DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ENCUENTRO CON ORGANIZACIONES DE SOLIDARIDAD CON CUBA, EN EL HOTEL BAHIA OTHON, SALVADOR DE BAHIA, BRASIL, EL 19 DE JULIO DE 1993, "AÑO 35 DE LA REVOLUCION."
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS-CONSEJO DE ESTADO)
Quiero venir aquí porque me siento más cerca de ustedes, acá estoy atrincherado ahí, detrás de los micrófonos, y realmente no quiero perder un momento como este para conversar más íntimamente.
Primero que todo, debo decir que estamos todos muy conmovidos por las cosas que ustedes han dicho.
Ya nosotros percibíamos la amistad de ustedes antes de llegar a Brasil, porque todo el mundo nos decía: "Allá en Salvador de Bahía la conferencia va a ser muy buena, allá en Salvador de Bahía va a haber mucho calor; hay mucho interés, mucha amistad, va a ser muy bueno todo aquello." Ya teníamos noticias de ustedes antes de venir a Brasil, y estábamos muy entusiasmados y muy animados.
Decían: "Bahía no es Madrid", y no voy a hablar mal de Madrid, en Madrid tenemos muchos amigos, y en Madrid y en toda España tenemos muchas personas que se movilizaron para apoyar a Cuba y muchas personas que están contra el bloqueo; pero en Madrid, la gusanera —esos de que hablaba Frei Betto— fue en aviones —iban aviones enteros desde Miami para organizar provocaciones desde el aeropuerto, a la entrada del hotel, en todas partes—, y, a pesar de que se gastaron muchísimo dinero y a veces organizaban un grupito, había muchos más grupos de españoles a quienes nadie les pagó nada para estar allí apoyando a Cuba, y los grupitos se quedaban por allá regados y nadie les hacía caso.
Aviones para Madrid, aviones para Barcelona, aviones para Sevilla, y en Barcelona lo que hicimos fue que ganamos muchas medallas de oro y de todo tipo allí en las competencias, y en Sevilla había una multitud de españoles apoyando en la feria y apenas se notó la presencia de aquella gente.
Pero, claro, ellos se podían mover en Madrid con muchas más facilidades de lo que se mueven en Brasil y en Bahía; está de más decirles que ellos se mueven cada vez que hay que organizar un viaje de estos, y no se mueven para gritar, se mueven para preparar agresiones y preparar atentados. ¡Ni se sabe la cantidad de planes que hacen cada vez que saben con mucho tiempo de antemano que uno tiene que moverse a un lugar, y los planes que organizan! Yo, realmente, cuando organizan muchos planes de esos, en vez de ponerme triste, me pongo contento porque, en definitiva, el desafío es lo que más me gusta. Ellos saben que a mí me gusta el desafío, ellos saben que yo no voy a caminar por allá si ellos están por aquí; yo camino por aquí, por una cuestión de principio, por una cuestión de honor. Y muchas veces voy, me les acerco y converso, y discuten, pero no tienen argumentos, no tienen ideas que discutir, y muchas veces, o casi nunca, o nunca, tienen el valor de hacer las cosas.
Recuerdo cuando visité a Chile en la época de Allende que estuvieron organizando atentados a lo largo de la gira que duró como 20 días, e incluso en cierto momento delante de mí había una cámara de esas que tenía las armas dentro. Yo he hablado delante de cámaras que tienen las armas puestas, pero no son fanáticos, no son fundamentalistas, son mercenarios, y los mercenarios quieren vivir para disfrutar el pago que les dan, y así, aquella vez que estuvieron con la cámara delante, no se atrevieron a apretar el disparador de las armas.
Les cuento esto porque cada vez que tengo que moverme no puedo hacerlo con mucha facilidad, y me encuentro problemas de esta índole de todo tipo; y a veces me encuentro con resistencia en Cuba cuando voy a salir, porque los compañeros tienen temor a los viajes, desde que uno se tiene que montar en un avión y llegar a los lugares y moverse por todas partes, entrar y salir.
