DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA CLAUSURA DEL VIII CONGRESO CAMPESINO, CELEBRADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 17 DE MAYO DE 1992, "AÑO 34 DE LA REVOLUCION
".(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Compañeras y compañeros:
Muchas veces se habla de acontecimientos históricos; así, por ejemplo, se recuerda aquel congreso en el Segundo Frente, del cual nos dijo Prudencio algunos estaban inconformes de que le llamaran Primer Congreso en Armas. Dijo: Después ha habido otros congresos que no eran en armas, pero este, como expresó él, es una especie de congreso en armas.
Este tiene lugar, precisamente, en el período especial, en momentos muy agudos del período especial. En estos instantes en que la cuestión alimentaria adquiere una importancia enorme, tiene lugar, precisamente, el congreso de la ANAP o de los campesinos, con un peso importante en la producción de alimentos, que puede ser todavía mayor, porque la producción de alimentos se basa en tres pilares: las empresas estatales, las cooperativas de producción agropecuaria y los campesinos independientes; dos de estos pilares dependen de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, forman parte de la ANAP.
Se podría discutir también si es correcto llamarla ANAP, pero ya se llama así y nadie le va a cambiar el nombre, hasta Pepe tenía sus dudas al principio, y una vez me dice —creo que esto lo he contado otras veces—: "Oye, Fidel, ¿y este nombre de ANAP estará correcto?, porque Asociación Nacional de Agricultores Pequeños puede parecer de agricultores chiquiticos." Yo decía: "Bueno, pero si no le ponemos ANAP, se va a llamar ANPA, Asociación Nacional de Pequeños Agricultores, y es un nombre peor todavía."
Estos nombres propiamente tienen la significación que el pueblo les da, que la opinión les da, que la costumbre les da, que el hábito les da, y cuando hablamos de agricultores pequeños no estamos pensando en agricultores chiquiticos, sino en agricultores que no tienen mucha tierra, agricultores que no son terratenientes, que no son latifundistas, sino agricultores que explotan una determinada cantidad de tierra que no es muy extensa. Pero es que resulta que la ANAP ahora tiene también a las cooperativas, que no consisten precisamente en pequeñas extensiones de tierra; hay muchas cooperativas que tienen más de 100 caballerías y, claro, se pensó siempre y mantuvimos el criterio de que las cooperativas permanecieran dentro de la ANAP, y, efectivamente, las cooperativas son hoy orgullo de la ANAP.
Estos dos factores —como les decía— son dos pilares de la producción agrícola. Nosotros tenemos que impulsar las producciones agrícolas de las empresas estatales, pero tenemos que impulsar también la producción agrícola de las cooperativas de producción agropecuaria y la producción agrícola de los campesinos independientes. Si uno solo de estos pilares nos falla, la mesa queda incompleta, la mesa queda coja; el esfuerzo que hagamos en otro sentido lo perdemos si alguno de estos pilares falla.
Si los campesinos de las cooperativas de producción agropecuaria y los campesinos independientes se esfuerzan y el Estado no se esfuerza no hacemos nada; el Estado tiene, desde luego, un peso grande porque cuenta con recursos de tierra importantes. Si las cooperativas no avanzan tampoco, porque neutralizan o eliminan las ventajas del esfuerzo que estemos consiguiendo con el Estado o con los campesinos independientes. Si los campesinos independientes reducen su producción o no avanzan, entonces también se afecta el programa alimentario, puesto que tienen un peso importante en la producción de alimentos los campesinos independientes, en algunas provincias mayor que en otras, y en muchos cultivos, como el tabaco, un peso importantísimo, como aquí se ha señalado; entre cooperativas de producción y campesinos independientes, el peso es grande. Por eso tiene tanta importancia este congreso de los campesinos en período especial y por eso decimos que es un congreso histórico; pero no va a ser un congreso histórico solamente por las circunstancias en que tiene lugar, sino que va a ser también histórico por las consecuencias que se van a derivar de este congreso.
De cierta forma en este congreso han participado también los trabajadores agrícolas, los obreros agrícolas, porque aquí han estado presentes los dirigentes de la agricultura, han estado presentes los delegados que atienden al sector campesino. No vinieron todos los delegados provinciales del azúcar porque les pedimos que se mantuvieran en las provincias, ya que no concebíamos que pudieran estar ausentes cinco o seis días de la provincia en un momento álgido de la zafra y de las siembras y las limpias de la caña, así como de otros cultivos: el arroz, el pasto, pero, sobre todo, la terminación de la zafra, por lo que no nos parecía conveniente que estuvieran aquí con nosotros los delegados del MINAZ. Ya habíamos tenido una serie de festividades: habíamos tenido el Primero de Mayo en el momento crítico para la zafra y la agricultura en general, por suerte mucha gente trabajó el Primero de Mayo; pocos días después tuvimos el Día de las Madres, también por suerte mucha gente trabajó el Día de las Madres; pero todos estos eventos debilitan un poco el esfuerzo, a veces se desmovilizan muchas personas o van a sus casas y luego los que tienen que regresar el lunes son menos, sobre todo después de un esfuerzo grande como hizo la agricultura en el mes de abril.
Claro, algunas cosechas fueron tardías porque las siembras fueron tardías a causa del clima, y estamos aquí que no podemos perder un día, no podemos perder un minuto, ya que si ha llovido poco en estos días hay que aprovechar para preparar la tierra que no estaba preparada, y hay que preparar mucha tierra para caña, para pastos, para viandas y vegetales, para arroz; todo se complica mucho si no aprovechamos el tiempo, si no aprovechamos los días y las horas. Y dijimos: Que no se nos convierta ahora el congreso campesino en un bache; por lo tanto, que no vengan los delegados del MINAZ. Pero dijimos también: Que no vengan los delegados de la agricultura, excepto el de La Habana que debía estar aquí el primer día. Pero sí se enviaron los vicedelegados que atienden al sector campesino, y también se enviaron de todas las provincias representantes del Ministerio de la Agricultura y han estado presentes todos los primeros secretarios del Partido en las provincias, estos sí era imprescindible que estuvieran aquí, puesto que ellos no tienen la actividad directa de atender la agricultura. Sin embargo, hay que tomar en cuenta el papel que juega el Partido en todas las movilizaciones y en la creación de condiciones para que los programas se lleven a cabo, y, además, la enorme importancia que tiene el congreso de los campesinos, que no es solo un evento agrícola, es también un evento de la mayor importancia política, puesto que el campesinado constituye uno de los pilares —lo fue, lo es y lo será— fundamentales de la Revolución (APLAUSOS).
De modo que los trabajadores agrícolas, los representantes del gobierno que tienen que ver con la agricultura y con otras actividades, y los representantes del Partido, han estado participando también en este congreso. Por lo general, participan; pero este tiene la importancia que no ha tenido ningún otro congreso después del triunfo de la Revolución, tanto por su importancia política como por su importancia económica y, además, por el contenido de los análisis que aquí se han hecho.
Tengo la impresión de que ustedes se sienten muy satisfechos del desenvolvimiento del congreso. Ha sido muy serio. Creo que en ningún otro momento se ha discutido con tanta responsabilidad y con tanta seriedad. Voy a decir algo más, creo que en ningún otro momento se ha discutido con tanto patriotismo, y es porque todos estamos conscientes, muy conscientes del momento que estamos viviendo.
Nunca como esta vez se expresó tan categórica y enérgicamente lo que ha significado la Revolución para el campesinado, porque eso lo vemos muy claro en momentos como este. En momentos normales, tranquilos, sin problemas, sin dolores de cabeza, todas estas cosas se tienen presentes, pero no se hacen tan evidentes; pero si la patria está en peligro, si la Revolución está en peligro, si el socialismo está en peligro, entonces todo el mundo saca a flote con mucha fuerza y mucha energía el recuerdo del pasado, y saca a flote la conciencia de lo que la Revolución ha significado para el pueblo y ha significado para los campesinos.
