DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ACTO DE RECIBIMIENTO OFICIAL A LA DELEGACION QUE PARTICIPO EN LOS XVII JUEGOS DEPORTIVOS CENTROAMERICANOS Y DEL CARIBE, EFECTUADO EN LA SALA UNIVERSAL DE LAS FAR, EL 2 DE DICIEMBRE DE 1993, "AÑO 35 DE LA REVOLUCION".
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Queridos atletas y demás miembros de la delegación cubana a los XVII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe:
Hoy se conmemora un aniversario del desembarco del "Granma". Tuvimos que atravesar momentos difíciles y mares embravecidos, pero arribamos a la costa; también ustedes tuvieron que atravesar mares tormentosos en estos días y tuvieron que pasar por tiempos difíciles.
Pero alguna relación hay entre el "Granma" y el deporte, entre el mar y el deporte, porque ya una vez tuvimos que amenazar con llegar a nado a Puerto Rico; como colonia del imperio, no nos dieron visa para participar en el evento y tuvimos que emplear el "Cerro Pelado", que fue también como un "Granma" para los deportistas cubanos, llegar allí frente a las costas y decir que o nos daban permiso para entrar o llegábamos nadando. Evidentemente que ellos estaban persuadidos de que llegábamos nadando a las costas de Puerto Rico, y por fin dieron el permiso y entramos.
Esta vez dilataron las visas, pero al fin llegaron y pudimos viajar en nuestras líneas aéreas a Puerto Rico. Claro está que allí no fue nada fácil: mucho cariño por parte del pueblo y mucho trabajo por parte del enemigo, y un trabajo que se venía haciendo desde atrás, a nuestro juicio, y que fue muy intenso, acudiendo a todos los medios, acudiendo a todas las ofertas, a todas las presiones posibles y a todas las conexiones de diversa índole, para quitarle lucidez a nuestra victoria deportiva, porque ellos sabían que iba a ser una gran victoria, para tentar a alguna gente.
Un número de atletas, efectivamente, se dejó deslumbrar y se dejó sobornar, abandonaron a la delegación y abandonaron a su patria. Eran 26 atletas, el resto eran algunos comisionados. ¿Qué se puede esperar que ocurra cuando un comisionado es de los que da el ejemplo? Así hubo comisionados de dos o tres deportes que desertaron, y algunos funcionarios, algunos árbitros, hasta algún periodista, por no dejar, con lo cual sumaron el número de 35 que mencionaba Conrado.
Eso dolía, lógicamente, era amargo, cuando se piensa todo lo que ha hecho el país, lo que ha hecho la patria por el deporte; lo que ha hecho el país y lo que ha hecho la patria por los atletas, muchas veces desde que son niños, desde que están en la primaria, en la secundaria, con las escuelas deportivas; con la preocupación que ha tenido el país por los atletas, dándoles a casi todos una carrera universitaria, e incluso, aquellos que no tienen la carrera universitaria, la posibilidad de trabajar como instructores, como entrenadores, dentro o fuera del país.
En realidad, no son esas las cosas en que nosotros pensamos, ni debe ser motivo de tristeza para ustedes que algunos hayan tenido tal conducta, ni mucho menos motivo de vergüenza. Aquí la patria los ha recibido a ustedes, aquí la patria puede mostrar todo el orgullo de la conciencia, de la dignidad y del honor de nuestros atletas, porque el hecho de que algunos hayan sido desleales, lo contrarresta el hecho de que la inmensa mayoría, a pesar de todas las promesas, ofertas y deslumbramientos, en estos tiempos tan difíciles, haya tenido la dignidad y el sentido del honor de ser fieles y ser leales a la patria (APLAUSOS).
