DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA CLAUSURA DEL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LAS CIENCIAS, EFECTUADO EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 28 DE MARZO DE 1992, "AÑO 34 DE LA REVOLUCION
."(VERSIONES TAQUIGRAFICAS-CONSEJO DE ESTADO)
Compañeras y compañeros:
Tengo la impresión de que la familia creció en la noche de hoy, fue creciendo a medida que se desarrollaba el congreso.
Hemos trabajado dos días con espíritu de contingente. Admiro mucho a los hombres y mujeres que se pasan 10 horas, 12 horas, y a veces más tiempo trabajando, realizando labores físicas fuertes; sin embargo, creo que el trabajo que hemos desarrollado en estos dos días ha sido un trabajo muy intenso, tal vez, incluso, más difícil que trabajar 12 horas físicamente. Creo que hemos hecho un gran esfuerzo mental, ya que ha habido un gran número de intervenciones, se han abordado un gran número de temas, todos de un enorme interés, y la atención no decayó un solo minuto a lo largo de las horas.
Por lo general, cuando participo en los eventos de esta naturaleza, suelo estar todo el tiempo y no moverme, ya es una tradición. Soy como Rosa Elena, esclavo de mis propios compromisos. Ella lo hizo con el cigarro y yo lo tengo hecho con la Asamblea Nacional, a cuyas sesiones no he faltado ni un solo minuto desde que se creó; pero creo que tampoco he faltado un solo minuto a las de ninguno de los congresos a los que he asistido.
Recuerdo esto para apoyar la idea de que puedo ser testigo de cuando se hace un esfuerzo grande, ya que he participado en muchos congresos y eventos de esta naturaleza, y creo que este fue uno de los que requirió más esfuerzo mental. Se explica por la importancia de las cuestiones que discutíamos, por el interés que todos sentimos por cada uno de los temas que aquí se han abordado, por todo lo que está relacionado con la ciencia, por la conciencia que existe de la enorme relación que hay entre ciencia y solución de los problemas de nuestro país, y se explica también, desde luego, por el nivel intelectual de los aquí presentes.
Hemos tenido muchos congresos nacionales, internacionales, a veces han sido congresos de maestros, de profesores, de médicos; pero realmente nunca habíamos tenido un congreso de científicos.
Ha sido esta una oportunidad excepcional en ocasión de la creación del sindicato. No quiere decir esto que no se pueda convocar un congreso específicamente científico, o que el sindicato un día lo pueda convocar, porque no pienso que vamos a estar tres, cuatro o cinco años sin volvernos a ver todos juntos, porque a lo largo del año uno se encuentra con muchos de ustedes, pero no así todos juntos.
Es realmente la primera vez que en nuestro país se reúne un número tan alto de científicos entre delegados e invitados, y, naturalmente, una asamblea de este carácter tiene un elevado nivel intelectual, no por la forma de expresión, porque si habíamos llegado a la conclusión de que no por ser un eminente científico se podía ser un eminente director, o no se debía nombrar como director a un eminente científico por consideración a él, al trabajo, a los servicios que presta, ser científico no necesariamente significa una capacidad de expresión o una elocuencia especial, aunque aquí ha habido compañeros que han demostrado elocuencia, otros que han demostrado psicología, inteligencia, y otros que se ponían nerviosos. Bueno, digamos que la mayor parte se pusieron nerviosos.
También nos lo dijo el doctor Lorenzo, que se sentía él muy nervioso, y es un hombre valiente, audaz, que incursionó en el campo de la Cirugía y trajo innovaciones muy importantes; sin embargo, no le gusta, por lo que se ve, hablar en público, ni nosotros lo forzamos ni mucho menos, lo hemos tratado con todas las consideraciones, de manera que no le hemos pedido ni siquiera que diga unas palabras, aunque yo le pregunté si le gustaría. El dijo: "Yo prefiero las cosas de la cirugía." Yo mismo se lo pregunté: "¿Tú prefieres la cirugía?" Y responde: "Yo prefiero las cosas de la cirugía."
Creo que el nivel intelectual estaba dado aquí por el contenido de los temas que se abordaron y de las muy numerosas referencias que se han hecho al trabajo que ustedes están realizando.
Si pudiéramos decir que nunca vimos tantas personas con miedo escénico y tantas personas nerviosas al hacer uso de la palabra, lo cual puede demostrar también el gran sentido de la modestia, o la modestia de nuestros investigadores, y de la forma en que se han dedicado abnegada y silenciosamente al trabajo sin mucha publicidad; puedo decir también que nunca había visto tantas personas deseosas de hablar, de intervenir y de compartir con los demás lo que están haciendo. Nunca vi tantas solicitudes de palabra, y está probado que había una contradicción evidente entre el tiempo disponible y la cantidad de personas que habían solicitado hablar; pero a pesar de eso era muy alto ese número de personas, y cualquiera de ustedes pudiera comprender con un simple cálculo aritmético que los 327 delegados no podían hablar en este evento, aunque los 327, de manera unánime, casi pudiéramos decir, llevando las cosas al extremo, querían hablar, y a pesar de que al mismo tiempo inventaron un mecanismo de defensa frente a los oradores, sobre todo si se prolongaban un minuto más.
Yo no pude dejar de reírme cuando la compañera de pedagogía —porque fue realmente muy simpático, había prometido hablar breve, y además, no había sido muy extensa— dijo: "Yo espero por los aplausos para terminar", e instantáneamente se produjo un aplauso. De modo que se creó aquí un mecanismo de defensa contra un fenómeno que ustedes mismos habían creado, y ese fenómeno tenía dos aspectos: el deseo universal de hablar y el deseo universal de extenderse, aunque hubo algunos que heroicamente hicieron uso de la palabra unos minutos nada más, y esos se encontraron entre los que cosecharon los mayores aplausos.
Llama la atención, y meditaba que precisamente hacia falta este encuentro, era necesario, era imprescindible por qué querían hablar todos, por qué querían participar todos, y yo nunca había visto eso en un evento, nunca. Demuestra varias cosas, pero entre otras, la necesidad de que nos reuniéramos, nos comunicáramos e intercambiáramos. Demuestra el estado anímico de ustedes, lo apasionado que están con lo que están haciendo, el apego, el amor que sienten por lo que están haciendo, la conciencia de la importancia de lo que están haciendo. Demuestra también el enorme interés de ayudar al país, porque ustedes saben que cada una de las cosas que expresaron aquí tienen mucho que ver con la supervivencia de la Revolución y del país. Todas esas cosas se hacían evidentes.
Creo que nunca, en ninguna época, nuestro país tuvo el privilegio de contar con un número tan elevado de científicos, y no solo con un número tan elevado, sino con una calidad tan alta, tanto en el orden revolucionario como en el orden patriótico, en el orden moral, en el orden humano.
A todos nos emocionaron las palabras del compañero santiaguero cuando habló de que aquí se expresaba, realmente, el fruto de la Revolución y que los aquí presentes eran expresión del nuevo hombre, o del hombre nuevo —como quieran llamarlo.
Puedo decir también que sé que en ningún país hermanó de América Latina cuentan con lo que nosotros contamos en el terreno de la ciencia, y me atrevería a decir que muy pocos países en el mundo. Podrán tener un número mayor de científicos —sobre todo países con mucha más población que el nuestro—, podrán contar con más recursos, en muchos campos con más experiencia; pero de lo que estoy seguro es de que en ninguno cuentan con un personal de más calidad humana y de más calidad ética, de más espíritu solidario y de más desinterés que el de nuestros científicos. En ese aspecto estoy seguro de que ocupamos un primerísimo lugar.
Todos ustedes saben que no estoy exagerando, todos ustedes saben que no me estoy dejando arrastrar por ningún sentimiento chovinista y que todo lo más que hago es expresar una realidad objetiva. Creo que nuestro país también está consciente de eso, y no partimos de una base amplia o de una base sólida en el terreno de la investigación.
Han transcurrido los años, desde luego. ¿Cuántos científicos teníamos cuando triunfó la Revolución? ¿Cuántas instituciones científicas había en nuestro país? ¿Cuántos investigadores? No teníamos una base; si decimos que comenzamos de cero, sería correcto. Nos queda —como se mencionó al principio— la tradición de algunas personalidades científicas muy destacadas en nuestro país, pero cuando triunfa la Revolución no existía una base para el desarrollo científico.