Eso se ha visto aquí muy elocuentemente en las palabras de muchos de ustedes, y no se ha escuchado más porque el tiempo era escaso y teníamos que dedicarlo a distintos temas, había que dar oportunidad de hablar a los distintos sectores de la agricultura; pero realmente estoy muy impresionado por los pronunciamientos y las intervenciones. Puedo decir que fueron todas muy serias; unas más inspiradas, más elocuentes, pero todas con un contenido importante y un gran valor. Unos tienen más facilidad de palabras que otros, pero todos tenían muchas cosas que expresar; y aun aquellos que se ponían nerviosos —como dicen ellos—, en el fondo estaban tocando temas muy importantes.
Este congreso ha sido, además, un congreso que pudiéramos llamarlo científico y técnico, porque se ha hablado mucho de qué es lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Se ha reflejado aquí toda la sabiduría y toda la experiencia de los campesinos. Impresionan las cosas aquí explicadas de lo que se ha hecho en el período especial, y cómo muchas cooperativas y campesinos, después que se inició el período especial, con menos combustible y con muchos menos recursos, han estado produciendo más, y esos hechos demuestran que efectivamente en período especial con menos combustible y con muchos menos recursos podemos producir más. Esa es la gran victoria.
Aquí se ha estado explicando cómo lo han hecho, cómo lo han alcanzado. Se ha hablado de la yunta de bueyes, que era tradicional en los campesinos pero se ha incrementado. El país había caído en un exceso de mecanización, todo era con máquinas, y ahora tenemos que usar otros medios de trabajo, de transporte. Muchas cooperativas, campesinos independientes y también empresas del Estado están usando crecientemente los bueyes para trabajo agrícola; se han incorporado ya 100 000 bueyes que están trabajando, y se están incorporando otros 100 000. Ni se sabe el combustible que significa.
También hay todo un programa de distribución de bicicletas en los centrales azucareros, en las empresas agrícolas y en las áreas campesinas. Ya a los campesinos se les han entregado determinadas cantidades, pero se les van a dar cantidades adicionales; y se tiene calculado lo que ahorran en camiones, en combustible, en gomas, en tractores, al realizar muchas actividades en las que hoy se usan tractores y camiones. Si mal no recuerdo, creo que se van a distribuir en las áreas rurales alrededor de 250 000 bicicletas este año, para obreros, para cooperativistas, para campesinos independientes, 250 000 adicionales a las que ya se han dado. Demuestra esto cómo nuestro pueblo, nuestros ciudadanos y nuestros compatriotas tienen capacidad de adaptarse a períodos difíciles. Eso es muy importante.
El pueblo que no tiene capacidad de adaptarse a las circunstancias difíciles se pierde, y este pueblo nunca se perdió: atravesó períodos históricos sumamente adversos a lo largo de más de un siglo, y pasó por episodios muy tristes, como fue la famosa paz del Zanjón; por algo tan terrible como fue la intervención yanki en nuestra última guerra de independencia, cuando ya España no daba más; por algo más triste todavía, el licenciamiento del Ejército Libertador, la entrega de las armas y la Enmienda Platt, el derecho a intervenir que consagró y legalizó la intervención más descarada, y casi diaria, de Estados Unidos en nuestro país. Pero de cada una de esas épocas difíciles se levantó nuestro pueblo, como se levantará también de esta época difícil.
Aquí, en cada uno de los temas, se abordaron cuestiones y técnicas concretas en la producción de viandas y vegetales.
Se narraron muchas experiencias, y ustedes pudieron apreciar aquí que las condiciones no son las mismas en todo el país. Hay diferencias de suelo, tanto en la composición del suelo como en la topografía; hay climas, microclimas, y algunas experiencias útiles en un lado que pueden ser útiles en muchos otros, pero no en todos, y otras experiencias en determinadas provincias son útiles allí y no en otros lugares. Esto nos enseña que la vida es rica, que la vida es muy compleja, y no podemos simplificar las cosas.
También se habló de variedades de caña, cómo se comportaban —no tiene el mismo comportamiento la variedad en unas áreas que en otras—, o de viandas, o de vegetales.
Aquí se vio muy clara la importancia del trabajo de los investigadores y la necesidad de buscar variedades en cada una de las plantas, que se adapten al clima del país, a los suelos del país y a las regiones del país.
Sabemos que hay una serie de clones nuevos de yuca, muy buenos, que se pueden cosechar en distintos momentos. La yuca es noble, sobre todo, en las tierras de secano, puesto que no exige mucha agua; se guarda en la tierra, no requiere refrigeración y, si se tiene de distintas variedades, se puede cosechar en distintos momentos. Porque la agricultura también tiene sus picos, pero las necesidades del país no tienen pico, son iguales todo el año. Hay momentos en que abunda mucho la papa, pero la papa se acaba y entonces hace falta el boniato, la yuca, la malanga, el plátano y otros productos, y no todos se producen en la misma fecha del año, ni se siembran en la misma época del año. Y no es lo mismo cosechar en seca que cosechar en período de lluvia.
Uno se eriza cuando piensa cómo hay que sacar el boniato si la tierra está muy húmeda, a veces hay que hacerlo casi a mano; pero usted tiene que cosechar boniato en junio, en julio, en agosto, en septiembre, en octubre, bajo la lluvia, y no puede emplear la máquina si hay humedad, y a veces le da por llover bastante y no hay quien pueda utilizar una máquina. Es decir, el trabajo no es igual tampoco todo el año, a veces el clima o el grado de humedad facilitan o complican las cosas.
Pero, bueno, son nobles el boniato y la yuca, el ciclón no los liquida, y si usted los tiene en el suelo los tiene seguros; y puede escalonar la siembra, pero puede también diversificar las variedades para tener esos alimentos todo el año, o tener más de uno cuando tiene escasez de otro.
Ya se sabe que la yuca, desde luego, sí no se puede tener mucho tiempo fuera después que se saca; que hay que transportarla y distribuirla rápido, no es como otras viandas.
Tenemos otra vianda muy noble que es el plátano, que se da todo el año y que, precisamente, cuando llueve mucho y hace calor se siente más feliz.
Ya ustedes vieron aquí la explicación que dio el compañero de la cooperativa de Mompié, cómo en aquellas lomas tan húmedas tiene una excelente cosecha de plátano fruta que ha sembrado; allí, donde es muy difícil cultivar otras cosas, se cultiva el plátano, con una humedad permanente que se puede decir que lo que tiene es un microjet natural en Mompié.
Aquí esas experiencias se expresaron, se enriquecieron nuestros conocimientos; se habló de ciencia y técnica, se habló de azotobacter, se habló de biopesticidas y de biofertilizantes, recursos a los que tiene que acudir este país. La necesidad de encontrar soluciones nos condujo a desarrollar un congreso científico.
Sobre la caña ustedes vieron todo lo que se discutió. Manolo, el compañero de la cooperativa de Quivicán, habló de la importancia de las variedades.
Aquí se reconoció que durante años se perdió tiempo en el trabajo de variedades de caña, indiscutiblemente, en los centros de investigación que tenían esa tarea; también se explicó el intenso trabajo que en ese campo se está haciendo ahora. Pero yo me pregunto si los campesinos por el mundo cuentan con el nivel de conocimientos que tienen nuestros campesinos, que pueden discutir de las variedades de caña y de la regionalización de las variedades con tanto nivel técnico.