A veces aquí en los hoteles parecía una batalla campal, una cantidad de periodistas, de cámaras, de aparatos y de micrófonos que costaba trabajo abrirse paso para salir del hotel o entrar en el hotel, y algunos de esos periodistas eran mandados de allá de Miami, todos con una lista de preguntas. Y sus preguntas no valen nada, porque parten de la calumnia, parten de la mentira. Hay un refrán que dice que más pronto se descubre a un mentiroso que a un cojo, y ya uno cuando habla con esa gente unas palabras les descubre inmediatamente todas las mentiras, no tienen moral. Pero a otros los mandan para que insulten, y el insulto está en las preguntas de manera muy sutil. Van adquiriendo experiencia de qué hacer para provocar, para molestar y para gritar, porque hay una lista, por ejemplo, de 30 ó 40 periodistas, y entre ellos algunos enemigos no hacen la pregunta para que les contesten, porque uno va pasando, sino que hacen preguntas insultantes, con cualesquiera de los clichés y cualesquiera de las mentiras. Así que van organizando provocaciones por todas partes; desde luego, aquí no tenían muchas facilidades, porque hay que decir que las autoridades no les dieron ninguna facilidad, pero es muy difícil, en una ciudad donde vienen tantos turistas, en una ciudad donde vienen tantos periodistas, que algunos mercenarios no se acerquen y puedan decir y hacer cosas para provocar.
Quiero decir con esto que los viajes no son fáciles, y por eso los compañeros estaban muy contentos cuando conocían el ambiente que había en Salvador de Bahía. De modo que ya nosotros lo conocíamos, y todo el mundo lo captó y todo el mundo estaba muy feliz de saber que la cumbre iba a tener lugar aquí en Bahía.
Estas cumbres tampoco son fáciles. Claro que uno en las cumbres tiene que cumplir rigurosamente sus obligaciones, los principios de la decencia; yo utilizo las cumbres para tratar de desarrollar intercambios, conversar, persuadir, y cosa curiosa, usted se encuentra gente que, aunque no tienen las mismas ideas, tienen buenas intenciones. Parten de ideas y de conceptos erróneos desde nuestros puntos de vista; pero me he encontrado personas decentes con quienes se puede hablar, dialogar, argumentar. Siempre es útil tener este tipo de conversaciones. También hay siempre algún caso de gente que está muy sobrecargada de prejuicios, o de algunos que quieren hacerles gracia a los yankis, a los imperialistas, y su papel es ese: ver cómo pueden dividir, cómo pueden crear conflictos y cómo pueden hacer méritos ante los yankis. Pero hay una realidad que hace difíciles las cumbres: la idea prevaleciente, inmensamente prevaleciente entre los dirigentes de América Latina hoy, es el neoliberalismo. Las ideas del Fondo Monetario Internacional, las ideas de Estados Unidos sobre cómo debe estar organizada la economía de los países de América Latina y cómo debe funcionar son ideas que prevalecen.
Dicen: Bueno, hay que reducir el déficit presupuestario, hay que cerrar escuelas, hay que cerrar hospitales, hay que apretar al pueblo para que los presupuestos sean equilibrados, hay que privatizar, hay que venderlo todo, hay que vender hasta las calles. Hay, en América Latina, quienes han vendido parques y calles. Ya no se trata de la venta de industrias, sino de la venta de lugares públicos, de carreteras y de todas las cosas. Por ese camino llegará el momento en que los latinoamericanos no tendrán nada, porque lo habrán vendido todo.
Esas ideas han adquirido bastante fuerza en este hemisferio, están de moda, sobre todo después del derrumbe del campo socialista y después de la desintegración de la URSS. Las ideas neoliberales han adquirido mucha fuerza, la han adquirido; pero pienso también que las ideas neoliberales empiezan a perder fuerza, lo he notado en las tres conferencias. Ya noté en esta conferencia que empezaron a hablar muchos líderes de los problemas sociales, y hay que agradecerles a las autoridades de Brasil que pusieran la cuestión del desarrollo, y, sobre todo, el desarrollo con sentido social o desarrollo poniéndose énfasis en lo social, en el centro de esta conferencia.
La parte brasileña incluyó en la agenda la cuestión del desarrollo social y, como estaba en el tema, muchos empezaron a hablar del desarrollo social, porque había optimismo, optimismo porque se ha reducido la inflación. Desde luego, lo han vendido todo y han recaudado un poco de dinero, han cerrado escuelas, han cerrado hospitales, han suprimido plazas, han lanzado millones de personas a la calle, sin salario, sin ingresos, y en esas condiciones algunos índices económicos como la inflación se han reducido.
