DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA SESION SOLEMNE CELEBRADA EN EL "CARLOS MARX" CON MOTIVO DEL XX ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCION, EL 1º DE ENERO DE 1979, "AÑO 20 DE LA VICTORIA".
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Distinguidos invitados;
Compañeros Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular; Compatriotas:
Quiso el azar que, tras la dura lucha de los hombres, el triunfo de la revolución en nuestro país tuviera lugar un Primero de Enero y fue cierto, por primera vez entonces, que aquel primer día de un año nuevo significara para Cuba que, junto a la última página del viejo almanaque, un mundo se hundía y otro mundo nacía.
No era un cambio de años sino de siglos, tal vez de milenios. No es que fuésemos tan viejos como Grecia o Roma, pero la sociedad de clases, de explotación y de ignominia que ese día estaba condenada a iniciar su desaparición era más vieja que la propia Grecia o la propia Roma. No sin profunda razón dijo Marx, que el advenimiento del socialismo era el fin de la prehistoria de la humanidad.
Quizás ni nosotros mismos estábamos plenamente conscientes de cuán gigantesco paso significó en la historia de nuestra patria y del continente americano, aquel Primero de Enero de 1959, que estaba llamado a ser también un acontecimiento extraordinario en el desarrollo del movimiento revolucionario mundial.
A los 41 años y dos meses de la gloriosa Revolución de Octubre se iniciaría la primera revolución socialista en el hemisferio occidental. A los cuatro siglos y medio del descubrimiento de América, una sociedad que era fruto de la conquista, el exterminio de la población aborigen, la colonización, el esclavismo, el capitalismo, el neocolonialismo y el imperialismo iba a conocer su primer cambio verdaderamente profundo e irreversible. Este cambio tenía lugar a las puertas mismas del país imperialista más poderoso del mundo.
Cuando valoramos hoy el significado de este hecho no se puede menos que recordar con emoción y gratitud, la abnegación y modestia de los combatientes que hicieron posible el cumplimiento de esta tarea en la historia de Cuba y de América.
El Primero de Enero de 1959 culminaba, verdaderamente, la heroica lucha iniciada en Yara casi 100 años antes. A nuestra generación le cupo el honor de un destacado papel en la conclusión victoriosa de esa larga contienda. Corresponderá a los historiadores analizar a fondo el fenómeno político y social, en virtud del cual recayó sobre nuestro pueblo el papel primogénito de marchar por los caminos del socialismo antes que ningún otro de nuestra sufrida América. Ello no es posible explicarlo exclusivamente por factores circunstanciales o mediante la interpretación fría y esquemática de las leyes inexorables que rigen el desarrollo de la sociedad humana.
Al pueblo cubano, a su histórica, difícil y solitaria contienda por la emancipación en el siglo pasado; a sus heroicas y hermosas tradiciones combativas, a su indoblegable voluntad de lucha, pertenece un mérito que no es posible disminuir ni subestimar. Sin ideas y concepciones claras no es posible la revolución aun cuando existan las condiciones objetivas. Mas sin lucha enérgica, firme, decidida, e inteligente, a lo que puede añadirse una enorme dosis de audacia, no hay revolución posible.
No pueden imaginarse realmente peores circunstancias que las creadas por el golpe de Estado militar del 10 de marzo de 1952, para concebir un cambio social tan profundo y definitivo como el que sobrevendría apenas siete años más tarde. Gobiernos absolutamente corruptos e incapaces habían hecho trizas las esperanzas del pueblo. Una etapa de represión, arbitrariedad y violencia oficial sin precedentes se desató sobre el país. El dominio imperialista en todos los terrenos se acentuaba más que nunca. El maccarthismo estaba en pleno auge y la guerra fría infectaba el clima político internacional. Cuba era sin dudas, después de Puerto Rico, la nación más atada al dominio de Estados Unidos en todo el continente. Los terratenientes y burgueses, confiándolo todo al poder del imperio y a las bien armadas y entrenadas fuerzas represivas, no pensaban seriamente jamás en la posibilidad de una revolución socialista en nuestra patria. Pero el régimen neocolonialista no se sustentaba solamente en la fuerza de las armas; todo un sistema casi invulnerable de información, divulgación y educación, de teorías e ideas reaccionarias y prejuicios anticomunistas sustentaban el basamento ideológico de aquella sociedad.
