DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO DE CONSTITUCION DE UNIDADES DE MILICIAS DE TROPAS TERRITORIALES DE LA PROVINCIA GRANMA, EFECTUADO EN GUISA, EL 20 DE ENERO DE 1981, "AÑO DEL XX ANIVERSARIO DE GIRON".
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Queridos compañeros y compañeras de las Milicias de Tropas Territoriales;
Queridos compañeros y compañeras de Guisa, de Bayamo, de Granma y de Cuba:
El movimiento desencadenado en torno al propósito de constituir en el más breve plazo las unidades de Milicias de Tropas Territoriales, es una nueva y fehaciente muestra de la energía y la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo, de su voluntad de resistir, defender sus conquistas y de plasmar en realizaciones concretas su consigna de producción y defensa.
La esencia de la compleja situación internacional actual, radica en que precisamente hoy asumió la Presidencia de los Estados Unidos un nuevo Gobierno, cuyas principales figuras han hecho pronunciamientos que virtualmente las colocan al frente de los sectores más reaccionarios, que alientan revanchas y pretenden restaurar el dominio imperialista frente a un mundo y a realidades que reflejan cambios muy profundos y en lo esencial irreversibles.
Por ello hoy, 20 de enero de 1981, mientras allá en los Estados Unidos, con la pompa y el oropel característico de los imperios decadentes, a despecho de los millones de desempleados y desamparados y de la incertidumbre en la que otros muchos millones de personas viven actualmente en ese país, toma posesión un Gobierno que representa una amenaza para la paz y para los más vitales intereses de las grandes mayorías del pueblo de los Estados Unidos; aquí, con la modestia, la austeridad, la sencillez, el calor humano, el patriotismo y el espíritu solidario de los trabajadores, en un clima de esfuerzo, de trabajo, de creación, de lucha contra el atraso, contra el subdesarrollo, contra las secuelas de la opresión, animados por una conciencia nacional de hacer avanzar el país para el bienestar de todos, de consolidar nuestros logros en beneficio de las masas y decididos a preservar lo que tenemos, lo que hemos conquistado y el futuro que estamos forjando, con plena confianza en el porvenir, en las fuerzas y en las reservas morales de nuestro pueblo, con el aliento del apoyo del movimiento revolucionario mundial, de la comunidad socialista, de lo mejor de la humanidad, constituimos las unidades de las Milicias de Tropas Territoriales de Bayamo y de Guisa (APLAUSOS) .
Así, a lo largo y ancho de nuestro país, con la convicción patriótica y revolucionaria que resume el juramento que hoy ustedes han hecho, avanza este proceso de las Milicias de Tropas Territoriales, que viene a conferirle a nuestro sistema defensivo mayor profundidad y solidez. Esa es nuestra respuesta a las amenazas imperialistas (APLAUSOS).
Nuestra experiencia combativa y la de otros pueblos hermanos están presentes en los pasos que se dan para la organización de las Milicias, especialmente para determinar su estructura, armamento, designación y misiones combativas.
En el Informe al Segundo Congreso de nuestro Partido, expusimos aspectos esenciales de las Milicias de Tropas Territoriales. Hoy quisiéramos aprovechar la ocasión para formular algunas consideraciones de carácter organizativo.
Concebimos las Milicias de Tropas Territoriales como una fuerza más, constituida de forma voluntaria y selectiva, integrada por hombres y mujeres, obreros, campesinos, estudiantes, por todo el que sea capaz de combatir y no esté encuadrado en la Reserva de las tropas regulares o en la Defensa Civil. Con la constitución de esta fuerza se cumple el principio de que la defensa de la Patria es un derecho y un deber de todos los cubanos, hombres y mujeres, principio que ahora logramos concretar de modo orgánico.
En las Tropas Territoriales encontrarán también sus puestos de combate los jóvenes obreros, campesinos, y sobre todo los estudiantes que aún no han sido llamados al Servicio Militar Activo; los trabajadores, que dado su papel en la producción no pueden alejarse de las fábricas, y nuestras heroicas y aguerridas mujeres revolucionarias, que siempre han puesto de manifiesto su capacidad, su tesón y su valentía (APLAUSOS).
La estructura de las Milicias de Tropas Territoriales se forma a base de pequeñas unidades y unidades hasta nivel de batallones y regimientos a escala municipal y provincial, donde radicará su dirección. En cada provincia y municipio, para fortalecer el trabajo relacionado con las Milicias de Tropas Territoriales, han sido designados oficiales de las FAR, adjuntos a los presidentes del Poder Popular. Todas las unidades de Milicias de Tropas Territoriales integrarán, bajo una idea única, los planes de defensa de los ejércitos de donde emanarán las misiones combativas. En algunas regiones del país, sobre todo en aquellas localidades densamente pobladas o con características particulares, se constituirán y prepararán unidades de diferentes designaciones, tales como: formaciones para participar en las construcciones de fortificaciones, obstáculos y otros trabajos ingenieros; comunicaciones, reparaciones, abastecimiento, defensa química y otros servicios y aseguramientos combativos. En cuanto a los jefes de regimientos, que son unidades más complejas, sus jefes serán oficiales de las FAR que cuentan con preparación y experiencia para el mando. El resto de los cuadros para las unidades de Tropas Territoriales, serán escogidos entre los integrantes de las propias unidades, sobre la base de las cualidades que demuestren los compañeros. En todos los casos, estos compañeros recibirán una preparación inmediata, que se sistematizará en la medida en que las circunstancias lo permitan. De hecho, en las academias y otros centros de enseñanza militar de las FAR han comenzado a desarrollarse cursos intensivos en los cuales se adquieren los conocimientos básicos.
En cuanto a la preparación de las unidades, estas serán entrenadas mediante clases de preparación combativa en tiempo libre, reuniones de estudio y otras formas de instrucción.
Las Milicias de Tropas Territoriales nacen tal y como han surgido históricamente los ejércitos populares que ha creado el pueblo cubano: nacen como el Ejército Mambí, como el destacamento que asaltó el Moncada, como el Ejército Rebelde y las propias Milicias de los primeros años de la Revolución.
Este es el profundo sentido político de la campaña nacional en torno a la recaudación de los fondos necesarios para sufragar todos los gastos sin afectar los planes de desarrollo del país. Este proceso recuerda aquellas jornadas en que de múltiples formas se realizaron colectas para adquirir armas y aviones e implementos agrícolas para impulsar la Reforma Agraria, y recuerda también las más legítimas tradiciones milicianas (APLAUSOS).
