DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL
COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE
ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL IV CONGRESO DE LA FELAP, EFECTUADO EN EL PALACIO
DE LAS CONVENCIONES, EN LA TARDE DEL 7 DE JULIO DE 1985, "AÑO DEL TERCER
CONGRESO".
(VERSIONES
TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- El compañero
Díaz Rangel, como buen periodista, como lo acaba de
demostrar, lo que ha planteado es una pregunta sobre este peliagudo problema.
Este es un problema muy peliagudo y lleno de pelos por todas partes (RISAS).
Escuchaba también al uruguayo, al compañero
brasileño, que han hecho muy interesantes exposiciones. Creo que todas las
intervenciones han sido buenas y algunas han sido excepcionalmente buenas,
realmente muy buenas, y nos han ilustrado mucho a todos nosotros sobre el
problema. Ya se va produciendo una constante, porque hemos tenido varias
reuniones de tipo internacional, falta la de los obreros a mediados de mes y a
finales de mes una muy amplia en el espectro político y social; ya las
invitaciones se cursaron y se están entregando, pero nosotros observamos una
constante en todo, algo así como una larga fila junto a una misma idea, y es la
idea de que la deuda no puede pagarse.
Hace algún tiempo nadie se atrevía a decir
que no podía pagarse la deuda, algunos sí, como se recordó aquí, empezaban los
obreros en Uruguay y otras partes a expresar esto; pero para mucha gente
parecía una inmoralidad decir que no se podía pagar la deuda, había un respeto
místico a la palabra no pagar o moratoria a pesar de que esta es una
institución tan vieja y respetable como el Derecho Romano. Todo el que estudió
algo de Derecho Romano lo sabe.
Les puedo contar una anécdota. Recuerdo que
en mi casa hablaban muy mal de lo que se llamaba empeñar una prenda, y en la
moral en que nos formaban en la casa nos decían: "eso es muy malo", el
que empeñaba algo cometía una falta muy grande, empeñar algo era una cosa
terrible. Y, bueno, yo un poco crecí con esa idea: el tipo más perverso del
mundo era el que empeñaba algo, el que pedía un préstamo y entregaba una
prenda. Hasta que después empecé a estudiar Derecho, primer año, segundo año de
Derecho Romano, y ustedes saben que casi todo el Derecho Civil actual surge en
la época de Roma, los contratos civiles de todas clases, tuvimos que estudiar mucho sobre eso.
Pues bien, estudiando Derecho, viendo en un
libro algunas cosas amenas, descubro que aquello era el contrato pignoraticio,
con garantía de prendas. Entonces, cuando vi aquello
por primera vez en un libro, que ya era algo que existía hacía 2 000 años y que
los juristas, los filósofos del derecho planteaban esos problemas, digo:
caramba, esto de empeñar algo no es una cosa tan sacrílega, parece incluso a
veces algo honorable y necesario, que se inventó hace mucho tiempo. Claro,
ocurrían cosas peores en aquella época porque el que recibía préstamo sin
hipoteca o prenda y no pagaba la deuda lo esclavizaban, si entregaba la casa.
La prenda la perdía; mucha gente no tenía nada que entregar y se entregaba él.
Después lo llevaban incluso al circo, antes de que los romanos se entretuvieran
llevando a los cristianos al circo. Empezó a adquirir para mí un carácter
honorable aquello del crédito pignoraticio con entrega de prenda, todavía me
acuerdo; porque, además, también surgieron algunas necesidades y no alcanzaban
los recursitos que llegaban de la casa. Eran suficientes para vivir
moderadamente, pero ustedes saben lo que es un estudiante, siempre surge alguna
necesidad. Y desde que adquirió un carácter tan respetable para mí aquella
institución, yo también me fui a la casita de préstamos y empeñé algunas cosas,
hasta un reloj de oro que me habían regalado en la casa; apremiado por
juveniles necesidades no me quedó más remedio que acudir al crédito
pignoraticio con garantía de prenda. Bueno, eso era peor que la deuda externa,
déjenme decirles que los intereses eran más leoninos, si es que puede haber
algo más leonino que los intereses de la deuda externa. Pero lo cierto es que
se había roto en mi conciencia un mito.
En aquella época, también el Derecho Romano
hablaba de la moratoria, y la moratoria a veces la decretaban los individuos y
otras veces la decretaba el Estado. ¡Cuántas veces el Estado decretó moratoria!
Y es difícil que haya un solo país de América Latina donde no se haya decretado
alguna vez una moratoria, y en Cuba, en los años 30, cuando la crisis se
decretó tremenda moratoria. Es una de las más venerables y justas instituciones
que ha existido nunca en ciertas circunstancias.
Aquí alguien recordó, el mexicano, que
Juárez decretó una moratoria de la deuda externa y en qué época; se aparecieron
los barcos de guerra y las cañoneras por los alrededores. He pensado mucho en
todo eso, si es que pueden hacer eso en la actualidad otra vez.
Creo que no tengo que hablarles de eso,
porque si ustedes, por fin, se terminan de leer ese material, verán que yo
analizo ampliamente cuáles son las posibilidades que tiene el mundo
industrializado de hacer algo parecido hoy, porque no han pasado en vano estos
últimos 40 años; no pasó en vano la lucha heroica del pueblo argelino por su
independencia frente a una de las potencias más poderosas de Europa; no pasó en
vano la guerra de 30 años del muchas veces heroico pueblo vietnamita, ¡treinta
años luchando contra las potencias más poderosas del mundo!; no pasó en vano la
lucha de las colonias portuguesas que fueron las últimas; no pasó en vano la
lucha de Cuba y la resistencia de Cuba, de Nicaragua, de los salvadoreños, la
de los saharauitas en el norte de Africa.
No pasó en vano la lucha de tantos pueblos, y eso ha enseñado mucho a todos
nosotros y a todo ese mundo industrializado, que somos dignos de un poco más de
respeto y que las mayores potencias no pueden siquiera con un pequeño país
decidido a defender su independencia y sus derechos (APLAUSOS). Estoy
convencido de que ni nos pueden invadir, ni nos pueden bloquear, ni nos pueden
repartir una y otra vez, como hicieron con nosotros muchas veces en los siglos
pasados porque si estuvieran tan locos para tratar de hacer algo parecido a
eso, entonces sí que el capitalismo concluiría en el mundo a toda velocidad. No
pueden, y ellos lo saben.