Las organizaciones obreras habían sido asaltadas por dirigentes amarillos y agentes a sueldo de la reacción, con plena complicidad y apoyo oficial. El movimiento comunista, incuestionablemente minoritario en el seno del pueblo, era perseguido tan implacablemente como las propias ideas que sustentaba.
No es posible olvidar aquellos días terribles que siguieron al golpe brutal del 10 de marzo. No era fácil divisar un camino entre el espeso follaje de aquel intrincado bosque político. Las ideas del marxismo-leninismo no se percibían universalmente como el inmenso sol que hoy alumbra a todo un pueblo, sino como finos rayos de luz que se filtraban entre el espeso follaje indicando, cual brújula indispensable, cómo se podía explicar, dónde podía estar y en qué podía consistir la salida revolucionaria de aquella situación. Si algunas circunstancias sometieron a prueba muy difícil la solidez y fuerza de una teoría política fueron aquellas de 1952 en Cuba.
El 10 de marzo había caído sobre la conciencia nacional como un golpe anonadante y profundamente hiriente del espíritu de un pueblo que, aunque no poseedor todavía de una cultura política revolucionaria, detestaba con toda su alma el abuso, la injusticia, el crimen, la imposición y la fuerza. Un pueblo lleno de vergüenza donde la corrupción, el vicio y la politiquería, en la república neocolonizada, no habían podido barrer las semillas de heroísmo, amor a la libertad y a la patria, engendradas desde nuestras luchas independentistas en Yara, Jimaguayú, Baraguá, Baire, Dos Ríos, Punta Brava, y cultivadas por la prédica incesante y eternamente inspiradora de dignidad humana de José Martí (APLAUSOS).
No habría sido propio de revolucionarios marxista-leninistas desconocer el valor y la fuerza de estos factores morales de nuestro carácter nacional. Hemos sido, somos y seremos siempre un pueblo rebelde e indoblegable; hemos sido, somos y seremos siempre un pueblo luchador y combativo; hemos sido, somos y seremos un pueblo patriótico. Hoy somos, además, y habremos de serIo siempre un pueblo internacionalista (APLAUSOS).
¿Podía ser eterna la tiranía instaurada el 10 de marzo? ¿Podía ser eterno el dominio imperialista sobre nuestra tierra? ¿Podían ser eternos la corrupción y el crimen? ¿Podía ser eterna la explotación despiadada de nuestros obreros y campesinos? ¿Podían ser eternos el vicio y la injusticia? ¿Podían ser eternas la opresión y la ignorancia? ¿Podía ser eterno el ultraje a la dignidad humana en nuestra patria? ¡No! ¡Mil veces no!
La fuerza de la tiranía radicaba en las armas, el terror, la ignorancia. La fuerza de la revolución radicaba en la justeza de nuestras ideas y en el pueblo, en su valentía, en sus tradiciones, en sus obreros y campesinos explotados, sus nobles estudiantes, sus jóvenes humildes. No importa que estuvieran desarmados, porque sin dinero ni relaciones ni vías para adquirir armas, fue imprescindible partir del criterio de que las armas necesarias estaban bien cuidadas y engrasadas en los cuarteles enemigos.
El pueblo necesitaba líderes. Los líderes estaban en el pueblo. El pueblo siempre produjo sus líderes en cada etapa de nuestras luchas revolucionarias. No son los líderes los que forjan a los pueblos; son los pueblos los que forjan a sus líderes.
Ninguno de los hombres que figuraron después al frente de las filas victoriosas del Ejército Rebelde el Primero de Enero de 1959 había estado en academias militares ni había aparecido jamás en letra de imprenta. Y si se exceptúan unos pocos, ninguno de los que figuraron más tarde en el Buró Político y el Comité Central del Partido o al frente del Gobierno era conocido entonces.
La prensa burguesa, los partidos burgueses y el imperialismo habían fraguado otros nombres, otras figuras, otros líderes. Hoy, millones de nuestros jóvenes y niños ni siquiera los han oído mencionar nunca y ya muchos de nuestros adultos no los recuerdan.
Pero fue necesario luchar. Sin lucha —repito— no hay revolución. Sin la lucha tenaz y consecuente de los pueblos y su vanguardia revolucionaria, no hay cambios sociales posibles. El marxismo-leninismo nos da la teoría; la lucha nos da la victoria.