En las primeras unidades de milicias los combatientes se armaron al principio como podían, aquellas primeras formaciones eran un verdadero muestrario de la producción de armamento ligero. Al principio los milicianos se agenciaban como podían su armamento, después vinieron los uniformes y el armamento reglamentario, se dictaron legislaciones sobre la tenencia de armas, y actualmente ya no existe la posibilidad de que cada cual las pueda adquirir por su cuenta. Hoy día no tenemos armas para los 10 millones de cubanos, no obstante ello, todos debemos prepararnos, organizarnos y entrenarnos, como hizo el Ejército Rebelde (APLAUSOS), porque si las armas hoy no alcanzan, mañana pueden sobrar, pues el enemigo las trae y sabremos arrebatárselas (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!").
En realidad todo indica que las sumas recaudadas, sobre todo por el carácter sistemático que las comisiones les imprimen y por las emulaciones establecidas entre municipios, permiten aspirar a un total autofinanciamiento de la institución, que además de armas, necesita instalaciones para el entrenamiento y preparación del personal, campos de tiro, polígonos, almacenes, material de instrucción y equipamiento de campaña en general.
Entre las principales misiones de las Milicias de Tropas Territoriales, tanto en tiempo de paz, como en caso de guerra, figura reemplazar y completar las unidades regulares de las FAR cuya disposición combativa así lo requiera. Por su conocimiento del terreno y su movilidad, las unidades de Tropas Territoriales les resultarán especialmente eficaces en la lucha contra los desembarcos aéreos, para enfrentar grupos diversionistas, participar junto con las tropas regulares en las acciones combativas, asegurar los itinerarios de desplazamiento de las unidades de las FAR, custodiar y proteger fábricas, centros de trabajo, puentes, vías férreas, nudos de caminos e instalaciones de todo tipo, y cumplir misiones de guerra irregular en los casos de los territorios ocupados.
Las Milicias son tan antiguas como las guerras de agresión (APLAUSOS), son el recurso por excelencia a que recurren los pueblos para enfrentarlas, son una fuerza especialmente apropiada para la defensa, son los trabajadores luchando por sus fábricas, los vecinos defendiendo su barrio, los ciudadanos cuidando sus bienes, los bienes del pueblo, y haciendo prevalecer sus convicciones y sus ideales.
La fortaleza de la Revolución —es bueno reiterarlo— reside ante todo en el pueblo, en que contamos con un Partido firmemente establecido y estrechamente vinculado al pueblo, con organizaciones de masas capaces de cumplir su cometido, con instituciones de gobierno prestigiosas y cuya competencia mejora sistemáticamente, con una economía en desarrollo y con modernas Fuerzas Armadas y reservas que por su número, organización, nivel de equipamiento, entrenamiento de campaña, eficacia y experiencia combativa constituyen una temible fuerza.
Las Milicias de Tropas Territoriales están llamadas a apoyar y asegurar las misiones asignadas a nuestras gloriosas e invictas Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, amigo, el pueblo está contigo!").
Nuestra doctrina militar, elaborada durante años de intenso trabajo, responde a las exigencias del combate contemporáneo, al probable carácter de las acciones del enemigo, a las características del teatro de operaciones, y a ellas se ajusta la estructura orgánica de las FAR y la concepción de todo nuestro sistema defensivo.
Somos un país amenazado, por añadidura una isla, de ahí que desde el punto de vista de la defensa del país, definamos como lo más importante la defensa contra desembarcos, la cual se prevé resistente, activa, escalonada en toda la profundidad del territorio nacional y hábilmente combinada con enérgicas y oportunas acciones ofensivas.
Las tropas terrestres, la Marina de Guerra y la DAAFAR cuentan con los medios y la preparación necesaria para realizar las operaciones y acciones combativas que les correspondan. Las unidades de Tropas Territoriales vienen a ser el complemento idóneo a este esquema que asegura la defensa del país desde los más lejanos accesos hasta todos los puntos del interior. No habrá rincón de nuestra tierra desguarnecido, no habrá sitio donde el enemigo no encuentre tenaz y firme resistencia, no habrá frentes, para un combatiente ya sea de las Tropas Regulares, de la Defensa Civil o de las Tropas Territoriales, el frente estará allí donde esté el enemigo (APLAUSOS). Pero la defensa del país no es un fenómeno exclusivamente militar, es, ante todo, un conjunto de medidas de carácter político y económico, encaminadas a crear las condiciones necesarias para enfrentar todos los peligros y obtener la victoria. Entre estas medidas es de vital importancia la elevación de la producción, con vistas a dotar al país de todo lo necesario y acumular reservas de alimentos, combustible y materias primas. Producir y ahorrar nos hace más fuertes y crea condiciones para una mayor seguridad. Producir más ahora nos permitirá afrontar mejor, si llega el caso, las etapas en que la producción inevitablemente se reduce como consecuencia de la agresión. Ello permite responder a la consigna que, en caso de agresión, constituiría la tarea básica de todas las instituciones del país y de todos los cubanos: producción para la defensa y trabajo para la victoria (APLAUSOS).
Para que ese proceso en tales circunstancias discurra exitosamente, es preciso el concurso de numerosos factores; en primer lugar, de los organismos de la administración central del Estado, de los Organos del Poder Popular, de las organizaciones de masas, las cuales deben desempeñar un importante papel en la ubicación de recursos laborales que sustituyan en la producción al personal movilizado, y sobre todo del Partido, que ejercerá la dirección del conjunto de actividades y resolverá en cada lugar infinidad de problemas prácticos (APLAUSOS).
En estos momentos en que estamos enfrascados en el proceso de constitución de las Milicias de Tropas Territoriales, queremos subrayar que es necesario continuar prestando toda la atención a las unidades regulares de nuestras Fuerzas Armadas y sus reservas, que constituyen el núcleo fundamental del potencial defensivo del país (APLAUSOS). Hay que continuar fortaleciendo la preparación y disposición combativa, el adiestramiento de sus efectivos y la superación de sus cuadros. En caso necesario, primero tenemos que completar las unidades regulares, pasar a ellas los recursos de la economía que se han previsto y a partir de ahí completar el resto (APLAUSOS).
