DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO POR EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DEL CONTINGENTE "BLAS ROCA CALDERIO", EFECTUADO EN EL CAMPAMENTO CENTRAL DE ESTA AGRUPACION, EL 1ro. DE OCTUBRE DE 1989, "AÑO 31 DE LA REVOLUCION".

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Compañeras y compañeros invitados;

Compañeras y compañeros del contingente "Blas Roca":

Ayer, aproximadamente a esta hora, quizás un poco más temprano, conmemorábamos el tercer aniversario del renacimiento de las microbrigadas. Pienso que ese fue un importantísimo paso en el proceso de rectificación, puesto que las microbrigadas nunca debieron haberse disuelto.

Hoy el movimiento de microbrigadas es mucho más fuerte de lo que lo fue nunca, hoy la industria de materiales no resiste lo que pueden hacer las microbrigadas, y no solo existen microbrigadas como las que surgieron inicialmente, sino que existen otras formas de microbrigadas.

Hoy tenemos las microbrigadas sociales de construcción, para erradicar los barrios insalubres, algo realmente nuevo y de gran trascendencia; hoy tenemos las microbrigadas sociales de mantenimiento y reconstrucción de viviendas, algo también de suma importancia; hoy tenemos microbrigadas industriales. ¿Cómo surgen? Surgen de la idea de realizar una serie de inversiones, para mejorar la atención al hombre y para mejorar las condiciones de producción en las industrias mecánicas. Estas brigadas están constituidas por trabajadores de la propia industria, organizados y llevando a cabo las inversiones necesarias en sus industrias.

Han surgido otras formas de microbrigadas, aquellas que organizan los centros de trabajo, para construir los consultorios y la vivienda del médico y la enfermera de la familia.

Ayer hacíamos un recuento de lo que han hecho las microbrigadas en estos tres años. Les decía que aunque era menos de lo que esperábamos en ese período, no obstante se había llevado a cabo un importante avance. Sabemos bien los factores que han limitado un mejor resultado de las microbrigadas, y no es el factor humano, son los factores materiales; pero que el trabajo realizado por ese movimiento es de considerable magnitud, si se tiene en cuenta que volvió a partir de cero, cero todo: cero equipos, cero técnicos, cero especialistas, cero ingenieros, cero arquitectos, cero concreteras, cero güinches, cero carretillas, cero todo, y en tan breve tiempo ese movimiento ha adquirido una enorme fuerza en nuestra capital, cuenta con abundantes recursos, cuenta con miles y miles de microbrigadistas que se han calificado, cuenta con cientos de técnicos de nivel superior y de nivel medio. Hoy es una fuerza, una impresionante fuerza, y sabemos que las dificultades objetivas las venceremos y que los frutos de ese movimiento continuarán aumentando.

Pero, incluso, lo ya realizado por ellos constituye una verdadera proeza. Ayer señalaba, por ejemplo, los 111 círculos infantiles construidos en solo dos años, veintidós veces más que lo planeado en el quinquenio, y que han dado la posibilidad de que alrededor de 24 000 madres puedan llevar sus hijos a esos círculos —son cifras importantes; madres, por lo general, altamente calificadas, que pasaron a la producción y a los servicios. Con ello, los microbrigadistas han multiplicado la fuerza de trabajo de la capital, la han incrementado —sería mejor decirlo así— en un grado alto y han resuelto un importante problema del cual ya no se oye hablar apenas; es muy difícil encontrarse a una madre diciendo que no puede incorporarse al trabajo, que no tiene círculo para el hijo. Ahora se van haciendo los que se necesiten, a pesar de que se crearon 5 000 capacidades más que las supuestas necesidades que había cuando se inició el movimiento de microbrigadas.

Las microbrigadas están al terminar el importante programa de los policlínicos y de las escuelas especiales, dos programas completos terminados en solo tres años. Todas las instalaciones para las escuelas especiales de la capital serán las adecuadas para esa educación, que tiene tanta importancia en nuestra ciudad y en nuestra sociedad.

He señalado tres hechos. Ahora las microbrigadas están ayudando en las terminales de ómnibus, para concluirlas todas en un breve tiempo; están ayudando en los mercados concentradores, están construyendo 156 mercaditos; han construido más de 1 600 casas-consulta en este período, y van a construir este año alrededor de 350.

Las microbrigadas han construido EXPOCUBA y están llevando el peso fundamental de las construcciones de los Panamericanos; han construido panaderías, tiendas, de todo. Cuantas necesidades se puedan expresar en un municipio, tienen las microbrigadas aportando la solución.

Recuerdo que cuando había cinco círculos en el plan y se preguntaba por qué no se hacían aquellos círculos, nadie decía que porque faltaba cemento, si el país estaba exportando cemento; nadie decía que era por falta de cabillas o de materiales de terminación, lo que se respondía de inmediato era que no existía fuerza de trabajo, y que, por tanto, no había fuerza de trabajo para construir un círculo.

Si se preguntaba por qué no se hacía una panadería, decían que porque no hay fuerza de trabajo, o un policlínico, o una escuela especial; la respuesta era siempre: Imposible, imposible, imposible, porque no hay fuerza de trabajo.

Si se preguntaba por qué no se hacían más viviendas, respondían lo mismo. Cuando preguntaba por qué disminuía por año el número de viviendas que se construía, la respuesta era: No hay fuerza de trabajo. Entonces, no había fuerza de trabajo para nada, y La Habana llena de habitantes y llena de trabajadores; sin embargo, no había fuerza de trabajo para estas necesidades tan vitales.

A esa situación nos trajeron aquellas ideas peregrinas, aquellas teorías en nombre de las cuales se combatió el movimiento de microbrigadas. A estas situaciones nos llevaron aquellas teorías peregrinas y mercachifleras sobre la forma de organizar el trabajo y la producción en el socialismo, y que al final venían a ser la negación de los métodos revolucionarios y de los métodos socialistas, verdaderamente socialistas para construir una nueva sociedad.

¿Y adónde estaba la gente? En las oficinas, en los trabajos improductivos, matando el tiempo, con el perfil estrecho, tan estrecho como la mentalidad de los forjadores de aquellas teorías, como lo ha demostrado la historia, de modo tal que donde uno podía hacer el trabajo había tres, cuatro, o cinco, aparte de los inventos de plantillas y más plantillas, organigramas, que después se llenaban de gente. Y por cierto que las plantillas nunca estaban completas, suerte que no se completaron, y digo que no se completaron porque no había gente para completar aquellas plantillas, a no ser que sacaran a los muchachos desde quinto grado y les dieran un empleo. Las plantillas repletas, había empresas que tenían más gente en la infraestructura que en el trabajo directo. Era increíble, increíble, parecía algo hecho a propósito para bloquear el socialismo, para desprestigiar el socialismo, para hacer que el socialismo no funcionara. Claro, cómo podía funcionar así, cuando el socialismo puede funcionar y debe funcionar mucho mejor que el capitalismo.

Les pregunto a los capitalistas si tienen brigadas como la de ustedes, si tienen contingentes como el "Blas Roca", y un día, conversando con una delegación japonesa, le dije, y se lo dije con mucha satisfacción: "Ustedes son gente muy trabajadora, son famosos en el mundo entero por la consagración al trabajo de los japoneses, pero nosotros tenemos hoy colectivos obreros que son capaces de trabajar tanto como los japoneses", y ustedes comprenderán perfectamente por qué no dije más en vez de tanto: por cortesía con los visitantes (APLAUSOS).

Quiero saber, ¡quiero saber!, si los hombres por cualquier dinero son capaces de hacer lo que ustedes hacen, simplemente por dinero; si los hombres con otras motivaciones fueran capaces de hacer lo que ustedes hacen. Y ustedes hacen lo que hace el soldado patriota defendiendo su patria, ustedes hacen lo que hizo el soldado mambí en el siglo pasado, el deber era combatir y combatían, a veces descalzos, sin medicinas, sin alimentos, pero combatían, y eso no lo hace ningún hombre por ningún dinero; ustedes hacen lo que hacía el soldado rebelde, caminar incesantemente, soportar todas las fatigas, con comida y sin comida, luchar sin tregua, y eso no se hace por ningún dinero, porque por ningún dinero el hombre se juega la vida. Si se va a jugar la vida por el dinero y vende la cabeza, no le queda forma de poder disfrutar el dinero que le van a dar.

