DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ENCUENTRO DE DIRIGENTES SINDICALES, EFECTUADO EN LA CTC NACIONAL, EL 23 DE DICIEMBRE DE 1991.

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Queridos compañeras y compañeros:

Durante el congreso del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte, el compañero Alfredo me habló de que tenían una reunión con los cuadros sindicales de la capital y me invitó a participar unos minutos con ustedes. Yo le decía: "Alfredo, realmente tenemos una cantidad de trabajo muy grande; pero, si allí se van a reunir los cuadros sindicales de la capital, haré todo lo posible por estar presente."

He escuchado en las palabras de Alfredo el relato del trabajo que han hecho los sindicatos en la capital en el año 1991. No deja de ser impresionante la cifra de que con un 35% menos de los aseguramientos materiales hayan cumplido el 85% del plan. Eso es algo verdaderamente increíble.

El recordó aquí todas las proezas realizadas por los trabajadores de la capital a lo largo de este año 1991 en muchas actividades y en muchos campos. Mencionó, entre otras cosas, el esfuerzo en la producción de alimentos.

Creo que, realmente, nuestra capital ha dado un gran ejemplo durante este año con las movilizaciones quincenales y con la creación de los contingentes. A decir verdad, para esta fecha el pasado año estaban todavía por terminar los campamentos, estaba todavía por organizarse todo.

Ross mencionó el movimiento aquel que se hizo el año anterior después del mes de julio, después de aquella asamblea para discutir el llamamiento del Partido entre los dirigentes sindicales, en que tomamos conciencia de que había una situación crítica en el campo de la provincia de La Habana, no tenían gente, se perdían los cultivos, y se hizo un llamamiento para una movilización a fin de tratar de salvar lo que se pudiera.

Era una hierba enorme la que había, la hierba era más alta que los platanales en muchos casos, y la gente tenía que cortar una hierba altísima para recoger allá abajo el boniato, o un pepino, o una calabaza. Era una situación verdaderamente desastrosa, porque en realidad la provincia de La Habana se quedó sin fuerza de trabajo en los cultivos varios, las escuelas no eran suficientes y el trabajo no estaba bien dirigido. Se había caído en muchos vicios de organización y de dirección, además de que se habían habituado a la idea de que las producciones las hicieran las cooperativas, las hicieran los campesinos individuales, puesto que las empresas del Estado se consideraban prácticamente impotentes para realizar los cultivos que podían realizarse en aquellas tierras.

Luego de aquellas primeras movilizaciones se crearon los campamentos, porque al principio no había campamento ninguno, y se hicieron campamentos de primera calidad, donde todos los principios de la óptima atención al hombre estaban establecidos. Si realmente allí no llegaron los aires acondicionados como en los campamentos de los contingentes de constructores, es porque ya la situación económica en ese momento no nos lo permitía; y no es porque no tuviéramos los aires, sino por el gasto de combustible, y buscamos la variante de congelar los ventiladores de techo que había para poder utilizarlos en los campamentos. Así se inició esta movilización, así se realizó este llamamiento a los trabajadores de la capital.

He tenido muchos contactos con esos trabajadores. No ando publicando en los periódicos cuando me muevo por los campos de la provincia de La Habana, pero cada vez que tengo una oportunidad visito un campamento de movilizados, o visito un contingente, o varios contingentes, o varios campamentos, visito las zonas agrícolas, y he podido observar el proceso a lo largo de todo este año.

Fue un año de experiencia y de aprendizaje en todos los sentidos. Realmente la agricultura estaba muy mal organizada en la provincia. Tenía mucha burocracia, muchas oficinas, los obreros trabajaban un día hoy aquí, mañana allá, pasado allá; nadie tenía ni una noción siquiera de lo que resultaba de su trabajo de cada día.

La presencia allí de los dirigentes, de los cuadros sindicales, de los cuadros del Partido, de los cuadros del Poder Popular, de los dirigentes principales del Partido y de la administración, nos permitió ir conociendo bien todos los problemas y todas las dificultades que tenía la agricultura en la provincia e ir tomando medidas de todo tipo.

No solo descubrimos los problemas que tenían las empresas de cultivos varios, que eran más graves de lo que parecían, sino también la organización del acopio que ya había sido la causa de la decisión de construir los mercados concentradores alrededor de la capital, porque acopio no tenía ni mercados aquí en la capital. Muchas veces distribuían los productos para las bodegas en lugares absolutamente inapropiados; no tenían ni pesas, digamos, para los camiones.

Esa era un área que se había deteriorado bastante, porque al faltarle la fuerza de trabajo y al haber caído en determinados vicios burocráticos, realmente se produjo una desmoralización; de modo que este año ha sido de un esfuerzo enorme en todas esas esferas.

