DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE
MINISTROS, A LOS MIEMBROS DE LA CARIBBEAN INSURANCE COMPANY LIMITED Y MR. GERALD HADEED, EN EL HOTEL TRINIDAD HILTON,
PUERTO ESPAÑA, EL 18 DE AGOSTO DE 1995, "AÑO DEL CENTENARIO DE LA CAIDA DE
JOSE MARTI".
(VERSIONES
TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Queridos amigos de Trinidad y Tobago;
Queridos amigos cubanos:
Aquí se dijo que no pudo cumplirse el
programa exactamente como estaba escrito porque se perdieron los casetes de los
himnos de Trinidad y Tobago, y de Cuba.
Bueno, se explica, dentro de la premura con que todo se realiza; pero
para mí hay una cosa peor: a mí se me ha perdido el discurso que yo tenía que
decir aquí (RISAS).
Sería mejor decir que no he tenido tiempo
ni de quedarme un minuto pensando en algunas palabras dignas de este público
que aquí se encuentra, porque es que desde que llegamos no ha habido tiempo de
respirar, y empieza a una hora y sigue a otra, y hay un plan y después otro;
todo muy organizado, desde luego, y, además, está saliendo muy bien. Pero como esto es nuevo y todo lo nuevo
--según dice la Biblia, o, por lo menos, según dicen del mundo-- comenzó por el
caos (RISAS), entonces nosotros hemos tenido cantidad de reuniones colectivas,
privadas, de todo, y por eso ustedes me excusan de que yo llegue aquí así con
la mente en blanco, y, además, con otra circunstancia adversa: si de todos los
discursos el mejor es el más corto, el peor momento para decirlo, además, es en
vísperas de un almuerzo. Así que
teniendo en cuenta todo esto, voy a tratar de ser breve.
He tenido el privilegio de escuchar al
señor Robinson y, realmente, sus palabras me han emocionado mucho. El se expresó de una forma que está muy por
encima de los modestos méritos que yo pueda tener y de mi limitada capacidad
para abordar los problemas de este mundo, porque este mundo es el más
complicado de los mundos que se han conocido nunca, y de crecientes problemas
en todos los sentidos; pero él dijo dos cosas: que yo iba a hablar con ustedes
de negocios, en primer lugar; y, además, de la situación del mundo.
Bueno, de negocios, ¿qué puedo hablar yo
con ustedes? Si se dijera al revés sería
mejor: que ustedes van a hablar conmigo de negocios, porque ustedes son hombres
de negocios. Nosotros más bien hemos
sido políticos que nos hemos visto en el deber de convertirnos en hombres de
empresa, para no decir hombres de negocios, porque puede haber una empresa que
no sea un buen negocio.
Quizás la diferencia más importante --y
los adversarios de nuestra ideología se sentirán muy satisfechos de escuchar
esto-- es que, como regla, el Estado hace buenos y malos negocios, y, en
general, los hombres de negocios, si son hombres de negocios de verdad, hacen
buenos negocios; por lo menos llevan mejor la contabilidad, los costos, los
mercados, las inversiones. Es decir, el
esfuerzo de ustedes se guía más por la racionalidad. Nuestros esfuerzos se guían por los
sentimientos, o, mejor dicho, por el corazón; muchas veces se guían por los
sueños, queremos hacer muchas cosas.
Los políticos somos soñadores y los
hombres de negocios son racionalizadores.
Nosotros, realmente, queremos muchas veces cosas imposibles; los hombres
de negocios quieren, por lo general, cosas posibles; pero hay una diferencia
importante: cuando los políticos se convierten en hombres de negocios, por lo
general, fracasan, y cuando los hombres de negocios se vuelven políticos,
muchas veces tienen éxitos; pero lo peor de todo es que cuando el hombre de
negocios pierde, le duele muchísimo, y cuando el político en negocios pierde,
por lo general, no le importa nada, no le duele nada (RISAS Y APLAUSOS). Claro, yo estoy haciendo una caricatura --un poco,
no-- no de los hombres de negocios, sino de algunos políticos; pero en realidad
no tenemos la misma solidez, ni el mismo sentido común cuando hacemos las
cosas.