Algunos de estos se marcharon, incluso, antes de competir; algunos ya lo tenían decidido cuando estaban compitiendo, está el ejemplo del equipo de básquet. La gente estaba irritada el día aquel que perdimos por un punto la medalla de oro frente a Puerto Rico, y teníamos la bola, sobraba tiempo para meter una canasta fácil o hasta dos y vimos que no se actuó bien. Vimos algo peor: cómo faltando unos ocho o nueve segundos, tiempo suficiente para hacer una canasta, ya el adversario no habría tenido tiempo de recuperarse, saca la bola el equipo cubano —y aquí el que más y el que menos sabe algo de básquet, como sabe de pelota—, se quedaron asombrados en nuestro país de que el que tenía la bola no la pasó a nadie, fue lentamente driblando, después la tiró comoquiera y así despilfarró los segundos que quedaban del juego, por lo cual tengo la impresión de que el juego de básquet fue entregado. ¿Por qué? Dio la casualidad que esa misma persona que recoge la pelota y que no la pasa, esa misma noche deserta. Tengo la impresión de que ese desertor, que jugó bastante tiempo, entregó el juego, del mismo modo que perdimos algunas medallas, no las alcanzamos, con motivo de la actividad del enemigo; quizás habrían podido ser tres o cuatro medallas más de oro.
Pero me cuentan el caso del relevo de natación, en que uno desertó antes de la competencia. Vino un juvenil, ocupó su lugar y ganamos la medalla de oro, a pesar de eso —y se hizo récord, me dicen allí—; es decir que a pesar de esta actividad del enemigo, y a pesar de que pueden habernos quitado con ello algunas medallas, no pudieron impedir la catarata de triunfos que obtuvo nuestra delegación.
No deja de ser una cosa admirable de que en pleno período especial y después que se derrumbó el campo socialista y la URSS, en 1993 hayamos ganado más medallas que en 1990 en México.
En México fueron 322 medallas, aquí fueron 364; en México fueron 180 de oro, aquí fueron 227 medallas de oro, 47 medallas de oro más que en México. Creo que eso dice mucho de la vergüenza , de la dignidad y del espíritu de nuestro país y de nuestros atletas, y dice mucho sobre lo que la Revolución se ha preocupado por el deporte, porque ni siquiera en estos tiempos tan difíciles el deporte ha decaído, ni siquiera en estos tiempos tan difíciles al deporte se le ha quitado atención, ni siquiera en estos tiempos tan difíciles hemos dado marcha atrás y hemos renunciado a las conquistas extraordinarias que en este terreno hemos alcanzado.
Ahora en Puerto Rico no deja de ser extraordinario el hecho —y es lo que no quieren nuestros enemigos que se vea, que se perciba— de que habiendo participado 32 países de la región, algunos de ellos con una población de casi 100 millones de habitantes y muchos más recursos que Cuba, Cuba sola haya obtenido 75 medallas de oro más que el resto de los países juntos. Eso se dice y no se puede creer: el país bloqueado, el país sitiado, el país hostigado, que no solo fue capaz de enseñar a leer y a escribir a todos sus hijos, no solo fue capaz de cuidar la salud de la población al extremo de llevar las perspectivas de vida a más de 75 años, no solo ha sido capaz de reducir la mortalidad infantil a 10, sino que es posible que este año se imponga otro récord: es posible que la mortalidad infantil en el año 1993 quede por debajo de 10; es decir, por debajo del año 1992. Todo esto constituye una gran proeza. Eso no ocurre en ninguno de los otros países, desgraciadamente. Ese es el ejemplo que quieren destruir.
¿Qué atención le han prestado al deporte en el resto de los países? Eso se refleja en los resultados de estas competencias, porque realmente estos éxitos, estos extraordinarios éxitos, estos increíbles éxitos, solo han sido posibles por la atención que se le ha prestado al deporte, solo han sido posibles por la Revolución.
El deporte le ha dado a nuestro país muchas glorias y muchos honores; le ha dado al país ejemplos que no los podrán borrar jamás, hagan lo que hagan, inventen lo que inventen.