La propia experiencia de los dirigentes de la agricultura acerca de las características de las épocas óptimas de cada uno de los cultivos, no eran capaces de trasmitirla, a fin de poder desarrollar un programa lo más racional posible de la producción de alimentos para la capital.

Fue necesario hacer en Pinar del Río una siembra de tomate porque aquí no alcanzaban las áreas, y se tomó la decisión —para este año— de transferir 300 caballerías de caña a las empresas de cultivos varios, porque había que priorizar los alimentos de la capital, en primer lugar.

No obstante, y a pesar de eso —la presencia de los bueyes requiere área de producción de alimentos y de pastos para los animales, y una parte de esa área tuvo que dedicarse a la alimentación de los bueyes—, se mantuvo la siembra de tomate en Pinar del Río para este año.

Actualmente el Estado dispone aproximadamente de unas 22 000 hectáreas, las cooperativas de 10 000 y los campesinos individuales de otras 10 000 en la provincia, en las áreas de cultivos varios, sin incluir a todos los campesinos, porque hay muchos campesinos independientes por ahí que tienen una hectárea, porque vendieron las tierras al Estado, o arrendaron y les quedó una hectárea, les quedó algo para el autoabastecimiento en áreas cañeras, en áreas ganaderas y en distintos lugares. Son un número relativamente elevado, pero no constituyen realmente la fuente fundamental para la producción de alimentos de la capital que son —repito— las tierras del Estado, las tierras de las cooperativas de producción agropecuaria y las tierras de los campesinos independientes organizados en las cooperativas de crédito y servicios.

Aparte de eso está la caña —no confundir la caña— que tiene sus recursos, sus máquinas, sus cooperativas, sus empresas estatales y también sus campesinos independientes, y que tiene también sus producciones de autoconsumo.

No incluir la ganadería, que tiene más de 10 000 caballerías y también producciones de autoabastecimiento. Allí no tenían el problema de la falta de la fuerza de trabajo, por el contrario, había un excedente de fuerza de trabajo.

No incluir tampoco algunos cultivos, como el tabaco, que son independientes, aunque se rotan con otros cultivos para la alimentación de la población.

Están también las áreas de berro, que en parte son campesinos individuales en Batabanó y en parte cooperativas, aunque vamos a desarrollar otras áreas de berro.

Hemos estado hablando, fundamentalmente, de aquellos cultivos hacia donde hemos dirigido las movilizaciones nuevas. Ya había movilizaciones tradicionales para la caña, un número determinado, movilizaciones para el tabaco; pero la gran movilización era para la producción de alimentos directamente, sobre todo, en las tierras estatales y en la ayuda de algunas cooperativas.

Teníamos las escuelas en el campo, pero no estaban siendo utilizadas de una manera eficiente, había también sus problemas, sus deficiencias en todo eso, tanto por parte de las escuelas como de la agricultura, y teníamos las escuelas al campo como fuerza; pero esas fuerzas no eran suficientes para la producción de todos los alimentos que necesitaban 2 millones de personas, hacía falta una fuerza sólida, hacía falta una fuerza nueva en esas áreas.

Alfredo mencionaba los incrementos de este año con relación al año pasado. Un millón y medio de quintales adicionales no parece mucho, pero es algo si se toman en cuenta todos estos factores y todo el proceso de organización que se realiza a lo largo de este año: la terminación de los campamentos, la organización de los contingentes, etcétera; pero es mucho si se considera que todas las empresas del Estado han elevado, por lo menos, un 50% su producción y algunas más de un 50%.

Los incrementos importantes aquí se están produciendo y se tienen que producir en esas tierras estatales, que es donde se ha movilizado el grueso de la fuerza. Los campesinos tienen un límite en sus posibilidades, más o menos, para producir lo que tradicionalmente producían y les hemos pedido mayores esfuerzos todavía y hemos seguido con ellos políticas correctas, a nuestro juicio, políticas inteligentes. Les hemos dicho: "Necesitamos tales y más cuales cosas. ¿Qué cultivos ustedes prefieren? ¿Qué les gusta, el ajo? ¿Cuánto ajo quieren sembrar, si el programa es de 150 caballerías?" ¿Lo quieren sembrar todo? Todo. ¿Quieren sembrar 130?, ciento treinta. El ajo les gusta, porque es un cultivo de mucho rendimiento; de mucho rendimiento no en ajo, sino en dinero (RISAS).

"Papa, el programa es tanto. ¿Cuánta quieren sembrar?, digan ustedes. De cebolla el programa es tanto, ¿cuánto quieren sembrar? En ají el programa es tanto; en zanahoria tanto" —así, en cada uno de los cultivos—, "y no se preocupen, lo que ustedes no siembren lo va a sembrar el Estado."