Yo, como político, puedo decir que he
hecho cosas en mi vida en que he podido actuar con racionalidad, con
fundamento, con solidez, y he hecho cosas en mi vida en que me he dejado llevar
por los sueños; lo único que puedo decir como atenuante es que todo lo que hice
siempre lo hice persiguiendo objetivos nobles, el propósito de ayudar al pueblo
y el propósito de ayudar al hombre.
Aunque más bien debemos ser críticos de
nuestra obra en la Revolución, se han alcanzado logros importantes en nuestro
país.
Para no ser extenso, voy a citar algunos
ejemplos que también pueden ser ejemplos de sueños:
Nuestro país es hoy el país del mundo con
más médicos per cápita, por encima de Estados Unidos, Canadá, Francia, Suecia,
Noruega y otros (APLAUSOS). Ya nosotros
tenemos un médico por cada menos de 200 habitantes --debe estar alrededor de
180 ó 190--; crece, seguimos formando médicos, e incluso en nuestros planes de
formación de médicos calculábamos para el año 2000 alrededor de 10 000 médicos
trabajando en el exterior, como forma de cooperación con el Tercer Mundo y todo
esto, fundamentalmente, sobre bases gratuitas.
Esa ha sido la práctica nuestra.
Hemos logrado también ser el primer país
del mundo en maestros y profesores per cápita; el primer país en el mundo en el
número de profesores de educación física y deportes per cápita, y, por lo
general, también en el número de medallas que tenemos en las competencias
internacionales.
Hemos obtenido avances muy grandes en el
terreno de la cultura, desarrollos importantes en ese campo, y también en otro
que no debe subestimarse, que es en el terreno de la investigación
científica. Tenemos decenas de miles de
trabajadores científicos en distintas áreas, y sobre todo en el área de la
biología, de la biotecnología y de la medicina estamos avanzando. Les he mencionado así algunos logros.
Nuestro país, no solo creció en el orden
social, creció en el orden económico considerablemente en los años de
Revolución. Tuvo una conducta generosa,
solidaria. Más de 10 000 médicos han
trabajado en el exterior, ayudando en países del Tercer Mundo. Podemos decir con satisfacción que hemos
ayudado a la salud y a la vida de muchas personas en todo el mundo, y no solo
hemos colaborado con nuestro trabajo manual o intelectual, sino también hemos
llevado a cabo misiones internacionalistas importantes.
Tenemos el honor de haber puesto un grano
de arena en la lucha por la liberación de las colonias en el Africa y en la
lucha contra una de las formas más detestables de injusticia y de opresión que
fue el apartheid en Sudáfrica (APLAUSOS).
Para darles una idea de cuánto esfuerzo
hicimos, debo decir que en Angola estuvimos casi 15 años luchando contra las
agresiones de Sudáfrica hasta el final, en que se alcanzó una paz victoriosa, o
la victoria de la paz, porque los esfuerzos, los sacrificios y la sangre
derramada condujeron, al final, a la consolidación de la independencia de
Angola, la liberación de Namibia y la desaparición del apartheid. Esa fue una contribución de nuestro pequeño
país, que en determinado momento llegó a tener 52 000 hombres a miles y miles
de kilómetros de distancia de nuestro país, enfrentados a una verdadera
potencia militar, que tenía incluso armas nucleares en el momento en que
nosotros estábamos luchando con ella en la frontera, e incluso lo sabíamos,
pero conscientemente desafiamos ese riesgo.
Con esta breve historia quiero decirles
que en el centro de nuestras preocupaciones están, primero que todo, los
intereses de nuestro pueblo, el desarrollo económico, el desarrollo social y,
al mismo tiempo, la solidaridad internacional, que para nosotros siempre fue un
principio sagrado con el cual hemos cumplido.
Dentro de todo esto fuimos adquiriendo
alguna experiencia en el desarrollo económico y debo decir que cuando
comenzamos no sabíamos absolutamente nada.
Hemos tenido que aprender más de un
oficio. El señor Robinson se refería a
la experiencia militar que podíamos tener algunos de nosotros, pero nosotros no
estudiamos en las academias, estudiamos más bien en la historia del mundo y en
la historia de nuestro propio país en su lucha por la independencia, y de ahí
fuimos elaborando las ideas que nos convirtieron en luchadores contra la
tiranía en nuestro país, que cometió muchos crímenes y que derramó mucha
sangre, y logramos, en un breve período de tiempo, la derrota de aquel régimen,
que tenía 80 000 hombres sobre las armas.