Si los gobiernos latinoamericanos adoptaran
una posición firme, dura, sé lo que van a hacer, enseguida; si dos o tres
gobiernos desesperados decretan la moratoria y lo proclaman abiertamente, no
calladitos, porque mientras lo hagan calladitos, los poderosos acreedores se
callan también pues no quieren escándalo, no quieren que cunda el ejemplo, pero
si algunos países desesperados lo hacen y lo proclaman como un derecho, como
una cosa justa, y no solo porque no se pueda, porque el hecho de que no se
pueda es parte de la razón para no hacerla, sino también porque no es justo,
porque es criminal hacerlo en la forma en que están exigiendo que se haga
(APLAUSOS).
Entonces, lo que van a hacer cuando eso
ocurra no es bloquear económicamente ni embargar naves aéreas y navales a esos
países, estoy seguro; si bloquean le hacen el juego al movimiento, a este
colosal movimiento de liberación del Tercer Mundo, porque van a desatar una
solidaridad que lo de las Malvinas será pequeño comparado con la solidaridad
que va a desatar un hecho de esa naturaleza. Cuando las Malvinas, nadie tenía
un centavo que ganar ni perder y, en este caso, nuestros países tienen la vida
o la muerte por ganar o perder. Bloquear sería como apagar un incendio con
gasolina, estoy convencido de eso. Sé que son imbéciles, pero de vez en cuando
reflexionan (APLAUSOS). Más bien que imbéciles lo que han demostrado siempre es
su desprecio hacia nuestros pueblos, claro que nos despreciaron, ¿cuántos años
por ejemplo llevamos bloqueados nosotros? Casi 26 años, nos despreciaron, y
ahora les decimos: comparen cómo andamos nosotros en todos los índices, incluso
con los países que tenían muchos más recursos económicos que Cuba; comparen con
lo que trataron de presentar como modelos políticos y sociales en este
hemisferio, y les demuestro cantidad de cosas.
Cuando me pongo a conversar con algunos
interlocutores norteamericanos, se desestabilizan en poco tiempo.
Les digo: Déjenme ver el índice de
prostitución que hay en tal punto y cuántos hay aquí, el índice de pordioseros,
allá y aquí. ¿Cuántas drogas se consumen allá y cuántas se consumen aquí? Y les
pregunto, además, bueno, ¿cuántos casinos hay allí y cuántos hay aquí?,
¿cuántos desempleados allí y cuántos aquí: qué nivel de escolaridad allí y
aquí: qué índice de muchachos escolarizados entre 6 y 12 allí y cuántos aquí:
cuántos escolarizados entre 13 y 16 allí y cuántos aquí: cuántas instituciones
escolares allí y cuántas acá: y cuántos maestros por alumno allí y cuántos
aquí: cuántas instituciones de salud allí y cuántas aquí: cuántos médicos allí
y cuántos aquí, el índice de mortalidad infantil, cuántos se mueren el primer
año de vida, en el segundo y en el tercero, etcétera, etcétera? ¡Cuántos
desempleados allí y cuántos aquí! ¡Cuántos ladrones millonarios, saqueadores
del Tesoro Público hay allí y cuántos aquí! No hay comparación posible. A mí
casi me da vergüenza la falta de argumentos con que se tienen que presentar
ante preguntas elementales (RISAS Y APLAUSOS). No resisten, se han pasado toda
la vida hablando basura, idealizando cosas y difamando otras, en un intento
desesperado, a través de todos sus medios de divulgación masiva, para que las ideas revolucionarias no se extiendan. Llevamos 26 años
bloqueados, pero no les quedan ya armas contra nosotros en ningún terreno.
Nada.
Nuestro comercio es insignificante, nuestro
comercio con el mundo occidental: tenemos el 85% del intercambio con los países
socialistas. Esta crisis nos afecta solo en un 15%, somos los menos afectados.
Es por eso precisamente por lo que podemos levantar esta bandera y hablar con
entera libertad. De manera truculenta empiezan a esgrimir los más falaces y
ridículos argumentos. Ya están diciendo hasta que somos los mejores pagadores.
Nunca en su vida habían hecho semejante elogio de Cuba, antes iban a los
banqueros y les decían: Oigan, no le presten que no pagan.
La deuda nuestra no es con la banca yanki, es al revés, con diversos países occidentales,
excepto Estados Unidos, una parte es con países del Tercer Mundo como por
ejemplo Argentina y México, países hermanos de América Latina.
Nuestra deuda en divisas convertibles es,
además, insignificante, la más pequeña deuda per
cápita en esa moneda de América Latina: y con la banca yanki
ninguna. Entonces, en su desespero e impotencia, hablan provocadoramente. y lo que nos da más fuerza moral es decir: no tenemos este
problema, estamos librando una batalla por los demás. Y no es ahora que
empezamos, ¡cuántos años hace que empezamos! Esto no es un invento que ha
surgido improvisadamente en unos días, ni esta es una campaña de relaciones
públicas. Eso es lo que creía durante meses el gobierno yanki,
que nosotros lo que queríamos era mejorar relaciones internacionales, hacer
promoción pública con este tema. No sabían que se estaba librando una verdadera
batalla, y era el momento oportuno de hacerlo.
Hemos estado más de 15 años abordando los
problemas del subdesarrollo en la esfera internacional, sus orígenes, sus
causas, la responsabilidad del capitalismo, el colonialismo y el
neocolonialismo en esta tragedia. Cuba participó activamente en la aprobación
de los principios del Nuevo Orden Económico Internacional y de la Carta de los
Derechos y Deberes Económicos de los Estados, junto a Argelia, México y otros
países del movimiento de los No Alineados y del Tercer Mundo.