Aquí se habló de la estructura de cepas en la caña, y cómo la amarga necesidad de escasez de fertilizante y de combustible, que incide incluso en cosas tan decisivas como el regadío, ha disminuido las disponibilidades de caña estos años y nos ha obligado, por una razón o por otra, a cortar casi hasta la última caña, afectando algo tan importante como es la composición de cepas. El problema es que, trabajando en condiciones tan estrechas como trabajamos, no podemos darnos el lujo de dejar 20 000 caballerías de caña esperando para el otro año, cuando este mismo año tenemos necesidades apremiantes de alimentos, de medicamentos, de combustibles, de materias primas y de otras cosas que no nos permiten ahora, en este momento, esperar al otro año. Había compromisos, había demanda, había necesidades del país. En eso los campesinos cañeros han cooperado generosamente con el país, igual que lo han tenido que hacer las empresas estatales, los complejos agroindustriales, porque ellos quieren también tener una composición de cepa ideal.
Ahora tenemos que ver cómo compensamos esos inconvenientes.
Se habló aquí de cómo se está masificando la aplicación del amoníaco por ser la forma más económica de aportarle nitrógeno a la caña.
Se habló de las 22 bases que tenemos listas, de las 16 más que se están haciendo y de la idea de llegar a 50 y, posiblemente, a 60, lo que nos permitirá en un período no lejano que tal vez podamos aplicarles fertilizante nitrogenado a través del amoníaco a casi 80 000 caballerías de retoños, lo cual significa una reducción considerable de los costos del nitrógeno y una forma de aplicación del nitrógeno muy buena, y, según se dijo aquí también, disminuye incluso el efecto de determinadas plagas en la caña. De todas esas cosas técnicas se discutió y se brindaron informaciones.
Se habló mucho del intercalamiento, de las rotaciones en la caña, y cómo intercalar frijoles en período de frío. El frijol normal puede ayudar a mantener limpias las cañas, producir alimentos y aportar nitrógeno natural al suelo, nitrógeno que captan las bacterias asociadas con las leguminosas, e incrementar los rendimientos de caña.
Se habló también de los programas existentes y que están aplicándose en escala reducida todavía para ver los resultados de la rotación de soya con caña, pero dentro del mismo año, sembrada en primavera; de la búsqueda de variedades adecuadas de soya, cómo se ha hecho.
Las variedades que se están sembrando —y son numerosas—, se suponen idóneas para la primavera. Si no las sembramos en primavera y las sembramos en enero, necesitaríamos riego y perderíamos un año la cosecha de caña, estaríamos produciendo soya a costa de producir menos azúcar; pero si logramos sembrarlas en primavera para rotar en frío, estaríamos produciendo alimentos y, a la vez, incrementando los rendimientos de esa caña, ahorrando fertilizantes, ahorrando importaciones. Por eso es que hemos pensado en esta fórmula de la soya en primavera.
El compañero Adolfo, del INIFAT, nos habló de la variedad cubana número 23 que están desarrollando para la primavera, y dice que es resistente a las plagas. Porque la verdad es que las dos cooperativas que tienen experiencia en la siembra de soya en Matanzas, nos advirtieron de los riesgos de plagas que a veces se hacen incontrolables en la soya sembrada en primavera, no así en lo que se siembra en otra época del año más seca y fresca. Esa fue una advertencia muy importante que desde ayer mismo nos puso a pensar a todos, porque se están buscando variedades de primavera. Hay que ver si esas variedades son resistentes o no a las plagas; eso es muy importante, porque no hacemos nada con que resistan el calor, las lluvias, los demás factores y, en cambio, no sean resistentes a las plagas.
Se habló ayer también, y bastante, del frijol carita, del tradicional y del otro, y de sus cualidades, sus posibilidades
Hoy estábamos hablando con los compañeros de la agricultura y del azúcar, de la necesidad de multiplicar rápidamente esos 40 ó 50 quintales que tiene Adolfito, convertirlos para mayo del año que viene en miles y miles de quintales. Porque hay que sembrar ahora rápido, si es necesario, incluso, en algún área de soya o caña para multiplicar la semilla, y en áreas de tabaco en distintas provincias. Recoger toda la semilla que tengamos y guardar una pequeña reserva —siempre hay que guardar una pequeña reserva por razones botánicas y de seguridad—, pero sembrar el máximo posible ahora en mayo; en septiembre y octubre volver a sembrar, y en enero volver a sembrar. Y si no tenemos éxito con la soya —puede haber incluso éxito un año, porque sea más seco, y otro sea menos exitoso—, debemos estar preparados para hacer esa rotación de caña con este frijol, que está visto que puede ser muy útil también para la siembra de rotación con el tabaco. Al menos, el compañero de la cooperativa de Consolación, que indiscutiblemente es muy capaz y muy listo, captó inmediatamente la posibilidad de la rotación del tabaco con este frijol.
Ayer mismo se hizo un proyecto experimental, salió de aquí, de distintas fórmulas, para ver cómo se optimiza la cuestión de la calidad y la cantidad en el tabaco.
Es decir que lo que discutíamos de la caña fue útil o posiblemente sea muy útil y muy práctico para otros cultivos, porque el tabaco no se siembra precisamente en primavera; la caña se puede sembrar en primavera y en frío. Pero un frío bien sembrado da más que una primavera quedada, eso lo saben ustedes perfectamente bien. Por eso no debemos renunciar, aunque falláramos con la soya; y mientras aparezca una soya que sea resistente no solo al calor y las lluvias, sino también a las plagas, podemos hacer la rotación con ese frijol, aunque sea para incorporar parte al suelo, si no pudiéramos recoger todo lo que da.
De inmediato, lo que hay que hacer es multiplicar esa semilla que tenemos, la semilla de carita, y no renunciar a la idea de esta rotación que puede mejorar la agrotecnia cañera, sembrando menos caballerías en primavera, sembrando más caballerías en frío. Todas esas ideas técnicas se discutieron ayer.
Fue muy agradable escuchar las experiencias de las cooperativas cañeras, muy agradable, porque se ve que hay dominio; y los módulos pecuarios, el uso del carnero en las cooperativas cañeras para que paste en la guardarraya; y cómo a veces puede pastar, incluso, cuando la caña está grande, dentro de la caña.
Se habló hasta del uso de la oca en algunas de estas actividades. La oca es una introducción reciente, no se ha multiplicado más por problemas de los gastos de pienso, pero se puede multiplicar, si es necesario y si le encontramos un empleo altamente útil en algunos cultivos. Mientras tanto, es muy alentador escuchar que se están usando los carneros en las cooperativas cañeras y que ya hay 100 000; si mal no recuerdo oí hablar de 100 000 cabezas de ganado ovino en las cooperativas cañeras.
Aquí se habló de distancia, de curvas de nivel y de todas las cosas que se pueden hacer en la caña y en otros cultivos.
Fue también agradable escuchar al compañero de Peladero, cuando nos explicaba qué está haciendo con el café, con la malanga, cómo ha logrado incrementar la producción y cómo la traslada 20 kilómetros en mulo, para que vean el trabajo que cuesta, la honradez que significa ir a entregarla y lo que cuesta transportar esa malanga que se distribuye a la población a los precios establecidos, que no es objeto de especulaciones.
Se habló del microjet en el plátano, que es una técnica verdaderamente revolucionaria. Estas técnicas se han estado aplicando fundamentalmente en áreas estatales ya que deben ser plantaciones grandes, puesto que requieren un área determinada con su centro de beneficio y que el plátano se traslade lo menos posible antes de llegar al mismo; se requieren, por lo menos, unas 100 hectáreas para tener un centro de beneficio de este plátano. Si el plátano está muy distante, muy aislado, hay que trasladarlo en camiones, carretas, carretones, lo que sea, y se estropea; un racimo de esos que pesa 100, 120 y hasta 140 libras se estropea mucho por su propio peso cuando se traslada.
Aquí percibimos cómo ya en algunas cooperativas de producción agropecuaria se empieza a introducir también la técnica del microjet en el plátano.
