimbabwe —Zimbabwe para los africanos, Rhodesia para los racistas—, y al lado de Sudáfrica; tiene miles de kilómetros de frontera con esos países racistas, fascistas y colonialistas, o colonizados —para ser más claro. Se ve hostigado, bloqueado económicamente, agredido con frecuencia por los racistas que están al servicio del fascismo, al servicio del neocolonialismo, al servicio del odioso racismo.

Es decir, es un país que está en una primerísima trinchera de la lucha por la liberación de los pueblos, la lucha contra el racismo, y no ha vacilado en darle su máximo apoyo al movimiento revolucionario. Cerró las fronteras con la Rhodesia racista que oprime a más de 6 millones de africanos. Ellos recibían importantes ingresos por el ferrocarril, 40 000 obreros trabajaban en ese ferrocarril, y Mozambique, cumpliendo el espíritu de las decisiones de las Naciones Unidas, cerró la frontera con Rhodesia, haciendo con ello grandes sacrificios económicos, entre ellos el empleo de decenas de miles de trabajadores, sin que esto se haya traducido en una ayuda de las Naciones Unidas de consideración para Mozambique. Es decir que ellos mantienen una posición internacionalista firme y consecuente.

Nosotros tuvimos el honor de conocer el país, de tener contactos con los dirigentes de Mozambique y con el pueblo de Mozambique, y sabemos las duras y difíciles condiciones en que ellos luchan.

Cuando hablábamos de qué vivía Mozambique, hay que añadir, ¡hay que añadir! Vive de esas cosas que dije y de 200 000 mozambiqueños que trabajan en las minas de Sudáfrica. Ese fue el empleo que crearon los colonialistas: suministrar mano de obra barata a los racistas sudafricanos. De este modo, 200 000 mozambicanos trabajan en las minas y empleos similares de los racistas sudafricanos, y ese es uno de los ingresos que tiene Mozambique, de los modestos ingresos que tiene Mozambique. Sufre allí bloqueos, los racistas sudafricanos no quieren suministrar piezas de repuesto, porque algunas de esas piezas tradicionalmente, como aquí venían del norte, allí venían del sur, de Sudáfrica. Han ido creándoles todos los problemas que puedan crearles. De modo que esos son los medios de vida de Mozambique.

Creo que esto les puede dar a ustedes una idea de lo que ha representado el FRELIMO, de lo que representa el compañero Samora Machel para nosotros. Es un gran honor realmente esta visita.

Nosotros, en la medida de nuestras fuerzas, estamos brindándoles alguna cooperación a los mozambicanos. Como somos un país pequeño, como somos también un país subdesarrollado, aunque estamos en mejores condiciones que Mozambique, no es mucho lo que podemos hacer, pero en algo tratamos de contribuir. Tenemos allí algunos médicos, enfermeras, técnicos en azúcar, técnicos en ganadería, en agricultura, en pesca, en construcción, en transporte, etcétera; en fin, hay cerca de 300 cubanos en Mozambique trabajando en estas esferas, y llegarán a ser un poco más de 400.

También les ponemos a su disposición todas las experiencias de la Revolución, que son algunas ya, cosas que pueden ahorrarles a ellos errores o que puedan acelerar su proceso. Les ofrecemos becas también para estudiar en nuestro país, y entre ellas estas cuatro escuelas adonde están viniendo muchachos del nivel secundario, para que rápidamente se puedan ir preparando en nuestro país, hasta el día en que ellos puedan hacer esas escuelas allí en cantidades iguales o mayores de las que hacemos nosotros.

Cooperamos con ellos en el terreno internacional, estamos estrechamente unidos en nuestras relaciones con el campo socialista y con el movimiento revolucionario. Seguiremos luchando políticamente por ellos y tratando por todos los medios posibles de cooperar, cumpliendo así un elemental deber internacionalista (APLAUSOS).

No podemos ser egoístas, no podemos estar deseando todo para nosotros. Ya nosotros tenemos el triple de médicos de lo que en un momento quedó después del triunfo de la Revolución. Tenemos más de 8 000 muchachos en la escuela de medicina, ingresaron 3 000 este año, en 1980 van a ingresar 4 000 Y va a seguir aumentando el número de ingresos en la escuela de medicina. Vamos a tener, por ejemplo, todos los médicos que nos dé la gana de tener, y como Guillén, diríamos: tendremos lo que tendremos que tener de médicos y de técnicos. Y no solo para nosotros. Vamos compartiendo un poquito nuestros recursos técnicos con otros países que están peores que nosotros, peores, ¡pero mucho peores! Bueno, no hay comparación posible entre el número de médicos. Nosotros tenemos un médico por menos de 1 000 personas ya. Hay un médico por cada 900 personas en el país. En Mozambique han recibido algunos médicos de fuera. Si tuvieran solo los 45 aquellos, tendrían un médico por cada 200 000 habitantes, tendrían doscientas veces menos médicos que nosotros. Distintos países han enviado médicos, entre ellos Cuba, y tienen en total unos 400 ahora, es decir, un médico cada 25 000 habitantes, que atienden los hospitales, salvan vidas y realizan esas tareas. Nosotros estamos haciendo nuestro modesto aporte.

Creo que es muy importante que en todo el mundo estas situaciones se vean con claridad, y que todos los revolucionarios y todos los hombres progresistas del mundo se planteen este agobiante y realmente trágico problema: cómo se van a resolver los problemas de los países subdesarrollados, que constituyen la inmensa mayoría de la humanidad.

Ya se imaginarán cuánto tendrán ellos que aprender, prepararse, con un 90% de analfabetos. Y cuando tengan que construir una fábrica de cualquier cosa, ustedes saben lo que es construir una fábrica: se necesitan obreros que manejen equipos, grúas, montadores de alta calificación. En fin, nosotros hemos pasado por esa experiencia y sabemos que, bueno, al cabo de los años tenemos brigadas industriales que construyen. Cuando ellos tengan que construir una pequeña fábrica nada más, ¡cuántos problemas! Y los equipos, y los capitales que hacen falta para eso. Nuestra pregunta es, y la pregunta que tenemos que hacernos todos los hombres progresistas del mundo es esta: ¿cómo debemos trabajar y cómo se van a resolver los problemas del mundo subdesarrollado?

No quiero extenderme más. Más bien mi papel aquí era presentar al compañero Samora Machel. Nosotros tuvimos oportunidad de conocerlo; dejó en todos los compañeros de nuestra delegación una gran impresión por su historia, por su talento, por su claridad política, por su capacidad de dirección. Lo vimos allí con las masas y vimos cómo él se comunica con las masas. Los mozambicanos tal vez sean más conversadores que nosotros y un poco más bulliciosos, y él, de muy distintas formas, incluso cantando, con las consignas y con las canciones revolucionarias, va estableciendo el orden. Y es el dirigente que yo he visto con más habilidad para lograr captar la atención y poner el orden en un mitin (APLAUSOS).

Aquí estábamos discutiendo si poníamos traductor, si no poníamos traductor. Pero yo en realidad creo que el traductor puede estar aquí al lado, y si hay alguna palabra que no se entiende la traduce. Pero me parece que a él, como es muy expresivo, no va a ser difícil que ustedes lo entiendan y aunque hable portugués, lo vamos a entender.

Por tanto, cedo la palabra al compañero Samora Machel (APLAUSOS).

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)