Es imposible reunirse en este lugar con ustedes, los combatientes del Regimiento 603 y los combatientes del Batallón de Guisa, hombres y mujeres; reunirse con el pueblo de Guisa en este escenario histórico, en las proximidades de la Sierra Maestra, sin evocar la historia (APLAUSOS).
La experiencia de nuestra patria, desde que surgió la nación, desde que se inició la primera lucha por la independencia en 1868, hasta hoy, a través de más de 100 años, demuestra que un pueblo no puede descuidar su defensa (APLAUSOS). Esa es la enseñanza más constante de nuestra historia. En 1868 no pudimos derrotar al enemigo después de 10 años de lucha, aunque, ciertamente, si en aquella ocasión nuestro pueblo no alcanzó la victoria se debió fundamentalmente a factores subjetivos, las desdichadas divisiones que surgieron en las filas de nuestro ejército mambí y de nuestra naciente República. Como dijo Martí: "Más que el enemigo nos derrotaron las divisiones." Y las divisiones nos han derrotado más de una vez en la historia, excepto en esta etapa final de nuestra Revolución (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Luego, la historia nos enseñó otra lección: la necesidad de estar unidos por encima de todo; y fue la estrecha unidad de las fuerzas revolucionarias y de nuestro pueblo lo que le dio, a partir del Moncada y sobre todo a partir del Primero de Enero de 1959, la fuerza invencible que caracterizó a nuestra Revolución (APLAUSOS).
En 1895 de nuevo se lanzó nuestro pueblo a la guerra patria, y si entonces no alcanzó la plena victoria se debió ya a factores externos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Cuba libre!: ¡Viva!; ¡Vivan las Fuerzas Armadas!: ¡Vivan!; ¡Viva Fidel!: ¡Viva!"). La metrópoli se empecinaba en no reconocer su derrota y dio lugar a la intervención de Estados Unidos, y entonces casi 30 años de lucha heroica se vieron frustrados por la presencia de una potencia extranjera imperialista, que se dio el lujo de ocupar directamente este país durante cuatro años, para después dejarnos un gobierno títere al servicio de sus intereses. La potencia imperialista nos impuso bases navales y además una enmienda en la Constitución, que le daba derecho a intervenir aquí cuando le diera la gana; es decir, siempre que sus intereses fuesen amenazados por las luchas populares. A lo largo de estos cincuentitantos años de falsa República ellos dominaron nuestra vida, nuestro destino, nuestra economía; eran sus propietarios.
Interviniendo de manera directa o indirecta, o mediante su participación abierta en los procesos políticos del país, impidieron la victoria en 1933; nos impusieron tiranías, nos impusieron crímenes, nos impusieron corrupciones, apoyando con todos los medios: con entrenamiento, con armas a los sicarios de distintas tiranías, la última de las cuales fue la de Batista.
Ello nos llevó de nuevo a la lucha, nos llevó a repetir la historia de 1868, de 1895 y de 1933; nos llevó a la lucha armada y popular para lograr alcanzar de una vez y por todas —y lo decimos así—, de una vez y por todas y para siempre, nuestra definitiva libertad, nuestra definitiva independencia (APLAUSOS); la libertad y la independencia que necesitaba nuestro pueblo para construir su futuro, para trabajar como dueño de su tierra y dueño de sus recursos naturales, de sus fábricas; dueño del fruto de su trabajo por un destino mejor. Le cupo a nuestra generación de aquellos días de 1959, el privilegio de ver al fin los resultados de tantas decenas y decenas de años de lucha.
A Calixto García los yankis no le concedieron ni siquiera el derecho a entrar con las tropas mambisas en la ciudad de Santiago de Cuba. Nuestro Ejército Rebelde tuvo el privilegio de entrar en la ciudad de Santiago de Cuba y en todas las ciudades del país (APLAUSOS). Ello situó sobre nuestros hombros una responsabilidad extraordinaria: cómo habríamos de utilizar aquella oportunidad y cómo habríamos de defenderla, porque las luchas no terminaron en 1959. Son conocidas por todos ustedes las acciones del imperialismo en todos los terrenos para —como hoy se llama— desestabilizar la Revolución, promover la subversión, sabotear la producción. Conocemos todos los crímenes que cometieron desde los primeros años, desde los primeros maestros asesinados, aquellos maestros que fueron a enseñar un alfabeto, enseñar a leer y a escribir en los campos y montañas donde durante siglos no había estado prácticamente un maestro. Los ataques piratas, las invasiones mercenarias, como la de Girón; los alzamientos de bandidos, las amenazas de intervenciones directas y otras actividades del imperialismo, nos obligaron desde el primer día del triunfo de la Revolución a prepararnos.
Pronto descubrimos que las armas que le habíamos ocupado al ejército de Batista, que eran unas cuantas decenas de miles, quizás 70 000 u 80 000 —porque tenían bastantes, para lo que las usaban, porque ellos no estaban en ninguna guerra contra alguna potencia poderosa, estaban en una guerra contra el pueblo desarmado—, aquellas armas no alcanzaban cuando nuestro país tenía que enfrentarse a un enemigo tan poderoso como Estados Unidos.
Desde los primeros momentos tuvimos que empezar a adquirir armas y así, por ejemplo, aquellas armas que procedentes de Europa Occidental llegaron a nuestro país y uno de cuyos lotes, cargado en La Coubre fue saboteado, costándoles la vida a casi 100 trabajadores y soldados. Desde luego, nunca más volvió a explotar un barco aquí cuando nuestras armas comenzaron a recibirse del campo socialista y de la Unión Soviética (APLAUSOS). Y desde entonces unos cuantos barcos han llegado a nuestras costas con armas.
Nuestro país no solo fue capaz de defenderse, sino que el desarrollo de nuestra capacidad combativa y de nuestra conciencia nos permitió en determinados momentos, incluso, cumplir brillantes misiones internacionalistas como las de Angola y Etiopía (APLAUSOS).
Y ahora, ¿podemos descuidar nuestra defensa?, ¿ahora precisamente? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Cuando elementos reaccionarios y de extrema derecha acaban de tomar el poder en Estados Unidos, cuando han hablado y han dicho, y han pronunciado amenazas contra nuestro país a lo largo de la campaña electoral y de publicaciones, declaraciones, estudios y escritos, y han hablado de posibles bloqueos con cualquier pretexto; bloqueos ya no económicos, sino militares, y han hablado de posibles intervenciones aquí, ¿vamos a descuidar nuestra defensa? No. (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Vamos a aplicar las lecciones de la historia, vamos a aplicar esa lección de que un pueblo nunca puede descuidar su defensa, y los 112 años de luchas de nuestro pueblo —repito— nos enseñan a eso, que la defensa no puede ser descuidada.