Nos hablaron las cooperativas de La Habana, de Güira; nos hablaron las cooperativas de allá de Ciego de Avila, del entusiasmo que tienen, las perspectivas que ven en esta técnica. Se habló también del microjet en el cítrico y de lo que puede significar.
Los compañeros de los centros de investigación intervinieron en numerosas ocasiones, de aquí salieron programas. Es cierto que estas ideas se venían elaborando, pero aquí ya se hizo oficial, pudiéramos decir, el programa por la recuperación de la calidad y el volumen de las producciones. Se vio claro que en el tabaco nosotros podemos hacer lo que queramos, siguiendo un orden de prioridades. Salió todo un programa, todo un plan que se va a poner en práctica inmediatamente, localizando todas aquellas áreas que constituyen las vegas finas, para ver la agrotecnia que hay que aplicar, la importancia que tiene ese tabaco por el valor exportable, lo que significa un puro, o lo que significa esa materia prima convertida en puro, el valor que tiene un puro, los ingresos que obtenemos por el tabaco, los ingresos que podemos obtener, dónde debemos hacer el esfuerzo principal, y tiene que quedar muy claro qué es lo que tenemos que hacer en rotación en esas tierras de tabaco, sobre todo en las vegas finas, para priorizar la calidad y el volumen de la producción. Se vio claro que en determinadas áreas tenemos las exportaciones, la calidad, el volumen, de lo cual dependen ingresos importantes y el prestigio del país. Se vio claro que por ahí hay que empezar y hay que empezar inmediatamente.
Ya nos llegaron noticias de cómo avanzan en Pinar del Río, del número de campamentos construidos, los compañeros del Ejército Juvenil que van a movilizar y los contingentes que se van a movilizar, por la importancia de tener gente especializada en ese tipo de trabajo.
Me agradó mucho que hayamos dedicado una parte importante del congreso a discutir estos aspectos técnicos, y que nuestro campesinado haya demostrado tanto conocimiento, tanta sabiduría, tanto sentido común, tanto nivel de preparación y su capacidad de comprender todo eso. Realmente debo decir que impresionaban las intervenciones de muchos compañeros, por toda la sabiduría que encerraban, el control, el dominio del tema, de las materias. Los hombres que hablaron aquí saben lo que están haciendo.
Impresionaron mucho las cooperativas de producción y los presidentes de esas cooperativas. Hay toda una constelación de cuadros con grandes conocimientos; pero también muchos de los representantes de las cooperativas de créditos y servicios que aquí hablaron impresionaron por su dominio, por sus conocimientos.
Es realmente alentador ver qué niveles de conocimientos han alcanzado los hombres de nuestros campos, los hombres y mujeres de nuestros campos, y cómo se ha demostrado aquí lo que puede hacerse y lo que vamos a hacer.
No puedo, en estas conclusiones, dejar de señalar este aspecto de los análisis y los debates del congreso. Uno siente que el pueblo entero no haya podido estar presenciando el congreso todo el tiempo, y confío en que la mayor parte posible de las intervenciones se reflejen de una forma o de otra.
Otro tema de importancia que se discutió con mucho honor, con mucha dignidad en este congreso fue el relacionado con las ventas ilegales, o ilícitas, o desvío de recursos, lo cual motivó una excelente declaración del congreso.
Ese tema había que discutirlo, como es lógico. ¿Qué, se iba a acabar el mundo por eso? No, no se iba a acabar el mundo, cumplíamos nuestro deber revolucionario discutiendo ese tema con ecuanimidad, con serenidad, con análisis, con justicia: quiénes eran y quiénes no eran, quiénes tenían responsabilidad y quiénes no tenían responsabilidad.
Fue muy importante también tratar de percibir o de indagar cuánto podían influir los desvíos o las ventas ilegales en las entregas a acopio de los campesinos independientes, y cuánto podía deberse a otros factores, porque no podemos dejarnos guiar por anécdotas, sino tenemos que conocer bien las realidades. Creo que ese punto se discutió adecuadamente y se esclarecieron muchas cosas.
En el periódico "Granma" de ayer decía: "Discuten la disminución de las entregas del sector campesino." No es enteramente correcto hablar de la disminución de las entregas en el sector campesino, aunque, efectivamente, se produjo en todo el sector una disminución en el año 1991. El año pasado fue un año complicado, con muchas plagas, mucha mosca blanca en el tomate, en otros cultivos y hubo productos afectados. Uno sabe todos los años qué se afectó; el año pasado se afectó bastante la col, el tomate, la papa resultó bastante afectada por distintos factores: muchos calores, maduración precoz, pérdida del área foliar, todo eso, y también hubo factores en el riego y otros de carácter subjetivo.
Por eso yo estos datos los traje otra vez para que todas estas cosas se divulguen, se publiquen —estoy hablando en este caso no para ustedes, sino para los que no han participado en el congreso—, cómo fue la cosa en 1991 y cómo es en 1992.
Claro, en 1991, como ya dijimos, aumentaron las entregas del Estado a acopio en un 15,8% nacional, disminuyeron las cooperativas de producción agropecuaria en un 6,9 y los campesinos independientes disminuyeron mucho más, como se dijo, que fue un 24,3%. Hemos tratado de ver qué factores influyeron en el año 1991; sin embargo, hay un hecho alentador en el primer cuatrimestre de este año: aumentaron las entregas del Estado —otra vez vuelven a aumentar por encima de las del año pasado— en 20,8% nacionalmente; pero las cooperativas de producción agropecuaria, en el primer cuatrimestre, incrementan en 20,03%. Hay un incremento notable en las cooperativas de producción agropecuaria ya este año, por eso no es exactamente correcto decir "disminución en el sector", porque las cooperativas de producción agropecuaria son del sector campesino. Hubo otra vez disminución, esto puede preocuparnos un poquitico más, en el sector independiente porque disminuye 24,3 en 1991; pero en el primer cuatrimestre de 1992 disminuye 8,1, a pesar de que no hubo los problemas climáticos aquellos adversos en el tomate y en otros cultivos. Habría que seguir indagando qué factores son los que han incidido.
Claro, hay provincias —como aquí se pudo apreciar y por los otros datos que poseemos— en que los tres sectores disminuyeron: el estatal, el cooperativo y el independiente, y hay una provincia en que los tres aumentaron.
Creo que es estimulante ver lo que en la provincia de La Habana se produjo, cómo fue el comportamiento en el año 1991: el sector estatal incrementa en 67,7%; cooperativas de producción agropecuaria disminuyen en 2,2%; campesinos independientes disminuyen en 19,1%. Primer cuatrimestre de 1992: el sector estatal vuelve a aumentar sobre lo que había aumentado el año pasado y en una cifra notable: 53,2%; pero las cooperativas de producción agropecuaria aumentan también de forma notable: 37,4%; y los independientes aumentan este año con relación al año pasado, que habían disminuido más, no han recuperado el nivel de 1990, pero ya aumentan 8,4%. Es decir que lo que está ocurriendo en esta provincia es muy bueno para el país; provincia que al producir más libera a las otras provincias, puesto que muchos de los abastecimientos de la capital, que tiene 2 100 000 habitantes, venían de las otras provincias: de Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, hasta de Holguín venían a veces productos.
En la capital y en la provincia La Habana, hay que alimentar en materia de viandas y vegetales —que es de lo que estamos hablando—, con 42 000 hectáreas, a casi 3 millones de habitantes, más el consumo social, que es el equivalente a cientos de miles de consumidores adicionales. Es muy bueno para el país que esta provincia incremente notablemente, como lo está haciendo, la producción.