El déficit presupuestario se ha reducido. Cualquiera sabe que si mañana cierran la mitad de las escuelas de cualquier país, la mitad de los hospitales, desaparece la protección social y lanzan para la calle a millones de personas el déficit disminuye. Pero Estados Unidos dice: Haz lo que yo digo, no lo que yo hago, porque no hay país con déficit presupuestario más alto que Estados Unidos, no hay país con déficit comerciales más altos que Estados Unidos; pero ellos les prohiben a los demás hacer eso y, cuando les falta dinero, acuñan dinero. Pero como es dólar, y es un país rico y poderoso... Si nosotros tuviéramos una fábrica de dólares y empezáramos a pagarlo todo con papeles, no tendríamos problemas de ninguna clase, no habría dificultades, no habría período especial. Eso es lo que hace Estados Unidos.
La guerra de Viet Nam la hizo sin impuestos, el rearme lo hizo sin impuestos, imprimiendo dólares o vendiendo dólares, vendiendo bonos del Tesoro de Estados Unidos. Acostumbraron al pueblo norteamericano a no pagar impuestos; a organizar guerras, a organizar aventuras de todo tipo, a rearmarse y a no pagar impuestos. Ellos son los culpables, en buena parte, del fenómeno de la inflación que hay en el mundo.
Pero a los países latinoamericanos el Fondo Monetario les dice: "No puede haber déficit presupuestario, no puede haber inflación, no puede haber esto, no puede haber lo otro, venda la fábrica." Esas son las órdenes, realmente, que han recibido los países latinoamericanos, y entonces les prestan algún dinero, facilitan la renegociación de la deuda a los gobiernos que siguen esa política. Por eso algunos índices mejoraron, pero otros empeoraron.
Nunca ha habido tanta gente pobre en América Latina como ahora, nunca ha habido tanto desempleo en América Latina, nunca ha habido tanto abandono a la educación y a la salud como hay en América Latina ahora, nunca ha habido tantos niños abandonados ni tantos niños en la calle sin familias. Es decir, mientras ellos presentan algunos índices que mejoran, la situación del pueblo es peor. Lo dije, lo tuve que decir el día del discurso, porque si no, el gran optimismo: todo marcha bien, todo se comporta maravillosamente, y las verdades no se dicen.
En esta ocasión ya muchos de los dirigentes latinoamericanos tuvieron que reconocer, tuvieron que hablar y tuvieron que explicar los problemas sociales. Y a eso contribuyó —como decía anteriormente— la posición de Brasil, que puso ese tema en el centro.
Yo escuchaba a algunos de los participantes en la reunión y parecían bolcheviques hablando (RISAS). Parecía que la pobreza se había descubierto, que la injusticia se había descubierto por primera vez, que la desigualdad se había descubierto por primera vez en tanto tiempo, y desde que se descubrió este hemisferio —ya que dicen que se descubrió, y fue este hemisferio el que descubrió a los conquistadores y a los esclavizadores—, existe la injusticia, la pobreza, la explotación, el hambre, la enfermedad.
Incluso, en la época de la explotación esclavista, los dueños de esclavos cuidaban más a los esclavos de lo que hoy se cuida a un trabajador, porque si el esclavista perdía un esclavo, era como el dueño de caballos o el dueño de ganado que perdía una cabeza de ganado, y les daban más atención y más alimento a los esclavos para que no se murieran que lo que los capitalistas le dan a un trabajador, porque si el trabajador se muere viene otro y ellos no pierden nada. Así que la injusticia, la explotación, el hambre y la miseria son más viejos que matusalén. Ya ustedes saben que Matusalén —como Brasil es un pueblo que ha leído la Biblia— fue aquel que vivió 900 años, por eso el dicho de más viejo que matusalén, y más viejo que matusalén son todos esos problemas sociales, y pareciera que los han descubierto ahora. Y el neoliberalismo, caballeros, con su padre, el capitalismo, es el gran culpable de todas esas desgracias, de todas esas calamidades y de toda esa tragedia.
Tengo que ir a esas reuniones en representación de un Estado socialista. Me alegro, nos han hecho una distinción, nos han invitado. A los yankis no les gustaba que nos invitaran a nosotros. Todo les parece muy bien si no invitan a Cuba, porque Cuba no está en la OEA, Cuba no está en el Banco Interamericano, Cuba no está en el Banco Mundial, Cuba no está en ninguna parte donde se pueda conseguir un centavo prestado, y, claro, no les gustaría que Cuba estuviera en las cumbres; pero México se mantuvo firme y, a pesar de las presiones de Bush, dijo: "Sí, que Cuba esté", y por eso está Cuba en la cumbre, y después que usted está en un lugar es difícil botarlo. Pero, además, nosotros vamos a la cumbre con un espíritu constructivo. Sabemos que no nos vamos a reunir con representantes de países socialistas o de países que tienen igual sistema que nosotros, sabemos que vamos a reunirnos con representantes de países que tienen el sistema capitalista, y en un momento del capitalismo en auge, con mucho prestigio, un momento neoliberal, y por eso uno tiene que ir allí no a fajarse, no a insultarse, tiene que ir a trabajar con un espíritu constructivo, con un propósito constructivo.