A muchos obreros de la construcción los albergaban en una especie de cochiquera, ¿para qué querían pagarles tanto dinero si la comida no se podía soportar, si las condiciones de vida eran pésimas? Es decir, ustedes hacen lo que hace el revolucionario, y si no pudiéramos conseguir que nuestro pueblo sea revolucionario, ¿quiénes van a hacer la Revolución, cuatro gatos hablando de igualdad, hablando de justicia, hablando de bienestar futuro? Cuatro gatos no pueden hacer la Revolución, la Revolución la puede hacer solo el pueblo, todo el pueblo, y lo primero que tienen que hacer los revolucionarios para que todo el pueblo los acompañe es convencer al pueblo de que debe acompañarlos, convencer al pueblo de que la Revolución es lo más justo y es la etapa más elevada a la que puede llegar una sociedad; que el socialismo es un sistema que sintetiza las aspiraciones más elevadas que ha tenido, a lo largo de toda su historia, el hombre; en que se cambia el hombre lobo y devorador de hombres por el hombre hermano del hombre, en que se cambia el hombre aislado por el hombre unido y solidario con todos los demás. Y les pregunto si alguno de ustedes solo puede hacer esa autopista. Qué sería cualquiera de ustedes solo sin su brigada. Qué sería cualquiera de ustedes solo sin su colectivo.

Entonces, el deber de los revolucionarios, el primero de todos, es usar métodos revolucionarios, y llevar al pueblo por los caminos de la revolución y los sentimientos de la revolución y el estilo de la revolución; de lo contrario, no podría crearse ninguna sociedad nueva.

El socialismo no debe estar estimulando el individualismo, el hombre casasola, el hombre enajenado, el hombre sin motivaciones profundas; y las motivaciones profundas valen más que cualquier cosa, porque por motivaciones profundas el hombre hace cualquier sacrificio. Si se van empleando métodos que están reñidos con esos principios, usted no llega a ninguna parte.

Hoy día se analizan determinados fenómenos y muchos se preguntan: ¿Qué factores han llevado a algunos procesos socialistas a situaciones calamitosas? Y algún día verán y algún día habrá quienes digan cuánta relación tiene eso con los métodos que se emplearon en la construcción del socialismo, que fueron métodos, incluso, capitalistas; y a nosotros, desgraciadamente, se nos introdujo ese virus, del cual fueron portadores algunos sujetos que estaban muy empanfletados teóricamente, olvidándose de los caminos verdaderos, de los caminos realmente revolucionarios para construir el socialismo.

Aquí se planteaba la cuestión de si se cree en el hombre o no se cree en el hombre, y si yo voy a tratar como a un perro a un hombre simplemente porque le doy dinero al hombre y lo quiero mover por el dinero, y, exclusivamente, por el dinero que le doy, lo maltrato, no lo atiendo, no lo considero, ¿qué es un hombre reducido al trabajo solo por buscar un poco de dinero?

En el capitalismo el hombre no tiene otra alternativa, nadie le va a educar a los hijos, nadie le va a cuidar los hijos en un círculo, nadie les va a dar la oportunidad de llegar a ser lo que quieran en cuanto a nivel intelectual, nadie se va a desvelar por la salud de sus hijos, nadie le va a asegurar un empleo, el individuo debe salvarse como pueda.

El trabajador en el socialismo sabe por qué trabaja, no trabaja solo para él; trabaja para su patria, para la sociedad, para todo el pueblo, para sus hijos, para sus seres más queridos, para sus padres y sus abuelos —si los abuelos viven—, para que tengan una atención médica también los abuelos, o tengan un lugar donde ir si están solos o no hay quien los atienda, y para que reciban una pensión, para que no haya nadie olvidado. En el socialismo el hombre trabaja para sí, desde luego, porque trabaja para su familia, pero trabaja también para otras muchas cosas; no es el trabajador del capitalismo.

Al obrero explotado en el capitalismo no le queda otra alternativa que trabajar solo por dinero. ¿Cómo se puede tratar así a un hombre en el socialismo? Y decía y argumentaba que en el socialismo puede y debe trabajar mejor que en el capitalismo.

Vean ustedes las sociedades capitalistas cuantos problemas tienen: rollos de todo tipo, desempleo, enfermedades, consumo creciente de drogas, prostitución, vicios de todas clases; ya no hallan qué hacer, y cada individuo abandonado a su suerte. El capitalismo no le puede deparar al hombre ningún otro destino, y hablo, incluso, del capitalismo desarrollado; del capitalismo en los países subdesarrollados para qué hablar, ya ustedes saben las calamidades y las catástrofes que padecen. Si preguntan por el analfabetismo les dicen que allí hay un 30%, un 40%, y que los muchachos llegan a segundo o tercer grado y se acabó.

Si ustedes hablan del capitalismo en América Latina, ustedes verán que son cientos de miles de niños los que mueren todos los años y que con un mínimo de atención podrían salvarse, que la mortalidad infantil lo mismo es 60, que 70, que 80, que 100, si es que llevan las estadísticas. La parte de la población que recibe atención médica es el 30% o el 40% y que el resto se las arregle como puede, acudiendo a las hierbas, a remedios o a los espíritus, para combatir las enfermedades. No hay comparación posible. El capitalismo en los países subdesarrollados es el desastre de los desastres, y el dinero no se invierte, se fuga. Una gran parte de las divisas entra por un lado y sale por el otro, sin provecho ninguno para el país.

No tenemos muchas divisas, pero las que aquí entran salen para provecho del país y para el desarrollo del país, por eso hemos podido resistir como hemos resistido.

Es un desastre, el capitalismo no resolverá jamás los problemas de los países subdesarrollados. Si usted tiene poco, tiene que administrarlo bien y tiene que programar el desarrollo, y decidir en que se invierte cada centavo y no que cada individuo haga lo que le da la gana con lo que tiene; eso no dará jamás, en el mundo de hoy, resultado de desarrollo, puesto que, incluso, cuando el capitalismo surge no tenía competencia alguna, ningún árbol le hacia sombra; hoy, en cambio, el capitalismo desarrollado y el imperialismo les hacen una sombra terrible a los países del Tercer Mundo.

Realmente, resulta una tragedia para esos países, no tienen porvenir de ninguna clase. Qué motivación puede tener un hombre allí para decir: Voy a trabajar hoy hasta las 11:00 o hasta las 12:00 de la noche, o hasta la 1:00 o las 2:00 de la madrugada, porque quiero acabar, porque llovió ayer, porque me atrasé. En un sistema socialista, revolucionario, no hay conflictos con los obreros, ni tiene por qué haberlos, porque el obrero ve una identificación total entre él y la sociedad, entre él y el Estado, entre él y los medios de producción, entre sus intereses y los objetivos que se buscan con esos medios de producción. El trabajador ve una identificación total entre su trabajo y él.

Si copian al capitalismo verán todos los problemitas que van a tener, de todas clases, y ya los estamos viendo por ahí, toda clase de problemas cuando empiezan a divorciar al obrero de su trabajo; cuando empiezan a despojar al obrero de sus más nobles ideales y de sus más profundas motivaciones, y lo quieren sustituir todo por el dinero.

Y no es que nos olvidemos del dinero. Recuerdo cuando creamos la primera brigada, yo escuchaba a muchos compañeros de la primera brigada, que fue cuando creamos el contingente, que decían: "No queremos vinculación. No queremos horas extras." Les dije: "El rechazo a la vinculación es correcto." Hay muchas vinculaciones de estas que son una locura, ¡muchas!, en la construcción resultaron ser una locura y, sobre todo, resultaron ser un desastre en lo que se relaciona con el famoso pago por acuerdo, aquello conspiraba contra la calidad, conspiraba contra todo, no se hacían más que chapucerías. Además, a un camionero qué, lo vas a vincular, le vas a pagar más si hace más viajes; si hace más viajes, entonces, ¿a qué velocidad va a correr el hombre?, y el camionero no puede hacer más viajes que los que le permita la velocidad establecida, si no se mata o mata a un ciudadano por la calle, o destruye el vehículo.

El camionero depende del buldócer que está trabajando allí: si aquel es un ausentista, se acabó, llegó allí y no hay tierra; si un día faltó el cargador, le pasa exactamente lo mismo; si no hay disciplina, no hay nada; si este ganó mucho dinero unos días y se fue de parranda tres o cuatro, entonces, ¿qué productividad va a tener el camionero? Y cuando el camión se aleja tira menos viajes, y usted no puede estar haciendo una cuenta todos los días si está construyendo una carretera: hoy el ciclo es de dos kilómetros, mañana es de dos y medio, pasado es de tres y el mes que viene de tres y cuarto, "a ver tu ciclo", y cambiar todos los días la norma y cambiarlo todo.