Por otro lado, no nos gusta que nos amenacen, sinceramente, no nos agrada ni un poquito. No sé a quién pretenden intimidar con eso, porque me parece que es un poco difícil hoy tratar de intimidar al pueblo de Cuba.
Esa política proclamada de amenaza contra Cuba es lo que nos ha llevado a la necesidad de redoblar nuestro esfuerzo defensivo, ¡redoblarlo o triplicarlo! (APLAUSOS), a prepararnos para defender el país. Y cuando nosotros decimos defender el país, hablamos en serio, y sabemos lo que es defender el país, y sabemos que decididos a defender el país nadie podrá ser dueño jamás de esta tierra, ningún agresor podrá ser dueño jamás de ella (APLAUSOS). ¡Las ciudades podrán ser desaparecidas, podrán ser destruidas; pero no podrán ser tomadas mientras haya un combatiente! (APLAUSOS) ¡Nuestros campos, nuestras montañas podrán ser invadidos; pero no podrán ser ocupados mientras haya un combatiente (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), en cualquiera de estas colinas, bajo cualquiera de esos árboles, o incluso donde no haya árboles! Los saharauitas luchan en pleno desierto, donde no hay ni una brizna de hierba. Mientras existan estas montañas y mientras existan nuestros combatientes, nuestro país no podrá ser ocupado (APLAUSOS). Pero no basta con esa disposición, sino que hay que prepararse para ello.
¿Acaso estamos nosotros carentes de una tradición de lucha? ¿Acaso no hemos acumulado una considerable experiencia a lo largo de la historia de nuestro pueblo? ¿Acaso los hombres que hoy constituyen nuestros cuadros más experimentados, tanto en las fuerzas armadas como en el Partido y en el Estado, no han conocido la lucha?
Cuando hablamos aquí hablamos con mucha seguridad, y nos apoyamos en nuestra propia experiencia, en nuestra propia historia. Creo que en pocos lugares como este, en pocas provincias como esta se podrá hablar con tanta propiedad acerca de esa experiencia (APLAUSOS).
En Granma comenzó precisamente la lucha por la independencia en 1868; en 1895 aquí también fue uno de los primeros lugares donde se comenzó de nuevo a combatir. En Granma desembarcó el Granma (APLAUSOS). Y con él los 82 expedicionarios; en Granma se desarrollaron nuestras primeras luchas, enfrentamos nuestros primeros reveses y nuestras mayores dificultades; en Granma nos encontramos con el apoyo y el aliento del pueblo. Pero éramos muy pocos hombres. No sé qué habría sido y cuánto habría durado el ejército de Batista si nosotros hubiéramos tenido estas tropas que están aquí en la Sierra Maestra (APLAUSOS), esas mil y tantas armas automáticas que ustedes tienen. Quizás habría que poner los fusiles tiro a tiro porque me parece que se nos acababan las balas. Pero éramos muy pocos. Como decíamos recientemente en Manzanillo, logramos reunir primero 7 fusiles, y creo que entre todos nada más había una automática, había una subametralladora allí entre los siete. ¡No, qué va!, ni siquiera eso. Esa subametralladora la encontramos meses después. Siete fusiles de cerrojo era lo que teníamos nosotros.
Lo digo porque tengo la convicción, como la tenemos todos, de que lo importante es la idea básica de un combatiente, los objetivos de un combatiente, la vinculación de los combatientes y del pueblo. El enemigo era muy poderoso, sumamente poderoso, entre 70 000 y 80 000 hombres sobre las armas. Nosotros tuvimos que vivir aquellos 25 meses de guerra, desde siete fusiles hasta el final, que teníamos unos 3 000 hombres con armas de guerra. Poco a poco el aprendizaje, poco a poco el asimilar la experiencia de cada día de lucha, desde cuando no teníamos ninguna prácticamente, hasta cuando al final prácticamente jugábamos con los soldados enemigos. Digamos que los obligábamos a hacer lo que nosotros queríamos que hicieran, a fin de aniquilarlos y derrotarlos. Y se comportaban así, al final hacían lo que nosotros queríamos; se movían a donde nos interesaba que se movieran, cuándo se movían y por dónde se movían (APLAUSOS).
Ahora, una característica muy interesante de nuestra historia revolucionaria es la siguiente: dije que al final teníamos alrededor de 3 000 hombres con armas de guerra, de las cuales un mínimo eran automáticas. De esas armas —el número exacto los historiadores algún día podrán precisarlo—, de esas armas el 90% se las arrebatamos al enemigo en combate, ¡el 90%! (APLAUSOS)
Nosotros recibimos algunos pequeños cargamentos de armas, pequeños, y quizás el más numeroso que llegó, unos 150 fusiles, arribó después de Guisa, ya en las últimas tres semanas, cuando nuestras tropas ya habían llegado a Santa Clara, estaban dividiendo la isla en dos partes y la ofensiva se desarrollaba vigorosamente. Así que no estará muy lejos de la cifra exacta decir que un 10% de las armas que nosotros teníamos al final de la guerra, vino de fuera, el 90% de las que utilizamos se las arrebatamos a los enemigos en combate. Y esto es muy importante porque nosotros sabíamos lo que valía un arma, y nuestra filosofía fue siempre esa: las armas las tiene el ejército enemigo. Esa fue la filosofía del Moncada. Nosotros fuimos allí a ocupar las armas de un regimiento. Y a lo largo de nuestra guerra de liberación ese fue el principio. Muchas veces íbamos a los combates no para matar soldados, íbamos a los combates para buscar armas, armarnos era el objetivo fundamental. De paso morían soldados enemigos, y no estaba mal que murieran, porque en definitiva tenían que morir (APLAUSOS), no quedaba otro remedio. No medíamos el éxito de un combate por el número de soldados muertos. Hubo una ocasión en que en una emboscada 25 compañeros nuestros en las proximidades de Pilón le hicieron 70 bajas al enemigo, la mayor parte muertos. Liquidaron dos camiones repletos de soldados; pero no ocupamos armas en esa ocasión. Venían otros camiones cuyos soldados se desplegaron. Aquella tropa era una buena tropa, pero todavía no tenía mucha experiencia, no pudo ocupar las armas. A nosotros no nos pareció una victoria: el enemigo tuvo 70 bajas, nosotros no tuvimos ninguna, pero no habíamos ocupado un fusil. Nosotros medíamos el éxito de las operaciones militares por el número de armas que ocupábamos. Y así nos fuimos armando.