A veces las dificultades son increíblemente duras y se pueden sufrir amargos reveses. Con frecuencia incluso las formas de lucha cambian. Pero solo hay un camino: luchar, luchar y luchar (APLAUSOS).
En Cuba, se puede afirmar categóricamente que la conquista del poder revolucionario fue obra exclusiva de nuestro pueblo. En esa etapa no podíamos recibir ningún tipo de ayuda exterior y el suministro de las armas con que hicimos la guerra fue privilegio exclusivo del ejército batistiano, a quien combate tras combate se las arrebatamos.
No es posible olvidar los días que precedieron a aquel Primero de Enero de 1959. Se luchaba duramente en todo el país. Mientras en las ciudades con incomparable valentía, los combatientes clandestinos desafiaban la muerte y derramaban su sangre hasta el último minuto, el Ejército Rebelde con 3 000 aguerridos e infatigables combatientes, que fue la cifra aproximada de hombres armados alcanzada en el mes de diciembre de 1958, batía sin descanso e infligía derrota tras derrota a un adversario cuyas fuerzas totales ascendían a 80 000 hombres. Junto al ejército revolucionario marchaba todo el pueblo.
Día inolvidable e histórico fue aquel que hoy conmemoramos, en que nuestros trabajadores unánimemente y por encima de la camarilla de dirigentes oficiales, cumpliendo instrucciones del Ejército Rebelde participó decisivamente en la contienda, lanzándose a la huelga general que paralizó de un extremo a otro del país, ayudó a desbaratar la maniobra golpista del imperialismo y facilitó el control y desarme del resto de las unidades enemigas en menos de 72 horas. En la batalla final tomó parte todo el pueblo. Hermoso y ejemplar acontecimiento revolucionario que cambió para siempre la historia de nuestra patria. A esta misma hora, aproximadamente, hace 20 años en la propia ciudad de Santiago de Cuba llegaba a su meta la marcha iniciada en el Moncada el 26 de Julio de 1953 (APLAUSOS). A los pies del pueblo yacía destrozada la tiranía instaurada el 10 de marzo de 1952.
En el Informe al Primer Congreso del Partido hicimos un recuento del proceso revolucionario hasta 1975, y en el XXV aniversario del Moncada, celebrado hace pocos meses, abordamos importantes cuestiones de política internacional. No es obligado repetir hoy temas e ideas.
¿Qué sentimientos fuertes y reflexiones profundas, sin embargo, nos puede suscitar la conmemoración de este XX aniversario del triunfo revolucionario? En primer término, un sentimiento de sano orgullo. Hemos vencido juntos increíbles obstáculos; hemos alcanzado juntos extraordinarias victorias en todos los campos. Juntos hemos forjado nuestro Partido marxista-leninista (APLAUSOS) y su juventud combativa y heroica, vanguardias selectas de luchadores, cuyas filas se nutren de los mejores hijos de nuestro pueblo; juntos hemos fraguado nuestras pujantes organizaciones de masas, ríos de pueblo hecho fuerza, organización y conciencia; juntos hemos creado nuestro Estado socialista, sus Poderes Populares, sus hermosas instituciones y trabajamos tesoneramente para construir su base económica; juntos hemos organizado y apoyado el baluarte eficiente e irreductible en la lucha contra el enemigo; que es nuestro Ministerio del Interior (APLAUSOS); juntos hemos continuado desarrollando y nutriendo con nuestros brazos y nuestra sangre, el glorioso Ejército Rebelde (APLAUSOS), forjador de la victoria del Primero de Enero, de cuyas columnas invictas de ayer nacieron nuestras gallardas e invictas Fuerzas Armadas Revolucionarias de hoy (APLAUSOS), escudo imbatible del pueblo, espartano ejemplo de espíritu internacionalista, orgullo legítimo de la Revolución, a las cuales rendimos hoy, día de su más grande gloria combativa, el justo homenaje que merecen (APLAUSOS); juntos hemos alcanzado enormes éxitos materiales, morales y sociales; juntos hemos elevado a nuestra patria a un lugar prestigioso y destacado en el mundo; juntos hemos labrado en el surco de la historia.
No solo hemos defendido la integridad de la patria; hemos defendido con firmeza inconmovible la integridad de nuestras ideas (APLAUSOS).