Desde aquí estoy viendo al compañero Stevenson, y no podremos olvidar jamás que le ofrecieron millones de dólares y no habrían logrado, ni con todo el oro del mundo, conmover la firmeza, la dignidad y el patriotismo de Stevenson (APLAUSOS PROLONGADOS).
Desde aquí podemos ver a nuestros peloteros, que tantas veces viajan por el mundo y a los que tanto dinero les han ofrecido —y en especial a algunos de ellos—, ¡millones de dólares!, y tampoco ellos, como Stevenson, podrían ser comprados por ningún oro del mundo. Por Linares, por ejemplo, cuánto no ofrecían, o por Kindelán, o por Pacheco, o por otros muchos —tendría que mencionar a muchos—, porque hay algunos deportes en que, efectivamente, con el profesionalismo se puede ganar mucho dinero.
Ahí tenemos a nuestras atletas del primer equipo femenino de voleibol, que acaban de ocupar el primer lugar en el mundo; ahí tenemos el ejemplo conmovedor, que hizo aquí verter lágrimas a millones de cubanos, de Ana Fidelia Quirot, cómo fue capaz de expresar una voluntad suprema, una tenacidad insuperable y acudir a aquella cita cuando todavía no ha acabado de restablecerse, cuando todavía las cicatrices le obstaculizan la carrera. Fue verdaderamente impresionante, una de las cosas más impresionantes que hemos visto en nuestra vida, verla correr allí para obtener esa medalla de plata en la competencia, y de oro en la valentía y en el heroísmo con que llevó a cabo la carrera (APLAUSOS PROLONGADOS).
Por eso digo, compañeras y compañeros, que lejos de entristecernos, alegrémonos, sintámonos felices, porque en el deporte, como hicimos en otras cosas, como hicimos en la salud, como hicimos en el cumplimiento de misiones internacionalistas, tenemos honor, dignidad y vergüenza suficientes para repartir por todo el mundo; nuestros atletas son y serán siempre un ejemplo, y lo que tenemos que hacer desde ahora es prepararnos para la próxima competencia.
Seguiremos haciendo el máximo esfuerzo; pero no solo el Estado hace un esfuerzo, ya también los atletas están haciendo un esfuerzo paralelo por lo que llamó Conrado el autofinanciamiento. El deporte ya no necesita divisas para las competencias en el exterior, los viajes de entrenamiento, los viajes de competencias, para distintos gastos que tiene que hacer en divisa convertible, materiales, cosas, porque el deporte, si no se autofinancia está ya muy cerca de autofinanciarse, me refiero a las divisas convertibles.
Naturalmente, en moneda interna el país invierte cantidades importantes en el deporte; en recursos materiales el país invierte cantidades importantes en el deporte: en el funcionamiento de las instalaciones, en mantenimiento de instalaciones, en la electricidad, en los servicios, en la alimentación; pero ya desde el punto de vista externo nuestro deporte se autofinancia en divisas, precisamente por el esfuerzo de los entrenadores, de los atletas. Voy a citar un ejemplo: hay cientos de entrenadores trabajando en el exterior que contribuyen al autofinanciamiento del deporte.
¿Cuánta gente tienen ustedes ya en el exterior? (Le responden que más de 400 en 40 países.) En 40 países tenemos más de 400 entrenadores, y tenemos entrenadores para inundar el mundo, ¿no es así? Profesores de educación física y deportes, instructores, y han tenido éxitos dondequiera que van. Ya se ve en las competencias, no hay que olvidarse del irlandés aquel que nos ganó en la Olimpiada una medalla de oro en boxeo, que tenía un instructor cubano cumpliendo allí su deber y luchando por el triunfo del atleta que él entrenaba, como es el deber de cualquier instructor por mucho que por dentro tenga contradicciones y le duela; su deber allí es cumplir con su trabajo y hacer que su atleta gane. Nosotros lo vimos, lo apreciamos, y admiramos además esa actitud.