Esto lo digo sencillamente porque debe seguir siendo nuestra filosofía. Hoy tenemos armas, bastantes armas, así, se puede decir con esas palabras: bastantes armas, y buenas armas (APLAUSOS); pero no son suficientes, no nos van a alcanzar para que cada cubano tenga un fusil. Por eso decíamos en el Congreso del Partido: "Un fusil, una mina, una granada, algo en la mano." Un machete, un machete bien utilizado en determinada circunstancia puede ser un arma temible. Pero el enemigo tiene armas y nosotros debemos pensar también, no solo en las armas que tenemos, sino en las armas que le podemos quitar al enemigo. Mientras haya 7 hombres armados en este país tienen que recordarse de esta historia de la que les hemos hablado (APLAUSOS), pero no mientras haya 7, mientras haya uno solo con un fusil, con una metralleta de estas tienen que recordarse de esta historia. Un arma se puede multiplicar por muchas armas.
Ahora, el enemigo tenía armas muy superiores a nosotros, un suministro ilimitado de parque; tenía aviación, artillería y tanques; por supuesto, muchas ametralladoras calibre 50, calibre 30, etcétera; abastecimientos todos los que quisiera.
Realmente nosotros no teníamos otra cosa que fusiles y minas. Nuestra guerra la hicimos con fusiles y minas, así, con esas armas, fusiles de cerrojo la inmensa mayoría, y las minas que las hacíamos con el TNT de las bombas que no explotaban. Nadie nos suministró de dinamita a nosotros, ni de explosivos. Si acaso recibimos desde el llano algunos alambritos y fulminantes, no necesitábamos más nada, porque nos tiraban tantas bombas que con un 10% que no explotara nos suministrábamos, nosotros que no sabíamos nada de bombas de aviación, nuestra gente, que no me explico todavía cómo nunca explotó una de esas bombas en las manos; el hecho es que con palas y con picos las desenterraban y después a martillazos las desarmaban. Así lo digo: a martillazos las desarmaban, porque no eran especialistas de ningún tipo, ni ingenieros; eran combatientes que, guiándose por sus propias luces y con una gran temeridad, desenterraban las bombas y las desarmaban, y ese era el explosivo que nosotros usábamos y fue el que usamos durante toda la guerra. Digo esto porque es muy importante recalcar la idea de que el patriota, el combatiente revolucionario, tiene que contar no solo con sus propias armas, sino también con las armas y los recursos del enemigo (APLAUSOS).
¿Quién puede luchar mejor que ustedes por estos parajes, digamos, los del Batallón de Guisa, los campesinos de estas montañas que saben —como reza el dicho popular— "hasta donde el jején puso el huevo"? (RISAS) Lo conocen todo: las cañadas, los árboles, las montañas, los arroyos, todo, donde está cada piedra aquí. ¿Qué puede hacer un enemigo aquí contra hombres y mujeres como ustedes? ¿Qué puede hacer en el pueblo, fuera del pueblo, o en los alrededores del pueblo? (EXCLAMACIONES) Esa es la idea, que nos preparemos para enfrentar la guerra regular y también la guerra irregular, las dos (APLAUSOS).
Si tienen un medio de hacer desaparecer la isla del mapa, bueno, desapareceremos, desaparecemos del mapa; pero lo que es conquistar, doblegarnos, someternos, rendirnos, no podrá jamás lograrlo ningún enemigo. ¡El imperialismo no puede, sencillamente, no puede! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS)
Este lugar, precisamente donde estamos reunidos, nos recuerda una de las acciones más audaces, más temerarias de nuestro Ejército Rebelde, cuando al final de la ofensiva, la última lanzada contra la Sierra Maestra, se inicia la contraofensiva nuestra. Salen de la Sierra Maestra las distintas columnas, aparte de las que habían salido con anterioridad para formar el Segundo Frente Oriental y el Frente de Santiago de Cuba, con las armas ocupadas al enemigo; porque cuando se inició la ofensiva enemiga nosotros teníamos unas 300 armas en la Sierra Maestra, cuando se terminó la ofensiva de Batista, aquella gran ofensiva, pues teníamos 805; casi habíamos triplicado nuestras armas en unos días, no fue mucho tiempo, fue como en 50 días; bueno, duraron 70 días los combates durante la última ofensiva enemiga. Habían salido después todas las columnas, a nosotros nos quedaba un pelotón de 30 hombres. Nosotros salimos de la Sierra Maestra con 30 hombres armados y 1 000 reclutas desarmados, 1 000 reclutas desarmados; fuimos recogiendo algunos pelotones por el camino. Queríamos agarrar a la compañía enemiga que estaba en las Minas de Bueycito, pero escaparon rápido; era la rúnica tropa que le quedaba cerca de la Sierra Maestra. Después, algunos soldados de la tiranía, casi una compañía, se habían sublevado y nos entregaron las armas. Nosotros les dijimos: no queremos que ustedes combatan, no hace falta; entréguennos las armas. Ustedes no vayan a luchar contra sus antiguos compañeros, déjennos esa tarea a nosotros. Y nos entregaron como 60 fusiles (APLAUSOS).
Cuando llegamos a Guisa teníamos alrededor de 180 hombres armados. Y en esta región de Bayamo y sus alrededores, el enemigo tenía 5 000 soldados de sus mejores tropas. De modo que ya en Guisa se produjo una lucha de otra envergadura, y la tropa nuestra estaba integrada, fundamentalmente, por reclutas, era personal nuevo —nuestras tropas más veteranas habían salido hacia los distintos frentes—, y así fue como se produjeron los combates en Guisa que duraron 10 días.
