DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO INAUGURAL DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL DE SOLIDARIDAD CON LA LUCHA DE LOS PUEBLOS AFRICANOS Y ARABES CONTRA EL IMPERIALISMO Y LA REACCION, CELEBRADA EN EL AFRICA HALL, ADDIS ABEBA, ETIOPIA, EL 14 DE SEPTIEMBRE DE 1978, "AÑO DEL XI FESTIVAL".

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Querido compañero Mengistu Haile Mariam;

Distinguidos delegados e invitados:

El privilegio de asistir a las festividades por el cuarto aniversario de la Revolución Etíope, me concede la oportunidad de acompañar al jefe de la Revolución de Etiopía, compañero Mengistu Haile Mariam, en el acto inaugural de esta conferencia.

Los problemas de Africa y del Medio Oriente se han convertido en el centro de la situación internacional de nuestros días y sus decisiones no solo influirán en el problema de la distensión internacional, que es el foco de las preocupaciones universales, sino que además determinarán el destino de los pueblos africanos, del pueblo árabe de Palestina y con ello el rumbo de la lucha de los países que en Asia, Africa y América Latina combaten por lograr consolidar y desarrollar sus independencias nacionales, e incorporarse a plenitud de igualdad y de derechos en el torrente de progreso que conduce a la humanidad hacia metas económicas y sociales más altas.

La conferencia se reúne en momentos en que las fuerzas más agresivas del imperialismo tienen en Africa su mayor preocupación y pretenden contener la marcha irrefrenable de los pueblos africanos.

En los días posteriores a la derrota del nazifascismo en la Segunda Guerra Mundial, la crisis del sistema colonial llevó a la independencia jurídica a decenas de países africanos. Los países árabes del norte, y un grupo importante de países del Africa negra como Guinea, Senegal, Ghana, etcétera, lograron esa independencia jurídica sin necesidad de recurrir al enfrentamiento armado final con sus antiguos opresores coloniales.

Pero los imperialistas aprovecharon sus antiguos vínculos de dominación económica, como su influencia política, para transformar aquel inicio formal de independencia en una triste realidad de sistemas neocoloniales. Unas veces mediante el asesinato de grandes figuras como Patricio Lumumba, otras mediante golpes de Estado reaccionarios y en otros casos mediante la penetración política y la corrupción económica, el imperialismo fue sustituyendo el vasallaje colonial por el más sutil pero no menos ominoso neocolonialismo económico-social. Quedaron unos cuantos regímenes aislados combatiendo heroicamente por la supervivencia independiente.

La década del 70 ha contemplado, sin embargo, el resurgimiento de los esfuerzos por la independencia nacional. En ello influye, de modo apreciable, el hecho de que el imperialismo neocolonial no tiene nada mejor que ofrecer a los pueblos que pretende dominar. Pero influye también decisivamente el combate heroico y firme de los pueblos africanos. En primer lugar aquellos que con sus luchas produjeron la crisis y la derrota del colonialismo portugués, como Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Cabo Verde, y también la decisión corajuda y persistente de los pueblos de Zimbabwe, Namibia y Africa del Sur de arrancarse el oprobio de la dominación brutal del colonialismo, las sanguinarias y opresivas minorías blancas y el apartheid.

Los imperialistas intentaron en Angola utilizar el abominable régimen racista de Africa del Sur y a gobiernos vecinos de Angola, que han sido sus títeres, para iniciar el aplastamiento del Gobierno del MPLA, encabezado por Agostinho Neto, una nueva reversión como la de los años 50, que limitaría la independencia de Angola, Mozambique y Guinea Bissau, y aislaría nuevamente a Tanzania, Zambia, la República de Guinea y a otros gobiernos democráticos y progresistas.

La victoria angolana impidió que se iniciara ese retraso histórico y la victoriosa y heroica acción del pueblo etíope, al traer en el noroeste de Africa una revolución auténtica y profunda, en un país de vieja cultura con más de 30 millones de habitantes, estratégicamente situado, añadió un elemento determinante en el proceso de lucha de los países negros y árabes del Africa, y convirtió este continente en un lugar, como hemos dicho, decisivo para el enfrentamiento con el imperialismo, de los pueblos que tanto aquí como en América Latina y en Asia, dan su batalla final por la verdadera independencia y por los profundos, justos y humanos cambios sociales que la historia exige.

La solidaridad de los pueblos de Africa entre sí, la solidaridad entre los pueblos africanos y los países árabes de Africa y Oriente Medio, la solidaridad de todos los pueblos subdesarrollados y en vías de desarrollo con sus hermanos de esta área del mundo, y la solidaridad de las fuerzas progresistas de toda la tierra, los países socialistas, la clase obrera y las fuerzas del progreso en los países capitalistas desarrollados con la causa de Africa y los países árabes, son un elemento indispensable en esta batalla histórica. La solidaridad ha tenido un significado especial en las luchas africanas y árabes en nuestros días.

