DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL
CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA CLAUSURA DEL
ENCUENTRO MUNDIAL DE SOLIDARIDAD CON CUBA, EFECTUADO EN EL TEATRO “CARLOS
MARX”, EL 25 DE NOVIEMBRE DE 1994.
(VERSIONES
TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Queridos
amigos, y con qué gusto lo digo así, ¡queridos amigos!:
Para mí resulta difícil
hacer un recuento, una síntesis de lo que ha ocurrido en estos días del
encuentro; puedo hacer algunas reflexiones.
Por aquí han desfilado —en
orden de batalla, pudiéramos decir— los mejores sentimientos, las mejores ideas
de nuestra centuria. Por aquí hemos
hablado de cuantas cosas nobles han sido producto de la preocupación de la
humanidad durante un ya largo tiempo.
Los valores por los cuales ha combatido la humanidad y ha luchado a lo
largo de este siglo que concluye, han sido expresados de una forma o de otra
por ustedes.
Las cuestiones que más han
preocupado en esta larga lucha por la independencia, contra el colonialismo,
contra el neocolonialismo, contra el imperialismo; la lucha de los pueblos por
la igualdad, por la justicia, por el desarrollo, por la soberanía nunca tan
amenazada como hoy; la lucha por la justicia social, la lucha contra la
explotación, la lucha contra la pobreza, la lucha contra la ignorancia, la
lucha contra las enfermedades, la lucha en favor de todos aquellos
desprotegidos, desposeídos; la lucha por la dignidad; la lucha por el respeto a
la mujer; la lucha por la hermandad entre todos los hombres de todas las razas;
la lucha por la paz, todos esos valores, y muchos más, se han visto expresados
aquí a lo largo del encuentro. Por ello
podríamos decir que no ha sido solo un encuentro de solidaridad con Cuba, y nos
enorgullece que haya sido esa solidaridad el motivo de la inspiración.
Por aquí han desfilado los
mejores valores de nuestra época, y aquí han estado presentes, si no todos,
porque hay muchos y no cabrían ni en 1
000 teatros como este, ni en 100 000 teatros como este, personas nobles,
desinteresadas, altruistas, que expresan lo mejor de la humanidad. Si queremos una reunión de personas
valiosas, de personas con una alta sensibilidad humana y moral, esas personas
han estado aquí presentes.
Me admira mucho la
capacidad del hombre para la bondad, para el sacrificio y para la generosidad,
y siempre que recibimos a un visitante en este país, lo observo, lo analizo,
trato de calar cómo piensa, cómo siente, y es ininterrumpida mi admiración por
tantos valores humanos.
No están aquí presentes
muchos, muchísimos que conocemos, que han sido amigos, que han sido solidarios
y que han sido ejemplo de sensibilidad, solidaridad y bondad humana. Esa es la impresión imborrable, inolvidable
que guardaremos, en primer lugar, de este encuentro.
¿Cómo se ha desenvuelto su
desarrollo? A todos con los que he
hablado les he escuchado que se ha desenvuelto bien este encuentro; ni siquiera
se parece a otros muchos que hemos tenido, en que hablaban todos lo que
deseaban hablar y se convertía en una interminable serie de discursos, y,
aunque aquí se han pronunciado excelentes, brillantes, profundos y breves
discursos, un evento de muchos días, circunscripto a eso, no habría sido un
buen evento.
Ha habido, por tanto,
discursos, intervenciones, preguntas, respuestas; han tenido lugar las
reuniones de las comisiones de distintos temas; los que no hablaron aquí,
hablaron allá, y se ha obrado el milagro de que cientos de personas
intervengan, aunque haya sido imposible que todas intervengan.
Entre los cientos que han
hablado, pienso que más o menos se ha recogido el sentimiento de todos. Por eso hay que felicitar a los que
organizaron y a los que dirigieron este evento (APLAUSOS), que, a pesar de las
diferencias, no ha tenido nada de Torre de Babel, y, aunque los idiomas son
distintos y hay personas de 109 países, según se dijo, nos hemos entendido
perfectamente bien porque, si había diversidad en las lenguas y hasta en los
criterios políticos de cada cual, había unanimidad en la noble idea de la
solidaridad con nuestro pueblo (APLAUSOS).
El bloqueo se convirtió,
prácticamente, en punto central de este evento. Sobre el bloqueo han hablado muchos; sobre
el bloqueo, explicaron los compañeros, no habría mucho que añadir. Pero, en esencia, ¿qué es el bloqueo? El bloqueo no es solo la prohibición, por
parte de Estados Unidos, de realizar cualquier tipo de comercio con nuestro
país, llámese tecnología, maquinarias; llámese algo más, alimentos; llámese
algo más, medicinas. El bloqueo
significa que a Cuba no se le puede vender ni siquiera una aspirina para
aliviar un dolor de cabeza, o un anticancerígeno que pueda salvar una vida o
aliviar el sufrimiento de los que estén en una fase final de la vida; nada, ¡absolutamente
nada se le puede vender a Cuba!
El bloqueo no es solo la
prohibición de todo crédito, de toda facilidad financiera. El bloqueo no es solo el cierre total de las
actividades económicas, comerciales y financieras por parte de Estados Unidos,
la nación más rica del mundo, la nación más poderosa del mundo en términos
económicos y militares, no solo a 90 millas de nuestras costas, sino a unas
pulgadas de nuestras costas, en el territorio ocupado de la Base Naval de
Guantánamo. El poderoso imperio no solo
está cerca de nosotros, sino que está dentro de nosotros; y no solamente está
cerca de nosotros con sus ideas, su concepción y su filosofía, sino está,
incluso, dentro de nosotros en aquella parte minoritaria, afortunadamente, que
participa de las concepciones, la filosofía y las ideas que llevan tantos años
divulgándose por el mundo.
El imperio no comercia con
mercancías en relación con Cuba, pero sí quiere exportar ideas, y las peores
ideas; no exporta alimentos, no exporta medicinas, no exporta tecnología, no
exporta maquinaria, pero exporta, en cantidades fabulosas, ideas. Lo que ocurre es que antes el mercado era
más amplio y exportaba ideas a todas partes, pero, sobre todo, exportaba muchas
ideas al campo socialista, muchas ideas a la antigua Unión Soviética y a otros
países; hoy el imperio solo tiene ideas contrarrevolucionarias para nosotros,
un enorme stock y poderosos, inmensos, infinitos medios de divulgación
masiva. En ese comercio, pero comercio
en una sola dirección, porque nosotros no poseemos esos medios masivos, esos
enormes sistemas de comunicación que cuestan miles, decenas de miles de
millones de dólares todos los años, estamos condenados a recibir, no a
intercambiar.
Pero el bloqueo no es solo
eso; el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, guerra económica; es la
persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de Cuba en cualquier
parte del mundo —Estados Unidos trabaja activamente, a través de sus canales
diplomáticos, a través de sus embajadas, para presionar a cualquier país que
quiera comerciar con Cuba, para presionar a cualquier empresa que desee
comerciar o invertir en Cuba, para presionar y castigar a cualquier barco que
transporte mercancías a Cuba—; es la guerra universal, con ese inmenso poderío
a su favor, contra la economía de nuestro país, al extremo de realizar
gestiones individuales, incluso, con personas, con individuos que intentan
desarrollar cualquier actividad económica en relación con nuestro país.