Después de la Conferencia Cumbre de 1979,
fuimos a las Naciones Unidas, y por ahí está el discurso, pudiéramos hasta
buscarlo e imprimirlo en número suficiente, y antes de que ustedes se fueran
entregarles una copia a cada uno para que vieran que eso no es de ahora, no es
un invento de ahora, un invento de Cuba ahora, como algo que se agarra, algo
que se acaba de descubrir. En 1979 planteamos en las Naciones Unidas la
necesidad de 300 000 millones de dólares por encima de los recursos con que se
contaba para invertir en el desarrollo de los países del Tercer Mundo en el
decenio 80-90, porque se demostraba que era mentira que existiera un programa
para enfrentar el subdesarrollo, y que cada vez había un mayor abismo entre el
mundo rico y el mundo pobre, que no había tal desarrollo, que lo que había era
un proceso de subdesarrollo relativo y que más que países en desarrollo éramos
países en subdesarrollo. Porque si Suecia, Suiza, Bélgica, Holanda y Dinamarca,
por ejemplo, tenían 10 000 dólares de producto interno bruto per cápita y muchos de los países del Tercer Mundo tenían
200, 300 ó 400 dólares per cápita, cuando los del
Tercer Mundo lo elevaban en 50 dólares, los industrializados lo elevaban en 500
per cápita. Nos han llamado eufemísticamente países
en desarrollo, y somos países en subdesarrollo, países que se están
subdesarrollando, que están cada vez más alejados de los otros, de los
desarrollados, económica e industrialmente.
¿Cuál es el futuro de nuestro mundo? ¿Cuál
es el futuro de los 4 000 millones de seres humanos que viven en el
subdesarrollo? Este tema no es nuevo para nosotros, hay algunos cambios en
nuestros planteamientos, porque todavía —como les explicaba— en 1979
demandábamos la cancelación, es decir, la condonación de la deuda de los países
más pobres y amplias facilidades de pago a los demás. Todavía en 1983 lo
planteamos así; el cambio consiste en que ahora lo demandamos para todos los
países del Tercer Mundo, porque hay que hacer un frente común entre todos si
queremos ganar esta batalla, y porque hasta los pueblos que tienen recursos
naturales grandes y son exportadores de petróleo, como Venezuela, México,
Ecuador, tienen también muchos problemas sociales. En Venezuela misma, con
tantos recursos, hay un 14% de desempleados, es creciente el número. Sabemos
los graves problemas económicos y sociales que existen en esos países que
poseen recursos, y debemos decirlo: hay que pensar también en los pueblos de
esos países que son los que en definitiva tienen que pagar esa deuda que no les
prestaron a ellos. y yo pongo un ejemplo: es como el
caso de que a un padre le prestan una cantidad de dinero determinado, se va a
un casino, se lo juega en la ruleta, lo pierde, y entonces le quieren cobrar al
hijo de 5 años la deuda. Ese es el caso, les están cobrando la deuda a quienes
no les prestaron nada. Como se dijo ayer, mucho de ese dinero se fugó. Hubo
países donde se llevaron para depositar en el exterior el 126% del dinero que
les prestaron, se llevaron lo que les prestaron más la reserva del país; y en
otros llevaron para depositar en cuentas privadas fuera del país el 40%, el 50%
de lo que entró por concepto de préstamos, en unos más, y en otros menos, según
el país.
Pero hay unos cuantos de los grandes deudores,
donde entre el 40% y el 50% de los préstamos se fugó. ¿Y a quién le están
cobrando y por qué? ¿Dónde está el fundamento moral de esa cosa tan injusta,
tan cruel?
Ya hoy mucha gente, casi de forma unánime
todo el mundo, dice: no se puede pagar. Y he visto religiosos afirmando
categóricamente esto. Antes se decía que era casi un pecado no pagar, y hoy hay
cardenales, obispos, infinidad de sacerdotes, de cristianos de muy diversas
iglesias, que dicen: no se puede pagar, no se debe pagar y no vamos a pagar.
Cuando yo vi aquí
recientemente a una monjita colombiana cómo hablaba y explicaba de una gran
parte de la población de Bogotá, los cientos de miles de niños abandonados,
descalzos, hambrientos, mientras otra monjita con unas diapositivas
explicándolo todo; cuando yo veía aquella explicación tan elocuente y aquel
lenguaje tan enérgico, afirmando que no estaban dispuestas a pagar la deuda, en
la reunión de mujeres latinoamericanas, llegué a una conclusión: esta deuda no
solo es impagable, sino que ya, además, es una deuda incobrable (APLAUSOS).
Todas las mujeres latinoamericanas estaban en la misma idea.
Aquí se ha hablado, con razón, de los
pronunciamientos de los gobiernos, y tiene cierta lógica, porque sé cómo
piensan casi todos los gobiernos, con muy poquitas excepciones, y la inmensa
mayoría de los gobiernos saben que no pueden pagar, están convencidos de que no
puede pagarse y no debe pagarse. Algunos de los pocos que todavía tienen
esperanzas técnicas de que se puede pagar, porque su situación es menos desesperada,
ya que exportan petróleo, si el petróleo baja cuatro dólares, ¡adiós
esperanzas! Y el petróleo está ya a cuatro dólares por debajo del precio
marcado por la OPEP. Porque también el imperialismo ha estado haciendo todo lo
posible por bajarle el precio al petróleo, exportando petróleo del mar del
Norte, de distintos lugares, por distintas vías, utilizando las reservas que
habían acumulado, haciendo todo lo posible por deprimir el precio del petróleo
en beneficio de sus propios intereses, ya que son los grandes consumidores. Y
se ha creado una situación en que realmente a unos cuantos países más de
América Latina y el Tercer Mundo los pone en crisis la simple rebaja de cuatro
dólares —una vez que la exportación de la OPEP se ha reducido de casi 40 millones
de barriles cada día a 14—, sin que ello le resuelva el problema a ninguno de
los otros, porque usted le dice a Jamaica hoy, o a Santo Domingo: oigan, el
petróleo se rebajó cuatro dólares el barril. No resuelven nada. Es tan grave el
problema, es tan profunda su crisis, que no resuelven nada. Pero a unos cuantos
de los que todavía pueden albergar esperanzas de pagar, con cuatro dólares
menos del precio del petróleo, se les liquidan hasta las últimas esperanzas.