¿Qué es lo primero que nosotros vemos bueno? Que por primera vez América Latina se reúne sin permiso de Estados Unidos.
Antes, los dirigentes latinoamericanos se reunían solo cuando Estados Unidos hacía una seña; no tenía que hablar ni en inglés ni en español, era un lenguaje mudo (Hace llamada con el dedo): Vengan, les quería decir (RISAS) —a mí me recuerda el lenguaje ese que utilizan en la televisión para trasmitir un mensaje a los mudos, que empiezan a hacer señas de todas clases; Estados Unidos no hacía muchas señas, una sola seña, y todo el mundo corría a Washington, honrado, orgulloso: hemos sido invitados por Washington para una reunión, somos gente porque nos ha invitado Washington—; ahora, por primera vez en la historia y por la iniciativa mexicana, los latinoamericanos se reunieron sin la participación de Estados Unidos y sin permiso de Estados Unidos, hubo una segunda reunión y ahora, en Bahía, la tercera reunión.
Ya algunos estaban planteando hacerla cada dos años. Yo expliqué mis puntos de vista enseguida, dije que no estaba de acuerdo, que este era un gran paso de avance, que no se podía empezar a enfriar este movimiento.
¿Por qué considero importante este movimiento? No veo este movimiento como un lugar para reunirse como un club social, sino como una oportunidad de reunirse para trabajar, y no para trabajar por cosas intrascendentes, hay que trabajar por la unión de América Latina. A mi juicio, ese es el sentido y el objetivo de las cumbres. América Latina no tiene ningún porvenir, ni siquiera el de la independencia, ni siquiera el de la seguridad, ni siquiera el de la paz, en un mundo de grandes gigantes políticos e industriales.
¿Qué son nuestros países aislados? Quizás Brasil es el que más posibilidades tiene, porque Brasil es un continente, Brasil tiene más de 8 millones de km2 de superficie, Brasil tiene tanta tierra como China, Brasil tiene grandes recursos naturales; es decir, si algún país de América Latina pudiera aspirar a desarrollarse solo, ese es Brasil; pero, incluso, Brasil necesita de América Latina. No es lo mismo Brasil solo que Brasil junto a la fuerza de América Latina, porque si un día hay que luchar para que Brasil tenga un lugar en el Consejo de Seguridad, o como miembro permanente del Consejo de Seguridad, necesita el apoyo de América Latina.
Sobre esto hablamos nosotros también, que hay que democratizar, porque se habla mucho de democracia y lo menos democrático es las Naciones Unidas: un Consejo de Seguridad, cinco países tienen allí cargos permanentes, para los que no los eligió nadie, se eligieron solos hace 50 años.
Antes las Naciones Unidas tenía unos 40 ó 50 países, hoy tiene casi 200, y nosotros planteamos que hay que democratizar las Naciones Unidas y hay que reformarla. Claro, reformar y democratizar las Naciones Unidas significaría que desapareciera el derecho del veto, significaría que todos los miembros del Consejo Permanente fuesen electos; pero, claro, de inmediato eso es muy difícil. Digo: Si no se logra eso, por lo menos determinadas modificaciones: que el número de miembros del Consejo de Seguridad se amplíe, que el número de miembros permanentes se triplique y que haya, por lo menos, dos representantes de América Latina, dos o más; dos o más de Africa, dos o más de Asia, que eran antiguas colonias que ahora son independientes y que deben tener una representación en el Consejo de Seguridad.
El Consejo de Seguridad es muy importante, porque es el mecanismo mediante el cual el imperialismo, en su papel hegemónico en el mundo unipolar, quiere gobernar el planeta sin rendirle cuenta siquiera a la Asamblea General. Deciden hoy intervenir aquí, y ahí intervienen, allá van las tropas norteamericanas.