Realmente, creo que al obrero de la construcción no se le puede tratar como al cortador de caña manual, aquello es muy fácil de medir; pero en la construcción es necesaria la actividad cooperada de muchos y, sobre todo, es necesaria la calidad. Usted le da un machetazo a la caña y va abajo de una manera o de otra —el que más y el que menos ha cortado aquí caña—; pero usted no puede hacer una pared a machetazos, ni un piso de granito a machetazos, usted no puede hacer nada en la construcción a machetazos; tiene que hacerlo reflexivamente, con cuidado, cuando está haciendo una carretera, cuando está haciendo un puente, cuando está realizando una edificación cualquiera.

Aquella fórmula del salario por acuerdo era un desastre. Pero yo les decía a los obreros: "No, no habrá vinculación." Les digo: "Sobre horas extras, ¿cuáles son las horas extras de ustedes?, porque ustedes se han fijado una jornada de 12 horas, entonces la hora 8, la hora 9, la hora 10 y la hora 11 no son extras", y les añadí: "Ni la 13, ni la 14, ni la 15." Porque a nosotros nos parecía justo que sí, nos parecía práctico que si se trabajaban 11 horas, 12 horas o más horas todavía, se cobraran esas horas; no eran extras, eran prácticamente el horario normal del hombre del contingente.

Hemos sometido estas ideas a la práctica y aquí vemos los resultados.

Creo que todos aquellos problemas de la mercachiflería estaban mezclados con la indisciplina y con una legislación laboral paternalista, que no estaba para ayudar a la disciplina, sino para ayudar a la indisciplina, y no para proteger al buen obrero, sino al vago, al bergante, al descarado, debemos decirlo así. Como regla, el buen obrero nunca tenía problema de ninguna clase; pero el otro, el regado, ese era un abogado, se sabía todos los artículos, todas las cosas, sembraba la indisciplina y con la indisciplina la desmoralización. Eso es muy importante, creo que en el congreso obrero habrá que analizar todo eso: si el socialismo y si la revolución se van a hacer con ese paternalismo; si se van a hacer sin disciplina. Y los obreros lo que quieren es la disciplina, porque, cuando usted habla con un obrero, el obrero rechaza la indisciplina, el obrero rechaza la holgazanería y la pérdida de tiempo, todas esas cosas.

Ese fue uno de los conceptos que se cambió en el contingente; pero no se cambió por la disciplina unilateral de un administrador o de un dirigente, se cambió por la disciplina que impone el colectivo; el colectivo se convirtió en juez y en algo más que juez, se convirtió en el tribunal supremo en el seno del contingente; el colectivo decidía. Creo que es una de las cosas más importantes y uno de los avances y de los aportes más grandiosos del contingente. Es la realidad.

Son muchas las cosas que el contingente ha ido creando. Un grupo de nosotros trabajamos en la creación del contingente, defendimos la idea, creíamos en el hombre, creíamos en lo que estamos diciendo hoy aquí, en las ideas básicas, fundamentales. Pero el contingente mismo, en su desarrollo, ha ido aportando muchas cosas: experiencias nuevas, ideas nuevas, fórmulas nuevas.

No podemos olvidarnos de que el contingente comenzó por una brigada. Yo conversé con los compañeros Lezcano, Chávez y otros compañeros. Digo: Hay que revolucionar todos los conceptos de la construcción, no podemos seguir como vamos. Ya estábamos rectificando unas cuantas cosas. Digo: Hay que revolucionar y hay que demostrar lo que puede hacerse con la construcción aplicando otras ideas, otros conceptos. Y digo: Para la construcción. De una forma o de otra, estas ideas son aplicables a otras áreas, a unas más y a otras menos, no todas las actividades son iguales; pero hay que revolucionar las construcciones, si es que queremos desarrollar el país. De las construcciones depende todo, ¡todo!; no hay desarrollo económico y social de ningún tipo sin las construcciones.

Claro, ya nosotros habíamos observado algunas experiencias; habíamos observado, por ejemplo, la actitud de los trabajadores del Centro de Ingeniería Genética, al que desde que se inauguró le planteamos las mismas cosas: "Hay que hacer de esto un centro de verdad. Plantilla mínima para empezar, ¡plantilla mínima!; multioficio para empezar." ¿Qué hace la gente perdiendo tiempo todo el día? Llegaba el hombre del ómnibus que los llevaba por la mañana, y si llegaba a las 7:30 ahí estaba de holgazán hasta la tarde, que se acababa la jornada, sin hacer nada, sentado, a veces llenaban los pasillos y los vestíbulos de los edificios; entonces, este maneja una camioneta, este el ómnibus, este el otro camión; perfectamente, el hombre que llegaba en el ómnibus por la mañana, podía manejar la camioneta para hacer lo que tenía que hacer la camioneta en las horas de trabajo y hacer otras cosas. Así, por el estilo.

El viejo estilo era: 35 vehículos, 35 sujetos allí, y bien sujetos, amarrados al vehículo, tenían un candado que los ataba al vehículo; si hacía falta para otro medio de transporte no podía, porque no había llave con qué desamarrar a aquel hombre para que fuera para otro trabajo. ¿Que se puso vieja la camioneta y no camina hace seis meses? Ahí está el hombre con su camioneta, no hace ninguna otra cosa. ¿Cómo se puede desarrollar un país así? ¿Cómo puede una sociedad desperdiciar los recursos humanos en esa forma? Estaríamos igual o peor que en el capitalismo, perfiles superestrechos.

Por eso, cuando se organizó el Centro de Ingeniería Genética dijimos: multioficio, consagración al trabajo. Eso surge porque una vez hubo que desarrollar un medicamento muy importante, por aquella época, y un grupo de científicos viajó al exterior, aprendió la técnica y se puso a trabajar, y trabajaban día y noche. Así surge aquella semillita de la idea de: si tengo un centro de investigación del cual puede depender la salud de mucha gente y la vida de mucha gente, ¿por qué perder el tiempo?, ¿por qué no consagrarse al trabajo?

Ellos aceptaron todas esas ideas, un grupo de científicos, en general gente muy joven.

En condiciones normales les puedo asegurar que aquel centro habría tenido no menos de 2 000 trabajadores, ¡no menos de dos mil! Al lado había uno mucho más chiquito, una edificación mucho más pequeña, y tenía 1 400 en plantilla y 1 200 físico. Por supuesto que ese centro ha dado en la actualidad un paso de avance enorme, racionalizando, organizando y adoptando esas ideas. Hoy tiene 599 trabajadores el Centro Nacional de Investigaciones Científicas y está haciendo más investigaciones que nunca, el nuevo habría tenido 2 000. ¿Y saben cuánto fue la plantilla que se acordó para este centro?, 350, digamos que, aproximadamente, la sexta parte de lo que habría tenido normalmente; y no se empezó con los 350, se iba asimilando un grupo de graduados por año. Ahora se ampliaron los trabajos, tiene otras actividades, y cuenta con 363 de plantilla. Les cito este ejemplo para que vean qué clara estaba la idea de que los recursos humanos se subutilizaban de una manera terrible.

Ese centro ha hecho grandes trabajos desde que se creó; pero lo más importante es que vimos allí, en la práctica, aplicada una idea. Después vimos el espíritu que se desarrolló en un grupo de constructores, que era una brigada de microbrigadistas que estaba haciendo el "Julio Díaz", un hospital muy importante para impedidos, inválidos, personas que sufren enfermedades o accidentes, a los que hay que rehabilitar. Esta brigada empezó a trabajar con fuerza, enseñaron a numerosas compañeras microbrigadistas a poner azulejos, se fueron entusiasmando con la obra, y en un momento dado estaban trabajando 12, 13, 14 horas. Aquel colectivo estaba realmente enamorado de su trabajo.