Pero bien: la inmensa mayoría está convencida
de que no puede pagar. Claro, entonces, se encuentran los gobiernos
latinoamericanos en una situación en que no pueden decirlo, están renegociando,
y todos los meses se renegocia prácticamente; no están en las condiciones de
Cuba, de poder hablar con la libertad y la impunidad con que Cuba habla, los
pueden empezar a apretar, a crearles dificultades. No dicen lo que piensan,
pero saben que no se puede pagar.
Algunas empresas transnacionales de la
información han utilizado la táctica de ir a preguntar en concreto sobre el
tema, qué piensan sobre nuestras tesis, y tratar de desarrollar contradicciones
entre nosotros, porque si antes se creían que era un problema de relaciones
públicas, y ahora se han dado cuenta de que es un movimiento serio, una batalla
en regla; entonces, están inventando como unos desesperados cómo le pueden
quitar fuerza a esta lucha, y una de las tácticas que están utilizando cada vez
que tienen una oportunidad, es hacer una pregunta concreta, dirigida: óigame,
mire, ¿qué piensa usted de esto que Cuba plantea? A esos gobiernos que están en
la necesidad de negociar y renegociar todos los meses, les hacen una cierta
trampa con esos interrogatorios; en general, se han manifestado con mucho
cuidado, a decir verdad, con mucho respeto sobre Cuba, pero poniendo, como es
lógico, especial cuidado en sus respuestas. Les preguntan como a Cristo, si hay
que pagar o no tributo al César. Claro, los voceros de la administración yanki siguen presionando por todos los medios, inventando
desesperadamente todo tipo de trucos para restar fuerza a los planteamientos de
Cuba y al poderoso movimiento que se ha gestado.
Como consecuencia de esto, hay algunos
políticos latinoamericanos que empiezan a preocuparse de que Cuba levante esta
bandera. ¡Ah!, porque Cuba no solo tiene que ser un país bloqueado, puede ser
agredido, le pueden tener ocupado un pedazo de su territorio, o le pueden haber
quitado toda su cuota azucarera y repartírsela a todo el mundo, como lo
hicieron en los primeros años de la Revolución. ¡Ah!, no, Cuba no tiene ningún
derecho en este mundo, debe sufrir todo solitariamente frente a Estados Unidos
y, en cambio, la obligación de resignarse a todo, ni siquiera tener el derecho
de exponer una idea, levantar una bandera, ni poner énfasis en esa idea, cuando
llevamos muchos años, más de 15 años, planteando estos problemas. Hay también
algunos que reaccionan con cierto celo, cierta ridícula envidia de que ese país
"terrible" levante esta bandera. Se preocupan más porque Cuba levante
una bandera, que por la deuda que tienen que pagar; hay algunos con esas
ridículas y bochornosas preocupaciones, ¿verdad? Absurdo, vanidades, tonterías,
celos. Nosotros le regalamos gustosamente esta bandera al que la quiera
levantar, enseguida; renunciamos hasta el último gramo de esta bandera para que
otro gobierno o gobiernos latinoamericanos, otros líderes, la levanten, siempre
que hagan lo que deben hacer y no la traicionen jamás. ¿Por qué la hemos
levantado? Porque otros no la levantaban (APLAUSOS). No es por afán de gloria,
ni por afán de prestigio, ni mucho menos. Ningún revolucionario verdadero se
preocupa por esas cosas. Martí dijo que toda la gloria del mundo cabe en un
grano de maíz, fue una de las primeras cosas que aprendimos. Y un grano de maíz
es bien pequeñito.
Solo los politiqueros y los hombres
vanidosos se andan preocupando por esas cuestiones; realmente, nada más ajeno
al carácter, a la idiosincrasia, a la mentalidad, al pensamiento de un
revolucionario cubano, que andar pensando en cuestiones de prestigio. Hay gente
que se preocupa por esas tonterías. Algunos tienen miedo porque el asunto es
demasiado serio.
Hay quienes afirman que mis tesis son
radicales y maximalistas. Nuestras tesis no son radicales sino realistas.
Es lo que nos dicen las matemáticas. A los
que piensan que somos maximalistas, les podríamos responder que sus ilusiones
son maximilianistas, no de máximo, sino de
Maximiliano, aquel Habsburgo idiota que Napoleón III
hizo coronar emperador de México en los días de Juárez y no pudo conservar ni
siquiera la cabeza.
Ahora bien, este movimiento ha cobrado
fuerza; es como una bola de nieve que avanza con una fuerza incontenible,
apoyada por la ley de la gravedad, no de la Tierra, sino de un planeta de mucho
más volumen proporcional a la inmensa deuda que nos agobia, y por lo tanto, una
bola de nieve que aumenta en velocidad de rodamiento, y crece, crece y crece y
no la para nadie ya. Esa es la verdad. Eso se sabe. Incluso, esta batalla ya
está produciendo algunos beneficios, porque al asustarse los poderosos amos que
succionan nuestro sudor y nuestra sangre, han empezado a tratar las cosas con
más cuidado, muestran disposición a utilizar más anestesia para sacrificar a
sus corderos.
El 4 de julio, algo inusitado, el Secretario
de Estado norteamericano se reunió con todos los representantes de América
Latina en Washington, el día de la independencia en que se recuerda la famosa
Declaración de los derechos inherentes e inalienables de los ciudadanos —los
ciudadanos blancos, desde luego; no para indios, que fueron exterminados
después de esa flamante declaración, ni para negros esclavos, que fueron
mantenidos en la esclavitud hasta casi un siglo después de la independencia,
produciendo plusvalía para financiar el capitalismo. Decía el Secretario de
Estado: tranquilos, muchachos, pórtense bien; estamos preocupados por ustedes,
vamos a pensar en la deuda; los problemas de ustedes son ideas de Cuba, que
está inventando cosas contra Estados Unidos; no hagan caso alguno.