A Somalia fueron, con tanques y cañones, dicen que a cumplir una misión humanitaria, y ahora todos los días están matando somalíes, les entran a cañonazos, los atacan con aviones, los atacan con helicópteros para cumplir una misión humanitaria; y con el pretexto de misión humanitaria un día invaden a Bahía, otro día invaden a Guyana, otro día invaden a cualquier país de América Latina. Por eso es tan importante, no es solamente una cuestión teórica, una cuestión moral, es muy importante y vital para el mundo democratizar las Naciones Unidas.
Yo decía que América Latina necesita a Brasil y que Brasil necesita también a América Latina. Nosotros fuimos la región más colonizada del mundo, la más grande, desde California hasta el Cabo de Hornos. Eramos colonia de la Península Ibérica, no había diferencia de idiomas muy grandes, porque, realmente, si ustedes fueran franceses y yo fuera alemán, no podríamos estar conversando aquí como estamos conversando, no me entenderían ni cuando digo buenos días, pero se parecen tanto nuestros idiomas, el portugués y el español, que si los micrófonos funcionan y se habla despacito, se puede comprender.
Por eso tenemos idioma común, cultura común, raza común; somos una mezcla, afortunadamente, somos una magnífica mezcla de razas, y eso no solo lo diría un político, lo diría un biólogo: los más fuertes, los más resistentes son los que se mezclan, y nuestros pueblos son pueblos mezclados y han producido un tipo de hombre magnífico.
No es exactamente igual la composición, pero hay una mezcla de indios —los que quedaron—, de africanos —que trajeron y esclavizaron— y de europeos. Nuestros pueblos no pueden ser despreciados, nuestros pueblos no pueden ser subestimados. Podemos llegar a ser una comunidad grande, gigantesca, si nos unimos; podemos ocupar un lugar del mundo, no nos pueden despreciar, no nos pueden pisotear.
Explicaba que precisamente, desde nuestro punto de vista, lo más importante de estas cumbres es luchar por la unión económica y de vínculos políticos cada vez más fuertes entre los pueblos de América Latina. Seríamos un gigante que podríamos hablar de igual a igual a Estados Unidos, y podríamos hablar de igual a igual a Europa, y podríamos hablar de igual a igual a Japón o a cualquier gran comunidad.
Esa es la importancia que tienen, desde nuestro punto de vista, estas reuniones cumbres y por eso les prestamos atención; ustedes comprenderán que no es fácil cuando se conoce el pensamiento económico de los demás representantes en la reunión, pero de todas maneras es útil.
El hecho de que en esta reunión se haya hablado de los problemas sociales es un gran avance, y tenemos que lograr que se hable cada vez más de integración y será un gran avance, porque es el único camino de nuestro porvenir. De lo contrario, ¿qué seremos en el próximo siglo si seguimos como vamos?
Claro, hoy nos dan la receta de neoliberalismo, pero el neoliberalismo pasa como pasan las epidemias. Hay una epidemia de neoliberalismo ahora; pero después vendrá la reacción contra la epidemia.
El neoliberalismo empieza ya a desgastarse. El neoliberalismo no ha resuelto en Europa. En Europa hay cada vez más desempleados; en Europa hay cada vez más desigualdad; en Europa surge la xenofobia; en Europa surgen las agresiones contra los inmigrantes, surgen los odios y surgen problemas de todo tipo y no tienen solución. Por eso los millones de desempleados crecen, y cuando quieren encontrar solución la buscan a costa del Tercer Mundo. ¿Y nos van a traer una receta que está fracasando en los países que fueron los campeones del neoliberalismo?
Ahora andan corriendo. En Estados Unidos tienen problemas serios, desempleo, déficit y otros problemas graves en la economía y no los resuelven, no encuentran solución. La nueva administración quiso establecer algunos impuestos y encontró mucha resistencia de los sectores más conservadores; quisieron hacer algunos cambios en beneficio de la educación, de la salud y les cuesta mucho trabajo, porque la presión de los neoliberales y la presión de los conservadores es muy fuerte, y no tienen solución a los problemas.
De modo que, a mi juicio, el neoliberalismo no tiene porvenir y llegará el momento en que todo eso empiece a cuestionarse, pero tiene que pasar el tiempo y, mientras tanto, tenemos que estar ahí luchando por las cosas más justas, por las ideas más correctas, formando conciencia. Es muy importante que los pueblos tomen conciencia, y los pueblos van a tomar conciencia en la medida en que ven que estas recetas no resuelven los problemas.