De estas experiencias fuimos tomando ideas, cuando les planteamos a los compañeros Chávez y a Lezcano este propósito de crear un colectivo que demostrara todo lo que se puede hacer en las construcciones, y cómo se puede ahorrar gente en las construcciones y qué productividad se puede alcanzar. Recuerdo que empezamos a discutir quién iba a ser el jefe de ese colectivo, y Chávez, que conocía a Palmero, recomendó a Palmero; le pedimos información, aunque yo conocía a Palmero, lo había visto, pero no sabía de él, porque de esto hacía un montón de años, cuando estaba construyendo allá el primer anillo o algo. Entonces, después de analizar su experiencia y sus características, se decide asignarle la responsabilidad y creo, realmente, que fue una excelente selección; hay que felicitar a Chávez por la proposición que hizo (APLAUSOS). Después, el Partido reclutó a los primeros, y puso un buen número de militantes del Partido y de la Juventud. Era seleccionado el primer grupo

Gente había, ¡gente había!, cómo no iba a haber gente para construir si La Habana tiene 800 000 trabajadores. Yo les puedo asegurar a ustedes lo siguiente, se lo puedo asegurar, así: si de cada ocho trabajadores de La Habana—y los descuento a ustedes, porque ya tengo que descontarlos a ustedes y a los contingentes, incluso, como regla, a los microbrigadistas—, si de cada ocho sacábamos uno, nadie se enteraba, ¡nadie! Quiero decir: los otros siete podían hacer el trabajo perfectamente bien. Casi me atrevo a decir que en muchos casos se pueden sacar hasta dos de cada ocho y no pasa nada.

Nosotros sabemos las dificultades que traban la producción en las fábricas, en muchos lugares, que es la materia prima que no llegó a tiempo, porque está conveniada con un país hermano y se retrasó, o porque está contratada con un país que no es hermano, un país del mundo capitalista, y no está el dinero de inmediato para situarlo, a fin de que manden la mercancía; porque cuando se embarca hay que pagar. Son limitaciones de nuestros problemas que las conocemos muy bien, sobre todo ahora, cuando estamos trabajando con menos recursos que nunca, ¡con menos que nunca! Esto que estamos haciendo ahora, haberlo hecho hace 10, 12 años, 14 años antes, cuando se disponía del doble de las divisas convertibles que ahora habría sido un fenómeno; la cuestión es hacerlo ahora.

Sabemos los problemas que limitan la producción en las fábricas, y muchas veces los obreros están esperando la materia prima y en los nueve meses restantes hacen la producción del año; en muchas fábricas, no en todas se puede hacer eso, desde luego, pero en muchas es así.

Y en los centros de servicio cómo sobra gente, y en las oficinas cómo sobra gente todavía, y tenemos que resignarnos a que sobren hasta que les demos un empleo más racional a nuestros recursos humanos, ¿no? Si los movilizamos y no tenemos otra tarea que darles, mejor es que estén allí; es, al menos, una de las tantas formas de pasar el tiempo, y no aburrirse en la casa, porque van al trabajo, entre comillas. ¿O es que están cruzados de brazos todo el tiempo? No siempre; muchas veces los tienen haciendo algo que han inventado, que no hace falta, o llenando papeles que en muchos casos nadie lee, ¡que nadie lee nunca!, nada más que su jefe y se acabó, sacando copias y archivos; por ese camino puede ser que un día haga falta un edificio como tres veces del tamaño del Capitolio nada más que para guardar papeles.

¡Cómo sobra todavía gente!, pero eso lo sabemos. No se puede hacer nada, porque habría que enviarlos para la casa con el sueldo y eso es humillante, o habría que enviarlos para la casa sin sueldo y no sería justo hacer eso; la Revolución no hace esas cosas, eso lo hacen los capitalistas o los aprendices de capitalista. Porque ahora tenemos el capitalismo y los aprendices del capitalismo, ¿comprenden?, son dos categorías, una de ellas es nueva, ha surgido últimamente. No podemos hacer eso.

Pero hay un potencial en La Habana bárbaro. Si tuviéramos materiales podríamos movilizar 100 000 personas. Y, en general, el trabajador se moviliza, lo mismo hombre que mujer, está consciente de las necesidades de vivienda y de instalaciones sociales. La gente sobraba.

¿Cómo no íbamos a tener la Ciudad de La Habana sin viviendas, construyendo menos de 5 000 por año? ¡Paralizado todo aquello, porque no había fuerza de trabajo! ¡Y que le vengan a decir a la Ciudad de La Habana, con 2 millones de habitantes y 800 000 trabajadores, que los problemas de vivienda no podían resolverse por falta de fuerza de trabajo! Lo que faltaba era imaginación, sentido común, concepto revolucionario, idea revolucionaria; lo que existía era desconocimiento de las masas, olvido de las masas, subestimación de las masas, menosprecio de las masas, y algunos de esos individuos hasta eran miembros del Partido y llegaron a ostentar importantes cargos. ¡Vaya manera de ser comunista!, con un tumor capitalista en el medio del cerebro, ¿qué podía salir de ahí?

El hombre no es revolucionario de palabra, el hombre tiene que ser revolucionario de hecho, y con su actitud ante todos los problemas de la vida. Entonces nosotros, que tenemos un pueblo magnífico, un pueblo revolucionario, no aprovechábamos de manera correcta esas posibilidades.

Este movimiento de las microbrigadas, que empezó mucho antes, no se sabe lo que podría haber hecho en los años perdidos. ¡Cuántas viviendas dejamos de hacer cuando el movimiento de las microbrigadas fue combatido y en nombre de esas teorías fue desmovilizado! Los pasaron a obreros de la construcción sin más ni más, les dieron esa categoría. Y ahora vemos claro, hemos movilizado nada más que una pequeña parte de lo que puede movilizarse y no alcanzan los materiales. Hemos elevado casi en 800 000 toneladas la producción de cemento, si incluimos en ese cemento lo que no se exporta, y no alcanza el cemento. Bueno, ahora empieza a alcanzar por razones que expliqué ayer en la reunión de microbrigadistas, empieza a alcanzar.

Se hacen inversiones y más inversiones y nada alcanza, de modo que tendremos que seguir haciendo inversiones y más inversiones para que todo alcance, o, por lo menos, se aproxime a la enorme fuerza que podemos movilizar para construir las viviendas. Y tendremos, además, que resolver algunos problemas objetivos, alguno s más difíciles que otros, como la cuestión de los materiales de terminación, que es uno de los cuellos de botella, con relación a lo cual se trabaja también duro.

Ayer explicábamos —no quiero repetir, los periodistas si se ven obligados a escribir cosas repetidas estarían perdiendo el tiempo—, por eso no voy a hablar de los problemas del ahorro del cemento y del ahorro de la madera, en los que se están obteniendo avances importantes y prometedores. Porque, además, todo se botaba. Ayer puse el ejemplo en el MICONS de cuánto cemento se gastaba por metro cúbico hace apenas cuatro años. ¡Setecientos veinte kilogramos de cemento por metro cúbico de hormigón! ¿Adónde iba a parar ese cemento? No había control; con tantos mecanismos y tantas oficinas y tantas cosas, no existía control en absoluto. De ese cemento una gran parte tiene que haberse robado, desviado, ¡ni se sabe cómo podía gastarse!

En la autopista Este-Oeste se está gastando 360 kilogramos por metro cúbico de hormigón. Con aquellos gastos de cemento, con lo que se habría hecho un kilómetro de autopista entonces, hoy hacemos dos kilómetros. De eso hablé también ayer, no quiero extenderme sobre el tema. Pero es bueno reflexionar un poco, verdad, no nos hemos reunido aquí para una simple conmemoración.

Hablé de las cosas que habían hecho las microbrigadas. Digo: una de las cosas es que nos ayudaron a desarrollar una idea superior a la de las microbrigadas, que fue la del contingente.

Ya les expliqué también cómo recogimos elementos de un lugar y otro, y algunas experiencias para arribar a estas conclusiones. La cuestión es que se organizó la primera brigada; bueno, íbamos a hacer un contingente, se llamó contingente desde el primer momento. Como dijo Palmero, eran 164 trabajadores.

Como era una brigada, le dieron la bandera y le pusieron brigada en dicha insignia. Alguien se equivocó, debieron haberle puesto contingente, porque era un contingente o era una brigada-contingente. Por eso ahora hubo que darle a la brigada uno otra vez una bandera y dejar aquella que se llama brigada para el contingente; abajo le pueden añadir contingente, porque al principio empezó siendo una brigada que se denominó contingente.

Pero, claro, contingente iba a ser mayor, en ese momento era simplemente una idea, lo que se inició aquel día hace dos años era una experiencia, y esa experiencia soy testigo de cómo se ha ido desarrollando, porque siempre que pude visité la brigada-contingente y trataba de informarme cómo marchaba todo. No sé las veces que he venido, no las conté; pero leí en estos días una entrevista a Papo —el compañero que dirige la brigada del río Almendares, del Triángulo de las Bermudas, como le llaman ahora al plan ese de Almendares por la cantidad de cosas complicadas que hay que resolver— que dice que había hablado conmigo ciento catorce veces. Es un buen promedio para dos años, da idea del interés que para mí tenía esta experiencia: qué salía de esto, qué ocurriría cuando esta idea sufriera la prueba de la práctica, y realmente, para mí fue muy estimulante ver los resultados de esa brigada-contingente.