Creo que es una historia conocida por ustedes, pero es digno de tomar en cuenta el hecho de que se inició la batalla con 180 hombres contra un enemigo que disponía de alrededor de 5 000 efectivos. ¿Y qué teníamos? Fusiles y minas; no teníamos otra cosa. Fue la primera vez que nos tocó combatir al lado de una carretera asfaltada, que no es lo mismo poner una mina en un terraplén de tierra que en una carretera asfaltada por la que también los tanques y los refuerzos pueden llegar más rápidamente. Nos topamos con ese dichoso puente que no es un puente, es un terraplén elevado; y no es lo mismo volar un puente, que volar un terraplén.
Sí, teníamos algunos morteros. ¿Pero saben cuántos proyectiles? Quince proyectiles de morteros teníamos cuando llegamos aquí a Guisa, de mortero 81, lo que nos Obligó a estar pensando muy cuidadosamente cuándo los usábamos, porque no se podían estar disparando desde el primer momento.
En esta ciudad había una compañía, fue cercada. Dedicamos un mínimo de fuerzas a cercar la guarnición enemiga y el máximo de las fuerzas contra los refuerzos. Realmente la batalla de Guisa no fue contra la compañía que estaba aquí dislocada, fue contra los refuerzos de Bayamo. Ellos tenían dos caminos importantes, más otros caminos secundarios; fue necesario tomar todos los caminos y situar las fuerzas principales nuestras en la dirección por donde ellos vendrían con toda seguridad: la carretera asfaltada. A ellos les gustaban las grandes vías sobre todo cuando tenían que venir en camiones y tenían que venir con tanques.
Aquí comenzaron los combates con una patrulla que iba y venía todos los días de Guisa a Bayamo. Claro que en cuestión de minutos fue liquidada la patrulla. Allí se les ocuparon las primeras 23 armas; después de ese primer combate, en vez de 180 éramos 203 hombres armados. A lo largo de los combates se les fueron ocupando armas, incluso un tanque intacto en perfectas condiciones. Nadie sabía manejar un tanque, a decir verdad; nadie sabía manejar un cañón de tanque. Creo que si ustedes un día ocuparan un tanque yanki en un combate, no tendrían los problemas que tuvimos nosotros, porque para averiguar cómo disparaba aquel cañón, hubo que de noche estar haciendo experimentos allí; hubo que poner a un compañero con un caballo blanco delante para ver si donde apuntaba aquel mecanismo por ahí iba el tubo del cañón; hubo que hacer algunos disparos de prueba y, bueno, ¿para dónde apuntar?: apunten para el puesto de mando a ver si llegan allá los cañonazos esos, el puesto de mando de Bayamo.
En una ocasión quedó cercado un batallón completo con dos tanques dentro. Entonces, el enemigo no solo tenía cercada la tropa de Guisa, tenía cercado el batallón de refuerzo con dos tanques, y ya tenía que enviar refuerzos para rescatar el batallón que había venido de refuerzo; tenía que mandar refuerzos para rescatar los refuerzos.
Hay un hecho muy importante, y es esa loma que no tenía nombre y hoy se conoce como la loma de Coroneaux, porque esa loma jugó un papel importantísimo (APLAUSOS). Ahí había alrededor de un pelotón nuestro; estaba muy próximo a la ciudad. Como la infantería enemiga no podía pasar por la carretera mientras nosotros tuviéramos esa loma, los tanques no pasaban; porque el enemigo sabía que teníamos minas, y si la infantería no iba por delante quitando las minas, los tanques no pasaban porque volaban. Allí mismo quedan los restos de un tanque volado, fue el primero que voló por allí. Y nuestra infantería, con sus fusiles, no dejaba pasar a la infantería enemiga desde esa loma, y los que manejaban las minas, por supuesto, podían mantenerse en sus posiciones. Y a pesar de que nosotros solo teníamos fusiles y minas, ellos, con sus tanques, su artillería y su aviación, no pudieron pasar por aquella carretera. Eso duró alrededor de 10 días.
En aquella loma, el compañero Coroneaux hizo construir unas 200 trincheras, por cada hombre que tenía allí hizo por lo menos 10 trincheras, para defenderse en distintas posiciones.
En cierto momento la posición era muy difícil, fue necesario pedir voluntarios. ¡Y sobraron voluntarios para defender la posición! y entre los voluntarios, una escuadra del pelotón de mujeres "Mariana Grajales" (APLAUSOS). Es decir que allí, en aquella loma dificilísima, en aquella posición tan difícil, participó junto a los hombres una escuadra de mujeres. Resistieron allí los 10 días de bombardeo, porque en los 10 días que duró la batalla de Guisa la aviación enemiga estaba, desde el amanecer hasta por la noche, atacando las distintas posiciones; pero sobre todo atacaron esa posición, con bombas explosivas, con bombas incendiarias, con todo. La artillería atacó aquella posición mucho; los tanques hacían disparos directos, los tanques Sherman, contra aquella posición. Precisamente, a Coroneaux lo mata un disparo directo de cañón de tanque. Pero la posición no fue abandonada. Y repito que la mayor parte de aquellos combatientes eran reclutas.
¿Por qué aquellos reclutas se comportaban tan bien? Porque existía ya una tradición. Esa tradición de lucha contra el armamento moderno, los tanques, la aviación, fue creada por el primer núcleo de los que quedaron del desembarco del Granma y de los que formaron las primeras columnas. Nosotros nos hicimos fuertes, sobre todo, cuando los hombres aprendieron a resistir en una posición, en una trinchera, el ataque de los morteros, de la artillería, de la aviación; cuando nuestros hombres aprendieron a resistir ese ataque y no moverse de las posiciones, entonces fuimos fuertes. Porque sabíamos ya que una posición determinada, muy importante en una batalla, no podía ser tomada por el enemigo; la infantería no podía tomarla, y el uso de todo su armamento más sofisticado no podía desalojar a nuestros hombres de la posición.
Fueron los combatientes de las primeras columnas los que crearon esa tradición. Y después los nuevos combatientes, los que fueron a la escuela de Minas de Frío, los que ingresaban en el Ejército Rebelde, eran fieles a la tradición; ellos sabían que se podía resistir en una posición, y resistían y se portaban muy valientes. Es la importancia que tiene el estudio de la historia, de las experiencias; la importancia que tienen las tradiciones combativas, porque ya se crea un espíritu, se crea una moral, se crea una convicción. Y así, los nuevos reclutas se comportaban tan bien como los soldados más veteranos; no tenían la misma experiencia, pero se comportaban con tanto valor como los veteranos. Eran, precisamente, hombres y mujeres como ustedes.