Hasta el Primero de Enero el adversario indirecto era el imperialismo. Batista era el adversario directo. Después de enero el adversario fue directamente el imperialismo. Antes de enero luchamos por ser dueños de nuestros destinos; después de enero por defender ese derecho y realizar la revolución socialista.
Antes de enero librábamos una batalla solamente patriótica; después de enero una batalla además internacionalista (APLAUSOS).
Antes de enero éramos parte de una revolución nacional; después de enero somos parte de la revolución mundial (APLAUSOS). Antes de enero una vanguardia fue protagonista esencial de los acontecimientos; a partir de enero el protagonista fundamental ha sido el pueblo (APLAUSOS).
Las páginas de esta etapa no han requerido menos heroísmo que la etapa anterior, sino más heroísmo, pues si antes las formas de heroísmo eran fundamentalmente individuales, después el heroísmo se hizo masivo. Antes era únicamente el heroísmo del combate; más tarde el heroísmo del combate y del trabajo.
Desarrollar un país y construir el socialismo es mucho más difícil que ganar una guerra revolucionaria. Esta puede ser tarea de años, la otra es una tarea de largos decenios. Pero las victorias de la paz y el trabajo son mucho más hermosas que las victorias de la guerra que se obtienen siempre a un precio de sangre. Las glorias de la guerra aunque sean justas pueden ser olvidadas, y no tienen para el revolucionario otro sentido que el de un amargo instrumento de libertad. Las glorias del trabajo son eternas. Si la humanidad hubiese sido justa habría erigido más monumentos al trabajo que a los hechos de armas. Pero el trabajo tiene su propio e imperecedero monumento que es el progreso y la creación humana, y sus héroes anónimos: las masas abnegadas del pueblo; aunque combatir, vencer y morir por una causa justa es también la forma en que a veces se tiene que expresar el hermoso trabajo de los revolucionarios, con lo cual se escriben páginas de insuperable desinterés y nobleza y se construye igualmente el monumento imperecedero del progreso (APLAUSOS).
¿Quién puede negar la inmensa alegría que nos proporciona a todos cada nueva escuela, círculo infantil, policlínico, hospital, granja, fábrica, presa, sistema de riego, carretera, puerto, edificio de viviendas, estadio deportivo, cine, teatro, biblioteca que se construye en el país? ¿Quién puede negar el orgullo de nuestras cifras de estudiantes en las primarias, secundarias, preuniversitarios, tecnológicos y universidades; de nuestros índices de cultura y educación, los más altos del hemisferio; de nuestros índices de mortalidad infantil, los más bajos absolutamente; de nuestros índices de salud, los más eficientes; de nuestras victorias deportivas; de nuestra sociedad sin discriminación, sin desempleo, sin mendigos, sin juego, sin prostitución, sin drogas; de nuestros trabajadores alcanzando el sexto grado; de nuestros planes ulteriores de continua elevación de su nivel cultural; de nuestro desarrollo artístico y de nuestro movimiento de aficionados? ¿Quién puede negar la alegría de cada victoria en el campo económico, el rápido ritmo de desarrollo de nuestra economía, las condiciones que se van creando para un futuro más seguro, aunque esta generación tenga que trabajar duro y vivir con relativa austeridad?
Dueños absolutos y exclusivos de nuestras riquezas económicas y recursos naturales podemos hoy organizar, planificar y dirigir nuestro desarrollo económico y social con entera libertad, algo que no puede afirmar ningún otro Estado en este hemisferio.
Pero, ¡cómo hemos tenido que luchar y esforzarnos por alcanzar y defender este derecho a trabajar, crear y disfrutar los beneficios de la libertad, el socialismo, la igualdad, el progreso y la justicia social en nuestro país!
¿Por qué la ira del imperio se desató contra nosotros? Era evidente que el imperialismo yanki se consideraba amo absoluto de este hemisferio, y que ningún pueblo de América Latina y el Caribe tenía derecho a escoger otro sistema económico, político y social que no fuese su despiadado capitalismo subdesarrollado y neocolonizado deparado para nosotros los latinoamericanos, su podrida e hipócrita seudodemocracia o la oligarquía feudal, la satrapía estilo Somoza, Duvalier, Stroessner o la receta de fascismo aplicado a Chile, Uruguay y otros desventurados pueblos de este hemisferio.
