DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA CLAUSURA DEL VI FORO NACIONAL DE PIEZAS DE REPUESTO, EQUIPOS Y TECNOLOGIAS DE AVANZADA, EFECTUADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 16 DE DICIEMBRE DE 1991.

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Queridas compañeras y queridos compañeros:

El mero hecho de que en el solo lapso de un año se hayan presentado en este foro más de 34 000 ponencias y más de 40 000 soluciones, da idea de la fuerza y la importancia de este movimiento. Lo he citado como ejemplo en muchas conversaciones con personalidades, visitantes, periodistas, de lo que significa un hormiguero humano trabajando, de lo que significa el hecho de que cientos de miles de compatriotas, entre obreros calificados, técnicos, ingenieros, investigadores y trabajadores en general, incluidas amas de casa, hayan estado trabajando, dedicando su tiempo, dedicando su inteligencia a resolver los problemas del país en sus momentos más difíciles.

Creo que los que hemos tenido oportunidad de participar, aunque sea en una parte de este evento, nos hemos llevado una impresión imborrable.

Como decía anteriormente, no es posible sacar una idea de lo que se ha realizado durante un año simplemente escuchando lo que aquí se ha dicho, porque todos sabemos que no es más que una parte insignificante de lo que se ha hecho.

Es numeroso el grupo de compañeros que recibieron reconocimientos por trabajos relevantes, más numerosos todavía aquellos que han recibido otros tipos de reconocimientos o menciones o diplomas a todo lo largo de este evento. Pudiéramos decir que son miles, decenas de miles los que merecen ese reconocimiento; pero lo merecen también aquellos cientos de miles que, de una forma u otra, han participado en los trabajos realizados y premiados.

Alguien lo dijo, es difícil imaginarse otro pueblo en el mundo haciendo un esfuerzo como este, de tipo intelectual, de tipo creador. Es difícil que algún otro país haya acumulado en tan breve lapso de tiempo un contingente tan numeroso y tan competente de hombres y mujeres capaces de realizar una tarea como esta; en el capitalismo no puedo ni siquiera imaginarlo, ya que, en primer lugar, sería inconcebible alcanzar el nivel de cooperación que se ha alcanzado en nuestro país a través de este movimiento.

Yo diría que esto es hacer socialismo, y hacer socialismo de una manera correcta; yo diría que esto es hacer socialismo como debe hacerse el socialismo. Yo diría que esta es la verdadera prueba de la superioridad del socialismo sobre cualquier otro sistema social, porque lo que nos encontraríamos en cualquier país capitalista sería un enorme egoísmo, una competencia feroz, una vanidad insaciable y un afán desmedido de recursos, de dinero y de riquezas.

Como dijo la compañera ama de casa, ella no hizo esto por ningún dinero. Pero es que eso que ella afirmó ahí se podía haber escuchado en los labios de todos y cada uno de los que han participado en este foro, de todos y cada uno de los que han trabajado por ayudar a su patria, por ayudar a la Revolución de la forma en que ustedes lo han hecho.

¿Con qué dinero se les podría pagar a ustedes? ¿Cuánto puede valer cualquiera de las innovaciones, o de las inventivas, o de las investigaciones que aquí se han traído? ¿Qué otro sistema social pudiera lograr del hombre y la mujer una actitud semejante? ¿Acaso el capitalismo?

Creo que si el socialismo hubiera hecho esto en todas partes, entonces no habríamos estado sufriendo ahora las amargas experiencias que estamos sufriendo, porque uno de los problemas del socialismo fue que se quedó detrás desde el punto de vista científico y técnico. No es que descuidaran las investigaciones, invirtieron mucho dinero en investigaciones de todas clases y alcanzaron grandes éxitos, entre estos algunos que llegaron a concretarse en incuestionables realidades, porque pienso que la proeza realizada por la Unión Soviética, después de la Segunda Guerra Mundial, en que quedó totalmente destruida, fue enorme al alcanzar el dominio del arma nuclear en la quinta parte del tiempo de lo que se había imaginado el imperialismo, al alcanzar el dominio del cosmos y al alcanzar la paridad estratégica con Estados Unidos, que no perdió ni un tornillo en la Segunda Guerra Mundial, que acumuló todo el oro del mundo en esa guerra, que tuvo por aliado a la parte más industrializada del mundo. Que la Unión Soviética, sobre todo, hubiera alcanzado la paridad estratégica con Estados Unidos, demuestra, sin duda, un logro extraordinario de la ciencia y una aplicación correcta de la ciencia en una esfera que es, desde luego, vital, decisiva.

¡Ah!, pero si la Unión Soviética hubiera podido seguir esa misma política y aplicarla en todos los campos, si hubiera podido poner su inmenso talento a disposición de la solución de todos los problemas del país, entonces no hay duda de que a pesar de todas las enormes ventajas con que se inició esa competencia en los años de la guerra fría, la Unión Soviética no habría perdido la carrera desde el punto de vista tecnológico.

No menciono los demás países socialistas que no tenían las posibilidades de la Unión Soviética. Muchos de los resultados de las investigaciones de los centros de la Unión Soviética, se convirtieron después de patentizados en tecnologías que usaban los países capitalistas desarrollados y no se usaban en la propia Unión Soviética. Hay, desde luego, problemas de política, porque la cuestión de la ciencia y de la técnica es lo más importante de la política de cualquier gobierno capitalista o socialista, y, desde mi punto de vista, la cuestión de la aplicación de la ciencia y de la técnica a la economía, a la producción, sencillamente, fue algo que no recibió toda la atención que debía haber recibido. Hay ramas enteras donde se quedaron rezagados como, por ejemplo, la electrónica, la computación —me refiero al empleo de estos mecanismos en la vida civil y en la producción— y la automatización.

Por eso cuando se habló de reformas y perfeccionamientos en la Unión Soviética, algunos de los planteamientos eran absolutamente inobjetables, como afirmar que debía cesar el crecimiento extensivo de la economía para impulsar el crecimiento intensivo; es decir que las posibilidades de nuevos desarrollos debían ser por esa vía, y fueron enormes los desarrollos alcanzados, no se puede negar. Un país que llegó a producir 630 millones de toneladas de petróleo al año; un país que llegó a producir, digamos, 700 000 millones de metros cúbicos de gas anualmente —eso equivale a otros 700 millones de toneladas de petróleo, además de los 630—; un país que fue capaz de construir grandes obras hidroeléctricas y termoeléctricas —y no solo termoeléctricas, sino también atomoeléctricas—; un país que construyó miles y decenas de miles de kilómetros de gasoductos y de oleoductos; un país que llegó a producir más de 140 millones de toneladas de cemento, más de 150 millones de toneladas de acero; un país que fue capaz de construir lo que construyó la Unión Soviética después de haber sido destruida dos veces en el término de 25 años, no deja de ser una gran proeza histórica. Eso es incuestionable.

Cuando ellos plantearon la necesidad de crecer a base de la intensificación, del desarrollo intensivo de la economía y de la aplicación acelerada de los logros de la ciencia y de la técnica, era un planteamiento inobjetable. Claro que en aquellos primeros días no se hablaba ni de economía de mercado, ni de capitalismo, ni de todos esos conceptos e ideas que configuran la tragedia de hoy en la Unión Soviética.

Aquel planteamiento de la aplicación acelerada de los logros de la ciencia y de la técnica es una de las cosas más claras que podían haberse planteado, porque nosotros mismos lo veíamos en el equipamiento soviético; y conocemos el equipamiento soviético, conocemos cada uno de ellos. Nosotros trabajábamos con los equipos soviéticos, hemos hecho muchas cosas en la agricultura con sus tractores, en las construcciones con sus equipos de construcción; los conocemos bien y podemos decir que, por lo menos, trabajaban y eran equipos fuertes; pero, indiscutiblemente, el gasto de combustible era tremendo. Realmente un Zil-130 es ruinoso, un camión que haga 7 u 8 kilómetros por galón es ruinoso, necesita una pipa de combustible detrás; un Girón VI que haga 6 ó 7 kilómetros por galón —pudiera llamarse Girón VI porque hace 6 kilómetros por galón, de los cuales tenemos miles en este país—, es una cosa ruinosa, es una deficiencia tecnológica, una gran deficiencia técnica. Un vehículo o un motor que se pudiera hacer con tres veces menos acero, o un motor que lleva tres veces más acero del que pudiera llevar, es una cosa ruinosa. Un avión de pasajeros que gasta dos veces más combustible que el que debe gastar, es una cosa ruinosa. Y son seguros los aviones soviéticos, porque hemos viajado en ellos durante mucho tiempo, pero el gasto de combustible de esos aviones es enorme. Y eso significa atrasos tecnológicos.