Desde luego, las empresas estatales tenían más potencial. Las tierras de las cooperativas de producción agropecuaria estaban bastante bien explotadas, aunque les faltaba fuerza de trabajo. A las empresas estatales les faltaba mucho más la fuerza de trabajo y tenían un potencial mayor de incremento; al mejorar la organización y la eficiencia, al aplicar la técnica y la ciencia, es lógico que estas empresas estatales den un salto muy grande de producción y, sobre todo, al contar con la fuerza de trabajo.
Pero vean cómo las cooperativas de producción tenían potencial todavía, a pesar de que sus tierras estaban mucho mejor utilizadas que las tierras estatales. Su potencial lo demuestra el incremento de producción en la provincia de La Habana en el año 1992, y estamos en período especial, con menos combustible y con menos recursos; pero ha sido resuelto el problema de la fuerza de trabajo en lo esencial, fundamentalmente gracias a la cooperación de la Ciudad de La Habana. También coopera la provincia, pero, naturalmente, la Ciudad de La Habana tiene mucho más personal, muchos más habitantes, mucho más potencial humano, y la capital está ayudando en la producción de su propio abastecimiento. Esta es la situación real.
Hay que prestarles especial atención a los productores independientes para saber cuáles son los problemas. Por algunos ejemplos que aquí se plantearon como el de Peladero y otros, o el ejemplo que nos planteó el compañero de Niquero, se ve que se puede, con menos recursos y en período especial, y a pesar de los problemas climáticos, incrementar la producción. Entonces, hay que conocer bien los problemas para lograr ese incremento, y que eso se generalice. Es tarea importantísima de la ANAP abordar este problema, estudiarlo, trabajar con los campesinos independientes.
En La Habana se está trabajando con ellos. Incluso, a ellos se les planteó aquí en La Habana: "Escojan, el programa es este; de este programa, qué parte prefieren ustedes, cuánto quieren de papa, cuánto quieren de ajo, cuánto quieren de zanahoria, cuánto quieren de otras producciones." No para bajarles un programa, sino decirles: "El programa de la provincia que el país necesita es este, escojan de ahí."
Claro, muchos escogen el ajo, tiene ingresos altos, pero también lleva mucha fuerza de trabajo. A veces la concentración en el ajo trae como consecuencia el descuido de la zanahoria, o el descuido del tomate. Hay que ver el problema y cómo podemos hacer todas esas cosas. A veces también hay un exceso de otros cultivos que no son los comerciales, quizás una extensión mayor que la necesaria sembrada de frijol para autoabastecimiento en esa época del año, en detrimento de siembras que hay que hacer de yuca, o de boniato, o de tomate, que son cultivos de esa etapa.
No disponemos de suficiente tierra para darnos el lujo de reducir las áreas de papa. Fíjense que todavía hay que sembrar en Pinar del Río tomate para ayudar en los suministros a la capital, y la provincia tiene que hacer un gran esfuerzo. Fíjense que hemos tenido que dedicar en los últimos años 750 caballerías de caña a viandas y hortalizas en La Habana. No podemos subutilizar la tierra. Si hay que sembrar papa, que nos va a dar 5 000 ó 6 000 quintales para suministrar los mercados, y usted exagera el área de autoconsumo de frijoles deja de sembrar papa, o deja de sembrar o de atender la papa, o deja de atender el boniato, la yuca o la zanahoria.
Tenemos que procurar un aprovechamiento racional de la tierra de los agricultores independientes: hay que hablar con ellos, conversar, discutir, explicarles todas estas cuestiones.
Claro, no nos metemos con su autoabastecimiento; incluso, en la provincia de La Habana se ha autorizado desde hace un año la cría de cerdos, que por razones sanitarias no se permitía y hay mucha gente criando cerdos en la provincia de La Habana. Tenemos que evitar que el cerdo se vaya a alimentar con plátano, con boniato, con papa o con cualquiera de esos cultivos; el cerdo debe alimentarse con desechos de cosechas, en fin. 0 si se toma demasiada tierra para alimentar el cerdo, entonces va a ir en detrimento de la producción de tomate, de yuca, de boniato, de papa, de zanahoria, de col, de remolacha o de otros cultivos que, en dos palabras, necesitan más de 3 millones de consumidores, incluido —repito— el consumo social.
Ya hemos hecho un gran esfuerzo al reducir de la caña 750 caballerías, que tienen regadío, para dedicarlas a la producción de alimentos para esos millones de habitantes. Luego, tiene lógica que se exija un uso racional y óptimo de esas tierras.
También algunos cultivos se prestan más al desvío, ya sabemos que el frijol se presta bastante al desvío y la especulación. Si usted está sembrando mucho más de lo que necesita para el autoconsumo, ese excedente puede ir a parar, por vías irregulares, a la bolsa negra. Todas estas cosas hay que analizarlas.
Se puede trabajar perfectamente, y nosotros trabajamos perfectamente con métodos racionales con las empresas del Estado, con las cooperativas de producción agropecuaria, con los campesinos independientes, tomando en cuenta sus intereses, ver qué les interesa, qué les conviene, apelando a sus sentimientos cívicos, revolucionarios y patrióticos. Eso es muy importante.
Hay que ver que en este momento no es el dinero el móvil fundamental; el dinero abunda, como ustedes lo saben. En momentos como este que está viviendo el país, en un período especial hace falta una gran dosis de patriotismo y hay que apelar al sentimiento de solidaridad del campesino, al sentimiento revolucionario, al sentimiento patriótico del campesino, explicarle las cosas; porque si creemos que vamos a resolver a base de dinero estaríamos mal. Claro, el dinero juega su papel; los precios que se pagan, como aquí se ha dicho, les proporcionan ingresos razonables, ingresos relativamente elevados a los campesinos, algunos aquí lo explicaron.
Ultimamente hemos ido elevando precios, incluso algunos al consumidor, para tratar de que coincidan con los costos y para tratar de estimular determinadas producciones, porque entre dos producciones, una que dé más ingresos y otra que dé menos, siempre tendrá un lugar privilegiado la de más ingresos; pero hay que apelar al sentimiento de solidaridad, al sentimiento revolucionario, al sentimiento patriótico de todos. Sin eso no podríamos resolver los problemas del período especial, porque no son condiciones normales, son condiciones en que escasean muchas cosas. Y si cayéramos en la ilusión de creer que imprimiendo billetes y repartiendo dinero vamos a resolver los problemas, estaríamos, realmente, muy equivocados, estaríamos totalmente equivocados.
Respecto al tema en concreto de los desvíos de recursos aquí se hizo una cosa muy evidente, y es que están pagando justos por pecadores. Hay, efectivamente, miembros de la ANAP —como aquí se dijo y se reconoció— que desvían recursos. No son la mayoría ni mucho menos, son una minoría; pero, claro, una minoría determinada, pequeña, puede contribuir a las disminuciones de las entregas, o si se siembra menos, ello puede contribuir a las disminuciones de las entregas. Es decir que hay una serie de aspectos que pueden influir en esto: cuánto se está sembrando, cómo se está sembrando, qué técnica se está aplicando, cuánto se está entregando al Estado.
La ANAP conoce algunos casos que, habiendo consumido bastante combustible y bastante fertilizante, han entregado 20, 30, 35 quintales de viandas; hay casos notables, otros son un poco más disimulados. Los compañeros de Villa Clara nos dijeron que conocían, de los 11 000 productores independientes, de un tipo o de otro, de 1 000 y pico que participaban en estos desvíos de recursos.
Pero aquí quedó muy claro que hay que distinguir entre campesino y "campesino"; porque donde hay mayor desorden es en un gran número de tenedores de tierra por distintas razones, de una hectárea, de dos, a veces un poco más, a veces por irregularidades, porque se retiró y de donde trabajaba fue para el campo a vivir en un lote heredado —hay irregularidades de esas que han dado lugar a gente que tiene hasta 6, 7 ó 10 hectáreas o una caballería—, que no tienen nada que ver con la ANAP.
