DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL
COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE
ESTADO Y DE MINISTROS DE LA REPUBLICA DE CUBA, EN LA SESION INAUGURAL DE LA
SEGUNDA CUMBRE IBEROAMERICANA DE JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO, MADRID, ESPAÑA,
EL 23 DE JULIO DE 1992.
(VERSIONES
TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO
Su Majestad;
Excelencias:
Grandiosa fue la hazaña de Colón, e
intrépidos los que fueron capaces de conquistar y colonizar decenas de millones
de kilómetros cuadrados de territorio poblado en el hemisferio occidental. Pero también sin precedentes en la historia
fueron los ejemplos de resistencia heroica como la de Tenochtitlán,
capital de los aztecas, e insuperable la hazaña de los hombres que, con Bolívar
a la vanguardia, fueron capaces de liberar después todo un continente.
Juntos hemos escrito una dramática y
fabulosa historia. Pero no se viaja
desde tan lejos para asistir simplemente a una conmemoración por importante que
sea. Nos trae aquí la conciencia de que
en América Latina nuestra unión no existe todavía, nuestra independencia está
por consolidarse y nuestro pleno desarrollo está por realizarse.
Conmemoramos el V Centenario cuando se
ha roto el balance de fuerzas en el mundo, cuando conceptos esenciales de la
soberanía están cuestionados, cuando surge en el planeta el hegemonismo
unipolar.
¿Qué ocurrirá en los próximos
quinientos años? ¿Será de nuevo una gran parte de la humanidad sometida a las
peores formas de dominación? ¿Será ignorada, aplastada, absorbida en el orden
político, económico y cultural, esta vez no únicamente por el poder que emana
de las armas más sofisticadas, sino también por el monopolio de tecnologías
avanzadas, el control absoluto de la economía mundial y el dominio total de los
medios de comunicación masiva? ¿Podrán sus derechos ser garantizados por las
Naciones Unidas, cuyas funciones han sido usurpadas por un Consejo de Seguridad
que hoy es manejado a su antojo por la mayor potencia militar, que impone su
política en el minúsculo grupo de los que ostentan el anacrónico derecho al
veto, irritante y antidemocrático privilegio que es indigno de nuestra época?
Preguntémonos,
incluso, si la humanidad podrá sobrevivir a la destrucción del medio ambiente,
propiciada por las sociedades de consumo, despilfarradoras y enajenantes;
sociedades que no resuelven los problemas sociales y económicos fundamentales,
como quedó demostrado en la opulenta ciudad de Los Angeles, dentro de un país
que pretende ser modelo de sistema político y donde la violencia racial es cada
vez más brutal, los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más
pobres y los negros e hispanoamericanos cada vez más discriminados.
Cuando nos
reunimos aquí, ese propio país, la mayor potencia militar de la historia, ha
proclamado el derecho bárbaro a secuestrar ciudadanos de cualquier nación en
cualquier parte del mundo:
el imperio tratando de gobernar el planeta; un planeta que es,
además, ingobernable.
Ese mismo
imperio, hace más de treinta años, bloquea despiadadamente a Cuba, pequeño país
latinoamericano. Ni siquiera los
alimentos y medicamentos están excluidos.
Se intenta rendir por asfixia económica y hambre a un pueblo que se
niega a renunciar a su independencia y a sus ideas: un genocidio, un ultraje a la
humanidad.
¿Es este acaso
el nuevo orden mundial? ¿Es este el porvenir que espera a cada país que aspire
a ser verdaderamente independiente?
Y para el
Tercer Mundo en su conjunto, ¿cuáles son las esperanzas?
Hay en esta época
convulsa y confusa quienes decidieron vender su alma aspirando a vivir como en
París o en Londres simplemente cambiando de ideología. Países considerados hasta hace poco como
industrializados, reclaman ahora cientos de miles de millones de dólares con el
sueño de convertirse en sociedades de consumo, compitiendo por los recursos con
los que necesitan de verdad desarrollarse.
Los enormes
déficit presupuestarios de la potencia hegem6nica succionan cuantiosos medios
financieros a la economía mundial.
¿Qué quedará
para vencer el subdesarrollo de la inmensa mayoría de los que en América
Latina, África y Asia empezaron a ser colonias europeas hace precisamente
quinientos años? ¿Tendrán que vivir acaso de las limosnas y los desperdicios
del mundo rico?
Cualesquiera
que fuesen las respuestas a estas interrogantes, a ningún latinoamericano se
nos escapa la necesidad histórica, ante todo, de unirnos e integrarnos.
La integración
económica y política con América Latina es ya un objetivo inscrito en las
páginas de la Constitución de la República de Cuba.
Divididos,
nuestros pueblos no podrán garantizar su independencia, el respeto de los
poderosos, el bienestar a que aspiramos y un lugar decoroso en el mundo.
En esta
excepcional ocasión deseo saludar al pueblo español, a los valerosos y nobles
descendientes de los que lucharon 700 años por su independencia y de los que en
defensa de la patria derrotaron a los ejércitos, hasta entonces invencibles, de
Napoleón.
Agradezco su
cálida hospitalidad, y agradezco, de modo especial como latinoamericano, que
pueda hablar aquí hoy en español y no en inglés.
El pueblo
cubano se siente heredero de las mejores tradiciones del pueblo español.
Nada es
imposible para los que luchan.
Nuestro Héroe
Nacional José Martí, hijo de padre y madre españoles, en vísperas del reinicio
de la lucha por la independencia, escribió algo que parece concebido para esta
reunión: "Cuba
no anda de pedigüeña por el mundo: anda
de hermana, y obra con la autoridad de tal.
Al salvarse, salva. Nuestra
América no le fallará, porque ella no falla a América."
Muchas gracias
(APLAUSOS).