Ellos le llaman,
eufemísticamente, embargo; nosotros le llamamos bloqueo, y no es embargo ni
bloqueo, ¡es guerra!, guerra que hoy no se realiza contra ningún país en el
mundo, sino única y exclusivamente contra Cuba.
Pero nosotros no solo hemos
tenido que soportar en estos años de Revolución el bloqueo; nosotros hemos
tenido que soportar la hostilidad incesante en el terreno político, desde los
intentos de liquidación de los dirigentes de la Revolución, y pasando por toda
forma de subversión, desestabilización, hasta el sabotaje directo y perenne de
nuestra economía.
Nosotros, en estos 35 años,
hemos sido víctimas de sabotajes de todo tipo.
No voy a hablar ya solo de ataques piratas, invasiones mercenarias,
guerras sucias en las montañas y en los llanos, intentos continuados de
desestabilización en todos los terrenos, sino que hemos sido objeto de
sabotajes directos con explosivos, con elementos incendiarios.
Nuestro país ha sido,
incluso, víctima de guerras químicas con la introducción de elementos tóxicos,
y de guerras biológicas con la introducción de enfermedades en las plantas, en
los animales y en los seres humanos. No
hay arma, no hay recurso que no se haya empleado contra nuestro país y contra
nuestra Revolución por parte de las autoridades y del gobierno de Estados
Unidos.
No es que lo diga yo, de
vez en cuando aparecen algunos papeles de esos que ellos liberan o publican al
cabo de 25 años, aunque hay algunos que los guardan 50, 100, y otros dicen que
los guardan 200 años, algo que será para los nietos de los bisnietos de los
tataranietos de las generaciones actuales, que se enterarán un día de las
barbaridades que han cometido, y no han dicho, estos “campeones” de la
libertad, estos “campeones” de los derechos humanos.
La guerra contra la
Revolución Cubana ha sido total, absoluta; y no es una vieja guerra, esa guerra
se mantiene, y en la actualidad realizan y gestan planes de sabotaje a nuestra
economía, a nuestras industrias estratégicas.
En la actualidad,
organizaciones muy afines al gobierno de Estados Unidos, realizan actividades
de preparación de atentados contra los dirigentes de la Revolución —nadie
piense que eso es una cosa del pasado, es una cosa muy actual—, planes de
guerra sucia, y planes de filtración de mercenarios armados para matar, para
sabotear, para crear inseguridad y para llevar la muerte a cualquier rincón de
nuestro país. Digo, y lo digo con toda
responsabilidad, que son planes actuales del imperialismo contra nosotros. Es algo más, algo mucho más que el bloqueo
económico.
Toda esta política viene
acompañada de una incesante campaña de calumnias y difamación contra nuestro
país para justificar sus crímenes, y ahora el énfasis fundamental lo ponen en
el banderín de los derechos humanos; derechos humanos en boca de los que han
cometido y cometen todo tipo de monstruosidades contra nuestro país.
Como le decíamos
recientemente al Alto Comisionado de Naciones Unidas por los Derechos Humanos,
con el cual conversamos largamente: la más brutal y más cruel violación de
los derechos humanos de nuestro pueblo, es la que se comete con el intento de
matar y rendir por hambre y enfermedad ¡a once millones de cubanos! (APLAUSOS.)
¡Estados Unidos hablando de
derechos humanos!, cuando empezó por exterminar a los antiguos habitantes de
ese país, a su población autóctona, su población indígena. ¿Quién puede olvidarse de aquella época y de
aquella tradición de recolectar cueros cabelludos de indios? Mataron más indios que búfalos y acabaron,
incluso, con los búfalos (APLAUSOS).
Expandieron el Estado a
costa de los territorios de otros, se extendieron arrebatando tierras, y así
despojaron a los vecinos, de una forma o de otra, de millones de kilómetros
cuadrados de tierra. Solo a México le
arrebataron más de la mitad de su territorio (APLAUSOS); a Puerto Rico lo
tienen todavía ocupado (APLAUSOS); a Cuba desde hace más de 150 años quisieron
devorársela; en países de América Latina intervinieron decenas de veces; a
Panamá le impusieron el canal. Eso por
no hablar más que de nuestro hemisferio.
No me estoy refiriendo a la guerra en Viet Nam, en Laos, en Cambodia, y
en otros muchos lugares (APLAUSOS).
¡Qué historia! Y qué paradójico que ahora aprueben la
proposición de Ley 187 —y eso no fue hace 100 años, ni fue hace 100 días, hace
unas cuantas semanas—, para prohibir que les presten atención a la salud y a la
educación de los niños indocumentados, y a los familiares de los indocumentados
en los que fueron una vez territorios mexicanos (APLAUSOS).
¿Qué conceptos, qué respeto
por los derechos humanos son esos? ¿Qué
conceptos, qué ideas acerca del ser humano?
¿Cómo se puede concebir que un niño llegue enfermo y no se le atienda,
cuando se gastan, por otro lado, 300 000 millones de dólares en el presupuesto
militar y en las armas más sofisticadas que se han concebido jamás?
No hay que remontarse a los
tiempos pasados; en los tiempos modernos, desde que la Revolución existe, ¿cuál
ha sido la historia de la política exterior de Estados Unidos, ese “campeón” de
la libertad, ese “campeón” de los derechos humanos? La alianza estrecha con los regímenes más
represivos y más sangrientos que han existido en el mundo.
Si pensamos en Europa,
recordamos que inmediatamente después de la guerra mundial se produjo la
alianza de Estados Unidos con el fascismo español (APLAUSOS), que fue
instaurado con las armas de Hitler y de Mussolini y que costó millones de vidas
hasta el final.
No podemos pasar por alto
su alianza con el régimen de Viet Nam del Sur y su guerra genocida contra el
pueblo vietnamita en el sur y en el norte.
No podemos pasar por alto la guerra de Corea, país que fue totalmente
arrasado, convertido en polvo. No
podemos ignorar Hiroshima y Nagasaki (APLAUSOS), con el empleo innecesario de
armas nucleares —empleo absolutamente innecesario y que, en todo caso, podrían
haber sido utilizadas contra alguna instalación militar y que cayeron sobre
poblaciones civiles de cientos de miles de habitantes—, para instaurar la era
del terror atómico en el mundo.
No podemos olvidar la
alianza con Sudáfrica y el apartheid (APLAUSOS). No podemos olvidar, incluso, que el
apartheid fabricó armas nucleares, y cuando nosotros luchábamos en el sur de
Angola contra el ejército del apartheid, junto a los angolanos, ya Sudáfrica
tenía armas nucleares, ¡varias armas nucleares!, y Estados Unidos sabía que
Sudáfrica tenía armas nucleares y que esas armas nucleares podían ser empleadas
contra los soldados cubanos y angolanos.
¡Ah!, pero era Sudáfrica, eran el racismo y el fascismo.
Ellos, que han armado gran
escándalo y hasta han amenazado con la guerra, por la supuesta idea de que los
norcoreanos querían desarrollar armas nucleares, toleraron, permitieron,
consintieron y, por vías indirectas, facilitaron la construcción de armas
nucleares por parte de Sudáfrica.