A veces determinados atrasos tecnológicos influyen también en la esfera militar. No es lo mismo un avión de combate con un radio de acción de 500 kilómetros que un avión con un radio de acción de 150 ó 200 kilómetros, por bueno que sea el avión.

Es decir que hubo un evidentísimo atraso en la aplicación de los logros de la ciencia y de la técnica, logros que habían sido alcanzados en los propios centros de investigación de la Unión Soviética, o que habían sido alcanzados en otros países, y esto influye tremendamente en la productividad y la calidad del trabajo. Lo mismo ocurrió en otros campos, no solo en la industria mecánica, o en la industria ligera, o en la industria alimentaría. Son ramas que se desarrollan aceleradamente y, desde luego, los grandes logros alcanzados en la producción de materiales, de combustible, se despilfarraban en grado considerable como consecuencia de los atrasos en la aplicación de los logros de la ciencia y de la técnica.

No corresponde en este momento hacer un análisis histórico de esos errores. Cuando uno ve la cantidad de combustible que gasta un ZIL-130 tiene a veces la impresión de que no había qué hacer con la gasolina y había que botarla, había que inventar unos motores para botar gasolina; a lo mejor no había ni mercado para esa gasolina, y no constituyó una preocupación fundamental, una preocupación priorizada.

Por eso digo que aquel principio, cuando se habló de los cambios, de que tenían que apoyarse mucho más en la aplicación de la ciencia y la técnica, a nuestro juicio, era algo inobjetable.

No voy a discutir ahora cuestiones políticas ni los errores de esta índole cometidos allí, estoy discutiendo cuestiones de tipo técnico, porque aquí lo que hemos estado discutiendo y debatiendo está relacionado con la aplicación acelerada de la ciencia y de la técnica.

Claro está que cuando comenzó la Revolución en Cuba no se podía ni soñar siquiera con lo que hemos tenido aquí, en un evento como este. Sí puede decirse que perdimos tiempo, sí puede decirse que durante un período nuestros centros de investigación eran una especie de entretenimiento; sí podemos decir que se creó la manía de buscar títulos de licenciados, de doctores o de candidatos a doctores y todas esas cosas durante bastante tiempo.

Quizás confiábamos en que todo iba a venir de afuera, quizás confiábamos en que todo iba a venir de la Unión Soviética, y miles de nuestros compatriotas invirtieron sus energías y su tiempo en hacer tesis para un grado científico sin tener en cuenta muchas veces si tal grado científico tenía algo que ver o no con nuestros problemas y con nuestras necesidades, sin tener en cuenta si aquel grado científico iba a aportar recursos al país para resolver problemas del país o para aportar ingresos en recursos externos al país.

Los grados científicos se multiplicaban y se multiplicaban. En eso copiamos, cuando todo el pensamiento de nuestros técnicos, de nuestros ingenieros y de nuestros científicos debía haber estado dedicado desde el primer momento a resolver los problemas del país y a buscar recursos para el país. Y no es que subestime los grados científicos; pero creo que hubiéramos podido, incluso, idear otras formas de obtención de grados de superación científica, porque tenemos un ejemplo en la misma esfera de la medicina donde hay todo un camino que se basa en las especialidades y especialistas de primer grado, de segundo y de tercer grado, o de una especialidad o de otra y no seguimos aquel camino de copiar. En la esfera de la ciencia copiamos, y copiamos hasta el título ese de candidato a doctor que uno no llega a saber claramente lo que significa un candidato a doctor, y me perdonan todos los candidatos a doctores que pueda haber aquí, donde seguramente hay unos cuantos.

No es eso lo que estamos mirando hoy, ni es eso lo que está pensando ninguno de ustedes, ni he oído mencionar a ningún candidato a doctor, o doctor acá. He oído hablar de obreros, de técnicos, de investigadores, de innovadores, de racionalizadores. Nosotros podíamos haber adoptado formas propias para superar y para calificar a nuestros científicos, a nuestros técnicos, a nuestros investigadores.

Hubo tiempo perdido, sin duda. Ya veníamos rectificando hace rato, yo diría que hace diez anos; ya veníamos tomando medidas en el sector científico; ya veníamos siguiendo otra política diferente. Hubo un tiempo en que a los centros científicos no iban siempre los mejores talentos, no iban los estudiantes con mejores expedientes de la universidad. De tal manera se subestimaba la ciencia que muchas veces cuando no tenían a donde mandar a un graduado universitario, lo enviaban para un centro de investigación. Fue por ello necesario después buscar proceso de idoneidad y tomar una serie de medidas, porque realmente a los centros de investigación deben ir aquellos que tienen más perspectivas, más vocación, más talento, más posibilidades. Es lo que estamos haciendo hoy, y no solo estamos haciendo eso, sino que estamos creando una reserva de científicos, porque seguimos graduando en biología, seguimos graduando en una serie de carreras y nos proponemos crear una reserva de personal científico, no esperar a que hagamos los centros para ponernos a preparar después al personal.

Aquí ahora estamos construyendo centros de investigación aceleradamente y centros de alta tecnología; pero no tenemos que esperar a que estén todos terminados para ir seleccionando el personal. Por eso, al lado de cada científico queremos poner otro científico; después del proceso de rectificación, y en esto se empezó antes, se les ha dado un tremendo impulso a las investigaciones científicas.

Esa es una cuestión de política, y abandonar u olvidarse de la ciencia es un error que lo mismo puede cometer un país capitalista —y muchos lo han cometido— o un país socialista.

Afortunadamente desde los primeros momentos de la Revolución nos dimos cuenta de la importancia que tenía la ciencia, pero no teníamos científicos. Organizamos centros de investigación desde los primeros tiempos de la Revolución, pero no había bastante personal calificado y no había criterios suficientemente claros de cómo debían trabajar los centros científicos, y se produjeron las deformaciones de que hablaba antes, que parecía que el centro de investigación era para buscar un título, un doctorado; es decir, hubo esa mezcla de ideas claras, de conceptos claros sobre la importancia de la ciencia, y deficiencias, errores en la aplicación de este principio como cuestión fundamental del desarrollo.

Pienso algo más, que la idea de la ciencia está implícita en la esencia del marxismo-leninismo, porque casi es inconcebible el pensamiento de Marx si no está asociado a la ciencia. Marx concibe, incluso, el socialismo no en los países del Tercer Mundo, subdesarrollados, sino en los países más adelantados, en los que alcanzaban más productividad en el trabajo; y veía en la Ciencia la posibilidad de obtener recursos ilimitados.

Recuerden que en aquella época los marxistas discutían con los malthusianos, porque estos decían que los recursos naturales no alcanzaban, y los marxistas decían que el problema era social, que el sistema social era el que impedía que existieran las riquezas en cantidades suficientes para satisfacer a toda la población.

Hoy hay que darle, en parte, la razón a Malthus, porque como el desarrollo fue capitalista, los capitalistas hicieron un desarrollo deformante de la sociedad: marcharon hacia lo que hoy son las sociedades de consumo, un despilfarro fabuloso de recursos naturales, de combustibles, de recursos minerales, de los recursos de la tierra y el mar, hacia la destrucción del medio ambiente.

Entre los enormes daños que el capitalismo ha hecho a la humanidad, no solo está el Tercer Mundo, no solo está el mundo subdesarrollado, no solo están los miles y miles de millones de gente que viven en la pobreza —y en una pobreza que crece, en una pobreza cada vez mayor—, sino que ha deteriorado la naturaleza, ha destruido el medio ambiente, ha creado problemas gravísimos, ha descuidado los bosques, ha descuidado los suelos, ha contaminado los mares, los ríos, la atmósfera; ha creado los problemas con la capa de ozono, ha creado los problemas del efecto invernadero que muchos científicos dicen que es ya irreversible, el fenómeno del calentamiento de la tierra por exceso del consumo de combustibles fósiles.

En apenas 100 años el capitalismo ha agotado la mayor parte de los combustibles fósiles que existían, la mayor parte del carbón, la mayor parte del petróleo; y algún día la humanidad tendrá que recordar con horror estos 100 años de desarrollo capitalista, lo que ha hecho con la naturaleza, cómo lo ha envenenado todo y cómo ha creado esa situación en que usted ve crecer los desiertos y ve desaparecer los bosques, usted ve que la superficie agrícola disminuye, que las tierras se salinizan y que los recursos naturales escasean. En ese sentido, repito, habría que darle la razón a Malthus.