Los imperialistas y sus servidores reaccionarios impugnan la presencia de Cuba en Africa, que no es más que la expresión de esa necesaria y valiente solidaridad que ustedes defienden y practican (APLAUSOS). Podríamos contestarles con las palabras de varios jefes de Estado africanos diciendo, que no hay en Africa ni un solo cubano que no haya sido llamado por un Estado independiente en uso de su soberanía y para defender una causa justa (APLAUSOS).

Hemos venido aquí para expresarles a ustedes, representantes de las organizaciones progresistas y revolucionarias de los pueblos de Africa y Medio Oriente y de otras regiones del mundo, que los acompañamos en esta decisión de solidaridad que ha motivado su fervoroso encuentro (APLAUSOS).

A los que nos acusan de estimular el enfrentamiento armado de los pueblos africanos contra sus opresores les diremos, que Cuba no se opone a cualquier solución pacífica a la lucha de los pueblos de Africa, esencialmente de Zimbabwe y Namibia por su independencia, siempre que esta sea justa y aceptada por los legítimos representantes de los pueblos: el Frente Patriótico, el SWAPO y por los Estados africanos que los han apoyado (APLAUSOS). Pero diremos, al mismo tiempo, que la mayor responsabilidad porque una solución pacífica no se haya logrado reside en que, mientras hablan de la paz necesaria los gobernantes angloamericanos, pretenden lograrla manteniendo al mismo tiempo intactas las estructuras represivas y reaccionarias creadas por Smith y Vorster, para imponer su odioso régimen de minoría blanca y el apartheid.

Mientras esa situación subsista y los combatientes de Zimbabwe y Namibia continúen exponiendo sus vidas en una lucha ardorosa, no les faltará al Frente Patriótico y al SWAPO la colaboración decidida que hasta hoy ha venido prestando la Cuba revolucionaria (APLAUSOS).

El imperialismo se empeña en sostener a la reacción sionista y su ilegítima ocupación de los territorios árabes y en especial de los territorios palestinos.

Las conversaciones de Camp David son un intento desesperado por mantener la diplomacia de las entregas sucesivas y parciales de los derechos de los pueblos árabes y de Palestina, por impedir la presencia de los países árabes y sus aliados en las negociaciones de Ginebra, que se pretenden cancelar.

Las dificultades son muchas, pero en Africa y en todas partes la lucha de los pueblos avanza. En América Latina no hay porvenir para los regímenes que siguen las huellas del fascismo, huellas renovadas por la CIA y las compañías transnacionales. Panamá ha logrado el reconocimiento a su derecho al Canal. El Frente Sandinista escribe gloriosas páginas y ya todo el pueblo de Nicaragua se levanta contra el tirano Somoza. La ONU ha reconocido, que Puerto Rico es colonia yanki, en el Comité de Descolonización (APLAUSOS).

Podríamos añadir —saliéndonos del papel— que esta gran victoria obtenida por nuestros pueblos, obtenida especialmente por América Latina, que se opone a la anexión de Puerto Rico, que se opone a que una comunidad latinoamericana sea devorada por el imperialismo de Estados Unidos; esta victoria se ha logrado gracias a dos grandes sucesos, aparte de países que con gran firmeza apoyaron las posiciones justas: la victoria de la Revolución Etíope y la victoria de la Revolución en Afganistán (APLAUSOS).

Debemos decir aquí en esta conferencia de solidaridad, que una de las más conmovedoras pruebas de espíritu internacionalista y de valor político que nos ha dado el compañero Mengistu y que nos ha dado la Revolución Etíope, fue su decisión de votar junto a las posiciones justas en el Comité de Descolonización que abordaba el problema de Puerto Rico.

Igualmente debemos saludar la posición valiente del Gobierno de Afganistán, que también apoyó la Resolución justa.

Así la familia revolucionaria crece año por año (APLAUSOS) y la correlación de fuerzas cambia a favor de la independencia de los pueblos, a favor de nuestras luchas.

Hoy hablamos aquí como ayer hablamos en Argel en 1973. Entonces Guinea Bissau luchaba, Angola luchaba, Mozambique luchaba. Han pasado pocos años y hoy esos países militan a la vanguardia del movimiento progresista del mundo y no nos acompañan aquí como movimientos de liberación sino como Estados independientes, soberanos y revolucionarios (APLAUSOS).

¿Y quién iba a soñar hace apenas cuatro años, que la Etiopía feudal y aliada al imperialismo sería hoy uno de los más firmes baluartes del movimiento progresista y del movimiento de liberación del mundo?

Así también estoy seguro de que no pasará mucho tiempo sin que Namibia y Zimbabwe estén representados en esta conferencia como Estados independientes y soberanos (APLAUSOS).

También confío que, en un plazo quizás algo más lejano, el colonialismo, el brutal, repugnante y odioso fascismo y el racismo desaparecerán en Africa del Sur (APLAUSOS).