Pero si nos acercamos a
nuestro continente, y en época reciente ¿quién puede olvidar la guerra sucia de
Nicaragua, organizada a través de mercenarios armados, que costó la vida de
decenas de miles de nicaragüenses y la mutilación de miles y miles de
nicaragüenses? ¿Quién lo puede
olvidar? (APLAUSOS.) ¡El “campeón” de la
libertad! ¡El “campeón” de los derechos
humanos!
¿Quién puede olvidar la
guerra sucia de El Salvador, el apoyo del gobierno de Estados Unidos a un
gobierno genocida, al que entregó miles de millones en armas sofisticadas para
aplastar la rebelión del pueblo, guerra que costó más de 50 000 muertos?
¿Y por qué tuvo lugar la
guerra de las Malvinas? Bien
sencillo: porque Estados Unidos
utilizaba el Batallón 401, de las fuerzas especiales de Argentina, para la
guerra sucia contra Nicaragua y para la guerra sucia en El Salvador, y le
prestaban tan brillantes y agradables servicios a Estados Unidos, que se
creyeron en la ocasión de ocupar las Malvinas.
Esto no tiene nada que ver
con el derecho de Argentina a las Malvinas que hemos defendido siempre, toda la
vida (APLAUSOS); pero los militares argentinos creyeron que había llegado la
hora de cobrarle a Estados Unidos los servicios que le prestaban en
Centroamérica, para que los apoyaran en aquella aventura militar —fue una
aventura, en definitiva, porque esa no es forma de hacer la guerra, las guerras
se hacen o no se hacen, y si se hacen hay que llevarlas hasta las últimas
consecuencias, si son guerras justas (APLAUSOS)—, e invadieron las
Malvinas. Pero puesto Estados Unidos en
la disyuntiva de escoger entre sus aliados y antecesores ingleses y el gobierno
militar argentino, escogieron a los ingleses y los apoyaron.
¿Quién puede olvidar lo que
ha ocurrido en Guatemala desde la época del gobierno de Arbenz en los años 50
(APLAUSOS), donde un gobierno popular, elegido por el pueblo, intenta hacer una
reforma agraria para ayudar a los campesinos y a las comunidades
indígenas? Inmediatamente la guerra
sucia, la invasión de mercenarios. ¿Y
después qué ha pasado? ¿Y qué ha pasado
hasta hoy? Más de 100 000
desaparecidos, un país donde en decenas de años no existió la categoría de
preso político porque todo el mundo era desaparecido.
Hasta hoy, ¿quién
suministró a ese gobierno, quién lo entrenó, quién lo preparó? ¡El “campeón” de la libertad, el “campeón” de
los derechos humanos!
¿Y qué pasó en Chile con el
gobierno popular de Salvador Allende?
(APLAUSOS.) Contra él conspiraron, su economía fue de diversas formas
bloqueada y se fueron creando las condiciones para el golpe que trajo al país miles
y miles de desaparecidos y de asesinados.
¿Y qué pasó en Argentina
con aquel gobierno militar que mencionaba?
Se dice que, como mínimo, 15 000 desaparecidos (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Treinta
mil!”). He dicho como mínimo, porque no
quiero que parezca que estoy exagerando, y se afirma que fueron 30 000; aquí
algunos dicen que más. Pero
consideremos esa cifra señalada como mínimo.
¿Es que realmente son pocos 15 000 desaparecidos?
¿Y quién armaba a ese
gobierno, quién lo apoyaba, quién le daba socorro político, quién utilizaba sus
servicios en Centroamérica? ¡Los
“campeones” de la libertad, los “campeones” de los derechos humanos!
¿Y qué pasó en
Uruguay? ¿Y qué pasó en Brasil? ¿Y quiénes apoyaron a los golpistas y a los
que torturaban, asesinaban y desaparecían gente? ¿Quién intervino en Santo Domingo cuando la
rebelión de Caamaño? (APLAUSOS.) ¿Quién
invadió Granada? (APLAUSOS.) ¿Quién
invadió Panamá? (APLAUSOS.) ¡Los
“campeones” de la libertad y de los derechos humanos!
¿Cuál de aquellos gobiernos
fue hostigado? ¿Cuál de aquellos
gobiernos que he mencionado fue bloqueado?
¿A quiénes de ellos les negaron los créditos y el comercio? ¿A quiénes de ellos dejaron de venderles
armas y suministros de guerra? ¿A
quiénes no entrenaron en las llamadas acciones antisubversivas? ¿A quiénes no entrenaron en el arte del
crimen, la desaparición y las torturas?
Y esos son los que bloquean a Cuba, los que calumnian a Cuba, los que
acusan a Cuba de violaciones de los derechos humanos para justificar sus
crímenes contra nuestro pueblo.
Y es Cuba, lo digo sin
pasión, lo digo sin subjetivismo de ninguna índole, el país que más ha hecho
por el ser humano (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS PROLONGADOS).
¿Qué revolución fue más
noble? ¿Qué revolución fue más
generosa? ¿Qué revolución respetó más al
hombre?, y no ya como revolución victoriosa en el poder, sino desde nuestra
propia guerra, desde nuestra propia lucha revolucionaria, que estableció
principios inviolables porque lo que nos hizo revolucionarios fue la repulsa a
la injusticia, la repulsa al crimen, la repulsa a las torturas. Y en nuestra guerra, que duró 25 meses y fue
intensa, en la que capturamos a miles de prisioneros, no hubo un solo caso de
violencia física contra las personas para obtener información, ni aun en medio
de la guerra (APLAUSOS); no hubo un solo caso de asesinato de un prisionero, y
lo que hacíamos con los prisioneros era ponerlos en libertad —les quitábamos
las armas, que era lo único que nos interesaba, y tratábamos con todas las
consideraciones que merecían a aquellos suministradores de armas (RISAS Y
APLAUSOS). Al principio les habían
hecho creer que los matábamos a todos, e incluso resistían hasta el final; pero
cuando fueron descubriendo, a lo largo de la guerra, cuál era el comportamiento
del Ejército Rebelde, entonces más fácilmente deponían las armas cuando estaban
cercados, cuando estaban perdidos. Y
hubo algunos de aquellos soldados que se rindieron tres veces, porque los
cambiaban de un frente a otro frente y se rendían, ya tenían experiencia (RISAS
Y APLAUSOS).
Pero lo más importante es
que esos principios de no acudir jamás a la tortura, de no utilizar jamás el
crimen, esos principios los ha mantenido sin una sola excepción, ¡hasta hoy!,
la Revolución Cubana (APLAUSOS), digan lo que digan, escriban lo que escriban;
ya sabemos que muchos de esos libelos los escribió gente asalariada de la CIA.
¿Hay algún otro ejemplo
igual en la historia? En la historia ha
habido muchas revoluciones y fueron, por lo general, duras y muy duras: las revoluciones en
Inglaterra y después la Revolución Francesa, la Revolución Rusa, la Guerra
Civil Española y la Revolución Mexicana.