Sin embargo, Marx creía en la ciencia, y sin duda que un desarrollo científico ordenado de la sociedad humana habría evitado muchas de estas calamidades que estamos sufriendo hoy: habría preservado el medio ambiente, porque este puede ser preservado; se habrían alcanzado recursos nuevos a través de la ciencia sin destruir la naturaleza. Un buen ejemplo son las nuevas formas de energía, como la energía nuclear.

En la energía nuclear se ha avanzado. Se descubrió la inmensa energía del átomo, ¿pero de qué forma se ha utilizado hasta ahora? Principalmente para construir armas destructivas y en parte para construir centrales electronucleares. Creo que la humanidad no puede escaparse de un período de construcción de centrales electronucleares mediante la fusión del átomo, sobre todo cuando el mundo capitalista desarrollado necesita un gasto creciente de energía y no tiene otra forma de mantener esas sociedades de consumo. No ha habido colaboración en el mundo para buscar la seguridad total de las centrales electronucleares, pero la aparición del átomo y de la energía nuclear demostraba que la ciencia podía buscar fuentes nuevas y tal vez inagotables de energía.

Ahora, cuando se acabe el petróleo la ciencia tendrá que buscar fuentes de combustible diferentes, y tendrá tal vez que usar el hidrógeno u otras materias primas para lograr un combustible no contaminante; pero la pobreza del mundo, por un lado, y el exceso de los gastos del mundo capitalista desarrollado, por otro, han ido mucho más rápido que los progresos de la ciencia. Esto es indiscutible, y el capitalismo no ha permitido un desarrollo parejo de la sociedad y de la ciencia, un desarrollo proporcional entre las necesidades del hombre y los avances de la ciencia.

No hay duda de que Marx no concebía el socialismo sin la ciencia; la idea de la ciencia es parte sustancial del principio marxista, y no hay duda de que olvidarse de la ciencia, olvidarse de ese principio es una transgresión de los principios del marxismo-leninismo.

Una de las primeras cosas que dijo Lenin para desarrollar el viejo imperio de los zares fue que la Revolución y el socialismo eran el poder proletario más la electrificación del país, e inició la construcción de las primeras centrales hidroeléctricas. Lo más razonable que puede hacer el hombre es utilizar esos recursos que no se agotan, como los recursos hidroeléctricos. Hay en el mundo todavía muchos recursos hidroeléctricos por desarrollar.

No puede haber, repito, socialismo sin ciencia.

Aquí lo que hemos estado discutiendo en estos días y el enorme esfuerzo de este año —de los últimos años en general, pero sobre todo de este último año— es buscar en la ciencia y en la técnica la solución de nuestros problemas.

No hay duda de que el periodo especial nos ha obligado a un esfuerzo extraordinario, no hay duda de que el período especial tiene que ver con este aceleramiento. Es cierto que el proceso de rectificación nos llevaba por muy buen camino. Los esfuerzos realizados en los últimos cinco o seis años en el campo de la investigación científica comenzaron mucho antes que el desastre en el campo socialista; pero el período especial nos ha obligado a un esfuerzo extraordinario en este terreno como una cuestión de supervivencia.

La supervivencia de la Revolución y del socialismo, la preservación de la independencia de este país depende hoy, fundamentalmente, de la ciencia y de la técnica. Y no voy a decir que sea únicamente un problema de la ciencia y de la técnica; yo diría que es, en primer lugar, un problema político, una cuestión de conciencia, de espíritu de lucha, de voluntad, decisión y valor para resistir, para enfrentar dificultades, cualesquiera que sean. Es decir, este esfuerzo de la ciencia y de la técnica requiere de una premisa política, que es la voluntad de luchar y de vencer.

Se comprenderá mejor, si ustedes tienen en cuenta el golpe tan terrible que ha recibido nuestro país con el desastre socialista, desastre del cual no tenemos nosotros ninguna culpa como no sea la de haber copiado, en determinado momento, cosas que no debíamos haber copiado, a la vez que fuimos capaces de hacer muchas cosas originales, porque esta Revolución se ha caracterizado por su originalidad, y por algo está aquí a los dos años del desastre, cuando muchos no concebían siquiera que este país pudiera mantenerse libre, independiente y revolucionario durante un minuto, si un día ocurría lo que ocurrió en el campo socialista.

Se lo atribuyo a las características tan peculiares de nuestra Revolución, a sus métodos, a su estilo, a las características y a las virtudes de nuestro pueblo; al hecho de que no se cometieron aquí errores que se cometieron en otras partes; al hecho de que vimos claro, muy claro, lo que iba a pasar con lo que estaban haciendo allá, cuando veíamos aquella destrucción sistemática de los valores históricos del pueblo soviético, cuando veíamos la destrucción sistemática del prestigio y de la autoridad del partido, del Estado, del gobierno; cuando veíamos la influencia creciente de occidente y de la ideología occidental, cuando vimos todos aquellos fenómenos que a nosotros nos hicieron daño también, porque aquí circulaban por millones determinadas publicaciones y podíamos ver cómo se estaba llevando a cabo aquel proceso implacable de destrucción de los valores del socialismo.

¿Cómo se puede mejorar el socialismo destruyendo los valores históricos de un proceso revolucionario, o cómo se puede perfeccionar el socialismo destruyendo el partido, o destruyendo el Estado, el prestigio y la autoridad del Estado, destruyendo el gobierno? Para nosotros era una cosa clara y evidente cuando en cambio había mucha gente que se iba detrás de la bola de trapo y le parecía maravilloso todo aquello, y que íbamos a comenzar una era de socialismo como ni siquiera lo soñó Tomás Moro o los mayores utopistas.

Las realidades son las realidades, y un país que estaba aquí a 90 millas de Estados Unidos no podía cometer esos errores. De modo que ocurrieron allí cosas que aquí no ocurrieron.

Nuestro proceso de rectificación, que estaba muy consciente de su necesidad, comenzó antes de que se hablara de perestroika en la Unión Soviética, y una de las características del proceso cubano era rectificar cosas que habíamos copiado incorrectamente en nuestros métodos de trabajo, en nuestros conceptos sobre la construcción del socialismo. Nosotros estábamos rectificando errores de copia cometidos, tendencias negativas y errores que se habían desarrollado; pero eso no podía empezar, de ninguna forma, por destruir el Partido. El Partido es el gran instrumento, el Partido había que mejorarlo, perfeccionarlo; pero la autoridad del Partido no se podía destruir, los valores morales de nuestra Revolución y nuestra historia no se podían destruir. De modo que la vida y los hechos han demostrado que la línea seguida por nuestro Partido fue la línea correcta.

¿A qué dio lugar todo lo otro? A una situación tan triste como que no exista hoy el campo socialista, a una situación tan triste como que no exista hoy la Unión Soviética, un país que escribió páginas tan brillantes en la historia, un país que prestó tan extraordinarios servicios a la humanidad, un país que salvó al mundo del fascismo y que al costo de 20 millones de muertos derrotó aquella tenebrosa concepción del imperialismo, un país que derramó ríos de sangre por el progreso humano. Y hoy nos podemos preguntar cómo es posible, qué quedó de todo aquello; vean que los errores hicieron posible lo que el enemigo no pudo hacer. Lo que Hitler no pudo hacer, lo que la intervención imperialista no pudo realizar en los primeros años de la Revolución de Octubre, liquidar a la Unión Soviética, han podido lograr los errores de los hombres.

Por eso les decía que nuestro país no tiene ninguna responsabilidad en esos acontecimientos históricos; pero, en cambio, ha tenido que sufrir terriblemente las consecuencias de ese desastre. Las ha tenido que sufrir todo el movimiento revolucionario y todo el movimiento progresista en el mundo, las ha tenido que sufrir el socialismo; pero nuestro país las ha tenido que sufrir en un grado más alto que ningún otro, porque durante 30 años fuimos llevando a cabo nuestro programa de desarrollo económico y social, sobre las sólidas bases de nuestras relaciones económicas con el campo socialista y la Unión Soviética, y todo eso se ha derrumbado prácticamente en 24 meses, ¡en solo veinticuatro meses! Es decir que nuestro país y nuestra Revolución han tenido que soportar un golpe terrible y ese golpe se mide en el hecho de que en 24 meses las importaciones de mercancías de nuestro país se han reducido a la mitad; de alrededor de 8 000 millones que eran las importaciones —incluyendo importaciones para inversiones y sin contar armamento—, de 8 000 millones se redujeron a menos de 4 000 millones al año en solo 24 meses.