Como producto de su brutal hostilidad y política agresiva contra la Revolución Cubana ni siquiera una simple medicina para aliviar el dolor humano o salvar una vida puede ser adquirida por nuestro país en Estados Unidos desde hace casi 20 años, ni exportarse a ese mercado ni una sola onza de nuestra azúcar. La historia consignará, para vergüenza eterna de los que lo implantaron y lo mantienen, este intento criminal de asfixia y genocidio económico contra nuestro pueblo.
¿Ha obtenido acaso sus objetivos? Ni el bloqueo económico que incluía represalias contra terceros países que comerciasen con Cuba o enviasen sus barcos a nuestros puertos, ni la introducción de miles de armas y artefactos explosivos, la subversión, las bandas contrarrevolucionarias, los ataques piratas, las invasiones mercenarias, las amenazas de agresión directa, y los planes de eliminación física de los dirigentes revolucionarios, impidieron que Cuba sea hoy el país de más avanzado y espectacular desarrollo social en este continente (APLAUSOS). Muchos pueblos del mundo e instituciones internacionales reconocen con admiración y respeto los éxitos de nuestra Revolución.
¿Cuáles fueron en cambio después de 20 años los progresos sociales del hemisferio? El analfabetismo, el desempleo, la mortalidad infantil, las viviendas insalubres, los barrios de indigentes, la prostitución, las drogas, los mendigos, los niños abandonados, la delincuencia y el crimen, el dominio económico, el saqueo de los recursos naturales e incluso de muchas de las más destacadas inteligencias, aumentaron de modo absoluto en el resto de América Latina.
Setenta mil patriotas asesinados o desaparecidos por gobiernos reaccionarios y represivos dejó tras sí la intervención de Estados Unidos en Guatemala, para derrocar al gobierno progresista de Arbenz hace 25 años.
Decenas de miles de muertos directos por la represión en Nicaragua, El Salvador, Haití, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil y otras naciones es el fruto macabro de los regímenes gestados y prohijados por Estados Unidos. Decenas de millones de muertos por desnutrición, enfermedades curables, miseria, insalubridad y abandono social es el saldo del dominio imperialista sobre este hemisferio en los 20 años que lleva ya de vida la Revolución Cubana.
¿Por cuánto tiempo podrá subsistir semejante crimen? ¿Por cuánto tiempo lo tolerarán los pueblos?
¿No es realmente maravilloso poder exclamar hoy que hace dos décadas nos hemos librado del infierno de ese dominio?
¿Quién podrá borrar ya del mapa y de la historia de este hemisferio el ejemplo y la lección de Cuba?
¿No estará cercano el día en que otros pueblos sacudan también el yugo?
¿No somos acaso capaces de resistir otros 20 y cuantas veces sean necesarios 20 sin doblegar la frente? (APLAUSOS).
Desde luego, ni en este hemisferio ni en Africa ni en parte alguna del mundo pensamos doblegar la frente (APLAUSOS).
Estados Unidos insiste en mantener su criminal bloque como instrumento de presión y exigencia en relación con Cuba. Pero Cuba no puede ser presionada, ni intimidada, ni sobornada, ni comprada. Cuba no es China, ni es Egipto (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "Fidel, seguro, a los yankis dales duro").
Vivimos en un mundo de mucho oportunismo, incluso de grandes traiciones. Pero vivimos también en un mundo, que pese a claudicaciones y traiciones ve surgir cada día nuevos baluartes revolucionarios: Viet Nam, Lao, Angola, Mozambique, Etiopía y Afganistán son ejemplos (APLAUSOS).
¿Podrá mantenerse el régimen sanguinario de Somoza sobre montañas de muertos? ¿Podrá sostenerse Pinochet mucho tiempo frente a la creciente resistencia del pueblo chileno, sobre macabros hallazgos de cadáveres, atadas las manos a la espalda con alambres de púas y un tiro en la nuca, que no le permiten ya ocultar ni disimular sus misteriosas desapariciones y sus crímenes espantosos?
¿Podrá sostenerse el Sha de Irán frente a la lucha resuelta, masiva y heroica de todo el pueblo? (EXCLAMACIONES DE: "No")
A pesar de la política actual de China y su gran traición, el mundo que ha venido cambiando profundamente desde hace décadas seguirá cambiando. Por cada revés, por cada retroceso, por cada deserción, las victorias revolucionarias se multiplican y todas bajo un mismo signo: el progreso y el socialismo (APLAUSOS). El imperialismo no puede ni podrá ya detener jamás el curso inexorable de la etapa histórica iniciada con la gloriosa Revolución de Octubre (APLAUSOS).