El Estado tiene ahora la fuerza y la fuerza sólida, porque lo que tiene allí es un ejército —hay que decirlo—, realmente, en los campos de la provincia, capaz de cualquier cosa y de cualquier esfuerzo; pero un ejército que es cada vez más aguerrido.

Dicen que por esos campos pasaron 253 000 hombres, pero algunos han pasado más de una vez, dos y tres veces. Los contingentes por dos años han adquirido una experiencia tremenda, los contingentes por movilizaciones quincenales están bien organizados y ya algunos han ido, como he dicho, dos o tres veces y hasta se quedan más de 15 días, se quedan un mes, otros se quedan 45 días. Han ido aprendiendo y no sabían nada de nada.

Yo diría que nuestra clase obrera, los trabajadores de nuestra capital han ido adquiriendo una cultura agrícola, además de su cultura industrial o en la prestación de servicios. Ya saben de eso. Entre otras cosas, saben lo que es sacar un boniato en época de lluvia y cómo hay que sacarlo cuando no se puede introducir ningún equipo, ningún hierro ni nada para levantarlo; o cómo hay que sacar la yuca o cómo hay que sacar muchos de estos cultivos, no en época de seca, que resulta relativamente más fácil, sino en época de lluvia. Han aprendido muchísimo y es tremenda fuerza. Por eso podemos decirles a los campesinos: ¿Qué quieren sembrar? Siembren eso, que el Estado se ocupa de lo demás.

Con las cooperativas de producción se coordina muy bien porque tienen la tierra unida, y resulta casi tan fácil trabajar con ellas como con una empresa del Estado, pero también se discute con ellas: "¿Qué quieren sembrar? ¿Quieren plátano fruta con microjet? ¿Cuántas caballerías quieren?" Les damos los recursos, los créditos, los materiales, les damos todo. "¿Quieren sembrar plátano burro con microjet? ¿Cuántas caballerías quieren sembrar?" Y coordinamos también con ellas.

El resto de las inversiones grandes las está haciendo el Estado, y ya el esfuerzo se nota. Usted va por toda la provincia de La Habana, como decía Ross, y no se encuentra una hierba en los cultivos. En las últimas visitas que he hecho, he visto todo sembrado, o todo preparándose para sembrar, y una preparación lo mejor posible de la tierra, a pesar de que este año hemos tenido el inconveniente de lluvias tardías, hasta el mes de noviembre, que nos retrasaron en la preparación de tierra. Por eso algunos cultivos tuvieron que esperar 15 días, dos semanas, tres semanas, y ha habido que hacer un esfuerzo en que los trabajadores de allí, los de la mecanización, tenían que trabajar hasta 20 horas, 30 horas y algunos trabajaron hasta 36 horas seguidas. Tenían que aprovechar el oreo para hacer lo que no habían podido hacer en septiembre, octubre y parte de noviembre, a fin de sembrar los cultivos en su época, porque es algo muy importante. Sembrar el ajo cuando hay que sembrarlo, la Papa cuando hay que sembrarla, en la época, porque es una época muy reducida, incluso; un marco de tiempo muy limitado en que hay que tener preparada la tierra y hacer la siembra.

Toda la experiencia del año pasado permitió elaborar planes mucho mejores que los de ese año. Además, hay más de 300 caballerías de plátano con microjet, de las cuales solo una parte está en producción; es decir, una buena parte del trabajo realizado por los trabajadores de la capital todavía no se ve, se va a ver en el año 1992. Nosotros hemos ido calculando las cuentas. En el año 1992, las empresas de cultivos varios de la provincia duplican lo que tenían en 1990 y en el año 1993 deben, más o menos, triplicarlo. Calculo que en 1994 —cuando ya estarán todas las plantaciones de plátano en producción, y van a ser unas 650 caballerías de plátano con microjet— las empresas del Estado deben estar produciendo cuatro veces lo que producían en 1990.

Ese es realmente el ritmo que lleva y se ve, se aprecia. Hay unos cambios tremendos en la organización por finca, en la responsabilización de cada colectivo con un área determinada, aparte de sistemas de pago nuevos, pero eso en este momento no es lo principal, hoy el dinero no resuelve muchas cosas. Hoy lo principal es la organización, la conciencia de la gente, las motivaciones que tenga para hacer lo que está haciendo. Por eso los frutos no se pueden medir todavía en número; ya se empezarán a medir en número en el año 1992, mejor que en el año 1991.

Ahora están todas las condiciones creadas, incluyendo el cítrico. Hay como 70 campamentos nuevos, algunos que están por terminarse —creo que son 72 nuevos— y, en total, hay más de 90 campamentos en esas áreas, para trabajadores movilizados.