¿Qué otro país, sin las características del nuestro; qué otra revolución, sin las características de nuestra Revolución, habría podido soportar ese golpe? Esas circunstancias nos han obligado no solo al período especial, sino al esfuerzo especial que estamos haciendo dentro de esta situación.

De modo que si ya para nosotros era clara, muy clara, la necesidad de hacer este esfuerzo en el campo de la ciencia y la técnica antes de estos problemas, a partir de la situación internacional actual esto se convirtió en una cuestión de vida o muerte para el país. Y de lo que se ha discutido en este foro, es de todo aquello que precisamente ayude a enfrentar estas circunstancias por las que atravesamos.

Hoy no se puede hablar de un bloqueo, hoy hay que hablar de dos bloqueos. Ya una vez, partiendo de la tecnología capitalista y occidental, se produjo un bloqueo, y no llegó a este país una sola pieza de repuesto más cuando todos los camiones, todos los tractores —o los pocos que había—, todas las fábricas, todas las locomotoras, todos los equipos eran de procedencia norteamericana. Y ahora, la inmensa mayoría de los equipos son de procedencia soviética o del antiguo campo socialista; la inmensa mayoría de los ómnibus, de las locomotoras, de los tractores, de los equipos, de las máquinas, y no llega una sola pieza; todos los televisores, refrigeradores y artículos de uso electrodomésticos son de aquella procedencia, y no llega una sola pieza.

Estamos igual, solo que surgió el nuevo bloqueo cuando el viejo bloqueo persiste. Y no es que los soviéticos nos quieran bloquear, es que no hay manera de empatarse con una pieza, resulta muy difícil discutir con alguien, conveniar con alguien, hacer un acuerdo con alguien, porque en este año 1991 hubo acuerdos con la Unión Soviética, hubo convenios de intercambio comercial. Desde luego, nuestros productos habían sufrido una baja considerable de precio, pero todavía mantenían un determinado nivel; las importaciones ascenderían aproximadamente a 4 000 millones de dólares, incluido el combustible que es la importación principal, un combustible reducido de 13,3 a 10 millones de toneladas.

Se acordaron los distintos renglones. ¿Cómo se ha cumplido aquel convenio que hicimos a principios de año? Del total de productos que se han conveniado, han llegado menos de la mitad. Estoy dando el dato de lo recibido en su conjunto hasta diciembre. Comparando, por otra parte, lo recibido hasta el lro. de diciembre de 1991 con lo recibido en 1989, hace 24 meses, asciende solo al 38%. Lo recibido en combustible hasta el lro. de diciembre, comparado con 1989, es el 54%, y lo recibido en los demás productos, comparado con 1989, es el 20%.

A principios de año se hizo un convenio, pero de lo que se convenió se ha recibido bastante menos de la mitad, y de algunos de los renglones nada: cero, cero, cero, y entre ellos, el de piezas de repuesto.

Por eso digo que son dos bloqueos. Por segunda vez en la historia tenemos que soportar las consecuencias de un fenómeno de este tipo, que esta vez se añade al anterior.

Ahora veremos lo que queda del comercio que pueda realizarse con lo que quedó de la URSS, con las repúblicas independientes que han surgido de la URSS. Si antes se comerciaba con una unión de repúblicas, hoy hay que comerciar con cada una de aquellas repúblicas independientes, una por una, y resolver todos los medios de transporte con cada una de las repúblicas independientes; y no es solo con las repúblicas independientes, sino con innumerables empresas de aquellas repúblicas independientes. El comercio se convierte en una tarea sumamente difícil.

Esto nos indica la importancia que tiene todo lo que hemos estado discutiendo aquí. Creo que es realmente impresionante lo que se ha abordado y lo que se está haciendo; son cientos de emulsionadores de combustible, entre grandes y pequeños, los que se están construyendo o están construidos en todo el país, para lograr un 5% más de rendimiento, un 6%, un 7%, un 8%, un 10%, para lograr, en fin, ahorro de combustible. Son cientos de magnetizadores para mantener una mayor eficiencia en los equipos, en las calderas, en muchas actividades, e incluso, en el ahorro de combustible.

Creo que este esfuerzo que se está haciendo con los magnetizadores es impresionante, y se reflejaron de una manera clara sus posibilidades y las líneas que tenemos que seguir en este camino; lo que se ha hecho en materia de recuperación de piezas y lo que puede hacerse; lo que hay que hacer en materia de mantenimiento con relación a todos esos equipos o fábricas que se paran.

Estoy mencionando solo algunas de las cosas que han formado parte de este foro; las 40 000 soluciones propuestas, cifra sin precedentes, como dije, en cualquier país, en un año, creo que dan la medida del esfuerzo que está haciendo nuestro pueblo trabajador, nuestros técnicos, nuestros ingenieros y nuestros científicos.

Pero, ¿qué otra forma tenemos de enfrentar esta situación del doble bloqueo? Puede ser que hasta terminemos haciendo piezas de relojes aquí. Claro que ahora estamos preocupados por cosas mucho más emergentes y mucho más importantes, y, sobre todo, por todo aquello relacionado con el combustible.

El combustible es nuestro talón de Aquiles, como he repetido otras veces, por el cambio en la correlación de precios que hay entre el azúcar y el combustible hoy día, comparado con lo que había en los años 1960, 1961. A los precios del petróleo en los años 1960, 1961, 1962, con una tonelada de azúcar, que no tenía un precio alto, que tenía un precio de cuatro o cinco centavos, se obtenían siete toneladas de petróleo. Durante muchos años nos protegió el hecho de los acuerdos comerciales con la URSS, del precio resbalante de nuestros productos, el acuerdo justísimo de que si subían los productos que nos exportaban a nosotros, subía el precio de los productos que nosotros les exportábamos a ellos. Esos acuerdos se hablan tomado antes de que los precios del petróleo se desataran y se multiplicaran, como consecuencia de las guerras del Medio Oriente y la asociación monopólica de los productores, y gracias a esos acuerdos nosotros seguíamos obteniendo varias toneladas de petróleo por una tonelada de azúcar en nuestro comercio con la Unión Soviética. Hubo momentos en que obteníamos hasta ocho toneladas, después era menos, pero obteníamos el suficiente petróleo para nuestras necesidades con un precio justo y equitativo para el azúcar.

Sin embargo, ¿cuál es el precio del azúcar en el llamado mercado mundial? Es un precio que está por debajo de su costo de producción. ¿Cuál es el precio del petróleo? Un precio que está muy encima de su costo de producción. El azúcar tiene, en el llamado mercado mundial, el precio del basurero, y el petróleo tiene el precio privilegiado de monopolio. Hoy, si se va a comprar petróleo con ese precio del basurero, se adquieren 1,3 ó 1,4 toneladas de petróleo por tonelada de azúcar, con los enormes esfuerzos que esta requiere para producirse; de lo contrario, con 2 millones de toneladas de azúcar nosotros obtendríamos 13 ó 14 millones de toneladas de combustible. ¿Qué problemas insalvables o difíciles en ese caso tendríamos nosotros? Tendríamos problemas, pero estaríamos resolviendo el problema del combustible con 2 millones de toneladas de azúcar. Hoy todo el azúcar que produzcamos, a esos precios, no alcanzaría para satisfacer las necesidades de combustible del país, y calculando este muy por debajo de los niveles de consumo que habíamos alcanzado, porque a esos precios todo el azúcar nuestro no alcanzaría nunca para comprar 13,3 millones de toneladas de petróleo, y nosotros tenemos que comprar otras muchas cosas, no solo petróleo.

Todavía en el convenio de este año con la URSS adquiríamos 4 toneladas de petróleo por una de azúcar, en el convenio suscrito con los soviéticos para el año 1991. Era la mitad de lo que se consiguió en algún tiempo, pero eran todavía 4 toneladas; es decir, 2 millones de toneladas de azúcar podían proporcionar 8 millones de toneladas de petróleo.

El problema es que hoy, cuánto petróleo vamos a conseguir nosotros si el intercambio es a precio de monopolio para el petróleo y precio del basurero del mercado mundial para el azúcar. Pero aun así, haciendo un intercambio a precio de mercado mundial, es tal la situación de caos y desorganización que existe en la URSS, que uno no está seguro de si podríamos recibir los suministros de esa procedencia, si al menos no se logra un mínimo de orden y de eficiencia en la situación en aquel país.

Tengo que decir esto con pena por los soviéticos, pero tengo que explicar la realidad; ahí es donde está el talón de Aquiles principal en el período especial, en el combustible.