Hay que decir que ese desarrollo científico se ha alcanzado con la Revolución, y no se alcanzó, desde luego, desde el primer día, hubo muchos tanteos, muchos esfuerzos. Ya expliqué cómo trabajó la Academia de Ciencias en un número de años, cómo proliferaban las instituciones. Pienso que en los últimos 10 ó 12 años, sobre todo, es qué se empezó a desarrollar este impulso que tiene hoy la ciencia.
No han sido pocos los esfuerzos que se han hecho en esa dirección. Hubo un tiempo en que ni siquiera había una selección.
Esas mismas universidades que hoy se jactan —me perdonan la palabra jactar, la digo con cierto humor— de ser formadores de científicos, durante muchos años fueron formadores de profesores para las mismas universidades, porque los mejores alumnos se quedaban con ellos los organismos también reclamaban el personal, y muchas veces dejaban el personal restante para ingresar en los centros de investigación. Desde luego, no todos, había algunos que desde que eran estudiantes ya se interesaban por las investigaciones, tenían vocación de investigadores; pero durante muchos años se enviaban graduados que no eran los mejores expedientes de las universidades, aunque, desde luego, entre los que ingresaban en el campo científico había primeros expedientes y gente con mucha vocación y mucha capacidad. Pero, en general, no venían en masa.
Pienso que a los centros de investigación científica deben ir los mejores estudiantes, los que tienen más capacidad, los que tienen más vocación; debe ser esa una premisa para sostener este impulso que llevan las ciencias en nuestro país.
Desde luego, ya les conté cómo durante un tiempo hicimos un gran esfuerzo para desarrollar las investigaciones en las universidades y se les dieron recursos de distinta índole, se les dio un gran apoyo, porque como sabíamos que se habían quedado en las universidades muchos de los mejores graduados, queríamos que esos graduados participaran en las investigaciones.
También durante un cierto tiempo nos preocupó bastante que los que iban de profesores no habían participado en la producción. Muchos graduados de ingeniería de distintas facultades se quedaban directamente como profesores, sin pasar por la producción o los servicios. Eso fue motivo de preocupación, pero resultó una necesidad insoslayable, en dos palabras: había que dotar a las universidades de suficiente personal. Ya después se fueron ideando nuevas cosas: cómo rotaban o cómo participaban los profesores en las actividades productivas, en los servicios, y cómo también se incorporaban a la docencia profesionales con experiencia en la producción y los servicios.
Claro que todo no fue igual en todas las carreras, hay algunas que por tradición o por la forma en que fue concebida la formación del personal, en ellas había una estrecha relación entre la docencia y los servicios, por ejemplo, medicina. Y esa misma idea la fuimos desarrollando después hasta que, al fin, todos los hospitales se convirtieron en hospitales docentes; los policlínicos, con la institución del médico de la familia, se convirtieron también en instituciones docentes; los hospitales municipales y rurales se convirtieron en docentes. Antes había un solo hospital docente, hoy en nuestro país todos los hospitales son docentes, y hoy en nuestro país con los programas de formación el estudiante empieza, prácticamente, en los hospitales y toda su vida estudiantil transita por los hospitales.
Eso es más factible hacerlo en los servicios y, sobretodo, en los servicios médicos; es factible hacerlo en la educación, en los servicios educacionales, donde pueden tener los estudiantes una participación activa en la prestación de los servicios y adquirir una gran experiencia. Es más difícil hacerlo en determinadas carreras: física, química o matemática; pero aun así se han creado las unidades docentes de la producción, que fue un avance importante que nos permitió, realmente, ir obviando esta dificultad de que muchos de los profesores universitarios y muchos de los estudiantes no tenían posibilidades en la práctica.
Recuerdo algo más: cuando aquí se empezó a jugar al capitalismo con fuerza cuando a través del Sistema de Dirección de la Economía se crearon determinados mecanismos, al país y a las instituciones docentes del país les costaba trabajo buscar un lugar donde entrenar a los estudiantes; bien fueran técnicos medios, obreros calificados o estudiantes universitarios, no los querían porque o les estorbaban, o les podían afectar algunos índices económicos. Así fuimos viendo cómo en un Estado socialista, donde el pueblo es propietario de las industrias, nuestros estudiantes prácticamente ya no podían entrar en las fábricas porque, realmente, se creó una contradicción entre aquellos mecanismos de corte capitalista y las necesidades vitales del país de formar a su pueblo, y formarlo en aquellas instituciones que no eran de ningún capitalista, de ningún propietario privado, sino propiedades de todo el pueblo.
Se fueron venciendo todas esas dificultades, podemos decir que en muchos campos se han dado avances importantes. Mencionaba aquí a los maestros, a los profesores. Hoy día todos los futuros profesores tienen que pasar por el nivel universitario, todos los maestros primarios tienen que pasar por el nivel universitario, tienen que estudiar en las universidades, y decenas de miles de los que ya se habían graduado con el anterior sistema hicieron después los estudios universitarios. Recuerden ustedes que no están lejanos aquellos tiempos en que un estudiante de maestro primario comenzaba con sexto grado; hoy tienen que entrar de preuniversitario y cursar cinco años en la universidad, es un avance. No nos damos cuenta, pero se han ido produciendo avances importantes.
Lo mismo ocurre con el personal de enfermería, ya los estudiantes de enfermería —en su mayor parte muchachas— realizan sus estudios en las facultades de medicina. Va disminuyendo el número de ingresos en medicina, pero va aumentando el número de ingresos en licenciatura de enfermería, en esas excelentes instalaciones que tenemos en la mayor parte de las provincias para la enseñanza de la ciencia médica. Los he visto en los campamentos, en estos días había 5 300 estudiantes de medicina en 24 campamentos, y casi 1 000 estudiantes de farmacia en otros tres.
Los movilizados al campo de esta quincena casi todos eran estudiantes universitarios, y qué bien trabajaron; les correspondió el período más difícil de cosecha, que eran estos 15 días entre la mitad y fines de marzo. Ellos terminan ya mañana, pero han recogido cientos de miles de quintales de papa que fueron a guardarse en frío —porque hay que hacer como las abejas, guardar en este período para después. Han hecho un excelente trabajo.
Todo esto nos hace meditar mucho.
No dejaba de admirarme el espíritu que pude observar en esos estudiantes. Es cierto —como decía— que algunos de ellos no saben ni lo que es una buena dieta, y si no los enseñan dudo que puedan después recomendarle a un paciente una dieta adecuada; pero son unos trabajadores excelentes, en realidad.
Los vi también muy interesados en el deporte, tenían sus competencias deportivas.
Creo que mañana los compañeros de la FEU van a despedir a ese grupo de estudiantes, van a tener un acto simbólico —no podrán estar todos, porque están regados por la provincia—, por allá por Batabanó van a tener un encuentro con ellos; creo que les van a entregar lo recaudado con su trabajo al congreso de la juventud.
Les puedo asegurar —ya que he hablado con admiración de este encuentro— que uno siente orgullo, siente admiración cuando se topa con esos estudiantes. Pero debo decir que no fueron solo los de medicina: los de farmacia, los de tecnología, los de otras carreras universitarias, los de derecho. Todas las noticias que tengo de los estudiantes que se han movilizado por 15 días son muy buenas.
Ya había llegado a oídos nuestros que si el año pasado, en algunos campamentos, a veces se quedaban fiestando hasta las 2:00 de la mañana; ellos, claro, jóvenes, van y se pasan la noche de fiesta y van a trabajar al otro día. Estuvimos conversando con la FEU sobre cuál debía ser la hora tope en que debía terminarse la música, y se acordó las 11:00 de la noche, es decir que tienen su tiempo para hacerlo. Yo les decía: Por muy jóvenes que sean ustedes, no se trabaja igual al otro día si se han dormido seis o siete horas, que si se han dormido dos o tres horas. Todos tenemos experiencia en lo que es pasar malas noches; nosotros en las montañas tuvimos bastante experiencia sobre eso, a veces nos pasábamos toda la noche caminando para llegar a un objetivo por sorpresa, y al otro día teníamos que regresar y volver a caminar, y entonces sentíamos realmente el esfuerzo que habíamos realizado en la noche y no estábamos en las mismas condiciones físicas, a pesar de que estábamos muy entrenados y éramos jóvenes. A los estudiantes se lo digo. Ellos van a trabajar de verdad, no van con espíritu de fiesta, pero, jóvenes al fin y al cabo se entusiasman con la música. Pues hasta eso lo han organizado bien, lo han regulado y han tenido un comportamiento excelente.