Se aplicaron todas las ideas: albergues adecuados, condiciones de vida adecuada, colchón, aire acondicionado, para que el hombre descansara cuando tenía que descansar, médicos de la familia. Y ese médico salvó vidas, porque descubrió algunos compañeros que de haber permanecido en el trabajo habrían podido fallecer en cualquier momento, por problemas que padecían e ignoraban, que no los hacían aptos para ese tipo de trabajo, y no los sacaron, los pusieron a hacer otras cosas. Ese médico empezó salvando vidas aquí en este contingente.

Se les hicieron exámenes médicos a los miembros del pequeño contingente en uno de los mejores hospitales de la capital y exámenes estomatológicos, todo, se crearon las condiciones; además, se estableció el principio de que los obreros mejor alimentados del país tenían que ser los obreros del contingente. Había que buscar de donde fuera, sin quitárselo a los demás, por supuesto, porque no tiene gracia quitarles a estos para darles a estos otros, sino buscar de otro lado, que es lo que se ha hecho con todos los contingentes; no se le ha quitado a la población nada, ni al consumo social nada, sino se han buscado nuevos recursos alimenticios para el contingente. Pero los trabajadores mejor alimentados del país tenían que ser los que más trabajaban.

Hubo preocupaciones, incluso, por la confección de la comida, quién lo garantizaba, cómo se hacía. Así empezó y se fueron cumpliendo rigurosamente todos los conceptos que han presidido el desarrollo de este movimiento.

Por el camino se aportaron muchas cosas. Por el camino se aportó el reglamento, ese reglamento tan sabio; por el camino se fueron aportando una serie de ideas nuevas que surgieron de la práctica. Hay que decir que ayudó mucho, realmente, el talento de Palmero y su espíritu revolucionario (APLAUSOS), su capacidad de captar todo lo que era esencial, lo que era revolucionario, lo que era profundo en las cuestiones de la motivación del hombre, y, bueno, entre otros, el ejemplo en el trabajo. Es esencial eso de que el jefe llegue el primero y sea el último en retirarse, y ser perseverante en el esfuerzo.

Palmero, además, es ecuánime, se queja de vez en cuando si ha caído algún aguacero. Yo protesto y digo: me alegro de que haya llovido; no es bueno para las construcciones, pero es bueno para el país. Ya él sabe eso también, porque cuando llegué hoy, digo: No ha llovido. Dice: "No es bueno para el país" (RISAS). Ya piensa Palmero más en el país que en las construcciones. Debe ser así; pero, claro, una de las formas de ayudar al país son las construcciones y los contingentes han inventado cuantas cosas han sido posibles, para resarcirse del tiempo perdido por la lluvia.

También este año favoreció a las construcciones un mayo y un junio secos, después no lo fueron julio, agosto y septiembre.

Las ideas del contingente se fueron perfeccionando. A medida que nosotros veíamos los resultados, conocíamos también muchas necesidades por resolver. Estaba lo de EXPOCUBA y entonces planteamos la brigada dos, y ya la brigada dos salió con todas las normas de la brigada uno; y en otro momento la brigada tres, la de puentes, y así se fueron creando las brigadas.

Pasaba como en la Sierra Maestra con el Ejército Rebelde: había una columna y de esa columna salía la segunda, después salía la tercera, después la cuarta, y así muchos de los fundadores estaban regados en las distintas columnas. La misma historia del Ejército Rebelde.

Así fueron creciendo las columnas del contingente, que llamamos brigadas del contingente, y cada vez que surgía un problema nuevo, teníamos ya una confianza muy grande en los resultados; los equipos no abundaban y los equipos había que emplearlos bien, y en ningún lugar se empleaban los equipos como en el contingente.

Se empezó a ver con claridad que el contingente hacía el doble con la mitad de los hombres, y que los equipos, no por nuevos, sino porque eran bien cuidados, estaban en un altísimo porcentaje de alta; el hombre cuidaba el equipo, el hombre no rompía el equipo para irse de interrupto con un 70% del salario. Aquellos conceptos locos se erradicaron totalmente.

Así se fueron formando una por una y llegamos a las 23 brigadas que tenemos hoy, de manera que al cabo de dos años la primera brigada ya es un ejército, así tenemos 2 600 trabajadores y seguiremos creciendo de aquí a fin de año.

Empezamos haciendo una autopista y hoy hacemos de todo, cualquier cosa. Un frigorífico no es cosa fácil, un frigorífico no es una nevera (APLAUSOS), un frigorífico es una tarea compleja; pues la brigada que construye el frigorífico de Alquízar está rompiendo todos los récords en materia de construcción de frigorificos, en celeridad y con una gran calidad.

El contingente construye hoteles cinco estrellas. Construir un hotel cinco estrellas es cosa seria y estoy seguro de que lo van a construir rápido y con toda la calidad requerida; no ha avanzado más porque los proyectos han estado retrasando. Cuando eso empiece a subir por ahí, ya ustedes verán.

El contingente construye terminales de ómnibus; el contingente empieza a construir escuelas preuniversitarias en el campo y esas escuelas son muy importantes, van a crear instalaciones adecuadas para miles de estudiantes de la capital, sobre todo, que no tienen instalaciones adecuadas o no pueden participar del principio del estudio y del trabajo. El objetivo fundamental es educacional, pero también contribuirán con su esfuerzo al suministro de productos alimenticios para la capital. Hay casi 20 000 estudiantes de pre en la capital, las instalaciones que ellos tienen, si son adecuadas, pueden utilizarlas después otras escuelas de nivel secundario o de otro tipo. El contingente tiene un programa de construir 30 preuniversitarios en el campo, 10 por año.

No vayan ustedes a creer que es fácil construir esas escuelas, el primer problema es resolver los prefabricados y sé que las dificultades que tienen ahora en estos próximos meses es que, mientras se crean nuevas capacidades de prefabricado —porque las que había en un tiempo se habían perdido en parte, cuando dejaron de construirse escuelas y dejó de construirse todo—, tienen que venir de otras provincias los elementos prefabricados, y ya ustedes saben que esas coordinaciones son complicadas. Hay que trabajar duro para garantizar que lleguen los elementos prefabricados o los hombres se paran, hasta que ya se estén produciendo en la misma provincia y será más seguro todo. Lo primero que hizo la dirección del contingente fue coordinar con MICONS y con los demás organismos, para garantizar el suministro de los prefabricados.

Son muy diversas obras las que está haciendo. Está drenando el río Almendares, saneando un área importante de la capital, un foco de infección y de mosquitos, y creando condiciones para lo que llegará a ser uno de los lugares más importantes de la ciudad, que es el parque metropolitano.

Ayer yo decía que el contingente es una empresa de nuevo tipo con un mínimo de trabajadores indirectos y un máximo de trabajadores directos. Pero creo que todo el pueblo se siente orgulloso del resultado del esfuerzo del contingente "Blas Roca" y los hombres del "Blas Roca" son considerados, admirados y respetados en el seno de nuestro pueblo.

Ya que hablé de los teóricos y de los mercachifleros, hay que decir algo de suma importancia. Todas aquellas cosas que se inventaron, se inventaron en nombre de una supuesta eficiencia económica, buscando eficiencia económica, y lo que hicieron fue encarecerlo todo y crear mayor ineficiencia que nunca, por esos caminos que les mencioné.

Ahora, desde el punto de vista económico, es en este terreno donde se ha producido uno de los más grandes logros del contingente. Antes no se sabía lo que costaban las cosas y, además, las obras no se terminaban. Las empresas construían lo más cómodo, movían tierra, ponían columnas; lo más difícil no lo hacían, las terminaciones no las hacían. Lo que daba más dinero es lo que hacían, no les importaba el país, ni abrir un hueco para que estuviera abierto cuatro años.

Realmente las brigadas se desorganizaron, desaparecieron, se creó una anarquía con los equipos, estaban dispersos por todas partes, y se daba el caso como el que mencioné recientemente allá en la inauguración del aeropuerto de Varadero: las fuerzas que estaban construyendo la presa de El Corojo gastaban 2,40 por cada peso producido. Cuando se hicieron precontingente y después contingente, la redujeron a menos de 0,70 centavos.