Con lo que nosotros estamos haciendo hoy, si tuviéramos asegurado el combustible el período especial sería apretado, pero yo diría que la batalla se ganaba mucho más fácilmente. Por eso digo que tiene tanta importancia todo lo relacionado con el combustible y con el ahorro de combustible.

Lo que nosotros estamos haciendo hoy, que se ha expresado en este movimiento, constituye una verdadera proeza. Yo diría que trabajando así seremos invencibles, si somos capaces de soportar las peores consecuencias del período especial, si somos capaces de luchar y si somos capaces de resistir.

El período especial no ha llegado todavía a lo peor, y es esencialmente la situación del combustible la que nos obliga a pasar por la etapa peor del período especial. Con estos datos que les estoy dando a ustedes, se comprende perfectamente lo que el país puede disponer para adquirir combustible en la URSS, a los precios a que nos lo quieren vender ahora, o de cualquier otra procedencia, no es un problema fácil; no podemos dedicar todos los recursos del país a eso, solo podemos dedicar una parte. Y si nosotros estamos trabajando este año, ya en este momento, con la mitad del combustible que gastaba tradicionalmente el país, no podemos contar con esas cantidades el próximo año.

En diciembre tenemos una situación muy difícil que nos obligará a tomar nuevas medidas en relación con el gasto del combustible en los próximos días, porque de lo que se suponía que tenían que embarcar para este mes, lo que se ha embarcado es una cantidad insignificante de petróleo; prácticamente nos dejan sin combustible en el mes de diciembre cuando todavía no se ha discutido qué es lo que se va a recibir en enero o en febrero. De una cifra de alrededor de 800 000 toneladas, sin contar los atrasos de los meses anteriores, solo se dispondrá de una cifra de 165 000 toneladas de combustible, que es lo embarcado; menos de un 25% de lo que teníamos que recibir. Y ahora a discutir con diversos factores, diversas autoridades, cuál va a ser el intercambio de azúcar por petróleo entre la antigua URSS y Cuba. De modo que nos veremos en los próximos días obligados a nuevas y severas restricciones en el combustible.

Claro que no estamos con los brazos cruzados. Estamos estudiando todas las posibilidades de adquisición de combustible por distintas vías, a partir de lo que de nuestras exportaciones podemos dedicar a combustible; pero lo más probable es que el país no pueda disponer de más de un tercio del combustible que tradicionalmente consumía. Esto quiere decir que en el año 1992 —y debo decirlo así, con toda claridad para que sepamos bien la situación y sepamos cómo debemos trabajar—, lo más probable es que tengamos que arreglárnoslas con la tercera parte del combustible que el país consumía en épocas normales. Es lo que dan las cuentas en estas circunstancias.

Por eso considero que la parte peor del periodo especial está por pasar en el año 1992, es la prueba de fuego, porque ya de ahí no se puede poner peor, llegaríamos al limite en que nos ha colocado lo ocurrido con el campo socialista y la URSS.

Debemos saberlo, y debemos saberlo, sobre todo, los revolucionarios, debemos saberlo los patriotas, debemos saberlo aquellos que nos consideramos con capacidad de defender la patria, con capacidad de luchar, ¡y somos millones! (APLAUSOS) Y seguiremos siendo millones en la misma medida en que sepamos hacer las cosas como debemos hacerlas, mantener la moral en alto, combatir, estar decididos a combatir y a luchar hasta el último aliento, sabiendo todo lo que está en juego, porque está en juego, en primer lugar, la patria.

Lo que no consiguieron en 200 años los imperialistas no lo van a conseguir ahora, que es apoderarse de Cuba; lo que no pudieron hacer cuando Martí caía en Dos Ríos escribiendo que todo lo que había hecho y haría era para impedir, con la independencia de Cuba, que Estados Unidos se extendiera con una fuerza más sobre los pueblos de América —y eso ocurrió hace casi 100 años—, no lo van a conseguir ahora los imperialistas porque no se lo vamos a permitir. Por algo somos los descendientes de Carlos Manuel de Céspedes, de Ignacio Agramonte y de aquellos que iniciaron la Guerra de Independencia en 1868; por algo somos los descendientes de Máximo Gómez, de Maceo y de Martí, aquellos que prosiguieron la guerra en el año 1895; por algo somos el pueblo que después de más de 50 años logró alcanzar la liberación, la independencia definitiva (APLAUSOS).

Los que dudaban de que hubiésemos alcanzado la independencia definitiva, cuántos millones de veces no nos acusaron de ser unos satélites soviéticos y un país sin independencia, hasta que llegó el momento en que no quedó más remedio que demostrar todo lo independiente que éramos. Lo fuimos siempre, pero mucha gente no lo creía, o no se lo podía imaginar. La gran crítica de la Revolución por parte del imperialismo se basaba en que éramos unos satélites soviéticos, y ahora la gran critica es porque no hacemos lo que hicieron los soviéticos, como si fuéramos suicidas o idiotas; idiotas, en primer lugar, porque no tenemos que rectificar errores que no cometimos, como dijimos siempre, como se lo dije a Gorbachov desde esta misma tribuna. Nosotros no teníamos que hacer ninguna prueba con la pequeña propiedad agrícola independiente porque tenemos 70 000 pequeños agricultores independientes y algunos hasta con 60 hectáreas. ¿Qué experimento teníamos que hacer con la agricultura independiente si teníamos decenas de miles?

Nosotros no habíamos hecho ninguna colectivización forzosa en este país, nuestra reforma agraria se llevó a cabo de otra forma; no padecimos aquí los problemas del stalinismo, ni del culto a la personalidad, ni del abuso de poder, ni de la injusticia.

Así mismo le dije, más o menos con estas palabras y con todo respeto, a Gorbachov cuando nos visitó, en este mismo recinto, que nosotros no teníamos que rectificar errores que ellos habían cometido, sino los nuestros, y que estábamos claros en cuáles eran los errores que habíamos cometido y los que no podíamos cometer; dijimos: No, no tenemos por qué hacer las cosas que allá están haciendo.

Cuando en algunas publicaciones comenzaron a destruir la historia de la URSS, de una manera, a nuestro juicio, injusta, la negación total de aquella historia y de todos aquellos valores, nosotros dijimos: Se acabó la entrada de esas publicaciones a nuestro país. Y cómo nos criticaron, porque todo aquel veneno, como yo decía, venía del Espíritu Santo. ¿Por qué usaba esa imagen del Espíritu Santo? Porque en la doctrina católica se habla del padre, el hijo y el Espíritu Santo.

Como nosotros habíamos endiosado a la URSS —y ese fue uno de los errores que cometimos; creo que se nos fue un poco la mano sin que esto niegue, en absoluto, la enorme gratitud que sentimos hacia la URSS, los extraordinarios recuerdos y el extraordinario reconocimiento que le debíamos; pero caímos en el endiosamiento—, cuando de Moscú empezaron a decirse los peores horrores del socialismo y de la historia soviética, peores cosas que las que escribían allá en Estados Unidos, nosotros dijimos: Esto es injusto, esto es inaceptable.

¿Qué quedaba de la Gran Guerra Patria y quién hablaba ya de la Gran Guerra Patria, esa guerra tan heroica en cuya influencia nos hemos educado todos nosotros, en cuya influencia se han educado todos nuestros combatientes, en sus grandes batallas, en sus grandes hechos heroicos? ¿Qué queda de todo aquello? ¿Qué quedó de aquello que tantas vidas costó? Para nosotros era evidente que aquello no podía, sencillamente, tolerarse.

Claro, yo mencionaba el Espíritu Santo porque aquello venía de Moscú, no venía de Washington ni de Miami, y si usted ha endiosado a la URSS y de allá empieza a llegar el veneno ideológico con todas esas publicaciones, a mí se me ocurrió decir un día: "Bueno, ahora el veneno viene del Espíritu Santo, habló el Espíritu Santo." Ya ustedes se imaginan cuando el Espíritu Santo habla, después que usted ha creído en el Espíritu Santo, después que usted ha hecho profesión de fe en el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo empieza a decir: "Todo esto es una locura, todo esto es una basura, todo esto es mentira."

No fue poco el daño que hizo aquí en Cuba y, desgraciadamente, no fueron pocos los que se dejaran influir, y era lógico que se dejaran influir porque era el Espíritu Santo hablando desde ultratumba, desde Moscú, cuando nos habíamos acostumbrado a creer al pie de la letra todo lo que se escribía y decía allá. Empezaron a venir cosas insólitas desde allá y, desde luego, mucha gente, hasta de buena fe, por supuesto, creyó las cosas.