Nosotros empezamos con muy pocos. Desembarcamos del "Granma" con 82
hombres, después fuimos 12 y hasta menos de 12, pero no nos desanimamos,
seguimos luchando, y al cabo de 25 meses logramos derrotar aquella fuerza
cuando solo teníamos 3 000 hombres sobre las armas. Ese fue un oficio que puede decirse que
aprendimos a hacerlo bien, adaptados a las condiciones de nuestro país.
Después tuvimos que enfrentarnos a otros
problemas internacionales, derivados de la lucha contra la agresión de Estados
Unidos: tuvimos que soportar invasiones mercenarias que nos costaron
sacrificios y sangre; estuvimos en la primera trinchera, al borde de una guerra
nuclear, en el año 1962. Todas esas
experiencias las hemos tenido que vivir hasta llegar a este mundo de ahora que
nosotros calificamos de mundo unipolar.
Antes había un mundo bipolar, y sobre
esto cada cual tiene sus ideas, pero recuerdo una anécdota de Nyerere, un
hombre extraordinario, que decía que cuando los grandes o los elefantes se
hacían el amor, los pequeños perdían (RISAS), y que cuando los grandes se
peleaban, los pequeños perdían. Pero de
todas maneras conocimos un mundo en que había un balance; hoy vemos un mundo
donde no hay balance y donde, además, hay desorden en muchas partes, lo vemos
todos los días en las noticias de los periódicos.
Se habla de un nuevo orden, se ha
establecido un nuevo orden y desde nuestro punto de vista pocas veces se
discute y muchas veces se imponen proyectos e ideas.
Nuestros países están viviendo en este
momento una situación incierta. Se
aprobó la famosa Ronda Uruguay, pero no se sabe cuáles serán sus consecuencias,
porque hay barreras arancelarias y barreras no arancelarias, y se están creando
grandes bloques económicos en el mundo que están en competencia.
Es muy difícil hablarles a ustedes los
caribeños de estos problemas porque, en cierta forma, han tenido la fortuna de
haber estado entre dos mundos: entre América, Estados Unidos, y Europa, y son
hábiles diplomáticos los caribeños, no hay ninguna duda de su capacidad. Quizás si la naturaleza no les dio esas
grandes riquezas --me refiero a riquezas minerales, riquezas petroleras, con
algunas excepciones, ¿no? (RISAS)-- y les dio países pequeños, que muchas veces
son víctimas de desastres naturales, sequías, ciclones, les dio, sin embargo,
talento.
Yo me horrorizo cada vez que los partes
meteorológicos hablan de un ciclón que viene por el Caribe al pensar a qué isla
afectará, cuáles serán las consecuencias; el daño es muy grande, porque cubre
todo el país. Cuando en Estados Unidos
hay un ciclón, pasa por Florida, pasa por Louisiana, pasa por otro lugar, si
destruye 25 000 millones de dólares en riquezas no es nada, eso ha de ser unas
cuantas horas de trabajo en Estados Unidos, con un Producto Interno Bruto de
alrededor de 6 trillones --hay que
llamar trillones a lo que llamamos en español millón de millones--, mientras que cuando pasa por
alguna de nuestras islas, incluso, cuando la isla sea un poco mayor como Cuba,
el daño es terrible, y no existe en el mundo ninguna compañía de seguros --no
sé si ustedes crearán la primera (RISAS)-- que proteja a los países contra los
desastres naturales; además, habría que pagar tanto, que no tendríamos dinero
para pagarle a la compañía; estas son realidades. Yo veo estos problemas, las distancias que
dificultan tanto la integración, el comercio, las actividades;
pero veo, en cambio, qué talento extraordinario les ha
dado la naturaleza o les ha dado Dios --como ustedes quieran llamarlo-- a los
caribeños, que los han convertido, de los últimos países que en este hemisferio
adquirieron la independencia, en los más sabios de todos los que la
adquirieron.