Hay otra cosa muy buena: los pinareños se comprometieron a realizar ellos el trabajo y liberar a la capital de la república de la fuerza que estaba enviando para allá a cultivar y cosechar tomate. A partir de enero ellos se van a ocupar de todo; realmente, era una movilización distante. Las condiciones de aquellos campamentos no son iguales que las de estos, porque son para tres meses o tres meses y medio, y están en las áreas arroceras; no se han podido crear allí de ninguna manera, ni se pueden crear, las condiciones que se han creado en los de La Habana, que son para todo el año. Es decir que ya en enero no tendrán que ir movilizados de la capital. Esto quiere decir que podemos tener al tope, en los momentos esenciales, en los momentos de máxima demanda, esos campamentos, y con condiciones de atención al hombre muy buenas. Ese es otro factor que ayuda.

Desde luego, hay que sembrar duro. En este momento todos los días se pregunta cuánto han sembrado de cada cosa, cuánto de papa, porque ha habido que recuperar el atraso este a causa de las lluvias en la preparación de la tierra. Afortunadamente el tiempo en las últimas semanas nos ha favorecido, y posiblemente el 31 de diciembre estén terminados casi todos los cultivos que teníamos que sembrar en esa época; después nos quedan enero y febrero, después las épocas de cosecha, y después esos meses de marzo y abril en que se juntan cosecha, siembra, y hace falta el máximo de personal.

Ahora, los resultados de la aplicación de la técnica, como el plátano con microjet, son extraordinarios. Algunas caballerías de plátano con microjet terrestre, del que se calculaban 20 000 quintales, han producido 25 000. Es decir que las producciones tienen sorprendidos y entusiasmados a los trabajadores.

Claro está que sería largo mencionar todos los esfuerzos que se están haciendo en la esfera científica para suplir la falta de fertilizantes, de pesticidas, de herbicidas; todas las cosas que se han hecho. Aparte de que se priorizaron estas actividades, la caña recibió, realmente, muy poco fertilizante, porque se priorizó la producción de alimentos.

No les han faltado fertilizantes a la papa, al plátano ni a todos estos cultivos. Crecen las siembras de malanga, se desarrollan las producciones de semillas para tener alguna producción de ñame, incluso, si no para todo el año, para tener una parte del año un poco de ñame y que aquellos orientales que sienten nostalgia por el ñame puedan empatarse de vez en cuando con él (RISAS); hasta eso. Se están haciendo, realmente, muchas cosas

Se incrementa también la producción de cítricos; se trabaja aceleradamente en los pastoreos racionales en toda la agricultura. Pero he puesto el acento en este esfuerzo que han hecho los trabajadores de la capital porque creo que es, realmente, admirable.

Uno se preguntaba al principio: ¿Cómo estará la gente dentro de un año? ¿Estará cansada de las movilizaciones? ¿Bajará el espíritu de la gente? ¿Bajará el espíritu de trabajo? ¿Cómo se estarán portando los contingentes? Y les puedo asegurar que son, realmente, impresionantes la seriedad y el comportamiento de las movilizaciones quincenales, y todavía más impresionante el resultado de los contingentes.

Los contingentes se han asociado a las escuelas en el campo y han producido una revolución en el espíritu de los muchachos. Ahí es donde se ve la influencia de la clase obrera en los jóvenes, la influencia de la clase obrera en la formación de esos estudiantes. ¡Qué magníficos estudiantes, qué productividad, cómo han elevado la productividad, la disciplina y el interés!

Aquellos llamados guías han desaparecido, ya no hacen falta. Cometíamos la idiotez de convertir obreros agrícolas en guías de estudiantes, que no sabían nada y lo que hacían era holgazanear —con perdón de algunos honorables guías que pueda haber, algunos honorables y eficientes guías—; realmente, el guía era una idiotez más y una cosa que fue necesario superar. Hoy no necesitan guías, hoy están mezclados allí con los obreros, tienen asignadas sus tareas los estudiantes y las están cumpliendo cabalmente. Es decir que esos miles y miles de estudiantes han duplicado o han triplicado su productividad. Y no se lo cuenta alguien al que se lo contaron, se lo cuenta alguien que ha recorrido muchas veces los lugares, que ha hablado allí con los estudiantes, se ha metido en el platanal y se ha metido en los cultivos a ver qué es lo que están haciendo, si saben lo que están haciendo y por qué, y a conversar con los movilizados quincenales, y a conversar con los movilizados de los contingentes.

Soy testigo personal de cuál ha sido su conducta, su comportamiento y lo que ha ocurrido al cabo de un año. Al cabo de un año tienen una moral altísima. Esa moral se refleja en los obreros agrícolas, que trabajaban cuatro o cinco horas y se iban para su casa, o se iban a trabajar con un particular que, además, les pagaba más salario, porque lo que no puede hacer el Estado lo puede hacer un particular. Quien siembra una caballería de papa gana tanto dinero que, en el momento de la recogida, en ese momento preciso y solo unos días, puede contratar con cualquier salario a cualquiera, porque no tiene la obligación de mantenerlo ni de tenerlo empleado todo el año.