Ayer explicaba mis preocupaciones. En determinados momentos de la Revolución, casi desde el principio, me parecía ver desde entonces, con aquella universalización del estudio, que nos podíamos convertir en una sociedad de intelectuales. Pero realmente he visto en los estudiantes universitarios, que son la máxima expresión, precisamente, de ese ciudadano que va a recibir una preparación intelectual para un trabajo intelectual; he visto en ellos una conducta ante el trabajo físico excelente.
Fue la necesidad la que nos obligó a promover las movilizaciones de ciudadanos de la capital a la agricultura, a crear contingentes en el campo, a enviar estudiantes; pero pienso que si realmente la necesidad no lo hubiera establecido, habría sido conveniente hacerlo, porque pocas cosas he visto enseñar a la gente como enseña ese trabajo. Esas movilizaciones están enseñando a nuestra gente, que muchas veces no tenía idea de cómo era el trabajo en la agricultura de cultivos varios, ese trabajo que abandonaron casi todos los jóvenes campesinos cuando tuvieron oportunidad de hacer otra cosa, porque era un trabajo duro.
¿Saben ustedes quiénes hacen ese trabajo en Canadá? Los inmigrantes. ¿En Estados Unidos? Los inmigrantes. ¿En España quiénes creen ustedes que recogen la aceituna, el tomate empalado y todas esas cosas? Los inmigrantes. Los ciudadanos de esos países hay muchos trabajos que no hacen, de los famosísimos países superdesarrollados; son inmigrantes de Africa, de Asia los que hacen esos trabajos, como en el corte de caña en el pasado, cuando la esclavitud, eran los esclavos los que hacían ese trabajo; y durante mucho tiempo lo hicieron inmigrantes haitianos y jamaicanos, hasta que el crecimiento demográfico y la falta de empleo dieron lugar a que el cubano hiciera cola en los cañaverales. Pero tan pronto la Revolución triunfa se acabaron aquellas colas, surgieron cientos de posibilidades para la gente y se iban de allá.
¿Cuánta gente de la Sierra Maestra no vino con nosotros para acá, para la capital? ¿Y cuántos no vinieron por su cuenta detrás de nosotros? Sí, usted le dio la propiedad de la tierra, créditos y le dio todo, pero aquel hombre que se había ido a vivir allá por la presión terrible del capitalismo, sus hijos se fueron a estudiar y ellos tenían sus amigos por aquí y por allá, y vinieron en masa para las ciudades y también para la capital. Yo les digo que casi la mitad de la gente que hoy vive en la capital vinieron de las otras provincias, y muchos de oriente; los conozco por la fisonomía, ya me he especializado en adivinar hasta de qué provincia es el ciudadano. No sé si será el sol, será algo, pero cada uno tiene un aire, sin oírlo hablar, nada más de mirarlo, y me encuentro orientales o hijos de orientales. De vez en cuando, cuando voy a algún campamento, me confundo, pero no tanto ya, cuando hay algún ecuatoriano o ecuatoriana, peruana, que se dan cierto aire oriental también, pero inmediatamente se aprende a distinguir que son estudiantes becados de algún país latinoamericano.
En realidad, esos trabajos fueron abandonados por los jóvenes y se creó esta necesidad. Ahora tenemos que ir más lejos, ahora nos correspondió la parte critica del periodo especial que ha limitado mucho las disponibilidades materiales, pero tenemos que persistir en la idea y hacer cuanto s esfuerzos sean posibles para ir creando las condiciones de vivienda en esas áreas donde hoy tenemos los campamentos; pero sin duda se convirtieron en un factor de educación tremendo.
Si uno analiza todas estas cosas a las que he estado haciendo referencia, asociadas con estos problemas de la ciencia, las universidades, todo eso, puede apreciar, realmente, que hemos dado pasos de avance considerables, y esos pasos son hoy más sólidos de lo que fueron nunca antes, y se empiezan a observar algunos de esos resultados.
Quiero decirles que este mes en la Ciudad de La Habana están entrando 1 700 000 quintales de viandas, vegetales y frutas, incluidos, desde luego, cítricos, que vienen en cantidades importantes de Jagüey, porque tenemos una gran plantación allí que está atendida por estudiantes en su mayor parte, algunos cítricos de la Isla de la Juventud, tomates que vienen de Pinar del Río, en plantaciones que se hicieron con la idea de suministrar a la capital. Pero es creciente el aporte que ya la provincia de La Habana está haciendo a los suministros de la capital.
Claro, se está guardando en frío, ya hay papa para cuatro meses guardada en frío, en este momento, en el día de hoy. El día 31 de este mes habrá papa en frío para cinco meses, porque ayer había más de 800 000 quintales guardados en los frigoríficos. Son los frigoríficos que se han construido, ampliado y reparado en los últimos dos años. Eso equivale al suministro de 8 libras de papa per cápita para mayo, junio, julio y agosto; el día 31 estarán las de septiembre, y antes del 15 de abril estarán las de octubre y noviembre. Vamos a tratar de guardar el máximo, la cosecha viene muy buena, pero se ve el trabajo de la gente, se ve un cambio importante en la organización. Hay muchas cosas que se están haciendo allí en la agricultura que están cambiando la faz de la agricultura, en esta provincia más que en ninguna.
Ya les explicaba que en el año 1991, a pesar de que fue un año malo climáticamente, las empresas estatales de la provincia de La Habana aportaron un 67,1% más de viandas y vegetales. Esta es una noticia buena no solo para La Habana, sino para todo el país, porque es que las provincias eran tributarías de abastecimiento para la capital. Claro, lo de Matanzas está ahí pegado a la capital, y es tan grande esa plantación de cítricos que ahora cuando se produjeron dificultades en las exportaciones de algunas de esas frutas, pues ha venido una gran parte para acá. No sabemos qué tiempo tendremos las plantaciones de tomate para la capital en Pinar del Río, aunque hemos aumentado las áreas de producción de viandas y vegetales en la provincia de La Habana en más de 700 caballerías. Pero hay que tener en cuenta que también hemos ido introduciendo los bueyes; los bueyes necesitan áreas de pasto, necesitan alimento, así que no son 750 caballerías netas, para cultivos varios pueden ser unas 650.
Es posible que las plantaciones de tomate de Pinar del Río, provincia vecina, en rotación con el arroz, se mantengan más tiempo. Pero las plantaciones de plátano en La Habana, precisamente con planticas producidas en las fábricas productoras de vitroplantas, están creciendo; hay un crecimiento tremendo de las plantaciones de plátano y un crecimiento, se puede decir, vertical casi de las producciones de plátano que, aunque tiene el inconveniente de ser sensible a los ciclones, es la mejor planta que mejor se siente en los meses de calor y exceso de lluvias.
En realidad, esta ciudad la abastecían insuficientemente las provincias, excepto las producciones tradicionales de papa, casi todas las demás viandas venían del resto de las provincias. Por eso esto que estoy diciendo de la provincia de La Habana, donde la agricultura ha tenido que hacer el mayor esfuerzo, puesto que tenía que abastecer a casi 3 millones de habitantes, que son los habitantes de las dos provincias, para lo cual se cuentan con 42 000 hectáreas, en fin, el éxito de la agricultura en esta provincia, es una buena noticia para todo el país, aparte de que en todo el país están trabajando.