Es decir, hay mucha gente que se escapa a toda supervisión de la ANAP —porque no se incorporaron como miembros—, de todo control de las autoridades de la organización de acopio; porque algunos de los que tienen una arboleda o siembran un producto u otro y no entregan, no son propiamente los miembros de la ANAP, aunque hay miembros de la ANAP que actúan también así. Pero hay muchos tenedores de tierra —y algunos que son ilegales— que usan y abusan de la práctica de las distribuciones ilegales. Hacen un daño económico, desde luego, pero hacen, sobre todo, un daño moral, porque la gente que no sabe llama campesino a todo el mundo, no sabe si es de la ANAP o no, si tiene compromisos o no tiene compromisos morales con la organización, y dicen: "Bueno, los campesinos"; entonces generalizan, que si son los campesinos los que están haciendo esto, lo otro y especulando. Y resulta que no tienen el comportamiento de un campesino, realmente no están en la organización campesina.
Desde luego, no debemos obligar a nadie a que esté en la organización campesina, pero sí debemos tener conciencia de cuáles son nuestras atribuciones y cuál es nuestra jurisdicción. Y por eso planteaba ayer que la ANAP debe tener jurisdicción sobre todo el que es tenedor de tierra, es decir que la ANAP no puede ser ajena, y nadie se puede escudar: "Yo no pertenezco a la ANAP y hago lo que me da la gana." La ANAP le puede decir: "No, usted es tenedor de tierra, y aunque no sea miembro de la ANAP usted tiene obligaciones sociales, usted tiene obligaciones morales con su país, con su patria; usted no tiene derecho a estar robando, usted no tiene derecho a estar especulando, usted no tiene derecho a cometer esa injusticia con el pueblo en momento de período especial, guiado por una avaricia insensata de querer acumular y acumular dinero y, además, usted no tiene derecho a desprestigiar a los campesinos, y a que todo el mundo tenga un mal concepto de los campesinos como consecuencia de su comportamiento."
La ANAP debe tener jurisdicción sobre todos los tenedores de tierra, como principio, y derecho a exigirles; pero, además, los Consejos Populares deben tener derecho de jurisdicción sobre todos los tenedores de tierra.
Hay que buscar medios prácticos —como yo decía ayer—, no se puede esperar en estas circunstancias a que un camión vaya recogiendo mata por mata un quintal, dos quintales de mango o de cualquier otro cultivo; tenemos que buscar mecanismos que garanticen que esos productos lleguen a acopio o lleguen al pueblo y que no sean objeto de especulación.
Se hizo evidente que la estructura de atención a los campesinos no era eficiente. Se ha elaborado una nueva estructura para una atención más directa al campesino, y que el campesino tenga que tratar con uno y no con 10, facilitar las cosas. Eso requiere, desde luego, una buena selección de personal competente, de personal serio, de personal honrado; y si deja de ser honrado, cambiarlo, si deja de ser honrado, descubrirlo a tiempo para cambiarlo. Porque usted pueda garantizar que una persona sea honrada hoy, no puede tener la seguridad que dentro de 10 años vaya a ser honrada. Hay personas que son honradas toda su vida y hay personas que son honradas solo una parte de su vida. Hay que tener un control de todo eso, cómo funcionan estas personas que tienen responsabilidades, cómo atienden, cómo cumplen.
La ANAP debe fiscalizar su trabajo, los Consejos Populares deben fiscalizar su trabajo; y entre la ANAP, los Consejos Populares y la agricultura deben ir creando las fórmulas prácticas e inteligentes de combatir la especulación y de garantizar que no haya ese robo descarado, que consiste en vender un artículo a veinte veces su precio. Y eso no se puede calificar de otra forma que de robo.
Si hablamos de vigilancia y de patrullas armadas para combatir el delito común —porque alguien quiere robar plátano, o alguien quiere robar yuca o quiere robar boniato—, tenemos también que organizarnos para evitar esa otra forma de robo. Da lo mismo que un individuo robe plátanos o que venda el plátano a diez veces su precio, o a veinte veces su precio, o venda la malanga a diez veces su precio, porque el que vendió una malanga a diez veces su precio se ha robado nueve libras de malanga, no ha sudado, él no ha producido 10 libras, él ha producido una y la ha vendido al precio de 10, aprovechando una necesidad momentánea, o algún familiar enfermo, o a un médico que le dio por la teoría de la malanga como medicina —y que me perdone el asesor que defendió la malanga como medicina, y Prudencio también habló de la malanga como medicina— y realmente, como he hablado con los médicos, dije: Déjame aclarar de una vez que hay otras viandas que son muy buenas para el estómago, como la calabaza, la yuca, o el plátano, o la papa.
Del plátano se saca la bananina, y el mejor alimento para niños es la bananina, mejor que la malanga. Todo el mundo sabe lo que tiene la malanga, es buena, no es ácida, cae bien; pero cae bien también la yuca, y cae bien la papa, unos más, unos menos.
¿Qué creen ustedes? ¿Ustedes creen que en Europa hay malanga? ¿Ustedes han oído hablar de que en Francia, en Italia, en Inglaterra, en España y en Europa haya malanga? ¿Y los niños de qué se alimentan? No tienen ninguna malanga, y les hacen productos derivados de la harina de trigo, de otras cosas y mucha papa. Lo que les dan a los niños en Europa es papa, mucha papa, porque tienen muy pocos tubérculos, o les dan zanahoria u otras cosas.
Es insostenible la teoría de la malanga como medicamento. Ahora hay muchos médicos a los que se les ha metido en la cabeza la malanga. No saben recetar otra cosa y recetan malanga, y después tiene que venir el Estado a garantizar la malanga que mandó el médico, y entonces la malanga se ha convertido en medicina, en un país que tiene tantas viandas, y que tiene, además, el plátano, y lo va a tener en cantidades muy grandes, en cantidades crecientes.
Hay alguna gente que cree que es medicina y va y paga cualquier cosa. Pero también hay que tener en cuenta que los que pagan muy caro pueden ser gente que en la ciudad no estén muy claras. Admito que puede haber gente buena y honrada que en un momento ha tenido la debilidad, o se ha considerado en la necesidad de hacer una compra ilegal. Pero en esto tanta culpa tiene el que mata la chiva como el que la amarra. Claro, estos que especulan tienen siempre, con una motivación u otra, alguien que colabora. Igual que el que compra cosas robadas: mataron una vaca y después aparecieron los clientes.
Pero no se olviden de que en las ciudades hay especuladores, merolicos, macetas y ladrones, y esos tienen todo el dinero que quieran, y ese puede ir por ahí comprando cosas. ¿Es justo que un campesino le venda a esa gente?
Tenemos ese tipo de problema, pero creo que a partir de este congreso, y no pensando que se va a obrar el milagro de que mañana se acabó todo, con los acuerdos del congreso, la declaración del congreso y con medidas inteligentes, se puede ir combatiendo cada vez más ese mal hábito, ese vicio, esa inmoralidad que es la especulación, esas injusticias contra el pueblo.
Muchos de ustedes aquí hablaron con dolor de cómo se concibe que alguien que está recibiéndolo todo, que si hay que operarlo del corazón lo operan, aunque sea un merolico y cueste 100 000 dólares la operación, o que reciba cualquier atención, cualquier tratamiento el número de meses que sean necesarios en los hospitales, que sus hijos se eduquen, que tenga la seguridad que tiene un ciudadano con la Revolución, pueda estar realizando actividades de esa naturaleza.
Es muy inmoral; pero en el pueblo hay factores morales: el honor, la dignidad, el orgullo del hombre, el sentido de su valer; es una fuerza tremenda, y tenemos que usar esas fuerzas morales en la lucha, independientemente de medidas legales que se aplican cuando ya no hay otra alternativa.