Cuba no se opone a las relaciones comerciales e incluso diplomáticas normales con Estados Unidos. Creemos sinceramente que la necesidad de paz y coexistencia entre regímenes sociales diferentes, planteada ya por Lenin en los primeros días de la revolución, es vital hoy más que nunca para la supervivencia humana. Este es un principio esencial del socialismo, sin que ello implique el derecho imperialista a intervenir y reprimir el movimiento revolucionario de ningún país del mundo.
Estados Unidos debe suspender incondicionalmente el bloqueo económico a Cuba porque constituye una práctica incivilizada, arbitraria, discriminatoria, hostil y agresiva.
Estados Unidos debe renunciar a su grosera estrategia de utilizar el bloqueo como un instrumento de negociación con Cuba, porque eso no lo aceptaremos jamás.
El hecho mismo de que Estados Unidos comercie con la inmensa mayoría de los países socialistas y pretenda en cambio mantener esta medida contra nuestro país, constituye una profunda inmoralidad política, una prueba rotunda de la infinita hipocresía contenida en su hueca retórica sobre los derechos humanos (APLAUSOS), muestra inequívoca de su desprecio al derecho de autodeterminación de los pueblos en este hemisferio.
¿Quién le ha dicho a Estados Unidos que los pueblos de América Latina no podemos escoger el socialismo? (APLAUSOS) ¿Quién le ha otorgado ese papel de gendarme y tutor de nuestros destinos? ¿Por qué hemos de tomar como modelo una sociedad capitalista explotadora del sudor ajeno, discriminadora de negros, exterminadora de indios, que desprecia a los chicanos, puertorriqueños y demás latinoamericanos, que prostituye a las mujeres y explota sexualmente a los niños; sociedad de violencia, vicio, enajenación y crimen? ¿Quién nos puede obligar a vivir eternamente en un sistema egoísta, despiadado, condenado por la historia?
No hay razas ni pueblos superiores. Ningún dominio fue eterno. Ningún imperio resistió su propia decadencia. Roma en su tiempo fue más poderosa, menos rencorosa, menos vanidosa, más cuerda.
Cuba está consciente de que cumple un deber sagrado con los pueblos hermanos de este continente. Nuestra victoria fue realmente una victoria para todos los pueblos latinoamericanos y la historia se encargará de consignarlo así.
Por primera vez, un pueblo latino hizo frente con éxito a la soberbia, la arrogancia y la prepotencia yanki (APLAUSOS).
Por primera vez, el imperio fue contenido en algún punto, en algún sitio de nuestra América. Por primera vez, la expansión, la intriga política, la subversión, las medidas económicas y las acciones militares fueron paradas en seco. Por primera vez, un gobierno existió contra la voluntad soberana de Estados Unidos en esta parte del mundo. El desprecio se trocó en odio, el odio en agresión, la agresión en derrota y la derrota en respeto (APLAUSOS). Desde entonces, nuestros pueblos latinoamericanos y del Caribe no somos ya tan inferiores a sus ojos, porque ven potencialmente en cada uno de ellos otra Cuba.
Así la libertad y el respeto ganados por Cuba, aunque no han significado todavía más cambios sociales, significaron ya más libertad y más respeto para todos los pueblos de América.
Los más sesudos estrategas del imperio sin embargo piensan que también un gobierno revolucionario puede ser domesticado. El ejemplo de China los alienta; de China, precisamente, cuyos pioneros hasta hace algunos años eran educados clavando bayonetas en muñecos de paja que llevaban el nombre de Kennedy, Johnson, Nixon.
Calculan los imperialistas que el chovinismo es todavía una fuerza poderosa; que aun en el socialismo cabe el egoísmo nacional capaz de barrer el sentimiento internacionalista; que sus recursos financieros y tecnológicos son armas irresistibles para gobiernos progresistas con dificultades económicas.