En Santiago de Cuba están haciendo un gran esfuerzo también, a pesar de sus limitadas tierras. Tienen una colonia agrícola ahora en Ciego de Avila, les dieron tierra en Ciego de Avila y ellos mandaron santiagueros para allá y, por cierto, creo que ya empezaban a recibir papa y algunas cosas que produjeron los santiagueros en Ciego de Avila. No había suficiente tierra, pero están haciendo un gran esfuerzo allí, y todas las provincias están haciendo un gran esfuerzo; pero en la medida en que sea exitoso el esfuerzo de la capital, ellas salen beneficiadas, porque se liberan de los envíos que tenían que hacer a la capital dé la república.
Puede haber circunstancias: si viene un ciclón —y eso no lo puede evitar nadie— podemos sufrir daños grandes en las plantaciones, en ese caso sí se justifica y se necesita la ayuda de otras provincias, como si otra provincia tiene un problema se justifica la ayuda de las demás; esos riesgos, naturalmente, tenemos que correrlos. Pero los riesgos no destruirían las plantaciones de plátano con microjet; todos esos sistemas de riego enterrados, todas esas tuberías no se afectarían, se perdería la producción por un número de meses, casi un año, pero se restablecería; si se lleva algunos postes se pueden restituir. Se llevará otros materiales, mangueras y todo eso, pero tenemos calculado qué hacer en caso de que se produzca un ciclón.
Estamos desarrollando plantaciones importantes del centro del país, en la región de Ciego de Avila, para si se da un fenómeno de esta naturaleza calcular el combustible que hace falta para que esas producciones vengan y los excedentes que se produzcan allá exportarlos, si no hay una situación de esa naturaleza. Indiscutiblemente que el plátano, con ese sistema de riego, con esas técnicas, es altamente rentable desde el punto de vista de la exportación, no es como el tomate; es de rendimientos mucho más elevados, es un producto alimenticio de gran calidad, de buena demanda, de altos precios; por eso debemos tratar de tener excedentes, y si no los necesitamos, exportarlos.
Me dio mucha satisfacción también encontrarme con el grupo Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de la Academia de Ciencias, los vi trabajando allí con tremendo espíritu, en realidad me hizo muy buena impresión.
De modo que estas necesidades y estos problemas que se nos han creado, lejos de producir desmoralización en la gente que verdaderamente tiene conciencia y temple patriótico, lo que ha hecho es elevar la moral y el espíritu de la gente. Y he visto a mucha gente protestando porque no la mandan, algunos trabajadores de oficinas que no pueden por una razón o por otra, porque se les necesita, protestando.
Ahora, todo el mundo está enviando personal, por ejemplo del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, del Consejo de Estado, todo el mundo; hasta tienen su campamento y lo han mantenido.
Hay que decir que de verdad el esfuerzo no es parejo, porque al lumpen y al holgazán tenemos que abastecerlos también, y no nos queda más remedio, no los vamos a dejar sin comer. El lumpen y el vago no aportan, más bien andan viendo dónde pueden robar, dónde pueden hacer algún daño; sin embargo, los otros tienen que estar trabajando para ellos en esta economía en que, obligadamente, hemos tenido que caer, porque no hay alternativa a lo que estamos haciendo: el reparto equitativo. Es imposible hacer un censo de lumpen y de vagos, un conteo físico, se nos quedaría fuera el que se vuelve lumpen o se vuelve vago de un día para otro; no podríamos hacer Un censo de esa gente, no queda más remedio que alimentarlos. Bueno, ustedes los científicos también están trabajando para ellos y no se arrepienten, ninguno de nosotros se va a arrepentir.
Creo que en eso damos la prueba de un espíritu humanitario, que no la da ninguna sociedad, ningún país. Porque lo que vemos en este mundo capitalista y neocapitalista, incluso en los países desarrollados, son millones de desempleados, millones de pobres y de hambrientos. Para qué voy a hablar de los países del Tercer Mundo, ahí los que están censados son los pobres y no reciben empleo, ni reciben alimentos, ni nadie trabaja para ellos; quieren trabajar y no pueden. En nuestro caso tenemos los que, pudiendo trabajar, no quieren; y trabajamos para ellos.
Creo que si hay que hacer un trasplante de hígado el doctor Lorenzo, o Noel, si tiene que hacer un trasplante del corazón, no van a preguntar quién se va a beneficiar, si es revolucionario, si no es; si es trabajador, si es lumpen. Allí lo que llega es un ser humano, sencillamente, y recibe la atención médica más esmerada y más costosa.
En nuestra sociedad obligadamente igualitario en este período, y más igualitario que nunca en este período, es imposible distribuir en una forma distinta a como lo estamos haciendo.
No quiere decir esto que no se pueda hacer siempre algo, y muchas veces se hace algo; por esos mismos movilizados que están en la agricultura se hace un esfuerzo especial para que tengan una buena alimentación, y así se puede ir muchas veces mejorando las condiciones de vida de sectores enteros, de grupos, de colectivos de trabajadores, todas esas cosas. Pero cuando llega la hora de repartir la papa, hay que repartir ocho libras por igual entre el trabajador científico y el lumpen.
En ese reparto de bienes materiales estamos muy igualados, inevitablemente, y no será, ni mucho menos, para toda la vida, y tendrá que llegar el día en que la distribución sea de acuerdo con el trabajo, que es la fórmula verdaderamente socialista y la verdaderamente justa, porque estamos lejos de llegar al comunismo, aunque nosotros no hemos renunciado. Digo, no hemos renunciado para nuestro país, no hablamos de los que estamos aquí; quién sabe cuánto tiempo tenga que pasar, pero no renunciamos a nuestros ideales, a nuestros objetivos. Lo que vemos allí es un ser humano que llega, y los lumpen tienen hijos. A veces sé, por trabajadores sociales, los problemas que ocurren con las familias de gente lumpen. Hay gente que se dedica a vender una parte de lo de la libreta, vive de eso, de vender una parte de lo que recibe por la libreta, y muchas veces se lo quita a los hijos, le quita una parte del alimento a la familia, a los hijos. Esas cosas se hacen, ¿cómo se evitan?
El Estado —porque este es el Estado más paternalista, más bondadoso y más humanitario que ha existido nunca— no deja a nadie abandonado en la calle, no deja a un enfermo, no deja a un ser humano abandonado a su suerte. Y hay que ver que muchos niños son hijos, incluso, de gente que no trabaja, y a esos niños hay que llevarles la leche, hay que llevarles el medicamento, ¿qué culpa tienen ellos?
De modo que es ineludible esta forma de distribución que tenemos en estos tiempos.
Nosotros no solo vemos las cosas desfavorables, las cosas negativas; vemos muchas de las cosas positivas que se están produciendo en estos momentos y el esfuerzo que está haciendo nuestro pueblo con un comportamiento, pudiéramos decir, admirable.
Está probado que el acero no se desploma, está probado que el acero no está hecho con clara de huevo; el acero no se desmerenga, ¡y este es un pueblo de acero! (APLAUSOS) Y frente a todos los pronósticos el país resiste y el país se fortalece.
Algún día habrá que escribir con qué escasos recursos está resistiendo el país, con qué escasos recursos se está fortaleciendo el país y la agonía de todos los días de cada centavo que aquí entra, de cada producto que se exporta, de cada tonelada de azúcar que aquí se produce, y los precios en el mercado, porque todo es, hoy por hoy, a precio del basurero del mercado mundial; a ese precio nos pagan el azúcar los que un día consumían hasta 4 millones de toneladas de azúcar de nuestra producción y los pagaban a precios verdaderamente justos.
Hoy muchas veces no se puede conseguir ni petróleo con azúcar en la antigua URSS, porque no tienen petróleo. Y es tan real lo que decimos del doble bloqueo, que los yankis hasta en eso tratan de dificultarlo todo, y llegaron a ofrecerle 2 millones de toneladas de azúcar a crédito para quitarnos mercados a nosotros, para dificultarnos la venta de azúcar. ¡Nadie se imagina las dificultades que tenemos que vencer!, y la sangre fría, la ecuanimidad, la firmeza con que muchos compañeros están trabajando con tan escasos recursos para que no se apaguen las luces, para que no se pare el transporte que nos queda, para que no se detengan las caravanas de camiones que traen tomate, papa, plátano y alimentos a las ciudades, para que funcionen los frigoríficas, para que funcionen las escuelas, para que funcionen los hospitales.