Pero algunos de los tipos más inteligentes
de Estados Unidos han empezado a plantear también el problema. El Subsecretario
del Tesoro de Estados Unidos, el señor Martin ya lo
dijo; a las 24 horas salió su jefe, el Secretario, diciendo que eso era una
barbaridad, que cómo había dicho eso, y recriminándolo duramente por sus
pronunciamientos. Kissinger, que sin duda es uno de
los individuos de más talento, de los políticos de más capacidad intelectual
del imperio, ha planteado ya fórmulas que no se alejan demasiado de las que
estamos planteando nosotros, y ha dado la señal de alerta, se observan
vacilaciones y cierto desconcierto en las filas adversarias. Son los primeros
frutos de este movimiento, de esta lucha. Y cuando dan un poquito más de plazo
para pagar el capital, 10 años, 12, 15, es resultado de esta lucha; cuando
empiezan a realizar algunas concesiones, es resultado de esta lucha y no de las
carticas de amor. Hay que estar muy claro, muy claro
en eso (APLAUSOS).
Entonces, desde luego, Díaz Rangel, fórmulas técnicas no hay, no existen. Las ilusiones
que se hacen algunos tecnócratas es que puedan existir fórmulas técnicas para
resolver el problema. Si una familia recibe 50 dólares mensuales, gasta 100,
necesita 200 y debe 1 000, yo quiero que me digan si hay alguna fórmula técnica
para resolver el problema. Bueno, sí, hay una fórmula técnica, muy técnica,
condonar los 1 000 dólares y pagarle los 200 que necesita; es la única fórmula
técnica, aritmética, matemática; de un sombrero o de la cabeza de un tecnócrata
no puede salir el remedio milagroso que resuelva lo que supuestamente deben y
no pueden pagar, los intereses sobretasados que les
cobran, el dólar sobrevaluado, las medidas proteccionistas, el intercambio
desigual, el dumping, los préstamos que se fugaron el
nuevo orden económico, el subdesarrollo y las causas que lo originan. Eso solo
puede salir de las luchas de nuestros pueblos, es lo que deben plantearse los
dirigentes políticos latinoamericanos; si acaso simplemente cancelando la deuda
se resuelve el problema; y si ello es posible sin el Nuevo Orden Económico
Internacional que aprobó las Naciones Unidas hace 10 años; y si es posible
alcanzar esos objetivos sin unirse y sin adoptar una posición firme. Yo
pregunto si eso es posible. Si vamos a pensar con un mínimo de responsabilidad
en el futuro de nuestros países, tenemos que preguntarnos dentro de 10 años, al
paso que vamos, qué es lo que va a pasar, y dentro de 20 años qué es lo que va
a pasar; porque todavía hay alguna gente infectada de tecnicismo, que creen que
con ejercicios mentales van a surgir soluciones. Fórmulas meramente técnicas no
aparecen ni pueden aparecer por ninguna parte, no existen soluciones técnicas a
este problema económico, político, social, histórico, ni siquiera para aquellos
pocos países que todavía, por disponer de un poco más de recursos, albergan la
esperanza de pagar, aunque hacerlo implique la continuación del despojo y
enormes sacrificios para sus pueblos.
Claro, el imperialismo va a tratar de
mediatizar esta lucha, va a tratar de desarmar esta bomba, de impedir esta
rebelión; antes de perderlo todo, antes de permitir que le impongan una
solución, va a hacer algunas concesiones; puede llegar hasta admitir rebajar
los intereses, prolongar los plazos, prestar una parte del dinero que debe
pagarse por concepto de intereses, pero ya tendrá que empezar a violar sus
propios principios económicos y renunciar a determinados objetivos políticos,
lo que no resulta probable que lo haga espontáneamente. Ellos no pueden
invertir trillones de dólares en gastos militares, tener un déficit
presupuestario de más de 200 000 millones anuales y un déficit comercial de más
de 100 000 millones como hace Estados Unidos sin imprimir dinero o sin comprar
dólares, sin vender bonos de tesorería, que es lo que han estado haciendo para
recoger el dinero de todo el mundo, pues les han quitado el dinero hasta a sus
propios aliados capitalistas desarrollados para poder costear todas estas
locuras que están haciendo. ¿Cómo es posible hacer esos gastos, incurrir en esos déficit del presupuesto y del comercio exterior sin
elevar los intereses? Tendrían realmente que empezar a cancelar el sistema
capitalista, no pueden. Emitir simplemente dinero, como hicieron para costear
la guerra de Viet Nam, no se decidirían a hacerlo por temor a desatar una nueva
y catastrófica inflación con un altísimo costo político para el grupo
gobernante en Estados Unidos. Una de sus consignas y de lo que más se jactan es
de mantener la inflación en límites tolerables, aunque lo hayan logrado a costa
de la economía mundial, sin lo cual no habrían podido siquiera emprender un
colosal rearme sin impuestos. El hecho es que están envueltos en una serie de
contradicciones que no pueden resolver; tienen contradicciones, además, con sus
aliados japoneses y con sus aliados europeos, una pelea de perros entre ellos.
Poco tiempo y poco espacio les va a quedar para preocuparse por la suerte de
nuestros países.
Cuando Kissinger,
no hace mucho, dijo por allá por Bruselas o por
Holanda que hacía falta un plan Marshall para América
Latina, yo me reía, porque pensaba: con uno no basta; hacen falta por lo menos
25 planes Marshall, por lo menos. El problema es
demasiado grande. Pero el imperialismo va a tratar de mediatizar esta lucha,
ganar tiempo, resolverle un problemita a este que puede hacer crisis muy
pronto, darle alguna ayudita, otra al otro, prestarles un poco de dinero para
que paguen con ese préstamo una parte de lo que deben pagar de intereses; pero
si los intereses siguen acumulándose —fueron los cálculos que yo hice—, entonces
la deuda se incrementa, se incrementa, se incrementa y se hace cada vez más
impagable. Si cobraran el 6% en vez del 10%, y les dieran 10 años de moratoria
en los próximos 10 años tendría que empezar a pagar América Latina no 360 000,
sino más de 800 000 millones. Si los intereses fueran más grandes y se
acumularan, tendría que pagar un millón cuatrocientos mil millones solo América
Latina antes de 20 años. Y si buscas todas las fórmulas técnicas y dices:
bueno, señores, ya no paguen ahora intereses, no paguen intereses, y vamos a
aceptar que empiecen a pagar dentro de 10 años el capital y los intereses. Ah,
bueno, ya esa es la cancelación, no es otra cosa; 10 años de moratoria,
incluidos capitales e intereses, ya es la cancelación, es lo mismo llamado de
otra forma, o el repudio o la condonación, o borrar la deuda; porque, si no,
dentro de 10 años lo que debe el Tercer Mundo son 2 trillones yankis, es decir, dos millones de millones; es mucho más
imposible todavía pagarla.