Por eso pienso que al ustedes apoyar a Cuba, al ser solidarios con Cuba, están participando en esta batalla de conceptos tan importantes que se está librando en América Latina. Para nosotros era de mucho estímulo y sé lo que ustedes han hecho y las horas que han estado de pie en las esquinas, a las entradas de los hoteles, en todas partes, para ver pasar los carros por ahí a toda velocidad, con una banderita chiquita que no se sabe ni quién llega; a veces no se sabe ni a quién se aplaude ahí.
A mí me dolía que los carros, con motocicletas y todo, iban muy rápido, pero yo los veía a ustedes y veía las banderas, veía las consignas, y sabíamos que ustedes estaban allí apoyando a Cuba, solidarizándose con Cuba. Eso significaba un gran estímulo para todos los compañeros, significaba un gran estímulo para todos nosotros y significaba una gran lección para los visitantes, para que pudieran palpar el termómetro del pueblo. Porque a uno lo pueden llevar en unos carros cerrados, y llevarlo de banquete en banquete, de comida en comida, y de lugar en lugar, donde no está el pueblo y no se sabe lo que pasa y no se sabe lo que piensa el pueblo; pero ustedes estaban demostrando lo que sentía el pueblo, lo que pensaba el pueblo y estaban ayudando no solo a Cuba, estaban ayudando a la América Latina, estaban ayudando a los demás pueblos de América Latina, porque obliga a los visitantes a pensar. Por eso yo conté esta mañana la anécdota que refería Frei Betto, y es que allá en Sao Paulo había una considerable cantidad de personas frente al local donde iba a ser la reunión del Parlatino.
¿Saben lo que me ocurre a mí?, que me siento abochornado, me siento apenado, me siento embarazado, porque voy en el ómnibus aquel y está toda la gente con letreros de "Viva Cuba", "Viva esto y lo otro", no había letreros para nadie más. Y yo les decía a mis colegas en broma: "Este es el gobernador de Sao Paulo que ha organizado estas manifestaciones aquí." Yo, naturalmente, saludaba, y —como explicaba Frei Betto— no había ningún cartel, ningún letrero, ningún aplauso para el neoliberalismo; allí estaban las masas expresando sus sentimientos, expresando sus ideas, y cuando le preguntaban a la gente en la calle qué querían, decían que esperaban que las condiciones de vida mejoraran. "¿Qué esperan de la cumbre?" Bueno, ojalá de esta cumbre salgan cosas buenas para el pueblo, pero las condiciones de vida no van a mejorar realmente por estas cumbres; los frutos de estas cumbres son a largo plazo, no a corto plazo.
En nuestro país, como ustedes saben, estamos pasando dificultades muy grandes, porque al derrumbarse el campo socialista es como si usted tiene un edificio sobre dos pilares y un pilar se derrumba, y eso fue lo que nos ocurrió a nosotros cuando se derrumbaron el campo socialista y la URSS de la noche a la mañana. Realmente, se dejaron penetrar de la ideología occidental, se durmieron sobre los laureles, cometieron errores. No voy a analizar las causas; pero nosotros sí apreciamos lo que significó el campo socialista para el mundo. Cuando menos estableció un balance de fuerzas, estableció un equilibrio, impedía el mundo unipolar, el hegemonismo de Estados Unidos, el hegemonismo del imperialismo norteamericano.
Hemos oído hablar del imperialismo desde hace mucho tiempo, pero todo el mundo estaba lejos de imaginar que un día habría un mundo unipolar, bajo el hegemonismo del imperialismo norteamericano, y ese es el mundo que estamos viviendo hoy. En ese mundo nos tocó a nosotros vivir, como Estado independiente, a 90 millas de Estados Unidos. Y no solo a 90 millas, a unas pulgadas, porque tienen un pedazo de nuestro territorio ocupado y allí tienen una base militar contra la voluntad de nuestro pueblo. Y nos quedamos solos en esa lucha.
Creo que el mérito más grande de nuestro pueblo, el mérito extraordinario de nuestro pueblo fue no desalentarse, fue su voluntad de persistir en la lucha, no rendirse, desafiar todos los peligros y desafiar todas las consecuencias.
Con el campo socialista teníamos el 80% de nuestro comercio, recibíamos precios justos por nuestras mercancías y podíamos comprar petróleo.