Como les decía a los parlamentarios latinoamericanos que vinieron a nuestro país, cualquier otra sociedad que no fuera la cubana habría estallado en mil pedazos, ¡ninguna sociedad latinoamericana podría resistir! Hay países latinoamericanos que están entre los más ricos del mundo por sus ingresos en divisas y tienen explosiones sociales y desestabilizaciones muy graves. Es un problema serio, serio, serio, por eso decimos que no puede el imperialismo cantar victoria, porque este mundo es ingobernable, sencillamente. Aunque se hayan quedado solos, no podrán gobernar este mundo; es un mundo anonadado todavía por lo que ha pasado, pero que empieza a reaccionar. Empezarán a desafiar el poder y las leyes del imperio, porque las leyes del imperio son sencillamente intolerables, y las medidas que el Fondo Monetario les obliga a aplicar a esos países los liquidan; les prestan miles y les cobran miles, y el dinero se les fuga, a pesar de que ninguno de esos países está bloqueado por nadie. Nosotros, bloqueados doblemente, resistimos.
Como les decía a los parlamentarios latinoamericanos, en nuestro país no hay ningún niño que haya dejado de ir a la escuela porque se haya cerrado una escuela; no hay ningún enfermo que haya dejado de ir a un hospital porque se haya cerrado un hospital, o un policlínico, o una clínica rural, ¡nada de eso se ha cerrado! No hay ningún hombre abandonado sin ingreso. Digo: No solo eso, todos los años se incorporan miles de nuevos médicos, de maestros y de profesores, los incorporamos aunque sea para que los otros estudien, si sobran. Y si no podemos construir consultorios del médico de la familia al ritmo que íbamos, los enviamos para fábricas, para campamentos, para centros de trabajo, para otros lugares y vamos regulando; aunque debemos tratar de construir un número reducido de consultorios para seguir nuestro programa del médico de la familia en la comunidad, por la enorme importancia que, a todas luces, tiene.
Les explicaba y decía: Incluso, algo de ingreso le garantizamos a cada técnico de nivel medio u obrero calificado, y la mayor parte de su salario se la garantizamos a aquellos que se quedan sin materia prima en la fábrica. Y lo que recomiendan el Fondo Monetario y todas esas organizaciones internacionales de crédito bajo el dominio imperialista es despiadado, inhumano. La más brutal violación de los derechos humanos que pueda someterse es lanzar millones de hombres al hambre, y lo hacen con una tranquilidad y una sangre fría asombrosas, mientras enarbolan banderas humanitarias. ¡Es una cosa increíble! Y eso está ocurriendo a los ojos de todo el mundo. Pero ese mundo reaccionará, eso es seguro, y se ve en la situación que tienen los países, con dos veces más recursos de los que nosotros tenemos ahora.
Está claro, esas sociedades estallan y siguen perennemente estalladas. Si una sociedad en las condiciones nuestras estallara, queda convertida en mil pedazos, no hay quien vuelva a reunir más nunca todos esos pedazos.
El destino de un Puerto Rico, un Miami, el país entero vendido, la renuncia a aquellos ideales y a aquellos objetivos, a aquella independencia por la que lucharon tantos cubanos desde la primera mitad del siglo pasado; porque la lucha por preservar la independencia del país comenzó antes de 1868, comenzó por aquellos que se opusieron al movimiento anexionista en nuestro país, cuando los estados esclavistas del sur de Estados Unidos querían sumar un estado esclavista más y desaparecía Cuba, dejaba de ser nación, incluso. Cuando todavía Cuba no era nación ya había cubanos luchando por la nación, es decir, por la oportunidad de ser un día nación, que fue lo que ocurrió más tarde, en 1868, que es ya cuando cuaja realmente el sentimiento de la nacionalidad cubana en una parte importante de nuestra población.
Una sociedad como la nuestra que estallara en pedazos sería un rompecabezas que nadie más lo volvería a armar, y buenas lecciones tenemos y hemos visto en estos años, ¡cómo han estallado otros en pedazos! Es horripilante, es horrible lo que se puede apreciar: ver un poder inmenso, un Estado del cual el mundo necesitaba como equilibrio del gran poder del imperio deshacerse en mil pedazos, y los pedazos siguen deshaciéndose, porque nadie sabe cuándo termine ese proceso de desintegración. Es algo duro, amargo. Una de las preguntas que habría que hacerse es: ¿Cómo es posible que el imperio haya podido alcanzar ese objetivo? ¿De qué medios se valió? ¿Quiénes colaboraron con él? ¿Cómo pudo ser destruida la primera experiencia socialista, y en un conjunto de naciones que adquirieron tantos méritos históricos y que tantos servicios le prestaron a la humanidad? ¿Cómo fue posible? ¿Qué es lo que hay que hacer para que eso ocurra, y qué es lo que hay que hacer para que eso no ocurra?
Los que se confundieron con Cuba, lejos estaban de imaginarse que Cuba estaría siendo testigo de todo un proceso que ha ocurrido en estos últimos años, y cómo ha ocurrido, y el destino incierto, terrible que espera a esos pueblos, para llegar al final a qué: a ser una especie de Centroamérica, digamos, de América Latina, países del Tercer Mundo desunidos y en guerra unos con otros, y cada cual queriendo ser independiente, ya no solo por razones étnicas, sino por razones de egoísmos locales, hasta los municipios queriéndose hacer independientes.
Es algo verdaderamente terrible, y no sé cómo en esas condiciones se puedan resolver los problemas. Y pensar que eso ocurrió en el país que a pie firme resistió la invasión nazi; primero las intervenciones en la otra guerra, y no habían transcurrido mucho más de 20 años cuando vuelven, lo destruyen y lo atacan con millones y millones de soldados de Europa entera. Hoy ha conseguido el imperialismo lo que no pudo conseguir Hitler, y lo ha conseguido sin disparar un tiro.
Invito a que se medite sobre todo eso, ya que hay inquietudes sobre problemas y sobre cosas que tenemos que meditar. Pero el hecho cierto es que estamos viendo el decursar del mundo, y nos sentimos con coraje suficiente y con virtudes suficientes para seguir resistiendo todo el tiempo que sea necesario.
Haber realizado este congreso constituyente del sindicato de las ciencias forma parte de nuestra batalla, es una parte importante de nuestra batalla por la importancia que tienen las ciencias. Lo sabíamos desde hace mucho tiempo, pero lo veíamos como algo lógico, elemental; desde aquella vez que se dijo, hace como 30 años, que el futuro de Cuba tenía que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia, muchas veces hubo referencias a esta idea.
Decía que durante los últimos 10 ó 12 años se ha trabajado mucho en este sentido cuando estábamos muy lejos de imaginarnos el período especial, cuando las cosas que han ocurrido parecían inconcebibles. Veíamos con claridad la importancia de la ciencia, como vimos con claridad la importancia de la educación, como vimos con claridad la importancia de la salud y de otras muchas cosas, y observábamos, incluso, con preocupación, los retrasos tecnológicos de los países socialistas. Observábamos con preocupación el hecho, porque investigaban y lograban éxitos, pero vendían las patentes, no las aplicaban. Y es que la ciencia y su aplicación, lo mismo en un país capitalista que en un país socialista, en el mundo de hoy, debe ser tarea fundamental del gobierno, tarea fundamental del Estado. Es una cosa elemental prestarle a la ciencia toda la atención que requiere. Algunos países capitalistas se la prestaron más que otros; otros se dedicaron a copiar lo que distintos países inventaban, les resultaron más baratos los avances tecnológicos, y los que descuidaron la ciencia se atrasaron.
Un país socialista a lo que más atención tiene que prestarle es a la ciencia. No se concibe en el mundo de hoy, cualquiera que sea el sistema social, un progreso sin la ciencia, un avance sin la ciencia. Más todavía si el país está bloqueado y hacen todo lo posible por evitar el acceso a los avances tecnológicos. Pero bloqueado en ese sentido está todo el Tercer Mundo. Los países capitalistas desarrollados no hacen transferencia de tecnología al Tercer Mundo; hacen inversiones, compran fábricas, las modernizan y ahí aplican sus tecnologías, tanto en la rama de la producción como de los servicios, no la transfieren; y muchas veces el Tercer Mundo no está ni siquiera en condiciones de asimilar transferencia de tecnología.