Entonces, yo creo realmente que sería una
traición a las esperanzas de los pueblos del Tercer Mundo conformarse con
alcanzar 10, alcanzar 15, alcanzar 20 de una meta en que se puede alcanzar 100.
Estamos en condiciones de reunir una gran fuerza como nunca la hemos logrado,
porque ahora no estamos pidiendo que nos den 300 000 millones para todo el
Tercer Mundo, como en 1979 en Naciones Unidas; ahora estamos diciendo a América
Latina: no sean locos, no entreguen esos 400 000 millones que están entregando
en 10 años solo de intereses; y al Tercer Mundo: no sean locos, no entreguen un
millón de millones solo de intereses en 10 años.
Esa es la diferencia: la iniciativa ha
quedado en manos de los países del Tercer Mundo. Frente a un mundo avaro,
egoísta, insaciable, tenemos un arma tremenda: unirnos en esta causa e
imponerles, además, el nuevo orden. Y creo que vamos a tener muchos aliados en
el mundo para esa lucha, incluso aliados dentro de los países industrializados,
si los podemos convencer de que eso les conviene, porque van a tener más empleo,
van a emplear más las capacidades industriales, va a incrementarse el comercio
mundial, y el capitalismo puede salir de esta crisis coyuntural, cíclica, pues
son cíclicas sus crisis, aunque cada vez más prolongada cada crisis, hasta que
desaparezca, porque lo que no se va a salvar es el capitalismo de ninguna
forma; pero no queremos que liquide a los pueblos del Tercer Mundo antes de
desaparecer, queremos ver el día en que el capitalismo desaparezca (APLAUSOS).
No hay, por tanto, compañero Díaz Rangel, a mi juicio, ninguna posibilidad de soluciones
técnicas, y una simple baja del precio del petróleo liquida las últimas
esperanzas de aquellos pocos que, todavía sacando cuentas y aun a base de un
enorme sacrificio para sus pueblos, consideren que sería posible pagar.
El imperialismo va a tratar de buscar
fórmulas conciliatorias, de desarmar esta bomba. Entonces, ¿que hay ciertos
riesgos en eso? Correcto. Que hagan ciertas concesiones y algunos se conformen,
porque un gobierno diga: me quedan dos años, yo llego al final, el que venga
detrás que se las arregle. Al mismo Chile lo está ayudando el imperialismo en
esta situación y le presta un poco de dinero para pagar parte de los intereses;
y el Banco Mundial, donde Estados Unidos es el factor decisivo, le presta 100
millones para una obra, 150 para otra. Se ve claro, están tratando de ayudarlo,
porque quieren también ver si desarman allí la bomba de la revolución, sin
comprender que a ese régimen no lo salva nada, igual que nada salva el
apartheid; es cuestión de tiempo, pero van maniobrando para alargar la vida de
esos regímenes horrendos.
De ahí la importancia de que las masas
entren a formar parte de esta lucha. Esa es la importancia fundamental de que
haya una conciencia de los pueblos. Porque, incluso, esos gobiernos que están
convencidos de que no pueden pagar, cuando todo el pueblo esté enarbolando esa
bandera, aumentarán las posibilidades de que se produzca una coincidencia entre
la convicción que tienen muchos gobiernos, y no se atreven a plantearla por una
razón o por otra, aunque sea porque el elefante está muy cerca y estornuda en
el hueco, como dijo aquí el mexicano. Entonces será más fácil que se produzca
una coincidencia entre esa conciencia del pueblo y los gobiernos.
No estamos planteando que las masas tengan
una conciencia con la idea de presionar a los gobiernos; al contrario,
planteamos que para los gobiernos que tienen que tomar una decisión difícil, es
bueno que las masas tengan una conciencia del problema. Y planteamos también:
es muy importante que las masas tengan una conciencia para que formen parte de
esta lucha, como garantía del éxito de esta lucha, y para evitar que surjan
conciliábulos y fórmulas conciliatorias entre bastidores a espaldas del pueblo.
Alguien ha dicho que los parlamentos no
intervienen para nada en los acuerdos del Fondo Monetario Internacional sobre
la deuda. El país es comprometido, el pueblo es comprometido y los parlamentos
no intervienen, ni siquiera es democrática la forma en que se negocian y
renegocian estas deudas. Bueno, el pueblo debe tomar parte, los parlamentos,
los sindicatos, los partidos políticos, todo el mundo. Y es decisivo para ganar
esta batalla que el mensaje llegue a las masas, y un gobierno que se respete
así mismo se sentirá más bien satisfecho de que, en caso de que tenga que tomar
una decisión difícil, pueda contar con el apoyo del pueblo, es decir, un
político realmente preocupado por el porvenir de su país, por su propio
porvenir y de su partido, tiene que alegrarse de eso, a no ser que se trate de
un político que le tenga terror a las masas, tecnócratas con terror a las
masas, que se crean profetas, que se crean magos y brujos capaces de encontrar
fórmulas prodigiosas salidas únicamente de su imaginación ilusoria, y tienen
terror de que las masas piensen y tengan conciencia. Unicamente
en esas circunstancias se podría explicar. Como resulta ridículo que haya celos
con relación a Cuba.
Hemos estado defendiendo derechos sagrados
durante 26 años, y el primer derecho es el de la independencia, el de la
soberanía, y los hemos defendido con la valentía de nuestro pueblo, con el
coraje de nuestro pueblo, con el heroísmo de nuestro pueblo. Cuando aquí hemos
estado defendiendo la independencia y la soberanía de esta trinchera, hemos
estado defendiendo también la independencia y la soberanía del resto de los
pueblos de América Latina (APLAUSOS). Hemos estado defendiendo una esperanza.