Como ustedes han visto, en el resto de
América Latina, en 200 años, no han alcanzado el entendimiento que han
alcanzado ustedes, la unión y la cooperación que han alcanzado ustedes, y en
ese sentido se han convertido en un ejemplo para los demás países del
hemisferio, para todos nosotros, para los latinoamericanos. Aquí mismo hemos estado trabajando juntos,
angloparlantes e hispanoparlantes --también franceses, desde luego, que no
debemos olvidarlos--, y eso lo han ido obteniendo ustedes con tesón,
inteligencia y laboriosidad, realmente, que los ha llevado a tener, en medio de
estos factores que son desfavorables, factores políticos favorables, factores
internacionales favorables hasta ahora, hasta que ha llegado la era de la
incertidumbre, porque esta es la era de la incertidumbre, en la que nadie sabe
lo que va a pasar en ninguna parte.
Reciente está la experiencia de la
antigua URSS desintegrada, y vean lo que es hoy. A nosotros nos perjudicó mucho la
desaparición de la URSS y del campo socialista, porque teníamos un buen
comercio con esos países, buenos precios, porque luchamos por esos precios como
han luchado ustedes, y eran precios que resultaban beneficiosos para nuestra
economía. Todo eso desapareció, nosotros
perdimos más del 70% de nuestras importaciones; ¡calculen lo que es mantener un
país y sus servicios de educación, de salud, el país funcionando, el país
estable en medio de un golpe tan terrible como el que nosotros sufrimos en el
campo económico por la situación del país!
Hemos tenido que empezar, como el ave Fénix, a levantarnos de las
cenizas, en estos tiempos que nosotros llamamos de período especial, donde
empezamos a obtener ya algunos resultados.
Pero no solo nos perjudicó a nosotros lo
que ocurrió en Europa y en la Europa oriental, eso perjudicó a todo el
mundo. Cuando a los soviéticos se les
redujo su producción extraordinariamente, todo el aluminio que sobraba lo enviaron
al mercado, se llenaron los muelles de Europa de aluminio; todo el acero que
producían les sobraba, llenaron los muelles de Europa de acero de todo tipo,
bajaron los precios; todo el níquel que les sobró lo enviaron al mercado; todo
lo que les sobró de materias primas lo enviaron al mercado, afectaron los
productos básicos de muchos países del Tercer Mundo, esa es la realidad. No solo eso, sino que bajó la producción de
alimentos, y, como consecuencia, aumentó el precio de los alimentos para todos
nosotros.
Antes de producirse el derrumbe, Rusia
producía ampliamente más de 100 millones de toneladas de cereales --no tengo la
cifra exacta, pero fluctuaba más o menos entre 100 y 150-- y ayer leí en un
cable que la producción de Rusia este año iba a ser de 48 a 50 millones de
toneladas de cereales. ¿Cuál es la consecuencia de todo eso? Nos abaratan los precios de nuestros
productos básicos y nos encarecen los precios de los alimentos. Ustedes saben que en el trópico no se produce
el trigo, la avena, la cebada ni muchos de estos cereales que son elementales
en la alimentación humana --incluso el maíz no es el cultivo ideal del trópico,
es también de las zonas templadas--, y nuestros países sufren las consecuencias
de todas esas cosas. Por eso digo que esta
es una época de incertidumbre, guerras por todas partes, tendencias
separatistas en muchas regiones del mundo, tendencias desintegrantes, mientras,
por ejemplo, los países del Caribe o la propia Europa luchan por unirse.
Esto significó la incertidumbre para el
mundo, el sacrificio para muchos países y un porvenir incierto, porque,
incluso, los más eminentes economistas, los premios Nobel, no saben explicarse
algunos fenómenos de la economía, qué pasó con la crisis financiera en México,
qué problemas están ocurriendo con el desempleo y qué problemas están
ocurriendo con estos conflictos y crisis de tipo económico. No se sabe.