En un país del Tercer Mundo como Cuba, y bloqueado cuando se hunde el campo socialista, es lógico que en esas condiciones todavía sea mucho más importante el papel de la ciencia; pero quiero sostener que para nuestro Partido, para el Gobierno Revolucionario, la cuestión de la ciencia fue una preocupación muy grande y un interés fundamental, por simple cuestión de conceptos, mucho antes de que viniera el período especial.
Un día descubrí con asombro que en la Unión Soviética la mortalidad infantil era tres veces más alta que en Cuba, y que países como Hungría, que tiene una industria farmacéutica desarrollada, que produce alimentos en cantidades grandes y que exporta, tiene magníficas tierras, padecían una mortalidad infantil un 60% más elevada que la de Cuba, y digo: Bueno, ¿pero en esos países nadie se ocupó de la salud pública? Todos no, algunos tenían relativamente buenas condiciones, pero la mayoría de ellos estaban por debajo de nosotros en salud pública.
Nosotros avanzamos mucho luchando por la salud pública, luchando frente al bloqueo médico de Estados Unidos y el intento de llevarnos los médicos, como nos llevaron la mitad al triunfo de la Revolución, como nos llevaron la mayor parte de los profesores de las escuelas de medicina al triunfo de la Revolución. Con los pocos profesores que nos quedaron aquí y los pocos médicos que nos quedaron aquí, empezamos a edificar este enorme programa de salud del cual se puede enorgullecer hoy nuestro país (APLAUSOS).
No fue fácil, es el resultado de una lucha a brazo partido contra el enemigo que nos quería sabotear todos nuestros programas y todos nuestros planes. Lo hemos hecho a pesar de eso, y no lo hemos hecho con tecnología importada, lo hemos hecho con la propia tecnología, y hemos desarrollado nuestro programa de salud sin haberlo copiado de nadie. Incluso, nuestros médicos se formaron aquí; era un campo en que podíamos, hay otros campos en que no podíamos. Hay numerosos campos en que fue necesario formar técnicos, formar personal fuera del país, en muchos países socialistas, sobre todo, y nos alegramos y lo agradecemos, porque pase lo que pase, nunca podremos ser ingratos con lo que la vida nos dio, la historia nos dio, el socialismo nos dio, la Revolución de Octubre nos dio (APLAUSOS).
No dejaremos de admirar a Lenin, y cada día lo admiraremos más. ¡Cómo le echamos de menos! No dejaremos de admirar la obra de Lenin, cuyo cadáver todavía ha sido respetado; es prácticamente lo único.
De modo que somos conscientes de lo que hemos recibido en aquellas áreas donde teníamos que recibir preparación y formación. Ahora todo eso tenemos que digerirlo bien, y, sobre todo, utilizarlo bien.
Si había conciencia de la importancia de la ciencia desde hace rato, y cada vez más cada año que pasaba, bien puede decirse que casi todos los programas estaban impulsados cuando viene el período especial; pero, al venir el período especial, se hace más evidente para todo el mundo la importancia de la ciencia y de la técnica.
Todos estos factores van a multiplicar también el ritmo de desarrollo de la ciencia en Cuba, y este congreso lo demuestra, lo expresa de una manera palpable, clara. Ese enorme interés con que ustedes querían plantear lo que están haciendo por el país, lo expresa este enorme espíritu de cooperación que se va desarrollando. Vean qué gran ventaja que no puede tener un país capitalista.
Si en un país capitalista hay 185 unidades o centros de ciencia y técnica, los 185 están en competencia unos contra otros, y en guerra unos contra otros. En nuestro país son 185 cooperando unos con otros, trabajando unos con otros, intercambiando unos con otros. Esa es la gran ventaja del socialismo que no la tiene ni la puede tener jamás el capitalismo, que guarda secretos por aquí y por allá.
Si nosotros guardamos secretos es para que no nos los roben ellos, sencillamente, porque quieren robarnos secretos, quieren robarnos técnicos y quieren robarnos científicos, vamos a estar conscientes de eso. Ellos saben el esfuerzo que estamos haciendo, ellos saben que estamos en primerísimo lugar dentro de los países del Tercer Mundo, y que estamos muy por encima de América Latina. Si juntamos lo que tenemos nosotros, yo diría que es casi tanto como tienen los demás juntos, y, sobre todo, la consagración con que se trabaja. No es que no haya científicos, hay muchos, y muy buenos y muy buenos trabajadores en esos países, nosotros conocemos algunos; pero cuando se destaca un buen científico en un país del Tercer Mundo se lo llevan, enseguida se lo llevan para las metrópolis o para las antiguas metrópolis. No tienen en sus países ni laboratorios, ni recursos, ni posibilidades de investigación muchos de ellos, la gran mayoría. Cuando descuellan, los países capitalistas desarrollados hacen todo lo posible por brindarles condiciones para la investigación, brindarles condiciones de vida, brindarles todo para sustraerlos; en el capitalismo, les decía, es la lucha entre ellos y la competencia, igual que en los hospitales. Todos esos hospitales privados compiten unos contra otros, viven en guerra unos contra otros, los médicos viven en guerra unos contra otros.
Conozco problemas de la salud muy serios en algunos países desarrollados, y privilegios. De cierta forma corrompen a los trabajadores de la salud, incluso a los que trabajan con el Estado en muchos países les dan derecho a tener un número de camas privadas dentro del hospital público y, entonces, los clientes particulares del médico sí pueden ir rápidamente a hacerse una operación de cualquier cosa, mientras los otros tienen que esperar meses —y estoy hablando de países capitalistas muy desarrollados y con una medicina muy desarrollada.
Aquí todos los hospitales cooperan unos con otros. Los compañeros de Holguín —como se expresó ayer— le pidieron colaboración al hospital "Ameijeiras" para poder aplicar las investigaciones que habían realizado.
Aprovecho para decir que en este resultado hay un mérito muy grande del doctor Lorenzo, que tuvimos el privilegio de recibir hoy, que está aquí con nosotros (APLAUSOS). Trabajó solo y sin ningún recurso. Le pregunté cuántas ovejas había operado y dice que realizaron, desde 1987 hacia acá, unas 60 operaciones a animales. Pero dice que la tecnología la tenía lista desde el año 1985, y las ovejas con las que trabajó eran de él.
Figúrense, él tenía una idea y, bueno, no tuvo ningún recurso, trabajó con sus propios recursos. Parece que no es hábil en materia de obtener apoyo para lo que estaba haciendo, o siempre puede un científico chocar con el escepticismo, con alguna cosa, o con gente que subestima la importancia que tiene aportar 10 ovejas. Las primeras ovejas con que hizo los primeros experimentos eran de él y las otras las consiguió con mucho trabajo, hasta que avanzó mucho.
Dice que la tecnología estaba lista desde 1985, pero, claro, después de 1987 pudo hacer muchas pruebas en animales y alcanzar un nivel de seguridad en lo que estaba haciendo, hasta que por fin ya logró la cooperación de algunos compañeros del hospital "Ameijeiras", de Gómez Cabrera y de Noel, y buen apoyo del último director del hospital "Lenin". Organizaron esa muy exitosa, y yo diría que sensacional, operación con una técnica nueva que —como aquí se dijo— debe revolucionar el método del trasplante de hígado.
Ahora ya lo sabemos, estuvimos conversando con él, con el Ministro, que digan qué necesitan en el hospital, qué ayuda requieren para que ellos puedan continuar su programa.
Me decía él que esta técnica es muy importante, sobre todo en los niños; dice que para los niños es mucho más aplicable, de gran efecto. Nosotros tenemos ahora que buscar recursos de donde sea y apoyarlos para que sigan sus programas.
Por cierto, me decían también que una de las cosas que necesitan —que está casi terminado— es que se haga un esfuerzo por concluir el nuevo hospital de Holguín, ya que el "Lenin" está sobrecargado en este momento. El "Lenin" es un monobloque, no es tan fácil de ampliar.
En este esfuerzo por el desarrollo de la ciencia hemos buscado distintos mecanismos. Hay que pensar que no vamos a tener solo el sindicato, el sindicato va a ser un factor más de integración. Le llamamos así, la palabra integral, cooperar, buscar esa cooperación que resulta tan posible y tan elemental en el socialismo.