El chovinismo, el oportunismo, el imperialismo se unen estrechamente contra el marxismo-leninismo, el socialismo y el internacionalismo. No es la primera vez en la historia del movimiento revolucionario. Hoy, por ejemplo, la camarilla dirigente china es rabiosa partidaria del bloqueo económico contra Cuba y exige la permanencia de la Base Naval yanki en Guantánamo. El Tigre de Papel terminó al fin devorando las ideas pequeñoburguesas del Gran Timonel (APLAUSOS). Ahora, no es ya Estados Unidos quien agrede directamente a Viet Nam, es China. Pero si el Gobierno chino vendió la revolución a cambio de Taiwán, la tecnología y los créditos de Occidente, Cuba jamás cambiará uno solo de sus principios por la base de Guantánamo ni por todo el oro de los países imperialistas juntos (APLAUSOS).
No sé si el imperialismo yanki será o no un Tigre de Papel, pero nuestras ideas no son de papel (APLAUSOS).
China, cuyo pueblo admiro por su austeridad, espíritu revolucionario, capacidad de trabajo y sacrificio es un gran país. Cuando ellos tenían ya 700 millones de habitantes, nosotros éramos apenas 7 millones. Pero a ellos los separaba del tigre el inmenso Océano Pacífico; a nosotros el minúsculo Estrecho de la Florida. Nosotros pudimos desaparecer en una noche cuando la Crisis de Octubre. No poseemos armas nucleares, no disponemos de millones de kilómetros cuadrados ni decenas de millones de soldados, sin embargo, hemos resistido, no nos hemos doblegado, no nos hemos rendido, no nos hemos vendido (APLAUSOS) .
Hace 20 años que ocupamos una trinchera en la primera línea, la más próxima a la metrópoli imperialista más agresiva y poderosa. No solo hemos defendido con honor y dignidad esta trinchera. Hijos de nuestro pueblo han luchado y han dado su sangre en lugares tan distantes como Angola y Etiopía para ayudar a otros pueblos a derrotar el imperialismo, el neocolonialismo, el racismo y el fascismo (APLAUSOS).
No solo sufrió el imperialismo un Girón en Cuba, sufrió un Girón en Angola y otro Girón en Etiopía. ¡Tres Girones en 20 años! (APLAUSOS)
Será o no será de papel el Tigre, pero nuestro honor, nuestra dignidad, nuestros principios no son de papel (APLAUSOS).
Occidente trata hoy de repetir con China la siniestra aventura de la Alemania hitleriana contra la Unión Soviética. ¿Saben acaso la clase de fuego con que están jugando esta vez? Estamos seguros de que los pueblos, entre ellos el pueblo chino, no permitirán jamás semejante locura.
Seguiremos adelante no como una revolución que cumple 20 años, sino como una revolución que comienza hoy de nuevo (APLAUSOS). Si algo la caracterizó siempre fue su firmeza inconmovible, su lealtad a los principios, su espíritu profundamente humano. Nuestra Revolución jamás devoró a ninguno de sus hijos, porque no hubo culto a la personalidad, ni dioses sedientos de sangre. La más estrecha unión, respeto y camaradería reinó siempre entre todos los revolucionarios. Las normas leninistas de organización y dirección son hoy nuestro más preciado tesoro. Nos enfrentamos al porvenir con la experiencia de 20 años y el entusiasmo del primer día (APLAUSOS). La lealtad al movimiento revolucionario internacional es y será siempre piedra angular de nuestra política exterior.
Es hermoso hablar de nuestros éxitos y nuestras victorias. Nos llena de orgullo la dignidad con que conmemoramos este día pero seríamos el más ingrato de los pueblos y víctimas de la peor forma de vanidad humana, de odioso y despreciable chovinismo que tanto criticamos, creer que con nuestra sola fuerza habríamos sido capaces de esta proeza revolucionaria y olvidar cuánto debemos a la solidaridad internacional después del triunfo del Primero de Enero, en 20 años de enfrentamiento directo con el imperialismo yanki.
A la gran patria de Lenin (APLAUSOS), a su Revolución, a su pueblo generoso y heroico, a su política internacionalista, jamás desmentida en 61 años de gloriosa historia, debemos expresar, en primer término, nuestro profundo agradecimiento un día como hoy (APLAUSOS). Veinte años de solidaridad y amistad cimientan nuestras relaciones con la URSS.