Para nosotros era ya muy evidente que no se trataba de perfeccionar el socialismo cuando se escribía todo aquello, sino de destruir el socialismo. Vimos con mucha claridad todo aquello y hoy lo vemos. ¿Quién habla hoy de socialismo en la antigua Unión Soviética? No se habla más que de economía de mercado, iniciativa privada, privatización, libre empresa, y el imperialismo feliz de todos aquellos acontecimientos; y, desde luego, se sentía dueño del mundo, e incapaz de tolerar que un pequeño vecino como nosotros, un país pequeño como Cuba, se mantuviese firme.

Cometimos esos errores de endiosamiento, y no fue poco el daño que hizo aquella influencia; pero tuvo que ocurrir todo eso para que mucha gente se diera cuenta en el mundo de que éramos de verdad un país independiente, y creo que ahora somos el país más independiente del mundo. Me atrevo a decirlo, pues no hay otro que pueda hablar como hoy habla Cuba, decir las verdades como hoy las dice Cuba. Eso es lo que estamos defendiendo; y también asimilaremos esta lección histórica y aprenderemos a creer más en nosotros mismos, porque el hecho de las enormes proezas realizadas por la Unión Soviética nos llevó también a la tendencia negativa de subestimar lo nuestro, para ver allá la única sabiduría, la única fuente de experiencia.

Hay muchas y buenas experiencias que aprendimos de allá, sin duda, y muchas cosas útiles; pero también caímos en el error de subestimar lo nuestro por sobreestimar lo ajeno, lo cual debe ser igualmente una lección histórica, que nos ayudará a tener para siempre más confianza en nosotros mismos.

Fuimos desde el triunfo de la Revolución un país absolutamente independiente por primera vez en la historia de nuestra patria, y eso es lo que no abandonaremos jamás. Y, repito, lo que no ocurrirá jamás es que volvamos a ser colonia yanki.

Los pueblos de América Latina y los pueblos del Tercer Mundo saben lo que significaría para ellos que el imperialismo pudiera salirse con la suya y barrer a la Revolución Cubana. Se horrorizan de pensar en eso y nos dicen: "Resistan, nuestra esperanza es que ustedes resistan." De eso se trata, de resistir; y si resistimos, vencemos. Y resistiremos, ¿por qué?, porque hay una nación formada. No es el año 1868, ni siquiera 1895; en 1895 había todavía muchos peleando a favor de España, como en 1868, gente que nació aquí. No quiere decir que podamos contar con todos los que nacieron aquí; sabemos que aquí hay su basura y su blandenguería, sabemos que hay partes blandas, sabemos que hay quienes se dejan intimidar y se asustan por la tarea o por la magnitud de los esfuerzos que tenemos por delante, por la magnitud del desafío.

Por eso digo que esto va llegando al límite, debe llegar en 1992 al peor momento, y debemos tener nuestras mentes preparadas y, sobre todo, debemos realizar nuestros esfuerzos de forma óptima, con inteligencia, para saber garantizar, en esas condiciones, primero, la alimentación de la población, las medicinas, el programa alimentarlo; los programas científicos y biotecnológicos, los programas turísticos, y todos los programas que nos den ingresos, todas las medidas que en condiciones de doble bloqueo nos permitan que las fábricas sigan funcionando. Por eso hemos adoptado decisiones prácticas y adecuadas a la situación.

Como hemos dicho otras veces, si la fábrica está ahí, y los obreros están ahí, los equipos y los hombres, falta materia prima y aparece un socio que, por sus intereses, quiera facilitar la materia prima y hacer un negocio con nosotros, lo hacemos enseguida, pero la fábrica no se queda parada.

Si alguien quiere hacer una inversión en hoteles, ya que tenemos recursos naturales importantes y pueden convertirse en una fuente importante de ingresos para el país, lo recibimos. Estamos estudiando todas las fórmulas de asociación posible con aquellos que estén dispuestos a invertir en sociedad con nosotros; y sabemos bien qué es, en qué puede ser y en qué no puede ser, con sentido muy práctico y sin violar un solo principio, porque no hay ningún libro de Marx, de Engels, ni de Lenin, que diga que un país se puede desarrollar sin capital, sin tecnología y sin mercado.

El imperialismo hoy arrecia su bloqueo y se irrita cuando cualquier empresario de otro país quiere hacer alguna forma de sociedad con nosotros.

En las condiciones del derrumbe del campo socialista, necesitamos imprescindiblemente determinados recursos para el desarrollo, porque el problema nuestro es resistir y desarrollarnos, y con toda la inteligencia acumulada, con todo el talento desarrollado, que es fruto genuino de la Revolución; si nosotros resistimos, nos desarrollamos y salvaremos el socialismo, porque no hay quien pueda parar el impulso de nuestros centros de investigación científica, y los resultados que ya vamos alcanzando. No hay quien pueda parar los frutos de tantas inteligencias trabajando en coordinación estrechamente unidas. No hay quien pueda parar el impulso revolucionario y patriótico de nuestro pueblo.

Quiero advertirles que a medida que la situación del país se hace más difícil, la solidaridad entre los pueblos del mundo con Cuba, aumenta.

Cuando estábamos en la Sierra, todo el mundo nos aplaudía; sin embargo, la victoria no dependía de los aplausos, de la buena voluntad que pudieran tener hacia nosotros. La solidaridad internacional es muy importante, la opinión pública internacional era y es muy importante; pero en aquellos días dependía de nuestra capacidad de sacrificio, de nuestra capacidad de subir y bajar lomas, de nuestra capacidad de pasar frío, de pasar trabajo, de nuestra capacidad de luchar con inteligencia, de nuestra capacidad de enfrentarnos a la enorme ventaja con que contaba el enemigo. De eso dependía, de nosotros. Hoy también, por grande que sea la solidaridad moral y política, por grandes que sean las simpatías hacia el país pequeño y heroico que resiste, la victoria depende de nosotros, de nuestra capacidad de trabajar, de nuestra capacidad de sacrificarnos, de nuestra capacidad de vencer obstáculos, de subir y bajar montañas de obstáculos y de nuestra disposición de hacerlo.

Siempre tratará el enemigo de desalentar y decir: No tienen oportunidades; siempre habrá corrientes y tesis derrotistas inculcadas por el imperialismo para debilitar la moral del pueblo.

Quien vio, como vimos nosotros, a los estudiantes de nivel medio hace unos días reunidos aquí, su espíritu revolucionario, combativo, la moral de esos muchachos, de lo mejor de nuestra juventud, de la nueva generación, no le queda la menor duda de que en este país hay cualidades y hay virtudes morales para realizar cualquier proeza histórica.

A mí me parecía que aquellos muchachos estaban en medio de una gran batalla, y se comportaban como los soldados en medio de la batalla, con ese espíritu, con ese ánimo, con ese nivel de adrenalina en la sangre, que no es el mismo que se tiene cuando 20 años después se está contando la historia de lo que se hizo.

Yo les dije a los muchachos: Dudo que en un futuro vuelva a encontrar un espíritu tan alto como este, porque este espíritu solo se encuentra en momentos excepcionales, en momentos muy difíciles.

Habrá quienes pregonen que es una lucha inútil. A los escépticos, a los claudicantes, a los débiles, a los que traten de rebajar la moral de nuestro pueblo, debemos decirles siempre que lo único que significaría el fin de toda esperanza, la pérdida total de perspectivas y de posibilidades, es dejar de tener patria.

Si los yankis reconquistan este país, les puedo asegurar que no lo vuelven a soltar nunca más mientras exista el imperio yanki, tratarían de imponer una colonia insoportable y bochornosa con el apoyo de toda la canalla gusana y contrarrevolucionaria que es su fuerza. Nos convertirían en qué, ¿en un Puerto Rico, en un Miami? ¿En qué? Históricamente siempre quisieron apoderarse de Cuba, y si volvieran a hacerlo no la soltarían jamás.

Por eso debemos decir que lo único que no tendría jamás perspectiva es perder la patria, perder la Revolución y perder el socialismo.

No fue nuestro pueblo quien escogió este papel. Cuando existía una poderosa Unión Soviética, un poderoso campo socialista, un poderoso movimiento socialista internacional, nosotros éramos una parte modesta de ese movimiento; pero cuando todo eso se derrumbó, sobre nuestros hombros cayó la enorme responsabilidad que tenemos ahora. No la buscamos, no la buscamos, es el resultado de las luchas de nuestro pueblo durante más de 100 años; es el resultado de la larga lucha de nuestro pueblo por su independencia, por su soberanía, por su libertad, por su desarrollo.