De revoluciones sabemos bastante y se han escrito muchos libros, y de
contrarrevoluciones, bueno, de las contrarrevoluciones ni se habla; las
revoluciones suelen ser generosas y las contrarrevoluciones son
indefectiblemente despiadadas, si no que lo digan los comuneros de París
(APLAUSOS).
En el caso de Cuba no se ha
dado una sola excepción. No existe en
la historia de la Revolución un solo caso de torturado —así, con esas
palabras—, un solo caso de asesinato político, un solo caso de
desaparecido. No existen en nuestro
país los llamados Escuadrones de la Muerte, que proliferan como hongos en
muchos países de este hemisferio (DEL PUBLICO LE DICEN NOMBRES DE VARIOS
PAISES). ¡Ustedes hablen por
nosotros! (APLAUSOS.) Hemos preferido no
citar nombres, pero ha habido de todo en nuestro hemisferio.
¿Y por qué no se menciona a
Estados Unidos, donde fueron brutalmente asesinados por defender los derechos
civiles hombres como Martin Luther King, y otros muchos, un país donde se
aplica la pena de muerte como regla solo a negros y a hispanos? (APLAUSOS.)
En nuestro país no se
conocen esos fenómenos que vemos en otros, de niños asesinados en las calles
para evitar el espectáculo de las limosnas y, según dicen, para combatir el
robo. La Revolución liquidó el
pordioserismo, la Revolución liquidó el juego, la Revolución liquidó las
drogas, la Revolución liquidó la prostitución.
Sí, puede haber algunos
casos, desgraciadamente, o algunas tendencias que, con motivo de las
dificultades económicas y la apertura del país a grandes contactos con el
exterior, se originan, y puede haber algunas jineteras; no lo negamos, se ve,
de vez en cuando, que por la Quinta Avenida aparece alguna que otra, pero no
hay que correr el riesgo de confundir personas decentes con jineteras
(APLAUSOS). Se dan esos casos, pero se
lucha contra eso; no se tolera la prostitución, no se legaliza la prostitución
(APLAUSOS).
Puede haber algunos niños
que, enviados por sus padres, se acerquen a un turista a pedirle un chicle o a
pedirle algo; esos fenómenos los tenemos en la situación especial que estamos
viviendo, en medio de las grandes dificultades de tipo económico que estamos
atravesando cuando el bloqueo se ha recrudecido, pero no eran fenómenos
conocidos en los tiempos normales de la Revolución.
No se ven hombres durmiendo
en los portales y arropados en periódicos, a pesar de nuestra gran pobreza
actual; no hay un solo ser humano desamparado y sin seguridad social en nuestro
país, a pesar de nuestra gran pobreza actual (APLAUSOS). Los vicios que vemos todos los días en las
sociedades capitalistas, no existen en nuestro país. Eso ha sido obra de la Revolución.
No hay un solo niño sin
escuela y sin maestro, no hay un solo ciudadano sin atención médica desde antes
de nacer. Aquí se empieza a atender al
ciudadano cuando está en el vientre de la madre, desde las primeras semanas de
su concepción (APLAUSOS).
Somos el país del mundo de
más médicos per cápita, a pesar del período especial (APLAUSOS); el país del
mundo, no digo del Tercer Mundo, ¡del mundo!, por encima de los nórdicos, de
los canadienses y de todos aquellos que figuran en las posiciones cimeras de la
salud pública. Al reducir la mortalidad
infantil de más de 60 a 10 por cada 1 000 nacidos vivos y con otros programas
de salud infantil, la Revolución ha salvado la vida de más de 300 000 niños.
Somos el país del mundo de
más maestros y profesores per cápita (APLAUSOS), a pesar de las calamidades que
estamos soportando; somos el país del mundo con más instructores de arte per
cápita; somos el país del mundo con más profesores de educación física y
deportes per cápita (APLAUSOS).
A ese es al país que se
bloquea, a ese es al país que se trata de rendir por hambre y por enfermedad.
Algunos pretenden que se
quite el bloqueo a cambio de que capitulemos, a cambio de que renunciemos a
nuestros principios políticos, de que renunciemos al socialismo y a nuestras
formas democráticas (EXCLAMACIONES DE:
“¡No!” ¡Nunca!”).
Incluso, en la reunión de
Río salió un documento bastante confuso
—a pesar de la noble resistencia de los gobiernos de Brasil, de México y
de otros, y promovido por algunos que son muy, muy, muy uña y carne, carne y
uña con Estados Unidos, no quiero mencionar nombres—, un documento con cierto
nivel de confusión que da lugar a interpretaciones, y algunos lo interpretan
como la posición de Estados Unidos, condicionamiento de la suspensión del
bloqueo a cambios políticos.
¿Cambios políticos? ¿Habrá país que haya hecho más cambios
políticos que nosotros? ¿Qué es una
revolución, sino el más profundo y extraordinario cambio político? (APLAUSOS.) Y nosotros hicimos esa Revolución
hace más de 35 años, y a lo largo de 35 años hemos estado haciendo cambios
políticos; y no en busca de una democracia formal, enajenante, divisora de los
pueblos, fragmentadora de los pueblos, sino de una democracia que realmente una
a los pueblos, y viabilice lo más importante y esencial, que es la constante
participación del pueblo en la política y en las cuestiones fundamentales de su
vida (APLAUSOS). Incluso, en período
reciente hicimos modificaciones a la Constitución, a partir del principio de que
el pueblo postula y el pueblo elige (APLAUSOS).
No critico a nadie, pero en
la mayor parte del mundo, hasta incluso en Africa, que le están introduciendo,
junto con el neoliberalismo y el neocolonialismo y todas estas cosas, los
sistemas políticos occidentales; gente que nunca oyó hablar de Voltaire, de
Danton, de Juan Jacobo Rousseau, ni oyó hablar de los filósofos de la
independencia de Estados Unidos —y recuérdese bien cómo Bolívar, en nuestro
hemisferio, era tan renuente a la copia mecánica de los sistemas europeos y
norteamericanos, que han conducido a la catástrofe de nuestros países, a la
división, a la subordinación, al neocoloniaje; pero nosotros vemos que se
fragmentan en mil pedazos las sociedades, sociedades que tienen que unir sus
esfuerzos para el desarrollo—, allá les han impuesto no el multipartidismo,
sino el milipartidismo o el centipartidismo, porque son cientos y hasta miles
de partidos.
Nosotros hemos trabajado,
hemos elaborado un sistema propio, nuestro, que no lo copiamos de nadie;
establecimos el principio de quién postula, en primer lugar, y postulan los
vecinos. Se podrá estar de acuerdo o
no, pero es tan respetable como la democracia griega de que tanto se habla, y
sin esclavos ni siervos. Porque la
democracia griega eran unos pocos que se reunían en la plaza; tenían que ser
tan pocos que, en época en que no había micrófonos, se reunían todos a hacer
una elección allí (RISAS Y APLAUSOS).
Los esclavos no participaban, los siervos no participaban; hoy tampoco.