Una política de principios vale más que millones de palabras vacías. Los hechos reales son los que cuentan en la historia. Siempre hemos dicho que bajo ninguna circunstancia habríamos plegado nuestras banderas. Estando en México un día afirmamos que en 1956 seríamos libres o seríamos mártires. ¡Cumplimos la palabra! (APLAUSOS) Más tarde proclamamos nuestra consigna de Patria o Muerte y también cumplimos (APLAUSOS). Tenemos patria del mismo modo que habríamos aceptado morir antes que resignarnos a vivir sin ella (APLAUSOS). Mas si hemos salido adelante victoriosos, si hoy nuestro pueblo tiene la Revolución, la patria y la vida, pese a enfrentar durante 20 años un enemigo tan cruel y poderoso, ello se debe no solo a nuestra heroica y firme lucha, sino también mucho al pueblo valeroso que nos tendió su mano amiga en momentos cruciales de la Revolución (APLAUSOS).
Otros podrán morder la mano de la que recibieron y tomaron generosa ayuda. ¡Cuba, sus hijos de hoy y de mañana reconocerán y agradecerán eternamente lo que significó para nuestro pueblo la Unión Soviética! (APLAUSOS)
No hay que sonrojarse para ser honestos, pero es necesario saber ser rojos honestos (APLAUSOS).
Similares sentimientos de elemental gratitud nos obligan con los hermanos de la comunidad socialista, los sinceros comunistas de todo el mundo, la clase obrera, las fuerzas progresistas de América Latina, Asia, Africa y Europa. Decenas de representantes de Estados amigos y organizaciones progresistas de todo el mundo nos acompañan en esta conmemoración. ¡Les expresamos a todos nuestro más profundo reconocimiento! (APLAUSOS)
¡A los heroicos pueblos de Viet Nam y Lao, a los palestinos, a los pueblos árabes agredidos, a los patriotas de Namibia, Zimbabwe, Sudáfrica y Sahara Occidental, a nuestros hermanos latinoamericanos que luchan en numerosos países contra la agresión y el fascismo, a todos los combatientes y luchadores por la paz y el progreso de la humanidad, los saludamos especialmente en este XX aniversario! (APLAUSOS)
Seremos inconmoviblemente fieles a nuestros principios y deberes revolucionarios y esa será la herencia espiritual más valiosa que legaremos a las futuras generaciones de nuestra patria.
Nos sentiríamos más satisfechos al conmemorar este XX aniversario si cada año, cada mes, cada día, cada minuto los hubiésemos sabido aprovechar mejor; si absolutamente todos nuestros actos hubiesen sido los más sabios, los más inteligentes. No siempre las medidas e iniciativas de cada uno de nosotros fueron las más acertadas. Pero jamás faltó el ardiente deseo de hacer el máximo y hacer lo mejor por nuestro pueblo y nuestra entrañable Revolución (APLAUSOS). ¡El pueblo, la Revolución y la vida de cada uno de nosotros son inseparables!
El hombre ha demostrado que es capaz de crecerse y realizar proezas extraordinarias. La Revolución con su inmensa carga de humanidad, igualdad, fraternidad, moral y belleza es la más extraordinaria de las proezas del hombre. Ella nos hace a todos elevarnos hasta llegar a ser superiores a nosotros mismos. La vida es sin duda un privilegio fabuloso, pero vale la pena verdaderamente la existencia y adquiere todo su sentido cuando se consagra a una causa tan noble y justa. Al detenernos un minuto en el camino para mirar hacia atrás, debemos tomar conciencia del enorme honor que significó para nuestra generación haber vivido esta época y haber consagrado nuestras energías a esta hermosa tarea. Como si volviéramos a empezar, miremos adelante ahora que hemos aprendido tanto para ser mejores y hacer más.
El futuro es más prolongado que el pasado. La alegría y el optimismo de hoy no nos conducirán al error de subestimar la lucha que tenemos delante. Nuestras dificultades serán todavía enormes, pero sabremos vencerlas. El revolucionario es como el corredor de un maratón en la olimpiada de la historia, en que las generaciones se suceden unas a otras.
¡Como atletas olímpicos que llevan en sus manos una antorcha de luz, hagamos el máximo de esfuerzo en el tramo que nos falta para entregarla victoriosos con honor y esperanza al relevo mejor que nosotros, que hoy se forja en las filas de nuestra entusiasta y heroica juventud comunista, en nuestros inteligentes y prometedores estudiantes, en nuestros maravillosos pioneros, esperanzas radiantes de la patria! (APLAUSOS)
¡La patria revolucionaria que no morirá jamás, porque la hemos forjado y defendido con nuestras vidas; porque hemos sabido cumplir y cumpliremos nuestra heroica consigna de:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)