Hoy ha quedado en manos de nuestro pueblo defender esos valores, defender esos objetivos; no es que nuestro pueblo, en un afán de gloria, estuviera hoy dispuesto a desafiarlo todo. No estamos buscando gloria, es la gloria la que nos busca a nosotros sin que lo hayamos siquiera pedido; no somos nosotros los que estamos buscando un papel destacado en la historia, es la historia la que está buscando un papel destacado para nosotros. No cabe la menor duda, si actuamos como debemos actuar, con la unidad con que debemos actuar, con la inteligencia con que debemos actuar, con el valor con que debemos actuar, vencemos. No podrían los imperialistas con nosotros, y digo que no podrían mientras haya un solo revolucionario defendiendo su noble causa.

Esto no se parece a nada de cuantas experiencias ellos hayan vivido por ahí en cualquier parte. Aquí hay millones de hombres y mujeres, ¡millones!, y millones de cuya calidad humana tenemos muchas pruebas. No es posible vencer a un pueblo dispuesto a luchar; aquí no habrá zanjones otra vez, aquí no habrá luchas inconclusas otra vez, con nosotros los imperialistas no podrán jamás (APLAUSOS). Ni volveremos a ser colonia, ni volveremos al capitalismo; es demasiado basura, demasiado repugnante y demasiado intolerable. El mundo nos enseña lo que es el capitalismo, no solo allá en el corazón del imperio, donde al lado del multimillonario están el pordiosero y el hombre que duerme en la calle, no solo allá lleno de vicios de todas clases, de desigualdades, de injusticias; vemos también y, sobre todo, el capitalismo que nos reservan a nosotros, que es el capitalismo de Santo Domingo, de Haití, de Puerto Rico, de Centroamérica, de Suramérica, donde hay 30 millones de niños sin hogar. Es el capitalismo de los pobres; es el capitalismo del juego, del vicio, de la droga, de la prostitución, de la mendicidad, de la desigualdad, de la discriminación racial, de la discriminación de la mujer; es para que millones de gente se queden en la calle sin amparo alguno.

No van a venir los imperialistas detrás de sus tropas a enviar el petróleo que este país necesita, cuando este país llegó a alcanzar más de un 90% de hogares electrificados; antes de la Revolución eran la mitad de los hogares, muchos menos hogares y mucho menos electricidad por hogar.

No, ellos son importadores de millones de toneladas de petróleo todos los meses; y no son ni siquiera un mercado azucarero, porque en su hostilidad hacia la Revolución nos quitaron las cuotas azucareras, las repartieron y después se hicieron autosuficientes en la producción de azúcar.

Nadie va a venir a regalarle a este pueblo petróleo ni nada; nadie va a venir a regalarle petróleo ni pan; nadie va a venir a regalarle petróleo, alimento y medicina; nadie va a venir a regalarle bienestar social a este país, ¡y menos que nadie, el imperialismo yanki! Invaden países, como hicieron en Panamá, y no son ni capaces de ayudarlos; hacen la guerra sucia en Nicaragua, y no son ni siquiera capaces de ayudarla. Ahora mismo están haciendo campos de concentración en la Base Naval de Guantánamo y no son capaces de enviar unos cuantos barcos cargados de alimentos allá a Haití, para que la gente no tenga que salir desesperada en medio de la situación económica y social que está viviendo agravada por medidas de bloqueo.

Lo que tengamos en el futuro tenemos que crearlo nosotros, tenemos que conquistarlo con nuestros brazos, con nuestro sudor y con nuestra inteligencia. Podemos llegar a hacer mucho y podemos llegar muy lejos, porque tenemos lo que no tienen otros: la cantidad de talento acumulado de nuestra sociedad, la cantidad de inteligencias desarrolladas. Con lo que tenemos podemos alcanzar lo que queramos.

Esa misma impresión la podemos sacar si vemos un contingente en la agricultura, o vemos un contingente en la construcción, cuando vemos a la gente trabajando 10, 11, 12, 13 y 14 horas. ¡Sí, trabajando así, con los recursos que tenemos, podemos llegar muy lejos! Nadie tendrá que regalarnos nada. Y maldito fuera el día en que tengamos que vivir del pan ajeno, maldito fuera el día en que nuestro pueblo tuviera que ir a comer de. la mano de los amos imperialistas (EXCLAMACIONES DE: "¡Jamás!" Y APLAUSOS). Aquellos que prefieran piltrafas, ¡allá ellos si es que les dan piltrafas!, pero eso no lo aceptará jamás nuestro pueblo digno y revolucionario.

Nosotros, que nos sentimos responsabilizados con todos los militantes de nuestro Partido y de nuestra juventud, con todos los militantes de nuestros sindicatos, de nuestras organizaciones de masa, que nos sentimos responsabilizados con todos los estudiantes, con todos los pioneros, con todos los niños, sabemos el lugar que nos corresponde en esta lucha; sabemos quiénes fueron nuestros maestros y sabemos quiénes fueron los que nos enseñaron el camino; y los que nos enseñaron este camino, ninguno abandonó jamás su puesto. ¡Céspedes no abandonó jamás su puesto! ¡Agramonte no abandonó jamás su puesto, ni lo abandonó Máximo Gómez, ni lo abandonó Maceo, ni lo abandonó Martí! Casi todos murieron en aquellas luchas por la independencia, solo algunos de los jefes sobrevivieron, muy pocos.

Hemos tenido excelentes maestros, pero no solo tuvimos maestros, en la propia república colonizada o neocolonizada tuvimos muchos ejemplos de hombres que supieron mantenerse en sus puestos hasta la muerte; hemos tenido el privilegio de tener muchos compañeros que supieron permanecer en sus puestos hasta la muerte; hemos tenido el privilegio de contar con muchos compañeros que no solo fueron capaces de morir por su propio pueblo, sino que fueron capaces de morir por otros pueblos (APLAUSOS).

Nos sentimos responsabilizados con todos y cada uno de los revolucionarios cubanos; y cada uno de nosotros, cada uno de los jefes revolucionarios, cada uno de los responsables, cada uno de los miembros de nuestro Buró Político, de nuestro Comité Central, de los dirigentes de nuestro Estado y de nuestro gobierno, sabrá ser consecuente con su responsabilidad y con su pueblo. No estamos invitando a nadie a hacer lo que no seamos capaces de hacer; no estamos proclamando patria o muerte, si no es con la más firme convicción de que junto a nuestro pueblo, si hay que morir, moriremos todos nosotros (APLAUSOS).

Esclavos no encontrará el imperialismo en nuestro pueblo revolucionario; lacayos podrá haber, pero con lacayos no se hace un pueblo, con lacayos no se defiende la tierra, no se defiende la patria, no se defiende la libertad, no se defiende el honor, no se defiende nada; con patriotas, con revolucionarios, con hombres y mujeres valientes es posible defenderlo todo. Y vuelvo a decir que un pueblo de patriotas y de revolucionarios es invencible.

Les digo a ustedes, como se lo dije a los estudiantes, como se lo digo a todos los compatriotas honestos, que seremos capaces de vencer las pruebas, seremos capaces de vencer las dificultades, ¡todas!; y no descuidamos ninguna, porque la defensa, por ejemplo, no la descuidamos ni un instante.

Nuestros problemas no son solo de combustible, piezas de repuesto y materias primas, nuestro problema también es ser fuertes y garantizarle al imperialismo un precio impagable si nos ataca, si nos invade; el imperialismo no perdería la menor oportunidad, el menor chance, usaría el menor pretexto para atacarnos, si se imagina que somos una presa fácil. Pero no hemos dejado un solo minuto de hacer fortificaciones, de preparar el terreno para la defensa, de hacer túneles, de entrenar a la población para la lucha, organizarla cada vez mejor.

Esta es una prueba para un pueblo —como decíamos recientemente— de gigantes, para un pueblo de héroes. Y creo que esta realidad es la que ha estimulado y estimulará el esfuerzo que hemos visto en este VI Foro de Piezas de Repuesto, Equipos y Tecnologías de Avanzada; me parece que con ese nombre con que ustedes lo han acuñado podemos seguir avanzando.