En el año 1960, con 1 tonelada de azúcar se compraban 8 de petróleo, después vino el boom de los precios del petróleo; pero en virtud de los acuerdos nuestros con la Unión Soviética, si el petróleo aumentaba de precio, el azúcar aumentaba de precio y nosotros podíamos comprar el petróleo. Comprábamos con 1 tonelada de azúcar 8 de petróleo. ¿Saben cuántas podemos comprar hoy? Compramos 1,4 ó 1,5 toneladas de petróleo por 1 tonelada de azúcar. Imagínense, casi todo el azúcar que producimos es para comprar combustible y tenemos dificultades en muchos campos por la falta de combustible; tenemos dificultades, apagones, de todo. Es decir, nuestro pueblo está sufriendo las consecuencias.
Nuestras importaciones disminuyeron de 8 000 millones a 2 000 millones. ¿Qué otro país que no hubiese sido un país revolucionario, un país socialista, resiste 24 horas una situación como esa en el terreno económico? ¿Habría algunos de esos gobiernos neoliberales en América Latina que hubiera podido resistir? No resisten ni 12 horas los problemas que nosotros hemos tenido que padecer.
A ese mismo hemisferio lo están saqueando. ¡Ah!, menos inflación sí, pero es más el saqueo. Ese mismo hemisferio en los últimos 12 años ha perdido, por servicio de la deuda y por intercambio desigual, 700 000 millones de dólares que han ido a parar al mundo capitalista desarrollado.
Esa es la situación que tienen. Es decir, sufren las consecuencias duras; pero no están bloqueados, pueden comerciar. Nosotros estamos bloqueados en esas condiciones; es decir, se derrumba el campo socialista y nos quedamos solos frente al bloqueo; se derrumba el campo socialista y el bloqueo se endurece, y todo eso trae consecuencias y sufrimientos muy grandes para nuestra población.
A pesar de todo hacemos grandes esfuerzos, no solo por sobrevivir, sino para desarrollarnos, y ahora, claro, en las condiciones en que estamos, nos vemos obligados a hacer esfuerzos especiales en todos los sentidos. Incluso hemos tenido que hacer algunas cosas que si hubiéramos tenido capital y tecnología no las hubiéramos hecho. Hemos tenido que abrir las puertas a las inversiones extranjeras en nuestro país porque no tenemos otra alternativa, no tenemos otro recurso.
Cuando existían la URSS y el campo socialista recibíamos créditos, recibíamos tecnología, recibíamos equipos. Al quedarnos solos ahora, no solo tenemos que luchar con heroísmo, sino también con inteligencia, y dondequiera que aparece capital, tecnología o mercado, nos vemos obligados a aceptar las inversiones extranjeras. Si tuviéramos tecnología, capital y mercado no las aceptábamos, porque les explicaba a los periodistas que es como si un campesino tiene una vaca y se busca un socio: la vaca da 10 litros, de los 10 litros usted tiene que repartir la mitad al socio. Si no tiene socio extranjero, los 10 litros son para el país. Indiscutiblemente que el capital obtiene ganancias, obtiene ingresos.
Nos habría gustado nuestro socialismo sin inversiones extranjeras, o con un mínimo de inversiones extranjeras. Nos vemos obligados a eso por esta situación de período especial que estamos viviendo, porque para nosotros hoy lo esencial no es si construimos un socialismo puro, o tal como lo soñamos, sino salvar la patria, salvar la Revolución y salvar las conquistas del socialismo. Esos son los objetivos que nosotros nos planteamos y tenemos que adaptar nuestro esfuerzo y nuestro trabajo a conseguir esos objetivos en medio del bloqueo de Estados Unidos.
Hay que seguir luchando contra el bloqueo muy duramente, porque el bloqueo es el obstáculo principal para nuestro desarrollo, porque el bloqueo no solo es la prohibición de comerciar con Cuba, sino las presiones que Estados Unidos ejerce sobre todo el mundo, sobre todos los países, sobre todas las empresas, incluso sobre los individuos que quieren hacer algún negocio en Cuba.
No se imaginan ustedes lo que es el bloqueo y hasta dónde llega el bloqueo, que incluye alimentos y medicinas; es todo el aparato gubernamental del imperio dedicado a bloquear a Cuba, y toda la propaganda que antes hacían contra todo el campo socialista, hoy la hacen solo contra Cuba, nada más que contra Cuba; los recursos que se gastaban en propaganda los emplean contra Cuba, el hostigamiento contra Cuba, el aparato gubernamental para bloquear a Cuba.