¿Cuál fue nuestra primera conquista para América Latina, digamos la primerita,
la primerita de todas? El reparto de nuestra cuota azucarera, arrebatada a
nuestro pueblo y entregada a cambio de la traición a un país hermano. Nuestro
país fue despojado de su cuota azucarera y repartida por toda la América
Latina: "Te voy a dar tanto de la cuota de Cuba, a ti otro tanto, y a ti otro".
Y en eso participó todo el mundo que producía azúcar.
"Pero tienes que ir a Punta del Este,
aquí y allá; hay que expulsar a Cuba de la OEA, de todas partes; si se puede
mudar para la luna, mudar a Cuba para la luna". No lo han hecho porque no
han podido. Pero, vaya, fue nuestra primera conquista revolucionaria:
conquistamos cuota azucarera para los demás. Esa fue la primera ganancia de
América Latina.
Y todavía había alguien por ahí diciendo que
si comprábamos azúcar, porque a veces hemos comprado azúcar en los mercados
internacionales para nuestro consumo, al objeto de poder cumplir con nuestros
compromisos con otros países, cuando ha habido alguna sequía o ha habido algún
compromiso determinado establecido años atrás; y preguntaba que por qué no compartíamos
los beneficios del comercio de Cuba con la Unión Soviética, precisamente gente
de un país que ni siquiera tiene relaciones con nosotros, que ni se ha dignado
a mirar para acá, y que recibió una buena parte de nuestra cuota en un momento
determinado.
Segunda conquista: la Alianza para el
Progreso, los 20 000 millones aquellos que repartieron fue por miedo a Cuba.
Ahora quisiéramos que por miedo a Cuba condonaran la deuda (APLAUSOS). Bueno,
es lo que queremos, o que se establezcan las relaciones económicas que existen
entre Cuba y la URSS.
Por ahí dicen: "No, si Cuba es uno de
los países más endeudados", y elaboran teorías sobre el monto de nuestra
deuda con la URSS, y miren que no me he cansado de repetir que nuestras deudas
con la Unión Soviética se renegocian automáticamente a 10 años, a 15 años, a 20
años, sin intereses. Bien, vamos a ponernos de acuerdo los países del Tercer
Mundo con el mundo capitalista desarrollado, vamos a renegociar esa deuda a 10
años, a 15 años, a 20 años, sin intereses, ahí sí tienen una fórmula
técnica excelente y aplicada en la práctica, en la vida, por Cuba en sus
relaciones con los países socialistas, eso es lo que queremos. Pero no tienen
argumentos para eso, porque no pueden esconder su avaricia, su egoísmo, su
espíritu de saqueo, no lo pueden esconder; los piratas no pueden esconder su
mentalidad, sus crímenes, y ese es todo el problema que tienen. Pero no pueden
detener esta bola de nieve, no la pueden detener; no la podrán detener, sobre
todo, si ustedes, y si toda la gente patriótica, consciente, si las mujeres,
los estudiantes, los obreros, los periodistas, los intelectuales, los políticos
democráticos y progresistas llevan este mensaje a las masas, ¡no podrán
detenerla, y esa será realmente la única garantía de real victoria! (APLAUSOS)
Además, nosotros hemos trabajado
intensamente en los no Alineados, con los países africanos, los países
asiáticos; hemos hablado con los países socialistas, hemos hablado con mucha
gente del mundo industrializado, creando las condiciones para desarrollar una
segura y enorme solidaridad y un apoyo total a los países que se vean en una
situación de tener que decretar una moratoria a partir de su desesperación.
Porque lo ideal sería, sí, que nos
sentáramos a conversar sobre todas estas cosas, y que se reúnan a discutir
esto, si quieren hasta por televisión todo vía satélite. Lo ideal sería
sentarse a discutir todas las partes y encontrar una solución, eso es lo ideal,
eso sí es ideal, compañerito ecuatoriano, pero algo verdaderamente muy difícil.
Luego, después de eso, lo ideal sería que se sentaran todos los deudores, y en
primer lugar todos los países latinoamericanos, para alcanzar un consenso sobre
lo que debe hacerse; es lo ideal, pero todavía es difícil, a mí me parece que
esto se va a desatar porque alguno o algunos desesperadamente, tengan que tomar
una decisión de suspender los pagos, decretar una moratoria y proclamarla.
¡Ah!, entonces hay que crear todas las condiciones de apoyo y de solidaridad.
Nosotros sabemos que ningún bloqueo puede
impedir nada, y por eso cito el ejemplo de Cuba. Otros países tendrían más
apoyo. A Cuba no se le apoyó, porque empezaron por repartir nuestros mercados,
y éramos muy malos, esa cosa terrible, un país socialista, esa cosa infernal,
cómo es eso, hay que condenar al infierno a toda esa gente rápidamente,
liquidarlos; como ahora quieren liquidar a los nicaragüenses, y quieren
liquidar a cualquier país revolucionario, la clásica receta imperialista. Pero
no pueden hacer nada, de eso estoy convencido.
Y entonces dije: no pasa nada de eso en lo
inmediato, si ocurriera la rebelión de uno o varios países de cierto peso
económico, el imperialismo trataría de mediatizar para impedirlo, algo posible;
si las masas no están conscientes, si esta conciencia llega a las masas y se
trata de imponer a sangre y fuego el cobro de esa deuda, entonces estaremos en
la antesala de revoluciones, en la antesala de la revolución en este
hemisferio, y esto lo decimos con toda claridad, para que lo entiendan también
los que pueden hacer algo por resolver este problema.
Es en estos términos que nosotros vemos la
cuestión, con mucha claridad, y sabemos que es un cáncer insoluble lo que hay.
Si ese cáncer no se extirpa, lleva a la muerte a todos los procesos
democráticos, sin discusión, el desgaste es acelerado, aceleradísimo, señores.
Si tenemos un ejemplo claro, ahí está Perú, ahora finaliza un gobierno después
de cinco años, que obtuvo más del 50% de los votos y se empeñó en pagar la
deuda y seguir las pautas del Fondo Monetario, ¿y cuántos votos obtuvo ahora su
partido? Sacó el 4%, entre el 3% y el 4% de los votos, creo que tal vez llegó
al cuatro y medio por ciento, al cabo de cinco años, en cinco años. Y ahora los
procesos de desgaste son mucho más acelerados, estas cosas están claras y las
entendemos, y un periodista las entiende mejor que nadie, un revolucionario, un
político las entiende mejor que nadie; estas son leyes inviolables, nadie por
su cara bonita, o porque sea un tipo simpático va a estar conservando una
popularidad con simples frases y palabras, cuando todos los días la gente está
sufriendo la tragedia. No dura nada, dura lo que dura un merengue en la puerta
de un colegio.
Hay gente también que creen que la
publicidad es arte de magia y, claro, hay gobiernos que ganan las elecciones
por la publicidad: contratan especialistas yankis,
buena imagen por la televisión, cientos de millones de dólares de gastos, y es
electo. Pero es más fácil engañar un día a la población, un día de elecciones,
que engañarla 30 días seguidos después que están en el gobierno y no resuelven
nada. Lincoln lo dijo, que se podía engañar a todo el
pueblo una parte del tiempo, pero no se podía engañar a todo el pueblo todo el
tiempo. Y entonces viene la elección, el momento culminante, el día de las
elecciones. Aquel tipo es un ángel, es un apóstol, es un santo, es un
incorrupto, es un mago, va a resolver todos los problemas de las masas, y
votaron por aquel hombre. ¿Cuántas veces? Eso sí, podríamos decir que a un
pueblo se puede engañar muchas veces un día, pero lo que no falla es que ya el
día número 30, y el 45 se va perdiendo apoyo, a veces tienen pequeños repuntes
y vuelven, vuelven a decaer, solo que antes se deslizaban cuesta abajo y la
situación ahora es la de caer de cabeza. Es diferente el problema, ya no hay
una pendiente, hay un abismo. No quiero extenderme más, creo que he abusado
bastante de ustedes, me parece que falta solo una idea y es una idea muy
importante. Creo que de todo lo que hemos discutido, hay dos pilares que se han
señalado: repudiar la deuda, o sea, liquidar la deuda; el Nuevo Orden Económico
Internacional. La integración económica es el tercer pilar, hacen falta los
tres, porque si en Europa, Inglaterra, el país por donde nació la
industrialización, descubre que no se puede desarrollar sin un Mercado Común
Europeo, ¿cómo uno de nuestros países pequeños de Centroamérica o de Sudamérica
puede desarrollarse sin una integración económica de América Latina? Entonces,
creo que hay tres ideas básicas: borrar la deuda, conquistar el Nuevo Orden
Económico Internacional y la integración económica de América Latina, por ese
orden prioritario. Son ideas que debemos defender desde ahora, de integración
habla todo el mundo, creo que esta batalla sí puede significar un salto grande
en el camino de la integración.
Y, por último, una idea, ya no es un pilar,
pero una idea básica de esta lucha es el hecho de que se plantea una asociación
entre nuestra batalla contra esta crisis económica, por resolver estos
problemas y nuestra batalla por el desarrollo de la paz mundial. La causa de la
paz tiene una enorme fuerza, sobre todo en los países industrializados de
Europa, Japón y en el propio Estados Unidos, no tanto en los países del Tercer
Mundo, porque no tienen tiempo para pensar en la paz, ya que se están muriendo
de hambre, de enfermedades, de todo en plena paz, viven su guerra diaria. Pero
la bandera de la paz tiene mucha fuerza en el mundo, entre todas las personas
conscientes en Europa y otros países industrializados; estamos planteando las
cosas en términos de que se asocie esta lucha del Tercer Mundo por sus
intereses económicos con la paz mundial, puesto que estos intereses que estamos
pagando por la deuda se están invirtiendo en armas, se están invirtiendo en
gastos militares, se están invirtiendo en la carrera armamentista, se están
invirtiendo en el rearme. Todo ese dinero que se les quita a los niños, en
virtud de lo cual ni comen, ni tienen medicamentos, ni tienen nada, y las
familias no tienen empleo, ¿en qué se está gastando? Son esos 300 000 millones
de dólares que gasta Estados Unidos cada año en el rearme y el militarismo, en
los cientos de miles de millones que gastan los países capitalistas
industrializados, y que, además, obligan a los países socialistas a gastar otro
montón de millones. ¿Qué necesidad pueden tener los países socialistas de
carrera armamentista ni de industria bélica?
En absoluto, es una necesidad que le
impusieron al campo socialista, desde el mismo momento en que surgió el primer
Estado socialista. Eso es una verdad, y todo lo demás es fantasía pura.
Entonces, creo que estamos pagando con esos
intereses y con este intercambio desigual, con esos 20 000 millones que nos
robaron en el año 1984, cuando exportamos 95 000 millones de dólares y nos
pagaron 20 000 millones menos de lo que valía en 1980, pues cada vez damos más
y nos pagan menos. Nos esforzamos, nos reventamos por exportar, y lo que
exportamos vale menos cada año. Y entonces, ¿en qué se está invirtiendo eso? En
el rearme, en la carrera armamentista.
Entonces, la idea de que esto debe
asociarse, tal como está planteado en esas tesis; la asociación de la lucha
contra la deuda externa, por el Nuevo Orden Económico Internacional y por el
desarrollo, vinculada estrechamente a la paz, multiplicará su fuerza, porque
aun allí en el seno de los países industrializados, millones y decenas de
millones, y cientos de millones de personas estarían dispuestas a apoyar, y
debemos luchar porque apoyen esta causa.
Aquí habló una norteamericana, con mucha
precisión y elocuencia, prometiendo librar allí su batalla; como ella hay
millones y decenas de millones de personas en Estados Unidos, en Europa, en
Japón, en Canadá y en ese mismo mundo industrializado, cuyo sistema voraz nos
saquea y nos quiere matar de hambre. A mí me parece que después de todas las
discusiones que hemos tenido, después de escuchar excelentísimas
intervenciones, y en general todas las intervenciones han sido de buena
calidad, nos quedaba —a mi juicio— simplemente la necesidad de comprender estas
ideas básicas, lo que constituye puntos básicos de esta batalla.
Tengo la convicción de que esta reunión y
este debate que hemos tenido van a tener una importancia histórica en esta
lucha y en la victoria que podemos alcanzar, que debemos alcanzar y que vamos a
alcanzar.
Gracias (APLAUSOS).