Hay competencias en que nuestros propios instructores preparan a los rivales de nuestros deportistas. A Sagarra no lo vamos a mandar de entrenador a ninguna parte (RISAS), lo vamos a dejar todo el tiempo aquí.
En estas competencias se demostró que los países que tenían instructores cubanos avanzaron en los deportes. Así que ahora tenemos un doble reto: el reto del esfuerzo que cada país haga por el deporte y el reto que nuestros instructores hagan preparando a nuestros adversarios; pero a pesar de eso, ganamos cada vez más medallas.
Ya que he citado ejemplos de cómo se contribuye al deporte, voy a citar otro: el equipo de voleibol femenino acaba de producir 400 000 dólares con su victoria en el campeonato mundial, aporta al deporte 400 000 dólares; el equipo masculino ocupó un tercer lugar y aporta 100 000 dólares. Pudiéramos decir que esos dos equipos casi han pagado la delegación; no sé la cifra exacta, pero más o menos compensan en gran parte los gastos de la delegación a Puerto Rico.
Hay un ejemplo admirable: Sotomayor recibe un premio en un país de Europa, en España, le dan 40 000 dólares por el premio y él entregó los 40 000 dólares al deporte. ¡Vean qué gente! Le dieron un supercarro diseñado —me imagino que lo hayan hecho, incluso, para la estatura de Sotomayor y quería cambiarlo también por otro más modesto, solo que el carro no lo puede cambiar porque las condiciones con que lo da la fábrica es que lo use durante un tiempo determinado; así que si ven a Sotomayor en un gran carro no piensen que ha cambiado o que alguien ha sobornado a Sotomayor, sino es que sencillamente no puede cambiar el carro, aunque él quería cambiarlo.
Naturalmente, en este caso el INDER asignó una parte de esos fondos para gastos familiares de Sotomayor, era lo menos que podía hacerse en reciprocidad a su gesto; del mismo modo, el INDER asignó algunas cantidades para gastos familiares al equipo de voleibol femenino y también para el equipo de voleibol masculino, como lógico reconocimiento al aporte que ellos están haciendo al deporte.
Creo que ustedes aportaron igualmente algunos fonditos con motivo del juego de ayer. Bueno, pues habrá que acordarse de igual modo del equipo de pelota. No fue mucho, mucho, pero fue algo, un granito de arena también de aporte al deporte. ¡Lástima que no nos trajeron la medalla de oro ayer!, pero comprendemos lo que deben sufrir los demás cada vez que nosotros hacemos eso que nos hicieron ayer: meter un jonrón en el último inning y dejar a los demás en el campo.
Estamos tan acostumbrados a ganar que, realmente, sufrimos mucho cuando perdemos un partido como ese de ayer; además, sabemos que ese partido lo podemos ganar perfectamente bien, y lo teníamos casi ganado. Pudiéramos decir que la suerte no nos ayudó porque, incluso, el toque que hizo Germán, que sale perfecto, en la jugada de squeeze play, ya estaba Víctor Mesa cantando victoria detrás del plato, lo mandaron otra vez para tercera, porque a la bola se le ocurrió salir (Le dicen algo). Pero había caído bastante dentro en el campo; fue una cosa tremenda, hubiéramos tenido dos. Bueno, está probado que podemos lidiar con ese equipo y ganarle.
Creo que un especial reconocimiento merece el pueblo de Puerto Rico por el cariño que demostró hacia nuestra delegación, aun cuando tuvimos que competir muchas veces con ellos.