Hemos unido a todos los talentos, a todos los científicos, a todos los investigadores, a todos los técnicos, a todos los ingenieros, a todos los que tienen creatividad, a todos los que tienen inteligencia, en esta tarea. De modo que se une la voluntad de luchar y de resistir, se une la voluntad de defender la patria hasta el último aliento a un talento que no tiene precedentes; y no es un talento dividido, sino es un talento unido, un talento que se multiplica con la cooperación, un talento que puede hacer dos veces, diez veces más, veinte veces más, cien veces más, porque es un talento que coopera entre sí, un talento que trabaja unido.

Nuestra patria, nuestra Revolución y nuestro socialismo cuentan hoy con un partido fuerte, unido, con una formidable juventud, con unas fuerzas armadas y combatientes del Ministerio del Interior que, unidos a todo el pueblo, son invencibles. Contamos con el talento de ustedes y contamos con un pueblo revolucionario y heroico (APLAUSOS).

Preparémonos a enfrentar los mayores obstáculos, y si en el año 1992 vamos a tener una tonelada de petróleo por cada tres que teníamos antes, debemos ser capaces de arreglárnoslas con esa tonelada de petróleo (APLAUSOS).

En la agricultura tendremos que utilizar muchos más bueyes para infinidad de tareas en que todavía se gasta combustible.

En la electricidad tenemos que ahorrar durísimo, porque en la electricidad está uno de los principales gastos en combustible.

En el transporte tenemos que ahorrar durísimo, es uno de los gastos fundamentales también de combustible. Tendremos que acudir más y más a las bicicletas, seguir adquiriendo bicicletas, seguir armando bicicletas y seguir construyendo bicicletas como medio de transporte, y triciclos para sustituir muchas camionetas y muchos vehículos que hoy se usan. Hemos adquirido 60 000 triciclos que pueden servir para cargar víveres y para realizar muchas actividades en que hoy se utilizan vehículos motorizados.

Hemos adquirido más de un millón de bicicletas y para el año que viene dispondremos, por lo menos, de otro millón entre las que construyamos nosotros y las que adquiramos. Hay pueblos del interior del país en que no usan ya ni taxis, usan coches, quitrines.

El problema nuestro es cómo empleamos cada gota de esa tonelada de combustible —de cada tres que teníamos— que vamos a tener: cuánto para la electricidad, cuánto para el transporte, cuánto para el riego, cuánto para las industrias esenciales. Estamos, además, desarrollando distintas formas de gestión especial para que algunas ramas se autoabastezcan de combustible. Digamos, para asegurar el níquel, que el níquel se pague su propio combustible con sus producciones y sus exportaciones; que el turismo internacional se pague su propio combustible con sus ingresos en divisa convertible y funcione el turismo internacional; que grandes empresas como Antillana de Acero y otras se autosuministren de combustible, se paguen el combustible y otras materias primas con sus exportaciones.

Hay que garantizar las actividades priorizadas en estas circunstancias y, desde luego, la prioridad número uno es alimentación.

Por eso discutíamos en qué vamos a usar los tractores, entonces decíamos: el multiarado, con qué tractores, en qué cantidades, en qué proporciones, cuánto combustible vamos a usar en las combinadas, en qué cosas debemos utilizar diesel, porque resulte mucho más razonable que la sustitución por la tracción animal, o por el trabajo manual.

Nosotros debemos procurar que las combinadas de caña funcionen, porque el combustible necesario para las combinadas de caña podría ser menos caro que la enorme movilización de cortadores de caña que necesitamos: campamento, transporte, alimentación.

Necesitamos en la agricultura hacer la rotura de tierra en muchos casos con tractores; necesitamos que el riego funcione, porque una de esas caballerías de microjet aéreo que puede dar 30 000 quintales de plátano, pudiera dar la décima parte si se queda sin riego y perderse la plantación. Hoy tenemos que saber que esos equipos de regadío necesitan combustible. Tenemos que convertirnos en superexpertos en la optimización de cada gramo de energía con la que podamos contar para ir garantizando esos programas priorizados.

Ningún centro de investigación científica debe pararse, el polo científico no debe pararse jamás, el tremendo impulso que llevan la biotecnología, la industria farmacéutica y la producción de equipos médicos no debe detenerse, los programas turísticos para ingresos de divisas convertibles no deben detenerse, y así cada rama, cada fábrica, cada actividad debe ocupar su lugar.

Debemos saber qué puede pararse y qué no puede pararse, qué debe pararse y qué no debe pararse.

Yo diría, realmente, que aquella gente de la textilera de Santiago de Cuba están dando un ejemplo formidable. Se quedaron sin materia prima, y están trabajando en más de 70 lugares incluida la agricultura.

¿Cuánto algodón vamos a tener el año que viene? Tenemos que arreglárnoslas tal vez con la misma ropa que tenemos si tienen que ser dos, tres, cuatro o cinco años; incluso las compañeritas tienen que hacer el levantamiento —como dirían aquí en el foro— de cuántos vestidos tienen en el guardarropa y decir: Esto, si fuese necesario, me tiene que durar cuatro años, cinco años. ¿Sí o no? (Le responden que sí). Y cada uno de nosotros debe ver qué ropa necesitamos y cuánto debe durarnos. Los zapatos hay que garantizarlos igual que los alimentos y las medicinas.

Creo que vamos a estar mejor que en 1868; creo que vamos a estar mejor que en la guerra de 1868 a 1878; creo que vamos a estar mejor que en la guerra de 1895; creo que administrando lo que tiene el país, que es lo único con lo que puede contar, vamos a estar mejor que en los años de la Sierra Maestra; creo que vamos a estar mejor que en el capitalismo, porque esperamos que ningún niño pase hambre, que ningún ciudadano pase hambre. Aspiramos a que ningún ciudadano se quede abandonado a su suerte.

Esperamos que ningún estudiante que se gradúe se quede sin un empleo o sin un ingreso, porque ese es el método socialista, no el método de lanzar para la calle a millones de gente y allá te va.

Creo que por difíciles que sean los tiempos, van a ser más soportables que otros que vivió ya nuestro pueblo; y cualquier sacrificio será mil veces preferible a volver al capitalismo con todas sus injusticias, con todas sus desigualdades, con todos sus abusos, con todos sus vicios, con toda su humillación; cualquier sacrificio será preferible a perder la independencia del país, a perder la Revolución y a perder el socialismo, que nos dio por primera vez la plena dignidad, y nos dio por primera vez la plena libertad.

Admiro mucho, realmente, y me impresiona extraordinariamente ver lo que he visto en este foro, escucharlos a ustedes, escuchar cada una de las palabras de ustedes, llenas de nobleza, llenas de amor por su pueblo y por su patria, llenas de confianza en sí mismos, llenas de fe en el talento de cada uno de ustedes y en el talento de su pueblo; llenas de confianza en su patria, en la Revolución, en el hombre.

Me impresiona extraordinariamente ver personas tan desprendidas, tan desinteresadas.

Me impresiona saber que aquí hay cientos de personas que si hubiesen deseado escoger otro camino, podrían haber escogido el camino de la riqueza, podrían haber escogido el camino de abandonar la patria para buscar dinero, y que ninguno de ustedes haya pensado jamás en eso.

Me impresiona saber que tenemos médicos, especialistas, científicos que podrían ser millonarios en el exterior, y aquí muchas veces no tienen ni un automóvil, y puede ser que aun a aquellos que tienen el automóvil les quede muy poca gasolina para moverse en él, pero no piensan en traicionar a su patria (APLAUSOS).

Como una prueba de que ese es el espíritu de nuestro pueblo, pensemos también en las decenas y decenas de atletas que en nuestro país viven tan modestamente, y que cuando han salido a las competencias les han ofrecido la posibilidad de ganar millones de dólares; todos sentimos admiración por esos hijos humildes de nuestra patria que no cambian su honor, que no cambian su bandera por ningún dinero del mundo.

Y así hay miles, cientos de miles, millones de compatriotas nuestros que no cambian sus ideas por ningún dinero, que no cambian su patria por ninguna riqueza.

Un pueblo así es digno, realmente, de admiración, es digno de respeto, es digno de cariño; y si tenemos un pueblo así, si tenemos hombres y mujeres como ustedes, los que están aquí presentes, es porque hemos tenido la Revolución, porque hemos tenido el socialismo, y porque tenemos una patria independiente y digna donde desarrollarnos, donde reunirnos, donde lanzar a volar nuestra imaginación, nuestra inteligencia, nuestro talento (APLAUSOS).

Por eso, hay solo una opción: ¡La patria, la Revolución y el socialismo! (APLAUSOS)

¡Que viva eternamente esa patria! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")

¡Que viva eternamente esa Revolución! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")

¡Que viva eternamente el socialismo! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")

(OVACION).