Son realmente condiciones muy duras, pero nuestro pueblo tiene temple, tiene valor, tiene heroísmo, es un pueblo combativo, un pueblo que tiene una cultura política, una cultura revolucionaria. No voy a decir que el ciento por ciento piensa así. Entre los seres humanos siempre hay algunos con más capacidad de sufrimiento que otros, algunos con más conciencia que otros; pero la inmensa mayoría de nuestro pueblo se comporta de una manera ejemplar en esa lucha contra el poder, contra el imperio más poderoso del mundo y de la historia.
Jamás en la historia hubo un imperio tan poderoso como Estados Unidos. Jamás en el mundo hubo un imperio tan poderoso como Estados Unidos, y por eso tiene mucho mérito que un pequeño país como Cuba haya decidido seguir adelante y enfrentarse a los obstáculos, enfrentarse a las dificultades.
Sé que para mucha gente del mundo nuestro país se ha convertido en una esperanza, nuestro país se ha convertido en un símbolo, pero eso nos obliga, eso multiplica nuestra responsabilidad, ya que tenemos el deber de trabajar bien, de optimizar nuestros esfuerzos, de trabajar con la inteligencia, de trabajar con el heroísmo, para que esa esperanza no se pierda, para que ese símbolo no se pierda, porque lo que quisiera el imperialismo es desaparecer hasta el recuerdo de Cuba; sin embargo, estoy convencido de que, aun desapareciendo hasta el recuerdo de Cuba, el capitalismo tarde o temprano será vencido, el neoliberalismo tarde o temprano será vencido; porque los recuerdos ayudan, los símbolos ayudan, pero ayuda más la conciencia del hombre, la mente del hombre, las ideas, y si una idea justa fuera destruida volverá a renacer y otras ideas igualmente justas surgirán.
Tenemos la más firme esperanza de que nuestra idea no será destruida, de que la esperanza que Cuba es hoy no será destruida, que el símbolo que Cuba es hoy no será destruido.
Cuando uno conoce personas como ustedes, tan nobles como ustedes, tan generosas como ustedes, tan desinteresadas como ustedes, siente que las fuerzas íntimas se multiplican, que el espíritu de lucha se multiplica, porque hace rato que nosotros sabemos que no estamos luchando por nosotros solos, y lo demostramos en el cumplimiento de nuestras misiones internacionalistas: nuestros soldados ayudaron a la independencia de Angola, nuestros soldados ayudaron a crear las condiciones para la independencia de Namibia, nuestros soldados con su sangre ayudaron a poner fin, o a aproximar el fin del apartheid en Sudáfrica. Los africanos lo saben y por eso respetan y quieren a Cuba, por eso son solidarios de Cuba.
Decenas y decenas de países del mundo saben que nuestros médicos han ido allí a salvar vidas, porque no solo hemos salvado la vida de cientos de miles de nuestros niños y de nuestros compatriotas; tanto que se acusa infamemente a Cuba de violar derechos humanos y nadie ha hecho más por el ser humano que la Revolución Cubana, y no solo dentro de sus propias fronteras, sino a lo largo de la frontera del mundo. Esa ha sido la realidad: nuestros trabajadores han ayudado al desarrollo; nuestros médicos han ayudado a la salud; nuestros soldados han ayudado con su sangre a la independencia.
Esos son los sentimientos de nuestro pueblo y la idea de que no luchamos solo por nosotros, sino que luchamos también por los demás. Por eso una tarde como la de hoy es inolvidable para nosotros.
No podía marcharme de aquí, de Salvador, sin saludarlos a ustedes, sin abrazarlos a ustedes, sin expresarles, en nombre de nuestro pueblo, nuestra más profunda gratitud; sin darles las gracias por el estímulo que significan.
El mundo son ustedes. Ustedes no representan aquí hoy solamente a Salvador, ni solamente a Bahía, ustedes representan a Río, ustedes representan a Sao Paulo, ustedes representan a Venezuela, representan a Colombia, representan a Argentina, representan a todos los países del hemisferio.
Ustedes representan a los pueblos porque ustedes son la expresión noble del sentimiento de los pueblos, ustedes son la expresión de los anhelos de los pueblos por un mundo mejor. Ustedes expresan lo que hay de noble y de bueno en el ser humano, ¡y por eso que hay de noble, de bueno y de generoso en el ser humano, nosotros luchamos y nosotros lucharemos hasta la victoria o la muerte!
Muchas gracias.
(OVACION).