Una de las cosas más importantes del contingente es que lleva el control riguroso de todos los costos: la amortización del equipo, los mantenimientos, la gasolina, los fulminantes, si tiene que emplear fulminantes; el valor de cada cosa que emplea, y, por supuesto, los salarios, al detalle. ¡Gracias al contingente!, por fin se pudo saber lo que costaba una obra (APLAUSOS).

Yo les hablé de Ingeniería Genética, por la gran urgencia del mismo se construyó con cierta rapidez y millones de problemas, no estaba el contingente, estaba el viejo caos, y esta es la hora que todavía nadie ha podido decir lo que costó. Sabemos lo que costó en divisas convertibles, lógicamente, por los materiales que hubo que importar, los equipos que fue necesario adquirir en el exterior: equipos que van desde plantas eléctricas hasta equipos sofisticados de laboratorios. Se sabe lo que costó en divisas, pero en pesos, la construcción civil, todavía no lo saben. Gente entraba, gente salía. Habían quitado —vean qué ilusión— el listero, creían que con su dinero iban a atraer a la gente, y resulta que muchos vivos llegaban a las 8:00 y se iban a las 8:30, y nadie se enteraba. Había de todo allí. De Ingeniería Genética todavía no se sabe el costo.

Usted preguntaba el costo en cualquier obra de construcción y le respondían el presupuesto asignado: el presupuesto es de 5 millones, el presupuesto es de 7 millones, el presupuesto es de 10 millones. "Señores, no me digan el presupuesto, dígannos cuánto costó." Vuelven a decir: 5 millones, 7 millones, 10 millones. "¡No me hablen del presupuesto, díganme lo que costó!" "Ah, bueno, lo que costó, la verdad es que no sé" (RISAS). No había uno solo que hablara de otra cosa que no fuera el presupuesto, porque a partir del presupuesto estaban las pérdidas o las supuestas ganancias.

No me explico cómo se puede tener ganancias gastando 2,40 por peso de producción, y andaban en aquel jueguito extraño: cuánto fue, cuánto es el presupuesto, cuánto gané, cuánto perdí, cuánto más le tengo que pedir al banco. ¡Una locura completa, de un manicomio tenían que haber salido los inventores de tales procedimientos!

Nadie sabía el costo, y el costo se ha vuelto uno de los puntos centrales del trabajo del contingente, ahí lo ven ustedes, en dependencia de la construcción: hay construcciones más complejas; hay construcciones más mecanizadas, otras menos mecanizadas; hay algunas en que la productividad alta se puede lograr gracias a las máquinas; hay otras en que el trabajo es bastante manual, no se logra la misma productividad.

En los contingentes—ya hablo de los contingentes—el costo por peso, en ocasiones, es menos de 70 centavos o hasta menos de 60 en algunos trabajos, y todos los obreros saben cuál es el costo de producción. Lo esencial para la sociedad es conocer los costos.

Otra cosa son los valores que se les asignan, entonces se puede ver la eficiencia. Los contingentes han permitido apreciar la eficiencia en las construcciones y la eficiencia comparativa con los otros conceptos, con lo que había antes; incluso la eficiencia comparativa de un contingente a otro, que desde luego, no se puede tomar al pie de la letra, porque —repito— no hay dos tareas iguales. Un contingente se puede encontrar un suelo peor y otro uno mejor, uno el préstamo más cerca, el otro el préstamo más distante; un contingente se puede parar más por lluvias, otro menos, según el lugar. Así que, incluso, haciendo movimiento de tierra varían los costos, si dos brigadas trabajaran exactamente igual.

De modo que, en realidad, considero este uno de los aportes más importantes del contingente: la reducción de los costos, la eficiencia y la medida de esos costos, que es tan importante para desarrollar el país.

La idea se extendió, como era lógico. El prestigio que adquirió el "Blas Roca" fue enorme. Muchos obreros de la construcción querían constituirse en contingente y, cosa interesante, no se sabe cuántas personas han tocado a las puertas de este contingente solicitando ingresar. Mucha gente quería pertenecer al contingente como el mejor centro de trabajo, el más honroso, el más prestigioso. Y a cuántos tuvieron que decirles que no, que no era posible y que los llamarían cuando se pudiera.

El trabajo es más duro y mucha gente quería venir para el trabajo más duro, eso demuestra lo que es el hombre. La disciplina es más rigurosa y mucha gente quería venir para la disciplina más rigurosa; demuestra también la mentalidad del hombre, del trabajador, del verdadero trabajador, que repudia por naturaleza —como decía— la indisciplina, la holgazanería.

Se fue extendiendo la idea y se fueron organizando, uno por uno los demás contingentes, ¡uno por uno! No queríamos que esto fuera así, a la carrera, desorganizadamente y nos fueran a desprestigiar la idea, porque eso puede pasar. Por eso la idea ha ido tomando cada vez más prestigio. Siempre decíamos: Hay que crear las condiciones para ser contingente: la atención al hombre, en primer lugar; todos los requisitos: dormitorios, suministro de alimentos, atención médica. Los mismos principios con que se inició la primera brigada, y siempre hemos exigido esos requisitos. No se crea un contingente sin que lo autorice el Comité Ejecutivo.

Ahora, dondequiera que había un problema serio: atraso, complicaciones, muchas veces le pedí al compañero Palmero: Llégate de visita allá, observa lo que pasa, dame tus criterios. Así visitó distintas partes, distintas obras que tenían problemas muy serios, los obreros que estaban desorganizados, caotizados, improductivos y la maquinaria desbaratada, porque funcionaba aquello del 70% y se iban para su casa, y el individuo está mejor en su casa con el 70%, a lo mejor haciendo otras cosas; si es de origen campesino, sembrando algo.

Eso pasaba en Moa, por ejemplo, en la planta de Camarioca, y, realmente, los obreros que trabajaban en Camarioca y la dirección de la empresa acogieron muy bien la idea. Se organizó el contingente y aquello cambió, señores, aquello cambió. Se suponía que hacían falta no sé si 4 000 ó 5 000 para hacer aquella obra, y la están haciendo ahora alrededor de 1 200, y dudo que lleguen alguna vez a 2 000, y la obra avanza.

Ya les cité el ejemplo de El Corojo, ese es otro lugar que visitó el compañero Palmero, lo que había antes y lo que hay ahora.

Dondequiera que se organizó el contingente cambió todo; de manera que nosotros, cuando tenemos un problema, decimos: "Si esto se quiere arreglar a partir de lo que hay, hay que aplicar el concepto de contingente."

Esto no quiere decir que trabajen mal los obreros de la construcción que no están en contingentes, los demás; al contrario, el ejemplo del contingente ha inspirado, como regla, a los demás trabajadores de la construcción, y están trabajando con espíritu de contingente y haciendo esfuerzos grandes, como no lo habían hecho nunca. Es decir que el ejemplo se ha extendido aunque no estén organizados como contingentes, y sé de muchas fuerzas que trabajan muy bien, la mayor parte son aspirantes a contingentes.

El problema es aplicar los conceptos del contingente; no es cuestión de cambiar de nombre, sino de cambiar todos los principios en virtud de lo cual se han organizado las demás fuerzas y aplicar estos principios; los resultados son colosales, ¡colosales!, así se puede afirmar. Y tenemos que cuidar la idea, seguir desarrollándola y seguir dándole prestigio.

Hay ya excelentes contingentes a lo largo y ancho de todo el país, y muchas veces no con equipos nuevos, con equipos viejos, algunos que tenían camiones de la época de Maricastaña. "¿Cuántos camiones?" "Creo que 70". "¿De qué marca?" Bueno, de todas las marcas habidas y por haber: "Hino, Fiat, Zil, Maz, KP-3 y de todo". "¿Y cuánto caminan como regla?" "Cuarenta". "¿Y cuántos choferes tiene?" "Setenta". "Quita 30, pásalos a otras actividades, o aguántalos ahí hasta que te demos unos cuantos camiones nuevos, tal vez te podamos reforzar con algunos camiones y buscando poco a poco la estandarización."

Por cada carro, no importa de que época —podía ser, incluso, del siglo pasado, un carricoche—, tenía un chofer allí al lado, aunque no caminaba nunca, o casi nunca. Con esa cifra de trabajadores entonces el abastecimiento, el albergue, todo se multiplica, todo se encarece, todo se complica y todo se desorganiza.

En algunos de esos contingentes con equipos viejos se han aplicado los conceptos y todo cambió, y la productividad se incremento notablemente, con la simple aplicación de los conceptos del contingente, con los mismos equipos.