Y cerca de aquí Afganistán derrocó el feudalismo y avanza como otra Etiopía, mientras el pueblo de Irán se bate valientemente por la libertad.

Y ya ni siquiera los imperialistas, esos imperialistas que hablan tanto de los derechos humanos y que apoyan al Sha de Irán, uno de los más represivos de todos los gobiernos en este mundo, ya ni siquiera los imperialistas están seguros de la supervivencia de ese régimen.

Lo principal en esta lucha es mantener la unidad de las fuerzas combatientes y de los países que las apoyan. El arma histórica más importante que han tenido los imperialistas contra los pueblos de Africa y en todas partes del mundo ha sido la división. División entre países, división entre etnias, división entre fuerzas revolucionarias. Si algo quisiéramos subrayar en estas breves palabras, es que la unidad debe ser la divisa permanente de todos los que nos oponemos al sistema de dominación que el imperialismo pretende conservar.

Es aquí donde aparece en todo su infame significado el papel de los dirigentes chinos, que si ya con su respaldo a los verdugos del pueblo chileno, con su agresión al heroico Viet Nam y su estímulo a la guerra fratricida en Indochina, con su ataque a Angola y a Etiopía, merecen la repulsa de los que luchan por la democracia y la independencia nacional de los pueblos, la merecen todavía más por su sinuosa e impúdica política divisionista.

Hace ahora 18 meses visitamos por primera vez Etiopía. Veníamos entonces a conocer a los dirigentes de esta revolución en la que vimos desde lejos un ejemplo de los más profundos cambios sociales en el continente africano. Porque hay que decir que en Etiopía hasta la revolución existía la esclavitud. Hemos visto en la exposición de Addis Abeba los grillos de hierro, de acero, con que sujetaban a decenas de miles de ciudadanos de este país. Pero veníamos también en el empeño de lograr soluciones políticas justas que impidieran la división y la guerra entre los pueblos del Cuerno de Africa y el derramamiento de su sangre en luchas internas. No pudimos lograrlo porque un gran farsante —cuyo nombre no voy a mencionar ni es necesario—, que decía enarbolar la bandera del socialismo, creyó que Etiopía era militarmente tan débil que podría desmembrarla y pretendía realizar al mismo tiempo sus sueños expansionistas opuestos a las decisiones de los países africanos, y además, servir con ello al imperialismo al que ya se había entregado.

Dieciocho meses después hemos vuelto a Etiopía victoriosa por el heroísmo de sus hijos combatientes, con el apoyo de la solidaridad internacional, según lo expresara el compañero Mengistu hace dos días. Es, además, una Etiopía ya poderosa. El desfile popular del martes comprobó el enorme torrente de pueblo que acompaña a este cambio revolucionario. Y el desfile militar de ayer nos dice el grado de organización y disciplina alcanzado por el combativo y valiente pueblo hermano de Etiopía (APLAUSOS).

Para los que ignoran algunas cosas en este mundo, debemos recordar que uno de los soldados más combativos, más valientes y más heroicos es el soldado etíope (APLAUSOS).

Reafirmamos hoy nuestra alianza entrañable e indestructible con la Revolución Etíope, y la seguridad de que los dirigentes de Etiopía sabrán encontrar soluciones revolucionarias y justas, marxista-leninistas, a sus problemas y que lograrán preservar no sólo la integridad territorial de Etiopía sino también la unión de todos en una gran Etiopía revolucionaria (APLAUSOS).

Permítanme, compañeros, saludarlos a ustedes, representantes de las mejores fuerzas de todos los continentes, y agradecerles en nombre de nuestro pueblo la solidaridad que siempre nos prestaron. Trasmitirles el mensaje de combate y aliento de la Revolución Cubana y exhortarlos al cumplimiento de sus deberes.

El internacionalismo revolucionario es una ley de nuestra lucha. Aislados no podremos triunfar. Las grandes ayudas o la más simple de las rebeldías populares nos fortalecen a todos, pues son la expresión de una humanidad nueva, que pugna por una sociedad más justa.

Nos unimos a ustedes en la condena de los regímenes racistas y agresivos de Africa del Sur, de Zimbabwe, de Israel, del sangriento régimen del Sha de Irán; apoyamos con ustedes al Frente Polisario, al Frente Patriótico de Zimbabwe, al SWAPO, a las organizaciones de Africa del Sur; y condenamos también como ustedes a las potencias imperialistas, que teniendo a la OTAN como avanzada intervienen en Africa militarmente y respaldan políticamente a los regímenes antipopulares y reaccionarios del Africa y del Medio Oriente.

Somos infinitamente más poderosos que el imperialismo y sus servidores, porque somos portadores del progreso social y abanderados de la justicia. La historia está de nuestra parte, nuestras ideas científicas y justas son invencibles.

¡Que viva eternamente la solidaridad entre los pueblos!

Muchas gracias.

(OVACION)