Cuando usted analiza los
resultados electorales se topa, compadre, con que en Estados Unidos ahora mismo
acaban de elegir un nuevo Congreso, donde, por cierto, hay preocupantes
tendencias hacia el conservadurismo y hacia la ultraderecha; pero son asuntos
internos de Estados Unidos. De verdad,
se lo aseguro, se lo juro, que no le hemos puesto a Estados Unidos como
condición para normalizar las relaciones que renuncien a ese sistema (RISAS Y
APLAUSOS). Calculen que le digamos que
tiene que votar, por lo menos, el 80% de la gente; el 38% decidió votar y se
acabó (RISAS), y los demás dijeron: “Me voy para la playa”, o “me voy para
el cine” (RISAS), o “me voy a descansar en mi casa”. Eso ocurre entre los “campeones” de la
libertad, de los derechos humanos y de los derechos civiles (APLAUSOS).
En muchos países de América
Latina es por el estilo, mucha gente ni vota; es que los esclavos y los siervos
dicen: “¿Para
qué voy a votar, si voy a seguir igual?”
¡Qué difícil es ponernos de
acuerdo! Porque eso sí, la influencia
de los medios masivos es cada vez mayor y el complejo de obstáculos que tienen
que vencer las fuerzas populares es cada vez más difícil de sobrepasar.
Pero, bueno, en nuestras
elecciones van a votar más del 95% de los ciudadanos, y nadie está obligado a
votar, incluso, los que no están con la Revolución van y votan, aunque sea en
blanco, para no votar por este o por el otro; o votan por uno o votan por el
otro.
Ahora, en nuestro pueblo
—repito una vez más— postulan los vecinos, postula el pueblo y elige el
pueblo. De modo que, en ese sentido,
las posibilidades de ser electo algún ciudadano son infinitamente mayores que
en cualquier otro país.
Una buena prueba: Estaba hablando con
una delegación mexicana y me dijeron:
“Aquí estaba la benjamín, de los diputados.” “¿Qué edad tiene?” Dicen: “Veinticinco
años.” Realmente me quedé admirado; pero
de repente me acordé de que nosotros tenemos varios diputados de menos de 20
años, porque los estudiantes, desde secundaria en adelante, participan en el
proceso de la selección de los candidatos, y todas las organizaciones de masa
(APLAUSOS).
Los campesinos participan
en el proceso de la selección de los candidatos; la organización de mujeres
participa en el proceso de selección de los candidatos; los sindicatos
participan en el proceso de la selección de los candidatos; los Comités de
Defensa de la Revolución participan en el proceso de la selección de los
candidatos, y hay numerosos estudiantes que son diputados a la Asamblea
Nacional, y mujeres, campesinos, obreros, trabajadores e intelectuales, de
todos los sectores. No es el Partido el
que postula. El partido ni postula ni
elige, vela porque se cumplan todos los principios y todas las normas; pero no
participa en ninguno de esos procesos electorales. Esa es la situación de nuestro país.
En una de las últimas
modificaciones al proceso electoral, cada uno de los candidatos a diputado
tiene que sacar más del 50% de los votos válidos.
Alarcón estuvo explicando
algunas de estas cosas, cuando recordaba, con una revista que llevaba en la
mano —él tiene la ventaja de que habla inglés y de vez en cuando se está
leyendo una revista norteamericana (RISAS)—, cómo un
señor se había gastado 25 millones de dólares en una campaña para ser miembro
del Congreso. ¿Qué democracia es
esa? ¿Cuánta gente tiene 25 millones de
dólares para gastárselos en una campaña?
Y en Cuba no necesita gastar ni 25 dólares, tal vez el pasaje para ir a
votar el día de las elecciones tenga que gastarse el ciudadano (APLAUSOS).
¿Qué democracia es esa que
exige ser millonario para poder contar con todos los recursos con que hablar y
persuadir a la gente para que lo voten?, y después no se acuerda más de ellos
hasta las próximas elecciones a los cuatro o cinco años, no cuenta con ellos ni
una sola vez nunca más, se olvidó.
En nuestro país los cargos
son removibles, y lo mismo desde el delegado de circunscripción hasta el
funcionario de más nivel, cualquiera puede ser elegido, pero también puede ser
removido de esos cargos. Ese es nuestro
sistema, que no pretendemos que los demás lo apliquen, sería absurdo pretender
que fuera un modelo; pero es el que hemos adoptado nosotros, no nos lo impuso
nadie, no vino ningún gobernador, interventor norteamericano a establecer un
código electoral aquí como hacían antes.
La Constitución la hemos
hecho nosotros (APLAUSOS), el Código Electoral lo hemos hecho nosotros, el
sistema lo hemos ideado y lo hemos desarrollado nosotros, que es lo que ustedes
han estado defendiendo:
el derecho del país a establecer las normas, el sistema
económico, político, social que estime pertinente. En el mundo es imposible otra cosa, es
absurda otra cosa, es loca cualquier otra pretensión, y estos locos andan
pretendiendo que todo el mundo haga exactamente igualito que ellos, y lo de
ellos no nos gusta (APLAUSOS).
Por eso para nosotros es
inaceptable la cuestión del cese del bloqueo a cambio de concesiones políticas,
concesiones que corresponden a la soberanía de nuestro país. Es absolutamente inaceptable, es indignante,
es irritante, y, realmente, preferimos perecer a renunciar a nuestra soberanía
(APLAUSOS PROLONGADOS).
Nosotros teníamos el
bloqueo hace muchos años, pero es necesario meditar sobre un hecho: cuando la
Revolución triunfa, existía un mundo; hoy, al cabo de 35 años de Revolución,
existe otro mundo. El mundo cambió y no
cambió hacia el progreso, realmente cambió hacia el retroceso, porque el mundo
bipolar no era del agrado de nadie, pero el mundo unipolar nos agrada mucho
menos.
Cuando la Revolución
triunfa, existía un mundo bipolar.
Estados Unidos nos impone el bloqueo casi desde los primeros tiempos,
empieza suprimiéndonos los mercados azucareros, y nos suspende el suministro de
combustible. ¡Imagínense la Revolución
nueva en aquellas condiciones! Claro
que nos suspende el suministro de maquinarias, de piezas de repuesto, de todo;
pero existía la URSS y el campo socialista.
Fue afortunado para
nosotros porque, frente al bloqueo de Estados Unidos aquí, a 90 millas, existía
otra fuerza en el mundo, otro movimiento en el mundo que tenía un origen
revolucionario y que estaba en contradicción con el imperialismo
norteamericano. Gracias a ese
movimiento pudimos encontrar mercados para nuestra azúcar, suministros de
petróleo, de materias primas, de alimentos, de muchas cosas. Aquí se explicó eso.
Teníamos precios preferenciales;
pero hay que decir que no solo Cuba tiene precios preferenciales, la Convención
de Lomé establece precios preferenciales para el azúcar y otros productos de
muchos países que fueron antiguas colonias.
En el propio Estados Unidos, cuando era un importante mercado azucarero,
antes de que nos arrebataran la cuota y la redistribuyeran por toda América
Latina y otras partes del mundo, existían también precios preferenciales. Como explicó Lage, el 80% del azúcar en el
mundo se comercia a través de precios preferenciales. Y muy en conformidad con los principios de
la doctrina política, los países socialistas nos pagaban a nosotros precios
preferenciales.
Esa era la política que
nosotros defendíamos para todos los países del Tercer Mundo, porque era la
única forma de disminuir la gran diferencia que había entre los países
desarrollados y los países subdesarrollados.