Así la moral de esos obreros se ha elevado. Ha aumentado el número de obreros agrícolas a lo largo de este año, se ha ido aplicando el multioficio, los técnicos y los ingenieros están allí en la finca, los científicos están allí en las empresas, en las granjas y recorriendo los campos. Hay un cambio total, hay una verdadera revolución en todo eso. Es ahí donde hemos podido apreciar directamente lo que es el espíritu de los trabajadores de nuestra capital. Se puede decir que con ellos se puede hacer lo que se quiera.

Lo demostraron también cuando las microbrigadas, lo demostraron en los Panamericanos; lo han demostrado en todo los obreros de nuestra capital, los trabajadores en general, porque a esas movilizaciones van también trabajadores de oficinas y muchos que desempeñan sus funciones no en una fábrica, sino en muchos centros de servicios, hospitales, oficinas; centros de trabajo más suaves, centros de trabajo más cómodos. Y conozco a muchos que se mueren si no van, conozco las luchas que han dado cuando se les necesita por su trabajo y tienen dificultades para movilizarse; se sienten, realmente, indignados si no les dan la oportunidad de ir aunque sea una semana o dos semanas al año, y hacen unos esfuerzos y unos sacrificios tremendos porque hay quienes llevan años, y algunos con una edad determinada, o algunas que salen de una oficina y se van allí a limpiar boniato, o a sembrar boniato, a arrancar cebolleta, Don Carlos, y a trabajar con un azadón; es cosa realmente meritoria.

Uno de los mejores contingentes es el de la Habana Vieja, que está en el campamento Las Marías, se llama "Mártires de la Coubre". Lo conozco porque lo he visitado como diez veces por lo menos (APLAUSOS). Es increíble que de la Habana Vieja, nada menos que de la Habana Vieja, que es el corazón de nuestra capital, hayan salido tan excelentes trabajadores para el surco; no se sabe el mérito que tiene esa gente. Y qué orgullosos deben sentirse de gente como esa los trabajadores de nuestra capital y nuestra Revolución (APLAUSOS). Qué amor sienten por lo que están haciendo, por su trabajo y por los frutos de su trabajo. Han aprendido a conocer como hijos lo que ha resultado de su esfuerzo y de su sudor, ¡y cómo lo defienden! Ellos no quieren saber de ladrones, esos sí que si los dejan acaban con todos los ladrones de todo aquello; han puesto el orden y la disciplina porque ahora tienen fusiles, y tienen hasta perros y caballos, y donde están sus cultivos se acabó el relajo, se acabó el desorden, se acabó la robadera (APLAUSOS).

Allí está la mano proletaria, la fuerza proletaria, el espíritu proletario, y el espíritu proletario no cree en blandenguería ni cree en cuentos de camino; es la realidad, y es lo único que puede poner orden cuando se han creado vicios de distintos tipos. Solo la clase obrera, solo los trabajadores en general son capaces de establecer la política, la disciplina y el orden que estas circunstancias requieren.

Creo que eso dice mucho de nuestro pueblo y de nuestros trabajadores en general, porque los que están allí son trabajadores. Desde luego, el merolico no va allí; dolorosamente tenemos que producir boniato para el merolico, papa para el merolico y para el bergante, alimentos para el gusano. ¡Por lo menos que lo tomen en cuenta y se moderen! Sí, son trabajadores los que van allí a sudar y a trabajar a veces bajo un calor tremendo, como en los meses de verano, y una humedad tremenda.

Ese trabajo es duro. Los europeos que se decían tan buenos trabajadores no se atrevieron a hacer eso, buscaron a los indios y casi los exterminaron trabajando en el campo, y después cazaban africanos para convertirlos en esclavos que hicieran los trabajos de la caña, ese trabajo que hace hoy el cubano, ese trabajo que hace hoy el obrero y el trabajador de nuestra capital. No es el hambre lo que los obliga a ir allí como en el capitalismo, en que el desempleo tremendo obligaba a la gente a hacer colas hasta en los cañaverales, son el hombre y la mujer conscientes los que van allí a hacer esos duros trabajos. Y no solo el calor y la humedad, son los mosquitos, las moscas, los jejenes, las guasasas y cuanto insecto molesto hay por ahí.