No tengo dudas que muchos de ustedes tienen alguna experiencia, cuando pienso no en el estudiante que tiene 16 años ahora; sino en los viejos combatientes, estoy seguro de que en estas Milicias hay combatientes de lucha por la liberación, hay combatientes de las luchas contra bandidos, hay combatientes internacionalistas, de modo que ustedes reúnen una experiencia. Pero para los que son nuevos totalmente, para los que no han tenido experiencia combativa, yo les recuerdo esto, porque sé que esos serán tan buenos soldados como los más veteranos (APLAUSOS).
Al final de aquellos combates que se libraron entre el 20 de noviembre y el 30 aquí en Guisa, nuestras fuerzas habían ocupado la ciudad, le habían ocasionado al enemigo más de 200 bajas entre muertos, prisioneros y heridos; le habíamos ocupado más de 100 armas, entre ellas varias ametralladoras, varios morteros, bazucas, etcétera; habíamos incrementado nuestra fuerza. Cuando salimos de Guisa éramos más de 300 hombres con armas de guerra. El enemigo había sufrido un golpe muy fuerte, había quedado muy desmoralizado. Eso facilitó nuestro avance ulterior por la Carretera Central, desde Jiguaní hasta Santiago de Cuba. El hecho cierto es que en 40 días los 1 000 reclutas estaban armados; desde luego, una parte ocupó el lugar de las bajas, de los muertos, los heridos. En Guisa murieron 8 compañeros y 7 fueron heridos; fueron 15 las bajas nuestras. Ahora, por cada baja que tuvimos nosotros al enemigo le hicimos por lo menos 15, porque después del combate contra el batallón que quedó cercado, ellos cargaron camiones de soldados muertos. En realidad, le hicimos una gran cantidad de bajas.
A mí me gusta el ejemplo de esta batalla, porque es muy instructiva para lo que nosotros estamos haciendo ahora, que es prepararnos; y sobre todo no solo prepararnos militarmente, sino también crear una mentalidad, crear una conciencia de lo que el combatiente revolucionario es capaz de hacer, de lo que el pueblo es capaz de hacer aun en circunstancias muy difíciles (APLAUSOS).
Yo traje por aquí un suplemento de Granma que ha publicado algunos materiales de aquella época, de aquellos acontecimientos, pero uno de los que más me emociona, al cabo de 20 años, es un mensaje dirigido a los compañeros de Radio Rebelde; ellos estaban allá todavía en la Sierra, no habíamos podido bajar la estación, yo les envío un mensaje desde Guisa, dice:
"Sierra Maestra, noviembre 26-58.
"A todos los muchachos de Radio Rebelde:
"Aquí estoy echándoles de menos a ustedes. Ya tengo altoparlante, pero no tengo locutores."
Nosotros usábamos los altoparlantes también como arma de guerra, rodeábamos los cuarteles y empezábamos a darles sus mítines a los soldados para desmoralizarlos y rendirlos.
"Pronto va a llegar aquí una planta transmisora potente, pero sin Eduardo y ustedes nada funciona. Tenemos una fuerte línea de defensa entre Bayamo y Guisa, es como un Jigüe, pero a las puertas de Bayamo; aquí la pelea es contra tanque, pero ya hay uno boca arriba. No tengo aquí a los veteranos, pero la tropa se está portando bien. Coroneaux hecho un león, ha abierto en un firme más de 200 trincheras. Picos y palas por la libre.
La gente buena y acariciando todos la idea de comprar en Guisa muchas chucherías.
"Abrazos a todos" (APLAUSOS).
Todo marchó exitosamente e incluso se cumplió la premonición sobre las chucherías. Cuando el día 30 entramos en Guisa, los burgueses tenían unos cuantos almacenes acá y tenían toda clase de chucherías, muy sofisticadas, estaban terminando la zafra del café, y desde luego no confiscamos, hay que decir que compramos y pagamos religiosamente. Pero fue la primera vez que después de largo tiempo, de años prácticamente en la Sierra, habíamos tomado algo parecido a una ciudad, digamos Guisa era ya una ciudad realmente, una pequeña ciudad. Y fue la primera vez que habíamos tenido esa oportunidad, porque le dimos permiso a la tropa, éramos algo más de 300; entraron a los almacenes y compraron, no saquearon los almacenes ni mucho menos, compraron y pagaron. Si el almacén fuera yanki, bueno, en caso de una agresión yo no estaría recomendando comprar y pagar (APLAUSOS).
Y precisamente cuando estábamos analizando estos materiales, nos encontramos con un editorial que hicimos en la Sierra Maestra relacionado con los yankis o con las actividades de los yankis. No lo voy a leer completo. Eran días en que Batista estaba buscando un pretexto para una intervención yanki aquí, pretexto, porque maniobraron, retiraron la guarnición de Nicaro que era una industria de níquel yanki, las tropas nuestras entraron en Nicaro y después ellos decidieron mandar tropas a Nicaro, indiscutiblemente que querían convertir Nicaro en un campo de batalla.
Por aquellos días la columna de Almeida había capturado un jeep en una emboscada, los retuvo unos días, siete cubanos y dos yankis, creo que eran de la Texaco; entonces un vocero del Departamento de Estado hizo declaraciones muy amenazantes. Era en aquella época en que nosotros constituíamos un ejército muy pequeño, en aquella época cuando salieron esas declaraciones seríamos mil y tantos hombres armados, y teníamos el temor de que estuvieran fraguando —y no era un temor infundado— un pretexto para una intervención aquí.
Nuestro país no poseía los medios que posee hoy, las armas que posee hoy, los millones de ciudadanos instruidos, conscientes, revolucionarios con que cuenta hoy, no conocía el apoyo internacional con que cuenta hoy, éramos relativamente débiles. Pero ya en aquella ocasión les advertimos a los yankis que no se metieran aquí, y se lo advertimos en forma muy categórica.
Aquellas declaraciones que se hicieron a través de Radio Rebelde el 25 de octubre de 1958, antes de la ofensiva final nuestra, terminaba con estas palabras:
"Bueno es advertir que Cuba es un país libre y soberano. Deseamos mantener con los Estados Unidos las mejores relaciones de amistad, no queremos que entre Cuba y los Estados Unidos surja nunca un conflicto que no se pueda resolver dentro de la razón y el derecho de los pueblos. Pero si el Departamento de Estado americano continúa dejándose arrastrar por las intrigas de mister Smith y Batista e incurre en el error injustificable de llevar a su país a un acto de agresión contra nuestra soberanía, la sabremos defender dignamente (APLAUSOS). Hay deberes con la patria que no se pueden dejar de cumplir cueste lo que cueste.