Era una demanda del mundo, era una demanda de todos los países del
Tercer Mundo. Y aun así era conveniente
porque, aunque a nosotros nos pagaban precios preferenciales, en la Unión
Soviética producir el azúcar tenía un costo más alto que los precios que nos
pagaban por el azúcar. Pero de todas
formas nosotros nos beneficiábamos de aquellos precios preferenciales, con los
cuales adquiríamos combustible, materias primas y muchas cosas.
En nuestra situación se da
el caso de que se desploma el campo socialista y la URSS y el bloqueo se
arrecia. Mientras existió el campo
socialista y la URSS, nosotros nos defendíamos mejor, podíamos soportar
mejor. Incluso, en aquellas condiciones
nuestra economía creció durante casi 30 años, y se alcanzó un extraordinario
desarrollo social.
Pero fue en aquel mundo en
el que nace la Revolución Cubana, no había otro, no había otras alternativas en
medio del país bloqueado por la potencia más poderosa del mundo. Por eso la desaparición del campo socialista
y de la URSS significó para nosotros un golpe tan terrible, puesto que el
bloqueo existente no solo se mantiene, sino que se recrudece. De modo que nuestro país perdió el 70% de
las importaciones, y me pregunto si algún otro país del mundo habría podido
resistir un golpe semejante, y me pregunto cuántos días lo habría podido
resistir, si una semana, si 15 días, si un mes (APLAUSOS). ¿Cómo habríamos podido si no hubiera sido con
el apoyo del pueblo a la Revolución?
¿Cómo habríamos podido resistir, realmente, sin nuestro sistema
político, sin nuestro sistema democrático, sin la participación directa del
pueblo en todas las cuestiones fundamentales, que es la verdadera
democracia? (APLAUSOS.)
¿Cualquier otro país
latinoamericano habría podido resistir la caída abrupta del 70% de las
importaciones? ¿Cualquier país europeo
habría podido soportar semejante prueba?
Los políticos desde el día antes habrían claudicado, habrían capitulado;
pero nosotros tenemos dignidad, tenemos un sentido del honor y tenemos un apego
por los principios (APLAUSOS). Para
nosotros los principios valen más que la propia vida, y nunca hemos negociado
un principio, ¡nunca! (APLAUSOS.)
Cuando nosotros ayudábamos
a los revolucionarios centroamericanos, los norteamericanos decían que nos
quitaban el bloqueo si dejábamos de ayudarlos, y nunca nos pasó por la mente
semejante cosa (APLAUSOS). En otras
ocasiones hablaban de que estaban dispuestos a quitarnos el bloqueo si
dejábamos de ayudar a Angola y a otros países de Africa, y nunca nos pasó por
la mente la idea de negociar nuestras relaciones con otros países. En otras circunstancias, decían que nos
quitaban el bloqueo si rompíamos nuestros vínculos con la Unión Soviética, y
nunca se nos ocurrió semejante cosa, porque no somos un partido ni una
dirección política que negocie con los principios. A ese precio nunca dejaría de existir el
bloqueo, porque es un precio que no estamos dispuestos a pagar.
Esta situación nos llevó al
período especial.
Nosotros veníamos llevando
a cabo excelentes planes antes de que ocurriera la catástrofe socialista,
excelentes planes en todos los sentidos; estábamos llevando a cabo un proceso
de rectificación de errores y tendencias negativas —de viejos errores y nuevos
errores, de viejas tendencias y nuevas tendencias—, y trabajando
intensísimamente, cuando empieza a producirse toda esa debacle que nos condujo
a lo que pudiéramos llamar un doble bloqueo, porque tan pronto se produjo la
desintegración del campo socialista y la desintegración de la URSS, y aun antes
de la desintegración de la URSS, Estados Unidos estaba presionando fuertemente
para que cesara el comercio de esos países con Cuba, y, cuando la URSS se
desintegra al final, Estados Unidos presionó fortísimamente, y no con poco
éxito, en cortar el comercio y las relaciones económicas entre los antiguos
países del campo socialista y de la URSS, y Cuba.
De modo que nuestro país se
vio envuelto en un doble bloqueo y, sin embargo, había que salvar la patria,
había que salvar la Revolución y había que salvar el socialismo —nosotros le
llamamos salvar las conquistas del socialismo, porque no podemos decir en estos
momentos que estamos construyendo el socialismo, sino que estamos defendiendo
lo que hemos hecho, estamos defendiendo las conquistas que hemos alcanzado—,
objetivo fundamental en un mundo que había cambiado de manera radical, en que
todo el poder del imperio se volvía contra nosotros; porque, por ejemplo, a
China, gran país, inmenso país, que defiende las ideas del socialismo, no le
ponen condiciones; a Viet Nam, maravilloso y heroico país, no le ponen
condiciones. No hay hoy bloqueo contra
ellos, pero sí bloqueo contra nosotros.
Pónganse ustedes en el lugar de nuestro Partido y de nuestra
dirección. Y en esas condiciones tan
difíciles como no existieron nunca, jamás, salvar la patria, salvar la
Revolución y salvar las conquistas del socialismo.
¿Qué medidas habría que
tomar en este mundo que existe hoy y que, desde luego, no existirá
siempre? Son ilusiones que se hacen
aquellos que creen que el neoliberalismo es ya el non plus ultra, que es el
ascenso al cielo y a la eternidad del cielo para el capitalismo; son ilusiones
que se hacen (APLAUSOS).
El mundo nos dará muchas
lecciones. Qué va a pasar con todo esto
sería un tema largo de explicar, y sería demasiado extenso si nos introducimos
en este tema, pero para ellos es eterno.
Hoy se habla de la
globalización de la economía. Vamos a
ver lo que queda para los países del Tercer Mundo de esta globalización, cuando
desaparezcan todos los mecanismos de defensa que hoy tiene el Tercer Mundo,
compitiendo con la tecnología, compitiendo con el inmenso desarrollo de los
países capitalistas desarrollados, que ahora tratarán de explotar, más que
nunca, los recursos naturales y la mano de obra barata del Tercer Mundo para
acumular más y más capital. Pero es que
ese capitalismo superdesarrollado, como el de Europa, por ejemplo, tiene cada
vez más desempleados y, mientras más se desarrolla, más desempleo. ¿Qué pasará con nuestros países? La globalización de las diferencias, de las
injusticias sociales, la globalización de la miseria.
Pero este mundo es el que
tenemos, con el cual debemos comerciar e intercambiar nuestros productos, en el
cual tenemos que sobrevivir; por eso debemos adaptarnos a ese mundo y adoptar
aquellas medidas que consideramos indispensable adoptar, con un objetivo muy
claro.