Tenemos los polos científicos, es un mecanismo excelente de trabajo. No importa que Ross no esté todavía totalmente al tanto de cómo trabajan los polos. Hemos hecho eso a partir de la experiencia del primer polo. Nosotros estamos buscando formas de establecer una cooperación estrecha entre todos los centros de investigaciones que estaban en un área.
El primer concepto fue geográfico, había 10 ó 12 centros. Digo: ¿Por qué no ponerlos a cooperar? La cooperación entre esos centros comenzó hace dos o tres años. Después buscamos otros centros de la misma esfera que no estaban geográficamente cerca: CENPALAB está por Santiago de las Vegas; Biopreparado, una instalación que está terminándose, que debe empezar a trabajar pronto, en parte está trabajando ya, una gran fábrica, está por Bejucal; el ICIDCA está en el este de La Habana, cerca de Guanabacoa; el ICA está por Madruga; el CENSA está por San José. Pero eran familiares. Entonces, lo que empezó siendo una interrelación a partir de la ubicación geográfica, continuó siendo una interrelación a partir de la materia en que estaban trabajando.
Hay un centro que es el ICID, que aparentemente no tendría nada que ver con la biotecnología o las ciencias médicas, pero resulta esencial y aquí se demostró la importancia que tiene. Vamos a desarrollar un gran centro, un buen centro. Ellos tenían unos proyectos de construcción allá, eran unos proyectos que se habían hecho con los soviéticos para un desarrollo electrónico en el este de la ciudad, todo eso se fue a bolina —como diría Roa—, y rápidamente se elaboró un nuevo proyecto, se empezó a trabajar, y en menos de dos años tendremos construido el centro de investigaciones y producción del ICID. Y desde ahora, desde ya y hace rato que están apoyando los centros de investigaciones científicas en todo lo que se refiere a la computación, electrónica, aparte de otras cosas importantes que hacen.
Ese centro de electrónica pudiera parecer que no tiene relación con la materia, pero tiene una enorme relación con los centros. Hoy vimos aquí que puede ayudar a otros en el país, y sería muy bueno que se convirtiera en un centro de apoyo a la atención, mantenimiento, reparación y desarrollo de otros centros. En Bejucal, un centro tan importante ya que produce los animales de laboratorio, han hecho las partes automáticas y llevan los controles con equipos automáticos de humedad, temperatura, todo eso. Es un trabajo muy importante que se hace. Tengo la esperanza de que el ICID pueda ayudar a otros.
Fue muy interesante la conversación aquí, el debate sobre los equipos, los microscopios electrónicos. Creo que por primera vez vamos a saber, porque creo que ni Rosa Elena sabía con exactitud cuántos microscopios electrónicos hay aquí. Y siguen apareciendo. Hoy por la tarde me dijeron que uno de los mejores y más modernos lo tiene cultura, está asociado con restauración y conservación del patrimonio cultural.
Pues ya sabemos que cultura tiene un microscopio electrónico. Así que les doy la noticia. Los que estén cerca averigüen dónde está el microscopio, cómo está, qué utilización tiene. Esta gente de Cuba-9 puede ir en bicicleta, incluso, si es necesario; calcular cuál queda más cerca, si el CENIC, o si un día el CENIC tiene algún problema...
Dicen que el mejor de Cuba lo recibió como donación el Ministerio de Cultura, tenemos uno más. ¿Tú sabías, Rosa Elena, que ese existía? ¿Está entre los dieciocho? A mí la cuenta me da más, porque muchos consiguieron por aquí, por allá, fueron consiguiendo las cosas.
Está, probado que hacen falta los servicios de ese centro.
Ahora estamos creando los polos, es verdad que —como dijo el compañero de Villa Clara— la situación de La Habana es diferente, hay grandes centros; pero en Villa Clara todo lo nuevo que estamos haciendo se lo asignamos a la universidad, es la verdad. Ese problema hay que seguirlo discutiendo.
El grupo de Nilo tiene como 80 profesores, dispone de un importante grupo allí. Es verdad que hay interrelación entre las facultades, escuché con mucha atención sus argumentos, pero no debemos apurarnos; más vale ir despacio en todo para hacer las cosas bien hechas, que tomar decisiones precipitadas en esto.
Creo que está hecho ya el polo científico de Villa Clara, está hecho el de Santiago de Cuba. En occidente tenemos que hacer tres, por lo menos en La Habana, porque son muchos centros: los de las áreas estas biotecnológicas, médicas, agrícolas, todos los que tienen que ver con la vida, con la biología; los industriales, de ramas industriales, de los cuales no podemos olvidarnos; y el otro será de los centros de ciencias sociales.
Hay que ver ahora cómo organizamos los centros, qué hacemos porque no tienen el mismo desarrollo. Algunos polos sí serán politos, no serán muy grandes. El de Santiago va a ser más grande, el de Ciego de Avila o Sancti Spíritus más pequeño; pero no por eso debemos dejar de hacerlos, hay que organizarlos, porque el polo garantiza a nivel local el máximo de colaboración entre todos los centros, de apoyo y de intercambio. Eso lo vamos a hacer. Tenemos la Academia de Ciencias, pero decíamos: Un elemento integrador, los polos; otro elemento integrador muy importante, el foro nacional. Este movimiento viene desde hace años y ahora cobra una fuerza enorme.
Me doy cuenta un día en uno de los foros, donde están participando distintas instituciones, incluso las Fuerzas Armadas Revolucionarias —que tiene sus centros de investigación también— y otras instituciones en que estaban trabajando innovadores, racionalizadores, de que no están los científicos. Tampoco estaban la mayor parte en el sindicato. Y yo decía: ¿Por qué demonios se llamará Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte, si solo una parte de los científicos está aquí, y la mayor parte no está?
Pude ver allí —como decía antes— la importancia que tuvo esa reunión sindical en relación con la parte de los científicos que estaban en ese sindicato, porque discutieron cosas interesantísimas, y hubo debates importantes. Allí es donde digo: Cómo sería una reunión en que estén todos los científicos.
Decía que el foro era un elemento de integración muy importante donde no estaban los científicos, y ya empezaron a participar. ¿Cómo se concibe ese movimiento sin una vanguardia, o sin una fuerza que es la vanguardia de la ciencia? Eso ayuda muchísimo al movimiento, pero el movimiento ayuda muchísimo también a los centros de investigación.
Ese impetuoso movimiento del foro se reunía cada dos años, y decidimos que se reuniera todos los años, hay que ver la cantidad de aportes que está haciendo. Baste señalar que en el último había 30 000 ponencias y 40 000 soluciones, ¿en qué país del mundo se da eso? Ahí sí ya participan todos. Ese es un movimiento muy amplio. En él deben estar todos los investigadores, todos los racionalizadores, los miembros de las Brigadas Técnicas Juveniles, y todos los científicos deben estar y participar con ellos, su incorporación le da una gran fuerza.
Ahí tienen otro elemento integrador de la ciencia muy importante, porque ellos han desarrollado cantidad de cooperaciones, ¡ustedes no se imaginan! Sé de centros científicos que estaban recibiendo una gran ayuda del foro: solución de problemas de calderas, problemas de todo tipo; ya estaban recibiendo ayuda de ese movimiento, y ahora los científicos se incorporan.
De modo que tenemos tres elementos integradores por excelencia: los polos, el foro y ahora el sindicato. Por eso no hay que desesperarse si no estamos de repente todos, o algunos no están, puesto que tenemos tres elementos importantes con los cuales se está trabajando, no solo el sindicato. El sindicato es una fuerza integradora, una fuerza más. Creo que con esto completamos, más o menos.
Ahora, el propio sindicato hay que seguir desarrollándolo. Los polos hay que terminar de organizarlos. Ya en los próximos meses me imagino que estén organizados, en lo cual están trabajando la compañera Rosa Elena y la Academia de Ciencias, porque la Academia de Ciencias, en cierta forma, también es un elemento integrador, pero, sobre todo, es un elemento dirigente. Tiene un papel muy importante, creo que tiene el papel más importante, porque nunca contó con los factores que hoy existen: polos, foro y sindicato. Es decir, hay muchas fuerzas.