Mi opinión es que a partir de este congreso —igual que a partir de un momento determinado se fortaleció la lucha contra otras formas de delito, que es el que llega allí robando— hay que fortalecer la lucha contra esta otra forma de delito, contra esta otra forma de robo, que equivale a las ventas esas a precios bochornosos realmente que algunos hacen; sobre todo, hay que luchar para que no se confundan unos campesinos con otros, hay que luchar para que no se confunda un tenedor de tierra cualquiera que no está atado a nada, que ha procurado estar libre de todo, para hacer lo que le da la gana, y que ante el pueblo quede bien claro cuál es el sentido del honor de nuestros campesinos, de nuestros agricultores, qué están haciendo, cómo están ayudando al país y cómo se están comportando en este período especial.
Debe decirse que el campesino tiene muchas glorias en la historia de nuestro país, y ha jugado un papel muy importante a lo largo de la historia de nuestro país y en la Revolución, acumula muchos valores, y aquí se reflejaban esos valores.
Alguien pudiera decir: en ese congreso estaban los mejores. Sí, desde luego, en ese congreso estaban los mejores: los que tienen más méritos, más historia, más capacidad, más claridad; pero eso no explica los sentimientos expresados por ustedes aquí. Hay que decir que no solo están los mejores, sino que están los más representativos. Estos campesinos representan al resto de los campesinos; estos campesinos son portadores del sentimiento, del honor y de la dignidad de los demás campesinos (APLAUSOS). Estos delegados son los que tienen más autoridad y más prestigio entre los campesinos; estos delegados son los que dirigen a los campesinos, y, a partir del hecho real de que aquí están los mejores, estos que están aquí tienen una gran influencia y representan su sector como hermanos que son de la clase obrera, como aliados y hermanos —a mí me gusta todavía más la palabra hermanos que la de aliados, porque expresa más, dice más—, son los que dirigen a los campesinos. De modo que aquí no es que hablaron los mejores, aquí hablaron los campesinos del país, a través de aquellos hombres que tienen más méritos, más autoridad y más prestigio.
¿Quién va a discutir el prestigio, la autoridad y la influencia de los presidentes de cooperativas de créditos y servicios que hablaron aquí, o de los presidentes de cooperativas de producción que hablaron aquí? ¡Nadie lo puede discutir, nadie tendría derecho a discutirlo!
La historia no va a ser al revés ni va a cambiar. Los campesinos van a seguir siendo una piedra angular de la Revolución, un factor fundamental de la Revolución, uno de los pilares de la Revolución (APLAUSOS).
No se haga ilusiones el enemigo imperialista. Los campesinos fueron los que nutrieron las fuerzas fundamentales del Ejército Libertador en las guerras de 1868 y de 1895, y los campesinos fueron los que constituyeron la fuerza fundamental del Ejército Rebelde en la última guerra de liberación.
Los campesinos saben muy bien lo que pasó en Cuba y lo que era Cuba: la Cuba de la colonia, contra la cual se sublevaron, y la Cuba neocolonial de los terratenientes y de los servidores del imperialismo, contra los cuales también se sublevaron.
Los campesinos saben lo que fue esa Cuba, de todas las injusticias y de todos los abusos; no lo tengo que decir yo porque lo han dicho ustedes aquí con más elocuencia que nadie. Los campesinos tienen una conciencia clara y una cultura mucho más alta.
Si algunos problemas se forman es, en parte, deficiencia de nuestro trabajo, que nos hayamos tardado en reaccionar a tiempo, con toda la eficiencia necesaria; pero reaccionamos, y reaccionamos con la eficiencia que se requiere.
Los campesinos saben lo que pasó en este país cuando vinieron las grandes empresas yankis y se apoderaron de todas las tierras, que es más o menos lo que quisieran hacer ahora, apoderarse otra vez de todas las tierras y de todas las riquezas de este país, gobernar este país y hacer en él lo que les dé la gana; que no se lo vamos a permitir, porque gobernarán a otros, pero no gobernarán a un solo cubano con sentimiento patriótico, a un solo cubano con honor y con vergüenza (APLAUSOS PROLONGADOS).
Que no nos subestimen y mucho menos subestimen a nuestros campesinos, que han cumplido sus deberes más sagrados no solo a lo largo de la historia, sino que a lo largo de la Revolución. Han cumplido igualmente sus deberes internacionalistas. ¡Cuántos campesinos han participado en las misiones internacionalistas, y cuántos no han derramado su sangre, o la sangre de seres queridos en el cumplimiento del más sagrado deber revolucionario, en Cuba y fuera de Cuba!
Todo ese sentido de la gloria, del honor y la dignidad lo tienen nuestros campesinos, eso no se puede desconocer. Y nuestros campesinos forman nuestra reserva de las tropas regulares, las Milicias de Tropas Territoriales; están organizados en zonas de defensa y están armados, son los que cuidan el orden.
Antes venía la guardia rural con un gran caballo que procedía de Texas, le llamaban caballo tejano; con un sombrero tejano de esos también, que era aquel que usaba la guardia rural, que lo copiaron de las tropas de ocupación yanki, y con un gran machete, que no era precisamente el machete mambí para dar carga de caballería contra el enemigo, contra los opresores de la patria, sino carga de caballería contra el hombre humilde del pueblo, carga de caballería contra el campesino para desalojarlo, para maltratarlo, para explotarlo, para entregarle sus tierras a un terrateniente.
Es decir que toda esa historia y todo lo que ha ocurrido aquí lo sabe el campesino que defiende la Revolución, y la defiende con las armas en la mano. Por eso les decía que hoy el orden no lo establece aquella gente de la guardia rural, es el campesino.
Me pregunto en cuántos lugares del mundo es el campesino el que establece el orden; si les dan armas a los campesinos por ahí, ya ustedes saben lo que pasaría. Eso en Cuba era prohibido, el que pensara eso lo tenían por loco y con razón, porque a la gente explotada, a la gente avasallada, a la gente humillada, ¿qué le van a dar?, ¿le van a dar funciones de orden? Pero desde el triunfo de la Revolución, en este país el orden, que es una de las expresiones más altas de las funciones del Estado, lo guarda el campesino junto con el obrero agrícola, junto con el pueblo, esa es la verdad. No es solo si hay escuelas, si hay médicos, si hay círculos, si hay 26 solo de Ceballos que son ya profesionales universitarios y solo nueve que se han incorporado a las actividades agrícolas, según se hizo evidente ayer cuando dije que se nos había ido la mano —si de Ceballos hay 26, ¡figúrense!; están en las universidades, están de profesores, están en las escuelas, son de todo—; por eso tenemos que elevar la productividad y la eficiencia.
No es solo eso, no es solo todo lo que tiene hoy, sino la dignidad que tiene hoy el hombre, el respeto que tiene hoy el hombre, las funciones que hoy ejerce el hombre, porque él es la fuerza, él es el poder.
Claro, somos enemigos de merolicos y de los yankis; bueno, no hay gran diferencia, la diferencia que hay entre unos ladrones chiquitos y unos ladrones grandes. No me refiero al pueblo norteamericano, ni mucho menos, que, como todos los pueblos, tiene grandes virtudes; me refiero a las clases oligárquicas explotadoras de ese país, en el que acaba de reventar un absceso, y tiene cientos de abscesos.
Qué diferencia, ¿verdad?, entre el campesino poniendo orden aquí y lo que pasa allá, que tienen que enviar las tropas regulares para poner el orden dentro de las ciudades. Miles de soldados armados hasta los dientes, tanques, cañones, las tropas invasoras de Panamá y otros países poniendo el orden allí; y policías de todas clases, porque no hay país con más policías en el mundo que ese. ¡Vean qué diferencia!