No quiere decir que todo lo
que estemos haciendo sea resultado únicamente de la nueva situación; nosotros
veníamos haciendo cambios, e incluso la idea de la introducción del capital
extranjero era anterior al período especial: habíamos comprendido que determinadas
áreas, determinadas ramas, no se podían desarrollar porque no existía ni el
capital ni la tecnología para hacerlo, porque no disponían de ellas los países
socialistas. Pero hemos tenido que
darle mayor apertura, hemos tenido que hacer lo que pudiéramos llamar una
apertura bastante amplia a la inversión extranjera. Eso fue explicado aquí: en las condiciones de la Cuba de hoy, sin
capital, sin tecnología y sin mercados, no podríamos desarrollarnos, de ahí que
todas las medidas, cambios y reformas que vamos haciendo, en un sentido y en
otro, tienen el objetivo, como se afirmó en esta conferencia, de salvaguardar
la independencia, la Revolución —porque la Revolución es la fuente de todo— y
las conquistas del socialismo, que quiere decir preservar el socialismo o el
derecho de seguir construyendo el socialismo cuando las circunstancias lo
permitan (APLAUSOS PROLONGADOS).
Hacemos cambios, pero sin
renunciar a la independencia y a la soberanía (APLAUSOS); hacemos cambios, pero
sin renunciar al verdadero principio del gobierno del pueblo, por el pueblo y
para el pueblo, que, traducido al lenguaje revolucionario, es el gobierno de
los trabajadores, por los trabajadores y para los trabajadores (APLAUSOS
PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel!”, “¡Fidel!”) No es el
gobierno de los burgueses, por los burgueses y para los burgueses; no el
gobierno de los capitalistas, por los capitalistas y para los capitalistas; no
el gobierno de las transnacionales, por las transnacionales y para las
transnacionales; no el gobierno del imperialismo, por el imperialismo y para el
imperialismo (APLAUSOS).
Esa es la gran diferencia,
cualesquiera que sean los cambios y las reformas que llevemos adelante. Si algún día renunciáramos a esto, habríamos
renunciado a la razón de ser de la Revolución (APLAUSOS).
Hemos sido solidarios con
el mundo, no nos corresponde hablar de esa solidaridad. Solidaridad, en cuanto a lo que a nosotros
se refiere, debemos hacer el máximo y hablar el mínimo, porque no vamos a hacer
la autoapología de nuestra conducta.
Hace unos minutos, antes de
comenzar la parte final de este evento, un compañero decía: ¡Mira que Cuba ha hecho cosas! Cuando uno oye hablar a los visitantes de un
país y de otro; cuando hablan de médicos, cuando hablan de becarios, de gente
que se formó aquí, de una actividad, de otra y de otra, se da uno cuenta de que
en estos años nuestro país ha llevado adelante muchas cosas. Es que para nosotros la solidaridad y el
internacionalismo es un principio, y un principio sagrado (APLAUSOS).
A título de ejemplo, voy a
citar algunos datos:
más de 15 000 médicos cubanos han prestado servicios gratuitos en
decenas de países en estos años de Revolución, más de 15 000 médicos han
cumplido misiones internacionalistas como médicos (APLAUSOS), más de 26 000
maestros y profesores. Pregunto si
algún otro país pequeño, hasta incluso mediano y quizás grande, ha tenido ese
récord.
Baste decir que en
determinado momento nosotros teníamos tres veces más médicos trabajando
gratuitamente en el Tercer Mundo que la Organización Mundial de la Salud (APLAUSOS),
y no teníamos grandes recursos, sino mínimos recursos, contábamos solo con el
honor de nuestros trabajadores de la salud, con su vocación
internacionalista. ¿Cuántas vidas han
salvado? Y me pregunto: ¿Es justo bloquear
a un país que ha hecho esto?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”)
Cuántos cientos de miles de
niños hemos educado con nuestros maestros en el exterior; y no solo hemos
enviado profesores de primaria y secundaria, incluso, profesores
universitarios; hemos fundado escuelas de medicina en diversos países del
mundo. ¿Es justo bloquear a un país que
ha hecho esto, y lo hace todavía en cierta medida?
Medio millón de cubanos han
cumplido misiones internacionalistas de distintos tipos, ¡medio millón de
cubanos! (APLAUSOS.)
Los africanos han sido muy
generosos, muy nobles, y han querido recordar aquí la ayuda solidaria de Cuba
en la lucha contra el colonialismo, en la lucha contra la agresión exterior, en
la lucha contra el apartheid y el racismo.
Como dije aquí, nuestros
soldados estaban combatiendo en el sur de Angola, 40 000 hombres, ¡cuarenta mil
hombres! (APLAUSOS), junto a las tropas
angolanas, que se comportaron y combatieron heroicamente. Cubanos en el sur de Angola frente a los
sudafricanos después de la batalla de Cuito Cuanavale; y cuando la
contraofensiva nuestra al suroeste de Angola, esos hombres estaban expuestos,
incluso, a que sobre ellos se lanzaran armas nucleares. Nosotros lo sabíamos, y la distribución de
las fuerzas en aquella ofensiva tomaba en cuenta la posibilidad de que el
enemigo pudiera usar algún armamento nuclear.
En determinado momento
teníamos aquí 25 000 becarios extranjeros (APLAUSOS). Cuba era el país del mundo con el más alto
per cápita de becarios extranjeros, y eso no lo andábamos publicitando; cumplíamos
el deber sencillamente, como nos enseñó Martí, e hicimos cuanto pudimos por los
demás países.
Creo que este
extraordinario encuentro, las nobles, generosas y solidarias palabras de
ustedes, están, en parte, reflejando la historia solidaria de nuestra propia
Revolución (APLAUSOS). Eso nos ha
llenado de estímulo y nos alienta a seguir luchando.
Hay grandes opciones en
esta época: la
opción de la libertad, la opción de la soberanía, la opción de la
independencia, la opción de la justicia social.
La justicia social va
adquiriendo tal fuerza como idea, en medio del neoliberalismo que es la
negación de todo principio de justicia, que hasta algunos organismos
internacionales hablan de ella. El
Banco Interamericano de Desarrollo habla cada vez más de la necesidad de
justicia social en este hemisferio, ¡hasta el Banco Mundial habla de la
necesidad de justicia social en este hemisferio! Son los campeones del neoliberalismo y
hablan de justicia social, porque se dan cuenta de que las diferencias son tan
abismales y crecen, que quisieran concebir el sueño de un neoliberalismo, de un
capitalismo con justicia social; tienen miedo de que la miseria, el hambre y la
pobreza socaven las bases de ese neoliberalismo al que tanto se consagran hoy,
y por eso hablan de justicia social.
Pero nosotros sabemos que
la justicia social solo podrán aplicarla los pueblos y que neoliberalismo y
justicia social son incompatibles, son inconciliables (APLAUSOS); que un mundo
superdesarrollado al lado de un mundo subdesarrollado, es algo incompatible,
inconciliable. Que aquellos se verán
cada vez más ricos y estos se verán cada vez más pobres, es una realidad
irrebatible.
La presencia de ustedes
aquí demuestra que las ideas justas viven, que las ideas nobles viven, que los
valores viven. Y hay que multiplicar
esas ideas y esos valores como Jesucristo multiplicó los peces y los panes
(APLAUSOS).
La Iglesia habla de la
opción por los pobres, y nos parece excelentemente bueno; pero pienso que el
mundo de hoy necesita algo más que opción: necesita lucha enérgica, tenaz y
consecuente por los pobres (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”). Debí decir iglesias en vez de Iglesia, ya que
no se trata solamente de la Iglesia Católica.