"A un país grande y poderoso como Estados Unidos no lo honran las palabras y amenazas que entrañan las últimas declaraciones de usted. Las amenazas tienen virtualidad entre la gente cobarde y sumisa, pero no la tendrán jamás con los hombres que estén dispuestos a morir en defensa de su pueblo" (APLAUSOS).
Han transcurrido aproximadamente 22 años y 3 meses de esta declaración, cuando éramos todavía un puñado de hombres. Y como prueba de la continuidad en la línea de la Revolución y del pensamiento de la Revolución, estas declaraciones que hicimos aquel 25 de octubre de 1958 las podemos repetir exactamente igual hoy día (APLAUSOS), sobre todo estas palabras: "Hay deberes con la patria que no se pueden dejar de cumplir cueste lo que cueste."
"Las amenazas tienen virtualidad entre la gente cobarde y sumisa, pero no la tendrán jamás con los hombres que estén dispuestos a morir en defensa de su pueblo" (APLAUSOS).
A esto habría que añadirle una palabra para que quedara así: "¡Con los hombres y mujeres que estén dispuestos a morir en defensa de su pueblo!" (APLAUSOS)
Este espíritu es el espíritu que queremos para los combatientes de nuestras Fuerzas Armadas, las tropas regulares, los reservistas, las Milicias de Tropas Territoriales y para todos los combatientes revolucionarios.
Nuestra fuerza desde entonces se ha multiplicado extraordinariamente, y lo digo así con absoluta tranquilidad: no hay fuerza en el mundo capaz de doblegar a nuestro pueblo (APLAUSOS).
La presencia de las mujeres no es ni mucho menos una cuestión política. En el sector femenino hay un enorme potencial combativo, puesto que en el sector masculino están todas las tropas regulares, muchas de las reservas; las mujeres no han estado incluidas en el Servicio Militar y tenemos un potencial enorme de muchas mujeres jóvenes en magníficas condiciones físicas para el combate (APLAUSOS).
En nuestra guerra la capacidad combativa de las mujeres quedó demostrada. Y no fue fácil, los hombres tenían entonces muchos prejuicios. Yo recuerdo que cuando organicé el pelotón "Mariana Grajales", incluso participé en la instrucción de esas compañeras, había combatientes rebeldes que estaban furiosos, no les gustaba la idea de un pelotón de mujeres. Precisamente disponíamos de algunos M-1 y el M-1 se consideraba un arma buena, era un arma ligera, nos parecía la adecuada para las mujeres. Había algunos que decían que por qué ellos iban a tener un Springfield y le iban a dar a una mujer un M-1. Yo en algunas ocasiones, un poco disgustado, tuve que decirle a alguno: "porque son mejores combatientes que tú" (APLAUSOS). Y la realidad es que lo demostraron. Un grupo numeroso de mujeres participó en la tropa que avanzó hacia Holguín. En las proximidades de Holguín el pelotón de mujeres sostiene un combate muy duro con tropas del Ejército, el enemigo le hiere gravemente al jefe; por regla general una patrulla, un pelotón, tenía el hábito de retirarse cuando le herían el jefe, cosa que no es correcta, pero era un poco cierto hábito, al producirse la muerte o la herida grave del jefe. El pelotón había atacado un camión de soldados, y a pesar de que le hirieron grave al jefe no se desalentó, continuó el combate, liquidó el camión y le ocupó todas las armas (APLAUSOS). Fue un comportamiento realmente excepcional.
También aquí recuerdo la escuadra de mujeres que permaneció en esa posición, bajo un terrible bombardeo de artillería y de aviación, durante 10 días.
De modo que no se trata de una cuestión política, o de una simple lucha por la igualdad —en esto se manifiesta, desde luego, la lucha por la igualdad, lo mismo que de otras muchas formas—, es una necesidad y es un potencial de fuerza extraordinario el que tenemos en la mujer como combatiente para la defensa de la patria (APLAUSOS). Por ello se decidió que en cada Regimiento de Tropas Territoriales de capital de provincia, un batallón de mujeres; en cada batallón de municipio, una compañía de mujeres. Es decir, cada provincia tendrá su batallón de mujeres; cada municipio tendrá, por lo menos, su compañía de mujeres (APLAUSOS).
Creo sinceramente que estamos constituyendo una fuerza formidable, una fuerza extraordinaria que multiplicará la capacidad combativa de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias y de nuestro pueblo.
Ha sido muy emocionante hoy, compañeras y compañeros, este acto, este juramento. Y es emocionante por su profundidad, por su sinceridad y por su seriedad.
No quisiéramos vernos un día en la necesidad de utilizar esta fuerza, más bien deseamos que la paz prevalezca, no sólo en nuestra patria, sino en el mundo, para dedicarnos al trabajo creador. Pero no debe existir la más remota duda de que si las circunstancias lo exigen emplearemos esta fuerza y esta es una fuerza temible e invencible (APLAUSOS).
Ustedes han recibido sus gallardetes y sus banderas. El Regimiento de Bayamo ha recibido su estandarte. De ustedes deseamos y con relación a ustedes estamos seguros de que si algún día nos vemos en la necesidad de combatir, serán capaces de emular y aun de superar el extraordinario heroísmo de los que, entre el 20 y el 30 de noviembre de 1958, combatieron en Guisa y liberaron la ciudad (APLAUSOS). Y que ustedes estarán a la altura de los defensores de esa colina que hoy lleva el nombre de "Coroneaux", que ustedes estarán a la altura del espíritu, la valentía y el heroísmo del pelotón de aquel Capitán y de las extraordinarias mujeres de la escuadra que defendieron aquella posición (APLAUSOS).
Sé que en todas partes de nuestro país, en cualquier rincón, en cualquier montaña, en cualquier poblado, nuestro pueblo, nuestros soldados, nuestros reservistas, nuestros combatientes lucharán con denuedo y serán capaces de darlo todo por su patria (APLAUSOS). Pero sabemos también que ustedes, los combatientes de Guisa, los combatientes de Bayamo y los combatientes de Granma estarán entre los primeros (APLAUSOS).
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)