Nosotros hemos visto cómo nuestro pueblo es capaz de desafiar eso. Les digo que se necesita tanto valor como para estar en una trinchera con un rifle, porque estar en una trinchera con un rifle para el cubano, y para muchos cubanos, es casi una fiesta por su espíritu valiente y sus características, las características peculiares de nuestro pueblo. En ocasiones, para andar con un azadón allí en el mes de agosto, hace falta tener más valor que el que se necesita para estar combatiendo contra la infantería yanki o lo que sea.

Conozco a los hombres porque los he conocido en muy distintas y variadas circunstancias, si cuando la primera misión internacionalista en Angola se ofrecieron más de 300 000; cada vez que había una misión se hacía una encuesta y se ofrecían cientos de miles a cumplir una misión internacionalista. Muchas veces un cubano se iba mucho más rápido para Etiopía que para Baracoa (RISAS). Baracoa le parecía algo que estaba demasiado cerca y poco digno de aquel esfuerzo que él estaba dispuesto a hacer, de aquel heroísmo que él estaba dispuesto a llevar a cabo.

De modo que hoy tenemos un ejemplo del cual soy testigo, independientemente de las muchas cosas que han hecho los trabajadores de nuestra capital.

¡Ah!, bien, en la capital es donde la lucha es más difícil en todos los sentidos, y en un período especial es especialmente difícil, porque son 2 100 000 habitantes y muchos problemas acumulados que en el proceso de rectificación aspirábamos a enfrentar y resolver lo más aceleradamente posible. Es donde más se acumulan problemas de vivienda, de todo tipo, donde los problemas energéticos nos crean más dificultades, y donde tenemos los problemas del transporte, por ser una ciudad tan grande. Hay capitales de provincia donde sin bicicleta se pudiera ir al trabajo; hay muchas capitales de provincia donde la mayor parte podría ir a pie, y en la capital ni siquiera con bicicleta. ¡Y los ómnibus esos lo que gastan!, aparte de que no hay una pieza porque no llega; es cosa seria.

Siempre la capital es más cosmopolita; siempre sobre la capital se trata de ejercer más influencia y el enemigo trata de ejercer más influencia; es donde más se reúne el espíritu proletario, pero al mismo tiempo se reúne también el espíritu pequeñoburgués. Esa es una característica histórica de la capital, donde hay un espíritu y una influencia obrera tremenda y hay también las viejas influencias del capitalismo, de la ideología capitalista. Es adonde viajan y se mueven más extranjeros con intenciones políticas, y es donde la Revolución tiene el peso mayor en cuanto a necesidades económicas, por la enorme concentración de población. De modo que en nuestra capital se dan problemas que no se dan en Las Tunas, en Holguín o en otras provincias con ciudades mucho más pequeñas, donde es mucho más fácil resolver los problemas.

Es por eso que ustedes tienen aquí una tarea dura, difícil, y tienen que comprenderlo, tienen que saberlo. Es por eso que de ustedes se espera el mayor esfuerzo, más que en ninguna otra parte de la república, el mayor espíritu, la mayor combatividad porque, como explicó Ross, el enemigo trata de golpear, de dividir, de confundir, de matar la esperanza, de debilitar ideológicamente a las masas, de debilitar moralmente al pueblo y en eso concentra todo el ataque.

Comprendan que el imperialismo tiene hoy un solo enemigo al que atacar, y ese enemigo se llama Cuba. Todo lo que antes concentraba contra la URSS y el campo socialista, lo concentra ahora contra nosotros. Con otros países socialistas mantiene más o menos relaciones normales, relaciones diplomáticas, económicas y de cierta consideración y respeto; pero hay un país atravesado por el medio que se llama Cuba, ¡atravesado en el gaznate! (RISAS); y no se resignan, no comprenden, no conciben, ni se imaginan siquiera cómo Cuba puede resistir. Y ellos parten de realidades objetivas como ha sido la desaparición del campo socialista. Nos hemos quedado nosotros como baluarte del socialismo en el corazón de Occidente. Miren qué tarea, miren qué proeza histórica de un país que quiere defender su independencia, que quiere defender sus valores, que quiere defender su Revolución, que quiere defender el socialismo; porque está convencido, persuadido íntimamente de que es la causa más noble, la causa más humana, la causa más justa; porque es lo único que se corresponde con la dignidad del hombre.

Lo que ocurre en el resto del mundo lo sabemos, y no solo en el mundo capitalista desarrollado, donde hay gente que se muere de hambre y de frío en las calles, al lado de las grandes riquezas de miles de millones de dólares que acumulan a veces algunas personas; vean lo que ocurre en el Tercer Mundo, en ese capitalismo subdesarrollado del Tercer Mundo

No hace falta haber vivido en el capitalismo para saber lo que significaba que las mujeres tuvieran que venderse para vivir. Esos cientos de miles de mujeres, ese millón y tantos de mujeres que trabajan en nuestro país, ¿qué empleo tenían aquí en el capitalismo? Estas que son médicas, que son maestras, que son enfermeras, que son profesoras, o que trabajan en las fábricas, en los servicios, ¿qué empleo tenían en el capitalismo? ¿Qué respeto al hombre había en aquella sociedad, qué igualdad; qué respeto había para el hombre de otro color que no fuera el color blanco como el europeo o como el yanki?