Hace falta una lucha
infatigable contra las causas que originan la pobreza (APLAUSOS); hace falta
una lucha inconmovible contra el capitalismo, contra el neoliberalismo y contra
el imperialismo (APLAUSOS), hasta el día en que deje de hablarse de miles de
millones de seres humanos que pasan hambre, que no tienen escuelas, que no
tienen hospitales, que no tienen trabajo, que no tienen techo, que no cuentan
con los más elementales medios de vida.
Este planeta se acerca ya a
los 6 000 millones de habitantes, en un siglo ha crecido cuatro veces la
población con que contaba hace apenas 100 años. Múltiples son las amenazas que sufre hoy la
humanidad, no solo de tipo social, económico, político, militar.
Aquí alguien hablaba —creo
que fue Robertico— de que a las guerras hoy se les llama “misiones
humanitarias”, “operaciones en favor de la paz”. Las guerras nos amenazan y por todas partes,
los intervencionismos nos amenazan y por todas partes; pero al mundo también lo
amenaza la destrucción de las condiciones naturales de vida, la destrucción del
medio ambiente, problema que ocupa cada vez más la atención y mueve cada vez
más la conciencia del ser humano. Muy
grande ha de ser el esfuerzo que debemos realizar en todos los sentidos para
salvar a la humanidad de todos estos riesgos.
¿Y cuál es el origen
histórico de esta situación? ¿Podrá
negarse acaso que fue el colonialismo, que fue el neocolonialismo, que fue el
imperialismo? ¿Podrá negarse acaso que
fue el capitalismo? De eso estamos
nosotros muy conscientes, cualesquiera que hayan sido los reveses que hayan
sufrido el movimiento progresista, el movimiento revolucionario y el movimiento
socialista.
Pero nosotros se lo decimos
aquí, queridos compañeros:
¡Al capitalismo no
volveremos! (APLAUSOS.) Ni al
capitalismo salvaje —o como quiera llamarlo Pérez Esquivel, capitalismo caníbal
o al capitalismo moderado si es que eso existe—, a ese no queremos volver, ¡y
no volveremos! (APLAUSOS.)
Estamos conscientes de
nuestros deberes y de nuestras obligaciones.
Hemos resistido ya casi cinco años en condiciones muy difíciles, cuando
otros creían que la Revolución Cubana desaparecería rápido de la faz de la
Tierra.
Estamos trabajando
tenazmente y cada vez más, y poniendo, incluso, cada vez más el acento en lo
subjetivo, en nuestros propios errores, en nuestras propias deficiencias;
enfatizando lo subjetivo para que lo objetivo no se convierta en un pretexto de
las deficiencias.
Tenemos que llevar todavía
mucha más conciencia a nuestro pueblo.
Así que tenemos que explicarle por qué hay que recoger el exceso de
circulante y las medidas que se requieren para ir recogiendo el exceso de
circulante sin terapias de choque; buscar la eficiencia en la agricultura, en
la industria.
Sé que ha sido preocupación
de ustedes —expresada aquí— la misma cuestión de la producción de alimento. Tengo que decir que nos vemos obligados a
producir alimento sin fertilizantes, sin pesticidas, sin herbicidas, sin
combustible muchas veces, acudiendo a la tracción animal, viéndonos en la
necesidad de alimentar al 80% de la población que vive en las zonas urbanas
—nosotros, al revés que China y al revés que Viet Nam, tenemos un 20% en el
campo y un 80% en las ciudades. Ellos
tienen a la inversa, un 75% o un 80% en el campo y un 20% ó 25% en las
ciudades.
Tenemos escasez en el
campo, incluso, de fuerza de trabajo.
Nuestra agricultura se había mecanizado como una gran parte de las
actividades del país, nuestras cosechas azucareras. Alguien cuestionaba si producir azúcar o
no. A nosotros no nos queda más remedio
que producir azúcar, tenemos que producirla; ahora, se hace más cara si los
centrales y las máquinas producen menos por falta de fertilizante y regadío,
por ejemplo. En general, sabemos cómo
producir alimento, pero hemos tenido que enfrentarnos a una gran escasez de
esos insumos para la producción de alimento.
Hemos tenido que
desarrollar otras áreas. Ya se mencionó
aquí el turismo, se convirtió en una necesidad que no fue promovida en los
primeros años de la Revolución, porque tiene sus partes buenas y tiene también
sus inconvenientes. Y nosotros, como no
podemos vivir con la esperanza de estar en una torre de marfil, tenemos que
andar mezclados con los problemas de este mundo y, a partir de la idea de que
la virtud nace de la lucha contra el vicio, igual que a veces del estiércol nacen
magníficas flores (APLAUSOS), tenemos que acostumbrarnos a vivir con todo ese
tipo de problemas, tenemos necesidad de buscar recursos en moneda convertible
para, precisamente, disponer de esos insumos.
La ganadería se quedó
también sin pienso, sin regadío, sin combustible.
No son fáciles los
problemas a los que hemos tenido que enfrentarnos, pero nos estamos
enfrentando, cumpliendo aquello que dijo Robertico de repartir lo poco que
tenemos entre muchos y no repartir lo mucho entre muy pocos (APLAUSOS). Hemos
ido repartiendo lo que tenemos.
Luego, en esas condiciones
tan increíblemente difíciles —repito—, ni una escuela sin maestro, ni un niño
sin escuela, ni un enfermo sin médico y sin hospital; mantenemos la seguridad
social, mantenemos nuestro movimiento de desarrollo de la cultura, de
desarrollo del deporte; incluso, en período especial alcanzamos el quinto lugar
en las Olimpíadas (APLAUSOS). Esto les
da una idea de nuestro esfuerzo en condiciones excepcionalmente difíciles.
De modo que, cuando lo poco
que se tiene se reparte entre muchos, se pueden hacer muchas cosas, y hay
muchos países en el mundo que tienen mucho más que nosotros y hacen muy pocas
cosas (APLAUSOS).
Concluye este evento,
realmente, como una lección inolvidable para nosotros, y esperamos mucho,
esperamos mucho de esta batalla que ustedes se proponen librar junto a nosotros
para derrotar el bloqueo, para derrotar la hostilidad contra nuestro país, para
defender la esperanza, no porque nosotros hayamos estado predestinados a ser
esperanzas. Nosotros no nos
consideramos un pueblo predestinado; nosotros constituimos un pueblo pequeño,
un pueblo modesto, a quien la historia en estas peculiares circunstancias le ha
asignado el papel de defender lo que estamos defendiendo: nuestros ideales más sagrados,
nuestros derechos más sagrados. Ustedes
ven eso como una esperanza.
Nosotros comprendemos lo
que significaría para todas las fuerzas progresistas, para todas las fuerzas
revolucionarias, para todas las fuerzas amantes de la paz y de la justicia en
el mundo que el imperialismo lograra aplastar a la Revolución Cubana, y por eso
consideramos nuestro deber más elemental y nuestro deber más sagrado con
ustedes defender la Revolución, aun al costo de la vida (APLAUSOS).
Gracias, gracias, muchas
gracias; infinitas gracias (APLAUSOS).
Y permítanme exclamar una
vez más:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
¡Viva la solidaridad!
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Viva!”)
(OVACION).