Todos esos logros de la Revolución los percibe el pueblo, los percibe el campesino; todas esas son realidades a las que no está dispuesto a renunciar, cualesquiera que sean los sacrificios que haya que pasar.
Sacrificio mucho más grande lo hicieron nuestros libertadores en 1868, y lo hicieron nuestros libertadores en 1895. Y cuando los años aquellos de la reconcentración de Weyler, ¡cuánto trabajo no pasó nuestro pueblo, cuánta hambre no pasó!
En el machadato, a lo largo de la república, cuánto trabajo y cuánta hambre no pasaron nuestros campesinos y trabajadores agrícolas, cuánto sufrimiento, cuánto olvido. No tenían empleos, se veían obligados a hacer colas delante de los cañaverales para que les dieran chance de cortar caña. Allí sí que no había agua fría, ni campamento, ni comedor, ni transporte, ni merienda, ni nada de eso: el hombre se movía con un jabuco, si podía, allí ponía un pan con guayaba y se pasaba todo el día, y muchas veces cortando caña descalzo. ¡Esos sí fueron terribles sacrificios!
Los del machadato, porque no tenían la tierra. Ahora la tierra es del pueblo, no hay ninguna empresa extranjera aquí propietaria de tierra; toda la tierra disponible de este país está en manos del pueblo para cultivar caña, café, cacao, tabaco, frutas, viandas, vegetales, arroz, pastos, con el fin de producir leche, carne, alimentos, ¿para quién?, para el pueblo o para exportarlos con vistas a traer alimentos, o medicamentos, o materias primas para el pueblo. El pueblo tiene todos esos recursos en la mano; en el machadato no tenía nada, el desempleo, y descalzo, nada más. Si se metía en un pedazo de tierra ya sabía lo que le pasaba, rodeado de latifundios por todas partes.
Hoy lo que tenemos es la emulación entre las tierras que cultiva el Estado, las tierras de las cooperativas de producción agropecuaria y las tierras de los campesinos independientes, todo el mundo haciendo el esfuerzo por producir más alimentos para el pueblo.
Tenemos la tierra, por difíciles que sean las circunstancias, y podemos explotarla con tractores, si hay combustible, o con bueyes, o con lo que sea; tenemos la técnica, tenemos la ciencia. Nadie nos prohibe buscar una variedad u otra, la que tenemos la multiplicamos rápidamente. Tenemos todas las posibilidades.
Nuestros sacrificios ni siquiera se parecen a aquellos que hicieron los cubanos en otros tiempos. ¿Se imaginan los campos de Cuba en la Guerra del 68, en la del 95? ¿Se imaginan los campos de Cuba en la época de la reconcentración de Weyler? ¿Se imaginan la situación de nuestros campos en la época del machadato? Situación que se prolongó indefinidamente hasta el triunfo de la Revolución, eso no tiene vuelta de ojo; cuando triunfa la Revolución había alrededor de 600 000 desempleados en este país, un atraso sanitario, educacional tremendo. El que aprendía a poner malamente su nombre se podía considerar un privilegiado.
Es decir que aun en período especial la situación y las posibilidades son mucho mayores que las que tuvo el pueblo en ningún otro momento, porque el pueblo es dueño de sus riquezas, el pueblo es dueño de su destino; eso es lo importante. Y esa propiedad sobre nuestro destino y sobre nuestro futuro no podemos permitir que nadie nos la arrebate.
Es verdad que tenemos algunos tenedores de tierra que se portan peor que la United Fruit Company, o como algunos de aquellos
latifundios, y quieren ganar más dinero que los latifundistas aquellos con una hectárea o dos sembradas de algunas cosas que, por unas u otras razones, pueden escasear.
La inmensa mayoría de la tierra, digamos, para ser más exacto, está en manos del pueblo trabajador, y está en manos de gente honrada, de gente patriótica, de gente revolucionaria.
Eso es lo que tenemos, esas son las conclusiones que hay que sacar de todo lo que hemos visto aquí en estos tres excelentes días, sobre todo en los dos primeros en que se discutieron las cuestiones generales de la agricultura. Sé que esta mañana discutieron cosas internas.
Realmente, tenemos razones para sentirnos satisfechos, para sentirnos orgullosos, para regresar a las provincias y a los campos llenos de aliento, todos, no solo los campesinos, sino también los cuadros del Partido, los cuadros del Gobierno, los cuadros de la agricultura.
Sabemos las tareas, estamos atrasados en la siembra de caña, estamos atrasados en la siembra de viandas y vegetales, estamos atrasados en la siembra de pastos, estamos atrasados en la siembra de arroz, estamos atrasados en la zafra. Ahora estamos recuperando el tiempo perdido; el desfase que produjeron las lluvias tardías nos atrasaron en muchas de esas cosas, las dificultades que tenemos que vencer, haciendo un gran esfuerzo en todos los campos, incluida la ganadería —que no había mencionado—, donde se están introduciendo grandes innovaciones técnicas, como los pastoreos racionales con cerca eléctrica, que son una revolución en la ganadería tan grande como el microjet en el plátano; la siembra de leguminosas: glicina y leucaena, para las que hemos ido recogiendo semillas y hay un plan ambicioso de siembra; y la siembra de caña para producir saccharina.
Desgraciadamente en la caña que sembremos ahora, en mayo, estamos atrasados por las lluvias; y las lluvias —como decía ayer— en este momento, si vienen fuertes nos producen algún bien y nos pueden producir también bastante mal todavía, sobre todo por no haber terminado la zafra. La primera quincena nos ha permitido laborar la tierra bastante y llevar muchas tierras a listas. Pero, lógicamente, hasta que no llueva no se puede empezar a sembrar la caña, la soya, los pastos y en muchos lugares las viandas y los vegetales.
El arroz es con regadío, la lluvia prematura puede dificultar la preparación de tierra, porque están levantándose los diques para realizar fangueos allí donde la lluvia no nos permita preparar toda la tierra; es decir, previendo lo que pueda ocurrir, creándose las condiciones para poder trabajar. Pero este mes, el mes que viene y el mes de julio van a ser meses de grandes esfuerzos, porque tenemos muy poco herbicida, poco fertilizante; pero si la caña se nos enhierba la falta de fertilizante produce más daño. Limpiar la caña, sembrarla bien, cultivarla, cultivar los retoños, utilizar la paja como herbicida, todo eso nos ayuda en estas condiciones. Por eso hay que cultivar bien la caña para compensar la falta de herbicida y la falta de fertilizante.
Ustedes ven los esfuerzos que hacemos y cómo hay que distribuir divisa por divisa en cada una de las necesidades que tenemos, pero con nuestro esfuerzo podemos ayudar a aliviar los problemas.
Debemos terminar el congreso con la idea de que por delante hay un trabajo muy grande en las semanas y meses venideros. Tenemos que ir con el ánimo dispuesto allí a nuestro puesto de combate a librar esa batalla y ganarla. Sé que con ese espíritu van a regresar ustedes al campo, con esa moral, con esa confianza y con esa decisión, con esa firmeza, y seguros de que cualesquiera que sean las dificultades seremos capaces de vencerlas, seremos capaces de salir adelante.
No me queda más que darles las gracias por el congreso que han realizado, por la felicidad y la satisfacción que hemos sentido al ver el nivel y la calidad de las discusiones y de los análisis.
Darles las gracias, como revolucionario de esta época —pues ya llevamos algún tiempito en esta tarea—, por haber tenido la oportunidad de ver con nuestros propios ojos y de apreciar los frutos de lo que en el corazón y la inteligencia de nuestros campesinos ha sembrado la Revolución.
Siente uno deseos de gritar:
¡Que vivan nuestros campesinos!
¡Que viva nuestra patria! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")
¡Que viva la Revolución! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)