Esta actividad está priorizada, dentro de los escasísimos recursos que tiene el país esta actividad tiene un apoyo especial.
Siempre que hemos sabido de algún grupo que está investigando hemos ido allí a explorar, porque todos los grupos no son iguales. Creo que debemos crear las condiciones para que los investigadores se ganen el derecho a estar en el polo y en el sindicato. Si se reúnen mañana 10 ó 15 investigadores y no han hecho nada, no hay por qué ubicarlos en un polo, no hay por qué ingresarlos en el sindicato. Debemos promover que en cierta forma se ganen el derecho a estar en el sindicato y en el polo, que luchen por eso (APLAUSOS), y no hacerlo sin que medie un esfuerzo que los haya hecho acreedores a eso.
Cada vez que hemos sabido que hay un grupo, decía, lo hemos localizado, hemos hecho contacto con ellos, hemos mandado compañeros a verlos dondequiera que están; porque, ciertamente, si nos hubiéramos enterado de que en Holguín había un compañero o un grupo de compañeros haciendo un esfuerzo por una tecnología revolucionaria en el trasplante de hígado, con seguridad no les habría faltado ninguna oveja, seguro, y con seguridad no les habría faltado el mínimo de recursos para que hicieran el trabajo, pero no lo sabíamos.
Yo, por lo menos, me enteré por los periódicos de la primera operación; pero demuestra cómo hay grupos trabajando y gente trabajando, e individuos trabajando, porque a veces el fruto ha sido resultado del esfuerzo de un colectivo, a veces ha sido resultado de esfuerzos individuales también, o de colectivos muy pequeños.
Dentro de estas condiciones, cada vez que hemos sabido de alguna posibilidad, de algún trabajo, de algún esfuerzo , nos hemos interesado por saber qué ayuda se les puede dar, pero bien pensada, qué necesitan, o qué colaboración, o qué conexión debe hacerse.
Está demostrado que en la cooperación está el camino. Imposible que nosotros podamos repetir tal equipo, tal equipo y tal equipo. Hoy tenemos que trabajar con lo que tenemos, pero antes necesitamos el inventario completo. Creo que hay una comisión, ¿pero eso se refiere al polo de La Habana o se refiere ya a todo el país? (Le responden que a todo el país) Sí, hay que hacer el inventario de recursos y de equipos científicos de todo el país.
Pero creo que casos como el de Holguín, con los mecanismos que hemos creado y las instituciones que hemos creado, recibirían más pronto ayuda, se conocería más pronto lo que están haciendo. En la medida que vayamos sistematizando todo esto y abarcando todas estas actividades, será muy difícil que se dé un caso como el del doctor Lorenzo, que esté solo allí trabajando, sin apoyo.
Las ideas de nuestro propio sindicato hay que complementarlas. Creo que hay que partir de las bases sobre las cuales hemos organizado el congreso, ser cuidadosos, ser cautelosos ahora y estudiar bien en detalle las situaciones.
Uno se da cuenta de que es cierto lo que se planteaba de Villa Clara; bueno, allí no hay centro grande, y no hay duda de que la universidad de Villa Clara es un importante centro científico. El compañero decía que no va a haber allí un pilar fuerte cuando esté organizado nacionalmente el sindicato, pero por lo menos habrá un foro allí, y ustedes ven que el propio rector es el que preside el foro de Villa Clara. Para que ustedes vean que donde algunas cosas no puedan tener mucho desarrollo, algunas de las otras instituciones pueden adquirir más desarrollo.
Nosotros seguiremos pensando todo esto con calma, no tenemos ninguna razón para precipitarnos. Nuestro trabajo futuro no va a depender de que nos precipitemos en la ampliación acelerada del área donde esté trabajando o de las instituciones que estén dentro de este sindicato, más vale que vayamos despacio para llegar rápido con relación a este problema; pero nos quedan cosas todavía por definir, por resolver. Tendrá que trabajar el secretariado, el comité nacional, para terminar de aplicar todas estas ideas que hemos discutido aquí y alcanzar los propósitos que estamos buscando.
Me parece que se ha discutido bastante, casi todos los temas se analizaron. Vuelvo a insistir en la idea de que si alguien se quedó con el deseo o la necesidad de plantear algo aquí lo plantee por escrito, y nosotros nos comprometemos a leer, siempre y cuando no nos envíen 200 discursos, si envían 200 discursos y me elaboran una guía telefónica de discursos, no me puedo comprometer, honestamente, a verlos todos; pero si vienen 15, 20, 25, hasta 30 creo que puedo, o si no hago como ustedes con las biografías, que no todos se las leyeron hasta el final. Eso se ve fácil con un simple cálculo matemático: la primera mitad sacó un promedio de cinco votos más que la segunda mitad, y no creo que aquí las cualidades o virtudes de los compañeros de la candidatura hayan sido utilizadas para poner la lista. Se utilizó el apellido por orden alfabético, a no ser que todos los que nos llamemos, digamos, Fernández, o Castro seamos mejores que otros. Valls no, porque es con uve y le tocó allá casi al final, a él le afectaron dos cosas: la proposición sobre el cigarro más el lugar allá, al final de la lista, y entonces la biografía de Valls yo no sé. Se ve, desde luego, que hubo selección, incluso, hasta el final, porque creo que hubo una compañera que al final sacó 311 votos; pero se vio que como tendencia —esa compañera debe ser muy conocida, y por muchos— el promedio, yo saqué mi cuenta elemental rápida, es como de cinco votos menos, desde la mitad hasta la Z, que con relación a la otra mitad, la primera mitad de la lista de candidatos.
Les decía que hay cosas todavía por definir, cosas por resolver, de las que se han discutido aquí. Les decía que se habían discutido ya muchos problemas. Insistía en la idea de que lo que se haya quedado en el tintero lo manden para acá, porque ustedes son científicos acostumbrados a hacer tesis. No sean muy extensos cuando escriban; de ser posible, bueno, 10 páginas, que no pasen de 15, porque si 10 escriben 15 páginas son 150 y si 30 escriben 15 páginas son 450. Desde luego, para mí será un material de gran interés. Algunos me decían que querían que yo oyera las cosas; bueno, estoy dispuesto a leerlas y me comprometo a leerlas, de modo que las cosas que envíen los compañeros las leo (APLAUSOS). Esa puede ser una solución.
Nos alegramos mucho de que aquí hayan participado todos los centros, tanto de ciencias naturales, mecánicas, biológicas, exactas, como de las ciencias sociales. Creo que aquí se pudo percibir con claridad en las expresiones la importancia de las ciencias sociales, los aportes que pueden hacer a nuestro país si trabajamos unidos, si estamos claros en lo que buscamos, si estamos claros en los objetivos. Me parece que ha sido integrador esto. Es la primera vez —repito— que se han reunido prácticamente todos los centros, los principales núcleos de investigadores del país, todas las ramas de la investigación, por lo cual nos podemos sentir realmente satisfechos.
Es agradable que en vísperas del congreso de la juventud hayamos tenido tan buen congreso de científicos. Todos nos hemos sentido muy satisfechos, hemos sentido premiado el esfuerzo que hemos hecho.
Pienso que también los compañeros de la comisión organizadora deben sentirse satisfechos, les pregunté la opinión, estaban contentos. Les dije: Si no se desorganiza en la última sesión de la tarde cuando se vaya a discutir quiénes están y quiénes no están y otros conceptos, creo que todo marcha muy bien. Pero transcurrió la última sesión de la tarde, y fue también útil, positiva, constructiva.
Realmente me falta solo una cosa por decir antes de que ustedes aplaudan demasiado (RISAS), y es darles las gracias por el esfuerzo realizado, por las intervenciones, por el trabajo desarrollado, por la satisfacción que hemos sentido en estos dos días, por el estímulo que ha significado para todos nosotros lo que hemos visto y escuchado aquí.
Sin triunfalismos, podemos decir que se están haciendo muchas cosas. Con eterno espíritu de inconformidad, debemos decir que casi todo nos falta por hacer; de modo que, con más razón que nunca, debemos repetir:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)