Hay excelentes contingentes, decía, y muchos han estado desde el principio, casi desde los primeros empezaron a emular con el "Blas Roca", y por ahí no se sabe cuántos retos hay al "Blas Roca". El "Blas Roca" no se va a sentir preocupado por eso, ni humillado, aunque apareciera un contingente mejor; puede aparecer, bueno, aunque sea por una sola razón: si el primero empezó con una edad promedio de cuarenta y tanto, mucha experiencia pero tal vez no ya tanta energía, si organizan un contingente con muchachos recién salidos del servicio, o recién llegados de Angola, con 23 ó 24 años de promedio, no serán tan sabios como los primeros fundadores... (DEL PUBLICO LE DICEN: "¡Vamos a pelear de todas maneras, Comandante!")

No, yo no lo hago por despertarles el orgullo a ustedes; al contrario, creo que debe ser satisfacción de ustedes que todos quieran competir con ustedes. De modo que deben sentirse satisfechos porque ustedes fueron los fundadores, ustedes fueron los que desarrollaron las ideas, ustedes fueron los que las pusieron en la práctica; ese es un honor que ya nadie les podrá quitar a ustedes (APLAUSOS).

Hay magníficos contingentes y están haciendo grandes obras, importantes obras en todo el país. Hay ya 65 contingentes. Yo he ido organizando algunos por ahí, Panchito, diciéndoles: "Bueno, sean aspirantes hasta que les den la categoría de contingente." ¿Por qué? Porque hay obras en que todo el equipamiento constructivo es nuevo, si no se establecen las normas del contingente, si no se les considera con las normas del contingente desde los primeros momentos, se desbaratan los equipos, cualquier cosa puede pasar. Por eso, muchas de las brigadas nuevas, las que están haciendo los pedraplenes, o las que están haciendo los planes lecheros en seis provincias distintas del país, son contingentes o van a serlo pronto, siempre que tengan todos los requisitos.

No tenemos el temor de crear un contingente nuevo, muchas veces es más fácil crear uno nuevo que desenredar los entuertos de un viejo colectivo habituado a muchas cosas negativas. Pero a pesar de eso lo hemos logrado en muchos colectivos de la construcción con los mismos obreros. Siempre hay alguno que dice: "Esto es muy duro, yo no voy, por favor, trasládenme." Siempre hay algo de eso, pero, en general, la mayoría de los trabajadores lo toman como un gran honor y con una gran satisfacción.

Ahora, uno de los problemas que había en los contingentes es que, como venían de las microbrigadas —y ustedes saben cómo es el sistema de salario de las microbrigadas—, o venían de diferentes centros de trabajo y del propio sector de las construcciones con gran diversidad de salarios, vienen por lo que ganan en sus lugares de origen, y en el primer contingente, la primera brigada y después en otras muchas, como es lógico, había una gran desigualdad en los salarios. Nadie planteaba esos problemas, pero nosotros estábamos conscientes de que era un problema, y dijimos en un momento determinado, cuando ya crecieron los contingentes: "Hay que establecer una tarifa especial para los contingentes, hay que establecer una tarifa especial. ¿Cuál debe ser? La tarifa que se corresponda con hombres que hacen el máximo esfuerzo y de manera consciente, de manera entusiasta, para cumplir los planes de la Revolución." Estuvimos analizando durante varias reuniones este problema en el Comité Ejecutivo. No era fácil: en algunos casos parecía que iba a ser muy alto el salario. Digo: "No me importa si se corresponde con un trabajo que lo justifique y tomando en cuenta el gran número de horas cada día." Y así estuvimos analizando cuidadosamente las medidas a tomar.

Pero no fueron los criterios solo de los miembros del Comité Ejecutivo; hablamos con los jefes de contingente y le pedimos al Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social que se reuniera con ellos, una vez y dos veces, y más veces si era necesario, para que nuestras ideas pasaran por el filtro de la experiencia, y se conocieran los criterios de los jefes de los contingentes, de los más experimentados.

Así se elaboró aquella tarifa. Mejoró muchos salarios, pero ocurrían algunas cosas: eran tan caóticos algunos salarios de la construcción, que algunos estaban por encima de esa nueva tarifa. Establecimos el principio: "Para ser del contingente hay que ajustarse a la tarifa". Porque, fíjense, a pesar de ser una tarifa alta y trabajar las horas que se trabajan, había algunas tarifas tan infladas que aún quedaban por encima de las que se acordaron en el contingente; pero era imprescindible uniformar los salarios.

Esto, desde luego, podía implicar cierto incremento del costo por peso; cierto incremento es lógico, si se va a pagar más en salario, por bien que trabajen, por eficientes que sean las máquinas, entonces habrá un incremento por costo por peso producido. No me preocupa, podrán ser cinco centavos, diez centavos más. Estoy convencido de que en los trabajos que estamos haciendo ahora todos los contingentes trabajarán a un costo por debajo del peso, como le llamamos; estoy seguro de que aun con las nuevas tarifas no habrá problemas en eso.

Hay otra cosa también, no todas las obras están igualmente valoradas, hay algunas que están, al parecer, bien valoradas, otras sobrevaloradas y otras subvaloradas, entre ellas las viviendas. Para los microbrigadistas lograr una productividad alta, no es tan fácil, puesto que no trabajan con máquinas, fundamentalmente, como trabajan los constructores de una presa y porque hacen viviendas. En mi opinión, las viviendas están subvaloradas cuando se compara el valor de una vivienda en cualquier parte del mundo, que puede ser tres veces más, cuatro veces más. Por eso, cada vez que se vea el costo, hay que analizar en qué obra está, qué nivel de mecanización tiene, qué nivel de valoración tiene la obra.

A nosotros no nos resulta difícil con ustedes conocer los costos, como ya dije, vemos una brigada, vemos otra y vemos otra. Vamos a tener una información con los contingentes como jamás ha tenido el país sobre los costos de construcción, y creo que son principios que pueden ir aplicándose a otras ramas de la economía, saber qué cuesta, realmente, cada cosa, y en lo posible por áreas; no va a decir una fábrica entera el costo promedio, sino qué es lo que está costando más caro, qué es lo que está costando menos, es lo que puede ayudar a determinar dónde hay que hacer una inversión y cómo se pueden mejorar las cosas.

De este modo, ya tenemos la tarifa de los contingentes, y, bueno, dijimos que eran 65 más uno —que señaló Panchito—, 66; número total de hombres, más o menos, 32 000 trabajadores.

Hay una fuerza muy buena que conozco de la provincia de Camagüey, la que está haciendo un gran plan lechero, el de Jimaguayú, son aspirantes a contingentes. Es posible que, en lo que queda del año y el próximo año, se aumente un número de contingentes. A veces hay contingentes todavía que lo que tienen es una sola brigada; pero ellos tienen varias.

Ya los que construyen en Varadero son también parte de los contingentes, tienen 20 brigadas. Los vimos recientemente en la inauguración del aeropuerto y daban muy buena impresión. Ellos son alrededor de 6 000.

La tendencia de los contingentes será a crecer, organizados en brigadas. Ya yo expliqué allí en Varadero cómo funcionan las brigadas, cómo unas apoyaban a otras; pero cada una tiene la responsabilidad de sus hombres y de sus equipos, eso no se dispersa, aunque estén trabajando en lugares distintos, aunque estén apoyando a otros.

Pienso que tal vez ya para el año que viene el número de contingentes pase de 100 —sin apuro, vuelvo a repetir que no hay ningún apuro—, y es posible que alcance los 50 000 hombres, o un poco más, a finales del año próximo.

Todo esto significa recursos, porque los contingentes tienen una dieta especial que, como digo, no se le quita a nadie.

Hay un determinado suministro que se les envía directamente a los contingentes, por encima de lo normado. Tenemos bien calculados los costos de todo eso, cuando hay que producirlos, cuando hay que importar materia prima, o cuando hay que importar algunos de esos alimentos. Cada contingente significa una cantidad determinada de alimentos, que va por encima de la cuota normal que tiene un trabajador de la construcción. Hemos procurado que sea variada, en lo posible, sobre todo, en los granos, que tengan un tipo u otro. Por encima de eso a veces se envían cantidades adicionales; si llega un poco de bacalao disponible de las compras que hay que hacer en Canadá, no es una cantidad muy grande, no se puede garantizar todos los meses, pero se garantiza cada dos o tres meses; así que cada cierto tiempo se dan otras cantidades adicionales de algún producto, y ese principio tiene que aplicarse y seguirse aplicando rigurosamente.