Muchas veces no se discuten las cosas en
la Organización Mundial de Comercio, se discuten entre países, se imponen sus
puntos de vista. Hemos visto, por
ejemplo, las disputas entre Estados Unidos y Japón, los riesgos de guerra
económica un día por los automóviles, otro día por el arroz, otro día por los
productos electrónicos. Hay una
constante amenaza de guerra económica, en la cual la Organización Mundial de
Comercio no desempeña ningún papel. Así
que desde nuestro punto de vista estamos viendo esta situación, vemos
situaciones injustas como las que ocurren, por ejemplo, con Colombia, México y
otros países, a los cuales les cargan toda la culpa de los problemas del
narcotráfico y, sin embargo, en Estados Unidos no vemos a nadie preso por ese
problema. Todos los esfuerzos, todos los
sacrificios se los exigen a esos países, mientras los consumidores no hacen
ningún esfuerzo especial por liquidar eso.
Estamos viendo realmente situaciones de
injusticia, de crisis, que digo que no las explican los economistas. Qué pasó, por ejemplo, en un país como
Venezuela; con tan gigantescos recursos naturales, a qué se puede deber esa
crisis, ese fenómeno. Qué pasa en
Centroamérica; qué puede pasar en Argentina, si el famoso efecto tequila
también se va a reproducir allá. Fue
necesaria la movilización de 50 000 millones de dólares para enfrentar la
crisis financiera mexicana; usted trata de buscar una explicación, y un
eminentísimo economista da una explicación y otro eminentísimo economista da
otra explicación.
Estas son realidades, y no digo esto con
sentido pesimista. Los caribeños estamos
demostrando que no somos pesimistas, que somos optimistas, que trabajamos por
unirnos, por potenciar el turismo, por potenciar el comercio, por potenciar el
transporte, por potenciar la industria.
Considero que ustedes son un buen ejemplo de lo que es un esfuerzo serio
por potenciar la industria del país, cuando llegaba ayer veía muchas fábricas
al acercarnos a la ciudad.
Los caribeños estamos trabajando,
reflexionando, adoptando ideas, acuerdos, resoluciones; porque, ya digo, no
somos poderosos, somos países pequeños y tenemos los problemas mencionados,
pero tenemos espíritu, tenemos corazón y tenemos inteligencia.
Hay que añadir que en el Caribe hay mucho
mejores niveles de educación que en el resto de América Latina. Cuando usted analiza los índices de salud, de
educación, la experiencia administrativa y los conocimientos de administración
del Caribe, realmente, se encuentra muchos índices que están por encima de los
del resto de América Latina, a pesar de que estos países tienen casi 200 años
de independencia, y ustedes tienen apenas unas decenas de años.
Es realmente alentador, estimulante ver
los avances que han tenido en estos tiempos, y por eso, a fin de no extenderme
más, que ya me he extendido demasiado, quiero decirles, desde lo más profundo
de mi corazón, que experimento una gran estimación por los países del Caribe,
experimento un gran sentimiento de solidaridad, de afecto, de confianza en
ustedes y que me siento honrado de que consideren a los cubanos como hermanos,
como amigos, como parte integrante de este mundo del Caribe, dispuestos a
trabajar con ustedes, dispuestos a cooperar con ustedes, dispuestos a recibir
de ustedes todas las ideas que nos quieran trasmitir, dispuestos a escuchar
todas las proposiciones que quieran hacernos.
Para no extendernos, no les hablo de lo
que hemos hecho en este terreno, pero hay una apertura amplia en Cuba, se
trabaja con orden, se trabaja con solidaridad; y lo mismo que le dije al señor
Robinson que no importaba que fuera o no fuera primer ministro, que lo
estaríamos recibiendo en nuestro país, así también les digo a ustedes que no
importa que haya sido breve este encuentro y, en medio de programas, en medio
del almuerzo y en medio de la conferencia, los esperamos en Cuba, en una
oportunidad en que podamos conversar mucho más, prolongar el almuerzo o la cena
para disponer de mucho tiempo y para después poder disfrutar de lo que podamos
ofrecerles allí y de una digestión tranquila.
Les agradezco a los organizadores del
programa que los discursos hayan sido antes y no después, porque así se come
más tranquilo, se digiere mejor y se garantiza la salud.
Realmente ha sido muy agradable para mí
este encuentro con ustedes, y estoy seguro de que será muy útil y aún más
seguro de que no lo olvidaré nunca.
Muchas gracias (APLAUSOS).