Esos días de las finales de boxeo, Sagarra, que teníamos que competir creo que contra cinco puertorriqueños, yo pensaba: Aquí se van a echar a perder las relaciones entre el pueblo puertorriqueño y nosotros, eran muchos. A uno le producía cierta contradicción la idea de combatir contra los boxeadores de aquel pueblo tan afectuoso, en general, con aquel aplauso con que no recibió a ningún visitante el día que desfiló nuestra delegación. ¡Ah!, claro, no salió mucho eso por la televisión, no se vio mucho aquello porque era un plato un poco fuerte para los que no gustan de esas cosas, que la delegación cubana fuera recibida con los máximos aplausos por el pueblo puertorriqueño; y en las competencias, en general, se veía en el pueblo una actitud tremenda.
Creo que el deporte ayuda a alimentar el espíritu patriótico de los puertorriqueños, porque hace muchos años que el imperio quiere acabar con la cultura y hasta con la lengua en ese país. Lleva ahora casi 100 años y no ha logrado destruir la cultura ni el sentido patriótico del pueblo puertorriqueño.
Ese pueblo, como señaló Conrado, siempre estuvo muy hermanado a Cuba en la historia, su bandera es muy parecida a nuestra bandera, y nosotros nos alegramos mucho de sus éxitos.
A veces nos han ganado aquí, recuerdo que en alguna ocasión nos ganaron un campeonato de pelota; cuando menos nos dolía era cuando los puertorriqueños nos ganaban, por el especial sentido de simpatía y de solidaridad que hay con el pueblo puertorriqueño.
Un día como hoy hay que darles las gracias por sus atenciones. Ellos no tienen la culpa de algunas basuras que allí tuvieron lugar, ni de la actitud de alguna gente sobornada, ni del poder que tienen los enemigos de Cuba en aquel territorio ocupado por el imperio, y la avioneta dando vueltas con los letreros y todas esas cosas. El pueblo puertorriqueño no tiene ninguna culpa de algunas cosas de este tipo que ocurrieron y, por lo tanto, a ellos no podemos guardarles absolutamente ningún rencor.
¿Tengo entendido que a ustedes los del equipo de pelota los estaban invitando a volver? (Le dicen que sí.) Pueden ustedes ir allá o pueden ellos venir aquí también, porque nos gustaría ver un partido similar por aquí.
También quiero expresar nuestro reconocimiento a la prensa, ya que logró trasmitir de una manera eficiente y hacernos vivir junto a ustedes todas las emociones de las competencias por la información brindada.
Aquí estaba todo el mundo atento a lo que pasaba allí en Puerto Rico, en cada uno de los eventos. Hubo muchas transmisiones por televisión, por radio, en la prensa también se destacaron los eventos deportivos, y la población estaba muy bien informada de todo lo que allí estaba ocurriendo, de modo que nuestro pueblo disfrutó muchísimo estos juegos Centroamericanos y del Caribe, casi casi como si fueran una olimpiada, porque en cierto sentido ahí estaba teniendo lugar una olimpiada: ¡la olimpiada de la dignidad, la olimpiada del honor y la olimpiada del patriotismo, en las cuales ustedes ganaron medalla de oro! (APLAUSOS.)
Es preciso reconocer el esfuerzo de los entrenadores, de los médicos, de los masajistas —aquí estoy viendo a un médico que creo que no se pierde ninguna competencia, el compañero Alvarez Cambra, tú estabas allí también, ¿verdad? ¿Te ofrecieron algo, Alvarez Cambra? (RISAS)— y de todos los que de una forma o de otra contribuyeron al éxito de estos juegos y a la gran victoria que allí se alcanzó.
No quiero extender mucho este acto, quiero decirles que los trabajadores de Palacio organizaron una recepción para ustedes —les advertimos que tuvieran cuidado porque los atletas tienen muy buen apetito (RISAS)—; será modesta como corresponde a estos tiempos, pero hambre creo que no pasen, porque el congrí se dijo que iba a estar abundante (RISAS). Es modesta, pero constituye una prueba de la admiración, del cariño, del respeto y de la simpatía con que todos los esperaban y los han recibido en este país, con que todos celebramos la gran victoria que ustedes obtuvieron en Puerto Rico.
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)