La discriminación racial, la inseguridad para el ser humano, los vicios, los abusos, las injusticias que implicaba aquel sistema; no se puede obligar al hombre a vivir en eso a la fuerza. Quienes han conocido la libertad no renuncian a ella, prefieren renunciar a la vida antes que renunciar a la libertad, prefieren renunciar a la vida antes que renunciar a la dignidad, porque, ¿de qué vale la vida sin libertad y sin dignidad? ¿De qué vale la vida si el hombre es tratado como un animal, como un perro o peor que un perro? Los burgueses ricos cuidan a los gatos y a los perros cien veces más de lo que cuidan al hombre, y se preocupan más por el gato y por el perro que por el hombre (APLAUSOS).

No hay quien pueda obligarnos a volver a ese pasado, cáigase quien se caiga, derrúmbese quien se derrumbe y desmerénguese quien se desmerengue (APLAUSOS).

¿De qué nos van a criticar, de la valentía de este pueblo, de la dignidad de este pueblo, del honor de este pueblo, de la firmeza de este pueblo, de la rebeldía de este pueblo? ¿Qué quieren, que nos rindamos, que nos desmerenguemos? No podemos aunque quisiéramos, porque el acero no se desmerenga (APLAUSOS). Por eso nos quieren aislar, por eso quieren hacer más riguroso el bloqueo y por eso se irritan de que estemos dispuestos a luchar, de que estemos dispuestos a resistir.

No importa lo que piensen los mediocres, y ya ni me refiero a los blandengues que podamos tener en el seno de nuestra sociedad, indignos hijos de este pueblo, me refiero al mundo, a aquellos que tan fácilmente se acobardan y tiemblan, nosotros ni nos acobardamos, ni temblamos (APLAUSOS); a aquellos que dudan y vacilan, nosotros ni dudamos, ni vacilamos (APLAUSOS); a aquellos que aconsejan concesiones, nosotros no haremos jamás ninguna concesión al enemigo imperialista, y no haremos más que los cambios que consideremos buenos y apropiados para perfeccionar nuestra Revolución y nuestro socialismo (APLAUSOS). A aquellos que tienen lástima por nosotros, les decimos: No nos tengan lástima. ¡Por los héroes y los valientes se siente admiración y no lástima! (APLAUSOS)

Estos son los conceptos y las ideas que deben estar enraizados en nuestros corazones, porque son los que corresponden a un pueblo a quien la historia le ha asignado la responsabilidad que nos ha asignado a nosotros, son los que corresponden a un pueblo que tiene que aceptar el desafío que tenemos que aceptar nosotros. ¡Más de treinta años frente al coloso yanki, luchando sin claudicación y luchando sin descanso, enfrentándonos a sus agresiones, amenazas, bloqueos! ¡Cuántas cosas no han hecho contra Cuba en estos treinta años!

Hacen mal en albergar ilusiones contra la Revolución. Como decíamos ayer, vamos a ver qué centrales son los que se van a repartir, si logran alcanzar aunque sea un tornillo de uno de esos centrales (RISAS); de qué tierra se van a apropiar, si es de esa tierra que estamos regando con nuestro sudor; de qué instituciones, de qué viviendas, de qué escuelas. Para convertir qué, ¿los círculos en prostíbulos o en bodegas? Y las escuelas, ¿en qué? ¿Lo que ha hecho la Revolución, en qué? ¿Qué van a hacer con las viviendas que la Revolución le ha entregado al pueblo? Es que no se van a encontrar ni un ladrillo de ninguna de esas casas que le quieran arrebatar al pueblo, porque tendrán que conquistarlas pulgada a pulgada (APLAUSOS).

No se van a enfrentar solo al valor de nuestro pueblo, se van a enfrentar al talento y a la inteligencia de nuestro pueblo, que sabrá qué hacer en cada caso y cómo hacerlo, qué hacer y cómo hacerlo. Desde luego, no somos idiotas como esos que ha habido por ahí a montones, y hay que ser firmes, hay que ser duros y no hay que permitirle a la contrarrevolución levantar cabeza en ninguna parte (APLAUSOS); no hay que permitirle a la contrarrevolución organizarse en ninguna parte (APLAUSOS).