Estoy seguro de que cuando tengamos 100 000 hombres en contingente, estaremos haciendo el trabajo que antes requeriría 400 000, con una calidad muy superior, y, además, terminando obras, ¡terminando obras! ¿Qué hace una obra en construcción 25 años, 30 años; una presa, una carretera? Y ya venía pasando eso, caballeros, cuando antes de 1975 nosotros, con las brigadas, habíamos desarrollado grandes planes en breve tiempo.

¿Cómo se construyeron alrededor de 500 escuelas secundarias en el campo? Todas esas se construyeron antes de 1975, antes de todos estos inventos. Solo en La Habana se construyeron casi 1 000 lecherías, fueron brigadas; igualmente gran cantidad de presas, caminos, carreteras, muchas cosas. Después cuando vinieron los inventos no se terminaba nada, ¡nada se terminaba!

Claro, no se sabe lo que pueden hacer 100 000 hombres construyendo de verdad, organizados en contingentes, lo que pueden impulsar al país trabajando con ese espíritu, y estoy seguro de que lo lograremos. Y lo que estamos haciendo para lograrlo es no apurarnos. La condición de contingente hay que merecerla, hay que ganársela por el espíritu y la calidad de los constructores, y hay que asegurar todas las condiciones para que se pueda crear un contingente; vamos despacio, y vamos despacio porque estamos apurados, como decía un refrán inglés —creo que inglés, a lo mejor lo inventaron en otro país—; pero vamos despacio para hacer las cosas bien, y seguir manteniendo la fuerza y la solidez de este movimiento.

Pienso que realmente es una gran conquista de la Revolución esta organización, un estilo superior de trabajo en la Revolución; está influyendo ya en todos los sectores, se ha acuñado la frase: a trabajar con espíritu de contingente. Esa frase es ya muy corriente oírla por todas partes, hasta en una escuela: a trabajar aquí con espíritu de contingente.

Claro que no resultará fácil aplicar estas mismas normas a cualquier actividad, habrá que pensar mucho, habrá que analizar muchas variantes; pero sí les digo que algunas de las ideas del contingente las llevamos a la fábrica de cemento de Artemisa por los problemas que habían surgido; y la fábrica de Artemisa elevó en no menos de 300 toneladas diarias la producción; es decir, los resultados fueron inmediatos, palpables, visibles, con algunas medidas tímidas que se aplicaron allí. Y demás está decirles que hubo una racionalización de 153 personas; esto es con 153 personas menos, aplicando algunos principios del contingente. Claro que no las sacaron de la fábrica, las pusieron a construir obras sociales allí para la fábrica, viviendas, etcétera. Digo: manténganlas para que cuando se amplíe la fábrica vengan de nuevo a la industria.

Es decir que estas ideas se han ido extendiendo a otros sectores. Yo creo que es algo de suma importancia, no se sabe adónde podremos llegar por este camino, y es grande la necesidad que tenemos de seguir este camino, porque ahora estamos enfrentando el desarrollo del país con menos recursos que nunca, con menos recursos en divisas convertibles, con menos seguridad en los suministros socialistas. Ya lo dije el 26 de julio, hay algunos países en que, por razones obvias, se están produciendo cambios muy radicales hacia el capitalismo, hay que decirlo: en otros porque han surgido dificultades. Necesitamos este espíritu de trabajo más que nunca para enfrentar estos problemas y crecer.

Fíjense cómo se ha demostrado en los hechos que con menos recursos que nunca se están resolviendo problemas que no se habían resuelto en casi 30 años de Revolución; así vamos, y la misma Ciudad de La Habana es un ejemplo.

¿Cuántos años hacía que no se hacían autopistas en esta ciudad? Desde los tiempos de Palmero, cuando estaba en el anillo y ahora por dondequiera usted ve el trabajo: la autopista de Costa a Costa, esta, la que se hizo allá para comunicarse con EXPOCUBA, y lo que nos proponemos hacer: la ampliación de Boyeros, el enlace de 100 y Boyeros. ¿El drenaje del Almendares ese, cuántos años llevaba por hacer? Ni se sabe desde cuándo.

Pronto se van a trabajar también allá en la rotonda, para dejar una excelente y funcional área de comunicación en los alrededores del hospital "Albarrán" y de la Ciudad Deportiva.

Se empiezan a hacer trabajos con los acueductos para reconstruir la red; se está haciendo la doble vía de ferrocarril hasta Pinar del Río, se está haciendo el ferrocarril a Mariel. ¿Por qué no se hizo antes el ferrocarril a Mariel, cuando había más recursos?

Los frigoríficos que se están haciendo. En fin, con menos recursos que nunca estamos haciendo más, demostrándose que hay una gran reserva de recursos todavía, y una gran reserva en el pueblo. ¿O acaso es lo mismo construir gastando por metro cúbico de hormigón 720 kilogramos de cemento, o gastando 400 ó 420? ¿Es lo mismo? Vean los recursos que había en el ahorro.

Del mismo modo, por ejemplo, tenemos unos ómnibus que gastan mucho combustible, además de embarrar la ciudad, los que tenemos ahora; pero estamos desarrollando nuestra industria automotriz con mejores motores, y un ómnibus que aspiramos a que sea mejor y que ahorre más combustible que el que ahorran los ómnibus que tenemos hoy. Estos ómnibus hacen solo seis kilómetros por galón. Sepan que cada vez que uno de esos miles de ómnibus recorre seis kilómetros ha gastado un galón. Nosotros aspiramos a que el nuestro haga siete, ocho o nueve, de modo que algún día, con el mismo combustible de hoy, puedan hacerse un 30%, un 40% más de viajes.

Hay muchas cosas donde ahorrar. La madera, vean como se gastaba y como se malgastaba. Ya el MICONS, de 28 metros cúbicos de hormigón por metro cúbico de madera, está haciendo 45, y estamos estudiando todas las formas de cómo se puede hacer el doble con la misma madera en las construcciones; no digo en una silla, en una silla usted no podrá ahorrar mucha más madera, pero en las construcciones, donde se usa tanto la madera en tantas cantidades, nosotros podemos triplicar, cuadruplicar su actual utilización. Es decir, podríamos no tener más madera para las construcciones y hacer el doble de construcciones de las que hacemos hoy. No me refiero a la madera tampoco de las ventanas y puertas, esa es una cantidad que se pone ahí; me refiero a la madera para otras funciones, para los encofrados, para muchas cosas.

También tenemos otras ideas sobre esto. Nuestro país, con los mismos recursos, puede hacer más, y estos tiempos lo están demostrando. En la agricultura estamos aplicando técnicas nuevas en la caña, en el arroz, en los sistemas de riego, y todo eso puede hacer que nuestros campos den mucho más. Estamos construyendo presas a un ritmo como el que nunca se había alcanzado, después que fue reconstruida la voluntad hidráulica; no quedará un río aquí represable que no se represe, siempre que pueda ser útil a la agricultura. Y se está trabajando con un ritmo intensísimo en ese campo, para regar, para obtener muchos más productos de nuestra agricultura, para alimentar al pueblo, porque ese es el objetivo fundamental, o para exportar excedentes.

De modo que con nuestras propias tierras, con nuestros propios campos, con nuestros propios trabajadores, podemos sacar mucho más; porque si una caballería da 60 000 arrobas, con todos los trabajos que hay que hacerle, todo el mundo comprende que sería mucho mejor si con ese mismo trabajo da 100 000, y en la agricultura estamos encaminándonos en esa dirección.

De modo que yo veo muchas perspectivas, a pesar de los viejos problemas y de los nuevos problemas, si trabajamos con este espíritu.

Creo, compañeras y compañeros, que estas reflexiones ayuden a todos, ayuden al pueblo a comprender toda la importancia que, sin exageración alguna, hemos señalado sobre el papel de los contingentes. Creo, sinceramente, que es uno de los pasos de avance más elevado y más prometedor que ha dado la Revolución. Y, sobre todo, los contingentes han demostrado la justeza de las ideas que aquí hemos planteado; los contingentes han demostrado lo que significa creer en el pueblo, creer en los hombres y saber de lo que son capaces los hombres (APLAUSOS); lo que nos enseñaron los patriotas que lucharon por nuestra independencia, lo que nos enseñó nuestra historia y lo que nos enseñó nuestra propia lucha de liberación para alcanzar la definitiva independencia de Cuba, y eso significa alcanzar el derecho a crear un mundo mejor, una sociedad más próspera, un pueblo mucho más feliz.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)