La cuestión de grupúsculos no es nueva para nosotros. Al principio de la Revolución, en tiempos muy difíciles, en días de Girón, llegó a haber más de 300 organizaciones contrarrevolucionarias en este país. Así que larga es la experiencia de nuestro pueblo; y este pueblo que está jugando este papel, en este momento, en la historia del mundo es un pueblo que tiene experiencia, es un pueblo que tiene organización, es un pueblo que tiene unidad, es un pueblo que tiene temple. Eso se ve todos los días cuando nos reunimos con los pioneros, nos reunimos con los estudiantes, nos reunimos con la gente del foro de piezas de repuesto, con el sindicato de maestros, lo vemos, lo vemos en todas partes. No es un pueblo cualquiera, es un pueblo aguerrido, es un pueblo veterano, es el pueblo donde hoy se cumple el 150 aniversario del nacimiento de Ignacio Agramonte (APLAUSOS), quien supo responder a aquello que le preguntaron que con qué armas iba a ganar aquella guerra, diciendo: "¡Con la vergüenza de los cubanos!" (APLAUSOS)

Sí, con nuestra vergüenza, con nuestra dignidad, con nuestro honor, con nuestro patriotismo, con nuestra conciencia revolucionaria, con nuestro espíritu, seremos capaces de vencer cualquier obstáculo que pueda sobrevenir. Pero de hecho, ya nuestro pueblo —podemos decirlo con orgullo— está escribiendo una página histórica sin precedente.

¡Quién iba a pensar que la URSS, ese país que resistió al fascismo, que resistió las intervenciones, cuando la revolución, de numerosas potencias occidentales, que se enfrentó a los millones de hombres y decenas de miles de tanques y de aviones con que lo atacó Hitler, que luchó en Leningrado durante 900 días de cerco, que luchó en Moscú, luchó en Volgogrado y luchó en tantas partes se iba a desmerengar de esa forma! ¡Quién lo iba a decir!

Nuestro pueblo noble, nuestro pueblo heroico, nuestro pueblo que siempre siguió una política de principios a lo largo de su historia y que no quiso dejarse tragar por el coloso del norte, hoy, cuando todo eso ha ocurrido, se mantiene firme, ¡es digno de la admiración del mundo! (APLAUSOS)

Decía por eso que estamos escribiendo una página en la historia sin precedente. Pero, ¿somos o no somos capaces de escribir esa página? (EXCLAMACIONES DE: "¡Somos capaces!") Les pregunto a ustedes, representantes de la clase obrera, representantes de los trabajadores de nuestra capital, si estuviéramos en 1868 y escucharan el tañido de la campana de La Demajagua que los llamara al combate, ¿irían o no irían al combate? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Iríamos!")

Les pregunto: Si estuviéramos en 1895, aquel 24 de febrero, y Martí, en nombre del Partido Revolucionario que unía a todos los cubanos y a todos los patriotas, los invitara a la segunda guerra de liberación, ¿dirían que sí o que no? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")

Si estuviéramos de nuevo en un 10 de marzo de 1952 y la patria cayera bajo el ultraje que significó aquella imposición y aquella tiranía, y los llamáramos a luchar, a enrolarse en las filas para atacar el Moncada o venir en el "Granma", ¿ustedes dirían que sí o que no? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")

Es por eso que ahora que estamos viviendo una hora mucho más singular, una hora en que estamos defendiendo todos los valores que se defendieron en 1868, en 1895 y en 1952; ahora cuando estamos defendiéndolo todo; ahora cuando nuestro pueblo es conocido en el mundo y no por cobarde sino por valiente, y no por blandengue sino por firme, y no por inculto sino por un pueblo culto y realmente preparado, instruido, y no como un pueblo ignorante sino como un pueblo que tiene una elevada cultura política; ahora cuando somos conocidos en el mundo y el mundo sabe lo que es Cuba, y cuando miles de millones tienen las esperanzas puestas en nosotros —sí, los miles de millones de hambrientos, pobres y explotados del Tercer Mundo, incluso de países capitalistas desarrollados, porque en muchos de esos países hay mucha gente que siente simpatía y admiración por Cuba—; ahora que somos abanderados del socialismo, de las ideas más nobles y más justas que ha conocido la historia de la humanidad; ahora cuando defendemos las ideas de Martí, de Céspedes, de Agramonte, de Máximo Gómez y de Antonio Maceo, de Mella y de Guiteras, de todos los que han caído en esta heroica lucha revolucionaria en estos 30 años, de todos los que cayeron en otras tierras y dieron su sangre por la libertad de los pueblos; ahora que representamos todo eso, si les pedimos a ustedes que vayan al combate, ¿qué van a decir, sí o no? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")

Sabemos que nuestro pueblo de la capital, y en especial nuestros obreros y nuestros trabajadores en general, sabrán estar a la altura de la dignidad y del heroísmo que esta hora exige. Por eso digo:

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION).